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PROYECTO DE GRADO
FACULTAD DE D ERECHO
UNIVERS IDAD DE LOS ANDES
2008
2
TABLA D E CONTENIDO
1- Introducción.
6- Bibliografía
4
1-Introducción
Con la Ley 906 de 2004 se implantó en Colombia el sistema penal acusatorio típico de los
países anglosajones pero novedoso para nuestra tradición legal. Con la introducción de este
nuevo esquema procesal en nuestro país, se ha reinventado o creado un proceso penal
acusatorio atípico, pues la configuración de la víctima en la Ley 906 de 2004 con toda la
participación que se le ha dado a esta dentro del proceso penal, hace que nuestro proceso
penal acusatorio sea completamente distinto a aquél originalmente utilizado en otros países,
tales como aquellos de tradición anglosajona.
De esta manera, el objetivo de este trabajo es mostrarle al lector cómo puede participar la
víctima en el nuevo proceso penal acusatorio, teniendo en cuenta que la Ley 906 de 2004
por sí sola no delinea con claridad el alcance de sus derechos, para posteriormente indagar
si estos avances se materializan o no en la práctica jurídica de nuestro país, es decir, si tan
1
Entrevista realizada el 27 de Mayo a Matías Q uiñonez - Fiscal 309 Seccional Unidad 2 – Delitos contra el patrimonio
económico. Bogotá.
6
solo se quedan plasmados en el papel o si por el contrario los jueces, los fiscales y las
mismas víctimas son conscientes de su alcance e importante aplicación.
Para lograr obtener una visión aterrizada sobre el papel real que actualmente tiene la
víctima en el proceso penal acusatorio, se observará a lo largo de la investigación la
intervención de fiscales y personas relacionadas con este medio, con las que se esclarecerán
las actuales falencias que existen con respecto a la aplicación de los derechos de las
víctimas durante el proceso. De esta manera, al poder identificar con claridad cuáles son los
derechos que no se le otorgan a las víctimas, y específicamente en qué etapa procesal
sucede esto, podremos sugerir ciertas recomendaciones.
Por lo tanto, para lograr el objetivo propuesto he decidido estudiar en primer lugar los
orígenes del sistema penal acusatorio y las características principales de los sistemas
penales anglosajones, para poder así apreciar la diferencia que existe con respecto al
proceso penal acusatorio implementado en nuestro país, particularmente la trascendencia
que tiene la víctima dentro de este último. Posteriormente mostraré la evolución en materia
procedimental penal que ha tenido lugar en nuestro país, comenzando desde la existencia de
un proceso inquisitivo hasta la implementación del proceso penal acusatorio, enfocándome
en los avances legislativos y jurisprudenciales que se han realizado con respecto a los
derechos de la víctima. Después de realizar este recorrido cronológico, se habrá dejado
claro por qué la víctima resulta ser una figura trascendental para nuestro ordenamiento
jurídico, resultando imposible haberla excluido de un momento a otro con el advenimiento
de un proceso penal acusatorio que teóricamente no la contempla.
7
Después de la caída del imperio romano de occidente, (476 D.C.) los procedimientos
basados en las costumbres populares germánicas así como en las costumbres de la primera
edad feudal europea reflejaban el sistema acusatorio, aún cuando en una forma
rudimentaria.
2
ROODT, Christa. “An historical perspective on the accusatory and inquisitorial systems”. En: Fundamina (10) 2004, p.
141. Disponible en:
http://search.sabinet.co.za/images/ejour/funda/funda_n10_a7.pdf
8
Por el contrario, la parte acusadora (la víctima) podía ser representada por un abogado en
todas las etapas del proceso, no obstante, como parte acusadora no se constituía un agente o
funcionario público cuyo trabajo fuera acusar, sino que la víctima misma o un amigo o
3
Ibídem., p. 149.
4
Ibídem., p. 151.
5
JONAKAIT, Randolph, "The Rise of the American Adversary System: America Before England". En: Widener Law
Review, Vol. 14, 2008, p. 5. Disponible en:
http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm? abstract_id=1026382 (Social Science Research Network)
6
Ibíd., p. 6.
9
familiar de esta podía contratar a un abogado para llevar el proceso. Sin embargo, en la
práctica poco se contrataban abogados para ello, pues a comienzos del siglo XVII ni la
parte acusadora ni la acusada eran representadas por un asesor legal: era el juez quien
7
dominaba y controlaba los juicios (lo que le daba un ras go inquisitivo al procedimiento) .
A partir de 1730, el procedimiento penal inglés empezó a cambiar cuando los jueces les
permitieron a los abogados de la parte acusada (la defensa) hacer algunas contra-preguntas
acerca de los fundamentos fácticos de las acusaciones. Posteriormente, y de manera
progresiva, estos empezaron a cuestionar además la culpabilidad del acusado. Con estos
cambios, el sistema de juicio se transformó en un proceso acusatorio propiamente dicho.
Sin embargo, el common law inglés aún le prohibía al acusado tener representación legal
completa: sus asesores aún no podían dirigirse al jurado ni discutir acerca de los hechos ni
presentar una defensa. Sólo hasta 1836 se les otorgó a estos últimos, por primera vez, el
derecho de prestar sus servicios legales en juicios de delitos ordinarios, con lo cual se
garantizó el derecho a una defensa total de los acusados (Prisoner’s Counsel Act of 1836).
De hecho, lo que se les permitía hacer a los abogados hasta ese momento, era aquello
mismo que los jueces siempre habían hecho por el acusado: interrogar y contra- interrogar a
los testigos e informar de las reglas legales.
Por otra parte, el derecho norteamericano llevó a cabo otra innovación: la acusación
pública, que contribuyó a la consolidación del sistema acusatorio.
En Inglaterra quien acusaba en los juicios penales ordinarios no era un funcionario público
sino la víctima misma o los amigos o familiares de ésta, y aún en el siglo XIX, la parte
acusadora rara vez tenía un abogado pues el juez dominada los procesos. Por el contrario,
en Estados Unidos desde el siglo XVIII funcionarios públicos empezaron a asumir el deber
de iniciar los casos penales y acusar. Así, en la época de la revolución –y, por consiguiente,
10
de la independencia-, la acusación pública ya existía en todas las colonias .
De hecho, un sistema acusatorio era coherente con los nuevos conceptos norteamericanos
acerca del crimen, de un gobierno de frenos y contrapesos y de cómo la sociedad debía ser
organizada.
Así las cosas, Estados Unidos no adoptó simplemente el sistema penal inglés (no adoptó
todos los procedimientos ingleses), sino que avanzó hacia un sistema penal propio (diseño
procedimientos propios) y, en esa medida, se adelantó a Inglaterra en la conformación de
un sistema acusatorio propiamente dicho.
Entre las principales características de los sistemas penales de estos países se hallan:
11
Inglaterra
-Los procesos son públicos y orales, pues todo ciudadano tiene derecho a ser oído
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial.
9
Ibíd., pp. 9-10.
10
Ibíd., pp. 10-12.
11
FERNÁNDEZ León, Whanda. “ Sistemas penales de juzgamiento”. Bogotá: Ediciones Librería del P rofesional. 2001,
pp. 48-50.
11
-El defensor tiene la última palabra. Primero habla el acusador (treasury counsel) quien, en
nombre del Director of Public Prosecutions, ofrece su versión de los hechos al juez y al
jurado.
12
Estados Unidos
-El juez es un árbitro neutral que guía el proceso sin tomar partido.
-La Constitución consagra el derecho del imputado a ser juzgado dentro de un juicio oral,
abierto al público y a la prensa (principio de inmediación).
