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Un colectivo rescata como bandera el color que queda "borrado" por el racismo

"Identidad marrón", la denuncia del racismo estructural


desde el arte y la política1
Sandra Hoyos, Chana Mamani, Alejandro Mamani y Flora Alvarado, integrantes de la
agrupación formada el año pasado, denuncian el racismo estructural que atraviesa nuestra sociedad
de modo consciente e inconsciente.

Se inculca desde la infancia: el marrón es un color que se asocia a cosas desagradables y sucias. O,
directamente, se borra de la paleta desde el momento en el que en el jardín de infantes se enseña que el “color
piel” no es múltiple, sino una gama que va del rosa al beige. Es también en la escuela en donde lo marrón se
nombra siempre con otras palabras: se habla de mestizaje en honor a una mezcla que se produjo
aparentemente sin fisuras y sin genocidio. Como modo de denuncia de estas operaciones de blanqueamiento,
el colectivo Identidad Marrón rescata ese color como insignia.
Sandra Hoyos es integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro Legal y
Gratuito y licenciada en Ciencias Políticas. Chana Mamani es trabajadora social y escritora aymara.
Alejandro Mamani es abogado. Flora Alvarado es estudiante de Artes Visuales. Todxs son integrantes de
este colectivo que se formó a fines del año pasado para denunciar a través de acciones artísticas y políticas el
racismo estructural que recae en quienes son descendientes de los pueblos originarios. Y para decir que esa
forma de segregación es un gran elefante blanco: está ahí, casi nadie lo nombra, pero es una pieza
fundamental del mito fundante de la Patria, que se perpetúa en la idea de que bajamos de los barcos para
instalarnos en un desierto.
Así lo explica Flora Alvarado: “¿Qué color y características tienen quienes viven en las periferias,
las márgenes, las villas? ¿Qué color tienen en las cárceles? El racismo estructural está en nuestro país desde
sus comienzos…

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https://www.pagina12.com.ar/285557-identidad-marron-la-denuncia-del-racismo-estructural-desde-e
La barrera invisible
¿Por qué hay tan pocas personas marrones en las aulas de la Universidad de Buenos Aires? ¿Y entre
las butacas del Teatro San Martín? Aunque no se nombre, el factor color está presente cada vez que se elige
quién puede protagonizar una publicidad. El color también guía el radar del policía que señala a quién hay
que pedirle el documento y quién puede seguir de largo. Está en cada omisión y en cada persona que accede a
un asiento en la mesa chica, incluso de los espacios políticos más progresistas.
Las personas marrones rara vez pasan los castings de las series, salvo que lo que se quiera retratar sea
la vida entre facas dentro de un penal. Ni se enamoran en ninguna telenovela, por más gasolera que sea.
¿Entonces, dónde están? “Si tomamos un tren, un colectivo o cualquier transporte público o si tomamos una
foto de cualquier villa del país, vamos a ver personas racializadas con rasgos indígenas. ¿Cuál es esa barrera
invisible, que está delante de nosotros, que no deja que las personas marrones ingresen a determinados
espacios?”, pregunta Alejandro Mamani.
--¿Por qué hablan de lo marrón y no de lo negro? ¿Cuál es la especificidad de lo marrón?
Sandra Hoyos: --La identidad marrón es un modo político de interpelar, de decir qué somos y qué
queremos. Nombrarnos “marrones” es político. También es político nombrarnos hijos e hijas de pueblos
originarios que sufrieron la esclavitud en la época colonial. La identidad marrón es un proceso identitario. No
nos construimos en oposición a lo negro, a lo afro. Tampoco lo pensamos en función de construir un elemento
conceptual y teórico. Sí pensamos en función de distinguir nuestras propias particularidades y para dejar en
evidencia que los procesos de racialización que oprimen al conjunto de las personas no blancas están sujetos a
numerosas estrategias de exclusión y de discriminación que ejerce la supremacía blanca. La identidad
marrón nos permite entender que además de ser cuerpos no deseables, descartables y vidas que no
importan, la hegemonía tiene una compleja trama y multiplicidad de formas de maltrato y opresión.
[…]
--¿Cómo medir el cruce de opresiones en la discriminación? ¿A un boliviano en Argentina se lo
estigmatiza más por extranjero que por marrón o al revés? ¿Cómo se distingue eso?
Sandra Hoyos: --Cuando se ve a una persona marrona (piel marrón, y rasgos indígenas),
automáticamente se asume que no es del territorio argentino y comienzan las suposiciones de su lugar de
origen. El común de la gente asume que esa persona proviene de algún país limítrofe. La xenofobia, el
odio por las personas extranjeras, va a ser direccionada en particular a un determinado sector que tiene más
visible determinado físico, que tenga más visible el fenotipo indígena, y no a quien proviene de otro país, pero
no tiene determinadas características. La xenofobia no suele dirigirse hacia las personas blancas que provienen
de cualquier país del norte. La extranjería en esas personas hasta puede llamar la atención, puede parecer
interesante, hasta parecer un “halago”. ¿De qué modo se asocia la nacionalidad boliviana con el insulto?
Porque se asocia la nacionalidad con lo indígena, que es lo que este país quiso eliminar de su historia.

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