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ECONOMIA CLASI

INTEGRANTES:

ELIANA MARTINEZ
JULIETTE PASTRANA
FABIAN ANDRES MORA

DOCENTE:
RAMIRO CESAR BARAJAS GOMEZ

ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


ESAP PENSAMIENTO ECONOMICO
SEMESTRE DOS
2024
El pensamiento de la economía clásica ha sido fundamental en el
desarrollo de la teoría económica moderna. Surgiendo en el siglo XVIII,
durante la Revolución Industrial, este enfoque ha sido influencia para
muchos economistas a lo largo de la historia. Se caracteriza por su
énfasis en la competencia, la división del trabajo y la ley de oferta y
demanda. En este ensayo, exploraremos el contexto histórico en el que
surgió el pensamiento económico clásico, las figuras clave que lo
representan, su impacto en la economía y algunas perspectivas sobre su
relevancia actual y futura.

El pensamiento económico clásico tuvo su origen en un período de


profundos cambios sociales y económicos. Durante la Revolución
Industrial, Gran Bretaña experimentó un rápido crecimiento económico
impulsado por la mecanización de la producción y el desarrollo de
nuevas formas de organización laboral. Este contexto de transformación
dio lugar a la reflexión sobre los principios fundamentales que rigen la
economía, dando lugar al surgimiento de la economía clásica.
Se caracterizó por la transición de economías agrarias a economías
industriales, con la introducción de nuevas tecnologías como la máquina
de vapor, la maquinaria textil y la producción de hierro. Esto condujo al
rápido crecimiento de las fábricas, la urbanización y un cambio de la
agricultura a la producción industrial.
En conjunto, las características del pensamiento económico clásico se
centran en la importancia del libre mercado, la competencia, la división
del trabajo, la propiedad privada y la no intervención del gobierno en los
asuntos económicos. Los principios han sido fundamentales en la
formulación de políticas económicas en muchos países y han influido en
el desarrollo de la teoría económica moderna.

Sin embargo, el pensamiento económico clásico también ha sido objeto


de críticas y debates. Algunos economistas han cuestionado la validez de
la teoría del valor-trabajo de Smith, argumentando que el valor de un bien
se determina por la oferta y la demanda en el mercado, en lugar del
tiempo y el esfuerzo invertido en su producción. Además, la idea de la
"mano invisible" ha sido criticada por su supuesto optimismo excesivo en
la capacidad del mercado para autorregularse y generar resultados
óptimos para la sociedad.
Adam Smith, economista, filósofo y autor escocés, es ampliamente
considerado como el padre de la economía moderna y una figura clave
en el desarrollo del capitalismo. Su obra fundamental, "La riqueza de las
naciones", publicada en 1776, sentó las bases de la economía clásica e
influyó significativamente en los campos de la política, la filosofía y la
sociología.
Adam Smith nació en 1723 en Kirkcaldy, Escocia, en una época en la
que Europa atravesaba importantes cambios sociales, políticos y
económicos. La Revolución Industrial estaba en marcha, transformando
las sociedades agrarias tradicionales en potencias industriales y dando
paso a una era de crecimiento económico e innovación tecnológica sin
precedentes. Los años de formación de Smith estuvieron marcados por
estos cambios, y sus observaciones del panorama económico de la
época sentaron las bases para su trabajo posterior.
Una de las contribuciones clave de Adam Smith fue su teoría de la mano
invisible, que postulaba que los individuos que perseguían su propio
interés en un mercado competitivo promoverían inadvertidamente el bien
social y el bienestar general de la sociedad. Este concepto revolucionó el
pensamiento económico y enfatizó la importancia de los mercados libres,
la competencia y los mecanismos de autorregulación para impulsar el
crecimiento económico y la prosperidad. Smith también introdujo el
concepto de división del trabajo, argumentando que la especialización y
la eficiencia eran esenciales para maximizar la productividad y la
producción económica.
No se puede subestimar el impacto de las ideas de Adam Smith. Su
trabajo sentó las bases de la economía clásica y ayudó a dar forma a los
principios del capitalismo moderno. El énfasis de Smith en la libertad
individual, las fuerzas del mercado y la intervención gubernamental
limitada resonó en muchos académicos, formuladores de políticas y
empresarios, que vieron en sus ideas un plan para el desarrollo
económico y la prosperidad. La riqueza de las naciones se convirtió
rápidamente en un texto fundamental en el campo de la economía y
continúa siendo estudiado y debatido hasta el día de hoy.
Figuras influyentes como David Ricardo, John Stuart Mill y Karl Marx
estuvieron profundamente influenciadas por el trabajo de Adam Smith y
desarrollaron aún más sus ideas en sus propios escritos. Ricardo, por
ejemplo, amplió la teoría de la ventaja comparativa de Smith,
argumentando que la especialización y el comercio podrían beneficiar a
todas las partes involucradas. Mill, por otro lado, se centró en las
implicaciones éticas y sociales de las políticas económicas, abogando
por una mayor intervención gubernamental para abordar las injusticias y
desigualdades sociales. Mientras tanto, Marx criticó el sistema capitalista
defendido por Smith, argumentando que conducía a la explotación, la
alienación y el conflicto de clases.
Si bien las ideas de Adam Smith han tenido un profundo impacto en el
campo de la economía y el desarrollo del capitalismo, también han sido
objeto de críticas y debates. Algunos académicos sostienen que el
énfasis de Smith en el interés propio y la competencia puede tener
consecuencias negativas, como desigualdad de ingresos, degradación
ambiental y desintegración social. Los críticos también señalan las
limitaciones de los mercados libres a la hora de abordar cuestiones
sociales complejas, como la pobreza, el desempleo y el acceso a la
atención sanitaria y la educación eficiente.

