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Borrell: “Putin está sacrificando su

ejército y su pueblo para sobrevivir”


El jefe de la diplomacia europea considera que la ayuda
de la UE a Ucrania ha sido demasiado gradual y alerta
de la explosiva situación del Sahel tras el golpe militar
en Níger. “Es el momento de la verdad para África”

El
alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep
Borrell, en su casa de Valdemorillo (Madrid).ÁLVARO GARCÍA
CLAUDI PÉREZLUIS DONCEL
Valdemorillo - 19 AGO 2023 - 05:40 CEST
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Editar es, ante todo, decidir qué dejar fuera. No es fácil


editar una entrevista de casi 100 minutos con Josep Borrell
(La Pobla de Segur, 76 años), con incursiones en la guerra
de Ucrania, en el golpe de Níger, en la ascensión imparable
de China, en la ola populista y ultraderechista que azota
medio mundo, con una parada incluso en la política
española que deja un par de reflexiones jugosísimas para
quien tenga la paciencia de llegar hasta el final de este texto.
Borrell viene de Marsella y de Taüll, en el Pirineo de Lleida
—con su pantocrátor y su elegante románico—, va camino
de Santander, donde participará en un curso sobre la UE, y
recibe a EL PAÍS en su casa, a un paso de El Escorial, con dos
cafeteras listas para caldear la charla.

El jefe de la diplomacia europea sigue siendo combativo,


articulado, lenguaraz: “Putin sacrifica a su pueblo y a su
ejército para su supervivencia personal y política”; “Rusia ha
fracasado en su invasión de Ucrania, pero va camino de la
destrucción sistemática de ese país”; “Mariupol equivale a
varios Gernika”. Y vuelve una y otra vez a Europa, esa idea
en busca de una realidad, la vieja Europa con su máxima
diversidad en el mínimo espacio, que decía Milan Kundera.

Pregunta. Un año y medio después del inicio de la guerra, la


contraofensiva ucrania no parece estar teniendo éxito.
¿Vamos camino de la cronificación del conflicto?

Respuesta. La contraofensiva no ha roto el frente como el


pasado otoño. Rusia ha construido unas defensas
formidables, en algunos puntos de 30 kilómetros. Ucrania es
ahora el país más minado del mundo, con cinco minas por
metro cuadrado en el frente. En estas condiciones, la guerra
es de tanteo y desgaste. Un ataque frontal sería suicida, más
aún sin apoyo aéreo. Pero desde el punto de vista militar,
Rusia ha fracasado. Putin quería una guerra relámpago,
pero han pasado 18 meses y está a la defensiva. Su proyecto
de conquista rápida ha sido un completo fiasco. Rusia ha
pagado ya un precio enorme en términos materiales y
humanos: ha perdido 2.000 tanques, más que los de todos
los ejércitos de Europa juntos. Aunque eso no quiere decir
que haya agotado sus capacidades, ahora Putin está
sacrificando su ejército y su pueblo para su supervivencia
personal.

P. Por el otro flanco, el objetivo estratégico de Ucrania es


aislar Crimea. Pero sin aviones es imposible.
R. Varios países ya han acordado enviar aviones de
combate. Pero hay que pilotarlos. Hace falta formar pilotos y
eso tardará.

P. ¿Ha hecho lo suficiente Europa?

R. Hemos hecho lo que había que hacer, ayudar a Ucrania a


defenderse sin ampliar el conflicto. Pero también creo que
nuestra ayuda ha sido demasiado gradual. En varios casos,
los tanques, los misiles Patriot, los aviones, hemos
empezado diciendo “esto no, esto no lo haremos”, para
acabar haciéndolo.

P. EE UU buscaba esa estrategia gradual para evitar un


choque total con Rusia. A veces parece que Europa siga
demasiado sus pasos.
Solo Mariupol es varias veces Gernika. Estamos ante unos crímenes de guerra de
proporciones históricas comparables solo con los de la II Guerra Mundial”

R. Hemos de entender que esta es una guerra convencional


de alta intensidad que mezcla las técnicas más modernas
(sistemas electrónicos de reconocimiento, de comunicación,
drones) con las escenas más clásicas de la guerra de
trincheras. Vemos la I Guerra Mundial, la II y la guerra del
futuro a la vez. Y con sistemáticos y terribles ataques contra
la población civil. Hay que recordarlo a quienes dicen que
esto es una pelea entre Rusia y la OTAN. Si es así, ¿a qué
vienen estos bombardeos contra la población civil?
Solo Mariupol es varias veces Gernika. Se han deportado
miles de civiles ucranios, entre ellos niños. Estamos ante
unos crímenes de guerra de proporciones históricas, que
solo tienen parangón con los de la II Guerra Mundial.

