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INTRODUCCIÓN AL CONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD Y

EL ESTADO
CÁTEDRA: Alcaraz-Ferronato
CBC - Universidad de Buenos Aires

UNIDAD 1: EL ESTADO
Conceptualización. Definición de Estado de Max Weber: los tres componentes del Estado. Breve
recorrido por su desarrollo histórico.
El Estado y la política.
Los recursos de dominación según Guillermo O’Donnell.
Los atributos de estatidad según Oscar Oszlak.
El concepto de nación y el “Estado nacional”.
El Estado y el capitalismo.
El Estado en juego: El proceso de formación del Estado nacional argentino

UNIDAD 1: EL ESTADO
PARTE 1

Nuestro primer núcleo problemático gira en torno al concepto de "Estado", uno de los
conceptos articuladores de esta materia.
Consideramos que el Estado es una forma determinada de la organización social.
Los humanos necesitamos una forma de organización social porque estamos obligados a
cohabitar, es decir, porque nacemos ya insertos en una comunidad de humanos.
Esta comunidad de humanos está obligada a responder a la pregunta: ¿cómo hemos de
vivir en comunidad?, o ¿cuál es la mejor forma de organizarnos como comunidad? Para el filósofo
griego Aristóteles esta pregunta es la pregunta política, y el arte de la política se encarga de
buscar la mejor respuesta a esta pregunta.
Hay autores que plantean que Estado es toda forma de organización de una comunidad
humana. Sin embargo, desde la materia optaremos por pensar que el Estado es sólo una de las
tantas formas posibles de organizarse como comunidad. Por lo tanto, tiene algunas características
que lo distinguen de otras formas de organización social, y que lo definen como Estado.
Esto es: en la materia trabajaremos con una definición restringida del Estado, como una
forma específica de la organización social, que atañe ciertos aspectos de organización de una
comunidad humana, pero no todos. Tomaremos al Estado como un aspecto que se relaciona con
dos otros aspectos o esferas: la sociedad y el mercado.
Es importante aclarar que la discusión en torno a cómo definir el Estado no está cerrada,
y esperemos no lo esté nunca. No es la intención de esta materia cerrar este debate, sino todo lo
contrario: brindar ciertas herramientas que permitan estimular y profundizar el debate respecto
de cómo vivimos juntos los humanos.

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CONCEPTUALIZACIÓN. DEFINICIÓN DE ESTADO DE MAX WEBER: LOS TRES
COMPONENTES DEL ESTADO.

Aunque hay muchas definiciones de Estado posibles, vamos a tomar como punto de
partida la definición que el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) desarrolló en su libro
“Economía y Sociedad”.
En su definición, Weber explica que el “Estado es aquella comunidad humana que, dentro
de un determinado territorio, reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física
legítima.”
El Estado, entonces, implica los siguientes tres elementos:
• territorio: un Estado existe en un territorio claramente delimitado, con fronteras claras;
• comunidad humana: un Estado supone una población:
• monopolio de la violencia física legítima: esta asociación humana, en un territorio, reclama
para sí el monopolio de la violencia física legítima, y lo consigue.

