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Presentación General
La Comisión Central Arquidiocesana de la Divina Pastora ha discernido, según el plan
pastoral trienal de la Arquidiócesis de Barquisimeto, a partir del aporte de la primera fase de
escucha para una Iglesia sinodal, trabajar en conjunto en los tres aspectos fundamentales
emergentes de: Comunión (para el 2024), Participación (para el 2025) y Misión (para el 2026), de
cara a la segunda fase y así tomar en cuenta como punto de partida el tema del Sínodo de los
Obispos sobre la sinodalidad, actualmente en marcha.
Para la visita 166 del próximo año 2024, centrada en la Comunión, el lema es: CON MARÍA
CAMINEMOS EN COMUNIÓN, se da comienzo, con esta catequesis kerigmática y celebrativa,
progresiva y dinámica, un camino pastoral bajo la acción del Espíritu Santo en nosotros y entre
nosotros, unidos a María Divina Pastora de las almas en la Evangelización, Catequesis y Pastoral
y orientar nuestra Arquidiócesis de Barquisimeto hacia el camino sinodal. La motivación mariana
espiritual y pastoral coincide, fortalece y se integra con el plan general de nuestra Iglesia local, y
que abarque la vida parroquial, los movimientos, asociaciones, pastorales, vida religiosa y vida
sacerdotal que hacen vida en nuestra Iglesia local.
El tema de la comunión nos invita a la participación para descubrir y renovar nuestra misión
en la Iglesia, con María, Iglesia naciente, como en Pentecostés, en la comunión de los santos. El
Catecismo nos recuerda que:
960 La Iglesia es "comunión de los santos": esta expresión designa primeramente las
"cosas santas" (sancta), y ante todo la Eucaristía, "que significa y al mismo tiempo realiza la
unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo" (LG 3).
961 Este término designa también la comunión entre las "personas santas" (sancti) en
Cristo que ha "muerto por todos", de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da
fruto para todos.
962 "Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan
en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza
celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está
a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos
atentos a nuestras oraciones" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30).
Con Santa María Virgen, Madre de Dios y Nuestra, la Divina Pastora de las almas, vivamos
el camino de todos los bautizados en Cristo, en la comunión de los santos.
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Por una catequesis kerigmática, celebrativa y pastoral
Dios es comunión; la comunión nace en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre envía
a su Hijo para reestablecer la comunión con la humanidad. Por medio de la obra de redención. El
Hijo envía desde el Padre al Espíritu Santo, quien es la plena y eterna comunión del Padre y el
Hijo, y es quien realiza nuestra comunión con Dios. La Santísima Virgen está involucrada en la
comunión de Dios con la humanidad, es la persona donde Dios comenzó a realizar esa comunión,
al encarnarse el Verbo de Dios en sus purísimas entrañas, por la acción poderosa y amorosa del
Espíritu Santo.
Esta catequesis quiere ser como la experiencia de María, encarnando la Palabra y dando
frutos de vida eterna. Llevando la Palabra y su compromiso eclesial a nuestra vida personal y
familiar, hacer comunión con todos, la comunión de Dios en nosotros y entre nosotros. El camino
sinodal de comunión es para hacerlo realidad en nuestra vida cristiana personal y eclesial.
"En la única familia de Dios. Todos los hijos de Dios y miembros de una misma familia en
Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos
respondiendo a la íntima vocación de la Iglesia" (LG 51).”, (CEC 959).
2.El camino de comunión en Iglesia, como María y con María, conversión y santidad
La Iglesia tiene un origen, así como toda creatura, y en su origen está la Virgen que entra
en comunión con Dios por la acción poderosa y amorosa del Espíritu Santo. Ella es también
llamada la toda santa (Panagia, en griego, pan: todo, y agios: santo).
