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LECCIÓN N°3
¡Hola! espero que estés muy bien.
Esta semana, continuaremos como venimos con el proceso de profundización en aspectos
de la Filosofía Yoga, así como en las técnicas de respiración que le dan "sustancia" a
nuestra sadhana semanal.
En lo Filosófico, abordaremos el tema de Yama y Niyama; los dos primeros peldaños del
Ashtanga Yoga del sabio Patanjali: Se trata del código ético y moral correspondiente a este
sistema.

Para ello, te propongo trabajar con un texto de la siguiente manera:


1- Leer el texto, y realizar una descripción escrita con tus palabras de cada uno de los 5
Yamas, así como de los 5 Niyamas.

¿Resonaste con alguno en particular? ¿Qué te llevó a pensar?, o ¿en qué plano de tu vida
encontraste una relación con la lectura?

2- Haciendo foco en alguno en particular, es decir, eligiendo aquél con el que hayas
resonado en este momento; a partir de una relación en la observación de tu cotidiano,
registra por escrito lo que encontraste que sea importante resaltar y trabajar en vos hoy.

TEXTO DE YAMA Y NIYAMA

“Los yamas (abstenciones) y niyamas (reglas) son los dos primeros aspectos del astânga
yoga que Patañjali sistematiza en sus Aforismos.
Los yamas: no violencia (ahimsâ), veracidad (satya), no robar (asteya), continencia o
sublimación de la energía sexual en función de la realización final (brahmacarya), no
acaparar (aparigraha), y los niyamas: pureza (shauca), contento (santosa), austeridad
(tapas), estudio de sí mismo (svâdhyâya) y entrega al Señor (Îshvarapranidhâna) son la
base moral y actitudinal sobre la que Patañjali construye el edificio del yoga.
Este trabajo presenta un análisis de los aforismos referidos al tema, apoyado en la tradición
de los comentarios tradicionales (Vyâsa, Bhoja, Shankara) y de autores indios y
occidentales. En él se intentan mostrar los múltiples sentidos de cada uno de estos
principios vitales y señalar el método que Patañjali propone para su interiorización. Se
plantea también su importancia en la función docente, presentando ejemplos específicos
que muestran la relación de los yamas con la práctica de la enseñanza del yoga.
Finalmente se señala la posibilidad de entender a los yamas y niyamas como un camino
que tiene en cuenta todas las dimensiones del hombre, y es una guía para que este realice
su propia esencia y la liberación final.
Introducción
En un momento histórico caracterizado por grandes tensiones, el yoga brinda diferentes
herramientas para que el ser humano pueda sobrellevarlas y vivir con equilibrio y salud.
El Yogadarshana es uno de los sistemas filosóficos ortodoxos del hinduismo y los
‘Aforismos del Yoga de Patañjali’ (Pâtañjalayogasûtra) su principal texto-fuente y por lo tanto
una guía esencial para la práctica de toda forma de Yoga.
Este artículo trata de dos aspectos del yoga clásico de Patañjali poco tenidos en cuenta en
occidente, pero que la tradición india considera esenciales. Según ella es imprescindible
avanzar en la generación y afirmación de actitudes correctas para poder serenar la mente y,
como consecuencia, vivir de manera más feliz. Detrás de esto se encuentra la convicción de
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que no alcanza trabajar sobre el ‘cuerpo físico o tosco’, para hacerlo más saludable por
ejemplo a través de los âsanas, o sobre el ‘cuerpo energético’ por medio del prânâyâma, es
más, incluso se afirma que la meditación se hace muy difícil si no hay valores y actitudes
adecuados al objetivo de la vida que plantea Patañjali, que es el sentido último de la
existencia para todo el hinduismo: moksha, la liberación.
Es por esto que en sus Aforismos, Patañjali nos propone una serie de valores para la vida y
pautas éticas como base para la felicidad del hombre, e insiste también en el entrenamiento
en actitudes correctas y en la regulación del comportamiento como fuente de serenidad
mental y de paz interior.