Pero, ¿cómo llega Weber a esta definición? Para comenzar a estudiar el fenómeno del
Estado, Weber estudia la historia para descubrir las distintas formas de organización social. Se da
cuenta de que estas formas difieren, y mucho, en los fines que tienen. Esto es: el fin de un Estado
específico puede ser casi cualquier fin que se nos ocurra: conquistar más territorios, garantizar
que todos sus ciudadanos tengan un salario mínimo, etc. Por eso, un Estado no puede ser definido
por sus fines.
Lo que Weber descubre, en su investigación, es que sí hay algo que todos los casos
históricos del Estado tienen en común, y es el medio que utilizan para conseguir sus fines: la
violencia. Todos los Estados tienen medios de violencia física (o de coerción física), y que utilizan
esta violencia para conseguir sus distintos fines.
Weber entonces concluye que aquello que define a un Estado es su medio específico: la
violencia. Esto no quiere decir que sea su único medio para conseguir sus fines, pero sí el medio
específico de este tipo de organización social.
Pero, además, el Estado, dice Weber, no sólo tiene medios de violencia física, sino que
tiene el monopolio de la violencia física legítima. Es la única asociación, dentro de un territorio
determinado, que puede tener (de forma legítima) medios de violencia física, y ejercer, con estos
medios, la violencia, también de forma legítima.
Todas las demás asociaciones que existan al interior del territorio de un Estado, o los
ciudadanos individualmente, no están autorizados a ejercer la violencia, o al menos no de forma
legítima. Nosotros “cedemos” nuestro uso de la violencia a nivel personal al Estado. Si alguien, al
interior de un Estado, ejerce la violencia, la ejerce de forma no legítima (ilegítima), y el Estado
ejercerá legítimamente la violencia física para hacer acatar su mandato de que nadie, excepto el
Estado mismo, ejerza la violencia.
Sin embargo, el Estado no está ejerciendo violencia sobre su población de manera
constante. La violencia estatal sólo funcionará, dice Weber, en última instancia. Por ejemplo, en
caso de no obedecer las normas, primero se utilizarán otros medios (multas, represalias,
confiscaciones). No obstante, el uso de la violencia siempre está como posibilidad.
Ahora bien, si el Estado no está ejerciendo la violencia todo el tiempo, ¿por qué
obedecemos sus mandatos? La pregunta por la obediencia es una de las grandes preguntas de
Weber.
Para responder a esta pregunta, Weber distingue entre dos conceptos: poder y
dominación.
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El poder es “la posibilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”.
La dominación es "la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo
determinado para mandatos...". La obediencia significa que "la acción del que obedece
transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de
su conducta", sin importar la opinión personal acerca del mandato.
La dominación implica, entonces, una relación de mando y obediencia. La
obediencia descansa sobre la legitimidad de los mandatos, es decir, en la creencia en su
validez. Se cree que aquel que ejerce el mando tiene autoridad para hacerlo.
Volviendo a nuestra definición de Estado, en la cual se establece que el Estado posee el
monopolio de la coerción física legítima:
• El Estado domina: en el Estado existe una relación de mando y obediencia entre Estado
y la población sobre la que ejerce su autoridad. El Estado manda, pero a la vez la población
obedece; ambos aspectos son necesarios.
• El monopolio de la violencia que el Estado posee es percibido como legítimo: creemos
que el Estado tiene autoridad para poseer todos los medios legítimos de coerción, y para ejercer
la violencia física en caso de que sus mandatos no sean obedecidos. Así, cualquier otro medio de
violencia empleado por fuera del Estado será percibido como no legítimo (ilegítimo).

Ahora bien, ¿por qué creeríamos en la legitimidad de un mandato? Weber distingue entre
tres tipos ideales de dominación, que se diferencian por el fundamento de la legitimidad:
1. Dominación tradicional: el fundamento de su legitimidad es la tradición. Se cree en
la validez (la "santidad") de los mandatos que existen "desde siempre", "desde tiempos
inmemoriales". Por ejemplo, la dominación patriarcal.
2. Dominación carismática: el fundamento de su legitimidad es el carisma del líder. Se
cree en cualidades extraordinarias del líder, que otorgan autoridad a sus mandatos.
3. Dominación racional-legal: el fundamento de su legitimidad es la racionalidad de la
ley. Se cree en la ley porque es una norma impersonal y racional, y, por tanto, válida. La
impersonalidad de la ley la hace objetiva, porque no satisface intereses arbitrarios. Además, la
racionalidad de estas normas es una racionalidad técnica, es decir, de adecuación de unos medios
a los fines de un Estado determinado. Estas leyes impersonales racionales garantizarían, entonces,
la adecuación de los medios del Estado a sus fines.
El Estado moderno se caracteriza por una dominación de carácter racional-legal. Es por
esto que el Estado no necesita desplegar sus medios de coerción física permanentemente, sino
sólo cuando no se obtiene obediencia.
En palabras de Norberto Bobbio (1909-2004), la violencia, que es el medio específico del
Estado, es una condición necesaria pero no suficiente para pensar el Estado. Se necesita también
contar con legitimidad; es decir, el Estado ha de ejercer autoridad, para que sus mandatos sean
considerados válidos.

La legitimidad no es lo mismo que la legalidad. La legitimidad es la creencia en la validez


de los mandatos. Dijimos que puede tener distintos fundamentos. La legalidad, en cambio,
implica el respeto de un orden legal determinado.
Un mandato puede ser legal pero carecer de legitimidad. Por ejemplo, que las fuerzas de
seguridad repriman en una manifestación pacífica puede quizá ser justificado legalmente, pero
probablemente carezca de legitimidad en nuestro país.
Por otro lado, un mandato puede ser legítimo pero no legal. Por ejemplo, cruzar un
semáforo en rojo a la noche en una zona socialmente considerada peligrosa.
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El debate respecto de la legalidad es muy complejo, porque la interpretación de las leyes
no está cerrada de una vez y para siempre.

