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Localización
El fondo bajo del cañón se encuentra a 1,100 metros sobre el nivel del
mar, mientras que sus altas cumbres conformantes alcanzan altitudes
entre 2,500 a 4,000 metros de verticalidad. Por tanto, la caída de bloques
rocosos, ya sea por gravedad o deslizamientos aluviales, son eventos
geoclimáticos normales evidentes en las pendientes inmediatamente
inferiores a los cerros en toda la longitud del cañón. La gente, los
mineros y viajeros los conocen por los nombres de “graneros” o sectores
con derrumbes de “galgas”, de allí el topónimo de La Galgada para el
área que estudiamos.
Toda la cuenca del río Chuquicara presenta, sin embargo, gran variedad
de sitios arqueológicos pertenecientes a distintos períodos culturales. La
razón es que el río tiene agua permanente todo el año y las altipampas
interandinas del cañón y sus laderas quechuas, proveen recursos
naturales abundantes; para conocerlos ha sido inventariada la fauna,
avifauna y flora nativa correspondiente, cuyos primeros análisis muestran
continuidad todavía viva y presente.
El ecosistema antiguo
En las orillas del río Chuquicara crece ralo monte ribereño a base de
guarangos (Acacia macracantha), molle (Schinus molle), algarrobo
(Prosopis juliflora), chillca (Baccharis sp.), pájaro bobo (Tesaria
integrifolia), etc. En las terrazas laterales al lecho fluvial, pequeñas laderas
bajas de piemonte y cono-terrazas de diversos espesores acumulativos,
crecen en forma silvestre el cactus prismático gigante (Curis cereus
macrostibas), chimbil (Melocactus echino cactus), la pitajaya (Cactus
pitajaya), el chuná o cactus ovinus (Novoespostoa lanata), achupallas
espinosas (Puya sp.) y pequeñas arbustivas muy espaciadas.
El ascenso por las quebradas laterales de la cuenca hacia las tierras altas
(zonas quechuas), presenta panoramas de barrancos intercalados a cerros
muy altos, posibilitando numerosas quebradas desérticas, hoyadas,
cascajales y laderas escarpadas intramontanas. Este es el paisaje de sitios
con petroglifos, llamado Los Cóndores.
Los pasos más altos de esta región (entre 3,000 a 4,000 metros sobre el
nivel del mar) muestran cierta normalidad topográfica de inmarcesible
belleza por la sucesión de hoyadas montuosas y encajonamientos
estrechos de pliegues rocosos cubiertos de vegetación arbustiva y
hierbas; laderas multiverdes; cortas planicies intramontanas y frecuentes
panoramas de colinas emergentes de baja altitud, configuran paisajes
coloridos con días pletóricos de sol, calor y gran claridad de su cielo
serrano. Esta zona quechua presenta pajonales, monte de quebradas
cortas, áreas de pastizales, puquios abundantes, pequeñas lagunas y
aguajales, etc., por donde viven camélidos (Lama glama), cérvidos
(Odoicoleus anticensis), osos de anteojos, zorros, vizcachas, gatos de
monte, pumas, abundante avifauna, etc. Tales recursos naturales fueron
atractivos inobjetables para la gente llegada a esos territorios, quienes los
exploraron, recorrieron, conocieron y ocuparon libremente para
convertirlos en su morada. La fauna está representada en los petroglifos
que estudiamos.
A diez metros norte de la roca con las dos aves ubicamos otra roca de
similar tamaño que muestra una cabeza de camélido destacando un gran
ojo, traslapada sobre una primera figura con astas y larga cola roleada,
representando un venado plasmado directamente en la superficie rocosa.
Es la única roca que presenta superposición de motivos. Es una de las
rocas de mayor tamaño del sitio. En otras encontramos graficados
diversos motivos de distinto tamaño (diez a veinte centímetros
promedio); caras humanas cuadradas, hombres sentados, hombres
parados con los brazos en alto, hombres corriendo, hombres cazando
camélidos, etc.; animales (vizcacha, felinos, zorro, perro, etc.); aves
(loros, voltúridos, pájaros, etc.); peces (de río), etc. Hay motivos de
grecas flecadas como muestran algunos diseños pintados en las bolsas
tejidas exhumadas del Montículo Sur de La Galgada (2,100 antes de
nuestra era).