-El fiscal presenta los cargos y, si el imputado desea declarar, puede hacerlo siempre
después del fiscal.
-Dentro del proceso penal no se admite parte civil. Si bien en las primeras épocas la acción
era entablada por la víctima, actualmente, la indemnización de perjuicios y daños
ocasionados por el hecho punible debe tramitarse en un juicio separado.
Pues bien, dado lo anterior, puede concluirse que en el sistema acusatorio cada una de las
partes es un contendiente que se opone al otro en una disputa legal, esto es, en un juicio que
13
se caracteriza por ser público, oral y contradictorio y que, asimismo, presenta los
siguientes rasgos 14:
-Es regulado por una instancia pasiva, neutral e imparcial cuya tarea es garantizar que las
reglas del proceso sean cumplidas.
12
Ibíd., pp. 55-59.
13
GALEANO Ruiz, Juan P ablo. BERNATE Ochoa, Francisco. “ Técnicas penales del juicio”. Bogotá: Universidad
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 2002, pp. 80-84.
14
ROODT, Christa. “ A historical perspective on the accusatory and inquisitorial systems”. En: Fundamina (10) 2004, p.
139.
12
-Finaliza con una decisión a favor de una de las partes y en contra de la otra.
Ahora bien, este proceso consta de dos partes15a saber: la etapa de investigación en la que
se descubre, depura y preserva la evidencia, y la etapa de enjuiciamiento en la que se
oficializa la evidencia y se la juzga. Sin embargo, resulta completamente extraño para el
proceso penal acusatorio la participación directa de la víctima durante estas etapas.
15
GALEANO Ruiz, Juan P ablo, BERNATE Ochoa, Francisco. “ Técnicas penales del juicio”. Bogotá: Universidad
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 2002, pp. 61-62.
16
Ibíd., p. 83. Véase también: FERNÁNDEZ León, Whanda. “ Sistemas penales de juzgamiento”. Bogotá: Ediciones
Librería del P rofesional. 2001, pp. 115-118.
17
Ibíd., pp. 61-62.
18
ICAC. “ Inquisitorial Systems of Criminal Justice and the ICAC: A Comparison”. Sydney: Independent Commission
Against Corruption. 1994, p. 28. Disponible en:
http://www.icac.nsw.gov.au/files/pdf/pub2_5q1.pdf
13
Para apreciar mejor las características propias del sistema penal acusatorio colombiano,
resulta importante analizar en primer lugar las características más importantes del sistema
penal inquisitivo, para entender y apreciar las diferencias existentes entre este y el
acusatorio, logrando así entender la importancia de la implementación de este último
sistema para Colombia.
entonces en la siguiente idea: el bien, los valores, pertenecen al Estado; el mal está en los
individuos que han infringido de cualquier modo los mandatos soberanos”19.
Vemos entonces como el origen del sistema inquisitivo era propiamente el derecho penal de
autor y no de conducta, toda vez que lo que se perseguía era la expiación de las culpas, es
decir, no se castigaba la comisión de una conducta ilícita como tal sino al pecador en sí
mismo. Hoy en día no se encuentran países en los que se aplique un sistema penal
inquisitivo puro, sin embargo, países como el nuestro han mantenido ciertos rasgos
característicos de aquél aún cuando se han implementado sistemas acusatorios puros. Como
ejemplo de lo anterior, el concepto de jurisdicción dentro del proceso penal inquisitivo
cobra gran importancia. En un proceso inquisitivo corresponde al mismo funcionario
judicial iniciar la investigación penal, ejercer la acción penal ante sí mismo y decidir si
absuelve o condena al acusado después de apreciar el material probatorio, de manera que
tal y como lo ha anotado Rossi, el juz gamiento en sí mismo es persecución y el proceso en
sí mismo ya es castigo.
Con respecto a la acción penal, esta debe entenderse como la prerrogativa que tienen las
personas e inclusive el Estado de acudir ante la jurisdicción para resolver un conflicto. De
esta manera, el Estado como titular del Ius Puniendi tiene la necesidad de instaurar la
acción penal como requisito de procedibilidad para que el proceso penal inicie, lo que
significa que este debe acudir ante sí mismo para que la rama judicial juz gue la comisión de
un delito, ordene las medidas correspondientes para efectos de reparar el derecho de la
víctima y a través de su acción preventiva logre la protección de la sociedad. En relación a
la acción penal en el proceso inquisitivo, podemos decir que las partes acusador y juez se
confunden en un solo órgano, el cual se encarga de recopilar todo el material probatorio,
para que con base en este dicha autoridad ejerza ante sí misma la correspondiente acción
formulando una pretensión que va a ser resuelta posteriormente.
19
VÁSQUEZ, Rossi, Jorge E. “ Derecho procesal Penal” Tomo I. p. 203 y 204.
15
1- Iniciación del proceso: Teniendo en cuenta la idea que existe detrás del proceso
penal inquisitivo, el cual parte de la necesidad que tiene el Estado de legitimarse
ante el pueblo a través de la persecución del delito, los medios y forma de iniciar el
proceso penal se encuentran limitados al ejercicio de la acción penal que tiene el
Estado. De esta manera, el Estado “inquiere” ante sí mismo, es decir, el órgano
jurisdiccional competente solicita ante sí la investigación e indagación de un
determinado hecho que amenaza los bienes jurídicos protegidos por la sociedad en
general para que la persona que atentó contra estos sea castigada.
2- Indagatoria: Es una figura típica del sistema penal inquisitivo, por medio de la cual
se busca “inquirir” dentro de la personalidad del sujeto para formarse una idea de lo
sucedido a través de la narración de los hechos que efectúa el sindicado. Es preciso
mencionar, tal y como lo establece la ley, que la indagatoria no es un medio de
prueba salvo que exista una confesión dentro de la misma, de manera que en la
actualidad cumple con las mismas finalidades que en el siglo XIII, cual es el
intentar obtener una confesión de parte del sindicado, con la diferencia que en
16
1- Principio Non bis In idem: Nadie puede ser juz gado por el mismo hecho dos veces.
Este principio nace dentro del modelo inquisitivo como una garantía a la sociedad
de obtener justicia y garantías reales en la administración de justicia. Es a partir de
este principio que se logra brindar una óptima y adecuada administración de
justicia, dando así lugar a un principio igual de importante como lo es el de cosa
juzgada.
3- Principio In Dubio Pro Reo: Toda duda que exista dentro del proceso debe ser
favorable al sindicado. Dentro del proceso inquisitivo puro tal y como era
concebido en sus inicios este principio no tenía aplicación alguna, pues ha sido
desarrollado a través del tiempo con el reconocimiento de ciertas garantías básicas
inherentes a toda persona. De esta manera, puede considerarse como un pilar básico
del procedimiento penal actualmente, así como también es utilizado y aplicado en
otras ramas del derecho actual.
17
Es importante observar la evolución procesal que ha tenido lugar en nuestro país hasta el
día de hoy para así apreciar los cambios que nuestro legislador ha implantado al sistema
penal, con los que se ha buscado obtener un procedimiento penal justo que proteja los
derechos fundamentales y las garantías constitucionales de las personas.
La legislación española rigió en Colombia hasta 1837 pues en ese año se expidió el primer
20
Código Penal Patrio, el cual era de tendencia liberal y de inspiración francesa . A partir de
ese momento, el procedimiento penal adquirió un carácter inquisitivo que se mantuvo hasta
obtener el carácter mixto que presentaba hasta antes de la implementación del sistema penal
acusatorio. El camino hacia un sistema acusatorio fue obstaculizado por la excepcionalidad
provocada por el estado de sitio, pues en esta condición se legisló de modo arbitrario por
21
cerca de cincuenta años . Así, el último código de aquella época –de carácter
20
Defensoría del P ueblo, Dirección Nacional de Defensoría Pública, Unidad de Capacitación. “Axiología y deontología
del proceso penal y precedente judicial”. p. 12.
