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Tema 2
Derecho Civil y Constitución
Índice
1. Introducción
2. Constitución y Título Preliminar del Código Civil Español
3. La relevancia de las normas constitucionales en las relaciones privadas. La
llamada “Drittwikung”
4. Derechos Civiles especiales (por razón de territorio) o forales
5. Fuentes del derecho: costumbre, principios generales y jurisprudencia.
Remisión
1. INTRODUCCIÓN
Es una cuestión polémica en la doctrina y en la práctica judicial la de determinar la conexión entre
el Derecho Civil y los textos constitucionales de cada país. En España, la discusión se centra en dos
cuestiones básicas:
- La primera habla de que el Código Civil español dispone desde 1889 en que fue promulgado,
pero con más fuerza en el 1974, cuando se reformó de un singular título preliminar. Este
contiene reglas, mandatos…en principio aplicables a todo el Derecho y no sólo al Civil o
Privado.
- La segunda cuestión es común en todos los países de nuestro entorno, y se trata de dilucidar
si los principios constitucionales y los derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución tienen vigencia en las relaciones privadas entre particulares, o sólo son
relevantes en las relaciones particulares frente a los poderes públicos.
Otras veces, aun habiendo ya una constitución, la misma resultaba estar incompleta (como ha
pasado incontables veces en España). Por lo tanto, no se trataban en la Constitución cuestiones muy
importantes como las luego incluidas en el Título Preliminar del Código Civil.
Como se puede comprobar por su simple lectura, en España, a diferencia de otros códigos civiles
europeos que no lo tienen, el nuestro contiene una primera parte denominada TÍTULO
PRELIMINAR. Este incluye artículos del 1 al 16 sin limitarse al ámbito de Derecho Civil o Privado.
Hay que aclarar que, desde el año 1889, consta ya en el mismo Título Preliminar con otro contenido.
Habla el art.1 de ese TÍTULO PRELIMINAR de las “fuentes de derecho” y en los arts. Siguientes se
abordan temas más genéricos, como la entrada en vigor de las normas legales, interpretación de las
mismas, aplicación y eficacia de las normas generales…como si se tratase de mandatos cuasi
constitucionales.
Es significativo que alguna de esas cuestiones que allí se tratan y regulan no tienen su reflejo a nivel
constitucional.
Un ejemplo evidente lo constituye el tratamiento de las fuentes del derecho, de modo que las reglas
del TÍTULO PRLEIMINAR deben considerarse al menos alteradas de forma sustancial por ella.
Ahora bien, la doctrina constitucionalista y el propio TC (Trib. Constit.) se han encargado de aclarar
algunas de esas reglas del TÍTULO PRELIMINAR, como por ejemplo la buena fe o el abuso de
derecho (art.7.7 CC). Estas no tienen rango constitucional ni condicionan el contenido y alcance de
los derechos fundamentales reconocidos en la CE.
Debe destacarse como punto de partida el llamado valor normativo del texto constitucional y de
sus preceptos. Significa que todas sus normas vinculan directamente a los ciudadanos y son
aplicables en la práctica y tienen su propio Tribunal (el TC) para hacerlas eficaces cuando pudieran
haber sido vulneradas por los Tribunales o por el propio poder legislativo.
Ejemplo: la lesión de un derecho como el de intimidad o de propia imagen (art.18.CE) que haya sido ocasionado
por una Administración pública o por un particular permite al afectado su tutela judicial directa y reclamar
una reparación del daño causado y adopción de medidas de cese de cara al futuro.
No cabe ya otorgar un valor supralegal a las normas y reglas contenidas en los arts.1 – 7 del
TÍTULO PRELIMINAR del Código Civil.
Pero, esto no significa que las reglas contenidas en el TÍTULO PRELIMINAR no tengan efectividad
en la práctica. Muy al contrario; son instrumentos usados en el razonamiento jurídico, escritos
judiciales, pero sin carácter totalmente vinculante.
