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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala E

Aime, Fabián E. c. La Buenos Aires Cía. de Seguros • 25/02/2005

Publicado en: DJ 2005-2 , 749


Cita online: AR/JUR/733/2005

2ª Instancia. - Buenos Aires, febrero 25 de 2005.

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 375/378?

El doctor Ramírez dijo:

I. El 16.2.99, el actor, Fabián Edgardo, Aime, aseguró un vehículo de su propiedad -marca Fiat Uno
modelo 1993- en la entidad demandada, La Buenos Aires Cía. Argentina de Seguros SA, mediante su
incorporación a una póliza colectiva.

Interesa precisar que, conforme resulta de los certificados correspondientes, en caso de accidente el
seguro cubría únicamente el daño total (fs. 5 y 7). Y de acuerdo a las condiciones generales de la póliza,
dicho riesgo se configuraba en la medida que el valor de realización de los restos de la unidad siniestrada
no supere el valor de venta al público al contado en plaza del vehículo asegurado, al momento del
siniestro" (art. 10, fs. 325 vta.).

El 26.3.99, el automóvil amparado por el contrato colisionó con otro rodado, lo que le produjo distintos
daños. El 5.4.99, la aseguradora recibió la denuncia de siniestro (fs. 6) y el día 27 de ese mes comunicó al
asegurado que declinaba toda responsabilidad en el evento con base en la cláusula antes transcripta. A
tal fin argumentó que de las pericias realizadas surgía que el valor del vehículo en las condiciones que se
encontraba, era superior al 20 % del valor de mercado de un automóvil similar en buenas condiciones (fs.
10).

Frente a la decisión adoptada por la compañía y luego de fracasar el procedimiento de mediación


obligatoria, Aime promovió demanda por cumplimiento de contrato de seguro, reclamando al efecto la
diferencia entre la suma asegurada y el importe resultante de la enajenación del bien siniestrado, el que
fue subastado por cuenta y orden del acreedor prendario. La pretensión fue resistida por la accionada,
quien negó, entre otros hechos, la entidad de los daños invocada por el pretensor.

Delineados estos antecedentes para una mejor comprensión de la cuestión traída a decisión de la alzada,
cabe remitirse ahora a la reseña efectuada en el capítulo I de la sentencia de primera instancia (fs.
375/376), a fin de evitar repeticiones innecesarias.

El juez de grado comenzó por dejar establecido que si bien la suma asegurada fue fijada en la suma de
u$s 7300 (equivalente a $ 7300), cabía aplicar la mentada cláusula 10a. de las condiciones generales de
la póliza, la que ha sido aprobada por Res. 20.614 de la Superintendencia de Seguros de la Nación.

Bajo tal comprensión, promedió los valores resultantes de la pruebas informativa y pericial y llegó a la
conclusión de que el 26.3.99 el vehículo reconocía un valor de $ 6.733,33.

Luego, tras ponderar las pruebas atinentes a los costos de reparación, el a quo apreció relevante que el
bien asegurado hubiese sido subastado en diciembre de 1999 en la suma de u$s 1400. Y atribuyó ese
valor como aquel correspondiente a los restos del vehículo siniestrado.

De acuerdo con tales parámetros de comparación, consideró que asistía razón a la defensa, ya que ese
valor residual -equivalente a $ 1400- era superior al 20 % del precio del automóvil al tiempo del siniestro;
por lo que juzgó que la demanda debía ser rechazada.

Sin perjuicio del resultado del pleito, las costas fueron impuestas por su orden y las comunes por mitades,
por cuanto, a criterio del juzgador, el actor pudo creerse con derecho para demandar como lo hizo,
atendiendo al mínimo margen porcentual que lo llevó a desestimar el reclamo.
II. El pronunciamiento ha sido apelado por ambas partes. El actor expresó agravios mediante el escrito de
fs 390/391, respondido a fs. 399/401, postulando la revocación de fallo absolutorio y el consiguiente
acogimiento de pretensión. A su turno, la demandada mantuvo su recurso -limitado al pronunciamiento
sobre costas- en la presentación de fs. 396/397, contestada a fs. 402/403.

Posteriormente, el tribunal dispuso conferir intervención al acreedor prendario (fs. 408/409). Practicada la
citación, se presentó en tal carácter Banco Macro Bansud SA formulando ciertas reservas para el
supuesto de acogerse la acción (fs. 422/423). Oído al respecto el actor (fs. 425), la pausa se encuentra en
condiciones de sentenciar.

III. Por razones de orden lógico, procede tratar en primer término el recurso mantenido por la parte
vencida.

III. a. El recurrente plantea inicialmente una diferencia entre el valor de los restos "con papeles" y "sin
papeles", según sea que el vehículo siniestrado mantenga su inscripción a nombre del asegurado -"con
papeles"- o haya sido anotada la baja en el registro -"sin papeles"-. Y aduce que el valor residual de
realización a tener en cuenta para la determinación del daño es el que corresponde al vehículo "sin
papeles".
Por otra parte, cuestiona la aplicación al caso de la cláusula 10a. de las condiciones generales y sostiene
que atento el escaso tiempo transcurrido desde la celebración del contrato, la suma asegurada determina
el valor del vehículo.

Critica, también, el análisis de la prueba relacionada con el valor de las reparaciones.