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La comunión con Dios nos ha de ir llevando a la conversión y a la santidad; como dice la
Palabra, nadie puede ver a Dios y seguir viviendo (cf. Ex 33,20), en la medida que entramos en
comunión con Dios, va muriendo en nosotros el hombre viejo, y va resucitando el hombre nuevo,
es el camino de conversión de todo bautizado. La Virgen ya recibió la plenitud de gracia al
momento de su concepción, es Inmaculada desde su concepción, para luego llegar a ser la madre
del Verbo de Dios hecho hombre; entrar en plena comunión con Dios por medio del Espíritu Santo.
La santidad de María en comunión con la historia de la salvación ya fue preanunciada por
las profecías de Gen 3,15; Is 7,14; Miq 5,1-2, y prefigurada en las mujeres de Israel, escogidas
más por su pequeñez y debilidad (cf. 1 Cor 1,27), como Ana, Débora, Rut, Judit y Ester, que eran
fieles a las promesas de Dios (cf. CEC 489), y manifiesta el misterio de misericordia que el Padre
tenía predestinado para ella (cf. Lumen Gentium n. 56).
En los evangelios vemos paso a paso este camino de comunión en la santidad que María
vive, como primera Iglesia; su profunda relación con la Palabra encarnada y la acción del Espíritu
Santo (cf. CEC 721-726):
1.María heredera de las promesas se abre a la acción de la gracia del Espíritu Santo y vive
la revelación del misterio trinitario en la anunciación como un pequeño Pentecostés, (cf. Lc 1,26-
38).
2. María entra en comunión con la vida de Cristo por el Espíritu Santo (cf. Lc 1,31-33; Mt
1,16).
3. En las Bodas de Caná (cf. Jn 2,1-12), fue ella quien promovió la primera señal e
intercedió para que Jesús mostrara su gloria y así los discípulos creyeran el Él.
4. En el encuentro en la Sinagoga, (cf. Mt 12,46-50; Mc 3,31-35, Lc 8,19-21), María llega
a ser discípula y seguidora de Cristo por su obediencia a la Palabra (ob-audire).
5. Al pie de la Cruz (cf. Jn 19,25-27), María recibe a Juan como hijo y discípulo y es
acogida por él como madre de los discípulos sacerdotes.
6. En Pentecostés (cf. Hch 1,14), María acompaña los discípulos como hijos espirituales a
la espera del Espíritu Santo en la Iglesia naciente.
7. Desde el cielo, (cf. Ap 12,1-17; Gal 4,4-6; 26-28), y en cada celebración eucarística
María proclama con toda la Iglesia las grandezas del Señor, (cf. Lc 1,46-56), y ejerce su misión
maternal en el camino de comunión espiritual, litúrgica y pastoral de sus hijos, hasta que vuelva
Cristo. Su actuación personal frente a la revelación del misterio de Dios en su vida, nos indica la
evangelización del corazón en comunión con el Espíritu Santo: “¿Cómo va ser posible esto?”;
“Guardaba todas estas cosas en su corazón...” (cf. Lc 1,34; 2,51).
Pregunta: ¿Nos animamos a estar en comunión con Dios, con nosotros mismos y con los
demás, como María y con María para llegar a la santidad de vida?
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Jesús, sigue adelante, y cada uno de nosotros debe entrar en comunión con ella, debe hacer realidad
la redención en su propia vida. Cada cual debe entrar en una plena comunión con la obra redentora
de Jesús (CEC nn. 533, 725, 787, 790 1331).
Esta capacidad de María de responder a la propuesta de la acción de Dios, de
correspondencia amorosa y fiel, de lo divino que se revela en su ser finito personal, hace de María
una mujer de comunión diaria con el misterio del Dios humanado, habituada a vivir en, con, por
Dios, costumbre espiritual y corporal que le permitió gozar de la comunión eucarística del cuerpo
y la sangre de Cristo recibida de las manos los Apóstoles después de la Pascua y en comunión con
todos los discípulos y los primeros creyentes.
