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INTRODUCCIÓN(1)

Este trabajo tiene por objetivo resumir el aporte práctico efectuado por el autor durante una década en los cursos de grado y de posgrado
a cargo de la Prof. Mary Beloff sobre justicia penal juvenil.
Resulta a esta altura del desarrollo del proceso penal juvenil en la jurisdicción nacional de menores de la Capital Federal que se verifica
en todos los casos el debido proceso en su sentido más amplio, e incluso con ajustes propias de las singulares características del sujeto
sometido a proceso.
El inicio de una causa penal por la presunta comisión de un delito por parte de una persona menor de edad, la fundamentación del llamado
a prestar declaración como acusado, la participación de la defensa técnica (oficial o particular), los medios de impugnación, las medidas
cautelares, etc. guardan una relación muy cercana al proceso penal que se le sigue a las personas adultas.
Se intentará ilustrar al lector con múltiples sentencias, seleccionadas de un extenso período de tiempo, pero en particular a partir de la
última transformación implementada de la justicia penal federal y nacional en el año 1992, que muestran un desarrollo jurisprudencial
sumamente interesante.
Es importante, y tal fin se transcriben sentencias en sus partes más ilustrativas, los matices que adoptó la jurisprudencia en los últimos
20 años respecto de múltiples cuestiones, sustanciales y procesales por igual, resultando quizás la más paradigmática los cri terios
utilizados para determinar la privación de la libertad de una persona menor de edad.
En esa línea temporal podrán apreciarse posiciones jurisprudenciales de diversos tipos, que fundadas en múltiples razones res uelven en
uno u otro sentido, pero que exteriorizan el esfuerzo del intérprete jurisdiccional por aplicar el corpus juris de protección a la infancia en
conjunción con la normativa nacional vigente.

En reiterados párrafos podrá notar el lector la insistencia respecto de a quién va dirigido el


sistema de justicia penal juvenil: a personas que al momento del hecho tenían menos de 18
años de edad y estaban acusadas de la comisión de un delito. Ello se relaciona con la
confusión que todavía puede observarse respecto de las cuestiones de naturaleza
jurisdiccional penal y las cuestiones de protección administrativa y/o satisfacción de
derechos económicos, sociales y culturales que, en principio, resultan ajenas a la
competencia de la justicia penal.
Por ello la dificultad forense consiste en cómo abordar estos casos de presuntas infracciones
a la ley penal cometidas por personas menores de edad en situación de una clara desventaja
social y respecto de las cuales el Estado posee intensos deberes de prestación positiva por
los compromisos internacionales asumidos por Argentina que integran el corpus juris de
protección de derechos a a la infancia.
En definitiva, y como enseña la Prof. Mary Beloff, el debate sobre la justicia penal juvenil se
ve envuelta en un reduccionismo que pivotea entre las leyes y la cuestión penal
("reduccionismo legal y penal").
Por otra parte debe advertirse que la ley 22.278 es sólo una parte del sistema de justicia
juvenil, siendo necesario poner énfasis también en las normas procesales, la organización de
la justicia y los programas de libertad asistida, justicia restaurativa y de remisión del caso.
En definitiva, en la narrativa de las sentencias de este trabajo el lector podrá aproximarse a
las verdades y alejarse de los mitos que han rodeado y tergiversado la actividad jurisdiccional
en cuanto a las personas menores de edad acusadas de cometer un delito en la justicia
nacional de menores.

CAPÍTULO 1 - LA ORGANIZACIÓN DE LA JUSTICIA PENAL

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1. LOS ÓRGANOS JUDICIALES CON INTERVENCIÓN EN EL PROCESO PENAL JUVENIL
La organización del Poder Judicial de la Nación que se encarga del juzgamiento de las
personas menores de edad acusadas de cometer un delito (1)surge en principio de tres leyes.
De la ley 24.050 de Organización y Competencia de la Justicia Penal Nacional, de la ley
24.121 de Implementación y Organización de la Justicia Penal y de la ley 26.371 que creó la
Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal (con
competencia en procesos penales ordinarios).
Además debe tenerse en cuenta las previsiones del Reglamento para la Jurisdicción en lo
Criminal y Correccional de la Capital Federal (en adelante y de manera indistinta RJCCCF).
Finalmente la regulación de la competencia, funciones, atribuciones y participación procesal
del Ministerio Público que tiene participación en estos procesos surge de la ley
24.946 (Orgánica del Ministerio Público).

La ley 24.050 establece que(2)el Poder Judicial de la Nación en materia penal está integrado (3),
entre otros tribunales, por:
a) los Juzgados Nacionales de Menores(4);
b) los Tribunales Orales de Menores(5);
c) la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional(6);
d) la Cámara Federal de Casación Penal(7);
e) la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal (8);
f) la Corte Suprema de Justicia de la Nación(9).
Debe tenerse presente que la ley 26.371 estableció que hasta la puesta en funcionamiento
de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal el
Tribunal de Casación ya existente (la Cámara Federal de Casación Penal) conservará su
competencia(10); es decir que las causas que se encuentren o hayan tenido radicación ante
dicho Tribunal continuarán sustanciándose en esa misma sede judicial hasta su
finalización(11).
Además y como auxiliares de los magistrados especializados del fuero de menores de la
Capital Federal el Reglamento para la Jurisdicción en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal prescribe la conformación de una Oficina de Delegados Inspectores (12).
2. LA CÁMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL DE LA CAPITAL
FEDERAL

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La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal es el
tribunal de alzada respecto de las resoluciones dictadas por los Juzgados Nacionales de
Menores, entre otros juzgados con competencia penal.

La ley de organización de la justicia establece que esta Cámara de Apelaciones está


compuesta por dieciséis miembros y dividida en cinco salas de tres integrantes cada una,
ejerciendo la presidencia de esta Alzada el miembro restante(13).
Recuérdese que dos de las siete salas que componían la CNCrim. y Correc. (la sala II y la
sala III) se transformaron en los dos primeros Tribunales Orales en lo Criminal (en adelante,
TOral Crim.) de la Capital Federal al realizarse la reforma procesal penal nacional y federal
en el año 1992.
Es por ello que en la actualidad existen cinco salas: I, IV, V, VI y VII, con una Secretaría cada
una y otras dependencias administrativas(14).

Las diferentes salas de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de


la Capital Federal se encuentran ubicadas en las siguientes ubicaciones (15):
— Sala I: Viamonte 1147, piso 1º, Ciudad de Buenos Aires.
— Sala IV: Viamonte 1147, piso 3º, Ciudad de Buenos Aires.
— Sala V: Viamonte 1147, piso 2º, Ciudad de Buenos Aires.
— Sala VI: Viamonte 1147, piso 3º, Ciudad de Buenos Aires.
— Sala VII: Viamonte 1147, piso 4º, Ciudad de Buenos Aires.
Esta Cámara tiene competencia respecto(16):
(i) De los recursos interpuestos contra las resoluciones de los jueces de instrucción,
correccional, de menores y de ejecución, cuando corresponda, en los casos de la
suspensión del proceso a prueba(17).
(ii) De los recursos de queja por petición retardada o denegada por los mismos jueces.
(iii) De las cuestiones de competencia que se planteen entre ellos.

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Conforme a la delimitación de las competencias de este órgano de apelación, se indicarán a
continuación cuáles son los tipos de recursos en los que puede intervenir la CNCrim. y
Correc.:
• Recursos de Apelación(18).
• Recursos de Inconstitucionalidad(19).
• Recursos de Queja(20).
Contra los pronunciamientos dictados por esta Cámara sólo proceden los recursos de
casación ante la CFCasación Penal y/o la CNCCCCF (conforme al momento en el que esta
última se habilite, sólo será competente la última Cámara mencionada), respecto de las
causas sin radicación anterior en la Cámara Federal de Casación Penal.

La jurisprudencia resolvió que "[l]a competencia es esta alzada para las impugnaciones
interpuestas en la justicia de menores, está dada por el art. 24, inciso 1º del Código Procesal
Penal de la Nación [...]"(21).
Vale apuntar que respecto del principio de especialidad en la organización judicial y la
estructura funcional de la CNCasación Penal se concluyó que: "[E]n respuesta al pedido de
que intervenga en la decisión de la presente una sala de esta Cámara especializada en temas
de menores y adolescentes en conflicto con la ley penal, cabe señalar que lo solicitado no
resiste el menor análisis. Ello es así, en tanto el legislador sólo ha creado un sala con
específica competencia —la sala IV que tiene competencia militar— y además, porque no se
advierte que ello implique un menoscabo a los derechos y garantías de los menores previstos
en nuestra Carta Magna y en los Pactos Internacionales que conforman el bloque de
constitucionalidad federal (art. 75 inc. 22 de la C.N.) [...]"(22)
Son obligaciones y atribuciones del presidente de esta Cámara, entre otras (23):
• Redactar los temas de los tribunales plenarios, sometiéndolos a la aprobación de la
Cámara.
• Junto con los vicepresidentes 1º y 2º designar, a propuesta de la comisión respectiva,
a los delegados inspectores de conformidad con la reglamentación.
• Conforme el art. 4º del Reglamento, el presidente de la Cámara junto con los presidentes
de cada sala conforman el Tribunal de Superintendencia.
De la Secretaría de Superintendencia dependen la Prosecretaría de Superintendencia y la
Prosecretaría de Asistencia Social, cuya función es supervisar al cuerpo de delegados
inspectores y el régimen de procesados (de especial importancia para el proceso penal
juvenil).
También la CNCrim. y Correc. cuenta con otras oficinas administrativas que colaboran en
diversas temáticas: (Filmina 5)
Es importante resaltar que los jueces de la CNCrim. y Correc. formaron diferentes comisiones
de trabajo que abordan diversas temáticas institucionales y cuya composición puede variar
anualmente: la Comisión de Reglamento; la Comisión de Institutos de Detención; la Comisión
de Juzgados de Instrucción; la Comisión de Juzgados Correccionales; la Comisión de
Juzgados de Menores; la Comisión de Fallos, Biblioteca e Informática; la Comisión de
Edificios y Automotores; la Comisión de Concursos; la Comisión de Subrogaciones; y la
Comisión de Gestión.

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Para colaborar con la actividad de disposición tutelar de los JMen. y de los TOral Men. se
conformó un cuerpo de delegados inspectores que depende de la Prosecretaría de Asistencia
Social de esa Alzada(24).
Son funciones de esta Oficina:
• Llevar el registro de las personas menores de edad dispuestas tutelarmente,
• Organizar periódicamente visitas de inspección a los establecimientos públicos y
privados de internación de personas menores de edad para verificar el cumplimiento de
la legislación vigente,
• Confeccionar un informe que se pondrá en conocimiento de la autoridad pertinente
sobre las deficiencias que se adviertan en los institutos de menores para que sean
corregidas debidamente(25).
Por lo demás los JMen. pueden contar con los servicios que presten gratuita u onerosamente
las instituciones públicas o privadas dedicas a la protección o educación de personas
menores de edad(26).
De forma complementaria con los trámites de la investigación penal el funcionario instructor,
a requerimiento del juez de menores, podrá encomendar al trabajador social dependiente de
los organismos creados por la ley 26.061(27)la confección de un informe socio-ambiental de
la persona menor de edad acusada de la comisión de un delito (28).
Respecto a esta labor en el ámbito los TOral. Men. de la Capital Federal, los delegados
inspectores que actúan en las secretarías tutelares de los JMen. realizan el seguimiento de

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los personas menores de edad cuyo proceso penal continúa y llega a esa instancia
procesal(29).
Así los delegados de un JMen. realizan este seguimiento en las causas de su juzgado, y
además en las del TOral Men. que les asignen.
Los equipos interdisciplinarios fueron reconocidos en la jurisprudencia con el alcance de
auxiliares del sistema de justicia penal juvenil. Sin embargo aislados precedentes permiten
apreciar la tensión que provocó que el equipo técnico asistiera a la persona menor de edad
acusada de cometer un delito y a la vez brindara informes a los actores procesales ya que
ambas circunstancias podían confundirse, y así que se obtuvieran datos con relevancia
procesal no conocidos por los actores del proceso que incluso pudieran ser expresa o
implícitamente valorados en contra del acusado.
Para la jurisprudencia, "[L]a entrevista que tuvo la psicóloga con los padres del menor fue a
los fines de ahondar un poco en su vida afectiva y de relación, y tuvo como único objetivo
incorporar datos al legajo tutelar que permitieran orientar la terapia del mismo hacia un
mejor abordaje de su problemática [...] Fue en dicho contexto que se le preguntó a la Sra. de
C. sobre aspectos puntuales de la relación con su hijo y, en forma específica, acerca de sus
orígenes. Sólo en estas circunstancias ella decidió exponer a las profesionales los pormenores
relativos a la 'adopción' de L., información que, de lo contrario, hubiera quedado con
seguridad reservada en el ámbito privado de la esfera familiar [...] Desde esta óptica, se
entiende que las profesionales intervinientes al momento de confeccionar sus respectivos
informes debieron extremar los recaudos a fin de no incluir datos que pudieran perjudicar
la situación de la Sra. de C. ante la justicia, captando lo sustancial de la entrevista sin hacer
referencia a sus manifestaciones —claramente autoincriminatorias— en la forma
prácticamente textual en que lo hicieron [...]"(30).
En un sentido similar, y en cuanto a los alcances del secreto profesional respecto de una
persona menor de edad a la cual ya incluso se había declarado penalmente responsable de
la comisión de un delito: "[E]l reconocimiento de los hechos motivos del proceso, aun con
fines terapéuticos, por peritos que luego informarán al Tribunal de la causa, no puede
exigirse ni siquiera sugerirse, pues ello importa una grave transgresión constitucional; por
ende la actitud negativa o elusiva del acusado a tal respecto no puede ser valorada en su
contra, en manera alguna, sin detrimento de las garantías constitucionales de que nadie está
obligado a declarar contra sí mismo, al derecho a guardar silencio y al debido proceso legal.
Tal garantía debe observarse aun cuando ya exista una sentencia firme que lo declare autor
responsable de los hechos, pues siempre habrá de su parte un interés legítimo [...]" (31)
De igual modo funciona en el ámbito de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Capital Federal otro cuerpo de delegados dependiente de la
Secretaría General de esa Cámara (actualmente Oficina de Delegados Judiciales) que
intervienen en todas aquellas causas de índole federal donde se encuentren involucradas
personas menores de edad —casi en su totalidad por infracciones a la ley 23.737 de
Estupefacientes—(32).

3. LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL DE LA CAPITAL


FEDERAL
La competencia y composición de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal está determinada por lo regulado en las leyes 24.050 y
24.121(33).
A la fecha de elaboración de este trabajo sus integrantes ya fueron designados por el Poder
Ejecutivo Nacional(34).
La misma funciona dividida en salas de tres miembros cada una, ejerciendo la presidencia
del tribunal el juez restante. Cuenta también con una Secretaría General y un Secretario y
un Prosecretario para cada una de las Salas.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación dispuso por la Acordada 38/14 del 11/12/2014:
"1º) Disponer la habilitación de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal Correccional
de la Capital Federal, partir del 18 de diciembre del corriente año, fecha en que el Tribunal
tomará el juramento de ley los señores magistrados (...). 2º) Encomendar la Cámara la
redacción del proyecto de reglamento interno para su oportuna consideración aprobación
por este Tribunal. 3º) Decretar feriado judicial para el mencionado Tribunal por el término
de siete días hábiles partir de su habilitación".
La sede de esta Cámara de Casación es Talcahuano 624 de la Capital Federal.
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La competencia territorial de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal es la Capital Federal.
Esta Alzada interviene respecto de los recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión
interpuestos contra las sentencias y resoluciones dictadas por los TOral Crim., los TOral
Men., la CNCrim. y Correc., los jueces nacionales en lo correccional y los jueces nacionales
de ejecución penal con asiento en la Capital Federal(35).
Mediante la Res. PGN 3248/14 el MPF dispuso la creación de la Unidad Fiscal de
Impugnación de Casación Penal, conformada por las Fiscalías Generales Nº 1, 2 y 3 con
actuación ante la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal, "en consonancia con los paradigmas de trabajo que el régimen procesal penal
recientemente aprobado para el sistema de justicia nacional y federal le impondrá al
Ministerio Público Fiscal, y en pos de alcanzar sin dilaciones esquemas funcionales
versátiles, eficientes y provechosos de los recursos del organismo [...]. En este diagrama
organizacional, las/os fiscales que integran la Unidad podrán intervenir en forma conjunta
o alternada, como representantes del Ministerio Público Fiscal, en cada uno de los procesos
radicados ante el nuevo Tribunal (artículo 33 inciso 'g' de la ley 24.946)".
Por disposición de la Defensoría General de la Nación se estableció la cobertura del servicio
de defensa pública ante esa instancia, hasta tanto entren en vigencia los mecanismos para
la designación de los magistrados mediante concurso público, asignándose de manera
transitoria un defensor público oficial ante los Tribunales Orales en lo Criminal de la Ciudad
de Buenos Aires por cada sala del Tribunal de Casación.
Del mismo modo entiende en lo concerniente a:
• Recursos de Queja(36).
• Recursos de Inaplicabilidad de ley(37).
También en los recursos de casación interpuestos por las partes siempre que el motivo
fuere(38):
• Inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva; e
• Inobservancia de las normas que el CPPN establece bajo pena de inadmisibilidad,
caducidad o nulidad, siempre que, con excepción de los casos de nulidad absoluta, el
recurrente haya reclamado oportunamente la subsanación del defecto, si era posible, o
hecho protesta de recurrir en casación.
Las resoluciones respecto de las cuales procede la interposición del recurso de casación son
las siguientes(39):
• Sentencias definitivas;
• Autos que pongan fin a la acción;
• Autos que pongan fin a la pena;
• Autos que hagan imposible que continúen las actuaciones;
• Autos que denieguen la extinción, conmutación o suspensión de la pena.

4. LA CÁMARA FEDERAL DE CASACIÓN PENAL


La competencia y composición de la Cámara Federal de Casación Penal está regulada en
lasleyes 24.050,24.121 y 26.371(40).
La CFCasación Penal está conformada por trece miembros divididos en cuatro salas, de tres
integrantes cada una (salas I, II, III y IV), y ejerce la presidencia del tribunal el miembro
restante(41).
A modo de ejemplo de la actividad del presidente de la Cámara Federal de Casación Penal,
en un tópico vinculado a los propósitos de esta obra, se resolvió la "[c]onformación de un
Sistema de Coordinación y Seguimiento del Control Judicial de las Unidades Carcelarias,
que se ocupe de centralizar los informes de cada uno de los actores, a fin de coordinar el
trabajo, para ahorrar esfuerzos y multiplicar resultados. Asimismo, a los fines de facilitar la
consecución de esos objetivos, se resolvió dejar conformado un Comité Ejecutivo, integrado
por un juez de la Comisión de Ejecución Penal, un juez de la Subcomisión, un juez de
ejecución, un representante de la Procuración General de la Nación, un representante de la
Defensoría General de la Nación, un representante de la Procuración Penitenciaria de la
Nación, y un representante de la cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional [...]"(42).
El Sistema de Coordinación y Seguimiento del Control Judicial de las Unidades Carcelarias
está integrado por la Comisión de Ejecución Penal de la Cámara Federal de Casación Penal
y su Subcomisión integrada compuesta por jueces de Tribunales Orales en lo Criminal; los
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jueces a cargo de las respectivas comisiones de Cárceles de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal y de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal; los jueces
nacionales de Ejecución Penal de la Capital Federal; representantes de la Procuración
General de la Nación y de la Defensoría General de la Nación; representantes de la
Procuración Penitenciaria de la Nación; y en carácter de miembros consultivos
representantes del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y del Colegio Público de
Abogados de la Capital Federal(43).
La CFCasación Penal tiene su sede en Comodoro Py 2002, piso 1º, de la Ciudad de Buenos
Aires.
Su competencia territorial se extiende a todo el país considerado a ese efecto como una sola
jurisdicción.
Esta Cámara es competente para intervenir respecto de:
• Recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión interpuestos contra la sentencia
y resoluciones dictadas por los Tribunales Orales en lo Criminal Federal con asiento en
todo el país.
• Recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión interpuestos contra las
resoluciones dictadas por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Capital Federal y las Cámaras Federales de Apelaciones con
asiento en las provincias.
• Recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión interpuestos contra las
resoluciones dictadas por los Juzgados Nacionales en lo Criminal y Correccional Federal
de la Capital Federal y Juzgados Federales de Primera Instancia con asiento en las
provincias.
• Recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión interpuestos contra las
sentencias de los Tribunales Orales en lo Penal Económico.
• Recursos de inconstitucionalidad, casación y revisión interpuestos contra las
resoluciones de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico.
• Los supuestos previstos en losarts. 72 bisde laley 24.121(44)y 30 bis del CPPN(45).
• Recursos de Queja(46).
• Recursos de Inaplicabilidad de ley(47).
Además la CFCasación Penal interviene en los recursos de casación interpuestos por las
partes siempre que el motivo fuere(48):
• Inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva.
• Inobservancia de las normas que el CPPN establece bajo pena de inadmisibilidad,
caducidad o nulidad, siempre que, con excepción de los casos de nulidad absoluta, el
recurrente haya reclamado oportunamente la subsanación del defecto, si era posible, o
hecho protesta de recurrir en casación.
Las resoluciones respecto de las cuales puede interponerse el recurso de casación son las
siguientes(49):
• Sentencias definitivas.
• Autos que pongan fin a la acción.
• Autos que pongan fin a la pena.
• Autos que hagan imposible que continúen las actuaciones.
• Autos que denieguen la extinción, conmutación o suspensión de la pena.
Los fiscales generales y los fiscales generales adjuntos ante los tribunales orales en lo
criminal, de menores, ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal y los fiscales ante los juzgados nacionales en lo correccional y de
ejecución penal, los defensores públicos y oficiales y los defensores públicos de menores e
incapaces que actúan ante dichos órganos judiciales, desempeñarán ante la Cámara
Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal las funciones que
laLey 24.946les asigna respectivamente(50).

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5. LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Hasta el año 2006 la Corte Suprema de Justicia de la Nación se encontraba compuesta por
nueve miembros, elegidos por el Presidente de la Nación (51)con acuerdo del Senado de la
Nación en sesión pública convocada al efecto(52).
A partir de la sanción de la ley 26.183 los miembros de la CS se redujeron a cinco(53). De
manera transitoria se dispuso que la mayoría en los acuerdos se logre con cuatro votos (54).
Al producirse una vacante se reducirá el número de sus miembros a seis jueces,
requiriéndose cuatro votos para obtener una mayoría.
Producida una nueva vacante definitiva los miembros del Tribunal se reducirán a cinco,
adoptándose las decisiones por el voto de la mayoría absoluta de sus miembros(55).
La sede de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se encuentra ubicada en la calle
Talcahuano 550, piso 3º, de la Capital Federal.
El CPPN determina la competencia de la CS, circunscribiéndola a los casos y formas
establecidas por la Constitución Nacional (en adelante, CN) y las leyes vigentes(56).
También es importante recordar a los efectos de la práctica profesional que la CS dictó una
acordada para la presentación de los escritos de los "amigos del tribunal", conocidos
como amicus curiae(57).
Excede largamente al sentido de esta obra ahondar en la competencia del máximo tribunal
judicial del país. Sin embargo puede notarse que la CS tiene dos modalidades para ejercer
su jurisdicción, ya que su competencia puede ser originaria o apelada, y en este último caso
de tipo ordinaria o extraordinaria:
• Los supuestos de competencia originaria están taxativamente enumerados en el art.
117 de la CN y en el art. 24 del decreto-ley 1285/58.
• Los supuestos de apelación ordinaria en materia penal sólo se limitan a los supuestos
de extradición pasiva interpuesto ante una Cámara Federal, es decir se necesita haber
transitado la primera y segunda instancia del fuero federal (art. 24, inciso 6º, apartado
"b" del decreto-ley 1285/58).
• Los supuestos de apelación extraordinaria por deducción de recurso extraordinario
permite a la CS conocer en las causas correspondientes a la justicia federal, nacional con
competencia ordinaria, provincial y penal económico. Los requisitos fundamentales para
acceder por este medio son: el agotamiento de las vías recursivas ordinarias, que se trate
de una sentencia definitiva (se entiende por tal la que pone fin al caso o hace imposible
su continuación) y que exista una cuestión federal (art. 14 de la ley 48).
El Máximo Tribunal del país cuenta con una serie de dependencias administrativas de
utilidad para el desarrollo de su labor, útiles de conocer para la práctica forense y profesional.
La Base General de Datos de Niños, Niñas y Adolescentes (BGD) fue creada por la Resolución
nº 1674/04 de la CS(58)y tiene por misión facilitar a los usuarios, a través de la
implementación de un sistema informático, conocer la información registrada de niños y
adolescentes involucrados en causas judiciales.
La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) se creó en el año 2006 con el objetivo de facilitar el
acceso a justicia de las personas que, afectadas por hechos de violencia doméstica se
encuentren en situación de especial vulnerabilidad. La OVD aborda esta problemática de
forma interdisciplinaria durante las 24 horas, todos los días del año, y se encuentra ubicada
en la actualidad en Lavalle 1250(59).
Entre sus tareas pueden mencionarse: ofrecer información vinculada con la problemática de
la violencia doméstica en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires; recibir el relato de las
personas afectadas a fin de elaborar un informe de riesgo; labrar las actas correspondientes
y dispone la realización de los exámenes médicos que sean necesarios; indicar los cursos de
acción posibles según el conflicto relatado y efectuar en cada caso las derivaciones

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pertinentes; y realizar el seguimiento de las derivaciones a través de los informes que
proporcionan las dependencias judiciales(60).
Otra dependencia de la CS es la Oficina de la Mujer (OM), creada por la Acordada 13/09, y
que tiene entre sus actividades elaborar y difundir el Mapa de Género de la Justicia Argentina
que permite conocer la composición del Poder Judicial de todo el país según el sexo de sus
integrantes y analizar el acceso de mujeres y varones a los distintos niveles de decisión, así
como comparar la evolución de las variables observadas desde la creación de la dependencia
al presente(61).

Resulta de suma utilidad además conocer los servicios que presta una de las bibliotecas
públicas jurídicas más grandes del país, que es la Biblioteca Central de la CS (62). Está
ubicada en Talcahuano 550, 7º piso y funciona los días hábiles de 7.30 a 19 hs.

CAPÍTULO 2 - LA JUSTICIA NACIONAL DE MENORES

1. LOS JUZGADOS NACIONALES DE MENORES


El Juzgado Nacional de Menores es competente según el Código Procesal Penal de la
Nación(1):
a) En la investigación de los delitos de acción pública cometidos por personas que no
hayan cumplido 18 años al tiempo de la comisión del delito (2).

11
Debe tener presente el lector que la fecha de elaboración de esta obra ya se había sancionado
por la ley 26.702 el tercer convenio de transferencia de competencias penales a la Ciudad de
Buenos Aires (que aguardaba su ratificación por parte de una ley de la Ciudad de Buenos
Aires)(3).
b) En el juzgamiento en única instancia en los delitos y contravenciones(4)cometidos por
personas que no hayan cumplido 18 años al tiempo de la comisión del hecho y que estén
reprimidos con pena no privativa de la libertad o pena privativa de la libertad que no exceda
de tres años.
Sobre esta cuestión es importante recordar las iniciativas del la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal para el control jurisdiccional
de las facultades policiales contenidas en el conocido como "Memo 40".
Esta disposición "de la Dirección de Asuntos Judiciales de la Policía Federal Argentina
adoptado el 19 de abril de 1965 [era] era una comunicación interna dirigida por un
funcionario a cargo de la Dirección Judicial de la Policía Federal Argentina a otro funcionario
encargado de la Dirección de Seguridad, el cual dejaba en [las] manos [del Comisario
Espósito] la apreciación de labrar actuaciones sin promover consulta a ningún tribunal,
siendo la actuación extrajudicial [...] en la época de los hechos, se llevaban a cabo prácticas
policiales de detención indiscriminada, que incluían las denominadas razzias, las
detenciones por averiguaciones de identidad y las detenciones conforme a edictos
contravencionales de policía. El Memorándum 40 facultaba a los policías para decidir si se
notificaba o no al juez de menores respecto de los niños o adolescentes detenidos [...] La
Corte considera probado que en la época de los hechos se llevaban a cabo en la Argentina
prácticas policiales que incluían las denominadas razzias, detenciones por averiguaciones
de identidad y detenciones por edictos contravencionales de policía. El Memorándum 40
facultaba a los policías para decidir si se notificaba o no al juez de menores respecto de los
niños o adolescentes detenidos. Las razzias son incompatibles con el respeto a los derechos
fundamentales, entre otros, de la presunción de inocencia, de la existencia de orden judicial
para detener —salvo en hipótesis de flagrancia— y de la obligación de notificar a los
encargados de los menores de edad [...]"(5).
Expediente Nº 15.067/91
Buenos Aires, 13 de junio de 1991.-
Reunido el Tribunal en Acuerdo General del día de la fecha,
Y VISTOS:
Que esta Cámara en virtud del Art. 20 de la ley 10.903, está facultada para reglamentar
"la forma de cooperación policial en los sumarios e informaciones respectivas".
Que la Policía Federal Argentina ha dispuesto que, en ciertos casos de faltas y
contravenciones —primero en el Memorando Nº 40 y posteriormente en el Nº
106.11.00036/91— que los Sres. Comisarios de Seccionales se hallan facultados de hacer
excepciones al cumplimiento de lo dispuesto por el Art. 16 de la Ley 10.903.

12
Que esta Cámara se ve en la obligación de reiterar que, en todos los casos en que un
menor sea remitido a dependencias policiales, como consecuencia de una contravención
o de las facultades que otorgue la Ley Orgánica de la Policía Federal sea inmediatamente
notificado al Señor Juez Correccional en turno a los fines del efectivo cumplimiento de la
Ley 10.903 y de los Arts. 171 a 177 del Reglamento para la Jurisdicción.
Por ello,
SE RESUELVE:
I) Hacer saber al Señor Jefe de la Policía Federal que deberá impartir las directivas
necesarias para que se cumpla estrictamente con las previsiones de la Ley 10.903 y los
Arts. 171 a 177 del Reglamento para la Jurisdicción, relativos al trato y modo de
procederse ante la remisión a dependencias policiales de menores de 18 años,
adjuntándose fotocopia de la presente.
II) Notificar a los Sres. Jueces Nacionales en lo Correccional de Menores.
Fdo.: Edgardo A. Donna (Pte.) — Pablo J. Loumagne — José Massoni — Raúl R. Madueño
— Guillermo F. Rivarola — Abel Bonorino Peró — Guillermo Rafael Navarro — Guillermo
Julio Ouviña — Oscar M. R. Ocampo — Luis M. Ragucci.
Filminas 2 y 3
Si se investigan delitos de competencia correccional (es decir con pena prevista de hasta tres
años de prisión) es un JMen. quien también lleva adelante el juzgamiento.
Es interesante apuntar que con anterioridad al fallo "Llerena" de la CS (6)varios JMen.
sorteaban entre aquellos otros juzgados especializados que no participaron de la etapa
instructoria otro juzgado especializado que llevaría adelante el juicio oral y reservado a fin
de no afectar la imparcialidad del juzgador.
Pero a raíz del precedente citado "Llerena" de la CS, la CNCrim. y Correc. modificó el RJCCCF
para cumplir con el criterio jurisprudencial señalado.
De esta forma, "Cuando los jueces que actúan en materia correccional hayan clausurado la
instrucción, deberán remitir la causa a la oficina de sorteos de la cámara para que
desinsacule otro juzgado con idéntica competencia, que deberá llevar a cabo el juicio
respectivo, de forma que no intervenga en el trámite del plenario el juez que haya tomado
decisiones de mérito en la etapa instructora. Lo dispuesto en el párrafo precedente se
aplicará también respecto de aquéllas causas de los juzgados de menores seguidas por
delitos que tienen penas inferiores a los tres años"(7).

c) En los casos de simple inconducta, abandono material o peligro moral de


menores que no hayan cumplido 18 años al tiempo de encontrarse en esa situación,
conforme lo establecen las leyes especiales(8).

Para comprender cuál es la competencia de los JMen. y de cada una de sus secretarías debe
analizarse en forma conjunta los arts. 1º de la ley 22.278 y 29 del CPPN.
13
El primer artículo dispone la inimputabilidad de las personas menores de 16 años de edad
respecto de cualquier delito, y con relación a los acusados de 16 o 17 años de edad al
momento del hecho investigado respecto de delitos reprimidos con penas privativas de la
libertad no mayor a dos años, multa o inhabilitación.
Conforme a lo expuesto:
— El juez de menores investiga los delitos atribuidos a personas menores de 18 años de
edad.
— El juez de menores tiene la función de juez de instrucción respecto de los delitos de
acción pública reprimidos con pena privativa de libertad mayor de dos años y cuyo
imputado haya cumplido los 16 años y sea menor de 18 años al momento de su
comisión, que serán juzgados en instancia única por el TOral Men. que por sorteo se
asigne(9).
— El juez de menores tiene la función de juez de sentencia respecto de los delitos de
acción pública reprimidos con pena privativa de libertad inferior a los tres años de
prisión, que serán juzgados en instancia única por otro JMen. diferente al que llevó a
cabo la investigación penal.
— El juez de menores también puede delegar la instrucción en cabeza del agente fiscal
del fuero especializado(10).
Es interesante mencionar la solución que ha encontrado la jurisprudencia en los casos de
concursos de delitos con relación al piso punitivo de dos años de prisión: "[R]especto a la
interpretación del 2º párrafo del art. 1º, ley 22.278 —delitos reprimidos con pena privativa
de libertad que no exceda de dos años— se ha venido entendiendo que la ley alude a la pena
tipificada en su máximo, para cada delito consumado en dos años; pero la resistencia
semántica del citado texto permite hacer una interpretación extensiva y una restrictiva, que
consistiría en que por reprimido se entiende la sanción que concretamente le hubiese
correspondido al delito si fuese cometido por un mayor de 18 años. No puede entenderse que
delitos de poca importancia hagan responsables a los menores y los sometan a todo un
proceso penal, cuando lo que se procura es evitarles la carga estigmática que implica el
proceso y la declaración de responsabilidad penal, aunque luego se prescinda de pena [...].
Dado que la pena que podría corresponderle a un adulto por tentativa de robo, no superaría
los dos años de prisión condicional, debe quedar comprendido en las disposiciones que le
eximen de responsabilidad y absolvérselo [...]"(11).
Por otro lado, en un caso en el cual se discutió la calificación legal del delito de daño y en el
cual el encuadre de la figura como forma simple o agravada podía perforar el piso de
inimputabilidad se resolvió que: "[M]ás allá de que la ingeniosa defensa haya presentado en
la etapa previa al debate un pedido de sobreseimiento invocando el artículo 336 inciso 5º
del Código Procesal Penal de la Nación y así obtener la desvinculación definitiva de sus
pupilas, por mediar una causa de inimputabilidad, lo cierto es que para arribar a esa
conclusión el tribunal debió necesariamente emitir un juicio de valor sobre la calificación del
hecho investigado, extremo que recién debió ser tratado en la etapa posterior, pues es allí en
donde las partes tienen la oportunidad de probar y alegar sobre las características del suceso
para darle uno u otro encasillamiento legal, y eventualmente acoger el planteo defensista
[...]"(12).
En sentido similar respecto de la aplicación de las figuras de hurto o robo se entendió que:
"[Llegan las actuaciones a esta sede a raíz del recurso de apelación interpuesto por el Sr.
Fiscal Federal contra el auto que en su punto dispositivo I) declara la inimputabilidad de G.
O. V. y lo sobresee totalmente y en el punto II) Decreta el procesamiento de J. O. V. como
autor penalmente responsable del delito de hurto en grado de tentativa. En relación a las
argumentaciones esgrimidas por el Sr. Fiscal de grado en cuanto a su disconformidad con el
encuadre legal escogido por el a quo en tanto solicita se califique el suceso en los términos
del 'robo' y no del 'hurto', cabe advertir que, de lo actuado no surgen elementos de prueba
que den cuenta de que se hubiere realizado una fuerza que permita adecuar la conducta en
el tipo penal que se requiere. Ello así por cuanto, ante el examen de la cuestión conforme las
particularidades del caso, se coincide aquí con la postura mayoritaria de la doctrina en tanto
se exige que esa 'fuerza debe ser destructiva (romper, cortar deformar, cualquier acción que
provoca una modificación permanente) y anormal (superior a la que realiza el legítimo
tenedor cuando toma la cosa)... (Conf. 'Código Penal comentado y anotado', Andrés José
D'Alessio, La Ley Ed. 2004, comentario al art. 164, pág. 403). Así las cosas, la duda que
subyace en relación a la adecuación de la conducta del encausado en uno u otro tipo, impone
estar a la figura menos gravosa (art. 3 del C.P.N.) y en función de ello, confirmar lo escogido
14
por el a quo. Como consecuencia de ello, se ha de convalidar lo dispuesto en relación a la
situación procesal de G. O. V. con motivo de su edad toda vez que, acreditada como se
encuentra en autos su minoridad a través de la incorporación de la partida de nacimiento
nada hay que lleve a contradecir la decisión. Más, se ha de modificar la modalidad de
desincriminación escogida en relación al menor en tanto procede declararlo no punible,
conforme las previsiones de la ley 22.278,art. 1º [...]"(13).
De igual modo, "[I]nterviene la sala en virtud del recurso de apelación interpuesto por el Sr.
Fiscal contra los puntos I y II del auto en los que, respectivamente, se resolvió sobreseer a
los jóvenes O.A.C. y Ch. I. F., por resultar no punibles (artículos 336, inciso 5º del Código
Procesal Penal de la Nación y 1º de la ley Nº 22.278), y declarar la incompetencia para
continuar instruyendo en la presente causa y remitirla al Juzgado en lo Correccional Nº 2.
III. Previo a emitir un pronunciamiento, cabe mencionar que el Sr. fiscal general, en dicha
audiencia, desistió del recurso interpuesto respecto de Ch. I. F., pues entendió que, tras una
nueva revisión de las constancias del sumario, el nombrado tiene 14 años de edad. Sentado
ello, y en relación a C., en contraposición a lo sostenido por el apelante, estimamos que la
decisión adoptada por el a quo se ajusta a las reglas de la sana crítica racional y las
constancias del sumario, por lo que corresponde homologarlo. De la lectura del sumario se
desprende que los imputados fueron detenidos en circunstancias en que se encontraban
empujando la puerta de ingreso al edificio sito en la calle T. '...' de esta ciudad, mientras el
imputado mayor de edad M. D. M. se encontraba realizando la misma acción desde el interior
del hall. De tal modo entendemos que la conducta de los imputados ha sido adecuadamente
subsumida en el delito previsto y reprimida en el artículo 150 del Código Penal de la Nación
y no se advierte ningún dato objetivo que permita variar el criterio allí sentado [...] En otro
orden de ideas, cabe resaltar que la minoridad del encausado se encuentra comprobada
mediante el informe remitido por la Base General de datos de niños, niñas y adolescentes,
del cual surge que O. A. C., de identidad comprobada, tiene la edad de 16 años. Tal extremo,
aunado a la circunstancia de que la escala penal prevista para el delito por el cual aquéllos
fueron indagados no supera los dos años de prisión, sustentan la decisión del magistrado de
desvincularlos de este proceso conforme lo prescripto en el artículo 336, inciso 5 del código
de rito y el artículo 1º de la ley 22.278 [...]"(14).
En el mismo razonamiento, "[Q]ue a la fecha de los hechos que dieron origen a esta causa L.
V. T., tenía 17 años de edad, conforme surge de las constancias de autos. Que de las
constancias de autos surge que T., prestó declaración indagatoria asistida por la Sra.
Defensora Pública Oficial ad-hoc quien aceptoó el cargo conferido en el doble carácter de
Defensor Oficial y de Menores (Ley 24.946 y ccdtes.). Que a fs. 15 obra el ingreso de L. V. T.
al centro de recepción y calificación de menores 'Santa María Goretti' el día 23 de mayo de
2010 del cual egreso el día 09 de junio de 2010, a disposición de su madre B. E. T. Que
la Ley 22.278 del Régimen Penal, garantiza al menor un tratamiento adecuado a su condición
como tal, cuestión esta que se ha cumplido en el caso de T. Que L. V. T. no se hallaría en los
supuestos de no punibilidad que enmarca el Art. 1º de la citada norma por el tipo de delito
por el que viene requerida a juicio. (art. 5 inc. E de la Ley 23.737, en grado de tentativa, con
el agravante del art. 11 inc. e de la Ley citada). Que este tribunal considera que la realización
del debate oral y público es necesaria a los fines de la aplicación de la Ley, ya que en la
realización del mismo este Tribunal podrá determinar en su caso la existencia de los hechos,
la participación del encausado, la calificación legal, la responsabilidad penal o no y la
necesidad o no de la imposición de una pena [...]"(15).
Otro punto interesante respecto de la competencia de la justicia de menores se planteó en
diversos casos en los cuales la comisión del delito era concomitante a que el imputado
cumpliera 16 o 18 años de edad: "[E]n un caso similar al estudiado, en la causas Nro. 2448
de este Tribunal, seguida contra J. E. C., por resolución del 9 de septiembre de 2003, el
suscripto señaló que Guillermo Borda (Tratado de Derecho Civil, Parte General, Tomo I, p.
451) explica que las personas adquieren su capacidad a partir de la hora cero del día
siguientes al aniversario de su nacimiento y así ocurre con todos los años cumplidos. En
rigor, hasta la hora cero del primer día siguiente al del primer aniversario del nacimiento no
se ha cumplido el plazo de un año, según el Código Civil, y así ocurre respectivamente para
todos los años a excepción de los veintiún años —según la legislación vigente en aquel
momento— que como lo expresaba el art. 128 del Código Civil la capacidad se adquiría a la
hora cero del día del aniversario. Cabe agregar a lo expuesto que, la interpretación sostenida
en el párrafo anterior, es la que más resulta compatible con los parámetros de los arts.
3, 37 y 40 de la Convención de los Derechos del Niño y de las recomendaciones del Comité
15
del Niño en la Observación General Nro. 10, puesto que permite resolver el conflicto evitando
su judicialización. Así las cosas, una interpretación armónica de lo dispuesto en el art. 1º de
la ley 22.278, 77 del Código Penal y de los arts. 24 y 27 del Código Civil, corresponde en el
caso declarar no punible al menor L. I. R. y sobreseerlo del hecho por el que se elevó la causa
a juicio. Por todo lo expuesto, L. I. R. resulta inimputable en razón de su edad al momento
del hecho que se le imputa, por lo que corresponderá dictar su sobreseimiento por aplicación
de lo normado en el art. 336 inc. 5º del C.P.P.N. en función del art. 361 del mismo cuerpo
y arts. 24 y 27 del Código Civil [...]"(16).
Y para culminar esta reseña respecto de ciertos aspectos controversiales de la competencia
penal de los JN Men. vale tener en cuenta el siguiente fallo respecto de las diferencias en los
tipos penales que prevén una sanción de prisión o de reclusión: "[E]l juez consideró que esta
nueva presentación de la defensa de E. S., era una reedición de cuestiones ya tratadas y
resueltas por la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal, en la causa nro. 16.207,
rta. 13/11/2013, y, en base a ello, no ingresó a su tratamiento. Esa afirmación no se ajusta
a las constancias de la causa. En el mencionado fallo, el juez Mariano Hernan Borinsky, a
cuyo voto adhirieron los otros dos vocales, definió el asunto sujeto a revisión casatoria bajo
los siguientes términos (acápite Tercero): 'El punto neurálgico por el que transita el caso sub
examine se ciñe en determinar si a los fines de analizar la posible extinción de la acción penal
por prescripción, en casos en los que se encuentran imputados menores punibles de
dieciocho años de edad, debe computarse el quántum máximo de la escala penal del delito
que se le atribuye con la reducción, o no, de la pena que faculta el art. 4 de la ley 22.278'.
Ello así por cuanto, con fundamentos circunscriptos a dicha reducción, la sala que
integramos había resuelto el 5 de junio de 2012, por mayoría, revocar la decisión de la
instancia anterior, sobreseer por prescripción a los imputados E. S. B., y M., y aplicar lo
dispuesto en el artículo 441 del CPPN en relación a A. y F. El dictum de ese fallo está
estrictamente vinculado a ese punto. En este contexto, corresponde dar respuesta al planteo
de la parte, quien durante la audiencia indicó que su pretensión de extinción de la acción
penal respecto de E. S., se circunscribe al transcurso de la pena de prisión prevista en el
artículo 81, inciso 1-b del Código Penal, porque a su criterio la pena de reclusión, que
también contiene esa norma, habría sido derogada. Coincidimos con la defensa en cuanto a
que la única pena vigente para la conducta atribuida a E. S., en este legajo (homicidio
preterintencional) es la de prisión de 1 a 3 años y que, en consideración a ello, en el lapso
comprendido entre su llamado a indagatoria (10 de abril de 2006) y la formulación de los
requerimientos de elevación a juicio a su respecto por la querella y por el Ministerio Público
Fiscal (30/3/2012 y 4/4/2012, respectivamente), transcurrió ese término, sin que ese
decurso de viera afectado por circunstancia suspensivas o interruptivas. A nuestro criterio,
la previsión de reclusión incluida en esa norma se encuentra derogada de hecho. Se trata de
un resabio de las penas infamantes prohibidas por la Constitución Nacional y los tratados
incorporados a ésta (artículo 75, inciso 22CN, XXVI de la Declaración Americana de Derechos
y Deberes del Hombre), y su ejecución se encuentra prohibida por ley (la antigua Ley
Penitenciaria, decreto ley 412/1978,ley 14.467 y la actual 24.660) [...]. Así, en base a los
argumentos expuestos en párrafos anteriores, revocaremos la decisión de la instancia
anterior, declararemos extinguida la acción penal en esta causa respecto del imputado E. S.,
y lo sobreseeremos por prescripción [...]"(17).
Si bien se sostuvo en la doctrina que incluso en el caso de que un niño fuera víctima de un
delito debían intervenir los juzgados de menores por ser ellos especializados en la materia,
la intervención de estos juzgados quedó delimitada exclusivamente para los supuestos de
personas menores de edad imputadas de delitos (por lo cual, al solo efecto tutelar y en los
términos de la derogada ley 10.903, tenían competencia para aquellos procesos ventilados
ante la justicia de mayores en los que, a criterio de ese juez, resultaba necesario adoptar
alguna medida de esa índole respecto a la víctima menor de edad)(18).

16
Los JMen. también tienen competencia e integran el turno anual de hábeas corpus de la
justicia nacional de la Capital Federal, con la misma competencia que cualquier otro con
competencia penal: "[D]ado que la detención de E. J. R. obedece a la pena que le impuso el
Tribunal Oral en lo Criminal nº 22 —cuyo vencimiento operará el 14 de diciembre de 2014—
y que su solicitud de libertad condicional se está tramitando ante el Juzgado de Ejecución
Penal nº 1, la acción ha sido correctamente rechazada [...]"(19).
El JMen. también puede convertirse en un tribunal de juicio para delitos de competencia
correccional imputados a personas menores de 18 años de edad, como ya se expusiera se
trata de aquellos supuestos delictivos que tienen en la jurisdicción nacional una pena
privativa de libertad de hasta tres años.
De acuerdo a las escalas penales previstas para el castigo de los delitos en el Cód. Penal son
pocos los delitos en los que pueden intervenir los JMen. en este supuesto, ya que los niños
de 16 y 17 años son inimputables respecto de los delitos reprimidos con pena privativa de la
libertad que no exceda de los dos años.
En definitiva sólo va a conocer el JMen. como tribunal de juicio en aquellos delitos cuya pena
máxima privativa de libertad prevista sea superior a dos años de prisión (piso de
inimputabilidad) e inferior a los tres años.

En definitiva las personas menores de edad sólo ingresan a la competencia de la justicia


nacional de menores por la presunta comisión de un delito.

17
En los casos mencionados va a intervenir la secretaría tutelar del JMen., iniciándoles a las
personas menores de edad acusadas de la comisión de un delito un expediente de disposición
tutelar conocido como en la práctica forense como "tutelar".
Este expediente era en la práctica forense clásica secreto, pero ello ha sido modificado y la
defensa del acusado menor de edad puede acceder al citado expediente (20).

Cuando la causa iniciada por la presunta comisión de un delito ingresa a un JMen. debe
analizarse primero de qué delito se trata y luego la pena que le correspondería, en dos
expedientes diferentes.
Como se adelantara en el expediente "actuario" se analiza y comprueba la comisión del hecho
y la posible participación y responsabilidad del acusado menor de edad (y de los adultos
coimputados si también los hubiera).
El expediente de disposición tutelar sirve a los efectos de conocer de manera profunda las
condiciones personales, familiares, económicas y sociales de la persona menor de edad
sometida a proceso pena. Es interesante destacar ciertas prácticas forenses que identifican
a este expediente como un modo de comprobar el grado de vulneración de derechos de
prestación positiva del Estado respecto de ese sujeto (identidad, salud, educación, vivienda,
esparcimiento, etc.). (Ver Filmina 10)
En el ámbito de la justicia nacional de menores con asiento en la Capital Federal existen
siete Juzgados Nacionales de Menores enumerados del uno al siete(21).

Cada uno de ellos cuenta con tres Secretarías: una de instrucción, una de sentencia para
causas correccionales y una tutelar(22).
Por las prácticas forenses dos secretarías de los JMen. tienen la función de investigación de
los delitos (secretaría actuaria) y la restante la función tutelar (secretaría tutelar).

18
Pero algunos JMen. y TOral Men. comenzaron a unificar las actividades de las secretarías y
tramitar los expedientes actuario y tutelar en ese mismo ámbito.
Vale apuntar aquí que expediente tutelar se inicia uno sólo, más allá de la multiplicidad de
delitos presuntamente cometidos por una persona menor de edad y de la simultánea
intervención de diferentes Juzgados Nacionales de Menores.
Los JMen. de la Capital Federal se encuentran ubicados en (23):
— Juzgado Nacional de Menores Nº 1, Secretarías 1, 2 y 3: Talcahuano 550, piso 7º,
Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 2, Secretarías 4, 5 y 6: Talcahuano 550, piso 7º,
Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 3, Secretarías 7, 8 y 9: Talcahuano 550, piso 8º,
Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 4, Secretarías 10, 11 y 12: Talcahuano 550, piso 8º,
Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 5, Secretarías 13, 14 y 15: Talcahuano 550, piso 7º,
Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 6, Secretarías 16, 17 y 18: Talcahuano 550, pisos
7º y 8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Juzgado Nacional de Menores Nº 7, Secretarías 19, 20 y 21: Talcahuano 550, piso 5º,
Ciudad de Buenos Aires.

19
Es del caso apuntar que en una decisión político-institucional adoptada por la Cámara
Nacional de Apelaciones en el Criminal y Correccional de la Capital Federal se estableció que
los jueces de menores pueden ser subrogados por jueces penales de adultos, al adoptar la
postura de otorgarle centralidad al régimen específico aplicable por sobre la magistratura
especializada, como punto de equilibrio entre las normas y los órganos especializados fue
luego retomado años después por la CS el precedente "Latrónico"(24).
Así se dispuso que: "[S]i se agotara por excusaciones o recusaciones sucesivas la nómina de
los titulares de los juzgados de instrucción, a continuación se sorteará la intervención entre
los Jueces de Menores. Agotada por vía de excusación o recusación la posibilidad de
intervención de los titulares de los juzgados de menores, el o los sorteos subsiguientes se
harán entre los jueces correccionales. Si se agotara por excusaciones o recusaciones
sucesivas la nómina de los juzgados de menores, se sorteará la intervención entre los jueces
de instrucción. Agotada por vía de excusación o recusación la posibilidad de intervención de
éstos, los sorteos subsiguientes se harán entre los jueces correccionales [...]"(25).
En idéntico sentido puede mencionarse también la autorización de traslado de un juez de un
TOral Men. a un TOral Crim., ya los magistrados que se desempeñaban en ambos Tribunales
fueron considerados en definitiva jueces penales de igual rango (26).
2. LOS SUPUESTOS DE DELITOS CONTEMPLADOS EN LEYES FEDERALES
Respecto de los delitos previstos y reprimidos en leyes federales, aun con personas menores
de edad imputadas de la comisión de esos delitos, se debatió en la jurisprudencia si debía
intervenir la justicia federal penal (en tal solución la materia desplazaba a la edad de la
persona) o si correspondía por la edad del acusado la intervención de la justicia nacional de
menores de la Capital Federal.
En este último supuesto, se consideró que resultaba un inconveniente que se desplazara la
especialidad del fuero de menores por tratarse de un delito federal, puesto que de ese modo
el caso sería atendido por un equipo de trabajo que no se encontraba especializado en la
temática juvenil.
Para una posición jurisprudencial, "[E]n el orden interno se cuenta con una norma procesal
que prevé una magistratura especial para el juzgamiento de aquellos delitos cometidos por
personas menores de 18 años: el artículo 29 del Código Procesal Penal de la Nación. Y por
otra parte, si bien la Ley de Estupefacientes 23.737 establece la competencia de la justicia
federal de todo el país para el juzgamiento de las conductas vinculadas con sustancias
estupefacientes (artículo 34), la norma de procedimiento penal citada en primer término,
permite cumplir con el compromiso asumido por el Estado, ya que sujeta a los menores a
una justicia especializada, sin importar si se trata de materia federal o común la
comprometida [...]"(27).

20
En sentido contrario, en diversos pronunciamientos judiciales se sostuvo que la especialidad
se encontraba cumplida a raíz de contar los juzgados federales con personal auxiliar
especializado en la temática(28).
Respecto de la aplicación de la Ley Antidiscriminatoria (ley 23.592(29)), se entendió que: "[S]i
las manifestaciones vertidas por los imputados no se realizaron para alentar o incitar a la
persecución o al odio contra una persona o grupo de personas a causa de su condición social
o caracteres físicos, no se configura ninguna de las causales requeridas por la ley 23.592.
La ley 23.592 está dirigida a adoptar medidas contra aquellas conductas que afecten los
derechos y garantías reconocidos por la Constitución nacional, sobre bases igualitarias,
estas medidas consisten en otorgar al damnificado la facultad de tornar ineficaz el acto
discriminatorio y ser indemnizado. Con ello, debe continuar en la intervención de las
actuaciones, la justicia de menores [...]"(30).
En otro precedente se resolvió sobre la competencia en la investigación de delitos atribuidos
a personas menores de edad dentro de dispositivos cerrados de jurisdicción nacional: "[L]a
conducta desplegada por los imputados afectó directamente al patrimonio del estado
Nacional, por lo que la intervención de la justicia federal, encuentra su fundamento en el
resguardo de los intereses e instituciones nacionales, sin importar la magnitud de los daños
causados a los bienes estatales. La Corte Suprema de Justicia ha sostenido que en los delitos
cometidos en establecimientos del Estado Federal, es la justicia de excepción quien mejor se
encuentra habilitada para investigar, más aún cuando no se puede descartar que el accionar
desplegado por los menores haya afectado el normal funcionamiento de la institución. Se
resuelve que debe continuar interviniendo el Juzgado Federal [...]"(31).

21
Finalmente la CS estableció el criterio de especialidad normativa, es decir que lo que debe
tenerse en cuenta al valorar los alcances del principio de especialidad (CDN, art. 40.3) son
las normas aplicables en el caso, con prescindencia de los órganos judiciales
intervinientes(32). (Filmina 14)
Si bien los criterios de la CNCasación Penal desarrollados en las contiendas de competencia
entre los juzgados y las Cámaras federal y nacional de la Capital Federal dieron el primer
paso para la solución de la controversia, al adjudicar la competencia a los juzgados federales
con competencia en lo penal(33), se pudo relevar otra postura minoritaria que argumentaba
a favor de la competencia del fuero nacional de menores, apartándose del criterio de la CS,
por entender que no resultaban supuestos similares.
En esta inteligencia, "[L]a contienda de competencia se originó entre un juzgado de menores
provincial y un juzgado federal y que por aplicación del art. 16 de la ley nro. 24.050 (ley
orgánica de la justicia penal), la competencia en esos casos le fue asignada específicamente
a los tribunales federales con asiento en las provincias (...) al tener en consideración que
dado que en la ciudad capital de la Nación tanto los tribunales orales de menores como los
federales integran la misma Justicia Nacional (art. 2do. Ley 24.050), el legislador no
estableció similar norma a la prevista para las provincias, reconociendo así la competencia
que los tribunales de menores tienen en la materia en este territorio federal [...]. El Estado
argentino priorizó el principio de especialidad del órgano jurisdiccional que deberá entender
en los asuntos penales concernientes a menores de 18 años imputados de un hecho delictivo,
creando en consonancia con ello un fuero de excepción integrado por Jueces de Instrucción,
Tribunales Orales, Fiscales, Defensores Oficiales y Defensores Públicos de Menores,
acompañados a su vez por un cuerpo de delegados inspectores y órganos administrativos
colaboradores de la función judicial (ley Orgánica de la Justicia Nacional, ley del Ministerio
Publico) [...]"(34).
22
También la postura de interpretar sólo en términos normativos al principio de especialidad
fue reproducida luego por la CNCasación Penal en múltiples contiendas de competencia entre
TOral Fed. con asiento en la Capital Federal y otros TOral Men. al decidir el envío de las
actuaciones por infracción a la ley 23.737 a la justicia federal(35).
En igual sentido y "[e]n virtud de que el hecho que se le reprocha a los procesados fue
encuadrado en la calificación legal tipificada en el art. 170 del CPen., corresponde, por
aplicación del art. 33, inc. e) del CPPN, declarar la competencia de la justicia de excepción
[...]"(36)
Sin embargo se entendió también que esta regla de solución no correspondía a la realidad
jurídica de la Capital Federal, y al marcar las diferencias con el criterio de la CS se expresó
que en ese precedente la contienda de competencia se había originado entre un juzgado de
menores provincial y un juzgado federal; pero en la Capital Federal, en cambio, "[l]os
tribunales federales y los tribunales de menores pertenecen a la misma justicia nacional, de
conformidad con lo prescripto en el art. 2 de la ley 24.050, y, en consecuencia, no se ha
establecido una norma similar a la prevista para las provincias 'reconociendo así, clara e
indudablemente, la competencia que los tribunales de menores tienen en la materia en el
territorio federal' (...) el Estado se encuentra obligado a garantizar, como bien pone de resalto
la Comisión Interamericana, no sólo un régimen legal específico, sino también la creación de
órganos jurisdiccionales especializados en los que se desarrolle un proceso especial en el que
se aseguren a los niños los derechos que la citada Convención les confiere [...]"(37)

3. EL JUZGAMIENTO CONJUNTO DE IMPUTADOS MENORES Y MAYORES DE EDAD

En caso que en un mismo hecho delictivo resultaren imputados personas mayores y menores
de edad conocerá en la causa la justicia nacional de menores respecto de todos ellos.
Recuérdese que la mayoría de edad penal está fijada a los 18 años de edad al momento de la
comisión del hecho atribuido(38).

Sobre los supuestos de juzgamiento conjunto de personas mayores y menores de edad se


entendió que: "[L]a actual competencia atribuida al sistema penal de menores, en base a la
actual redacción del art. 24 de la ley 24.050 arrastra un error sistemático y metodológico
que ha llevado la situación actual de la justicia penal de menores a una paradoja: el
dispositivo judicial-penal de menores conoce en la investigación y juzgamiento de menores y
mayores de edad vinculados en la misma hipótesis delictual, violando de esta manera la
especialidad del régimen minoril reconocido por las más recientes teorías nacionales e
internacionales, y, por lo demás, contrariando lo normado en el art. 28 del Cód. Procesal
Penal de la Nación que, con buen criterio, fija la competencia de estos Tribunales Orales
exclusivamente en el juzgamiento de menores de dieciocho años de edad [...] la contradicción
se completa: en la realidad, y por exclusión, la justicia especializada en materia penal es, en
verdad, la que conoce y juzga solamente a los mayores de dieciocho años; es decir, constituye
23
una justicia especializada para adultos —aunque resulte un poco raro el concepto—, en tanto
que la justicia de menores, en numerosos casos, deja de serlo para convertirse en un sistema
mixto, sin que ello signifique beneficio alguno para los menores y los mayores sometidos a
tal régimen [...]"(39)
Otra postura sostuvo que: "[C]ontrariamente a lo postulado por el a quo, no advertimos que
la norma bajo estudio transgreda la Convención sobre los Derechos del Niño ni precepto
alguno de la Constitución Nacional sino que, por el contrario, entendemos que ella lo que
persigue —obviamente—, es resguardar los intereses del menor, y en pos de ello establece la
competencia de los tribunales especializados para su juzgamiento", ya que la norma en
discusión "tiene por finalidad contribuir con un sistema legal penal juvenil, atribuyendo
competencia a tribunales que garanticen una mejor respuesta a las circunstancias y
necesidades del menor que ha delinquido. Por ello, estimamos que, resulta errado excluir de
la justicia especializada a los menores imputados de la comisión de delitos comunes, en tanto
ello justamente, importaría desconocer el interés superior del niño [...]la atribución de
competencia a tribunales especializados en la materia, que cuenten con una estructura y
procedimientos específicos es el modo más acertado para el resguardo de los derechos
constitucionales de los menores, y la implementación de tratamientos acordes a sus
condiciones, por lo que las razones de orden práctico esgrimidas en el pronunciamiento
cuestionado no resultan, a nuestro juicio, decisivas para arribar a la declaración de
inconstitucionalidad de la referida ley [la actual situación en la que se encuentran los tres
Tribunales de Menores] no permite atender, con la eficiencia requerida por la especialidad
que le es propia, la gran cantidad de procesos en los que deben intervenir [...]" (40).
También, "[S]i bien es cierto que el presente legajo ha sido elevado a la etapa de plenario
respecto de un imputado mayor de edad ante la ley penal en el propio requerimiento fiscal
de elevación de la causa a juicio, el señor fiscal actuante solicitó que se adoptaran las
medidas necesarias para recibirles declaración indagatoria a tres personas que serían
menores de edad. Por lo tanto, la actual situación de hallarse dirigida imputación respecto
de menores y la posibilidad de que resulten ellos en el futuro sometidos a juzgamiento —de
acuerdo al régimen previsto por la ley 22.278— determina que deba intervenir en esta causa
el Tribunal Oral con competencia especial (art. 28 del CPPN), a los fines de evitar la existencia
de soluciones dispares o incluso contradictorias, en desmedro del adecuado servicio de
justicia [...]"(41).
De igual forma los JMen. resolvieron el tema del enjuiciamiento conjunto al resolver que "[e]s
muy cierto que la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención Americana sobre
los Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), tanto como las sucesivas 'Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas
de Beijng)', y las 'Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la Delincuencia
Juvenil (Directrices de Riad)' hacen especial hincapié en la necesidad de una Justicia Penal
Juvenil altamente especializada no sólo en lo organizacional, sino también por la formación
jurídica, sociológica, psicológica y criminológica de sus miembros, que así preparada deberá
responder a las diversas características de los niños que entran en contacto con dicho
sistema [...] nada indica allí expresamente acerca de la imposibilidad de juzgar en forma
conjunta a menores y mayores acusados de un mismo delito [...]"(42).
4. LOS SUPUESTOS DE DUDA SOBRE LA EDAD DEL IMPUTADO
Una dificultad forense que se presenta con frecuencia es qué órgano judicial debe intervenir
en casos de duda respecto de la edad de la persona acusada de cometer un delito, por las
consecuencias prácticas que ello acarrea.
En tal sentido se resolvió que: "[E]n razón de la mayor garantía que para la imputada implica
el trámite por ante un Juzgado de Menores —habida cuenta de la naturaleza tuitiva de tal
justicia—, corresponde que, hasta tanto esté debidamente determinado si aquélla es menor
o mayor de edad, sea un tribunal de ese fuero el que continúe a cargo de las actuaciones
[...]"(43).

24
En otro caso similar la cuestión a determinar era si al momento del hecho los imputados
eran menores de dieciocho años de edad: "[E]l día 26 de noviembre del año 2006 los
nombrados fueron detenidos por los efectivos policiales, oportunidad en la cual A. A. A.
manifestó tener diecisiete años de edad y N. F. A. dijo tener quince años de edad. Por su
parte, M. A., padre de los imputados expresó que sus hijos eran menores de edad y que no
poseía documentación alguna que acredite dicha circunstancia, ya que ésta se encontraba
en trámite. Agregó que las partidas de nacimiento de los encausados las tenía guardada su
esposa, quien falleció un año atrás. Ante esa situación, se procedió conforme lo establecen
los arts. 85 y 87 del Código Civil de la Nación, llevándose a cabo diferentes estudios
tendientes a determinar la edad aparente de los nombrados, en los cuales se concluyó que
la de Néstor Fabián Alfaro está comprendida alrededor de los 19 años +/- 6 meses, '...no
siendo aceptable como exacta la fecha de nacimiento acusada por el examinado', y en lo que
respecta a A. A. A., su edad está comprendida alrededor de los 21 años +/- 6 meses, '...no
siendo aceptable como exacta la fecha de nacimiento acusada por el examinado'. Ahora bien,
teniendo en cuenta la fecha del hecho que se les endilga a los imputados (26 de noviembre
del año 2006), y la de realización del estudio aludido (16 de abril del año 2007), se concluye
que, aún dentro del margen de error que señaló la facultativa, N. F. A. (el menor de los
hermanos), al momento del hecho era mayor de edad (dieciocho años y un mes). En base a
lo expuesto, no dándose en el sub examine el supuesto previsto por el art. 28 del C.P.P.N.,
corresponde asignar competencia a la justicia de instrucción [...]"(44).
Respecto de la validez de los actos procesales llevados adelante por el juez penal de adultos
se entendió que: "[D]ebe desestimarse el pedido de nulidad porque en el momento en el que
se tuvo noticia de que el imputado era menor, el magistrado instructor remitió las
actuaciones al juzgado de menores, sin perjuicio de lo cual, a pesar de no haberse acreditado
la edad del imputado, ordenó su traslado a un instituto dependiente del Consejo Nacional de
la Niñez, Adolescencia y Familia. A ello debe aunarse —contrariamente a lo sostenido por el
impugnante— que los actos que se cumplieron hasta la indagatoria resultan ser de aquellos
que no se encuentran fulminados de nulidad por el art. 36 del CPPN [...]" (45)
Otra cuestión interesante relevada en la jurisprudencia, en cuánto al régimen jurídico a
aplicar se relacionó con ciertos delitos en los cuales se discutía el momento de su
consumación y en ese trayecto temporal el acusado alcanza los 18 años de edad: "[E]l a
quo no hizo lugar al planteo de nulidad formulado por los asistentes técnicos de confianza
del imputado J. P. B., decisión que esa parte apeló, concediéndose el recurso [...] Que
debiendo tenerse a ese 24/10/07 como fecha en la que B. adquirió la condición de imputado
(arts. 72 y 73, C.P.P.N.), la instrucción sumarial 'violó flagrantemente el régimen penal de la
minoridad', atento a que la autoridad jurisdiccional debió disponer provisionalmente del
nombrado a los fines establecidos en los arts. 2 y 3 de la ley nº 22.278, medidas enderezadas
a la protección integral del menor de edad. Que, en vez de eso, se trató a J. P. B. como mayor
de edad, dictándosele un auto de procesamiento y prisión preventiva cuando ya contaba con
18 años de edad. Que tal manera de proceder afectó, además, el ppio. de igualdad ante la
ley, defensa en juicio y debido proceso legal (arts. 16 y 18, C.N.), Convención de los Derechos
del Niño (art. 75, inc. 22, C.N.) y Ley de Protección Integral del los Derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes (ley 26.061). Que ninguna objeción legal existe para que un menor de
18 años de edad resulte imputado por la comisión de un ilícito de acción pública, ni para
que el hecho que se le atribuye sea investigado, tal como lo autoriza el art. 1, párrafo segundo,
de la ley 22.278, que reza 'si existiere imputación contra alguno de ellos la autoridad
25
judicial... procederá a la comprobación del delito...'. Que es indudable que J. P. B. adquirió
la calidad de imputado con la formulación de la denuncia anónima del 24/10/07, cosa
perfectamente viable a la luz de la normativa de mención, como también que el desenlace del
hecho que permitió acreditar que el nombrado detentaba estupefacientes con fines de
comercialización ocurrió el 21/8/08, a las 00.30 hs., aproximadamente, en oportunidad de
ser detenido en la vía pública, a bordo del automóvil '...', que S. M. F. conducía, luego de
descartarse de parte de la droga que portaban, es decir, cuando B. ya contaba con 18 años
de edad cumplidos. Que aquella calidad nada dice sobre la presunta autoría del hecho
delictuoso. Casualmente por ello hay que investigar, averiguar, comprobar, etc., por lo que
a esa altura de la pesquisa mal podía disponérselo provisionalmente en el orden de ideas
postulado por la defensa de confianza. Que, al respecto, debe tenerse en cuenta que la
escrutada se trata de un tipo especial de delincuencia, caracterizado como de muy difícil
comprobación y persecución, debido, entre otras cosas, a la clandestinidad con la que se
lleva a cabo el tráfico de sustancias prohibidas y a la facilidad con la que se pueden hacer
desaparecer las sustancias en cuestión. Que, en ese sentido, ninguna ilicitud debe predicarse
del criterio de oportunidad empleado por la prevención para proceder. Que, es más, entre la
fecha en la que J. P. B. cumplió la mayoría de edad para la ley penal —el 6/2/90— y aquel
21/8/08, transcurrieron 6 meses y 15 días de actividad pesquisante a la que ninguna
objeción puede formulársele, ni siquiera desde la posición asumida por la parte apelante.
Que, así, ningún principio ni garantía constitucional de B. fue conculcada en el marco de la
investigación desarrollada en la causa principal nº 1.702, caratulada 'Investigación
preliminar s/psta. inf. ley 23.737', con cuyas fotocopias contamos para decidir aquí [...]"
(destacado en el original)(46).
5. LAS PERSONAS MENORES DE EDAD JUZGADAS COMO ADULTOS

Sin perjuicio de lo señalado en cuanto a las competencias de la justicia nacional de menores,


también se han relevado diversos precedentes en los cuales y por diversos motivos personas
menores de edad fueron juzgadas como imputados adultos y con las reglas de ese
procedimiento.
Así, "[E]n virtud de que el recurso de revisión resulta procedente, se debe dejar sin efecto la
condena, y si el imputado era menor de edad al momento de ejecución del hecho, corresponde
absolverlo respecto del delito de hurto simple imputado, ya que se encuentra reprimido con
pena privativa de libertad que no excede de dos años; y por otra parte, corresponde reenviar
al tribunal de menores para el juzgamiento de los otros dos delitos que se le imputan,
reprimidos con penas superiores, no lesionándose con ello la garantía constitucional de la
defensa en juicio [...]"(47).
Sobre el mismo supuesto, pero con una condena producto de un acuerdo de juicio abreviado,
se resolvió que: "[L]a cuestión traída a estudio debe ser resuelta de la forma menos lesiva
para el imputado, dada la desafortunada situación generada por el desconocimiento de su
edad real, que conllevó el sometimiento a un proceso penal de mayores y al sufrimiento de
una detención preventiva en un establecimiento penitenciario también de mayores, cuando
contaba con menos de 18 años de edad [...] El proceso penal, tal como se encuentra
concebido en nuestro Código Procesal, resguarda todas las garantías contenidas en el art.
18CN. La diferencia sustancial con el régimen especial de la minoridad consiste en la tutela
del menor a través de los grupos interdisciplinarios que deben intervenir en el proceso y,
además, la facultad discrecional del magistrado de disponer la internación del menor en una
institución adecuada a fin de lograr que adapte nuevamente su comportamiento a
un minimun, compatible con el ordenamiento social. Ninguna de estas dos protecciones que
ofrece la ley podrán ser subsanadas a través de una declaración de nulidad del juicio
propiamente dicho, puesto que no existe posibilidad de subsanar: (i) la omisión de tutela; (ii)
que haya estado detenido en una cárcel común. Estas dos circunstancias, en franca violación
a los arts. 411 y 412 CPPN. Sin perjuicio de ello, aun cuando la anulación por retrotraer las
actuaciones a un estadio anterior no es beneficiosa, encuentro imposible la validación del
juicio realizado al menor M. G. B. por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 16, por haberse
dictado sentencia sirviéndose del procedimiento contenido en el art. 431 bis CPPN, en un
juicio abreviado [...] Por ello, considero que tampoco puede tomarse por válida como juicio
de responsabilidad la sentencia dictada por el tribunal de mayores, a efectos del art. 4ºley
22.278. En consecuencia, corresponde anularla y remitir las presentes actuaciones a la

26
Secretaría General de esta Cámara a fin de que desinsacule el Tribunal Oral de Menores que
habrá de continuar con la sustanciación de la causa, imprimiéndole el trámite establecido
en la ley 22.278 [...]"(48).
En otro precedente se decidió transformar la sentencia de condena en una declaración de
responsabilidad penal: "[S]i bien el planteo del recurrente no puede ser encausado por vía de
ninguna de las hipótesis taxativamente contempladas en el art. 479 del código adjetivo, ni
tampoco se vislumbra en el repertorio de remedios recursivos previstos por nuestro
ordenamiento procesal, otra vía apta que permita encuadrar el reclamo que se examina, ello
no es razón para no acoger el planteo del recurrente ya que, se ha incurrido en un error cuya
proyección le ocasiona un gravamen de imposible reparación ulterior, por lo que en
salvaguarda del principio constitucional de la garantía del debido proceso, su voluntad
recursiva deberá ser encausada bajo la modalidad de una presentación sui generis de
carácter excepcional. En efecto el imputado, a la fecha del ilícito que se le enrostra, tenía
diecisiete años de edad, no siendo en consecuencia el tribunal de juicio interviniente y que
dictó en su contra sentencia condenatoria competente para resolver en la causa de referencia
[...] Siendo ello así, en el sub judice se han vulnerado reglas de procedimiento al haberse
prescindido aplicar, conforme resulta de lo mencionado precedentemente, el trámite
establecido por la ley 22.278, en los artículos 2º y 4º. Tal falencia no debe perjudicar al
imputado y amerita de por sí anular la parte dispositiva de la sentencia impugnada en cuanto
contiene un pronunciamiento condenatorio en su respecto, en virtud que la misma fue
dictada en violación a la norma legal antedicha, quedando sólo como remanente útil a los
fines de su declaración de responsabilidad penal [...]"(49).
De manera definitoria sobre esta cuestión, en cuanto a que las personas menores de edad
no pueden ser juzgadas con el régimen jurídico aplicable a las personas menores de edad, la
CS resolvió que: "[E]l a quo restringió inadecuadamente el instituto procesal, al sustentarse
en el carácter taxativo de los supuestos previstos en el inc. 4º del art. 479 del CPPN, pues
con ello soslaya que aquí se trataría de una circunstancia de hecho (inc. 4º) que requiere de
una mínima prueba, pero que es primordial objeto del proceso (art. 193, inc. 4º del CPPN), y
que, en este caso concreto puede traer aparejadas serias consecuencias sobre la pena (ley
22.278,art. 4º). Supuesto éste en el que cede el carácter estrictamente excepcional de la
revisión [...]"(50).
6. LOS SUPUESTOS DE NIÑOS VÍCTIMAS DE DELITOS
En relación a la instrucción y juzgamiento de los delitos que tengan a niños como víctimas
la CNCasación Penal sostuvo desde larga data que:

27
Por su parte la CNCrim. y Correc. acogió por vía reglamentaria el criterio de limitar la
competencia penal de los JMen. solo a la investigación de hechos atribuidos a personas
que al momento del hecho contaban con menos de 18 años de edad.

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal


resolvió sobre la cuestión (por Acuerdo General del 03/10/2001): "Hacer saber al personal
de la Oficina de Denuncias, Turnos y Sorteos que deberá desinsacular juzgados de mayores
en aquellas denuncias cuyos imputados revistan tal condición, aun cuando las víctimas
resulten ser menores de edad [...] Hacer saber a los juzgados que resulten desinsaculados
en tales supuestos que deberán dar intervención al juzgado de menores en turno, a efectos
de que se apliquen las medidas tutelares que pudieran corresponder" (51).
Por otro lado y para ordenar definitivamente la competencia de los JMen. en cuanto a las
personas menores de edad víctimas de delitos, la CNCrim. y Correc. estableció que: "El
Juzgado de Menores al que corresponda intervenir en las actuaciones tutelares remitidas por
los Juzgados de Instrucción o Correccionales, en las causas en las cuales hay menores
víctimas, se determinará de la siguiente forma: —En los sumarios iniciados en sede policial
intervendrá el Juzgado de Menores en turno en la fecha de la primera actuación (fecha de
inicio). —En los sumarios iniciados por sorteo ante la Cámara, intervendrá el Juzgado de
Menores que se encontraba en turno para sorteos de Cámara a la fecha en que resultó
desinsaculado el Juzgado de Instrucción o Correccional que investiga el hecho delictivo" (52).
Como un dato ilustrativo a tener en cuenta podía observarse recientemente en la puerta de
un JMen. de la Capital Federal un cartel que transmitía a los justiciables el profundo cambio
en la competencia de esa magistratura(53).

28
7. LOS TRIBUNALES ORALES DE MENORES
En el ámbito de la justicia nacional con sede en la Capital Federal se estableció el número
de Tribunales Orales de Menores en tres.
En cuanto a su estructura cada uno de ellos cuenta con dos Secretarías: una tutelar y la
otra actuaria, más allá de que esta clásica distinción en la organización judicial tiende a
mantenerse solo en la nomenclatura mas no así en las funciones de cada secretaría (54).
— Tribunal Oral de Menores Nº 1: Comodoro Py 2002, piso 7º, Ciudad de Buenos Aires.
— Tribunal Oral de Menores Nº 2: Comodoro Py 2002, pisos 8º y 9º, Ciudad de Buenos
Aires.
— Tribunal Oral de Menores Nº 3: Comodoro Py 2002, pisos 8º y 9º, Ciudad de Buenos
Aires.
Los TOral Men. juzgarán en única instancia los delitos cometidos por imputados que no
hayan cumplido dieciocho años al tiempo de la comisión del hecho, aunque hubiesen
excedido dicha edad al tiempo del juzgamiento, y que estén reprimidos con pena privativa de
la libertad mayor de tres años(55).
Por ello, y de acuerdo con lo dispuesto en materia de competencia, los Tribunales Orales de
Menores juzgan aquellos hechos sobre los que han desarrollado la investigación preliminar
("instrucción") los Juzgados Nacionales de Menores.
Resulta importante destacar que en los supuestos de conexidad subjetiva, también los TOral
Men. juzgan delitos de competencia correccional, pues en relación con los JMen. tienen
mayor competencia concerniente a la materia(56).

En este sentido se entendió que: "[A]l no existir relación de instancia superior a inferior el
juez de etapa anterior como lo es el juez de menores puede invalidar lo resuelto por el
Tribunal Oral de Menores, órgano jurisdiccional de etapa posterior, en tanto se trate de una
actuación que resulte atingente al rol de aquél, cuya invalidez tenga proyección directa en
su intervención [...]"(57).
Asimismo la responsabilidad sobre el tratamiento tutelar también fue materia de
controversia jurisprudencial, en tanto si el pase de la causa de un JMen. a un TOral Men.
implicaba también la cesión de las facultades tutelares.

