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Tema 2.

Conversaciones externalizantes

Fernando Iván Hernández Camacho

La externalización ha sido un posicionamiento que me ha resultado muy atractivo. Y es que ante la


inmensidad de tejidos que sostienen la identidad o la vida, resulta sumamente complicado cuando
algunas de ellas se cruzan y parecen incompatibles, generando nudos tan apretados donde algunos
hilos se imponen sobre otros. Creo que esa imposición tan totalizadora, que subyuga otras posibles
historias, es una contradicción, en donde la persona puede quedar invalidada, limitada y excluida.

Reconozco que las personas son parte de un sistema complejo que les rodea y que a la vez es parte
del surgimiento de las historias que sostienen al problema que aqueja. Me hace sentido que ante
ello lo que se plantee es resistir. No como una lucha de aniquilación, si no de resignificación.

Me encanta la sistematización que Withe hace de la externalización como parte de un proceso


evaluativo que motive a la persona a hacer frente. Sin duda lo aprovecharé en mis
acompañamientos a personas. Me quedo con los cuatro pasos:

1. Definición del problema (externalización)


2. Mapa de efectos (análisis)
3. Evaluación de los efectos (problematización)
4. Justificación de la evaluación (razones para resistir)

También con las preguntas y estrategias tan creativas y que favorecen a una visión alentadora. Creo
que permite no solo problematizar una situación, si no también definirla sin negar la existencia de
quien se relaciona con ella. Abriendo un campo al análisis de posibilidades para cambiar las formas
en que una persona se relaciona con el problema que identifica (resignifique la relación), tras un
profundo análisis del porqué le identifica como un problema y que puede separar de sí.

Hasta ahora, aunque Withe dice que no, sí veo la externalización que define como un proceso que
por lo menos arranca en lo individual porque se habla del problema y la persona, pero no de lo que
le rodea; sin embargo, uno donde se requiere de un soporte externo que incentive. Pero aclaro
que me parece necesario empezar así.

Pienso en la perspectiva desde donde se habla de ”las barreras para el aprendizaje, acceso y
participación” y no de discapacitados. En la segunda se habla de personas que por su condición
carecen de posibilidades. En cambio, al hablar de barreras, se habla de aquellas situaciones
sociales e infraestructurales, pero también sistémicas y culturales, que limitan la posibilidad
desarrollo, accesibilidad y participación de una persona. Entonces, el problema no es la persona y
sus características, sino, las situaciones que no contemplan las características de las personas y que
limitan su autonomía. No se trata de dejar de reconocer que una o varias características, al
compararlas con otras, no harán más fácil la autonomía; pero sí de que las cosas fueron hechas sin
tomarlas en cuenta. Así, en un edificio donde se ofrecen servicios básicos no se contempla que una
persona en silla de ruedas entre, porque no fue echo para eso. El problema con la autonomía no es
que la persona use silla, si no que el lugar no tiene un acceso que no dificulte su camino o
seguridad.
Creo que al entender que una persona no tiene plena libertad en elegir qué historias y qué no, son
aquellas que le tejen, podemos hacer la similitud entre una discapacidad y un problema
“terapéutico”, como algo que se vincula con una persona, sobre los cuales la persona no tuvo total
o ninguna libertad de elección y que traza márgenes simbólicos y estructurales que reducen las
posibilidades de acción.

Y la cuestión no está en reconocer que algunas características suelen corresponder a algunos


límites, si no que esas características no totalizan las posibilidades. O no deberían. Algo que me
frustra durante una conversación externalizante es ver que hay otras limitantes que, aunque quizá
no eternas, recortan posibilidades. Creo que en este paso, desde una dinámica similar a
externalización primera, toca distinguir que la persona es más que una de las grandes historias que
le van definiendo. Si no la suma de varias y que en entre ellas habrá que ir encontrando caminos.
Creo que es cuando la externalización se consolida como una práctica crítica y creativa.

Aún no veo el acompañamiento de White con quienes le consultan, para analizar aquellas
condiciones que no son de la persona, pero también le afectan por ser quien es, creo que hacerlo
es parte de la externalización también. Por ello, me gusta que se sume un análisis postestructural
para complementar la visión sobre lo que se podría hacer luego de que se justificó querer hacer
algo con el problema. Seguramente como acompañantes requerimos contemplarlo para
desarrollar nuestras propias posturas desde las cuales podremos tener una dirección hacia donde
influir. La misma lógica que planteó Withe al invitar a Jeffrey a luchar contra el malvado TAH, me
llevaría a pensar que ahí también toca no dejarse dominar. Pero bueno, el poder de decidirlo se
centra en la persona que acompañamos.

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