Los Yamas y Niyamas


En el ya mencionado texto-fuente Pâtañjalayogasûtra, el sabio Patañjali transmite los
lineamientos fundamentales acerca de lo que deben ser el yoga y sus prácticas.
Al comienzo del libro, y para evitar todo tipo de dudas y malas interpretaciones, define:
“Yoga es la supresión de las modificaciones de la mente” (PYS I.2) y agrega
inmediatamente el objetivo último a alcanzar: “Entonces, (ocurre) el restablecimiento firme
del Vidente en su propia naturaleza” (PYS I.3). Es decir que Patañjali plantea que el hombre
se realiza como tal, cuando utilizando el yoga como medio logra la calma mental total y se
establece firmemente en su naturaleza esencial espiritual, el Purusa o espíritu de la filosofía
sâmkhya, aquí designado como el Vidente.
Para alcanzar esta meta, Patañjali ofrece en su texto el astângayoga (yoga de ocho
miembros) cuyos dos primeros miembros, ramas o aspectos son los yamas y niyamas. El
aforismo II.29 dice simplemente que “Yama, niyama, âsana, prânâyâma, pratyâhâra,
dhâranâ, dhyâna (y) samâdhi (constituyen) el yoga de ocho miembros”.1
El término yama puede traducirse como abstención, abstinencia, prohibición, norma de
autocontrol; mientras que niyama tiene el sentido de observancia, prescripción, obligación,
regla. [ver Ren87; Yko91]
Patañjali presenta entonces a los yamas y niyamas como los dos primeros angas (ramas)
de su propuesta global, el astangayoga, y como señala Taimni: “El hecho mismo de darles
el primer lugar muestra su carácter básico” [Tai83, p.199] y a la vez su carácter preparatorio
para los siguientes tipos de prácticas.
Los yamas y niyamas son considerados como prerrequisitos esenciales para el progreso
verdadero y profundo en el camino espiritual del yoga. Shankara mismo dice en su
comentario a PYS II.29 que “las abstenciones y las observancias son la cualificación básica
para la práctica del yoga.” [Leg92, p.260]
Las abstenciones y las observancias evitan que las prácticas se transformen en momentos
de escapismo o den como resultado una experiencia restringida al plano psíquico, ya que
nos proyectan hacia un análisis profundo de nuestra vida cotidiana, a contratar nuestra
presunta experiencia espiritual con nuestra forma de vida en nuestra existencia concreta.
Los yamas y niyamas, como parte de un proceso integral, ayudan para que las personas
cambien poco a poco su forma de vida y su relación con los demás.
Taimni indica que la moral yóguica que presenta Patañjali puede entenderse como algo
innecesariamente estricto y prohibitivo si no se comprende que está organizada de modo de
liberar al practicante de las cadenas de la ignorancia y que “su objetivo no es alcanzar cierta
felicidad dentro de las ilusiones de la vida inferior, sino lograr felicidad verdadera y
perdurable al trascender esas ilusiones.” [Tai83, p.201]
Esta exigencia extrema que siente Taimni en los Aforismos se debe a que Patañjali orienta
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su propuesta al logro del sentido último de la vida, que deja en claro al comienzo de su
texto. Según la visión del Hinduismo, en cuyo contexto se encuentran los Yogasûtras, el
hombre tiene distintos objetivos a lo largo de su existencia. Así buscará el logro del placer
(kâma) y el éxito en el mundo (artha), enmarcados en un tercer fin de la vida, dharma, que
tiene entre otros los sentidos de ley, regla religiosa, moral o social, orden, justicia, bondad,
virtud. Pero el fin último, el que da sentido a toda la existencia es el de la liberación, moksa.
Y esto es lo que desea Patañjali, que el hombre, luego de haber hecho una experiencia
profunda de la vida y siendo plenamente consciente de la relatividad de lo material, se
dedique a reintegrar, sin reprimir ninguna de sus potencias, todas las dimensiones de su
personalidad en función de la realización de su esencia espiritual.2 Esto implica, según él,
un compromiso total, de allí la exigencia presente en su texto.3
Es importante aclarar que no es que no se puede practicar el yoga si no se logra el dominio
de sí mismo aquí pedido, al contrario, las propuestas del yoga serán muy útiles para vivir
más felizmente en medio de la experiencias de la existencia; pero hay que ser conscientes
de que la evolución se detendrá si no se avanza en el perfeccionamiento de yamas y
niyamas. Finalmente hay que resaltar que la perfección total de estos sólo puede
alcanzarse en el momento de la liberación. Es que las consecuencias de las abstenciones y
las reglas, mencionadas por Patañjali, señalan las potencialidades humanas que se
manifiestan plenamente en la realización.
Patañjali sólo enumera los yamas y niyamas, dando por sobreentendido que los yogin, a
quienes los Aforismos estaban dirigidos, conocían el sentido profundo de cada uno de los
términos. El explicitar los distintos aspectos de los mismos corresponde a la tradición de los
comentadores de los sûtras. Pero en el mismo capítulo segundo, Patañjali analiza, desde el
punto de vista del yoga, las consecuencias de aplicar seriamente las abstenciones y las
reglas, es decir de estar firmemente establecidos en ellas.
Los Aforismos de Patañjali nos hablan de cinco yamas y cinco niyamas que constituyen la
base moral y actitudinal sobre la que se apoyará la reintegración de la personalidad del
yogin. Veamos en detalle cada uno de ellos.
Los Yamas
Yama deriva de la raíz ‘yam’ que significa controlar, restringir, refrenar, subyugar. La
traducción más utilizada es la de abstención.
Las abstenciones propuestas por Patañjali son: ahimsâ, satya, asteya, brahmacarya y
aparigraha; dice en su aforismo II.30: “Los yamas (son) no violencia, veracidad, no robar,
continencia, no acaparar.” Y se agrega en el siguiente aforismo, II.31, que los yamas
“(constituyen) el gran voto (aplicable) en toda situación, no condicionado por nacimiento (en
un particular estrato social), lugar, tiempo y circunstancia.” Como el hombre siempre justifica
o intenta justificar excepciones, con este aforismo Patañjali nos dice que no existe ninguna
excusa para no poner en práctica las abstenciones que acaba de mencionar en el aforismo
anterior.
Dos cosas señalan la importancia que Patañjali da a las abstenciones, primero el que le
dedique dos aforismos y segundo la expresión ‘gran voto’ que nos está hablando de
deberes obligatorios y, como aclara inmediatamente, sin ninguna posibilidad de excepción.
Shankara opina, refiriéndose a yamas y niyamas, que “De los dos, las abstenciones son
mencionadas primero para enfatizar su suprema importancia.” [Leg92, p.261]
Estas son actitudes vitales que debemos imperiosamente adoptar si
realmente queremos cambiar nuestras vidas. P. Y. Deshpande traduce el aforismo II.31 de la
siguiente manera:
“Éstos (yamas) constituyen juntos el máximo voto de austera observancia, en la medida en
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que son básicos y cubren el campo íntegro de la vida y la existencia y como tales
permanecen inafectados y desatados de las limitaciones de nacimiento, país o lugar ,
tiempo y circunstancia.” [Des82, p.111]
Podemos plantear con Deshpande [Des82, p.119] que las abstenciones son una condición
previa indispensable para una lectura correcta de nuestra condición existencial, para hacer
un diagnóstico de nuestra situación, punto de partida para todo cambio. Para dar un
ejemplo, sólo podremos lograr un diagnóstico adecuado si no tenemos nuestra mente
turbada por la violencia o por nuestros apegos y si no nos autoengañamos
permanentemente. Los yamas nos hablan de la importancia de un modo de vida en el que