29
De este modo: "[I]ncumbe a los Tribunales Orales entender en la tutela de los menores a
partir de la etapa del juicio, por lo que la circunstancia de no disponer para el efectivo
cumplimiento de su actividad jurisdiccional del apoyo de los equipos interdisciplinarios
previstos por el art. 14 de la ley 24.050, no puede resultar decisiva a los efectos de alterar lo
dispuesto por los arts. 28 y 29 de la ley 23.984 [...]"(58).
En cuanto a los conflictos de competencia planteados entre ambos órganos jurisdiccionales,
se reconoció a la CNCasación Penal como tribunal superior común a ambos (59), pero si no se
realizó ningún acto de la etapa de juicio la contienda debía ser resuelta por la CNCrim. y
Correc.(60).
Otro punto interesante de debate jurisprudencial se relacionó con la competencia de los
tribunales de juicio en caso de hallarse personas menores de edad en situación procesal de
rebeldía al momento de realizarse la audiencia de juicio oral y reservada: "[Para resolver]
acerca del conflicto negativo de competencia suscitado entre el Tribunal Oral de Menores
Nro. 3 y el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 24, ambos de la Capital Federal. Que el primero
de los Tribunales nombrados, con fecha 20 de mayo de 2011, declaró su incompetencia en
la causa Nro. 6300 y sus acumuladas jurídicamente 6280 y 6352 de su Registro, seguida
contra A. N. R., J. M. C. y A. D. G. y la remitió a esta Cámara para que desinsacule un
Tribunal Oral de Mayores para que continúe interviniendo. Dijo que habiendo agotado todas
las medidas tendientes a localizar al menor A. N. R., correspondía declararlo rebelde y
ordenar su captura, por lo que, al ser su competencia el juzgamiento de menores de edad,
conforme lo normado en el art. 28 del C.P.P.N., no resulta competente respecto de J. M. C. y
de A. D. G, mayores de edad al momento de comisión de los ilícitos en cuestión. Que
remitidas que le fueron las actuaciones, el T.O.C. Nro. 24, con fecha 6 de junio de 2011, en
la causa Nro. 3012 de su Registro, rechazó la competencia atribuida y devolvió las
actuaciones al Tribunal de procedencia, invitándolo a elevar el expediente al Superior en
caso de no compartir el criterio sustentado. Que vueltas las actuaciones, el T.O.M., con fecha
13 de junio de 2011, trabó la respectiva contienda y elevó las actuaciones a ésta Cámara a
fin de que la resuelva y determine el Tribunal competente. Que atento que la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, en la causa 'Lamas, Pablo Fernando s/homicidio agravado", con
fecha 8 de abril de 2008, dijo que deber ser un Tribunal distinto el que juzgue a quien se
encontraba rebelde al momento de dictar sentencia condenatoria respecto de sus
coimputados, a los efectos de garantizar la imparcialidad de los jueces, el escándalo jurídico
del dictado de resoluciones contradictorias que se pretendía evitar a quedado relegado por la
garantía constitucional que se busca afianzar [...] Sentado ello, no pudiendo el Tribunal Oral
de Menores Nro. 3 de la Capital Federal juzgar a J. M. C. y a A. D. G. y, posteriormente, en
caso de hallazgo al menor A. N. R., y siendo los dos primeros mayores de edad al momento
de comisión de los ilícitos investigados, no corresponde que sea la justicia especial quien
continúe interviniendo en el proceso. Por ello, el Tribunal Resuelve: Declarar que corresponde
al Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 24 de la Capital Federal la prosecución del trámite en
estas actuaciones [...]"(61).
Puede agregarse otro matiz común con este presente de cita, en relación a la actuación de
los JMen. y el transcurso de la investigación penal: "[S]e extrae de las constancias del legajo
que el día 19 de diciembre de 2001, cuando (...) detuvo la marcha de su rodado en la
intersección de las avenidas Luis María Campos y Santa Fe y mientras aguardaba que el
semáforo la habilitara al cruce, fue desapoderada de diversos bienes por tres personas que
fueron identificadas como (...), (...) y (...), estas últimas menores de edad. La señora juez
declinante entendió que la pesquisa debía continuar en el Juzgado de Instrucción
contendiente, en virtud de que las imputadas (...) aún no se encuentran a derecho, por lo
que no corresponde que el fuero especializado continúe la tramitación respecto de una
persona mayor de dieciocho años de edad. Por su lado, el magistrado de instrucción rechazó
la competencia atribuida, en la inteligencia de que la imputación respecto de las menores se
encuentra vigente. Al respecto, el Tribunal comparte los argumentos desarrollados por el
señor Fiscal General (...) en torno a que deberá ser la justicia de menores la que continúe
con la investigación, pues se encuentra vigente el reproche enderezado a (...) y (...), ambas
menores de edad al tiempo del hecho. Ello, de acuerdo con el principio de especialidad
reglado por el art. 29 del Código Procesal Penal y lo establecido en el último párrafo del art.
24 de la ley 24.050 que —reformado por el art. 1º de la ley 24.170— reza: 'En el supuesto
[de]que en un mismo hecho resultaren imputados mayores y menores, conocerán en la causa

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los tribunales designados por la presente ley para el juzgamiento de menores'. (...), esta Sala
del Tribunal Resuelve: Declarar que en las presentes actuaciones deberá continuar
interviniendo el Juzgado Nacional de Menores [...]"(62)

CAPÍTULO 3 - EL MINISTERIO PÚBLICO


En Argentina el Ministerio Público es una institución definida y reglada por la CN en su art.
120 incorporado por la reforma constitucional del año 1994 y por la ley 24.946(1).
El Ministerio Público, tanto el Fiscal como el de la Defensa, interviene en los procesos penales
en los que se encuentran involucradas personas menores de edad como consecuencia de lo
dispuesto por la ley que regula a este órgano(2).
Se trata de un órgano bicéfalo constituido por el Ministerio Público Fiscal y por el Ministerio
Público de la Defensa. El primero coordina la acción de los fiscales y el segundo la tarea de
los defensores oficiales y asesores de menores.

El Ministerio Público, como órgano independiente con autonomía funcional y autarquía


financiera, tiene por función esencial promover la actuación de la justicia en defensa de la
legalidad y los intereses generales de la sociedad (CN, art. 120 y ley 24.946,art. 1º)(3).

1. EL MINISTERIO PÚBLICO FISCAL

El Ministerio Público Fiscal está dirigido por el Procurador General de la Nación, quien actúa
con una doble función. Por un lado, es el fiscal ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación y se desempeña como tal en los asuntos judiciales en los que tiene intervención este
tribunal, al dictaminar en las causas judiciales que a tal efecto le son remitidas.
Por otro lado es el jefe máximo de todos los fiscales federales y los nacionales con sede en la
Capital Federal y, entre otras potestades y deberes, coordina su accionar al establecer las
pautas de la política criminal del Estado.
El Ministerio Público Fiscal está integrado por(4):
• El Procurador General de la Nación.
• Los Procuradores Fiscales ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Fiscal
Nacional de Investigaciones Administrativas.
• Los Fiscales Generales ante los tribunales colegiados, de casación, de segunda
instancia, de instancia única, los de la Procuración General de la Nación y los de
Investigaciones Administrativas.
• Los Fiscales Generales Adjuntos ante los tribunales y de los organismos enunciados.
• Los Fiscales ante los jueces de primera instancia.

31
• Los Fiscales de la Procuración General de la Nación y los Fiscales de Investigaciones
Administrativas.
• Los Fiscales Auxiliares de las fiscalías de primera instancia y de la Procuración General
de la Nación.
En correspondencia con cada uno de los integrantes mencionados existen atribuciones y
deberes especificados por la ley de Ministerio Público(5).
En el proceso penal juvenil de la justicia nacional con sede en la Capital Federal el Ministerio
Público Fiscal cuenta con siete fiscalías que actúan ante los JMen., cada una de las cuales
a su vez cuenta con un secretario(6), que interviene en las audiencias procesales celebradas
ante esos órganos jurisdiccionales.
Estas fiscalías, al igual que los Juzgados Nacionales de Menores, poseen una competencia
criminal —con relación a la instrucción penal— y otra competencia correccional en lo que
atañe a la investigación y juzgamiento de los delitos.
Las Fiscalías Nacionales de Menores están ubicadas en (7):
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 1 de Menores: Tucumán 966, piso 12, Ciudad de
Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 2 de Menores: Tucumán 966, piso 11, Ciudad de
Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 3 de Menores: Av. Corrientes 1386, piso 5º, Ciudad
de Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 4 de Menores: Tucumán 1393, piso 1º, Ciudad de
Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 5 de Menores: Tucumán 1393, piso 1º, Ciudad de
Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 6 de Menores: Tucumán 966, piso 11, Ciudad de
Buenos Aires.
— Fiscalía de Primera Instancia Nº 7 de Menores: Tucumán 966, piso 11, Ciudad de
Buenos Aires.
Vale apuntar que estas fiscalías actúan en la investigación criminal de los delitos atribuidos
a personas menores de edad, además de la esfera tutelar. Justamente esa primera arista de
su actuación en el proceso penal juvenil se ha entendido como propia de cualquier otro fiscal
con competencia penal.
En tal sentido se adoptó una decisión respecto del reemplazo de un magistrado a cargo de
una fiscalía especializada por un fiscal penal del fuero de instrucción de adultos de la Capital
Federal(8).
En la etapa de juicio existen tres fiscalías que actúan ante los Tribunales Orales de Menores,
y cada una de ellas cuenta con un secretario de actuación (9).
Estas Fiscalías están ubicadas en(10):
— Fiscalía General Nº 1 ante los Tribunales Orales de Menores: Comodoro Py 2002, piso
8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 2 ante los Tribunales Orales de Menores: Comodoro Py 2002, piso
8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 3 ante los Tribunales Orales de Menores: Comodoro Py 2002, piso
8º, Ciudad de Buenos Aires.
La Res. PGN 79/12 dispuso: "Que actualmente la superintendencia de los fiscales de la
jurisdicción especializada en menores de edad, es ejercida por los Fiscales Generales que
actúan ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional; ello, en
principio, podría no responder a los parámetros internacionales de tratamiento diferenciado
32
de los menores de edad respecto de las personas adultas. Que, por consiguiente,
persiguiendo asegurar la debida especialización de los actores procesales, aparece adecuado
poner en cabeza de los Fiscales Generales que actúan ante los Tribunales Orales de Menores
el ejercicio de la superintendencia del fuero. Que, del mismo modo, a los efectos de asegurar
la eficacia, coherencia y unidad de la actuación del Ministerio Público Fiscal en miras al
fortalecimiento del sistema acusatorio, conforme lo expuesto en la Resolución PGN 26/2012,
resulta conveniente invitar a los Fiscales Generales ante los Tribunales Orales de Menores a
elaborar una propuesta que permita determinar la futura intervención de los fiscales de juicio
en las causas, desde el inicio de la acción penal, a fin de que, a requerimiento del fiscal de
menores, se articule y coordine eficazmente la intervención de este Ministerio Público Fiscal
a lo largo de todo el proceso penal. Que, por otra parte, en virtud del necesario
acompañamiento que el Ministerio Público Fiscal debe brindar a la actividad jurisdiccional
dentro de sus funciones específicas, corresponde designar a los Secretarios de Cámara de
las Fiscalías ante los Tribunales Orales de Menores como fiscales ad-hoc para que puedan
asistir a las audiencias y comparecer a juicio (...) I. DISPONER que la superintendencia de
las Fiscalías Nacionales de Menores de la Capital Federal sea ejercida por los señores Fiscales
Generales que actúan ante los Tribunales Orales de Menores, en la forma, distribución y
periodicidad que estos magistrados establezcan. II. DISPONER que los Fiscales Generales
que actúan ante los Tribunales Orales de Menores establezcan un sistema que permita
determinar la futura intervención de los fiscales de juicio en las causas, desde el inicio de la
acción penal a fin de que, a requerimiento de los fiscales de menores, se logre articular la
labor de instrucción con la de debate para lograr una persecución penal más eficaz".
Finalmente en el caso que la causa iniciada en un JMen. prosiga su trámite ante la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, la Cámara
Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal o la Cámara Federal
de Casación Penal, los fiscales que dictaminan son los fiscales generales que intervienen
también en las otras causas con adultos imputados.
Es decir que en esas instancias no se verifica el principio de especialidad en la organización
de la justicia que resuelve los procesos con imputados menores de edad (11).
También existe un instrumento internacional del soft law de contenido muy práctico para el
desempeño de los fiscales, las Directrices sobre la Función de los Fiscales (12), que brinda
ciertas pautas de actuación en el proceso penal juvenil: "En los países donde los fiscales
están investidos de facultades discrecionales para pronunciarse sobre el enjuiciamiento de
un menor, deberá tenerse especialmente en cuenta el carácter y la gravedad del delito, la
protección de la sociedad y la personalidad y los antecedentes del menor. Cuando se
pronuncien, los fiscales tendrán especialmente en cuenta las posibles alternativas del
enjuiciamiento de conformidad con las leyes y procedimientos pertinentes en materia de
justicia de menores. Los fiscales harán todo lo posible por emprender acciones contra
menores únicamente en los casos que sea estrictamente necesario."(13)
El MPF también cuenta con fiscalías ante la CNCrim. y Correc., es decir el tribunal de Alzada
de los JMen.(14):
— Fiscalía General Nº 1 ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal: Paraguay 1536, piso 8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 2 ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal: Viamonte 1145, piso 1º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 3 ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal: Viamonte 1155, entrepiso 2º, Ciudad de Buenos
Aires.
También se prevé la actuación de magistrados del Ministerio Público Fiscal que actúan ante
la CFCasación Penal:
— Fiscalía General Nº 1 ante la Cámara Federal de Casación Penal: Comodoro Py 2002,
piso 5º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 2 ante la Cámara Federal de Casación Penal: Comodoro Py 2002,
piso 5º, Ciudad de Buenos Aires.

33
— Fiscalía General Nº 3 ante la Cámara Federal de Casación Penal: Comodoro Py 2002,
piso 5º, Ciudad de Buenos Aires.
— Fiscalía General Nº 4 ante la Cámara Federal de Casación Penal: Comodoro Py 2002,
piso 5º, Ciudad de Buenos Aires.
Respecto de la actuación del Ministerio Público ante la Cámara Nacional de Casación en lo
Criminal y Correccional de la Capital Federal, los Fiscales, los Fiscales Generales y los
Fiscales Generales adjuntos ante los Tribunales Orales en lo Criminal, los Tribunales Orales
de Menores, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal, los Juzgados Nacionales en lo Correccional y de Ejecución Penal, los Defensores
Públicos Oficiales y los Defensores Públicos de Menores e Incapaces desempeñarán ante esa
Cámara de Casación las funciones que les asigna la ley 24.946(15).
En último lugar, si la causa llegara a la instancia de la CS, quien en definitiva dictaminará
sobre la cuestión será el Procurador General de la Nación o los Procuradores Fiscales ante
ese órgano (dos Procurados Fiscales con competencia en derecho penal, un Procurador Fiscal
con competencia en derecho público no penal y un Procurador Fiscal con competencia en
derecho privado).
— Mesa de Entradas Judicial ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación: Guido
1577, PB, Ciudad de Buenos Aires.
— Procuradora General de la Nación: Guido 1577, piso 1º, Ciudad de Buenos Aires.

2. EL MINISTERIO PÚBLICO DE LA DEFENSA

El Ministerio Público de la Defensa es el órgano encargado de asegurar la efectiva asistencia


y defensa judicial de los derechos de los ciudadanos, y tiene entre sus principales funciones:
— Proveer la asistencia de un abogado para asegurar el acceso a la justicia de las
personas.
— Otorgar asesoramiento y ejercer la defensa de la persona y los derechos de los
justiciables (incluye la representación promiscua de menores e incapaces)(16).
— Ejercer la tutela pública de los menores de edad sin representación legal y la curatela
pública de los incapaces e inhabilitados.
— Diseñar y ejecutar políticas para facilitar el acceso a la justicia de los grupos
especialmente vulnerables.
El Ministerio Público de la Defensa se encuentra encabezado por el Defensor General de la
Nación(17).
Los órganos de este Ministerio Público en las cuestiones relacionadas al proceso penal juvenil
son:
• El Defensor General de la Nación.
• Los Defensores Oficiales ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
• Los Defensores Públicos de Menores e Incapaces.
• Los Defensores Públicos Oficiales.
Las Defensorías Públicas de Menores e Incapaces comprenden cuatro defensorías que se
denominaban "Asesorías de Menores" antes de la sanción de la ley 24.946 de Ministerio
Público(18)

34
Estas Defensorías se encargan de dictaminar sobre la personalidad del imputado menor de
edad, su situación personal y contexto familiar; es decir, sobre todos aquellos aspectos que
conllevan a que la persona acusada de la comisión de un delito se encuentre tutelada por un
órgano jurisdiccional(19).
Es importante enfatizar en que estas defensorías actúan ante los JMen. y TOral Men. con
relación a las personas menores de edad involucradas en las causas penales que por turno
judicial les sean asignados (con la excepción de los imputados menores de 16 años de edad).
Los Defensores Públicos de Menores e Incapaces son parte necesaria y deben emitir su
opinión previo a recomendar o sugerir la adopción de cualquier medida de tipo tutelar por
parte del JMen. o TOralMen. o el levantamiento, morigeración o cese de esa medida.

Como consecuencia de lo dispuesto por las leyes 24.121, 24.946 y 24.477 funcionan cuatro
Defensorías Públicas de Menores e Incapaces ante los órganos judiciales con competencia
penal (nacionales y federales) de la Capital Federal.
Estas Defensorías se encuentran ubicadas en:
— Defensoría Pública de Menores e Incapaces ante los Tribunales Orales en lo Criminal
Nº 1: Comodoro Py 2002, Piso 8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Defensoría Pública de Menores e Incapaces ante los Tribunales Orales en lo Criminal
Nº 2: Comodoro Py 2002 Piso 8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Defensoría Pública de Menores e Incapaces ante los Tribunales Orales en lo Criminal
Nº 3: Comodoro Py 2002 Piso 8º, Ciudad de Buenos Aires.
— Defensoría Pública de Menores e Incapaces ante los Tribunales Orales en lo Criminal
Nº 4: Comodoro Py 2002 Piso 8º, Ciudad de Buenos Aires.
Fue posible relevar en la jurisprudencia en los últimos años una actividad impugnatoria de
contenido también técnico de parte de estos defensores ante la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal y la Cámara Nacional de
Casación Penal por decisiones de los Juzgados Nacionales de Menores y los Tribunales
Orales de Menores.
En tal sentido, "[S]i bien la Sala ha tenido oportunidad de establecer que la representación
de los Defensores Públicos de Menores e Incapaces es, en principio, de carácter tuitivo y no
técnico defensivo, y que es parte necesaria sólo en el expediente tutelar (cfr. causa nº 2723,
'D. N., A. L. s/recurso de casación', reg. nº 3301, rta. el 10 de febrero de 2000), no es menos
cierto que en este particular caso, donde el defensor público oficial ha guardado silencio en
un tema que, como se verá, resulta cuanto menos opinable, entiendo que debe hacerse lugar
a la impugnación articulada por aquella representación soslayándose los óbices formales
antedichos, máxime si la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha impuesto a esta Cámara,

35
con posterioridad al precedente de cita, el agotamiento de sus facultades revisoras (causa C.
1757 XL 'Casal, Matías Eugenio y otros/robo simple en grado de tentativa', rta. el 20 de
septiembre de 2005), y si, además, se trata de un tópico que concierne específicamente a la
función tuitiva, cual es la duración del período de esa asistencia [...]"(20).
Además, "[L]a representante de la Defensoría de Menores aportó al tribunal una copia simple
del último informe producido respecto del joven por la Licenciada en psicología que lo asiste
en el Instituto San Martín, del que surge que ya está interviniendo en su caso el programa
de libertad asistida de la SENNAF desde el día 6 del corriente, toda vez tanto a través de este
programa como de la defensoría de menores a cargo del joven (que lo viene visitando en su
lugar de alojamiento desde el 24 de agosto), se podrá lograr un correcto seguimiento de los
tratamientos ambulatorios que correspondan y la escolaridad que habría perdido por la
internación dispuesta en autos [...] Hacer lugar al egreso del menor R. M. C., bajo la guarda
de la madre, con la intervención del programa de libertad asistida de la SENNAF, más el
seguimiento que realice del caso la defensoría de menores [...]"(21).
La defensa técnica oficial de las personas menores de edad imputados en un proceso penal
está a cargo de las Defensorías Públicas Oficiales.
Estos defensores ejercen la defensa técnica y la representación en juicio de las personas
menores de edad(22)en las causas que se tramitan ante los Juzgados Nacionales de Menores.
También intervienen en las causas elevadas en grado de apelación por dichos juzgados a la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal.
En la etapa de juicio la función principal de las defensorías que actúan ante los TOral Men.
consiste en asistir a quienes requieran su actuación en esta instancia. Su labor no se
circunscribe al momento del debate sino que también se encuentra a cargo de todas las
diligencias previas a la fijación de audiencia, como el ofrecimiento de prueba, la solicitud de
instrucción suplementaria, etc.
Las Defensorías Públicas Oficiales se encuentran ubicadas en:
— Defensoría Pública Oficial ante los Juzgados Nacionales de Menores y la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal: Cerrito 536,
Piso 12, Ciudad de Buenos Aires(23).
— Defensoría Pública Oficial ante los Juzgados Nacionales en lo Criminal de Instrucción
y ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal nº 3: Cerrito 536, piso 10º, Ciudad de Buenos Aires.
— Defensoría Pública Oficial ante los Juzgados Nacionales en lo Criminal de Instrucción
y ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal nº 12: Cerrito 536, piso 5º, Ciudad de Buenos Aires (24).
— Defensoría Pública Oficial ante los Tribunales Orales de Menores: Comodoro Py 2002,
Piso 7º, Ciudad de Buenos Aires(25).
— Defensoría Pública Oficial Adjunta ante los Tribunales Orales de Menores Nº 1:
Comodoro Py 2002, Piso 9º, Ciudad de Buenos Aires.
— Defensoría Pública Oficial Adjunta ante los Tribunales Orales de Menores Nº 2:
Comodoro Py 2002, Piso 9º, Ciudad de Buenos Aires(26).
Además se ha constituido un Grupo de Actuación con funcionarios letrados para colaborar
con la labor de la defensa pública ante los Tribunales Orales de Menores.
En el ámbito de la Defensoría General de la Nación también se ha creado una Unidad
Funcional para actuar en representación de las personas menores de 16 años de edad en los
expedientes tutelares que tramiten ante los Juzgados Nacionales de Menores (27).
De esta manera se dispuso que las Defensorías Públicas de Menores e Incapaces actuarán
exclusivamente en representación de las personas menores de edad de 16 a 18 años de
edad(28).
Es importante también recordar los efectos de la Resolución DGN Nº 4404/09 (del
30/10/2009) en cuanto dispuso la distribución de las competencias entre las diversas

36
Defensorías Públicas de Menores e Incapaces de acuerdo a las temáticas involucradas en los
procesos judiciales(29).
Finalmente también debe tenerse en cuenta una incipiente corriente jurisprudencial para la
cual ambos defensores (el Público y el de Menores e Incapaces) deben ser notificados de todos
los actos procesales, al desdibujarse el clásico deslinde entre el proceso penal y las
actuaciones tutelares que en general sólo concluían en el debate del art. 4º de la ley
22.278 para decidir respecto de la necesidad de imposición de una pena y en su caso el
monto.
En esta inteligencia, "[Q]ue a través del planteo incoado por la defensa de M. d. V. R., se
solicita la declaración de nulidad del procedimiento de instrucción seguido contra su
defendida en razón de que a) no se dio intervención al Ministerio de Menores conforme lo
normado en el artículo 59 del Código Civil; b) no se aplicó respecto de la misma la ley 22.278;
c) no se dio prevalencia al interés superior del niño, violándose lo dispuesto por
la Convención de los Derechos del Niño. [La Ley 22.278] prevé un tratamiento tutelar, que
implica una serie de medidas socioeducativas que deben cumplirse conforme el artículo
40 de la Convención de los Derechos del Niño y que tienen como fin evitar la pena la pena
de prisión, entre otros fines. [...] Es decir, y en este razonamiento, si bien la ley
22.278 adolece de numerosas falencias se debe aplicar la normativa que refiere a la
asistencia del defensor de menores en el proceso. Esto se deriva justamente de interpretar
que los niños tienen todos los derechos, en el proceso penal que tienen los adultos y
un plus debido a su niñez. Este plus está integrado entre otras cosas por la necesidad de la
participación del defensor de menores además de la defensa técnica que debe tener cualquier
adulto. Esta asistencia adicional es un deber que deben garantizar los Estados y tiene como
función velar por el interés del niño/a en sentido amplio y puede ejercer una representación
simultánea y conjunta con la defensa técnica que se aboca a los aspectos del fondo del
proceso [...] La existencia de la figura del asesor de menores conforme la ley 22.278 no puede
ser interpretada en desmedro de los niños/as. Entonces, considerar que la defensa técnica
particular suple las falencias normativas existentes y que el defensor de menores no es
necesario porque responde a un formato adscripto a la protección irregular implica hacer
una interpretación que no se condice con el principio pro homine o pro persona y el interés
superior del niño/a. Este razonamiento llevaría a situar al niño/a en el mismo lugar que un
adulto, que es justamente lo que el Bloque de Constitucionalidad Federal rechaza. [...] En
consecuencia debe interpretarse que el defensor de menores, hasta tanto no se modifique
la ley 22.278, es indispensable en un proceso penal donde está imputado un menor, dándole
a esta figura el alcance establecido por la Convención de los Derechos del Niño y la ley
26.061. De las constancias de autos surge que M. d. V. R. al momento en que prestó
declaración indagatoria el día 27 de noviembre de 2012 tenía 17 años y sólo fue asistida por
el asesoramiento de la defensa técnica particular, sin que se haya convocado al defensor de
menores. Posteriormente se dictó el auto de procesamiento donde se dispone la prisión
preventiva de R.. La misma fue alojada en el Centro de recepción y clasificación de menores
'Santa María Goretti', y finalmente se le concedió el beneficio del arresto domiciliario en fecha
28 de diciembre de 2012, sin que se haya dispuesto ningún tratamiento tutelar. Es decir, se
recurrió a la última opción, sin probar alternativa alguna, a la que debe recurrirse en un
proceso donde están imputados/as niños/as: la prisión preventiva. Es necesario destacar,
porque justamente refuerza la exigencia de la intervención del Defensor de Menores, que
cuando R. ingresa al Instituto Goretti le practican a R. una serie de análisis de los que se
deriva la existencia de cocaína en sangre, lo que hubiese requerido en forma urgente una
asistencia especial de la menor de la que podría haberse ocupado y solicitado medios
adecuados para proteger los intereses de la niña, el Defensor de Menores. Adviértase
también, que al momento de su detención R. tenía una hija de 4 meses a la que estaba
amamantando, con lo que, no sólo se afectó el interés superior de R. sino también el de su
hija. [...] Este tribunal considera que asiste razón al Sr. Defensor Oficial y que el
procedimiento seguido en la instrucción respecto de M. d. V. R. violó el debido proceso legal,
la Convención de los Derechos del Niño, y la ley 22.278. Por todo lo expuesto corresponde
declarar la nulidad absoluta del proceso seguido en contra de M. d. V. R., disponiéndose en
consecuencia el sobreseimiento de la misma en la presente causa y su inmediata libertad.
Ello así, atento a que la nulidad aquí declarada hace imposible la prosecución y la reedición
de la acción en contra de R., debiendo en consecuencia declarar su sobreseimiento [...]"(30).

37
En otra postura que también matiza esta división tradicional de funciones entre ambos
magistrados de la Defensoría General de la Nación se resolvió que: "[S]in perjuicio de
mantener incólume el criterio que venimos sosteniendo en reiteradas oportunidades (in re
36.094 'L.' rta. 15/5/09, 36.109 'D. M.' rta. 18/05/2009 y 36.065 'O.' rta. 14/5/09) en
cuanto a que la ley 26.061 autoriza, teniendo en cuenta las características especiales de cada
caso, a mantener la internación de un menor siempre y cuando dicha medida tenga como
finalidad preservar y restituir los derechos del niño y el fortalecimiento de sus vínculos
familiares, corresponde destacar que la situación traída a nuestro conocimiento, difiere
sustancialmente de lo allí resuelto. En efecto, con fecha 23 de agosto se dispuso
provisionalmente del menor R. M. C., que lleva hasta la fecha 37 días internado en el Centro
de Régimen Cerrado 'General San Martín'. La defensora de Menores solicitó por su parte, con
fecha 27 de agosto, el egreso del menor bajo la guarda de la madre con seguimiento de la
Asistente Tutelar e intervención del Programa de Libertad Asistida de la SENNAF. Según el
informe integral del Instituto San Martín: sugiere consolidar el proceso de egreso con su
progenitora con el programa de libertad asistida (DINAI), que retome los estudios a través del
Programa Lazos Escolares, realice un tratamiento psicológico en la obra social de su padre y
retome actividades culturales y sociales en el Club Nueva Estrella, luego de recuperarse de
la lesión. Por su parte, el informe del Lic. C., quien efectuó el psicodiagnóstico del menor
destacó que es inmaduro, con marcadas dificultades en el control de los impulsos y
emergencia de rasgos psicopáticos por lo que debe realizar tratamiento en forma ambulatoria
de efectivo cumplimiento. En otro sentido, se cuenta en autos con reiteradas presentaciones
de los progenitores, interesados en la situación de su hijo, manifestando la madre estar en
condiciones para brindarle la contención necesaria lo cual se traduce en la actitud asumida
frente a los distintos compromisos en relación a su hijo (vgr. lo visita en el instituto, concurre
a las entrevistas con los profesionales, y a los estrados del Tribunal, etc.) Ahora bien, todas
estas circunstancias debidamente valoradas, nos llevan a concluir que la situación del menor
C., no se asemeja a la situación de riesgo que permitiría mantener la medida cautelar
dispuesta, toda vez que cuenta con un núcleo familiar que, si bien tiene problemáticas a
abordar —las que se encuentran siendo tratadas como grupo familiar—, se encuentra en
condiciones de amparar al menor, y desde ese aspecto se considera que están dadas las
condiciones para su egreso y reinserción familiar, bajo la guarda de la madre y el debido
tratamiento ambulatorio que han recomendado los profesionales intervinientes [...] En mérito
de lo expuesto, el tribunal Resuelve [...] Hacer lugar al egreso del menor R. M. C., bajo la
guarda de la madre, con la intervención del programa de libertad asistida de la SENNAF,
más el seguimiento que realice del caso la defensoría de menores [...]"(31).

CAPÍTULO 4 - EL MARCO NORMATIVO INTERNACIONAL


Las personas menores de edad integran un grupo que justificó el mayor interés de la
comunidad internacional. El primer instrumento internacional que se refiere a ellos es la
Declaración de los Derechos del Niño de 1924, adoptada por la Unión Internacional para la
Protección de la Infancia. En este documento se reconoció que la humanidad debe dar al
niño lo mejor de sí misma, como un deber que se halla por encima de toda consideración de
raza, nacionalidad o creencia(1).
Durante el siglo XX se produjeron al menos 80 instrumentos internacionales aplicables, en
diversa medida, a los niños(2). Entre ellos, y a los efectos de este trabajo, la Declaración de
los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1959;
las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores
(Reglas de Beijing) en 1985; la Convención sobre los Derechos del Niño(3)(1989); las Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas No Privativas de la Libertad (Reglas de
Tokio) en 1990 y las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia
Juvenil (Directrices de Riad) en 1990.
Dentro del sistema interamericano de protección de los derechos humanos, es preciso
considerar al principio 8º de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre
(1948) y al art. 19 de la Convención Americana de Derechos Humanos(4); así como los arts.

38
13, 15 y 16 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (conocido como "Protocolo de San
Salvador")(5).
El trato diferenciado resulta una expresión de la protección especial que la comunidad
internacional acordó otorgar a la infancia(6), status plasmado en los diversos instrumentos
de derechos humanos —universales y regionales— por igual.
El primer instrumento internacional que incursionó en torno a los derechos que de manera
específica se reconocen a los niños en conflicto con la ley penal fue el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. Su prohibición principal es la condena a muerte a las personas
menores de 18 años de edad(7).

Además les exige a los Estados Partes que, al enjuiciar a los imputados menores de edad,
tengan en cuenta su edad y estimulen su rehabilitación social (8). El conjunto de estas
obligaciones fue un contundente bosquejo concreto de las implicancias de reconocerles a los
niños un tratamiento jurídico diferenciado del correspondiente a los adultos.
La Convención Americana de Derechos Humanos a su turno reguló el funcionamiento de los
tribunales especializados.

En consecuencia la ratificación de estos instrumentos internacionales (en particular la CDN


por su impacto en los discursos y prácticas jurídicas)(9)y su posterior incorporación al texto
constitucional implicó por parte del Estado argentino la reformulación de los mecanismos de
protección especial para las personas menores de edad —entre ellos la justicia juvenil—.
1. LA CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO
El art. 75, inciso 22, párrafo 2º de la CN establece la jerarquía constitucional de ciertos
instrumentos internacionales sobre derechos humanos, entre ellos la CDN, ratificada por
Argentina mediante la ley 23.849(10), que es un hito más en el reconocimiento por parte de
la comunidad internacional de la protección especial debida a la infancia (11).
La CDN es complementada por tres Protocolos Facultativos (el Protocolo Facultativo sobre la
participación de los niños en los conflictos armados(12), el Protocolo Facultativo sobre la venta
de niños, la prostitución infantil y la utilización de los niños en la pornografía (13), y el
Protocolo Optativo de peticiones individuales).

39
En consecuencia, [e]l marco jurídico de protección de los derechos humanos de los niños no
se limita a la disposición del artículo 19 (cuyo contenido califica e influye sobre todos los
derechos de la Convención Americana en tanto incrementa las obligaciones estatales al
respecto por tratarse de niños), sino que incluyen, a los fines de su interpretación, las
disposiciones comprendidas en las declaraciones sobre los Derechos del Niño de 1924 y
1959, la propia Convención sobre los Derechos del Niño y sus dos Protocolos Facultativos (el
Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de
niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía y el Protocolo
facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños
en los conflictos armados) [...]"(14).
El Protocolo Facultativo sobre la participación de los niños en los conflictos armados
"[e]stablece los 18 años como edad mínima para el reclutamiento obligatorio y exhorta a los
Estados que hagan todo lo posible para evitar que personas menores de esa edad participen
de manera directa en 'hostilidades'. El restante Protocolo adicional a la CDN "focaliza la
atención en la criminalización de estas violaciones a los derechos de la infancia y hace
hincapié en la importancia de fomentar una mayor concientización pública y cooperación
internacional en las actividades necesarias para combatirlas"(15).
En el año 2011 se adoptó un Protocolo Opcional destinado a crear un mecanismo de
comunicaciones de las diferentes violaciones a los derechos de los niños tanto de particulares
como de otros Estados —disponible a partir del año 2012, cuya entrada en vigor fue prevista
a partir de la décima ratificación y sólo los Estados que lo ratifiquen estarán sujetos a este
contralor—(16).
Mediante la ley 27.005 Argentina ratificó el tercer Protocolo Facultativo de la Convención
sobre los Derechos del Niño(17)que crea un mecanismo de peticiones directas ante el Comité
de Derechos del Niño(18).
Dos son los artículos de la CDN que consolidaron las bases de la justicia penal juvenil. El
primero de ellos es el art. 37 que, junto con la regla 11.b de las Reglas para la Protección de
los Menores Privados de Libertad, regula la privación de la libertad en sentido material:
"Los Estados parte velarán porque:
a) Ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes. No se impondrá la pena capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad de
excarcelación por delitos cometidos por menores de dieciocho años de edad.
40
b) Ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La detención, el
encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se
utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que
proceda.
c) Todo niño privado de libertad será tratado con la humanidad y el respeto que merece
la dignidad inherente a la persona humana, y de manera que se tenga en cuenta las
necesidades de las personas de su edad. En particular, todo niño privado de su libertad
estará separado de los adultos, a menos que ello se considere contrario al interés superior
del niño, y tendrá derecho a mantener contacto con su familia por medio de
correspondencia y de visitas, salvo en circunstancias excepcionales.
d) Todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso a la asistencia
jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a impugnar la legalidad de la
privación de su libertad ante un tribunal u otra autoridad competente, independiente e
imparcial y una pronta decisión sobre dicha acción".
Un elemento a tener en cuenta en este entramado normativo es el artículo convencional que
regula el principio del interés superior del niño (CDN, art. 3º).
Se indicó que "[e]ste artículo de la CDN es el más citado por toda la jurisprudencia argentina.
Sin embargo no hay un solo fallo —de los cientos que se basan en esa norma para resolver—
que lo analice o desarrolle siquiera mínimamente. Se lo emplea por lo general para motivar
las sentencias; pero al tratarse de una norma demasiado vaga, no es posible considerar que
un fallo que solo se base sobre este artículo lo logre. En estos fallos se advierte que el juez
adopta una solución sobre la base de su valoración del caso y para justificarla sostiene que
esa decisión se fundamenta en el artículo 3 [...]"(19).
El segundo artículo de la CDN de relevancia a los efectos del sistema penal juvenil es el art.
40, que estableció los límites que el Estado deberá imponerse cuando una persona menor de
18 años de edad sea imputada de un delito o se declare su responsabilidad por ese hecho.
De esta manera:
"1. Los Estados Partes reconocen el derecho de todo niño de quien se alegue que ha
infringido las leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de haber infringido esas
leyes a ser tratado de manera acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el
valor, que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades
fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la
importancia de promover la reintegración del niño y de que éste asuma una función
constructiva en la sociedad.
2. Con este fin, y habida cuenta de las disposiciones pertinentes de los instrumentos
internacionales, los Estados Partes garantizarán, en particular:
a) Que no se alegue que ningún niño ha infringido las leyes penales, ni se acuse o declare
culpable a ningún niño de haber infringido esas leyes, por actos u omisiones que no
estaban prohibidos por las leyes nacionales o internacionales en el momento en que se
cometieron;
b) Que a todo niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se
acuse de haber infringido esas leyes se le garantice, por lo menos, lo siguiente:
i) Que se lo presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley;
ii) Que será informado sin demora y directamente o, cuando sea procedente, por
intermedio de sus padres o sus representantes legales, de los cargos que pesan contra él
y que dispondrá de asistencia jurídica u otra asistencia apropiada en la preparación y
presentación de su defensa;
iii) Que la causa será dirimida sin demora por una autoridad u órgano judicial
competente, independiente e imparcial en una audiencia equitativa conforme a la ley, en
presencia de un asesor jurídico u otro tipo de asesor adecuado y, a menos que se
considerare que ello fuere contrario al interés superior del niño, teniendo en cuenta en
particular su edad o situación y a sus padres o representantes legales;

41
iv) Que no será obligado a prestar testimonio o a declararse culpable, que podrá
interrogar o hacer que se interrogue a testigos de cargo y obtener la participación y el
interrogatorio de testigos de descargo en condiciones de igualdad;
v) Si se considerare que ha infringido, en efecto, las leyes penales, que esta decisión y
toda medida impuesta a consecuencia de ella, serán sometidas a una autoridad u órgano
judicial superior competente, independiente e imparcial, conforme a la ley;
vi) Que el niño contará con la asistencia gratuita de un intérprete si no comprende o no
habla el idioma utilizado;
vii) Que se respetará plenamente su vida privada en todas las fases del procedimiento.
3. Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el
establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los
niños de quienes se alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o
declare culpables de haber infringido esas leyes, y en particular:
a) El establecimiento de una edad mínima antes de la cual se presumirá que los niños
no tienen capacidad para infringir las leyes penales;
b) Siempre que sea apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños
sin recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respetarán
plenamente los derechos humanos y las garantías legales.
4. Se dispondrá de diversas medidas, tales como el cuidado, las órdenes de orientación y
supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la colocación en hogares de guarda,
los programas de enseñanza y formación profesional, así como otras posibilidades
alternativas a la internación en instituciones, para asegurar que los niños sean tratados
de manera apropiada para su bienestar y que guarde proporción tanto con sus
circunstancias como con la infracción".
El art. 40 reconoce las garantías procesales de todo niño de quien se alegue, acuse o declare
culpable de haber infringido las leyes penales. De acuerdo con esta norma deberá ser tratado
de manera acorde con el fomento de su sentido de la dignidad, que fortalezca el respeto del
niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales de terceros y la importancia
de promover la reintegración del niño asumiendo una función constructiva en la sociedad.
En particular se reconoce: el establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e
instituciones específicas para los niños en conflicto con la ley penal; el principio de legalidad;
el principio de inocencia; el derecho a ser informado sin demora de los cargos que pesan en
su contra y el derecho a disponer de asistencia para su defensa; el derecho a que su causa
sea dirimida sin demora por una autoridad u órgano judicial competente, independiente e
imparcial; el derecho a no declarar contra sí mismo; el derecho a interrogar testigos de cargo
y de descargo; el derecho a una segunda instancia de revisión de la sentencia condenatoria;
el derecho a ser asistido por un intérprete en caso de no comprender el idioma; y el derecho
a la intimidad en todas las fases del procedimiento (20).
El mismo artículo dispone el deber de adoptar medidas alternativas a la internación para
asegurar que los niños sean tratados de manera apropiada para su bienestar, y que este
trato guarde proporción tanto con las circunstancias de la persona involucrada como con la
infracción que se le imputa ("principio de desjudicialización")(21).
Los estándares mínimos vigentes para la justicia juvenil agregan un matiz de mayor garantía
a los vigentes para todas las personas en la justicia penal general e incluyen la obligación de
adoptar medidas de solución de los conflictos jurídico-penales alternativas a la justicia (22).
La CDN establece que "siempre que sea apropiado y deseable [deberá establecerse] la
adopción de medidas para tratar a esos niños sin recurrir a procedimientos judiciales, en el
entendimiento de que se respetarán plenamente los derechos humanos y las garantías
legales"(23), medidas que deberán estar dirigidas a "asegurar que los niños sean tratados de
manera apropiada para su bienestar" y guardar "proporción tanto con sus circunstancias
como con la infracción(24).
Se apunta que dentro del complejo corpus juris de protección de derechos de la infancia
también se encuentran otros instrumentos no convencionales que también establecen la

42
prevalencia y centralidad de las soluciones alternativas a la judicialización de los asuntos
penales que involucren a personas menores de dieciocho años de edad como imputados (25).
La CS afirmó que las cuestiones jurídicas que involucran a la infancia deben ser analizadas
con base en la CDN, en sintonía con una concepción que considera que las normas
internacionales de derechos humanos incorporadas al texto constitucional deben ser
aplicadas de modo directo y tienen jerarquía suprema (26).
Ello implicó que el régimen penal de la minoridad (ley 22.278) debe interpretarse como parte
de una "estructura sistemática" y "en forma progresiva" conciliándose con la C.N., los
tratados internacionales de derechos humanos y la ley 26.061 de protección integral de los
derechos de los niños, niñas y adolescentes(27).
Sobre la base de diversas disposiciones de la CDN, la CS volvió a afirmar que las personas
menores de edad tienen los derechos reconocidos a todas las personas y, además, gozan de
una protección especial por ser sujetos en desarrollo(28).
Y a posteriori la CS avanzó en el camino trazado y señaló que: "Un sistema de justicia de
menores, además de reconocer iguales garantías y derechos que a un adulto, debe
contemplar otros derechos que hacen a su condición de individuo en desarrollo, lo que
establece una situación de igualdad entre las personas, ya que se violaría el principio de
equidad, si se colocara en igualdad de condiciones a un adulto cuya personalidad ya se
encuentra madura y asentada, con la de un joven, cuya personalidad no se encuentra aún
definitivamente consolidada"(29).
Este concepto fue vinculado con la constitución del "aparato psíquico" de las personas en
desarrollo evolutivo. En consecuencia el Estado debe diseñar políticas públicas destinadas a
garantizarles a los niños iguales derechos que a los adultos y a su vez debe instrumentar
medidas de protección especial, que reconocieran en cuenta las características particulares
de la infancia.

En materia penal juvenil este estándar general se traduce en que las personas menores de
edad deben contar con las mismas garantías que los adultos y a su vez, con garantías con
mayor alcance (por ejemplo, una duración más breve de las medidas cautelares y del proceso
penal) y especiales (como puede ser el lenguaje utilizado en las audiencias y la participación
en el proceso de sus padres)(30).
Lo reseñado permite concluir que el derecho internacional de los derechos humanos de la
niñez, en cuanto ha sido receptado por la CN, establece una clara obligación para el Estado
de contar con formas alternativas a la judicialización de los casos penales que involucren a
personas menores de dieciocho años de edad imputados de delitos.
43
Sobre el punto la CS señaló que: "Esta práctica [propuesta ahora como una solución
alternativa] en muchos casos constituye la 'mejor respuesta', y sirve para mitigar los efectos
negativos de la continuación del procedimiento en la administración de justicia de menores.
Para el niño no pasible de sanción, en consecuencia, cobra toda su magnitud el art. 40.4 de
la Convención relativo a las 'diversas medidas' ajenas a los procedimientos judiciales, y a
'otras posibilidades alternativas a la internación en instituciones', que debe prever el
Estado"(31).
2. OTROS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

En ocasiones la comunidad internacional plasma su voluntad en ciertos documentos que,


sin generar por sí solos responsabilidad internacional para el Estado en caso de
incumplimiento, poseen contenido obligatorio en cuanto interpretan tratados o explicitan el
contenido de los derechos protegidos en instrumentos internacionales.
Existen así otros instrumentos no convencionales —denominados reglas mínimas, principios
básicos, directrices, recomendaciones o códigos de conducta— que, sin ser obligatorios,
plasman principios del derecho internacional de los derechos humanos que, bajo ciertas
condiciones o pautas de interpretación, se transforman en derecho consuetudinario y por lo
tanto, en derecho vigente.
En este sentido, "[C]onforme la jurisprudencia del máximo tribunal regional de derechos
humanos, deben considerarse incluidos en el 'amplio corpus juris' de protección jurídica de
la infancia, en lo que se refiere específicamente a la justicia juvenil, las Reglas Mínimas de
las Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores (conocidas como Reglas
de Beijing, de 1985), las Reglas sobre Medidas no Privativas de la Libertad (Reglas de Tokio
de 1990) y las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia
Juvenil (conocidas como Directrices de Riad, de 1990); en lo relacionado con el género, la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y la
Convención de Belém do Pará; y en lo que se refiere específicamente al derecho del niño a la
familia, la Declaración sobre los principios sociales y jurídicos relativos a la protección y el
bienestar de los niños, con particular referencia a la adopción y la colocación en hogares de
guarda y el Convenio de La Haya sobre la protección de los niños y la cooperación en materia
de adopción internacional, además de los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos de alcance general"(32).

44
En las Reglas de Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores —
conocidas como Reglas de Beijing— que integran la CDN al estar incorporadas a su
Preámbulo, se dispone que "teniendo en cuenta de las diversas necesidades especiales de los
menores, así como de la diversidad de medidas disponibles, se facultará un margen
suficiente para el ejercicio de facultades discrecionales en las diferentes etapas de los juicios
y en los distintos niveles de la administración de justicia de menores, incluidos los de
investigación, procesamiento, sentencia y de las medidas complementarias de las
decisiones"(33).
En particular se incluye una institución procesal denominada en estas Reglas "remisión" que
es definida de la siguiente forma: "Se examinará la posibilidad, cuando proceda, de ocuparse
de los menores delincuentes sin recurrir a las autoridades competentes, mencionadas en la
regla 14.1 infra [corte, tribunal, junta, consejo, etc.], para que los juzguen oficialmente";
además, "La policía, el Ministerio Público y otros organismos que se ocupen de los casos de
delincuencia de menores estarán facultados para fallar dichos casos discrecionalmente con
arreglo a los criterios establecidos al efecto, y sin necesidad de visita oficial, en los respectivos
sistemas jurídicos y también en armonía con los principios contenidos en las presentes reglas
[...]"(34).
En igual sentido las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia
Juvenil —conocidas como Directrices de Riad—(35)establecen que "deberá reconocerse la
necesidad y la importancia de aplicar una política progresista de prevención de la
delincuencia, así como de estudiar sistemáticamente y elaborar medidas pertinentes que
eviten criminalizar y penalizar al niño por una conducta que no causa graves perjuicios a su
desarrollo ni perjudica a los demás. La política y las medidas de esa índole deberán incluir:
(...) e) El reconocimiento del hecho de que el comportamiento o la conducta de los jóvenes
que no se ajustan a los valores y normas generales de la sociedad son con frecuencia parte
del proceso de maduración y crecimiento y tienden a desaparecer espontáneamente en la
mayoría de las personas cuando llegan a la edad adulta (...) f) La conciencia de que, según
la opinión predominante de los expertos, calificar a un joven de "extraviado", "delincuente" o
'predelincuente a menudo contribuye a que los jóvenes desarrollen pautas permanentes de
comportamiento indeseable"(36).
A su turno las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de
la Libertad(37)regula entre otras cuestiones, la aplicación de la restricción de la libertad.

Entre las decenas de precedentes judiciales que adoptaron tal definición y por su aporte a la
consolidación definitiva de esta corriente definitivamente consolidada por la CS corresponde
citar el fallo de la CNCasación Penal, Acuerdo Nº 2/2006, Plenario Nº 12, "C. F., M. R.
s/recurso de inaplicabilidad de ley", del 29/06/2006.
Finalmente las Reglas mínimas de las Naciones Unidas sobre las medidas no privativas de
la libertad —conocidas como Reglas de Tokio(38)—, establecen que: "Cuando así proceda y
sea compatible con el ordenamiento jurídico, la policía, la fiscalía u otros organismos que se
ocupen de casos penales deberán estar facultados para retirar los cargos contra el
delincuente si consideran que la protección de la sociedad, la prevención del delito o la
45
promoción del respeto a la ley y los derechos de las víctimas no exigen llevar adelante el caso.
A efectos de decidir si corresponde el retiro de los cargos o la institución de actuaciones, en
cada ordenamiento jurídico se formulará una serie de criterios bien definidos. En casos de
poca importancia el fiscal podrá imponer las medidas adecuadas no privativas de la libertad,
según corresponda"(39).
Si bien no todas las normas integrantes del amplio corpus juris de protección de derechos
humanos de niños mencionadas son en principio vinculantes para el Estado, debe tenerse
en cuenta que, tanto la Corte IDH como la CS consideraron al contenido de estas reglas no
convencionales al interpretar normas convencionales (por ejemplo la CDN) de conformidad
con las prescripciones de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (40).

46
CAPÍTULO 5 - LAS NORMAS NACIONALES PARA INFRACTORES A LA LEY PENAL

1. LA LEY 22.278

La ley 22.278 establece dos categorías de inimputabilidad con relación a las personas
menores de 18 años de edad.
Por un lado es inimputable respecto de todos los delitos la persona que no haya cumplido
16 años de edad al momento del hecho materia de investigación.
Y por el otro también es inimputable la persona que no haya cumplido 18 años de edad,
respecto de los delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que
no excediera de dos años, o que solamente tengan prevista pena de multa o inhabilitación.

La 22.278 establece que "[s]i existiere imputación contra alguno de ellos la autoridad judicial
lo dispondrá provisoriamente, procederá a la comprobación del delito, tomará conocimiento
directo del menor, de sus padres, tutor o guardador y ordenará los informes y peritaciones
conducentes al estudio de su personalidad y de las condiciones familiares y ambientales en
que se encuentre"(1).
La disposición provisoria es resuelta por el juez en el marco del expediente "actuario" (aquel
donde se investiga el objeto procesal, el delito). Esta resolución es comunicada mediante un
oficio a la secretaría tutelar del juzgado interviniente en donde se abrirá el expediente tutelar
a la persona menor de edad acusada por la comisión del delito investigado.
Sobre la relación entre la facultad de disposición tutelar y las garantías aplicables en el
proceso penal juvenil se entendió de larga data que: "[L]a aplicación de las normas generales
a que la ley reenvía, particularizada al desarrollo del proceso minoril, fuerzan al
reconocimiento jurisdiccional de sus distintas fases, aún sin olvido de los fines tutelares
perseguidos. Y obligan al respeto de las esenciales garantías constitucionales que tutelan a
todo individuo sometido a la potestad del Estado, cuales la inviolabilidad de la defensa en
juicio y la necesaria existencia de un proceso previo legalmente cumplido (art. 18 de
la Constitución Nacional). El debido proceso legal se extiende a los menores: ello no puede
ser de otro modo dado el sistema procesal integrado que la ley de forma impone, sin que lo
especial signifique la exclusión de lo general en cuanto no lo contradiga y resulte convergente
[...]"(2).
Es importante tener en cuenta que la disposición tutelar y la "internación" no son sinónimos.
Una persona menor de edad puede estar dispuesta tutelarmente pero no privada de su
libertad ("internada"); en cambio todos los niños que están privados de su libertad han sido
previamente dispuestos tutelarmente.
47
Y sobre el fundamento de la disposición tutelar es interesante la posición expuesta en este
decisorio: "[R]especto a la necesidad de aplicación de pena, he de mencionar que, la facultad
que la ley 22.278 confiere a los jueces para disponer provisionalmente del niño por un tiempo
determinado, no debe entenderse como una prerrogativa absoluta y discrecional en manos
de los magistrados, sino como una medida excepcional que el Estado les otorga como 'último
recurso' para intentar subsanar las deficiencias de un sistema estatal de desprotección del
niño [...]"(3).
2. LA IMPUTABILIDAD A LOS 16 Y 17 AÑOS DE EDAD

Es imputable para la ley penal argentina la persona de 16 y 17 años de edad que cometiera
un delito de acción pública reprimido con pena privativa de la libertad que exceda de los dos
años.
Recuérdese que estas personas no son imputables si el delito atribuido tiene una pena
inferior a esta escala punitiva de dos años, si sólo está reprimido con pena de multa o
inhabilitación, o si se trata de un delito de acción privada (4).

En caso de ser el acusado imputable el JMen. lo dispondrá provisoriamente durante la


tramitación del proceso.

Luego de realizado el proceso penal en contra del acusado imputable de acuerdo al CPPN,
para decidir respecto de la necesitad de la imposición de una pena y en tal caso su monto
deberán verificarse los siguientes requisitos(5):
a) que haya sido declarada su responsabilidad penal;
b) que haya cumplido 18 años de edad; y
c) que haya sido sometido a un tratamiento tutelar no inferior a 1 año, prorrogable en
caso necesario hasta la mayoría de edad (se refiere a la mayoría civil, modificada a los
18 años de edad)(6).

48
Un punto a tener en cuenta es que puede juzgarse en una audiencia de juicio oral y reservada
a una persona acusada de cometer un delito que no haya cumplido 18 años de edad.
La situación que está vedada legalmente es que el tribunal puede deliberar sobre la necesidad
de una pena y en su caso el monto a aplicar antes que la persona declarada penalmente
responsable cumpla 18 años de edad(7).

Una vez cumplidos estos requisitos, el juez podrá aplicarle la sanción correspondiente al
delito por el cual el imputado menor de edad fue declarado penalmente responsable,

49
reducirla en la escala prevista para la tentativa o absolverlo (que de manera más precisa
significa declarar innecesaria la imposición de una pena).
Tanto en el caso del niño inimputable en razón de la edad (art. 1º), como en el caso del
acusado imputable de 16 y 17 años de edad (art. 2º), el juez podrá disponer de ellos en forma
definitiva por auto fundado, si de los estudios realizados resultare que el menor se halla
abandonado, falto de asistencia, en peligro material o moral, o presenta problemas de
conducta, previa audiencia de los padres, tutor o guardador (8).
Vale destacar lo siguiente: lo importante a tener en cuenta un proceso penal a los efectos de
determinar el órgano judicial interviniente, el tipo de proceso penal a desarrollar y las
consecuencias jurídicas de ese delito es la edad de la persona al momento de cometer el
delito.

Existe una excepción normativa en casos de juzgamiento conjunto de imputados mayores y


menores de edad involucrados en un mismo hecho. En tal situación intervendrá un JMen. y
un TOral Men. sobre todos ellos
Sin embargo respecto de la persona adulta se aplicarán las disposiciones comunes a
cualquier otro imputado mayor de edad.
3. EL CÓDIGO PROCESAL PENAL DE LA NACIÓN

El CPPN regula también diferentes aspectos del procedimiento seguido contra imputados
menores de edad.

El rito penal establece como regla general que en las causas seguidas contra personas
menores de 18 años de edad se procederá conforme a las disposiciones comunes del CPPN,
salvo los casos en que se prevea una solución distinta (las audiencias de juicio seguidas a
personas que al momento del hecho juzgado tenían menos de 18 años de edad serán
reservadas, entre otras).

50
Como ya se indicara cuando una persona menor de edad es acusada de la presunta comisión
de un delito en la justicia nacional de menores se abrirán dos expedientes a su respecto (uno
actuario y otro de disposición tutelar)(9).
La investigación y el eventual juzgamiento del hecho delictivo se desarrolla en el expediente
actuario, mientras que en el expediente tutelar se realiza un minucioso estudio sobre la
personalidad del imputado.
El expediente tutelar es el ámbito procesal en el que el JMen. o TOral Men. decide lo relativo
el tratamiento tutelar a seguir, el abordaje terapéutico, el restablecimiento de derechos
vulnerados (identidad, educación, vivienda, salud, etc.) y la articulación con los sistemas
administrativos de protección de derechos de la infancia.

4. EL MARCO NORMATIVO ARGENTINO PARA PERSONAS INIMPUTABLES Y LA EDAD MÍNIMA DE


RESPONSABILIDAD PENAL

51
En los últimos años la jurisprudencia y las prácticas forenses en materia penal juvenil de
manera progresiva y en forma continua reconocieron las garantías constitucionales del
debido proceso a los imputados menores de edad en conflicto con la ley penal(10).
La CDN establece que los Estados deben establecer una edad mínima de imputabilidad, es
decir una edad a partir de la cual las personas menores de 18 años de edad puedan ser
castigadas por la comisión de un delito.
La edad mínima de responsabilidad penal debe ser fijada teniendo en cuenta la política
criminal del Estado e implica una renuncia al castigo penal por debajo de la edad fijada(11).

La Corte Suprema de Justicia reconoció que son aplicables las garantías constitucionales
del debido proceso y el derecho de defensa en los juicios penales iniciados incluso respecto
de imputados menores de 16 años de edad, conforme a la legislación vigente (12).

El límite en la aplicación de las normas sustanciales y procesales para las personas que se
encuentran por debajo de la edad de inimputabilidad fijada en el país (16 años) se extiende
aún luego que la persona acusada de cometer un delito haya alcanzado dicha edad.
Es decir que si la persona resulta acusada de cometer un delito con quince años de edad, se
inicia el proceso penal correspondiente, se colectan las pruebas de cargo y se realizan los
actos procesales del caso, aunque la persona en este lapso de investigación policial/judicial
haya cumplido 16 años de edad resulta inimputable en los términos del art. 1º de la ley
22.278.

52
En sentido similar, pero respecto de las personas imputables menores de edad, se entendió
con criterio restrictivo que: "[A]lega la defensa que, de conformidad con lo establecido en el
párrafo 75 de la Observación General nº 10 del Comité de los Derechos del Niño de la ONU
dictada en 2007, surge que las normas de la Convención Sobre los Derechos del Niño se
extienden hasta el agotamiento de la condena del sujeto condenado como autor de delito
por debajo de los dieciocho años, independientemente de la edad que tenga cuando se
evalúa el caso en concreto [...] De la lectura del texto transcripto surge claramente que la
observación del Comité tiende a evitar la pena capital específicamente en los casos en que
el delito fue cometido por menores de dieciocho años, aclarando que la prohibición
establecida en el art. 37, inc. a rige aún cuando el individuo hubiera alcanzado la mayoría
de edad. De ello no resulta que las disposiciones de la CDN sean aplicables hasta el
agotamiento de las penas como afirma la defensa, sino que tal como se dijo en el
precedente de cita 'configura un estatuto especial respecto de toda persona que no haya
cumplido los dieciocho años de edad (art. 1)' y extiende su ámbito de aplicación para los
casos referidos a penas perpetuas o capitales [...]"(13).

Se advierte que el criterio esbozado por la CS tuvo impacto en la jurisprudencia de los


tribunales inferiores, generalizándose ya sin dudas la excepcionalidad de la privación de la
libertad de las personas acusadas de cometer un delito e inimputables en razón de su edad.
Se debe remarcar que esta especial situación jurídica no debe ser confundida con la prevista
el art. 34 del Cód. Penal: [L]a magistrada de la instancia anterior declaró inimputable al
menor F. N. A. y en consecuencia dictó su sobreseimiento en función de los artículos 34,
inciso 1º del Código Penal y 336, inciso 5º del ordenamiento adjetivo. El representante del
Ministerio Público Fiscal alzó sus críticas contra el pronunciamiento en cuestión a través del
escrito de apelación glosado [...] El recurrente sostiene que la declaración de inimputabilidad
efectuada en el auto recurrido y el sobreseimiento dictado en consecuencia resultan
prematuros. Para ello, argumenta que, a fin de dilucidar la capacidad psíquica del encausado
al momento del hecho, la médica que suscribió el informe sostuvo que era necesario contar
con exámenes complementarios, una nueva evaluación y las actuaciones correspondientes,
medidas que hasta el momento no se realizaron [...] entendemos que las conclusiones
arrojadas por el informe practicado por el Cuerpo Médico Forense resultan contundentes en
cuanto la capacidad psíquica del imputado, tornando innecesaria una nueva evaluación del
menor en los términos señalados por el recurrente. Ello así pues, determinar si al momento
de los hechos A. pudo —o no— comprender la criminalidad de sus actos y dirigir sus

53
acciones, carece de sentido si se atiende a lo informado, en punto a que 'presenta síntomas
de alteraciones psicopatológicas, por lo tanto sus facultades mentales no encuadran dentro
de la normalidad psicojurídica' y que 'reviste la forma clínica presuntiva de trastorno por
intoxicación' [...] De ahí que nos encontremos en condiciones de concluir, como lo hizo la
jueza a quo, que A. careció y carece de capacidad psíquica de motivarse libremente en lo
prescripto por la norma que emerge del tipo penal. Por consiguiente, teniendo en
consideración que, conforme surge de la certificación que antecede, el acusado registra un
proceso paralelo en trámite por ante el Juzgado de Menores nro. 6, Secretaría nro. 18, deberá
la jueza de grado remitir a esa judicatura copia del informe médico y de lo resuelto en el
marco de esta apelación, además de dar debida comunicación de lo actuado al Juzgado
Nacional en lo Civil nro. 7 que interviene a su respecto por aplicación del art. 482 del CC y
al Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, para que tome cartas en el asunto y adopte las medidas de protección que
estime pertinentes [...]"(14).
Asimismo, la jurisprudencia más reciente incorporó el criterio de que la medida adoptada de
permanencia temporal limitada en un centro especializado es, entre las alternativas
disponibles, la que en algunos casos concretos protege de mejor forma los derechos de la
persona acusada de cometer un delito e inimputable en razón de la edad.
En definitiva este esquema de intervención implica el reconocimiento por parte del Poder
Judicial de la necesidad de una intervención estatal frente a las múltiples problemáticas que
afectan a las personas menores de edad sometidas a un proceso penal, tal como es sostenido
por la CDN y el Comité de Derechos del Niño.
Esta intervención estatal, según los estándares fijados por la gran mayoría de las normativas
procesales a nivel provincial, se realiza por medio de un proceso judicial en donde el impu-
tado menor de edad cuenta con la posibilidad de ser oído, la asistencia de un abogado
defensor y tiene el derecho de recurrir las decisiones de las autoridades judiciales, entre
otras garantías del debido proceso(15).
Además, así fue reflejado en la Observación General específica del Comité de Derechos del
Niño (Observación General Nº 10):

5. LOS CRITERIOS JURISPRUDENCIALES RESPECTO DE LAS PERSONAS INIMPUTABLES ACUSADAS


DE LA COMISIÓN DE UN DELITO

La CS se refirió al régimen penal de la minoridad con especial énfasis a la situación jurídica


de los acusados de cometer delitos inimputables en razón de la edad (16).
El Máximo Tribunal nacional precisó que las cuestiones jurídicas que involucran a la infancia
deben ser analizadas partiendo de la CDN, criterio que se encuentra en sintonía con la
corriente que considera las normas internacionales de derechos humanos incorporadas al
texto constitucional aplicables de manera directa.

54
Sobre la base de diversas disposiciones de la CDN, la CS reafirmó que las personas menores
de edad tienen los mismos derechos reconocidos a todas las personas y, además, gozan de
una protección especial por ser sujetos en desarrollo(17).
Al mismo tiempo reconoció que el principio de especialidad, por el cual los imputados
menores de edad deben estar sometidos a procesos penales y a un sistema judicial y
penitenciario específicos, implica de manera concreta un mayor uso de medidas alternativas
a la judicialización(18).
En consecuencia, y por el principio de ultima ratio del derecho penal, debe procurarse la
aplicación de otros tipos de medidas sin recurrir a un proceso ni a una sanción penal (19).
La CS precisó de forma suficiente cuando es "apropiado y deseable" la apertura de un proceso
penal en contra de una persona menor de edad, parece razonable considerar que no lo es en
los casos de insignificancia o bagatela, en los casos en que la víctima tiene un interés de
conciliar o manifiesta que no ha sido perjudicada severamente o, cuando el imputado de la
comisión de un delito manifiesta un arrepentimiento genuino (20).
El régimen penal de la minoridad admite que frente a la imputación de un delito penal el
juez debe proceder a la comprobación del hecho delictivo, tomar conocimiento del imputado
así como de su familia y disponerlo provisoriamente.
La disposición se traduce en que la custodia del imputado queda a cargo del magistrado y
que se deberá procurar su adecuada formación mediante su "protección integral". Como
podrá notar el lector, esta expresión prevista en la ley 22.278 es idéntica a las sucesivas
fórmulas que se utilizaron en las legislaciones posteriores a la CDN.

Cuando la CS analizó la legislación vigente en el país advirtió que existía "una tensión" entre
los derechos especiales reconocidos a las personas menores de edad y las normas jurídicas
del régimen penal de la minoridad cuando regula los casos de los acusados inimputables en
razón de la edad(21).
Afirmó el Alto Tribunal, sin analizar casos concretos, que en general se aplicaba la privación
de la libertad en condiciones similares a los adultos, no se efectivizaban plenamente los
principios constitucionales del debido proceso y se respondía frente a casos de vulneración
de derechos (económicos, sociales y culturales) a través de la "internación" del imputado, de
forma similar a un castigo por un ilícito penal.
El Máximo Tribunal procuró prescindir de la estigmatización y el efecto criminógeno que
genera en términos generales la institucionalización(22)

55
En este mismo precedente la CS consideró también que el Poder Judicial no podía sustituir
en forma general el régimen aplicable a las personas inimputables en razón de su edad.
Advirtió que el régimen de la ley 22.278 era criticable pero, si se hubiera declarado inválido
e inaplicable, la situación no debía quedar sin ninguna regulación legal. Por el contrario,
resaltó que era necesario un régimen específico y políticas públicas previas(23).
El Máximo Tribunal concluyó que nada impedía que en un caso concreto se considerasen
inconstitucionales las facultades de disposición tutelar cuando en la práctica se tradujeran
en la privación de la libertad del imputado por un tiempo indeterminado, basada ésta
exclusivamente en su protección y sin dar otros fundamentos suficientes y adecuados (como
podría ser el peligro de fuga o entorpecimiento de la investigación, la aplicación de una
medida de seguridad limitada en el tiempo, etc.).
Finalmente se estableció como un deber de jueces "mantener un conocimiento personal,
directo y actualizado de las condiciones en la que se encuentran los niños y niñas sujetos a
internación (densidad poblacional de los institutos, higiene, educación, alimentación,
adecuado desempeño personal)". Esta información debe ser utilizada para adoptar todas las
medidas necesarias para mejorar la calidad de vida de los allí alojados.

Además, respecto de los jueces, "[L]es corresponde controlar, no sólo su procedencia en


cada caso, sino también, periódicamente, si las circunstancias que las motivaron han
cambiado, tanto como la vigencia de su necesidad y razonabilidad [...]"(24).

56
A continuación, podrá observarse en la narrativa de dos fallos seleccionados en las instancias
revisoras de los JMen. el desarrollo argumental y el basamento normativo nacional e
internacional que realizó la jurisprudencia reciente para determinar en puntuales casos, la
privación de las personas acusadas de cometer un delito.
— "[R]ecurre la defensa oficial la decisión asumida en la instancia anterior por la cual se
dispuso la continuidad de la internación en el Instituto San Martín del menor de edad
M.D.G., fundada en que no se desvirtuaron los motivos dados cuando se decidió
mantener el alojamiento del nombrado en razón de la extrema gravedad del
acontecimiento que se le adjudicó, la actitud evasiva ante la investigación y las
inconsistencias relativas a cuál sería su verdadero domicilio. [...] es dable indicar que con
posterioridad a la interposición del recurso, la situación procesal de G. fue resuelta el 15
de marzo pasado, ocasión en la cual se lo declaró no punible por ser menor de edad al
tiempo de perpetrarse el hecho y se lo sobreseyó, sin perjuicio de haberse acreditado su
responsabilidad en el evento encuadrado en la figura del abuso sexual con acceso carnal
agravado por configurar un sometimiento gravemente ultrajante para la víctima y por el
uso de armas, en concurso material con robo simple [...] Sentado ello, corresponde
evaluar que del informe socio ambiental practicado surge que 'no registra los riesgos a
los que se expone para sí y para terceros... mencionó haber consumido sustancias
tóxicas. Se sugiere... que el joven pueda ser derivado a una residencia educativa y que
pueda recibir un tratamiento acorde a su problemática'. Por otra parte, en la evaluación
hecha en el Departamento de Psicología del Cuerpo Médico Forense se concluyó en la
presencia de 'una elevada tasa de resistencia al tratamiento así como a la elaboración y
concientización de aspectos nocivos o no deseados en la persona en cuanto a su
sexualidad y al despliegue de la misma... no hay reconocimiento del hecho, intención
reparatoria y todo es puesto en el afuera, lo cual agrava aún más la posibilidad de
promover cambios terapéuticos efectivos... el tratamiento aconsejable debe guardar
características de sistemas cerrados, de curso regular e intensivo'. Queda expuesto,
desde el punto de vista profesional, la necesidad de instrumentar el seguimiento tutelar
de G. desde una posición de encierro personal en una institución adecuada a su
problemática, como un modo de diluir el riesgo que para sí o terceros emana de los
pertinentes informes ya aludidos; de lo que se concluye en que la externación propiciada
por la defensa, podría coadyuvar a un agravamiento de la situación de vulnerabilidad en
la que se encuentra. Tampoco resulta posible en el caso tratado obtener una contención
en el orden familiar, pues justamente la entrevista llevada adelante con la madre del
menor da cuenta de que los cambios operados en G. se originaron tras la muerte del
padre —cuestión que también fue señalada por el equipo de intervención que lo evaluó—
a la vez que, como aquella indicó, se produjo un acercamiento al hermano mayor, con
quien consume drogas, concluyéndose en que 'no están dadas las condiciones para que
el joven pueda [r]egresar con su familia, teniendo en cuenta lo referido por la madre y
porque ésta no puede contener al joven' [...] Sin perjuicio de cuanto pueda resultar del
seguimiento del causante, la situación en la que se encuentra inmerso ilustra sobre la
necesidad de mantener, al menos por el momento, la medida de internación dispuesta,
pues tal parece, en el caso, el interés superior del niño, frente a las circunstancias
aludidas (artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño) [...]"(25).

57
— "[E]l impugnante señaló que los argumentos utilizados por el a quo para justificar la
internación de su defendido, son los comúnmente utilizados para fundamentar la prisión
preventiva, pero que las reglas de dicha institución no pueden aplicarse para el caso de
menores, ya que no tiene favorable acogida por nuestro ordenamiento jurídico. A su vez,
solicitó que se restituya la libertad a su defendido para que viva con su madre o se lo
traslade a una Residencia Educativa de Libertad Restringida dependiente de la SENNAF
[...] en el sub examine, el Juzgado Nacional de Menores Nro. 3 de la Ciudad de Buenos
Aires, con fecha 4 de marzo de 2013, resolvió mantener la internación de M.D.G. en el
Instituto San Martín, por ser sospechado del delito de robo y abuso sexual. Con fecha 15
de marzo de 2013, el Juzgado interviniente decidió declarar no punible a M.D.G. en el
sumario nº 21.424/11 de su registro, en el que se acreditara su responsabilidad en el
evento encuadrado en la figura del abuso sexual con acceso carnal agravado por
configurar un sometimiento gravemente ultrajante para la víctima y por el uso de armas,
en concurso material con robo simple, y en consecuencia sobreseerlo, sin perjuicio de las
medidas tuitivas a adoptar en su expediente de disposición. En consecuencia, con la
misma fecha se dispuso mantener la internación de M.D.G. en el Instituto San Martín,
durante el tiempo mínimo e indispensable como para definir la estrategia más adecuada
a su problemática. Asimismo, requirió al Cuerpo Médico Forense la realización de un
psicodiagnóstico y/o estudio pericial psiquiátrico psicológico, tendiente a establecer si
M.D.G. posee alteraciones en sus facultades mentales, trastornos en su personalidad, o
signos de disfunción sexual, que lo hagan propenso a desplegar conductas como las
investigadas, indicando en su caso, el tipo de tratamiento que requeriría y las condiciones
en las que debería brindárselo, como así también establecer su grado de compromiso con
el consumo de sustancias tóxicas y la eventual necesidad de tratamiento. La medida de
internación fue fundada en la actitud evasiva de G. ante la investigación; a su proclividad
a abandonar el domicilio familiar y perder contacto con su madre; a la gravedad del hecho
que se le enrostra; a la problemática de consumo de estupefacientes; a la posibilidad de
perder contacto si se dispone la derivación a una comunidad terapéutica; a la necesidad
de brindar un adecuado tratamiento psicológico para reducir la posibilidad de reiteración
de conductas similares; a las situaciones de alto riesgo a las que se ha expuesto a pesar
de su corta edad [...] Advierto que en la resolución puesta en crisis se ha dado
fundamentación suficiente a la medida tuitiva adoptada. En efecto, de dicho
pronunciamiento se desprende que han sido valorados y tenidos en cuenta los informes
de los profesionales que han evaluado a G., y en base a ello se ha decidido continuar con
la medida tutelar de internación debido a su grave situación de vulnerabilidad [...] Todo
ello, me lleva a concluir que la disposición tutelar ha sido bien mantenida, teniendo en
cuenta que su finalidad es el restablecimiento de derechos vulnerados, en miras a una
protección concreta de los intereses de M.D.G. Ahora bien, advierto que no se ha
impuesto límite temporal a la medida de internación, es por ello que el Juez de Menores
interviniente deberá estimar el plazo durante el cual G. será sometido a tratamiento
psicológico y de adicción a las drogas. Asimismo, el Consejo de Derechos de Niños, Niñas
y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, autoridad administrativa con competencia
para actuar, deberá tomar activa intervención en el diseño de la estrategia para abordar
el caso. Finalmente, y en miras al momento en que M.D.G. recupere su libertad, se
requerirá la actuación del organismo competente de la Provincia de Buenos Aires, donde
G. tiene su domicilio, para que trabaje en forma conjunta y articulada con la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires sobre la problemática de G. y su familia [...]" (26).

58
También la narrativa utilizada para hacer lugar a egresos progresivos o traslados a
dispositivos no cerrados contempló varios argumentos de tipo normativo y personal.
Así, "[C]oncita la atención del Tribunal el recurso de apelación interpuesto por el defensor
oficial G. O. G. a cargo de la Unidad funcional para la asistencia de personas menores de 16
años contra el punto I del auto que no hizo lugar por el momento al traslado del joven N. Z.
a la Residencia Educativa 'Colonia Ricardo Gutiérrez' [...] Frente a las consideraciones
formuladas en torno de que Z. se encuentra privado ilegalmente de su libertad, cabe apuntar
que la ley 26.061 autoriza, teniendo en cuenta las características especiales de cada caso, a
mantener la internación de un menor siempre y cuando dicha medida tenga como finalidad
preservar y restituir los derechos del niño y el fortalecimiento de sus vínculos familiares (cfr.
causa nro. 41451 de la Sala I de esta Cámara, 'D. E. N. s/ denegatoria de externación' del 3
de noviembre de 2011, entre muchas otras). Por otra parte, más allá de que —por la edad
del niño— aquí no procede imponer sanción penal alguna, es menester recordar que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación precisó que 'en relación a los niños que cometen un delito
cuando todavía no han cumplido la edad mínima, el Comité de los Derechos del Niño ha
reconocido, recientemente, que si bien no pueden ser formalmente acusados ni
considerárselos responsables en un procedimiento penal, si es necesario, procederá adoptar
medidas especiales de protección en el interés superior de esos niños' (Observación General
Nº 10/2007, Derechos del niño en la Justicia de menores, del 25 de abril de 2007, párr. 31)'
(cfr., en particular, el considerando 12º del voto de la mayoría). Hecha esa aclaración, cabe
recordar que el pasado 19 de octubre la Sala VI de esta Cámara confirmó el auto mediante
el que se mantuvo la internación de N. Z. en el Centro 'San Martín' y que la recurrente, por
su parte, insiste en su derivación a la Residencia Educativa 'Colonia Ricardo Gutiérrez'. De
los informes elaborados por el Centro de Régimen Cerrado José de San Martín con
posterioridad a la citada intervención se desprende que el niño aprobó las materias cursadas
59
correspondientes al 1er año del ciclo A del CENS Nº '...' y también los cursos de Formación
Profesional, evidenció un cambio positivo en su conducta y además internalizó las normas
de convivencia del lugar, lo que le permitió acceder a ciertos beneficios dentro del mismo
centro. Por otro lado, durante este tiempo se fortalecieron los lazos con sus tías paternas,
constituyéndose especialmente S. Z. en su referente. Como consecuencia de ello se peticionó
que se iniciara el proceso de vinculación con la Residencia Educativa 'Colonia Ricardo
Gutiérrez' [...]. Ahora bien, corresponde destacar que el pasado 10 de enero la señora juez de
grado resolvió iniciar el proceso de vinculación con la mencionada residencia educativa,
conforme a lo recomendado por los profesionales intervinientes, circunstancia que evidencia
que se ha avanzado en el sentido peticionado originalmente por la parte recurrente. En
función de ello, la Sala considera prudente que se continúe con dicho proceso en miras al
traslado que se reclama [...]"(27).
Este último caso relevado en la jurisprudencia permite apreciar que aun para la postura que
considera agotada la intervención judicial con el dictado del auto de sobreseimiento por
inimputabilidad la responsabilidad estatal y sus deberes respecto de la persona menor de
edad acusada de la comisión de un delito se mantienen vigentes: "[E]l magistrado de la
instancia anterior resolvió mantener, por el momento, al menor J.E. ... preventivamente
internado en el Centro de Régimen Cerrado 'Instituto General José de San Martín'. La Unidad
Funcional para Personas Menores de 16 años alzó sus críticas contra el decisorio en cuestión.
Se agravió porque considera que no corresponde privar de la libertad al menor en un instituto
de régimen cerrado, dado que en el proceso penal que se le sigue no existe otra posibilidad
más que ser sobreseído por no resultar punible (artículo 336, inciso 5º del Código Procesal
Penal de la Nación) [...] Destacó que el menor cuenta con su progenitor quien resulta ser el
responsable en forma prioritaria de asegurar al joven el disfrute pleno y efectivo ejercicio de
sus derechos y garantías, por lo que le compete al organismo administrativo acompañar al
padre en su desempeño mediante las medidas de protección previstas en el artículo 37 de
la ley 26.061 [...]. En el marco del presente expediente tutelar, el magistrado motivó la
necesidad de mantener internado a... en el referido 'Instituto San Martín', con el objeto de
que se le practique un estudio médico forense para conocer el grado de adicción a los
estupefacientes que posee y establecer el tratamiento que corresponde se le brinde, a los
efectos de que se adopte la medida que resulte adecuada al caso [...]. En esa dirección cabe
señalar que haremos lugar a su externación por cuando consideramos que un menor
inimputable no debe quedar en un dispositivo de régimen cerrado como el Instituto San
Martín, pero tampoco dudamos en dejarlo en absoluta desprotección, por cuanto en el caso
se trata de un joven en evidente situación de vulnerabilidad. Tanto el equipo
interdisciplinario del Juzgado que lo asistiera como la psicóloga forense han dejado
absolutamente en claro un trastorno disocial, con importantes niveles de riesgo en la
interacción socio-ambiental siendo menester que cuente con control asistencial integral (ver
informe de la Licenciada M.E.C., de este legajo), a su vez la Licenciada J. A. y la Trabajadora
Social T.S., dieron cuenta de las dificultades por la que atraviesa el núcleo familiar entre
otras cuestiones ante la negativa del progenitor de tomar conciencia de la situación del joven.
Posteriormente a la audiencia se ha agregado un nuevo informe del equipo interdisciplinario
del Juzgado interviniente, donde las profesionales, atento la situación que describen del
joven y su entorno solicitan la urgente derivación para tratamiento especializado acorde a su
patología remarcando los niveles de alto riesgo en la interacción socio-ambiental, y poniendo
de resalto que en este caso 'el interés superior del niño' se traduce en el derecho a recibir
tratamiento médico institucional acorde a su grave conflictiva (señalan que posee un escaso
o nulo nivel de autocrítica culpa y/o remordimiento). Por su parte y si bien la defensora
pública de menores remarcó en la audiencia que vive con su progenitor el que puede hacerse
cargo de éste, los informes que surgen de la causa son contestes en afirmar la negación que
en aquel se advierte respecto a la real gravedad por la cual está transitando su hijo,
justificándola en su situación social. Entonces y sin perjuicio de la futura posibilidad de que
E. pueda viajar con su familia a la Provincia de Salta, conveniencia que deberá ser analizada
y en su caso, proveer con los medios económicos necesarios para que pueda efectivizarse, lo
cierto es que de momento su egreso debe serlo bajo la supervisión del Consejo de Niños,
Niñas y Adolescentes del GCBA para que conjuntamente con el organismo de Salud Mental
competente puedan determinar el lugar de alojamiento donde se realice una evaluación
interdisciplinaria en el marco de la protección integral de la Convención sobre los Derechos
del Niño, incorporada a nuestro derecho interno mediante la ley 23.849, y la 26.061, arts.

60
37 inc. F), 39,40, 41 cctes, con el propósito de mejorar la situación en la que se encuentra
inmerso y superar su problemática [...]"(28)

CAPÍTULO 6 - LAS GARANTÍAS PROCESALES

1. LAS GARANTÍAS PROCESALES Y EL PROCESO PENAL JUVENIL


La restricción de los derechos a una persona menor de edad sólo puede fundarse en la
justicia de menores de la Capital Federal cuando se le impute la participación en un hecho
delictivo que haya originado la actuación judicial.
Es decir que no ingresan ni se tramitan causas en el sistema judicial por cuestiones
asistenciales (fuga de hogar, adicciones, violencia intrafamiliar, etc.), sino siempre por la
presunta infracción a la ley penal.

El procedimiento penal aplicable en la justicia nacional de menores respeta las garantías


procesales previstas por la CN y los instrumentos internacionales de protección de derechos
humanos incorporados a ella, en particular la CDN y sus instrumentos complementarios y
así fue reconocido por la CS.
El Estado argentino, a partir de la ratificación de esta última Convención, reafirmó su
compromiso de garantizar a las personas menores de edad los derechos que corresponden a
61
todas las personas, más un plus de derechos específicos por encontrarse en una etapa de
crecimiento.
De acuerdo a este status legal la Corte IDH ha establecido expresamente que: "[L]os niños
poseen todos los derechos que corresponden a los seres humanos —menores y adultos— y
tienen además derechos especiales derivados de su condición, a los que corresponden
deberes específicos de la familia, la sociedad y el Estado [...]"(1).
El reconocimiento de las garantías procesales clásicas en materia penal en consonancia con
la discusión en la jurisprudencia sobre su alcance distintivo han modificado categóricamente
el perfil de la justicia nacional de menores y marcaron un profundo cambio en el proceso
penal juvenil, a partir de la jurisprudencia y de nuevas prácticas forenses.

