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vivía una tortuga llamada Tiana. Tiana era conocida por su curiosidad insaciable y su
amor por las historias que escuchaba de los animales que visitaban el estanque.
Un día, mientras descansaba sobre una roca bajo el cálido sol de la tarde, Tiana
escuchó el susurro de las hojas y el murmullo del viento que traía consigo un
misterioso aroma a flores. Intrigada, decidió aventurarse más allá de los confines del
Caminando con determinación por el bosque, Tiana se encontró con una pradera
Pero lo más sorprendente de todo fue lo que encontró en el centro de la pradera: una
antigua y majestuosa tortuga de caparazón dorado que emanaba una luz cegadora.
La tortuga, cuyo nombre era Solara, le dio la bienvenida a Tiana y le contó historias
poder de la curiosidad.
Juntas, exploraron cada rincón del bosque y descubrieron secretos que nunca
habían sido revelados. A medida que pasaba el tiempo, la pradera floreció aún más y
se convirtió en un lugar de belleza y armonía que inspiraba a todos los que tenían el
privilegio de visitarla.
Con el tiempo, Tiana regresó al estanque con el corazón lleno de gratitud y el espíritu
fortalecido por su amistad con Solara. Aunque había dejado atrás la pradera de
escuchar el susurro del viento llevando consigo el perfume de las flores y la voz