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Cristina Iglesia

compiladora

El ajuar de la patria
Ensayos críticos sobre Juana Manuela Gorriti

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Diagramación de tapa:
Rubén y Marina Naranjo

Prólogo

El siglo XIX nos apasiona por la distancia y cercanía de sus


enigmas. Quienes estamos en el sur de América convivimos con
su iconografía, con su arquitectura, con sus leyendas, con sus
antinomias no resueltas. Sabemos que todo eso que se mezcla en
el presente es, al mismo tiempo, nuestro pasado.
Esa historia de batallas contra los españoles, de enfrentamien-
tos entre criollos, de exterminio del indio, de represión e incorpo-
ración del inmigrante es tan nuestra como los símbolos de la
modernidad precaria enarbolados sobre las sombras de estos
combates. Heredamos una imagen ensangrentada del pasado.
© 1993 La imagen apuntala la idea de que estas luchas son, quién puede
dudarlo, sólo una cuestión de hombres. Como también lo es la
C.C. 402 representación simbólica o testimonial de esta experiencia en la
1000 Buenos Aires, Argentina escritura.
I.S.B.N. 987–99025–3–X Al mirar hacia atrás, las mujeres quedan al borde de la escena,
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 fuera del campo de batalla, entregando sus joyas para que se
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina conviertan en espadas o reuniendo trozos de tela para transfor-

Prólogo 5

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conversaciones del salón, o en lo que habían leído -muchas veces
a escondidas- en los libros que el azar les ponía cerca.
En el siglo XIX, pero en el extremo opuesto, Santiago Estrada
utiliza, para describir a su compatriota escritora, una frase excep-
cional en su sencillez, que más que expresar una opinión, parece
confesar una sorpresa. Dice, simplemente: “Juana Manuela Go-
rriti lo ha contemplado todo” (TN, viii).
La síntesis de Estrada remite a la abrumadora diversidad de
lugares, personajes, coyunturas históricas y políticas que atravie-
san la vida de la escritora; diversidad que se convertirá en el
núcleo productivo de una literatura que incorpora los materiales
recogidos a lo largo del camino del exilio.

Combates domésticos
La literatura de Gorriti dramatiza en forma exasperada la
Legados de guerra relación de las mujeres (y de la mujer escritora) con el ámbito del
hogar. En un siglo signado por las guerras de la independencia
primero, las civiles más tarde y los enfrentamientos con países
LilianaZuccotti limítrofes, la casa, más que un espacio opresor, se constituye en
el no-lugar simbólico de un mundo destrozado desde el que se
expande y multiplica la muerte.
Virginia Woolf tituló “Un cuarto propio” una conferencia cuyo El escenario de la guerra se yuxtapone al espacio doméstico,
tema debió ser, originariamente, “las mujeres y la novela”. De este hasta invadirlo, y esboza un diccionario y una lógica común a
modo, puso en evidencia una cuestión clave: la relación entre las ambos. El vocabulario que describe los vínculos familiares se
condiciones materiales y la posibilidad que una mujer tenía, a utiliza también para explicar los conflictos políticos, en tanto la
comienzos del siglo XX, de escribir con autonomía sobre su propio guerra provee su arsenal de palabras para la narración de los
mundo. Virginia Woolf señaló también que sus antecesoras, las conflictos familiares. “El pozo del Yocci”, por ejemplo, -un relato
escritoras inglesas del siglo XIX, sufrieron la ausencia de una que en 1876 se publica en Panoramas de la vida- se prologa con
tradición contra y a partir de la cual recortarse, la falta de apoyo una dedicatoria en que los términos “traición” y “sangre” irrumpen
para cualquier tarea intelectual que emprendieran y la limitación para aludir a una amistad rota. Con las palabras “divorcio” o
de sus propias experiencias vitales. “encadenamiento”, en cambio, se describirá, al comienzo del
Un cuarto propio contribuyó a fijar una imagen de estas relato, el quiebre entre el mundo español, monárquico y el ame-
escritoras decimonónicas: mujeres victorianas, instaladas en la ricano, republicano. El primer párrafo se cierra con una equivalen-
sala común de la casa, que intentaban imaginar el mundo a través cia significativa que prolifera en las tramas de toda la literatura de
de los recortes que imponían los marcos de puertas o ventanas, Gorriti: “en el seno de las familias ardía la misma discordia que en
escribiendo, con cierto pudor, entre infinidad de interrupciones, los campos de batalla” (“El pozo del Yocci”, PV, 350).
historias inspiradas en lo que habían alcanzado a escuchar de las Esta equivalencia desdibuja por momentos una confrontación,

