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Voces: COMPRAVENTA ~ DAÑOS Y PERJUICIOS ~ DEFENSA DEL CONSUMIDOR ~ JUEGO DE AZAR

~ PUBLICIDAD ~ RIFA
Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Morón, sala I(CCivyComMoron)(SalaI)
Fecha: 17/03/2006
Partes: Caravante, Alberto c. Simoa S.A.
Publicado en: LLBA 2006 (junio) , 576, con nota de Verónica Knavs; Maite Herrán;
Cita Online: AR/JUR/629/2006

Hechos:
Un consumidor adquirió un electrodoméstico y con el número de la factura expedida en dicha compra
participó y ganó en el sorteo de un automóvil. El vendedor no cumplió con su deber de entregar el premio. Se
interpuso acción de daños y perjuicios. El juez de primera instancia hizo lugar parcialmente a la demanda
interpuesta. La Cámara modificó el fallo apelado, condenando a la demandada a entregar al actor el automotor
prometido.

Sumarios:
1. Corresponde hacer lugar a la acción de daños y perjuicios deducida por quien ganó un automóvil en un sorteo
realizado con el número de la factura que le había sido otorgada al adquirir un electrodoméstico, en virtud de no
haberse hecho efectivo su premio toda vez que, el proceder de la demandada configura un supuesto de
publicidad engañosa destinada a captar la voluntad del cliente indeciso, en clara violación de los arts. 1°, 7° y 8°
de la ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125)

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien
CNCom, sala B, "Saldivia, María F. c. Sprayette S.A.", 30/06/2003, RCyS, 2003-VI, 131 — LA
LEY, 2003-F, 626.
(*) Información a la época del fallo

2. No encuadra en un contrato de rifa, sino en una compraventa que presenta una condición suspensiva en los
términos del art. 545 del Cód. Civil, aquel negocio en el cual el adquirente de un bien participa, con el número
de su factura, del sorteo de un automóvil organizado por el vendedor.
3. Si se anula un contrato de rifa por no contar con la autorización administrativa requerida por los arts. 2005 y
2069 del Código Civil, aquél no puede generar daño resarcible alguno desde que se trata de un contrato
prohibido.

Texto Completo: 2ª Instancia. — Morón, marzo 17 de 2006.


1ª ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 387/390? 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
1ª cuestión. — El doctor Castellanos dijo:
I. Apelan las partes la sentencia definitiva de Primera Instancia, recursos que libremente concedidos los
fundan actora a fs. 403/411 y demandada a fs. 415 y vta, replicando sólo la accionante a fs. 421/423 vta.
El fallo admite parcialmente la demanda incoada por Alberto Caravante contra la firma Simoa S.A. por
daños y perjuicios (arts. 7°, 8°, 10 bis, ley 24.240); condenando en consecuencia a la demandada a pagar al actor
la suma de $ 2000, con más el interés a la tasa que paga el Banco de la Provincia de Bs. As. en sus operaciones a
plazo fijo a 30 días desde el 23/9/96, con costas a la demandada vencida, difiriendo la regulación de honorarios.
II. Contra dicho pronunciamiento se alza la actora, por desestimar el a quo el daño patrimonial, con
fundamento de que al tratarse de una rifa, debió obtener el actor la autorización estatal (arts. 2055 y 2069, C.
Civil), sin la cual el contrato de rifa es de nulidad absoluta.
Expresa que no existió un contrato bilateral entre las partes, sino la promesa unilateral realizada por la
demandada, tal como fue fundamentado en demanda. En tal sentido yerra el juez pues no se trata de un billete de
lotería, rifa, sorteo, bono, por el que se abona una suma de dinero determinada, por lo que no puede válidamente
hablarse de un "contrato" prohibido.
Por segundo agravio cita la sentencia de la Cámara Federal de San Martín, en el sentido de que la firma
Simoa S.A. no brindó información veraz al denunciante para que evaluara la conveniencia de la contratación.
