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KEINES Y LA GRAN DEPRESIÓN

La Gran Depresión fue una profunda recesión económica mundial que empezó a
principios de 1929 y terminó en diferentes momentos de los años 30 o principios de los
40, según el país. Fue la mayor y más importante depresión económica de la historia
moderna, y se utiliza en el siglo 21 como punto de referencia sobre lo que podría ser
una futura caída de la economía mundial. La Gran Depresión se originó en los Estados
Unidos.

La mayoría de los historiadores suelen usar como fecha de inicio el crash bursátil del
29 de Octubre de 1929, conocido como "Martes Negro". El fin de la depresión en los
Estados Unidos se asocia con la aparición de la economía de guerra durante la
Segunda Guerra Mundial, que empezó a funcionar en 1939.

La Gran Depresión tuvo efectos devastadores tanto en los países desarrollados como
en desarrollo. El comercio internacional se vio profundamente afectado, al igual que
los ingresos personales, los ingresos fiscales, los precios y los beneficios
empresariales. Ciudades de todo el mundo resultaron gravemente afectadas,
especialmente las que dependían de la industria pesada. La construcción
prácticamente se detuvo en muchos países. La agricultura y las zonas rurales
sufrieron cuando los precios cayeron entre un 40 y un 60 por ciento. Frente a la caída
de la demanda, con pocas fuentes alternativas de puestos de trabajo, fueron las áreas
dependientes del sector primario (industrias como la agricultura, la minería y la tala de
árboles) las que más sufrieron.

Incluso poco después del crash de Wall Street de 1929, el optimismo persistía. John D.
Rockefeller dijo que "estos son días en que muchos se ven desalentados. En los 93
años de mi vida, las depresiones han ido y venido. La prosperidad siempre ha vuelto
otra vez."

La Gran Depresión terminó en momentos diferentes según el país. La mayoría de los


países establecieron programas de ayuda y sufrieron algún tipo de agitación política,
impulsándolos hacia extremismos de izquierda o derecha. En algunos países, los
ciudadanos desesperados se sintieron atraídos por nacionalistas demagogos (como
Adolf Hitler), preparando el escenario para la Segunda Guerra Mundial en 1939.
EVOLUCIÓN DE LA GRAN DEPRESIÓN
La Gran Depresión no fue un colapso total repentino. Tras el crash bursátil de 1929, el
mercado de valores volvió a subir a principios de 1930, para volver en Abril a niveles
de 1929, aunque casi un 30 por ciento más bajo que durante el pico de Septiembre de
1929. El gobierno y las empresas perdieron más en el primer semestre de 1930 que
en el periodo correspondiente del año anterior. Los consumidores, muchos de los
cuales habían sufrido graves pérdidas en el mercado de valores, redujeron sus gastos
en un diez por ciento, con el agravante de que una fuerte sequía asoló el corazón
agrícola de los Estados Unidos en el verano de 1930.

A principios de los años 30, los créditos eran amplios y estaban disponibles a tasas
bajas, pero la gente se mostraba renuente a añadir una nueva deuda por préstamos.
En Mayo de 1930, las ventas de automóviles cayeron por debajo de los niveles de
1928. Los precios, en general, comenzaron a disminuir, pero los salarios se
mantuvieron estables en 1930, aunque luego también comenzaron a disminuir en
1931.

Las condiciones eran peores en las zonas agrícolas, donde los precios de los
productos se hundieron; y también en la minería y la tala de árboles, donde el
desempleo era alto. El declive de la economía norteamericana fue el factor que hizo
caer a la mayoría de los países al principio; y luego cada país reaccionó mejor o peor,
según su fortaleza o debilidad interna.

Los intentos infructuosos de apuntalar las economías de las naciones a través de


políticas proteccionistas (como las de los años 30 en Estados Unidos, con la Ley
Arancelaria Smoot-Hawley y las represalias de aranceles de otros países), agravaron
el colapso en el comercio mundial. A finales de 1930, se produjo un descenso
constante en Wall Street que tocó fondo en Marzo de 1933.