Otro economista clave dentro de la economía clásica fue David Ricardo,


quien desarrolló la teoría de la ventaja comparativa. Según Ricardo, los
países deben especializarse en la producción de bienes en los que
tengan una ventaja comparativa, es decir, en los que sean más eficientes
en términos de costos. Esta teoría ha sido fundamental para el comercio
internacional y ha influido en la política económica de numerosos países.
El impacto del pensamiento de David Ricardo ha sido significativo en la
historia de la economía. Su teoría del valor-trabajo ha sido ampliamente
debatida y criticada, pero ha influido en numerosas corrientes de
pensamiento, incluyendo el marxismo y el keynesianismo. Sus ideas
sobre el comercio internacional y la distribución de la riqueza han sido
fundamentales para comprender las dinámicas económicas actuales.

Sin embargo, el pensamiento de Ricardo también ha sido objeto de


críticas. Algunos economistas han argumentado que su teoría del valor-
trabajo no refleja completamente la realidad económica, ya que no tiene
en cuenta la influencia de la oferta y la demanda en la determinación de
los precios. Otros han señalado que su teoría de la renta diferencial no
tiene en cuenta la complejidad de los mercados modernos.

Por otro lado, Thomas Malthus introdujo la teoría de la población,


argumentando que el crecimiento de esta es exponencial, mientras que
la producción de alimentos es lineal. Según Malthus, esto lleva
inevitablemente a crisis periódicas de superpoblación y escasez de
recursos, que solo pueden ser controladas mediante la educación, la
moralidad y la planificación familiar.
En cuanto a posibles desarrollos futuros relacionados con el pensamiento
de Malthus, es probable que las cuestiones de población y recursos
sigan siendo temas centrales en la economía y la sociología. A medida
que la población mundial continúa creciendo y los recursos naturales se
vuelven cada vez más escasos, será necesario encontrar formas
sostenibles de gestionar estos desafíos.
Es posible que el pensamiento de Malthus sea reconsiderado a la luz de
la evolución de la tecnología y la innovación. Por ejemplo, las soluciones
como la agricultura sostenible, la energía renovable y la gestión eficiente
de los recursos podrían ayudar a abordar los problemas de escasez y
sobrepoblación sin recurrir a medidas extremas de control de la
población.

A pesar de sus aportes significativos, la economía clásica también ha


sido objeto de críticas y cuestionamientos. En primer lugar, se le ha
acusado de ignorar las desigualdades sociales y la explotación laboral
que surgieron con la Revolución Industrial. Los economistas clásicos
defendían un laissez-faire total, sin regulaciones ni protecciones para los
trabajadores, lo que generó condiciones laborales deplorables y un
aumento de la desigualdad.
La problemática del desempleo ha sido una constante en la historia de la
humanidad, con diferentes causas y consecuencias a través del tiempo.
En términos de impacto, las ideas del pensamiento clásico sobre las
causas del desempleo han tenido una influencia duradera en la teoría
económica y en las políticas públicas. La creencia en la autorregulación
del mercado laboral y la importancia de mantener un equilibrio entre la
oferta y la demanda de trabajo han sido fundamentales en la formulación
de políticas de empleo a lo largo de la historia.

