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6.

DERECHOS HUMANOS
Aunque hablar de derechos humanos pareciera ser un tema de rotunda actualidad
y reciente surgimiento, lo cierto es que el desarrollo de tales conceptos comienza con el
pensamiento griego y romano, con la idea del derecho natural de Tomás de Aquino.
Con el trascurrir de los siglos, puntualmente con la Ilustración, se desarrollaron
ideas sobre el origen del derecho natural en la razón, teniendo a la persona como ser
individual que posee ciertas prerrogativas, que le son inherentes por el solo hecho de
existir.
A partir de la Revolución francesa, su lucha y postulados, se cristalizó la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, i en cuyo texto se plasmaban
los derechos de libertad e igualdad, naturales e imprescriptibles, y se afirmaba el principio
de soberanía popular. A partir de este documento escrito de 1789, inspirado en la
Declaración de independencia de Estados Unidos de 1776, comienza una nueva etapa
que pondría punto final al pensamiento filosófico imperante.
En esta era del constitucionalismo liberal —cuando nació la necesidad de las
personas de tener sus constituciones escritas— se consagraron los derechos individuales
de mayor importancia, como la libertad y la propiedad individual, es decir, frente al
reclamo popular por una cristalización de derechos para todo, varios fueron reconocidos y
otorgados, pero el Estado no asumió ninguna obligación o responsabilidad de
garantizarlos.
Así, comenzaron a surgir regímenes totalitarios que vulneraron significativamente
los derechos humanos, llegando a situaciones críticas y caóticas como la Primera y
Segunda Guerra Mundial, cuyos resultados devastadores obligaron a cambiar
radicalmente la postura del Estado, planteándose la necesidad de una protección
internacional de los derechos humanos. Entonces se pasó de un Estado de “dejar hacer-
dejar pasar” a un Estado de bienestar, garantizador de ciertos derechos mínimos de las
personas.
El 24 de octubre de 1945 representantes de 50 países se reunieron en San
Francisco y redactaron la carta de Naciones Unidas que diera origen a la Organización de
las Naciones Unidas (ONU), con el propósito de preservar a las generaciones futuras del
fantasma de las recientes guerras, reafirmar los derechos personales de los hombres y
promover el progreso social.
Del seno de este organismo internacional, que no fue el primero sino que tuvo
como base a la extinta Sociedad de las Naciones, cuyo origen data luego de la firma del
Tratado de Versalles en 1919 y con el fin de promover y garantizar la paz mundial, así
como también la reorganización y restablecimiento de las relaciones internacionales, se
aprobaron los textos de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), la
Declaración de los Derechos del Niño (1959), ii la Declaración sobre la eliminación de la
discriminación contra la mujer (1967), iii el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966) y
su Protocolo Facultativo,iv entre otros.

Los derechos humanos pueden definirse como prerrogativas inherentes a las


personas (seres humanos), que les son propios por el solo hecho de existir, sin distinción
de ningún tipo, llámese nacionalidad, sexo, religión, o raza.
Poseen ciertas características que los tornan especiales, a saber:
a) Innatos: los seres humanos tienen derecho a ellos aún antes de nacer;
b) Inalienables: no pueden transferirse a otro titular ni enajenarse, ni aun siendo
esta su voluntad;
c) Imprescriptibles: no se adquieren ni se pierden por el transcurso del tiempo;
d) Universales: todos los derechos humanos pertenecen a las personas desde el
inicio de los tiempos, sin importar razas ni nacionalidades; esto se desprende de la
premisa de considerar que todos somos iguales por naturaleza;
e) Irrenunciables: las personas no pueden renunciar a ellos, por ser inherentes a la
propia personalidad.

A su vez, pueden ser clasificados:


1) Según el sujeto, pueden distinguirse en:
a) Individuales (ejemplos: libertad, igualdad, propiedad);
b) Sociales (ejemplos: huelga, aguinaldo).

2) Según la temática, pueden diferenciarse en:


a) Civiles (ejemplos: propiedad, honor, libertad)
b) Políticos (ejemplo: votar)
c) Culturales (ejemplos: educación primaria y secundaria obligatoria)
d) Sociales (ejemplos: salud física y mental)
e) Económicos (ejemplo: aguinaldo)

3) Según el momento de su aparición en el tiempo:


a) Derechos de primera generación: son aquellos nacidos bajo la órbita del
constitucionalismo liberal o clásico, llamados civiles o políticos: como el de propiedad,
libertad, honor, igualdad, seguridad jurídica;
b) Derechos de segunda generación: son producto del constitucionalismo social,
identificados como los derechos humanos económicos, sociales y culturales;
c) Derechos de tercera generación: originados por el surgimiento del
constitucionalismo moderno, que sucedió al social, y rescató de su antecesores las
mejores características, pueden también llamarse derecho de los pueblos y tienen como
rasgo singular que no solo están dirigidos al presente en el que son ejercidos, sino para la
posteridad. Ellos son, a título de ejemplo, el derecho a la libre determinación de los
pueblos, al medio ambiente sano, etc.

