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La independencia personal.
Ser independiente en el sentido que aquí se pretende es tener con que operar normal y
propiamente en nuestra sociedad, sin tener que mendigar o tomar prestado de otros, y
sin tener que depender de su beneficencia. Si un estado republicano esta comprometido
con el progreso de la causa de la libertad como no dominación entre sus ciudadanos, no
puede menos de adoptar una política que promueva la independencia socioeconómica.
Prosperidad económica.
El estado republicano se preocupará de cuestiones de prosperidad económica, en la
media en que eso le permita mitigar las perspectivas de dominación. O ensanchar el
abanico de las opciones no-dominadas, o facilitar esas opciones: incrementar, esto es, el
alcance de la no-dominación en la sociedad. Pero esos objetivos dan razones para la
intervención económica.
Vida Pública.
La última área de toma de decisiones políticas que el autor va a examinar tiene que ver
con la vida publica de la comunidad política y de la sociedad. Cuando habla de vida
pública se refiere a la vida de la comunidad fundada en asuntos de conocimiento o
creencia común.
El ideal republicano no tiene dificultad en servir como medida del éxito de las
instituciones públicas, como las reflexiones avanzadas en este capítulo habrán
empezado a dejar claro. Tampoco presenta dificultad la justificación de la actividad
estatal orientada por este ideal; como argüí en la primera parte de este libro, la libertad
como no-dominación es un objetivo muy atractivo para ser promovido políticamente.
Pero no es solo el ideal de la libertad como no-dominación capaz de satisfacer el
requisito de publicidad. Lo que hay que notar es que el estado republicano que se da a
la promoción del ideal tiene que querer establecer esto como un hecho de la vida
pública. Tiene que querer probar, no solo que las gentes disfrutan de no-dominación
bajo sus instituciones -tal ha sido nuestro foco hasta ahora-, sino también que la no-
dominación constituye una medida efectiva, y en particular, justificable, del éxito de la
vida pollita e institucional. Por la sencilla razón de que si el estado puede establecer de
esta moda la credencial del objetivo republicano, tanto más efectivamente podrá
promoverlo.
Hemos tenido ocasión de ver que el estado republicano tiene que querer establecer en
la vida publica el hecho de la no-dominación de la gente, y hemos examinado algunas de
las políticas que puede perseguir a tal fin. Lo que muestra esta reflexión final es que este
estado tratara de establecer no solo la libertad jurídica y cultural de la no-dominación,
sino también su deseabilidad moral.