2. LAS GARANTÍAS ESPECÍFICAS

Las personas menores de edad poseen en la tramitación de un proceso penal no sólo las
garantías que se les reconocen a los adultos, sino también garantías específicas derivadas
de su condición de personas en desarrollo.
Al referirse en otra ocasión a este criterio la CS falló con similares argumentos.

Esto debe traducirse en que las personas menores de edad deben tener iguales garantías
que los adultos como un piso legal y cuando correspondiere deben regir estándares más
estrictos en su beneficio.

3. LA JURISPRUDENCIA RELACIONADA

El delito atribuido a una persona menor de edad deberá ser investigado y juzgado por un
juez con competencia específica(2), independiente e imparcial(3).
Respecto de la imparcialidad del juez de menores la jurisprudencia entendió que: "[S]i bien
el precedente 'Llerena'(4)se refiere a la doble actuación del juez correccional, este criterio
resulta aplicable también a los magistrados de los tribunales que hayan intervenido, de
cualquier modo, con anterioridad en la misma causa, en aras de asegurar el derecho de todo
imputado a ser juzgado por un tribunal imparcial. En este entendimiento, no asiste razón al
tribunal a quo cuando afirma en el pronunciamiento puesto en crisis que 'en el particular
caso de los Jueces de los Tribunales Orales de Menores la situación tratada por la Suprema
Corte no resulta aplicable' desde que la aludida estrechez en el vínculo ocasionada por el
tratamiento tutelar compromete —aún más—la garantía de imparcialidad [...]"(5).
En sentido similar, "[A]l planteo de nulidad del cómputo de pena refrendado por la doctora
M. R. C., a quien en su oportunidad se recusó debido a que tuvo a su cargo la instrucción
de la causa. El tribunal, al momento de dictar el veredicto no hubo de pronunciarse en virtud
62
de que la referida magistrada se encontraba de licencia y por ello no intervino en la audiencia
de debate. Pero posteriormente la doctora C. suscribió el voto mayoritario que luce la
resolución impugnada. He de adelantar mi opinión favorable al planteo de nulidad efectuado
por la defensa, ello en tanto considero que se ha afectado la garantía constitucional de juez
imparcial (...) Por ello, se da respuesta afirmativa [...]"(6).
La asimilación de las funciones de tribunal de juicio de un TOral Men. con un TOral Crim.,
en cuanto a que ambos sólo tienen una competencia de índole penal consolidó la postura de
que ambos son órganos jurisdiccionales penales con idénticas facultades y deberes.
En este sentido, "[la CSJN] dijo que deber ser un Tribunal distinto el que juzgue a quien se
encontraba rebelde al momento de dictar sentencia condenatoria respecto de sus
coimputados, a los efectos de garantizar la imparcialidad de los jueces, el escándalo jurídico
del dictado de resoluciones contradictorias que se pretendía evitar a quedado relegado por la
garantía constitucional que se busca afianzar [...] No pudiendo el Tribunal Oral de Menores
Nro. 3 de la Capital Federal juzgar a J. M. C. y a A. D. G. y, posteriormente, en caso de
hallazgo al menor A. N. R., y siendo los dos primeros mayores de edad al momento de
comisión de los ilícitos investigados, no corresponde que sea la justicia especial quien
continúe interviniendo en el proceso [...]"(7).
Otro aspecto del principio de imparcialidad en el proceso penal juvenil se trató en el marco
de un expediente tutelar seguido a una persona menor de edad acusada de la comisión de
un delito: "[D]el expediente tutelar surge que Z. fue sobreseído por inimputabilidad, y que la
audiencia cuestionada se desarrolló con posterioridad a su pedido para disipar su inquietud
en relación a la efectivización de su traslado a la Colonia 'G.'. Del acto surge que la Sra. juez
lo interiorizó del estado del legajo y le preguntó respecto a su tratamiento psiquiátrico y
psicológico, sus estudios, integración y reinserción familiar. Asimismo, el menor mostró
arrepentimiento y deseo de cambiar. El art. 18 de la Constitución Nacional establece que
'nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo', privilegiando la libertad para declarar
o abstenerse de hacerlo, en íntima vinculación con la protección del estado de inocencia. [...]
Esas premisas, analizadas de manera conjunta con el sobreseimiento que operó a favor de
Z., donde se analizó la materialidad del hecho y su participación, descarta que se hubiera
vulnerado la prohibición de autoincriminación del modo propuesto por la defensa, por cuanto
sus manifestaciones en relación al episodio no tienen incidencia alguna en su situación
procesal, la cual fue definida pasando en autoridad de cosa juzgada. La manda constitucional
está íntimamente vinculada con el esclarecimiento de la verdad, por lo que no son aplicables
los límites impuestos en los artículos 294, 295 y 296 del Código Procesal Penal de la Nación.
Por ello, en el caso no se advierte que se haya vulnerado la doctrina asentada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en el caso 'Maldonado' [...] El resultado del tratamiento
tutelar y la impresión que del menor desarrolle el juez son parámetros establecidos en la ley
22.278 (artículo 4º) para definir la situación procesal de quienes fueron declarados
penalmente responsables, tras al menos un año de seguimiento tutelar. Estas circunstancias
necesariamente deben valorarse al decidir cualquier cuestión relativa a su disposición y, por
ende, su libertad, más allá de que el niño ha sido sobreseído, el resultado de control tuitivo
debe ser ponderado a los fines de revisar su egreso de su lugar de internación (ver a su vez
los artículos 1º, 2º y 3º último párrafo). En ese contexto, siendo que Z. fue sobreseído,
contrariamente a lo argumentado por su defensa, sus expresiones de arrepentimiento y deseo
de cambio, deberían valorarse de manera positiva, por cuanto infieren la efectividad del
control asistencial que se efectúa —artículo 142 del Reglamento de la Cámara Criminal y
Correccional— [...]. De ese modo, sin perjuicio que hubiera sido prudente convocar a su
asistencia para que lo asista en la audiencia, no se advierte que la entrevista cause un
perjuicio que permita declarar su invalidez. Lo contrario importaría incurrir en un excesivo
rigor formal que atenta contra las garantías que ahora se pretenden [...]" (8).

Se establece la especialidad de las leyes, procedimientos, autoridades e instituciones (9)que


intervengan en la investigación, juzgamiento y posterior ejecución de la pena que se imponga
a un niño(10).

63
Vale apuntar que el principio de especialidad de la justicia juvenil que recepta la CDN podría
analizarse desde dos aspectos: el normativo, del cual se desprenden las características
singulares del proceso seguido a una persona menor de edad; y el funcional, que se refiere a
la organización de los tribunales que entenderán en esos procesos penales (11).
Sobre el alcance del principio de especialidad se resolvió que: "[E]l cumplimiento del principio
sentado reclama mucho más que la asistencia por parte de personal especializado en la
materia brindado por la oficina de Patronato de esta Cámara de Apelaciones, porque exige
que el juez tenga competencia exclusiva en delitos cometidos por menores de 18 años y
excluyente de los cometidos por mayores de esa edad. No se trata de que existan órganos
jurisdiccionales que se especialicen en la problemática delictiva juvenil, a través del
asesoramiento interdisciplinario que requiere la particularidad de esta materia, sino que
existan órganos que se encarguen exclusivamente de esa cuestión. No de otro modo puede
entenderse la referencia a órganos específicos distintos de los correspondientes a los mayores
de edad [...]"(12).
Así, "[d]entro del principio de justicia especializada debe situarse la efectividad y oportunidad
del ejercicio de la función judicial. La CADH exige que los recursos y procesos internos
disponibles para aquellos que se consideren lesionados en sus derechos tengan la aptitud
para producir el resultado para el cual fueron concebidos. En otras palabras, un correcto
servicio de justicia implica la necesidad de que los recursos y procesos se tramiten con la
debida diligencia que requiere mayor dedicación (esto es, mayor celeridad) cuando se trata
de niños. Ello así porque el tiempo de los niños es sustancialmente diferente del tiempo de
los adultos. En consecuencia, la realización de las garantías de los artículos 8 y 25 en función
del artículo 19 deberían ajustarse a los tiempos de los niños involucrados [...]"(13).

En definitiva, "[L]a jurisprudencia del sistema interamericano de protección de derechos


humanos, a la luz de los artículos 19 de la CADH y 40.3 de la CDN, delimitó además de las
características normativo-procesales del principio de especialidad (intervención judicial
mínima, facultades discrecionales, equipos interdisciplinarios, sanciones alternativas a la
privación de la libertad, etc.) un complementario aspecto funcional: la existencia de
tribunales que juzguen de manera exclusiva a los imputados menores de edad. Estos dos
aspectos son precisamente el ámbito de la disputa en la jurisprudencia argentina, que
alterna entre la prevalencia de las normas especializadas por sobre una estructura judicial

64
específica y exclusiva para investigar y juzgar a las personas menores de edad acusadas de
cometer un delito [...]"(14). (Filmina 10)
Como se detallara, la determinación de la competencia material de los JMen. tuvo variadas
soluciones cuando se trató de imputados menores de edad. Como resultado de diferentes
tensiones, se presentaron en torno al tema tres situaciones que generaron arduos debates
en la jurisprudencia. El primer escenario se refiere a la hipótesis del juzgamiento conjunto
de imputados mayores y menores de edad. El segundo, a la competencia respecto de los
delitos transferidos a la justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su juzgamiento
por órganos judiciales no especializados. Y el tercero está vinculado al juzgamiento de los
delitos de competencia federal en la Capital Federal. Por otro lado, la irrupción de la
normativa en materia de derechos humanos de la infancia —sumada a reformas legislativas
nacionales y provinciales y a una nueva lectura del régimen penal de la minoridad, entre
otros factores— produjo un marcado quiebre en el proceso penal juvenil, pero que en su
mayor proximidad con el proceso penal de adultos no logró aún, en términos normativos,
alcanzar un contenido cierto y mantener su carácter diferenciado. Ello conduce a
problematizar si el principio de especialidad es una cuestión de normas o de órganos
jurisdiccionales, como si tratara de categorías antagónicas y no complementarias (15).

Durante la investigación y el juicio, se respetará el derecho a no declarar contra sí mismo y,


el derecho a contar con intérprete, si ello fuera necesario (16). Asimismo el principio de
inocencia impone que todo niño sea considerado inocente hasta tanto se obtenga el
pronunciamiento de una sentencia condenatoria firme que destruya ese estado jurídico (17).
De este modo se sostuvo que: "[E]sta posición no respetaría actualmente, el sistema de
garantías supranacional que ha sido revestido de jerarquía constitucional a través del art.
75 inciso 22 de la Carta Magna. En el caso específico de los jóvenes menores de 18 años,
la Convención sobre los Derechos del Niño específicamente trata la cuestión en el art. 40,
habiéndose referido a ella el Comité del Niño, en la Observación General Nº 10, de abril de
2007, en los siguientes términos: La presunción de inocencia (artículo 40 2 b] i]): 42. La
presunción de inocencia es fundamental para la protección de los derechos humanos del
niño que tenga conflictos con la justicia. Esto significa que la carga de la prueba de los cargos
que pesan sobre el niño recae en la acusación. El niño del que se alegue que ha infringido
las leyes penales o a quien se acuse de haber infringido esas leyes tendrá el beneficio de la
duda y sólo se le declarará culpable de los cargos que se le imputen si éstos han quedado
demostrados más allá de toda duda razonable. El niño tiene derecho a recibir un trato acorde
con esta presunción, y todas las autoridades públicas o de otro tipo tienen la obligación de
abstenerse de prejuzgar el resultado del juicio. Los Estados Partes deben proporcionar
información sobre el desarrollo del niño para garantizar que se respete en la práctica esa
presunción de inocencia. Debido a falta de comprensión del proceso, inmadurez, temor u
otras razones, el niño puede comportarse de manera sospechosa, pero las autoridades no
deben presumir por ello que sea culpable, si carecen de pruebas de su culpabilidad más allá
de toda duda razonable (...). Esa prueba de cargo no se ha acercado al debate y el plexo
reunido no resulta suficiente para considerar, con certeza apodíctica o probabilidad positiva
que D. O. O. (de escasos 16 años y, por ende, con una acotada capacidad de culpabilidad),
actuó en el momento del hecho, con plena capacidad (...) De acuerdo a lo prescripto en el art.
3 del Código Procesal Penal, corresponde, en consecuencia, absolverlo de culpa y cargo en
estos actuados, por aplicación del art. 34 inciso 1º del Código Penal, sin costas (arts.
530 y 531 del Código Procesal Penal) [...]"(18).

65
La prisión, encarcelamiento o detención de un niño deberá llevarse a cabo de conformidad
con la ley, como medida de último recurso y por el tiempo más breve posible. La regla es la
libertad. Sólo se admitirán restricciones previas a una sentencia definitiva, en los casos que
estipula la ley, es decir, casos donde se pruebe la existencia de un riesgo para los fines del
proceso.
Sobre la cuestión entendió la jurisprudencia que: "[El argumento según el cual las
disposiciones referentes a la prisión preventiva no se aplican a los menores de edad y que
por lo tanto no rigen respecto de una medida tutelar —por ejemplo, el internamiento— los
límites impuestos a aquélla es insostenible. Ello pues en tanto, como lo hemos afirmado
precedentemente, dicha medida supone la restricción de la libertad del imputado menor de
edad, independientemente de los motivos que la justifiquen. Por 'privación de la libertad' se
entiende 'toda forma de detención o encarcelamiento, así como el internamiento en un
establecimiento público o privado del que no se permita salir al menor por su propia
voluntad, por orden de cualquier autoridad judicial, administrativa u otra autoridad pública'
[...] Así, la pretendida exclusión de los principios anteriormente enumerados al proceso
seguido contra una persona menor de edad afecta sin lugar a dudas los derechos y garantías
consagrados por la CN y los tratados de derechos humanos incorporados a aquélla;
particularmente la CDN, que prescribe que los niños gozan de los mismos derechos y
garantías que los adultos, más aquellos específicos en atención a su condición de personas
en crecimiento [...] Por otra parte, la privación de la libertad del imputado sólo puede
justificarse por motivos cautelares, y es excepcional —es decir, sólo es aplicable cuando
resulte probado que otras medidas menos restrictivas hayan fracasado o vayan a fracasar—
y procede por el tiempo más breve [...]"(19).
Al continuar con esta línea argumental se entendió que: "[L]a sala Primera de la Cámara
Federal de Apelaciones de La Plata confirmó el auto interlocutorio en cuanto deniega el
beneficio de excarcelación solicitado por la defensa de F. E. E. con fundamento en que el juez
de primera instancia satisfizo la observancia de las condiciones que permiten, a la luz del
fallo plenario de esta Excma. Cámara 'Díaz Bessone', expedirse respecto a la improcedencia
de la solicitud analizada; que ha valorado la posibilidad cierta de entorpecimiento de la labor
jurisdiccional ante una eventual soltura, de conformidad con lo dictaminado por el
representante de la acción penal —en cuanto a las circunstancias que rodearon al hecho y
a la detención del imputado— [...] Sin embargo, el artículo 411 del C.P.P.N. hace procedente
la detención de un menor con fines cautelares orden de citación, o intentará destruir los
rastros del hecho, o se pondrá de acuerdo con sus cómplices, o inducirá con esos fines debe
ser entonces excepcional y por el tiempo más breve posible. Y no puede desconocerse que
el artículo 37, inciso b), de la Convención de los Derechos del Niño, establece que
expresamente ordena que esa privación de libertad se utilice. Ahora bien, de lo hasta aquí
desarrollado se desprende que la fundamentación otorgada por el tribunal a quo en la
resolución impugnada, aunque de forma breve y escueta, ha brindado argumentos mínimos
suficientes de los que se infiere la razonabilidad de la medida cautelar dispuesta. Máxime si
se tiene presente que el recurrente se encuentra bajo disposición tutelar alojado en el
Instituto Rocca desde hace un año y los procesos que registra en trámite se encuentran en
la etapa preliminar de juicio [...]"(20).
Sin embargo pudieron observarse resoluciones en las cuales las medidas cautelares para
personas acusadas de cometer delitos imputables en razón de la edad se dictan por
aplicación de un dispositivo procesal (CPPN, art. 411) muy similar en su narrativa a los
criterios actuales de la prisión preventiva aplicada a los imputados adultos, con algunos
matices.
Así, "[La resolución] mediante la cual se mantuvo la internación del menor B. D. E. N., fue
recurrida por la defensa oficial. El imputado se encuentra con procesamiento firme en orden
a los delitos de robo con arma reiterado —dos hechos consumados y dos tentados—, todos
en concurso real entre sí, a su vez en concurso ideal con homicidio criminis causae en
66
concurso ideal con tentativa de homicidio criminis causae doblemente agravado por ser la
víctima miembro de las fuerzas de seguridad. Todos estos hechos concurren en forma
material con portación de arma de guerra [...] De conformidad con lo decidido por el
magistrado de grado consideramos que por el momento la externación solicitada no luce
procedente. En efecto, no puede pasarse por alto la gravedad de los hechos investigados que
en principio se le atribuyen —entre otros tantos— a B. D. E. N. y la violencia y desprecio
evidenciado sobre los bienes jurídicos afectados —entre ellos vida y propiedad—,
circunstancia que denota que difícilmente el imputado, en el escaso tiempo en que lleva
internado, pudo haber mutado o cambiado en su conducta e internalizado aspectos de su
propia realidad y compromiso en el hecho que se le atribuye. Ello, más allá de las
conclusiones de la directora y coordinadora del Instituto San Martín, que en lo referente al
trabajo interdisciplinario poco da cuenta y sí se refiere a su comportamiento en clase. No
debe perderse de vista tampoco que se han incorporado escuchas telefónicas de las que se
infiere que la posible banda que integraría N. conversa sobre planes de fuga y rescate en el
horario de visitas a los institutos, así como también en los traslados que pudieran realizarse
al juzgado de origen extremos que convencen al tribunal de que el tiempo que lleva internado
el menor (poco más de 6 meses) no es un plazo que torne irrazonable la medida coercitiva
impuesta por el a quo, máxime cuando su libertad no sólo podría afectar el avance de la
causa, sino también la adecuada formación de aquél mediante su protección integral en los
términos del art. 3, inciso a) de la ley 22.278,ley 26061 y Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño. Sin perjuicio de lo ya anticipado, y teniendo en cuenta lo referido por la
defensora oficial en la audiencia del día de la fecha, resultaría conveniente para una etapa
ulterior, contar con informes tanto del Centro de Régimen Cerrado San Martín como de la
Colonia Ricardo Gutiérrez —residencia con régimen semicerrado— para poder tomar
conocimiento de las articulaciones llevadas a cabo entre las dos instituciones, a fin de
evaluar la posibilidad de que esa transición de un sistema a otro, no se vea frustrada por
una intervención inadecuada, atento la necesidad de N. de recibir apoyo para su futura
reinserción [...]"(21).

La inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y sus derechos es corolario de la


garantía de juicio previo motivado en la infracción de una ley anterior al hecho (22).
Un aspecto de este derecho se manifiesta en la "asistencia jurídica u otra asistencia
apropiada en la preparación y presentación de la defensa"(23).

En aplicación de estas normas se entendió que: "[S]i se llevó a cabo el acto mediante el cual
se le informó a la imputada —menor de edad—, el hecho, la posibilidad de decir lo que
considerara conveniente o guardar silencio y de designar un defensor, y ésta manifestó que
no deseaba ser asistida por algún abogado, omitiendo el juez de grado designar un defensor
oficial, resulta claro el estado de indefensión de la imputada. Considerar que, por su minoría
de edad, en definitiva no se le impondrá sanción penal alguna, y por lo tanto, no es necesario
desarrollar un proceso, es incorrecto, frente a las disposiciones específicas en materia de
67
tutela de derechos de los menores. Es que el derecho de defensa en juicio no depende de la
edad. Toda persona imputada de haber participado en la comisión de un ilícito, mayor o
menor de edad, goza de tal garantía. Obligatoriamente debe llevarse a cabo un procedimiento,
con respecto de todas las formas legales, puesto que la inimputabilidad del encausado no
permite descartar 'a priori' que pueda arribarse a igual temperamento, mas no ya con
fundamento en su minoría de edad sino por cualquiera de las otras causales previstas por el
código ritual. Si, es cierto que no se le impondrá pena privativa de la libertad en sentido
estricto, ni prisión preventiva, pero no menos cierto es que se ha dispuesto tutelarmente de
la menor, sin haberle designado de oficio un defensor, que pueda impugnar dicha medida,
conforme lo establecido por el art. 37, inc d) de la Convención de los Derechos del Niño. Por
ello se declara la nulidad de la declaración y de todo lo actuado en consecuencia [...]" (24).

Sobre el punto, "[e]n los procesos seguidos contra menores, resultan aplicables las
disposiciones comunes del código adjetivo nacional en el ejercicio de la jurisdicción
ordenada por el art. 2ley 22.278 [...]. Si bien el juicio plenario para los menores concluye
en primer término con un pronunciamiento relativo a la responsabilidad del menor —si
fuere el caso— dando lugar tan sólo a medidas protectoras, dicha sentencia debe integrarse
con otra que será de condena o absolución; en un franco desdoblamiento, así, del veredicto
que presupone, empero, el cumplimiento de requisitos insoslayables: los expuestos en
el art. 4ºley 22.278 por un lado, y los procedimentales por el otro, con su carga de
contenido crítico proporcionada por la actividad controversial de las partes, y de la que esta
etapa definitoria del proceso no debe verse privada. Aun cuando el imputado haya
alcanzado la mayoría de edad al momento de ser juzgado. Con ese fundamento, y con la
finalidad de asegurar el derecho de la defensa en juicio, debió haberse realizado en el caso
una audiencia en la que el sujeto pasivo de esta causa, así como su Representación
Letrada y el Ministerio Público Fiscal, discurran sobre su factibilidad en una audiencia de
debate [...]. Debate autónomo en el que las partes y el propio juez pueden incorporar
nuevos y abundantes elementos a partir de la declaración de responsabilidad delictual del
encausado, focalizando el análisis en la cuestión sancionatoria [...]"(25).

Es importante señalar que la jurisprudencia resolvió en muchos precedentes que los agravios
basados en el incumplimiento de las normas de la CDN habilitaban la vía de impugnación
extraordinaria(26).
Así la CS resolvió que: "[L]a resolución por la que se negó el acceso a la Cámara Nacional de
Casación Penal con base en que la decisión acerca de la individualización de la pena sólo
puede ser examinada en supuestos de arbitrariedad manifiestamente violatoria de la garantía
de la defensa en juicio, sin atender a las críticas que, con base en determinada inteligencia
de las normas aplicables formuló la recurrente, importa una restricción indebida de esa vía
recursiva, en la medida que no cumple con las reglas establecidas en los precedentes antes
citados a fin de asegurar la vigencia del derecho a obtener la revisión de un pronunciamiento
adverso [...]"(27).
De igual manera cambió la CS un criterio tradicional que impedía la revisión de la sentencia
de responsabilidad penal (conocida como "primera sentencia" o "sentencia incompleta") por
entender que el agravio sólo se producía en el momento en el que el tribunal "completaba" la
sentencia con la imposición de una pena. "[S]i bien es cierto que la sentencia que declara
penalmente responsable al menor no constituye sentencia definitiva, en los términos
del artículo 14 de la ley 48, también lo es que dicha resolución merece ser equiparada a tal
por sus efectos, pues, en tanto impone una medida de seguridad que importa una restricción
de derechos y, a veces, hasta de la libertad, el pronunciamiento ocasiona un perjuicio de
68
insusceptible reparación ulterior [...]. En cuanto aquí interesa, que es lo relativo al joven
imputado de un delito, la ley desdobla el momento decisivo, pues el tribunal, en caso de
hallarlo responsable, primero debe declarar su responsabilidad y someterlo a una medida de
seguridad, y sólo después, en un segundo momento, puede imponerle una pena, siempre
que haya cumplido los dieciocho años de edad y haya sido sometido a una medida de
seguridad no inferior a un año, que puede prorrogarse hasta la mayoría de edad [...] la
interpretación literal del mandato convencional y la correlativa disposición interna (ley
26.061) exigen la posibilidad de control de la sentencia que declara la responsabilidad del
menor en un delito, tal como viene reclamando la recurrente. y de allí que, a mi manera de
ver, la interpretación de las reglas que gobiernan el recurso de casación penal no puede
erigirse en impedimento para dar eficacia a la cláusula convencional y legal. Por el contrario,
ha de procurarse aquélla que, en este caso, concilie esas disposiciones y las deje a todas con
valor y efecto [...]"(28).

Como introducción, "[l]a garantía a un juicio rápido, reconocida desde antaño por la Corte
Suprema con relación a toda persona sometida a un proceso penal y, a su vez, reconocida
implícitamente en la Constitución Nacional y en forma explícita en el Pacto de Derechos
Políticos y Culturales y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, adquiere, en
el juicio de menores especial importancia, sobre todo porque la pronta resolución del
conflicto posibilitará la adopción de medidas que tiendan a una rápida reinserción social del
joven involucrado en causas penales [...]"(29).
Sobre las particularidades de la prescripción de la acción a la luz de la normativa minoril se
ha determinado que: "[T]omando en consideración que la reducción mencionada en
el artículo 4º de la ley 22.278 adquiriría, a la luz de la interpretación brindada por el Máximo
Tribunal, la categoría de derecho para el justiciable y de regla que debe regir la intervención
del juez de menores en el caso concreto —cuyo apartamiento exigiría una debida
fundamentación—, es que propicio la aplicación de la escala disminuida, también a los fines
del tratamiento del instituto de la prescripción de la acción penal" (del voto del Dr. Laufer).
Y "En este sentido y conforme ya he tenido ocasión de expedirme en otras sentencias dictadas
por el tribunal, cuando se trata de abordar la respuesta estatal frente a los delitos cometidos
por menores de edad, a partir de la vigencia en nuestro país de la Convención sobre los
Derechos del Niño, una correcta interpretación del alcance del art. 4º de la ley
22.278 requiere que el intérprete no pierda de vista que, de acuerdo al art. 37 de la
convención aludida, la privación de libertad es medida de último recurso y por el tiempo más
breve posible y que, conforme lo establece el art. 40 el objeto del derecho sustantivo y adjetivo
en la materia tiene que estar enderezado a promover 'el fomento de su sentido de la dignidad
y el valor', 'el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales de
terceros', teniendo en cuenta la edad del niño y 'la importancia de promover la reintegración
del niño y de que éste asuma una función constructiva en la sociedad'. Desde esta óptica se
debe observar lo previsto en este aspecto por las 'Reglas de Beijing' —de utilidad para la
comprensión del sentido y alcance de las normas de la convención del niño— especialmente
cuando el art. 17.1 señala: 'La decisión de la autoridad competente se ajustará a los
siguientes principios: a) La respuesta que se dé al delito será siempre proporcionada, no sólo
a las circunstancias y la gravedad del delito, sino también a las circunstancias y necesidades
del menor, así como a las necesidades de la sociedad; b) las restricciones a la libertad
personal del menor se impondrán sólo tras cuidadoso estudio y se reducirán al mínimo
posible; c) sólo se impondrá la privación de libertad personal en el caso de que el menor sea
condenado por un acto grave en el que concurra violencia contra otra persona o por la
reincidencia en cometer otros delitos graves, y siempre que no haya otra respuesta adecuada;
d) en el examen de los casos se considerará primordial el bienestar del menor'. Conforme a
estos instrumentos, se hace evidente que en el derecho penal de jóvenes la respuesta punitiva
es la excepción y sólo puede tener un fin preventivo especial, resultando aplicable cuando

69
han fracasado las medidas educativas y correctivas que se adviertan necesarias en cada caso
en particular. El juego de estos principios, me permitió, en algunos precedentes del Tribunal,
sostener que, a los fines de la prescripción de la acción penal respecto de procesos seguidos
contra jóvenes incluidos en la competencia de la ley 22.278, debe tomarse en cuenta, a los
fines de determinar el momento en que fenecerá el ejercicio de la acción penal, la reducción
prevista en el art. 4º de esa norma; y, cuando el delito hubiese sido tentado, debe
considerarse la doble reducción. Tal solución, desde mi perspectiva, conforma las exigencias
que surgen del citado documento internacional, garantizando al joven a quien se le imputa
que ha cometido un delito, que el Estado resolverá con premura su situación o que, en caso
contrario, perderá el derecho a perseguirlo penalmente. Si el imputado no cometió un nuevo
delito como mayor —supuesto en que se interrumpirá el curso de la prescripción— y el
Estado no resuelve en tiempo y forma la causa, su propio comportamiento permitirá inferir
que los fines de prevención especial que gobiernan el sistema de menores se han dado en el
caso concreto y, por lo tanto, podrá colegirse que, aun de haber sido declarado penalmente
responsable, la pena era innecesaria [...]"(30).
En sentido contrario: "Lleva dicho esta Sala que cuando el segundo párrafo, in fine, del art.
4º de la ley minoril refiere que el juez, en caso de considerarlo necesario, debe aplicar una
sanción 'pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa', no está diciendo otra cosa
que para el supuesto de que el ilícito penal cometido por un menor haya alcanzado la
consumación, el magistrado a quo queda habilitado —y no obligado— para imponerle la pena
que el código sustantivo prevé para los casos de tentativa" (cfr. 'Correa Rodríguez, Walter
Martín s/recurso de casación', reg. Nº 7542, causa Nº 5931, rta. el 31 de marzo de 2005;
"Alegre, María Carolina s/recurso de casación", reg. Nº 10.804, causa Nº 8450, rta. 9 de
agosto de 2007, y sus citas). Se advierte de lo interpolado que en el precedente de cita se hizo
exclusiva alusión a la pena correspondiente al delito y no al instituto liberatorio entablado
(...) Ha de concluirse pues que para que opere la prescripción de la acción penal en el hecho
de autos deberá transcurrir el máximo de pena contemplado para el delito que en este
supuesto es de diez años (arts. 62, inc. 2º y 167, inc. 4º, en función del art. 163 del Código
Penal), lapso no corrido si se atiende a que esta causa se inició en mayo de 2000, y se dictó
el auto de citación a juicio en noviembre de ese año [...]"(31).
La posición de reducir al mínimo posible la continuación de un proceso penal ya iniciado
también fue un punto desarrollado en la jurisprudencia, al expedirse a favor de la
prescripción de la acción penal: "[H]abremos de hacer lugar a la extinción de la acción penal
en favor de los imputados E. S., B. y M., ya que el instituto planteado debe ser analizado
bajo la directriz trazada por la Convención sobre los Derechos del Niño. En efecto, no puede
pasarse por alto que la conducta que aquí se investiga encuentra como sujetos activos a
menores de edad. Por tal razón, es bajo esta óptica y con los beneficios que prevé tal régimen
el marco en el cual debe resolverse el asunto. La condición de menor al momento de comisión
de un hecho y, por ende, el quantum punitivo atenuado que se fija para el caso de establecer
la responsabilidad penal es una obligación constitucional derivada del art. 40, inciso 1º de
la Convención, del principio de culpabilidad y del art. 41 del Código Penal. [...] el art. 37,
incisos 'b' y 'd' de la Convención sobre los Derechos del Niño en donde establece que los
Estados Partes velarán —imperativo— que toda restricción a la libertad de un niño se lleve
a cabo 'durante el período más breve que proceda' y 'a una pronta decisión sobre dicha
acción' [...] la reducción de la pena que consagra el art. 4º de la citada ley es 'obligatoria' y
no facultativa para el magistrado, máxime si se tiene en cuenta que la
norma incluso autoriza a absolver en casos en donde se estableció la responsabilidad penal
y la sanción aparece innecesaria, lo que deja entrever que la pena es, sin duda, la ultima
ratio en el régimen juvenil [...] Entonces, si el parámetro que se toma con respecto a la
prescripción de la acción es el monto de la pena, es razonable aplicar la reducción
contemplada por la legislación específica para analizar la extinción de la acción penal, ya que
este instituto es de orden público y debe aplicarse durante todo el trámite de la causa y no
simplemente en la etapa de juicio, tal como ocurre con los adultos [...]"(32).
Además, "[E]n el sub lite se estudia la responsabilidad de A. E. S., A. J. B., M. E. M., A. A. y
G. N. F. en el hecho ocurrido el 9 de abril de 2006 que culminó con la muerte de M. B.. Que
el primer llamado a prestar declaración indagatoria a A. E. S. fue el 10 de abril de 2006
mientras que el de A. J. B., M. E. M., G. N. F. y A. A. fue al día siguiente. El 15 de marzo de
2012, en la audiencia que confirmó el procesamiento de los imputados por el delito de
70
homicidio preterintencional (artículo 81, inciso 1º 'b' del Código Penal), la defensa de A. E.
S. solicitó se declare la prescripción de la acción penal en esta causa —planteo al que
adhirieron las defensas de A.J. B., G. N. F. y M. E. M.—, toda vez que, a su modo de ver, en
función de los lineamientos trazados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación in
re 'Maldonado', correspondía tener en cuenta a los efectos del cómputo del plazo de
prescripción de la acción penal la escala del delito tentado. El 5 de junio de 2012, la Sala V
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de esta ciudad, por
mayoría, revocó la resolución que tuvo por prescripta la acción penal en favor de A. E. S., A.
J. B. y M. E. M. y, consecuentemente, dispuso el sobreseimiento de los nombrados. De
seguido hizo extensivo lo resuelto en favor de A. A. y G. N. F. por imperio del artículo 441 del
C.P.P.N. Para así decidir entendió que la reducción de la pena que consagra el artículo 4 de
la ley 22.278 resulta obligatoria y no facultativa de los magistrados en virtud del artículo 37,
incisos 'b' y 'd' de la Convención de los Derechos del Niño, que establece que los Estados
partes velarán —imperativo— que toda restricción a la libertad de un niño se lleve a cabo
'durante el período más breve que proceda', y del artículo 2 de la ley 26.061, que establece
que la Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación obligatoria en las condiciones
de su vigencia en todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier otra
naturaleza que se adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad; siendo
la prescripción uno de los instrumentos válidos para asegurar el efectivo cumplimiento de
los derechos y garantías de aquéllos. Contra dicha resolución, el Ministerio Público Fiscal y
la querella, dedujeron sendos recursos de casación. El punto neurálgico por el que transita
el caso sub examine se ciñe en determinar si, a los fines de analizar la posible extinción de
la acción penal por prescripción en casos en los que se encuentran imputados menores
punibles de dieciocho años de edad, debe computarse el quántum máximo de la escala penal
del delito que se le atribuye con la reducción, o no, de la pena que faculta el art. 4 de la ley
22.278. En otras palabras, cabe establecer si en la presente causa, corresponde evaluar el
curso de la prescripción de la acción penal tomando como parámetro la escala penal prevista
para el delito que se imputa —homicidio preterintencional que es de 3 a 6 años de reclusión
o de 1 a 3 de prisión art. 81, inciso 1º apartado 'b' del C.P.— o, los cuatro años de prisión,
resultantes de la posible reducción de la pena que autoriza el art. 4 de la ley 22.278. Al
respecto éste establece que si '...hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá,
pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa'. Así planteado el caso, adelanto mi
opinión en cuanto a que la facultad de reducir la pena de un imputado menor punible que
expresamente autoriza el art. 4 de la ley 22.278 debe, por imperio legal, encontrarse
precedida de un juicio previo (art. 18 de la CN) en el que se determine y declare la
responsabilidad penal y la civil si correspondiere del menor. Recién allí, una vez cumplidos
los dieciocho años de edad y luego de que el menor haya sido sometido a un período de
tratamiento tutelar no inferior a un año prorrogable de ser necesario hasta la mayoría de
edad, el órgano jurisdiccional, luego de analizar las modalidades del hecho que se le atribuye,
sus antecedentes penales, el resultado obtenido del tratamiento tutelar junto con la
impresión directa que se recoja del menor, podrá resolver si corresponde aplicar, o no, una
pena de prisión al imputado. En este último supuesto, y en la medida en que el tribunal de
juicio lo estime necesario, en su oportunidad (luego del juicio) la pena podría ser reducida
en la forma prevista para la tentativa (art. 4 de la ley 22.278). En consecuencia, cabe concluir
que la reducción de pena que autoriza el régimen penal de la minoridad exige, en lo que aquí
respecta, un juicio previo para determinar la necesidad de aplicar pena y, consecuentemente,
establecer su monto (art. 4 de la ley 22.278) [...] En consecuencia, no corresponde analizar
la posible extinción de la acción penal a partir de una escala penal que derive de la posible
aplicación de una norma que habilita la reducción de la pena, cuando para su procedencia
se exige un juicio previo (art. 18 de la C.N); etapa procesal que aún no ha acaecido en el sub
lite [...]"(33).
Con amparo en la congestión del fuero especializado no se hizo lugar al planteo de excepción
de falta de acción en un proceso en el cual el imputado menor de edad llevaba tres años con
la causa en trámite al expresarse que: "[E]videntemente esta situación es la que
lamentablemente sufren los Tribunales de menores, y si bien ello produce demoras en el
trámite de las causas, no puede considerarse que viola la garantía del plazo razonable [...]"(34).
Al resolver en definitiva sobre la cuestión se entendió que: "[S]i bien la resolución traída a
revisión casatoria implica para el imputado continuar sometido a proceso [...] no surge en el
caso la posibilidad de equiparar la resolución pronunciada a definitiva [...]. Del estudio de
71
las específicas características del trámite conferidas al presente proceso, no se advierte que
pueda calificarse su prolongación como irrazonable y, por lo tanto, considerar afectados los
derechos de defensa en juicio y debido proceso en cuanto integrados por una rápida y eficaz
decisión judicial [...] la garantía de obtener un juicio sin dilaciones indebidas [...] puede
encontrar tutela en el prescripción de la acción. En este sentido, como se adelantó, es cierta
la relación existente entre 'duración del proceso' y 'prescripción de la acción penal', que ha
sido reconocida varias veces por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (cfr.: Fallos:
306:1688 y 316:1328). Y también que la modificación de la ley 25.990 acota estrictamente
la exégesis de las causales de interrupción de la acción del artículo 67 del Código Penal. Así,
el plazo de máxima de quince años que pautan los artículos 166 inc. 2º, 167 inc. 2º y 184
inc. 5º, todos concursando bajo la figura del art. 55 del C.P, en virtud de lo dispuesto en el
artículo 62, inciso 2º, del C.P., se encuentra vigente, ya que la citación de las partes a juicio
(del 10 de agosto de 2006) ha interrumpido la prescripción de la acción penal incoada [....]"(35).
Para un mayor desarrollo de la cuestión, "[Q]ue el Tribunal Oral de Menores Nº 1 sobreseyó
a M. A. M. M. y A. A. R. en la causa Nº 4757, que se les siguió como coautores del delito de
robo en poblado y en banda, por aplicación de los artículos 4º de la ley 22.278 y 361 del
C.P.P.N. Contra esa decisión, el representante del Ministerio Público Fiscal interpuso recurso
de casación, que fue denegado. Ante la presentación de la queja, esta Sala en su anterior
integración concedió el recurso [...]. De esta forma se hizo hincapié en el expediente tutelar
del menor del cual surge que reside con sus abuelos, que cumple actividades laborales en
una empresa donde realiza tareas de carga y descarga, y que desde el mes de octubre del
2007 se lo incluyó en el programa de Libertad Asistida, el cual cumplió con regularidad y en
forma satisfactoria. En cuanto a M. M. de su expediente tutelar surge que vive junto a su
pareja e hijo y su padre, que trabaja en una planta de reciclado de cartón, y que hasta los
18 años cumplió con un tratamiento ambulatorio para superar su adicción a las drogas y
finalmente logró alejarse del ambiente social perjudicial para sí mismo que frecuentaba. En
consideración de estas cuestiones —y siendo que además no registran antecedente penales—
, se evaluó que aun en el caso de declararlo penalmente responsable el imputado tiene
derecho a ser eximido de pena, en función de los puntos argumentales desarrollados en el
primer voto, que centralmente señalan: (a) La necesidad de una respuesta rauda de la justicia
a los conflictos con la ley penal que tengan los menores. (b) La satisfacción de los fines
preventivos especiales de la pena, según la ley Nº 22.278, cuando el joven es sometido a un
tratamiento tutelar y lo cumple, da la facultad al tribunal para disponer el sobreseimiento o
absolución, sin necesidad de un juicio que constate la responsabilidad penal del menor. (c)
La ausencia de violación de norma alguna de la Constitución Nacional al aplicar el art. 361
C.P.P.N., a casos como el que aquí se plantea, en función de una interpretación armónica
con las obligaciones internacionales asumidas por el Estado argentino con la firma de
la Convención sobre los Derechos del Niño, a través de la cual se prioriza la reinserción social
del menor, en lugar de hacerlo objeto de sanciones coercitivas. (d) La semejanza de esta
solución con las llamadas 'excusas absolutorias', en tanto obstáculos que excluyen o
cancelan la punibilidad [...]. Que, corresponde rechazar el recurso interpuesto por el
representante del Ministerio Público Fiscal, en mérito de los motivos que de seguido se
expondrán. En efecto, el recurrente no demuestra cuál es el agravio que le ocasiona la vía
encaminada por el tribunal en el caso concreto. Alegó en forma genérica una errónea
interpretación de la ley sustantiva e inobservancia de las normas procesales, pero no expresó
una concreta disconformidad con la solución dada al caso, así como tampoco ensayó un
argumento en torno a las pretensiones de las que se vio privado de expresar ante el tribunal.
Por lo demás, tampoco logró demostrar contradicción alguna con la manda constitucional
[...]"(36).
Para completar este raconto jurisprudencial: "[S]ólo en casos de excepción se puede decretar
el sobreseimiento sin necesidad de llegar al debate, resultando la enumeración del art. 361
del código ritual taxativa, y por ende, todo otro temperamento conclusivo que implique un
pronunciamiento sobre cuestiones que deban ser debatidas en juicio, resulta nulo por
violación al debido proceso [...] aquella eximición de pena no depende única y exclusivamente
del resultado del tratamiento tutelar sino que esta circunstancia debe ser evaluada en
conjunto con el resto de aquellas contenidas en la misma normativa [ley 22.278,art. 4º]"(37).

72
CAPÍTULO 7 - LA PRÁCTICA PROFESIONAL EN EL PROCESO PENAL JUVENIL

1. LOS DÍAS Y HORARIOS HÁBILES


El año judicial comienza el primer día hábil después de la feria del mes de enero y culmina
el día 31 de diciembre del mismo año.
Conforme al Reglamento para la Justicia Nacional (o RJN) todos los días del año son hábiles,
excepto el mes de enero; la feria judicial de julio —que coincide con las vacaciones escolares
de invierno según la acordada 30/1984 de la CS—; los días domingo; los que por disposición
del Congreso Nacional o del Poder Ejecutivo Nacional no sean laborables; y los días que el
presidente de la CS declare feriados judiciales a través de las respectivas acordadas. Los días
jueves y viernes de la Semana Santa tampoco se consideran hábiles judiciales (1).
No obstante ello los tribunales nacionales pueden habilitar otros días y horas si se
presentaran asuntos urgentes.
En cuanto a las ferias judiciales, en el ámbito específico de la justicia nacional penal y la de
menores, el RJCCCF dispone que antes de la feria de cada año el Tribunal de
Superintendencia designará a los jueces de Cámara que resolverán (2)los asuntos que
continúen tramitándose durante la feria judicial(3).
Durante la feria judicial se debe continuar con la tramitación de los siguientes asuntos (4):

Respecto a los JMen. cabe mencionar que durante los días hábiles los siete juzgados de
menores no se encuentran habilitados para la recepción de causas (sí para la atención y
tramitación de las que ya estén radicadas en ellos) sino que esa tarea se realiza por turnos
rotativos de igual modo que los otros juzgados penales de la Capital Federal(5).
De manera general cuando los JMen. entran en turno para la recepción de los sumarios, una
de sus secretarías lo hace con las denuncias que ingresen ante la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal mientras que la otra
secretaría lo hace con las dependencias policiales y de las otras fuerzas de seguridad
nacionales (Gendarmería Nacional, Prefectura Naval Argentina y Policía de Seguridad
Aeroportuaria) y locales (Policía Metropolitana).

73
El horario de atención de los tribunales y juzgados nacionales y federales con sede en la
Capital Federal es de 7.30 a 13.30 horas.
Los jueces de primera instancia, de la Cámara Federal de Casación Penal, de la Cámara
Nacional de Casación Penal de la Capital Federal, de las Cámaras Nacionales de Apelaciones
y de los Tribunales Orales, deben concurrir a sus despachos todos los días hábiles, durante
las horas en que funcione el Tribunal(6).
Es importante destacar que el plazo de gracia (conocido como dos primeras, en relación a las
horas del día siguiente) permite realizar presentaciones dentro de las dos primeras horas del
primer día hábil posterior al del vencimiento del plazo, es decir hasta las 9.30 horas (7).

2. LAS FORMALIDADES DE LAS PRESENTACIONES Y LOS EXPEDIENTES JUDICIALES


Conforme lo establece el RJN en todos los escritos deberá emplearse exclusivamente tinta
negra y los abogados deberán firmar y aclarar la firma al pie junto con la indicación del tomo
y folio de la matrícula(8).
Todo escrito judicial debe encabezarse con la expresión de su objeto, el nombre de quien lo
presente, el domicilio a ser constituido y la indicación de la carátula del expediente. Si se
actúa por terceros debe incluirse además el nombre completo de los representados.
Los expedientes son compaginados en cuerpos que no pueden exceder las 200 fojas (hojas)
cada uno y son correlativamente foliados(9). La foliatura es del nº 1 al 200.
En la carátula del expediente o causa penal (la portada) se deben consignar determinados
datos(10):

Dicha portada ("carátula") debe incluir en los procesos tramitados ante un JMen. los datos
de la Defensoría Pública de Menores e Incapaces (Asesor de Menores) interviniente y aquellos
datos referidos a la mayoría de edad del imputado sometido a proceso.
Este último dato se relaciona con la intervención de los diferentes actores procesales, el
momento procesal para resolver el art. 4º de la ley 22.278, el lugar y las condiciones de
alojamiento en caso que el acusado de cometer un delito estuviera durante el proceso privado
de su libertad y alcance los 18 años de edad, etc.
Es importante señalar que el RJCCCF estipula que no podrá devolverse por secretaría ningún
escrito presentado en forma, sin que se ponga en conocimiento del juez su contenido.
Ocurrido ello, la devolución se arbitrará mediante constancia del secretario en el expediente.

74
3. LAS CONDICIONES DE ACCESO Y CONSULTA DEL EXPEDIENTE
Para la consulta de los expedientes radicados en los JMen. o en los TOral Men., tanto el RJN
como el RJCCCF disponen que éstos pueden ser examinados por las partes, los abogados
que hayan sido propuestos por ellas (aún sin haber aceptado el cargo), por los damnificados
y los imputados. Asimismo habilitan a los ascendientes, descendientes, cónyuges o
hermanos de los procesados a informarse sobre el estado de las actuaciones y a los
periodistas sólo cuando la causa esté definitivamente resuelta (11).
La única limitación a la consulta de los expedientes es el secreto sumarial que puede
disponer el juez de la causa, el cual no puede exceder el plazo de diez días salvo que
concurran las causales reguladas en el CPPN.

Para el caso específico de las personas menores de edad acusadas de cometer un delito, se
diferencian las disposiciones sobre la consulta de expedientes según se trate del expediente
actuario o del expediente tutelar.
Respecto del primero se aplican las normas generales ya mencionadas.
En el caso del expediente tutelar las normas para su acceso están previstas también en el
Reglamento para la Jurisdicción en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal.
Dispone este cuerpo normativo que el juez debe velar por la reserva de los datos contenidos
en este expediente, y puede exhibirlo total o parcialmente, bajo resolución fundada, a las
partes, padres y representantes legales que demuestren un interés legítimo (12).
La reserva no rige para el defensor técnico, para quién siempre el expediente tutelar estará
a disposición. Cabe destacar que dicho acceso estaba vedado en función del carácter secreto
que anteriormente establecía el art. 179 del Reglamento, y para lograr tal acceso el abogado
debía generalmente recurrir a las instancias superiores de los JMen., que convalidaban en
la jurisprudencia reciente tal pedido(13).
Éste es un interesante ejemplo de una reforma normativa de índole casi administrativa que
cambió de manera notable la práctica forense.

4. LOS LIBROS DE REGISTRO


75
Para su propia organización y con el objeto de brindar información a quienes consulten las
causas penales en trámite, los JMen. y TOral Men. cuentan con distintos libros que son
llevados por cada secretaría, donde constan las entradas y salidas de expedientes, la
identificación y situación de los imputados —si se encuentran en libertad o detenidos—, la
individualización de los efectos secuestrados, armas, etc.(14)
En cada secretaría se llevarán los siguientes registros:
a) De entradas y salidas de expedientes, en el que constarán la fecha de inicio de las
actuaciones, la de entrada al juzgado, los nombres de las partes, la designación de la
fiscalía y la defensoría intervinientes, los trámites sustanciales del proceso y su
resultado.
b) De detenidos, con su filiación, causa, fecha de detención, libertad o pase a disposición
de otro juzgado.
En los casos en que se cuente con sistema informático, los mencionados registros
podrán ser, exclusivamente, a través de éste, de lo que deberá reservarse back up. En
los otros casos, los registros serán en libros habilitados al respecto, rubricados por el
secretario.
c) De conocimiento para las fiscalías y defensorías.
d) Copiador de autos interlocutorios y sentencias definitiva. Estos libros serán
rubricados por el secretario.
e) Asimismo, se deberá guardar back up de los autos y sentencias mencionados en el
punto anterior.
f) De recibos de causas.
g) De efectos, en el que deberá constar tipo, marca, numeración si lo tuviere, modelo,
número, carátula y fecha de iniciación de la causa a la que pertenece y su baja, en
ocasión de su devolución o disposición de conformidad a la ley 20.785, modificada por
la 22.129. Deberá ser rubricado por el secretario.
h) De armas, en el que deberá constar tipo, marca, numeración de registro, modelo y
calibre, número, carátula y fecha de iniciación de la causa a la que pertenece y su baja,
en ocasión de su devolución o disposición de conformidad a la ley 20.785, el cual deberá
ser rubricado por el secretario.
i) De notas para las partes, el que deberá permanecer en la Mesa de Entradas de cada
secretaría a disposición de éstas. Dicho libro será habilitado con nota del secretario,
quien no tendrá obligación de rubricar cada una. En cada secretaría deberá colocarse
un aviso destacado, para informar sobre la existencia del libro y el derecho de los
interesados de poner la constancia en caso de no exhibición de los autos solicitados.

Merece especial relevancia para el ejercicio profesional el libro de asistencia de partes


previsto también para el fuero penal, el cual deberá estar en la Mesa de Entradas de cada
Secretaría a disposición de las partes y demás interesados.
En este libro pueden asentarse las oportunidades en que las partes soliciten una causa en
trámite y ésta no se le pueda ser exhibida por cualquier motivo, con la expresa mención del
día y la hora, el expediente que se pidió, quién lo hizo, razón por la cual no le fue exhibido,
apellido y cargo de quien informó el impedimento y la firma del interesado y del
peticionario(15).

76
5. LA DEFENSA TÉCNICA

El CPPN establece que todo imputado tiene derecho a contar con un defensor desde que se
le formulen cargos o se realicen diligencias judiciales relacionadas con su incriminación, es
decir, desde el momento en que adquiere la calidad de imputado (16).
El juez/tribunal ordenará que elija a un defensor dentro del término de tres días, bajo
apercibimiento de designarle de oficio al Defensor Público Oficial(17).

Es importante destacar que el rol de la defensa técnica no es suplido por el Defensor Público
de Menores e Incapaces (Asesor de Menores). Así, "[L]a norma del artículo 410 del Código
Procesal Penal de la Nación, amén de su refractaria decisión final que se refleja en las que
componen el Capítulo que integra, proclama la aplicación de las disposiciones comunes del
código adjetivo nacional en el ejercicio de la jurisdicción ordenada por el artículo 2º de la ley
22.278, asumiendo positivamente su compatibilidad con los caracteres que, por sus fines y
por el sujeto que la soporta, animan su especialidad. De ahí que la aplicación de las normas
generales a que la ley reenvía, particularizada al desarrollo del proceso minoril, fuerzan al
reconocimiento jurisdiccional de sus distintas fases, aún sin olvido de los fines tutelares
perseguidos. Y obligan al respeto de las esenciales garantías constitucionales que tutelan a
todo individuo sometido a la potestad del Estado, cuales la inviolabilidad de la defensa en
juicio y la necesaria existencia de un proceso previo legalmente cumplido (art. 18 de
la Constitución Nacional) [...]. El debido proceso legal se extiende a los menores: ello no
puede ser de otro modo dado el sistema procesal integrado que la ley de forma impone, sin
que lo especial signifique la exclusión de lo general en cuanto no lo contradiga y resulte
convergente [...] En efecto, en el contradictorio sustanciado por el Tribunal de Menores
interviniente en orden a la disyuntiva obligada por el artículo 4º, 'in fine', de la ley 22.278, se
vio privado el sujeto pasivo de este proceso del derecho a contar con la imprescindible
asistencia técnica de un Defensor, cuyo dictamen sobre la necesidad de imponer pena, de
reducirla conforme la escala de la tentativa o, en su caso, sobre las pautas a meritarse en su
individualización, debió obligatoriamente integrar el marco de decisión del sentenciante,
comprometiendo así la atención motivada de su propuesta. La presencia del asesor jurídico
en materia de juzgamiento de menores, escogido o delegado por el Estado, viene reconocida
como garantía mínima irrenunciable por los artículos 37.d, 40.2.b.II y 40.2.b.III, de
la Convención sobre los Derechos del Niño (ley 23.894); y por el artículo 15, inciso primero,
de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de
Menores (Reglas de Bejing) [...]. Debió entonces el 'a quo', sin invocar criterios de oportunidad
en una materia que no lo consiente, resolver la incomparecencia del letrado particular de O.,
a través de las normas mediante las que el legislador nacional asumió la obligación positiva
del Estado en amparo de la garantía invocada, ejerciendo la sustitución por la Defensa Oficial
77
prevista por el artículo 112 del código formal e imponer, en caso de corresponder, las
sanciones previstas en su artículo 113. Entiendo por último, que la observancia del dogma
examinado es concurrente y no alternativa con la también obligatoria comparecencia del
Defensor Público de Menores [...] de una interpretación armónica y sistemática de
los artículos 59 del Código Civil; 4 de la ley 24.946; 413, inc. 3º), del Código Procesal
Penal de la Nación; y de la Ley Orgánica del Ministerio Público (Nº 24.946), se desprende que
la representación de los citados Magistrados es en principio de carácter tuitivo y no técnico
defensivo, al punto que en la instancia de juicio oral, si bien tienen el deber de asistir al
debate, no se les confirió la asistencia técnica conjunta con el Defensor del menor [...]"(18).
Acerca de las diferencias entre la defensa técnica y la labor de los Defensores Públicos de
Menores e Incapaces, y al mismo tiempo refiriéndose a la mayoría de edad del imputado (22
años al momento de resolver el recurso incoado a su favor) se entendió que: "[S]i bien en
general, deben admitirse a tratamiento los recursos interpuestos por la Defensoría Pública
de Menores e Incapaces en la medida en que sus agravios conciernan a pretensiones propias
de la naturaleza tutelar de su función opuestas a la pretensión punitiva del Ministerio
Público, entiendo que en el caso no está justificada su legitimación para interponer recurso
de casación. Este órgano de la Defensoría General de la Nación no tiene idénticas facultades
recursivas que los defensores de confianza o que la Defensa Pública Oficial [...] Una
interpretación contraria llevaría a borrar toda diferencia entre las facultades de uno y otro
órgano del Ministerio Público de la Defensa y pondría en cuestión la necesidad de
intervención promiscua de dos órganos diferentes en un caso en que, por hipótesis, las
facultades son idénticas porque los intereses de la defensa técnica y la defensa tutelar de
menores de edad serían idénticos. De tal suerte, entiendo que partiendo de considerar que
la razón de existencia e intervención necesaria de la Defensoría Pública de Menores,
Incapaces y Ausentes responde a razones distintas de las que están en la base de la
intervención necesaria de un defensor técnico, las facultades recursivas de los funcionarios
de la primera no pueden entenderse idénticas a las del defensor técnico, sea éste de elección
o de la Defensa Pública. Así, los Defensores Públicos de Menores, Incapaces y Ausentes
tienen legitimación para requerir que se tomen las medidas más adecuadas a la protección
y asistencia de menores de edad, lo que comprende la cuestión acerca de la pena a imponer
a un menor de veintiún años por hechos cometidos entre los dieciséis y dieciocho años. Su
intervención necesaria en protección del menor de edad la habilita a actuar en el debate con
ese fin, lo que incluye el debate sobre la sentencia más adecuada a las circunstancias del
imputado entre las alternativas que plantea el art. 4º de la ley 22.278, pero si al momento
de la sentencia el imputado ya ha alcanzado la mayoría de edad, no tiene legitimación para
invocar un interés en la protección de una persona que ya no es menor de edad, aunque se
tratase de un hecho cometido cuando tenía entre dieciséis y dieciocho años de edad. Disiento
pues, con lo que se dice en el primer voto. Entiendo que, en las circunstancias del caso, toda
vez que el imputado F. M. G. tenía veintidós años al momento del dictado de la sentencia
contra la que se recurre, el recurso es inadmisible [...]"(19).
Es del caso apuntar un nuevo rol que el Asesor de Menores asumió a partir de una sentencia
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal(20):
"[S]i bien es cierto que le asiste razón a la Defensa de L. Q. en cuanto a que la Sra. Defensora
de Menores que asistió a la audiencias no es una parte en el proceso, tanto que carece, por
ejemplo de la facultad de recurrir las resoluciones que en él se dicten, el Tribunal entiende
que su comparecencia está justificada y hasta es necesaria, en virtud de las disposiciones
de la Convención de los Derechos del Niño, que a juicio del Tribunal, no necesitan
reglamentación específica para ser operativas, conforme lo resuelto por la C.S.J.N. en el fallo
'Ekmekdjian c/ Sofovich'. Por otra parte, como ya lo señalara la magistrada compareciente,
la legislación nacional específicamente a través de la Ley de Protección del Niño (Ley
26.061,art. 27) y de la Ley del Ministerio Público (Ley 24.946,arts. 54 y 56), y en forma
general a partir de lo que surge del art. 59 del Código Civil, justifican la intervención de un
representante de los derechos del menor, en función de lo dispuesto por los arts. 3 y 12 de
la Convención de los Derechos del Niño, máxime cuando el hecho objeto del proceso se
vincula al ámbito familiar, y por lo tanto genera la eventualidad de que hubiera intereses
contrapuestos con los de sus progenitores [...]"(21).

78
Existen dos maneras de plantear la propuesta de abogado defensor para las personas
menores de edad acusadas de la comisión de un delito.
Una de ellas es mediante un escrito que contenga en su encabezado el nombre de cualquiera
de los padres, tutores o representantes legales, actuando en representación del niño.
La otra posibilidad es también por escrito: el imputado presentándose por su propio derecho
propone a su abogado defensor.
Respecto del primer escrito, en el cual los representantes legales en nombre del niño
imputado de la comisión de un delito, proponen al abogado que lo asistirá técnicamente en
el proceso, se sugiere por el uso forense que sea firmado por cualquiera de ellos sobre el
extremo inferior derecho de la hoja y por el abogado en el extremo inferior izquierdo.
Con relación a la segunda posibilidad en la cual el acusado menor de edad por derecho propio
propone al abogado defensor, el escrito debe ser firmado —se apela aquí nuevamente a los
usos forenses— por el niño imputado sobre la derecha (su firma debe ser certificada por la
autoridad competente del lugar donde se encuentre alojado privado de su libertad, si fuera
el caso) y por su abogado sobre la izquierda.
El escrito por el cual se propone un abogado defensor debe ser acompañado posteriormente
por un bono de derecho fijo que se adjuntará al iniciarse o contestarse cualquier acción
judicial ante los jueces o tribunales con intervención de abogados (22).
Este bono de derecho fijo es una obligación legal y personal de cada letrado (23).

79
El bono es nominativo por la finalidad de proteger a los justiciables y a los letrados
matriculados, a fin de evitar que ejerzan la profesión de abogado quienes carezcan de la
habilitación profesional correspondiente.
Los datos que figuran pre-impresos en el bono son el tomo y el folio y el nombre y apellido
del matriculado.

80
Puede adquirir el bono el matriculado o un tercero. Se le pedirá tomo y folio para verificar
que esté al día con el pago de la matrícula del Colegio Público de Abogados de la Capital
Federal (el único requisito será encontrarse matriculado y en condiciones de ejercer la
profesión).
El Colegio Público de Abogados de la Capital Federal cuenta con "salas de profesionales", que
es un servicio exclusivo para matriculados, muy útiles de conocer por resultar puestos de
atención descentralizada en los edificios judiciales de los distintos fueros para la realización
de trámites y utilización de los servicios disponibles (24). También es posible consultar en el
Colegio Público de Abogados de la Capital Federal la nómina de matriculados activos y su
domicilio(25).
Presentado el escrito que propone un abogado defensor el JMen. librará un oficio a la
institución donde se encuentre privado de su libertad el imputado y solicitará su comparendo
(presencia en el juzgado) con la finalidad de poner en su conocimiento la propuesta de
abogado defensor efectuada a su favor.
El acta que confirme la comparecencia es firmada en su lado izquierdo por el niño imputado
y en el derecho por el secretario del JMen.

6. LA ACEPTACIÓN DEL CARGO. LOS DERECHOS Y LAS OBLIGACIONES DEL ABOGADO DEFENSOR

Luego de la propuesta y de su aceptación por parte del imputado menor de edad, el JMen.
procederá a intimar, por medio de una cédula de notificación, al abogado propuesto a efectos
de que, en legal tiempo y forma, concurra ante dicho tribunal a aceptar el cargo conferido.
El letrado tiene un plazo de tres días hábiles para presentarse en el juzgado correspondiente,
bajo apercibimiento de tener el nombramiento por no efectuado (26).
El cargo de defensor del imputado, una vez aceptado, es obligatorio salvo excusación
atendible.
En dicho momento procesal, el JMen. dictará un auto simple en virtud del cual tendrá al
abogado propuesto como defensor del niño en esa causa penal(27).
Sin perjuicio de lo dispuesto por el rito penal en cuanto a la posibilidad de proponer abogado
defensor desde el inicio mismo del proceso penal(28), antes de la declaración indagatoria el
JMen. invitará al imputado a designar defensor entre los abogados de la matrícula (es decir
profesionales habilitados en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal).
En tal sentido vale recordar la jurisprudencia de la CS sobre el punto: "[E]n concordancia
con la alegación de la defensa, debo decir que a mi manera de ver, al resolver del modo
indicado el a quo pierde de vista el planteamiento que, con base en el derecho a la defensa
efectiva en el proceso penal, había introducido la parte al afirmar que al darse intervención
al defensor oficial ante el juzgado de menores sólo en sentido formal se había garantizado el
derecho de los imputados. En efecto, no estando controvertido que la defensora apelante
intervino en el plenario que declaró la responsabilidad de los hermanos M., la decisión del
superior tribunal no da respuesta a su agravio sobre la ineficacia de la defensa provista
después de haberse integrado esa sentencia con la individualización de la pena [...]. En
resumen, es mi parecer que el fallo apelado dio un alcance inadecuado a los agravios que
fueron materia de decisión, incurriendo en una deficiente fundamentación que lo descalifica
como acto jurisdiccional, pues apegándose a los aspectos meramente formales omitió
sopesar sus implicancias sobre el debido proceso y el derecho de defensa en el marco,
además, de un expediente en el que conjugan los derechos especiales de los menores,
derivados de su condición, a los que corresponden deberes específicos de la familia, la
sociedad y el Estado (Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condición Jurídica y
Derechos Humanos de los Niños) [...]"(29).
Si el imputado no lo hiciere hasta el momento de recibírsele declaración indagatoria, el juez
de oficio designará al Defensor Público Oficial (defensor técnico) mediante la notificación
correspondiente.

81
La designación del Defensor Público Oficial no impide el derecho del imputado a elegir
posteriormente otro abogado particular(30). Sin embargo, esta sustitución no será
considerada hasta que el nuevo abogado designado acepte formalmente tal cargo y fije un
domicilio procesal a tales efectos.
En el supuesto contrario, si el defensor del niño renunciara a su defensa técnica, se proveerá
a su inmediata sustitución por el Defensor Oficial. Hasta entonces, estará obligado a
continuar en el cargo, no pudiendo ser nombrado de nuevo en la misma causa penal (31).
El nombramiento de abogado defensor tendrá pleno valor mientras el propio imputado no la
revoque o el letrado se aparte de la causa, cumpliendo los recaudos necesarios para evitar
que su asistido quede en estado de indefensión(32).
Un supuesto interesante a tener en cuenta es la rebeldía del imputado a los efectos de su
propuesta de abogado defensor: "[S]e imputa a L. A. A. el hecho ocurrido el 10 de abril del
corriente año, en el Barrio Ramón Carrillo de esta Ciudad, consistente en haber disparado
una arma de fuego contra M. A. N. R., cuyo deceso fue constatado por el personal del S.A.M.E.
al arribar al lugar. El 15 de abril del año en curso, se presentó en el juzgado interviniente un
escrito mediante el cual L. A. A. G. designa al doctor J. A. G. como su abogado defensor. El
16 de abril subsiguiente, con motivo del resultado negativo de los allanamientos llevados a
cabo, el magistrado actuante declaró rebelde a L. A. A. G. y ordenó su detención a fin de
recibirle declaración indagatoria (C.P.P.N., art. 294) y también su traslado a la Alcaidía del
Palacio de Tribunales, en calidad de comunicado. En la misma fecha, el juez instructor
rechazó la designación de abogado defensor presentada el día anterior, ya aludida, con
fundamento en que el imputado no se encontraba a derecho [...]. En las particulares
circunstancias del sub examine antes reseñadas, advierto que lo resuelto por el 'a quo' no
resulta ajustado a derecho. En efecto, la declaración de rebeldía resuelta respecto de A. G.
no configura un obstáculo para que el nombrado designe un defensor de su confianza en
autos, a tenor de lo normado por los arts. 2, 72 y 104 del C.P.P.N. y 18 de la C.N. [...]"(33).

Sobre la actuación del abogado defensor y los intereses contrapuestos de sus asistidos, se
ha resuelto que: "Sin perjuicio de la falta de imputaciones recíprocas entre ellos, la
incompatibilidad del abogado en la defensa de ambos también debe valorarse en función del
conflicto de intereses de sus asistidos, que coloca a uno de los dos en situación de
inferioridad con relación al otro. El peligro que ello suceda determina la nulidad de las
actuaciones a partir de la aceptación del cargo por parte del letrado [...]" (34).
En el mismo sentido se decretó la nulidad de actuaciones al resolverse que "[e]l Tribunal
advierte que se dan las condiciones a que alude la norma del artículo 109 del Código Procesal
Penal, puesto que frente a los dichos en indagatoria de M. N. R., en el sentido de haber
asumido exclusivamente el hecho se evidenciaron notorios intereses contrapuestos entre los
imputados, que se patentizaron en el acto de la tercera indagatoria, esto es, la prestada por
G. E. D., al sostener que '...el estéreo lo sustrajo R.', todo ello con el asesoramiento de la
misma asistencia técnica. Ante tal incompatibilidad, confirmada por la circunstancia de que
el recurso de apelación hace alusión a los relatos efectuados por los incusos al momento de
ejercer sus respectivas defensas, puede sostenerse sin mayores hesitaciones que el derecho
a la defensa de R. se ha visto menoscabado, a tal punto, que su asistencia técnica no
controvierte la conducta ilícita atribuida a aquél, sino que por el contrario de ello deduce la
pretendida desvinculación de D. [...]"(35).

82
El CPPN establece la posibilidad que en el proceso intervenga al mismo tiempo un defensor
sustituto(36).
En cuanto a la facultad sancionatoria de los jueces sobre los abogados defensores se ha
resuelto que: "[L]o cierto es que luego de la sanción de la ley 23.187 se limitó la facultad
sancionadora de los órganos jurisdiccionales, que surgían del decreto-ley 1285/58, al dejar
en manos del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal el poder disciplinario
respecto de los abogados de la matrícula —arts. 20 b) y 21 a)—, razón por la cual la sanción
impuesta será revocada [...] lo que corresponde hacer frente a estos casos —como se hizo en
las causas mencionadas precedentemente— es disponer la extracción de los testimonios
correspondientes para ser remitidos al Tribunal de Disciplina del Colegio Público de
Abogados, a los efectos de que dicha institución evalúe la conducta llevada a cabo por el
abogado D. P. en las presentes [...]"(37).
Para la CS, "[Q]ue la doctora A. M. C., plantea la nulidad de la decisión de esta Corte del 27
de mayo de 2004, por la que se desestimó la pretensión de que se reabriera la causa, y se le
impuso la sanción de prevención en los términos de los arts. 35 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación y 18 del decreto-ley 1285/58. Que la recurrente sostiene que el
ejercicio del poder disciplinario es una atribución exclusiva del Colegio Público de Abogados,
en virtud de la ley 23.187, de modo que la sanción impuesta por este Tribunal —fundada en
normas procesales— había sido dictada en violación a la ley aludida [...] Las facultades
disciplinarias reconocidas a los jueces por los arts. 35 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación y 18 del decreto-ley 1285/58, para mantener el buen orden y decoro de los
juicios, no se superponen ni se confunden con las atribuciones de idéntica naturaleza
conferidas al tribunal de disciplina del Colegio Público de Abogados por la ley 23.187, en
tanto estas últimas persiguen el objetivo más amplio de asegurar el correcto ejercicio de la
abogacía en todos los ámbitos de la actuación profesional"(38).
En las causas penales o en las actuaciones que puedan lesionar derechos y garantías
constitucionales del imputado menor de edad el abogado defensor debe velar por la
preservación de los mismos y denunciar ante la autoridad competente y ante el Colegio
Público de Abogados de la Capital Federal tal afectación, particularmente si esas situaciones
pudieran afectar la vida, la dignidad personal, la libertad individual o la integridad física o
psíquica de sus defendidos.

83
7. LA EXTRACCIÓN DE LAS FOTOCOPIAS DE LA CAUSA PENAL

Una vez que el abogado es designado en la causa actuaria como abogado defensor del niño
(investigación del delito) y acepta su cargo es necesario emprender la preparación de la
defensa técnica.
Para ello es imprescindible tomar conocimiento de los detalles de la investigación judicial en
curso. En este momento procesal el abogado defensor podrá solicitar al JMen. la autorización
para extraer fotocopias a su costa del expediente. También podrá el abogado defensor
autorizar a una tercera persona, circunstancia de la que deberá dejar constancia en su
pedido.
Sobre el punto, "[E]l niño y la persona que le preste asistencia debe disponer del tiempo y los
medios adecuados para la preparación de su defensa. Las comunicaciones entre el niño y la
persona que le asiste, bien sea por escrito u oralmente, deberán realizarse en condiciones
que garanticen que se respetará plenamente su confidencialidad, de conformidad con lo
previsto en el inciso vii) del apartado b) del párrafo 2 del artículo 40 de la Convención, y el
derecho del niño a no ser objeto de injerencias en su vida privada y su correspondencia
(artículo 16 de la Convención)"(39).
La parte que solicite las fotocopias deberá además acompañar una estampilla que acredite
el cumplimiento de la acordada 29/95 de la CS, salvo que estuviera exceptuado de su pago.
El domicilio constituido mantendrá sus efectos legales hasta tanto el letrado lo sustituya,
siendo válidas todas las comunicaciones que allí se le cursen desde el juzgado/tribunal.
En el supuesto caso que la persona menor de edad acusada de cometer un delito se hallare
privada de su libertad el abogado defensor podrá entrevistarlo en el dispositivo cerrado en
que se encuentre alojado, siempre y cuando presente el certificado expedido por el JMen.,
TOral Men. o juzgado interviniente que acredite su carácter de defensor en el legajo.
Tal situación difiere si el imputado se encuentra alojado en un centro de detención del
Servicio Penitenciario Federal. En este supuesto podrá entrevistar a cualquier persona
privada de su libertad sin necesidad del mencionado certificado hasta en dos ocasiones. A
partir de la tercera entrevista deberá presentar el certificado de abogado defensor.

8. LA PUBLICIDAD DE LA CAUSA

84
En ningún caso podrá darse a publicidad el nombre del imputado menor de edad, ni los
detalles de filiación o circunstancias que permitan identificarlo.
En tal sentido la ley 26.061 establece que: "[L]as niñas, niños y adolescentes tienen derecho
a ser respetados en su dignidad, reputación y propia imagen. Se prohíbe exponer, difundir o
divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar, directa o indirectamente
a los sujetos de esta ley, a través de cualquier medio de comunicación o publicación en contra
de su voluntad y la de sus padres, representantes legales o responsables, cuando se lesionen
su dignidad o la reputación de las niñas, niños y adolescentes o que constituyan injerencias
arbitrarias o ilegales en su vida privada o intimidad familiar"(40).

85
CAPÍTULO 8 - LAS SINGULARIDADES DEL PROCESO PENAL SEGUIDO A PERSONAS MENORES DE EDAD
En este apartado sólo se desarrollarán ciertos aspectos básicos del proceso penal seguido a
una persona menor de edad, con varias aristas comunes al proceso seguido a una persona
que el momento de ocurrencia del delito tenía más de 18 años de edad.
El objetivo es ilustrar al lector respecto de las especificidades en torno a la imputación penal
y participación como víctima o testigo de las personas menores de edad en un proceso penal,
y que puedan también advertirse los matices que lo separan del trato judicial aplicable a las
personas adultas (por aplicación del corpus juris de protección de derechos a la infancia, por
reformas legales, por cambios jurisprudenciales, etc.).

1. LA DENUNCIA
La denuncia es uno de los modos de iniciar la instrucción penal. Cualquier toda persona que
se considere lesionada por la comisión de un delito o que sin ser directamente afectada tenga
noticias de su producción tiene la posibilidad de dar a conocer dicha circunstancia a los
órganos estatales con la finalidad de reclamar la intervención correspondiente.
La denuncia puede realizarla cualquier persona, siempre y cuando se trate de un delito cuya
persecución pueda ser realizada "de oficio"(1).
Podrá denunciarse en forma verbal como por escrito, aunque con ciertas limitaciones. En el
caso de exponer los agravios oralmente, quien reciba la denuncia labrará un acta con la
identidad del denunciante.
En caso de hacerse por escrito, la denuncia deberá ser firmada por el denunciante ante el
funcionario que la recibe y deberá contener en la medida de lo posible la relación del hecho,
las circunstancias del lugar, tiempo y modo de ejecución, la indicación de sus partícipes,
damnificados, testigos y demás elementos que puedan conducir a la comprobación del hecho
y a su calificación legal.
Mientras que el art. 174 del CPPN prevé la facultad de denunciar, el art. 177 del rito penal
impone una obligación de denunciar los delitos perseguibles de oficio.

86
El CPPN establece también una prohibición de denunciar: "Nadie podrá denunciar a su
cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano, a menos que el delito aparezca ejecutado en
perjuicio del denunciante o de un pariente suyo de grado igual o más próximo que el que lo
liga con el denunciado"(2).
Así, "[E]l temperamento adoptado por el a quo debe ser confirmado. En efecto, el posible
delito de hurto que podría haber sido cometido con la sustracción de los objetos de la vivienda
que relatara la Sra. 'C', no resulta punible conforme lo dispone el artículo 185, inciso 1º del
Código Penal, según el cual los hurtos, defraudaciones o daños que recíprocamente se
causaren, los cónyuges, ascendientes, descendientes y afines en línea recta, están exentos
de responsabilidad criminal. A su vez, lo manifestado por la denunciante evidencia que no
se ha llegado a producir una agresión física que haya provocado lesión alguna en su
detrimento ni de otros parientes próximos, ni puede interpretarse lo narrado como una
denuncia por amenazas concretas, sino como la exposición de una situación problemática y
violenta, caracterizada por la preocupación y la impotencia de una madre ante la adicción
severa de su hijo a las drogas [...]. Así las cosas, el caso penal puede considerarse reducido
a la actividad de consumo de estupefacientes del hijo de la denunciante y al esclarecimiento
—a través suyo— de quienes son sus proveedores, conforme lo postula la Sra. Fiscal General
Adjunto. Sin embargo, conducir una investigación criminal en esa dirección es improcedente,
ya que implicaría someter también al hijo de la denunciante a un proceso penal inválido
desde su mismo origen, en razón de que la información inicial incriminante habría sido
obtenida de una denuncia prohibida (artículo 178 del Código de forma), y también supondría
criminalizar una situación que, tal y como dispuso el a quo, tendrá mejor acogida por la vía
civil. Debe repararse en que el artículo 482 del Código Civil faculta al Juez previa
información sumaria a disponer la internación de los toxicómanos que requieran asistencia
en establecimiento adecuados, debiendo designar un defensor especial para asegurar que la
internación no se prolongue más de lo indispensable y aun evitarla, si pueden prestarle
debida asistencia las personas obligadas a la prestación de alimentos [...]" (3).
En sentido contrario, "[E]l tribunal 'a quo' relató que el 1º de marzo de 2006, siendo alrededor
de las 22 horas, el cabo 1º G. A. L. fue desplazado por la división Comando Radioeléctrico a
constituirse en el domicilio sito en '...' de esta ciudad. Al arribar allí, se entrevistó con la Sra.
Z. F. M. P. quien le manifestó que instantes antes, dentro de una riñonera de propiedad de
su hijo D. O. T. , encontró un revólver el cual resultó ser de marca Smith Wesson, calibre 38
corto, de color plateado, con cachas de color marrón, nro. de serie '...', con un tambor de
cinco alveólos, sin munición en el interior. Por lo que se procedió al secuestro del arma en
cuestión y se invitó a la señora M. P. a concurrir a la dependencia policial a fin de prestar
declaración testimonial. De seguido, señaló que resulta claro que el aporte de datos que
desencadenan una investigación penal no puede ser efectuado por determinadas personas
habida cuenta de lo establecido por el art. 178 del C.P.P.N., disposición que tiene su
fundamento en el principio de cohesión de la familia cuya protección consagran
87
la Constitución Nacional y los pactos incorporados. En el contexto aludido —se dijo— no era
válido iniciar de oficio actuaciones contra T. si tampoco se advertía que el suceso hubiere
afectado directamente a la denunciante o a su entorno familiar [...]. Que la tenencia de un
arma de guerra en el interior de un ámbito familiar constituye un delito de peligro que
concreta y particularmente, en esas condiciones, afecta la seguridad de todo el grupo
familiar, máxime si el arma la detenta un menor y hay otro conviviendo en el lugar; con lo
que va dicho que en esa medida, el delito damnificó a la denunciante quien, de no haber
procedido como lo hizo, pudo haber afrontado responsabilidades de diversa índole. En suma,
daré respuesta negativa a este primer interrogante y propondré que se anule la resolución
recurrida; si esta ponencia es compartida, y habida cuenta de que el tribunal a quo ha
anticipado juicio acerca del mérito de prueba que eventualmente podría producirse —
argumento que por cierto no concurre a declaración de nulidad alguna—, será otro el que
debe continuar con los procedimientos [...]" (4).
La denuncia puede ser presentada ante tres diferentes órganos: el juez, el fiscal o las fuerzas
de seguridad.
En el caso que la denuncia sea presentada ante la fiscalía o el juez la misma deberá ser
escrita; personalmente, por representante o por mandatario especial. En este último caso
deberá agregarse el poder, debiendo ser firmada ante el funcionario que la reciba, quien
comprobará y hará constar la identidad del denunciante (5).
El JMen. que reciba una denuncia la transmitirá inmediatamente al fiscal especializado. Este
último debe, dentro del término de veinticuatro horas (salvo que por la urgencia del caso se
fije un plazo menor), formular requerimiento de instrucción o pedir que la denuncia sea
desestimada o remitida a otra jurisdicción.
El juez que reciba una denuncia podrá dentro del mismo término decidir que la dirección de
la investigación del delito quede a cargo del fiscal, quien asumirá la investigación e
instrucción de la causa o pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida a otra
jurisdicción(6).
La denuncia será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delito, o
cuando no se pueda proceder a la investigación. La resolución que disponga la desestimación
de la denuncia o su remisión a otra jurisdicción será apelable, aún por quien pretendía ser
tenido por parte querellante.
Cuando la denuncia sea presentada ante el fiscal de menores (7), este pondrá inmediatamente
en conocimiento de ella al JMen., practicará las medidas de investigación ineludibles y le
solicitará al juez que recepte la declaración del imputado. Luego de la declaración, el juez es
quién decide si tomar a su cargo la investigación o si continúa a cargo de ella el fiscal.
Asimismo, el fiscal podrá requerir la desestimación o remisión de la denuncia a otra
jurisdicción(8).
La denuncia presentada ante las fuerzas de seguridad podrá hacerse por escrito o
verbalmente; personalmente, por representante o por mandatario especial. En este último
caso deberá agregarse el poder. En el caso de que un funcionario policial reciba la denuncia
en forma escrita comprobará y hará constar la identidad del denunciante. Cuando sea verbal,
se extenderá en un acta(9).
En este caso, el funcionario que la reciba, luego de la comprobación de identidad señalada
en el párrafo anterior, deberá colocar en el escrito un sello que acredite la hora y el día de la
recepción, el nombre de la dependencia policial y el número de registro de la denuncia,
pudiendo otorgarle una constancia de la presentación o firmando la copia, a pedido del
denunciante. En ningún caso se podrá rechazar la presentación de la denuncia, sin perjuicio
del trámite judicial que posteriormente corresponda(10).
Además los encargados de la prevención tienen la obligación de comunicar inmediatamente
al JMen. competente y al fiscal la iniciación de las actuaciones de prevención. Bajo la
dirección del juez o del fiscal, según correspondiere, y en su carácter de auxiliares judiciales,
formarán las actuaciones de prevención, las cuales deberán practicarse dentro del término
de cinco días prorrogables por otros cinco días previa autorización del juez o del fiscal (11).