Disiente con dicha Alzada cuando se expresa en términos de contrato, cuando tal acuerdo de voluntades no
existió, insistiendo que no contrató con Simoa S.A. adquiriendo una rifa por un precio, sino que adquirió
mercadería (equipo de audio por el que pagó $ 740, en paridad $ 1=U$ S1), y en forma unilateral la demandada,
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le obsequió una rifa y que lamentablemente para la empresa resultó ganadora.
Por tercer agravio se queja, por cuanto el a quo considera que la responsabilidad de la demandada queda
alcanzada por los efectos de la cosa juzgada; y con posterioridad se expide sólo reparando el daño
extrapatrimonial o moral sin tener en cuenta el perjuicio patrimonial.
Que la demandada —firma reconocida— por su propia voluntad prometió la entrega del vehículo, para el
número ganador (que coincidiera con la lotería nacional), por lo que no sólo causó un agravio moral sino
también el perjuicio efectivamente causado (daño patrimonial), por la promesa incumplida.
Por cuarto agravio se queja por fundar el a quo el rechazo de la acción en los arts. 2055 y 2069 del C. Civil,
contrato de rifa no autorizado, por idénticos argumentos a los relacionados. Cita autorizada doctrina (Borda)
respecto de la importancia de las empresas que emiten y venden rifas, que las obligan por tal razón. Luego
transcribe en parte el dec. ley 6618/57 que regula el juego de apuesta, para demostrar que no está comprendido
en ninguno de sus categorías, y cita jurisprudencia en abono de su postura.
Por quinto agravio se queja por lo exiguo del daño moral frente al real padecimiento sufrido.
Por sexto aduce que la tasa pasiva, aplicada en la anterior instancia resulta insuficiente.
A su turno la demandada se agravia por acordarse el daño moral contractual, el que entiende improcedente
por la nulidad del contrato y ante la falta de prueba al respecto.
III. Analizando los agravios de la actora, advierto que le asiste razón. Fundamentaré mi decisión.
Coincido con el señor Juez de la anterior instancia en que la responsabilidad de la parte demandada en que
fuera juzgado por el órgano jurisdiccional (Cámara Federal de San Martín en que condenó a una multa
administrativa a la accionada de $ 9.000 por violación de los artículos 1°, 7° y 8° de la ley 24.240), queda
alcanzada por los efectos de la cosa juzgada, debiendo en consecuencia responder por los daños y perjuicios
ocasionados al accionante de conformidad con lo dispuesto por el art. 10 bis de la ley 24.240 (t. o. ley 24.787).
En cambio disiento con su interpretación de que la cuestión que en autos se debate pueda asimilarse a un
contrato de rifa y por consiguiente —al no contar con la autorización administrativa, según lo preceptuado por
arts. 2055 y 2069 C. Civil— rechaza la pretensión patrimonial, aunque admite y condena por el reclamo
extrapatrimonial —daño moral— condenando a la accionada por dicho ítem en la suma de $ 2.000; entendiendo
en este aspecto que no se ha respetado el principio de no contradicción.
En efecto, si se anula un supuesto contrato de rifa, por no contar con la autorización administrativa (arts.
2055 y 2069 del C. Civil), por ser un contrato prohibido, el mismo no puede generar daño resarcible alguno: ni
patrimonial ni extrapatrimonial (daño o agravio moral).
Por ello admito como expresa el apelante, que no estamos ante un contrato de rifa, sin perjuicio de la
autorizada opinión del tratadista y autor de la ley 17.711 Dr. Guillermo Borda, para quien: "Si la importancia o
carácter de la entidad que hace la rifa, permite razonablemente confiar en su seriedad, consideramos que ella
debe ser responsable de los premios, haya o no autorización del Estado. 'De lo contrario, se premiaría la mala fe
y se castigaría la razonable confianza del comprador'" (Borda, Guillermo "Tratado de Derecho Civil —
Contratos" T. II Ed. Perrot , Bs. As. ed. 1997, ps. 504 y 505, las comillas simples me prtenecen).