no tengan lugar la violencia, la mentira, el robo, el descontrol sexual y la acumulación
innecesaria de bienes, para que el ser humano sea capaz de encontrar su verdadera
identidad. Estos imperativos existenciales no son ideales a alcanzar por medio de los
esfuerzos de nuestro ego, sino una forma de hacernos conscientes y vigilantes de nuestra
condición humana y prepararnos para su transformación.
Ahora vamos a analizar cada una de las abstenciones individualmente.
Ahimsâ
Significa no violencia, no daño, no injuria, inofensividad. De a (no) y himsâ (daño) de la raíz
han (golpear, matar).
Es el primero y fundamental de estos cinco yamas, todos los cuales están en relación con
él. Vyâsa señala, comentando PYS II.30, que no se debe realizar ningún tipo de daño, en
ningún momento, a ningún ser viviente y que “las otras abstenciones y observancias están
enraizadas en ella, y son sólo practicadas para llevar a ella a su culminación, sólo para
perfeccionarla.” [Leg92, p261]. Shankara [Leg92 p.261] lleva la aplicación del principio de no
violencia todavía más lejos al extenderlo tanto a los seres inmóviles como a los activos, lo
que le da al mismo un sentido profundamente ecológico. Hay que aclarar que la violencia,
que se busca tener bajo control, puede ser de cualquier grado de intensidad y a nivel de
pensamiento, palabra y/o acción. En una situación de violencia podemos ser partícipes
directos o simplemente avalarla o justificarla.
Todo esto entra dentro del precepto de la ahimsa, porque es esencialmente una actitud
interior, no sólo algo externo. La intolerancia, la descortesía, el agravio verbal, un
pensamiento de odio son formas de violencia e implican una gran energía que debemos
canalizar en sentido contrario y poner al servicio de un camino espiritual.
No violencia es una forma de enfrentar la vida, no de huir de ella, es
una forma de pararnos frente a la maldad tanto interna como externa, es una actitud
esencial para el conocimiento y el cambio tanto personal como social.
No podemos ser violentos y al mismo tiempo ver nuestra realidad existencial, no podemos
ser violentos si queremos lograr la serenidad de la mente, requisito para llevar una vida que
nos aleje del sufrimiento y nos acerque a la felicidad y a nuestra verdadera esencia
espiritual.
Establecerse en la no violencia es una característica de la aceptación de sí mismo y sus
limitaciones. La realidad nos dice que no somos perfectos, debemos aceptar esto en lugar
de tapar con la violencia los límites que no soportamos tener o ver en los otros. El
autoconocernos a través de un acto de verdad acerca de nosotros es esencial para poder
crecer sin dañarnos.
La no violencia tiene no sólo consecuencias a nivel interno de paz y serenidad mental, sino
que también tiene implicancias sociales. Por eso dice Patañjali “Cuando uno se establece
firmemente en la no violencia, en su entorno (se da) la supresión de la hostilidad” (PYS
II.35), de esto resulta una adecuada convivencia y armonía social.
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Podríamos incluso decir que la otra cara de la negación de la violencia es la afirmación del
amor, fuente de toda felicidad, y motor de la realización, especialmente en las corrientes
devocionales posteriores.4 También hay que señalar que la no violencia se apoya en la
conciencia de la unicidad de la vida, de la interrelación de todos los seres.
Podemos aquí aclarar con el profesor Gardini que “La no-violencia no tiene nada que ver
con la debilidad o la cobardía. Es el actuar de alguien que tiene todas las posibilidades para
resistir violentamente, pero opta por oponer el bien al mal, convencido que ésta es la única
manera de lograr la realización de sí mismo y el desarrollo armonioso de la sociedad.”
[Gar84, p.158].
En la práctica de las técnicas del yoga, como âsanas, prânâyâma, etc., la aplicación del
principio de no violencia puede consistir en la forma gradual y progresiva con que debemos
trabajar sobre nuestras limitaciones o las de los alumnos, de modo que no resulte un daño
en el proceso. Ser no violento es pensar en las limitaciones y capacidades de modo de no
realizar una práctica inadecuada, es aplicar lo que dijo Patañjali “hay que evitar el dolor que
todavía no llegó” (PYS II.16), tanto a los demás como a nosotros mismos. Pero también es
dar las posibilidades para que las capacidades se incrementen, y que a través de prácticas
exitosas se logre un desarrollo continuado. La práctica de la no violencia implica entonces
un alto grado de atención en todo lo que hacemos.
Pero por otro lado, el âsana, con sus estiramientos que llevan a la eliminación o disminución
de tensiones, puede ayudar a evitar reacciones violentas que surjan como consecuencia del
estrés. El prânâyâma con la regulación de la respiración colabora
en el control de las emociones que pudieran llevar a una reacción violenta.
Satya
Significa veracidad.
Hay que recordar que la raíz (sat) que da origen a esta palabra significa tanto ‘ser’ como
‘verdad’. Esto probablemente nos indique que afirmarnos en la verdad es ser plenamente.
La veracidad implica que no hay doblez en nuestro corazón, que somos sinceros y amamos
la verdad, la honestidad y la justicia. Pero en satya está también la idea de coherencia entre
pensamiento, palabra y acción; coherencia también entre los valores que decimos sostener
y lo que hacemos en la vida cotidiana.
En primera instancia no podemos seguir siendo falsos con nosotros mismos si queremos
conocernos realmente, no podemos engañarnos sobre nuestra situación y personalidad si
queremos cambiar realmente.
Desde el punto de vista de la serenidad de la mente, la mentira lleva a destruirla. Hay que
recordar, como Taimni [Tai83, p.203-204], que toda mentira exige otra mentira que la
encubra y la necesidad de estar permanentemente alertas para no traicionarse, con todos
los torbellinos de la mente que esto implica.
La mentira es también una forma de violencia que impide al otro evaluar verdaderamente la
circunstancia en la que se encuentra y resolverla con éxito; y por su puesto hay claramente
una intención de daño hacia el otro si la palabra se utiliza como injuria. Pero también decir
una verdad en el momento inadecuado a la persona inadecuada o no preparada puede ser
fuente de gran violencia para los demás. Por esto a la veracidad hay que sumar la cautela y
una actitud de consideración hacia los hombres. Vyâsa afirma que “... la palabra ha de
emplearse para hacer el bien a todas las criaturas, no para ofenderlas; y si se usara así,
sólo para ofender a las criaturas, aunque fuera verdad sería pecado.” [Pvy72, p.100].
Satya es un camino que nos lleva hacia la Verdad, por lo tanto exige la humildad para seguir
aprendiendo durante toda la existencia, hasta que finalmente caiga la ignorancia esencial
(avidyâ) que nos hace confundir los medios con el verdadero fin de nuestra vida, lo material
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con lo espiritual.
Es muy interesante la relación que hace Vyâsa entre veracidad y enseñanza: “Decir verdad
significa que mente y habla han de corresponder al objeto; es decir, mente y habla deben
ser igual a lo que se ha visto, deducido u oído. Si la palabra se profiere con el objeto de
trasladar a otros el propio conocimiento, no debe ser engañosa, ni errada, ni insuficiente.”
[Pvy72, p.100]. Shankara completa esta idea diciendo que no hay veracidad cuando se
habla en forma “inapropiada para iluminar al que escucha, como cuando la palabra está
caracterizada por expresiones ambiguas y argumentos inconclusos, expresiones oscuras o
arcaísmos, o cosas semejantes.” [Leg92, p.262].