88
2. LA QUERELLA

El denunciante no es parte en el proceso penal. Por tal motivo, además de instar la acción
penal, toda persona con capacidad civil ofendida por un delito de acción pública podrá pedir
ser tenida por parte querellante.
Este derecho de constituirse como parte en el expediente faculta al querellante a impulsar el
proceso, proporcionar elementos de convicción, argumentar sobre ellos y recurrir las
resoluciones judiciales con los alcances que en el CPPN se establezcan.
Tratándose de personas menores de edad víctimas de delitos, sus representantes legales
pueden querellar en su nombre, aunque de manera paulatina la jurisprudencia empezó a
reconocer el derecho de las personas menores de edad a ser ellos mismos la parte
querellante(12).
En este sentido, "[S]i bien asiste razón al magistrado instructor, en cuanto a que al ser L. P.
S. menor de edad le estaría, en principio, vedada la posibilidad de constituirse en parte
querellante, debiendo asumir tal rol su representante legal (art. 82, 2º párrafo de C.P.P.N.),
deben tenerse en cuenta las especiales circunstancias del caso, en cuanto a que la menor se
encuentra en una situación de precariedad, y que, según ha denunciado, habría sido víctima
también de graves delitos cometidos por su padre y su madre. Por otra parte, debe destacarse
que el progenitor de la damnificada fue imputado en las presentes actuaciones y que el Sr.
fiscal, en su dictamen solicitó que se librara orden de detención en su contra a fin de que se
le recibiera declaración indagatoria, circunstancia que torna técnicamente incompatible la
posibilidad de que asuma el rol de querellante. Tampoco consta en las actuaciones que exista
otra persona vinculada a ella que se encuentre en condiciones de legitimar sus intereses en
esta sede [...]. Debe acudirse a las disposiciones de la Convención sobre los Derechos del
Niño, de rango constitucional conforme el art. 75, inc. 22 de la C.N., que otorga a los menores
—a criterio de esta Sala— amplias facultades para ser oídos en sede judicial (art. 12). En
consecuencia, al estarle reconocidas a la menor dichas facultades para defender sus
intereses en sede penal, no puede una norma infra-constitucional (en este caso el art. 82 del
C.P.P.N.), restringir tales prerrogativas de un modo evidentemente no admitido por la
Convención [...]"(13).
Véase también un interesante caso de participación procesal conjunta: "[L]a madre de la
menor M. Y. B. R. solicita ser tenida por parte querellante en representación de su hija en
ejercicio legítimo de la patria potestad y conforme lo establecido en el art. 82, segundo
párrafo, del C.P.P.N., toda vez que por ese motivo es su representante legal. Debe quedar
claro que esta circunstancia no se encuentra cuestionada por ninguna de las partes; lo que
se encuentra cuestionado es que la madre quiere ejercer por sí esa facultad y no que le sea
reconocida exclusivamente a su hija, quien ya ha sido tenida en el rol de parte querellante
con la asistencia de la Dra. J. S. Del debate se ha constatado a su vez, que no existen
intereses contrapuestos, habiéndose destacado que la denuncia originaria del asunto fue
realizada por la menor quien se encontró acompañada de su madre, ni tampoco se ha
cuestionado que la Sra. F. R. sigue ejerciendo la patria potestad, más allá de que la guarda
de la niña se halla entregado al hogar 'F. V.'. De esta forma lo que se advierte es la intención
de la madre de ingresar como querellante al asunto pero sin que su interés sea contradictorio
con los de su hija. Ahora bien, como ésta ya ha sido legitimada por derecho propio, la
pretensión de F. R. implicaría el desplazamiento de la niña en dicha condición, lo que sería
contrario a lo postulado por la Convención de los Derechos del Niño, la ley 26.061 y lo dicho
por esta Sala en la causa nº 22.475, 'S., L. P.' rta. 18/03/2004, como fuera mencionado por
el Dr. G. G. De este modo, consideramos que la situación resulta asimilable a lo establecido
por el art. 416 del C.P.P.N., el que se refiere a la 'unidad de representación' de las querellas
cuando éstas fueran varias, pero que para el caso en que 'hubiere identidad de intereses
89
entre ellos, deberán actuar bajo una sola representación, la que se ordenará de oficio si ellos
no se pusieren de acuerdo'. Si bien en este caso sólo existe una única particular damnificada,
la incorporación de su madre, sin apartarla de su condición de querellante por derecho
propio, aparece como la solución que más integralmente protege sus intereses, respetando
los derechos de la niña y el ejercicio de la patria potestad de la madre que no se encuentra
en discusión de momento. De este modo, la única cuestión debatida en la audiencia se
limitaría a establecer quién debe ejercer esa representación unificada. En este sentido,
consideramos que la abogada J. S., quien fuera elegida por la propia niña para asistirla es
la que aparece como la más adecuada para ello, toda vez que, además, ya viene interviniendo
en el asunto [...]"(14).
También de del caso notar que la aplicación del principio del interés superior del niño (CDN,
art. 3) no ha sido unánime en todos los casos de pretensos querellantes: "[L]a cuestión central
a resolver radica exclusivamente en la pretensión de la tía de la menor, M. V. V., de ser
legitimada como acusadora particular en la causa iniciada contra el padre de la mencionada
por la posible comisión de un delito contra la integridad sexual. El planteo de la recurrente
radica, sintéticamente, en que las circunstancias en las que se habrían sucedido los hechos,
y el actuar pasivo por parte de la madre de la menor, dejan de protegida a su sobrina frente
a los actos presuntamente abusivos del padre, desconsiderando así el interés superior del
niño víctima, previsto en el art. 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño. Por su parte,
el Sr. juez de grado no ha permitido el acceso a la causa de la Sra. R. en calidad de
querellante, en tanto no es la particular damnificada y no cuenta con un vínculo suficiente
para ejercer la representación de M. V. Así planteado el asunto que debemos resolver, y oídas
que fueron todas las partes intervinientes en la audiencia, entendemos que le asiste razón al
Sr. juez de grado en tanto la pretensa querellante carece de legitimación para representar
legalmente a la menor, dado que no tiene un vínculo suficiente, lo que impide su acceso al
proceso en la calidad pretendida. En ese sentido, el art. 82 del CPPN es claro en cuanto a
quién tiene derecho a querellar y como tal impulsar el proceso, calidad que le asiste al
particular ofendido, con capacidad civil y, en caso de tratarse de a persona Incapaz, su
representante legal. Entonces, la manifestación respecto a la voluntad en la averiguación de
la comisión de un delito en el que habría sido víctima a menor V., debe ser expresada por
quien ejerce esa representación [...]"(15).
En sentido similar, "[C]ompartimos junto a la jueza de la anterior instancia el rechazo de lo
peticionado. Ninguna norma establece que el guardador se halla legitimado para representar
al menor en un proceso, razón por la cual carece de tal derecho. Aún si la pretensa
querellante invocara tal carácter, no sólo como abuela de los damnificados sino además por
contar con la guarda provisoria en el expediente civil. Recordamos que la causa fue
promovida por la recurrente cuando instó la acción penal (conforme exige el art. 72 del
Código Penal), por lo cual queda sujeta al régimen de persecución estatal común y serán el
Representante del Ministerio Público Fiscal, junto con la Defensoría Pública de Menores e
Incapaces, los encargados de garantizar los interés fundamentales contemplados en la
Convención sobre los derechos del Niño y en la Ley 26.061. Además eventualmente podrá el
progenitor de la víctima cumplir el rol de acusador particular [...]"(16).
Pero incluso la jurisprudencia le reconoció al acusador público la facultad de instar la acción
penal: "[I]nterviene el tribunal con motivo del recurso de apelación articulado por la defensa
de H. R. B. contra el rechazo de la excepción de falta de acción promovida por esa misma
parte [...]. El artículo 72 del Código Penal en su parte final consagra excepciones específicas
a la exigencia del acto de instancia por parte de la víctima o representante legal en la nómina
de delitos contemplada en esa misma norma. Entre esos supuestos de excepción se sitúa el
caso en que existieran intereses gravemente contrapuestos entre los padres, tutores o
curadores y el menor [...]. Precisamente el propósito por el cual el legislador agregó ese
párrafo fue el de cubrir los casos en que los menores son víctimas de abusos sexuales dentro
del seno familiar. Ejemplo de ello es el de la madre que tolera y no insta la acción penal,
cuando sabe que otro integrante del grupo familiar, el padrastro o su nueva pareja abusan
reiteradamente de una de sus hijas o hijos menores, y encubre el hecho para no agravar la
situación familiar (Baigún, David y Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit. págs. 767/768 y en igual
sentido D'Alessio, Andrés José y Divito, Mauro A., 'Código Penal de la Nación. Comentado y
Anotado', La Ley, 2011, pág. 1077). La situación de F. C. se adecua perfectamente a la
hipótesis introducida por la norma penal. Véase que contaba con 16 años al momento en

90
que se inició esta causa, los hechos denunciados habrían sido cometidos por su padrastro
aprovechando la situación de convivencia y se habrían prolongado por al menos tres años y
su madre, pese a ser informada de lo ocurrido, habría manifestado a las autoridades de la
Defensoría Zonal Boca-Barracas y de la Casa del Niño y del Adolescente del GCBA su
intención de no radicar denuncia penal, lo que motivó que fueran las coordinadoras de esas
instituciones las que promovieran la formación de este proceso. Repárese también en que no
podría convocarse a E. C., como propugna la defensa, a prestar declaración testimonial e
interrogarla sobre si es su deseo instar la acción, en tanto el Ministerio Público Fiscal incluyó
en su requerimiento de instrucción un posible reproche en su contra por haber omitido tomar
los recaudos necesarios para interrumpir el accionar de H. R. B. De tal suerte, estima el
tribunal que en el concreto caso sometido a estudio se hallaba habilitado el fiscal a actuar
de oficio —tal como lo hizo— en protección de los intereses superiores de la menor abusada
consagrados en el artículo 19.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño a la que el
artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional otorgó jerarquía constitucional. Al respecto,
parece oportuno mencionar un anterior fallo de este tribunal, aún con composición
parcialmente distinta, en que se dijo que 'Si bien las víctimas menores de edad no están
autorizadas legalmente a expresar su voluntad, tampoco pueden quedar inermes ante un
probable ilícito de graves características como podría ser el probable abuso sexual. Sin
perjuicio de tratarse de un delito dependiente de instancia privada que pudo haber ofendido
a las menores en su esfera más íntima y secreta y que por ello la ley estima prudente dejar
librado a criterio de quien las representa legalmente la decisión de realizar la denuncia
respectiva o de no hacerla, el requisito de la instancia de la acción para que el Estado ejerce
su pretensión punitiva no puede convertirse en un escollo que conduzca al olvido o a la
indiferencia de todo cuanto manifestaran, decidieran y no consintieran hasta ahora las
madres de las damnificadas, porque el interés superior de las menores debe situarse por
encima de las exigencias procesales, máxime cuando ya se expuso judicialmente el suceso.
Las previsiones contenidas en la Convención sobre los Derechos del Niño, equiparada a
nuestra Constitución Nacional en su art. 75, inc. 22, imponen obligaciones expresas a los
estados parte, especialmente en su preámbulo..., las que resultan prioritarias respecto del
derecho interno de los adherentes. En consecuencia, se disipa el impedimento procesal
dispuesto en el art. 72 en cuanto valla la formación de causa para el supuesto consignado
en su inc. 1 y se faculta al Ministerio Público Fiscal a actuar de oficio cuando existieron
intereses gravemente contrapuestos entre los representantes legales y el menor' (in re, causa
nº 26.410 'Poletti, Sebastián A.', rta. 15/6/2005)"(17).

La presentación como parte querellante en un proceso penal deberá formularse por escrito
con asistencia letrada consignándose el nombre, apellido, domicilios real y legal del
querellante; la explicación detallada del hecho en que se funda; el nombre, apellido y
domicilio del o de los imputados si lo supiere; si se invoca personería, la acreditación de la
misma; la expresa petición de ser tenido por querellante y la firma del pretenso querellante
y de su letrado patrocinante o apoderado en su caso(18).
La constitución de parte querellante podrá tener lugar en cualquier estado del proceso hasta
la clausura de la instrucción. Pasada dicha oportunidad, será rechazada sin más trámite.
El pedido de ser tenido como parte será resuelto por decreto fundado o auto en el término de
tres días, y la resolución que lo deniega es apelable(19).
En el caso de los delitos cuya acción penal depende de instancia privada, solamente podrá
realizar la denuncia quien tenga derecho a instarla.
Según lo dispuesto por el Cód. Penal, son acciones dependientes de instancia privada las
que nacen de los siguientes delitos(20):
1) Los previstos en los arts. 119, 120 y 130 del Cód. Penal (cuando no resultare la muerte
de la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el art. 91).

91
2) Lesiones leves, sean dolosas o culposas. Sin embargo, en los casos de este inciso se
procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o interés público.
3) Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.
En principio tienen derecho a instar la acción el agraviado, su tutor, guardador o
representantes legales. Sin embargo, se procederá de oficio cuando el delito fuere cometido
contra una persona menor de edad que no tenga padres, tutor ni guardador, o que el delito
fuere imputado a uno de sus ascendientes, tutor o guardador.
Sobre la forma de instar a la acción penal se ha resuelto que: "[H]abré de efectuar una breve
reseña de los extremos que considero necesarios para tener por impulsada una acción en los
delitos como el que nos ocupa, es decir, aquellos enumerados por el juego de los arts. 71,
inc. 1 y 72 del código sustantivo. Para ello, cabe recordar que el letrado objetó que no ha
existido en autos una manifestación expresa en el sentido de instar la acción penal por parte
de la madre de la presunta damnificada, única persona —según el recurrente— autorizada
para hacerlo. Así, pareciera ser que debió haberse empleado una fórmula sacramental en el
sentido de 'instar la acción penal', ya que aclaró que en ninguna de las oportunidades que
R. declaró en sede policial o judicial tal requisito se satisfizo. Ahora bien, el art. 72, párrafo
segundo, primera frase, del ordenamiento sustantivo, explica que no se procederá a formar
causa sino por 'acusación' o 'denuncia' del agraviado, o bien, de aquellas personas que tienen
potestad legal sobre él —tutor, guardador o representantes legales—. Si se realiza un análisis
teleológico de la disposición legal, lo que se persigue es evitar que el Estado promueva de
oficio el ejercicio de la acción penal por alguno de los delitos allí enunciados, prescindiendo
o contrariando el interés del afectado. Precisamente por ello, es que la acción sólo se puede
promover cuando ese interés ha sido exteriorizado, ya sea por 'acusación' o 'denuncia'. Por
su parte, el Código Procesal Penal de la Nación, de modo consecuente con la disposición de
fondo, establece en su art. 6 que 'la acción penal dependiente de instancia privada no se
podrá ejercitar si las personas autorizadas por el Código Penal no formularen denuncia ante
autoridad competente'. Como corolario de ello, advierto que no es necesaria ninguna
expresión sacramental, puesto que la mera denuncia sin otras formalidades que las
generales de los arts. 175 y 176 C.P.P.N. resulta suficiente para habilitar la iniciación del
proceso por alguno de los delitos del art. 72 C.P. Entonces, resulta evidente que cuando se
cuenta con la denuncia del agraviado —o de aquellos autorizados a hacerlo por él— se
produce válidamente el efecto de habilitar el proceso penal, y, una vez que éste se ha iniciado,
no es necesaria una actividad ni colaboración permanente ya que su ejercicio puede ser
continuado prescindiendo y aún contra la voluntad expresada en sentido contrario por el
denunciante [...]"(21).
Como se adelantara, también cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre
las personas legalmente autorizadas para ello y la persona menor de edad víctima, el fiscal
podrá actuar de oficio cuando así resultare más conveniente para el interés superior de
aquél: "[E]l artículo 72 del Código Penal en su parte final consagra excepciones específicas a
la exigencia de instancia por parte de la víctima o representante legal en la nómina de delitos
contemplada en esa misma norma. Entre esos supuestos se sitúa la existencia de intereses
gravemente contrapuestos entre los padres, tutores o curadores y el menor. Precisamente,
dicha previsión reconoce su fundamento en la necesidad de cubrir aquellos casos en los que
los menores son víctimas de abusos sexuales dentro del seno familiar, como aquellas
ocasiones en que la madre tolera y no insta la acción penal sabiendo que otro integrante del
grupo familiar, el padrastro o su nueva pareja abusan reiteradamente de una de sus hijas o
hijos menores, y encubre el hecho para no agravar la situación familiar (Baigún, David y
Zaffaroni, Eugenio Raúl, ob. cit. pág. 393 y en igual sentido D'Alessio, Andrés José y Divito,
Mauro A., 'Código Penal de la Nación. Comentado y Anotado', Tº I, La Ley, 2009, pág. 1077).
La situación de L. A. I. se adecua perfectamente a la hipótesis señalada, pues cuenta
actualmente con 5 años edad, los sucesos denunciados habrían sido cometidos por su
padrastro aprovechando la situación de convivencia y su madre, pese a ser informada de lo
ocurrido por la abuela de la niña, habría manifestado a las autoridades judiciales su
intención de no radicar denuncia penal, lo que motivó al fiscal de la primera instancia a
requerir la promoción oficiosa de este proceso, en protección de los intereses superiores del
menor, consagrados en el artículo 19.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño a la
que el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional otorgó jerarquía constitucional
[...]"(22).
92
2.1. La participación de la querella en el proceso penal juvenil
En este punto la cuestión a resolver en la jurisprudencia fue cómo conjugar un proceso penal
juvenil que guardaba cada vez mayor similitud con el aplicable a los imputados adultos, con
el reconocimiento de derechos y facultades procesales otorgadas por la jurisprudencia para
el acusador privado.
Al desarrollarse la vinculación del proceso penal juvenil con las ideas tutelares clásicas pudo
advertirse que la concepción imperante en el proceso penal juvenil no era punitiva sino que
tenía un fuerte matiz de protección sin apego al límite propio de un proceso penal. Así, "[S]e
ha permitido la actuación como partes de este incidente tutelar a quienes no cuentan con
legitimación legal para serlo, como es el caso de la querellante en los autos principales, su
asistencia letrada y profesionales de parte designados por ellos [...] Además, se ha conferido
intervención al fiscal, que no es parte en este tipo de expedientes en los que el orden público
está resguardado, conforme a la exigencia de la ley, por el Defensor de Pobres, Incapaces y
Ausentes ante los Tribunales Federales [...]"(23).
De igual modo, "[L]as leyes 22.278 y 10.903, y la normativa de la 23.984, no han conferido
ninguna injerencia al querellante para interferir en el régimen de disposición de menores
[...]"(24).
Para otra postura, era necesario reconocer la intervención de una parte querellante en los
procesos seguidos a las personas menores de edad, pero con matices en cuanto a su
intervención en la esfera tutelar(25). Así, "[S]e desprende que la resolución atacada no se
encuentra ajustada a derecho, pues los señores magistrados pese a tener el mandato expreso
del más Alto Tribunal de la República de juzgar conjuntamente los delitos cometidos por los
distintos imputados, apartaron al querellante de su rol respecto de algunos de los hechos
investigados, desatendiendo así las específicas referencias a la indisolubilidad de la
investigación y juzgamiento de sucesos inescindibles unos de otros. En tal sentido,
entendemos que la decisión adoptada por el tribunal oral de apartar de oficio como
querellante al señor J. C. B., rol que se le había reconocido en la anterior instancia, y que no
había sido cuestionado por la contraparte, es a todas luces violatoria del contradictorio, pues
no sólo lo hizo sin mediar pedido de parte alguna, sino que no se sustanció como hubiera
correspondido, y ni siquiera se le corrió vista al Ministerio Público Fiscal [...]. En ese orden
surge razonable la solicitud de la querella y de algunos letrados defensores de la realización
de un debate oral y público único en el que se analicen todos los hechos investigados y que
se encuentran íntimamente relacionados entre sí, ya que existe prueba común y resulta
manifiestamente mas alineado con la normativa procesal, los principios generales del debido
proceso y defensa en juicio y de celeridad procesal, en beneficio de una mejor administración
de justicia que ampare a la totalidad de las partes [...]"(26).
En otro precedente, y al solicitar la parte querellante el acceso a diversos informes admitidos
como prueba para la audiencia de debate se consideró que "[s]iendo tal la condición de dichos
informes, corresponde que la querella tome conocimiento de los mismos previo a la audiencia
de debate, no así del contenido entero de los presentes actuados, por resultar el mismo de
carácter personalísimo y no ser materia de juicio de la próxima audiencia [...]"(27).

93
Vale apostillar que tal situación en el proceso penal juvenil fue obviada por la CS en otro
precedente, al no expedirse sobre la injerencia del querellante en la imposición de una pena
a una persona menor de edad y en consecuencia su actuación resultó válida y eficaz(28).
Otra cuestión relacionada con este precedente de la CS fue la validez de la actuación del
actor civil en la instancia anterior: "[E]l acusador particular en representación de N. E. M.
mejoró fundamentos en el incidente de acción civil. En ese escrito insistió en la arbitrariedad
en la selección del tipo penal por el cual se consideró autor penalmente responsable a A. A.
M. del delito de homicidio culposo, en concurso ideal con lesiones culposas, y se lo absolvió
sin costas. Hizo hincapié en que debió habérselo condenado por homicidio con dolo eventual
[...] El recurso interpuesto progresará —también parcialmente— en cuanto a la condena civil
impuesta, de acuerdo con lo concluido en el desarrollo de la segunda cuestión en punto a la
aceptación del daño moral y la detracción del daño psíquico reclamado (art. 470 del C.P.P.N.).
Las costas de todas las instancias habrá de soportarlas in totum el imputado condenado
penalmente y los demandados civiles en lo pertinente a la condena pecuniaria (arts. 530 y
531 del C.P.P.N.) [...]"(29).

3. LA ACTUACIÓN DE LAS FUERZAS DE PREVENCIÓN


Luego de formulada la denuncia, la autoridad de prevención (policía u otras fuerzas de
seguridad) tiene la obligación de comenzar la investigación del hecho por orden de autoridad
competente, impedir que éstos sean llevados a consecuencias ulteriores, individualizar a los
culpables y reunir las pruebas necesarias para avanzar con el proceso penal (30).
El CPPN enumera las atribuciones, los deberes y las limitaciones que tienen estos
funcionarios para llevar a cabo los actos de prevención, entre los que puede señalarse: el
cuidado y la conservación de los rastros materiales que hubiere dejado el delito; la
disposición de los allanamientos (bajo ciertas circunstancias); las requisas e inspecciones y
los secuestros que sean necesarios, dando inmediato aviso al órgano judicial competente; la
orden de clausura del local en el cual existan indicios que se ha cometido un delito grave; el
interrogatorio de los testigos y la aprehensión de los presuntos culpables(31).
Las personas menores de edad al ser detenidas por la presunta comisión de un delito deben
ser trasladas al Centro de Admisión y Derivación (CAD-Inchausti), que es un dispositivo
administrativo que depende de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia,
dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Sólo podrán colocarse "esposas" en sus muñecas a las personas menores de edad en
ocasiones extremas o de estricta necesidad, evitando cualquier mortificación que pueda
implicar para el detenido un trato cruel, inhumano o degradante (32).
El inicio del procedimiento deberá ser comunicado inmediatamente al juez competente y al
fiscal por los funcionarios de la policía y de las fuerzas de seguridad intervinientes (33).
Finalizada la etapa de prevención si así lo considera el Ministerio Público Fiscal requerirá al
JMen. que se proceda con la instrucción de la causa penal.

El requerimiento de instrucción del MPF deberá contener(34):


1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignoraren, las señas o datos que
mejor puedan darlo a conocer.
2) La relación circunstanciada del hecho con indicación, si fuere posible, del lugar,
tiempo y modo de ejecución.

94
3) La indicación de las diligencias útiles a la averiguación de la verdad.

A partir del principio ne procedat iudex officio se impone que alguien distinto al juez sea quien
dé por comenzada la instrucción. Pero no sólo el requerimiento de instrucción por parte del
fiscal satisface el principio: en los casos de flagrancia (35)se prescinde del requerimiento de
instrucción, por ser un órgano distinto al juez (la policía u otra fuerza de seguridad) quien
también pone en su conocimiento la existencia del ilícito.

4. LA INSTRUCCIÓN

El proceso se desarrolla a través de un conjunto de actos que se suceden en el tiempo. Así,


se estructura sobre la base de dos grandes etapas: la instrucción/investigación preliminar y
el debate oral.
La finalidad de la instrucción es llevar a cabo la investigación del hecho que infraccionó a
una norma penal y obtener los medios probatorios imprescindibles respecto de la imputación
penal contra el imputado menor de edad.
El JMen. tiene la opción de investigar directa e inmediatamente los hechos que aparezcan
cometidos en su circunscripción judicial, o delegar dicha función en el fiscal especializado
de menores(36).
No obstante, en los sumarios por hechos ilícitos de competencia criminal de instrucción o
correccional que no tengan autor individualizado, la dirección de la investigación quedará
desde el inicio de las actuaciones delegada al MPF, con noticia al juez competente en turno.
En las causas en las que se investigue alguno de los delitos previstos en los arts. 142 bis o
170 del Cód. Penal, o que tramiten en forma conexa con aquéllas, aun cuando tengan autores
individualizados, la dirección de la investigación quedará también a cargo del Ministerio
Público Fiscal desde el inicio de las actuaciones hasta la conclusión del sumario, con noticia
al juez competente en turno(37).

En la etapa de instrucción y antes de la declaración indagatoria el JMen. invitará al imputado


menor de edad acusado de la comisión de un delito a elegir su abogado defensor. Si no lo
hiciere o si el abogado propuesto no aceptare el cargo, el JMen. procederá a designar de oficio
el defensor público oficial(38). Luego de la designación y aceptación del cargo, el defensor
podrá entrevistarse inmediatamente con su asistido.
La jurisprudencia entendió que no designar a un defensor oficial en la causa penal importaba
colocar al imputado menor de edad en un estado de indefensión —más allá de su voluntad
al respecto—, violándose en consecuencia el derecho de defensa en juicio, ya que toda
persona imputada de haber participado en la comisión de un ilícito ya fuera mayor o menor
de edad gozaba de tal garantía(39).
En esa sintonía, "[L]a declaración recibida al imputado menor de edad sin contar con
asistencia letrada ha vulnerado su derecho de defensa en juicio (art. 18 de la C.N.), entendida
ésta como una solemnidad dirigida a garantizar los derechos individuales y la racionalidad
y legalidad misma del poder jurisdiccional del Estado de Derecho, no obstante ello, y toda
vez que la apelación no puede colocar al imputado en una peor posición en la que se
95
encontraba, toda vez que al estar el menor desvinculado del proceso penal no se le ha
causado ningún perjuicio procesal, debe homologarse el sobreseimiento dispuesto y disponer
el nombramiento de un defensor en el expediente tutelar ante la posibilidad de que el
imputado (declarado no punible) se encuentre en estado de indefensión [...]" (40).
Como se expusiera la defensa técnica fue reconocida de manera cabal también en el legajo
de disposición tutelar al entenderse que las garantías constitucionales debían operar en favor
del imputado menor de edad de igual modo en el expediente actuario, ya que era en aquel
ámbito procesal donde podía afectarse su libertad ambulatoria (41).
De esta manera, "[S]i del auto que rechaza la propuesta efectuada por el padre del menor,
no surge fundamento jurídico que habilite al juez para realizarlo, máxime si se tiene en
cuenta que, pese a tratarse de dos legajos materialmente distintos, tanto el tutelar como el
principal versan sobre una persona única, el derecho de defensa en juicio del imputado ha
sido vulnerado. Las garantías constitucionales deben jugar en favor del menor en el
expediente tutelar, ya que es ahí donde puede verse afectada su libertad. Es en ese trámite
donde deben otorgársele, por intermedio de quien corresponda, el ejercicio de sus derechos
constitucionales, como ser, entre otros, el derecho de ser oído, nombrar un abogado defensor,
e interponer los recursos pertinentes [...]"(42).
Para concluir el punto puede concluirse de manera clara que no existe ninguna dificultad
vinculada a la garantía de defensa en juicio a partir de la asistencia técnica de una persona
menor de edad acusada de cometer un delito. En esta línea la CS ha desarrollado la garantía
a una defensa técnica efectiva en los siguientes términos: "[D]e la conjunción de la ley
22.278 y la Convención del Niño se desprende con claridad que el derecho penal de menores
está muy fuertemente orientado al examen de las posibles consecuencias de la aplicación de
una pena respecto del condenado'. Consecuentemente, el rol de la defensa en esta etapa es
crucial para la salvaguarda de los intereses de los jóvenes, a cuyo respecto cobra especial
relevancia el principio de culpabilidad por el hecho y la medida del reproche; sin olvidar el
objetivo de máxima del sistema: su reintegración a la sociedad [...] el fallo apelado dio un
alcance inadecuado a los agravios que fueron materia de decisión, incurriendo en una
deficiente fundamentación que lo descalifica como acto jurisdiccional, pues apegándose a los
aspectos meramente formales omitió sopesar sus implicancias sobre el debido proceso y el
derecho de defensa en el marco, además, de un expediente en el que conjugan los derechos
especiales de los menores, derivados de su condición, a los que corresponden deberes
específicos de la familia, la sociedad y el Estado (Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Condición Jurídica y Derechos Humanos de los Niños) [...]" (43).
La regla sobre el carácter de las actuaciones es la publicidad para las partes y la reserva para
los ajenos a las mismas, el defensor tendrá derecho a examinar los autos por un plazo de
tres días antes de aceptar el cargo.

La reserva del sumario no podrá durar más de diez días y será decretada sólo una vez, a
menos que la gravedad del hecho o la dificultad de la investigación exijan que aquélla sea
prolongada por otro tanto(44).
Los abogados defensores tendrán derecho a asistir a los registros domiciliarios,
reconocimientos, reconstrucciones, pericias e inspecciones siempre que por su naturaleza y
características se deban considerar definitivos e irreproducibles y a las declaraciones de los
testigos que por su enfermedad u otro impedimento sea presumible que no podrán concurrir
al debate(45).
El JMen. permitirá que los defensores asistan a los demás actos de la instrucción, siempre
que ello no ponga en peligro la consecución de los fines del proceso o impida una pronta y
regular actuación(46).

96
A diferencia de lo que sucede en el proceso seguido contra personas adultas en el cual el juez
puede decretar la incomunicación del detenido por un término no mayor de cuarenta y ocho
horas (prorrogable por otras veinticuatro mediante auto fundado) en el proceso penal seguido
contra una persona menor de edad acusada de cometer un delito, y con base fundamental
en las prácticas judiciales, no rige el criterio de incomunicación respecto de la persona menor
de edad acusada de cometer un delito(47).
Tal como ya se señalara otra particularidad prevista en el CPPN para el proceso penal juvenil
es el examen mental obligatorio al cual debe ser sometido la persona menor de edad acusada
de cometer un delito.

Es del caso recordar también que las disposiciones sobre la prisión preventiva no regirán con
respecto a los personas menores de dieciocho años, siéndoles aplicables las correspondientes
normas de su legislación específica(48).
Se relevaron muchos precedentes en los cuales las actuaciones ante la justicia de menores
condicionan la libertad para el mismo acusado pero ya en una causa por otro delito cometido
con más de 18 años de edad: "[C]onsideramos que la pretensión del Ministerio Público fiscal
debe ser acogida. Ello, en tanto lo cierto es que en el caso se verifica la hipótesis prevista en
el inc. 2º del art. 312, CPPN. En tal sentido, se debe destacar que en el marco de la causa
13.639 del Juzgado de Menores Nº 2, Secretaría Nº 5, la imputada fue declarada rebelde el
20 de febrero de 2009, medida que recién fue dejada sin efecto con motivo de su detención
en estos actuados el 17 de enero pasado. Además, en esa ocasión no sólo brindó un nombre
falso, como también lo hizo en otros asuntos según se desprende del informe de Reincidencia,
sino que también mintió en cuanto a su edad, lo que determinó que en un primer momento
interviniera en el caso la justicia de menores, que luego se declaró incompetente [...]"(49).
En sentido similar, "[D]el principal surge que se decretó el procesamiento con prisión
preventiva de J. I. A. como coautor del delito de robo y se corrió la vista en los términos del
artículo 346 al representante del Ministerio Público Fiscal. Si bien no posee antecedentes
condenatorios y su domicilio fue constatado, las causas en trámite que registra ante los
Tribunales Orales de Menores Nº 3 y Criminal Nº 8 por delitos contra la propiedad, el verse
involucrado en estas actuaciones a menos de un mes de habérsele concedido su
excarcelación por parte del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 8 y su identificación con por lo
menos nueve nombres, constituyen pautas objetivas que acreditan el riesgo de sustracción
a la marcha regular del proceso y ameritan homologar la decisión en examen. No puede
soslayarse que existen medidas de prueba pendientes para lograr identificar al restante
partícipe del hecho, por lo que la libertad del nombrado en esta etapa podría entorpecer el
desarrollo de la investigación. [...]"(50).
Dentro de la etapa instructoria los actos deberán practicarse en el término de cuatro meses
a contar de la declaración indagatoria del imputado. Si ese término resultare insuficiente, el
JMen. solicitará prórroga a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal, la que podrá acordarla hasta por dos meses más según las causas de
la demora y la naturaleza de la investigación. En los casos de suma gravedad y de muy difícil
investigación la prórroga otorgada podrá exceder excepcionalmente de dicho plazo (51).

5. LA DECLARACIÓN INDAGATORIA

Dentro de los pasos a seguir en las etapas de todo proceso penal el llamado a prestar
declaración indagatoria es uno de los actos más importantes por tres motivos fundamentales:
97
• Para su convocatoria es necesario que el juez haya considerado que existe "motivo
bastante para sospechar que una persona ha participado en la comisión de un delito";
• Es en general la primera posibilidad que tiene el imputado menor de edad para que se
lo escuche en el proceso y pueda ejercer su derecho de defensa material;
• A partir de este acto procesal se fija un plazo para que el JMen. resuelva la situación
procesal del niño imputado en alguno de los sentidos previstos en el CPPN (52).
La toma de la declaración indagatoria es un acto privativo del juez y el plazo que el
magistrado tiene para recibirla, si la persona estuviera detenida es de veinticuatro horas a
contar desde la detención (conforme el modo para computar plazos establecidos por el
CPPN(53).
Este plazo sólo podrá prorrogarse por uno similar en caso de que el JMen. no haya podido
recibir la declaración o cuando lo pidiere el niño imputado para designar abogado
defensor(54).
Existe también una excepción a la exigencia que impone el art. 294 del CPPN en relación con
que sea el juez quien detente la competencia exclusiva para recibir la declaración indagatoria.
En efecto, el CPPN permite que sea el fiscal quien reciba esa declaración cuando se atribuya
al imputado la comisión de los delitos previstos en los arts. 142 bis y 170 del Cód. Penal o
en alguna otra infracción penal cuya investigación resulte conexa con aquéllas. No obstante
ello, el imputado tiene el derecho de exigir ser indagado por el juez competente (55).
Otro punto singular a tener en cuenta es que la persona menor de edad imputada de cometer
un delito en caso de incomparecencia injustificada a un acto procesal también puede ser
declara rebelde y ordenada su captura por las fuerzas de seguridad. Se insiste con la especial
precaución que deben tener los operadores especializados antes del dictado de una medida
procesal de tamaña gravedad: "[A]nalizadas las constancias de autos entendemos que,
teniendo en cuenta que las explicaciones brindadas tanto por el imputado como por su
defensor resultaron atendibles al magistrado de grado, la rebeldía decretada, coherentemente
con lo dispuesto a fs. 139, debió ser expresamente revocada en los términos del art. 292 del
C.P.P.N., solución que adoptaremos en ese sentido [...]. Cabe señalar que las consideraciones
expuestas por la defensa en cuanto a que la intención de F. no fue la de sustraerse
deliberadamente de la justicia, sino que su actitud obedeció a su desconocimiento acerca de
la obligación de anoticiar el cambio de su domicilio, encuentran sustento en los informes
glosados en el legajo tutelar que corre por cuerda [del expediente tutelar] no sólo se
desprende el compromiso y dedicación de su progenitora y núcleo familiar por el joven, sino
que ya a fs. 14/15 de dicho legajo P. F. había manifestado su preocupación por el tema de
la vivienda debido a que la dueña del PH alquilado quería que desalojarlos a fin de año y ella
era el único sostén económico (recuérdese que tiene cinco hijos) [...]. En consecuencia, la
rebeldía dispuesta debe ser revocada y ello comunicado al Registro Nacional de Reincidencia
[...]"(56).
Por otro lado, pueden clasificarse en tres grandes grupos las posturas que la jurisprudencia
desarrolló en cuanto al derecho a ser oído de las personas acusadas de cometer un delito
inimputables en razón de su edad y su convocatoria a prestar declaración indagatoria en los
términos del CPPN.

a) La declaración de inimputabilidad prima por sobre la declaración indagatoria


— "[L]a inimputabilidad de la menor reviste preeminencia sobre las restantes causales
en las que debe asentarse un pronunciamiento remisorio [...]"(57).
— "[L[a inimputabilidad comprobada de las menores acusadas reviste preeminencia
sobre las restantes causales en las que debe asentarse un pronunciamiento remisorio.
Por ello, debe confirmarse el auto de sobreseimiento conforme el art. 336, inc. 5º, CPPN
[...]"(58).

— [C]orresponde establecer aquí si el derecho del menor a ejercer su defensa prevalece


respecto del sometimiento a juicio que representa que sea citado a prestar declaración
98
indagatoria. Si entonces, tal y como se planteó en el antecedente citado —del voto del
Dr. Donna—: ¿es constitucionalmente válido recibirle, a un menor de diez años,
declaración indagatoria a tenor del art. 294 del C.P.P.N.?, para obtener como respuesta
que '...para que la intervención del ius puniendi resulte constitucionalmente válida, es
preciso su necesariedad, en el sentido de una intervención mínima o como última ratio
para la solución del conflicto. 'El principio de necesidad conduce, pues, a la exigencia
de utilidad' (Mir Puig, Santiago, 'Derecho Penal, Parte General', Barcelona, 1990, pg.
97)'. Es así que no se advierte en el caso de autos esta necesariedad ni la utilidad de la
intervención del derecho penal. No parece, a criterio del tribunal, que el ejercicio del
derecho de defensa en juicio satisfaga dichos requisitos. Disponer la declaración
indagatoria del menor, de tan solo diez años de edad al momento de producción del
hecho —con la exposición directa y personal ante un tribunal penal que implica—,
respecto de una conducta que jamás podría ser considerada delito, debido a la falta del
presupuesto de imputabilidad que requiere la culpabilidad (artículo 1 de la ley
22.278, modificada por la ley 22.803 del Régimen Penal de la Minoridad), es una medida
que parece contraponerse a los principios contenidos en la Convención sobre los
Derechos del Niño, en cuanto a que la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia
especiales [...]"(59).

b) La declaración de inimputabilidad no obsta a cumplir con el acto procesal de la


declaración indagatoria y decidir conforme al orden de prelación del CPPN
— "La mera circunstancia de que se trate de un menor inimputable, aun cuando en
última instancia derivaría en dictar a su respecto el sobreseimiento por la causal
prevista en el inc. 5º del art. 336 del código adjetivo, no autoriza a ignorar el orden de
prelación bajo el cual, obligatoriamente, debe analizarse la situación procesal del
imputado (art. 337 del C.P.P.N.), puesto que su inimputabilidad no permite descartar a
priori que pueda arribarse a igual temperamento, mas no ya con fundamento en su
minoría de edad, sino por cualquiera de las otras causales previstas por el código ritual.
Debe evaluarse, previamente, si los elementos reunidos tienen entidad suficiente para
considerar que el menor cometió el hecho endilgado y expedirse al respecto; solo al
acatar el orden de prelación establecido con carácter obligatorio, y descartadas las
hipótesis previas, el dictado del sobreseimiento fundado en la causal del inc. 5º del art.
336 del CPPN, aparecería ajustado a derecho. Por ello, al no haberse manifestado la juez
de primera instancia respecto de la posible autoría del menor, se ha vulnerado el
principio de inocencia y, por lo tanto, corresponde revocar el sobreseimiento dictado
[...]"(60).
— "[R]esulta indispensable que la persona sindicada de la comisión de un delito pueda
conocer la imputación que se le dirige y ejercer, en consecuencia, el supremo derecho
de defensa del que goza. Solo si el imputado ha sido oído y ejercido ampliamente su
derecho de defensa, podrá estarse en condiciones de analizar su situación procesal,
atacar el orden del art. 337 del código de rito y, así, el dictado del sobreseimiento
fundado en la causal del inc. 5º del art. 336 aparecería ajustado a derecho. Por tanto,
corresponde revocar el auto que sobreseyó por inimputable al menor por aplicación del
art. 336 del CPPN en función del art. 1º de la ley 22.278 [...]"(61).
— "[N]o constituye agravio suficiente decir que no se ha respetado el orden de prelación
establecido como causales de sobreseimiento (art. 336 del CPPN) sin que se postule cuál
sería la hipótesis omitida, ya que pretender dilucidarla mediante el avance de la
investigación —a través de la convocatoria a prestar declaración indagatoria a un menor
no punible— podría constituir perjuicio para el imputado. Si tras la notificación del
sobreseimiento recaído, tanto la defensa técnica como los imputados decidieron guardar
silencio y no hacer uso de la facultad prevista en el art. 337 del código de rito, ilógico
resulta anteponer la voluntad del Ministerio Público Fiscal por encima de aquellos, pues
dicha solución tornaría irrenunciable el derecho que tiene el niño a ser oído en el proceso
penal (arts. 12 y 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño) y se pasaría por alto
la recomendación de la Convención de adoptar medidas que permitan tratar a los niños
sin recurrir a procedimientos judiciales (art. 40, inc. 3, ap. b). Por ello, debe declararse
99
mal concedido el recurso de apelación interpuesto por el fiscal contra el auto que declara
la inimputabilidad y el sobreseimiento de los imputados [...]"(62).

— "[C]onsidero que en base a los argumentos que habré de desarrollar seguidamente,


corresponde declarar mal concedido el recurso de apelación interpuesto por la defensa
técnica de A. O. H., al que adhiriera la Defensora de Menores ad hoc [...]. En primer
lugar, que cabe señalar que no puede omitirse en el análisis de la valoración efectuada
por el juez a quo al rechazar el pedido de dejar sin efecto el llamado a prestar declaración
indagatoria de H., que según consta en el acta de procedimiento labrada por personal
policial en ocasión de allanarse un domicilio de los denominados comúnmente 'búnker'
sito en calle '...', de esta ciudad, el 11 de julio de 2012, en el mismo se habría encontrado
una considerable cantidad de estupefacientes, consistente en diez (10) paquetes
recubiertos de cinta de embalar que totalizaron casi 10 kilogramos de cocaína, como así
también ciento setenta y tres (173) envoltorios descriptos como 'tubitos plásticos con
forma cónica', y asimismo mil noventa y tres (1093) envoltorios de nylon, todos ellos
conteniendo una sustancia pulverulenta que arrojó resultado positivo para cocaína. En
el lugar se habría hallado, además de la droga antes descripta, un revólver calibre 32
mm. cargado, procediéndose a la detención de la única persona que fue encontrada en
el interior de la edificación, el llamado A. O. H., quien contaba al momento del hecho
con 15 años de edad conforme surge prima facie del DNI '...', agregado en fotocopias. Al
respecto considero que el motivo dado por el a quo debe entenderse en el sentido de
considerar como posible, y en tal caso en mayor beneficio de H., que tras ser indagado
por el hecho en el cual habría intervenido conforme las constancias del acta de
procedimiento ya efectuadas, podría resolverse su situación procesal mediante el dictado
de un sobreseimiento pero no en base a la causal del inciso 5º del art. 336 del C.P.P.N.
(cuando medie causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa
absolutoria), sino en base, eventualmente, a alguna otra causa más beneficiosa a más
largo plazo, para el nombrado, como podría ser, vgr., alguna de las causales de los
incisos 2º (el hecho no se cometió) y 4º de la misma norma (el delito no fue cometido por
el imputado). Aceptada que fuera al menos como hipótesis esta posibilidad, advierto que
la apelante no ha expresado agravios en este sentido ni demostrado atento la
fundamentación dada por el a quo, que ello le produzca a su representado un gravamen
irreparable [...] Por los argumentos señalados, teniendo presente las particulares
circunstancias que concurren en autos en torno al hecho delictivo, vgr. la importante
cantidad estupefacientes secuestrados, la de hallarse circunstancialmente allí el menor
A. O. H. en cuyo poder se habría encontrado asimismo un arma de fuego cargada y
100
siendo que él no se domicilia en dicho lugar sino en calle Dorrego '...' de Granadero
Baigorria, como así también, que en las investigaciones previas llevadas a cabo por la
preventora se señalaba a una persona presuntamente apodada 'Tronquito' como aquella
posiblemente vinculada con las conductas de tráfico con estupefacientes observadas en
el lugar previo a su allanamiento; la disposición del juez a quo a recibir declaración
indagatoria de H. en base a los motivos por él dados, esto es, en orden a una posible
causal alternativa para el dictado de su sobreseimiento, no resulta en sí misma contraria
al concepto de no punibilidad del art. 1º de la Ley 22.278, ni a la normativa vigente.
Además de lo expresado, en lo que guarda estricta vinculación con la procedencia o no
del recurso, en mi criterio la apelante tampoco ha acreditado, más allá de fundar la
expresión de agravios en el sólo dato etario de H., en qué consiste el perjuicio en que se
le reciba declaración indagatoria en los términos del art. 294 del C.P.P.N., acto procesal
en el cual rigen todas las garantías del imputado (incluida la de abstenerse de declarar)
como así también las enunciadas en las Reglas de Beijing (7.1), entre otras
disposiciones. Por los mismos motivos desarrollados, y advirtiendo que las
circunstancias del caso oportunamente valoradas nos colocan ante la posibilidad de
hallarse el menor A. O. H. en una situación particularmente comprometida en cuanto a
su vulnerabilidad, destacándose que fue hallado en el interior de un 'búnker' ubicado
en una zona de esta ciudad en la que resulta de público y notorio el incremento de
hechos de violencia relacionados con el narcotráfico en donde se secuestró importante
cantidad de estupefacientes y un arma de fuego cargada; a gran distancia de su domicilio
en la ciudad de Granadero Baigorria, considero primordial recomendar al magistrado
actuante que dé estricta observancia de lo que a los fines tutelares y de protección de
su persona dispone el art. 1º párrafo segundo, de la Ley 22.278 y la normativa
concordante [...]"(63). (Filmina 10)

c) La innecesariedad y/o renuncia de la convocatoria a prestar declaración


indagatoria
— "[L]a intervención penal debe utilizarse como ultima ratio para la resolución de
conflictos [...] no se advierte la necesariedad y la utilidad de someter a un menor de doce
años de edad a la intervención del ius puniendi, para que ejerza su derecho de defensa
en juicio al solo efecto de analizar la materialidad del hecho y despejar su
responsabilidad evitando de ese modo las posibles acciones civiles, cuando en otra sede
mediante el correspondiente juicio ordinario se puede resolver la cuestión con menor
costo para el menor que se pretende someter a juzgamiento [...]"(64).
— [L]legan las presentes actuaciones a estudio del Tribunal en virtud del recurso de
apelación interpuesto por el Sr. Fiscal contra el auto por el cual se dispuso el
sobreseimiento de T. E. B. por inimputabilidad en razón de su minoría de edad. Asiste
razón al Sr. Fiscal, ya que previo a desvincular a un menor del proceso, éste debe ser
oído a tenor del art. 294 del código adjetivo, tal como lo disponen los arts. 12 y 40 de la
'Convención sobre los Derechos del Niño'. Ello, a efectos de asegurar el pleno ejercicio
de su derecho de defensa, permitiéndole efectuar un descargo, si lo estimare
conveniente, argumentos que compartimos y a los que nos remitimos a fin de evitar
innecesarias repeticiones. Sin perjuicio de lo anteriormente expuesto, cabe destacar que
con fecha 14 de mayo del corriente la imputada fue citada a fin de que manifieste, por
sí, o por medio de sus progenitores, si deseaba realizar descargo alguno, en relación al
hecho que se le imputa sin que la misma hubiere comparecido al llamado del Tribunal.
Ahora bien, el 12 de junio de este año, se presentó ante el Tribunal, M. d. R. B. (madre
de la menor) y manifestó que no es su deseo que su hija preste declaración indagatoria,
por lo que, a fin de evitar un dispendio jurisdiccional innecesario, corresponde confirmar
el auto impugnado, lo que así se resuelve [...]"(65).

101
— "[D]ebo entender frente a su incomparecencia que no tienen deseo alguno de presentarse
en el sumario, de cuya existencia y trámite poseen cabal conocimiento, circunstancia que
de cualquier modo no resulta obstáculo para resolver definitivamente su situación
procesal, sobreseyendo por aplicación del art. 336, inc. 5º del CPPN [ya que] la joven E. B.
P. contaba con 16 años de edad a la fecha de comisión del hecho, por lo que no resulta
punible en orden a ilícito alguno habida cuenta de lo establecido en el art. 1º de la ley
22.278 [...] la Convención sobre Derechos del Niño sólo impone que se dé al niño
oportunidad de ser oído (art. 12.2), sin que exista en mi criterio un imperativo en tal
sentido, ya que se trata de un menor de edad no punible por imperio legal (art. 1º de la ley
22.278), no resultando lógico a mi juicio, que para brindar esa oportunidad al niño o a sus
representantes legales, se recurra a medios compulsivos (traslado por la fuerza pública),
cuando como en este caso, notificados de que se requiere su presentación, no concurren a
la citación [...]"(66).

Si hasta el momento de recibírsele la declaración indagatoria, el imputado no hubiere


propuesto un abogado defensor, el JMen. designará a un defensor público oficial(67).

Al inicio del acto, y previa entrevista entre el imputado menor de edad y su defensor técnico,
el juez le realizará las preguntas relativas a su identificación (68).
La jurisprudencia resolvió al respecto que: "[L]a resolución que no hizo lugar a la nulidad
deducida por la defensa de S. A. G., fue recurrida por esta parte. Sostiene el letrado que la
defensa oficial no estuvo presente en la indagatoria que se le recibió a su pupilo G. y, por
102
ende, no se cumplió con la manda de los arts. 295 y siguientes del Código Procesal Penal de
la Nación [...]. El tribunal no comparte las afirmaciones de la actual defensa en cuanto a que
la oficial no estuvo presente en la indagatoria recibida a G., ya que, y más allá de los efectos
del acto, de la simple visualización y lectura de dicho acto procesal se advierte con claridad
la intervención y rúbrica de la Dra. C. M. —Defensora 'Ad Hoc' de la Defensoría Oficial de
Menores nº 3—. Además de ello, no se puede soslayar que su designación no sólo fue
solicitada por la madre del imputado, sino incluso consentida por el propio imputado en el
escrito que firmó junto a la mencionada profesional que habían mantenido la entrevista
previa. Por otra parte, dicha defensa compareció a todas las ruedas de reconocimiento que
se hicieron, en aquel entonces, con G. como sujeto pasivo y cumplió acabadamente con sus
obligaciones hasta que el Dr. A. se presentó formalmente en la causa —recién el 19 de febrero
pasado—, razón por la cual no advertimos irregularidad u omisión alguna que permite
disponer la sanción procesal que la parte intenta [...]"(69).
Además, "[L]a asistencia técnica postula que la declaración indagatoria debe anularse ya que
no estuvieron presentes en ella ni la Juez ni su Secretaria. Se sostuvo que ante el cúmulo de
trabajo que el sistema judicial pone en manos de los magistrados, es necesario delegar
funciones en los inferiores jerárquicos para no atrasar la marcha de la administración de
justicia. Resulta imposible que el Magistrado asista personalmente a todas las audiencias
que se celebran —en forma simultánea— en el juzgado, pero su firma en el acta implica su
control en el cumplimiento de las garantías procesales y es una presunción de su presencia
en el acto. Por otro lado, aún cuando se entendiera que la presencia del juzgador al momento
de la intimación es requisito indispensable para su validez, lo cierto es que la letrada rubricó
el acta sin objeciones cuando debió haber solicitado que concurran al acto o que se dejara
constancia de las irregularidades que ahora denuncia [...]"(70).
Una vez finalizado el interrogatorio de identificación, el JMen. debe informar en forma
detallada al imputado las formalidades del caso (71): El/los hecho/s que se le atribuyen, los
cuales deben limitarse a los incluidos en el requerimiento fiscal de instrucción; b) Las
pruebas existentes en su contra; c) El derecho de abstenerse de declarar sin que su silencio
implique una presunción de culpabilidad.

El imputado tiene amplia y plena libertad para declarar, lo cual implica que puede hacerlo o
negarse a ello (en todo o en parte) y prestar su versión de descargo sin responder preguntas
del juez o del fiscal.
Para el caso que decida declarar, el CPPN prohíbe que se le requiera al niño juramento o
promesa de decir verdad, o que se ejerza contra él coacción o amenaza para obligarlo a
declarar. También impide que se lo induzca o determine a declarar contra su voluntad o se
le formulen cargos o reconvenciones tendientes a obtener su confesión; todo esto bajo pena
de nulidad del acto(72).
Si el imputado menor de edad decidiera declarar, la declaración comienza con su exposición
libre sobre los sucesos atribuidos y puede indicar las pruebas que considere oportunas,

103
pudiendo optar por dictar su declaración. Luego de la exposición, el juez, el fiscal y el
defensor podrán formular preguntas, con la autorización del primero de los nombrados(73).
Concluida la indagatoria, el acta labrada debe ser leída por el secretario bajo pena de nulidad,
sin perjuicio de que el propio imputado y su defensor la puedan leer y, si lo considerasen
pertinente, solicitar que se efectúen enmiendas, luego de lo cual el acta debe ser suscripta
por todos los presentes(74).
El imputado tiene la facultad de declarar las veces que quiera en cualquier momento de la
instrucción(75), siempre que la declaración sea pertinente y no tenga fines dilatorios. El JMen.
también tiene la facultad de disponer la ampliación de la declaración.
Es importante destacar que en el supuesto de que el imputado menor de edad brinde en el
legajo declaración testimonial, y luego por la marcha de la investigación sea llamado a prestar
declaración indagatoria, deberá ser relevado del juramento de decir verdad en esta última
diligencia. Caso contrario, su declaración será nula(76).
6. EL PROCESO LUEGO DE LA DECLARACIÓN INDAGATORIA
6.1. El sobreseimiento del imputado
El juez, en cualquier estado de la instrucción, podrá dictar el sobreseimiento, total o parcial,
de oficio o a pedido de parte, y cerrar de esta forma de manera definitiva e irrevocable el
proceso penal con relación al imputado.
El art. 336 del CPPN indica los cinco supuestos en los cuales el juez puede adoptar esta
decisión(77), que puede ser apelada en el término de tres días por el imputado menor de edad
o por su defensor cuando no se hayan valorado de manera correcta las sucesivas causales
de sobreseimiento prevista en el mencionado dispositivo legal(78).

Es interesante destacar este punto: aún cuando se trate de personas inimputables en razón
de la edad la investigación judicial puede conducir a una solución liberatoria diferente de la
declaración de inimputabilidad. Así, "[C]onvoca la atención del tribunal el recurso de
apelación deducido por la defensa oficial de F. A. F., contra la resolución mediante la cual se
declaró no punible y se decretó el sobreseimiento de su defendido, en orden al inc. 5º del art.
336 del C.P.P.N. [...]. Tal como hemos sostenido en anteriores pronunciamientos, la mera
circunstancia de que se trate de un menor inimputable en razón de su edad no autoriza a
ignorar el orden de prelación bajo el cual, obligatoriamente, debe analizarse la intervención
del imputado (art. 337, CPPN), puesto que su inimputabilidad no permite descartar a priori
que pueda arribarse a igual temperamento, no ya con fundamento en su minoría de edad
sino por cualquiera de las otras causales previstas en el ordenamiento ritual. Si se aceptase
el sobreseimiento por aplicación del art. 336, inc. 5º del C.P.P.N., a pesar de que el delito no
hubiese sido cometido por el imputado, se encontraría habilitada la vía para el eventual
planteo de una demanda por responsabilidad civil derivada del hecho investigado, situación
que no se plantearía para el caso de que se comprobara alguno de los extremos de los incs.
2º, 3º o 4º del citado artículo (in re: causa nº 39.082 'D.' de esta Sala, rta. 12/05/2010, en
la que se citó el voto del juez Bruzzone en causa nº 22.067 'D. B.' de la Sala IV, resuelta el
23/12/03, entre otros). En virtud de ello, ingresados en el análisis de la cuestión de fondo,
entendemos que la prueba de cargo con la que se cuenta en este asunto no es suficiente
como para tener por acreditada la responsabilidad del niño F. en el hecho denunciado,
puesto que sólo se cuenta con el testimonio que la víctima P. prestó en sede policial, donde
dejó expresa constancia que la autoría atribuida al menor, frente a la férrea negativa de éste,
se basaba simplemente en una sospecha personal, sin otros elementos probatorios que la
avalen. Adviértase en este sentido que el agente M. de la Seccional... de la P.F.A. intervino
con posterioridad a raíz de la discusión que se suscitó en la vía pública entre el niño y la
damnificada, en donde efectivamente existió una confrontación de dichos, y que la cámara
filmadora que habría sido objeto de sustracción no pudo ser hallada pese al escaso lapso
transcurrido entre el desapoderamiento sufrido por P. y el altercado producido entre las

104
partes en las inmediaciones del lugar del hecho. Por estas consideraciones, la contraposición
de dichos entre la damnificada y el niño, desprovista de cualquier otro elemento probatorio
que sustente alguna de las dos hipótesis, no puede ser resuelta en contra del imputado, en
virtud de la presunción de inocencia de la que goza (art. 1 del CPPN y 18 C.N.). En razón de
ello, corresponde modificar la decisión documentada, desvinculando en forma definitiva al
niño F. A. F. por aplicación del art. 336, inc. 4º del C.P.P.N. [...]"(79).
De igual manera respecto de los acusados imputables en razón de la edad: "[S]e atribuye al
nombrado haber sustraído utilizando un cuchillo, veinte pesos y un celular, al menor H. S.
R. el 18 de octubre de 2011 a las 12.45 horas aproximadamente en la Avda. '...' entre '...' de
esta ciudad. Postula la defensa que no se debió desvincular a su asistido por aplicación del
artículo 336 inciso 5º del citado cuerpo legal pues no se acreditó su intervención en el hecho
correspondiendo que se lo haga por su inciso 4º. Si bien en reiteradas oportunidades
sostuvimos que previo a desvincular a un menor del proceso debe ser oído de acuerdo a lo
previsto en el artículo 294 del código adjetivo, tal como lo disponen los artículos 12 y 40 de
la 'Convención sobre los Derechos del Niño' para asegurar el pleno ejercicio de su derecho
de defensa permitiéndole efectuar un descargo si lo estimare conveniente, lo cierto es que en
el caso en examen se fijó la audiencia que no se concretó debido a que su progenitor se opuso
a que la prestara. Sentado ello como no se demostró que B. participara del evento dado que,
tal como lo afirmó la defensa, sólo se cuenta con que P. V. G. D. conoció lo sucedido a través
de su hijo que indicó a un tal 'P.' que en la red social 'F.' utilizaba el usuario 'P. de irlanda' y
donde había una imagen fotográfica versión que carece de entidad suficiente. Unido a la falta
de secuestro de lo sustraído, de testigos directos y de prueba pendiente de producción que
permita dilucidar lo acontecido, corresponde su sobreseimiento como lo pretende el
recurrente [...]"(80).

6.2. La falta de mérito para procesar o sobreseer a un imputado menor de edad


La decisión de dictar la falta de mérito puede adoptarla el juez cuando estimare que no hay
elementos de convicción suficientes para ordenar el procesamiento ni tampoco para
sobreseer al imputado menor de edad(81). El auto que así lo declare puede ser revocado e
incluso reformado de oficio durante la instrucción si se agregan nuevos elementos cargosos
con posterioridad. Puede ser apelado tanto por el fiscal como por el querellante.
A modo de ejemplo, "[I]nterviene la sala con motivo del recurso de apelación deducido por la
defensa contra el procesamiento de I. E. F. por considerarlo prima facie autor penalmente
responsable del delito de robo simple en grado de tentativa [...]. Las circunstancias que
rodearon el suceso que se le atribuye a E. F., en las cuales tras ser empujado por la víctima
optó simplemente por alejarse caminando sin referir palabra alguna, sumadas a las
constancias incorporadas a la encuesta, evidencian que aún queda por despejar cuál era el
estado en que se encontraba F. al momento de comisión del presunto hecho delictivo y si, en
consecuencia, tenía por entonces capacidad de culpabilidad. Es que si bien del informe
médico legal surge que al momento del examen F. se presentaba vigil, lo cierto es que exhibía
'tendencia al sueño e inestabilidad en la marcha'. A ello se adunan las fotografías que lo
muestran adormecido, sin poder siquiera mantener su cabeza erguida. Por lo demás, no
puede dejar de merituarse que el propio imputado, al ser revisado por el médico legista,
afirmó haber consumido precedentemente múltiples sustancias tóxicas. Todo esto, sumado
a la ausencia del resultado de la extracción de sangre que se le habría efectuado en el
Hospital R. M. el día del suceso, refleja la necesidad de contar con una evaluación por parte
del Cuerpo Médico Forense a efectos de determinar si F. podía comprender sus actos y dirigir
sus acciones al tiempo del hecho que se le endilga. Sobre este punto es insuficiente el informe
de fs. 80/83, en tanto se refiere a cuál era el estado del imputado un día después de su
detención. Entonces, hasta tanto se complete tal extremo la situación procesal de F. merece
ser resuelta a tenor del artículo 309 del Código Procesal Penal de la Nación y es por ello que
se Resuelve: Revocar el auto en cuanto fue materia de recurso y Declarar la falta de mérito
para procesar o sobreseer a I. E. F. en orden al hecho por el cual fue indagado (artículo 309
del CPPN)"(82).

105
6.3. El auto de procesamiento
El dictado del auto de procesamiento constituye uno de los actos que mayor trascendencia
adquiere dentro del marco de la etapa instructoria, dado que es el que determina los límites
fácticos referidos a la imputación delictiva del niño.
Es una resolución jurisdiccional dictada por el JMen., previa declaración indagatoria del
imputado bajo pena de nulidad(83), que cuenta con una convicción lo suficientemente sólida
como para tener por acreditado prima facie ("a primera vista" o "en principio") el hecho
sometido a juzgamiento y al imputado menor de edad como presunto autor del mismo (84).

El art. 411 del rito penal al legislar sobre el juicio de menores establece que la detención de
una persona menor de edad "sólo procederá cuando hubieren motivos para presumir que no
cumplirá la orden de citación o intentará destruir los rastros del hecho, o se pondrá de
acuerdo con sus cómplices o inducirá a falsas declaraciones"(85).
A continuación se citarán diferentes aplicaciones jurisprudenciales de esta norma específica
para que el lector pueda apreciar la narrativa utilizada:
(i) "[L]a amenaza de pena que pesa sobre M. E. E., quien se encuentra responsabilizado
del delito de homicidio simple, constituye un elemento razonable para suponer que el
mismo intentará fugar en caso de egresar de la institución en que se encuentra alojado,
sustrayéndose así al accionar de la justicia, impidiendo continuar con la tramitación
del proceso seguido en su contra, motivos por los cuales no haremos lugar a la petición
efectuada [...] la ley 22.278 y sus modificatorias y el art. 411 del Código Procesal Penal,
junto a la Convención de los Derechos del Niño y demás pactos internacionales
vinculados con la problemática juvenil, constituyen la única regulación existente para
el régimen penal de la minoridad [...]"(86).
(ii) "[S]e ha confirmado que el imputado J. A. C. G. en la actualidad cuenta con diecisiete
años de edad, extremo que, en virtud de la manda del artículo 315 del Código Procesal
Penal, torna inaplicable el régimen de prisión preventiva que hubo de disponerse en el
auto pasado. Esta Alzada deba revocar la medida cautelar así ordenada y la resolución
por la que se denegó la excarcelación impetrada, en razón de que la situación de
libertad del causante ha de dirimirse bajo las reglas que traen ese cuerpo adjetivo a
partir del artículo 410 y la ley 22.278, que regula el régimen penal de la minoridad. La
singularidad revelada impone que la Sala declare la incompetencia del juzgado de
instrucción que venía conociendo en el sumario, para que tome intervención el tribunal
de menores que corresponda, a cuya disposición, además ha de quedar anotado J. A.
C. G. a los fines tutelares que pudieren corresponder y en orden a las disposiciones
especiales sobre alojamiento (artículo 411 del ceremonial), en el Centro de Admisión de
Menores en Tránsito (C.A.M.E.T.) [...]"(87).
Se reitera que la excepcionalidad de la privación de libertad de una persona menor de edad
surge del amplio corpus juris de protección de derechos a la infancia, que establece que ella
sea una medida de último recurso y aplicada en su caso por el tiempo más breve que proceda.

106
6.4. La impugnación del auto de procesamiento
El auto de procesamiento es pasible de ser apelado tanto por el imputado como por el
Ministerio Público Fiscal(88).
El recurso correspondiente para estos supuestos es el de apelación, dado que permite que el
tribunal inmediato superior al JMen. de menores (la CNCrim. y Correc.), realice un examen
comprensivo e integral de todas las cuestiones debatidas y analizadas por el órgano
jurisdiccional inferior.
El recurso de apelación se interpone por escrito ante el mismo juez que dictó la resolución
que se cuestiona en sus efectos y depende de ciertos requisitos formales de tiempo y lugar
(que son controlados en principio por el mismo órgano apelado, es decir el JMen.).
El primero se refiere al plazo para interponer el recurso, establecido en términos perentorios
de tres días en el CPPN.
En cuanto al lugar de interposición del recurso la regla general es que los recursos se
interponen ante el mismo tribunal que dictó la resolución impugnada, dado que es éste quien
entenderá en cuanto a su admisibilidad antes de elevarlo al tribunal superior.
El acto de interposición del recurso de apelación debe contener una manifestación expresa
de la voluntad de recurrir y de los motivos (de hecho y de derecho) en que se sustenta dicho
recurso. Se trata por ello de una interposición motivada, bajo sanción de inadmisibilidad (89).
La motivación comprende las censuras o críticas a la resolución impugnada, que son las que
determinan el ámbito del agravio, y por tanto el límite del recurso, fijando la órbita de
actuación del tribunal de alzada.
El JMen. que dictó la resolución impugnada tiene la facultad de denegar el recurso o
concederlo. El rechazo procederá cuando sea interpuesto por quien no tenga derecho, o lo
hiciera fuera de término, o no se observaran las formas prescriptas, o cuando se interponga
contra una resolución irrecurrible. En caso de que el recurso haya sido concedido
erróneamente, el tribunal de alzada podrás así declararlo.
Si el recurso es concedido, el JMen. que dictó la resolución puesta en consideración elevará
las actuaciones al tribunal de alzada (la CNCrim. y Correc.). Dicho recurso de apelación
atribuirá el conocimiento del proceso sólo en cuanto a los puntos de la resolución vinculados
con los motivos del agravio.

La ley 26.374 modificó varios artículos del CPPN, fundamentalmente los relativos al trámite
de las actuaciones ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de
la Capital Federal como instancia revisora de las decisiones de los JMen.(90).
Ello así, se dispuso la derogación del artículo 451 referente al mantenimiento del recurso de
apelación ante el superior, y se estableció que concedido el recurso, quienes tengan derecho
a recurrir y no lo hubiesen hecho, podrán adherir en el plazo de tres días desde su
notificación al recurso concedido a otro.
En ese término el Fiscal General deberá manifestar si mantiene o no el recurso que hubiese
deducido el agente fiscal o si adhiriere al interpuesto a favor del imputado (la carga procesal
de mantenerlo sólo quedó en cabeza del Ministerio Público Fiscal). A ese fin, se le notificará
en cuanto las actuaciones sean recibidas en la CNCrim. y Correc.(91). Se debe tener presente
entonces que ahora no existe la notificación a las partes de entrada de la causa en la CNCrim.
y Correc., salvo para el Ministerio Público Fiscal.
Una vez que la causa ingresa a una sala de la CNCrim. y Correc., luego de ser registrada en
el libro de entrada y asignarle un número, pasará a despacho para que se determine el día y
hora en que se celebrará la audiencia del art. 454 del CPPN.

107
Este primer despacho posteriormente es notificado a las partes mediante una cédula que se
envía a través de la ujiería de cada sala. Contendrá la fecha y hora en la cual se realizará
esta audiencia oral. El tiempo con el cual cuenta cada parte para informar ante el tribunal,
si es el apelante (o en su caso adherente) es de 10 minutos y la otra parte cuenta con 5
minutos. Asimismo, le informará que tiene 48 horas a partir de la recepción de la notificación
para informar al tribunal si es necesario que éste solicite al juzgado de origen alguna pieza
probatoria que se encuentra reservada y no fue elevada con la causa o incidente.
Siempre que el tribunal de alzada no rechace el recurso (92), en el plazo de tres días se
decretará una audiencia, la cual no se realizará antes de cinco días ni después de treinta
días de recibidas las actuaciones.
Iniciada esta audiencia se otorgará la palabra a él o los recurrentes para que expongan los
fundamentos del recurso, así como las peticiones concretas que formularen, pudiendo
ampliar la fundamentación o desistir de algunos motivos, pero no podrán introducir otros
nuevos ni realizar peticiones distintas a las ya formuladas.
Luego se permitirá intervenir a quienes no hayan recurrido y finalmente se volverá a ofrecer
la palabra a todas las partes, con el fin de que formulen aclaraciones respecto de los hechos
o de los argumentos vertidos en el debate.
El juez que preside la audiencia y, eventualmente los demás jueces que integren el tribunal,
podrán interrogar a los recurrentes y a los demás intervinientes sobre las cuestiones
planteadas en el recurso y debatidas en la audiencia.
Las audiencias serán públicas y registradas en su totalidad mediante la grabación de audio,
debiendo entregarse una copia del mismo a cada una de las partes (93).
El tribunal deliberará y resolverá una vez finalizada la audiencia. Para los casos complejos,
podrá dictar un intervalo de hasta cinco días para continuar la deliberación y resolver (94).
Cuando la decisión cuestionada sea revocada, el tribunal expondrá sus fundamentos por
escrito, dentro de los cinco días de dictada la resolución. Del mismo modo actuará si al
confirmar la decisión cuestionada tuviera en cuenta criterios no considerados por el juez o
tribunal que previno o si la decisión no hubiera sido adoptada por unanimidad(95).
El tribunal de alzada tiene la facultad de decidir si confirma en su totalidad o parcialmente,
o si revoca el decisorio puesto en consideración siendo de su competencia el conocimiento
del proceso sólo en cuanto a los puntos de la resolución a que se refieren los motivos del
agravio.
La resolución no podrá empeorar la situación procesal del imputado menor de edad cuando
los recursos fueran interpuestos sólo por su defensa o por el propio imputado a su favor.
En forma contraria los recursos de apelación interpuestos por el ministerio fiscal permitirán
modificar o revocar la resolución, aún a favor del imputado menor de edad (96).

7. LOS MEDIOS DE PRUEBA

7.1. La inspección judicial


Este medio de prueba comprende la recolección de datos relativos a la investigación,
realizada en forma directa por la persona a cargo de la pesquisa (juez o fiscal). Puede referirse
a personas, lugares, objetos y demás rastros que el hecho investigado pueda dejar.
Lo importante es que una vez acaecido el suceso, aquel que tenga a su cargo la investigación
tome inmediato contacto con la materialidad del hecho; y cuente con la ayuda de peritos o
auxiliares.
Para la realización de la inspección, el JMen. puede ordenar que durante el tiempo que dure
la diligencia no se incorporen personas al lugar del hecho, o que se apersonen en forma
inmediata otras(97).
108
Todo aquello que se perciba durante la inspección deberá ser vertido en actas, donde
figurarán los detalles pertinentes, agregándose cuando fuere necesario: fotos, dibujos o
planos, para de esta manera, lograr una documentación que sirva para su posterior uso a lo
largo del desarrollo del proceso(98).
En el supuesto que el hecho no haya dejado rastros o no haya producido efectos materiales,
o en el caso de su desaparición o alteración, el JMen. deberá describir el estado actual,
verificando, en caso de ser posible el estado anterior de las cosas (99).
Se debe tener en cuenta que la inspección sobre personas solamente procederá en aquellos
casos que el JMen. lo considere necesario para la investigación, donde se procederá a la
inspección corporal y mental del niño imputado siempre respetando su pudor. Es importante
resaltar que este acto no puede consistir en un minucioso examen sobre el cuerpo del niño,
puesto que este alcance sólo lo tiene la requisa personal. El juez en estos casos solamente
puede verificar por percepción el aspecto externo del cuerpo. Finalmente en la realización del
acto sólo puede estar presente el defensor o una persona de confianza del examinado (100).

7.2. La reconstrucción del hecho


Este medio de prueba también es una inspección que consiste en un acto mediante el cual,
a partir de las versiones que se recojan del hecho acaecido, se disponen las condiciones,
formas y maneras en que el suceso se produjo.
La reconstrucción del hecho encuentra dos limitaciones. La primera es la incoercibilidad del
imputado menor de edad, quién puede negarse a intervenir, puesto que aquí actúa como
sujeto del proceso y no como objeto de prueba (pero también constituye un acto de defensa
material, con lo cual tiene derecho a solicitarla); la segunda limitación es la prohibición de
reproducciones que ofendan a la vez sentimientos morales, o que puedan poner en peligro el
orden público(101).
Finalmente, y tal como ocurre con la inspección judicial, al ser éste un acto definitivo e
irreproducible debe notificarse al defensor técnico del niño, quien tiene derecho a estar
presente en la realización del acto(102).

7.3. El registro domiciliario


El art. 18 de la CN establece que el domicilio es inviolable y que una ley determinará en qué
casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Sin embargo,
y atento a la inexistencia de derechos absolutos, ésta y demás garantías y principios, pueden
ser restringidas. Aún el Congreso de la Nación no ha sancionado una ley especial como
requiere la norma constitucional, sino que existen diversas normas, la mayoría de las cuales
son de carácter local, que definen distintos casos en los cuales se autoriza el allanamiento.
Así, la ley a la que se remite es el CPPN(103). Este código establece cuándo se proceda al
registro de un lugar: debe existir una causa criminal en trámite, indicios de que en el lugar
se encuentren cosas vinculadas al delito o que allí podrá detenerse al imputado o a una
persona sospechada de criminalidad. A su vez, es absolutamente necesaria la orden escrita
del juez competente que debe establecer el lugar, día y hora en que la medida deberá
efectuarse.
La orden judicial debe estar sustentada por auto fundado y por escrito; el JMen. puede
proceder personalmente o delegar la diligencia en el fiscal o en los funcionarios de la policía
o de las fuerzas de seguridad (en este último supuesto librará por escrito una orden de
allanamiento).
Debe labrarse un acta para dar fe de lo sucedido en el acto. El registro debe revestir las
formalidades de los arts. 138 y 139 del CPPN (testigos para actos que son irreproducibles) (104).

109
7.4. El allanamiento de morada
El allanamiento de morada(105)se refiere al registro de un lugar habitado o sus dependencias
cerradas.
Para este caso en particular, el CPPN establece el momento en que puede llevarse a cabo:
desde la salida hasta la puesta del sol.
No obstante ello puede realizarse en otro horario siempre que exista consentimiento del
interesado o su representante o causas graves o urgentes, o cuando peligre el orden público.

7.5. El allanamiento sin orden


El principio es la nulidad de lo actuado de esta manera. Sin embargo, debemos tener en
cuenta que se establece una excepción a la regla general acerca de la necesidad de la orden
escrita emanada de autoridad competente para proceder al registro de un inmueble(106).
Se autoriza a las fuerzas de seguridad a proceder al allanamiento de la morada sin orden
judicial previa cuando:
• Por incendio, explosión, inundación u otro estrago se hallare amenazada la vida de los
habitantes o la propiedad.
• Se denunciare que personas extrañas han sido vistas mientras se introducían en una
casa o local, con indicios manifiestos de ir a cometer un delito.
• Se introduzca en una casa o local algún imputado de delito a quien se persigue para su
aprehensión.
• Voces provenientes de una casa o local anunciaren que allí se está cometiendo un delito
o pidan socorro.
• Se tenga sospechas fundadas de que en una casa o local se encuentra la víctima de una
privación ilegal de la libertad y corra peligro inminente su vida o integridad física.

7.6. La requisa personal


Se refiere a la inspección física de una persona con el objetivo de hallar elementos u objetos
ocultos, presumiblemente provenientes de un hecho ilícito.
El CPPN establece que la requisa sobre la persona procederá siempre que exista auto fundado
y se evidencien motivos suficientes(107), lo que implica que no pueden ser presunciones.
La requisa se realizará por separado en caso de ser varias las personas a requisar, respetando
el pudor, y en caso de hacerse sobre una mujer deberá ser efectuada por otra mujer.
El resultado de la requisa debe quedar plasmado en un acta, para su ulterior utilización en
el desarrollo del proceso.
Por otro lado, se establece una excepción a la regla: las fuerzas de seguridad podrán requisar
a las personas e inspeccionar todo aquello que lleven consigo; también podrá revisar el
interior de vehículos, siempre que tengan por finalidad hallar la existencia de cosas
probablemente provenientes o constitutivas de un delito o de elementos que pudieran ser
utilizados para la comisión de un hecho delictivo(108).
Hay determinadas circunstancias que deben estar presentes al momento de la requisa sin
orden judicial para que sea viable:
• Concurrencia de circunstancias previas o concomitantes que razonable y objetivamente
permitan justificar dichas medidas respecto de persona o vehículo determinado.
• En la vía pública o en lugares de acceso público.

110
Una vez finalizada la requisa se practicará el secuestro de las cosas relacionadas con el delito
o aquellas que puedan servir como medios de prueba, siempre dejando constancia en un
acta y dando cuenta inmediata del procedimiento realizado al JMen. o fiscal interviniente.
Es imprescindible la confección de un acta, conforme lo dispuesto por los arts. 138 y 139 del
CPPN, debiendo comunicar la medida inmediatamente al JMen. o fiscal intervinientes en la
investigación.

7.7. El secuestro
El JMen. podrá proceder al secuestro de las cosas relacionadas con el delito investigado,
siempre y cuando puedan servir como medios de prueba, pudiendo llevar adelante esta
medida las fuerzas de seguridad en los casos de allanamiento, requisa personal o en los
supuestos del art. 230 bis del CPPN(109).
También el JMen. puede, en lugar de disponer el secuestro, ordenar la presentación de los
sujetos o documentos producto del allanamiento, la requisa o la inspección; pero debemos
tener en cuenta que esta orden no puede dirigirse a las personas que puedan o deban
abstenerse de declarar como testigos por razón de parentesco, secreto profesional o de
Estado(110).
Todo aquello secuestrado debe ser inventariado y puesto bajo custodia a disposición del
JMen., debiendo ser asegurados con el sello del mismo y la firma del juez y del secretario; si
se tratare de documentos, esto se hará en cada hoja del mismo(111).
Los elementos secuestrados que no estén sometidos a confiscación, restitución o embargo,
deberán ser devueltos, con la mayor celeridad posible, a la persona de cuyo poder se sacaron.
Esta restitución podrá revestir el carácter de provisoria, a manera de depósito, debiendo el
poseedor exhibir los elementos cada vez que ello le sea requerido (112).

7.8. La intervención de las comunicaciones telefónicas


Para proceder a intervenir una línea de teléfono se tiene que cumplir con determinados
requisitos legales(113):
• Debe ser dispuesta por el juez de la causa, salvo en los casos excepcionales
previstos(114).
• El auto que la disponga debe ser fundado y motivado bajo pena de nulidad (115).
• Existir una causa penal en trámite.
• No debe tener el valor de prueba directa, sino indirecta, es decir, también debe ser
corroborada por otras pruebas.
• La investigación tiene que aparecer como dificultosa y respecto de delitos graves.
• Debe tener un plazo de duración determinado, que en estos procesos equivale a los
cuatro meses que dura la instrucción, prorrogables siempre por motivos fundados.