Para desplegar la dominación, el Estado moderno a ha de contar con el monopolio de la


violencia física legítima (que, ya dijimos, es condición del Estado), y con un aparato estatal. El
aparato estatal es el conjunto de instituciones que le permitan administrar, gestionar y controlar.
Estas instituciones son muy diversas y responden, en teoría, a una función específica dentro de
la gestión del Estado.
El aparato estatal es la expresión material del Estado. Incluye desde terrenos y edificios
públicos, hasta las hojas de papel que se utilizan en un organismo público. Las ambulancias y los
patrulleros, los bancos de este aula, las biromes; pero también los sueldos de los trabajadores
que hacen que la enorme maquinaria del Estado sea una realidad y funcione día a día.
Este enorme aparato institucional tiene la característica de ser burocrático. “Burocracia”
quiere decir “gobierno del escritorio o del despacho”, y refiere a una organización del trabajo que
se organiza sobre criterios racionales (“reglas previsibles”) que garantizan efectividad y
previsibilidad, que divide las tareas entre funcionarios especializados e idóneos que realizan su
tarea (y sólo su tarea) por un salario, y que se basa en el expediente como herramienta para
gestionar. A medida que se complejiza el aparato institucional del Estado, adquiere las
características de la burocracia, para poder acaparar cada vez más funciones. Este proceso se
conoce como “burocratización”.
El aparato institucional se sostiene a través de la extracción de recursos a la sociedad por
parte del Estado (cobro de impuestos).

De acuerdo con lo dicho hasta ahora, podemos concluir que, en el territorio que
corresponde a un Estado, y sobre la población que corresponde a ese Estado, el Estado tiene
la autoridad para mandar. Sus mandatos son obedecidos por la población porque son
considerados legítimos. En caso de no ser obedecidos sus mandatos, el Estado puede ejercer
legítimamente la violencia física. Además, ninguna otra asociación puede, dentro de dicho
territorio, ejercer la violencia física de forma legítima. Esto vuelve al Estado soberano.
La soberanía es el poder supremo, no sujeto a ningún otro poder o ley. En la forma de
organización estatal, el Estado es soberano, es quien ejerce la autoridad y de donde emanan los
mandatos que han de ser obedecidos.
Profundizaremos esto con los aportes de Oscar Oszlak y Guillermo O’Donnell.

BREVE RECORRIDO POR SU DESARROLLO HISTÓRICO

¿Cuándo y en qué período surge el Estado como lo hemos definido? ¿O es que siempre
existió? Hay mucha discusión respecto de este tema. Siempre existió una forma de organizar las
comunidades humanas. Hay autores que hablan de Estados desde hace muchos siglos. Sin
embargo, eran formas organizativas que diferían en muchos sentidos con nuestra actual forma
de organización.
La forma de organización social tal como la hemos definido bajo la forma estatal está
limitada territorial y temporalmente. Territorialmente, porque surge en Occidente (Europa). Los
fenómenos de organización de Oriente requieren un análisis aparte. Temporalmente, porque es
un fenómeno de la modernidad. Su proceso de desarrollo se da entre los siglos XIII y XVIII, siglo
en el cual este fenómeno se consolida. Podríamos marcar varios hitos: los tratados de paz de
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Westfalia en 1648 y la Revolución Francesa en 1789.
Antes de la Modernidad, las formas de organización que primaron fueron: las polis griegas
en la Grecia Antigua, las repúblicas y los feudos, durante la Edad Media.
A partir del siglo XIII, comienza a darse un proceso de transformación de esa organización
feudal, que culminará con la consolidación de los Estados absolutos, que luego darán forma al
Estado moderno. Este proceso de transformación estuvo asociado a una necesidad de expansión
territorial.
La formación del Estado moderno (desde el siglo XIII) implicó tres procesos:
1. Proceso de centralización del poder: el poder descentralizado en los señores feudales
se concentró en reyes (como Luis XIV de Francia), hasta consolidar el monopolio de la violencia
legítima en manos del Estado.
2. Proceso de burocratización: los territorios que eran incorporados bajo los nuevos
Estados absolutos requerían de un aparato institucional burocrático cada vez mayor y más
eficiente, lo cual a su vez generaba mayor presión fiscal, lo cual obligaba a ampliar y eficientizar
el aparato institucional.
3. Proceso de secularización: se separa la política y la administración de todo aspecto
religioso o dogmático. Los desarrollos de los contractualistas, y las revoluciones de los Estados
Unidos y de Francia hacia fines del siglo XVIII, consolidan el viraje de la soberanía desde un plano
extraterrenal a un plano secular. Esto ligará al Estado moderno no ya a la religión, sino a la política
en un sentido moderno.

