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Tema 10

Intervención Psicológica en Niñez y Adolescencia

Tema 10. Trastornos


disruptivos, del control de los
impulsos y de la conducta.
Índice
Esquema

Ideas clave

10.1. Presentación del caso clínico

10.2. Introducción y objetivos

10.3. Conceptos básicos

10.4. Clasificación diagnóstica según el DSM-5

10.5. Epidemiología, curso y comorbilidad

10.6. Principales manifestaciones clínicas

10.7. Hipótesis etiológicas

10.8. Evaluación

10.9. Intervención

10.10. Referencias bibliográficas

10.11. Resolución del caso clínico

A fondo

El pequeño dictador

Guía clínica para el trastorno disocial

Test
Esquema

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Tema 10. Esquema
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Ideas clave

10.1. Presentación del caso clínico

Trastornos disruptivos

Esteban es un adolescente de dieciséis años que vive en el domicilio familiar con sus

padres, su abuela y sus dos hermanas. Él es el mayor de las hermanas y su familia

pertenece a un nivel socioeconómico medio-bajo.

Esteban está repitiendo curso (3.o de la Enseñanza Secundaria Obligatoria). Su

trayectoria académica fue buena al inicio, aunque a partir de 6.o de primaria

comenzó a disminuir su rendimiento y mostraba una actitud cada vez más

desafiante ante los profesores. En casa, los padres refieren que las faltas de

respeto y la desobediencia de las normas son una constante. Sin embargo, en el

último año, su conducta está yendo a más, hasta un nivel en el que los padres

manifiestan que no pueden manejar.

Uno de los episodios más graves fue la fuga de casa durante un día completo porque

su madre le dijo que tenía que ayudar en las tareas domésticas antes de salir con

sus amigos. La situación generó un conflicto en el que hubo agresiones hacia los

progenitores y heteroagresividad hacia objetos, por lo que Esteban se fue de casa.

Los padres interpusieron una denuncia que no llegó a ser efectiva porque apareció

en casa antes de las veinticuatro horas.

Los padres también conocen, gracias a sus vecinos, que Esteban y un grupo de

adolescentes de su instituto han robado con violencia en algunas de las tiendas de

ultramarinos del barrio. Asimismo, es común verlos en el parque los fines de semana

consumiendo cannabis y bebiendo alcohol.

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Ideas clave

10.2. Introducción y objetivos

En este tema, se analizará en qué consiste el trastorno de conducta, también

denominado trastorno disocial. Se describirán sus características principales, así

como también los criterios diagnósticos del Manual diagnóstico y estadístico de los

trastornos mentales, quinta edición (DSM-5) (American Psychiatric Association,

2013).

Adicionalmente, se profundizará en los datos relativos a la epidemiología, el curso y

la comorbilidad. Posteriormente, se verán las principales características clínicas, así

como las hipótesis etiológicas, encuadrándolo en el continuo del trastorno negativista

desafiante. A continuación, se especificarán cuáles son los instrumentos de

evaluación más adecuados y las estrategias de intervención psicológica de elección

en el trastorno disocial.

Tras el estudio de este tema, se conseguirán los siguientes objetivos:

▸ Definir el trastorno de conducta en la infancia y la adolescencia.

▸ Definir el trastorno de conducta en función de los criterios DSM-5.

▸ Examinar los principales datos de la epidemiología, el curso y la comorbilidad de los

trastornos de conducta en la niñez y la adolescencia.

▸ Examinar las principales manifestaciones clínicas, así como las hipótesis etiológicas

más relevantes de los trastornos de conducta en la niñez y la adolescencia.

▸ Conocer los instrumentos de evaluación del trastorno de conducta en la niñez y la

adolescencia.

▸ Analizar las técnicas de intervención psicológica de los trastornos de conducta en la

niñez y la adolescencia.

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10.3. Conceptos básicos

El trastorno de conducta, también llamado trastorno disocial, se da en niños y

adolescentes que tienen un comportamiento de incumplimiento de normas

sociales propias de su edad. Este comportamiento se caracteriza por ser persistente

y repetitivo, así como por vulnerar los derechos de los demás, lo que los pone en

riesgo de volverse delincuentes juveniles e introducirse en ambientes

desestructurados (violentos o de drogadicción) (Mohan, Yilanli y Ray, 2021).

El trastorno disocial es uno de los trastornos de conducta más agresivo,

disruptivo y problemático.

