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Título: Desafíos en la Educación Colombiana: Reflexiones sobre los Resultados PISA y el Manejo

Emocional

Colombia, como muchas naciones, se enfrenta a la difícil tarea de mejorar sus estándares
educativos, y los recientes resultados de las pruebas PISA han arrojado luz sobre un desafío
persistente en el sistema educativo del país. Sin embargo, lo que hace que los resultados sean aún
más intrigantes es la declaración de la Ministra de Educación, quien sugiere que el mal manejo
emocional de los estudiantes puede ser una de las causas detrás de los resultados desfavorables.

Las pruebas PISA, diseñadas para evaluar las habilidades y conocimientos de los estudiantes de 15
años en áreas clave como matemáticas, lectura y ciencias, han mostrado que Colombia enfrenta
dificultades para alcanzar estándares internacionales. Sin embargo, en lugar de centrarse
únicamente en las deficiencias académicas, la Ministra de Educación ha señalado el manejo
emocional de los estudiantes como un componente crítico.

Este enfoque novedoso destaca la importancia de considerar no solo el conocimiento académico


sino también el bienestar emocional de los estudiantes. La educación no puede limitarse
únicamente a la transmisión de hechos y cifras; debe abordar las necesidades emocionales y
sociales de los estudiantes para cultivar un ambiente propicio para el aprendizaje.

¿Cómo afecta el manejo emocional a los resultados educativos? La idea detrás de esta perspectiva
es que un estudiante que lucha con problemas emocionales puede tener dificultades para
concentrarse en sus estudios, absorber información o participar activamente en el aula. La
conexión entre el estado emocional y el rendimiento académico no es novedosa, pero la decisión
de la Ministra de Educación de destacarlo en el contexto de los resultados PISA resalta la urgencia
de abordar estos problemas.

No obstante, esta perspectiva plantea interrogantes importantes. ¿En qué medida las instituciones
educativas están equipadas para abordar las necesidades emocionales de los estudiantes? ¿Hay
suficientes recursos y programas de apoyo? ¿Cómo podemos equilibrar eficazmente el enfoque en
el bienestar emocional sin comprometer la calidad académica?

Considero que el llamado de la Ministra de Educación es un recordatorio de que la educación va


más allá de los números y las clasificaciones en las pruebas estandarizadas. Es un recordatorio de
la responsabilidad compartida entre educadores, padres y la sociedad en su conjunto para
garantizar un entorno educativo que fomente no solo el conocimiento, sino también el desarrollo
emocional de los estudiantes.
A medida que Colombia reflexiona sobre los resultados PISA y considera los pasos a seguir, la
integración de programas que aborden el manejo emocional de los estudiantes debería ser una
prioridad. Al hacerlo, no solo se elevará la calidad educativa, sino que también se sentarán las
bases para una generación de estudiantes emocionalmente resilientes y académicamente
competentes.

Sin embargo, a pesar de la relevancia innegable del manejo emocional, también es imperativo
reconocer que la academia y la preparación de los docentes desempeñan un papel crucial en la
calidad de la educación. La actualización continua de los conocimientos de los educadores permite
la implementación de estrategias pedagógicas adaptadas a las necesidades y al contexto específico
de los estudiantes en el proceso de enseñanza.

La formación docente no solo debe centrarse en la transmisión de información, sino también en


equipar a los educadores con herramientas y métodos pedagógicos modernos que se alineen con
las tendencias educativas y las demandas de la sociedad contemporánea. Un cuerpo docente bien
preparado contribuye directamente a un ambiente académico estimulante y a un mayor
rendimiento estudiantil.

Por lo tanto, mientras reflexionamos sobre los resultados PISA y consideramos las implicaciones
del manejo emocional en el desempeño educativo, es esencial no perder de vista la importancia de
fortalecer la base académica a través de la formación y actualización constante de los docentes. Un
enfoque equilibrado que aborde tanto las necesidades emocionales como académicas de los
estudiantes puede ser la clave para un sistema educativo más robusto y efectivo en Colombia.

En última instancia, la educación de calidad es una combinación de factores, donde la atención a la


parte emocional y académica trabajando en conjunto puede generar un impacto positivo duradero
en el futuro educativo del país. No obstante, es importante mencionar que la ética del docente es
otro componente esencial que no debe pasarse por alto. Desde mi experiencia como miembro del
programa Todos a Aprender y como coordinadora de una institución pública en el país, he sido
testigo de cómo algunos docentes no se comprometen plenamente con la causa educativa. En
ocasiones, manejan la educación desde su propia perspectiva en lugar de adherirse a las normas
establecidas por la ley. Además, a veces se resisten a implementar nuevas formas de evaluación
que se ajusten a las necesidades individuales de los niños, así como a realizar adaptaciones
razonables en sus currículos según el tipo de grupo o estudiante.

La profesión docente va más allá de la mera transmisión de conocimientos; es una vocación, un


servicio a la comunidad y un apostolado que nos permite ser parte integral de las vidas de muchos
niños y jóvenes que confían en nosotros. Es fundamental que los docentes asuman su papel con
ética, compromiso y una disposición constante para adaptarse y evolucionar en aras del
mejoramiento continuo de la educación en Colombia.

En resumen, la reflexión sobre los resultados PISA debe abarcar tanto la gestión emocional como la
preparación académica y ética de los docentes. Solo a través de un enfoque integral podemos
transformar y elevar el sistema educativo para el beneficio de las generaciones futuras.

ZHEILA PÈREZ BLAZA

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