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Paisajes curiosos en el norte argentino

1 DE NOVIEMBRE 2021 - 01:55

Ricardo Alonso

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La naturaleza geológica del norte argentino, con sus rocas multicolores rotas
o dobladas por la tectónica andina y una diversidad de climas, desde tropical
a hiperárido, generan una extraordinaria variedad de paisajes.

Las formas del paisaje son el resultado de la interacción de las dinámicas


endógenas y exógenas del planeta, que a su vez son una consecuencia de
las energías interna y solar. El relieve es burilado esencialmente por los
agentes erosivos del agua y el viento, a lo que se suma en algunos casos el
hielo. El paisaje es la suma de las firmas ambientales superpuestas a lo largo
de su evolución. De allí que deba ser interpretado como un palimpsesto
geológico. En analogía con aquellos viejos papiros o pergaminos escritos y
borrados muchas veces, y que guardan antiguas escrituras escondidas una
debajo de la otra. Por ello el uso del término griego palimpsesto que
etimológicamente significa "grabado nuevamente".
Tal como se graba un paisaje bajo el buril de los agentes meteóricos que se
modifican en el tiempo. Entre los paisajes exóticos o curiosos que se han
descripto en la región andina salto-jujeña-catamarqueña se cuentan: "valles
de la luna", "paisajes marcianos", "paisajes de Dalí", "paisajes góticos" y
"paisajes de Gaudí". Muchos lugares han recibido el nombre de valle de la
luna, entre ellos las capas rojas con dinosaurios triásicos del Parque Nacional
Ischigualasto (San Juan). Sin embargo, en los Andes Centrales dichos
paisajes se encuentran relacionados con la erosión de capas de sal de roca.
Es el caso del emblemático Valle de la Luna en San Pedro de Atacama,
dentro de la Cordillera de la Sal. O bien algunos paisajes laberínticos
formados en la Puna, en el interior de formaciones de sal gema antigua, caso
de Tolar Grande, Pastos Grandes, Hombre Muerto y Antofalla. Esas capas de
rocas evaporíticas que afloran en las serranías próximas a los actuales
salares, se depositaron en el pasado geológico, entre 5 y 7 millones de años
atrás. Las serranías son producto del acortamiento de la tectónica andina y
de los efectos erosivos que acontecieron desde que quedaron expuestas a
los agentes meteóricos. O sea viejos salares fuertemente arrugados por el
acortamiento y la compresión andina. Caminar de noche por el interior de
esos valles de sal fósil, laberínticos, con el sonido lúgubre del viento y la
iluminación natural de la Vía Láctea como techo y firmamento, es una
experiencia única e inolvidable. La Puna tiene también un gran muestrario de
capas rojas o "red beds", estratos que se formaron durante el período
Terciario en un ambiente oxidante. Allí el hierro férrico actuó como un
cromóforo tiñendo de un color rojo sangre o hematítico los granos y partículas
minerales. El clima árido, la ausencia de vegetación y los colores rojos
intensos dan lugar a la generación de esos paisajes, que por analogía se
designan como "paisajes marcianos", en alusión a lo que muestran las
imágenes del planeta Marte. Ejemplos espectaculares de estos paisajes se
encuentran en la ruta que une el salar de Pocitos con Tolar Grande (Siete
Curvas, salar del Diablo, Cuesta de Navarro, etcétera); en el borde oriental
del salar de Arizaro; entre los salares de Pozuelos y Pastos Grandes; en
Farallón Catal, un islote interior del salar del Hombre Muerto; en la región de
Antofalla, entre otros. Un paisaje exótico y curioso se despliega en la ruta del
Paso de Jama, entre Jujuy y Chile. El camino atraviesa unas lavas de vidrio
volcánico conocidas como ignimbritas y que provienen de las grandes
erupciones volcánicas que formaron la caldera de La Pacana. Se destacan
unas coloraciones grises, rosadas y blanquecinas, además de la escasa a
nula vegetación. Pero lo llamativo son las formas de erosión trabajadas
mayormente por el viento. Esas geoformas erosivas eólicas adquieren la
apariencia de objetos o seres que recuerdan un cuadro surrealista. De allí
que hayan sido bautizadas como el paisaje o desierto de Dalí, en referencia
al pintor español Salvador Dalí. Esas geoformas eólicas en ambientes
volcánicos se repiten a lo largo del eje andino y abarcan también a Chile,
Bolivia y Perú. Asimismo, se encuentran representadas en las magníficas
calderas volcánicas Galán y Cerro Blanco, en la Puna catamarqueña. El
geógrafo alemán Franz Kuhn anduvo por la Quebrada de Humahuaca en la
década de 1920. Allí observó una serie de rasgos del paisaje que le llamaron
la atención por la forma de órganos musicales o por su apariencia de
catedrales góticas como las que existían en su tierra. Les llamó "Paisajes
Góticos", término que rescatamos de uno de sus viejos artículos. Cuando se
recorre el norte argentino, preferentemente los valles y fosas tectónicas de la
Cordillera Oriental, se encuentran formaciones de conglomerados de los
períodos Terciario y Cuaternario, que se erosionan con esas formas
llamativas. Los estratos de conglomerados terciarios que yacen casi
verticales son los que mejor representan el paisaje gótico como se aprecia en
el Paso de las Flechas, cerca de Angastaco, o en la Quebrada del Toro entre
estación Maury y Alfarcito. Las geoformas, llamadas analógicamente "tubos
de órgano", por ese instrumento musical de las catedrales, se dan
mayormente en conglomerados del período Cuaternario. Ejemplos
espectaculares ocurren entre Coiruro y Tumbaya, en la Quebrada de
Humahuaca. También se los aprecia, aunque incipientes todavía, en ambas
márgenes del río Mojotoro, entre El Angosto y Betania. En la región de
Seclantás se encuentran unas rocas coloradas del Eoceno que se lavan
dejando unas formas curiosas que recuerdan la arquitectura de Gaudí. Esas
geoformas aparecen en la Quebrada de Montenieva y en las cuevas de
Acsibi. Se dan allí fenómenos de lavado de las rocas del tipo que genera el
karst mediterráneo en calizas, pero que en este caso reciben el nombre de
karst falso o seudo-karst.