En el plano de la enseñanza del yoga es no engañar a la gente acerca de los efectos de las
prácticas, no hacerles hacer a los alumnos cosas que no deberían hacer porque no nos
tomamos el tiempo para conocerlos, es no enseñar lo que no experimentamos en nosotros
mismos.
Aquí podemos señalar también como una práctica de meditación nos ayuda a conectarnos
con la verdad, desde un estado mental diferente.
Los Aforismos explican también el resultado de este yama: “Cuando uno se establece
firmemente en la veracidad, (hay) correspondencia entre fruto y acción” (PYS II.36). Vyâsa
afirma que “su palabra es infalible” y Shankara agrega a este comentario que “cuando la
verdad es firme en él, los hechos confirman sus palabras.” [Leg92, p.269]. Así Patañjali nos
dice que si nos afirmamos en la verdad, queda asegurado infaliblemente un resultado
positivo de nuestras acciones, pensamientos y palabras, tanto en bien propio como en el de
los demás.
Asteya
Significa no (a) - robar (steya).
Nos habla de la honestidad como forma de vida.
Pero no se refiere sólo a no quitarle al otro lo que posee, a nivel material, intelectual o
moral; sino también respetar sus derechos a la vida, la religiosidad, el estudio, la salud, la
justicia; es no socavar las creencias del otro por medio de una burla sistemática; es no
robarle al otro su tiempo ni su fama. Taimni dice que “El aspirante a yogui no puede tomar
nada que no le pertenezca ... también en cosas tan intangibles y, sin embargo, tan
preciadas como aceptar crédito por algo que no ha hecho, o privilegios que propiamente no
merece.” [Tai83, p.205]. El profesor Gardini comenta que “Hay muchas maneras de robar,
directas o indirectas. Se roba no cumpliendo con los propios deberes, no retribuyendo con
agradecimientos a quien nos ha hecho el bien ...” [Gar84, p.161].
Asteya es también una forma de control del apego a aquello que nos provoca placer y, por
lo tanto, nos pone claramente en el camino del autodominio. Vyâsa dice en su comentario
sobre los Aforismos que “El robo es apropiarse de cosas ajenas de forma no sancionada
por las Escrituras; no robar consiste en no alimentar deseos de semejante apropiación.”
[Pvy, p.100-101]. Gardini afirma que “Se trata, pues, de una real y voluntaria pobreza de
espíritu y de una actitud interior que rehúsa hacer de los bienes materiales el fin de la vida.”
[Gar84, p.161].
Patañjali habla además de sus consecuencias: “Cuando se está firmemente establecido en
el no robar, todas las joyas (se hacen) presentes frente a él” (PYS II.37). Se dice que el que
da recibe y tiene siempre lo que es necesario, pero esto hay que entenderlo sobre todo en
una dimensión espiritual. Para a tradición india, la joya, el mayor tesoro, es el âtman, el sí
mismo, la esencia espiritual del hombre
El no robar se corresponde con la generosidad, el don permanente de lo que el otro
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necesita, es salir de nuestra visión egoísta y ponernos en el lugar del prójimo.