EL ESTADO Y LA POLÍTICA

El Estado moderno, entonces, está íntimamente ligado a la “política”. Decir esto parece
una obviedad, pero han debido de acaecer muchas transformaciones para que el fenómeno Estado
se asocie con un determinado concepto de política.
El término "política" proviene de "polis". En la polis griega, "política" era el arte que trataba
de los asuntos de la polis, en un intento de responder a la pregunta acerca de cómo debemos
vivir juntos en comunidad. Trabajos como el del pensador Aristóteles vincularon el concepto de
polis al concepto de “eudaimonía”, o "buen vivir". Aristóteles pensaba que es sólo en la polis que
el hombre realiza su humanidad: un hombre por fuera de la polis es una bestia (inferior al hombre)
o un dios (superior al hombre). Lo que define al hombre en tanto hombre es su participación en
la polis. Lo interesante de esta visión es que reivindica lo colectivo: entiende que los individuos
somos parte de algo más grande, la polis. Hannah Arendt, retomando a Aristóteles, plantea que
la trascendencia humana (individual) sólo puede darse en la polis; es en la polis que el hombre
inserta su historia (story) en la historia de todos los hombres (history), volviéndose inmortal.
En la Edad Media, sin embargo, la supremacía de la Iglesia Católica Apostólica Romana
generó un cambio en el concepto de "política". La política estaba íntimamente ligada a una
autoridad extra-terrenal: “El poder está en la tierra pero la autoridad está en Dios”.
El proceso de secularización antes mencionado generará una disociación entre "política" y
"autoridad divina". Si la fuente de autoridad ya no se encuentra en Dios, ¿dónde se encuentra?
La Revolución Francesa da una respuesta: la soberanía se encuentra en el pueblo. Hoy en día, la
mayor parte de los Estados modernos se sostienen sobre esta concepción.
Por otro lado, la "política" comienza a configurarse como una esfera autónoma, que difiere
no sólo de "la religión", sino también de la economía y de la sociedad civil. La sociedad civil y la
economía (o el mercado) serán entendidos como aquel ámbito donde las solidaridades se articulan
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a partir de intereses comunes (por ejemplo, un gremio, donde lo que cohesiona es el interés
común de la protección y potencial aumento de los salarios).
Entonces, ¿qué será lo propio de la esfera política en la modernidad? Está asociada a la
relación de mando y obediencia. La política será la arena de puja por la autoridad o el poder.
Notarán que autoridad y poder son utilizados como sinónimos en la mayoría de los casos, más
allá de la importante distinción que hace Weber.
Hoy en día, asociamos la política con todas las instancias que permiten el acceso a los
espacios de autoridad o poder (es decir, desde donde nuestros mandatos serán tomados por
legítimos): “hacer política” sería la competencia por el logro de posiciones desde las que se puede
ejercer poder. El Estado es el espacio de poder por excelencia en nuestra forma estatal. Por eso
asociamos el Estado con la política.
Sin embargo, la política vinculada al poder no se da sólo en el ámbito estatal. Un pensador que
ha aportado mucho a la reflexión en torno al poder es Michel Foucault (1926-1984). Su extensa
obra rastrea las formas y los mecanismos del poder en el lenguaje, en las instituciones médicas
y en las educativas, en las cárceles, etc. Afirmó, al respecto: “Si se quiere captar los
mecanismos de poder en su complejidad y en detalle, no se puede uno limitar al análisis de los
aparatos del Estado.”

LOS RECURSOS DE DOMINACIÓN SEGÚN GUILLERMO O’DONNELL

Guillermo O'Donnell (1936-2011) fue un destacado politólogo argentino, que realizó


muchos aportes al estudio del fenómeno del Estado. En particular, nos interesa aquí recuperar
algo que él afirma en un texto de 1970 titulado “Apuntes para una teoría del Estado”. En este
texto, O’Donnell nos recuerda que:
1. “La dominación es relacional: es una modalidad de vinculación entre sujetos sociales.”
En tanto la dominación es una forma de relación social, no existe si no hay más de un sujeto
social.
2. La dominación “Es por definición asimétrica, ya que es una relación de desigualdad.”
Los sujetos sociales implicados en una relación de dominación no tienen igual poder, en tanto una
de las partes tiene mayor probabilidad de que sus mandatos sean obedecidos.
3. La asimetría en la relación de dominación “surge del control diferencial de ciertos
recursos.” Es decir, lo que sustenta una relación de dominación es el control (diferencial, o mayor)
de recursos de dominación, que hacen que una de las partes sea la parte dominante. Estos
recursos son base de toda dominación, no sólo de la política.
Para evaluar una relación de dominación, entonces, debemos evaluar el control de los
recursos de dominación de los sujetos implicados. El control de recursos de dominación no está
distribuido al azar: en cada momento son muy variados los factores que determinan el desigual
acceso a estos recursos. Habitualmente existe una alta correlación en el control de estos recursos:
es altamente probable que quien controla los recursos "A" y "B" controle simultáneamente "C" y
"D".
O’Donnell distingue entre cuatro tipos de recursos de dominación:
1. recursos de coerción física;
2. recursos económicos;
3. recursos de información; y
4. recursos ideológicos.