CAUSAS DE LA GRAN DEPRESIÓN


Hay múltiples causas para la primera recesión en 1929, incluyendo las debilidades
estructurales y acontecimientos concretos que la convirtieron en una depresión mayor
y la propagaron de un país a otro. En relación con la recesión de 1929, los
historiadores hacen hincapié en los factores estructurales, como las masivas quiebras
bancarias y el crash bursátil, mientras que los economistas (como Peter Temin y Barry
Eichengreen) apuntan a la decisión de Gran Bretaña de regresar al patrón oro en las
paridades anteriores a la Primera Guerra Mundial (US$4,86:£1).
Los ciclos de recesión se consideran algo normal en el mundo económico, pero los
economistas no se ponen de acuerdo sobre las causas exactas que convierten una
recesión en una gran depresión. La búsqueda de las causas está estrechamente
vinculada a la cuestión de cómo evitar una futura depresión, por lo que los puntos de
vista políticos se mezclan con los académicos en el análisis de los acontecimientos
históricos de hace ocho décadas. La cuestión más debatida es si se trató de un gran
fracaso por parte de los mercados libres, o por parte de los gobiernos al intentar
reducir las quiebras bancarias generalizadas, con el pánico resultante y la reducción
en el suministro de dinero. Quienes conceden a los gobiernos un papel muy
importante en la economía culpan del fracaso a los mercados libres, mientras que los
defensores del libre mercado culpan a los gobiernos de agravar los problemas.

Las teorías sobre las causas se pueden clasificar bajo tres puntos de vista:

 Teorías económicas clásicas ortodoxas: monetarista, teoría austríaca y


teoría neoclásica. Estas teorías se enfocan en los efectos macroeconómicos
del suministro de dinero y del oro que respaldaba a muchas monedas antes de
la Gran Depresión.
 Teorías estructurales, como la keynesiana o la institucional, que apuntan al
bajo consumo junto con sobreinversión (burbuja económica), actos ilícitos por
parte de los banqueros y empresarios, e incompetencia de los funcionarios del
Gobierno. El único punto de consenso es que había una gran falta de
confianza. Lamentablemente, una vez que el pánico y la deflación se
instalaron, muchas personas creían que podían ganar más dinero
manteniéndose fuera de los mercados que invirtiendo, al ver que los precios
caían cada vez más y se podían comprar más mercancías con la misma
cantidad de dinero.
 Teoría marxista, que pone de relieve las contradicciones dentro del propio
capital. En el marxismo, el capital se considera como una relación social que
implica la apropiación de los excedentes de valor. Explica las depresiones
como una dinámica de acumulación intrínsecamente desequilibrada que resulta
en un exceso de acumulación de capital. Esta sobreacumulación culmina en
crisis periódicas de devaluación del capital. Por tanto, la teoría marxista pone el
énfasis en la esfera de la producción, aunque la crisis económica puede ser
agravada por problemas de exceso de producción y consumo insuficiente de
las masas.
EFECTOS DE LA DEUDA

La deuda se considera una de las causas de la Gran Depresión, en particular en los


Estados Unidos. Algunos macroeconomistas como Ben Bernanke, el actual presidente
de la Reserva Federal de Estados Unidos, han reavivado el punto de vista que centra
las causas de la Gran Depresión en la deuda-deflación. Esta teoría fue elaborada
originalmente por Arthur Cecil Pigou e Irving Fisher.

En la década de los 20, los consumidores y las empresas utilizaban créditos baratos
para comprar bienes de consumo como automóviles y muebles. Los empresarios, a su
vez, invertían más capital para aumentar la producción. Este crecimiento era sólido a
corto plazo, pero se basaba en la deuda comercial de los consumidores. Las personas
y las empresas que estaban profundamente endeudadas empezaron a tener
problemas cuando se produjo una deflación de precios y la demanda de productos
disminuyó. Muchos redujeron drásticamente los gastos corrientes para mantener sus
pagos durante un tiempo, reduciéndose así aún más la demanda de nuevos
productos. Las empresas comenzaron a quebrar cuando la demanda de la
construcción y de los productos de las fábricas cayó en picado.

Esta situación produjo despidos masivos, por lo que en Estados Unidos la tasa de
desempleo alcanzó el 25% en 1933. Los bancos que habían financiado la deuda
comenzaron a tener problemas de morosidad, y al cundir el pánico los depositantes
empezaron a retirar sus depósitos en masa provocando múltiples quiebras bancarias.
Las garantías del gobierno y las regulaciones bancarias de la Reserva Federal para
prevenir el pánico fueron ineficaces. Las quiebras bancarias provocaron la pérdida de
millardos de dólares en activos. Las deudas pendientes de pago se convirtieron en
enormes, porque los precios y los ingresos disminuyeron en un 20-50%, pero las
deudas se mantuvieron en el mismo monto en dólares. Tras el pánico de 1929, y
durante los primeros diez meses de 1930, quebraron 744 bancos de Estados Unidos.
En total, 9000 quiebras bancarias durante la década de los 30. Para 1933, los
depositantes habían perdido 140 millardos de dólares en depósitos.