P. ¿Qué papel juega el presidente ruso?

R. Putin se ha equivocado en casi todo. Creyó que la enorme


dependencia europea —sobre todo alemana— de sus
hidrocarburos nos iba a impedir plantarle cara. Y en un año
y medio el consumo de gas ruso, con la excepción de
Hungría, se ha reducido prácticamente a cero. Creyó que
tenía todo bajo control y, de repente, una parte de su
ejército o al menos una parte de sus tropasse levantan en
armas contra sus propios compañeros y avanzan 400
kilómetros hacia Moscú. Eso pone de manifiesto las grietas
del sistema político ruso. Putin ha demostrado no tener el
monopolio del uso de la fuerza, que es lo que caracteriza a
los regímenes fuertes. Un día dice que Prigozhin [el jefe de
la compañía de mercenarios Wagner] es un traidor y al día
siguiente lo recibe en San Petersburgo, porque necesita a
Wagner para sus aventuras africanas. Me repito: Putin va a
sacrificar a su pueblo y a su ejército para su supervivencia
personal y política, y por eso es tan difícil negociar la paz. Y
lo que hay que negociar es un nuevo sistema de seguridad
colectiva que esta guerra ha hecho saltar en añicos.

P. Wagner es uno de los elementos más perturbadores de la


guerra: los vecinos de Bielorrusia temen el desplazamiento
de los mercenarios de Wagner a ese país. ¿Qué puede hacer
Bruselas?
R. Poca cosa. Pero es un temor justificado. Su presencia
puede generar un segundo frente por el norte, desde
Bielorrusia. No creo que esté en sus planes atacar a un país
de la OTAN, pero los últimos proyectiles que bombardearon
los puertos de los que se exporta grano cayeron a varios
metros de la frontera rumana.
Putin se ha equivocado en casi todo. ¿Se imaginaba cuando lanzó la guerra que no
podría salir de su país porque lo pueden detener?”

P. ¿Qué efectos tiene el bloqueo del acuerdo del grano?

R. En los primeros momentos de la guerra, Putin tuvo cierto


éxito al aglutinar al llamado sur global contra el “Occidente
agresor”, pero ha ido perdiendo esa ventaja, en particular
por su bloqueo de los alimentos que exportaba Ucrania. La
reciente cumbre entre Rusia y la Unión Africana ha sido un
gran fracaso diplomático. Cuando Putin anunció la donación
de trigo, el presidente de Sudáfrica le dijo que no quería
limosnas, sino que Rusia no dificulte el tráfico normal que
permita a su gente comprar para comer. Putin no puede ir a
Sudáfrica porque si va lo pueden detener: ¿Se imaginaba
cuando lanzó la guerra que no podría salir de su país porque
lo pueden detener por orden del Tribunal Penal
Internacional?

P. ¿Hay una oportunidad para una salida negociada?


Ucrania vio como un éxito la participación de China en las
recientes negociaciones de paz de Arabia Saudí.

R. Y lo fue. Aunque China nunca explicitará que atenúa su


apoyo a Rusia ni facilitará su clara derrota. Pekín no está
nada cómoda con la situación actual. Y menos con las
referencias al arma nuclear. China une su voz a los que
quieren acabar la guerra, pero el problema no es solo
cuándo acaba, sino cómo acaba.

P. Se acerca otro invierno con encarecimiento de los


hidrocarburos, problemas con los cereales, el riesgo de otra
oleada migratoria y la campaña electoral estadounidense:
los nervios empiezan a aflorar. Cuando llegue el momento
de negociar, ¿la UE y EE UU van a obligar a Ucrania a rebajar
sus objetivos, como ha sugerido un alto cargo de la OTAN,
que más tarde tuvo que rectificar?

R. Me temo que no somos quién para dictarles a los


ucranios sus condiciones de su paz. Y no creo que dejar de
ayudar a Ucrania militarmente condujera a una paz que no
fuera la paz del vencido. Hacemos lo que podemos para
impulsar negociaciones de paz, pero de una paz que
reconozca que hay un agresor y un agredido, y que el
agredido tiene que recuperar su integridad territorial y que
el agresor tiene que pagar las consecuencias de su agresión.
Europa pensaba que la guerra había desaparecido de su
horizonte, que era algo que ocurría lejos y que hacían otros.
Pero ahora una guerra está en nuestras fronteras y nos
afecta: la Rusia de Putin es una amenaza a nuestra
seguridad.

P. Algunas voces dicen que la UE ha quedado absorbida por


la OTAN.
R. La UE no es una alianza militar. Y la OTAN aparece como
el mejor seguro posible: lo demuestran Suecia y Finlandia,
tradicionalmente neutrales, pidiendo la entrada. La UE ha
estado unida; lo importante será mantener esa unidad
después de la guerra.

P. ¿Es factible la entrada de Ucrania en la UE?

R. Sin la guerra, su candidatura habría tardado años.


Incorporar a la UE a un país de la dimensión y de las
condiciones socioeconómicas de Ucrania es un reto
mayúsculo: si entrara mañana, sería el único país receptor
neto de fondos. Todos los demás se convertirían en
aportadores netos. Pero las guerras aceleran la historia. Y
una consecuencia de este acelerón es que Ucrania de
repente es candidata y esa candidatura va en serio. Se hará
todo lo aprisa que se pueda. La guerra ha empujado a
Ucrania definitivamente del lado del que Putin no quería
que estuviera.
Josep Borrell, en un momento de la entrevista con EL PAÍS.ÁLVARO GARCÍA

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