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1. Los recursos de coerción física

En una relación de dominación, quien cuente con recursos de violencia física estará en
una posición de poder. Por ejemplo, si un sujeto porta un arma de fuego y el otro sujeto no, el
primero será la parte dominante.
Los recursos de violencia física son muy efectivos: un mandato acompañado del uso de la
violencia física suele ser acatado sin chistar. Sin embargo, veremos que el uso de estos recursos
no es el más eficiente.
Ya hemos hablado de los recursos de violencia física cuando hemos conceptualizado el
Estado. En la forma estatal, el Estado tiene el monopolio de los recursos de coerción física legítima.
Recordemos que en el Estado, poseer los recursos de dominación es condición (necesaria), pero
no suficiente: este monopolio debe contar también con legitimidad.

2. Los recursos económicos

En una relación de dominación, quien cuente con recursos económicos estará en una
posición de poder. Si entre dos sujetos, uno de ellos cuenta con muchísimo dinero, podrá desde
sobornar a la otra parte (“comprar su voluntad”) hasta utilizar el dinero para movilizar otros
recursos de dominación (como por ejemplo coercitivos).
Es por esto que asociamos a las personas con mucho dinero al poder. No es casual que
los grandes actores económicos (que veremos en más detalle en la Unidad 2) estén vinculados a
los espacios de poder. Frases como “Los ricos no piden permiso” revelan que la posesión de
recursos económicos dota de poder.
Frente a un particular, el Estado cuenta con más recursos económicos. Considerando sólo
el aspecto económico, esto le permite ejercer la dominación frente a los ciudadanos. Sin embargo,
hay grandes grupos (empresas transnacionales, por ejemplo) que tienen más recursos
económicos que muchos países del mundo. Los recursos económicos de un Estado se miden (a
grosso modo) con un indicador que se llama PBI: Producto Bruto Interno. Hay grandes empresas
que tienen un PBI más grande que el de algunos Estados. En un caso así, una empresa podría
encontrarse en una posición de poder respecto a un Estado.

3. Los recursos de información

La información es un recurso de poder muy importante, y más en los tiempos en los que
vivimos. En una relación de dominación, quien cuente con recursos de información estará en una
posición de poder. La información incluye los conocimientos científicos y tecnológicos.
Veamos un ejemplo. Estados Unidos es un Estado con una profunda conciencia de la
importancia de la información para garantizar una posición de poder. Es de público conocimiento
la cantidad de recursos que se destinan para sus organismos de Inteligencia (la CIA es el más
conocido), pero también en desarrollo científico y tecnológico: sus universidades, la FDA, la NASA
para la investigación en ciencias del espacio. Son conocidas también las teorías respecto del Área
51 (área secreta de la CIA para investigaciones confidenciales) o respecto de los archivos de
ufología que Estados Unidos aún no ha abierto a la comunidad internacional.

4. Los recursos ideológicos

Los recursos ideológicos son aquellos que permiten “modelar las conciencias” para ejercer
el control ideológico, mediante el cual el dominado asume como justa y natural la relación

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asimétrica de la que es parte, y por lo tanto, no la entiende ni cuestiona como dominación. El
dominado da su consentimiento a la relación de dominación.
El control ideológico está asociado con la legitimidad: garantiza que los dominados
entiendan como válida la dominación. Dice O’Donnell: “El recurso más eficiente en términos del
mantenimiento de la dominación es el control ideológico, que implica el consentimiento del
dominado a esa relación. Por otro lado, la coacción es el recurso más costoso, porque desnuda
explícitamente la dominación y presupone que ha fallado -por lo menos - el control ideológico; es
sin embargo fundamental, como última ratio que respalda la dominación.”
El Estado cuenta con diversos recursos para ejercer el control ideológico. El filósofo francés
Louis Althusser (1918-1990) , en su ensayo “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”,
introduce el concepto de aparatos ideológicos de Estado, que incluyen: 1. la escuela, 2. la Iglesia,
3. la familia, 4. los sindicatos, 5. las instituciones de la cultura.