Sin embargo, el enfoque clásico también ha sido objeto de críticas,


especialmente en lo que respecta a su visión simplista y mecanicista de
la economía. En la actualidad, se reconoce que las causas del
desempleo son mucho más complejas y multifacéticas, y que factores
como la tecnología, la globalización y las políticas públicas tienen un rol
fundamental en la generación y la solución del desempleo.

El pensamiento clásico, que abarca desde la antigüedad hasta el siglo


XVIII, se caracteriza por su énfasis en la racionalidad, la estabilidad y el
equilibrio en la economía. En este sentido, las causas del desempleo
según este enfoque se relacionan principalmente con los desequilibrios
entre la oferta y la demanda de trabajo.
El pensamiento clásico de oferta a largo plazo ha sido un tema de gran
interés y debate en el mundo de la economía y la política. Este enfoque
se basa en la teoría de la oferta, que sostiene que los precios de los
bienes y servicios se determinan en función de la cantidad de producción
disponible en la economía. A lo largo de la historia, ha habido figuras
clave que han contribuido significativamente al desarrollo y la
comprensión de este concepto, así como a su impacto en la sociedad.
En cuanto a posibles desarrollos futuros relacionados con el pensamiento
clásico de oferta a largo plazo, es probable que la globalización y la
digitalización continúen transformando la economía y planteando nuevos
desafíos para los teóricos y líderes políticos. Por tanto, es importante
seguir investigando y debatiendo sobre cómo se pueden aplicar los
principios clásicos de oferta a largo plazo en un mundo cada vez más
interconectado y tecnológicamente avanzado.
El pensamiento clásico sobre salarios y precios ha sido una parte
fundamental en la historia económica, influyendo en la forma en que se
entiende y se aborda la relación entre el trabajo y el valor en una
sociedad.
En cuanto al impacto del pensamiento clásico sobre salarios y precios,
ha tenido una gran influencia en el desarrollo de teorías económicas
posteriores, así como en las políticas económicas de distintos países.
Por ejemplo, las ideas de Smith y Ricardo sobre la importancia del
mercado como regulador de los salarios y precios han sido adoptadas
por los defensores del libre mercado y la desregulación económica. Sin
embargo, también ha habido críticas a estas teorías, ya que se ha
argumentado que no tienen en cuenta aspectos como el poder de
negociación de los trabajadores o las externalidades negativas asociadas
al mercado.

Entre las personas influyentes que han contribuido al campo del


pensamiento clásico sobre salarios y precios se encuentran economistas
como John Maynard Keynes, cuya teoría sobre la demanda efectiva y la
intervención estatal en la economía ha sido fundamental para
comprender las fluctuaciones de los salarios y precios en el contexto de
las crisis económicas. Keynes argumentaba que el mercado no siempre
era capaz de ajustar los salarios y precios de forma eficiente, por lo que
era necesaria la intervención estatal para estimular la demanda y evitar el
desempleo.

Además, otros economistas como Milton Friedman y Friedrich Hayek han


contribuido al debate sobre salarios y precios desde una perspectiva más
neoliberal, defendiendo la libre competencia y la reducción de la
intervención estatal en la economía. Estos enfoques han tenido un
impacto significativo en las políticas económicas de varios países,
influenciando la forma en que se regulan los salarios y precios en el
mundo actual.
En términos de perspectivas positivas, el pensamiento clásico sobre
salarios y precios ha permitido comprender mejor cómo funcionan los
mercados laborales y de bienes, así como las fuerzas que determinan los
salarios y precios en una economía. Además, ha proporcionado una base
teórica sólida para el desarrollo de políticas económicas que buscan
fomentar el crecimiento y la estabilidad económica.

Sin embargo, también existen perspectivas negativas sobre el


pensamiento clásico sobre salarios y precios. Por ejemplo, se ha
argumentado que estas teorías no tienen en cuenta la desigualdad social
y los efectos negativos que pueden tener los salarios bajos en la calidad
de vida de los trabajadores. Además, se ha criticado la visión mecanicista
y simplista del mercado como un regulador eficiente de los salarios y
precios, ya que no tiene en cuenta factores como el poder de
negociación de las empresas y los sindicatos.