21
Ibíd., p. 12
18
Ahora bien, entre los años 1887 y 1992 –y en el marco de la fuerte reforma constitucional-,
el aparato judicial colombiano sufrió fuertes transformaciones. Así, en lo que respecta a la
reforma a la justicia penal, dichas transformaciones comprendieron la creación de la
Fiscalía, de los jueces anónimos o “sin rostro” y de los mecanismos de negociación de
penas. Dado el problema de violencia y violación a los derechos humanos en Colombia, la
reforma a la justicia penal ha sido un tema central en los debates políticos, siendo la medida
más significativa entonces la creación de la Fiscalía General de la Nación, pues con ella se
introdujo un cambio fundamental en la investigación criminal.
falta de coordinación, separaba totalmente el manejo del orden público –responsabilidad del
Presidente- y la investigación judicial –a cargo por los jueces instructores-, lo cual obligaba
al gobierno a recurrir a la justicia penal militar para enfrentar los grandes desafíos: las
protestas populares, la guerrilla, y el narcotráfico.
Así pues, con la creación de la Fiscalía General de la Nación, se pretendió –sobre la base
del modelo federal estadounidense- establecer un órgano dependiente del gobierno que
centralizara la actividad investigativa, de modo que no hubiera jueces instructores aislados
sino investigadores que dependieran jerárquicamente del Fiscal General, el cual sería el
responsable político de la eficiencia de la actividad investigativa. Con esta centralización,
además, se pretendió que los funcionarios y la investigación se especializaran y se
fortalecieran, de modo que se pudieran obtener mejores resultados en la lucha contra el
crimen. Además, la importancia jerárquica del Fiscal General y el hecho de que
compartiera intereses con el Ejecutivo permitiría una mejor colaboración entre la policía
judicial y los funcionarios investigadores, así como una mejor articulación entre el manejo
del orden público y la investigación judicial. Sin embargo, en última instancia, se determinó
que la Fiscalía pertenecería a la rama judicial, y que por tanto ejercería ciertas funciones
judiciales para evitar que dependiera de instrucciones gubernamentales gozando así de
autonomía.
2- Se crea la figura del juez de control de garantías exigiendo que este no pudiera ser el
mismo juez de conocimiento. De esta manera, el fiscal deberá recolectar las pruebas
que considere necesarias para así enviarlas al juez de control de garantías, quien a
su vez será el encargado de analizar si dichas pruebas tienen o no mérito para dictar
medidas de aseguramiento.
5- Otro cambio importante fue la introducción del principio de oportunidad, por medio
del cual la Fiscalía puede disponer de la acción penal, es decir, tiene la facultad de
decidir no investigar un caso siempre y cuando se cumpla con las causales que
establece la ley, y el juez de control de garantías considere que la decisión no es
contraria a derecho.
7- Incorpora nuevamente la figura del jurado que había sido declarada inconstitucional
en la sentencia C-226 de 1993, toda vez que en aquel momento la Constitución de
1991 no incluía a los jurados entre los particulares en capacidad de administrar
justicia. Esta es una figura típica de los sistemas acusatorios.
10- Se obliga a la Fiscalía a aportar al proceso penal las pruebas formales que sean
tanto favorables como desfavorables para el sindicado, garantizando así el derecho
fundamental al debido proceso y a la defensa justa.
Finalmente en el año 2000 se estableció un nuevo Código de Procedimiento Penal (Ley 600
de 2000), el cual ostentaba un carácter mixto. Sin embargo, para implementar el sistema
penal acusatorio actual fue necesario aprobar los proyectos de un nuevo Código de
Procedimiento Penal, un sistema nacional de defensoría pública, un nuevo Código
Penitenciario y Carcelario y un Estatuto Orgánico de la Fiscalía, al igual que las
modificaciones parciales al Código Penal, a la Ley Estatutaria de la Administración de
Justicia y al proyecto de Ley Estatutaria habeas corpus, textos que con excepción de éste
último, fueron presentados por el Fiscal General el 20 de julio de 2003.
Este proyecto fue aprobado por el Congreso el 16 de Junio de 2004, por medio del cual se
expidió un Código de Procedimiento Penal y cuyo texto fue conciliado por las sesiones
22
Así las cosas, puede concluirse que durante los siglos XIX y XX Colombia adoptó un
sistema penal mixto de marcado corte inquisitivo. Sus principales características eran el
culto a lo escrito, el sistema de actas y constancias, la acumulación de funciones en el
órgano judicial, la permanencia de la prueba y la práctica de pruebas en la instrucción.
Entre las características del sistema acusatorio que presentaba se encontraban, entre otras,
la presunción de inocencia, la sana crítica en la apreciación de las pruebas, la concepción
del sindicado como sujeto de derechos y, en alguna época, la institución del jurado. No
obstante lo anterior, la reforma constitucional de 1991 separó las funciones de investigación
y acusación de las de juzgamiento, con lo cual –si bien se mantuvieron las características
más representativas del sistema inquisitivo- se avanzó hacia la implementación de un
23
modelo de carácter acusatorio .
La historia del derecho penal y procesal penal muestra una progresiva marginación de la
figura de la víctima del delito del modelo de justicia penal. En Colombia, tanto en la ley
como en la jurisprudencia orientada por la dogmática tradicional, se limitaba sus derechos a
la simple reparación económica, desconociéndose con ello que la Constitución Política de
23
ARCINIEGAS, Martínez G. Augusto. “ Investigación y juzgamiento en el sistema acusatorio”. Bogotá: Ediciones
Nueva Jurídica, 2005. pág. 19.
23
1991 “impone una redefinición del concepto con miras al reconocimiento [para las víctimas
del delito] de derechos que incluyen, pero superan el contenido patrimonial” 24.
24
SANPEDRO, Arrubla Julio Andrés. “ La humanización del proceso penal”. Bogotá: Legis. 2003, pp. 91-92. Véase
también del mismo autor: “¿Quiénes son las víctimas del delito? La redefinición del concepto desde la victimología”. En:
Revista Derecho Penal y Criminología. Volumen XXI. Nº 67. Septiembre - Diciembre. 1999. P ág. 164.
24
para garantizar el restablecimiento del derecho y la cooperación judicial plena y libre”. Por
otra parte, el artículo 28 establecía el “acceso al expediente y aporte de pruebas por el
perjudicado” que le permitía a la víctima, o al perjudicado por la conducta punible, ejercer
el derecho de petición ante el funcionario judicial a fin de obtener información o hacer
solicitudes específicas en las decisiones que lo afectaran, y el artículo 43 regulaba su
constitución en parte civil, dándosele la posibilidad de ejercer la acción civil, individual o
25
popular, dentro o fuera del proceso penal . De este modo, se concedieron todo tipo de
garantías a quien se considerara perjudicado por un delito para que hiciera efectivas sus
pretensiones.
Posteriormente, de acuerdo al Código de Procedimiento Penal del año 2000 (Ley 600 de
2000), la víctima puede estar representada por un abogado, se le reconoce una acción civil
individual (Arts. 45, 47) y además puede ejercer derecho de petición ante el funcionario
judicial con el fin de obtener información (Art. 30). Ahora bien, la constitución como parte
civil (Art. 137) otorga a la víctima el status de sujeto procesal y, como tal, adquiere todos
los derechos y deberes que le son inherentes, lo que le permite participar en el proceso
penal.