El 15 de octubre de 2021 Andrés Alejandro Soliz defendió su tesis de


geología en la Universidad Nacional de Salta bajo la dirección de la Dra.
Vanina López de Azarevich y el suscripto, la que versó sobre ese singular
paisaje del Valle Calchaquí y su definición en el marco del patrimonio natural.

Las formas maravillosas


La tesis titulada “Geología del sector este de Seclantás y propuestas para la
designación de patrimonios geológicos según los parámetros Unesco”,
abordó la génesis del paisaje en esa región calchaquí y la descripción de
geoformas de erosión señaladas como “badlands” (tierras malas), “gullies”
(cárcavas), “pinacles” (pináculos), “pipes” (tubos) y “hoodoos (pilares de
tierra)”. Existe toda una terminología analógica e imaginativa para dar
nombres a esas geoformas, tales como hongos, puentes, dedos, diablos,
salamancas, obeliscos, damas con sombreros, penitentes, frailes, flechas,
castillos en ruinas y así sucesivamente. Dichos rasgos erosivos van a
depender de las litologías presentes y de los agentes meteóricos dominantes.
Litología hace referencia a los terrenos, que pueden ser más o menos
porosos, más o menos permeables, con intercalaciones de rocas duras y
blandas, etcétera. Los agentes meteóricos pueden ser el agua y el viento,
entre los dominantes en el norte argentino, aunque también el hielo puede
jugar un papel clave en algunas regiones. La presencia de bloques rocosos
sueltos o capas duras cementadas por carbonato o sílice protegen de la
erosión a los materiales que infrayacen a dichos obstáculos naturales y dan
esas formas tan curiosas como los “hoodoos”, damas con sombreros, dedos
de dios o del diablo, hongos o como se quieran llamar, incluso con nombres
eróticos variados. De vuelta, la naturaleza hace su trabajo de burilado del
relieve y el ingenio popular les asigna nombres pasajeros o que quedan
permanentes en las toponimias regionales (Puente del Diablo, Paso de las
Flechas, Los Castillos, El Anfiteatro y muchos otros). Los aspectos
geográficos, geológicos y geomorfológicos del paisaje en su espectacular
naturaleza y belleza atraen por igual a científicos, fotógrafos, artistas y
turistas. Muchas geoformas se transforman en geositios y pueden ser
declaradas geoparques. Aunque parezca redundante, hoy se habla cada vez
más de geoturismo, geoeducación y geoética para involucrar a esas
actividades científicas y recreativas que han ganado un lugar nuevo en
congresos científicos y en organismos internacionales.

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