Este trastorno tiene efectos negativos sobre el núcleo familiar y sobre la sociedad en

general. Se caracteriza por comportamientos que, en algunos casos, son delictivos

y, por lo tanto, tienen que ser tratados de manera contundente. Por tanto, se trata de

una entidad diagnóstica que preocupa socialmente por la gravedad de los actos de

los individuos, los cuales incluyen agresiones, destrucción de propiedad, violación de

la ley, etc. (American Psychiatric Association, 2013).

Dependiendo del grado de intensidad del trastorno, en algunos casos será suficiente

con una intervención multisistémica que favorezca la relajación, la modificación de

la conducta y las habilidades sociales. Sin embargo, en otras ocasiones, será

necesario el internamiento en centros específicos.

En cuanto a la intervención en otras áreas, como la académica o la familiar, mientras

que en la primera se asume que el trastorno no es consecuencia de una capacidad

cognitiva baja, en la segunda el papel de la familia como soporte y agente educador

es fundamental. Por lo tanto, las medidas estarán dirigidas a mejorar la conducta con

un soporte multinivel.

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10.4. Clasificación diagnóstica según el DSM-5

Los criterios diagnósticos según el DSM-5 son los que se desarrollan a continuación.

Trastorno de conducta

Criterio A

Un patrón repetitivo y persistente de comportamientos en el que se violan los

derechos básicos de otras personas o las normas sociales importantes y propias

de la edad. Incluye tres o más de los siguientes criterios durante, al menos, doce

meses y, por lo menos, un criterio durante los últimos seis meses:

▸ Agresión a personas y animales:

• A menudo fanfarronea, amenaza o intimada a otros.

• A menudo inicia peleas.

• Ha usado un arma que pueda provocar serios daños a terceros (por ejemplo, un

bastón, un ladrillo, una botella rota o un cuchillo).

• Ha ejercido la crueldad física contra personas.

• Ha ejercido la crueldad física contra animales.

• Ha robado enfrentándose a una víctima. Por ejemplo, un atraco a mano armada, el

robo de un monedero o una extorsión.

• Ha agredido sexualmente a alguien.

▸ Destrucción de la propiedad:

• Ha prendido fuego deliberadamente y con la intención de provocar daños graves.

• Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien, pero no por medio del fuego.

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▸ Engaño o robo:

• Ha invadido la casa, el edificio o el automóvil de alguien.

• A menudo miente para obtener objetos, favores o para evitar obligaciones (por
ejemplo, engaña a otros).

• Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (por ejemplo, un


hurto en una tienda sin violencia ni invasión o una falsificación).

▸ Incumplimiento grave de las normas:

• A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres. Tiene un inicio
anterior a los trece años.

• Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en
un hogar de acogida de, por lo menos, dos veces (o una vez si estuvo ausente
durante un tiempo prolongado).

• A menudo falta a la escuela. Tiene un inicio anterior a los trece años.

Criterio B

Provoca un deterioro clínicamente significativo en el área social, académica o laboral.

Criterio C

Si la edad del individuo es de dieciocho años o más, no se cumplen los criterios de

trastorno de la personalidad antisocial.

Se debe especificar si se trata de alguno de los siguientes puntos:

▸ Tipo de inicio infantil: los individuos muestran, por lo menos, un síntoma

característico del trastorno de conducta antes de cumplir los diez años.

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▸ Tipo de inicio adolescente: los individuos no muestran ningún síntoma

característico del trastorno de conducta antes de cumplir los diez años.

▸ Tipo de inicio no especificado: se cumplen los criterios del trastorno de conducta,

pero no existe suficiente información disponible para determinar si la aparición del


primer síntoma fue anterior a los diez años.

Además, se debe especificar si es con emociones prosociales limitadas: para

poder asignar este especificador, el individuo ha de haber presentado por lo menos

dos de las siguientes características de forma persistente durante doce meses, en

diversas relaciones y situaciones. Estas características reflejan el patrón típico de

relaciones interpersonales y emocionales del individuo durante ese período, no

solamente episodios ocasionales en algunas situaciones.