Actualmente, de acuerdo al Código de Procedimiento Penal del año 2004 (Ley 906 de
2004), las víctimas son “las personas naturales o jurídicas y demás sujetos de derechos que
individual o colectivamente hayan sufrido algún daño como consecuencia del injusto”,
estableciendo que “la condición de víctima se tiene con independencia de que se
identifique, aprehenda, enjuicie o condene al autor del injusto e independientemente de la
existencia de una relación familiar con este”. En este nuevo procedimiento penal la víctima
es considerada como interviniente, es decir, como un sujeto que participa en el proceso
penal pero sin el estatus de parte (Arts. 132-137), pues es sólo a partir de la sentencia
condenatoria cuando es considerada como parte dentro del proceso, por ende, como sujeto
procesal al que le es posible adelantar el incidente de reparación integral (Arts. 102-108).
25
Ibíd., p. 93.
25
Ahora bien, la víctima es definida como aquella persona o sujeto de derechos que ha
sufrido algún daño directo causado por el injusto penal, bien sea individual o
colectivamente (Art. 132). Esta definición de víctima, sigue a grandes ras gos la Declaración
sobre los Principios Fundamentales de las Víctimas contenida en la Resolución 4034 de
26
1995 de Naciones Unidas , apartándose un poco de esta al establecer que sólo quien ha
sufrido un daño directo es víctima. De esta manera, excluye a los familiares de la víctima
directa y a todo aquel que hubiese sufrido alguna clase de daño indirecto –material o moral
- por cuenta del injusto27. Por esta misma razón, la Corte Constitucional ha declarado
inexequible la expresión “directo” (Sentencia C-516 de 2007 M .P. Jaime Córdoba Triviño).
En ese orden de ideas, la Corte ha establecido que para acreditar la condición de víctima se
requiere que haya un daño real, concreto, y específico –cualquiera que sea la naturaleza de
26
Molina Arrubla, Carlos Mario. “ Principio de protección a las víctimas”. Bogotá: Diké. 2005, pp. 218.
27
Ibídem, p. 220.
26
28
Entrevista realizada el 28 de Mayo a Matías Q uiñónez - Fiscal 309 Seccional Unidad 2 – Bogotá.
27
En cuanto al derecho a la justicia, la Corte ha manifestado que éste implica una serie de
deberes para las autoridades. Así, estas deben de un lado, investigar y sancionar
adecuadamente a los autores y partícipes, y, de otro, garantizar que las víctimas tengan
acceso a un recurso judicial efectivo (las víctimas deben poder acceder al proceso penal y
participar en él) y que durante el proceso se respeten las reglas del debido proceso. En lo
que concierne a la efectividad del derecho de las víctimas a un recurso judicial efectivo, la
Corte ha establecido una doctrina que amplía el concepto de los derechos de las víctimas y
que hace injustificable aquella doctrina que reducía la reparación al resarcimiento
29
Sentencias T- 443 de 1994, MP . Eduardo Cifuentes Muñoz y C- 293 de 1995, MP . Carlos Gaviria Díaz.
28
meramente económico.
Así, la Corte ha considerado que el derecho a la reparación integral del daño que se ha
ocasionado a la víctima o a los perjudicados con el delito, posee, igualmente, una
dimensión individual y otra colectiva. La primera, se refiere a los daños y perjuicios
sufridos por la víctima y comprende, por tanto, la adopción de medidas para restituir,
indemnizar, rehabilitar, satisfacer y garantizar la no repetición del daño. La segunda, se
refiere a las medidas orientadas a restaurar, indemnizar o readaptar los derechos de las
colectividades o comunidades afectadas.
En resumen, la Corte ha establecido que para que la reparación sea integral se requiere la
adopción de medidas que tiendan a hacer desaparecer los efectos de las violaciones
cometidas y a devolver a la víctima al estado en que se encontraba antes de que estas
ocurrieran. Así las cosas, dado lo anterior, las víctimas son consideradas intervinientes
especiales y, por tanto, están sujetas a las obligaciones, prohibiciones y deberes que a estos
se asignan legalmente y que se refieren principalmente, a presentar en todo momento una
actuación leal y respetuosa sujeta a la verdad en tanto que esta es el objeto principal del
proceso (Art. 140).
tiene actualmente, pues esta corriente victimológica no encuentra sustento alguno cuando lo
único que se busca es una remuneración económica. Sin embargo, cuando se trata de delitos
de lesa humanidad o que atentan contra la vida de las personas, la víctima sí debe tener un
papel protagónico dentro del proceso, pues en estos casos, más allá de buscar dinero lo que
pretende es materializar su derecho a la verdad y la justicia. En estas situaciones su
30
participación resulta fundamental y necesaria.”
Como se puede apreciar, esta concepción que tienen algunos fiscales acerca del papel de la
víctima es la que no permite que los derechos de éstas se materialicen efectivamente, pues
antes de entrar a indagar cada caso particular, se parte de una concepción muchas veces
errónea que justifica la falta de atención hacia éstas. Si un fiscal piensa que la víctima no
busca la verdad sino solo la indemnización económica, éste no va a informar a la víctima
sobre sus facultades de participación dentro del proceso, pues en su cabeza está la idea de
que la víctima al querer un resarcimiento económico únicamente, sólo necesita participar en
el incidente de reparación integral.
Dado que la acción penal es de titularidad del Estado, el proceso penal puede ser iniciado
de forma oficiosa a través de la Fiscalía General de la Nación. Sin embargo, para ciertos
delitos se requiere la voluntad de la víctima –en cuanto sujeto pasivo del delito- para poder
ser investigados. Tales delitos están determinados por el Código (Art. 74) y requieren, por
tanto, de la presentación de una querella por parte del sujeto pasivo. Dicha querella debe ser
presentada personalmente por el sujeto pasivo a menos de que se trate de una persona
menor de edad, de una persona que ha fallecido o de una persona jurídica. En estos casos, la
querella puede ser presentada por el representante legal o por los herederos y
causahabientes. Asimismo, el querellante legítimo está facultado, en cualquier momento y
30
Entrevista realizada el 26 de Mayo a Hernando Sandoval Paris - Fiscal local 89 de Bogotá.
30
antes de concluir la audiencia preparatoria para desistir del proceso (Art. 76), de tal manera
que la solicitud de desistimiento será examinada y aceptada por el fiscal si no se ha llevado
a cabo la imputación, o por el juez, si ya se ha efectuado. Es importante señalar que el
desistimiento se extiende a todos los autores y participes del delito investigado y que no
admite retractación.
El Código establece (Art. 153) que toda actuación, petición y decisión que no deba
adelantarse en las demás audiencias –a saber, audiencia de formulación de acusación,
audiencia preparatoria y audiencia del juicio oral- debe adelantarse, resolverse o decidirse
en audiencias preliminares que se desarrollan ante el juez de control de garantías. Así, en
una audiencia preliminar, debe hacerse la formulación de la imputación (Art. 154).
Igualmente, en lo que se refiere a la práctica del comiso que procede sobre bienes del
responsable penalmente –ya sea porque provienen directa o indirectamente del delito, o
porque fueron utilizados o destinados como medios para su realización-, el Código
establece que deben tenerse en cuenta los derechos que puedan tener sobre ellos los sujetos
pasivos o las víctimas, lo que implica que si dichos bienes deben ser devueltos a las
31
Por otra parte, el fiscal está facultado (Art. 333) para solicitar la preclusión del proceso.
Dicha solicitud se lleva a cabo también en una audiencia preliminar –que puede efectuarse
desde la formulación de la imputación y hasta antes del juicio oral- en la que participan el
fiscal, la víctima, el M inisterio Público, y el defensor del imputado. Debe ser presentada
31
por el fiscal cuando considera que no existe mérito para acusar , junto con las pruebas que
lo llevaron a esta conclusión.
