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Introducción
En esta clase vamos a tratar de realizar un proceso desnaturalización de las prácticas educativas.
Comúnmente, las instituciones escolares y las prácticas educativas que conocemos como aulas,
patios, libros de texto y rituales escolares, a menudo se perciben como naturales, a pesar de ser el
resultado de construcciones sociales e históricas específicas. En este sentido, es importante
comprender que su génesis social e histórica hace que parezcan inamovibles y difíciles de
cuestionar o cambiar.
Para desnaturalizar la escuela, es necesario examinar críticamente estas prácticas y su evolución
a lo largo del tiempo. Al comprender su contexto histórico y sus raíces sociales, podemos
cuestionar su supuesta naturalidad y explorar posibilidades alternativas en la educación, de esta
manera pensar que otra Escuela es posible.
Los saberes en el inicio de la humanidad
En las sociedades más antiguas, la educación estaba estrechamente vinculada a la supervivencia
y el control del entorno. Los saberes se transmitían de generación en generación a través de
experiencias prácticas, como la caza y la navegación. Con el paso del tiempo, la transición del
nomadismo al sedentarismo permitió al ser humano generar su propia comida y desarrollar
herramientas como la azuela, la azada y la hoz.
El surgimiento de herramientas más complejas requirió la transmisión de nuevos conocimientos
a las generaciones más jóvenes. Con el tiempo, la producción de un excedente de alimentos llevó
al surgimiento de ciudades y la especialización en roles como artesanos, sacerdotes, comerciantes
y escribas. Esta división del trabajo también conllevó una diversificación en la transmisión de
conocimientos.
A medida que la sociedad acumulaba una variedad de conocimientos, se hizo evidente que no
todos podían saberlo todo. Esto condujo a una división más pronunciada entre el trabajo manual
y el trabajo intelectual, lo que resultó en la necesidad de una educación diferenciada para
transmitir y conservar estos conocimientos culturales a lo largo de las generaciones.
En las primeras sociedades humanas, la educación no estaba institucionalizada, y los niños
aprendían principalmente a través de su participación en las actividades de los adultos. No existían
escuelas ni educadores específicos. Los saberes se transmitían de manera espontánea en el
contexto de la vida cotidiana. Esta forma de educación era parte natural de la sociedad y no estaba
separada de la vida diaria.
En estas comunidades, los adultos no tenían una intención deliberada de educar a los niños de
manera escolarizada. La educación se basaba en la observación y la imitación de las generaciones
anteriores, lo que permitía la adaptación de los niños a la cultura de la comunidad.
A pesar de la falta de institucionalización, las sociedades tempranas tenían rituales de iniciación
que incluían evaluaciones y la figura de un maestro que transmitía conocimientos importantes
para la integración en la comunidad.
En contraste, la educación moderna se ha vuelto altamente institucionalizada, con escuelas
separadas de la vida cotidiana y un enfoque en contenidos descontextualizados. Este proceso de
institucionalización ha llevado a la creación de espacios educativos especializados y ha
establecido reglas y estructuras que son ajenas a la vida común.
Diferentes formas de Educación Institucionalizada
Escuela sobre alfombras: En la tradición de Medio Oriente, se desarrollaron formas de
educación, como la que implementó el pueblo judío para enseñar hebreo a los niños. En
este enfoque educativo, los niños se sentaban en el suelo sobre una alfombra alrededor de
un maestro que les enseñaba. Este método demuestra que no es necesario contar con
pupitres para el aprendizaje. Esta práctica se alinea con la idea de que sociedades antiguas
institucionalizaban diversos métodos educativos para transmitir la herencia cultural,
especialmente en contextos religiosos y en ceremonias de iniciación.
La Escuela de Atenas: En la antigua Atenas, la educación de las élites se llevaba a cabo
a través de un sistema preceptoral, en el que los padres confiaban la educación de sus
hijos a un preceptor o pedagogo. Este último inicialmente era un esclavo que acompañaba
al niño y ejercía autoridad sobre él, evitando que se mezclara con malas compañías en la
calle. A partir de los 6 años, cuando el niño comenzaba su formación como ciudadano, el
pedagogo también asistía a las clases y desempeñaba el papel de profesor particular. En
Atenas, el enfoque educativo se centraba en lo que se enseñaba y a quiénes se dirigía,
dependiendo de las necesidades políticas y culturales de la sociedad. Esta educación
estaba destinada principalmente a los grupos sociales privilegiados, mientras que amplios
sectores vivían bajo el régimen de esclavitud y servidumbre.