Desde este punto de vista, aplicar asteya a la práctica de la enseñanza consiste en conocer
al alumno y asignarle las prácticas que corresponden con sus necesidades físicas,
psicológicas o emocionales de modo de no robarle ni su tiempo, ni su salud.
La práctica de pratyâhâra, al dar capacidad al yogin para retraer los sentidos de los objetos,
ayuda en el proceso de autocontrol y en la afirmación en el no robar, la continencia y la
actitud de no acaparar elementos inútiles.
Brahmacarya
Significa, en esencia, disciplina o modo de vida (carya es conducta, comportamiento)
conducente a un logro espiritual superior (Brahman es un término vedántico que designa la
Realidad Suprema). Brahmacarya es esencialmente un camino de autocontrol, una vida
disciplinada en todos los aspectos, en función del progreso en el sendero espiritual y la
realización del hombre [Kar, pp. 239 y 242].
En sentido restringido se refiere al plano de la sexualidad humana, por eso usualmente se lo
entiende y traduce como continencia o abstinencia sexual.
Es importante señalar con Patañjali la consecuencia de esta forma de autocontrol: “Cuando
uno esté firmemente establecido en brahmacarya, el resultado (es) ganancia de vigor” (PYS
II.38).
Joshi opina que “La energía sexual y respiratoria están correlacionadas. Por la práctica de
los ejercicios respiratorios, el control sexual y mental, se logra el incremento de la energía.
...la virilidad se transforma en una tremenda energía y poder de voluntad.” [Jos92, p.167].
Se puede entender entonces a brahmacarya como la sublimación de la sexualidad, que se
convierte en vigor (vîrya) físico y mental, en la confianza en sí mismo del que es capaz de
manejar las tendencias más fuertes, y en la fuerza interior necesaria para enfrentar los
obstáculos tanto externos como internos que se presentan en el camino de reintegración.
Efectivamente, Shankara, comentando el aforismo PYS II.38, dice que “Él tiene irresistible
energía para todo buen emprendimiento. El sentido es que él no puede ser frustrado por
ningún obstáculo.” [Leg92, p.270]. Es también muy interesante la relación que hace Vyâsa
entre esta forma de autodominio y la capacidad de enseñar: “Y cuando se ha perfeccionado
en esto, se vuelve capaz de conferir conocimiento a sus discípulos.” [Leg92, p.270].
Es importante aclarar que dentro de la tradición hindú, brahmacarya en sentido de
continencia estricta se plantea para la etapa del estudiantado y luego de haber desarrollado
su vida en sociedad como jefe de familia, es decir en el momento del retiro para dedicarse
al logro del fin y sentido último de la existencia que es moksa, la liberación
o realización de la esencia del hombre.
Aparigraha
Significa no acaparamiento de las cosas (a = no; pari = todo; graha = toma, recepción o
aceptación).
Es la aplicación de la idea védica de que todo lo que tenemos y somos es un don y de que
esos dones recibidos deben circular hacia los demás. Acaparar sería entonces cortar la
‘circulación de la vida’ en el mundo, sería crear desorden en el cosmos.
Esta caída de la idea de ‘lo mío’ implica la caída de la idea del ‘yo’, del egoísmo como
centro de las decisiones vitales, para pasar a vivir teniendo en cuenta las necesidades del
otro. Es por un lado generosidad y por otro confianza de que siempre obtendremos lo
necesario.
Âparigraha habla de no atesorar cosas innecesarias, no hacer de los bienes materiales
nuestro tesoro, es decir, surge de reconstruir la escala de valores que marca la clara
diferencia entre el espíritu y la materia en todas sus formas, entre la esencia del hombre y lo
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que éste tiene y la clara conciencia de que uno no es lo que posee.


El establecimiento en aparigraha es el logro de un alto estado de desapego (vairâgya) que,
según los aforismos PYS I.12 y 16 lleva a la supresión de las modificaciones de la mente y
finalmente a la liberación, a la realización del hombre verdadero, del espíritu (purusa).
Así puede decir Patañjali que “El establecimiento firme en aparigraha tiene como
consecuencia el pleno conocimiento del porqué y para qué de nuestra propia existencia”
(PYS II.39).
Entonces aparigraha, este no estar establecido en el ego, a través del no acumular cosas
que alimentan dicho ego, lleva a comprender el por qué y el para qué de nuestra vida, cual
es nuestra ‘vocación’, para que fuimos llamados a la existencia. Lleva a entender que el
objetivo de la misma es la realización, la liberación, el reencuentro con la fuente de la vida.
También lleva a comprender que eso se logra a través del cumplimiento de una función
específica en la sociedad, entendida como entrega y servicio.
Los Niyamas
La traducción más común del término niyama es la de observancia o regla.
El término niyama se forma con el prefijo ‘ni’ y la raíz verbal ‘yam’. Como se dijo más arriba
yam plantea los sentidos de controlar, restringir, refrenar, subyugar. El prefijo ‘ni’, según
Renou y su equipo [Ren87, p.359], designa una situación en el interior, cambio en un
proceso, detención, cesación. Podemos entender de aquí que dicho prefijo agrega por su
parte la idea de que estas observancias o reglas no son algo
externo aceptado sino el producto de un cambio interno, una nueva actitud ante la
existencia.
Taimni plantea una diferencia entre yamas y niyamas. Ambos tienen como propósito
producir una transmutación en el practicante, pero plantean diferentes formas de realizarlo.
Yama son, según Taimni, morales y prohibitivas y niyama son disciplinarias y constructivas.
Mientras unas dan el cimiento ético, las otras son para organizar la vida del practicante en
línea con la disciplina del yoga [Tai83, pp.212-213].
También es importante señalar con Taimni que niyama “implica prácticas que hay que
observar constantemente, día tras día, bajo cualquier circunstancia.” [Tai83, p.213].
Analicemos ahora las diferentes reglas.
Sahuca
Significa limpieza, pureza, purificación. Viene de la raíz shuc que tiene, entre otros, el
sentido de brillar.
Patañjali nos habla en dos aforismos de los resultados de la práctica de la purificación:
“De shauca (surge) el disgusto por nuestro propio cuerpo y la no inclinación al contacto
físico con los demás” (PYS II.40).
“Y la purificación de sattva, un alegre y sereno estado mental, la concentración (de la
mente) en un punto, el control de los órganos de la acción y de la sensación y la capacidad
de la visión del sí mismo, de la autorrealización” (PYS II.41).
En el aforismo II.40 el sentido de shauca es el de la limpieza corporal. La limpieza
meticulosa del cuerpo, por ejemplo a través de las kriyâs del hatha yoga, pone al practicante
en contacto con los productos de desecho de distintos órganos. La conciencia de este
aspecto de la corporeidad hace que el yogin lo coloque en el lugar correcto de la escala de
valores, es decir, como medio y no como fin en sí mismo. El rey Bhoja considera que el
practicante “se dice entonces: ‘Este cuerpo es impuro y no debe haber apego a él’.” [Her77,
p.138]. Este desapego de lo corporal, y la comprensión de que no puede ser su verdadero
sí mismo, pone al hombre con firmeza en el camino espiritual.
Además hay que tener en cuenta que el alejamiento de otras personas, es decir el
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aislamiento, es considerado importante para la realización de las prácticas, especialmente