Ahora bien, el Código determina que tanto la víctima como el M inisterio Público, e incluso
el defensor del imputado, pueden oponerse a la solicitud, sin embargo establece que no
pueden solicitar ni practicar pruebas. Frente a esto, la Corte ha señalado que esta limitación,
en la medida que atañe a un asunto que incide directamente en los derechos de las víctimas,
puede derivar en su afectación: la controversia frente a la solicitud puede resultar inocua si
no se permite la práctica de pruebas. Por esta razón, decidió declarar exequible el artículo
333 en el entendido de que las víctimas pueden allegar o solicitar elementos materiales
probatorios y evidencia física, para oponerse a la petición de preclusión del fiscal
(Sentencia C-209 de 2007 M .P. M anuel José Cepeda Espinosa).
Con respecto a este punto, debe mencionarse que en la práctica es donde las víctimas se ven
más perjudicadas, pues muchas veces los fiscales no informan a las víctimas acerca de la
facultad que tienen de oponerse a su solicitud de preclusión, todo esto con el motivo de
terminar con el proceso rápidamente. Tanto el fiscal M atías Quiñónez como el fiscal
Hernando Sandoval reconocen, que al interior de las fiscalías es en esta etapa procesal en
donde se ve una indiferencia constante hacia la víctima, pues para los fiscales no existe
motivación alguna de informar sobre esta facultad a las víctimas, aprovechándose muchas
31
Artículo 332: (i) exista imposibilidad de iniciar o continuar el ejercicio de la acción penal; (ii) exista una causal de
exclusión de responsabilidad penal, (iii) el hecho investigado no haya ocurrido; o (iv) sea atípico; (v) el imputado no haya
intervenido en el hecho investigado; (vi) sea imposible desvirtuar la presunción de inocencia; o (vii) hayan vencido los
términos previstos en los artículos 175 y 294 de la Ley 906 de 2004.
32
La acusación es una tarea que le corresponde llevar a cabo al fiscal, para lo cual, como
primer paso, debe presentar un “escrito de acusación” ante el juez de conocimiento (Art.
336). Una vez que éste ha recibido dicho escrito, el juez debe fijar la fecha para la
realización de la audiencia de formulación de acusación, mediante la cual, el imputado se
convierte en acusado. El fiscal debe presentar dicho escrito sobre la base de que los
elementos materiales probatorios obtenidos durante la investigación permiten afirmar no
sólo que la conducta existió sino también que el imputado participó en su realización, ya
sea como autor o como partícipe. Así, en este escrito se individualiza la conducta y al
acusado(s), se exponen los hechos y se descubren las pruebas.
Ahora bien, de acuerdo con el Código, de éste se entrega una copia a la víctima y al
M inisterio Público con fines exclusivamente informativos (Art 337), lo que implica que no
existe para estos la posibilidad de pronunciarse sobre, o de oponerse a, su contenido. M ás
aún, en esta audiencia, el Código establece que sólo deben intervenir el M inisterio Público,
la Fiscalía y el abogado defensor, y que su validez depende exclusivamente de la asistencia
de estos dos últimos actores, de modo que si bien pueden asistir, también el acusado no
privado de la libertad y los demás intervinientes –lo que incluye a la víctima-, su ausencia
no genera invalidez de la misma (Art. 339).
significa para la víctima una afectación directa a sus derechos a la verdad, a la justicia y a la
reparación. Y esto, no sólo en lo que se refiere a los pronunciamientos respecto del escrito
de acusación sino en relación a que es en este momento procesal en el que, de un lado, se
hace el reconocimiento de la víctima como tal y, de otro, el juez, a solicitud de la Fiscalía,
puede ordenar –a fin de garantizar la protección integral de las víctimas- las medidas
tendientes a evitar cualquier agresión en su contra (tales como la fijación de la sede de la
Fiscalía como domicilio para efectos de citación o notificación) (Art. 342).
En este orden de ideas, la Corte ha señalado que –teniendo en cuenta que no existe
necesariamente una absoluta coincidencia entre los intereses de la víctima, de la Fiscalía y
del M inisterio Público- hay una posición discriminatoria injustificada que pone en peligro
la efectividad de sus derechos, pues carecería de posibilidad de manifestarse sobre la
acusación, la adecuación típica o el descubrimiento de pruebas. Por tanto, la Corte decidió
declarar la inconstitucionalidad de la expresión “con fines únicos de información”
contenida en el artículo 337 y declarar exequible el artículo 339 en el entendido de que la
víctima también puede intervenir en la audiencia de formulación de acusación para hacer
observaciones al escrito de acusación o manifestarse sobre posibles causales de
incompetencia, recusaciones, impedimentos o nulidades.
En lo concerniente a esta etapa procesal, algunos fiscales piensan que la Ley 906 de 2004
cometió un error con respecto al momento en el que a la víctima se le reconoce dentro del
proceso, pues al ser reconocida hasta la formulación de imputación se le quitó importancia
y rango de acción, ya que esta debería ser reconocida desde el inicio de la investigación
para lograr así materializar sus derechos con mayor seguridad. “La jurisprudencia y la
legislación han debido seguir en algún sentido la línea que se manejaba con la Ley 600 de
2000, en la que se reconocía la calidad de víctima desde que se formulaba la querella o el
informe ejecutivo, siendo el momento en el que empieza la investigación del delito como
tal, pudiendo acompañar así al fiscal desde un principio. Esto hubiera ayudado a que el
fiscal hoy en día no viera a la víctima como un obstáculo, pues al reconocerse la calidad de
víctima a partir del escrito de acusación, lo que se hizo fue imponerle al fiscal una
34
Con respecto a este punto, no creo que la Ley 906 de 2004 y la jurisprudencia se hayan
equivocado en reconocer la calidad de víctima desde este momento procesal, pues en
ningún momento esto significa que antes de este momento el fiscal deba actuar solo e
ignorar a la víctima del delito, pues tal y como se ha establecido anteriormente, el fiscal
tiene un deber constitucional de acompañar a la víctima y protegerla en todo el transcurso
del proceso, siendo errónea aquella interpretación que cree que la víctima solo a partir de la
formulación de acusación puede empezar a ser tenida en cuenta, siendo un poco tarde y
32
Entrevista realizada el 26 de Mayo a Sonia Restrepo - Fiscal local 218 de Bogotá -
33
Entrevista realizada el 25 de Mayo a Hernando Sandoval Paris - Fiscal local 89 de Bogotá
35
Por otro lado, la Corte ha señalado que hacer de la solicitud de las medidas de protección o
de las de aseguramiento, una atribución o facultad exclusiva del fiscal pone a la víctima en
una situación de indefensión respecto de omisiones del fiscal o frente a situaciones
imprevistas que la puedan poner en peligro. Por esto, a juicio del alto tribunal, dicha
situación carece –al igual que la anterior- de una justificación objetiva y por tanto, la ha
declarado exequible bajo el entendido de que la víctima esta facultada para solicitar de
forma directa tanto medidas de aseguramiento como de protección (Sentencia C-209 de
2007 M .P. M anuel José Cepeda Espinosa).
En las diferentes entrevistas realizadas a fiscales y personas relacionadas con este medio,
pude darme cuenta que las fiscalías en general hacen un buen trabajo en torno a este último
punto, pues la protección que se le debe dar a las víctimas en ciertas situaciones es algo que
al interior de las fiscalías se busca cumplir constantemente. Aún cuando muchos fiscales
reconocen que la víctima se encuentra muchas veces desinformada con respecto a sus
facultades procesales, pues como he mencionado anteriormente, lo que se busca lograr la
mayoría de las veces es terminar los procesos lo más rápido posible, igualmente reconocen
que es un deber injustificable el proporcionar a la víctima la protección adecuada en ciertas
circunstancias no debiéndose excusar nunca de este deber legal.