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no siempre explícita, no siempre desplegada, entre el espacio auxilian a los heridos y sepultan a los muertos de uno y otro
doméstico y el de la patria. La guerra disloca y problematiza la bando.1
intención patriótica de querer leer una continuidad entre la casa Este punto de vista desde el que se cuenta la guerra marca de
paterna y sus hombres, la patria y sus héroes. Las tramas tal modo la historia patria que ésta se periodiza según los diferen-
muestran cómo, mientras se construye la patria, se destruye el tes tipos de enfrentamientos familiares: el de los hijos contra los
ámbito postulado como “natural” de las mujeres, quienes final- padres, primero, en las guerras de la independencia; el de
mente deben lanzarse a las retaguardias de los ejércitos o al exilio. hermanos contra hermanos más tarde, durante los enfrentamientos
Los relatos -que se extienden cuando se trata de narrar la civiles. Así descripta, la historia coloca a las mujeres en una
heroicidad del general Gorriti, Güemes o Puch- se hacen sintéti- situación contradictoria que desencadena un tipo más complejo
cos y cautelosos, en cambio, cuando se trata de desplegar los de conflicto.
pormenores del itinerario que deberán inaugurar las mujeres. Un Los personajes femeninos quedan atrapados en el centro de
microrrelato que se reitera, por ejemplo, pero sobre el que nunca tramas argumentales que asimilan con dificultad la dinámica de la
se avanza, resume de modo ambiguo un destino posible de las guerra. Obligadas a optar entre los padres y los hermanos, un
mujeres en la escena del combate: la violación. hermano u otro, el marido o el hijo en el interior mismo de la familia,
“...Eran los godos, que se alejaban murmurando con rencor o forzadas a elegir entre el amante y la familia, o entre la justicia
el judica me Deus, mientras obcecados por una culpable y el amor filial, sus decisiones nunca son unívocas y no pueden
ceguedad arrastraban á sus hijas, coros de hermosas vírgenes apoyarse con certeza en ningún código moral o ético.
hácia aquella gente non sancta, entre las cuales tantas fueron La guerra desplaza el lenguaje amoroso y lo sustituye con una
profanadas” (“El pozo del Yocci”, PV, 352). profusa circulación de maldiciones entre padres e hijos; destruye
el patrimonio familiar dejando en su lugar hijos sin nombre y sin
“...sabido era que aquel malvado arrastraba consigo, fortuna; confunde todos los lazos de amor y sangre. El relato de
estenuadas, moribundas de fatiga, de miedo y de vergüenza, la patria se hilvana entonces dificultosamente con el relato de
una falange de hermosas vírgenes, arrebatadas de sus hoga- familia y mezcla en forma ambigua el elogio con el reproche, el
res, de entre los brazos de sus madres, y hasta del recinto orgullo por los antepasados patricios con la certeza de la pérdida
sagrado del cláustro” (“Peregrinaciones...”, PV, 121). de un lugar social reconocido.
Los personajes masculinos adquieren gloria en la medida en
La eficacia narrativa reside, justamente, en administrar una que anteponen el deber militar a todo y están dispuestos a
imagen fuerte y casi en clave a diversos relatos. Esta imagen arriesgar no sólo su fortuna, sino la vida de sus hijos; los femeni-
reiterada quiebra la significación del campo de batalla como sitio nos en cambio colocarán el amor a los hijos en primer término.
heroico, al narrar otro tipo de violencia, no asimilable al enfrenta- La confrontación de una lógica masculina con una femenina en
miento “patriotas” / “enemigos”. estos relatos se condensa en el diálogo que esposa y marido
Los pormenores del combate, las alternativas por las que se cruzan en “El guante negro”: “- Soy un juez, he condenado a un
gana o pierde una batalla, que ocupan un lugar considerable en criminal, y yo mismo ejecutaré la sentencia”, dice el marido
libros contemporáneos, no aparecen nunca en estos textos. La refiriéndose a su hijo; “yo quiero que mi hijo viva, aunque sea sobre
guerra o se desplaza hacia las casas, para mostrar cómo afecta las ruinas del mundo” responde su esposa (“El guante negro”, SR,
de distintos modos la cotidianeidad, o se describe en sus conse- I, 116, 117).
cuencias: mujeres que atraviesan espectáculos horrorosos,