Por lo tanto, para evaluar los criterios de un especificador concreto, se necesitan

varias fuentes de información. Además de la comunicación del propio individuo, es

necesario considerar lo que dicen otros que lo hayan conocido durante períodos

prolongados de tiempo (por ejemplo, padres, profesores, compañeros de trabajo,

familiares o amigos):

▸ Falta de remordimientos o culpabilidad: no se siente mal ni se considera culpable

cuando hace algo malo (no cuentan los remordimientos que expresa solamente
cuando lo sorprenden o ante un castigo). El individuo muestra una falta general de
preocupación sobre las consecuencias negativas de sus acciones. Por ejemplo, no
siente remordimientos después de hacer daño a alguien ni se preocupa por las
consecuencias de transgredir las reglas.

▸ Insensible y carente de empatía: no tiene en cuenta ni le preocupan los

sentimientos de los demás. Este individuo se describe como frío e indiferente. La


persona parece más preocupada por los efectos de sus actos sobre sí mismo que
sobre los demás, incluso cuando provoca daños apreciables a terceros.

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▸ Despreocupado por su rendimiento: no muestra preocupación respecto a un

rendimiento deficitario o problemático en la escuela, en el trabajo o en otras


actividades importantes. El individuo no realiza el esfuerzo necesario para alcanzar
un buen rendimiento, incluso cuando las expectativas son claras, y suele culpar a los
demás de su mal desempeño.

▸ Afecto superficial o deficiente: no expresa sentimientos ni muestra emociones con

los demás, salvo de una forma que parece poco sentida, insincera y superficial (por
ejemplo, con acciones que contradicen la emoción expresada; puede «conectar» o

«desconectar» las emociones rápidamente) o cuando recurre a expresiones


emocionales para obtener beneficios (por ejemplo, expresa sentimientos para
manipular o intimidar a otros).

Especificar su tipo:

▸ Tipo de inicio infantil: los niños muestran al menos uno de los síntomas

característicos del trastorno antes de cumplir los diez años.

▸ Tipo de inicio adolescente: los individuos no muestran ningún síntoma

característico del trastorno antes de los diez años.

▸ Tipo de inicio no especificado: para los casos en los que no existe suficiente

información para determinar si la aparición del primer síntoma fue anterior a cumplir
los diez años.

Especificar la gravedad actual:

▸ Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para

establecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento solo causan daños


mínimos a otros.

▸ Moderado: los problemas de comportamiento y sus efectos sobre otras personas

son intermedios entre los leves y los graves.

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▸ Grave: varios problemas de comportamiento exceden los requeridos para establecer

el diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a


otros.

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10.5. Epidemiología, curso y comorbilidad

La prevalencia del trastorno de conducta se estima entre un 2-10 % y con una media

del 4 % (American Psychiatric Association, 2013). Las tasas de prevalencia

aumentan de la infancia a la adolescencia y son mayores en el sexo masculino que

en el femenino, fundamentalmente, en el trastorno social de inicio en la infancia.

En un trastorno disocial de inicio adolescente, igual que ocurría en el trastorno

negativista desafiante, se presenta con una mayor igualdad de prevalencia entre

sexos, pero no llega a igualarse (Anacona, 2022).

El inicio del trastorno de conducta puede situarse en la edad preescolar, aunque

los primeros síntomas relevantes suelen aparecer entre la infancia y la adolescencia

media y es poco frecuente su inicio después de los dieciséis años (Vásquez et al.,

2010). Aunque se emita el diagnóstico en la etapa adulta, el inicio se da en la

infancia o adolescencia.

S u curso es variable. En la mayoría de los casos, el trastorno remite a la etapa

adulta con una adaptación social y laboral adecuada, sobre todo, los de tipo inicio

adolescente o los que presentan una clínica más leve. Sin embargo, el grupo de

individuos de inicio en la etapa infantil presenta un peor pronóstico y un elevado

riesgo de comportamientos relacionados con hechos delictivos, los cuales pueden

evolucionar hacia un trastorno antisocial de la personalidad.

Se han identificado una serie de factores de riesgo que favorecen la continuación

del trastorno hacia el trastorno de personalidad antisocial:

▸ El inicio temprano del trastorno: los niños que desarrollan síntomas del trastorno

antes de los seis años parecen tener un mayor riesgo.

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▸ Amplitud de la conducta desviada: aumenta el riesgo de padecer un trastorno de

personalidad antisocial en aquellos niños que presentan el patrón disfuncional en el


entorno escolar y en casa.

▸ Parámetros altos en la frecu encia de intensidad y la diversidad de conductas

antisociales. Algunos datos indican que en el 46 % de los niños, con al menos seis

conductas antisociales, aumentaba la probabilidad de recibir el diagnóstico de


trastorno de personalidad antisocial en la edad adulta.