Para el inicio de la audiencia preparatoria se exige la presencia del fiscal, del acusado, del
defensor, del M inisterio Público y si lo hubiere, del representante de la víctima. Sin
embargo, la validez de la misma depende exclusivamente de la presencia del juez, del fiscal
y del defensor (Art 355). El objetivo de esta audiencia es principalmente presentar y
36
controvertir las pruebas. Así, durante esta audiencia deben participar tanto la Fiscalía como
la Defensa bien sea aportando pruebas o bien solicitando su desestimación. Asimismo, le
está permitido participar al M inisterio Público en caso de que quiera solicitar la práctica de
alguna prueba que considere esencial para el proceso y que no haya sido solicitada por las
partes (Art. 357).
Ahora bien, de acuerdo con lo establecido en el Artículo 11 del Código, la víctima tiene
derecho a aportar pruebas al proceso, de modo que sería en esta audiencia en la que podría
hacerlo, sin embargo, dado que las únicas intervenciones que de acuerdo con el Código
(Arts. 355-359) debe aceptar el juez son las de las partes –esto es, la de la Fiscalía y la de la
Defensa- y, excepcionalmente, la del M inisterio Público, no es definitivo que, efectiva y
realmente pueda hacerlo durante esta audiencia –o no, al menos directamente-.
Sobre este punto la Corte Constitucional ha considerado que el artículo 357, al excluir al
representante de la víctima de participar durante la audiencia preparatoria, incurre en una
diferenciación injustificada respecto de la Fiscalía, de la Defensa y del M inisterio Público.
Y ello, porque si bien la Corte reconoce y acepta que el modelo procesal colombiano no le
atribuye a la víctima la calidad de parte, sí le atribuye la de “interviniente” al que se le
deben garantizar todos los derechos que la Constitución le reconoce. Dentro de estos
derechos se encuentra precisamente el derecho a probar, cuyo desconocimiento negaría la
posibilidad de una verdadera intervención dentro del proceso. Por consiguiente, la Corte
decidió declarar la constitucionalidad condicionada del artículo 357, siempre que se
entienda que los representantes de las víctimas, están facultados para hacer solicitudes
34
probatorias en la audiencia preparatoria (Sentencia C-454 de 2006, M .P. Jaime Córdoba
Triviño).
34
Asimismo, declaró la exequibilidad condicionada del numeral 2 del artículo 284, (solicitud de pruebas anticipadas), 344
(solicitud de descubrimiento de pruebas), 358 (solicitud de exhibición de los elementos materiales probatorios y evidencia
física, con el fin de conocerlos y estudiarlos), 359 (solicitud de exclusión, rechazo o inadmisibilidad de los medios de
prueba) a que se entienda que dentro de los facultados se encuentran las víctimas.
37
Finalmente, si bien el Código determina que para ejercer sus derechos la víctima no tiene
obligatoriamente que estar representada por un abogado, establece que a partir de esta
audiencia, y a fin de intervenir, las víctimas deben contar con la asistencia de un
profesional del derecho o de un estudiante de consultorio jurídico de una facultad de
derecho debidamente aprobada (Art. 137).
La audiencia del juicio oral tiene como objetivo determinar la responsabilidad penal del
acusado y puede dividirse en cuatro etapas:
La segunda etapa consiste en la presentación del caso por parte de la Fiscalía y luego de la
Defensa si así lo desea. La tercera etapa es la práctica de las pruebas decretadas en la
audiencia preparatoria, las cuales pueden ser controvertidas por las partes.
Finalmente, la cuarta etapa se refiere a los alegatos de las partes y de los intervinientes –lo
que incluye al representante de la víctima, si lo hubiere- (Arts. 442-443). El primero en
intervenir es el fiscal. Seguidamente, pueden intervenir oralmente el representante de la
víctima, si lo hubiere, y el M inisterio Público para presentar sus alegatos respecto de la
responsabilidad del acusado. En último lugar, puede intervenir la defensa, si lo cree
conveniente. Luego de estas intervenciones, el juez debe llevar a cabo la individualización
de la pena y dictar la sentencia –a menos que desee ampliar la información, en cuyo caso,
debe fijar la fecha de la audiencia para dictar sentencia (Arts. 447).
38
Así mismo, la Corte ha señalado que al abogado de la víctima le está permitido, al terminar
el juicio, intervenir mediante alegatos de conclusión, lo cual no sólo no ocasiona un
desbalance que afecte la estructura adversativa del proceso, sino que, además, se constituye
en un mecanismo idóneo para darle voz a la víctima antes de que se dé la decisión final del
juez (Sentencia C-209 de 2007 M .P. M anuel José Cepeda Espinosa).
El incidente de reparación integral (Arts. 102-103) sólo puede iniciarse una vez se ha
declarado la responsabilidad penal del acusado (Art. 137) y precisamente procede a
petición de la víctima, el fiscal o el M inisterio Público. Sin embargo, si la petición es
puramente económica, sólo la víctima, sus herederos o causahabientes están legitimados
35
Sampedro Arrubla, Camilo. “ Sujetos procesales dentro del proceso penal colombiano. Acto Legislativo 03 de 2002”.
En: Derecho penal y sistema acusatorio en Iberoamérica. Bogotá: Universidad Externado. 2003, p. 344.
39
para iniciarlo. El incidente de reparación integral se llevará a cabo en una audiencia pública
en la que deberán mostrarse las pretensiones y las pruebas que se pretendan hacer valer. En
todo caso, su admisión dependerá del reconocimiento que el juez haga del solicitante como
víctima.
Como se ha venido mostrando, era hasta este momento procesal en el que anteriormente se
tenía en cuenta a la víctima, pues la concepción de ésta se encontraba atada únicamente al
resarcimiento económico, de manera que todo el anterior desarrollo lo que ha hecho ha sido
ampliar el concepto de reparación integral, ya que aún cuando sigue estando ligado al
resarcimiento económico, este debe ser apreciado de manera más amplia, pues se encuentra
vinculado al derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas.
Esta nueva concepción es la que no ha perneado al interior del aparato judicial de nuestro
país, pues la cultura de la Ley 600 de 2000 parece estar más arraigada de lo esperado, en el
sentido en que los fiscales aún creen que la víctima debe solo participar en el incidente de
reparación integral como era antes. Este nuevo sistema implantado con la Ley 906 de 2004
obliga a que los fiscales trabajen más pues deben informar y tener en cuenta a la víctima. El
incidente de reparación integral simplemente es otra etapa en la que la víctima puede
participar, más no es la única como lo era anteriormente.
40
- Num 1. Cuando se trate de delito sancionado con pena privativa de la libertad que no
exceda en su máximo de seis (6) años y se haya reparado integralmente a la víctima, de
conocerse esta, y además, pueda determinarse de manera objetiva la ausencia o decadencia
del interés del Estado en el ejercicio de la correspondiente acción penal.
- Num 15. Cuando la persecución penal de un delito comporte problemas sociales más
significativos, siempre y cuando exista y se produzca una solución alternativa adecuada a
los intereses de las víctimas.
- Num 5. Cuando el imputado colabore eficazmente para evitar que continúe el delito o se
realicen otros, o aporte información esencial para la desarticulación de bandas de
delincuencia organizada.