LOS ATRIBUTOS DE ESTATIDAD SEGÚN OSCAR OSZLAK

Oscar Oszlak (1936) es un investigador argentino que ha estudiado, de forma muy


exhaustiva, las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Uno de sus aportes que nos interesa
recuperar en el contexto de la materia es su concepto de “estatidad” y su tipología de los
“atributos de estatidad”.
Oszlak desarrolla este concepto recuperando a otros autores, en un texto de 1978 que se
titula “Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico-metodológicos para
su estudio”.
La estatidad es la condición de ser Estado, y se verifica por un conjunto de atributos que
definen la estatidad. Es decir: para ser Estado, es necesario que una forma de organización social
cumpla con los atributos de estatidad. Los atributos de estatidad son capacidades que un Estado
ha de tener para ser Estado.
Los cuatro atributos de estatidad son:
1. capacidad de externalizar su poder;
2. capacidad de institucionalizar su autoridad;
3. capacidad de diferenciar su control; y
4. capacidad de internalizar una identidad colectiva.

1. Capacidad de externalizar su poder

Un Estado debe ser capaz de externalizar su poder, es decir, de “obtener el reconocimiento


como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales”. Esto es: el Estado ha
de ser reconocido en tanto Estado por otros Estados.

2. Capacidad de institucionalizar su autoridad

Esta capacidad implica el ejercicio del monopolio de la violencia legítima. Dentro del
territorio estatal, el Estado ha de ser la única asociación con capacidad de ejercer, de forma
legítima, la violencia.
Si al interior del territorio estatal existen otras asociaciones que pretenden ejercer violencia
física, este atributo estatal se ve debilitado.

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3. Capacidad de diferenciar su control

Ya vimos que, para que un Estado pueda ser soberano, es decir, ejercer la autoridad
máxima dentro de su territorio y sobre una determinada población, no alcanza con que cuente
con el monopolio de la violencia legítima. Es necesario que también cuente con un aparato
estatal.
La capacidad de un Estado de diferenciar su control se relaciona con su capacidad de
desarrollar un aparato estatal, a través de la creación de un conjunto funcionalmente diferenciado
de instituciones públicas relativamente autónomas respecto de la sociedad civil, que cuenten con
reconocida legitimidad para extraer establemente recursos de la sociedad civil; cierto grado de
profesionalización de sus funcionarios; y cierta medida de control centralizado sobre sus variadas
actividades.
Esto implica desarrollar un sistema de administración burocrática profesional y autónoma.
Oszlak es un gran estudioso de las burocracias estatales, recuperando los aportes de Weber.
En otro texto, Oszlak introduce el concepto de “la espada y la bolsa”, como dos elementos
necesarios para cualquier Estado. Se refiere a los dos atributos que acabamos de ver. La espada
es el monopolio de la coerción física legítima. La bolsa se refiere a la bolsa que solía llevar consigo
el recaudador de impuestos. Así, Oszlak enfatiza la necesidad de un Estado de garantizarse
recursos económicos para sostener su aparato estatal. Estos recursos provienen mayoritariamente
de la recaudación impositiva, y el Estado ha de contar con la legitimidad para recaudar impuestos
de su población.

4. Capacidad de internalizar una identidad colectiva

El Estado debe hacer sentir a su población parte de ese Estado, es decir, debe poder
generar un sentido de pertenencia en la población. Esto se logra mediante la emisión, desde el
Estado, de símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad social y que
permitan, en consecuencia, el control ideológico como mecanismo de dominación. Por supuesto,
esto se asocia con los recursos de dominación ideológicos que vimos antes.
Este atributo se asocia también con el concepto de “nación”, que trataremos en breve.
Hay que hacer una aclaración muy importante. Estos distintos atributos no están
separados en la realidad, sino que están interrelacionados y que se condicionan mutuamente. Por
ejemplo, no es posible contar con el reconocimiento interestatal (atributo 1) sin tener el monopolio
de la violencia física legítima (atributo 2). Por otro lado, es imposible tener el monopolio de la
violencia física legítima o emitir símbolos para el control ideológico (atributo 4) sin contar con un
aparato estatal.