las meditativas. Por otra parte, la no inclinación al contacto con los demás facilita el
cumplimiento de brahmacarya, entendido como continencia sexual en los períodos
dedicados plenamente a las prácticas del yoga.
En este aforismo, Patañjali también plantea, indirectamente, que la pureza
corporal es una base para la pureza mental, de la que hablará en el siguiente pasaje.
El aforismo II.41 nos habla de la pureza interior que debe tener el hombre que busca la
realización.
Con la expresión ‘pureza de sattva’ nos indica la necesidad de potenciar la tendencia más
luminosa del hombre, la que lo acerca a la sabiduría y lo lleva hacia las metas más elevadas
en la vida. Justamente el rey Bhoja aclara que “Su pureza consiste en la ausencia de
predominio de las cualidades activa (rajas) y oscura (tamas).” [Her77, p.138].
A nivel mental el resultado de la pureza es una buena condición de la misma (el texto
original usa el término saumanasya, de: su = buena, adecuada y manas = mente), es decir
la alegría, la serenidad, y, además, la capacidad para concentrarse en un único objeto
específico, para dirigir la mente en la dirección deseada.
La pureza a nivel mental se concreta en el dominio de los órganos de la sensación y de la
acción y el manejo de la propia vida en el sentido elegido.
El rey Bhoja interpreta este aforismo como un proceso: “Estos frutos, pureza de la
luminosidad, etc. se manifiestan gradualmente en quien se ejercita en la pureza. Y así,
pues, de la purificación proviene la pureza de la luminosidad; de la pureza de la
luminosidad, el bienestar mental; del bienestar mental, la concentración en un punto; de la
concentración en un punto, la conquista de los sentidos; de la conquista de los sentidos, la
capacidad para contemplar el Sí mismo.” [Her77, p.139].
Todo este camino de la purificación prepara entonces al complejo psicofísico de modo que
sea un instrumento apto que permita al hombre dirigirse hacia la realización de su sí mismo
real.
Shankara afirma que “Todo es alcanzado a partir de la firmeza en la pureza.” [Leg92, p.272].
Santosa
Significa contento, satisfacción. Viene de la raíz que indica gozar, disfrutar.
El contento es la actitud por la cual aceptamos todas las circunstancias de la vida intuyendo
que tienen un sentido y, sea que las experimentemos como ‘positivas’ o como ‘negativas’,
serán de cualquier manera una ayuda para nuestro crecimiento. Como resume el profesor
Gardini: “Es un estado de calma interior, independiente de las circunstancias de la vida.”
[Gar84, p.167].
Hay que señalar que el contento no es resignación sino una actitud positiva que nos lleva a
ver la realidad tal cual es, analizarla para cambiar a través de la acción correcta lo que es
posible y aceptar lo que no podemos cambiar, en definitiva
aceptar sin traumas nuestra limitación.
Santosa es también estar satisfecho con las cosas que tenemos, sacándoles el mayor
provecho y poniéndolas al servicio de la realización; es sentir que con lo que ahora tenemos
podemos vivir más felizmente. Esto lleva al desapego de los objetos y a un más fácil
cumplimiento de aparigraha.
Con el contento Patañjali se refiere otra vez a una actitud vital del tipo de los yamas. Su
presencia aquí parece señalar la profunda relación entre santosa y las acciones indicadas
en los otros cuatro niyamas. Siguiendo esta idea podemos decir que las acciones de
purificación, ascetismo, estudio y entrega, y por extensión todas las acciones de la vida,
deben realizarse con esta actitud de contento, que en el fondo es también una actitud de
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desapego con respecto a los resultados de la acción realizada.