Más adelante, señala que la cuestión fáctica radica en dilucidar: a) el valor del vehículo y b) el valor de los
restos. Respecto al primero, insiste en que debe estarse a la suma asegurada establecida en el certificado
de cobertura (u$s 7300). En cuanto al segundo, subraya que no hay prueba más contundente que el
resultado de la subasta realizada por orden del acreedor prendario y puntualiza que el precio obtenido
(u$s 1400) revela que el valor de los restos es inferior al 20 % del valor del vehículo. Sin perjuicio de lo
cual, remarca que el bien fue rematado sin haber sido dado de baja registralmente -con "los papeles",
añade-, de lo que deduce que el valor de los restos era aún menor que el mencionado precio de venta.

III. b. Ahora bien, la mera circunstancia temporal indicada por el quejoso -de acuerdo con la cual, el
siniestro ocurrió 40 días después de contratado el seguro- no autoriza a soslayar la aplicación de la
cláusula 10a. de las condiciones generales.

En efecto, tratándose de una póliza corriente -y no de una póliza de valor tasado o convenido (art. 63 de la
ley 17.418)- la suma asegurada no determina el valor de la cosa o interés (arts. 61 in fine y 65 de la citada
ley; Halperín, "Seguros", ed. 1970, n° 43, p. 373 y n° 48, ps. 380/381).

Acorde con esta regla básica en el derecho de seguros, el certificado de incorporación acompañado a la
demanda prevé que "La suma asegurada es indicativa". Y agrega "En caso de siniestro se tomará como
valor indemnizable del vehículo" el valor de venta al público al contado en plaza, de un vehículo de igual
marca, modelo y características" (fs. 5). Regla que, a su vez, reproduce el certificado de cobertura al
delimitar el alcance de la "suma asegurada" (fs. 7).

Además, el actor asegurado no pudo válidamente ignorar que, según consigna el mismo certificado de
incorporación, "El pago del seguro implica la aceptación de todas las condiciones que lo rigen..."; entre las
que se encuentra, claro está, el referido art. 10°.

En esta inteligencia, me parece indudable que el agravio tendiente a equiparar el valor del vehículo a la
suma asegurada no se ajusta a derecho, por lo que debe ser desestimado, sin más.

III. c. De otro lado, considero que la aseveración formulada por el recurrente, en el sentido de que el
precio obtenido en la subasta hubiese sido inferior de haberse enajenado los restos del vehículo previa
baja en el Registro, constituye una mera conjetura sin respaldo probatorio.

Nótese que no se ha acompañado a la demanda ninguna cotización sobre el valor de realización de los
restos de la unidad siniestrada. Mientras que la respuesta al punto pericial propuesto al efecto por el actor,
prueba en contra de la posición esgrimida por el oferente. Es así que al evacuar la cuestión, el perito
dictaminó -con cita de las fuentes consultadas- que el valor de los restos al momento del siniestro, "sin
papeles", oscilaba entre $ 1700 y $ 2000 (resp. f., fs. 131, ratificada a fs. 153 vta.).

III. d. En otro orden, debo señalar que el capítulo relativo a la cuantía de las reparaciones -aspecto que
también agravia al recurrente- es, en el caso, irrelevante. Ello por cuanto, de acuerdo al texto de la
cláusula de daño total por accidente pactada libremente por el asegurado, la medida de comparación con
el valor del rodado al momento del siniestro no está dada por el valor de las reparaciones, sino por el valor
de realización de los restos.

III. e. Todo ello sentado, concluyo -en coincidencia con el a quo- que no se ha configurado el riesgo de
destrucción total previsto en el art. 10 de las condiciones generales de póliza, habida cuenta que el valor
de realización de los restos -según el precio obtenido por la subasta del bien siniestrado- supera el 20 %
del valor en plaza del automóvil asegurado al momento del siniestro (cap. II. 1. a, fs. 377).

Propicio entonces rechazar los agravios bajo examen y confirmar, por ende, el pronunciamiento
absolutorio impugnado por el actor.

IV. Cabe ahora expedirse sobre recurso planteado por la demandada, quien solicita que la costas, sean
impuestas al pretensor con arreglo al principio objetivo de la derrota.

El estudio realizado en el anterior capítulo de esta ponencia, pone de manifiesto que las cuestiones
debatidas no son opinables ni dudosas. De tal modo, entiendo que el "mínimo margen porcentual" referido
en la sentencia de grado no constituye fundamento bastante para apartarse de la regla general
establecida por el art. 68 del Cód. Procesal; máxime si se recuerda que no existe ninguna evidencia que
sustente el invocado -mas no cuantificado- menor valor de los restos del vehículo siniestrado.

Por ello, opino que corresponde acoger el agravio e imponer al accionante las costas generadas en
ambas instancias; excepto las relativas a la intervención del acreedor prendario, las que serán soportadas
por su orden en tanto derivan de una actuación oficiosa del tribunal.

V. Como corolario de todo lo expuesto, propongo al acuerdo: 1) confirmar en lo principal la sentencia de


grado, y 2) imponer al actor el pago de las costas del juicio; a salvo los gastos causídicos relacionados con
la citación de su acreedor prendario, los que serán sufragados en el orden causado.

El doctor Arecha dijo:

Comparto los fundamentos vertidos por el Juez preopinante por lo que adhiero a la solución por él
propiciada. Voto, en consecuencia, en igual sentido.

Por análogas razones, el doctor Sala adhiere a los votos anteriores.

Por los fundamentos del acuerdo precedente: 1) se confirma en lo principal la sentencia de grado, y 2) se
impone al actor el pago de las costas del juicio; a salvo los gastos causídicos relacionados con la citación
de su acreedor prendario, los que serán sufragados en el orden causado. - Angel O. Sala. - Martín Arecha.
-Rodolfo A. Ramírez.

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