▸ Las características de la familia: los niños con padres que muestran conductas

disociales presentan un mayor riesgo.

La aparición de manera comórbida de al menos otro trastorno se da entre el 29 y el

71 % de los casos. Trastornos como el trastorno por déficit de atención e

hiperactividad (TDAH) y el trastorno negativista desafiante (TND) aparecen con

frecuencia en los trastornos de conducta.

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10.6. Principales manifestaciones clínicas

Aunque las personas con trastorno de conducta de cualquier subtipo o nivel de

gravedad pueden tener características que se corresponden con el especificador de

emociones prosociales limitadas, los trastornos de conducta de inicio infantil y un

especificador de gravedad grave reunirán, con más probabilidad, las características

del especificador con emociones prosociales limitadas.

Las personas afectadas por este trastorno tienden a percibir las intenciones de los

demás como agresivas y hostiles, respondiendo de forma agresiva. Además, se

muestran como insensibles y carentes de sentimiento de culpa y de remordimientos.

L a autoestima suele ser baja, aunque tienden a dar una imagen de dureza, y

suelen manifestar una baja tolerancia a la frustración con arrebatos emocionales e

imprudencia, lo que los lleva a aumentar su accidentabilidad y conductas de riesgo.

Suelen iniciarse antes de lo habitual en diversas actividades, como las sexuales,

fumar, beber alcohol y el consumo de otras sustancias. Estas conductas suelen

provocar graves consecuencias que, a su vez, empeoran el funcionamiento del

individuo y la gravedad del trastorno (Trujillo, Pineda y Puerta, 2007).

Lo estudios longitudinales indican que los sujetos que han desarrollado un trastorno

disocial en su infancia tienen más probabilidad de mostrar un trastorno antisocial de

la personalidad en la adultez (Gómez Botero et al., 2010).

La presencia de un trastorno disocial provoca un deterioro muy

significativo en las actividades cotidianas tanto familiares como

escolares y sociales.

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10.7. Hipótesis etiológicas

Al ser considerados por algunos autores, tanto el trastorno negativista desafiante

como el trastorno de conducta, dentro de un continuo, las explicaciones etiológicas

correspondientes al trastorno negativista desafiante son las mismas que en el

trastorno de conducta. En la Figura 1, se pueden ver las características del continuo:

Figura 1. Continuo en las alteraciones de conducta. Fuente: elaboración propia.

Son muchos los factores que influyen en la aparición de un trastorno disocial, su

origen es de tipo multicausal. Algunos de los factores que influyen en su aparición y

en su mantenimiento son los que se desarrollan en la Figura 2.

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Figura 2. Tipos de factores que pueden influir en la aparición del trastorno de conducta. Fuente:

elaboración propia.

En términos generales, podríamos decir que las variables en los niños (por ejemplo,

un temperamento difícil) y las variables de los padres (por ejemplo, la inmadurez, la

falta de experiencia con respecto a la educación de los hijos, la hostilidad y la


labilidad emocional) hacen más probable que ocurran interacciones hostiles o

poco sensibles como respuesta a las necesidades del niño, aumentando la

probabilidad de que se den reacciones disociales.

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10.8. Evaluación

La evaluación, al igual que la intervención, se estructurará en varios ámbitos y

podrán ser utilizadas las escalas recomendadas para la evaluación del trastorno

negativista desafiante:

▸ La conducta del niño: se utilizarán entrevistas clínicas, como la diagnostic

interview for children and adolescents-revised (DICA-R) de Reich (2000), para


evaluar las manifestaciones del trastorno y su compatibilidad diagnóstica. También
se utilizarán escalas de valoración, es decir, autoinformes que completa el niño o
sus progenitores y que informan sobre la conducta. A estos, se suma la elaboración
de sistemas de observación de la conducta ad hoc.

▸ Evaluación de los trastornos asociados y de las características de

personalidad a través de entrevistas clínicas.

▸ Evaluación de los factores familiares y educativos: se puede utilizar la prueba

Alabama parenting questionnaire (APQ) de Shelton (1996).

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En el siguiente vídeo, veremos la valoración y los tipos de intervención ante patrones

de conducta donde no se respetan los derechos de los demás.

Accede al vídeo:

https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=ac61cca0-d72e-

4f06-87f9-af8c00e86c1d

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10.9. Intervención

Al igual que ocurría en la evaluación, la intervención en este trastorno incluirá varios

factores que afectan en su aparición, por lo que requiere un tratamiento

multisistémico.