Y a propósito hemos destacado entre comillas simples la parte final de la cita, porque resulta evidente que en
autos no ha existido buena fe por parte de la demandada, y se ha castigado la razonable confianza del
comprador, y que su condena por violación a los arts. 1°, 7°, y 8° de la ley 24.240 está fuera de ataque, lo que
dinamiza las indemnizaciones previstas en el art. 10 bis de la ley de defensa del consumidor, que establece: "Art.
10 bis. Incumplimiento de la obligación. El incumplimiento de la oferta o del contrato por el proveedor, salvo
caso fortuito o fuerza mayor, faculta al consumidor, a su libre elección a: a) Exigir el cumplimiento forzado de
la obligación, siempre que ello fuera posible; b) aceptar otro producto o prestación de servicio equivalente; c)
rescindir el contrato con derecho a la restitución, de lo pagado, sin perjuicio de los efectos producidos,
considerando la integridad del contrato. Todo ello sin perjuicio de las acciones de daños y perjuicios que
correspondan (incorporado por la ley 24.787, art. 2°)".
Como ha dicho el Sentenciante y no ha sido materia de apelación, la responsabilidad de la demandada, al ser
condenada en sede administrativa y Cámara Federal de San Martín, ha pasado en autoridad de cosa juzgada. En
esa línea de razonamiento, resulta de toda justicia y equidad y así lo entiendo que debe resarcir la demandada el
daño patrimonial ocasionado a la actora, pues no estamos ante un específico contrato de rifa.
En efecto, la rifa en sí misma requiere autorización del Estado condicionada a que —parte de los fondos que
se recauden se destinen a una obra de interés social—; este objeto es lo que legitima la rifa y por consiguiente
toda relación contractual debe ser juzgada a su luz (CCiv. Com. Mercedes 8/7/99 ED 130-690). La demandada
no se dedica a "vender rifas" sino a la venta de electrodomésticos, de tal suerte que carece de ese objeto que
legitima y justifica la venta de "rifas", es decir que los fondos que se recauden se destinen —al menos en el
porcentaje que la autoridad estatal disponga— a una obra de interés social.
Por el contrario, en el subiudice, nos encontramos ante una publicidad engañosa, carente de buena fe con el
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fin captar la voluntad del posiblemente indeciso cliente, se le ofrece un auto nuevo (cero kilómetro) si los
números de su boleta de compra 7868, o si se quiere considerarlos "rifa obsequiada con la compra" coincidían
con las correspondientes al primer premio de la lotería nacional.
Era una posibilidad "difícil" pero no "imposible" EDuna en diez mil), y esa muy difícil posibilidad se dio,
sin que hayan valido las excusas de la demandada de que el número de la lotería ganador era de cinco cifras y no
cuatro (17868 y no 7868).
De suerte tal que la demandada ha violado los preceptos de los art.s 1°, 7°, 8° de la ley 24.240 y arts. 1197 y
1198 del Cód. Civil, convirtiendo al actor en acreedor de lo dispuesto por el transcripto art. 10 bis citado de la
ley de defensa del consumidor.
Como ya anticipamos estamos ante un contrato de compraventa (equipo de audio de $ 740, en épocas de
paridad del peso con el dólar) con un alea u obligación condicional: "Si sale el número de boleta o si se quiere
llamársela "rifa" que se le entrega con la compra de cuatro dígitos, se le entregará un automóvil cero kilómetro
Dacia —versión Renault 12 de origen rumano—". Se trata de una condición suspensiva en términos del art. 545
del C. Civil: "545. La obligación bajo condición suspensiva es la que debe existir o no existir, según que un
acontecimiento futuro e incierto suceda o no suceda". La condición puede ser casual cuando el hecho previsto
no depende de la voluntad de las partes. Ejemplo: te daré mi automóvil usado si obtengo el premio en la rifa de
un automóvil nuevo (conf. Llambías "Tratado de Derecho Civil — Parte General", ed. 1993, T. II p. 365, en el
mismo sentido Rezzónico, Luis María "Manual de las Obligaciones" Depalma Editor, 1959, p. 174).