En cuanto a posibles desarrollos futuros relacionados con el pensamiento


clásico sobre salarios y precios, es probable que surjan nuevas teorías y
enfoques que tengan en cuenta aspectos como la globalización, la
tecnología y el cambio climático. Por ejemplo, la creciente automatización
en el mercado laboral puede tener un impacto en la determinación de los
salarios y precios, lo que requerirá nuevas herramientas y enfoques para
abordar estos desafíos.
El pensamiento clásico en política monetaria se remonta a la antigua
Grecia y Roma, donde los filósofos como Platón y Aristóteles discutían
sobre la naturaleza del dinero y su papel en la economía. Sin embargo,
fue en la Edad Media y el Renacimiento cuando surgieron las primeras
teorías económicas más formales, con figuras como John Locke y David
Hume contribuyendo a la comprensión de la oferta monetaria y su
impacto en los precios.
Sin embargo, el pensamiento clásico en política monetaria ha sido objeto
de críticas y controversias a lo largo de los años. Algunos economistas
argumentan que las teorías clásicas no tienen en cuenta la complejidad
de la economía moderna y las interacciones entre los diferentes sectores.
Además, las crisis económicas y financieras recientes han cuestionado la
eficacia de las políticas basadas en el laissez-faire y la no intervención
del gobierno.

A pesar de las críticas, el pensamiento clásico en política monetaria sigue


siendo relevante en la actualidad, especialmente en un mundo cada vez
más globalizado y interconectado. Los debates sobre la emisión de
dinero, la manipulación de los tipos de interés y la estabilidad de los
precios continúan siendo temas centrales en la economía
contemporánea.
El pensamiento clásico de libre mercado ha sido una corriente filosófica y
económica que ha influenciado de manera significativa la historia y el
desarrollo de las sociedades modernas. A lo largo de los siglos, diversas
figuras han contribuido a la formulación y difusión de estas ideas, las
cuales han impactado no solo en la economía, sino también en la política
y la sociedad en general.

En el contexto histórico, el pensamiento clásico de libre mercado tiene


sus raíces en la escuela de pensamiento económico conocida como la
Escuela de Economía de Chicago, liderada por figuras como Milton
Friedman y Friedrich Hayek. Estos pensadores defendían la idea de que
la intervención del gobierno en la economía debía ser mínima, y que el
mercado debía regularse a sí mismo a través de la competencia y la libre
empresa. Sus ideas fueron fundamentales para contrarrestar el auge del
socialismo y el intervencionismo estatal en la segunda mitad del siglo XX.
A pesar de su impacto positivo en el mundo, el pensamiento clásico de
libre mercado también ha sido objeto de críticas y cuestionamientos. Uno
de los principales argumentos en su contra es que promueve la
desigualdad económica y social, ya que favorece a los más ricos y
poderosos en detrimento de los más vulnerables. Además, se ha
señalado que la falta de regulación puede llevar a prácticas abusivas por
parte de las empresas e incluso a crisis económicas, como la crisis
financiera de 2008.

Es importante reconocer que el pensamiento clásico de libre mercado no


es una panacea y que debe ser aplicado con precaución y sabiduría. Si
bien es cierto que la competencia y la libre empresa pueden generar
riqueza y prosperidad, también es necesario establecer mecanismos de
protección social y garantizar que los beneficios lleguen a toda la
sociedad. Además, es fundamental mantener un equilibrio entre la
libertad individual y la responsabilidad colectiva, para evitar abusos y
desigualdades injustas.

