Está en la página 1de 2

Timaná, J. (s.f.). Causalidad .

Recuperado de la base de datos de UESAN (027103)

Causalidad
Notas de Clase del Profesor Juan S. Timaná, Ph.D.

Normalmente cuando una persona trata de resolver un problema o simplemente trata de lograr un objetivo, su esfuerzo
se basa en alguna hipótesis de cierta relación causal. Así por ejemplo, cuando alguien dice que “una buena educación es
necesaria para tener un buen nivel de vida” está usando una hipótesis causal. Lo mismo hacemos cuando afirmamos que
“si estudio más tiempo tendré una mejor nota”. Las personas esperan un resultado, un efecto de las acciones que están
realizando.

Los gerentes basan sus acciones en hipótesis causales sobre los efectos de sus acciones. Por ejemplo “La nueva campaña
publicitaria que hemos desarrollado incrementó las ventas en un 10%”, o “el nuevo proceso de producción reducirá los
costos en 20%”, “El nuevo programa de capacitación en ventas ha disminuido la rotación de la fuerza de ventas”. En
estos ejemplos se están haciendo una afirmaciones o hipótesis causales. Sin embargo, ¿qué tan sustentadas son estas
afirmaciones?. La mayoría de las veces no podemos contestar esta pregunta puesto que carecemos de la información
suficiente acerca de cada situación. Es posible que se ha observado que las ventas se incrementaron después del cambio
en la campaña publicitaria. Es posible también que experiencias anteriores le indiquen que los cambios en el proceso
productivo se traduzcan posteriormente en menores costos. De igual manera, pudo observarse una disminución en la
rotación de la fuerza de ventas después de un cambio en el programa de capacitación en ventas. Sin embargo, la
pregunta fundamental que debería formularse en todas estas situaciones es ¿hubieron otros posibles factores que pudieron
causar los cambios que se observaron?

Un incremento en las ventas pudo ser resultado de un incremento en la penetración del producto en el canal de
distribución, problema en la planta de un competidor, un nuevo diseño de empaque, una disminución en el precio, etc.
La reducción de los costos puede ser producto de menores precios en los insumos, personal mejor entrenado, o un
abastecimiento más fluido. La disminución en la rotación de la fuerza de ventas, pudo haberla causado un nuevo sistema
en el pago de las comisiones, un cambio en el perfil del personal contratado por la empresa, o condiciones económicas no
favorables hayan hecho escasas las oportunidades laborales en otras compañías, etc. Evidentemente, los gerentes deben
conocer las condiciones en las cuales se puedan aplicar afirmaciones causales apropiadas. La naturaleza de los negocios
normalmente hace dificil que se hagan las afirmaciones causales exactas. La naturaleza del trabajo gerencial sin embargo
requiere de inferencias causales, y en estos casos, se debe comprender claramente el riesgo de error que están
asumiendo. Esta posibilidad de error debe considerarse explícitamente y no debe ser ignorada.

¿Qué es causalidad?

El concepto científico de causalidad es complejo y se diferencia sustancialmente del concepto popular. Selltiz et. al (1959)
identificaron algunas diferencias entre el concepto científico de causalidad y el llamado concepto popular de causalidad.
El punto de vista popular sostiene que un sólo hecho (la “causa”) siempre da por resultado la realización de otro hecho
(el “efecto”). En la ciencia, reconocemos que un hecho presenta numerosas condiciones o causas determinantes que
actúan conjuntamente para hacer que el efecto sea probable, es decir la ciencia nos dice que no hay una relación causal.

Nótese que en la noción popular de causalidad, el efecto siempre sucede a la causa. A esto se le denomina relación
causal determinística. La noción científica define el efecto como algo que es sólo probable. Esto recibe el nombre de
relación causal probabilística. El concepto popular trata de probar que X causa a Y; la versión científica sostiene que
sólo podemos inferir la causalidad y nunca podemos realmente probarla. Esta inferencia se deduce al analizar los datos
que reflejan la realidad observada. Siempre existe la posibilidad de una inferencia incorrecta. En el mundo de los
negocios, el concepto científico de causalidad se ajusta perfectamente. Los efectos son causados probabilísticamente por
múltiples factores y sólo podemos inferir una relación causal, en realidad nunca podemos probarla definitivamente.
Siempre existe la posibilidad de que no hayamos identificado la verdadera relación causal.

Resta responder una pregunta muy importante: ¿cuáles son las condiciones bajo las cuales podemos hacer inferencias
causales?. Estas son: (1) la variación concomitante, (2) el orden de ocurrencia de las observaciones en el tiempo y (3) la
eliminación de otros posibles factores causales.