Afirma Patañjali que “De la actitud de contento (surge) una alegría insuperable”. (PYS II.42),
asegura que pasamos de duhkha a sukha, es decir, de la incomodidad a la comodidad, del
sufrimiento a la alegría en nuestra vida cotidiana.
Tapas
Significa ascesis, austeridad, autodisciplina. Viene de la raíz tap, calentar, quemar,
consumir.
Es importante entender el término tapas en sentido positivo, la ascesis yóguica no implica
ningún tipo de maltrato para nuestro cuerpo, sino simplemente una acción correctiva o de
transformación que perfeccione las distintas dimensiones de la personalidad humana.
Gardini dice que “Vacaspati aconseja evitar las austeridades peligrosas que puedan generar
desórdenes en los ‘humores del cuerpo’. También en el yoga rige el principio del camino
medio.” [Gar84, p.168].
Patañjali al hablar de las consecuencias de las prácticas ascéticas nos dice que “De la
austeridad (surge) la disminución y destrucción de las impurezas, de esto (surge) la
perfección del conjunto del cuerpo y sus órganos” (PYS II.43).
Con esto quiere afirmar que toda práctica de autodisciplina produce en el yogin alguna
forma de purificación, en el plano físico, mental y emocional, que se transparenta a través
de su propio cuerpo, llegando incluso a adquirir poderes paranormales.
Toda la tradición india ofrece distintos tipos de prácticas ascéticas de modo que cada uno
pueda elegir la que le resulte de su agrado y la que sea más apropiada para el momento.
Hay que señalar que Vyâsa, autor del más antiguo comentario de los Yoga Sûtras que llegó
hasta nosotros, dice que la forma suprema de tapas es el prânâyâma, el control de la
respiración: “Se ha dicho: No hay tapas superior al prânâyâma; de él provienen la
purificación de las impurezas y la luz del conocimiento.” [Leg92, p.278]. La expresión ‘se ha
dicho’ se refiere a las Leyes de Manu VI.70: “Incluso tres detenciones
del aliento, realizadas de acuerdo con la regla, y acompañadas con la recitación de vyâhrtis
y de la sílaba Om, debe saberse que es la forma más alta de austeridad para todo
brahman.” [Büh69, p.211].
Pero tapas no es sólo una práctica, sino que es también una actitud guía de nuestras
acciones. Toda acción debe implicar autodisciplina, una actitud austera que siga una ‘vía
media’, que evite excesos que nos saquen del camino de perfeccionamiento.
Svâdhyâya
Significa el estudio de sí mismo (el estudio interior como traduce León Herrera), el propio
estudio o lectura regular de textos sagrados.5
sva = propio, particular, de uno; adhyâya = sección o capítulo de un libro.
El término sva indica también que el texto elegido para su estudio debe despertar en el
practicante algo especial, debe tener con él una afinidad particular y debe estar al alcance
de su capacidad actual.
El texto seleccionado debe conducir al desarrollo espiritual y para que ello ocurra tiene que
ser trabajado día tras día de modo que la esencia de la enseñanza impregne la mente del
estudiante. Así el yogin tendrá permanentemente ante sí ideales elevados que signarán el
curso de su vida e influirán en la de los demás.
El término adhyâya agrega un matiz más. Nos da la idea de que el material a estudiar debe
ser acotado y de una amplitud manejable por el lector. Entonces, paso a paso, podrá
ampliar continuamente su conciencia hasta llegar a la comprensión de los distintos aspectos
de la Realidad.
Pero hay que señalar que svâdhyâya es también el estudio de sí. Es importante tener en
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cuenta que los textos indios siempre trabajan el conocimiento en dos dimensiones: la
humana y la divina. La lectura de los textos religiosos lleva entonces a la experiencia de lo
divino, pero también de lo humano y de lo divino en el interior del hombre.
“Del estudio (surge) la unión con la divinidad elegida” (PYS II.44).
La divinidad elegida es el aspecto del Absoluto que mueve con más fuerza al estudiante y
provoca un cambio profundo en su personalidad de modo de hacerlo capaz de la liberación.
Para esta unión, de la que habla Patañjali, se propone el estudio de los textos relacionados
con la misma y las oraciones y el canto de mantras que lleven a la mente del hombre hacia
el objetivo elegido.
Svâdhyâya tiene también el sentido de que toda acción que realicemos debe ser un medio
de autoconocimiento. El conocimiento logrado acerca de nosotros mismos, permite
interpretar nuestro estado actual y elaborar una estrategia que permita los cambios que nos
coloquen en el camino de la realización. Pero el autoconocimiento
se refiere sobre todo al de nuestra verdadera esencia espiritual. Por esto Vyâsa dice,
comentando el aforismo II.32, que: “Svâdhyâya es el estudio de los tratados sobre la
liberación o la repetición del pranava (Om).” [Leg92, p.265].
Îshvara pranidhâna
Significa adoración de Îshvara (el Señor) con una actitud de entrega, de abandono en Él,
por ejemplo a través del ritual.
Afirma Patañjali que “De la entrega al Señor (surge) la perfección del samâdhi” (PYS II.45).
El tema ya había sido tratado en el aforismo I.23, donde dice “o por la entrega al Señor” que
tiene implícita la idea de que éste es un medio para lograr la supresión de las
modificaciones de la mente y el samâdhi.
La entrega al Señor tiene dos sentidos. Por un lado es una actitud interna que debe alentar
toda acción y, por otra, prácticas concretas que involucran todas las dimensiones del yogin y
que terminan siendo una renuncia al ego, una decisión de auto-entrega con plena libertad.
Entonces yamas y niyamas, como camino de autoconocimiento, conectan al yogin con sus
limitaciones y lo preparan para abrirse a otras fuerzas, distintas de las del propio ego. Así el