En lo atinente a la buena fe que nos define el art. 1198 (t. o. ley 17.771) de acuerdo con lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender obrando con cuidado y previsión; y respecto de la
cual nos hablaban las leyes de las partidas, al decir que los contratantes deben actuar a "estilo llano, verdad
sabida y buena fe guardada", ha sido ignorada por la demandada, ante la indiscutible "publicidad engañosa" por
violación de arts. 1°, 7° y 8° de la ley 24.240, conducta antijurídica sancionada —con autoridad de cosa juzgada
— en Jurisdicción Federal de San Martín.
Esa fe en el contrato es la base misma de las relaciones contractuales y toda la institución fallaría de no
existir ese elemento espiritual, a veces intuitivo pero siempre real, que es la fe en la conducta del copartícipe,
dando por descontada la buena fe propia.
Y esa buena fe burlada para torcer la voluntad del consumidor, es la que los magistrados debemos sanear a
través de las sentencias, a fin de que se cumpla lo pactado mediante la publicidad engañosa.
Al respecto, bien señala Radbruch: "La profesión jurídica impone a quien se consagra a ella la conciencia
constante de su grandeza, por una parte, y de su carácter problemático, por otra" (Gustav Radbruch
"Introducción a la Filosofía del Derecho", ed. 1955, p. 152).
Como consideración final, debo decir que en autos no se trata de interpretar o aplicar alguna norma técnica o
jurídica de difícil aprehensión. Se trata de la Justicia que responde a los grandes preceptos del derecho como se
han enunciado hace mucho y para siempre, por ejemplo por Ulpiano, y que fueron incorporados al Digesto de
Justiniano (L 17, 1, 44): "vivir honestamente, no hacer mal al prójimo y dar a cada uno lo suyo (iuris preacepta
sunt haec: honeste vivere, alterun non laedere, suum cuique tribuere)" (Aftalión, García Olano y Vilanova:
"Introducción al Derecho", Bs. As. 3ª ed., LA LEY, 1967, p. 143).
De manera entonces, que habiendo concluido que el caso de autos no se trata de un contrato de "rifa" ni que
la demandada se dedique a la venta de "rifas", sino de una publicidad que tiende a captar la voluntad del
consumidor, frente a una probabilidad (difícil, pero no imposible) de resultar premiado con un automóvil cero
kilómetro, si el número de su compra sale sorteado con la lotería nacional, dinamizando lo estatuido por el art.
10 bis de la ley 24. 240, entiendo que corresponde admitir los agravios del actor indemnizando el daño
patrimonial reclamado en la demanda.
Y la mejor manera de otorgar al actor lo suyo, emergente de un contrato de compraventa con un alea, u
obligación accesoria condicional (casual) por parte del vendedor, es que por daño patrimonial deberá la
demandada entregar al actor, un automóvil cero kilómetro (tal como oportunamente se comprometió, si se
cumplía la condición casual, y así sucedió), o la de entregar la suma de $ 21.500, que es el automóvil más
económico del mercado, conforme a hecho público y notorio como son la publicidad e información periodística,
en los más importantes medios en la sección específica. Ello así por cuanto el actor supeditó la suma de $ 7.500
que reclamó al demandar en 1999, "sujeto a las probanzas que demuestren cual fue el valor de comercialización
en el año que dejó de importarse", habida cuenta que dicho automóvil de origen rumano, ya no se comercializa,
ni hay avisos de su oferta en los diarios más importantes. Es lo que dispone el art. 10 bis, inc. b) de la ley 24.240
"b) aceptar otro producto o prestación de servicio equivalente". Si a la demandada le resulta más oneroso
cumplir esta manda, que le entregue el mismo automóvil cero kilómetro de procedencia rumana, que le prometió
al actor, si se cumplía la condición de coincidir los números de su factura de compraventa con los de la lotería
nacional que sorteaba ese mismo mes, como lo enuncian claramente los avisos publicitarios de la accionada de
fs. 105 y 106. E incluso si conoce la accionada otro automóvil cero kilómetro de menor precio al consumidor, y
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que se comercialice en nuestro país, que lo denuncie y previa verificación y conformidad de actor, deposite su
precio. A tal suma se adunará el interés de la anterior instancia (tasa pasiva) desde la mora el 23/09/1996 hasta el
efectivo pago, proponiendo al Acuerdo hacer lugar al agravio de la actora —en los expresados términos—,
revocando esta parte del pronunciamiento en crisis (arts.1°, 7°, 8° y 10 bis ley 24.240, arts. 1197, 1998 y concs.