Variación Concomitante

La variación concomitante es el grado hasta el cual pueden llegar a ocurrir conjuntamente una causa, X y un efecto, Y, o
variar conjuntamente en la forma pronosticada por la hipótesis bajo consideración. Analicemos el ejemplo de un
comerciante en automóviles importados que usan GLP. Esta compañía ha emprendido una nueva campaña publicitaria
para mejorar las actitudes de las personas hacia estos automóviles y de esta manera incrementar las ventas.
Supongamos que al probar los resultados de esta campaña, la compañía encuentra que se han logrado ambos objetivos:
las actitudes se han vuelto más positivas y se han incrementado las ventas. Entonces podemos afirmar que existe una
variación concomitante entre las actitudes y las ventas. Nótese que la hipótesis implícita en este caso es: “el
mejoramiento de las actitudes causa el incremento en las ventas”.

Así podemos concluir que se sostiene la hipótesis de una relación causal entre actitudes y ventas. Sin embargo, todavía
no se ha probado. Existen otras posibles explicaciones de la relación observada que también son factibles. Los siguientes
son dos ejemplos: (1) el incremento en las ventas dio como resultado un mayor número de personas con estos
automóviles, lo cual puede presentar como consecuencia el mejoramiento que se observó en las actitudes. Es decir, el
incremento en las ventas fue la causa del cambio en las actitudes. (2) Otras variables han podido generar la relación
observada. Por ejemplo, el incremento en el precio de la gasolina pudo influir en la selección de un tipo de vehículo que
usa un combustible más barato. Evidentemente debemos ir más allá de la variación concomitante antes de hacer
inferencias causales válidas.

Tiempo de Ocurrencia de las Variables

La hipótesis que sostiene que las actitudes mejoradas causan incrementos en las ventas puede examinarse más a fondo
mediante la recolección de datos sobre las actitudes de las personas en diferentes momentos del proceso de compra,
específicamente (1) antes de la exposición a la campaña publicitaria, (2) después de la exposición pero antes de la compra
del automóvil y (3) después de la exposición y de la compra del automóvil.

Si las actitudes mejoran sólo después de la exposición a la campaña, pero antes de la compra del automóvil, tendríamos
mayor evidencia para que la hipótesis sea factible. Sin embargo, si las actitudes mejoran sólo después de la compra del
automóvil, la hipótesis no sería factible. La hipótesis de que el incremento en las ventas causó un mejoramiento en las
actitudes sería más factible en esta situación.

La afirmación general de este concepto tan intuitivo es que un hecho no puede ser la causa de otro, si éste ocurre después
de aquél. El hecho causante debe ocurrir antes o simultáneamente con el efecto.

Sin embargo, existe una dificultad en este concepto aparentemente preciso. Es posible que dos hechos sean causa y
efecto entre sí. En nuestro ejemplo, las actitudes mejoradas pueden causar incrementos en las ventas y el incremento en
las ventas puede causar actitudes mejoradas. Por tanto, la relación entre las actitudes y las ventas puede ser de
“alimentación” alterna entre sí. Este tipo de relación puede demostrarse en un estudio sobre la decisión de compra, si se
presentan actitudes mejoradas tanto antes como después del incremento en las ventas.

Aunque ya hemos demostrado la variación concomitante y el tiempo adecuado de ocurrencia de las variables, todavía
tendríamos que contestar la pregunta fundamental de la causalidad que analizamos anteriormente: “¿Existen otros
factores que pudieran haber causado la relación observada entre X y Y?”.

Eliminación de otros posibles factores causales.

Consideremos el caso del investigador un poco confundido que formuló la hipótesis de que el agua mineral causaba
embriaguez. Para probar esta hipótesis, seleccionó aleatoriamente un grupo de animales a los cuales dio agua mineral
mezclada con wiskey, tequila y vodka. En cada caso se observó embriaguez. El investigador razonó: “He observado la
variación concomitante entre el consumo de agua mineral y embriaguez. Además, se encuentra presente el orden
apropiado de hechos en el tiempo para inferir la causalidad. Por tanto, mi hipótesis es correcta”. Bien. Todos sabemos
que otro factor, la presencia de alcohol, es la verdadera causa de lo que el investigador observó. El investigador no había
buscado otras posibles causas. Además, el diseño de investigación utilizado no permitió la identificación de la
verdadera relación causal.

Para que se pueda aislar el efecto de otros factores que posiblemente afecte las observaciones es necesario que el estudio
sea diseñado apropiadamente. Una de las formas que permite aislar o controlar los efectos de otros factores es el uso de
lo que se denomina un estudio experimental. Lamentablemente la elaboración de diseños experimentales no es fácil.
Normalmente el diseño complica la obtención de los datos y los costos se incrementan. Asimismo, no siempre es posible
el uso del diseño experimental. Por ejemplo, la mayoría de los estudios económicos usan diseños no experimentales. En
todo caso, la falta de control y observación de otros posibles factores puede llevarnos a conclusiones tan equivocadas
como la del mencionado investigador. La siguiente figura representa el diseño experimental

REFERENCIAS

Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook, Research Methods in Social Relations, ed. Rev. (New
York Holt, 1959).

También podría gustarte