- Num 6. Cuando el imputado sirva como testigo principal de cargo contra los demás
intervinientes, y su declaración en la causa contra ellos se haga bajo inmunidad total o
parcial. En este caso los efectos de la aplicación del principio de oportunidad serán
revocados si la persona beneficiada con el mismo incumple con la obligación que la
motivó.
A este respecto –la aplicación del principio de oportunidad y su posible afectación de los
intereses de la víctima- la Corte Constitucional ha expresado su punto de vista. Así, ha
establecido que en la aplicación del principio de oportunidad debe llevarse a cabo una
ponderación entre los derechos de las víctimas y los fines públicos que justifican que de
acuerdo a lo establecido por el Código este se aplique. Esto teniendo en cuenta que algunas
causales establecen tal obligación directamente y otras no.
Por otra parte, el Código establece que –en una audiencia especial destinada a que el juez
de control de garantías lleve a cabo el control de legalidad de la aplicación del principio de
oportunidad- la víctima puede controvertir la prueba invocada por la Fiscalía para sustentar
la decisión de aplicar dicho principio. Sin embargo, el artículo 327 establece que esta
decisión debe ser tomada de plano por el juez y que contra esta no es posible presentar
recursos. Esta disposición, según el análisis hecho por la Corte Constitucional pone a las
víctimas en una situación desfavorable, pues al no poder impugnar esta decisión carecen de
mecanismos para hacer efectivos sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación. En
esa medida la Corte ha considerado que esta disposición está en contra del orden
constitucional y por tal motivo la ha declarado inconstitucional (Sentencia C-209 de 2007
M .P. M anuel José Cepeda Espinosa).
Por último, la Corte se ha encargado de fijar el alcance de la expresión “tener en cuenta los
intereses de la víctima” a fin de que no se interprete como una mera obligación formal del
fiscal de escuchar a la víctima. Así, en relación con la expresión “intereses” ha determinado
que esta no se refiere a los de carácter económico que se buscan con la reparación del daño,
sino a la satisfacción de los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. De modo
que en la aplicación del principio de oportunidad debe buscarse –en la medida de lo
posible- la satisfacción de estos derechos. Asimismo, en relación con la expresión “tener en
cuenta” la Corte ha determinado que esta hace referencia a una valoración de los derechos
de las víctimas orientada a que ellas puedan controlar la decisión y si es el caso apelarla si
consideran que va en desmedro de sus derechos (Sentencia C-209/2007 M .P. M anuel José
Cepeda Espinosa).
Esta figura permite que la Fiscalía y el imputado lleven a cabo preacuerdos que den por
terminado el proceso. Así, pueden realizarse desde la audiencia de formulación de
imputación hasta la presentación del escrito de acusación (Art. 350), o, si ya se ha
presentado la acusación, hasta el momento en que sea interrogado el acusado al inicio del
juicio oral (Art. 352). Sus objetivos son: permitir que el imputado participe en la definición
43
Ahora bien, en general, las normas sobre los acuerdos y preacuerdos se refieren
exclusivamente al fiscal y al imputado. De modo que no se establece la obligación directa
de tener en cuenta los intereses de la víctima o de su participación en estos preacuerdos.
Solamente se considera que si dentro de los acuerdos resultan propuestas de reparaciones
efectivas a la víctima, queda a su arbitrio aceptarlas o no. Así, en este último caso, mantiene
su derecho a recurrir a las demás vías judiciales (Arts. 353-354).
no desconozca o quebrante garantías tanto del imputado o acusado, como de las víctimas
(Sentencia C-516 de 2007 M .P. Jaime Córdoba Triviño).
Ahora bien, la resolución de dicha solicitud –así como la modificación del plan de
reparación propuesto- es de competencia del fiscal, y si bien el fiscal debe consultar a la
víctima, no está obligado por el parecer o la voluntad de ella. De hecho, el fiscal puede
suspender el procedimiento a prueba si para el cumplimiento del propósito del principio de
oportunidad llega a estimar conveniente hacerlo antes de decidir sobre la eventual renuncia
al ejercicio de la acción penal (Art. 325).
De ser aprobada, el imputado deberá por un período máximo de tres años cumplir las
condiciones fijadas –entre las que se encuentran aquellas encaminadas a la reparación
integral y a la recuperación de las víctimas-. Si lo hace, el fiscal debe ordenar el archivo
definitivo de la actuación (Art. 326).
El código establece (Arts. 518-527) un programa de justicia restaurativa, que define como
todo proceso encaminado a lograr un resultado restaurativo, es decir, a obtener un acuerdo
orientado a atender las necesidades y responsabilidades individuales y colectivas de las
partes y a lograr la reintegración de la víctima y del infractor en la comunidad, a fin de
conseguir la reparación, la restitución y el servicio a la comunidad.
45
Un análisis que permita entender cuál es la participación de la víctima dentro del actual
proceso penal, requiere observar este proceso como un todo y considerar los principios que
rigen al derecho penal en general y que, por tanto, orientan el proceso en particular.
Así, resulta que el titular de la acción penal es el Estado, el cual –de conformidad con la
Constitución Política- la ejerce a través de la Fiscalía General de la Nación. Ésta debe
orientarse a cumplir el objetivo del derecho penal, a saber, proteger los bienes jurídicos de
las agresiones más graves teniendo en cuenta que la pena tiene principalmente un fin
preventivo y no retributivo. Estos planteamientos generales permiten, pues, entender que el
proceso no está diseñado para que los individuos satisfagan sus intereses retributivos sino
para que el Estado, mediante el ejercicio del monopolio legítimo de la fuerza, cumpla el
objetivo de garantizar la seguridad y la convivencia social.
Pero, de igual manera, de conformidad con la Constitución (Artículo 250) la Fiscalía tiene –
en su labor de protección de los bienes jurídicos- la labor igualmente importante de
36
proteger a las víctimas durante el proceso . Asimismo, y en conformidad con los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos que obligan a Colombia en virtud del bloque de
constitucionalidad, se entiende que los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación
de las víctimas no pueden ser desconocidos y que se constituyen en uno de los fines del
37
proceso como tal . De donde se sigue que la víctima y sus intereses no pueden ser
ignorados, sino que por el contrario, deben ser tenidos en cuenta durante cada etapa
procesal a través de la fijación de mecanismos que le permitan mantenerse informada,
actuar y, si es el caso, oponerse a las decisiones cuando lo considere adecuado e
36
Así, la sentencia C-209 de 2007 (M.P . Manuel José Cepeda Espinosa) sostiene: “ En esencia, el Fiscal es el titular de la
acción penal. Al ejercer dicha acción no sólo representa los intereses del Estado sino también promueve los intereses de
las víctimas”. Véase también la sentencia C-873 de 2003 (M.P . Manuel José Cepeda Espinosa) en la que la Corte señala
las funciones que tiene el fiscal respecto de las víctimas.
37
De hecho, las disposiciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en materia de los derechos de las
víctimas (a la verdad, a la justicia y a la reparación) hacen parte del bloque de constitucionalidad. Véanse, por ejemplo, las
sentencias T-272 de 1994, C-228 de 2002, C-004 de 2003, T-786 de 2003. Véase también: González Navarro, Antonio
Luis. Sistema de juzgamiento penal acusatorio. Bogotá: Leyer. 2005, pp. 1126-1134.
47
impugnarlas38. Estas dos consideraciones permiten apreciar la tensión que se da entre los
derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas y el fin último del
derecho penal: garantizar la seguridad y la convivencia social y, por tanto, proteger los
bienes jurídicos de las agresiones más graves, teniendo en cuenta al mismo tiempo que la
39
pena tiene principalmente un fin preventivo , de modo que se debe propender por un
derecho penal mínimo.