Las quiebras bancarias produjeron una bola de nieve cuando los banqueros
desesperados pidieron los préstamos que los prestatarios no tenían tiempo o dinero
para pagar. Al no verse posibilidades de beneficio, la inversión de capital y la
construcción se hicieron más lentas o cesaron completamente. Ante los préstamos
incobrables y el empeoramiento de las perspectivas de futuro, los bancos
supervivientes se hicieron aún más conservadores en sus préstamos. Los bancos
acumulaban reservas de capital y concedían menos préstamos, lo que intensificó la
presión deflacionista. Se desarrolló un círculo vicioso y la espiral descendente se
aceleró. Este tipo de proceso de auto-agravación pudo haber sido el responsable de
convertir la recesión de 1930 en una gran depresión
EXPLICACIÓN KEYNESIANA

El economista británico John Maynard Keynes argumentó en 1936 que había muchas
razones por las que los mecanismos de auto-corrección que la mayoría apoyaba
durante una recesión podían no funcionar en la práctica. En su "Teoría General del
Empleo, Interés y Dinero", Keynes introdujo conceptos que estaban destinados a
explicar la Gran Depresión.

Un argumento a favor de una política no intervencionista durante una recesión era


que, si el consumo se reducía, a continuación caerían los tipos de interés. Según los
economistas clásicos, la reducción de los tipos de interés llevaría a un aumento del
gasto en inversión, y la demanda se mantendría constante. Sin embargo, Keynes
afirmaba que había buenas razones por las cuales la inversión no necesariamente
debía aumentar de forma automática como respuesta a una caída en los tipos de
interés. Las empresas hacen sus inversiones sobre expectativas de beneficio. Por
tanto, si se preveía una caída en el consumo a largo plazo, las empresas de análisis
de tendencias bajarían las expectativas de ventas futuras, de tal manera que no
querrían invertir en el aumento de la producción futura, incluso si los tipos de interés
más bajos hacían el capital más barato.

En ese caso, según los keynesianos y contrariamente a la ley de Say, la economía


podía verse abocada a una depresión general. Esta dinámica de auto-refuerzo es lo
que ocurrió en un grado extremo durante la Depresión, donde las quiebras eran
comunes, y la inversión, que requiere un cierto grado de optimismo, era muy poco
probable.

En opinión de Keynes, ya que no se puede contar con el sector privado para crear
demanda durante una recesión, el gobierno tiene la responsabilidad de crear esa
demanda durante ese período, incluso si tiene que entrar en déficit. Las ideas de
Keynes fueron revolucionarias en su momento, y su labor fue muy influyente. La
opinión keynesiana de la economía y la causa de la Gran Depresión fueron aceptadas
ampliamente hasta la década de los 70, cuando el desempleo y una elevada inflación
condujeron a una transición a otras teorías económicas.

Disminución del comercio exterior


Muchos economistas han argumentado que la fuerte caída en el comercio
internacional después de 1930 contribuyó a empeorar la depresión, especialmente
para los países que dependían de manera significativa del comercio exterior. La
mayoría de los historiadores y economistas culpan a la Ley Arancelaria Smoot-Hawley
(promulgada el 17 de junio de 1930) de un empeoramiento de la depresión, al reducir
el comercio internacional y provocar represalias arancelarias en otros países. El
comercio exterior era una pequeña parte del total de la actividad económica en los
Estados Unidos, y estaba concentrado en unos pocos negocios como la agricultura,
pero era un factor mucho más grande en muchos otros países. El tipo promedio ad
valorem de los aranceles sobre las importaciones en el periodo 1921-1925 era del
25.9%, pero en virtud de la nueva ley arancelaria saltó al 50% en el periodo 1931-
1935.

En términos de dólares, las exportaciones se redujeron desde alrededor de 5,2


millardos en 1929 a sólo 1,7 millardos en 1933. Pero los precios también cayeron, por
lo que el volumen físico de las exportaciones disminuyó a la mitad. Los productos más
afectados fueron los agrícolas básicos como el trigo, algodón, tabaco y madera.

Según esta teoría, la caída de las exportaciones agrícolas provocó que muchos
agricultores americanos no pudieran pagar sus préstamos, conduciendo a insolvencias
bancarias en los pequeños bancos rurales, que fue lo que caracterizó los primeros
años de la Gran Depresión.

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