El tratamiento está centrado en dos grandes grupos: el niño y la familia. Por lo

tanto, son de elección las técnicas de modificación de conducta y la intervención con

los padres (Fonseca Pedrero et al., 2021).

Generalmente, los programas de intervención en el trastorno disocial incluyen los

siguientes ámbitos de trabajo:

▸ Tratamiento biológico: no constituye un tratamiento de primera elección, pero

puede resultar útil para intervenciones en crisis, así como tratamientos a corto plazo

o dirigidos a otras entidades diagnósticas que aparezcan de forma comórbida. Se


suele emplear metilfenidato, atomoxetina (si se da comorbilidad con el TDAH) y
antipsicóticos atípicos (dirigidos a la reducción de la impulsividad y conductas
agresivas).

▸ Programas de entrenamiento a padres: tienen como objetivo mejorar la

socialización con los hijos. Están basados en las técnicas de modificación de


conducta. Fundamentalmente, se basan en formar a los padres sobre cómo

enfrentarse a la conducta tipo que manifiestan. Por otra parte, se deben trabajar las
emociones a nivel familiar para desarrollar actitudes empáticas.

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Para crear y desarrollar las conductas alternativas deseables, se recurre a

diferentes estrategias, como las que se observan en la Tabla 1 (Vicente, 2001):

Tabla 1. Técnicas de modificación de conducta para aumentar conductas. Fuente: basada en Caballo y
Simón, 2001.

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Para disminuir las conductas inadecuadas (agresivas), se recurre a diferentes

estrategias, como las desarrolladas en la Tabla 2:

Tabla 2. Técnicas de modificación de conducta para disminuir conductas inadecuadas. Fuente: basada en

Caballo y Simón, 2001.

▸ Terapia multisistémica. Esta es una intervención muy eficaz en este tipo de

trastornos. Se estudia al niño y a su familia y se diseña la intervención con base en


las necesidades que se identifiquen dentro del núcleo familiar. Incluye recursos
psicoterapéuticos y terapia familiar, así como atención desde el centro educativo.

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▸ Entrenamiento en resolución de problemas. Se les enseña a los niños y

adolescentes a delimitar un problema, a saber definirlo y a identificar soluciones


alternativas, así como a anticipar consecuencias y a seleccionar los
comportamientos correctos.

▸ Intervención psicopedagógica. Se plantea el desarrollo de programas educativos

para mejorar las funciones ejecutivas afectadas y la conducta, lo que provoca un


alejamiento de los aspectos académicos.

▸ Recursos psicoeducativos a nivel comunitario. Los servicios sociales deben

promover programas que favorezcan las conductas prosociales a través de la terapia

ocupacional. Se fomenta el autocontrol, las habilidades de comunicación, la empatía,


la capacidad de compromiso y la cooperación.

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10.10. Referencias bibliográficas

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental

Disorders (5th ed.). American Psychiatric Association Publishing.

Anacona, C. A. R. (2022). Trastorno disocial: Evaluación, tratamiento y prevención de

la conducta antisocial en niños y adolescentes. Editorial El Manual Moderno.

Caballo, V. y Simón, M. A. (2001). Manual de psicología clínica infantil y del

adolescente. Trastornos generales. Pirámide.

Fonseca Pedrero, E., Pérez Álvarez, M., Al-Halabí Díaz, S., Inchausti Gómez, F.,

López Navarro, E., Muñiz Fernández, J., Lucas Molina, B., Pérez Albéniz, A., Baños

Rivera, R. M. y Cano Vindel, A. (2021). Tratamientos psicológicos empíricamente

apoyados para la infancia y adolescencia: estado de la cuestión. Psicothema.

Gómez Botero, M., Arango Tobón, E., Molina González, D. y Barceló, E. (2010).

Características de la teoría en el trastorno disocial de la conducta. Psicología Desde

El Caribe, 26, 103–118.

Mohan, L., Yilanli, M. y Ray, S. (2021). Conduct Disorder. StatPearls Publishing.

Trujillo, N., Pineda, D. y Puerta, I. (2007). Alteraciones cognitivas en adolescentes

infractores con trastorno disocial de diversos niveles de gravedad. Psicología


Conductual, 15(2), 297–319.