Así, se hace patente la necesidad de llevar a cabo constantemente una ponderación entre
estas dos directrices o principios. A este respecto, un examen de las disposiciones que
hacen referencia a estos aspectos permite sostener que el legislador ha tenido como
propósito, precisamente, establecer una posición intermedia o de balance, que permita
garantizar de un lado, que no se desnaturalice el concepto de “derecho penal mínimo” y de
otro, que esto no implique un menoscabo de los derechos de los sujetos pasivos de los
delitos penales.
38
Véase la sentencia C-209 de 2007.
39
Ley 599 de 2000 (Arts. 3-4). Véanse, asimismo, las sentencias C-565/93, C-026/95, C-261/96, C-430/96, C-144/97, C-
647/01.
48
De forma general, la posición de la Corte puede ser planteada en los siguientes términos:
del hecho de que todo el proceso penal debe ser garantista de los derechos de la víctima, no
se sigue que toda decisión deba ser tomada a favor de la víctima. Lo que se sigue de esto, es
que las decisiones deben ser tomadas tras realizar una ponderación entre los derechos de la
víctima y los intereses del Estado que puedan estar en juego (necesidad de la pena,
protección de un bien jurídico mayor, etc.). Así, la Corte ha considerado que la protección
de los derechos de la víctima no puede implicar la desprotección de los derechos del
imputado, acusado o sentenciado. Por eso, al tiempo que establece que la víctima es un
40
interviniente especial que debe estar provisto de mecanismos que le permitan ejercer
41
directamente sus derechos , establece también –a fin de preservar el principio de
igualdad 42 y, de ese modo, proteger el derecho del procesado a un juicio justo y de carácter
adversativo- que no puede ser parte del proceso penal. Por tanto, en la etapa anterior al
juicio oral y al término de este, la víctima tiene un ámbito suficiente de participación y
actuación garantizado constitucionalmente mientras que en la etapa del juicio oral no. De
43
esa manera se preserva la naturaleza adversativa del proceso penal .
40
Sentencia C-454 de 2006.
41
De manera que debe poder participar realmente en el debate probatorio, debe poder impugnar las decisiones
importantes, debe ser escuchada y, en general, debe poder hacer vales sus intereses –no sólo económicos- dentro del
proceso penal. Así, la Corte condicionó la exequibilidad del artículo 289 al entendido de que la víctima también puede
estar presente en la audiencia de formulación de imputación, y del artículo 339 en el entendido que la víctima también
puede intervenir en la audiencia de formulación de acusación para efectuar observaciones al escrito de acusación o
manifestarse sobre las posibles causales de incompetencia, recusaciones, impedimentos o nulidades (Sentencia C-209 de
2007).
42
Sampedro Arrubla, Camilo. “Sujetos procesales dentro del proceso penal colombiano”. Acto Legislativo 03 de 2002.
En: Derecho penal y sistema acusatorio en Iberoamérica. Bogotá: Universidad Externado. 2003, p. 344.
43
Véanse las sentencias C-343 de 2007, C-209 de 2007.
44
Véase la sentencia C-209 de 2007.
49
oportunidad si choca con dicho interés 45, de modo que debe darse una ponderación entre
estos intereses.
Sin duda, las disposiciones generales que orientan todo el ordenamiento son aplicables a los
preacuerdos y negociaciones, de modo que la víctima no desaparece de ellos de forma
absoluta. Pero no es menos cierto que los mecanismos que posee para controlar, oponerse
o, al menos, estar presente en estas negociaciones no son tan claros como los de otras
disposiciones. Por tanto, en este aspecto, la víctima puede verse en una posición
desfavorable que puede derivar directamente en la afectación de sus derechos y en el
desconocimiento de sus intereses.
A este respecto, la Corte Constitucional ha determinado que debe entenderse que la víctima
puede intervenir en la celebración de los preacuerdos y negociaciones entre la fiscalía y el
imputado, y que puede ser oída por el juez que debe aprobar dichos acuerdos. Así, el juez, a
la hora de considerar su aprobación, debe examinar si el acuerdo desconoce o preserva
45
Ibídem.
50
garantías tanto del procesado como de la víctima, de modo que su aprobación por parte del
juez no es totalmente obligatoria, sino que queda regulada por dicho criterio 46.
Sin embargo, es razonable sostener que la efectividad de las disposiciones que ordenan
tener en cuenta los intereses de la víctima pueden resultar dependiendo más de la lealtad o
rectitud con la que actúen las partes procesales que de la fuerza impositiva de las normas
penales. De modo que la garantía de los derechos de la víctima puede resultar afectada por
la discrecionalidad de la fiscalía en la medida que dependería de qué tanto los funcionarios
públicos han interiorizado las directrices hermenéuticas establecidas por la Corte
Constitucional. Así, algunas víctimas podrían verse en situaciones en las que el fiscal
estaría dispuesto a prestar toda la colaboración, a tener en cuenta sus intereses y, en
consecuencia, a hacer una aplicación constitucionalmente consecuente de los principios que
la protegen; mientras que otras podrían verse en situaciones en las que el fiscal estaría
dispuesto a dar mayor prevalencia a los intereses del Estado o excusarse detrás de esto para
simplemente dar por terminado el proceso rápidamente y en las que, por ende, sus derechos
estarían en un segundo plano.
materializar todos los derechos que legalmente tiene. Los fiscales son reacios a cambiar su
mentalidad y su forma de trabajar, en gran parte debido a que la víctima implica un mayor
compromiso con la justicia y un mayor trabajo y colaboración. “La jurisprudencia que
otorga mayores facultades de participación a la víctima dentro del proceso penal no se
aplica eficientemente en la práctica judicial de nuestro país, en gran parte debido a la falta
de cultura de los jueces y de los fiscales. Tanto a unos como a otros les falta ser más
proactivos y dar más información a la víctima acerca de los derechos que esta tiene, pues
muchas veces los fiscales no otorgan derecho alguno, y los jueces al no indagar y
preocuparse por esto dejan desprotegidas a las víctimas, quien muchas veces por razones
47
sociales y económicas no tiene conocimiento alguno de sus prerrogativas” .
Los fiscales no pueden seguir viendo a la víctima como un estorbo, sino como una
herramienta de ayuda. En el momento en el que se cambie esta concepción, los derechos de
las víctimas se van a ver mucho más materializados. Como mencionaba el fiscal xxxx, el
fiscal debe verse a si mismo como el abogado de la víctima, necesitando entablar un
contacto directo y eficiente con esta a lo largo del proceso, pues es finalmente la víctima la
que puede ayudar a establecer la responsabilidad penal y ayudar desentrañar las pruebas
pertinentes. Un diálogo y una relación más estrecha entre estas partes no obstaculizarán al
fiscal, tal y como muchos de ellos creen, por el contrario, le ayudará a realizar su trabajo de
una manera más completa y eficiente.
Es importante que nos demos cuenta de la importancia que tiene la víctima para la recta
impartición de justicia en nuestro país. La justicia no puede estar enfocada únicamente en el
autor del delito y en la pena, pues esta concepción aleja a la víctima del proceso y la relega
a un segundo escenario. Si los fiscales y los jueces creen que el proceso debe estar dirigido
únicamente a imponer una pena o una absolución, dejan de lado a la víctima que ha sufrido
muchas veces un daño moral y económico que debe ser resarcido. Sin embargo, este
47
Entrevista realizada el 27 de Mayo de 2008 a Francia Crioyo - Fiscal Seccional - Florencia Caquetá –
52
6. Bibliografía
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England. En: Widener Law Review, Vol. 14, 2008.. Disponible en:
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54
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