6.1. Los derechos humanos y la reforma de 1994


Una de las principales incorporaciones a la Constitución nacional en la reforma del
año 1994 fue la introducción de un nuevo capítulo denominado Nuevos derechos y
garantías (arts. 36 a 43), entre los cuales se destacan el derecho al medio ambiente sano
o protección del mismo, iniciativa popular, derecho del consumidor y libre determinación
de los pueblos. Asimismo, se incorporan las garantías de amparo, habeas corpus y
habeas data.
Por ello, es relevante mencionar los siguientes artículos de nuestra Carta
Magna:

Art. 37: Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al
principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es
universal, igual, secreto y obligatorio. La igualdad real de oportunidades entre varones y
mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en
la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.
Art. 38: Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su
creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la
que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las
minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el
acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. El Estado contribuye al
sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los
partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio.
Art. 39: Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley en la
Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de
doce meses. El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros
de cada Cámara, sancionará una ley reglamentaria que no podrá exigir más del tres por ciento
del padrón electoral nacional, dentro del cual deberá contemplar una adecuada distribución
territorial para suscribir la iniciativa. No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos
a reforma constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal.
Art. 40: El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a consulta popular
un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El voto afirmativo del proyecto
por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su promulgación será automática. El Congreso
o el presidente de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán convocar a
consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será obligatorio. El Congreso, con el
voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, reglamentará las
materias, procedimientos y oportunidad de la consulta popular.
Art. 41: Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el
desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes
sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño
ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.
Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los
recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad
biológica, y a la información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las
normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las
necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales. Se
prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los
radiactivos.
Art. 42: Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de
consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información
adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las
autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la
defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los
monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la
constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios. La legislación establecerá
procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los marcos regulatorios
de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de
control.
Art. 43: Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de
particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución,
un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en
que se funde el acto u omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el
afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas
conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización. Toda persona
podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su
finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a
proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación,
confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de
información periodística. Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera
la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o
en el de desaparición forzada de personas, la acción de habeas corpus podrá ser interpuesta
por el afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la
vigencia del estado de sitio.

Por otro lado, el art. 75 sostiene que es atribución del Congreso de la Nación:

[...] 22) Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las
organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y
concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de
Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la
Sanción del Delito de Genocidio; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de
su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de
esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa
aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara.
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de
cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.

Con la modificación de este artículo, precisamente en el inciso de referencia, se


puso punto final a la negación por parte de la Corte Suprema al reconocimiento del valor
superior que tenían ciertos tratados y pactos sobre derechos humanos con respecto a las
leyes de orden interno, más aún, otorgándoles la misma jerarquía que nuestra Carta
Magna a los enumerados en el párrafo segundo y estableciendo además, en la última
parte del inciso, el mecanismo requerido para otorgar tal jerarquía a nuevos tratados de la
materia.
i
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (26 de agosto de 1789): 1. Los representantes del pueblo
francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los
derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han
resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de
que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus
derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada
instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los
ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del
mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los
siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo 1.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden
fundarse en la utilidad común.
Artículo 2.- La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Artículo 3.- El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo, ningún individuo, pueden
ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.
Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los
derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la
sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites sólo pueden ser determinados por la ley.
Artículo 5.- La ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté prohibido por
la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo que ésta no ordene.
Artículo 6.- La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su
elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o
que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad,
cargo o empleo públicos, según sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
Artículo 7.- Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos determinados por la ley
y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes
arbitrarias deberán ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer
de inmediato; es culpable si opone resistencia.
Artículo 8.- La ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en
virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.
Artículo 9.- Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga indispensable
detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.
Artículo 10.- Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación
no perturbe el orden público establecido por la ley.
Artículo 11.- La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre;
en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder del abuso de
esta libertad en los casos determinados por la ley.
Artículo 12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública; por lo tanto, esta
fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha sido
encomendada.
Artículo 13.- Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, resulta indispensable una
contribución común; ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.
Artículo 14.- Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la
necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su
base, su recaudación y su duración.
Artículo 15.- La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente público.
Artículo 16.- Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni determinada la separación de
los poderes, carece de Constitución.
Artículo 17.- Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella, salvo cuando la
necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a condición de una justa y previa
indemnización.
ii
Ratificada por Argentina mediante la Ley 23849 de 1990.
iii
Ratificada por Argentina por Ley 23179 de 1985.
iv
Ratificados por Argentina por Ley 23313 de 1986.

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