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Unidad I. Daniel Elías (Gualeguaychú). Las alegrías del sol (selección)

Las alegrías del sol (1929) / Daniel Elías

I III

Elogiemos al sol, cuya alegría El diligente día, en su sereno


hasta el alma se infiltra, y cuya clara trajín, por la amplitud se desparrama,
lumbre sazona los trigales, para regalando el exceso de su llama
que tengamos el pan de cada día. como un rentista inteligente y bueno.

Encomiemos la fresca epifanía Dora el almiar en que se tuesta el heno


de la aurora gentil, que nos prepara agita en la arboleda un pentagrama,
el azul matinal con que se aclara y a lo largo del vasto panorama
la perspectiva de la lejanía. entibia el surco de esperanzas lleno.

Querrámosle y cantémosle con toda Asiste a la labor de la batea


nuestra sinceridad. Vaya la oda en que la espuma del jabón blanquea
hasta su trono mismo, y cada verso con su alegría burbujeante y franca,

se carbonice en su fulgor dorado y cuelga un haz en el cordel tirante


como un insecto mísero quemado donde tiembla nerviosa y ondulante
en la hoguera vital del universo. la rosa limpia de la ropa blanca.

II IV

Un alocado sol de primavera Lució la aurora su plumaje fino


a mi recinto por entrar se afana, como un gallo solar que abre las alas,
y ríe en el cristal de la ventana y trizó una calandria entre los talas
con su dorada risa mañanera. el cristal milagroso de su trino.

Sus fulgores perforan la vidriera Lentamente el paisaje campesino


y vienen, perfumados de besana, se fue aclarando en primorosas galas,
trayéndome el añil de la mañana y una hidráulica rueda con sus palas
en el ala sutil de una quimera. molió el azul del cielo cristalino.

Se largan a volar mis alegrías Blanca y de blanco, en allegarte al tambo


en derredor del sol, como teorías el céfiro te dijo un ditirambo;
rodeando en torno de un sagrado mito. y al sentarte indolente en aquel poyo

Tiendo la vista a la extensión serena que la ocasión brindó para tu gracia,


en que vibra el trigal, y a boca llena semejó tu delgada aristocracia
bebo en sorbos de luz el Infinito. un amplio sueño de reciente apoyo.

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Unidad I. Daniel Elías (Gualeguaychú). Las alegrías del sol (selección)

V XXXVIII
Brilla la reja del arado. El suelo Es un día ideal. El mes de Octubre
Recién herido, exhala sus aromas Se exterioriza en profusión de rosas,
sutiles de humedad. Puntos y comas Y el risueño jardín, de mariposas
la luz escribe sobre el arroyuelo. Y de fragantes pétalos se cubre.

Flamea allá a lo lejos el pañuelo Vendimiario elabora. Primavera


de un reciente cordero entre las lomas, En el surco custodia la simiente,
como si despidiese a las palomas Y en el viento arrulla perezosamente
que raudas surcan el azul del cielo. El rubio despertar de la pradera.

Un semental nervioso, con su aguda La luz del sol de la mañana ondula


clarinada metálica saluda Como un dorado lábaro, y se enrula
la circundante inmensidad bravía: En la fronda, en el aire, en las colinas.

un relincho rotundo y desafiante Hay un blanquear de ovejas en las lomas,


como si fuera un atrevido guante Un arrullo risueño de palomas
arrojado a la faz del claro día. Y un alegre volar de golondrinas

XXIII XXXIX
Dulcificado de distancia vino Pinta lustrosa la morada breva
El canto de un zorzal hasta tu reja, Como un reclamo a los futuros higos;
Como la triste y melodiosa queja Con su oro agrario los segados trigos
De un sonámbulo bardo campesino Dan a las lomas una gracia nueva.

Sobre las frondas del sauzal vecino Colmado de cigarras y de grillos


La luz se resolvió en una bermeja Y de abejorros de vibrante vuelo,
Tonalidad de ocaso, y en su vieja Se asimila el manzano del abuelo
Cinta de ensueño se durmió el camino Al árbol de Noel de los chiquillos.