Vásquez, J., Feria, M., Palacios, L. y De la Peña, F. (2010). Guía clínica para el

trastorno disocial. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

Vicente, C. (2001). Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta.

Universidad de Granada.

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10.11. Resolución del caso clínico

La conducta mostrada por Esteban cumple los criterios diagnósticos para el trastorno

de conducta según el DSM-5: se producen agresiones a personas (peleas con los

padres e incluso agresiones físicas, así como robos con extorsión y violencia).

También se produce un incumplimiento grave de las normas, por lo que llegó a

fugarse durante un día completo sin el consentimiento de los padres.

La evaluación de los problemas conductuales que presenta Esteban se realizó a

través de la entrevista DICA-R para asegurarse de que la conducta cumplía con los

criterios del trastorno. Asimismo, se administró el instrumento child behavior checklist

(CBCL) para analizar las áreas problemáticas de Esteban.

A la familia se le administró el APQ para conocer el estilo educativo utilizado en

casa, así como un registro para identificar los antecedentes de la conducta

problema (qué ocurría antes de que Esteban comenzara a presentar la conducta

disocial), la descripción de la conducta que aparecía, así como el consecuente. A

Esteban también se le dio el mismo registro para que anotara, además de los

antecedentes y consecuentes, los pensamientos que surgían durante su conducta y

tras las consecuencias.

La intervención seleccionada con Esteban y su familia fue de carácter

multisistémico, donde se abordaron los siguientes objetivos:

▸ Mejorar las estrategias de afrontamiento para la resolución de problemas de

Esteban.

▸ Mejorar su autoconcepto.

▸ Mejorar las habilidades de comunicación.

▸ Entrenar a los padres para manejar las situaciones de violencia en casa.

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Se entrenó a Esteban en técnicas de afrontamiento ante dificultades de la vida

diaria, ofreciéndole alternativas de actuación que podía elegir cuando, por ejemplo, le

gritaba a su madre porque consideraba que era «tonta» y que no se enteraba de

nada. Esta técnica, junto con el autocontrol, permitía disminuir los estallidos de

violencia, reducir la impulsividad y promover el pensamiento reflexivo.

Asimismo, se utilizó la reestructuración cognitiva para disminuir la concepción

negativa que Esteban manifestó tras varias sesiones en las que se había mostrado a

la defensiva. Pensaba de sí mismo que era una mala persona, pero porque los

demás hacían cosas que lo obligaban a ser malo y que él no podía evitar actuar de

otra forma. Además, pensaba que no valía para nada más que para conseguir las

cosas por la fuerza, ya que no se comunicaba bien afectivamente con los que tenía

cerca, así que se sentía mejor cuando estaba con amigos que pensaban como él:

«para ser respetado, uno tiene que ser temido».

La reestructuración sirvió para que Esteban fuera consciente de la influencia que

tenía su pensamiento en su comportamiento y que podía actuar sobre sus ideas

para poder cambiar su conducta y, así, sentirse mejor. Para ello, también se lo

entrenó en la comunicación asertiva, pues la gran parte de su comunicación con

los demás era agresiva. Para ello, se utilizó el role playing a través del visionado de

vídeos que servían de modelo para que Esteban practicara, en situaciones ficticias,
cómo reaccionar y comunicarse ante situaciones que podrían provocarle agresividad.

Con respecto de los padres, se los entrenó en el manejo de contingencias y se los

empoderó para retomar la figura de autoridad en casa. Igualmente, se los entrenó

e n habilidades de comunicación, en las que se potencia la escucha activa y se

controla la entrada a la espiral de violencia cuando se veían provocados por Esteban.

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A fondo

El pequeño dictador

Urra, J. (2010). El pequeño dictador: cuando los padres son las víctimas. Del niño

consentido al niño agresivo. La Esfera de los Libros.

Este libro, aunque con un carácter más divulgativo, es recomendable para las

familias, ya que resalta la grave situación vivida en la intimidad de los hogares donde

el desajuste conductual se produce de hijos hacia padres. En este contexto,

comienza el patrón de conducta anormativa, la cual supone un aumento en la

probabilidad de desarrollar graves alteraciones conductuales.

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A fondo

Guía clínica para el trastorno disocial

Vásquez, J., Feria, M., Palacios, L. y De la Peña, F. (2010). Guía clínica para el

trastorno disocial. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.

http://www.inprf.gob.mx/opencms/export/sites/INPRFM/psicosociales/archivos/guias/t
rastorno_disocial.pdf

«Los datos más recientes en torno a la salud en México muestran cómo las

enfermedades mentales, por su curso crónico que se refuerza por el hecho de que solo

una pequeña parte recibe tratamiento, provocan mayor discapacidad que muchas otras
enfermedades crónicas».

