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com/ideas/2024-03-28/carolin-emcke-filosofa-la-confusion-se-
fabrica-igual-que-el-odio.html
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• Josep Catà Figuls
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R: Los ucranios no odian a los rusos, se defienden de una invasión. No solo fue
un ataque a un país, sino a la idea de democracia. A los que hemos criticado a
Putin, cuando atacaba a periodistas, a la oposición, al colectivo queer, nos
llamaban moralistas, buenistas, naíf, como si tuviésemos que tener paciencia
con Rusia. No podemos aceptar que haya una contradicción entre política real y
ética. No existe política real sin derechos humanos.
P: ¿En este mundo más polarizado, las democracias son más frágiles?
R: Creo que para la gente queer, para los musulmanes, los negros, los judíos…
cada generación tiene que buscar su propio camino para luchar por sus
derechos. Es importante no menospreciar ni a las generaciones anteriores ni a
las siguientes. Las personas queer, como las mujeres, crecemos en silencio, con
tabúes, y hay un momento en el que tomamos la decisión de hablar. Estoy muy
orgullosa del movimiento, de haber encontrado, por ejemplo, una ética de los
cuidados en los ochenta con la pandemia del VIH. Pero hay un retroceso. La idea
de las guerras culturales es peligrosa, porque todo depende de que los grandes
partidos no abandonen estos derechos para complacer a los otros. Es una gran
amenaza. La sociedad hace ver que los derechos ya están aceptados, y niega
la violencia, por ejemplo, contra las personas trans.
P: Preocupa también la guerra de Gaza. ¿Por qué cree que cuesta tanto en
Alemania criticar al Gobierno de Israel?
R: Yo no soy el Gobierno. Soy filósofa y critico al Gobierno. No soy judía.
Pertenezco a la generación de los nacidos después de la comunidad de los
perpetradores, para quienes reflexionar sobre la Shoah y los crímenes del
nacionalsocialismo es una obligación ética. Pero eso no puede cambiar el hecho
de que, como filósofa universalista, los principios de los derechos humanos y del
derecho internacional son los que cuentan para mí. Por desgracia, el debate en
Alemania sugiere a menudo falsas contradicciones. Como si fuera una
contradicción tomarse en serio la reflexión sobre el Holocausto y defender los
derechos humanos de los palestinos. Esto no debería ser una contradicción. No
debe llevarnos a ignorar el sufrimiento de la población de Gaza. O a olvidar a los
rehenes. Los derechos humanos son incondicionales. No puede ni debe
negociarse quién cuenta como ser humano. Cuando se observa el conflicto de
Oriente Medio, hay espantosos puntos ciegos de empatía. Para algunos, solo
cuentan los cuerpos y las vidas de unos, pero no los de otros. El derecho
internacional debe contar, especialmente para el Gobierno alemán.
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