Principios contenidos en ese TÍTULO PRELIMINAR como la buena fe o la prohibición del abuso
del derecho o el fraude de ley sobrevuelan toda nuestra legislación, y que son muy frecuentes en
usarlos para fundamentar un escrito o una resolución judicial.
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SIN EMBARGO, sucede que estos principios – que no pueden ser confrontados con las reglas
constitucionales – no siempre tienen el mismo valor y alcance según el ámbito o rama del Derecho
en que puedan aplicarse.
Además, junto a lo anterior, el recurso a estas figuras del TÍTULO PRELIMNAR (buena fe, abuso
de derecho, fraude de ley) puede llegar a generar una cierta inseguridad al producir un peligro de
abrir excesivamente la puerta a la arbitrariedad judicial en un ámbito tan sensible como el de los
derechos reconocidos en la CE.
Está claro que los preceptos constitucionales reguladores de principios constitucionales y derechos
fundamentales están dirigidos a los poderes públicos, como límites o modos de delimitación
negativa en la actuación por parte de éstos.
En las relaciones privadas, resulta algo complicado determinar la eficacia de todas estas normas
porque no existen mandatos constitucionales específicos sobre el tema.
¿Qué se puede hacer con este tipo de contratos o vínculos? ¿Cómo solucionar la cuestión cuando el
sujeto afectado por el contrato quien decide cambiar de opinión?
Con frecuencia, la cuestión se plantea respecto de acuerdos o contratos en los cuales una de las
partes se halla situada normalmente en posición de inferioridad real y la otra en una superioridad.
Todo ello supone un resultado lesivo de alguno de sus derechos fundamentales.
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este consentimiento está “viciado”, y lo cierto es que el pacto o acuerdo habrá sido evidentemente
querido por el propio sujeto.
Como último dato para la reflexión, debajo de este tipo de pactos subyace prácticamente una suerte
de autolimitación del propio derecho, o más exactamente, una renuncia puntual más o menos
amplia de un determinado derecho fundamental. Esto nos lleva a una cuestión de límites
constitucionales y legales de los actos de renuncia.
Los problemas a fondo que se han planteado en la práctica han sido:
A. ¿Procede o no la impugnación de la validez del acuerdo o negocio, planteada por un sujeto
distinto de la parte perjudicada por su propia decisión, habiendo frente a ello una oposición
a esa invalidez por parte del sujeto afectado?
B. ¿qué posibilidades tiene la otra parte (la beneficiada) de exigir judicialmente el cumplimiento
de lo pactado o comprometido? ¿Y si el juez de oficio puede negarse a darle ejecución,
declarando también de oficio la invalidez de lo acordado por razones constitucionales?
Así, habiendo revocación se haría inviable la ejecución de lo pactado por parte del otro contratante,
cuando el afectado en su dignidad o en su Derecho Fundamental haya cambiado de opinión y
considere que no le conviene mantener su autorización previamente dada.
En cambio, la cuestión puede variar en aquellos casos en que la posible confrontación con las normas
y principios constitucionales concierne a determinadas cláusulas o estipulaciones del mismo, tales
como las de estos casos:
A. El sujeto pacta con una empresa de trabajo la obligación de utilizar una determinada vestimenta que
pudiera ser contraria a sus convicciones o que genera cierto rechazo social (un trabajador que renuncie
a su barba o coleta, o empleada a la que se le obliga por contrato a vestir falda corta)
B. Una persona propietaria de una vivienda que la arrienda a otro a cambio de una renta mensual, pero
impone además la carga o deber de no casarse durante el tiempo de vigencia o arrendamiento, o no
tener hijos.
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Quedando afectados esos derechos de libertad general, ideológica, a contraer matrimonio…en estos
casos SÍ se podría discutir sobre la eficacia o ineficacia de la cláusula.
Así, entendemos que se debería atender al criterio de si en el momento de firmar el acuerdo, la parte
cuyo derecho fundamental se vea presuntamente implicado aceptó la renuncia parcial o puntual al
mismo, pero lo hizo a cambio de conseguir una contraprestación o una mejora tangible en su
posición contractual.