hombre sale de su limitado ‘yo’ y se pone en función de algo que está más allá de él, lo que
convierte toda acción en un servicio, en un acto de trascendencia. Esta renuncia al ego,
cuando es definitiva y total, lleva a la perfecta realización del hombre, especialmente de
aquel con fuertes tendencias devocionales.
La Interiorización de Valores y Actitudes
Para lograr la interiorización de estos y otros valores y actitudes, Patañjali ofrece el proceso
de bhâvana (meditación sistemática) como forma de regular nuestro comportamiento. El
término bhâvana tiene el sentido de cultivo y designa el concepto de meditación o de traer
una y otra vez una idea a la mente para que esta se interiorice en el practicante. Propone
así formas de práctica concretas que cada uno debe realizar. Se trata de actuar para
cambiar, para mejorar, sólo así construiremos nuestra felicidad. Pero esto exige esfuerzo
(PYS I,13) realizado por largo tiempo, sin interrupción, con seriedad y fe, e involucrándose
íntegramente en esto (PYS I.14).
El yoga nos plantea entonces que si realmente queremos ser felices, si verdaderamente
queremos ayudarnos a nosotros mismos, debemos volver a la cultura del esfuerzo y del
autocontrol, debemos ser capaces de manejar nuestras vidas desde nuestro centro interior
y no respondiendo como autómatas a los estímulos externos que nos llevan hacia donde
estos quieren. A esto se refieren el aforismo II.33: “(En el caso de) obstáculos causados por
las malas tendencias, (hay) que cultivar las opuestas” y el aforismo II.34: “Las inclinaciones
negativas (son) la violencia, etc (las opuestas a los yamas); (pueden ser) hechas por uno
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mismo, causadas (hechas hacer por otros) o aprobadas; (pueden ser) causadas por codicia,
ira o confusión (o ilusión); (pueden existir) en grado suave, medio o intenso; (producen)
frutos de infelicidad e ignorancia sin fin; por lo tanto (hay que) practicar el cultivo mental de
las (tendencias) opuestas”. Es decir que nuevamente propone recurrir a
bhâvana; ahora se sugiere su utilización para canalizar la energía, puesta en una tendencia
negativa, hacia la dirección contraria.
Así afirmado en una serie de actitudes y valores morales, el practicante logrará, siguiendo el
camino propuesto por Patañjali, el autoconocimiento, el autocontrol y la autodecisión que
son esenciales para mejorar su calidad de vida acercándose a una paz y una felicidad que
luego podrá y deberá compartir con los demás.
Yamas y Niyamas como Camino Hacia la Realización
Finalmente es importante señalar que Patañjali presenta a los tres últimos niyamas
formando parte de lo que se denomina kriyâ yoga.
Dice PYS II.1: “austeridad, estudio y entrega al Señor (constituyen) el yoga de la acción”. Y
agrega en II.2: “(Es practicado) con el propósito de cultivar el estado de enstasis (samâdhi)
y (lograr) la atenuación de los impedimentos (kleshas)”.
El yoga de la acción, con sus tres dimensiones: austeridad, estudio y entrega al Señor,
abarca respectivamente distintos aspectos de la persona: físico, mental y emocional, y lleva
al dominio, conocimiento y entrega de sí mismo.
El kriyâ yoga es entonces un proceso de transformación que lleva a la reintegración del
yogin por medio de acciones concretas. Estos actos deben ser austeros, llevarnos al
conocimiento de nosotros mismos y ser una forma de salir de nuestro egoísmo. Pero, a la
vez, se busca que la acción surja de un estado de equilibrio; el kriyâ yoga es así un yoga en
acción.
Por otra parte si, siguiendo a Deshpande [Des82, p.81-85], relacionamos los aforismos I.2 y
II.1 podemos decir que tapas lleva a la purificación de la mente, svâdhyâya al conocimiento
de los torbellinos de nuestra mente, e Îshvarapranidhâna a vaciarnos de nuestro ego para
que surja nuestra esencia, el espíritu o purusa.
Vemos entonces que el kriyâ yoga se ofrece como un camino integral que tiene los mismos
objetivos del yoga en general, es decir superar los impedimentos para la liberación y
alcanzar la reintegración del yogin.
Ahora bien, si estos objetivos pueden ser logrados utilizando las últimas tres reglas como
una propuesta integral, también podemos suponer que serán alcanzados por la utilización
armónica del conjunto de yamas y niyamas
.
Conclusión
Patañjali nos dice entonces que hay cosas que hay que hacer y otras que no hay que hacer,
que hay actitudes que debemos tomar y otras que no.

Los yamas implican sobre todo un cambio de actitud, van a la raíz de las
acciones, los niyamas un cambio sobre todo a partir de la acción externa que influye sobre
las fuentes del sufrimiento humano; así el estudio nos permite conocernos a nosotros
mismos y comenzar a hacer caer la ignorancia, la austeridad nos lleva al autocontrol y el
equilibrio, y la entrega al Señor nos permite desprendernos voluntariamente del ego, del
egoísmo que debe desvanecerse para dar lugar a nuestra verdadera esencia espiritual.
Por otro lado, el kriyâ yoga nos da la posibilidad de que estos dos aspectos del yoga
(prohibiciones y reglas) puedan abordarse como una propuesta integral que deje al
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practicante a las puertas de su realización como hombre


Finalmente podemos decir que las diferentes dimensiones de la propuesta de Patañjali
implican una lectura atenta y desapegada de nuestras acciones que nos permitirá,
siguiendo un camino de interiorización, encontrar las causas de las mismas, hallar las
actitudes instaladas en nuestra unidad ‘mente-corazón’. Allí es donde busca trabajar el
yoga, porque sólo allí se puede producir un cambio verdadero y radical en nuestras vidas y
en la sociedad.”

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