7.9. Los testigos


El testimonio es un medio de prueba que puede ser definido como toda declaración oral o
escrita que se produzca durante el proceso, y por la cual una persona (testigo) manifiesta
todo aquello percibido por sus sentidos acerca de determinado hecho o circunstancia
sometida a investigación, dando fe de sus dichos bajo juramento o promesa de decir verdad.
El CPPN establece que los JMen. pueden interrogar a todas las personas que tengan
conocimiento de los hechos investigados, siempre que su declaración sea útil (116).
111
Se estipula el deber de toda persona de acudir al llamado judicial y declarar la verdad de
todo cuanto supiese y fuese interrogado, convirtiéndose esta obligación en una carga pública
para aquel que sea citado, no pudiendo evadir dicha citación (117). El tribunal puede
asegurarse su comparecencia mediante la utilización de la fuerza pública (118).
Puede declarar cualquier persona que haya presenciado el hecho a investigar: son capaces
para declarar todas las personas, sin perjuicio de la facultad que tiene el magistrado de
valorar cada declaración de acuerdo con las reglas de la sana crítica (119).
Existen excepciones a la señalada obligación de testificar: son los casos de prohibición de
declarar, supuestos que establece el CPPN con el fin de salvaguardar la cohesión familiar y
evitar situaciones donde el testigo se vea presionado entre la obligación de testificar o mentir
para ayudar a sus familiares.
Para evitar esta cuestión, el código de rito establece la prohibición para el cónyuge, los
ascendientes, descendientes o hermanos del imputado, bajo pena de nulidad (120).
Sin embargo, "[L]a presente causa llega a estudio de esta sala en virtud del recurso de
apelación deducido por la defensora de C. R. O., contra la resolución por la que se rechazó
el planteo de nulidad articulado por esa parte. La cuestión planteada por la defensa radica
en determinar la validez de la declaración brindada por el menor de edad L. D. O. a través
del procedimiento establecido en el artículo 250 bis del código adjetivo, en el que relató las
acciones disvaliosas que su padre habría realizado en contra de la integridad sexual de su
hermana S. I. O., quien al momento de los hechos tenía 4 años de edad. La asistencia técnica
del encausado sostuvo que debe declararse la nulidad de tal acto procesal, en tanto que el
artículo 242 del código de rito prohíbe la declaración de un hijo en contra de su padre, salvo
casos excepcionales que, entiende, no se dan en la especie. Efectuado un minucioso análisis
del asunto planteado, entendemos que la decisión del juez de la primera instancia deberá
ser homologada en base a las consideraciones que se explican a continuación. En primer
lugar, cumple aclarar que el objetivo de la prohibición de declarar en contra del imputado
prevista en el artículo 242 del código adjetivo, radica en la necesidad de mantener la cohesión
familiar y evitar, en consecuencia, rasgar los vínculos afectivos de sus integrantes. Entonces,
bajo esa directriz, es claro que la necesidad de una recta administración de justicia mediante
el descubrimiento de la verdad, debe ceder ante aquel interés y, en ese contexto, ante la
disyuntiva entre la protección del núcleo familiar y la persecución de un delito cometido por
uno de sus integrantes contra otro, se otorga primacía a la primera de las alternativas, con
la salvedad de las excepciones previstas en la última parte del artículo citado. Vista la
cuestión de este modo, pareciera ser que asiste razón a la petición efectuada por la defensa
de O. Sin embargo, en la especie existe un aditamento importantísimo —más allá de la índole
del delito investigado— que obliga a replantear el principio antes formulado en consonancia
con las normas supra-legales que pudieran aplicarse al caso; esto es, la minoridad no sólo
de la damnificada, sino que también del testigo presencial del hecho. En este contexto, los
principios y garantías contenidos en la 'Convención sobre los Derechos del Niño' y las
obligaciones para los Estados Partes que de ella emergen, pone en una especial crisis la
interpretación que de la norma procesal mencionada debe hacerse en este caso en particular.
A poco que se repare en las singulares características del suceso ventilado, se aprecia la
colisión entre el derecho del imputado a la realización de un proceso en el que se observen
los preceptos legales y los de la menor de edad víctima de un delito contra la integridad
sexual —quien se encuentra en una clara situación de vulnerabilidad, no sólo por ser el
sujeto pasivo de la conducta aquí investigada sino también por su falta de madurez física y
mental— a que se respeten cada uno de sus intereses. De ello se colige el especial cuadro
que muestra la discusión planteada: por un lado se erige una prohibición procesal que, en
abstracto, veda la posibilidad de que un descendiente declare en contra de un ascendiente
y, por otro, se alzan las particularidades del caso, en donde un niño de 7 años relató los
hechos ilícitos de índole sexual que habría sufrido su hermana de tan solo 4 años, cometidos
por el padre de ambos. En este sentido, cabe destacar que la necesidad de una protección
especial a los niños enunciada en el preámbulo de la convención, así como la atención
primordial al interés superior de aquéllos —entendido como la plena satisfacción de sus
derechos— plasmada en el artículo 3º de esa normativa, proporcionan un parámetro objetivo
que ha de tenerse en cuenta a la hora de resolver las situaciones en las que existan conflictos
entre los intereses de niños menores de edad y de los adultos [...] Entonces no puede
interpretarse que el código de forma impida a un familiar directo de la víctima menor de edad
112
relatar los sucesos que apreció, máxime cuando por su propia naturaleza tales hechos son
ejecutados en la intimidad del seno familiar. Una inteligencia así dejaría a la niña en un
estado de indefensión y ello, confrontaría directamente con el texto de la 'Convención sobre
los Derechos del Niño', en cuanto obliga al Estado a salvaguardar todos sus derechos [...]" (121).
Pero la restricción no es absoluta: cederá cuando el delito aparezca cometido contra estas
personas o un pariente suyo de igual grado o más próximo que el parentesco que lo une con
el imputado, además de interesantes construcciones jurisprudenciales al respecto(122).
El CPPN establece supuestos en los que la persona llamada a testificar puede abstenerse de
hacerlo, siendo así optativa la declaración para los parientes colaterales hasta el cuarto grado
de consanguinidad o segundo de afinidad, tutores, curadores y pupilos del imputado,
debiendo ser informados de este derecho antes de comenzar la declaración bajo pena de
nulidad(123).
La facultad de abstenerse de declarar pasa a convertirse en un deber de abstención, bajo
pena de nulidad, cuando media secreto profesional o de Estado: cuando la noticia del hecho
sometida a investigación llegue a conocimiento del testigo en razón de su propio oficio o
profesión.
Quedan así comprendidos: los ministros de un culto admitido; los abogados, procuradores y
escribanos; los médicos, farmacéuticos, parteras y demás auxiliares del arte de curar; y los
militares y funcionarios públicos sobre secretos de Estado. Este deber de abstención cederá
únicamente cuando los testigos sean liberados del secreto profesional por los interesados,
con excepción de los ministros de un culto admitido que nunca pueden revelar aquello de lo
que se anoticien en confesión(124).
Antes de comenzar con su declaración, el testigo será informado de las penas del falso
testimonio, y se procederá a tomar juramento o promesa de decir verdad en cuanto a todo lo
que supiese sobre el hecho investigado.
Serán exceptuados del juramento los "menores inimputables" y los condenados como
partícipes del delito que se investiga o de otro conexo(125).
En caso que un testigo incurra en falso testimonio, se ordenarán las copias de su declaración,
las que serán remitidas al juez competente, sin perjuicio de poder ordenar la detención del
testigo(126). La pena prevista para el falso testimonio cometido en una causa criminal en
contra del imputado es de 1 a 10 años de reclusión o prisión (127).
La declaración comenzará con la individualización del testigo (las generales de la ley), siendo
interrogado en cuanto a su persona, su relación con las partes y el proceso en sí. En esta
ocasión, se le exigirá prestar juramento o promesa de decir verdad.
Se interrogará al testigo sobre el hecho: las respuestas deben ser efectuadas a viva voz (por
excepción pueden consultarse notas y documentos). En primer lugar, el JMen. lo invitará a
que manifieste cuanto conozca sobre el asunto sometido a pesquisa, y en caso de ser
necesario, lo interrogará. Las preguntas capciosas (tendientes a engañar) o sugestivas (que
insinúen una respuesta) están prohibidas.
Si bien se relaciona de manera muy directa en la jurisprudencia con el punto siguiente de
este trabajo, no puede dejar de apuntarse los criterios jurisprudenciales respecto de la
validez como prueba de cargo de supuesto en los cuales se acreditó el aporte procesal de un
solo testigo: "[C]onsidero que no existen razones valederas para desconocer la validez,
utilidad y aptitud probatoria que revisten las declaraciones de los calificados testigos 'únicos.
Es que ante la presencia de un testigo en soledad del hecho no debe prescindirse de sus
manifestaciones sino que ellas deben ser valoradas con la mayor severidad y rigor crítico
posibles, tratando de desentrañar el mérito o la inconsistencia de la declaración mediante
su confrontación con las demás circunstancias de la causa que corroboren o disminuyan su
fuerza, y examinando cuidadosamente las calidades del testigo. Por lo expuesto, teniendo en
cuenta los resultados de las experticias realizadas respecto de la menor V. —médica y
psicológicas, y sin soslayar la existencia de un proceso seguido en contra de B. B. por hechos
similares cometidos contra la niña— considero que no existe en autos la certeza negativa
indispensable para dictar el pronunciamiento en crisis [...]"(128).

113
7.9.1. La declaración de niños víctimas de delitos contra la integridad sexual
En el año 2004 se sancionó la ley 25.852 y se incorporaron sus disposiciones al CPPN (129).
Su contenido tiene por objetivo la protección del derecho a la intimidad y evitar la
revictimización de personas menores de edad, que sufrieron agresiones sexuales: se preserva
a la víctima de tomar contacto con su victimario y estar expuesta a una situación de tensión
tal como lo es presentarse a relatar lo ocurrido frente a un tribunal, con las partes presentes,
etc.(130).
Respecto de las víctimas menores de 16 años de edad establece el CPPN que:
a) Sólo serán entrevistados por un psicólogo especialista en niños, designado por el
tribunal que ordene la medida, no pudiendo en ningún caso ser interrogados en forma
directa por dicho tribunal o las partes;
b) El acto se llevará a cabo en un gabinete acondicionado con los implementos
adecuados a su edad y etapa evolutiva;
c) En el plazo que el tribunal disponga el profesional actuante elevará un informe
detallado con las conclusiones a las que arribara;
d) A pedido de parte o si el tribunal lo dispusiera de oficio, las alternativas del acto
podrán ser seguidas desde el exterior del recinto a través de vidrio espejado, micrófono,
equipo de video o cualquier otro medio técnico con que se cuente. En ese caso, previo a
la iniciación del acto el tribunal hará saber al profesional a cargo de la entrevista las
inquietudes propuestas por las partes, así como las que surgieren durante el transcurso
del acto, las que serán canalizadas teniendo en cuenta las características del hecho y el
estado emocional del niño.
Cuando se trate de actos de reconocimiento de lugares y/o cosas, la víctima será
acompañada por el profesional que designe el tribunal, no pudiendo en ningún caso estar
presente el imputado(131).
Cuando las víctimas hayan cumplido 16 años de edad y no hubieren cumplido los 18 años,
se procederá de acuerdo a lo estipulado en el art. 250 ter del CPPN(132).
Un debate extenso merecieron en la jurisprudencia estas normas, saldándose a favor de su
constitucionalidad con argumentos diversos. Así, "[E]l art. 250 bis del CPPN, aporta un
nuevo procedimiento para la recepción de declaraciones de menores damnificados por delitos
de lesiones y contra la integridad sexual. En esos casos el juez queda relevado de interrogar,
practicándose tal medida a través de personas expertas en el tratamiento de menores, tales
como psicólogos o eventualmente psiquiatras. De tal modo, lo que se evita es, justamente,
revictimizar al niño ante el interrogatorio de sujetos, tales como los jueces o empleados de
un tribunal, que por no haber sido formados en la materia ahonden o le provoquen un nuevo
perjuicio [...] tanto el tribunal como las partes tienen la facultad de seguir las alternativas
del acto, desde el exterior del recinto denominado 'Cámara Gesell', ello sin perjuicio de que
antes de comenzar con la entrevista, "el tribunal hará saber al profesional a cargo (...) las
inquietudes propuestas por las partes, así como las que surgieren durante el transcurso del
acto (...). Es decir, que en todo momento, las partes pueden ejercer su derecho de controlar
la prueba, pudiendo, inclusive, sugerir preguntas cuya formulación al menor queda a criterio
del profesional que lleva a cabo el interrogatorio, debiendo el juez resolver los conflictos que
se puedan suscitar dejando constancia de ello en el acta [...]"(133).
También se resolvió que: "[E]l derecho a interrogar no se limita a 'hacer preguntas', sino a
cuestionar la veracidad de sus dichos, analizar sus motivaciones, su memoria; su
credibilidad en suma, en caso contrario se trataría de letra muerta. Esto también hace al
debido proceso ya que contribuye en gran medida a averiguar la verdad, que es objeto último
del proceso (...). El art. 250 bis del CPPN, limitado a los menores de dieciséis años víctimas
de delitos sexuales, establece un procedimiento particular de interrogatorio en el que no
pueden ser interrogados en forma directa ni por el tribunal o las partes, sino a través de un
profesional de la salud mental y un gabinete especial. La defensa se garantiza mediante el
interrogatorio que, en la etapa instructoria, bien puede ser realizado a través del juez, fiscal
o, en los casos previstos por el art. 250 bis de un profesional actuante [...]"(134).
Finalmente también vale resaltar que esta protección especial respecto de las víctimas
menores de edad se entendió que correspondía aplicarla a las constancias del expediente
penal: "[C]oincide la sala plenamente con el criterio expuesto por los representantes del
114
Ministerio Público y llama la atención de este tribunal una investigación que pone el acento
en la posible actividad de la víctima y no en la del denunciado. En efecto, la menor fue
sometida a diferentes pericias, tanto psicológicas como ginecológicas y ante una reacción
que podría considerarse razonable y pudorosa a los 13 años de edad, el juez de la causa la
interpreta 'falta de colaboración'. Relacionado con lo antes expuesto merece párrafo aparte
la foja que, agregada entre las 28 y 29, expone los genitales de la menor y una foto de la
pequeña, constancia ésta que contraría los principios que emanan de los pactos
internacionales incorporados a la Constitución Nacional (art. 75 inc. 22) especialmente
la Convención sobre los Derechos del Niño, relativos a la preservación de la identidad y el
resguardo de la integridad física y psicológica de los menores. Lo indicado lleva al tribunal a
ordenar su desglose y su reserva por secretaría y a recomendar al Cuerpo Médico Forense
realice su tarea pericial en consonancia con las normativas enunciadas [...]"(135).
También es del caso apuntar criterios jurisprudenciales que han extendido este trato judicial
diferenciado incluso a testigos menores de edad de otros delitos diferentes a aquellos contra
la integridad sexual: "[D]e la Cámara Gesell realizada con las únicas dos personas que
estaban en el inmueble, F. y J. M. E. T., dijo que surgen todos los antecedentes de violencia
referidos. F. E. T. sostuvo estos dos hechos puntuales, y habló de ciertos momentos en los
que V. se violentaba, rompía muebles y revoleaba los platos [...]"(136).

7.10. La pericia
La prueba pericial es un examen de circunstancias que requieren conocimientos especiales
sobre una determinada disciplina, realizado por aquellas personas que poseen idóneas y que
siendo auxiliares de la justicia son requeridos por el JMen. a fin de asesorar sobre las
particularidades científicas, técnicas o artísticas(137).
Es importante tener en cuenta que si bien los jueces deben otorgarle valor probatorio a los
informes periciales, los resultados de las pericias no obligan ni condicionan la resolución por
parte del magistrado; pero a pesar de no ser vinculante para el juez, éste no puede apartarse
de las conclusiones a las que arriban los peritos sin suficientes fundamentos, dado que ello
importaría una apreciación antojadiza de la prueba.
Entre las pericias más frecuentes encontramos: balística, autopsia (la que será ordenada
siempre que se produzca una muerte dudosa o violenta, salvo que exteriormente resultare
evidente la causa de muerte)(138), psiquiátrica(139), psicológica(140), caligráfica, mecánica y
scopométrica.
El perito es un experto en un arte, oficio, ciencia o técnica, encargado de introducir sus
conclusiones al proceso; debe ser imparcial aun cuando sea propuesto por una de las partes.
Debe ser una persona física, debidamente identificado, titulado en la materia que se trate, o
idóneo reconocido si la profesión en la materia no está reglamentada, con calidad habilitante,
y la formalidad de estar inscripto como perito en las listas del PJN (141).
El perito tiene el deber de guardar reserva de todo cuanto tomare conocimiento en el
desempeño de su actuación(142).

7.11. El reconocimiento de cosas o personas


El reconocimiento es la verificación que realiza un testigo de determinada cosa o persona
que se le presenta, a la que anteriormente vio o conoció y que guarda relación con el hecho
materia de investigación.
Respecto del reconocimiento en rueda de personas, el JMen. dispondrá este tipo de acto
probatorio para identificar o establecer que el testigo que declaró haber visto al imputado al
momento del hecho, en verdad lo conoce o lo ha visto(143).
La persona que ha de practicar el reconocimiento será interrogada previamente a fin de que
describa la persona a quién deberá reconocer, debiendo referir además si con anterioridad
115
al hecho la ha visto o conocido, prestando juramento de decir verdad salvo que se trate del
imputado(144).
Este acto probatorio consiste en colocar a la persona cuyo reconocimiento se pretende, en
una rueda junto a otras personas que tengan características físicas similares a fin de que la
víctima, o el testigo la identifiquen, indicando de quién se trata(145).
El reconocimiento en rueda de personas finalizará con la confección de un acta, donde deberá
consignarse todas las circunstancias que se produjeran durante el mismo.
El reconocimiento por fotografías se realiza siempre que sea necesario identificar a una
persona y ésta no estuviera presente ni pudiera ser habida. En estos casos se exhibirá una
fotografía junto con otras semejantes de distintas personas, a quien debe efectuar el
reconocimiento, debiendo observarse todas las formalidades que fueron analizadas en el
reconocimiento en rueda de personas(146).
El reconocimiento de cosas es el acto procesal mediante el cual, una persona identifica ante
tribunal una cosa relacionada con el hecho investigado, entendiéndose por cosa en su
extensión más amplia(147).

7.12. El careo
El juzgado o tribunal podrá ordenar el careo entre dos personas, cuando sus declaraciones
discrepen sobre hechos o circunstancias claves para la pesquisa, o cuando se lo estimare de
utilidad. El imputado, como ejercicio de su defensa material podrá solicitarlo, pero nunca
podrá ser obligado a carearse(148), a diferencia del testigo que sí puede ser obligado.
Al momento de la realización de este acto probatorio, los testigos deberán prestar juramento
de decir verdad, quedando excluido de ello el imputado, quien podrá ser asistido por su
defensor mientras dure el careo(149).
El careo comenzará con la lectura de las partes pertinentes de las declaraciones que
evidencien contradicciones, a fin de que se reconvengan o lleguen a un acuerdo, debiendo
dejarse constancia de las ratificaciones o rectificaciones de los careados(150).

8. LA ELEVACIÓN DE LA CAUSA A JUICIO

8.1. El cierre de la instrucción


Una vez finalizada la etapa de instrucción, y dispuesto por el JMen. el procesamiento del
imputado menor de edad (y del mayor de edad si hubiera un consorte de causa) se impone
dar vista tanto a la parte querellante —si la hubiere— como al agente fiscal por un plazo de
seis días, el cual puede ser prorrogable por otro período igual cuando las circunstancias lo
ameriten (en general, en caso de causas complejas)(151).
Cumplido dicho plazo, la parte querellante y el representante del Ministerio Público Fiscal
deberán expedirse y manifestar si consideran completa o no la etapa preliminar.
En caso negativo sugerirán qué diligencias pendientes estiman pertinentes, necesarias y
útiles. Si son de la opinión que la instrucción se hallare completa, deberán expedirse sobre
si corresponde sobreseer o elevar la causa a juicio. Dicho requerimiento de elevación a juicio
contendrá una serie de requisitos de forma y fondo.
Conforme la reforma de la ley 26.373 se estableció que además del caso previsto por el art.
350(152), la instrucción quedará clausurada cuando el juez dicte el decreto de elevación a
juicio, quede firme el auto que lo ordena o el sobreseimiento.
La existencia de recursos pendientes de resolución ante la CFCasación Penal, la CNCCCCF
y la CS en ningún caso impedirá la elevación a juicio de las actuaciones.
116
Las cuestiones que se vinculen exclusivamente con la libertad del imputado y demás medidas
cautelares en ningún caso impedirán la prosecución de las actuaciones hasta la sentencia
definitiva.
En el supuesto que el representante del Ministerio Público Fiscal requiera la elevación de la
causa al tribunal oral —cuando se trate de delitos de índole criminal—, las conclusiones de
su requisitoria deberán ser notificadas al defensor del imputado menor de edad, quien dentro
de un plazo perentorio de seis días podrá oponerse a la solicitud del fiscal y/o la parte
querellante(153).
En caso de oposición a la elevación a juicio, el JMen. deberá dentro de los 5 días dictar una
resolución de sobreseimiento del imputado o disponer la elevación a juicio de la causa.
De las dos posibilidades anteriormente mencionadas (auto de sobreseimiento y auto de
elevación a juicio), la única que puede ser recurrida es el auto de sobreseimiento. Tanto el
agente fiscal como la parte querellante cuentan con un plazo de tres días para apelar el
sobreseimiento. Contrariamente, el auto de elevación a juicio es inapelable.
Vencido el plazo de seis días previsto en el art. 349 del CPPN, si la defensa no interpusiera
oposición alguna (o dejara sentada expresamente su voluntad de no oponerse a la elevación),
se decretará la clausura de la etapa de instrucción y consiguientemente la causa será
remitida al TOral Men. que por sorteo corresponda (reiteramos, sólo cuando se trate de
delitos de competencia criminal, ya que en los de competencia correccional el juzgamiento
estará a cargo de otro JMen.)(154).

8.2. El legajo para el estudio de la personalidad


Antes del auto de elevación a juicio, y por indicación del RJCCCF, el JMen. —inclusive a
pedido del fiscal en los procesos previstos en los arts. 353 bis, 353 ter y 431 bis del CPPN—
deberá ordenar la conformación de un legajo para el estudio de la personalidad de cada
imputado mayor de edad.
Cuando se trate de personas menores de edad sometidas a proceso penal, la información
que brinda el cuadernillo de personalidad se encuentra suplida por las constancias del
expediente de disposición, que es elevado juntamente con el expediente actuario al tribunal
que resulte sorteado para el juzgamiento de la causa.

9. FLAGRANCIA
Cuando una persona haya sido sorprendida en flagrancia de un delito de acción pública, y
el juez considerare prima facie que no procederá la prisión preventiva del imputado, la
investigación quedará directamente a cargo del agente fiscal.
En la primera oportunidad el agente fiscal le hará conocer al imputado cuál es el hecho que
se le atribuye y cuáles son las pruebas existentes en su contra, y lo invitará a elegir defensor.

117
El imputado podrá presentarse ante el fiscal con su abogado defensor, aun por escrito,
aclarando los hechos e indicando las pruebas que, a su juicio, puedan ser útiles. La
instrucción del agente fiscal no podrá extenderse por un plazo superior a los quince días.
El imputado podrá solicitar al juez ser oído en declaración indagatoria. En tal caso la
instrucción se regirá por las normas comunes(155).
Reunidos los elementos probatorios respecto de los extremos de la imputación penal, el
agente fiscal correrá vista al querellante, si lo hubiere, luego de lo cual se expedirá en los
términos del inciso 2 del art. 347.
El juicio tramitará conforme las reglas del juicio de menores. También podrá tramitar según
las reglas del juicio abreviado(156).
Adenda (Beloff)

10. EL EXPEDIENTE DE DISPOSICIÓN TUTELAR

El Régimen Penal de la Minoridad (ley 22.278) es la norma que, junto con la regulación
procesal y la organización judicial (más la jurisprudencia y las buenas prácticas), debe
tenerse en cuenta a los efectos de comprender un aspecto relevante del funcionamiento del
proceso penal juvenil.
De acuerdo con el art. 1º de la citada ley: "[S]i existiere imputación [de delito] contra una
persona menor de 16 años o de 16 y 17 años respecto de delitos de acción privada o aquellos
que tengan pena privativa de la libertad de menos de dos años, multa o inhabilitación) la
autoridad judicial lo dispondrá provisoriamente, procederá a la comprobación del delito,
tomará conocimiento directo del menor, de sus padres, tutor o guardador, y ordenará los
informes y peritaciones conducentes al estudio de su personalidad, y de las condiciones
familiares y ambientales en que se encuentre. En caso necesario pondrá al menor en un
lugar adecuado para su mejor estudio durante el tiempo indispensable. Si de los estudios
realizados resultare que el menor se halla abandonado, falto de asistencia, en peligro
material o moral, o presenta problemas de conducta, el juez dispondrá definitivamente del
mismo por auto fundado, previa audiencia de los padres, tutor o guardador".
De manera central y sobre la base de diferentes informes el JMen. podrá dictar medidas de
distinta intensidad, entre las cuales se incluye la entrega a su familia (en el sentido jurídico
más extenso de la expresión), su ingreso a un programa de libertad vigilada/asistida, o la
detención provisoria de estos imputados (fundándose en fines educativos, protectores o
cautelares, con especial énfasis en este último aspecto), entre otras medidas posibles.
Respecto de la naturaleza jurídica del expediente de disposición se resolvió de larga data que:
"[E]l expediente tutelar no resulta accesorio del principal sino que ambos tramitan en forma
independiente cuando aquél es derivado a un tribunal oral de mayores; debiendo ambos
regirse, entonces, por las disposiciones contenidas en los arts. 14 y 29 del CPPN, que
determinan que esta Cámara es tribunal de alzada para las decisiones de los jueces de
menores [...]"(157).

118
Se insiste en que el derecho de defensa en juicio de la persona menor de edad acusada de
cometer un delito también se respeta de manera debida en este expediente de disposición(158).

Es importante destacar para la práctica forense la relación entre la imputación de un delito


a una persona menor de edad y la formación de un expediente de disposición tutelar, es decir
sólo un expediente por acusado. (Filmina 22)
Sobre el expediente de disposición al ser elevada la causa a juicio se sostuvo que "[i]ncumbe
a los Tribunales Orales entender en la tutela de los menores a partir de la etapa del juicio,
por lo que la circunstancia de no disponer para el efectivo cumplimiento de su actividad
jurisdiccional del apoyo de los equipos interdisciplinarios previstos por el art. 14 de la ley
24.050, no puede resultar decisiva a los efectos de alterar lo dispuesto por los arts.
28 y 29 de la ley 23.984 [...]"(159).

Por otra parte se postulaba en una interpretación tutelar clásica que sólo el Defensor Público
de Menores e Incapaces (Asesor de Menores) era parte en el expediente de disposición tutelar.
De esta manera no era posible que el abogado actuase como defensor técnico
independientemente de la existencia de la representación promiscua aludida.
Sin embargo y luego de numerosos planteos judiciales ante los JMen., TOral Men., la
CNCrim. y Correc. y la CNCasación Penal y fallándose en numerosas resoluciones de manera
favorable al acceso del abogado defensor del imputado menor de edad al expediente tutelar,
se cristalizó en la nueva norma del art. 130 del RJCCCF el acceso para la defensa técnica a
este expediente de disposición.

119
Al rechazar un recurso de la defensa del imputado contra el auto del TOral Men. que resolvió
no hacer lugar al cese de la disposición tutelar del imputado se resolvió que "[c]orresponde
convalidar el criterio sustentado por el a quo en el auto denegatorio del recurso de casación.
Ello así pues este tribunal lleva dicho que el ordenamiento procesal establece una limitación
objetiva para la procedencia del recurso casatorio que, en lo sustancial, exige que se trate de
hipótesis que revistan la calidad de sentencia definitiva o equivalente, entre las que no se
encuentra la recurrida [...]"(160).
En una contienda entre dos TOral Men. se resolvió que "[s]i bien le asiste razón al Sr. Fiscal
en cuanto afirma que las leyes 10.903 —de patronato de menores—; 22.278 y 22.803 —
régimen penal de la minoridad— y el Código Procesal Penal de la Nación no tienen un
capítulo dedicado a casos como el planteado en esta causa, no compartimos la solución
propugnada, toda vez que ante el Tribunal Oral en lo Criminal de Menores Nro. 3, se
encuentra en trámite una causa seguida contra el menor T. O. y por ello, a la luz de la
experiencia judicial, bajo un análisis práctico, es criterio de los suscriptos que quien deba
tomar decisiones al respecto, tenga a su cargo la disposición tutelar del menor, en la que
constan una serie de circunstancias de trascendente interés que hacen a su integridad física,
moral y socioambiental que deben ser valoradas en procesos particulares como el que
establecen las leyes de menores [...]"(161).
En otro precedente se mantuvo que: "[El señor Fiscal General] por entender que ese órgano
jurisdiccional se halla en mejores condiciones para discernir cuáles son las medidas que se
corresponden con la situación del encartado, en el marco del art. 3 de la Convención sobre
los Derechos del Niño, habida cuenta que ante ese Tribunal se encuentra en trámite la causa
penal por el hecho más grave que se encuentra aún pendiente de resolución, habiéndose
fijado fecha para la respectiva audiencia de debate para octubre del año que viene y,
precisamente, por ese legajo se encuentra detenido [...] los mejores intereses del menor —
quien se encuentra aún sometido a proceso en la causa que como tal se le sigue ante el
Tribunal Oral Nro. 2, con fecha de debate establecida recién para octubre del año próximo,
por un delito grave y en virtud del cual se halla privado de su libertad— aconsejan que este
expediente tutelar vuelva a la sede de aquel órgano jurisdiccional [...]"(162).
La jurisprudencia no fue pacífica respecto de si la formación de un expediente de disposición
tutelar le causaba al imputado menor de edad un agravio susceptible de ser revisado por el
órgano judicial superior al que la dictó. En principio y luego de quebrar la lectura clásica de
las leyes tutelares que impedía cualquier revisión de esta medida se empezaron a reconocer
dos grandes posturas.
Para la primera posición la disposición tutelar sólo causaba un agravio al imputado si fue
acompañada de la restricción de su libertad ambulatoria. Así, y con la equiparación de sus
efectos a los de una sentencia definitiva, se estableció que: "[L]a procedencia formal del
recurso de inconstitucionalidad planteado en contra de las normas aplicables para la
internación tutelar y el recurso de casación interpuesto contra el auto que no permitió el
egreso del imputado, imponen la asimilación del pronunciamiento judicial a sentencia
definitiva, en tanto restringe la libertad del imputado antes del fallo final de la causa y
ocasiona un perjuicio que podría resultar de imposible reparación ulterior, por la afectación
de un derecho que requiere inmediata tutela —arts. 457 y 474 del CPPN— [...]"(163).
En tanto que para una segunda postura la disposición tutelar del acusado menor de edad
sin estar acompañada de una medida de restricción de la libertad ambulatoria no causaba
agravio alguno: "[L]a Sra. Juez de Menores, al decretar la disposición tutelar provisional de
S., no restringió su libertad [...] de la lectura del expediente tutelar nº 9777 se colige que no
fue dispuesta su internación sino que continuó residiendo junto a su madre. La afectación
que le generó su disposición provisional se habría limitado a ser convocado en tres
oportunidades por el Tribunal y a la visita periódica efectuada por una delegada tutelar a
fines de evaluar el desarrollo de su medio social y de sus condiciones de vida [...] la adopción
de aquel temperamento no generó agravio al menor —más allá del estrictamente necesario
en razón de la tramitación misma de la causa penal en la cual se encuentra involucrado en
calidad de imputado—, en la medida en que su libertad no se vio restringida ni fueron
vulnerados los derechos que le acuerdan la Convención sobre Derechos del Niño [...]" (164).

120
La jurisprudencia entiende que en todos los casos de personas acusadas de cometer un delito
e imputables en razón de la edad el cierre de la causa penal conlleva el cierre del expediente
de disposición.
Al revocarse un auto que luego de haber dispuesto el sobreseimiento del imputado por
considerarlo inimputable en razón de la edad ordenó la extracción de testimonios de la causa
y su remisión al Defensor Público de Menores con competencia civil que por turno
correspondiera a fin de garantizar los derechos del niño contemplados en la ley 26.061, se
resolvió que: "[N]o surge del expediente tutelar que, respecto de J. M. B. deban adoptarse
medidas de protección (art. 34 'a contrario sensu' de la ley 26.061); más concretamente, del
informe socioambiental glosado se desprende que el menor se encuentra debidamente
amparado dentro del medio familiar en el cual se desarrolla, que se encuentra desarrollando
sus estudios secundarios con responsabilidad y dedicación, y que presenta un grupo de
pares adecuados a la incorporación de hábitos y costumbres tendientes a un crecimiento
personal [...]"(165).
Si pudieron notarse ciertos matices excepcionales sólo cuando se trataba de la imputación
de delitos respecto de personas inimputables en razón de la edad: "[Q]ue la sala VI de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de esta Ciudad, resolvió
confirmar la resolución de la jueza de menores que había dispuesto, en lo que aquí interesa,
'MANTENER EL TRÁMITE del presente Expte. de Disposición nº 13723, referido al joven N. Z.R,
y en consecuencia NO HACER LUGAR al cese solicitado por el Sr. Defensor Ad Hoc. Estar a la
ubicación de su paradero... [el cual fue encomendado al Equipo de Atención de niños en
situación de calle dependiente del Departamento de Fortalecimiento, Promoción y Protección
Integral de jóvenes en conflicto con la ley del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con la
colaboración de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia]". Contra la
decisión de la referida Cámara, el defensor oficial 'Ad Hoc' del nombrado interpuso recurso
de casación, remedio que fue concedido por el tribunal a quo. El recurso de casación
impetrado debe ser declarado inadmisible, por cuanto notamos que el recurrente no ha
logrado rebatir —más allá de su disenso—, los argumentos por los cuales el tribunal de grado
ha confirmado la decisión de la jueza de menores de mantener el trámite del expediente de
disposición de acuerdo a las circunstancias particulares que rodean el caso. En efecto,
notamos que los integrantes de la Cámara a quo, examinaron la situación del joven Z. a la
luz de la normativa aplicable al caso, y de conformidad con las constancias de la causa,
explicando claramente cuáles eran los elementos que ameritaban la prosecución del trámite
de su expediente tutelar. En tal sentido, apreciamos que los señores magistrados
comenzaron realizando un raconto de las constancias relevantes del proceso, indicando, en
primer lugar, que '[d]el expediente tutelar surge que Z. fue sobreseído por inimputabilidad, que
fue dispuesto el 3 de agosto de 2012, siendo tratado psiquiátrica y psicológicamente en el
'Instituto San Martín' dentro de un régimen cerrado hasta el 6 de junio de 2013, oportunidad
en la cual atento a lo sugerido por la Secretaría Nacional de la Niñez, adolescencia y Familia,

121
tras un prolongado período de adaptación, se lo trasladó a la 'Colonia Gutiérrez' para que se
continuara de manera ambulatoria con la intervención de su tía Silvia Z.r'. Sin embargo,
añadieron los señores camaristas que '[a]l poco tiempo se evidenciaron conflictos e
incumplimientos de las pautas establecidas por la institución y su tía informó su fundado temor
a que incurriera en nuevas acciones transgresoras y su imposibilidad de controlarlo'. Así, se
precisó que Z. '[p]ese a haberse comprometido a modificar su actitud se dio a la fuga ignorando
en la actualidad su paradero, actitud similar a la adoptada antes del inicio de la causa que
motivó la disposición en análisis...' [...] la Cámara a quo estimó que 'la decisión adoptada por
la Sra. Juez es acertada pues se encuentra habilitada a proseguir con actuaciones tutelares
hasta los 18 años de edad de Z. y las circunstancias particulares del caso lo tornan necesario
y razonable'. Ello así, pues '[p]ese al tiempo transcurrido no finalizó su tratamiento y su fuga
lo colocó en situación de calle, lo que lleva ínsito su desamparo con riesgos graves para su
desarrollo e integridad psicofísica'. En esta inteligencia, añadieron los jueces '...no existe otra
opción que lo dispuesto por la instancia anterior precisamente en procura de su efectiva
protección'. Finalmente se agregó que "las medidas y el organismo escogido para materializar
su búsqueda son adecuados a la normativa vigente y a las exigencias de la defensa' [...]"(166).
El sistema de justicia penal juvenil establece como parámetro inicial que el JMen. o TOral
Men. puede dictar medidas de coerción personal a partir de la aplicación del art. 411 del
CPPN(167), pero también se han relevado en la jurisprudencia matices al respecto que intentan
lograr un perfil específico para la adopción de este tipo de medidas (168).
En este sentido pudo observarse la dificultad que se presentó al intentar trazar una línea
divisoria de los criterios de restricción de la libertad por motivos estrictamente tutelares
clásicos. De este modo se entendió que la medida de restricción de libertad respecto del
imputado menor de edad debía extenderse por un plazo mínimo indispensable para
completar "los estudios dispuestos" y una vez realizados el juez debía fundar si correspondía
su prórroga con base en el artículo 411 del CPPN(169)—obsérvese la persistencia de las
condiciones ambientales del imputado plasmadas en el resultado de los informes indicados
con el agregado de la verificación de los peligros procesales—(170).
En igual solución, una combinación de los criterios procesales y los tutelares clásicos, se
resolvió al entender sobre el pedido de egreso de un imputado menor de edad y decidir que
"[e]l procedimiento penal que corresponde es el establecido en los artículos 410 a 414 del
CPPN. En el marco de dicha normativa, el artículo 411, admite la detención de un menor
'...cuando hubiera motivos para presumir que no cumplirá la orden de citación...' [...] Resulta
relevante indicar que, con fecha 27 de noviembre de 2006, el Tribunal por unanimidad
declaró a M. E. E., autor penalmente responsable del delito de homicidio simple [...]. En el
caso concreto, tal seguimiento de la evolución del menor se está efectuando a través de su
internación, y ante la posibilidad fundada de que se sustraiga de la sustanciación completa
del proceso, los sentenciantes, legalmente habilitados para ello conforme todo lo
precedentemente expuesto, se pronunciaron en favor de la continuidad de aquella medida
[...]. Se infiere la necesidad de extremar en el caso las medidas para asegurar la continuidad
del proceso, y en este sentido, la internación oportunamente ordenada aparece como la
opción que otorga más y mejores posibilidades, tanto a los aludidos fines tuitivos, como para
posibilitar la actuación de la ley penal sustantiva [...]"(171).
El control del trámite del expediente tutelar puede ejercerse sobre las decisiones judiciales
pasibles de impugnación (la disposición tutelar, la denegatoria de libertad, de visitas
especiales o licencias, en caso de imputados de delitos privados de su libertad), sino también
sobre los elementos que sirven de sustento a las resoluciones de los JMen. o TOral Men. para
adoptar esas medidas (pericias, informes médicos, psico-sociales y socio-ambientales(172),
entrevistas y declaraciones, entre otras piezas que conforman el expediente tutelar)(173).
Se resolvió en relación al secreto profesional de los profesionales de la psicología en estos
expedientes que: "[L]a entrevista que tuvo la psicóloga con los padres del menor fue a los
fines de ahondar un poco en su vida afectiva y de relación, y tuvo como único objetivo
incorporar datos al legajo tutelar que permitieran orientar la terapia del mismo hacia un
mejor abordaje de su problemática [...]. Fue en dicho contexto que se le preguntó a la Sra.
de C. sobre aspectos puntuales de la relación con su hijo y, en forma específica, acerca de
sus orígenes. Sólo en estas circunstancias ella decidió exponer a las profesionales los
pormenores relativos a la 'adopción' de L., información que, de lo contrario, hubiera quedado

122
con seguridad reservada en el ámbito privado de la esfera familiar [...] Por esa razón, sólo
cabe concluir en que su relato —obtenido en el marco de la relación terapéutica como dato
coadyuvante al éxito del tratamiento— se hallaba amparado por el secreto profesional [...].
Resta pues determinar si el haberlo consignado en los informes elevados a la Sra. Juez de
Menores importó una indebida revelación o si, por el contrario y tal como lo alega el apelante,
el requerimiento judicial por sí mismo constituye una justa causa en los términos del artículo
156 del Código Penal [...]. Desde esta óptica, se entiende que las profesionales intervinientes
al momento de confeccionar sus respectivos informes debieron extremar los recaudos a fin
de no incluir datos que pudieran perjudicar la situación de la Sra. de C. ante la justicia,
captando lo sustancial de la entrevista sin hacer referencia a sus manifestaciones —
claramente autoincriminatorias— en la forma prácticamente textual en que lo hicieron [...]
Una solución distinta importaría lisa y llanamente convalidar que se incorpore indirecta e
ilegalmente, por la vía de la violación de secretos, la confesión de un delito sin que al respecto
se hayan podido observar ninguna de las formas que la ley procesal, reglamentaria de
garantías constitucionales, impone con respecto a la declaración del imputado,
especialmente las que tienden a resguardar la vigencia de la prohibición de que sea obligado
a declarar contra sí mismo [...]"(174).
En sentido similar, y en cuanto a la extensión de este secreto profesional ya dictada la
sentencia de responsabilidad penal, se entendió que: "[E]l reconocimiento de los hechos
motivos del proceso, aun con fines terapéuticos, por peritos que luego informarán al Tribunal
de la causa, no puede exigirse ni siquiera sugerirse, pues ello importa una grave transgresión
constitucional; por ende la actitud negativa o elusiva del acusado a tal respecto no puede ser
valorada en su contra, en manera alguna, sin detrimento de las garantías constitucionales
de que nadie está obligado a declarar contra sí mismo, al derecho a guardar silencio y al
debido proceso legal. Tal garantía debe observarse aun cuando ya exista una sentencia firme
que lo declare autor responsable de los hechos, pues siempre habrá de su parte un interés
legítimo [...]"(175).

Es de remarcar que en los informes socio-ambientales producidos por el Patronato de


Liberados o por los delegados inspectores de la CNCrim. y Correc. se omitirá toda mención a
las palabras o acontecimientos narrados por el imputado que tengan que ver con las
conductas ilícitas por las que está sometido a proceso (176).
Se reitera este punto: las normas procesales y reglamentarias y la jurisprudencia admiten
en los procedimientos penales y en las constancias de disposición tutelar complementarias
que los imputados menores de edad puedan ejercer su derecho de defensa en juicio de
manera plena y completa. El acceso al expediente de disposición tutelar de manera libre para
controlar su tramitación e intervenir en él es un corolario lógico de la efectiva vigencia de ese
derecho.

123
La medida más gravosa que pueden adoptar un tribunal en atención a su función tutelar, es
disponer la privación de la libertad de una persona menor de edad acusada de la comisión
de un delito, cuando se encuentre en alguna de las situaciones que prevé la ley como
presupuesto su dictado, en la actualidad mucho más enfocado tal criterio a los posibles
riesgos procesales(177).
Recuérdese que del corpus juris de protección de derechos a la infancia surge un claro
concepto de privación de la libertad.

En la práctica forense se verifican dos supuestos de cese (temporal o definitivo) de una


medida privativa de la libertad provisoria impuesta a una persona menor de edad acusada
de la comisión de un delito: el egreso y la externación.

A estos supuestos de restricción de la libertad ambulatoria de los menores de edad


acusados de cometer delitos les son aplicados todas las garantías constitucionales en
materia penal y procesal penal. No obsta que la decisión haya sido tomada en el marco de
un procedimiento penal y su correlativo expediente de disposición tutelar.

124
La jurisprudencia resolvió a través de dos fallos el debate sobre la equiparación entre
la internación (entendida como la clásica medida de privación de la libertad adoptada en los
expedientes tutelares) y la prisión preventiva, al otorgarle los mismos efectos jurídicos a
ambas situaciones procesales(178). (Filminas 27 y 28)

Se insiste con este punto: la jurisprudencia consolidó en el ámbito de la justicia nacional de


la Capital Federa la relación de las medidas privativas de la libertad adoptadas en el marco
de expedientes tutelares con supuestos procesales (situación que ya fuera recogida en las
normas procesales provinciales de casi todo el país)(179), al señalar que en igualdad de
condiciones una persona menor de edad no puede estar en situación más gravosa que un
adulto(180).
En esta línea de solución: "[E]l argumento según el cual las disposiciones referentes a la
prisión preventiva no se aplican a los menores de edad y que por lo tanto no rigen respecto
de una medida tutelar —por ejemplo, el internamiento— los límites impuestos a aquélla es
125
insostenible. Ello pues en tanto, como lo hemos afirmado precedentemente, dicha medida
supone la restricción de la libertad del imputado menor de edad, independientemente de los
motivos que la justifiquen. Por "privación de la libertad" se entiende "toda forma de detención
o encarcelamiento, así como el internamiento en un establecimiento público o privado del
que no se permita salir al menor por su propia voluntad, por orden de cualquier autoridad
judicial, administrativa u otra autoridad pública [...]"(181).
En consonancia con lo expuesto: "[E]l procedimiento penal que corresponde es el establecido
en los artículos 410 a 414 del CPPN. En el marco de dicha normativa, el artículo 411, admite
la detención de un menor '...cuando hubiera motivos para presumir que no cumplirá la orden
de citación...' y bajo el título Medidas tutelares, el artículo 412 habilita al juez, para disponer
provisionalmente al menor entregándolo para el cuidado y educación a una institución.
Sentado ello, y puntualmente en lo que concierne al sub examine, apreciamos oportuno
recordar que con fecha 12 de julio de 2006, frente a la sugerencia realizada por el equipo
técnico del Instituto Manuel Rocca —relativa al egreso con su familia del M. M. E.—, el a quo
ordenó que '...atento a la gravedad del hecho atribuido... a fin de continuar con el
seguimiento desde el ámbito institucional, permanezca por el momento en la situación de
internación en que se encuentra...'. A su vez, resulta relevante indicar que, con fecha 27 de
noviembre de 2006, el Tribunal por unanimidad declaró a M. E. E., autor penalmente
responsable del delito de homicidio simple [...]. En el caso concreto, tal seguimiento de la
evolución del menor se está efectuando a través de su internación, y ante la posibilidad
fundada de que se sustraiga de la sustanciación completa del proceso, los sentenciantes,
legalmente habilitados para ello conforme todo lo precedentemente expuesto, se
pronunciaron en favor de la continuidad de aquella medida [...] De lo precedentemente
indicado, junto con las restantes consideraciones realizadas en el decisorio recurrido, se
infiere la necesidad de extremar en el caso las medidas para asegurar la continuidad del
proceso, y en este sentido, la internación oportunamente ordenada aparece como la opción
que otorga más y mejores posibilidades, tanto a los aludidos fines tuitivos, como para
posibilitar la actuación de la ley penal sustantiva en el marco de las previsiones del
citado artículo 4º de la ley 22.278 [...]"(182).
Para continuar con la ilustración del cambio jurisprudencial: "[A] partir de considerar
supeditada, entonces, la razonabilidad del tipo de cautelar dispuesta a la acreditación en
cada caso particular de los referidos peligros procesales, sea el implicado menor o mayor de
edad, la conclusión a la que se arriba es que debe ser confirmada la disposición restrictiva
de la libertad cuestionada en el sub lite, ya que las razones a las que aludió el juzgador para
justificarla, a las que se suman la situación migratoria irregular, la carencia de
documentación de identidad argentina del joven y la detención sufrida por gran parte de los
integrantes de su núcleo familiar, caracterizan un escenario de ausencia de arraigo en cuyo
marco resulta razonable de momento dudar sobre las posibilidades por parte del instructor
de asegurar la comparecencia del implicado o lograr su sometimiento a las directivas
jurisdiccionales por otras vías alternativas a la escogida [...]"(183).
De igual manera, "[E]l imputado se encuentra con procesamiento firme en orden a los delitos
de robo con arma reiterado —dos hechos consumados y dos tentados—, todos en concurso
real entre sí, a su vez en concurso ideal con homicidio criminis causae en concurso ideal con
tentativa de homicidio criminis causae doblemente agravado por ser la víctima miembro de
las fuerzas de seguridad. Todos estos hechos concurren en forma material con portación de
arma de guerra [...] De conformidad con lo decidido por el magistrado de grado consideramos
que por el momento la externación solicitada no luce procedente [...]. En efecto, no puede
pasarse por alto la gravedad de los hechos investigados que en principio se le atribuyen —
entre otros tantos— a B. D. E. N. y la violencia y desprecio evidenciado sobre los bienes
jurídicos afectados —entre ellos vida y propiedad—, circunstancia que denota que
difícilmente el imputado, en el escaso tiempo en que lleva internado, pudo haber mutado o
cambiado en su conducta e internalizado aspectos de su propia realidad y compromiso en el
hecho que se le atribuye [...]. No debe perderse de vista tampoco que se han incorporado
escuchas telefónicas de las que se infiere que la posible banda que integraría N. conversa
sobre planes de fuga y rescate en el horario de visitas a los institutos, así como también en
los traslados que pudieran realizarse al juzgado de origen, extremos que convencen al
tribunal de que el tiempo que lleva internado el menor (poco más de 6 meses) no es un plazo
que torne irrazonable la medida coercitiva impuesta por el a quo, máxime cuando su libertad
126
no sólo podría afectar el avance de la causa, sino también la adecuada formación de aquél
mediante su protección integral en los términos del art. 3, inciso a) de la ley 22.278,ley
26.061 y Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Sin perjuicio de lo ya
anticipado, y teniendo en cuenta lo referido por la defensora oficial en la audiencia del día
de la fecha, resultaría conveniente para una etapa ulterior, contar con informes tanto del
Centro de Régimen Cerrado San Martín como de la Colonia Ricardo Gutiérrez —residencia
con régimen semicerrado— para poder tomar conocimiento de las articulaciones llevadas a
cabo entre las dos instituciones, a fin de evaluar la posibilidad de que esa transición de un
sistema a otro, no se vea frustrada por una intervención inadecuada, atento la necesidad de
N. de recibir apoyo para su futura reinserción. Además, consideramos necesario y pertinente
que el menor sea evaluado por el equipo interdisciplinario con el que cuenta el juzgado, más
aún cuando son los profesionales que asesoran al juez de la causa en el tema de la evaluación
de posibles licencias o futura externación, y por cuanto dicha opinión es la que sopesará en
un futuro el magistrado, sin perjuicio de la situación procesal por el hecho que se le atribuye
[...]"(184).

CAPÍTULO 9 - LOS CRITERIOS DE PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD


Como se desprende de los principios básicos del contemporáneo derecho penal juvenil, la
privación de libertad de un niño procede en principio sólo por motivos excepcionales y por el
mínimo tiempo posible.
Pero debe también tenerse en cuenta que el Comité de Derechos del Niño (1)sostuvo que
además de garantizar su comparecencia ante el Tribunal esta medida puede regir "[s]i el
menor constituye un peligro inmediato para sí mismo o para los demás [...]"(2).
En consecuencia la justicia nacional de menores redefinió los límites de la coerción personal
—alejada de la clave tutelar clásica y ajustada al principio de especialidad—, de manera
sencilla al inicio del camino, pero con una marcada dificultad posterior al miniminarse los
matices que alejan a estos resoluciones de las aplicables en el proceso penal de adultos.
Podrán así analizarse diferentes corrientes jurisprudenciales que, con diferentes esfuerzos o
disímiles apoyaturas normativas, resolvieron el punto planteado en el párrafo anterior.
Para una primera corriente jurisprudencial, al momento de decidir la aplicación de una
medida provisoria de restricción de la libertad ambulatoria de una persona menor de edad
acusada de cometer un delito, primaban los aspectos familiares, sociales y económicos de la
persona menor de edad acusada de la comisión de un delito a los efectos de dictar una
medida restrictiva de su libertad ambulatoria. Así, "[S]i bien no resultan aplicables las
disposiciones del artículo 315 del Código Procesal Penal respecto de los menores de edad,
127
una interpretación armónica de las normas aplicables —art. 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional y leyes 23.984, 22.278 y 10.903 del Congreso Nacional—,en el caso concreto
permiten interpretar que, sin obviar el aspecto tutelar de la privación de la libertad decretada,
la internación de N. J. V. en el Instituto de Seguridad Dr. Luis Agote, con origen en la
imputación de un delito, constituye una medida de coerción personal dispuesta en el marco
de un proceso penal y de las facultades tuitivas del Juez, destinada a cumplir las pautas
reeducativas de la ley 22.278. Consecuentemente, la observancia de lo establecido en el
artículo 37, inciso d) de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, ratificada
por ley 23.849, autoriza la procedencia del régimen excarcelatorio regulado en el Código
Procesal Penal de la Nación. Sentado lo expuesto, analizada la situación procesal del menor
J. V., la Sala entiende que no es posible hacer lugar a su egreso del Instituto de Seguridad
en que se encuentra alojado. En efecto, las características y gravedad de los hechos por los
que se encuentra investigado el menor, la proclividad a delinquir puesta de manifiesto, sus
condiciones personales y la ausencia de un domicilio estable, constituyen pauta objetiva con
entidad suficiente para presumir fundadamente, que de ser puesto en libertad, intentará
eludir la acción de la justicia [...]"(3).
Con un marcado énfasis en cuanto al sentido de la restricción de la libertad ambulatoria del
imputado menor de edad: "[L]os arts. 2, párrafo 2do. y 3, incs. a, b y c de la ley nro. 22.278
y del art. 14 de la ley nro. 10.903, que permiten la disposición judicial de los menores no
aparecen violatorios de los derechos a la igualdad, defensa de la vida privada, la libertad
personal, ausencia de discriminación, protección de la familia y de los derechos del niño
como plantea la defensa al requerir su declaración de inconstitucionalidad, si la intervención
del Estado, a través de su órgano judicial, dispuso la internación, en cumplimiento con las
normas procesales y garantía vigentes. La actuación del Estado (persecutoria, punitiva,
readaptadora) se justifica, tanto en el caso de los adultos como en el de los menores de cierta
edad, cuando aquéllos o éstos realizan hechos previstos como punibles en las leyes penales,
siempre y cuando, la conducta que motiva la intervención estatal sea penalmente típica. Si
de las pruebas colectadas surge que no es de ningún modo aconsejable que el menor pueda
ser externado del instituto donde se encuentra alojado, en virtud de que a poco de un mes
del cese de su anterior disposición ha vuelto a delinquir, sumado a los diversos hechos
delictivos en los que participó el menor y el antecedente por drogas que registra ante la
justicia federal, su internación ha sido bien dispuesta [...]"(4).
A dicho razonamiento se agregó el abordaje institucional favorable y la positiva evolución del
imputado en un dispositivo cerrado: [E]l alojamiento dispuesto claramente obedece a la
necesidad de efectuar un adecuado tratamiento del niño (art. 5, inc. 5º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y arts. 10, inc. b) y 14, inc. 4º del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos). Si los distintos informes y constancias demuestran la mejoría
que el joven experimentaba cuando se hallaba contenido y con actividades por realizar y
contrariamente, sus salidas invariablemente culminaban en un hecho delictivo, en su
retorno a un ámbito que ha sido calificado de nefasto para su bienestar e, incluso, en dos
oportunidades tuvo que ser hospitalizado por heridas de bala; máxime si carece de familia
—padre, madre y hermano fallecidos—, habita en un barrio más que peligroso, frecuenta
gente también peligrosa, parece poseer una adicción a los estupefacientes que no puede
superar, y su abuela —único familiar— no puede contenerlo [...] Por ello, si conforme también
lo considerara la defensora pública de menores, sólo un adecuado tratamiento del menor
que permita su protección, reintegración y resocialización, es aquello que respetará y se
adecuará a su interés superior, y no su sola externación sin ningún tipo de control, debe
homologarse el auto de primera instancia que no hizo lugar al pedido de la defensa de
externación del menor [...]"(5).
Además "[l]a medida cautelar de la prisión preventiva difiere en su naturaleza de la
internación de un menor como consecuencia de su disposición tutelar. La primera responde
a la necesidad de asegurar la comparecencia de todo imputado ante la eventual aplicación
de una pena que no sería de cumplimiento en suspenso o de la existencia de pautas
restrictivas establecidas en el art. 319 C.P.P.N., mientras que la segunda se aplica en
protección del menor, al advertirse que se encuentra en situación de abandono, falto de
asistencia, en peligro moral o material, o si presentase problemas graves de conducta [...](6).
También pudo relevarse en paralelo la valoración del relato familiar al resolver estas
cuestiones procesales: de tal modo, un TOral Men. había denegado el permiso de salida
128
solicitado por el imputado menor de edad, amparado en las manifestaciones de la madre del
niño en las cuales atribuía las transgresiones de su hijo a la vinculación "con ciertos pares
de riesgo [...]". Pero para la Cámara Nacional de Casación Penal al tomar intervención en el
asunto, "[E]l joven mantiene una actitud de buena disposición y cordialidad, mostrándose
respetuoso y comunicativo en el abordaje de diversas temáticas, en especial aquellas
tendientes a elaborar un proyecto superador de sus conflictos, sugiriéndose el egreso de E.
bajo la responsabilidad de su progenitora. En igual sentido, con fecha 11 de agosto del
corriente año, la delegada inspectora informó que habiendo dialogado con la psicóloga
tratante y la trabajadora social, éstas le hicieron saber que se trata de un joven cuya familia
ofrece posibilidades de contención y cuyo perfil no parecería ser transgresor, coincidiendo en
egresar al joven bajo responsabilidad de su progenitora, con el compromiso de continuar el
tratamiento terapéutico [...]"(7).
Para otra postura jurisprudencial la restricción cautelar de la libertad se debía dictar de
modo casi idéntico a lo verificada en la justicia penal de adultos.
En principio, "[E]l argumento según el cual las disposiciones referentes a la prisión
preventiva no se aplican a los menores de edad y que por lo tanto no rigen respecto de una
medida tutelar —por ejemplo, el internamiento— los límites impuestos a aquélla es
insostenible. Ello pues en tanto, como lo hemos afirmado precedentemente, dicha medida
supone la restricción de la libertad del imputado menor de edad, independientemente de los
motivos que la justifiquen [...] la pretendida exclusión de los principios anteriormente
enumerados al proceso seguido contra una persona menor de edad afecta sin lugar a dudas
los derechos y garantías consagrados por la CN y los tratados de derechos humanos
incorporados a aquélla; particularmente la CDN, que prescribe que los niños gozan de los
mismos derechos y garantías que los adultos, más aquellos específicos en atención a su
condición de personas en crecimiento [...]. Cualquier medida que se adopte durante el
proceso respecto de un joven imputado de la comisión de un hecho sancionado por el Código
Penal como delito —incluida la internación— sólo puede justificarse por motivos cautelares.
Particularmente, los de asegurar la presencia del imputado en el procedimiento penal;
[g]arantizar una investigación de los hechos en debida forma por los órganos de la
investigación penal; asegurar la ejecución penal [...]"(8).
En esta inteligencia, "[C]onsiderando el tiempo de internación sufrido por M. F. G. y que la
institucionalización de un adolescente debe operar como medida de último recurso y por el
tiempo más breve que proceda [...] y que si G. fuera mayor de edad no correspondería
prorrogar su detención se resolvió su egreso bajo la guarda de su progenitora, con el
compromiso de residir en su domicilio y presentarse cada vez que fuera citado a los estrados
del Tribunal [...]"(9).
También se expresó que: "[A]dentrándonos en el análisis de los peligros procesales
mencionados en el art. 280 del CPPN, se debe ponderar, en primer lugar, la entidad
probatoria colectada en autos, mediante la cual se dictó el procesamiento de A. por ser
considerado coautor penalmente responsable de los delitos de robo con arma de fuego, y
homicidio calificado por ser criminis causae, reiterado en dos oportunidades en grado de
tentativa, en concurso real decisión que se encuentra firme [...] si bien la defensa entiende
que la investigación se encuentra avanzada lo cierto es que se están practicando medidas de
prueba tendientes a identificar al resto de los sujetos que intervinieron en el asunto, a partir
de los datos aportados por las propias víctimas, y que, de acuerdo a los testimonios
recabados, existe riesgo cierto de que de obtener la libertad el imputado intente obstaculizar
la investigación, desde que las víctimas han denunciado haber sido coaccionadas con motivo
del trámite de estas actuaciones. Lo expuesto permite sostener que existen elementos
objetivos para presumir que de recuperar su libertad, el imputado intentará no sólo eludir
las investigaciones, sino también obstaculizarlas, art. 280 del CPPN [...](10).
Pueden notarse en la narrativa de este fallo varias referencias a las circunstancias que
justifican el dictado de la prisión preventiva para una persona adulta: "[E]l 18 de diciembre
de 2012 la Dra. M. L. d. F. solicitó el egreso de E. C. del Centro de Régimen Cerrado 'Manuel
Rocca', bajo la responsabilidad de su madre, la señora I. M. E. Ese mismo día se asentó
idéntica requisitoria efectuada por la progenitora del joven, donde se comprometió a velar
por la salud física y moral de su hijo y a que E. que se presente cada vez que sea citado.
Luego, el 20 de diciembre de 2012, la madre del causante volvió a presentarse ante el

129
Juzgado Nacional de Menores Nº 5, ocasión en la que pidió que se le otorgue permiso a su
hijo para pasar las fiestas junto a ella, comprometiéndose a retirarlo y reintegrarlo a su lugar
de alojamiento. Frente a ello, el señor juez de la causa se expidió con fecha 21 de diciembre
de 2012, ocasión en la que consideró que 'aún no se encuentran dadas las condiciones para
otorgarle licencia al menor E. C.' [...] la motivación del auto tiene en cuenta cuestiones que
exceden el tratamiento de un pedido de licencia, por caso, las particularidades del hecho
imputado, la violencia desplegada hacia las víctimas y la mendacidad con la que se habría
expedido C. en ocasión de brindar los datos necesarios para la realización de su informe de
situación por parte del Centro de Admisión y Derivación del Instituto Ursula Llona de
Inchausti [...]. Sentado lo expuesto, habremos de coincidir con el criterio del señor juez a
quo, por estimar que resulta prudente mantener por el momento la internación de E. C.,
motivo por el cual corresponde homologar el rechazo materia de recurso [...]"(11).
Transcurrido el momento equiparación a los criterios de libertad procesal vigentes para los
imputados adultos en una causa penal, otros fallos mostraron nuevos matices normativos.
En el sentido de intentar lograr una combinación de los criterios procesales y la posición
tutelar clásica, se resolvió al entender sobre el pedido de egreso de un imputado menor de
edad: "[E]l procedimiento penal que corresponde es el establecido en los artículos 410 a 414
del CPPN. En el marco de dicha normativa, el artículo 411, admite la detención de un menor
'...cuando hubiera motivos para presumir que no cumplirá la orden de citación...' [...].
Resulta relevante indicar que, con fecha 27 de noviembre de 2006, el Tribunal por
unanimidad declaró a M. E. E., autor penalmente responsable del delito de homicidio simple
[...] En el caso concreto, tal seguimiento de la evolución del menor se está efectuando a través
de su internación, y ante la posibilidad fundada de que se sustraiga de la sustanciación
completa del proceso, los sentenciantes, legalmente habilitados para ello conforme todo lo
precedentemente expuesto, se pronunciaron en favor de la continuidad de aquella medida
[...] Se infiere la necesidad de extremar en el caso las medidas para asegurar la continuidad
del proceso, y en este sentido, la internación oportunamente ordenada aparece como la
opción que otorga más y mejores posibilidades, tanto a los aludidos fines tuitivos, como para
posibilitar la actuación de la ley penal sustantiva [...]"(12).
También, "[C]onfirmado que el imputado J. A. C. G. en la actualidad cuenta con diecisiete
años de edad, extremo que, en virtud de la manda del artículo 315 del Código Procesal Penal,
torna inaplicable el régimen de prisión preventiva [...] De allí que esta Alzada deba revocar la
medida cautelar así ordenada y la resolución por la que se denegó la excarcelación
impetrada, en razón de que la situación de libertad del causante ha de dirimirse bajo las
reglas que traen ese cuerpo adjetivo a partir del artículo 410 y la ley 22.278, que regula el
régimen penal de la minoridad [...]"(13).
Pudieron apreciarse en esta amalgama varios dilemas a resolver en la jurisprudencia: "[S]e
encuentra también imputada en autos O. E. F., sobre la cual pesa una restricción sobre su
libertad y, sin perjuicio de que su defensa no ha articulado recurso alguno respecto de su
asistida, este Tribunal advierte que nos encontramos ante la presencia de una nulidad de
carácter absoluto cuya declaración procede incluso de oficio [...] La Señora juez de grado
dispuso continuar con la internación de la presunta menor haciendo jugar en un mismo
párrafo argumentos incompatibles que atañen a su situación de vulnerabilidad junto con
una mera mención al riesgo de que no responda a las consecuencias de la presente causa
[...]"(14).
Si se detiene aquí el análisis puede puntualizarse que algunas circunstancias que antes eran
consideradas como motivo para restringir la libertad por medio de una medida de encierro
tutelar (contención familiar, involucrarse de modo reiterado en situaciones de peligro para sí o
terceros, etc.) se utilizaron en una nueva narrativa para acreditar el riesgo procesal que
justifica el dictado de la medida cautelar.
En esta línea de interpretación se presentó también la particularidad de los criterios
adoptados al momento de cumplir los dieciocho años de edad por parte del imputado menor
de edad sometido a una medida de restricción de la libertad personal. Aquí los criterios
giraron sobre la posibilidad de dictar en esos casos su prisión preventiva en los términos de
los artículos 315 y 312 del CPPN. De este modo, "[L]a prohibición de aplicación que dicha
norma porta es sólo para aquellos individuos que resulten menores de 18 años, extremo que
no revestía A. al momento del dictado de dicha medida [la internación]. Por otro lado, como
130
señaló el juez de grado, la decisión cuestionada no impide que el caso continúe según el
régimen previsto por la ley 22.278 por ser A. menor de edad al momento del hecho, y más
beneficioso en función de las alternativas previstas por el art. 4 de esa norma. En definitiva,
una interpretación armónica de ambas leyes nos indica que lo determinante con relación a
la aplicación de la ley 22.278 resulta la edad de la persona imputada al momento de comisión
del hecho, mientras que en el supuesto del artículo 315 del CPPN, debe considerar la edad
del imputado al momento del dictado de su prisión preventiva [...] manteniendo el lugar de
alojamiento para menores a efectos de dar cumplimiento 'en cuanto fuere posible' (art. 8 de
la ley 22.278) con el tratamiento establecido por el inciso 3 del art. 4 de la misma ley, por
otro. [...] En síntesis, la única forma legalmente correcta de mantener en detención a un
menor que adquiere la mayoría de edad es a través de su prisión preventiva, pero
manteniendo como lugar de alojamiento el instituto de menores en el cual se encuentra
alojado, salvo auto fundado en contrario que así lo justifique para que pase a estar alojado
en una unidad del Servicio Penitenciario [...]"(15).
También es del caso apuntar que: "[El rechazo a la solicitud de egreso del menor S. M. M. C.]
se ha fundado no sólo en la grave imputación que se le dirige en esta causa según la cual los
integrantes de la familia compuesta por L. Y., L. S. C. y sus hijos de siete y cinco años de
edad sufrieron un violento episodio en horas de la noche, resultando aprehendido el causante
luego de una persecución policial; sino en la circunstancia sobreviniente de haber sido
solicitada su detención y convertida ulteriormente en prisión preventiva [...] la medida de
internación dispuesta con una finalidad tuitiva debe mantenerse, en el propio interés
superior del menor, sin perjuicio de cuanto pueda resultar de la próxima información que
brinden los profesionales que intervienen en el seguimiento del causante [...]" (16).
Para esta corriente jurisprudencial que postula la síntesis de diversos elementos, primero
debe primar la valoración de los resultados de los informes ambientales y de las entrevistas
personales del imputado menor de edad y de su familia(17); y en segundo lugar, la calificación
provisoria de los hechos atribuidos y la conducta procesal desplegada por el imputado ya sea
que resulte imputable(18)o inimputable(19).
Un aspecto particular de esta última posición jurisprudencial guarda relación con el
desarrollo y los resultados del abordaje interdisciplinario y articulado con el sistema
administrativo específico sobre el imputado menor de edad en combinación con el delito que
se le atribuía: "[La recurrente] reputó arbitraria la resolución por carecer de respaldo en las
evidencias colectadas, ni relación con las conclusiones de los profesionales del equipo técnico
de la Dirección Nacional para Adolescentes Infractores [y] criticó que se valoraron los hechos
en que habría estado involucrado para denegar el traslado peticionado, pues su situación de
vulnerabilidad no puede gravitar en su contra su riesgo de desinteresarse por los avances y
esfuerzos que viene realizando en relación al tratamiento que se le dispensa. Justificó su
reclamo en la necesidad de lograr la revinculación con su núcleo primario, y la posibilidad
de continuar con un abordaje integral de su problemática social y familiar, en pos de una
mayor madurez, capacidad de reflexión y proyección de futuro [...]. Así se verifica la
posibilidad excepcional de mantener restringida la movilidad de los niños/as, siempre que
los datos objetivos obrantes en el legajo aconsejen tal decisión, aspecto sobre el que esta Sala
ha tenido oportunidad de expedirse [...]. Este suceso por el que se dictó procesamiento —no
firme— ocurrió al día siguiente del que protagonizara junto a sus consortes de causa y por
el que está siendo investigado en el Juzgado de Garantías del Joven nº 2 de Lomas de Zamora
(I.P.P. nº 14749-12) por el delito de homicidio criminis causae, en concurso real con el de
robo agravado por el uso de un arma de fuego. En el marco de aquellas actuaciones el
Tribunal Provincial, el 27 de marzo próximo pasado, dispuso su prisión preventiva y solicitó
su traslado al Centro de Recepción Penal de esa jurisdicción, de régimen cerrado, de
otorgársele la libertad en la presente. Según se desprende del informe del Cuerpo Médico
Forense, tras su detención no se mostró afligido por la situación que atravesaba. En los
estudios agregados al legajo tutelar se hace referencia a que E. dijo contar con 17 años de
edad, carecer de documento, consumir marihuana en forma esporádica y haber interrumpido
la escolaridad en el noveno grado. Además se dejó constancia que su núcleo familiar se ciñe
a su padre y tres hermanos, ya que su madre habría hecho abandono del hogar a temprana
edad; y si bien tuvo algún contacto esporádico, refirió no estar interesado en retomarlo en
forma continua. Destacó que vivía en un barrio humilde de alta peligrosidad, que no realiza
actividades educativas o recreativas ni cuenta con trabajo, proviniendo los ingresos
131
familiares de los aportes de su progenitor y sus hermanos mayores. De acuerdo a lo señalado
por la Dirección Nacional para Adolescentes Infractores de la Ley Penal, 'el joven se encuentra
atravesando su etapa adolescente donde la transgresión se asocia a una manifestación de
dicha etapa y no a un modelo que tenga incorporado el joven. Al no contar con actividades
recreativas y educativas acordes a su edad, provoca en el joven asociarse con pares que lo
exponen a situaciones de riesgo. En este sentido, el joven no puede pensarse al interior de
un proyecto de vida alternativo'. Por ello recomiendan que 'sea derivado a una residencia
socio educativa de libertad restringida a fin de trabajar los objetivos propuestos'. Tales
extremos demuestran que E. por su edad está cursando una etapa compleja en su desarrollo
que impone especiales cuidados a fin de aventar factores de riesgo que podrían sumirlo en
una situación de vulnerabilidad. La interrupción de la escolaridad, el abandono del trabajo,
la ausencia de actividades recreativas y deportivas, la escasa contención familiar y la
incursión en el consumo, aunque esporádico, de marihuana, sumado a la presencia de
amistades que de acuerdo a los especialistas lo influenciarían a realizar actividades
transgresoras de la ley penal, imponen la necesidad de continuar con la medida dispuesta
que, a la luz de los derechos constitucionales y los intereses en conflicto, se muestra como
la alternativa más adecuada a la finalidad perseguida, cuanto menos en estos primeros
tiempos tan cercanos a los graves sucesos ilícitos en que al parecer, habría participado
[...]"(20).
En un desarrollo similar, "[E]l imputado se encuentra con procesamiento firme en orden a
los delitos de robo con arma reiterado —dos hechos consumados y dos tentados—, todos en
concurso real entre sí, a su vez en concurso ideal con homicidio criminis causae en concurso
ideal con tentativa de homicidio criminis causae doblemente agravado por ser la víctima
miembro de las fuerzas de seguridad. Todos estos hechos concurren en forma material con
portación de arma de guerra. A su vez se amplió el procesamiento por el delito de robo en
poblado y en banda, el cual también se encuentra firme [...]. De conformidad con lo decidido
por el magistrado de grado consideramos que por el momento la externación solicitada no
luce procedente. En efecto, no puede pasarse por alto la gravedad de los hechos investigados
que en principio se le atribuyen —entre otros tantos— a B. D. E. N. y la violencia y desprecio
evidenciado sobre los bienes jurídicos afectados —entre ellos vida y propiedad—,
circunstancia que denota que difícilmente el imputado, en el escaso tiempo en que lleva
internado, pudo haber mutado o cambiado en su conducta e internalizado aspectos de su
propia realidad y compromiso en el hecho que se le atribuye. Ello, más allá de las
conclusiones de la directora y coordinadora del Instituto San Martín, que en lo referente al
trabajo interdisciplinario poco da cuenta y sí se refiere a su comportamiento en clase. No
debe perderse de vista tampoco que se han incorporado escuchas telefónicas de las que se
infiere que la posible banda que integraría N. conversa sobre planes de fuga y rescate en el
horario de visitas a los institutos, así como también en los traslados que pudieran realizarse
al juzgado de origen extremos que convencen al tribunal de que el tiempo que lleva internado
el menor (poco más de 6 meses) no es un plazo que torne irrazonable la medida coercitiva
impuesta por el a quo, máxime cuando su libertad no sólo podría afectar el avance de la
causa, sino también la adecuada formación de aquél mediante su protección integral [...]
resultaría conveniente para una etapa ulterior, contar con informes tanto del Centro de
Régimen Cerrado San Martín como de la Colonia Ricardo Gutiérrez —residencia con régimen
semicerrado— para poder tomar conocimiento de las articulaciones llevadas a cabo entre las
dos instituciones, a fin de evaluar la posibilidad de que esa transición de un sistema a otro,
no se vea frustrada por una intervención inadecuada, atento la necesidad de N. de recibir
apoyo para su futura reinserción. Además, consideramos necesario y pertinente que el menor
sea evaluado por el equipo interdisciplinario con el que cuenta el juzgado, más aún cuando
son los profesionales que asesoran al juez de la causa en el tema de la evaluación de posibles
licencias o futura externación, y por cuanto dicha opinión es la que sopesará en un futuro
el magistrado, sin perjuicio de la situación procesal por el hecho que se le atribuye [...]"(21).
Diferentes fueron las consideraciones relevadas por la jurisprudencia cuando se trató de
determinar si una persona menor de edad podía ser sujeto activo del delito de evasión: "[L]a
naturaleza y esencia de las medidas de carácter tutelar que la ley autoriza a aplicar respecto
de un menor que se halla sometido a un proceso penal, aún cuando alguna de ellas pueda
ser desarrollada en una institución de régimen cerrado, es sustancialmente disímil de la
privación de la libertad con carácter netamente cautelar. Ello, tanto en sus fines y
fundamentos, como en lo atinente al tratamiento y asistencia que debe brindársele a un
132
menor. La equiparación sólo es admisible cuando lo que se pretende con ella es beneficiar a
los menores otorgándoles similares garantías que los adultos. Sin embargo, considerar a los
institutos mencionados —prisión preventiva e internación de un menor— idénticos o
asimilables en todos los casos, sólo por la circunstancia de que en ambas situaciones la
persona se encuentra restringida de su libertad, no implicaría sino una interpretación
analógica in malam parte, lo que se encuentra vedado a la luz de lo normado en el artículo
18 de la C.N. [...]"(22).
Podrán en definitiva analizarse en esta síntesis de la jurisprudencia relevada a los efectos de
esta obra los argumentos utilizados para decretar una medida provisional de la libertad de
una persona menor de edad acusada de la comisión de un delito en la justicia nacional y
federal:
— "[C]onfirmado que el imputado J. A. C. G. en la actualidad cuenta con diecisiete años
de edad, extremo que, en virtud de la manda del artículo 315 del Código Procesal Penal,
torna inaplicable el régimen de prisión preventiva [...] De allí que esta Alzada deba
revocar la medida cautelar así ordenada y la resolución por la que se denegó la
excarcelación impetrada, en razón de que la situación de libertad del causante ha de
dirimirse bajo las reglas que traen ese cuerpo adjetivo a partir del artículo 410 y la ley
22.278, que regula el régimen penal de la minoridad [...]"(23).
— "[E]l 8 de agosto del año pasado G. no se reintegró —al instituto en donde entonces
se encontraba alojado— luego de la licencia que le había sido concedida, justamente
bajo la guarda y cuidado de su progenitora y con el compromiso de residir en el domicilio
fijado, luego de lo cual, el 21 de septiembre de ese año se inició el cuarto proceso que
registra en orden al delito de robo en poblado y en banda [...] resulta que fue en base a
esas pautas que se concluyó el riesgo procesal aludido, en el citado marco de lo
dispuesto en los artículos 411, primer supuesto, del C.P.P.N. y 37, incisos b y c y 29 de
la Convención de los Derechos del niño, expresamente citados, que consideró el tribunal
que se encontraba justificada la denegatoria de la solicitud de egreso del joven G.
propiciada en el informe social aludido en la anterior ponencia, nuevamente bajo la
responsabilidad de su madre [...]"(24).
— "[L]a prohibición de aplicación que dicha norma porta [CPPN, art. 315] es sólo para
aquellos individuos que resulten menores de 18 años, extremo que no revestía A. al
momento del dictado de dicha medida [la internación]. Por otro lado, como señaló el juez
de grado, la decisión cuestionada no impide que el caso continúe según el régimen
previsto por la ley 22.278 por ser A. menor de edad al momento del hecho, y más
beneficioso en función de las alternativas previstas por el art. 4 de esa norma. En
definitiva, una interpretación armónica de ambas leyes nos indica que lo determinante
con relación a la aplicación de la ley 22.278 resulta la edad de la persona imputada al
momento de comisión del hecho, mientras que en el supuesto del artículo 315 del CPPN,
debe considerar la edad del imputado al momento del dictado de su prisión preventiva
[...] manteniendo el lugar de alojamiento para menores a efectos de dar cumplimiento
'en cuanto fuere posible' (art. 8 de la ley 22.278) con el tratamiento establecido por el
inciso 3 del art. 4 de la misma ley, por otro [...] En síntesis, la única forma legalmente
correcta de mantener en detención a un menor que adquiere la mayoría de edad es a
través de su prisión preventiva, pero manteniendo como lugar de alojamiento el instituto
de menores en el cual se encuentra alojado, salvo auto fundado en contrario que así lo
justifique para que pase a estar alojado en una unidad del Servicio Penitenciario [...]"(25).
— "[El rechazo a la solicitud de egreso del menor S. M. M. C. se ha fundado no sólo en
la grave imputación que se le dirige en esta causa según la cual los integrantes de la
familia compuesta por L. Y., L. S. C. y sus hijos de siete y cinco años de edad sufrieron
un violento episodio en horas de la noche, resultando aprehendido el causante luego de
una persecución policial; sino en la circunstancia sobreviniente de haber sido solicitada
su detención y convertida ulteriormente en prisión preventiva [...] la medida de
internación dispuesta con una finalidad tuitiva debe mantenerse, en el propio interés
superior del menor, sin perjuicio de cuanto pueda resultar de la próxima información
que brinden los profesionales que intervienen en el seguimiento del causante [...]"(26).
— "[S]e encuentra también imputada en autos O. E. F., sobre la cual pesa una
restricción sobre su libertad y, sin perjuicio de que su defensa no ha articulado recurso
133
alguno respecto de su asistida, este Tribunal advierte que nos encontramos ante la
presencia de una nulidad de carácter absoluto cuya declaración procede incluso de oficio
[...] La Señora juez de grado dispuso continuar con la internación de la presunta menor
haciendo jugar en un mismo párrafo argumentos incompatibles que atañen a su
situación de vulnerabilidad junto con una mera mención al riesgo de que no responda
a las consecuencias de la presente causa [...]"(27).

CAPÍTULO 10 - LA SUSPENSIÓN DEL JUICIO A PRUEBA

1. INTRODUCCIÓN

La ley 24.316 incorporó la suspensión del juicio a prueba al Cód. Penal, en sus arts. 76 bis,
76 ter y 76 quater(1).
Es un instituto procesal por medio del cual el niño imputado voluntariamente se somete,
durante un plazo determinado, a un período de prueba a cuyo término se declara extinguida
la acción penal a su respecto. Durante este lapso, el niño estará sujeto al cumplimiento
determinadas obligaciones o reglas de conducta; pero si éstas no son cumplidas el JMen. o
TOral Men. tiene la facultad de revocar la medida y reiniciar la persecución penal iniciada
en su contra.
Respecto de la procedencia de este instituto en el proceso penal juvenil y tras algunos debates
en los cuales sin expedirse sobre el fondo del asunto se rechazaron planteos de suspensión
del juicio a prueba(2), la justicia nacional de menores señaló que el régimen instituido por los
arts. 76 bis, 76 ter y concordantes del Cód. Penal no impedía su aplicación a las personas
menores de edad, toda vez que no existía norma alguna que excluyera a los niños del instituto
en cuestión. De larga data, "[A]l no estar expresamente prohibida la aplicación de este
instituto a los menores de dieciocho años [...] es que entendemos que la llamada 'probation'
puede ser aplicada [...] ¿Por qué no otorgar la posibilidad a un imputado menor de edad de
ser escuchado en sus propuestas de reparación de daños? [...] No se trata de un
arrepentimiento [sino] de un resarcimiento, lo que la ley y el estado en representación de la
sociedad pretenden del procesado. Se logra así una perfecta comunión entre los intereses
sociales y los derechos del encartado [...]"(3).

134
Recuérdese que los JMen. también tenían esta potestad en relación a los delitos
correccionales, facultad ampliada en la práctica forense también a los delitos de competencia
criminal al habilitarse la suspensión del juicio a prueba durante la etapa de la instrucción:
"[E]l instituto puede ser peticionado en la etapa de instrucción, una vez que los elementos
de convicción reunidos permitan tener, al menos con probabilidad, acreditada la existencia
del hecho y la posible responsabilidad penal que le cabe al sujeto en él [...]"(4); en igual sentido
ya se había expedido la misma Cámara: "[L]la condición de menor del imputado V. —tenía
diecisiete años al momento del hecho— impone recordar que la suspensión del juicio a
prueba que se ha peticionado podría importar una alternativa adecuada para la observancia,
en el caso, del principio de subsidiariedad de la pena de prisión que establece el art. 37. b)
de la Convención sobre los Derechos del Niño, esto último según los lineamientos que pueden
inferirse de lo decidido por el máximo tribunal en el fallo 'R. M., J. L.' (Fallos: 329:4770)
[...]"(5).
En sentido similar, "[N]o coincidimos con la defensa técnica de O. en cuanto a que resulta
más beneficioso para el menor someterse al proceso en los términos de la ley 22.278 porque
llegado el caso de incumplir la suspensión, no podría siendo mayor gozar nuevamente de ese
beneficio hasta transcurridos los plazos de 8 o 10 años según corresponda [...]. Si una
condena de responsabilidad en esta edad no puede ser informada como antecedente, menos
aún lo debe ser la aplicación de este instituto que no implica asunción de responsabilidad
alguna sino sólo reglas de conducta [...] no puede soslayarse que, tal como fuera dispuesto
por el juez a quo en el auto que se critica, del período puesto a prueba (un año), se consideran
cumplidos cinco meses, que fue el tiempo que duró el control que se le estaba brindando al
joven, de modo que restarían siete meses para que el plazo se cumpla. Si comparamos ese
período con el tiempo que estima la recurrente, para que continúe el proceso bajo las normas
del régimen de minoridad, hasta que O. cumpla la mayoría de edad (16 de septiembre de
2012), resulta cuantitativamente menor el tiempo que la suspensión del juicio a prueba
conlleva (hasta el 4 de junio de 2012), lo que se traduce en una de las formas más rápidas
de culminación del proceso [...]"(6).
Es importante señalar que en el fuero nacional de menores de la Capital Federal se han
ampliado aún más los casos en que el instituto de la suspensión del juicio a prueba puede
proceder en cuanto a la calificación provisoria de los hechos, mediante la aplicación del art.
4º de la ley 22.278 —esto es la reducción de la pena en la forma prevista para la tentativa
del delito— al momento de examinar la pena de reclusión o prisión aplicable en abstracto (7).

