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ESTÁNDAR 102: -DEFINE EN QUÉ CONSISTIÓ EL “REVISIONISMO POLÍTICO” INICIAL

DEL REINADO DE ALFONSO XIII, Y LAS PRINCIPALES MEDIDAS ADOPTADAS.

El reinado de Alfonso XIII se inició con un clima político y social marcado por el espíritu regeneracionista
surgido tras el desastre del 98. Los primeros gobiernos se propusieron una renovación interna del régimen
que le permitiera sobrevivir. Fue la etapa del revisionismo, que cubrió la primera década del reinado, pero
el corto alcance de las reformas no fue suficiente para impedir que el sistema se siguiera hundiendo. La
nueva línea seguida desde el poder se denominó “revisionismo”, ya que los gobiernos conservadores y
liberales se propusieron realizar una “revisión” del sistema político, modificando lo imprescindible para
rectificar sus mayores defectos y adaptarlo a algunas de las demandas de la sociedad española. Esta revisión
no suponía un cambio sustancial del sistema de la Restauración, que siguió basándose en la Constitución
de 1876 y en el caciquismo. Tras la muerte de los fundadores de los dos partidos dinásticos, Cánovas y
Sagasta, empezó la etapa de revisionismo político, promovidos por los partidos del turno. Primero fue
Antonio Maura, al que siguió José Canalejas. Sus respectivos fracasos desembocaron en la grave crisis de
1917.

El gobierno presidido por Antonio Maura entre 1907 – 1909 (el llamado “gobierno largo”) protagonizó
el mayor intento reformista impulsado por los conservadores. Maura proyectó lo que él mismo denominó
la “revolución desde arriba”, es decir, un intento de regeneración del sistema a partir de la formación de
una nueva clase política que tuviese el apoyo social de las llamadas “masas neutras”. Pretendía configurar
un Estado fuerte capaz de gobernar de forma eficaz y de intentar desbancar la vieja casta caciquil así como
de evitar que las clases populares (movimiento obrero) adquiriesen excesivo protagonismo. En esta
dirección se llevó a cabo una reforma electoral que declaraba el voto obligatorio, pero en la práctica no
consiguió sanear las elecciones. También se dio un impulso a la política social con la creación del Instituto
Nacional de Previsión, la ley de descanso dominical y la legalización de la huelga. Igualmente proyectó
una Ley de la Administración Local que permitía la formación de mancomunidades (agrupaciones de
municipios y diputaciones provinciales) y mayor autonomía a las instituciones locales que no se llegó a
aprobar.

A pesar de todo esto mantuvo una actitud muy intransigente en el mantenimiento del orden público,
especialmente en los sucesos de la Semana Trágica (julio de 1909) de Barcelona.
La brutal represión que siguió a la revuelta de julio de 1909 fue la causa principal de la caída del gobierno
conservador. La ejecución de Francisco Ferrer, fundador de la escuela moderna de tendencia anarquista,
levantó una oleada de protestas en toda Europa.
La oposición liberal pidió la dimisión del jefe del Gobierno al grito de “Maura no”. Tras perder el apoyo
de Alfonso XIII, Maura presentó du dimisión en octubre de 1909.

Cuando el monarca llamó a formar gobierno a José Canalejas, éste emprendió el intento más importante
de regeneración del sistema basado principalmente en la secularización del Estado (limitar el poder e
influencia de la Iglesia) y en una serie de medidas sociales.
La modernización del país pasaba por la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa, el fin del
monopolio religioso en educación así como una enseñanza laica. A tal fin Canalejas trató de negociar con
la Santa Sede. Mientras tanto, se aprobó la llamada “ley del candado” (1910) que limitaba el
establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España.

De mayor importancia fue su política de reformas sociales.


Se mejoraron las condiciones de vida y de trabajo de las clases humildes con medidas de protección social:
reducción de la jornada laboral, ley de accidentes de trabajo, la prohibición del trabajo nocturno de la mujer
o la regulación del derecho de huelga. También sustituyó el impopular impuesto de consumos por otro
progresivo sobre las rentas urbanas, y con la ley de reclutamiento estableció el servicio militar obligatorio
en caso de guerra, suprimiendo la redención en metálico. Respecto a las demandas descentralizadoras del
catalanismo logró que las Cortes aprobasen la ley de mancomunidades en 1912. En dicho año se aprobó
igualmente la ley que reconocía en Canarias a los Cabildos Insulares. El 11 de julio de 1912, José Canalejas
aprueba la Ley de Cabildos de Canarias promovida por el majorero Manuel Velázquez Cabrera y el palmero
Pedro Pérez Díaz. Su objetivo era dar mayor capacidad de autogobierno a cada una de las islas con el fin
acabar con el pleito intercapitalino entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, y también
dar mayor protagonismo al resto de las islas.
El asesinato de Canalejas en noviembre de 1912 truncó el camino de nuevas reformas. A partir de ese
momento, comenzaron las disputas entre los partidos dinásticos, que abandonaron las propuestas
regeneracionistas y empezaron a cuestionar el turno pacífico. De este modo empezó a fallar el principal
factor que mantenía el régimen de la Restauración: la estabilidad.

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