EL CONCEPTO DE NACIÓN Y EL “ESTADO NACIONAL”

El concepto de “nación” también suscita debate, y hay muchas definiciones posibles. En


el contexto de la materia, nos interesa recuperar este concepto porque se vincula íntimamente
con el Estado.
Una nación es una comunidad cuyo sentido de pertenencia y lazos solidarios se basan en
vínculos culturales, porque los miembros de la comunidad comparten una lengua, una religión,
una historia, una perspectiva de futuro común, unos símbolos y unas tradiciones.
La nación permite que se tiendan solidaridades por encima de los variados y antagónicos
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intereses de la sociedad civil enmarcada por la nación. Por ejemplo, un empresario y un obrero
(con distintos intereses) pueden pertenecer a una misma nación.
Existen naciones, como la “nación gitana”, que, en tanto pueblo, no tienen un Estado
determinado.
Sin embargo, la mayoría de las naciones comparten también un territorio nacional y una
forma de organización social. Es decir, la mayoría de las naciones se organizan en la actualidad
bajo la forma estatal. A su vez, la gran mayoría de los Estados hoy en día son asociados con una
determinada nación. Los Estados emiten, de forma permanente, símbolos para reforzar los lazos
que unen a la nación.
Por ejemplo, el Estado de Francia emite símbolos para reforzar la “identidad francesa”, y
el Estado argentino, para reforzar la “identidad argentina”. Sabemos que existe tal identidad
cuando alguien responda, ante la pregunta por su nacionalidad, “soy francés” o “soy argentino”.
Para un Estado, es fundamental mantener viva la nación, porque esto garantiza el control
ideológico y, por tanto, la legitimidad de ese Estado. Recordemos que el control ideológico es la
forma más eficiente de sostener la dominación.
Debido a esto, decimos que hoy los Estados son "Estados-nación" o "Estados nacionales".
A cada Estado le corresponde una nación, y cada nación se organiza bajo la forma de un Estado.
Esto no es tan así en la práctica. Existen Estados en cuyo territorio conviven distintas
naciones, y esto genera tensiones. Algunos ejemplos:
1. Bolivia es un Estado plurinacional, porque reconoce la existencia política de distintas
naciones al interior del territorio nacional.
2. Hay Estados nacionales, como Suiza o Bélgica, que reconocen en su interior distintas
comunidades (con distintas religiones, lenguas, culturas, etc), pero el Estado no es llamado
“Estado plurinacional”, e intenta permanentemente fortalecer la identidad nacional para superar
las tensiones entre las distintas comunidades.
3. Hoy en día, el Estado español debe enfrentarse a la tensión generada por la pretensión
de la nación catalana de independizarse y organizarse como un Estado nacional autónomo.
Repetimos: es fundamental que un Estado nacional pueda mantener cohesionada a la
nación. Por ejemplo, si visitáramos la provincia de Corrientes y, ante la pregunta por la
nacionalidad, una persona respondiera “correntino” y no “argentino”, esto sería un problema para
el Estado nacional argentino.
Los Estados destinan muchos recursos en garantizar su capacidad de internalizar una
identidad colectiva.
Veamos el caso de nuestro Estado. ¿Qué elementos hacen a la nación argentina? ¿Qué medidas
concretas toma o ha tomado el Estado nacional argentino para mantener viva esta identidad?
Veremos algunas particularidades de nuestra nación cuando veamos la formación de
nuestro Estado nacional.

EL ESTADO Y EL CAPITALISMO

Un último punto que debemos pensar a la hora de estudiar el Estado es su relación con
el capitalismo.
El capitalismo es el modo de producción en la actualidad. No existió siempre, sino que
surgió en el mismo período que el Estado.
El capitalismo se define por ser un modo de producción bajo el cual algunos pocos
concentran los medios de producción (los capitalistas o los burgueses), mientras que otros
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(muchos) no poseen medios de producción más que su fuerza de trabajo: los proletarios.
Al no poseer recursos para producir, los proletarios se ven forzados a vender su fuerza de
trabajo en el mercado laboral, y emplearse en la producción del capitalista. A cambio de su fuerza
de trabajo, el capitalista le paga un salario. Sin embargo, el salario es siempre más bajo que el
valor que el trabajador agrega al producto en el proceso de producción. Ese valor que no se le
paga al trabajador es apropiado por el capitalista, y esto genera su ganancia. El salario del
trabajador sólo le alcanza para cubrir sus necesidades; la ganancia del capitalista, en cambio,
excede sus necesidades y la necesidad de reinvertir, y el capitalista acumula riqueza.
El capitalismo necesitó de muchos cambios para poder consolidarse. Las Revoluciones
Industriales (1750 y 1850) cambiaron las formas de producir, de la forma manual a la forma
industrial, lo cual permitió producir a escalas nunca antes pensadas. Esto supuso cambios
tecnológicos enormes. Implicó también cambios en las formas de trabajar, y en los hábitos y las
costumbres.
Pero, además, el capitalismo necesitó del desarrollo de la forma de organización estatal.
El Estado garantizó el marco para el correcto desarrollo del capitalismo: garantizó la libertad e
igualdad formal de todos los ciudadanos y la propiedad privada. Además, fue
incorporando cada vez más tareas (como la garantía de seguridad jurídica, educación, servicios
de salud) que están relacionadas con las necesidades del capitalismo para su reproducción.
El filósofo Karl Marx (1818-1883) puso la piedra fundante de toda una tradición del
pensamiento que entenderá que el Estado es, por definición, un Estado capitalista. El gran aporte
que hace la teoría marxista a la conceptualización del Estado es vincular Estado y capitalismo de
forma co-constitutiva: no existe Estado sin capitalismo (el Estado es capitalista), y no existe
capitalismo sin Estado.
Retomando a Weber, dice al respecto: “La exigencia de una tramitación en lo posible más
rápida, precisa, unívoca y continua es impuesta a la administración en primer lugar por la
economía capitalista moderna. Las grandes empresas capitalistas modernas representan, por lo
general, modelos no igualados de rigurosa organización administrativa.” (Weber, 1964: 731)