Nos influyó la soledad tranquila. Calor madrugador… si se diría


El ave enmudeció, calló una esquila, Que como un caminante suda el día…
Y se pacificaron los rebaños; Llega el lugar común de algún vecino

Y al iniciar mi súplica ferviente Y nos noticia grados a la sombra.


La luna nos miró severamente Sopla breve una ráfaga y se asombra
Como una madre espolvoreada de años. El herraje asustado del molino.

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LOS SURCOS

Pardos surcos de mi suelo Y fue el trigal rumoreante,


fecundos surcos amigos, y la hectárea, y la fanega,
donde palpitan los trigos y el ingenio, y la bodega,
como esperanzas en celo. y el granero rebosante,
Bajo la brisa de un cielo la carreta trajinante
todo lumbre y arrebol, y el camino sin dormir,
os tostais en el crisol y un eterno ir y venir
solar, entre las praderas, de los buques de ultramar,
como atrevidas banderas y más fiebre de sembrar
de las vanguardias del sol. y más ansias de vivir.

Pardos surcos de las buenas Sois los locos peregrinos


ensoñaciones amigas y laboriosos obreros,
donde ríen las espigas los que colmais los graneros
como gringuitas morenas; y edificais los molinos;
labriegos de las faenas, los que trazais los caminos
bucólicas y sencillas, de los lejanos desiertos
que os templais en las cuchillas y agitais todos los puertos
que la mañana abrillanta, de nuestro suelo fecundo,
como una pauta que canta que están para todo el mundo
el himno de las gavillas de par en par siempre abiertos.

Sois los hermanos gemelos Con un dulce éxtasis blando


de los rieles incansables,- palpitais como las hembras;
de esos intrépidos cables en vuestras pródigas siembras
que ligan almas y anhelos;- la patria se está plasmando,-
como ellos vais paralelos patria futura que cuando
en vibración de maromas, llegue el preciso momento,
y volados de palomas ha de ser como un portento
y locos de primavera, de grandeza insuperada;
sois como una borrachera (la deforme, la alocada
de lumbre sobre las lomas. profecía de Sarmiento).

Surgos godos, compatriotas Vengan los gringos lejanos


de Solís, Cortés y Almagro, desengañados de guerras
conquistadores del agro que la bondad de estas tierras
y de las selvas ignotas. tremola sobre los llanos.
Llegasteis de las remotas Trituren entre sus manos
tierras cansadas y viejas los hierros de la venganza,
y fue aquí un brillas de rejas y la vista en lontananza
y un rumor de trilladoras, surquen todas las praderas,
como una explosión de auroras como las nuevas trincheras
sobre las pampas perplejas. de la paz y la esperanza.

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Unidad I. Daniel Elías (Gualeguaychú). Las alegrías del sol (selección)

Atrinchérense sobre esta


tierra cándida y sencilla;
cubra el trigo a la cuchilla
y abra el hacha a la floresta;
echen abajo la enhiesta
selva chúcara y bravía,
y haya amor, y haya alegría
sobre este suelo fecundo,
que la paz es para el mundo
como el pan de cada día.

Vengan, vengan los hermanos


de un dulce sueño sin treguas,
que aquí hay leguas, muchas leguas
durmiendo sobre los llanos.
Agrupémonos humanos
en una ideal comunión,
y bien firme la intención,
sobre las pampas que duermen,
en el puñado del germen
vaya algo de corazón.

Surcos locos, peregrinos


del ensueño en la pradera
que encantáis de primavera
las muelas de los molinos.
Vais por todos los caminos
predicando el rudo credo
del trabajo y del denuedo,
y en vuestras almas anida
aquel fervor que fue vida
en Quijote y Godofredo.

Surcos godos, descendientes


de aquel soberbio español
en cuyo reinado el sol
no tuvo nunca ponientes.
Una raza de valientes
os dio nervio y corazón,
y os dignifica en blasón
la intrepidez loca y brava
de la Orden de Calatrava
y la audacia de Colón.

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Elías, Daniel; Las alegrías del sol. Obras póstumas
editadas por la Asociación Cultura. Concepción del
Uruguay, 1929

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