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Descriptor: SUBROGACIÓN COASEGURADORA - ASEGURADORA ACCIÓN DE RECOBRO DE LO PAGADO.

Contrato de seguro carece del requisito de autenticidad.

Dte: SEGUROS COMERCIALES BOLIVAR S.A. y OTROS.


Ddo: SOCIEDAD PORTUARIA REGIONAL DE BUENAVENTURA S.A. Y OTRA.
SENTENCIA 06-628-01

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE


BOGOTA. D.C.
SALA CIVIL

MAGISTRADO PONENTE: LUIS ROBERTO SUAREZ GONZALEZ.

Bogotá, primero de octubre de dos mil catorce


(Proyecto discutido y aprobado en Sala de decisión del 17 de septiembre de 2014. Acta 35)

Agotado el trámite de la segunda instancia, resuelve la Sala el


recurso de apelación interpuesto por la parte demandante contra
la sentencia proferida por el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de
Descongestión de esta ciudad, dentro del proceso ordinario de
subrogación propuesto por SEGUROS COMERCIALES BOLIVAR
S.A. y LA PREVISORA COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A., contra la
SOCIEDAD PORTUARIA REGIONAL DE BUENAVENTURA S.A.
y MAPFRE SEGUROS GENERALES DE COLOMBIA S.A.

ANTECEDENTES

1. Pretendieron los demandantes que se declare que la Sociedad


Portuaria incumplió las obligaciones de seguridad que asumió en
los contratos de arrendamiento celebrados con la sociedad OPP
GRANELERA S.A. y GRANELES S.A.; que en consecuencia debe
restituir las sumas que las demandantes pagaron en virtud del
contrato de seguro que cubría el riesgo materializado el 15 de
noviembre de 2005, derivados del acto terrorista –explosión de

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una lancha artesanal; debidamente indexadas desde el día del
pago hasta la fecha de la sentencia. Así mismo, reclamó el pago
de intereses moratorios y las costas del proceso.

Como hechos constitutivos de la causa petendi, en síntesis,


expusieron las demandantes, que fungen como coaseguradoras
en la póliza “all risk”, la cual ampara las bodegas y mercancías de
la sociedad OPP Granelera S.A. y Graneles S.A., -quien funge
como tomador, asegurado y beneficiario-, situadas en el terminal
marítimo de Buenaventura, póliza que también resultó afectada
por la explosión de una lancha “metrera” en el muelle 11 de la
Sociedad Portuaria, quien no actuó con diligencia para evitar el
siniestro, obligación que corría a su cargo, en virtud del contrato
de concesión celebrado con la Superintendencia de Puertos y del
arrendamiento existente con Granelera S.A.

Que la sociedad Portuaria había celebrado un contrato de seguro


con Mapfre, amparando la responsabilidad civil de los operadores
portuarios, cubriendo el riesgo de terrorismo, razón por la cual le
elevaron la correspondiente reclamación, la cual recibió objeción
extemporánea e infundada.

La sociedad Ajustadores de Occidente estableció las pérdidas


sufridas por Granelera S.A., las que asumieron las demandantes,
cuyo reembolso han solicitado extra y procesalmente.

2. Notificados del auto admisorio, los demandados se opusieron a


la prosperidad de las pretensiones, interponiendo variadas
excepciones. Rituado el proceso en condigna forma, practicadas
las pruebas decretadas, presentados los argumentos de bien
probado, la Juzgadora de instancia resolvió el conflicto,

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desestimando de manera integral las pretensiones, al considerar
que la póliza “all risk”, base de los anhelos restitutorios de lo
pagado por las demandantes, se exhibió en copia informal, no
auténtica; condición que, por igual, reportó del documento con el
que se buscó acreditar el pago del siniestro, del que agregó es de
carácter dispositivo y, por ende, para su valoración requiere que
sea auténtico. Tampoco le reconoció valor demostrativo a las
órdenes de pago. Así mismo, concluyó que no se probó la cuantía
de los perjuicios que realmente sufrió la beneficiaria del seguro.

CONSIDERACIONES.

1. La legislación comercial patria reconoce, en favor del


asegurador que ha pagado la indemnización correspondiente, la
subrogación en los derechos del asegurado contra los
responsables del siniestro hasta concurrencia del valor
indemnizado.