En cuanto al futuro del pensamiento clásico de libre mercado, es


probable que siga siendo una corriente influyente en la economía y la
política en las próximas décadas. Sin embargo, es necesario adaptarlo a
los desafíos del siglo XXI, como la globalización, la revolución
tecnológica y el cambio climático. Es fundamental encontrar un equilibrio
entre la libertad económica y la sostenibilidad ambiental, así como
promover políticas que fomenten la inclusión y la igualdad de
oportunidades para todos los ciudadanos.
John Stuart Mill fue un filósofo y economista inglés del siglo XIX,
considerado una de las figuras más influyentes en el pensamiento
clásico. Su obra abarcó una amplia gama de temas, desde la ética y la
política hasta la economía.
John Stuart Mill nació en 1806 en una época de profundos cambios en la
sociedad británica. La Revolución Industrial estaba en pleno apogeo,
transformando la economía y la vida de las personas. Mill creció en un
entorno intelectualmente estimulante, con padres que eran ambos
filósofos y defensores de las reformas sociales. Esta influencia temprana
moldeó su pensamiento y lo llevó a reflexionar sobre cuestiones morales
y políticas.
El pensamiento de Mill tuvo un impacto duradero en una variedad de
campos. En ética, su defensa del utilitarismo influyó en la teoría moral
contemporánea, y su distinción entre placeres superiores e inferiores
sigue siendo objeto de debate. En política, Mill abogó por la libertad
individual y la democracia representativa, argumentando que el único
propósito legítimo del gobierno es proteger los derechos de los
individuos. Esta idea ha sido fundamental en la tradición liberal y ha
influido en la teoría política moderna.
Aunque el pensamiento de Mill ha sido ampliamente elogiado, también
ha sido objeto de críticas. Algunos filósofos han cuestionado la validez
del utilitarismo como teoría ética, argumentando que no tiene en cuenta
principios como la justicia y los derechos individuales. Otros han
señalado la ambigüedad de las ideas de Mill sobre la relación entre la
libertad y la autoridad, y han argumentado que su defensa de la
democracia puede ser ingenua en un mundo cada vez más complejo y
polarizado.

Además, el pensamiento de Mill ha sido criticado por su eurocentrismo y


su falta de sensibilidad hacia otras culturas y tradiciones. En sus escritos
sobre el colonialismo y el imperialismo, Mill adoptó una postura ambigua,
defendiendo la necesidad de civilizar a las naciones no occidentales,
pero también reconociendo los peligros del imperialismo. Esta
ambivalencia ha sido objeto de debate y ha llevado a preguntarse si el
legado de Mill es compatible con los valores de la diversidad y la
inclusión en el mundo contemporáneo.
A pesar de las críticas, el pensamiento de Mill sigue siendo relevante en
el siglo XXI y sigue siendo objeto de debate y reevaluación. En un mundo
marcado por la desigualdad económica, las crisis ambientales y los
desafíos éticos, las ideas de Mill sobre la importancia de la libertad
individual, la democracia participativa y el bienestar humano siguen
siendo fundamentales. Sin embargo, es necesario adaptar y actualizar su
pensamiento a la luz de nuevos conocimientos y nuevas realidades,
asegurando que sus ideas sigan siendo pertinentes y significativas para
las generaciones futuras.

Además, la economía clásica ha sido criticada por su enfoque del valor,


basado únicamente en el trabajo. Esta teoría no tiene en cuenta otros
factores importantes en la determinación del precio, como la utilidad, la
escasez o la demanda. Esta limitación ha llevado al desarrollo de nuevas
corrientes económicas, como la economía neoclásica, que incorporan
una visión más amplia y compleja de los procesos económicos.

En la actualidad, la economía clásica sigue siendo relevante en la


enseñanza y el estudio de la economía, aunque ha evolucionado y se ha
enriquecido con nuevas teorías y enfoques. La globalización, la
digitalización y los cambios en los patrones de consumo han desafiado
algunos de los supuestos básicos de la economía clásica, lo que ha
llevado a la necesidad de adaptar sus principios a la realidad actual.
El impacto del pensamiento económico clásico ha sido significativo en la
historia de la economía. Sus ideas han influido en la formulación de
políticas económicas en todo el mundo, especialmente en lo que se
refiere al papel del mercado, la competencia y el comercio internacional.
La defensa de la liberalización económica y la reducción de la
intervención estatal en la economía son legados importantes del
pensamiento económico clásico.

Sin embargo, el pensamiento económico clásico no está exento de


críticas. Se le ha reprochado su visión simplista de la economía, que se
basa en la idea de que los individuos actúan de forma racional y en su
propio interés. Además, se le ha criticado su enfoque en el crecimiento
económico a expensas de la distribución equitativa de la riqueza. Estas
críticas han llevado al surgimiento de nuevas corrientes de pensamiento
económico, como el keynesianismo y el marxismo, que cuestionan las
premisas fundamentales del pensamiento económico clásico.

En la actualidad, el pensamiento económico clásico sigue teniendo


relevancia en el debate económico. Su defensa de la competencia y el
libre mercado sigue siendo una influencia importante en las políticas
económicas de muchos países. Sin embargo, también hay un
reconocimiento creciente de la necesidad de incorporar consideraciones
sociales y medioambientales en la formulación de políticas económicas,
lo que plantea nuevos desafíos para el pensamiento económico clásico.

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