Roma, entre sillones y castigos: En la escuela elemental de la Roma del siglo III d.C.,
el maestro solía ocupar un sillón (llamado cathedra, de ahí la palabra “cátedra”) mientras
que los niños se sentaban en el suelo o en ocasiones en bancos. Los alumnos tenían rollos
de pergamino con fragmentos de lectura que guardaban en cajas cilíndricas. En esa época,
era común el uso de castigos corporales como parte del método pedagógico, con el
maestro empleando un bastón o férula para mantener el orden. Sin embargo, no todos
estaban de acuerdo con esta práctica, y figuras como Quintiliano la cuestionaban,
argumentando que azotar a los alumnos no era apropiado, especialmente cuando se
trataba de jóvenes que necesitaban aprender cosas más avanzadas.
La Educación en la casa del Príncipe: a fines del siglo XV, era común que los príncipes
y nobles recibieran clases de preceptores en el interior del palacio. En esta configuración,
el príncipe se sentaba en una silla y escuchaba lecciones mientras su preceptor también
estaba sentado. Alrededor del príncipe, otras personas realizaban diversas tareas, lo que
resultaba en un ambiente escolar más bullicioso en comparación con las escuelas
modernas, donde se enfatiza el silencio y la concentración.
La Educación según Comenio: En el siglo XVII, Jan Amos Comenius, un teólogo y
pedagogo de la República Checa, conocido como Comenio, desarrolló una metodología
didáctica moderna que se centró en organizar la educación de manera teórica y práctica.
Su enfoque se destaca por varios principios clave, como la idea de que la educación debe
ser igualitaria para todos, independientemente del género, nivel social o inteligencia.
Abogó por una educación universal que incluyera artes, ciencias, costumbres, lengua y
religión, y defendió la necesidad de mantener actualizadas las propuestas educativas de
acuerdo con los avances científicos y los métodos de enseñanza. Comenio también
propuso una organización gradual de la educación, desde la educación temprana hasta la
especialización en la universidad. Su enfoque se considera uno de los primeros intentos
de desarrollar un programa educativo completo y accesible para toda la población
La enseñanza simultanea de La Salle: Juan Bautista de La Salle, un sacerdote y
pedagogo francés del siglo XVII, influyó significativamente en la educación al fundar el
Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y desarrollar un modelo educativo
masivo para niños pobres. Su enfoque se basó en el orden y el control, aplicados mediante
la enseñanza simultánea, donde un grupo de alumnos recibía instrucción al mismo tiempo
de un único maestro. Este enfoque se asemeja a la liturgia religiosa, homogeneizando la
experiencia educativa. La Salle también promovió la formación integral de los
estudiantes, incluyendo primeras letras, cálculo, religión, moralidad y disciplina. Su
método permitió la escolarización masiva con pocos maestros, marcando un cambio en
la tradición educativa individualizada y conduciendo al surgimiento de un "ejército de
educadores" formados en su enfoque.
El método de Lancaster: En la Inglaterra del siglo XVIII, surgió el método lancasteriano
de educación mutua, inspirado en la organización de las fábricas de la Revolución
Industrial. En este enfoque, los estudiantes se ubicaban en grandes aulas en filas, cada
fila tenía un alumno monitor que actuaba como intermediario entre el maestro y sus
compañeros. El maestro solo interactuaba con los monitores, creando una estructura
piramidal. Este método rompió con las relaciones tradicionales entre docentes y alumnos,
ya que los monitores eran estudiantes en proceso de aprendizaje, fusionando ambos roles.
Además, promovió la alternancia de roles entre estudiantes y monitores, desafiando la
asimetría rígida del modelo de educación simultánea. A pesar de su influencia inicial, el
método lancasteriano perdió relevancia debido a las críticas y desafíos que planteó al
modelo educativo predominante y a sus propias limitaciones. Subyace en esta disputa la
lucha por el poder y el conocimiento en la educación.