Como consecuencia del pago de la indemnización, la aseguradora


adquiere ipso jure los derechos del asegurado con respecto al
tercero responsable, entre ellos la acción de recobro de lo
pagado, quien a su vez está habilitado para proponer los medios
defensivos oponibles al damnificado directo, más las relativas al
contrato de seguro y las del resarcimiento de los daños; en este
sentido el responsable del siniestro puede presentar hechos
impeditivos de la subrogación como defensa contra la
aseguradora.

Por igual, para que la subrogación opere en la forma y para los


efectos descritos en el párrafo precedente, la ley exige la
concurrencia de los siguientes presupuestos: a) existencia de un

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contrato de seguro que ampare las consecuencias del siniestro, b)
la ocurrencia del accidente, c) el pago válido de la indemnización
por parte del asegurador del daño causado y d) La identificación
de un responsable civil del daño, contra quien se va a hacer
efectiva la reversión.

2. El juzgado de conocimiento desestimó las pretensiones de


reembolso de lo pagado, con fundamento en la ausencia de
demostración de la existencia del contrato de seguro, del pago y
de los daños realmente sufridos con el siniestro; decisión objeto
de frontal cuestionamiento por parte del actor quien censuró que
no se aplicaron las presunciones de autenticidad derivadas de la
Ley 1395 de 2010, ni el artículo 244 del Código General del
Proceso, para los documentos privados presentados en los
procesos. Que tampoco se consideró que la aseguradora está
autorizada para expedir copias de las pólizas, en los términos del
artículo 1046 y que, al actor le era imposible presentar el original,
pues éste se encuentra en poder de la tomadora beneficiaria de la
aseguranza.

Así mismo, reprochó que se hubiera desestimado el pago del


siniestro con el argumento de que éste reposaba en copia, pues lo
que exige la ley sobre el tema es la prueba de que ese pago se
haya realizado con ocasión del seguro, como hecho amparado, y
no que el acto solutorio conste en escrito original; efecto, para el
que bastan, en su sentir, los comprobantes u órdenes de pago.
También criticó que se le hubiere desconocido valor demostrativo
a los informes de la entidad ajustadora, contratada para
establecer el siniestro y las pérdidas causadas con el mismo.

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3. Procede entonces la Corporación a determinar si en el caso
sub lite concurren los presupuestos exigidos para el éxito de la
subrogación reclamada:

3.1. En cuanto a la demostración de la existencia y vigencia


del contrato de seguro base de la subrogación, del que el juzgado
negó su presencia al no poder valorar como prueba las copias
adosadas a la actuación, importa memorar que para cuando se
inició este contradictorio y se adjuntaron los documentos que la
señora Jueza de instancia desestimó por haberse presentado en
copia simple, no existía mayores discusiones en torno al mérito
demostrativo diferente, obrante en materia probatoria, entre el
documento original y la copia simple, tema regulado por las
normas adjetivas, en cuya virtud las copias de los documentos,
privados o públicos, solo tienen el mismo valor probatorio del
original, en los casos allí previstos, relativos a que se autoricen
por la autoridad en la que el escrito repose, o sean autenticadas
por notaría o en el curso de una inspección judicial, contenido
sobre el que, precisamente, la jurisprudencia destacó que “las
copias que carecen de la atestación de que son idénticas al
original no prestan mérito probatorio, salvo que reúnan las
condiciones del artículo 254 del código de enjuiciamiento o de
cualquier otra norma que así lo señale”, conclusión fundada en
que “[l]as pruebas para producir en el juez la certeza o el
convencimiento sobre los hechos a que ellas se refieren, además,
de ser conducentes y eficaces, deben practicarse en los términos
y condiciones establecidos en el ordenamiento jurídico”1;
disposición aquella que superó el tamiz de constitucionalidad,
escenario en el que se puntualizó que “la certeza de los hechos
que se trata de demostrar con prueba documental, y en particular,

1 Corte Suprema de Justicia, sentencia del 4 de noviembre de 2009.

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con copias de documentos, está en relación directa con la
autenticidad de tales copias. Tal certeza es el fundamento de la
eficacia de la administración de justicia, y en últimas, constituye
una garantía de la realización de los derechos reconocidos en la
ley sustancial”2.

