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Necesidad de la Biblia
4. Pero la Biblia no es necesaria para saber que Dios existe ni para saber
algo en cuanto al carácter de Dios y las leyes morales. ¿Qué de los que no
leen la Biblia? ¿Pueden ellos obtener algún conocimiento de Dios? ¿Pueden
saber algo de sus leyes? Sí, sin la Biblia es posible algún conocimiento de
Dios, aunque no sea conocimiento absolutamente cierto.
C. La suficiencia de la Biblia
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nuestra búsqueda de las palabras de Dios para nosotros solamente en la Biblia
y nos ahorra la interminable tarea de buscarla en todos los escritos cristianos
en toda la historia, o mediante tocias las enseñanzas de la Iglesia, o en todos
los sentimientos subjetivos e impresiones que nos vienen a la mente día tras día,
a fin de hallar lo que Dios requiere de nosotros. En un sentido muy práctico
quiere decir que podemos llegar a conclusiones claras sobre muchas de las
enseñanzas de la Biblia.
Esta doctrina quiere decir, además, que es posible compilar todos los
pasajes que se relacionan directamente con asuntos doctrinales tales como la
expiación, la persona de Cristo o la obra del Espíritu Santo en la vida del
creyente actual. En estas y otros cientos más de cuestiones morales y
doctrinales, la enseñanza bíblica de la suficiencia de la Biblia nos da confianza
de que podremos hallar lo que Dios requiere que pensemos o hagamos en
estos aspectos. En muchos de estos asuntos podemos lograr confianza de
que nosotros, junto con la vasta mayoría de la Iglesia en toda la historia,
hemos hallado y formulado correctamente lo que Dios quiere que pensemos
o hagamos. Dicho sencillamente, la doctrina de la suficiencia de la Biblia nos
dice que es posible estudiar teología sistemática y ética, y hallar respuestas a
nuestras preguntas.
2. Los pasajes que nos fue dando fueron suficiente en cada etapa de la
historia de la redención. La doctrina de la suficiencia de la Biblia no implica
que Dios no pueda añadir más palabras a las que ya ha dicho a su pueblo.
Más bien implica que los seres humanos no pueden añadir por iniciativa
propia alguna palabra a las que Dios ya ha dicho. Todavía más, implica que de
hecho Dios no le ha hablado a la humanidad ninguna palabra más de lo que Él
requiere que creamos u obedezcamos que las que ya tenemos ahora en la
Biblia.
Este punto es importante, porque nos ayuda a entender cómo Dios
podría decirle a su pueblo que sus palabras a ellos fueron suficientes en
muchos puntos diferentes de la historia de la redención y cómo él pudo así y
tocio añadir más adelante otras palabras. Por ejemplo, en Deuteronomio
29:29 Moisés dice: «Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo
revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que
obedezcamos todas las palabras de esta ley».
Este versículo nos recuerda que Dios siempre ha tomado la iniciativa al
revelarnos cosas. El siempre ha decidido qué revelar y qué no revelar. En cada
etapa de la historia de la redención, las cosas que Dios había revelado eran
para su pueblo cu ese tiempo, y ellos pudieron estudiar, creer y obedecer esas
cosas. Al haber más progreso en la historia de la redención, se añadieron
más palabras de Dios, y se registró e interpretó esa historia.
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que cuando nos vemos frente a algún problema de genuina importancia en
nuestra vida cristiana, podemos abordar la Biblia con la confianza de que en
ella Dios nos orientará en cuanto a ese problema.
Habrá, por supuesto, algunas ocasiones en que lo único que hallemos es
que la Biblia no responde directamente nuestra pregunta. (Este sería el caso,
por ejemplo, si tratamos de hallar en la Biblia qué orden del culto debemos
seguir los domingos por la mañana, o si debemos arrodillarnos o estar de pie
cuando oramos, o a qué hora debemos comer nuestras comidas durante el
día, y cosas por el estilo.) En esos casos podemos concluir que Dios no nos
exige que pensemos o actuemos de cierta manera con respecto a ese asunto
(excepto, tal vez, en términos de principios más generales en cuanto a
nuestras actitudes y metas). Pero en muchos otros casos hallaremos
dirección clara y directa del Señor que nos equipará para «toda buena obra»
(2 Ti 3:17).
b. Una advertencia de no añadir a la Biblia. La suficiencia de la Biblia nos
recuerda que un debemos añadir nada a la Biblia, y que no debemos considerar
ningún otro escrito como de (anal valor a la Biblia. La mayoría de las
sectas falsas violan este principio. Los mormones, por ejemplo, aducen
creer en la Biblia, pero también afirman que el Libro del Mormón tiene
autoridad divina. Los adeptos a la Ciencia Cristiana de modo similar aducen
creer en la Biblia, pero en la práctica sostienen que el libro Ciencia y salud
con clave de las Escrituras de Mary Baker Eddy está a la par de la Biblia o por
encima de ella en autoridad. Puesto que estas afirmaciones violan el
mandamiento de Dios de no añadir a sus palabras, no debemos pensar que
podemos hallar alguna palabra adicional de Dios para nosotros en esos
escritos. Incluso en algunas iglesias cristianas a veces se comete este error
cuando algunos van más allá de lo que la Biblia dice y aseveran con gran
confianza nuevas ideas en cuanto a Dios o al cielo, basando sus enseñanzas
no en la Biblia sino en su propia especulación, o incluso en experiencias
aducidas de morir y volver a vivir.