Tanto el Estado como el capitalismo tomarán entonces las características de la burocracia.


“Burocracia” quiere decir “gobierno del escritorio o del despacho”, y refiere a una organización
del trabajo que se organiza sobre ciertas bases. Según Weber: “La razón decisiva que explica el
progreso de la organización burocrática ha sido siempre su superioridad técnica sobre cualquier
otra organización. Un mecanismo burocrático perfectamente desarrollado actúa con relación a las
demás organizaciones de la misma forma que una máquina con relación a los métodos no
mecánicos de fabricación. La precisión, la rapidez, la univocidad, la oficialidad, la continuidad, la
discreción, la uniformidad, la rigurosa subordinación, el ahorro de fricciones y de costas objetivas
y personales son infinitamente mayores en una administración severamente burocrática [...] que
en todas las demás organizaciones de tipo colegial, honorífico o auxiliar.” (Weber,
1964: 730)
Sin embargo, y aun reconociendo todas las ventajas de la organización burocrática, Weber
advirtió sobre los peligros de la excesiva burocratización del aparato estatal y de la vida social en
general: “Su peculiaridad específica [...] la desarrolla en tanto mayor grado cuando más se
‘deshumaniza’, cuanto más completamente alcanza las peculiaridades específicas que le son
contadas como virtudes: la eliminación del amor, del odio y de todos los elementos sensibles
puramente personales, de todos los elementos irracionales que se sustraen al cálculo.” (Weber,
1964: 732)
Weber temía que esta deshumanización propia de la burocratización pudiera conducirnos
a lo que él denominó “la jaula de hierro”. Porque las preguntas humanas fundamentales (por

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ejemplo, ¿cómo hemos de vivir juntos? O ¿cómo hemos de vincularnos entre nosotros?) se
desdibujarían frente a las lógicas de la burocracia. La burocracia crecería a tal punto que
olvidaríamos los fines por los que alguna vez habíamos organizado el trabajo de ese modo.
Hay una novela cuya lectura recomendamos: El proceso, escrita por Franz Kafka (1883-
1924). En ella, el señor K. es levantado una mañana por un grupo de policías que vienen a
detenerlo. Cuando K. pregunta por qué se lo está deteniendo, los policías dicen que ellos
simplemente están cumpliendo órdenes (ellos son simples funcionarios de la máquina
burocrática). Así, K. inicia un proceso judicial que lo lleva por numerosas instancias del aparato
burocrático (policías, empleados administrativos, jueces de distinto rango), sin nunca llegar a
saber por qué se lo está juzgando. Todos aseguran que ellos son meros cumplidores de órdenes.
El aparato burocrático es tan grande y sus lógicas se han profundizado tanto, que se pierde el
sentido de una determinada acción o medida.
Otro texto que ilustra esto muy bien es “La burocracia/3”, de Eduardo Galeano (1940-
2015). Este texto está incluido en El libro de los abrazos:

La burocracia /3

Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla.


En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia.
Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día,
todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los
soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho,
por algo sería.
Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original.
Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos
meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado,
para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.

La definición del concepto de Estado que usaremos en la materia contiene los siguientes
elementos:
El Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado
territorio, reclama para sí, con éxito, el monopolio de la violencia física
legítima, y que tiene capacidad de externalizar su poder, de institucionalizar
su autoridad, de diferenciar su control y de internalizar una identidad
colectiva, por medio de diferentes recursos de dominación.

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