3.2. Partiendo el censor, del hecho cierto de que la


documentación adosada al expediente para demostrar la
existencia del contrato de seguro no es la original, reclama la
aplicación de la Ley 1395 de 2010 y el artículo 244 del CGP,
normas que, en su sentir, de manera expresa, establecieron
identidad –en su valor demostrativo-, entre el escrito aportado en
original y su copia, argumento que no está llamado a prosperar,
pues, aun abordándose el tema a la luz de la normatividad que
pretende el demandante, en la situación sub judice tampoco
concurren las condiciones para la aplicación del artículo 252 –en
su actual expresión-, pues allí se impone la ficción de autenticidad
para los “documentos elaborados o firmados por las partes”,
estado no predicable del contrato de seguro cimiento de la
subrogación, pues este no fue manuscrito, firmado ni elaborado
por los demandados y, por tanto, de él no se puede proclamar la
citada presunción de autoría; en sentido contrario, el artículo 269
adjetivo señala que “Los instrumentos no firmados ni manuscritos
por la parte a quien se oponen, sólo tendrán valor si fueren
aceptados expresamente por ella o sus causahabientes”
circunstancia que no ha ocurrido en la situación que se juzga.

Por igual, como el referido cuerpo documental no fue suscrito, ni


elaborado por los demandados, ni tampoco es original, ni goza de
la presunción de autenticidad, para los convocados los actos de

2 Sentencia C–023 de 1998.

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disposición que contenga tal escrito, no los vincula
probativamente –muy a pesar de que su originador funja como
contraparte procesal y que este haya asumido esa posición
contractual en virtud de la subrogación legal-, tipología que, a
voces de los artículos en análisis tampoco está cobijada por la
presunción de autenticidad, como paladinamente lo señala el
artículo 252, al excluir de la reseñada ficción los documentos
provenientes de terceros que sean de carácter dispositivo3, como
en efecto lo es el contrato de seguro en referencia, para los
demandados.

Con relación a la aplicación del artículo 244 del Código General


del Proceso, estatuto que si bien ya se promulgó, sin embargo
tales disposiciones aún no se encuentra vigentes en Bogotá, en
atención a lo ordenado en el numeral 6 del artículo 627 de dicha
codificación, en consonancia con los Acuerdos PSA13-10073 del
27 de diciembre de 2013 y PSAA14-10155 de Mayo 28 de 2014,
expedidos por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la
Judicatura.

4. Plantea, por igual, el recurrente que debió considerarse que


como el original de la póliza se le entregó al tomador beneficiario,
-observando el mandato expreso contenido en el artículo 1046 del
Código de Comercio-, no estaba habilitado –materialmente- para
su adjunción al contradictorio, razón por la cual podía presentar
copia del mismo, mecanismo también autorizado por la norma en
cita, pues si bien la norma habilita la expedición de copias o
duplicados a costa del tomador, del asegurado o del beneficiario,

3 “En tratándose de los documentos de naturaleza dispositiva y representativa, su valor probatorio dependerá de la
autenticidad, sin importar si provienen de una de las partes o de un tercero, según lo establecen los artículos 277
nral. 1 y 279 del código de los ritos civiles, así como el artículo 11 de la ley 446 de 1998, que reprodujo –con
algunas modificaciones- lo otrora establecido en el artículo 25 del Decreto 2651 de 1991” CSJ. Sentencia S 040 de
2002.

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su cometido no se dirige a establecer un equivalente probatorio
entre el original y la copia, razón suficiente para desestimar este
argumento. A lo anterior se adiciona que esa circunstancia de la
entrega del original al tomador no coloca a la aseguradora en una
real imposibilidad de llevar al proceso la prueba del contrato,
particularmente en los casos de subrogación, pues ante el pago
efectivamente realizado del siniestro y, el indiscutible
acaecimiento de la subrogación de carácter legal que lo habilita a
recuperar la suma pagada, es apenas un acto de prudencia y
diligencia, obtener del sujeto a quien paga, el documento que
probatoriamente lo habilite para obtener el referido reembolso, ya
en original, ora en copia auténtica.