135
Este análisis también fue realizado y aplicado en los TOral Men.: "[E]l señor Fiscal General
sostiene que se encuentran dadas las condiciones para acceder al pedido [...] el exitoso
tratamiento tutelar del joven permite colegir que, de ser declarado penalmente responsable,
correspondería su absolución, conforme el art. 4º de la ley 22.278, y en esa línea, por
tratarse de un menor, con un régimen especial, corresponde en consecuencia suspender el
juicio a prueba, pese a que las calificaciones de los requerimientos de elevación a juicio
impedirían —objetivamente— acceder a la petición de las defensas, de ser mayor de edad
[...]"(8).
La revocación también opera si la persona menor de edad imputada cometiera otro delito
durante el período de prueba(9)o si hallándose en condiciones de hacerlo incumpliere
maliciosamente la obligación de reparar el daño causado en la medida ofrecida.
Debe destacarse una particularidad que ha sido relevada en algunas resoluciones judiciales
respecto al efecto que la concesión del instituto en estos términos puede tener respecto al
art. 76 ter del Cód. Penal en cuanto establece que la suspensión de juicio a prueba puede
ser concedida por segunda vez si el nuevo delito ha sido cometido después de haber
transcurrido ocho años desde la fecha de expiración del plazo por el cual se hubiera
suspendido el juicio en el proceso anterior.
En este sentido se sostuvo que al ser concedida la suspensión del juicio a prueba con los
alcances de la CDN, el instituto no debía ser tenido en cuenta a esos efectos: "[C]abe señalar
que si la ley 22.278, en su art. 5º párrafo segundo, y art. 50 del C.P., al referirse a la
reincidencia de las personas, excluyó las condenas por delitos cometidos por menores de
dieciocho años de aquéllas que se computan al analizar los requisitos para la declaración de
reincidencia, en atención a ello la suspensión del juicio a prueba no podría tener
consecuencias más revictimizantes como máximo ejercicio punitivo que las propias de la
condena [...]. Bajo tal prerrogativa, no debería ser contabilizada como 'primera' suspensión
aquella otorgada en el marco de un proceso seguido por un hecho cometido por un menor
de dieciocho años [...] en consonancia con la política criminal desarrollada por el estado en
relación a los menores, porque si bien nada dice el artículo relacionado con este caso concreto
(el de los menores) no es menos cierto que una interpretación literal en relación con esta
franja etaria devendría en un ritualismo absoluto, soslayando un régimen especial para una
población de excepción [...]"(10).
Es un derecho exclusivo del imputado solicitar la aplicación del instituto a su caso concreto.
Sin embargo nada impide que la solicitud y la oferta reparatoria inicial puedan ser
presentadas por su abogado defensor, con la firma en el mismo escrito del acusado menor
de edad.

En cuanto al contenido de la solicitud existen dos exigencias: la manifestación expresa de la


voluntad del imputado y el ofrecimiento de hacerse cargo de la reparación del daño en la
medida de lo posible(11).
La legislación nacional no exige la admisión de la veracidad de la imputación para solicitar
o disponer la suspensión del juicio a prueba (a diferencia del procedimiento de juicio
abreviado, que sí la requiere).

136
El Cód. Penal habilita la concesión del instituto "sin que ello implique confesión ni
reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente".

Como una derivación de su derecho a ser oído (CDN, art. 12) (12)la persona menor de edad
puede agregar a su solicitud cualquier otra cuestión referida a la admisibilidad de su pedido
o a la manera en que éste debe ser cumplido(13).
A modo de ejemplo: "[S]i existiera por nuestra parte un rechazo a la solicitud de la defensa,
admitida por la Sra. Fiscal, estaríamos ordenando indirectamente la prosecución de la acción
a este último, cuando en su oportunidad consideró viable lo contrario [...] el joven N. N. se
encuentra sometido al régimen previsto en la ley 22.278 y sus modificatorias, legislación que
en mi criterio resulta más beneficiosa, por cuanto contempla la posibilidad de absolver al
menor (previamente declarado responsable), en virtud del resultado del tratamiento tutelar
al que fue sometido [...] No obstante lo expuesto, en este caso en particular considero
adecuado hacer lugar a la petición [...] por cuanto entiendo que posee capacidad suficiente
para decidir en cuanto a lo que considere más conveniente a sus intereses, dando así por
terminado el estado de incertidumbre que pesa sobre él, que ante el cúmulo de tareas que
pesan sobre esta judicatura, esa circunstancias e mantendría por largo tiempo [...]"(14).
El acceso a la información obrante en la causa penal también abarca a las constancias del
expediente tutelar.

El Cód. Penal no establece un momento procesal determinado para presentar la solicitud.


Esta flexibilidad determina que el impacto de la aplicación del mecanismo dependa, en gran
medida, del criterio que los tribunales establezcan como práctica regular en los casos
concretos.
En la actualidad la solicitud podrá tener lugar incluso una vez que el JMen. haya decidido
elevar la causa a juicio, pudiéndose presentar la solicitud ante ese mismo órgano
jurisdiccional(15).
Respecto de la última ocasión procesal para presentar la solicitud de suspensión del juicio a
prueba coincide en términos generales la jurisprudencia que puede admitirse hasta
cualquier momento anterior al pronunciamiento de la sentencia del JMen. o TOral Men.
Así se ha resuelto que "[p]uede sostenerse que resulta admisible la suspensión del juicio a
prueba tras la formulación del requerimiento de elevación a juicio pues con tal acto procesal
ha quedado concluida la etapa investigativa, en tanto que un eventual incumplimiento de
las pautas de conducta establecidas en el marco del instituto de la 'probation', a resultas del
cual se decida la reanudación del juicio, no obstaría de modo alguno a su progreso, en la
137
medida en que la prueba inicial en punto a la existencia del hecho y a la responsabilidad del
imputado ya fue colectada en una etapa anterior [...]"(16).

2. ÁMBITO DE APLICACIÓN

A partir del fallo "Acosta"(17)de la CS la suspensión del juicio a prueba comprende dos grupos
de delitos.
El primero abarca los delitos cuya pena máxima prevista no supera los tres años de reclusión
o prisión(18).
El segundo grupo alcanza a los delitos no incluidos en el primero (máximo de pena superior
a los tres años de privación de libertad en expectativa), pero que aun así permiten el dictado
de una condena cuyo cumplimiento puede dejarse en suspenso (19), es decir que en el caso
concreto no exceda la pena de tres años(20).
Esta interpretación realizada por el Máximo Tribunal modificó la interpretación que efectuó
la CNCasación Penal en el fallo plenario "Kosuta"(21), al considerar que el instituto podía ser
solicitado únicamente por una persona acusada de un delito de acción pública reprimido
con pena de reclusión o prisión cuyo máximo —en abstracto— no excediera de tres años(22).
(Filmina 6)
Es importante recordar que ya con anterioridad al fallo "Acosta" de la CS los tres TOral Men.
de la Capital Federal (con diferentes argumentos) consideraban que la suspensión del juicio
a prueba era aplicable cuando la escala punitiva en el caso concreto a resolver no superaba
los tres años de privación de la libertad, apartándose de la doctrina del fallo "Kosuta" ya
citado.

3. LA IMPROCEDENCIA DEL INSTITUTO

138
La suspensión del juicio a prueba no procede cuando un funcionario público en el ejercicio
de sus funciones hubiese participado en el delito ni para los delitos reprimidos con pena de
inhabilitación.
Sin embargo, y respecto de esta última cuestión, a partir del fallo "Norverto" de la
CS(23)distintos tribunales también conceden la suspensión del juicio a prueba aunque el
delito en cuestión estuviera reprimido con pena de inhabilitación.
Así, "[E]l 23 de abril de 2008, esto es, en la misma fecha que se dictó el fallo 'Acosta', la Corte
Suprema de Justicia de la Nación se expidió en el caso 'Norverto, Jorge s/ art. 302 del C.P.'
en el cual, si bien se remitió a los argumentos esgrimidos en aquél precisó que el criterio
'amplio' citado incluyó también los supuestos en los que la inhabilitación se presenta como
pena conjunta o accesoria a la de prisión o reclusión. En el precedente 'Norverto', el delito
cuya comisión se le endilgaba al imputado tenía prevista una pena en abstracto de seis meses
a cuatro años (lo que superaba el tope del primer párrafo del art. 76 bis. del Código Penal) y
además una de inhabilitación especial de uno a cinco años. En esa ocasión la Corte Suprema
de Justicia de la Nación consideró que los fundamentos jurídicos vertidos en 'Acosta' eran
aplicables in totum. De ello se deriva que, implícitamente, se aceptó la procedencia de la
suspensión del juicio a prueba no sólo en los supuestos conminados por una escala penal
en abstracto superior a los tres años de prisión o reclusión, sino también a aquéllos en los
que la pena de inhabilitación está prevista en forma conjunta o accesoria. La sala I de la
Cámara Nacional de Casación Penal en las causas Nº10.647 "Matroberti, Paula y otros", rta.:
5/3/09 y Nº 10.672 "Reynoso, Raúl Osvaldo s/recurso de casación", rta.: 27/03/09,
modificó el criterio jurisprudencial que venía sosteniendo y, a la luz de los lineamientos
sentados en "Norverto" consideró que implícitamente se había derogado el óbice de la pena
de inhabilitación prevista en forma conjunta a la de prisión o reclusión para la concesión de
la suspensión del juicio a prueba [...]"(24).
Si el delito o alguno de los delitos que integran el concurso estuviera reprimido con pena de
multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será condición para la
procedencia del instituto que se pague el mínimo de la multa correspondiente, debiendo el
imputado abandonar en favor del Estado los bienes que presumiblemente resultarían
decomisados en caso de que recayera condena.

4. LAS REGLAS DE CONDUCTA

Una vez que se decide la aplicación formal de la suspensión del juicio, el JMen. o TOral Men.
debe tomar dos decisiones: una vinculada al establecimiento del plazo de prueba (para las
reglas de conducta) y otra relacionada con la eventual imposición de reglas de conducta (25).
El plazo de prueba no puede ser menor a un año ni mayor de tres, y debe ser proporcional a
la gravedad del hecho imputado.
Las reglas de conducta serán establecidas conforme a las previsiones del art. 27 bis del CP(26).

5. LA EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL

La acción penal quedará extinguida, conforme lo prevé el art. 76 ter del CP, si durante el
tiempo fijado por el JMen. o el tribunal interviniente el imputado no cometiera un delito —
con la salvedad ya señalada en cuanto a su condena—, reparase los daños en la medida
ofrecida y cumpliere con las reglas de conducta establecidas.
En caso contrario se llevará a cabo el juicio oral y reservado bajo el régimen de la ley 22.278 y
las normas procesales específicas aplicables. Es decir, del régimen general del Cód. Penal se
pasa a la legislación específica para las personas menores de edad.

139
6. LA APLICACIÓN DEL INSTITUTO A PROCESOS PENALES CON IMPUTADOS MENORES DE EDAD
Como ya se expusiera, el régimen instituido por los arts. 76 bis, 76 ter y concordantes del
Cód. Penal no impide su aplicación a niños imputados, toda vez que no existe norma alguna
que los excluya(27).
Por lo tanto, teniendo en cuenta los principios establecidos por la CDN, en particular el de
desjudicialización(28), se consideró al instituto de la suspensión del juicio a prueba como más
beneficioso que el régimen legal específico (ley 22.278).

En definitiva, no existe razón alguna para privar a una persona menor de dieciocho años de
edad al momento del hecho que diera origen al proceso de hacer uso de dicha opción, pues
de cumplir las pautas que comúnmente se imponen durante el tratamiento tutelar, se evitará
su sometimiento a juicio oral (con la estigmatización y consecuencias que ello implica).

Por primera vez el TOral Men. Nº 1 de la Capital Federal reconoció estos principios y concedió
la aplicación del instituto a una imputada menor de edad (29).
Incluso sentó una doctrina compartida luego por los otros Tribunales de Menores en cuanto
a su aplicación retroactiva, al considerar que el tiempo en que la misma estuvo sometida a
las pautas impuestas por el tratamiento tutelar agotaba las reglas de conducta previstas en
los arts. 76 ter y 27 bis del CP que podían habérsele impuesto (conocida en la práctica
forense como probation retroactiva)(30).

140
En tal sentido, "[N]o puedo dejar de desconocer, ni de valorar que el joven M. A. F. ha
cumplido con las pautas que le fueran señaladas desde el Tribunal, lo que surge
palmariamente con las constancias agregadas al legajo personal que corre por cuerda a estos
actuados, por lo que soy de la opinión que resulta innecesario fijar un plazo por el cual deba
suspenderse el proceso a prueba, considerando suplidas, por superabundantes las reglas
establecidas en el art. 27 bis del Código Penal, habida cuenta que estuvo bajo el control de
este Tribunal por un período, que ha excedido el plazo mínimo establecido en el art. 76 ter del
mismo cuerpo legal, para el cumplimiento de dichas reglas, habiendo cumplido con las
pautas exigidas. En consecuencia, propongo que se dé por extinguida la acción penal y se
dicte sobreseimiento respecto de M. A. F., en los términos del art. 336 inc. 1º del Código
Procesal Penal de la Nación [...]"(31).
La probation retroactiva sólo es aplicable a las personas menores de edad: "[L]legan los
presentes actuados a fin de resolver en cuanto a la viabilidad de la petición de suspensión
de juicio a prueba, formulada por la defensa de S., la que solicitada en la audiencia
respectiva, contó con favorable acogida por parte de la Sra. Representante del Ministerio
Público Fiscal quien expresó que su concesión era factible. Luego de haber tomado
conocimiento de las constancias de autos y escuchado a las partes, estimo que en el presente
caso, es posible acceder al pedido del imputado. En efecto, ante la posibilidad que la condena
que eventualmente se imponga al nombrado fuera de ejecución condicional, debido a la
carencia de antecedentes condenatorios y las características del caso, considero que puede
aceptarse el pedido realizado. En cuanto a la reparación patrimonial por los daños
ocasionados, estimo razonable el ofrecimiento de cien pesos ($ 100), en virtud de la situación
personal, posibilidad económica del imputado y características del hecho. Asimismo, no
puedo desconocer, ni dejar de valorar que el joven J. A. S., ha cumplido con las pautas que
le fueran señaladas desde el Tribunal, lo que surge palmariamente con las constancias
agregadas al legajo personal que corre por cuerda a estos actuados, por lo que soy de la
opinión que deben darse por suplidas las reglas establecidas en el art. 27 bis del Código
Penal, habida cuenta que estuvo bajo el control de este Tribunal por un periodo, que ha
alcanzado el plazo mínimo establecido por el art. 76 ter del mismo cuerpo legal, para el
cumplimiento de dichas reglas, habiendo cumplido con las pautas exigidas. En
consecuencia, propongo que depositada que sea la suma de dinero ofrecida en concepto de
reparación patrimonial, se dé por extinguida la acción penal y se dicte sobreseimiento
respecto de J. A. S., en los términos del art. 336 inc. 1º del Código Procesal Penal de la
Nación. En consecuencia deberá remitirse la presente causa a la oficina de sorteos de la
C.N.C.P. a fin que se desinsacule el Tribunal Oral en lo Criminal para que continúe el trámite
del presente proceso respecto del coimputado mayor de edad [...]"(32).

141
7. LA AUDIENCIA DE SUSPENSIÓN DE JUICIO A PRUEBA

Para determinar la concesión del beneficio, el JMen. o TOral Men. convocará a una audiencia,
con la presencia del imputado menor de edad, su abogado defensor, el Ministerio Público
Fiscal y el Defensor Público de Menores e Incapaces(33).
Es valioso señalar una nueva práctica de la justicia nacional de menores que, en pos de la
singularidad del sujeto sometido a enjuiciamiento penal, concede el beneficio aún durante
la etapa de instrucción de la causa (es decir ante el JMen.).
De este modo, "[a] la luz del mandato de la Convención Internacional de Derechos del Niño y
la interpretación realizada por la Corte Suprema de Justicia en el precedente 'Maldonado',
corresponde adoptar respecto de ellos, siempre que sea posible, medidas alternativas a la
aplicación de la pena privativa de libertad, para promover el mejor desenvolviendo del menor
y evitar la reiteración de las conductas que lo vincularon al sistema penal [...]" (34).
De esta audiencia de suspensión del juicio a prueba se notificará a la víctima, quien podrá
asistir a ella y manifestarse sobre el ofrecimiento de reparación del imputado.

Reunido el JMen. o TOral Men. con la asistencia del secretario actuante, abrirá la audiencia
el defensor del imputado que hubiera propuesto la suspensión del juicio a prueba.
Seguidamente alegará sobre el punto el fiscal, quien dará su opinión sobre el pedido (su
oposición sí impide, en principio, que el JMen. o el TOral Men. conceda el beneficio)(35).
Luego, hará uso de la palabra el Defensor Público de Menores e Incapaces.
Para finalizar se escuchará al imputado menor de edad.
El JMen. o TOral Men. deliberará y dará a conocer su sentencia, la que de acoger
favorablemente el pedido de suspensión del juicio a prueba será observado en su
cumplimiento por un juzgado nacional de ejecución penal (aunque también se relevaron
posturas minoritarias en la jurisprudencia para la que esta actividad de contralor debe estar
también en cabeza de los JMen. o TOral Men.).
Con relación a la singularidad de este procedimiento con imputados menores de edad, se
sostuvo que: "[L]a Convención de los Derechos del Niño, consagra especialmente la
alternativa, siempre que sea apropiado y deseable, de adoptar medidas sin recurrir a
procedimientos judiciales (art. 40 apartado 3 "b") siendo así la herramienta de la suspensión
del proceso a prueba, una alternativa válida para cumplir dicha directriz, solicitada por los
propios interesados cuya opinión cobra significativo valor (Convención, art. 12) quienes
debidamente informados de los alcances de la medida que solicitan, consideraron
conveniente su aplicación para evitar afrontar un juicio oral, lo que resulta atendible [...] el
beneficio de la suspensión del proceso a prueba es un beneficio adicional que se debe otorgar
a un menor de edad sometido a proceso penal, quien por ello, no pierde los restantes
beneficios que específicamente le otorga por su condición la ley 22.278, especialmente el
consagrado por el art. 4º pues dicha norma especial, no puede entenderse derogada por la
disposición general que se analiza prevista por el art. 76 bis del Código Penal [...]"(36).
Y también en los TOral Men. al reconocer la posibilidad de la pena reducida en los términos
del artículo 4º de la ley 22.278 para la procedencia del instituto en cuestión: "[E]l señor
Fiscal General sostiene que se encuentran dadas las condiciones para acceder al pedido [...]
el exitoso tratamiento tutelar del joven permite colegir que, de ser declarado penalmente
responsable, correspondería su absolución, conforme el art. 4º de la ley 22.278, y en esa
línea, por tratarse de un menor, con un régimen especial, corresponde en consecuencia
suspender el juicio a prueba, pese a que las calificaciones de los requerimientos de elevación
a juicio impedirían —objetivamente— acceder a la petición de las defensas, de ser mayor de
edad [...]"(37).
142
Sobre la impugnación de la suspensión del juicio a prueba por parte del querellante se ha
resuelto que: "[L]a parte querellante carece de legitimación para recurrir el auto que concede
la suspensión del procedimiento a prueba, en atención a su concreta regulación legal, sentido
y finalidad [...]. El Código Penal contempla el instituto en cuestión como una solución
alternativa al ejercicio de la pretensión punitiva estatal, es decir, una respuesta no punitiva
instrumentada a través del sistema penal. En su regulación, no se le reconoce a la parte
querellante facultades para oponerse a la concesión del beneficio, puesto que la decisión
sobre la solución que procede adoptar ante un delito de acción pública, esto es, resolverlo
por la vía del ejercicio de la pretensión punitiva estatal o por la vía formal alternativa no
punitiva que la suspensión del juicio a prueba comporta, es competencia exclusiva del
Estado, a menos que, claro está, se trate de delitos de lesa humanidad, conforme los
principios consagrados por el derecho internacional [...]"(38).

Nótese la importancia dada a las pautas del tratamiento tutelar y el sometimiento al control
judicial, que incluso tornó procedente la suspensión del juicio por sobre la alternativa de la
remisión del caso (una derivación del principio de oportunidad procesal penal) en la
jurisprudencia local de la Ciudad de Buenos Aires: "[C]onsideramos oportuno recordar que
el instituto de la remisión se encuentra receptado en el art. 11 de las Reglas Mínimas de
Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores, siendo fundamental a los
efectos de establecer el alcance y la utilidad que se pretende imprimir el comentario [...] ante
la comisión de un hecho ilícito por parte de un menor de edad punible, siempre que el evento
no fuera grave y cuando se cuente con la debida contención familiar, educativa o social, la
remisión será el instituto más adecuado, pues implica la extracción del caso del sistema
penal y la resolución del conflicto desde un canal social, que siempre resultará más favorable
para el menor [...]. El Sr. juez ha entendido que el conflicto traído a estudio es lo
suficientemente grave como para excluirlo definitivamente del proceso penal [pintadas de
propaganda discriminatoria que contenían el dibujo de la cruz esvástica y en un caso esta
última más la cruz celta, mediante la utilización de esmalte en aerosol], sin embargo ha
dejado en evidencia, al igual que el representante del Ministerio Público Fiscal, que ello no
es óbice para la aplicación de otros institutos previstos en la ley 2451, como la mediación y
la suspensión del proceso a prueba. A diferencia con la remisión, estos dos institutos,
mantienen la tutela judicial hasta tanto se cumpla con el acuerdo arribado, que será siempre
de corte reeducativo y resociabilizador y no le generarán antecedente alguno [...]" (39).

143
CAPÍTULO 11 - EL JUICIO ABREVIADO

1. EL JUICIO ABREVIADO Y LOS IMPUTADOS MENORES DE EDAD

El juicio abreviado fue incorporado por la ley 24.825 con una clara finalidad práctica: evitar
que todas las causas llegaran a audiencia de debate y descomprimir así a los tribunales de
juicio(1).
El juicio abreviado se encuentra regulado en el art. 431 bis del CPPN(2).

Las principales críticas de la doctrina se enfocaron en la ausencia de publicidad de la


negociación entre la acusación y el imputado y su defensa; la aceptación de responsabilidad
penal y pena por parte del acusado frente a casos sin pruebas contundentes de cargo; la
ausencia de información por parte de los imputados, muchos de ellos privados de su libertad,
que por esa situación buscaban en esta salida anticipada cierta certidumbre a su proceso
penal; y la vulneración de la garantía constitucional que consagra la prohibición de "declarar
contra uno mismo" al aceptar el hecho investigado, entre otras.
Uno de los mayores cuestionamientos específicos del proceso penal juvenil guarda relación
con el carácter educativo del mismo(3), incompatible con la asunción de responsabilidad
penal en un trámite que en la realidad forense de los tribunales se ha transformado en
casi administrativo(4).
En esta inteligencia la propia especialidad del enjuiciamiento juvenil anularía la posibilidad
de celebrar un juicio abreviado, ya que no sólo es simbólica la pena cuando de imputados
menores de edad se trata sino el transcurrir del proceso mismo(5).
Respecto a la aplicación de este instituto en el procedimiento seguido a personas menores
de edad en conflicto con la ley penal el art. 410 del CPPN —ubicado en el capítulo llamado
"Juicio de Menores"— establece la regla general que preside este juicio: en las causas

144
seguidas contra personas menores de 18 años se procederá conforme las disposiciones
comunes del CPPN, salvo las especiales que establece ese capítulo.
Es decir que se puede celebrar en la práctica forense un pacto de responsabilidad antes que
el acusado de cometer un delito cumpla 18 años de edad, pero no podrá resolverse sobre la
imposición de pena.
En este sentido y a nivel local, "[E]s claro que tanto en el momento de celebrarse el acuerdo
de juicio abreviado, como al dictarse la sentencia condenatoria, la acusada no había
cumplido los 18 años de edad, ni realizado ningún tratamiento tutelar, no estaban dadas las
condiciones necesarias para el dictado de una sentencia condenatoria. El régimen de
menores en razón del esquema establecido en la ley 22.278, desdobla el momento decisivo,
pues en caso de encontrarse al joven responsable debe así declararse, fijando los extremos
referidos a la materialidad ilícita del acto, la autoría, someterlo a un tratamiento tutelar no
inferior a un año, y cuando el joven haya cumplido 18 años de edad, recién puede evaluar el
juez, teniendo en cuenta las modalidades del hecho, sus antecedentes y la impresión
recogida, si considera necesario la imposición de una pena, pudiendo reducirla en la forma
para la tentativa, o absolverlo de concluir lo contrario. Determinar la necesidad de pena y en
su caso el monto de la misma, exige como condición indispensable que se hayan cumplido
los requisitos que exige el art. 4º de la ley 22.278, lo contrario impide pena [...]"(6).
Un punto basal consiste en autorizar si la persona menor de edad puede disponer a su
voluntad de las garantías procesales, y en tal caso si lo puede hacer con el mismo alcance
que un adulto en un proceso penal al renunciar a la audiencia de juicio oral y reservada(7).

Más allá de lo indicado también se expidió la jurisprudencia en sentido negativo respecto de


la aplicación del instituto, con base en la imposibilidad del imputado menor de edad de
acordar con la acusación su responsabilidad y eventual pena: "[A]un cuando la anulación
por retrotraer las actuaciones a un estadio anterior no es beneficiosa, encuentro imposible
la validación del juicio realizado al menor M.G.B., por el TOC Nº 16, por haberse dictado
sentencia sirviéndose del procedimiento contenido en el artículo 431 bis del CPPN, en un
juicio abreviado. Entiendo que no se puede tener por válida la expresión de voluntad emitida
por quien en ese momento contaba con diecisiete años de edad, y era asistido por un defensor
que no tenía conocimiento de ello, omitiéndose dar intervención al Ministerio Público Pupilar.
Además, este procedimiento no se encuentra previsto en nuestro ordenamiento para los
menores, es decir, para quienes no tienen capacidad de hecho (arts. 126, 127, sgtes. y cctes.
del CC), justamente porque se encuentra en juego el propio reconocimiento del hecho
delictivo, la aceptación de la pretensión fiscal, y la expresión de voluntad de someterse a este
tipo de procedimiento simplificado en el trámite [...]"(8).
Sin embargo este instituto procesal es utilizado en forma mayoritaria por los operadores
judiciales de la justicia nacional de menores con sede en la Capital Federal, más allá de las
objeciones conceptuales que pueden realizarse al respecto.
Vale señalar que la declaración de responsabilidad a la que se arriba por este procedimiento
simplificado estará sometida también —de igual modo que la declaración de responsabilidad
a la que se arriba luego de una audiencia de debate oral y reservada— a las previsiones
del art. 4º de la ley 22.278, en cuanto a la necesidad de imposición de una pena a la persona
menor de edad.

145
2. SU RECEPCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA
En cuanto a la imposición de pena y la audiencia de estilo, se ha resuelto que: "[E]n los
procesos seguidos contra menores, resultan aplicables las disposiciones comunes del código
adjetivo nacional en el ejercicio de la jurisdicción ordenada por el art. 2ºley 22.278. Como en
el caso se aplicó el procedimiento de juicio abreviado previsto en el art. 431 bis CPPN, éste
debió conjugarse con los principios y caracteres sustanciales del proceso de menores. Si bien
el juicio plenario para los menores concluye en primer término con un pronunciamiento
relativo a la responsabilidad del menor —si fuere el caso— dando lugar tan sólo a medidas
protectoras, dicha sentencia debe integrarse con otra que será de condena o absolución; en
un franco desdoblamiento, así, del veredicto que presupone, empero, el cumplimiento de
requisitos insoslayables: los expuestos en el art. 4ºley 22.278 por un lado, y los
procedimentales por el otro, con su carga de contenido crítico proporcionada por la actividad
controversial de las partes, y de la que esta etapa definitoria del proceso no debe verse
privada. Aún cuando el imputado haya alcanzado la mayoría de edad al momento de ser
juzgado. Con ese fundamento, y con la finalidad de asegurar el derecho de la defensa en
juicio, debió haberse realizado en el caso una audiencia en la que el sujeto pasivo de esta
causa, así como su Representación Letrada y el Ministerio Público Fiscal, discurran sobre
su factibilidad en una audiencia de debate [...]. Debate autónomo en el que las partes y el
propio juez pueden incorporar nuevos y abundantes elementos a partir de la declaración de
responsabilidad delictual del encausado, focalizando el análisis en la cuestión sancionatoria
[...]"(9).
Sin embargo, la posición contraria a la aplicación de este instituto procesal aportó otros
argumentos, reseñados a continuación.
En primer lugar se sostuvo que: "[E]n esa audiencia, todos los que acordaron proceder por
la vía abreviada debatieron, sin embargo, sobre la posibilidad de imponer inmediatamente
pena, o en su defecto de diferir el pronunciamiento sobre la pena en los términos del art.
4º de la ley 22.278. También observo que allí se ha discutido sobre la medida de la pena, y
sobre la posibilidad de absolver al imputado o imponerle una pena reducida según la escala
de la tentativa. En otros términos el imputado ha renunciado a la realización del debate, y
los representantes del ministerio público y del ministerio de la defensa han renunciado sólo
al debate sobre los hechos, su significación jurídica y sobre la responsabilidad del imputado,
pero no al debate sobre la pena, y han debatido, sin realizar la audiencia de debate que
regula la ley [...]"(10).
En similar sentido, "[E]l acuerdo que las partes presentan ante el tribunal, en el marco de
un juicio abreviado, debe abarcar la pena individualizada, pues ella es precisamente la
verdadera respuesta penal que el condenado habrá de afrontar. En caso contrario, de admitir
la posibilidad de que se imponga una sanción respecto de la cual no prestó su
consentimiento, se vería desvirtuado el sentido mismo del instituto en cuestión [...]"(11).
Sobre la imposición de pena como facultad jurisdiccional en el procedimiento del juicio
abreviado se resolvió que: "[L]a imposición de la pena en el marco del procedimiento previsto
por el art. 431 bis del código ritual está limitada en su naturaleza y monto por el acuerdo; y
aun cuando los jueces pudieran estimar conveniente otra solución, más beneficiosa para el
inculpado, tal situación se desenvolvería en un ámbito de exclusiva discrecionalidad que es
impropio de la casación [...]. Debe rechazarse el recurso de casación de la defensa que aduce
la falta de fundamentación de la pena impuesta a su asistido —menor de edad— en el juicio
146
abreviado (art. 431 bis CPPN) toda vez que el tribunal no aplicó la reducción de pena del art.
4º de la ley 22.278, porque esta reducción punitiva es un beneficio especial que es ajeno a
la graduación de la sanción. Mientras el tipo de pena y la escala de la norma penal hayan
sido respetados en este tipo de procedimientos, teniendo en cuenta las previsiones del art.
431 bisdel Código Procesal Penal de la Nación, la determinación de su monto es incensurable
y todo lo relativo a su medida, depende de una serie de elementos y apreciaciones fácticas,
cuya evaluación sólo compete al 'a-quo' [...]"(12).
Al declarar mal concedido un recurso de casación contra una sentencia fruto de un juicio
abreviado se sostuvo que: "[E]l recurso de casación contra el llamado juicio abreviado es
viable cuando la condena ha sido dictada en discordancia con lo que se había convenido por
las partes en el marco de ese procedimiento, tal como lo establece el inc. 5º del art.
431 bis (Sala IV, causa Nro. 4855, 'E., A. F. s/recurso de casación', Reg. Nro. 6336, rta. el
14/2/05). También es viable cuando el tribunal declara la reincidencia del condenado al ser
ésta una pretensión del fiscal que no estuvo incluida en el acuerdo de juicio abreviado ni
tampoco se ordenó traslado a la defensa posteriormente para que se expidiera al respecto
(Sala IV, causa Nro. 4425, 'R., R. y otros', Reg. Nro. 6563, rta. el 5/4/05). O bien cuando la
sentencia basada en un acuerdo de juicio abreviado fue emitida desconociendo imperativos
procesales sancionados con nulidad que estaban vinculados a las garantías constitucionales
del debido proceso y la defensa en juicio. Así, se dijo que el juicio abreviado también debía
respetar el desdoblamiento del juicio establecido en el régimen de los menores, de modo que
se estableciera por un lado la responsabilidad penal en un hecho, y luego la sanción a
imponer (Sala IV, causa Nro. 4559, 'V., J. O. s/recurso de casación', Reg. Nro. 6032, rta. el
14/9/04). Sin embargo, ninguna de estas situaciones está presente en este caso, en donde
el tribunal a quo no hizo más que otorgar lo mismo que fue peticionado por las partes como
consecuencia de su acuerdo. Dichos convenios fueron realizados por el imputado con total
libertad y pleno conocimiento, tal como se desprende de la asistencia letrada recibida
durante el proceso y su posterior ratificación ante el tribunal de juicio [...]. En consecuencia,
no se presenta la disconformidad entre lo peticionado por la parte y el contenido de la
resolución, motivo por el cual no hay perjuicio legítimo que reparar [...]"(13).
Al haber permanecido rebelde el imputado, sin estar sometido a tratamiento tutelar se
decidió que: "[S]i tomamos en consideración que el imputado nunca pudo ser sometido a
tratamiento tutelar en virtud de su rebeldía, y que además, una vez habido se dispuso de
pleno derecho el cese de la disposición tutelar en virtud de haber llegado a la mayoría de
edad, el tribunal debía, como efectivamente lo hizo, proceder de conformidad con lo
establecido por el artículo 8º del Régimen Penal de Menores —ley 22.278—, es decir, ampliar
el informe socio-ambiental, sin coartar el derecho de defensa del menor al privar a su
defensor de alegar sobre dicho aspecto, ya que las partes contaban al celebrar el acuerdo del
juicio abreviado, con el informe supletorio del tratamiento tutelar conforme lo dispuesto por
la norma mencionada"(14).
Otro aspecto interesante a considerar, a partir de la participación del Ministerio Público
Fiscal, es si de este instituto procesal se desprende un sistema procesal aplicable a las
personas menores de edad: "[P]or sentencia firme del 17 de diciembre de 2012 en las
presentes actuaciones, se declaró a MON, autor penalmente responsable del delito de
lesiones graves (arts. 45 y 90 del Código Penal y art. 4º de la ley 22.278), habiendo solicitado
el Sr. Fiscal General, en la oportunidad prevista en el art. 393 del Código Procesal Penal de
la Nación, la imposición al nombrado de la pena de dos años de prisión y costas. Asimismo,
se supeditó la aplicación de la aludida sanción penal, al comportamiento del imputado, en
los términos del art. 4º de la ley 22.278 [...] las partes presentaron al Tribunal un acuerdo
en el que solicitaron, en atención a las constancias obrantes en el expediente tutelar del
encausado, la absolución de pena en los términos del art. 4º de la ley de menores. Puestos a
resolver, se advierte que la presente causa se encuentra en condiciones de recibir
pronunciamiento definitivo, pues se han cumplido los requisitos establecidos por el artículo
4º de la ley 22.278, para resolver la situación del joven, ya que ha cumplido los dieciocho
años de edad, ha sido tutelado por más de un año y fue declarado penalmente responsable
del delito enunciado precedentemente [...]. En el caso del proceso penal de menores, desde
nuestro punto de vista, debe adoptarse el mismo temperamento. Por imperio del art. 120 de
la Constitución Nacional es el Fiscal el que lleva adelante la cuestión penal y el primer
encargado de decidir si existe una cuestión propuesta para abrir la jurisdicción. El art.

147
40.2.b.iii de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que, ante una imputación
se garantizará al niño que la causa será dirimida sin demora por una autoridad u órgano
judicial competente, independiente e imparcial en una audiencia equitativa conforme a la
ley, en presencia de un asesor jurídico u otro tipo de asesor adecuado y, a menos que se
considerare que ello fuere contrario al interés superior del niño teniendo en cuenta en
particular su edad o situación y a sus padres o representantes legales. Paralelamente, los
párrafos 68 y 69 de la Observación General Nro. 10 del Comité del Niño, de abril de 2007,
rezan: 68. La decisión de iniciar un procedimiento penal contra un menor no implica
necesariamente que el proceso deba concluir con el pronunciamiento de una sentencia
formal. [...] 69. En este proceso de oferta por el fiscal de alternativas al pronunciamiento de
una sentencia por el tribunal, deberán respetarse escrupulosamente los derechos humanos
y las garantías procesales que asisten al menor. [...] De acuerdo a lo expuesto, en el marco
de un proceso eminentemente acusatorio, como debe ser el procesal de menores de acuerdo
al diseño previsto en la Convención aludida y a lo previsto en el art. 120 de la Carta Magna,
la postulación absolutoria del Sr. Fiscal General, en la oportunidad de aplicación del art.
4º de la ley 22.278, en la medida que no sea arbitraria y se corresponda con el principio de
legalidad, impide un pronunciamiento condenatorio del Tribunal, conforme 'mutatis
mutandi' a la doctrina de la Corte Suprema citada más arriba, dado que la jurisdicción
únicamente se habilita cuando existe una pretensión hecha valer y resistida por la
contraparte, requiriéndose de un tercero imparcial que dirima la contienda. [...] De esta
forma, por aplicación del artículo 4º de la ley 22.278, considerando el marco constitucional
consignado precedentemente y ponderando que el encartado NO no registra antecedentes
penales condenatorios ni causas en trámite, es lo que permite en el caso arribar a la
absolución que prevé el artículo 4º de la ley 22.278. [...]"(15)
Además vale apuntar como otro aspecto singular la necesidad de un mayor celo en las
audiencias de visu y la transmisión desde los operadores de la justicia juvenil de la idea de
transgresión de una norma penal: "[F]ijado el hecho en el documento acusatorio, en fecha 9
de septiembre de 2013, las partes celebraron la negociación para juicio abreviado, que prevé
el art. 431 bis del C.P.P.N. Según el documento suscripto en el despacho del Fiscal General,
donde concurrió el imputado J. S., asistido por el abogado defensor Dr. R. D. G., S. reconoció
los hechos endilgados que fueron subsumidos en el delito de transporte de estupefacientes.
[En esa ocasión] el imputado expresó su deseo de acogerse al beneficio del art. 431 bis del
C.P.P.N., con el objeto de no soportar el trance traumático del juicio, a cuyos fines reconoció
su responsabilidad en el suceso que se señaló, aceptando la calificación [...] las constancias
de la causa acreditan que desde que ocurrió el hecho el imputado adoptó constantemente
una actitud de franca cooperación para tratar de reinsertarse a la sociedad tal como informa
la licenciada R. Surge además que J. ha tomado conciencia de los riesgos de su accionar;
abandonó su barrio y algunos amigos para vivir en casa de su abuela materna; ya que
mencionó que a los 16 años recién había empezado a probar la marihuana, pero su madre
lo ayudó, le dio contención y tratamiento psicológico. Cabe referir además que ha ingresado
al mercado laboral pues ha comenzado a trabajar en la Municipalidad de su domicilio, lo que
indica su bienestar actual. Definitivamente esta situación hace aplicable el beneficio
absolutorio plasmado en el art. 4º de la ley 22.278 [...]"(16).
Una cuestión también tratada por la jurisprudencia se refirió a los alcances del juicio
abreviado en los cuales la acusación solicitaba la absolución en los términos del art. 4º de
la ley 22.278: "[E]n oportunidad de requerir la elevación a juicio de estas actuaciones el Sr.
Agente Fiscal imputó a S. M. G. la conducta constitutiva del delito de comercialización de
sustancias estupefacientes agravada por servirse de menores, prevista y reprimida por el art.
5º inciso 'c' y art. 11, inciso 'a' de la ley 23.737 y a O. L. V. C. el delito de comercialización
de sustancias estupefacientes, previsto y reprimido por el art. 5º inciso 'c' de la ley
23.737 [...]. Radicada que fuera la presente causa ante este Tribunal Oral, fue presentado
por las partes un acuerdo de juicio abreviado en el cual, y según surge del acta glosada, el
Sr. Fiscal de Cámara discrepó con su antecesor en relación a las calificaciones legales
escogidas [...]. Analizó el cumplimiento de los requisitos del art. 4º de la ley 22.278, ya que
O. L. V. C. tenía 16 años de edad al momento del hecho; conforme surge de la copia de la
partida de nacimiento de aquélla, la nombrada nació el 23 de marzo de 1996. Respecto de lo
requerido por el inciso tercero del artículo mencionado, valoró el informe socio-ambiental de
fecha 2 de agosto de 2012 que da cuenta de que su núcleo familiar le brinda contención
afectiva y material, como así también que V. C. se encontraba cursando segundo año del
148
secundario. Destacó el informe de situación realizado por el Centro de Admisión y Derivación
—Úrsula Llona de Ichausti— el cual indica que la joven no presenta indicadores de
vulnerabilidad penal para ser trabajado por ningún dispositivo de la Dirección Nacional para
Adolescentes Infractores de la Ley Penal. Recalcó que obra un informe socio-ambiental —de
fecha 25 de marzo del corriente año— que da cuenta de una evolución favorable de la menor,
ya que '...ha promovido el año, habiendo aprobado todas las materias...' del colegio
secundario, cursando en este momento, el tercer año en el turno tarde. De dicha pieza
procesal también surge que sus pares y docentes tienen un buen concepto de ella,
calificándola como una persona respetuosa, inteligente y muy sociable. Remarcó que O. L.
V. C., no registra antecedentes condenatorios anteriores ni posteriores a las presentes
actuaciones. Por todo ello, entendió que V. C., debe responder como autora penalmente
responsable del delito de tenencia simple de estupefacientes en calidad de autora, de
conformidad con lo previsto por el art. 14 primera parte de la ley 23.737. En atención a la
condición de menor de edad de la última imputada mencionado en el párrafo que antecede,
que revistió la nombrada, al momento en que ocurrieron los hechos, estimó innecesaria la
aplicación de una pena, por ello requirió la absolución de V. C., de conformidad con lo
dispuesto por el art. 4º de la ley 22.278, sin costas [...]. Por último, indicó que si bien los
pedidos absolutorios formulados, exceden las previsiones del art. 431 bis del C.P.P.N.,
entendió que no constituye un impedimento para que el Tribunal, de considerarlo apropiado,
así lo resuelva, ya que el juicio abreviado tiene la virtualidad para limitar, en un sentido, la
jurisdicción del Tribunal, dado que le fija un techo insuperable (la pena pactada) vedándole
la posibilidad de pronunciarse de un modo más gravoso al propiciado por las partes en el
acuerdo, pero sí más beneficioso. Las imputadas y sus defensas, por su parte, consintieron
la descripción del hecho, la calificación legal sostenida por el Sr. Fiscal, y los pedidos
absolutorios requeridos [...]. Conviene recordar el mandato legal que surge tanto de
la Convención de los Derechos del Niño como de las Reglas de Beijing que establecen que las
eventuales sanciones a imponer a jóvenes por hechos de índole penal deben observar los
principios de racionalidad y proporcionalidad. En efecto, el art. 40 de la Convención de los
Derechos del Niño habilita la eventual imposición de una sanción penal racional y
proporcional tanto al hecho por el cual el menor fue declarado culpable, como al daño
causado por el ilícito en juego [...] corresponde señalar que la culpabilidad por un hecho
ilícito cometido por un menor de edad, no puede ser medida del mismo modo que si se
conminara a un mayor, pues aquél atraviesa una etapa de desarrollo y crecimiento especial
y por consiguiente, frente a la trasgresión, la respuesta estatal no puede ser la misma. Cabe
recalcar además, que si bien este Tribunal, ordenó formalmente la disposición tutelar de la
menor el día 17 de mayo de 2013, obra un informe socio-ambiental de fecha 2 de agosto de
2012 que da cuenta de que V. C. asiste al Comercial Nro.... del Distrito... de esta ciudad, es
la delegada del curso y participa en el Centro de estudiantes. Del mismo surge que la
nombrada cuenta con contención afectiva y material, brindada por su grupo familiar.
Además obra el informe de situación realizado por el Centro de Admisión y Derivación —
Úrsula Llona de Ichausti— el cual indica lo siguiente: '...De la entrevista, este equipo de
intervención no infiere ningún indicador de vulnerabilidad penal por la cual la joven debiera
residir en dispositivos que trabajen con jóvenes en infracción a la ley penal...' y obra un
informe en el cual la Licenciada S. D. P., Trabajadora Social, manifiesta que entre V. C. y su
madre han forjado un vínculo afectivo fuerte y de confianza, también da cuenta de una
evolución favorable de la menor a nivel escolar, sus compañeros y docentes tienen un buen
concepto de ella, calificándola como una persona respetuosa, inteligente y muy sociable. En
ese marco, teniendo en cuenta la modalidad del hecho imputado, la ausencia de
antecedentes penales, el resultado del tratamiento tutelar y la favorable impresión causada
por aquella en la audiencia de conocimiento personal, habilitados por las disposiciones
respectivas de la Constitucional Nacional, lo prescripto por el art. 4º de la ley 22.278 y los
preceptos internacionales vigentes en la materia que así lo autorizan, consideramos que V.
C. debe ser eximida de sanción penal, al haberse alcanzado con la sustanciación del proceso
el fin requerido por la justicia de menores, y de conformidad con lo solicitado por las partes.
En función de todo ello, hemos de concluir en lo innecesario e inconveniente de una
respuesta penal punitiva al hecho que cometiera en su condición de menor de edad para la
ley penal [...]"(17).
Es interesante apuntar también, que al igual que ocurre con el juicio abreviado en el proceso
penal seguido a personas adultas, el tribunal puede rechazar el acuerdo y absolver a la

149
persona menor de edad: "[Q]ue las presentes actuaciones se iniciaron con fecha 17 de
diciembre del año 2011 en virtud del procedimiento llevado a cabo por personal de Policía de
Seguridad Aeroportuaria en el 'Patio de Valijas' sito en la Terminal 'A' del Aeropuerto
Internacional de Ezeiza 'Ministro Pistarini' quienes, al encontrarse efectuando un control
selectivo de pasajeros y equipajes correspondientes al vuelo Nº... de la línea aérea... con
destino a la ciudad de Frankfurt, República de Alemania, detectaron la presencia de
sustancia orgánica de baja densidad a través de la máquina de rayos 'x' en el interior de tres
valijas tipo carrión, marca..., de color bordó, sustancia que resultó ser estupefaciente, razón
por la cual se procedió a la detención de las pasajeras M. P. L y Y. J. L.. [...] cuyo peso neto
resultó ser 8,232 kilogramos [...]. Luego de radicarse la causa en la sede de este órgano
jurisdiccional, la Fiscalía y los enjuiciados junto con sus Defensas, según lo normado por el
art. 431 bis del CPPN, arribaron al acuerdo que se incorporara de cuyo contexto resulta que
J. L. C. y M. P. L. reconocieron los hechos imputados a cada uno de ellos y su intervención
a título de autores en los mismos, como así también aceptaron la calificación legal propuesta
por el Ministerio Público Fiscal. A su vez, de dicho acuerdo resultó que Y. J. L. reconoció su
responsabilidad respecto del hecho por el que se encontraba imputada y aceptó su
calificación, en virtud de lo cual y conforme a lo establecido por el art. 4º de la ley 22.278, el
Sr. Fiscal General consideró que debía procederse a su absolución [...]. Finalmente, otra es
la conclusión a la que se llega con respecto a Y. J. L., quien fue acusada como autora
penalmente responsable del hecho descripto como nro. 2, esto es, el intento de extraer del
Territorio Nacional la cantidad de 8,232 kilogramos de clorhidrato de cocaína acondicionada
en tres planchuelas de material gomoso distribuidas en sendas valijas de color bordó marca
'...' identificadas con marbetes nros. ..., ... y ..., todos ellos a nombre de 'L./M.P.', el día 17
de diciembre del año 2011. Esa imputación fue aceptada por la nombrada en el acuerdo de
juicio abreviado obrante, y reconocido mediante el acta obrante a fs. 1070 de las presentes
actuaciones, y tras ello el Sr. Fiscal consideró que debía procederse a su absolución conforme
a lo establecido por el art. 4 de la ley 22.278, atento la edad de la imputada en el momento
del hecho. Sentado lo expuesto, al realizar un minucioso análisis respecto de los elementos
de prueba recolectados a los fines de evaluar si se puede afirmar con la certeza requerida a
esta altura del proceso, que la enjuiciada Y. J. L. haya tenido efectivo dominio, conocimiento
y voluntad en relación al hecho antes mencionado, entiende el Tribunal que los mismos no
son suficientes para acreditar el dolo requerido en esta instancia, es decir, que la nombrada
haya tenido efectivo conocimiento en relación al contenido del equipaje que trasladaba su
madre M. P. L. En este orden de ideas, corresponde resaltar que han sido contestes las
enjuiciadas en sus declaraciones indagatorias al sostener que Y. L. nunca había tenido
contacto con las valijas hasta el día mismo en que se proponían realizar el viaje que su madre
le había prometido como regalo de cumpleaños. Corresponde también sopesar la actitud
mantenida por la enjuiciada Y. L. durante el proceso manteniéndose siempre a derecho, y
especialmente la edad de la nombrada al momento del hecho y la circunstancia de que fue
su madre quien le ofreció viajar al exterior. Así las cosas, resta destacar que, de no verificarse
el estado de certeza requerido en la fundamentación de su responsabilidad penal porque
queda un resquicio de duda o en todo caso se presenta una hipótesis de probabilidad o de
verosimilitud exculpatoria, no se logra destruir el estado de inocencia del que goza la
acusada, conforme el principio constitucional resumido en el adagio in dubio pro reo,
consagrado en los arts. 8.2 del CADH, 14.2 del PIDCP y en el artículo 3ro del CPPN [...]" (18).
Es del caso apuntar también sentencias que avalan acuerdos de juicio abreviado pero que
sin perjuicio de la aplicación de este instituto procesal fundamentan con un notable
desarrollo la necesidad de imposición de pena y en este caso su monto: "[L]las partes
presentaron un acuerdo en los términos del art. 431 bisdel Código Procesal Penal, en el cual
el Señor Fiscal General recalificó el hecho atribuido a Z. como robo, agravado por su comisión
con arma, en grado de tentativa y estimó suficiente que el menor sea declarado penalmente
responsable por el ilícito referido y condenado a la pena de dos años de prisión y costas, sin
oponerse a la aplicación del beneficio de la reducción de pena prevista en el artículo 4º de
la ley 22.278, teniendo en cuenta, a ese fin, las características de los hechos que registra
como menor de edad, como así también los distintos informes que surgen del expediente
tutelar del nombrado, solicitando en consecuencia se le aplique al nombrado Z. la pena de
un año y tres meses de prisión y costas. Por su parte, el epigrafiado y las defensas prestaron
su conformidad con la existencia del hecho atribuido, como así también, la participación que
le cupo al nombrado, consintiendo la calificación legal efectuada por el Sr. Fiscal, y dejando

150
expresa constancia de que las defensas del imputado solicitaron que el cumplimiento de la
pena sea dejado en suspenso. Dicho acuerdo fue ratificado ante el Tribunal [...]. Teniendo en
cuenta que ha transcurrido, con relación al menor M. G. Z., el lapso de observación y
tratamiento tutelar correspondiente y lo expresado por las partes en el acta de juicio
abreviado, el Tribunal se encuentra en condiciones de dictar un pronunciamiento definitivo
a su respecto. El marco normativo de referencia, como se sostuviera de vastos alcances, debe
ser analizado de modo de compatibilizar en forma armónica los principios básicos que rigen
las ciencias penales, como ser legalidad; reserva; no analogía; igualdad ante la ley; inocencia;
'ultima ratio', entre otros, todo en virtud de su interpretación 'pro homine'. [...]. El primero
de tales parámetros —modalidad del hecho— encuentra sustento en el grado de disvalor del
hecho incriminado en cuanto a la entidad del bien jurídico afectado, a la modalidad de
comisión del ilícito, el margen de lesividad causado por el acontecimiento, y el peligro que se
generara en el hecho en concreto, todo ello a la luz de la capacidad del menor de motivarse
en la norma, de comprender el sentido antisocial de su proceder, de lo que comunitariamente
se encuentra reprochado en el grado de ilícito penal, al ser precisamente el joven un
destinatario apto para receptar los preceptos de la norma, en definitiva se compadece ello
respecto de un niño y un hecho en particular contemplado como delito, y la relación a la
incidencia existente entre ambos factores, en cuanto a la capacidad de motivarse del joven
en dicha norma, y la consecuente reprochabilidad que deriva de lo acontecido y exigibilidad
de una conducta distinta a la exteriorizada [...]. El segundo de los parámetros referidos —
antecedentes del imputado— más allá de lo registralmente asentado, finca en lo que compone
todo el pasado del sujeto, tanto en lo relativo a su familia, en cuanto a sus relaciones filiales
y afectivas que le han transmitido pautas culturales, costumbres, escalas de valores
determinados dentro de su núcleo y círculo de convivencia en las relaciones de interacción
entre sus pares y progenitores, lo que otorga un cierto y primigenio grado de socialización.
[...]. En referencia al abordaje tutelar del caso y con cita de la normativa aplicable, teniendo
en consideración que conforme el régimen penal juvenil el aspecto punitivo se constituye
como la 'ultima ratio', deviene ineludible el precisar lo específicamente normado por el art.
4º de la Ley nº 22.278, por cuanto estipula para dilucidar cuestiones las 'modalidades del
hecho', en referencia a la entidad del ilícito juzgado, los 'antecedentes del menor', extremo
este ya abordado y que sin perjuicio de lo registrado al respecto, posee neta incidencia en
cuanto al grado de culpabilidad y reprochabilidad por lo acontecido, todo lo cual a su vez
confluye en lo que se erige como la esencia misma del aludido régimen penal juvenil,
tendiente a la recuperación del joven, a su reinserción social, a su reincorporación como
ciudadano al seno de la comunidad jurídicamente organizada a la que pertenece, lo que se
logra mediante un tratamiento asistencial, con pautas de asimilación progresiva al seno de
dicha sociedad, lo cual la norma denomina 'tratamiento tutelar' e 'impresión directa recogida
por el Juez', lo cual resultan plataformas ineludibles para evaluar la última de las etapas del
proceso relativa a la necesidad o no de imposición de pena, tal cual lo preceptuado por toda
la normativa aludida [...]. Impresión directa recogida por el Juez. Tal legajo asistencial
consistente en la asimilación de valores comunitariamente reconocidos, con flexibilización
del régimen de internación 'a través de egresos periódicos' como 'intento efectivo para
reintegrar al menor a la sociedad libre, objetivo que en manera alguna podría lograrse
intramuros', tal cual se sostuviera en el considerando 9º del Fallo 'Maldonado', se ve a su vez
conformado por la impresión directa que del niño debe llevar a cabo el juez del caso [...]. De
todo lo expuesto surge con claridad meridiana que dentro del régimen penal de menores y
específicamente con relación a lo denominado "sistema de protección integral" en
fundamento del principio del interés superior del niño, que dimana de toda la normativa
tanto nacional como supranacional vigente en la especialidad, es que los presupuestos con
alcances retributivos en los que frente a la materialidad del ilícito y a la adjudicada
responsabilidad únicamente se justiprecia el margen de punición, son éstos absolutamente
abandonados cuando los involucrados en el delito se trata de menores de edad, en los que
luego de establecidos los dos primeros requisitos aludidos, lo que implica entidad y
modalidad del delito adjudicado y grado de culpabilidad, se impone a la judicatura el ejercicio
de un rol tutelar, con contralor personal, invirtiéndose procedimentalmente el último de los
recaudos, al exigirse al tribunal sentenciante además el determinar la necesidad de
imposición de pena a resultas de dicha observación asistencial, requisitos estos que además
exigen que el inculpado posea al momento del pronunciamiento la edad 18 años, y como
mínimo un año de observación, con lo que en su caso siempre se impondría pena únicamente
a un mayor de edad, y solamente luego de un período de observación determinado [...].
151
Concretamente de las entrevistas realizadas por la Asistente Social, Dra. M. y el Licenciado
A. de la Senaf, surge que la problemática de Z. se fue agudizando. Ambos profesionales
coincidieron en que el joven lejos de evolucionar adoptó una posición 'hermética y
prescindente, siempre correcto pero poco permeable a las sugerencias e incentivos que se le
propusieron'. En las últimas entrevistas incluso se negaba a hablar. La actitud oposicionista
del encausado se extendió también al aspecto procesal, repárese en tal sentido que el joven
Z. no se presentó a las citaciones cursadas por el tribunal, lo que le valió su declaración de
rebeldía el 7 de marzo próximo pasado. Posteriormente el 2 de julio siguiente fue aprehendido
por la supuesta comisión de un hecho nuevo, que actualmente tramita ante el Equipo Fiscal
A de la Unidad Norte en lo Penal Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, ordenándose su internación en un Centro de Régimen Cerrado acorde a su
edad. Durante su internación, tal como fue informado por las autoridades del Centro de
Régimen Cerrado Manuel Rocca Z. protagonizó, junto con otros internos, hechos de violencia
y daños en dicho establecimiento, circunstancia que motivó la extracción de testimonios por
parte de este Tribunal, investigación que quedó a cargo del Juzgado Nacional de Menores nº
5, Secretaría nº 15. Por otra parte, el 15 de agosto del corriente año, mientras era trasladado
desde el Cuerpo Técnico Auxiliar del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de San Martín,
al Centro de Régimen Cerrado Manuel Rocca, Z. se escapó del móvil en el que viajaba, motivo
por el cual fue nuevamente declarado rebelde, ordenándose además su inmediata captura.
El 19 de agosto siguiente fue habido y trasladado al Centro de Régimen Cerrado 'Dr. Luis
Agote' donde estuvo alojado hasta que el 23 de agosto siguiente, en razón de haber adquirido
la mayoría legal de edad, ordenándose su traslado a una unidad de mayores, por lo que en
la actualidad se encuentra detenido en el Complejo Penitenciario Federal nº II de Marcos Paz
(anexo Módulo V) a disposición de este Tribunal y del Juzgado de Responsabilidad Penal
Juvenil nº 1 del Departamento Judicial de San Martín, Provincia de Buenos Aires, en relación
con la causa nº 1025713 de su registro. [...] Ahora bien, analizada la cuestión a partir de los
datos referidos, se arriba a la conclusión de la necesidad de imponer pena habida cuenta el
delito perpetrado, lo que torna impensable la posibilidad de absolución. El beneficio mayor
que contempla la ley penal juvenil, ha sido instaurado en función de los merecimientos
aquilatados por el menor en el transcurso del tratamiento tutelar, sea evidenciando
progresos, sea acatando las directivas que se le imparten para su recuperación, todo lo cual
valorado a la luz de las constancias del expediente tutelar conduce a la aplicación de sanción
penal y no a la absolución. [...] En este caso lo atípico del mismo, desborda cualquier
previsión que pudiese hacerse, lo que en modo alguno constituye un criterio meramente
retributivo o de castigo, sino la justa respuesta del Estado para quien ha lesionado los bienes
jurídicos protegidos por la ley penal. En mérito a lo expresado, es que se aplicará la reducción
punitiva. Ahora bien, para graduar la sanción a imponer a M. G. Z. tendré en cuenta las
pautas de mensura contenidas en los arts. 40 y 41 del Código Penal. A tales fines, he de
considerar la naturaleza de la acción imputada al causante y con las cuales se cometió el
ilícito, especialmente en su caso la modalidad, la violencia desplegada hacía la damnificada
y el medio utilizado (un cuchillo) para concretar dicho acto disvalioso, específicamente la
fuerza en las cosas y la violencia en las personas, como así también las consecuencias
directas que irrogara tales conductas típicas, y como derivación también de ello los peligros
que fueran generados para bienes jurídicos por tales aconteceres. Asimismo, pondero que
según las constancias de autos el nombrado Z., no registra otros antecedentes
condenatorios: y debo considerar también la impresión tomada del causante en la audiencia,
de todo lo reseñado en el punto del caso particular, las demás pautas que surgen de la lectura
de estos actuados, los presupuestos de los arts. 40 y 41 del Código Penal de la Nación y la
reducción prevista por la norma atinente a la especialidad. Por lo expresado, estimo justo
declararlo penalmente responsable del delito de robo, agravado por su comisión con arma,
en grado de tentativa, por el que deberá responder a título de coautor (arts. 42, 44, 45, 166
inc. 2 del Código Penal de la Nación y art. 4º de la ley 22.278) e imponerle al nombrado la
pena de un año y tres meses de prisión en suspenso y costas, y ordenar la inmediata libertad
de M. G. Z. [...]"(19).
Finalmente, también se relevaron acuerdos de juicio abreviado en los cuales luego de la
declaración de responsabilidad penal el tribunal fue condicionado por el pedido absolutorio
en los términos del art. 4º de la ley 22.278 por parte de la acusación: "[E]n el requerimiento
de elevación a juicio el señor Agente Fiscal describió el suceso imputado a GAS en los
siguientes términos: 'Se imputa a GAS, haber abusado sexualmente de F. L., de 8 años de

152
edad, en reiteradas oportunidades desde el día 22 de marzo de 2003, en el interior de la
vivienda sita en la calle '...' nro. '...'. En varias de esas oportunidades, que se daban casi todos
los días en diferentes horarios, el encartado S hacia que el menor F. L. se acostara en el colchón
que había en el altillo o en la sala de juegos de ese domicilio y que se colocara de costado,
refiriéndole 'relájate y acostare de costado', luego de lo cual le introducía su pene en el
ano. Esta acción fue calificada en la citada pieza procesal, como constitutiva del delito de
abuso sexual agravado por haber sido cometido respecto de una persona menor de 13 años
de edad, mediante amenazas, el que por su duración y circunstancias configura un
sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctima, aprovechando además la
situación de convivencia preexistente con el damnificado F. L. (arts. 45, 119 primer y
segundo párrafo, e inc. f) del Código Penal). Las partes presentaron un acuerdo en los
términos del art. 431 bisdel Código Procesal Penal de la Nación, en el que el señor Fiscal
General recalificó el hecho como abuso sexual agravado por haber sido cometido respecto de
una persona menor de 13 años de edad, mediante amenazas, aprovechando la situación de
convivencia preexistente con el damnificado (art. 119 primer párrafo e inc. f del Código Penal)
y solicitó que el encausado S fuera declarado penalmente responsable del ilícito referido,
proponiendo la pena de cuatro años de prisión, accesorias legales y costas, que estimó
innecesaria por aplicación del art. 4º de la ley 22.278, en virtud de los informes positivos
agregados al expediente tutelar del menor y al buen comportamiento demostrado con
posterioridad al hecho que se le enrostra. El imputado con la asistencia técnica del doctor
M. H. y la intervención de la doctora S. C. prestó su conformidad con la existencia del hecho
y su participación, consintiendo la calificación legal propugnada [...]. El encausado perpetró
los sucesos contemplados en este decisorio siendo menor de dieciocho años y fue sometido,
hasta la mayoría legal de edad, al correspondiente tratamiento tutelar prescripto por la ley
22.278. Así las cosas, corresponde en esta oportunidad resolver su situación definitiva en
orden al proceso de mención, dado que se encuentran reunidos los requisitos exigidos por
aquella norma. En ese sentido, cabe poner de resalto, que las partes en el acta de acuerdo
de juicio abreviado han solicitado también la absolución del nombrado, conforme lo previsto
en la ley minoril, basándose en los distintos informes positivos que surgen del expediente
tutelar respectivo y en el buen comportamiento demostrado con posterioridad al hecho
atribuido. Por imperio del art. 120 de la Constitución Nacional es el fiscal el que lleva
adelante la cuestión penal y el primer encargado de decidir si existe una cuestión propuesta
para abrir la jurisdicción. [...] De acuerdo a lo expuesto, en el marco de un proceso
eminentemente acusatorio, como debe ser el procesal de menores de acuerdo al diseño
previsto en la Convención aludida y a lo previsto en el art. 120 de la Carta Magna, la
postulación absolutoria del señor Fiscal General, en la oportunidad de aplicación del art.
4º de la ley 22.278, en la medida que no sea arbitraria y se corresponda con el principio de
legalidad, impide un pronunciamiento condenatorio del Tribunal [...]. Como quedó expuesto
precedentemente el Sr. Fiscal General solicitó la absolución del nombrado basándose en los
informes positivos que se encuentran agregados en el expediente tutelar del joven S y en el
comportamiento demostrado con posterioridad al hecho del que da cuenta el informe, con lo
que habiendo ajustado el titular de la acción penal su petición a las circunstancias del caso
y al marco normativo aplicable (Constitución Nacional, Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, Convención Americana de Derechos Humanos, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y ley 22.278, conforme el precedente 'Maldonado' de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación —Fallos 328:4343—), corresponde disponer la absolución del epigrafiado en
orden a los delitos que cometió cuando contaba con menos de dieciocho años de edad, sin
costas [...]"(20).

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CAPÍTULO 12 - EL JUICIO ORAL

1. LA CITACIÓN A JUICIO
Decretada la clausura de la etapa de instrucción por el JMen. por auto simple o dictado el
auto de elevación a juicio fundado —si es que medió oposición de alguna de las partes— se
registrará la causa en el TOral Men. que haya resultado sorteado en la CFCasación Penal.
Radicada la causa en uno de los tres TOral Men. de la Capital Federal (en su secretaría
actuaria, si están ellas divididas de las secretarías tutelares), comenzará el trámite procesal
ante esa instancia.
Notificadas las partes de la radicación de la causa en el TOral Men. correspondiente, y luego
que el presidente de ese tribunal verificara el cumplimiento de las prescripciones de la
instrucción se citará al Ministerio Público Fiscal y a las otras partes (defensa, querellante,
actor civil y tercero civilmente demandado —en su caso si se hubiesen presentado como
tales—) a fin que en el término de diez días examinen las constancias de la causa penal y
ofrezcan las medidas de pruebas que estimen pertinentes (1).
El presidente del tribunal ordenará la recepción de las pruebas propuestas y aceptadas y/o
el rechazo de las que considere impertinentes o sobreabundantes.
Vencido el término de citación a juicio y resuelta la admisibilidad de la prueba, se fijará día
y hora para el debate, con un intervalo no menor de diez días hábiles judiciales.
Respecto de la relación entre el principio de preclusión, la etapa instructoria y la citación a
juicio se resolvió que: "[E]l juez de la instancia anterior rechazó la acción de nulidad
interpuesta por la defensa oficial. La defensa impugnó dicho pronunciamiento [por entender]
que al momento de recibírsele declaración indagatoria a O. ya se tenía acreditada la
minoridad del co-encausado A., no habiendo optado el juez por incluir la agravante del
artículo 41 quater ni en esa circunstancia, ni al decretar su procesamiento, cosa que
tampoco hizo el fiscal al requerir la elevación a juicio de las actuaciones, respetándose el
principio de congruencia. Agregó que la etapa instructoria quedó cerrada con el decreto de
elevación, resultando —a su criterio— inadmisible para el Tribunal Oral pretender retrotraer
su trámite, salvo que existieran vicios sustanciales, por cuanto regiría el principio de
preclusión [...]. En virtud de la cuestión sujeta a nuestra revisión, resulta de particular
interés puntualizar el trámite procesal que tuvo este legajo. Ambos imputados —A. A. O.,
mayor de edad, y el menor R. C. A.— fueron escuchados en declaración indagatoria; y el 6
de julio de 2012, fueron procesados sin prisión preventiva como coautores del delito de robo
simple. El representante fiscal requirió la elevación a juicio de las actuaciones en relación a
ambos, bajo idéntica calificación y la defensa oficial no manifestó oposición. Así, el 27 de
agosto de 2012 el juez clausuró la instrucción y ordenó la elevación de las actuaciones a
tribunal oral. Una vez radicadas en el Tribunal Oral de Menores nro. ..., se dispuso notificar
a los imputados en los términos del artículo 354 del CPPN. La fiscal de juicio ofreció prueba,
solicitó instrucción suplementaria y, a través de una presentación simultánea, pidió que '...a
efectos de no vulnerarse los principios de congruencia y defensa en juicio...' se devolviera la
causa al juzgado de origen para que se ampliara la indagatoria de O., '...en orden a su
154
presunta participación en la comisión del delito de robo agravado por la intervención de una
persona menor de edad —artículo 41 quater del CP—, resolviéndose luego, en consecuencia
la situación procesal del nombrado al respecto'. La defensa propuso prueba. El 16 de abril
ppdo., se corrió vista de la presentación fiscal a la defensa oficial, quien se opuso a la
retracción del procedimiento y solicitó su rechazo por considerarla manifiestamente
improcedente. En fundamento de ello, adujo que no se había solicitado la declaración de
nulidad de ninguno de los actos de la instrucción, con lo cual habrían adquirido carácter de
cosa juzgada; agregó, además, que la coincidencia fáctica y de subsunción legal que se
observa entre todos ellos deja sin sustento los argumentos invocados por la fiscal de juicio
para justificar su petición. No obstante lo expuesto, el 14 de junio siguiente, el presidente de
las actuaciones ordenó su devolución al juzgado de origen bajo los siguientes términos:
'...tiénese presente lo manifestado por la defensa y previo a proveer la prueba, remítase la
causa... a los fines que correspondan'. El juez de instrucción de menores convocó a O. a
prestar indagatoria, decisión que, notificada a la defensa, determinó un planteo de nulidad
bajo idénticos términos que los de su par de juicio. El rechazo de éste, impugnado en la
actualidad, es el asunto a cuya resolución debemos avocarnos. Sorprende al tribunal que
transcurridos veinte años del fallo 'Cauchi' (CNCP, Sala I, causa nº 30, rta. 1/9/1993), cuya
doctrina sustentó el precedente 'Carnevale' (CNCP, Sala I, causa nº 126, rta. 25/4/1994) y
se reiteró en innumerables casos posteriores (CNCP, Sala II, causa nº 1478, 'Bogado
Maciejewicz', rta. 20/11/1997 y Sala IV, 'Oliva Campos', causa nº 914, rta. 11/5/1998,
entre otros) tengamos que avocarnos al presente a resolver una cuestión como la que se trae
a consideración en este caso. Ello así, por cuanto la retracción a la etapa instructoria no ha
sido dispuesta en base a la declaración de nulidad de uno o más actos de la instrucción —
como resultado del examen de oficio que prevé el artículo 354 del CPPN o de la admisión de
un planteo de idéntica índole, proveniente del Ministerio Público Fiscal—, sino bajo la híbrida
e incomprensible indicación del tribunal de juicio '...a los fines que correspondan', que carece
de apoyatura legal alguna [...]. Conforme lo señalado, entendemos que la decisión que
retrotrajo la instrucción a etapas precluidas de la instrucción, implicó vulnerar sin
fundamento válido alguno (nulidad) las reglas del debido proceso, razón por la cual
corresponderá revocar el auto que rechazó su invalidación, y decretar la nulidad del auto de
fs. 213 del principal y de todo lo actuado en consecuencia (artículos 167, incisos 2 y 3 y 168
del Código Procesal). Por último, previo pase para su registro por el juzgado de instrucción
interviniente, el presente legajo deberá ser remitido al tribunal oral que originó este
desacierto [...]"(2).

2. LAS NORMAS ESPECÍFICAS DE ENJUICIAMIENTO


La mayor singularidad del debate oral en un TOral Men., con relación al sistema de
enjuiciamiento de adultos es su carácter reservado(3).
Si bien los caracteres específicos del debate están dados por la oralidad y la publicidad bajo
pena de nulidad(4), la reserva es la característica que rige en estos debates en los cuales se
juzga a una persona menor de edad.
Debe remarcarse que esta limitación se extiende aun cuando en la audiencia de juicio
comparezcan como acusados y sean juzgados simultáneamente mayores y menores de edad.
Sobre el punto se señaló que su fundamento es "[resguardar al menor, protegiéndolo de la
exposición que para el imputado mayor importa la denominada 'pena del banquillo'[...]" (5).
En cuanto a las normas para el debate en el que participan personas menores de edad como
imputados, el rito penal establece que además de las comunes en estos juicios rigen las
siguientes reglas(6):
(a) El debate se realizará a puertas cerradas y puede asistir solamente el fiscal y las otras
partes, sus defensores, los padres, el tutor o guardador del imputado menor de edad y
las personas que tengan interés legítimo en presenciarlo.
(b) El imputado sólo asistirá al debate cuando fuere imprescindible y será alejado de él
cuando se cumpla el objeto de su presencia.

155
(c) El Defensor Público de Menores e Incapaces deberá asistir al debate bajo pena de
nulidad, y tendrá las mismas facultades atribuidas al defensor técnico aun cuando el
imputado tuviere patrocinio legal oficial o particular.
(d) El TOral Men. podrá oír a los padres, al tutor o al guardador del niño, a los maestros,
patrones o superiores que éste tenga o hubiera tenido, y a las autoridades tutelares que
puedan suministrar datos que permitan apreciar su personalidad. Estas declaraciones
podrán suplirse por la lectura de sus informes.
Si bien dentro de las normas que regulan el debate surge que el imputado debe asistir a la
audiencia, si durante su celebración no quisiera participar en parte de ella, puede retirarse
a una sala contigua, siendo representado a todos los efectos por su abogado defensor (7).
El debate oral y reservado es el momento culminante del proceso donde, luego de una o
sucesivas audiencias de juicio, el JMen. o el TOral Men. arribará a una decisión final sobre
la culpabilidad de la persona acusada de cometer un delito.

El imputado menor de edad debe encontrarse acompañado por su defensor técnico a fin de
asegurar la garantía constitucional de defensa en juicio.
En caso que el abogado no concurra a la audiencia de debate fijada, el TOral Men. debe
reemplazarlo por el defensor público oficial correspondiente(8).
Si el abandono de la defensa ocurriese a poco tiempo de celebrar el debate o durante su
desarrollo el nuevo defensor técnico podrá solicitar una prórroga máxima de tres días para
la audiencia. El debate no podrá volver a suspenderse por la misma causa, aún cuando el
tribunal conceda la intervención a un defensor particular, lo que no excluirá la del oficial(9).

El querellante y el actor civil son sujetos eventuales en el proceso. Su ausencia no genera la


nulidad de la audiencia ni la imposición de sanciones: son ellos quienes en definitiva podrían
resultar perjudicados ya que de no presentarse a la audiencia pierden la oportunidad de
hacer valer sus derechos en juicio.

3. LOS ACTOS DEL DEBATE

El primer acto formal del debate es la apertura del mismo. En el día y hora fijada y notificadas
las partes intervinientes, el TOral Men. se constituirá en la sala de audiencias (10), se
comprobará por secretaría la presencia de las partes, los testigos y los peritos que deban
intervenir (todo ello certificado por el secretario actuante) y se dará lectura al requerimiento
fiscal o auto de elevación a juicio(11).
156
Luego de la apertura del debate, el presidente interrogará al acusado (en caso de ser más de
uno, en forma individual) a fin de identificarlo y luego le formulará preguntas de carácter
personal, relacionadas con su composición familiar, situación escolar y desarrollo de su vida
en general(12).
Luego el TOral Men. recibirá la declaración indagatoria del acusado menor de edad, pudiendo
el imputado hacer uso de su derecho constitucional de no declarar, o declarar en parte,
respondiendo o no a las preguntas que le formulen tanto el tribunal como el resto de las
partes presentes. Si el imputado se negare a declarar o incurriere en contradicciones, el
presidente ordenará la lectura de las declaraciones de la instrucción (13).
El imputado menor de edad podrá hablar con su defensor en todo momento, pero no durante
su declaración o antes de responder las preguntas que se le formulen (14).
Finalizado ello el tribunal procederá a recibir la prueba oportunamente ordenada en el orden
del rito penal(15), salvo que se considere conveniente alterarlo.
Con respecto a los testigos que hayan sido citados, comparecerán ante el tribunal de a uno
por vez, pero no podrán comunicarse entre sí con anterioridad a prestar declaración.
Toda persona tendrá la obligación de concurrir a la citación judicial y declarar la verdad de
cuanto supiere y le fuere preguntado, salvo las excepciones establecidas por la ley (16).
El testigo será interrogado sobre sus circunstancias particulares y los lazos que pudieran
unirlo con el imputado y las partes presentes, haciéndole conocer las penalidades del delito
de falso testimonio(17). Posteriormente se le tomará juramento de decir verdad y se lo
interrogará sobre el conocimiento que tenga de los hechos que se investigan.
Antes de iniciarse la declaración y bajo pena de nulidad, el presidente del tribunal advertirá
al testigo —en caso de que se encuentre comprendido en los diferentes supuestos que señala
el código de rito— que goza de la facultad de abstenerse de declarar.
Luego de su declaración el testigo podrá ser retenido si el tribunal considera necesario que
permanezca en la secretaría. Ello ocurre normalmente ante la posibilidad cierta de un
próximo careo con otro testigo o cuando se estime que deba ampliar su declaración, conforme
a las pruebas que reciban en el curso del debate —también pueden solicitar las partes que
el testigo no se ausente de la sede del tribunal—.
La incorporación al debate de la prueba por lectura fue uno de los temas que provocó un
distanciamiento entre los marcos teóricos y la práctica llevada a cabo por los tribunales
orales, conflicto al que puso fin la CS.
La jurisprudencia nacional, haciéndose eco de lo fallado en ámbitos internacionales (18)y con
el fin de hacer efectivos los principios, derechos y garantías contemplados en la CN (arts. 18
y 75 inc. 22) que rigen el proceso penal sostuvo que "Debió habérsele garantizado al
imputado, al menos en algún momento del procedimiento, el derecho de controlar las
declaraciones de las personas que lo habían denunciado puesto que cuando se recibieron
sus declaraciones la defensa no había tenido oportunidad de intervenir, el proceso que arribó
a una sentencia condenatoria no había sido equitativo, conforme con los criterios de la
Comisión Europea de Derechos Humanos, en la medida en que no se había garantizado
suficientemente el derecho de interrogar a los testigos. En definitiva, se condenó al gobierno
de Austria por no respetar estas normas [...]"(19).
Finalmente, la CS resolvió que: "[D]esde otro punto de vista, la circunstancia señalada por
el a quo con relación a que la incorporación por lectura de las declaraciones se produjo en el
marco del art. 391 del Código Procesal Penal de la Nación, en razón de que resultaron
infructuosas las numerosas diligencias para lograr su comparencia no basta para subsanar
la lesión al derecho de defensa producida durante el debate. El hecho de que el Estado haya
realizado todos los esfuerzos posibles para hallar al testigo y para satisfacer la pretensión de
la defensa de interrogarlo, carece de toda relevancia, pues lo que se encuentra en discusión
es otra cosa: si la base probatoria obtenida sin control de la defensa es legítima como tal
[...]"(20).

157
4. LOS ALEGATOS

Finalizada la recepción de la totalidad de las pruebas, el presidente del tribunal concederá


sucesivamente la palabra a la parte querellante, si la hubiera, al representante del Ministerio
Público Fiscal y a la defensa, para que en ese orden aleguen sobre aquéllas y formulen sus
acusaciones y defensas discutiendo sobre el fondo y la forma de la cuestión sometida a
proceso.
Es importante recordar que los alegatos no pueden ser leídos; sólo podrá esto hacerse cuando
las partes se refieran a notas o al esquema del mismo.
Una vez cumplido el alegato de la defensa, sólo el ministerio fiscal tendrá derecho de replicar
los argumentos y fundamentos del defensor, correspondiendo a la defensa el derecho de
contrarreplicar (dúplica). La réplica y la dúplica deberán limitarse a la refutación de los
argumentos adversos que antes no hubiesen sido discutidos (21).

5. EL DEBATE SOBRE EL ARTÍCULO 4º DE LA LEY 22.278


Producidas las alternativas procesales reseñadas las partes podrán alegar sobre las
previsiones del art. 4º de la ley 22.278 en relación al niño sometido a proceso(22).
Finalmente el presidente del tribunal se dirigirá al imputado para concederle las palabras
finales, de las que podrá o no hacer uso. Una vez concluido este acto, concluye el debate
oral.
Los jueces que hayan intervenido en él pasarán inmediatamente a deliberar en sesión
secreta, a la que sólo podrá asistir el secretario, bajo pena de nulidad (23).

6. LA SENTENCIA

Una vez terminado el debate oral y reservado, el CPPN establece que debe dictarse sentencia,
acto procesal que culminará el juicio y a través del cual se resuelve la pretensión deducida
por los acusadores y la oposición hecha por la defensa del niño.
El CPPN establece una secuencia de las distintas cuestiones que serán objeto de la
deliberación colegiada por parte del tribunal:
• deberá analizar las cuestiones incidentales cuya resolución hubiera sido diferida (24);
• se analizarán las cuestiones relativas al hecho investigado, el cual constituye el objeto
procesal;
• el hecho deberá describirse de manera detallada y precisa (lugar, día hora, modalidad,
etc.) y analizar su adecuación típica, conforme las figuras del CP o de las leyes penales
especiales aplicables;
• la participación del acusado también deberá ser establecida de acuerdo a las reglas
generales de la autoría;
• determinada la conducta típica antijurídica y culpable del imputado, corresponderá
establecer la calificación legal de ella, es decir, si es una figura simple, agravada o
atenuada, y en su caso si fue consumada o solamente tentada;
• la sanción a aplicar se determinará conforme a las pautas de imposición de pena
del artículo 4º de la ley 22.278(25).