El decurión y las híper-aulas jesuitas: Los jesuitas, a través de la Ratio Studiorum,
implementaron un sistema pedagógico que incluía la figura del decurión, un estudiante
destacado que colaboraba con el docente y ayudaba a sus compañeros. Este método se
desarrolló para abordar la enseñanza en las grandes aulas jesuitas, que podían albergar
hasta 200 o 300 alumnos. Aunque tenía una finalidad práctica, su singularidad radicaba
en el seguimiento individualizado y constante de los estudiantes, buscando moldear sus
conciencias para que cumplieran con las pautas establecidas. La pedagogía jesuita se
enfocaba en que cada alumno obedeciera y trabajara en su conciencia.
La Escuela Moderna
Luego del breve recorrido histórico, llegamos a la Escuela Moderna tal y como la conocemos hoy.
¿Cómo se gestó esta Escuela?
La formación de la escuela moderna que conocemos hoy se produjo a lo largo de un proceso de
"escolarización del saber" que tuvo lugar entre los siglos XVII y XIX. Este proceso estuvo
influenciado por una serie de factores significativos que configuraron el paisaje educativo de la
época. Entre estos factores se destacan:
Revolución Agrícola: Este período vio una masiva migración de trabajadores desde las zonas
rurales hacia las ciudades en busca de oportunidades laborales. Esto generó una creciente
necesidad de educación y formación para una población que se estaba urbanizando rápidamente.
En cuanto al contrato fundacional entre la escuela y la sociedad, se menciona que estos sistemas
educativos surgieron en un contexto de avance del capitalismo y la necesidad de especialización
y división del trabajo. Los sistemas educativos se desarrollaron para garantizar la transmisión de
conocimientos especializados y fomentar la cooperación en la producción.
La Idea de Ciudadanía: Durante este período, surgieron revoluciones políticas que promovieron
la idea de ciudadanía. Esto implicaba que la educación debía estar disponible para toda la
población, ya que se consideraba que todos los ciudadanos debían tener acceso a la educación
para participar activamente en la vida política y social.
La Escuela criticada
La pedagogía de Paulo Freire: El pedagogo brasileño Paulo Freire desarrolló una pedagogía
centrada en la dialogicidad y la liberación de los oprimidos. Criticaba el modelo bancario de
educación en el que el conocimiento se deposita pasivamente en los estudiantes y abogaba
por una pedagogía que permitiera a las personas aprender a ejercer su libertad y practicarla.
Su enfoque se centraba en problematizar la realidad y transformar el mundo para abordar la
opresión.
Lo que nos interesa de estas distintas alternativas es que pensar en una Escuela diferente es
posible.
El contrato fundacional
El espacio social no es uniforme ni completo, sino que está fragmentado y parcelado en diversas
instituciones. Estas instituciones, como la educación y la salud, se crean para satisfacer
necesidades sociales cambiantes a lo largo de la historia, lo que resulta en transformaciones en su
estructura y función. En este sentido, es necesario destacar la importancia de los contratos
fundacionales en la creación y evolución de estas instituciones, así como en la relación entre la
escuela y la sociedad.
Las instituciones educativas se originan a partir de un recorte específico en la estructura
social, diferenciándose de otras instituciones por su propósito asignado desde la sociedad.
Además, se subraya que las redefiniciones de estas instituciones están ligadas a procesos
históricos en los que los actores sociales desempeñan un papel importante, y estas
transformaciones reflejan tanto adaptaciones como influencias de los contratos fundacionales
originales.
Como vimos más arriba, la Escuela Moderna surge por los cambios en las sociedades y en las
visiones sobre la Educación y la Instrucción Pública. Por otra parte, el avance del capitalismo y
la especialización laboral han llevado a la necesidad de sistematizar la transmisión de
conocimientos especializados, lo que influyó en la formación de los sistemas educativos.
Como lo afirman las autoras de Cara y Ceca:
“La escuela, como hoy la conocemos, es una construcción y un producto de los
Estados que se hicieron a sí mismos y en los que ocupaban un lugar central las
cuestiones relativas a la representación, la participación y la legitimación de un orden
social más justo. En consecuencia, el contenido del contrato fundacional entre la
sociedad y la escuela requería una institución que:
- transmitiera valores y creencias que legitimaran el derecho y el orden económico y
social establecidos,
- trasmitiera los saberes necesarios para el mundo del trabajo,
- creara condiciones para la producción de otros saberes, para el desarrollo y para el
progreso social.” (Frigerio, Poggi y Tiramoniti,1992; p. 20)