Por igual, como la autenticidad no solo se obtiene por el sendero


de la declaración notarial, “sino también por reconocimiento
efectuado en el marco de un proceso, reconocimiento que, como
es sabido, puede ser expreso –espontáneo o provocado- o
implícito, según que el documento se haya aportado al proceso
bajo la afirmación de haber sido manuscrito o firmado por la
contraparte (art. 252 numeral 3º C.P.C.), o que se hubiere
adosado por quien lo elaboró, escribió a mano o signó (art. 276
ib.)”4; esa condición también se puede obtener en el curso de la
actuación, partiendo de la aducción de la copia informal, y por el
concerniente reconocimiento, figura que en el caso concreto no se
presentó, pues como ya se acentuó, la aseguradora Mapfre le
desconoció valor demostrativo a los documentos que adjuntó el
actor como prueba de la existencia del contrato de seguro y éste
no procuró el material ni los medios probativos para acreditar tal
hecho.

4 CSJ. Sentencia S-291 de 2005.

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Lo anterior porque, la aducción de copias informales a la
actuación –aun ante el eventual silencio de la contraparte-, no
permiten concluir que por esa sola circunstancia asuman pleno
valor demostrativo, en tanto, en palabras de la Corte, “no es
admisible sostener que las copias informales cobran mérito
probatorio porque el demandado es citado al proceso y tiene la
oportunidad de controvertirlas”, pues ello “llevaría entonces a la
conclusión de que en todos los procesos en que el demandado es
emplazado las copias simples adquirirían el carácter de
auténticas, amén de que se desequilibrarían las cargas
procesales, entre otras absurdas consecuencias de un
planteamiento en tal sentido”5, agregando que “la presunción de
certeza no podía edificarse sobre la nada”6; sin que, en el caso
concreto, se materialice una actitud reprochable por parte de la
aseguradora demandada, quien desde la misma integración del
contradictorio porfió sobre la prueba del negocio jurídico base del
reembolso solicitado, no concurriendo, entonces, un
“comportamiento inicial, en cuanto concluyente e inequívoco en
poner de manifiesto una aquiescencia tácita respecto del valor
demostrativo integral de determinado medio probatorio a pesar del
vicio existente, excluye la posibilidad de que aquél, cambiando su
posición y contrariando en consecuencia sus propios actos
anteriores en los que otros, particulares y autoridades, fundaron
su confianza, pretenda obtener ventaja reclamando la
descalificación de dicho medio por estimarlo inadmisible” 7.

Así las cosas, como del contrato de seguro base de la


subrogación no se presentó prueba atendible, por carecer la que
se hizo valer en el contradictorio, del requisito de autenticidad, “Se

5 CSJ. Sentencia de 4 de noviembre de 2009.


6 CSJ. Sentencia SC 6886 de treinta de mayo de dos mil catorce.
7
CSJ. Sentencia de 22 de noviembre de 2005.

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puede afirmar, entonces, para este litigio, que desde el punto de
vista .probatorio ella constituye requisito indispensable cuando se
busca dilucidar el alcance que las partes quisieron darle a dicho
vínculo, es decir, cuando lo controvertido dentro del proceso tiene
que ver directamente con la existencia misma del contrato de
seguro o de las obligaciones y derechos que de él emanan; así,
cuando el asegurado persigue el pago del siniestro, o el
asegurador el pago de la prima o subrogarse en los derechos
del asegurado, es claro que la póliza viene a ser elemento
probatorio, sine qua non, puesto que las partes discuten una
pretensión que no puede existir sin que se halle demostrado el
contrato”. (negrilla intencional).

“Tal es lo que aquí sucede, dado que la parte demandante deriva


el derecho de la subrogación que surgió cuando, en su carácter
de asegurador y en virtud de la existencia de un contrato de
seguro, pagó el monto correspondiente a la indemnización
derivada del acaecimiento del siniestro, adquiriendo así los
derechos del asegurado de demandar, de quien resulte ser el
directo responsable del suceso, el resarcimiento de los perjuicios,
hasta concurrencia del importe del pago que hizo. Según esto, la
póliza viene a ser un documento ad substantiam actus que no
puede suplirse por otros medios de prueba”8, razones suficientes
para confirmar la decisión impugnada, pues mientras no exista
prueba atendible del contrato de seguro, innecesario resulta
resolver sobre los demás elementos axiales de la subrogación
solicitada.