158
La sentencia se dictará por mayoría de votos. Los jueces pueden emitir su opinión sobre cada
una de las cuestiones enumeradas anteriormente de manera conjunta o en el orden que
resulte del sorteo efectuado al comienzo de la deliberación, el cual será obligatorio para el
caso de que no haya acuerdo, pero no si existe unanimidad de opinión (26).
Si el orden de las cuestiones se encuentra alterado, ello no es causal suficiente para afectar
de nulidad a la sentencia; en cambio sí lo es el hecho de que alguno de los jueces no emitiera
su voto o mínimamente no se adhiriera al voto de alguno de los otros dos (la disidencia
también debe constar en la sentencia).
Si bien tradicionalmente se ha entendido que las facultades de selección y valoración de las
probanzas son atribución exclusiva del tribunal de juicio y no pueden ser controladas a
través del recurso de casación —excepto que se trate de un supuesto de arbitrariedad—, a
partir de dos importantes fallos (uno dictado por la sala IV de la CNCasación Penal y otro por
la CS), tal situación en la actualidad se ha revertido.
En el primero de estos precedentes la CNCasación Penal hizo lugar al recurso de queja
interpuesto por la defensa de la imputada para así finalmente resolver que "[E]l derecho al
recurso significa —como ha sido subrayado por la Corte Interamericana, citando el
comentario general número 13 del Comité de Derechos Humanos— que el acusado tiene
derecho a que se examine íntegramente el fallo en el ámbito de los hechos, en el ámbito del
derecho y, particularmente, en el ámbito de la pena. El debido proceso forma parte de este
derecho, y la revisión de esta Cámara de Casación Penal no puede resultar limitada ni
restringirse exclusivamente al derecho, sino que debe convertirse en un recurso que —sin
sacrificar la inmediación— haga justicia en el caso concreto [...]"(27).
En el precedente "Casal"(28)la CS hizo lugar al recurso de queja y realizó una interpretación
amplia del art. 456 del CPPN en armonía con los arts. 8.2.h de la CADH y 14.5 del PIDCP, y
entendió que era aplicable en nuestro derecho la teoría alemana que se conoce como del
agotamiento de la capacidad de revisión, y con ello "se abandona definitivamente la limitación
del recurso de casación a las llamadas cuestiones de derecho". Resaltó además el Máximo
Tribunal que: "[E]l art. 398 establece que las pruebas deben ser valoradas conforme a las
reglas de la sana crítica. Una sentencia que no valorase las pruebas conforme a estas reglas
o que las aplicase erróneamente carecería de fundamentación. Por ende, no existe razón legal
ni obstáculo alguno en el texto mismo de la ley procesal para excluir de la materia de casación
el análisis de la aplicación de las reglas de la sana crítica en la valoración de las pruebas en
el caso concreto, o sea, para que el tribunal de casación revise la sentencia para establecer
si se aplicaron estas reglas y si esta aplicación fue correcta". Finalmente señaló la CS cuál
era la única materia no susceptible de ser casada: "[L]o único no revisable es lo que surja
directa y únicamente de la inmediación. Esto es así porque se imponen limitaciones de
conocimiento en el plano de las posibilidades reales y —en el nivel jurídico— porque la propia
Constitución no puede interpretarse en forma contradictoria, o sea, que el principio
republicano de gobierno impide entender un dispositivo constitucional como cancelatorio de
otro".
Por último el CPPN exige para el caso de que no haya acuerdo entre los jueces respecto a la
sanción que le corresponde al imputado que se sumen las propuestas y se dividan por el
número de votos(29).
En principio, el CPPN le otorga facultad al TOral Men., respetando la identidad fáctica, de
darle al hecho una calificación jurídica distinta a la contenida en el auto de elevación a juicio
o incluso al requerimiento del Ministerio Público Fiscal(30).

7. LA ABSOLUCIÓN
El CPPN exige para el caso que el TOral Men. decida absolver al niño imputado (31)hacer cesar
a su respecto todas las restricciones impuestas provisionalmente, siendo una de ellas claro
está la privación de la libertad por ese proceso, la cual debe finalizar en ese preciso instante
(práctica recepcionada por unanimidad en los TOral Men. de la Capital Federal).

159
8. LA CONDENA
En el caso que la persona acusada resulte declarada penalmente responsable (32), el CPPN
exige que la sentencia fije la pena, su especie y monto, y en su caso si es de cumplimiento
efectivo o de ejecución condicional. Debe contener las medidas de seguridad que el tribunal
considerase necesarias. Finalmente, se pronunciará sobre las costas del proceso y las
acciones resarcitorias si se hubieran intentado.
Los requisitos que debe contener la sentencia penal son los siguientes (33):
a) Fecha: su indicación resulta de gran importancia cuando se ha pospuesto la lectura
de los fundamentos de la sentencia, ya que es a partir de entonces que queda habilitada
la vía recursiva correspondiente(34);
b) Lugar: la importancia de este dato radica en el análisis de la competencia territorial
del tribunal que dicta la sentencia;
c) Mención del tribunal interviniente: a los fines de determinar la competencia del mismo
y la validez de la sentencia(35);
d) Nombre y apellido de las partes: el CPPN menciona especialmente al fiscal (por las
mismas razones mencionadas en el punto anterior) pero también deben constar estos
datos respecto del defensor, querellante y actor civil (si se hubieran constituido como
tales) y del Defensor Público de Menores e Incapaces;
e) Enunciación del hecho y las circunstancias que hayan sido materia de la acusación:
el cumplimiento de este recaudo tiene por fin asegurar el principio de congruencia en la
sentencia (identidad y correlación entre el hecho constitutivo del debate, la acusación y
la sentencia);
f) Exposición sucinta de los motivos de hecho y derecho en que se fundamente: si falta
la motivación, el derecho aplicable o no existe relación con ellos, se genera la nulidad
absoluta de la sentencia;
g) Enunciación de las normas legales aplicables;
h) Parte dispositiva: contiene el resolutorio de la sentencia, es decir la decisión del
órgano judicial en cuanto al fondo de la cuestión (su falta genera también la nulidad
absoluta de la sentencia)(36);
i) Firma de los jueces y del secretario: el pronunciamiento es nulo en caso de su omisión.

El CPPN prescribe que redactada la sentencia el tribunal deberá convocar a las partes a su
sala de audiencias para darle lectura, bajo pena de nulidad (37).
Asimismo menciona la posibilidad que en dicha oportunidad y terminado el debate, el
tribunal lea sólo la parte dispositiva de la sentencia, posponiéndose la lectura de los
fundamentos para otro día fijado.

160
El plazo máximo que tiene el tribunal para la lectura de los fundamentos es de cinco días a
partir del cierre del debate. Si el plazo no se cumpliere y se dieran a conocer con posterioridad
al plazo previsto (fuera de las excepciones previstas legalmente), las partes pueden solicitar
la nulidad de la sentencia.

Para el CPPN la lectura de la sentencia vale como notificación de la misma. No obstante ello,
debe considerarse que el artículo 42 del RJN impone que la sentencia condenatoria le sea
notificada personalmente al procesado, con lo cual hasta tanto éste no sea notificado, los
plazos a los fines de recurrir el decisorio no comienzan a correr (v.gr. imputados que estén
en ese momento privados de su libertad)(38).
Al respecto la CS expresó que "[l]os reclamos de quienes se encuentran privados de su
libertad, más allá de los reparos formales que pudieran merecer, deben ser considerados
como una manifestación de voluntad de interponer los recursos de ley, y es obligación de los
tribunales suministrar la debida asistencia letrada que permita ejercer la defensa sustancial
que corresponda (Fallos: 308:1386; 310:492 y 1934, entre otros)" (39).

CAPÍTULO 13 - LA IMPOSICIÓN DE UNA PENA

161
1. INTRODUCCIÓN

Las disposiciones centrales del corpus juris internacional respecto de la aplicación de una
sanción a los niños en conflicto con la ley penal surgen de los arts. 37 y 40 de la CDN.
El art. 37 de la CDN prohíbe la imposición de determinados tipos de penas: la pena de muerte
y la de prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación. De esta manera dispone: "[L]a
detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con
la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve
que proceda"(1).
Al complementar esa directiva la misma Convención indica una serie de medidas que deben
ser consideradas por los jueces en lugar de la privación de la libertad y aplicar ésta sólo
cuando las siguientes medidas fracasaren, puesto que sólo así se cumple con el cometido de
que sea el "último recurso": "Se dispondrá de diversas medidas, tales como el cuidado, las
órdenes de orientación y supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la colocación en
hogares de guarda, los programas de enseñanza y formación profesional, así como otras
posibilidades alternativas a la internación en instituciones, para asegurar que los niños sean
tratados de manera apropiada para su bienestar y que guarden proporción tanto con sus
circunstancias como con la infracción"(2).
Las Reglas de Beijing establecen también otros principios rectores de la sentencia que
imponga un castigo a una persona menor de edad (3). Estas Reglas describen las medidas
resolutorias a tener en cuenta por el tribunal a los fines de evitar la privación de la libertad
de las personas condenas por haber cometido delitos con menos de 18 años de edad (4).
Sobre el sentido de la pena en el proceso penal juvenil argentino se entendió que "[Reiteró]
la Corte lo sostenido en el precedente 'Maldonado' respecto de la evaluación de la necesidad
de imponer una pena a una persona menor de edad. En ese decisorio precisó el Tribunal que
tal situación no debe equipararse a la gravedad del hecho, ni a la peligrosidad demostrada
por el autor; en consecuencia, los Jueces no pueden justificar la aplicación de una pena en
estos factores cuando se encuentran frente a imputados menores de edad. Por el contrario,
la sanción penal juvenil debe atender en forma preponderante (hay que notar sí este matiz
de la jurisprudencia de la Corte Suprema) al fin resocializador, que en términos de la CIDN
es '(...) promover la reintegración social del niño y de que éste asuma una función
constructiva en la sociedad...'. En consecuencia, la sanción penal juvenil debe cumplir una
finalidad de prevención especial positiva. De modo que si una sanción penal, en un caso
concreto, resulta notoriamente contraria a la integración social de un adolescente debe ser
considerada innecesaria y, en consecuencia, inaplicable. Es menester también advertir que
la Corte Suprema, al formular este razonamiento admite que, en determinados casos y con
determinadas condiciones, la sanción penal juvenil (incluso la privación de la libertad) puede
cumplir con esta finalidad de integración social. Desde ya, esto no impide, a nuestro juicio,
la aplicación de otras sanciones penales previstas en el Código Penal (multa o inhabilitación)
o en las legislaciones provinciales teniendo en cuenta el criterio de excepcionalidad de la
privación de la libertad recogido por las estándares internacionales de derechos humanos"(5).

162
Respecto de la imposición de pena a una persona menor de 18 años de edad el sistema
interamericano de protección de derechos humanos ha pautado varias cuestiones a tener en
cuenta(6): "La Corte IDH consideró que la ley 22.278 contrariaba a la CADH y a la CDN por
posibilitar la aplicación de una sanción penal juvenil privativa de la libertad con la misma
escala penal correspondiente a las personas adultas. De modo que no se cumpliría con los
estándares internacionales de derechos humanos con la mera atenuación de la pena por la
edad, sino que resulta exigible aplicar una escala penal atenuada o una pena específica más
leve [...]. La Corte IDH recoge, en cierta manera, la postura ya expuesta por el máximo
tribunal del país en el fallo 'Maldonado' (7)al considerar que las personas de menores de edad
163
se ven afectadas por ciertos factores (su situación emocional, la posibilidad real de dominar
el curso de los acontecimientos, su actuación impulsiva, etc.) que deben ser examinados al
momento de determinar la pena y, entonces, el reproche de culpabilidad del niño debe ser
siempre menor que el formulado a una persona adulta por el mismo hecho.(8)Ello justifica y
legitima en la Argentina la aplicación de una escala penal siempre menor a la que le
correspondería a la persona adulta por el mismo hecho(9). [...] Este análisis le permitió
concluir a la Corte IDH que es admisible la pena privativa de la libertad para delitos
cometidos por personas menores de edad, pero con ciertos límites: '1) de ultima ratio y de
máxima brevedad, que en los términos del artículo 37.b) de la Convención sobre los
Derechos del Niño, significa que '[l]a detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño
[...] se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que
proceda', 2) de delimitación temporal desde el momento de su imposición, particularmente
relacionado con los primeros, pues si la privación de la libertad debe ser excepcional y lo
más breve posible, ello implica que las penas privativas de libertad cuya duración sea
indeterminada o que impliquen la privación de dicho derecho de forma absoluta no deben
ser aplicadas a los niños, y 3) la revisión periódica de las medidas de privación de libertad
de los niños. Al respecto, si las circunstancias han cambiado y ya no es necesaria su
reclusión, es deber de los Estados poner a los niños en libertad, aun cuando no hayan
cumplido la pena establecida en cada caso concreto' (10). [...] En función de la finalidad de la
sanción penal juvenil, la Corte IDH consideró que no resultaría admisible la aplicación de
una sanción privativa de la libertad perpetua a los delitos cometidos por personas que al
momento del hecho juzgado eran menores de edad [...]. La Corte IDH concluyó entonces que
ese plazo de 20 años para la obtención de la libertad condicional(11)no cumplía con el
estándar de la revisión periódica de las sanciones, ya que '[e]s un plazo abiertamente
desproporcionado para que los niños puedan solicitar, por primera vez, la libertad, y puedan
reintegrarse a la sociedad, pues los niños son obligados a permanecer más tiempo privados
de la libertad, es decir 20 años, con el fin de poder solicitar su eventual libertad, que el
tiempo vivido antes de la comisión de los delitos y de la imposición de la pena'(12)[...]. Podría
deducirse de aquí un principio: más allá de los delitos cometidos, una persona menor de
edad en ningún caso puede pasar privado de su libertad más tiempo que el de su propia vida
sin tener la chance de obtener la excarcelación/libertad anticipada. En consecuencia, un
elemento a tener en cuenta al momento de ejecutar la pena sería el tiempo vivido por el niño,
que sería un tope máximo para darle la posibilidad de la obtención de su libertad. Pero
parecería que éste no es un estándar muy estricto, porque si se lo toma de manera literal
sería admisible una revisión a los 12 años cuando el joven condenado tiene 17 años de edad
al momento del hecho; pero por otro lado admitiría tratos diferentes entre un joven de 16
años y otro de 17 por el mismo hecho y sólo fundada en la diferencia de edad, ya que sería
inaceptable, según este estándar, realizar la revisión a los 16 años respecto del primer joven,
pero sería posible tomarse ese lapso respecto del segundo joven. De este razonamiento de la
Corte IDH se extraería que no debe fijarse un plazo fijo en la ley para someter a revisión
periódica una pena privativa de la libertad de las personas menores de edad (más allá que
no sea perpetua) y el tiempo en que se produce esa revisión debe ser inferior a los años
vividos por la persona condenada (es incompatible entonces un lapso de 20 años)".

2. LA DECLARACIÓN DE RESPONSABILIDAD PENAL

De acuerdo al art. 4º de la ley 22.278 cuando el JNM o TOral Men. hayan resuelto declarar
penalmente responsable a la persona menor de edad acusada de la comisión de un delito
conforme a las constancias del debate oral y reservado desarrollado en su contra, debe
decidirse posteriormente sobre la necesidad de la imposición de una pena conforme al
resultado de su tratamiento tutelar, entre otras variables.
En caso de no arribar a ese pronunciamiento de responsabilidad penal por los motivos que
regula el CPPN (vgr. insuficiencia probatoria, beneficio de la duda, etc.) se lo absolverá de
igual modo que ocurriría con una persona adulta.
Es decir que luego de la audiencia de juicio oral y reservada, son dos las opciones procesales
que respecto de la persona menor de edad puede tomar el Tribunal: la absolución u la

164
declaración de responsabilidad penal de la persona menor de edad acusada de la comisión
de un delito.

En caso de recaer una sentencia que declare la responsabilidad penal de una persona menor
de edad el juez o tribunal cuenta con las siguientes alternativas:
a) Suspender el trámite de las actuaciones hasta una fecha determinada, a la espera de
la evolución del tratamiento tutelar, y en ese momento resolver si corresponde o no
imponer una pena y en su caso fijar el monto(13).
b) Resolver junto con la declaración de responsabilidad penal del niño (y cumpliéndose
ciertos requisitos) en el mismo acto su situación tutelar y decidir si corresponde o no
imponer una pena y el monto de ella.
La reforma de la mayoría de edad en el país (que disminuyó de 21 a 18 años) también redujo
las posibilidades materiales de separar, salvo supuestos excepcionales, el momento de la
declaración de responsabilidad y el debate sobre la necesidad y en su caso monto de la
pena(14).
Importante fue para consolidar el estándar sobre la procedencia de la impugnación sobre
sentencias en el fuero especial fueron los criterios fijados por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación: "[L]a resolución por la que se negó el acceso a la Cámara Nacional de Casación
Penal con base en que la decisión acerca de la individualización de la pena sólo puede ser
examinada en supuestos de arbitrariedad manifiestamente violatoria de la garantía de la
defensa en juicio, sin atender a las críticas que, con base en determinada inteligencia de las
normas aplicables formuló la recurrente, importa una restricción indebida de esa vía
recursiva, en la medida que no cumple con las reglas establecidas en los precedentes antes
citados a fin de asegurar la vigencia del derecho a obtener la revisión de un pronunciamiento
adverso [...]"(15).
Para agregarse luego que "[s]i bien es cierto que la sentencia que declara penalmente
responsable al menor no constituye sentencia definitiva, en los términos del artículo 14 de
la ley 48, también lo es que dicha resolución merece ser equiparada a tal por sus efectos,
pues, en tanto impone una medida de seguridad que importa una restricción de derechos y,
a veces, hasta de la libertad, el pronunciamiento ocasiona un perjuicio de insusceptible
reparación ulterior (...) en cuanto aquí interesa, que es lo relativo al joven imputado de un
delito, la ley desdobla el momento decisivo, pues el tribunal, en caso de hallarlo responsable,
primero debe declarar su responsabilidad y someterlo a una medida de seguridad, y sólo
después, en un segundo momento, puede imponerle una pena, siempre que haya cumplido
los dieciocho años de edad y haya sido sometido a una medida de seguridad no inferior a un
año, que puede prorrogarse hasta la mayoría de edad [...]"(16).
Sobre los efectos de la sentencia que declara la responsabilidad penal de un acusado menor
de edad en un trámite posterior de excarcelación ante la justicia de adultos, se ha resuelto
que: "[D]ebe tenerse en cuenta no sólo la agresividad demostrada al intentar evadirse durante
la detención, sino que a pesar de encontrarse supeditada una sentencia ante el Tribunal de
Menores Nº 1 (art. 4º de la ley 22.278), por tres hechos similares en los que se lo declaró
penalmente responsable, poco tiempo después se lo vuelve a encontrar involucrado en un
hecho grave, circunstancia que demuestra su total desinterés ante la severa advertencia
165
jurídico penal que debiera haber representado la oportunidad excepcional de resultar
eximido de condena en el fuero de menores [...]. Tales extremos, constituyen pautas
suficientes para tener por configurado el riesgo de elusión invocado por el magistrado y
conducen a adoptar los mecanismos pertinentes de neutralización a que alude la norma
impediente antes referenciada, en particular, si se tiene en cuenta —en aras de garantizar el
normal desarrollo del proceso— la proximidad del juicio que presupone el hallarse
clausurada la instrucción y que el tiempo que lleva P. en detención en modo alguno se exhibe
desproporcionado [...]"(17).
Del mismo modo: "[S]i bien el margen punitivo previsto por el delito que se atribuye a L. E.
R. en esta causa, conforme la significación jurídica asignada por el a quo al decretar su
procesamiento y por el fiscal de grado al requerir la elevación a juicio —coautor del delito de
robo en poblado y en banda en grado de tentativa— [...] su ausencia de antecedentes
condenatorios, autorizaría su excarcelación, corresponde homologar el auto impugnado por
verificarse en el caso las hipótesis restrictivas que prevé el artículo 319 del C.P.P.N. Ello es
así, por cuanto las constancias y la certificación del legajo de personalidad de L. E. R. que
corre por cuerda, trasluce que aquél se ha visto involucrado en el último año en repetidos
hechos ilícitos, pues además de este proceso, se le siguen otros dos, también por delitos
contra la propiedad, uno de ellos ante el Tribunal Oral de Menores nº 2, donde se le fijo
audiencia de debate para el día 17 de septiembre del año en curso y el restante ante el
Juzgado de Instrucción nº 10, dónde fue procesado tan sólo una semana antes de iniciársele
este sumario. A ello se suma, que fue declarado responsable en cuatro oportunidades por la
justicia de menores en el marco de los distintos procesos que tramitaran en su contra y, si
bien asiste razón a la defensa en cuanto a que no pueden ponderarse esos pronunciamientos
a los fines de la reincidencia, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 5º de la Ley
22.278; se trata de un indicio de la persistencia del encartado de incurrir en conductas
reprochables (...) Ante ello se impone la restricción de libertad del imputado en los términos
del art. 319 del C.P.P. ante la posible frustración de los fines del proceso debido al peligro
cierto de elusión que se deducen de las condiciones personales de R. [...]" (18).
En un sentido similar, respecto de la causa iniciada a una persona con menos de 18 años
de edad que solicitó su excarcelación ya siendo mayor de edad: '[E]l Sr. Defensor Público
Oficial solicitó la excarcelación de su asistido A. R. C., con fundamento en el tiempo de
prisión preventiva que viene sufriendo el nombrado —superior a los dos años y dos meses—
. Asimismo, consideró que al momento en que se produjo el hecho imputado en estas
actuaciones su asistido era menor de edad, lo cual conllevaría a que su situación frente a la
ley penal deba resolverse de acuerdo a los parámetros establecidos por el régimen penal de
la minoridad dispuesto por la ley 22.278, incluyéndose su condición de detenido. En tal
entendimiento, refirió la defensa técnica que la soltura anticipada de C. deviene procedente
en tanto se ajusta a la primera regla excarcelatoria contemplada en el artículo 316, segundo
párrafo, en función del artículo 317, inciso 1º del C.P.P.N., en correlato con el principio
constitucional de inocencia y el principio de excepcionalidad de la prisión preventiva que,
según su criterio, para el caso de los menores únicamente podrá utilizarse como medida de
último recurso durante el período más breve que proceda. Agregó que, aún ante una eventual
resolución condenatoria en autos, su defendido superó en más de dos meses el mínimo legal
de la escala penal aplicable para el delito achacado, según la reducción prevista en el artículo
4º, anteúltimo párrafo de la ley 22.278, por lo que su excarcelación deviene impuesta por
aplicación del principio de proporcionalidad y racionalidad del encarcelamiento cautelar [...]
Cabe puntualizar que la causa se inició el día 17 de diciembre del año 2011, en
circunstancias en que personal policial de la comisaría Hurlingham 4ta. y Hurlingham 5ta.
de la policía de la provincia de Buenos Aires, se hicieron presentes en el domicilio sito en la
calle Estrada '...', esquina '...' de la localidad de Moreno, a los fines de dar cumplimiento a
una orden de allanamiento y de detención que pesaba respecto de A. R. C., dispuesta por el
Juzgado de Garantías nro. 2 del joven del Departamento judicial de Morón. Constituidos en
dicho domicilio, el personal policial detuvo a C. en el interior de una de las habitaciones, e
incautaron del interior de una mochila de color negro y gris que allí encontraba, un arma de
fuego, del tipo pistola, de color negro marca Bersa modelo 'Thunder' calibre 9 milímetros con
inscripción de la Policía Federal Argentina serie nro. 11603013 con su correspondiente
cargador que guardaba 17 cartuchos intactos del mismo calibre; un revólver de color
plateado o cromado, marca 'Taurus', calibre 357 'Magnum', serie nro. 48524, el cual poseía
en su interior 6 cartuchos intactos del mismo calibre; un revolver de color gris, marca 'Colt',
166
calibre 38 Special, serie nro. 215425, con 6 cartuchos intactos del mismo calibre en su
interior, 99 cartuchos intactos calibre 11,25 milímetros; 7 cartuchos calibre 12,70
milímetros de color rojo; 6 cartuchos calibre 12,70 milímetros de color negro, 1 cartucho
intacto con su fulminante percutado, calibre 38; 2 cartuchos intactos calibre 357 'Magnun';
21 cartuchos intactos calibre 22 largo, y 23 cartuchos intactos calibre 9 milímetros [...] la
escala punitiva que resultaría aplicable en abstracto, según la calificación legal propiciada
por el fiscal de instrucción, supera ampliamente los ocho años de prisión y no admite, por
su mínimo, la condena condicional; lo que permite avizorar que la gravedad y la severidad
de la pena prevista para el delito que se le reprocha, permite suponer que el imputado
intentará evadir la acción de la justicia ante el pronóstico de una futura pena grave y de
efectivo cumplimiento, sin perjuicio del análisis respecto de la viabilidad de aplicar el régimen
penal de la minoridad — ley 22.278 [...]"(19).

3. LAS FACULTADES DEL TRIBUNAL EN LA IMPOSICIÓN DE PENA(20)

El art. 4º de la ley 22.278 indica los requisitos y las circunstancias a tener en cuenta para los casos en que se resuelva imponer una pena
al niño declarado previamente penalmente responsable.

Su primer párrafo establece que la imposición de pena respecto de un persona menor de edad estará supeditada a tres requisitos:

1º) Que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y la civil si correspondiere, conforme a las normas procesales.

2º) Que haya cumplido dieciocho años de edad. Es importante recordar que los 18 años de edad son necesarios para resolver sob re
la imposición de pena, pero no para llevar adelante la audiencia de juicio oral y reservada que podrá culminar con la declaración
de responsabilidad penal, pudiendo el niño ser juzgado a sus 16 o 17 años de edad.

3º) Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un año, prorrogable en caso necesario hasta la mayoría
de edad (18 años de)(21).

167
Verificados los requisitos enunciados, el tribunal podrá discutir la conveniencia de imponerle
una pena al acusado, al valorar en cuenta las modalidades del hecho, los antecedentes de la
causa, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida durante la
audiencia de juicio oral y reservada.
De tal manera el segundo párrafo del art. 4º de la ley 22.278 enumera diferentes causas que
evaluadas en su conjunto justifican la imposición o no de una pena a la persona condenada
como menor de edad y en su caso el monto de ella. (Filmina 6)
Un punto interesante a tener en cuenta que si no puede cumplirse el requisito de la edad en
función del tratamiento tutelar (por ejemplo porque el acusado cometió el delito a sus 17
años y 9 meses de edad) la propia ley 22.278 regula la solución: "Responsabilidad de A., E.
J.: Se la declara responsable en el carácter de coautora del delito de tenencia de
estupefacientes, previsto en el art. 14 1º párrafo de la ley 23.737, difiriendo la aplicación de
la pena hasta la realización del informe previsto en el art. 8 de la ley 22.278 que se requerirá
al Gabinete Interdisciplinario de Diagnóstico Psico-Físico y Social de la CFAR (cfr. Art. 4
penúltimo y último párrafo). Aplicación de la medida prevista en el art. 8 de la ley 22.278.
Esta medida ha sido ordenada por este Tribunal fundándose en la propia declaración de la
condenada A. en el debate, describiendo sus condiciones de vida, como está conformada su
familia, sus ingresos, sus ocupaciones. El mencionado art. 8 de la ley 22.278 dispone que si
el proceso por delito cometido por un menor de dieciocho años comenzare o se reanudare
después que el imputado hubiere alcanzado esta edad, el requisito del inc. 3º del art. 4º se
cumplirá en cuanto fuere posible, debiéndoselo complementar con un amplia información
sobre su conducta. Y el art. 4º, inc. 3 establece que la imposición de pena del menor a que
se refiere el art. 2º estará supeditada a los siguientes requisitos: 3) que haya sido sometido
a un período de tratamiento tutelar no inferior a un año, prorrogable en caso necesario hasta
la mayoría de edad. Así, será necesario para la aplicación de la pena la realización del
mencionado informe pertinente a efectos de determinar sus condiciones de vida [...]" (22).

168
Una circunstancia relacionada al acto por el cual fuera investigado, juzgado y declarado
penalmente responsable (las modalidades del hecho) y las restantes condiciones vinculadas
al autor del ilícito (sus antecedentes, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión
directa recogida por el juez).

4. EL DEBATE SOBRE LA PENA

Si bien en la mayoría de los casos la vista del art. 4º de la ley 22.278 se realiza por escrito
en el orden ya indicado (Defensor Público de Menores e Incapaces, MPF y defensa técnica del
imputado) la CNCasación Penal resolvió que este acto debe ser realizado en una audiencia
oral convocada al efecto.
De esta manera: "[S]e advierte que la sentencia cuestionada, por la que se condenó a J. O.
V. a la pena de tres años de prisión, fue emitida desconociendo imperativos procesales
sancionados con pena de nulidad, que por estar vinculados a las garantías constitucionales
del debido proceso y la defensa en juicio (art. 18 de la CN) deberá ser declarada en los
términos del artículo 168, en función del artículo 167, del Código Procesal Penal de la Nación
(...) el art. 410 del CPPN proclama la aplicación de las disposiciones comunes del Código
adjetivo nacional en el ejercicio de la jurisdicción ordenada por el artículo 2º de la ley
22.278, 'asumiendo positivamente su compatibilidad con los caracteres que, por sus fines y
por el sujeto que la soporta, animan su especialidad'. Y que 'de ahí que la aplicación de las
normas generales a que la ley reenvía, particularizada al desarrollo del proceso minoril,
fuerzan al reconocimiento jurisdiccional de sus distintas fases, aún sin olvido de los fines
tutelares perseguidos. Y obligan al respeto de las esenciales garantías constitucionales que
tutelan a todo individuo sometido a la potestad del Estado, cuales la inviolabilidad de la
defensa en juicio y la necesaria existencia de un proceso previo legalmente cumplido (art.
18 de la Constitución Nacional)'. Allí se remarcó en consecuencia que si bien el juicio plenario
para los menores concluye en primer término con un pronunciamiento relativo a la
responsabilidad del menor —si fuere el caso— dando lugar tan sólo a medidas protectorias,
dicha sentencia debe integrarse con otra que será de condena o absolución; en un franco
desdoblamiento, así, del veredicto que presupone, empero, el cumplimiento de requisitos
insoslayables: los expuestos en el artículo 4º de la ley 22.278 por un lado, y los
procedimentales por el otro, con su carga de contenido crítico proporcionada por la actividad
controversial de las partes, y de la que esta etapa definitoria del proceso no debe verse
privada. Aún cuando el imputado haya alcanzado la mayoría de edad al momento de ser
juzgado. Con ese fundamento, y con la finalidad de asegurar el derecho de la defensa en
169
juicio, debió haberse realizado en el caso una audiencia en la que el sujeto pasivo de esta
causa, así como su Representación Letrada y el Ministerio Público Fiscal, discurran sobre
su factibilidad en una audiencia de debate (art. 413 y, en lo pertinente, reglas del Libro III,
Título I, del Código Procesal Penal de la Nación) fijada a ese efecto. Debate autónomo en el
que las partes y el propio juez pueden incorporar nuevos y abundantes elementos a partir
de la declaración de responsabilidad delictual del encausado, focalizando el análisis en la
cuestión sancionatoria [...]"(23).
Para la postura contraria: "[E]l juicio especial de menores (arts. 410/414 del C.P.P.N.) no
difiere del común, salvo en lo que particularmente se dispone en materia de medidas
precautorias de carácter personal, de lugares de alojamiento en los que se cumplen las más
intensas, de medidas tutelares y de restricciones impuestas a la publicidad del debate con
la finalidad de resguardar al menor, protegiéndolo, de la exposición que para el imputado
mayor importa la denominada 'pena del banquillo' [...]. Para evitar la exposición a la que más
arriba me referí, el inciso 2º del art. 413 del C.P.P.N. establece que 'el imputado sólo asistirá
al debate cuando fuere imprescindible y será alejado de él en cuanto se cumpla el objeto de
su presencia'. A mi modo de ver, esa presencia resulta imprescindible para escuchar la
imputación que se le dirige (art. 374), para contestarla al ejercer su defensa material —
declaración indagatoria— (arts. 378 y 380), para la realización de careos o, eventualmente,
para el control de la prueba testifical a ser rendida en la audiencia, o para participar de la
discusión final entre las partes en la que puede concretarse la acusación (art. 393). Esa
presencia fue asegurada, en el caso, en el debate previo a la primera sentencia —parcial, por
cierto— que concluyó con la declaración de responsabilidad penal del acusado por uno de
los delitos por los que fue requerido de juicio. No aparece imprescindible, pienso, en el debate
previo al dictado del acto que, completando el juzgamiento, concluyó en la necesidad de
aplicarle a aquél una pena reducida según la escala prevista por los arts. 42 y 44 del C.P., y
en el descarte de la posibilidad absolutoria que también contempla el art. 4º de la ley
22.278 [...]"(24).
Respecto de las posturas para la imposición de una pena, con base en criterios propios de la
tutela judicial y el involucramiento del imputado en una nueva causa penal, se falló que:
"[S]i a ello apunta el ejercicio de la tutela estatal, la final evaluación respecto de su eficacia,
en orden a la imperiosa necesidad de adoptar una respuesta punitiva que coloca al margen
de su consideración la finalidad retributiva [...] no puede basarse en una categórica apelación
a un esquema de oportunidad-fracaso, como el que viene sustentando aquí el recurso de la
Fiscalía, pues es incongruente con una concepción de aquélla como una integridad que,
como transcurso existencial de un individuo, no debe contemplarse desde extremos o
fragmentadamente, sino con un sentido de progreso [...]. Ya desde esta perspectiva de
análisis, resta considerar las dos razones que para el Fiscal hacen a G. acreedor de una pena
privativa de la libertad por el transcurso de siete años. En primer lugar, en cuanto a las
características del hecho por el que fue declarado responsable, tengo para mí que cuando de
condenar a quién infringió la ley penal siendo aún menor se trata, no basta la simple remisión
a la naturaleza y gravedad del delito cometido, ni el contenido del injusto o el grado de
culpabilidad de su autor; ni la ley minoril quiere, ni procura, una justa retribución por la
lesión a los bienes jurídicos causada (...). Finalmente, al invocar el recurrente como pauta
negativa la tramitación de un proceso penal en sede provincial, sin siquiera referir a la
vigencia del principio constitucional de inocencia (art. 40.2.b).i), entiendo que ese dato no
puede ser considerado con olvido de los cinco años en los que el menor, certificación
mediante, no registra nuevos procesos en trámite, como bien lo destaca el a quo. Por lo
demás, lo que tiende a llamar 'fracaso' —la comisión presunta de un nuevo delito— no es
sino un riesgo ordinario dentro del tratamiento resocializador del menor sometido a tutela
desde su egreso del instituto de internación a que fuera derivado, conservando idéntico
sentido aún si mediare sentencia condenatoria firme [...]"(25).
Cabe puntualizar además lo expresado por la CS: "[L]a liberalización del régimen de
internación a través de 'egresos periódicos' aparece como un intento efectivo para reintegrar
al menor a la sociedad libre, objetivo que en manera alguna podría lograrse intramuros. A
nadie puede escapar —en particular a aquellos funcionarios cuya actividad específica es el
trato con menores— que existen posibilidades de que durante esas salidas el menor pueda
cometer un nuevo delito, con el consecuente fracaso del tratamiento resocializador, mas ello
aparece como un riesgo ordinario, habida cuenta de que el objetivo perseguido no es sencillo

170
de lograr. Por otra parte, tampoco puede atribuirse el fracaso en exclusividad al destinatario
de la medida. Pero aun cuando se aceptara esta posibilidad, no es admisible que en la
sentencia apelada se omita toda referencia fáctica a las concretas condiciones de contención
social en que se produjo la liberación [...]"(26).

En sentido contrario se determinó que: "[S]i el tratamiento tutelar diese resultado positivo,
revelando una total recuperación del menor, correspondería otorgarle el beneficio de no
imponerle pena si, además, no lo impiden las otras pautas contempladas en el art. 4º de
la ley 22.278, como ser la gravedad del hecho, la modalidad comisiva, etc. Si por tales
circunstancias apareciese como necesario imponerle sanción, no obstante su buena
conducta posterior, ésta se reducirá en la forma prevista para la tentativa. Si, de adverso,
como ocurrió en el presente caso, el menor no se recuperó y se vinculó con un nuevo y grave
hecho penal, no se habría hecho acreedor a beneficio alguno y sólo se contemplará su edad
a los fines del art. 41 del Código Penal [...]"(27).

5. LA REDUCCIÓN DE LA PENA A LA ESCALA PREVISTA PARA EL DELITO TENTADO

El segundo párrafo del art. 4º de la ley 22.278 dispone que si decide el tribunal imponer una
pena puede reducirla en la escala penal prevista para la tentativa del delito por el cual el
acusado fue declarado penalmente responsable.

171
Es de resaltar que de manera previa al fallo "Maldonado" de la CS varios jueces de menores
habían fallado en ese sentido. Así, el Juez Jantus —en disidencia— señaló que: "[L]a
detención como último recurso y por el tiempo más breve que proceda y los fines previstos
en el artículo 40, ya citados, conforman un todo que es menester respetar a la hora de
examinar el alcance de alguna de sus cláusulas. De esa interpretación surge,
indudablemente, que la pena, en materia de menores, no puede ser dispuesta por razones
de defensa social, sino únicamente para posibilitar la reinserción del interesado en la
sociedad, es decir, teniendo la prevención especial como horizonte. Una de las consecuencias
de esta concepción es que, por su propia entidad, la sanción aplicada a menores debe ser
revisada periódicamente para verificar si sigue siendo necesaria. Otra, derivada de la
diferente situación que la convención, los organismos internacionales y la doctrina, advierten
entre los adultos y los niños y adolescentes, se traduce en que, por su disminuida capacidad
de culpabilidad, por la inmadurez y situación de vulnerabilidad en que se encuentran, deben
recibir —cuando sea necesario— una pena sensiblemente menor a la que corresponde a los
primeros [...]"(28). (Filmina 10)
El fallo "Maldonado" de la CS modificó radicalmente la interpretación de la forma de aplicar
en su caso pena a personas que cometieron delitos con menos de 18 años de edad (29).

172
Este fallo de la CS planteó algunas cuestiones de índole general, vinculadas a la valoración
del hecho por el cual el imputado menor de edad fue declarado penalmente responsable, la
inmediación al momento de resolver la sanción y el sentido de la pena en el proceso penal
juvenil de acuerdo a los fines de resocialización(30).

El Más Alto Tribunal del país concluyó además en "Maldonado" que:

173
La postura asumida por la CS en tal precedente no desconoció que el juicio penal seguido a
personas menores de edad goza del principio de especialidad, y ello no es más que aplicar a
este colectivo todas las garantías y beneficios del que gozan los imputados mayores más
un plus(31).

Es así como la aplicación de la escala de la tentativa prevista en el segundo párrafo del art.
4º de la ley 22.278 debe ser considerada la regla a partir del precedente jurisprudencial
emanado del Máximo Tribunal(32).

Es interesante destacar el efecto prolongado y continuo de la doctrina del fallo "Maldonado"


de la CS, con mayor hincapié en la jurisdicciones locales en las cuales en las cuales el
cambio de la jurisprudencia habilita la revisión judicial: [Q]ue el Sr. O. D. A., por derecho
propio, con el patrocinio letrado del Sr. Defensor Oficial Nº 3 de la Segunda
Circunscripción Judicial, Dr. S. G. B., interpone recurso de revisión penal en los términos
174
del art. 482 del CPP contra la Sentencia Nº 69 dictada en fecha 01/09/00, por la Cámara
Primera en lo Criminal de la ciudad de Pcia. Roque Sáenz Peña, por la que fue condenado a
la pena de prisión perpetua por hechos cometidos cuando era menor de dieciocho años de
edad [...]. Funda su pedido de revisión en lo dispuesto por el art. 37 inc. a) de
la Convención sobre los Derechos del Niño, en cuanto dispone que no se impondrá pena de
prisión perpetua sin posibilidades de excarcelación por delitos cometidos por menores de
dieciocho años de edad. Realiza luego un breve análisis de la normativa legal y
constitucional aplicable al caso e invoca el precedente 'Maldonado', de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en el que se cuestionó la imposición de pena a perpetuidad a un
menor de edad. [...] Agrega que su caso se encuentra comprendido en el supuesto del art.
482 inc. 5 del CPP, porque la sentencia que lo condenó a prisión perpetua se fundó en la
interpretación de una ley más gravosa que la que actualmente debería adoptar el Superior
Tribunal de Justicia. Relata que fue condenado por Sentencia Nº 69 de fecha 01/09/00,
integrándose la pena por Sentencia Nº 116 del 20/12/00, a la pena de prisión perpetua, la
que se encuentra cumpliendo en el Complejo Penitenciario II de Pcia. Roque Sáenz Peña.
Señala que al momento de comisión del hecho (15/12/99) contaba con diecisiete (17) años
de edad. [...] Ahora bien, en relación directa a los agravios puntualizados por el recurrente,
corresponde recordar que la Convención sobre los Derechos del Niño proscribe en su art.
37 inc. a) la imposición de la pena capital o la de prisión perpetua sin posibilidad de
excarcelación por delitos cometidos por menores de 18 años de edad. [...] En el ámbito
nacional, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el año 2005 se expidió al respecto
en el caso 'Maldonado', [...] al referirse a 'La ley 22.278, que es la pieza jurídica
fundamental nacional en la materia, prevé un sistema que se caracteriza por un gran poder
para el juez de menores, quien luego de haber comprobado la responsabilidad penal del
menor respecto en el hecho investigado, está facultado para absolverlo, para aplicarle una
pena disminuida, en la escala de la tentativa (art. 4) [...]' (considerando 24). Por ello, en
base al '...incuestionable dato óntico que éstos [los niños] no tienen el mismo grado de
madurez emocional que debe suponerse y exigirse en los adultos...', sostiene que, '...el
reproche penal de la culpabilidad que se formula al niño no pueda tener la misma entidad
que el formulado normalmente a un adulto. Desde este punto de vista, la culpabilidad por
el acto del niño es de entidad inferior a la del adulto, como consecuencia de su
personalidad inmadura en el esfera emocional' (considerando 37) (Fallo: 328:4343). En
virtud del contexto normativo y jurisprudencial expuesto, es evidente que la sentencia
recurrida no respetó las directrices establecidas en los Pactos Internacionales aplicables al
caso. Los lineamientos de política criminal que imponen aquellos instrumentos
internacionales, en lo relativo al tratamiento de niños, niñas y adolescentes infractores
están orientados a aspectos como la prevención y el fomento de oportunidades para una
efectiva reinserción social, dejando de lado el criterio retributivo, incompatible con los
modelos internacionales en materia de justicia penal juvenil; todo lo cual, no ha sido
cumplimentado en el caso de autos. Los precedentes citados y el contexto normativo que
hemos detallado ut supra, demuestran que la sentencia recurrida se funda en una
interpretación de la ley más gravosa por lo que procede hacer lugar al presente recurso en
virtud del art. 482 inc. 5 del CPP. En consecuencia, corresponde adecuar la situación
procesal de O. D. A., encontrándose verificada la materialidad del hecho juzgado, así como
la participación punible del mismo, sólo en lo relativo a la merituación de la pena. [...]" (33).

175
En caso de tratarse de un supuesto fáctico tentado, y la pena a criterio del tribunal debe ser
atenuada, sobre la escala penal del delito consumado se hará una primera reducción que
responde a las constancias de la causa, y sobre el resultado una nueva reducción por motivos
tutelares.
Esta doble reducción es conocida en términos forenses como "la tentativa de la tentativa".

Acerca de la reducción en la escala de la tentativa y revocándose un exceso en su cálculo, se


resolvió que: "[S]in embargo, debe considerarse viable el planteamiento recursivo, atento a
que se trata de la inobservancia del límite máximo de la escala penal prevista para el
homicidio calificado por ser los coautores menores de edad respecto de los cuales el tribunal
de juicio había declarado que reduciría la sanción penal en la escala de la tentativa,
produciéndose con este error una notoria situación de injusticia que el recurso de revisión
tiene por fin remediar conforme a su esencia, aunque el supuesto no esté taxativamente
previsto, dado que en este excepcional supuesto, es la vía más apta para alcanzar aquel fin
[...]. El tribunal sentenciante fundó la individualización de la pena de S. A. G., J. D. M. y L.
D. G., en que 'cometieron los ilícitos detallados y calificados precedentemente siendo
menores de 18 años de edad y, a la fecha se encuentran sometidos a una observación y
tratamiento tutelar que lleva más de 2 años y han alcanzado 18 (G.) y 19 (M. y G.) años de
edad', considerándose 'en condiciones de resolver definitivamente la situación procesal de
los nombrados [...] para mensurar las sanciones a imponer a G., M. y G. se deben tener en
cuenta la naturaleza, modalidades y graves características de los ilícitos que se les enrostran;
sus edades, grado de instrucción y condición socioeconómica; el daño causado en cada uno
de los injustos (uno de ellos irreparable); que no registran condenas anteriores; su actitud,
en cierta forma colaborativa para con la actividad jurisdiccional, en el esclarecimiento de los
hechos atribuidos a los nombrados y las demás pautas referidas en los arts. 40 y 41 CPen.'.

176
Fundada así por el tribunal de juicio la disminución de la pena en función de la escala de la
tentativa (art. 44, párr. 2º, CPen.), a la que remite el art. 4º, inc. 3, párr. 2º, ley 22.278, se
advierte un exceso evidente en el monto impuesto. Ello, por cuanto elegida por el tribunal de
juicio la sanción de prisión, la escala de la tentativa permite adecuar la sanción entre 10 y
15 años de prisión en el caso —como el de autos— en que el delito consumado tuviese
prevista como pena la de prisión perpetua [...]"(34).
Puede analizarse en este decisorio la narrativa que justifica la imposición de pena en relación
con los fines específicos del proceso penal juvenil: "[E]n el sub examine la pena que se le
impusiera a G. fue asignada en el legítimo ejercicio de las atribuciones que a los jueces
sentenciantes les confiere la ley (artículo 4º de la ley 22.278), siendo además los motivos
expuestos por los señores magistrados, suficientes para justificar por qué optaron para el
caso por la referida reducción, no obstante la oposición del representante del Ministerio
Público Fiscal, quien solicitó la imposición de penas superiores a las fijadas definitivamente
por el a quo. En efecto, luego de analizar las pautas previstas por la ley 22.278, la
Convención Internacional de los Derechos del Niño, las Reglas de Beijing y la doctrina
sentada por la CSJN in re'Maldonado', en el supuesto sometido a estudio los sentenciantes
puntualizaron que '...atento al análisis efectuado del expediente de disposición tuitiva... cabe
señalar que el menor causante no ha evolucionado en un todo favorablemente en la medida
de sus posibilidades.'; que '...no cumplió con las pautas impuestas proporcionalmente a sus
posibilidades concretas, toda vez que no ha cumplido con los tratamientos que se le
encomendaron en relación a su problemática, tampoco realizó alguna actividad reglada —
educativa y/o formativa— tal como se le indicó, desaprovechando así las herramientas
institucionales que le pusieron a su alcance y durante la plena vigencia del seguimiento
tutelar, se involucró activamente en distintos episodios criminales pese a estar ya procesado
en algunos y declarado penalmente responsable en uno'. Tuvo asimismo en cuenta los
antecedentes condenatorios; las modalidades de los hechos investigados en las causas nº
5434, 6181 y 6312 mediante los que pusieron en peligro la integridad física y la vida de las
víctimas en virtud de los medios empleados; y la impresión 'no del todo favorable' del
causante, la que no sólo se sustentó en lo percibido en la audiencia de visu sino también en
lo que surgió del legajo tutelar. Luego se analizó si el objetivo del proceso penal
específicamente diseñado para los menores se logró. En ese orden, se señaló que '...en
proporción a sus posibilidades... y a la gravedad de los hechos... se le consignaron las pautas
pertinentes posibles de cumplir por su parte las que no acató, se le brindaron herramientas
institucionales para que se supere y no obstante ello las desaprovechó en virtud de su propio
accionar ...'; y que '...él es quien decidió no asistir a la escuela, no realizar talleres ...no
concurrir a la evaluación para ser derivado a un tratamiento, abandonar la comunidad
terapéutica, involucrarse en otros episodios criminales, etc... todo lo cual resultó un óbice
para que se procuren los objetivos y fines establecidos por el bloque normativo que hace al
sistema penal minoril'. Por todo ello, se concluyó fundadamente en la necesidad de imponerle
una sanción penal. En base a tales consideraciones, y luego de señalar las razones que
impedían acceder al beneficio absolutorio contemplado en el mismo artículo 4º de la ley
22.278, se precisó las razones por las que se consideró que correspondía aplicar la reducción
prevista en el citado art. 4º de la ley 22.278. Así, precisó el a quo que '...no se puede
desconocer la condición de menor de edad... al momento de la comisión de los hechos
delictivos... la cual pone de manifiesto su estado de vulnerabilidad —por tratarse de un sujeto
en pleno proceso de formación de la estructuración de la personalidad—', que '...debe estarse
a los objetivos de proporcionalidad y de promoción del bienestar general de los menores
establecidos por ...la (citada) Convención y ...las Reglas de Beijing...'; y que '...en el sistema
penal juvenil... la pena aparece como una medida de último recurso...'. [...] Así, estimó con
ajustado criterio, como atenuantes '...las circunstancias de vida del joven'; y como agravantes
'...los reiterativos actos disvaliosos ...que ponen de manifiesto su intención de inclinarse
hacia la senda delictiva pese a haber recibido un tratamiento... durante el curso de los
presentes actuados, al igual que la entidad y repercusión criminológica de los delitos por los
que fue condenado'. Sólo nos resta señalar, que la existencia de antecedentes condenatorios,
revela el desprecio del nombrado por el orden jurídico y resulta demostrativa de la necesidad
de un mayor refuerzo del mensaje preventivo especial, y por ende de la pena, para que el
encausado adapte su comportamiento a lo que las normas para una convivencia social
pacífica exigen, ello así desde que la renovada elección de un obrar opuesto a derecho puesta
de manifiesto al cometer nuevos delitos, demuestra que el fin de prevención especial antes

177
perseguido fracasó y que consecuentemente, si lo que se pretende es la reforma y la
readaptación social de los penados, ahora debe reforzarse ese objetivo constitucional de la
pena. Por lo que conceptuamos que todo lo expuesto revela que la elección de la escala penal
reducida, adecuadamente fundada en el caso, resulta ajustada a derecho, y
consecuentemente se impone también el rechazo del recurso interpuesto [...]"(35).
Es interesante señalar que la aplicación de la ley 22.278 también se ha considerado a los
efectos de un pedido de excarcelación efectuado en un proceso por ante la justicia de adultos:
"[L]os topes punitivos previstos para el delito de robo simple en grado de tentativa (artículos
42, 45 y 164 del Código Penal) permiten encuadrar la situación del procesado, en las
disposiciones de los artículos 316 y 317, inciso 1º, del Código Procesal Penal, en atención a
que no se ven superados los ocho años de pena privativa de libertad y al propio tiempo, el
mínimo de la pena contemplado torna procedente una eventual condena de ejecución
condicional, toda vez que no registra sanciones anteriores. Se agrega a favor de N. el hecho
de que al momento de la detención no opuso resistencia y que aportó un domicilio que pudo
constatarse. Por otra parte, lleva en detención —desde el 30 de marzo de 2013— un lapso
que se adecua al mínimo previsto para el delito que se le atribuye. Sin perjuicio de lo
indicado, no puede ignorarse que en ocasión de ser detenido resultó mendaz al proporcionar
sus datos personales, en tanto modificó su apellido por el de 'B...' —en verdad y a contrario
de lo afirmado a fs. 4 vta., ese solo alias ha reportado el Registro Nacional de Reincidencia
porque el apellido restante es justamente el que brindó en la indagatoria—, además de que
se encuentra vinculado a otros tres procesos que tramitan ante la justicia de menores, en
particular, porque el último de ellos data del 21 de septiembre de 2012, mientras que los
restantes se encuentran en la etapa de debate oral. El riesgo procesal de elusión que podría
inferirse a partir de lo enunciado, en el caso no justifica su encierro cautelar y puede
morigerarse mediante la imposición de una caución real que, en atención al informe social
glosado y lo expuesto en la audiencia oral por su defensa, se fija en la suma de quinientos
pesos ($ 500), junto con la obligación de concurrencia quincenal —días corridos— a los
estrados del juzgado interviniente [...]"(36)
Véase un complejo caso en el cual el tribunal de juicio había considerado que no era
necesaria la imposición de una pena al acusado menor de edad en orden al delito de
homicidio simple: "[E]l Tribunal Oral de Menores nro. 1, por mayoría, absolvió a S. M. P., por
aplicación del art. 4º de la ley 22.278 y por las razones que a continuación se expondrán. El
hecho por el cual se encontró responsable a P. es el siguiente: 'el día 8 de enero de 2007 a
las 22.00 horas, aproximadamente, frente al Nº 3159 de la calle Larraya de esta ciudad, S.
M. P. dio muerte a G. E. M., a quien apuñaló con una navaja de aproximadamente 15 cm.
de longitud, provocando con su accionar una lesión mortal a la altura del tórax. Momentos
antes del suceso, G. E. M., se había presentado en el ciber ubicado en el lugar, al mando de
su bicicleta, con el propósito de recriminar a P. y a los integrantes del grupo del que éste
formaba parte; haber molestado a su hermano L. manifestándoles que, si persistían con esa
actitud, iría con sus amigos y los mataría a todos. Acto seguido y luego de una reiterada
manifestación de los allí presentes de ser ajenos a la imputación, S. M. P., encontrándose
próximo a la víctima y ante el acercamiento de M., lesionó a la víctima a la altura del tórax
mediante el empleo de una navaja que previamente, había solicitado a su amigo R. V. en
préstamo. Luego de ello, M. dio unos pasos atrás y cayó al suelo procediendo aquel a alejarse
del lugar. La navaja utilizada siguió una trayectoria lesiva en dirección horizontal, de
adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y ligeramente de arriba hacia abajo, provocando
una herida cardíaca punzo cortante de 13 cm. de longitud, que provocó la muerte de G. M.
a las 23.45 del día 8 de enero de 2007 en el Hospital General de Agudos Parmenio Piñeiro.
Finalmente S. M. P. fue detenido el día 25 de enero en la ciudad de Las Toninas, Provincia
de Buenos Aires, no lográndose el hallazgo del arma utilizada'. Descripto el hecho que se
tuvo por probado procederé a realizar un resumen del tratamiento tutelar del menor puesto
que en ello se ha basado la sentencia que hoy se ataca. De las constancias del legajo personal,
resulta que S. M. P. estuvo dispuesto tutelarmente desde el 26 de enero de 2007 hasta el 30
de diciembre de 2009, fecha que entró en vigencia la ley 26.579, y en razón de ello se declaró
extinguida la disposición tutelar en fecha 3 de febrero de 2010. Se dejó sentado que el
imputado proviene de una familia con recursos económicos y culturales, conformada por sus
padres Carlos Antonio P., comerciante y abogado, su progenitora Susana M., ama de casa y
comerciante, quienes se encuentran separados, conviviendo actualmente con su madre y su
hermana Fernanda Gabriela P. de profesión docente y su abuela materna Dorinda R. A raíz
178
del hecho que dio origen a estos actuados ingresó al Centro de Admisión y Derivación,
Instituto Rocca de Capital Federal, dependiente de la Secretaría Nacional de la Niñez,
Adolescencia y Familia, siendo alojado en el sector de enfermería. [...] Se siguió referenciando,
en cuanto al entorno del imputado, que la progenitora del encausado se erige como vocera e
interlocutora de éste, lo que también habría funcionado de ese modo en la convivencia
familiar. El padre queda excluido y por fuera de la vida de sus hijos. Ambos progenitores
prosiguen con un discurso similar en cuanto a responsabilizar a terceros, se centran en
cuestiones judiciales, sin lograr involucrarse y reflexionar acerca de la problemática
individual y familiar del joven [...]. Sin grandes cambios en su seguimiento terapéutico, el
encausado egresó del Instituto M. Belgrano el 24 de agosto de 2009. A partir de ello se
confeccionaron los informes efectuados por el delegado inspector P. P. Allí se consignó que
P. se encontraba cursando en la Facultad '...' y que realiza actividades recreativas como la
práctica de patineta [...]. Comenzaré por recordar que, de acuerdo con lo dispuesto por
el artículo 4º de la ley 22.278, la decisión de si habrá de aplicarse pena a un menor
previamente declarado, incluye la posibilidad de atenuarla de acuerdo con la escala reducida
de la tentativa; y aún la de no imponerla [...]. Se trata de un dispositivo legal que establece
la reducción de pena, o su exoneración, como una facultad que asiste a los jueces quienes,
después de ponderar el conjunto de condicionamientos que rodearon la conducta a juzgar,
podrán optar por su aplicación, en caso de que lo estimen razonable. El fundamento de tal
facultad jurisdiccional, se sustenta en que la pena no puede exceder la del reproche que se
formule a una persona por haber obrado de modo ilícito, cuando tuvo la posibilidad de
comportarse conforme a la norma; es decir, debe ser la pena proporcional a la culpabilidad
del autor [...]. Del seguimiento realizado, y resumido en la primera parte de esta exposición,
surge que no se evidenció una modificación en cuanto al compromiso del joven con el espacio
terapéutico, teniendo una actitud de cierre y retracción en cuanto a abordar temáticas que
pusieran en juego sus conflictos intrapsíquicos, limitándose solo a dar cuenta de su quehacer
cotidiano y nunca asumió su responsabilidad subjetiva [...]. El joven P. sólo se ha limitado a
finalizar sus estudios, no implicando ello un esfuerzo para nada extraordinario esperable
respecto de quien ha privado a otro ser humano de la vida, teniendo en cuenta, además, la
capacidad intelectual y económica con las que cuenta el nombrado [...]. Por todo lo expuesto
entiendo que el encausado sólo se ha preocupado por su bienestar, no demostrando
arrepentimiento por el hecho durante el lapso que duró su tratamiento tutelar toda vez que
no se registró en ningún informe dicha circunstancia donde sí ha quedado evidenciado la
ausencia del respeto por la vida ajena. Así de la apreciación global de los hechos queda
demostrado que la impunidad del hecho por el cual se determinó la responsabilidad de P. no
contribuiría en la tarea resocializadora del joven. La ponderación de toda la situación fáctica,
llevada a cabo de modo integral y contextualizada, permite advertir que en el caso de autos
se dan las pautas necesarias para la aplicación de pena por parte del tribunal [...]. En
definitiva propongo al acuerdo, hacer lugar al recurso de casación interpuesto por el
representante del Ministerio Público Fiscal y de la parte querellante, casar la resolución
impugnada y en consecuencia remitir las presentes actuaciones al tribunal de origen para
que dicte una nueva resolución con arreglo a lo aquí decidido [...]" (37).
Sin embargo en el mismo decisorio para el juez Borinsky (y el juez Hornos, quién adhirió en
lo sustancial a este voto), "[N]o puede soslayarse que la necesidad de pena se encuentra
intrínsecamente relacionada con la legítima finalidad que con su imposición persigue el
Estado, esto es, 'la reforma y la readaptación social' del condenado (cfr. C.A.D.H., art. 5.6 y
P.I.D.C.y P., art. 10.b.3.). En particular, en el caso de los menores en conflicto con la ley
penal, cobra especial relevancia 'la importancia de promover la reintegración del niño y de
que éste asuma una función constructiva en la sociedad' (C.D.N., art. 40.1.) [...]. En
consecuencia, el estudio concreto que se realiza en la presente causa, me lleva a tener por
satisfecha la necesidad de imposición de pena. Ello así, ante el gravísimo hecho por el que
se declaró penalmente responsable a S. M. P. (homicidio del menor de quince años de edad,
G. E. M., ocurrido el 8 de enero de 2007) y la ausencia de elementos que objetiven que el
causante ha efectivamente internalizado la magnitud del daño causado, constituyen
suficientes fundamentos para tener por satisfecha la exigencia de necesidad de imposición
de pena de prisión a S. M. P. (art. 4, inc. 3, párrafo segundo, de la ley 22.278) [...]. Los
derechos especiales que tienen los niños por su condición de tales, en lo que a la imposición
de penas concierne, se vinculan con dos aspectos diferentes: la concreta necesidad de pena
y la medida de la culpabilidad. La determinación de la pena —su necesidad ya fue analizada

179
en el acápite que antecede— exige que aquella se encuentre debidamente fundada (arts. 123
y 404, inc. 1 del C.P.P.N.). Además, que guarde proporcionalidad con la magnitud del injusto
y la culpabilidad del autor [...]. A partir de los principios constitucionales que rigen la
materia, cabe determinar el monto de pena que corresponde imponerle a S. M. P., limitando
la medida de la pena a la capacidad disminuida del menor, aplicando a tal efecto, la
reducción de la escala penal expresamente prevista en el art. 4, inc. 3, segundo párrafo de
la ley 22.278 al quántum punitivo que surge del delito de homicidio simple (art. 79 del C.P.)
por el cual fue declarado penalmente responsable el imputado. En consecuencia, la escala
penal a partir de la cual corresponde merituar el monto punitivo a aplicarle a S. M. P.,
encuentra un mínimo legal de cuatro años de prisión y un máximo de dieciséis años y cuatro
meses de prisión (arts. 44 y 79 del C.P., en función del art. 4, inc. 3, segundo párrafo de
la ley 22.278). En este sentido, realizada en esta instancia la audiencia de visu respecto de
S. M. P. de conformidad con los lineamientos fijados por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el fallo 'NIZ' (N.132 XLV, rta. el 15/6/2010) y tomando como límite máximo el
pedido de pena realizado por la querella (quince años de prisión) y el Ministerio Público Fiscal
(siete años y seis meses de prisión) en sus recursos, corresponde considerar, como
circunstancia atenuante a los fines del arts. 40 y 41 del C.P., la ausencia de antecedentes
penales del imputado, el haber finalizado sus estudio secundarios y haber dado comienzo a
los universitarios, así como también el buen comportamiento que mantuvo durante su
tratamiento tutelar. Como circunstancias agravantes se computa el medio empleado para
causarle la muerte a la víctima —apuñalándolo en el torax con una navaja de
aproximadamente 15 cm. de longitud— y la circunstancia de modo en la que se produjo la
agresión que sufrió G. E. M. La misma tuvo lugar en el marco de un contexto que no evidenció
peligro o violencia alguna para el imputado (la víctima llegó sólo y en una bicicleta a un local
comercial —'ciber'— en el que se encontraba el imputado junto con un grupo de amigos,
para exigirles, en plena desventaja numérica, que no molesten más a su hermano; cfr.
sentencia de fs. 439/495), extremo que evidencia la ausencia de toda consideración por parte
del imputado al bien jurídico protegido que afectó, demostrando desprecio por el derecho a
la vida del que gozaba la víctima (art. 1 de la D.A.D.H., art. 4.1 de la C.A.D.H., art. 6.1 del
P.I.D.C.P y art. 6.1 de la C.D.N.). El juicio de mensuración llevado a cabo da cuenta de un
alto grado de culpabilidad del imputado, que justifica la imposición de una pena que se aleje,
razonablemente, del mínimo legal resultante de la escala penal aplicable en el sub lite. En
dichas condiciones, encuentro ajustado a derecho y a las constancias de la causa, por
considerarlo proporcional con la magnitud del injusto y el grado de culpabilidad del autor
verificado en el sub examine, imponerle a S. M. P. la pena de 6 (seis) años de prisión,
accesorias legales y costas en la instancia anterior, por resultar autor penalmente
responsable del delito de homicidio simple (arts. 5, 12, 29, inc. 3, 40, 41 y 79 del C.P. y art.
4 de ley 22.278) [...]"(38).
Otro interesante punto de análisis se planteó en los casos de delitos cometidos por personas
menores de edad, sancionados con la pena máxima en el Cód. Penal, y su adecuación al
régimen penal de la minoridad: "[Q]ue el Tribunal Oral de Menores Nº 1 de esta ciudad, en
la causa Nº 7307 de su registro, con fecha 15 de agosto de 2013, cuyos fundamentos fueron
leídos el 23 de agosto del mismo año, resolvió: 'I) Declarar a G. J. A. B. (...) coautor penalmente
responsable de los delitos de robo calificado por su comisión con arma de fuego, homicidio
'criminis causae', para consumar otro delito, robo calificado por su comisión con arma de fuego,
en grado de tentativa, y autor penalmente responsable del delito de portación de arma de
guerra sin la debida autorización legal, todos ellos en concurso real entre sí (artículos 42, 44,
45, 55, 80 inciso 7, 166 inciso 2º, párrafo 2º y 189 bis, apartado 2, párrafo 4º del Código Penal
y 4º de la ley 22.278). II) Condenar a G. J. A. B. (...) en orden a los delitos por los que fue
declarado coautor y autor penalmente responsable en el punto dispositivo [I)] del presente
decisorio a la pena de doce años de prisión, accesorias legales y costas (arts. 5, 12, 29 inciso
3º, 40, 41, 45, 55, 80 inciso 7º, 166 inciso 2º, párrafo 2º y 189 bis, apartado 2, párrafo 4º del
Código Penal y 4º de la ley 22.278 y arts. 530 y 531 del Código Procesal Penal)' [...].
Corresponde abordar el cuestionamiento dirigido por la defensa contra la concreta
mensuración de la pena de doce (12) años de prisión, en función de la calificación legal por
la que resultó condenado G. J. A. B. (artículos 42, 44, 45, 55, 80 inciso 7, 166 inciso 2º,
párrafo 2º y 189 bis, apartado 2, párrafo 4º del Código Penal y 4º de la ley 22.278). Para ello,
corresponde señalar que el 'a quo' ponderó 'la naturaleza de las acciones (...), específicamente
la violencia en las personas, la entidad y gravedad de las lesiones provocadas a la víctima

180
que produjeron su deceso y el evidente desprecio por la vida'. Asimismo, los sentenciantes
valoraron 'la edad, en cuanto al aspecto cognitivo del causante —20 años—, su educación en
lo atinente al grado cultural que cabe asignarle en relación directa a dicho disvalor de acción,
las costumbres relativas al núcleo socioeconómico del que deriva parcialmente condicionantes
de su accionar como pauta cultural en lo afectivo y volitivo, lo que a su vez trasunta por igual
valorada conducta asumida por el citado, luego de haber acaecidos los eventos que constituyen
el objeto procesal del legajo. (...) [C]orresponde efectuar una clara valoración en cuanto al rol,
que en tal sentido desplegara el causante para lograr el ilícito en cuestión, y en tal sentido los
consecuentes antecedentes que pudieran obrar al respecto, condicionantes de ello. Por otra
parte, de igual modo cabe hacer referencia a todas las condiciones personales que signaran el
desarrollo de la vida del inculpado, la posible influencia de los vínculos interpersonales que
fueran el tejido social con el que se vinculara y en el que se desarrollara. De igual forma, se
han de ponderar todas las circunstancias de modo, tiempo y ocasión en que se desplegaran
las conductas típicas asignadas tendientes a delimitar el grado de disvalor de las acciones
descriptas y el consecuente grado de reprochabilidad y exigibilidad de una conducta distinta
que cabe en tal concepto exigir del causante'. Por otra parte, el tribunal 'a quo' tuvo
especialmente en cuenta lo decidido por la Corte Interamericana de Dererechos Humanos en
el caso 'Mendoza y otros vs. Argentina' (14/05/2013) para lo cual, resaltó que dicho
precedente "establece la improcedencia de (...) imponer penas atemporales a menores de
edad'. En virtud de lo expuesto, el planteo de la Defensora Pública de Menores e Incapaces
no puede prosperar en tanto la resolución puesta en crisis, a partir del concreto monto
punitivo impuesto, condenó a B. en los términos previstos por el art. 80 inc. 7 del C.P.,
observó los lineamientos de la C.I.D.H., e impuso un monto punitivo concreto (12 años de
prisión) que resulta ajustado a derecho y a las concretas circunstancias de la causa que
fueron ponderadas por los sentenciantes [...]"(39).
Para aportar otro matiz que difiere de la pena impuesta a una persona adulta, también se
recogió jurisprudencialmente la posibilidad de modificar la sanción de acuerdo a la evolución
del condenado: "[A] la hora de establecer la pena a imponer, deben considerarse las
condiciones personales del encartado. En tal sentido, de los informes agregados del legajo de
personalidad se desprende que el encartado proviene de un hogar desintegrado por la
separación de los padres. Se destaca que su progenitor fue condenado por abusar
sexualmente de una de sus hermanas, hija de su madre y OC, su primer pareja. Vivía con
su madre y cuatro hermanos, la esposa de uno de ellos y su sobrino. Completó los estudios
primarios en 2004, con buen rendimiento, sin haber repetido grados. Abandonó los estudios
en la escuela secundaria, cuando cursaba segundo año. Comenzó a trabajar en 2008 como
ayudante de albañil, dejando de hacerlo dos meses antes a su detención. Consumía pasta
base y marihuana, desde ocho meses antes del hecho, siendo esta problemática común a
sus hermanos varones. Se agrega a fs. 4 que, aunque no es posible afirmar una identificación
masiva con un modelo transgresor de conducta, se detectaron indicadores de inclusión en
situaciones de sumo riesgo. En suma, en el informe se concluye que: '...proviene de una
familia disfuncional con historia que incluyen secretos familiares sostenido oportunamente
mediante mentiras a los chicos. Esto lo mantuvo toda la familia pensando que era mejor para
los chicos que ignoraran lo que el papá le había hecho a la hermana mayor cuando era
pequeñita. Sin duda esta historia familiar debe ocultar otras facetas que también podrán ir
trabajándose a medida que vayan surgiendo...'. Dado que no registra otras condenas y
tomando en consideración la situación reductora de la culpabilidad que se deriva de su
menor edad y de las circunstancias atenuantes que se derivan de sus características
personales, estimo que la pena de seis años de prisión, accesorias legales y costas resulta
adecuada a derecho. Esta sanción, que resulta una aplicación directa de los postulados de
la Convención del Niño y de los instrumentos mencionados más arriba, debe estar enlazada
con los fines que el citado Tratado establece para el derecho penal juvenil. Es decir, debe
estar regida por el principio del interés superior del niño, por la detención cómo último
recurso y por el lapso más breve que proceda; y propender a su rápida reinserción social.
[...] [E]stimo adecuado, de acuerdo a ello, disponer que la pena impuesta puede ser
modificada a favor del joven, de acuerdo a su evolución, pudiéndose reemplazarla por otros
medios menos gravosos a la privación de libertad, acudiéndose, incluso a medidas
alternativas, en la medida en que el pronóstico de reinserción social así lo aconseje. Con ese
objeto, adecuando los parámetros de la ley 24.660 a la Convención del Niño y conforme lo
establece la Observación General nº 10, considero adecuado decidir que podrán aplicarse los

181
diversos institutos que la mencionada ley de ejecución penal establece, sin los plazos de esa
norma, que serán reemplazados por informes periódicos que controlen la evolución del
imputado A. [...]"(40).
Si bien la unificación de penas es un punto respecto del cual pareciera ser necesario
consolidar una teoría específica, valen algunos apuntes jurisprudenciales al respecto: "[E]l
último de los agravios se refiere a la unificación de penas dispuesta en el punto 7) de la parte
dispositiva del fallo, ya que la defensa había pedido que la sanción final a imponer no
superara en ningún caso los cinco años y cinco meses que le aplicó el Tribunal Oral en lo
Criminal nº 21 el 2 de agosto de 2012 y destacó que en virtud de la edad del imputado, el
monto de pena impuesto se convertiría en una pena inhumana y degradante. El sentenciante
al momento de unificar las condenas que pesaban sobre A. evaluó (por remisión a los
parámetros establecidos en el punto 12 del voto que lideró el acuerdo) aspectos tanto
negativos como positivos. Así tuvo en cuenta la modalidad y violencia ejercida en los hechos
cometidos pues en ambos casos efectuó disparos contra la anatomía de otras personas. En
su favor ponderó su juventud, su situación de alta vulnerabilidad personal, sin contención
normativa suficiente de parte de sus familiares, el consumo de drogas, la escasa instrucción
recibida. Estos últimos aspectos movieron al tribunal a aplicar el método composicional de
penas, imponiéndole un monto de pena en 1 año y 9 meses inferior al que le hubiera
correspondido de haber escogido el método aritmético. Así las cosas se advierte que el
tribunal de mérito ha fundado debidamente la aplicación del monto unificado que viene
cuestionando la defensa, y que esa motivación supera el control de logicidad pues el tribunal
ha dado razones concretas en cuanto al porqué de la elección del monto único resultado de
la composición de las penas, enunciando las características de los hechos que les dieron
origen [...]"(41).
Por otro andarivel se relevó también en la jurisprudencia la aplicación de una pena por
debajo incluso de la escala prevista para la tentativa del delito, es decir, un avance todavía
mayor que la hermenéutica utilizada por la CS en "Maldonado". En este razonamiento, "[L]a
reducción establecida por la ley en su artículo 4, se ajusta a los criterios de la Convención
pues permite aplicar una pena diferenciada respecto de la que pueda corresponder a una
persona mayor de dieciocho años de edad en las mismas circunstancias. Sin embargo
entiendo que el mandato constitucional al que estamos obligados los jueces de la
especialidad de ajustar el encarcelamiento por el menor tiempo posible (art. 37 de CDN), no
puede quedar limitado a ese tope mínimo, sino que a la vez debe de ser establecido en cada
caso de acuerdo a el mandato consignado en el artículo 40, inc. 4º de la normativa supralegal,
en cuanto a que la determinación de la pena o la sanción debe guardar proporción no solo
con la infracción —que ya lo ha determinado el legislador— sino con las circunstancias
personales del justiciable. Repárese que aún dentro de los límites reducidos fijados por la
ley, puede que el monto mínimo establecido sea excesivo y que por tanto se transforme en
una medida retributiva no educativa, en consecuencia cruel, y prohibida expresamente por
la norma [artículo 40.1 de la CDN] [...]"(42).
Sin embargo, fue otro el criterio de la Alzada al entender en este decisorio: "[L]a solución a la
que arribó el sentenciante afectó, a no dudarlo, el saludable equilibrio de poderes de la
República sentado en la Constitución Nacional (arts. 1, 75 inc. 12 y 116). De tal guisa, si
para el a quo debía imponerse a F. una pena disminuida conforme a las reglas de la tentativa,
según lo prevé el artículo 4º de la ley minoril, esa pena debía ser determinada según el marco
punitivo resultante de los artículos 42, 44, 55, 80 inc. 7 y 166 inc. 2º del Código Penal, que
parte de diez años a treinta y cinco años de prisión. Sin que ningún criterio de
'discrecionalidad' permita apartarse del catálogo legal vigente para aplicar una pena de
ejecución condicional [...] por mandato constitucional y dado al sistema de división de
poderes, es atribución exclusiva del Congreso de la Nación la creación de las leyes mientras
que los jueces deben decidir que es lo justo para el caso concreto aplicando e interpretando
las leyes vigentes [...]"(43).
En sentido similar, "[S]i bien el accionar de los imputados representaba un grave peligro
potencial para la salud y seguridad pública en virtud de la gran cantidad del material
estupefaciente que transportaban, la circunstancia de que el transporte fuera efectuado sin
un gran despliegue de inteligencia criminal al llevar los bolsos en el interior del vehículo de
forma que podría ser advertido de forma muy simple por el personal preventor —tal sucediera
en la presente causa—, me permite aseverar que, como expresa el profesor Zaffaroni, el
182
esfuerzo por alcanzar la situación concreta de vulnerabilidad que realizaran los imputados
no ha sobrepasado el umbral mínimo de la escala penal prevista en abstracto por la figura
típica en cuestión. Además, es de reparar en el hecho de que los imputados vienen
cumpliendo las condiciones que le impusiera el auto de soltura, los que lo que demuestra su
posible voluntad de reinserción social. Pero además, en medular tener presente las normas
que regulan el procedimiento del menor (Ley 22.278) a fin de determinar la pena que
corresponde a E. ya que al cometer el hecho el imputado tenía 17 años. [...] Considerando
que este Tribunal ha tenido oportunidad de mantener un contacto directo con el menor, que
E. no posee antecedentes, que ha realizado diversos estudios y que actualmente se encuentra
con un trabajo estable, entiendo ajustado a derecho reducirla la pena que prevé el art. 5, inc.
"c" de la ley 23.737 en la forma prevista para la tentativa (art. 44 CP), y por tanto propicio a
mis pares se lo condene a dos (2) años de prisión. Considero además que deberá dejarse en
suspenso el cumplimiento de la pena de prisión impuesta precedentemente, sujeto a las
siguientes condiciones que deberá cumplir durante el término de dos (2) años (artículos 26
y 27 bis del Código Penal): a) Fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato; b)
Abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas alcohólicas; todo bajo
apercibimiento de lo dispuesto por el artículo 27 bis del Código Penal [...](44).

6. LA INNECESARIEDAD DE IMPOSICIÓN DE UNA PENA (LA "ABSOLUCIÓN DEL ART. 4º")

Si a pesar de haber sido el imputado menor de edad declarado penalmente responsable el


TOral Men. estimase innecesario la imposición de una sanción a la persona previamente
declarada penalmente responsable (conforme los parámetros establecidos en el segundo
párrafo del art. 4º de la ley 22.278)(45), el Tribunal podrá absolverlo.
Esta sentencia de mérito no debe ser confundida con la clásica solución absolutoria del
derecho penal de adultos, en virtud de que aunque se las mencione de igual modo, en el caso
de las personas menores de edad su aplicación está vinculada al desarrollo positivo del
expediente tutelar.

Se transcribirán a continuación varias sentencias para que pueda observarse la narrativa de


este tipo de resoluciones y los elementos en ellas valorados para decidir la no imposición de
pena a una persona previamente declarada penalmente responsable.
Así, "[E]ntiendo que los avances logrados por el menor hasta cumplir los 21 años (y creo que
ello es lo que transforma a este caso en un paradigma) resultan más que suficientes para
concluir que la disposición tutelar ha sido positiva, pues de lo contrario deberíamos
preguntarnos, entonces, ¿qué cosas debería realizar un menor sujeto a tutela para que su
tratamiento sea adecuado, y consecuentemente, disponer su absolución? Por ello considero
que la decisión del Tribunal esconde un reproche por la nueva imputación penal que registra
G. A., la que resulta ajena e independiente a esta causa, vulnerándose los principios de
inocencia y ne bis in idem. Ello sin dejar de señalar —una vez más— que, en el hipotético
caso de que recaiga sentencia condenatoria en aquél proceso, al momento de los hechos el
mencionado ya era mayor de edad, motivo por el cual el Tribunal de Menores carece de
jurisdicción sobre el comportamiento desplegado en esta franja etaria. En definitiva, teniendo
en cuenta los logros demostrados durante la disposición tutelar, corresponde la absolución
de G. A., pues de lo contrario la medida dispuesta constituyó una situación irregular de
legalidad [...]"(46).
183
Véase también esta interesante valoración de las circunstancias personales y familiares del
imputado menor de edad: "[L]lega la causa a conocimiento de esta Sala en virtud del recurso
de casación deducido por el defensor público oficial ad hoc en ejercicio de la defensa de F. D.
V. A., contra la decisión de fecha 10 de octubre de 2012, del Tribunal Oral de Menores nº 1,
que resolvió 'CONDENAR a F. D. V (...) a la PENA DE NUEVE MESES DE PRISIÓN, CUYO CUMPLIMIENTO SE
DEJA EN SUSPENSO Y COSTAS, en orden a los delitos de ROBO EN POBLADO Y EN BANDA EN GRADO DE
TENTATIVA —Causa Nro. 6990— en calidad de coautor y ROBO SIMPLE —causa Nro. 6971— en
calidad de autor, que concurren en forma real entre sí, por los cuales fue declarado penalmente
responsable con fecha 14 de septiembre de 2012 [...]. Previo a todo, interesa señalar que el
día 30 de agosto de 2012, se celebró ante el Tribunal Oral de Menores nº 1 el acuerdo de
juicio abreviado. Ello en el marco de las causas 6971 y 6990 de ese registro y a tenor de lo
dispuesto por el artículo 431 bis del CPPN. En dicha ocasión, el Fiscal General manifestó que
estimaba 'suficiente que el imputado sea declarado penalmente responsable por los ilícitos y
condenado a una pena de dos años de prisión y costas en el caso de que la imposición de la
misma, en su totalidad o con la reducción prevista en el artículo 4º de la ley 22.278 surja
necesaria del resultado del tratamiento tutelar al que el menor se encuentra sometido'. La
defensa y el imputado manifestaron conformidad con los hechos atribuidos, participación y
calificación jurídica según lo propuesto por el acusador [...]. En el informe elaborado en
virtud del expediente tutelar nº 6143 del tribunal mencionado, la Licenciada C. B., refirió
que el encartado proviene de un grupo familiar en situación de exclusión social, que debe
implementar diversas 'estrategias de sobrevivencia' y que atravesó varias 'crisis de
integración' familiar. Más adelante, especificó que '...la actual pareja de la progenitora —
padre de los dos hermanos menores del joven, uno de ellos paciente de una enfermedad en la
médula ósea— sufrió un accidente cerebro-vascular en el mes de octubre de 2012, lo que
ocasionó su interrupción laboral —tarea que desarrollaba como pocero en la zona de residencia
y llevaba a trabajar consigo al joven V. A.—, situación que arrojó al tutelado y a su madre al
cartoneo para la subsistencia del grupo'. Agregó que '(d)icha circunstancia habría propiciado
en el joven su incursión en el consumo de sustancias tóxicas, problemática de larga data. Al
momento de inicio de la presente (...) residía junto a su madre, la pareja de ésta y siete
hermanos. En su evaluación de admisión, pudo referir el compromiso adictivo que padecía y a
partir del cual asistía —desde seis meses antes— al CPA de San Miguel dos veces por semana
y concurría una vez por semana junto a su madre a los talleres educativos de carpintería y
electricidad dictados en la Iglesia ... (...) la progenitora y sus hijos se dedicaban a abrir puertas
de taxis en la zona, recibiendo ayuda de alimentos y ropa en la Iglesia antes referida (...).
Asimismo habría transcurrido los seis meses anteriores a su internación en el Centro
terapéutico '...' desde donde asistía a la escuela, acompañado por un operador, y también
visitaba a su madre' [...]. El 3 de octubre de 2012 se llevó a cabo la audiencia a los fines
del artículo 4º de la Ley nº 22.278. En esa ocasión, F. V. A. manifestó que vivía en el barrio...
junto con su madre y hermanos; que jugaba al fútbol, hacía gimnasia y participaba una vez
a la semana en un taller de carpintería. Explicó que el sustento económico de la familia
provenía de la asignación social que recibe la progenitora y del 'cartoneo' que ambos realizan
en la zona de Chacarita con un carro alquilado. También contó que recientemente tramitó el
Documento Nacional de Identidad con ayuda de una de las delegadas para ingresar al
referido trabajo de repositor en la cadena... Agregó que asistió a un taller de adicción en una
parroquia y que abandonó el consumo desde que se encuentra en libertad. [...] Ahora bien,
ingresando al tratamiento del recurso interpuesto, adelanto que a mi criterio corresponde
hacer lugar al planteo de la defensa. Recordamos que el agravio principal del recurrente es
que el Tribunal decidió rechazar el pedido de absolución incoado por esa parte a pesar de
que estaban dadas todas las condiciones para ello, de conformidad con lo normado en
el artículo 4º de la Ley 22.278. Y, por las consideraciones que siguen, habré de coincidir con
el impugnante en que tal decisión constituye una errónea aplicación de la citada ley y además
es arbitraria [...]. Puede verse que la decisión condenatoria estuvo asentada básicamente en
dos líneas argumentales. En primer lugar, los jueces afirmaron que el tratamiento tutelar no
había tenido éxito —atribuyendo el presunto fracaso a V. A.— y, por otra parte, sostuvieron
que el nombrado no tenía 'una actitud tendiente a mejorar su situación personal' o 'interés
real' en reinsertarse en la sociedad. Respecto de estas cuestiones, cabe decir en primer
término, que —a contrario de lo afirmado por los magistrados— surge de los informes
obrantes en el expediente pupilar y de lo declarado por el propio justiciable en ocasión de la
audiencia respectiva, que éste respondió favorablemente al tratamiento tutelar. En efecto, de
dichas constancias surge que, como resultado del seguimiento, el imputado tramitó su
184
documentación de identidad y se encaminó a continuar sus estudios y a conseguir el puesto
laboral ya referido. Pero, además, no puede soslayarse que vive con su madre y hermanos y
trabaja en la esforzada labor de cartonero para contribuir a la manutención del grupo
familiar. En segundo lugar, las consideraciones —conjeturales— de los jueces en torno a la
'actitud' del encartado frente al trabajo y al consumo de estupefacientes refieren a aspectos
subjetivos que, por expresa disposición del artículo 19 de la Constitución Nacional, integran
un ámbito privado en el cuál el Estado no puede inmiscuirse [...]. De cuanto ha sido expuesto
hasta aquí surge entonces que los jueces del caso no justificaron la necesidad de aplicar una
pena respecto de V. A. y que, por el contrario, su situación particular ameritaba la aplicación
de la solución absolutoria prevista en la ley. [...]"(47).