En Pentecostés Lucas relata esta comunión de María con todos como un hecho que se da
en espera del Espíritu Santo. Ella en el Cenáculo es la Madre y Señora, es el punto de reunificación,
es el signo de santidad y de unión entre los familiares de Jesús, los discípulos que Él había
congregado desde el comienzo y las mujeres.
La Virgen, Divina Pastora de las almas, sigue trabajando en la obra redentora, cumpliendo
su vocación de madre espiritual, para que lleguemos todos, mediante la plena participación en la
obra redentora de Jesús, al Pentecostés definitivo y eterno, nuestro más preciado anhelo.
Pregunta: ¿Nos ayuda la Virgen María a entrar en comunión con el Misterio Pascual de
Jesús?
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medio de su Hijo Jesús, de darnos la comunión para que nos salvemos. Todo trabajo en la Iglesia
es para aumentar la comunión con Dios e ir renunciando al pecado, renunciar a lo que nos separa
de Dios y del amor fraterno. La Virgen siempre ha estado y estará en el corazón de la Iglesia, y en
cada nueva etapa de sus decisiones y acciones, a lo largo de toda su historia.
La Iglesia existe por la acción continua del Espíritu Santo, y siempre busca de ser dócil a
sus inspiraciones, hablamos de sinodalidad tomando como ejemplo el llamado Concilio de
Jerusalén, donde concluyen “…hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más
cargas que éstas indispensables:…”, (cf. Hch 15,28), cada paso de la Iglesia viene determinado
por el Espíritu Santo, en comunión eclesial. Compartimos, dialogamos, conversamos en el Espíritu
Santo, buscamos la verdad, discernimos en comunión con el Espíritu Santo.
En el kerigma encontramos a María, asociada al misterio de Cristo y de la Iglesia, desde la
encarnación del Verbo (cf. Lc 1,25-38) y a lo largo de toda la vida de Jesús, también en
Pentecostés, por obra del Espíritu Santo, (cf. Hch 1,14). Ahora también sigue presente la Virgen
en la Iglesia sinodal, convocada y sostenida por el Paráclito prometido por el Señor.
En el corazón de la Iglesia, por la acción del Espíritu Santo, está la comunión que comienza
en María y se sigue abriendo a todos, por eso la auténtica devoción mariana es fundamental para
garantizar la originalidad, la continuidad, y la autenticidad del mensaje que siempre se renueva en
la evangelización, en el culto, en el servicio, en las obras, en cada etapa del camino de la historia
de la salvación.
El Instrumento Laboris para la sesión de octubre 2023 de la Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos, POR UNA IGLESIA SINODAL: COMUNION, PARTICIPACION,
MISION, nos dice acerca de la Bienaventurada Virgen Santa María, madre de Dios y nuestra: N.8.
“A la intercesión de estas hermanas y estos hermanos, que viven ya la plena comunión de los
santos (cf. LG 50), y especialmente a la de Aquella que es primicia de ellos (cf. LG 63), María
Madre de la Iglesia, confiamos los trabajos de la Asamblea y la continuación de nuestro empeño
por una Iglesia sinodal. Pedimos que la Asamblea sea un momento de efusión del Espíritu, pero,
más aún, que la gracia nos acompañe cuando llegue el momento de actualizar sus frutos en la
vida cotidiana de las comunidades cristianas del mundo entero”.
Pregunta: ¿Qué modelo de santidad en comunión nos propone María para el hoy de la
Iglesia Venezolana?
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Caminando con María en el aprender a escucharse unos con otros para generar espacios y
momentos de encuentro, diálogos en la fe, corresponsabilidad en las decisiones y en la realización
de lo decidido. Es el acompañamiento de la madre que nos hace sentir y reflejar una posibilidad
de fraternidad, filiación y amistad espiritual. Es un aprender a compartir desde la experiencia
iluminada por la Palabra, la catequesis, la celebración de vida que nos devuelve la originalidad del
Evangelio vivo, así como lo podemos apreciar en el testimonio femenino, esponsal y maternal de
María, de pocas palabras que no opacaran a la palabra del Dios vivo y verdadero, a su propio Hijo,
sin ruidos personales, pero con muchos gestos y decisiones espirituales y prácticas; con una
voluntad de preservar hasta el final, hasta las últimas consecuencias.