8 CSJ. Sentencia de veinticinco de agosto de dos mil.

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Por lo expuesto, la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, administrando justicia en nombre de la
República y por Autoridad de la ley:

RESUELVE

PRIMERO: CONFIRMAR la sentencia proferida el 30 de abril de


2014 por el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Descongestión de
esta ciudad dentro del proceso ordinario adelantado por Seguros
Comerciales Bolívar S.A. y La Previsora Compañía de Seguros
S.A., contra la Sociedad Portuaria Regional De Buenaventura S.A.
y Mapfre Seguros Generales De Colombia S.A.

SEGUNDO: Condenar en costas a la parte recurrente. Se fijan


como agencias en derecho la suma de $4.000.000., a favor de las
demandadas.

NOTIFÍQUESE.

LUIS ROBERTO SUAREZ GONZALEZ


Magistrado Ponente
Rad. 11001220302220060628-01

ANA LUCÍA PULGARÍN DELGADO


Magistrada
Rad. 11001220302220060628-01

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NUBIA ESPERANZA SABOGAL VARÓN
Magistrada
Rad. 11001220302220060628-01

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3.3. Así mismo, en lo que dice relación con las leyes evocadas por
los apelantes, debe puntualizarse que para cuando se
presentaron los documentos y ellos se tuvieron como prueba de la
existencia del contrato9, ni la Ley 1395 ni la 1564 se habían
expedido, circunstancia que obliga recordar que la ley procesal es
de aplicación inmediata, característica que trae como
consecuencia que si en el trámite de un contradictorio adviene
una nueva legislación, las actuaciones subsiguientes a su
vigencia son cobijadas por ésta dada su condición de orden
público, vigencia hacia el futuro que, de suyo y en línea de
principio, excluye el reconocimiento de cualquier caso de
retroactividad, en la medida que “Su aplicabilidad es, pues,
inmediata. De donde se infiere que los procesos ya concluidos,
para nada son tocados por la ley nueva; y que los que se inicien
luego, estarán regulados íntegramente por la nueva legislación”,
pensamiento que invariablemente gobierna a los procesos
concluidos, pero que no se predica, con tanta intensidad, para los
que están en curso cuando acaece la postrer reglamentación,
pues en éstos surge el dilema entre la implementación del
régimen vigente para cuando comenzó el proceso y la que se
inclina por la cobertura por parte de la nueva, disyuntiva que fue
resuelta por el legislador aceptando la ultractividad de la anterior
sobre las etapas o segmentos no concluidos, “rindiendo con ello
culto a la doctrina que distingue los actos procesales consumados
de los no consumados”, por lo que de manera expresa consignó
que "los términos que hubieren empezado a correr, y las
actuaciones y diligencias que ya estuvieren iniciadas, se regirán
por la vigente al tiempo de su iniciación". Estas excepciones están
significando, entonces, que la ley antigua tiene, respecto de ellas,
9 Auto de 13 de noviembre de 2009.

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ultractividad; de suerte tal que si una actuación, una diligencia o
un término, ha empezado a tener operancia y no se han agotado
cuando adviene la ley nueva, ellas y él terminarán regulados por
la antigua. Salvedades que se muestran imperiosas y plenamente
justificadas en aras del orden procesal10.

Así las cosas, como en el proceso que se analiza, la


solicitud, decreto, recepción de estas pruebas ya se había
agotado cuando se expidió la Ley 1395 y, por ende esa etapa
responde a la condición de acto procesal consumado, no es
posible aplicar a ese periodo probatorio la ley nueva para hacerle
surtir efectos a las pruebas, diferentes a los que en la forma
original se le otorgaban, pues ello encarna una indebida
aplicación retroactiva de la ley adjetiva, en la medida que esa
específica actuación concluyó con la implementación de la ley
anterior, vigente para ese momento.

10 Sentencia C–023 de 1998.

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