Nuestro CC, ni en la fecha que fue promulgado (1889) llegó a tener aplicación en todo el territorio
español porque desde sus inicios quedaba preservada la vigencia de los derechos civiles históricos
llamados Derechos forales.
Esto ha seguido así hasta la promulgación de la vigente CE de 1978.
Nuestra CE no sólo ha previsto otorgar capacidad legislativa a los distintos territorios de España
(compuestos por CCAA)
El desarrollo de la Constitución, los distintos estatutos de autonomía de las CCAA de tradición foral
han plasmado en sus normas ese beneficio.
Hablemos del art.149.1.8º de la CE. De acuerdo con esta norma constitucional, la legislación civil
constituye materia de competencia estatal exclusiva, pero con una salvedad, y es que autoriza a la
CCAA con derecho civil histórico, a conservar, modificar y desarrollar ese derecho propio.
Como norma de cierre, ese mismo apartado preserva EN TODO CASO al Estado una serie de
materias que no podrán ser legislada por esta CCAA incluso a pesar de tener derecho histórico y de
su facultad de conservarlo y desarrollarlo. Se trata de las siguientes materias:
Esta normativa ha dado lugar a una enorme discusión a nivel doctrinal acerca de la mayor o
ampliación o desarrollo del Derecho histórico de esas CC.AA que lo podían preservar.
A día de hoy, se ha producido una importante superación de los estrechos límites marcados por el
citado art.149.1.8º CE hasta el punto de que…
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En Cataluña existe un Código Civil propio, con tratamiento de múltiples instituciones y figuras civiles,
algunas de las cuales no entraban dentro de los márgenes de su derecho histórico.
Ya hemos visto que el art.1 del TÍTULO PRELIMINAR del Codigo Civil recoge las fuentes de
Derecho en general.
Por otro lado, no se incorpora la trascendencia que la constitución concede a algunos de los Tratados
Constitucionales, hasta el punto de elevarlos a una categoría superior a la propia CE.
Sin embargo, al margen de los principios constitucionales, se pueden conocer principios generales
que informan la legislación o regulación concreta, y que permiten dar soluciones a situaciones
conflictivas.
No obstante, ese principio general puede ser útil como criterio interpretativo de esa norma cuando
se planteen diversas alternativas o lecturas.
Podemos citar el importante principio del “favor consumatoris” que obliga a interpretar las normas
vigentes de forma favorable al consumidor o usuario.
Otro ejemplo es el principio de protección o principio del “favor filii”, que impone interpretar y
aplicas las normas siempre en la forma más beneficiosa para el menor.
- Queda una última alusión a la jurisprudencia como posible fuente del Derecho
Entendemos por jurisprudencia la doctrina consolidada emanada del TS en sus distintas salas,
derivada únicamente de recursos de casación a la hora de interpretar y aplicar la ley, la costumbre
y los principios generales de Derecho.
En nuestro CC, el art.1.6 EXCLUYE a la jurisprudencia como fuente del Derecho. Por lo tanto, los
jueces y tribunales no pueden apoyarse en ella como forma exclusiva para resolver las disputas
civiles, sino que deben atender al sistema de fuentes establecido.
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Ahora se abandona la exigencia de cuantía superior a 600.000 euros como criterio básico para poder
presentar este recurso, y se pone el foco en el “interés casacional” como eje central de estos recursos
de casación.
El recurso de casación deberá fundarse en “infracción de norma procesal o sustantiva, siempre que
concurra interés casacional”. Así pues, concurre interés cuando la resolución recurrida se oponga a
la doctrina jurisprudencial del TS o resuelva puntos y cuestiones sobre los que exista jurisprudencia
contradictoria de las Audiencias Provinciales o aplique normas donde no exista doctrina
jurisprudencial del TS.
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PREGUNTAS BÁSICAS DEL TEMA
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