7. LA ABSOLUCIÓN

En relación con la absolución del acusado, es preciso señalar dos cuestiones. En primer
lugar, la mayoría de edad civil se alcanza a los 18 años de edad. Una segunda observación
permite evidenciar que en la práctica judicial por aplicación de los principios de la CDN y del
debido proceso, la disposición tutelar cesa inmediatamente con la sentencia absolutoria de
la persona menor de edad acusada de cometer un delito.
CAPÍTULO 14 - LA EJECUCIÓN DE LA PENA

1. LOS JUZGADOS NACIONALES DE EJECUCIÓN PENAL Y SU COMPETENCIA

En el ámbito de la justicia nacional con asiento en la Capital Federal existen cinco Juzgados
Nacionales de Ejecución Penal.
El juez de Ejecución Penal es asistido por un secretario y un equipo interdisciplinario
integrado por especialistas en medicina, psiquiatría, psicología, sociología, asistencia social
y en su caso, antropología (que a la fecha no se encuentra en funciones) (1).
La ejecución de las sentencias de los Tribunales Orales de Menores con relación a las
personas condenadas por delitos que a la fecha de los hechos eran menores de edad también
está a cargo de estos juzgados (en términos generales). De igual manera respecto de las
sentencias de los Juzgados Nacionales de Menores en cuanto a su competencia correccional.
Sobre el alcance del principio de especialidad en la organización judicial (2)en esta instancia
procesal se resolvió que: "[E]s menester coincidir con el criterio expuesto por el Juzgado de
Ejecución Penal en el sentido de que, dadas las circunstancias del caso, el respeto a la
especialidad que la materia de la minoridad reviste aconseja que el control sobre las reglas
de conducta dispuestas al tiempo de otorgarse la suspensión del proceso a prueba de los
imputados sea ejercido por la Secretaría Tutelar del Juzgado de Menores interviniente [...]" (3).
En sentido contrario se concluyó que: "[A]l sancionar el Congreso Nacional las leyes 23.984 y
24.050 que regulan el procedimiento penal y la organización de la administración de la
justicia penal, no sólo determinó su criterio de especialización en relación al trámite de las
causas en la que se encuentran involucrados jóvenes infractores de la ley penal, sino que
también hizo lo propio con una organización específica del poder judicial en lo referente a la
supervisación de la ejecución de las condenas impuestas en todo el orden nacional. Así colocó
en cabeza del juez de ejecución penal de modo excluyente, el control del cumplimiento de las
condenas impuestas por los diferentes tribunales penales, sin distingo de la especialidad que
hubiese gobernado el trámite de atribución de responsabilidad y consecuente sanción. De
ese modo, el legislador prefirió hacer primar con especialidad a la ejecución penal sobre
185
otras, haciendo al juez de ejecución un juez de garantías en el marco del cumplimiento de
las condenas impuestas [...] aun la de menores [...]"(4).
Mediante una reforma procesal penal(5)se estableció que las funciones de juez de ejecución
que establece el CPPN fueran desempeñadas en los TOral Fed. y TOral Penal Económico con
asiento en la Capital Federal por un juez del tribunal que hubiera dictado sentencia en las
respectivas actuaciones.
Tales funciones son ejercidas también por los jueces nacionales en lo criminal y correccional
federal con asiento en la Capital Federal, en lo penal económico y en lo penal tributario
respecto de las sentencias definitivas o autos que concluyan o suspendan a prueba el trámite
de procesos que ellos dictaren.
En ambos casos las decisiones adoptadas por los referidos órganos judiciales serán
recurribles por la vía que establece el CPPN ante la CFCasación Penal(6).
Se resolvió en consecuencia que: "[L]a ley 26.371 no contiene ninguna cláusula expresa
sobre el momento de su entrada en vigencia. En defecto de determinación expresa la cuestión
se decide por la regla general del art. 2º del Código Civil, que establece que las leyes serán
obligatorias después de los ocho días siguientes al de su publicación oficial. Habida cuenta
de que la ley en examen ha sido publicada en el Boletín Oficial del día 30 de mayo de 2008,
debe tenérsela como ley vigente desde el 8 de junio siguiente (...). Una interpretación
contextual muestra que la interpretación contraria es incorrecta. En primer lugar, porque la
misma disposición no puede ser desprendida de su segunda frase: los cargos creados por la
ley que requieren de financiación. En segundo lugar, porque hay disposiciones de la ley que
no requieren de implementación alguna, así por ejemplo los arts. 7, 10 y 31 [...] Que, habida
cuenta de que el legajo de ejecución en el que se suscitó el conflicto negativo de competencia
fue remitido al juez de ejecución el día 13 de junio de 2008, esto es, después de la entrada
en vigencia de la ley 26.371, corresponde que la cuestión se rija por esta ley, y que el Tribunal
Oral en lo Penal Económico designe el juez que habrá de tomar a cargo el control del
cumplimiento de la pena [...]"(7).
Finalmente y en atención a su intervención en múltiples contiendas de competencias,
concluyó la Cámara Nacional de Casación Penal a través de una Acordada que correspondía
"[a]signar en lo futuro la competencia funcional en la Capital Federal del Juez de Ejecución
Penal (art. 72 bisde la ley 24.121 modificado por el art. 11 de la ley 26.371) al tribunal oral
en lo criminal federal o en lo penal económico según correspondiere [...]"(8).
Los Jugados Nacionales de Ejecución Penal se encuentran ubicados en:
— Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 1, Alsina 1418, piso 1º, Ciudad de Buenos
Aires.
— Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 2, Alsina 1418, piso 2º, Ciudad de Buenos
Aires.
— Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 3, Alsina 1418, piso 3º, Ciudad de Buenos
Aires.
— Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 4, Alsina 1418, piso 3º, Ciudad de Buenos
Aires.
— Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 5, Alsina 1418, piso 3º, Ciudad de Buenos
Aires.
La competencia de los Juzgados Nacionales de Ejecución Penal es la siguiente (9):
• Controlar que se respeten todas las garantías constitucionales y tratados
internacionales ratificados por la República Argentina en el trato otorgado a los
condenados, aquellos que se encuentren en prisión preventiva y personas sometidas a
medidas de seguridad;
• Controlar el cumplimiento por parte del imputado de las instrucciones e imposiciones
establecidas en los casos de suspensión del procedimiento a prueba (art. 293 del CPPN);
• Controlar el cumplimiento efectivo de las sentencias de condena dictadas por el Poder
Judicial de la Nación;
186
• Resolver todos los incidentes que se susciten en dicho período (entre ellos, la libertad
asistida y la libertad condicional); y
• Colaborar en la reinserción social de los liberados condicionalmente.
Si bien excede el marco de este trabajo, enfocado al funcionamiento de la Justicia Nacional
de Menores, es de notar las múltiples contiendas de competencia que se presentan en la
práctica forense respecto de la competencia de los Juzgados Nacionales de Ejecución Penal.
A modo de ejemplo, "[M]otiva la intervención del tribunal la elevación en consulta del rechazo
de la acción de hábeas corpus interpuesta por M. E. M., quien solicitó el cumplimiento de la
salida mensual dispuesta por el Juzgado Nacional de Ejecución Penal nº 1, en los términos
del art. 166 de la ley 24.660. El nombrado explicó que, pese a lo dispuesto por el Juez de
Ejecución, recién obtuvo la primera salida —luego de interponer acción de hábeas corpus—
, a fines de marzo del corriente y que el 3 de mayo pasado el jefe de turno le comunicó que
figuraba en la lista de este sábado —4 de mayo—, enterándose luego de que lo habían dado
de baja de la lista, sin brindarle mayores explicaciones. Así, al haber comparecido ante la
Secretaría, el peticionante manifestó que la salida que le fuera permitida tampoco se había
hecho efectiva durante el mes de abril. Ahora bien, surge de las constancias incorporadas al
presente legajo que efectivamente el presentante ha sido beneficiado con el instituto
mencionado y que éste debe cumplirse en los días y horarios que las autoridades
penitenciarias consideren pertinentes. El informe actuarial a contrario de lo afirmado el
peticionante al ratificar la presente acción, da cuenta de que M. ha concurrido a visitar a su
padre el 6 de abril pasado, tal y como lo ha dispuesto el Sr. Juez de Ejecución Penal, por lo
que, resultando atendibles las razones por las que las autoridades de la Dirección de
Traslados dieron de baja al nombrado de la lista de salidas del día 4 de mayo, y habiéndose
dispuesto que se cumpla a la brevedad en el transcurso del mes corriente la visita de M. E.
M. al domicilio de su padre, entendemos que las circunstancias expuestas por el nombrado
no encuadran en un agravamiento de sus condiciones de su detención, en los términos
del art. 3 de la ley 23.098. Por tales motivos, corresponde aprobar lo actuado, sin perjuicio
de que deberá remitirse copia al Sr. Juez a cargo del Juzgado de Ejecución Penal nº 1, a los
fines que estime correspondan [...]"(10).
En otro precedente, "[Q]ue el Juzgado de Ejecución mencionado, con fecha 10 de marzo de
2014, devolvió el legajo Nro. 142670 seguido a J. C. D. F. al Tribunal Oral referido, a sus
efectos, invitando a sus integrantes, para el supuesto de no compartir el criterio sustentado
en esa decisión, a dirimir la cuestión por ante esta Cámara. Recordó en primer término que
el imputado ha sido condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2 de esta Ciudad a
una pena de efectivo cumplimiento y que el mismo se encuentra en libertad ya que el
mencionado Tribunal le concedió la excarcelación en los términos del art. 317 inc. 5º) del
C.P.P.N. Expuso que la remisión de los respectivos testimonios a la sede de ejecución se
realizó sin haberse adecuado la situación procesal del condenado, puesto que debió haberse
convertido en libertad condicional la soltura por excarcelación de la que gozaba en los
términos del art. 317, inc. 5º), del C.P.P.N. y haberse fijado las pautas previstas en el art. 13
del Código Penal, las que, luego, sí serían objeto de contralor por su parte (art. 493 del
C.P.P.N.) [...] Que, recibida la causa, el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2, con fecha 20 de
marzo de 2014, rechazó el planteo de competencia y devolvió el legajo al Juzgado de
Ejecución Nº 3. Sostuvo que conforme surge del Título III, Capítulo II del C.P.P.N., es
competencia exclusiva del Juez de Ejecución la tramitación y concesión de las libertades
condicionales, competencia que se vio ratificada por el art. 28 de la ley 24.660 [...].
Encontrándose J. C. D. F. durante la sustanciación del proceso que culminó en su condena
a disposición del tribunal de juicio que lo sentenció (Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2 de
esta Ciudad), entendemos que dicho órgano jurisdiccional se halla en mejor posición para
evaluar el cumplimiento por parte del nombrado de las imposiciones que le fueron
oportunamente indicadas y, por ende, decidir sobre el mantenimiento o no de la libertad que
viene gozando, debiendo adecuar, en su caso, la actual situación de D. F. al instituto previsto
en el art. 13 del Código Penal [...]"(11).
En relación al proceso penal juvenil, con respecto a la ejecución de la sanción impuesta por
un delito a una persona menor de edad y en atención a las fases de la ejecución de la sanción
(Reglas de Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad), se
resolvió: "[D]isponer que la pena impuesta puede ser modificada a favor del joven, de acuerdo

187
a su evolución, pudiéndose reemplazarla por otros medios menos gravosos a la privación de
libertad, acudiéndose, incluso a medidas alternativas, en la medida en que el pronóstico de
reinserción social así lo aconseje. Con ese objeto, adecuando los parámetros de la ley
24.660 a la Convención del Niño y conforme lo establece la Observación General nº 10,
considero adecuado decidir que podrán aplicarse los diversos institutos que la mencionada
ley de ejecución penal establece, sin los plazos de esa norma, que serán reemplazados por
informes periódicos que controlen la evolución del imputado A [...]"(12).
A los efectos de este trabajo vale detenerse en dos artículos de la ley 24.660 de Ejecución de
la pena privativa de la libertad referida a la situación de los jóvenes adultos:

Es del caso apuntar que mediante la ley 26.695 se aprobó un sistema de estímulos
educativos durante la ejecución de la pena(13).
De este modo, "Todas las personas privadas de su libertad tienen derecho a la educación
pública. El Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la
responsabilidad indelegable de proveer prioritariamente a una educación integral,
permanente y de calidad para todas las personas privadas de su libertad en sus
jurisdicciones, garantizando la igualdad y gratuidad en el ejercicio de este derecho, con la
participación de las organizaciones no gubernamentales y de las familias. Los internos
deberán tener acceso pleno a la educación en todos sus niveles y modalidades de
conformidad con las leyes 26.206 de Educación Nacional, 26.058 de Educación Técnico-
Profesional, 26.150 de Educación Sexual Integral, 24.521 de Educación Superior y toda otra
norma aplicable"(14).
Los plazos requeridos para el avance a través de las distintas fases y períodos de la
progresividad del sistema penitenciario se reducirán de acuerdo con las siguientes pautas
de los internos que completen y aprueben satisfactoriamente total o parcialmente sus
estudios primarios, secundarios, terciarios, universitarios, de posgrado o trayectos de
formación profesional o equivalentes(15):
a) un (1) mes por ciclo lectivo anual;
b) dos (2) meses por curso de formación profesional anual o equivalente;
c) dos (2) meses por estudios primarios;
d) tres (3) meses por estudios secundarios;
e) tres (3) meses por estudios de nivel terciario;
f) cuatro (4) meses por estudios universitarios;

188
g) dos (2) meses por cursos de posgrado.
Estos plazos serán acumulativos hasta un máximo de veinte (20) meses.

Por otro lado, a partir de la sanción de la ley 26.827 se creó el Sistema Nacional de Prevención
de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (16).
El objetivo de este sistema es garantizar todos los derechos reconocidos tendientes a la
prevención y prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes, consagrados por los arts. 18 y 75, inciso 19, de la CN, por la Convención contra
la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, por el Protocolo
Facultativo de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, aprobado por la ley 25.932, y demás tratados internacionales que se refieran
a estos derechos(17).
De conformidad a lo establecido con los arts. 29 y 30 del Protocolo Facultativo de la
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, las
disposiciones de esta ley son de orden público y de aplicación en todo el país (18).
El Sistema Nacional de Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes está integrado por el Comité Nacional para la Prevención de la Tortura, el
Consejo Federal de Mecanismos Locales, los mecanismos locales que se designen de
conformidad con esta norma, y aquellas instituciones gubernamentales, entes públicos y
organizaciones no gubernamentales interesadas en el cumplimiento de los objetivos del
Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes(19).
A los efectos de esta ley se entiende por lugar de detención "cualquier establecimiento o
sector bajo jurisdicción o control de los Estados nacional, provincial o municipal, así como
cualquier otra entidad pública, privada o mixta, donde se encuentren o pudieran encontrarse
personas privadas de su libertad, por orden, instigación, o con consentimiento expreso o
tácito de autoridad judicial, administrativa o de otra autoridad pública." Esta definición debe
interpretarse conforme lo establecido en el art. 4º, incs. 1º y 2º del Protocolo Facultativo de
la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes(20).
En este punto importa detenerse en el análisis efectuado respecto de la reiteración por parte
de la misma persona de la presentación de acciones de hábeas corpus y sus consecuencias
189
e implicancias: "[Q]ue la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca, provincia de
Buenos Aires, en el expediente nro. FBB2027/2014/CA1 de su registro, por resolución de
fecha 29 de marzo de 2014, resolvió: '1ro.) Confirmar el decisorio en cuanto dispone la
incompetencia de la justicia federal para actuar en el presente habeas corpus, y disponer en
consecuencia, la remisión de las actuaciones al Juzgado de Garantías en turno del
Departamento Judicial de Bahía Blanca, y copias para su conocimiento al Juzgado
Correccional nº 1 de Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires (art. 10, 2do. párr. in
fine, ley 23.098). 2do.) Imponer al denunciante una multa de $ 500 por las razones detalladas
en el considerando 6to. de la presente resolución' [contra dicha resolución el Defensor
Público Oficial interpuso recurso de casación] señaló que la resolución en estudio resulta
arbitraria atento a que el tribunal a quo no le atribuyó al peticionante ocultamiento ni
mendacidad, sino que le endilgó 'un franco abuso de un venerable instituto como es el
del habeas corpus', supuesto que no encuadra en la previsión legal en la que funda la sanción
pecuniaria impuesta. Asimismo, sostuvo que resulta erróneo considerar, como lo hicieron
los magistrados de la Cámara respectiva, que la reiteración del planteo efectuado mediante
petición de habeas corpus ocasiona un 'perjuicio al recto desempeño del servicio
penitenciario, lo que redunda indirectamente incluso en el trato que pudieran merecer otros
internos de éste', sin aclarar las razones que los llevaron a la decisión aquí cuestionada.
[...] Le asiste razón al recurrente, pues a todas luces se advierte que la resolución en estudio,
en lo que a la imposición de la sanción respectiva concierne, resulta arbitraria. Veamos
porque. Del considerando supra citado se deduce que los sentenciantes optaron por dicha
facultad atento a las múltiples presentaciones realizadas por el interno F. Z. —pues interpuso
siete acciones de habeas corpus—, no porque el remedio intentado 'fuere malicioso por
ocultamiento o mendaz' como exige la norma en cuestión para la procedencia de tal sanción.
Es decir, se 'castigó' al interno no por mentir u ocultar maliciosamente información respecto
a sus denuncias, sino por la reiteración de reclamos que, pese a las numerosas
presentaciones, a la fecha no ha recibido respuesta por las autoridades jurisdiccionales [...].
En consecuencia, el propio juez instructor reconoció serias irregularidades en el accionar de
la autoridades carcelarias, es decir, lejos están de ser mendaces las denuncias efectuadas
por el interno, las que, incluso, siquiera merecieron por el tribunal a quo consideración
alguna. A ello debe adunarse que la decisión de los camaristas de imponer dicha multa a F.
Z. por la sola circunstancia de reiteradas presentaciones de habeas corpus, desvirtúa el
fundamento de la acción constitucional en cuestión, máxime cuando sus reclamos, a la
fecha, no se han satisfecho. Una interpretación contraria a la que sostengo, implicaría
colocar al interno en la disyuntiva entre insistir con su ejercicio a la jurisdicción para hacer
cesar los actos u omisiones que agravan indebidamente las condiciones de su detención o
exponerse a la posibilidad de ser sancionado con multa, es decir, sumarle un perjuicio de
índole patrimonial a su especial situación de vulnerabilidad [...]"(21).

Con relación a la justicia especializada en personas menores de edad y su competencia en la


ejecución de las sanciones penales(22)se entendió que "[i]imputados dos menores, el respeto
a la especialidad que la materia de la minoridad reviste aconseja que el control sobre las
reglas de conducta dispuestas al tiempo de otorgarse la suspensión del proceso a prueba de
190
los imputados sea ejercido por la Secretaría Tutelar del Juzgado de Menores interviniente y
no por el Juzgado de Ejecución [...]"(23).
En una línea similar en cuanto a la actuación prioritaria de la justicia nacional de menores
se resolvió que: "[C]orresponde aceptar la pretensión efectuada por el representante del
Ministerio Público Fiscal, pues, analizada la resolución puesta en crisis es dable advertir que
el juez de ejecución penal ha interpretado de manera incorrecta el tipo legal, y por lo tanto
la modificación de la pena oportunamente impuesta por el Tribunal Oral de Menores nº 1 a
A. G. M., deviene irrazonable. [...] En conclusión, la interpretación a la reforma de la referida
norma efectuada por el juez de ejecución penal resulta incorrecta, y por ello, tanto la
descripción de los hechos conforme fueran sostenidos por el TOM nº 1, como la pena
impuesta a M no deben sufrir ningún tipo de variación [...]"(24).
Al tratar la jurisprudencia un planteo de incompetencia ante la justicia nacional de ejecución
penal de la Capital Federal basado en las normas que regulaban la competencia de ese fuero
y las normas internacionales de protección de la infancia se postuló que la condena impuesta
a una persona que al momento del hecho juzgado era menor de edad y su ejecución debía
continuar bajo la jurisdicción de los magistrados especializados del fuero de menores que la
habían impuesto. De esta manera, la Cámara Nacional de Casación Penal resolvió que el
Congreso Nacional, al sancionar las leyes 23.984 y 24.050 (que regulaban el procedimiento
penal y la organización de la administración de la justicia penal) no sólo determinó un criterio
de especialización en relación al trámite de las causas con imputados menores de edad sino
que también hizo lo propio con una organización específica referente a la supervisión de la
ejecución de las condenas impuestas en todo el orden nacional.
De este modo se colocó en cabeza del juez de ejecución penal de la Capital Federal de modo
excluyente el control del cumplimiento de las condenas impuestas por los diferentes
tribunales penales, sin distingo de la especialidad que hubiese gobernado el trámite de
atribución de responsabilidad y consecuente sanción: el legislador nacional prefirió hacer
primar a la ejecución penal sobre otras (salvo los supuestos de condenas impuestas por
tribunales orales federales que ya se expusiera). Y agregó la misma Cámara que "[n]o existe
vulneración alguna a los parámetros señalados por las normas internacionales, siempre y
cuando en el control de la ejecución de la pena se tenga especial atención a la particular
circunstancia de que la condenada ha cometido el delito siendo menor de edad (es decir:
primar el interés superior del niño al que se refiere la mencionada Convención) [...]" (25).
Sobre esta misma concepción del límite de la protección especial en términos normativos al
momento de la ejecución de las sanciones se entendió que: "[E]n cuanto al tema que nos
ocupa, esta Cámara por intermedio de su Sala II ha resuelto que no hay afectación
constitucional alguna para disponer medidas restrictivas de libertad a mayores por hechos
cometidos cuando eran menores (cfr. C. 12.030 'Autero, Gustavo Aldo s/ recurso de
casación', resuelta el 11 de marzo de 2010, registro nº 16.084). Considero oportuno
reproducir parte de los argumentos vertidos por los magistrados que integraron la mayoría
en aquél caso y que resultan plenamente aplicables al presente. Allí se dijo que 'no son
pertinentes para decidir el caso ni el art. 37, inc. b ni el art. 3 de la Convención sobre los
Derechos del Niño. La CDN configura un estatuto especial respecto de toda persona que no
haya cumplido los dieciocho años de edad (art. 1) con enunciación de derechos y garantías
adicionales a las que se reconocen y aseguran a los mayores de esa edad por otros
instrumentos internacionales de derechos humanos, poniendo en cabeza del Estado
complejas obligaciones de protección y asistencia a los niños y a sus padres o personas
encargadas de ellos, así como especiales deberes de abstención'. 'Su art. 37, inc. b, CDN
declara: 'Los Estados partes velarán por que: [...] 'Ningún niño sea privado de su libertad
ilegal o arbitrariamente. La detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará
a cabo de conformidad con la ley y se utilizará tan solo como medida de último recurso y
durante el período más breve que proceda'. En otros términos, la regla del art. 37, inc. b,
CDN tiene por objeto las restricciones de la libertad de 'un niño', esto es, según el art. 1, de
personas que no han cumplido los dieciocho años de edad. La disposición no es aplicable a
las restricciones de libertad de personas que han cumplido los dieciocho años de edad, con
independencia de si la causa o motivo de la restricción se refiere a conductas realizadas por
la misma personas cuando todavía era niño, en los términos de la CDN' [...]. En el presente
caso, F. H. P. fue condenado a la pena única de dieciséis años de prisión por ser coautor del
delito de homicidio en ocasión de robo y del delito de robo en poblado y en banda, hechos
191
que fueron cometidos cuando aún no contaba con dieciocho años de edad, motivo por el cual
el tribunal de juicio dispuso la reducción de pena prevista en el art. 4º de la ley 22.278. En
esa sentencia, se ordenó que el nombrado P. fuera trasladado a la unidad de encausados
que correspondiera debiendo ser alojado en carácter de 'mayor-detenido' y comunicado a
disposición de esos estrados. Tal como quedó determinado, F. H. P. nació el 27 de junio de
1983, siendo que a la fecha del referido fallo (15 de julio de 2004), el imputado ya había
alcanzado la mayoría de edad acorde a lo establecido en el Código Civil con anterioridad a la
reforma dispuesta por la ley 26.579 (B.O. 22/12/09). Alega la defensa que, de conformidad
con lo establecido en el párrafo 75 de la Observación General nº 10 del Comité de los
Derechos del Niño de la ONU dictada en 2007, surge que las normas de la Convención sobre
los Derechos del Niño (en adelante CDN) se extienden hasta el agotamiento de la condena
del sujeto condenado como autor de delito por debajo de los dieciocho años,
independientemente de la edad que tenga cuando se evalúa el caso en concreto [...]. De la
lectura del texto transcripto surge claramente que la observación del Comité tiende a evitar
la pena capital específicamente en los casos en que el delito fue cometido por menores de
dieciocho años, aclarando que la prohibición establecida en el art. 37, inc. a [CDN] rige aún
cuando el individuo hubiera alcanzado la mayoría de edad. De ello no resulta que las
disposiciones de la CDN sean aplicables hasta el agotamiento de las penas como afirma la
defensa, sino que tal como se dijo en el precedente de cita 'configura un estatuto especial
respecto de toda persona que no haya cumplido los dieciocho años de edad (art. 1)' y extiende
su ámbito de aplicación para los casos referidos a penas perpetuas o capitales. Ningún
artículo de la Convención sobre los Derechos del Niño y ningún párrafo de la Observación
General nº 10 del Comité de Derechos Humanos, imponen a los Estados Partes la obligación
de dar por cumplidas las penas impuestas legalmente a quienes hubieran cometido delitos
cuando eran menores de edad; tampoco establecen tiempos mínimos o máximos para el
otorgamiento de la libertad condicional. [...] Es decir que la obligación radica en la posibilidad
de puesta en libertad o libertad condicional, requisito que se encuentra cumplido de
conformidad con lo establecido en el art. 13 del C.P., pero nada limita a los Estados a poner
condiciones a esa libertad en procura de una correcta reinserción social del sujeto a quien
se impuso una condena [...]"(26).
Otro aspecto relevado para este trabajo tuvo que ver con la respuesta al interrogante
planteado respecto de si los objetivos buscados por la legislación penal juvenil se agotaban
al alcanzar el acusado la mayoría de edad, estableciéndose un límite a las prerrogativas de
la legislación especial: "[A]l decidir sobre la imposición de pena el imputado tenía ya
diecinueve años, según se desprende de la identificación del exordio de la sentencia, por lo
que no sólo no era ya un niño en los términos de la Convención, sino que, además la
posibilidad de fomento del sentido de la dignidad y el valor y de ayudarlo al desarrollo del
respeto de la moral pública (respeto por los derechos humanos y las libertades
fundamentales de otros) y de integración cívica, sin violentar su libertad de intimidad (art.
19C.N.) se encontraba condicionada sensiblemente por su propia evolución psíquico-
espiritual y en definitiva su edad [...]"(27).
Ciertos estándares que incluyen notas diferenciales en relación a un adulto al momento de
la ejecución de una sanción fueron desarrollados por la CS: "[L]s Reglas Mínimas para el
tratamiento de reclusos expresan que 'Los reclusos pertenecientes a categorías diversas
deberán ser alojados en diferentes establecimientos o en diferentes secciones dentro de los
establecimientos, según su sexo y edad, sus antecedentes, los motivos de su detención y el
trato que corresponda aplicarles. Es decir que: a) Los hombres y las mujeres deberán ser
recluidos, hasta donde fuere posible, en establecimientos diferentes; en un establecimiento
en el que se reciban hombres y mujeres, el conjunto de locales destinado a las mujeres
deberá estar completamente separado; b) Los detenidos en prisión preventiva deberán ser
separados de los que están cumpliendo condena; c) Las personas presas por deudas y los
demás condenados a alguna forma de prisión por razones civiles deberán ser separadas de
los detenidos por infracción penal; d) Los detenidos jóvenes deberán ser separados de los
adultos (arts. 8 y 9 aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus res. 663 C 31-7-57
y 2076-13-5-77)' [...]"(28).

192
2. LOS DISPOSITIVOS DE ALOJAMIENTO PARA PERSONAS MENORES DE EDAD

En la Capital Federal están situados varios dispositivos con diferentes tipos de régimen
convivencial y recaudos de seguridad, que dependen administrativamente de la Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (29)y
supervisan, intervienen o alojan a imputados menores de edad a disposición de los JMen.,
TOral Men. y jueces con competencia en lo criminal y correccional federal (además y de forma
excepcional de jueces federales de otras provincias, en particular de la de Buenos Aires).
Esta autoridad administrativa cuenta con un área especial para atender a este colectivo, la
Dirección Nacional para Infractores a la Ley Penal (DINAI).
El criterio de edad que se indica es flexible y determinado además por las distintas
situaciones personales de las personas sometidas a proceso penal.

Vale apuntar que se relevaron en la jurisprudencia numerosos casos de investigaciones


judiciales por la presunta comisión de delitos por parte de personas alojadas en estos
dispositivos. De esta forma, "El daño ocasionado por los imputados en un muro del Instituto
Manuel Rocca en el que se hallaban internados (art. 1 de la ley 22.278), acción
presuntamente dirigida a evadirse del establecimiento, no enmarca en la hipótesis del daño
calificado prevista en el artículo 184 del Código Penal. En efecto, el bien en cuestión, si bien
propiedad del Estado, no se halla librado al uso y a la confianza pública. Por el contrario,
cuenta con protección expresa, esto es, la custodia y vigilancia de empleados o funcionarios
[...]"(30).
En igual sentido, [E]l Tribunal Oral de Menores Nro. 1 de la Capital Federal resolvió, con
fecha 5 de noviembre de 2008 en la causa Nro. 5419 de su Registro: 1) Declarar que el
imputado B. E. C. no resulta punible en orden al hecho objeto del presente proceso, que
encuadra en la figura de daño simple (arts. 1º de la ley 22.278 y 183 del C.P.). 2) Sobreseer
a B. E. C. en orden al delito de daño, sin costas (arts. 336, inc. 5º], 361, 530 y 531 del
C.P.P.N.). [...] Las cuestiones planteadas se centran en verificar el alcance que corresponde
asignar al término 'bienes de uso público' contenido en el art. 184, inc. 5º) del Código Penal,
a efectos de determinar si el hecho que se atribuye al encartado C. constituye un daño
agravado en los términos de esta disposición legal o si, por el contrario, estamos en presencia
de la figura de daño simple escogida por el tribunal a quo. Así fue que, sorteando el obstáculo
formal, expuso los fundamentos a partir de los cuales consideraba que la conducta endilgada
a B. E. C., debía ser subsumida en la figura prevista en el art. 183 del Código Penal. [...]
Concluyó, en consecuencia, en que los vidrios, el colchón, la mesa de cemento, los tubos de
luz, el ventilador de techo y el televisor destruidos por C. no estaban sujetos al uso
indiscriminado de la población sino exclusivamente al uso de los menores internados en
dicha institución y, por lo tanto, estaban al amparo de los empleados públicos que allí se
hallaban. Al respecto, entiendo que el inc. 5º), del art. 184 del Código Penal, al agravar el
delito de daño, contiene casos concretos que responden a un principio general, que es que

193
las cosas libradas a la confianza pública merecen mayor tutela penal. Los 'bienes de uso
público' están destinados a ser usados y gozados por la comunidad en su conjunto, aunque
sea en períodos reglamentariamente establecidos (cfr. de esta Sala IV: causa Nro. 2777 'M.,
M. A. s/recurso de casación', Reg. Nro. 3825.4, rta. el 20/12/01); esta circunstancia es la
que determina que se encuentren librados a la confianza pública. Es decir, aquellos bienes
destinados al uso de la comunidad toda resultan objeto de mayor resguardo penal pues su
mantenimiento y buen estado se relacionan directamente con la actitud que ante ellos tengan
los miembros de esa comunidad. No parece ser ése el caso sub examine, pues no debe
confundirse un 'bien de uso público' con un bien afectado a un servicio público. Es que el
Instituto Manuel Belgrano, dependiente del Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y
Familia, constituye una institución destinada al alojamiento de niños en situación de
conflicto y aún cuando se trata de un bien que, por su naturaleza, se halla destinado a la
prestación de un servicio o necesidad para la sociedad, éste está estrictamente destinado al
uso que le es propio, esto es, al '[a]lojamiento en un edificio público o de carácter público por
vía judicial de jóvenes en conflicto con la ley penal' tal como lo resaltó precisamente el señor
fiscal general. En consecuencia, no cabe sino concluir que los objetos allí utilizados no se
encuentran destinados a ser usados y gozados por la comunidad en su conjunto ni librados
a la confianza pública [...]"(31).
—Centro de Admisión y Derivación-Inchausti(32)
Una persona menor de edad que es detenida por la presunta comisión de un delito en la
Capital Federal es trasladada al CAD-Inchausti, no a las comisarías de las fuerzas de
seguridad que actúan en este ámbito territorial (por protocolo institucional el acusado no
debe permanecer más de 12 hs. en esa institución)(33).
Las opciones de egreso de la institución y las derivaciones posteriores (con autorización
judicial) son múltiples: egreso con sus padres o referentes familiares; egreso por la
intervención de la Guardia Jurídica Permanente de Abogados del Consejo de Derechos de
Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad (34); derivación al Dispositivo de
Supervisión y Monitoreo de jóvenes en el ámbito socio-comunitario; derivación a residencias
socioeducativas de libertad restringida; o derivación a un centro de régimen cerrado (35).
—Dispositivo de Supervisión y Monitoreo de jóvenes en el ámbito socio-comunitario
Este dispositivo de intervención consiste en un sistema de acompañamiento en el territorio
a personas de 16 y 17 años de edad con causas en trámite ante la justicia penal.
—Residencias socioeducativas de libertad restringida: se encuentran clasificadas por
edad y sexo
La Residencia Simón Rodríguez aloja a jóvenes varones de hasta 16 años de edad.
La Residencia Almafuerte aloja a jóvenes varones hasta 17 años de edad.
La Residencia Colonia Gutiérrez aloja a jóvenes varones de 14 a 17 años de edad.
La Residencia Juana Azurduy aloja a jóvenes mujeres de 14 a 17 años. Esta residencia es
un dispositivo penal de restricción parcial de libertad, donde se interviene específicamente
con mujeres adolescentes.
—Centros de régimen cerrado: también responden a criterios de clasificados por edad
y sexo de las personas alojadas
El C.C. Dr. Luis Agote, ubicado en Charcas 4602, aloja a jóvenes varones de hasta 17 años
de edad,
El C.C José de San Martín, sito en Baldomero Fernández Moreno 1783, aloja a jóvenes
varones y mujeres entre 14 y 16 años de edad
El C.C. Manuel Rocca, ubicado en Segurola 1601, aloja a jóvenes varones de 16 a 17 años
de edad.
El C.C. Manuel Belgrano, sito en la Av. Belgrano 2670, aloja a jóvenes varones de 18 a 21
años de edad.
Es importante destacar que este último centro permiten la aplicación de las normas y los
reglamentos de la justicia de menores a personas que alcanzan los 18 años de edad durante
194
la tramitación del proceso penal en su contra. Es decir que éste es un caso práctico y concreto
de extensión de la protección especial y el trato judicial diferenciado más allá de la mayoría
de edad cuando el delito fue presuntamente cometido antes de esa barrera legal.
Por otro lado y de acuerdo al informe "Adolescentes en el sistema penal. Situación actual y
propuestas para un proceso de transformación", realizado por la Secretaría Nacional de
Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF), junto al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF) y la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Se contabilizaron las siguientes cifras de infractores a la ley penal:
• 6294 niños de todo el país se encontraban incluidos en dispositivos penales juveniles
por orden judicial, de los cuales 1799 (29%) se encontraban en establecimientos de
privación de la libertad cerrados o semi-cerrados, y el 71% restante en programas no
privativos de la libertad.
• De los 119 establecimientos de privación de la libertad que existían en el país, 39 de
ellos (33%) no eran especializados sino que permitían el encierro (mayor a 72 horas) en
comisarías (21%) o en servicios penitenciarios de adultos (12%).
• Existían 25 programas no privativos de la libertad de acompañamiento para la
población adolescente infractora o presunta infractora a la ley penal, pero en su mayoría
se trataba de programas no especializados en la temática; 9 provincias contaban con un
programa específico, tipo programa de libertad asistida o similar.
• Respecto de los delitos que daban origen al ingreso a establecimientos se puede ver que
el 70% de las entradas estaban relacionadas con delitos contra la propiedad, siendo su
número más importante la modalidad "sin armas" (38%).
• En el tiempo de privación de la libertad se destacaba un 29% entre 1 a 4 meses, un
15% menos de 1 mes, otro 15% entre 7 meses y 1 año, y un 9% entre 4 y 6 meses (36).

3. LA REFORMA DE LA LEY 26.579

Una cuestión de íntima relación con la reforma legal de la ley 26.579 de reforma de la
mayoría de edad civil (de 21 a 18 años de edad) tuvo que ver con los efectos (no previstos) de
la reforma operada respecto de la edad de mayoría penal y el traslado a unidades
penitenciarias de los imputados que al inicio del proceso contaban con menos de 18 años de
edad y cumplen esa edad en el transcurso del proceso.
Vale resaltar excepciones puntuales en centros cerrados específicos, una práctica de la
justicia de menores y de la SENNAF en la Capital Federal que podrían replicarse a nivel
provincial por sus efectos positivos sobre la vida de las personas menores de edad (37).
La jurisprudencia adoptó diversas soluciones al respecto, en las cuales se analizaron el nuevo
marco normativo, la extensión de la protección especial más allá de los 18 años y la
naturaleza jurídica de esta medida:
— "Para resolver sobre los presentes actuados sobre la detención de los inculpados M.
I. H. y E. D. G. actualmente alojados en el Centro de Régimen Cerrado 'Dr. Luis Agote',
dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia. La entrada en
vigor de la ley 26.579 introdujo diversas modificaciones al articulado del Código Civil,
entre ella, el artículo 126 que dispone que: 'Son menores las personas que no hubieren
cumplido la edad de dieciocho (18) años'. Tal reforma produce innegables repercusiones
en el Régimen Penal de la Minoridad (Ley nª 22.278) en todos aquellos artículos que
remiten a la mayoría de edad que ahora alcanza a los dieciocho [...]. En tal sentido, cabe
señalar que la nueva normativa sobre la mayoría de edad ya aludida tiene también
repercusiones sobre la norma contenida en el Art. 315 del Código Procesal Penal de la
Nación en cuanto dispone que no regirán las disposiciones de la prisión prevenida
respecto de los menores de dieciocho años, agregando, que, en tales casos, resultan
aplicables las correspondientes a su legislación específica, esto es, la Ley nº 22.278 [...].
Lo antes expuesto debe aplicarse a la situación de los enjuiciados E. G. y M. I. H. quienes
cuentan con diecinueve y dieciocho años de edad, respectivamente, razón que lleva a
195
hacer cesar la tutela que el Tribunal venía ejerciendo respecto de los nombrados. Por su
parte, el artículo 315 del Código Instrumental no puede aplicarse sino y de modo
exclusivo, a quienes no hubieran alcanzado los dieciocho años de edad pues, alcanzada
la mayoría de edad —dieciocho años— quienes estuvieran privados de su libertad y ante
la perspectiva de su ingreso al régimen carcelario, solo podrá mantenérselos en tal
situación con el dictado de la prisión preventiva, independientemente de encontrarse,
por lo demás, sujetos al régimen de la Ley nº 22.278. En esa directriz, vale la pena
recalcar que el instituto de la prisión preventiva es el que mejor armoniza con los
principios del debido proceso y defensa en juicio [y] consecuentemente, ordenar su
alojamiento a la Unidad que disponga el Servicio Penitenciario Federal (arts. 6 y 10 de
la Ley 22.278) [...]"(38).
— "[I]ngresando a la cuestionada legitimidad de la imposición de la prisión preventiva,
compartimos los argumentos del juez de grado expuestos en el incidente de mención,
toda vez que extinguida que fuera la disposición tutelar operada de pleno derecho,
solicitada por la defensora pública interviniente en el legajo tutelar, por haber cumplido
A. la mayoría de edad, art. 3, último párrafo, de la ley 22.278, extremo que fuera resuelto
por el Juzgado de Menores Nº 5, el a quo a los efectos de regularizar la situación de
privación de libertad que venía sufriendo en esta causa, aplicó el art. 315 del CPPN, con
los alcances que éste autoriza. Ello desde que la prohibición de aplicación que dicha
norma porta es sólo para aquellos individuos que resulten menores de 18 años, extremo
que no revestía A. al momento del dictado de dicha medida (nacido el 9/2/1992). Por
otro lado, como señaló el juez de grado, la decisión cuestionada no impide que el caso
continúe según el régimen previsto por la ley 22.278 por ser A. menor de edad al
momento del hecho, y más beneficioso en función de las alternativas previstas por el
art. 4 de esa norma. En definitiva, una interpretación armónica de ambas leyes nos
indica que lo determinante con relación a la aplicación de la ley 22.278 resulta la edad
de la persona imputada al momento de comisión del hecho, mientras que en el supuesto
del artículo 315 del CPPN, debe considerar la edad del imputado al momento del dictado
de su prisión preventiva [...] la solución dada, entonces, ha compatibilizado la
regularización de su situación de libertad por un lado, de acuerdo a la ley procesal que
se le debe aplicar a los adultos, manteniendo el lugar de alojamiento para menores a
efectos de dar cumplimiento 'en cuanto fuere posible' (art. 8 de la ley 22.278) con el
tratamiento establecido por el inciso 3 del art. 4 de la misma ley [al haber] mantenido
como lugar de alojamiento el instituto 'Agote', el juez intenta dar cumplimiento 'en
cuanto fuere posible' a que se continúe con el tratamiento ya iniciado respecto del
imputado menor de edad que comete un delito [...] mantener a A. dentro del instituto
'Agote' para que se siga cumpliendo con el tratamiento al que viene siendo sometido es
correcto y el dictado de la prisión preventiva no podría, eventualmente, alterar los
beneficios y alcances que deba seguir recibiendo atento a las condiciones en que seguirá
desenvolviendo su internación/privación de la libertad. Y decimos 'eventualmente'
porque de no poder acceder a algunos de los beneficios que representa estar alojado en
el instituto 'Agote' por el hecho de habérsele impuesto la prisión preventiva, ello deberá
ser materia de análisis puntual en su momento, y no ahora como una cuestión hipotética
[...]"(39).
— "[D]e las constancias de la causa surge que se dispuso provisionalmente de G.,
ordenándose su internación en el Instituto Dr. Luis Agote, decisión que no fue
cuestionada por el Ministerio Público que oportunamente ejercía su defensa. Por
aplicación de la ley 26.579, modificatoria de los artículos 126, 127, 128 y 131 entre otros
del Código Civil de la Nación, al cumplir el nombrado dieciocho años y alcanzar así la
mayoría de edad, se resolvió hacer cesar aquella medida y, el mismo día, se dictó su
procesamiento con prisión preventiva como coautor del delito de tentativa de robo con
arma de fuego, en concurso real con el de portación ilegítima de un arma de guerra [...].
Sin perjuicio de que el trámite del sumario continúe bajo las previsiones de la ley
22.278 debido a que al momento del hecho G. era menor, lo cierto es que al alcanzar la
mayoría de edad la extinción de su disposición tutelar opera de pleno derecho (artículo
3, último párrafo), en plena compatibilidad con la ley 26.579 y la 26.061 de 'Protección
integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes' que establece la aplicación
obligatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño respecto de las personas hasta
los dieciocho años de edad (ver artículo 2º). Al compatibilizar aquellas normas con el
196
artículo 315 del catálogo procesal que declara que 'las disposiciones sobre la prisión
preventiva no regirán con respecto a menores de dieciocho años, siéndole aplicables las
correspondientes normas de su legislación específica', concluyo que la regularización de
la situación procesal del imputado conforme las previsiones del 312 y 319 de ese
ordenamiento es ajustada a derecho. 'Una interpretación contraria, además de no ser
compatible con el claro texto legal, llevaría a un absurdo inadmisible contrario a las
reglas de interpretación de buena fe. En efecto, si se predicase que no puede imponerse
prisión preventiva en el proceso de menores, entonces resultaría que, por imperio de art.
411 CPPN el Estado puede asegurar la sujeción del imputado menor de dieciocho años
al proceso, y por esta vía impedir, eventualmente, ciertos actos de entorpecimiento, pero
que si el imputado es mayor de edad, el Estado no tiene a mano ninguna medida de
aseguramiento de esos fines, porque el delito habría sido cometido cuando el imputado
no tenía aún dieciocho años de edad' (causa nro. 12.030 de la Sala II de la Cámara
Nacional de Casación Penal, 'A., G.A. s/ recurso de casación", rta. 11/03/2010) [...]. La
decisión adoptada en el sub examine concilió la necesidad de regularizar la situación del
imputado de acuerdo a la ley procesal, manteniendo no obstante el lugar de alojamiento
con la finalidad de dar cumplimiento 'en cuanto fuere posible' (artículo 8 de la ley
22.778) con el tratamiento establecido por el inciso 3 del artículo 4 de esa legislación,
por lo que no se advierte agravio alguno. En cuanto a la medida cautelar en el caso
concreto, atento a las características, modalidad y peligrosidad de los hechos, en los que
se observa un despliegue de violencia que excede la típica de las figuras en estudio, ya
que G. amenazó a los damnificados con un arma y golpeó con ella a uno de ellos en la
cabeza causándole una herida cortante, resistiéndose luego a su aprehensión, sumado
a la severidad de la pena en expectativa que prevé el concurso de delitos que se le
imputan, consideramos que su dictado merece ser homologado (artículo 312 incisos a y
b del Código Procesal Penal de la Nación) [...]"(40).
— "[F]inalmente corresponde dar respuesta al agravio introducido por la defensa en
torno al traslado dispuesto del joven A. F., desde el Centro de Régimen Cerrado 'Manuel
Belgrano', a una unidad del Servicio Penitenciario Federal para el cumplimiento de la
condena impuesta. Con relación a esta cuestión, notamos que el tribunal de mérito, en
el apartado V) titulado 'ley 24.660' de la sentencia impugnada, dio extensas razones
para fundar la necesidad de que el acusado cumpla la pena en un establecimiento del
Servicio Penitenciario Federal. Apreciamos que en esa tarea, el a quo no solamente tuvo
en cuenta que en la actualidad F. es mayor de edad, sino que además se dedicó a explicar
los motivos por los cuales consideraba que el Centro 'Manuel Belgrano' carecía de la
capacidad necesaria para alojar a personas en la situación del imputado —entre 18 y
21 años de edad—, y de brindar un tratamiento progresivo de acuerdo a las necesidades
que impone la ley de ejecución de la pena privativa de la libertad, ello ponderando los
informes que la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia —SENNAF—, le
había hecho saber en otros expedientes de esos estrados. En efecto, explicó el tribunal
de grado que la SENNAF 'no cuenta con personal de seguridad capaz de garantizar —per
se— el traslado de jóvenes allí alojados', lo cual fue corroborado 'en varios casos que
tramitan ante el Tribunal en los cuales se investigaba la comisión de delitos
graves, [donde] se debió recurrir al apoyo de la Policía Federal Argentina para disuadir
eventuales intentos de fuga'. Por otra parte, y ya en lo inherente a la posibilidad de
aplicar el régimen de la ley 24.660 en los Centros de Régimen Cerrado de la SENNAF,
indicó el tribunal que 'no se verifican cambios significativos que acrediten la aplicación
del régimen de la ley nacional de ejecución penal en dichos establecimientos'. Sobre el
particular, se destacó que 'los informes que usualmente confecciona el Centro de Régimen
Cerrado 'Manuel Belgrano' —destinado en la actualidad al alojamiento de los jóvenes que
cuentan con más de 18 años de edad—, no satisfacen los requisitos que taxativamente
exige la ley 24.660 y sus decretos reglamentarios'. En ese orden de ideas, además de
señalarse que el contenido de los informes labrados en el referido Centro de Régimen
Cerrado no se adecúa a la normativa vigente, se puso de relieve que 'el establecimiento
de mención tampoco cuenta con un Servicio Criminológico y Consejo Correccional integrado
como lo exige la norma aludida, con lo que, más allá de las buenas intenciones de los
profesionales que elaboran los informes de evolución, ello no resulta suficiente para colegir
que se cumpla con el tratamiento y las disposiciones que integran la ley de ejecución
privativa de la libertad tanto en lo formal como en lo material'. Sin perjuicio de advertir

197
que el tribunal dio incluso mayores precisiones para disponer el traslado en el acápite
correspondiente, entendemos que lo dicho hasta aquí resulta por demás suficiente para
demostrar el acierto de la decisión atacada. Es que en la actualidad el joven F. es mayor
de edad y la pena que se impuso debe ser cumplida de acuerdo al tratamiento de
progresividad que fija la ley 24.660, el cual, por los fundamentos expuestos por el a quo,
no parecería poder realizarse en el Instituto 'Manuel Belgrano' como lo propone la
defensa. En este contexto, no apreciamos en qué medida se han vulnerado las normas
internacionales vinculadas a los derechos del niño invocadas por las empeñosas
defensoras, si se tiene en cuenta que A. F. ha superado la franja etaria correspondiente
a la minoridad [...]"(41).
— "[Q]ue el Tribunal Oral de Menores II resolvió decretar a partir de las cero horas del
día 10 de octubre de 2012, el cese de la disposición tutelar que venía ejerciendo ese
tribunal respecto de D. E. M. (arts. 1 y 3 de la ley 22.278, 128 y 265 del Código Civil,
conforme redacción de de la ley 26.579); asimismo dispuso que a partir de la hora y
fecha señaladas el nombrado deberá permanecer alojado en el Instituto 'Dr. Luis Agote'
a la orden de ese Tribunal Oral de Menores II, en carácter de detenido-comunicado
afectado a las causas nº 6728 y 7424 (art. 319 del C.P.P.N.) hasta el día 26 de junio de
2013 y días subsiguientes, conforme se desarrolle la audiencia de debate programada
para esa fecha. Contra esa decisión el defensor particular de D. E. M. interpuso recurso
de casación el que fue concedido [...] Que el Tribunal Oral de Menores II, frente al pedido
de externación del menor D. E. M., resolvió ante la circunstancia de que el nombrado
cumpliría los 18 años de edad, el cese de la disposición tutelar y analizó la privación de
su libertad en el marco de lo establecido por los arts. 280, 319, 411 del C.P.P.N. y art.
3º de la ley 24.390 (modificada por ley 25.430), concluyendo en la improcedencia de la
soltura solicitada por la defensa [...]. Sin embargo, considero que el tribunal de mérito
debió haberse pronunciado en qué marco legal encuadra la detención del nombrado,
toda vez que mantiene el lugar de alojamiento en el Instituto Dr. Luis Agote en carácter
de detenido comunicado a la orden del tribunal. Se advierte en esa decisión un conflicto
entre la interpretación de la ley civil en relación a la disposición tutelar para los menores
y el régimen atinente a la privación de su libertad. Por otra parte, el cese de la tutela, no
significa la liberación automática del imputado, toda vez que al haber alcanzado la
mayoría de edad su situación procesal quedó fuera del obstáculo legal de aplicar las
disposiciones sobre la prisión preventiva establecida por el art. 315 del C.P.P.N. [...].
Sobre el particular se pronunciaron las Salas II, III y IV de esta Cámara, al respecto la
Sala II sostuvo que 'No hay pues afectación al artículo 18C.N. en la medida en que el
Código no tiene lagunas, y da suficiente base legal para disponer medidas restrictivas
de libertad de mayores, por hechos cometidos como menores' (cfr. causa nº 12.030
'Autero, Gustavo Aldo s/recurso de casación', reg. nº 16.084, del 11 de marzo de 2010);
la Sala III indicó que 'nada impide que su situación procesal sea adecuada en la
instancia de procedencia legitimando la detención... (arts. 312, 316 a 319 del C.P.P.N.)'
cfr. 'P., E. A. s/recurso de casación' causa nº 11.983, reg. 507/2010, del 21/4/2010 y
la Sala IV expresó que 'una línea hermenéutica que procure la interpretación armónica
de los derechos e institutos jurídicos, conduce a sostener que el instituto de la prisión
preventiva es independiente del procesamiento, mientras este último y a los efectos de
la ley 22.278, sí toma en cuenta la edad del autor de un hecho ilícito al momento de
cometerlo, a los fines de establecer si el mismo resulta imputable a aquél; la prisión
preventiva exige tener en consideración la edad al momento de tomarse esa decisión
restrictiva de la libertad' (cfr. 'Acosta, Jonathan Leonel s/recurso de casación', causa nº
12.376 reg nº 13872, rta. el 9/9/2010)"(42).
— "[Q]ue el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nº 1 de San Martín resolvió convertir
la actual disposición tutelar de A. G. O. en prisión preventiva (art. 312 CPPN) [...]. Que
en la decisión cuestionada por la defensa se ha argumentado en favor de la mutación de
la disposición tutelar bajo la cual se encontraba A. G. O., hacia el instituto de la prisión
preventiva [...] Por ello el tribunal a quo sentenció: '...tengo en cuenta que resulta
necesario asegurar la comparecencia de A. O. al Tribunal para tener contacto directo
con él y evaluar la necesidad de imposición de pena, como lo establece el art. 4, inc. 3º,
segundo párrafo de la ley 22.278, la que entiendo no puede asegurarse por una vía
distinta a su detención cautelar, máxime con el riesgo de fuga cierto acreditado en la
causa... Por lo expuesto, entiendo que corresponde convertir la disposición tutelar de O.
198
en prisión preventiva, en los términos del art. 312, inc. 2 y 319 del CPPN, hasta que se
resuelva en definitiva su situación procesal con la evaluación sobre la necesidad de
imposición de pena...'. Así, se observa como primera cuestión que se corrió vista al
representante del Ministerio Público Fiscal, no obstante se ha privado a la defensa de
emitir opinión sobre las cuestiones que fueron objeto de mérito en la sentencia aludida.
Así pues, ello evidencia una limitación de la discusión, lo cual se ve reflejado en la
decisión en crisis, pues, allí sólo se ha escuchado la pretensión del acusador público,
desatendiendo los intereses del encausado. En estas condiciones, la decisión emanada
del órgano jurisdiccional no se encuentra precedida por un contradictorio en el que las
partes pudieran exponer sus posiciones y fundamentos [...]"(43).
— "[Q]ue se hará lugar al pedido de entrega del entonces menor de edad B. a su
progenitora, en razón de que el Cuerpo Femenino de la Policía de la Provincia de Salta,
en el que actualmente se encuentra detenido, carece de la infraestructura apropiada
para el tratamiento, educación, recuperación y readaptación del menor, que son los fines
perseguidos por la ley 22.278, máxime si surge que hasta el momento no se han podido
realizar los estudios psicológicos al nombrado por cuestiones ajenas a él. Por otra parte,
alojar al menor en otro centro carcelario, como podría ser el Centro III del Servicio
Penitenciario Federal o la Unidad Carcelaria Nº 1 de Villa Las Rosas del Servicio
Penitenciario de la Provincia de Salta, tampoco garantizaría que B. pueda alcanzar los
fines mencionados, pues es de esperarse que en esos lugar el nombrado conviva con
personas que incurrieron en delitos gravísimos tales como homicidios, robos,
violaciones, etc., que difieren notablemente con la particular naturaleza del delito en el
que está involucrado, lo que dificultaría enormemente su recuperación [...]. En esas
condiciones, que B. fuera procesado por el delito de transporte de estupefacientes cuya
escala penal es elevada, debe compatibilizarse con su condición de menor y las normas
constitucionales citadas. Es que las medidas privativas de la libertad en caso de menores
de edad punibles, deben ser adoptadas como última ratio y siempre que no exista otra
medida de esa naturaleza que pueda velar mejor los intereses del menor involucrado
[...]. Finalmente, tampoco se observa la presencia de peligros procesales, a la luz de lo
establecido por los arts. 410 y 411 del C.P.P.N. que desaconsejen concederle la
excarcelación. Es que si bien no escapa a este Tribunal el informe vecinal negativo acerca
del imputado, se estima que para él es más satisfactorio —a los fines de una eventual
recuperación y reinserción social, en los términos de la ley 22.278— que prosiga
sometido a proceso en libertad, en su hogar, junto a su progenitor y en contacto con su
hijo menor de edad, que en el centro de detención en el que actualmente se encuentra,
máxime cuando hasta el momento no se ha podido someter al nombrado a los estudios
psicológicos ordenados, aunque el a quo deberá adecuar su situación a las
prescripciones que establece la ley para proteger los derechos de los menores a la par
de velar por los fines del proceso. [...]"(44).
4. EL MONITOREO Y SUPERVISIÓN EN LOS DISPOSITIVOS CERRADOS Y LA JURISPRUDENCIA

199
El contralor de las condiciones de privación de la libertad personal (cautelares y bajo
cumplimiento de una pena) han merecido una amplia consideración en la normativa de
protección de los derechos humanos de la infancia.
De modo tal que la investigación de conductas que tuvieran como víctimas a personas
menores de edad bajo disposición judicial en dispositivos administrativos, además de estar
sometida a estándares particulares y garantías singulares por parte del Estado (45), fue
también relevada en la jurisprudencia:
— "[L]as presentes actuaciones llegan nuevamente a conocimiento de este Tribunal en
virtud del recurso de apelación interpuesto por la querella contra la resolución en virtud
de la cual la jueza resolvió sobreseer a C. D. S. y L. I. L. (entonces Directora y Jefa del
Servicio Social respectivamente, del Centro de Admisión y Derivación del Consejo de
Niñez, Adolescencia y Familia, Instituto de menores 'Manuel Rocca') en orden a los
hechos investigados. Corresponde recordar brevemente, toda vez que es la tercera
intervención de esta Alzada en autos, que en los presentes actuados se investiga la
responsabilidad penal de las autoridades del Instituto Rocca por la muerte del menor —
de 17 años de edad— G.H.M, acaecida el 11 de enero de 2007, dentro del establecimiento
mencionado. El menor se encontraba internado en el instituto por disposición del titular
del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de Morón, Provincia de Buenos
Aires, en el marco del Incidente Tutelar formado en causa Nº 6648. El 27 de diciembre
de 2006 ingresó por última vez y estuvo allí alojado hasta el día 11 de enero de 2007,
cuando fue hallado por un celador sin vida dentro de la celda que ocupaba. Según surge
de la autopsia realizada sobre su cuerpo, la muerte fue autoinferida por asfixia (como
consecuencia de una ahorcadura). Todo ello no se encuentra en discusión [...]. Analizado
el cuadro probatorio finalmente reunido luego de años de instrucción y señalamientos
de esta Alzada en reiteradas intervenciones, este Tribunal entiende que a esta altura la
decisión desvinculante adoptada por la a quo resulta ajustada a derecho puesto que
encuentra apoyo en las pruebas colectadas [...]. Cierto es que, de la reunión de pruebas,
ha quedado claro que el menor recibió abordaje atento su estado psíquico y que, según
expusieran testimonialmente todas las profesionales vinculadas a su caso, habría sido
el adecuado según el criterio profesional para el momento que transitaba G.H.M. y la
finalidad buscada. Asimismo, debe tenerse en cuenta que, según se desprende de las
declaraciones de la psicóloga del instituto cumplían con la asistencia mínima de una vez
por semana de todos los jóvenes allí alojados y después el profesional evaluaba la
necesidad de mantener más entrevistas intensificando el abordaje terapéutico; no existía
200
un procedimiento reglado en cuanto al tiempo y la forma de tratar, sino que quedaba a
criterio del profesional; lo que es coincidente con lo expuesto por D. S. en punto a que
tenían estipulado como mínimo un seguimiento semanal y que quedaba a criterio del
profesional incrementarlo. Debe agregarse también que el alojamiento del menor era
provisorio en el instituto, a la espera de la derivación a '...' donde haría el tratamiento
acorde a su patología [...]. De acuerdo a lo que se ha dicho, el abordaje se correspondía
con el resguardo del menor siendo que su fundamento se vinculaba más con protegerlo
de sí mismo que de terceros, conforme las conclusiones que se desprenden del informe
del Cuerpo Médico Forense [...]. Valorado entonces todo el cuadro probatorio referido,
puede ahora sí afirmarse que las directivas del Instituto Rocca procedieron conforme las
reglas establecidas y las posibilidades con las que contaban para supuestos como el de
G.H.M., correspondiendo, tal cual se anticipara, confirmar el decisorio que sobresee a
D. S. y L. [...]"(46).
— En sentido similar, "[A] partir de la constitución de la ambulancia del SAME en la
Seccional 21ª de la Policía Federal Argentina —que fue requerida tras los insistentes
pedidos de T. y a más de una hora y media del ingreso a la dependencia del menor— y
en oportunidad que la médica que lo asistiera ordenara su traslado al Hospital
Fernández [...] una vez que arribó al Hospital Fernández el padre de C. T. —A. T.— el
trato displicente se extendió a él, ya que cuando éste preguntó a los oficiales allí
presentes 'cómo le van a pegar, no ven que es menor?', recibió como respuesta 'el que
busca lío que se la banque', momento en que uno los efectivos policiales ordenó al padre
que se retirara a lo que T. se negó, ante lo cual uno de los dos 'se le fue encima',
oportunidad en la que intervino uno de los médicos que atendían al joven, quien indicó
que como el paciente era menor de edad, el padre debía estar presente durante su
atención [...] los efectivos policiales se burlaron, refiriendo 'menor, sí, claro',
ridiculizando a T. padre quien lloraba a raíz del estado de su hijo surgido por los malos
tratos brindados en la dependencia policial, habiéndole negado tanto R. como D. las
constancias de atención médica de su hijo, que aquél les requiriera [...] la Cámara del
Crimen resolvió —en lo que aquí interesa— que 'esta conducta del personal policial, más
allá de lo moralmente cuestionable no es en cambio objeto de reproche en el
ordenamiento penal [...]. Las risas y los imperiosos pedidos de silencio de los
funcionarios a cargo de la custodia, amén de no haber sido descriptos con precisión por
el único testigo para determinar su verdadero carácter, lo fueron en el ámbito de un
hospital público y en presencia del médico que atendía al prisionero herido [...]. La
circunstancia de que el joven estuviera recibiendo asistencia en un hospital, no anula
el hecho de que aún estaba detenido, bajo la custodia de los imputados y que había
llegado a ese lugar en esas condiciones [el artículo 4 de la ley 26.827] marca un ámbito
de protección amplio que busca garantizar el resguardo aún fuera de un establecimiento
carcelario en sentido estricto, lo cual guarda concordancia con la trascendencia de los
intereses en juego [...] el menor detenido merecía —por aplicación de la Convención
sobre los Derechos del Niño— un trato privilegiado derivado de la protección específica
por su especial status de niño [...] de la normativa internacional con jerarquía
constitucional surgen tres ejes esenciales referentes a: la específica prohibición de
aplicar torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes a menores;
que la detención del niño debe llevarse a cabo de acuerdo a la ley y que durante la
misma, deben recibir un trato humanitario y respetuoso que atienda a las necesidades
propias de su edad [...] un caso de posibles abusos por parte de funcionarios estatales
respecto de un niño detenido mientras éste era atendido en un hospital por haber sufrido
lesiones, merecía un estudio más profundo de la cuestión que atendiera —ante todo— a
los principios rectores con jerarquía constitucional aplicables al particular. Sentado ello,
teniendo en cuenta la escasa visibilidad que suelen tener este tipo de hechos, resulta
imprescindible que los casos de abuso policial que logran ingresar en los cauces
institucionales, sean investigados adecuadamente de acuerdo a los estándares
constitucionales antes mencionados con el fin de evitar que el Poder Judicial se convierta
en un ámbito que favorezca la impunidad [...]"(47).
— "[C]onvoca la atención de la Sala el recurso de apelación interpuesto por el Ministerio
Público Fiscal contra el auto en cuanto decretó la falta de mérito de L. R. G. y P. A. I. en
orden al hecho por el que fueran indagados. Los convincentes argumentos desarrollados
por el impugnante, aunados al actual espectro probatorio, conducen a la revocación del
201
auto en crisis y habilitan ya al dictado del auto de mérito previsto en el artículo 306 del
código adjetivo, independientemente de las medidas complementarias y ampliatorias
que pueda estimar conducentes el juez de grado, conforme lo ha consignado en la
valoración que efectuara. En efecto, las testigos M. F., G. K. y A. M. G. fueron contestes
en lo esencial al referir que los imputados, integrantes del 'Cuerpo Especial de Seguridad
y Vigilancia' del '...', intervinieron para hacer cesar la pelea que se había suscitado entre
los menores E. N. C. y G. D. B. A., allí alojados, ejerciendo sobre ellos una violencia
innecesaria con el objeto de separarlos, al propinarles diversos golpes y patadas, aun
cuando la reyerta se encontraba neutralizada y aquéllos ya habían recobrado la calma.
Así, la primera dijo haber visto al imputado G. empujando y golpeando al internado C.
mediante golpe con 'mano abierta en la parte trasera de su cabeza', mas no pudo a la
vez reparar en el desempeño del coencausado I., ya que ambos empleados iban en
sentido opuesto con los reducidos. Por su parte, la trabajadora social K. manifestó haber
observado a G. tomar al recluido de reciente mención '...levantándolo del suelo' para
luego colocarlo contra una pared y asestarle '...varias trompadas en el rostro y en el
torso'. También se refirió al guardia I., en cuanto '...arremetió a patadas contra B.
mientras éste estaba aún en el suelo... en posición fetal', para luego ser conducidos por
separado presuntamente al sector de enfermería, aunque esto no pudo afirmarlo con
precisión. Por último, la operadora socio educativa del instituto, A. G., coincide
parcialmente con su compañera K. en lo que atañe al desempeño del sindicado G., ya
que pudo apreciar que tomaba al interno C. con fuerza para colocarlo contra una pared
cercana, mas no logró captar si llegó a golpearlo en dicho lugar o solo se limitó a sujetarlo
con rudeza; en cambio, no hesita en endilgarle al referido celador la posterior autoría de
un puñetazo en la parte superior de la espalda del sujetado cuando lo transportaba,
momentos después, hacia un pasillo que conduce a la enfermería y otras dependencias
del instituto. Le atribuye asimismo a I. haberse hecho cargo del joven B., al cual condujo
arrastrándolo de sus brazos hacia el mismo sector antes descripto. [...] Quedan en claro
las acciones emprendidas por los imputados, ambos funcionarios públicos y como tal
sujetos activos especiales que tenían a su cargo la guarda o custodia de las personas
que se encuentran presas legalmente, pues apelaron a las vías de hecho con el solo
propósito de mortificar o humillar a las víctimas o bien motivados por una represalia,
desde que aquellas ya habían sido reducidas luego del incidente y no ofrecían resistencia
alguna. En tal sentido hemos dicho, con integración diversa, que la situación de un
menor internado en un instituto es equiparable a la de 'preso' mencionada en el artículo
144 bis, inciso 3º, del Código Penal. Por lo tanto, si se investigan los golpes que son
propinados a quienes se encuentran en dicha condición por parte de los celadores del
internado, la calificación de vejación resulta adecuada [...]. Como corolario, es propicio
invocar, a mayor abundamiento, a las previsiones específicas de los tratados
internacionales incorporados a nuestra carta fundamental en un pie de igualdad, tales
como las que estipula el artículo 37, incisos a) y c) de la 'Convención sobre los Derechos
del Niño', como principio rector del trato de personas que no han alcanzado la mayoría
de edad, cuando deben ser sometidas legalmente a detención o encarcelamiento, pues
la aplicación de severidades, vejámenes o apremios ilegales opera contrariando
groseramente la norma [...]"(48).
El JMen. deberá establecer contacto personal con cada uno de los imputados menores a su
cargo que se hallen privados de su libertad, una vez cada seis meses como mínimo. A este
efecto, el juez visitará al encausado en el establecimiento en que se aloje, dejando constancia
escrita de la entrevista y de las peticiones que formulare, la que será firmada y agregada al
expediente de disposición tutelar.

202
En caso que a criterio juicio de la dirección del establecimiento en el cual se halle alojada la
persona menor de edad no fuera conveniente su permanencia en tal lugar dispositivo (por
necesitar un régimen de disciplina distinto o por cualquier otra causa) deberá requerir su
traslado al juez respectivo, con expresión amplia de los motivos del pedido (49).
Respecto del control de los dispositivos especializados de alojamiento de personas menores
de edad alojadas de manera cautelar o condenadas por la comisión de un delito se resolvió
que: "[S]e inicia la acción de habeas corpus con la presentación formulada por el Dr. A. C.
M., en representación de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN). En esa pieza
plantea una acción de habeas corpus correctivo y colectivo a favor de la totalidad de los
niños, niñas y adolescentes privados de su libertad, alojados en establecimientos de la órbita
de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) dependiente del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Funda la pretensión en la resolución
2237/2009 de la SENNAF por la cual no se permitió el ingreso del personal de la Procuración
Penitenciaria Nacional a los institutos de menores, a fin efectuar visitas de control a dichos
organismos, en cumplimiento de las funciones que le son asignadas por disposición de
las leyes 25.875 y 26.827 [...]. Entienden los presentantes que este mandato contenido en
la ley 25.875 fue fortalecido con la sanción de la ley 26.827 —creación del Sistema Nacional
de Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles Inhumanos o Degradantes— que
posiciona a la PPN como mecanismo local para la prevención de la tortura y la habilita para
desarrollar sus funciones en todos los lugares de detención dependientes de autoridad
nacional o federal. En este sentido, alegan que para materializar el control dicha ley
promueve la creación de un sistema de visitas periódicas a establecimientos de detención a
cargo de órganos internacionales y nacionales independientes [...]. Este Juzgado resolvió
requerir información al Ministerio de desarrollo Social de la Nación, a la Defensoría General
de la Nación y a la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en Criminal y Correccional de la
Capital Federal, con relación a los organismos que en el marco de la ley 26.827 efectúan
controles y visitas en los institutos de Menores, a fin de obtener un conocimiento acabado y
profundo de cómo se implementa en la actualidad el Mecanismo Nacional de Prevención
instaurado por la citada ley [...]. Al respecto, la Defensoría General de la Nación informó que
por resolución 841/06 de fecha 22 de junio de 2006 se creó la Comisión del Seguimiento
Institucional de Niños, Niñas y Adolescentes, que lleva a cabo monitoreos mediante visitas
en los centros de régimen cerrado de la ciudad de Buenos Aires que dependen de la Secretaria
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia [...]. Explicó el Dr. G. L., concretamente en
referencia a la ley 26.827, que la SENNAF integra el Sistema Nacional del artículo 3º de dicha
ley y es uno de los organismos interesados en el cumplimiento de los objetivos del Protocolo
Facultativo de la Convención contra la Tortura y Tratos Crueles, Inhumanos y degradantes,
porque dicha convención integra el bloque de constitucionalidad federal del artículo 75 inciso
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22 de la Constitución Nacional [...]. Asimismo, aclaró que los derechos de las personas
menores de 18 años privadas de su libertad, confirman un sistema de protección específico
contenido en la Convención de los Derechos del Niño y en la ley 26.061, revistiendo un
carácter fundamental el principio de especialidad, que se encuentra cumplido por la labor
de los funcionarios (Defensores de Menores) y órganos colegiados (Comisión de Seguimiento)
dependiente de la Defensoría General de la Nación y por la actuación de los Delegados
Inspectores de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en Criminal y Correccional de la
Capital Federal. En cuanto a la cantidad de jóvenes alijados en los institutos de su
dependencia hicieron saber que al día 5 de junio de 2014 en el Centro de Admisión y
Derivación del Instituto 'Inchausti' se alojaron a 12 personas, aclarándose que se alojaron a
12 personas, aclarándose que se trata de un lugar de tránsito donde se elabora un informe
y se sugiere una alternativa de derivación. En el Instituto San Martín hay 28 adolescentes
alojados, en el Instituto 'Manuel Rocca' 45 menores; en el Instituto 'Luis Agote' hay 35 y en
el 'Manuel Belgrano' 27, resultando ser éstos de institutos de régimen cerrado. Con respecto
a la cantidad de menores alojados al día 5 de junio de 2014 en residencias de libertad
restringida se informó que en la Colonia 'Gutiérrez' hay 20 adolescentes alojados, en la
Residencia 'Almafuerte' hay 14 adolescentes, en la Residencia 'La esquina' hay 5 jóvenes y
en la Residencia 'Juana Azurduy' 2 jóvenes alojados [...]. No existe duda en cuanto a la
facultad de la PPN para ingresar a los institutos de menores porque dicha atribución está
reconocida por una ley que se encuentra vigente, lo que si bien ha sido reconocido el Dr.
L. en la audiencia llevada a cabo en este Juzgado, no se ha formulado una propuesta
concreta para su cumplimiento [...]. En este sentido, coincido con el accionante en que el
argumento esgrimido por la SENNAF referente al principio de especialidad, no puede excluir
a la PPN del cumplimiento de sus funciones, máxime cuando ha manifestado tener preparado
un equipo especializado [...]. Es fundamental que la política de control y monitoreo de los
centros de detención tendiente a evitar actos de tortura se ajuste a los requerimientos del
llamado bloque de constitucionalidad conformado por los tratados internacionales que
especialmente se refieren a dicha temática, cuyo cumplimiento constituye una cuestión de
permanente preocupación al encontrarse en cuestión la responsabilidad del estado nacional,
de allí la procedencia de lo que se ordenará [...]"(50).
Al momento de intervenir sobre la misma presentación resolvió la Alzada que; "[L]a ley nº
25.875, en su artículo 1º, segundo párrafo, describe como objetivo fundamental la protección
de los derechos humanos de todas las personas privadas de la libertad y en la enunciación
de lugares de detención refiere a 'cualquier tipo de locales en donde se encuentren personas
privadas de la libertad'. Sin mayor esfuerzo, en dicho colectivo deben necesariamente ser
incluidos los jóvenes en conflicto con la ley penal que, más allá de la denominación
'disposición tutelar', ésta se cumple en establecimientos de régimen cerrado, lo que conlleva
sin hesitación a que se encuentran privados de su libertad. Ahora bien, el artículo 18 de la
ley mencionada permite, entre otras facultades, a la Procuración Penitenciaria a realizar
inspecciones, entrevistar sin aviso previo y sin presencia de testigos a las personas privadas
de la libertad. Esta atribución se vio cuestionada mediante la Resolución nº 2237/2009 de
la SENAF, como ya describiera en párrafos anteriores, porque se consideró que carecía de
facultades tutelares. Esta decisión administrativa, que no fuera cuestionada oportunamente,
vuelve ahora a ser motivo de controversia, en tanto el accionante considera que dado el
avance legislativo en materia de tratos crueles e inhumanos, la sanción de la ley nº 26.827 de
creación del Sistema Nacional de Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanas o Degradantes integra a la Procuración Penitenciaria, en el art. 11 inc. b), como
miembro del Comité Nacional [...]. La sala, coincidiendo con la decisión de la jueza Wilma
López, convalidará hacer lugar a la presente acción que fuera planteada a favor de todos los
menores detenidos en dispositivos cerrados y como prevención de posibles hechos de
violencia institucional, al no permitir que un organismo de control externo, como la
procuración penitenciaria, con las incumbencias que surgen de las leyes que le han dado
atribuciones de control, pueda ingresar a dichos establecimientos. [...] Ahora bien, es bien
sabido que no se trata del mismo universo que el de los mayores recluidos, se precisa de una
singularidad que en el caso particular se ha declamado pero no se han exhibido en autos
programas que den cuenta de la especialidad necesaria para el trato con adolescentes que
presentan sus particularidades, en muchos casos graves carencias afectivas, compromiso
con adicciones y situaciones que permiten considerar que es una población que debe saberse
tratar. Desde esa perspectiva y previo a cualquier monitoreo, la Procuración Penitenciaria

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deberá presentar ante la jueza Wilma López y ésta cuando lo considere lo homologará,
profesionales de acreditada especialidad en minoridad quienes deberán elaborar un plan de
abordaje del control de los institutos que fuera materia del presente [...]. No duda esta sala
que la resolución que aquí se ha tomado responde a una necesidad de abordaje y miradas
diferentes pero que, con la responsabilidad necesaria en un tema tan sensible, atento la
población a la que está dirigida, propenderá a una mayor protección de los derechos de los
menores, dejando de lado cualquier tipo de controversias entre las partes individualmente
involucradas para realizar un trabajo coordinado que no contradiga o altere los esfuerzos del
conjunto, sin perjuicio de que se pueda efectuar el control de manera individual [...]" (51).
Finalmente la Cámara Federal de Casación Penal resolvió rechazar el recurso de casación
interpuesto por el representante de la Procuración Penitenciaria de la Nación, hacer lugar al
recurso interpuesto en representación de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y
Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, casar la resolución dictada y
rechazar la acción de habeas corpus por improcedente(52).

5. EL SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL

El Servicio Penitenciario Federal también cuenta con lugares específicos para el alojamiento
de personas sometidas a la justicia de menores que tengan más de 18 años de edad.
Este supuesto puede darse por dos motivos. Un imputado menor de edad que alcanza los 18
años de edad durante la tramitación del proceso penal seguido en su contra. Y la segunda
posibilidad es la persona acusada de cometer un delito con 18 años de edad cumplidos,
respecto de los cuales como se anotara entenderá la justicia penal de adultos y no se le
aplicarán ninguna de las previsiones especiales (ni sustantivas ni de forma) del régimen
penal de la minoridad.
En tal sentido, es posible el alojamiento de este colectivo en estas unidades penitenciarias:
• Complejo Federal para Jóvenes Adultos (y su Anexo ubicado en el interior del Complejo
Penitenciario Federal II de Marcos Paz). Comprende a tres establecimientos: el Instituto
Federal de Jóvenes Adultos (U. 24) de máxima seguridad; el Instituto "Dr. Juan Carlos
Landó" (U. 26) de mediana seguridad; y el Centro Federal de Tratamientos Especializados
"Malvinas Argentinas" de mínima seguridad(53). Además cuenta con un anexo
• Instituto de Jóvenes Adultos "Dr. Julio Antonio Alfonsín" (U. 30)(54).
• Complejo Penitenciario Federal IV (con sectores diferenciados al de mujeres adultas) (55).
• Complejo Penitenciario Federal III "Centro Federal Penitenciario Noroeste Argentino"
(con sectores diferenciados al de hombres adultos)(56).

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