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Test

1. Señala cuál es un criterio diagnóstico del trastorno de conducta definido por el

DSM-5:

A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan

los derechos básicos de otras personas o las normas sociales importantes

propias de la edad.

B. Un patrón de enfado o irritabilidad, de discusiones y de actitud desafiante o

vengativa que dura por lo menos seis meses.

C. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis

meses.

D. Patrón constante de comportamiento inhibido y emocionalmente retraído

hace los cuidadores adultos.

2. Según el DSM-5, en el trastorno de conducta aparecen diferentes

especificadores. El especificador «con conductas prosociales limitadas» se refiere a

que:

A. Los individuos muestran por lo menos un síntoma característico del

trastorno de conducta antes de cumplir los diez años.

B. Los individuos no muestran ningún síntoma característico del trastorno de

conducta antes de cumplir los diez años.

C. Se da un patrón de falta de remordimiento o culpabilidad, ausencia de

empatía, no remordimientos y afecto deficiente.

D. Se cumplen los criterios del trastorno de conducta, pero no existe suficiente

información disponible para determinar si la aparición del primer síntoma fue


anterior a los diez años.

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Test

3. Según el DSM-5, ¿en qué cuatro categorías de criterios se manifiesta el trastorno

de conducta?

A. Agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, engaño o

robo e incumplimiento grave de las normas.

B. Destrucción de la propiedad, enfado o irritabilidad, discusiones o actitud

desafiante y vengativo.

C. Agresión a personas y animales, vengativo, incumplimiento grave de las

normas y discusiones o actitud desafiante.

D. Ninguna de las anteriores es correcta.

4. ¿Cuál es la edad de inicio frecuente de los síntomas en el trastorno de conducta?

A. A partir de los dieciséis años.

B. Entre la infancia y la adolescencia media.

C. Los criterios diagnósticos requieren que el sujeto tenga dieciocho años

para poder formular el diagnóstico.

D. Los criterios diagnósticos requieren que hayan aparecido síntomas en la

etapa preescolar para poder formular el diagnóstico.

5. ¿Cuál sería uno de los factores de riesgo en el trastorno de conducta para

evolucionar hacia un trastorno antisocial de la personalidad?

A. El inicio tardío del trastorno.

B. La comorbilidad con TDAH.

C. Presentar conductas desviadas solo en el hogar.

D. Las características de la familia, por lo que es mayor el riesgo en niños con

progenitores con características disociales.

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Tema 10. Test
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Test

6. Señala cuál sería una manifestación clínica frecuente en el trastorno de

conducta:

A. Presenta una elevada autoestima y grandiosidad.

B. El especificador leve se suele relacionar con el subtipo de trastorno de

conducta con emociones prosociales limitadas.

C. Alta tolerancia a la frustración.

D. Arrebatos emocionales e imprudencia.

7. ¿Cuál es el método de evaluación más adecuado para el trastorno de conducta?

A. Actualmente, no existe una batería estándar para diagnosticar el trastorno.

Es un problema con muchas facetas y muchos síntomas diferentes a lo largo

de muchas situaciones.

B. Un examen o exploración médica.

C. Un test de inteligencia.

D. Todas las anteriores son correctas.

8. ¿Cuál es el tratamiento de elección para el trastorno de conducta?

A. Mindfulness.

B. Terapia cognitiva.

C. Las técnicas de modificación de conducta y la intervención con los padres.

D. Tratamiento farmacológico.

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Tema 10. Test
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9. ¿Para qué se utiliza el Alabama parenting questionnaire (APQ)?

A. Para la evaluación de los factores familiares y educativos.

B. Para la evaluación de los trastornos asociados y de las características de

personalidad.

C. Como entrevista diagnóstica: para saber el punto de vista de los padres

con respecto del trastorno disocial de su hijo.

D. Ninguna de las anteriores es correcta.

10. ¿Cuál de las técnicas de modificación de conducta señaladas se emplearía para


el incremento de conductas adaptativas?

A. El reforzamiento diferencial.

B. El tiempo fuera.

C. El moldeamiento.

D. La sobrecorrección.

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Tema 10. Test
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