del Cód. Civil, 375, 384 y 165 del CPCC).
Respecto del daño moral indemnizado en la anterior instancia en la suma de $ 2.000, se agravia la actora por
exiguo y la demandada por improcedente, ya que al ser de naturaleza contractual requiere prueba de la
afectación, que no se ha producido.
Tiene dicho esta sala, en seguimiento de la doctrina legal de la Casación Provincial que la noción de daño
moral cuando su origen es contractual está vinculado con el concepto de desmedro extrapatrimonial o lesión en
los sentimientos personales, en las afecciones legítimas o en la tranquilidad anímica, que no son equiparables ni
asimilables a las meras molestias o perturbaciones que pueda desencadenar un simple incumplimiento
contractual (conf. c. 31.745 RSD 111-94 S 14/6/94 Juez Russo (SD).
No habiéndose probado, que el incumplimiento contractual haya efectuado una perturbación en la esfera
afectiva y/o espiritual del actor, corresponde rechazar el rubro (art. 522, CC y 375 del CPCC), haciéndose lugar
al agravio de la demandada.
Finalmente se queja la actora por aplicarse los intereses de la tasa pasiva, entendiendo que corresponde otro
tipo de interés.
Ha resuelto reiteradamente el Tribunal que integro en seguimiento de la Casación Provincial que los
intereses han de calcularse según la tasa que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a
treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación, siendo este el criterio de nuestro Superior Tribunal
Provincial, aún con posterioridad a la sanción de la ley 25.561 (conf.: SJBA, Ac. 43.858, JA 1991-IV, 3, doctr.
causa B. 49.193 bis, sent. del 2/10/2002, esta sala cs. 40662 R.S. 251/98; cs. 39.848 R.S. 123/98; cs. 47.863 R.S.
21/03; cs. 47.620 R.S. 78/03, entre otras). Por tal razón se desestima el agravio de la actora.
Voto, en consecuencia, parcialmente por la negativa.
El doctor Russo, por iguales fundamentos votó también parcialmente por la negativa.
2ª cuestión.— El doctor Castellanos dijo:
Conforme se ha votado la cuestión anterior corresponde revocar la sentencia apelada condenando a la
demandada a abonar la suma de $ 21.500 conforme los términos del Considerando III en concepto de daño
patrimonial, dejando sin efecto la condena por daño moral, confirmándola en cuanto más decide. Costas de esta
Alzada a la demandada fundamentalmente vencida (art. 68 del CPCC), difiriendo la regulación de honorarios
(art. 31, ley 8904)
Así lo voto.
El doctor Russo, por iguales fundamentos votó en análogo sentido.
De conformidad al resultado que arroja la votación que instruye el Acuerdo que antecede, por unanimidad se
revocala sentencia apelada condenando a la demandada a abonar la suma de $21.500 conforme los términos del
Considerando III en concepto de daño patrimonial, dejando sin efecto la condena por daño moral, confirmándola
en cuanto más decide. Costas de esta Alzada a la demandada fundamentalmente vencida (art. 68 del CPCC),
difiriendo la regulación de honorarios (art. 31, ley 8904).— Juan M. Castellanos.— José E. Russo.

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