La comunión se vive en la práctica como amor entre los hermanos y al mismo tiempo vivir
la verdad cristiana, encarnar la doctrina que proviene de la Palabra en nuestras vidas y hacerla vida
fraternal eclesial, (CEC 949-953).
Pregunta: ¿Cómo podemos renovar con María nuestra comunión eclesial?
Conclusión.
La comunión de la Santísima Trinidad es vivida y ofrecida en la Iglesia; la Santísima
Virgen María es persona fundamental dentro de ella. María ya estaba en comunión con el Padre,
era la llena de gracia, y por la acción-comunión con el Espíritu Santo se hizo carne el Verbo de
Dios dentro de ella, así entró para siempre en comunión con el Hijo, su propio hijo, Jesucristo. De
esta manera la Virgen está implicada en el misterio de Dios relacionándose con la humanidad.
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Ella forma parte de la Iglesia, miembro supereminente y madre en el orden de la gracia de
los miembros del cuerpo místico de Cristo, y desde esa comunión originaria eclesial, se va dando
la comunión entre todos, dentro de la Iglesia y se va difundiendo hacia fuera, hacia toda la
humanidad y su historia.
La próxima visita 166 de la imagen de la Divina Pastora, caminando en comunión con ella,
nos invita a la reflexión y el discernimiento para que Ella nos acompaña en nuestra oración y
promueve una renovada corresponsabilidad en la santificación de nuestras familias y comunidades
de fe.
La pregunta queda abierta. ¿Qué podemos hacer para que nuestras comunidades puedan
caminar en comunión y en santidad? ¿Somos los discípulos y apóstoles marianos para estos
tiempos de crisis, renovación y cambios?
En la próxima visita de la imagen de Nuestra Sra. Divina Pastora, la catequesis se realizará
previamente, antes del 14 de enero, entre noviembre y diciembre. Es una oportunidad de enseñanza
para todos y en diferentes ámbitos, el hogar, la comunidad, el grupo, la parroquia, aprovechando
el material elaborado y para evaluar cómo estamos en la búsqueda de comunión con la ayuda de
María, Divina Pastora de las almas, entre las pastorales, movimientos, comunidades de fe, familias
comprometidas. Así participaremos de la procesión el 14 de enero de manera más provechosa y
fructífera en comunión entre todos. Vamos a vivirlo juntos.
El día 14 de enero, la catequesis no se va a utilizar directamente en los diferentes puntos
de encuentro el día de la procesión sino de forma diferente.
Ese día, las pastorales, comunidades y movimientos se ubicarán en el punto de encuentro
que se le asigne previamente, de acuerdo a la naturaleza propia de cada una, sus elementos en
común por área pastoral.
Desde allí darán testimonio de la comunión que se irradia a todos los fieles presentes en la
procesión, signo eclesial de su aporte espiritual, formativo, pastoral que le corresponde, con la
sugerencia de utilizar este material catequético que se ofrece como formación y orientación general
para todos.
Vamos a dar, de común acuerdo, las indicaciones previamente para lograr una buena
coordinación de inter pastoralidad, carismas y movimientos para una renovada comunión por áreas
pastorales de común servicio y presencia activa en la Arquidiocesis.
Luego a partir del 18 de enero, después de la procesión, mientras se desarrolla la visita de
la imagen de la Divina Pastora a las distintas zonas pastorales, se podrá seguir utilizando el material
catequético, hasta el regreso de la imagen a Santa Rosa. Además, este material formativo se puede
compartir en una posible Asamblea Catequética Parroquial y de Zona Pastoral.
Preparémonos espiritual y pastoralmente para la visita 166 del próximo año, 2024, centrada
en la Comunión, con el lema: CON MARÍA CAMINEMOS EN COMUNIÓN.