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Via crucis familiares El triunfo definitivo de los americanos sobre los españoles
La manifestación del sufrimiento personal y familiar se hace contrasta con la derrota personal de la familia Gorriti. La guerra
breve, e intenta eludir las connotaciones de mezquindad en que logra una patria inhabitable de la que los defensores terminan
lo colocaría el desinterés propio del relato de lo heroico. exiliándose; mientras sus madres, esposas, hermanas e hijas se
Aunque escueto, el relato “íntimo” no pierde eficacia; la reite- ven doblemente despojadas: de sus países y de sus hogares. Sin
ración asegura que se fije una imagen de Gorriti y su familia que embargo, la queja se silencia en boca de los personajes mascu-
circula dentro y fuera de sus textos. Por eso, Torres Caicedo linos; sus frases lo resignan todo, la familia y la propia vida.
puede decir en 1863: “que la hermosa escritora ha sufrido, no hay El testamento oral que Güemes deja al morir al general Gorriti
quien lo ignore en las orillas del Plata ni en las riberas del privilegia el mandato sobre la lucha, aunque adivina el desenlace
Pacífico”.2 fatal que tendrá la vida de su esposa. El carácter heroico de su
La escritura del recuerdo aparece en el cuento “Güemes” como palabra consiste precisamente en jerarquizar como centro de
un modo de compensar el silencio de las tumbas familiares. La preocupación el destino de la independencia y el ejército y no la
narradora, que escribe desde el sitio en que todos sus muertos muerte previsible de Carmen: “Tengo, además que recomendaros
callan, construye simbólicamente un “asilo” que le permite refu- la patria, mis soldados, mis hijos, mi Carmen..., ¡Oh! ella vendrá
giarse en el pasado, olvidando “las infamias, los crímenes, y la conmigo, porque no querrá habitar sin mí la tierra; y morirá de mi
cobardía del presente”. muerte, como ha vivido de mi vida ¡Pero mis gauchos, esos
El relato produce memoria y, simultáneamente, posibilita el valientes soldados cuya adhesión por mí llega á la idolatría!”
olvido; narra la heroicidad de la infancia de la patria, y hace lugar (“Carmen Puch”, SR, II, 264).
al relato de la destrucción familiar y el sufrimiento personal. La muerte que Carmen elige, al echarse a morir en el rincón
Rememora los hechos históricos que protagonizaron Martín más oscuro de su habitación, la connota como una gran mujer
Güemes o Carmen Puch y destaca en ellos su parentezco con justamente porque -ella también- antepone su decisión de morir al
estos personajes. dolor que sienten su padre, sus hermanos, sus hijos y sus amigos.
En “Güemes” y “Carmen Puch”, la casa silenciosa y vacía de La valentía, sin embargo, que resuena en el cuento como acata-
Gorriti resuena -a la llegada de su padre y de Güemes- con las miento a un mandato póstumo, cubre a Carmen de una gloria a
voces de los héroes y los pasos de los ejércitos. La historia medias, que la voz de Güemes le expropia al subordinarla a la
gozosamente invade la casa y la cotidianeidad se transforma al suya.
punto que escande la vida familiar, haciendo por ejemplo que la El llanto con que la niña Gorriti presagia la muerte de Güemes
niña se despierte “al son de los clarines que tocaban diana” jerarquiza una escena en que la historia personal queda ligada
(“Carmen Puch”, SR, II, 257). Pero si el triunfo ante los españoles indefectiblemente a la historia patria: la irrupción de Güemes en el
asegura la independencia, paradójicamente la casa paterna que- espacio alegre de la niñez cierra definitivamente la única etapa
dará con el correr del tiempo en manos de un propietario español: feliz que puede contarse en la vida de la escritora.
“Estas palabras y el acento de aquel hombre me revelaron un La prolijidad con que la narradora se detiene a reconstruir
español. Era el actual propietario del país. [...] Mi casa, había dicho incidentes autobiográficos en los cuentos históricos “Güemes” y
él, señalando aquélla donde se meció mi cuna. Creí verme de “Carmen Puch” contrasta con la escasez de narraciones
nuevo desheredada, y me pareció que los muros de esa morada autobiográficas en el diario Lo íntimo. Es probable que Gorriti haya
me rechazaban diciéndome: ‘¡Extranjera vete! no te conocemos” escrito sus memorias3 durante muchos años y permanentemente
(“Gubi Amaya”, SR, I,134). las haya ido saqueando, impulsada por la necesidad de publicar

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relatos más breves en Lima, Bolivia o Buenos Aires. Como la dríamos pensar que la bendición es, en los relatos de Gorriti, una
vajilla familiar que sus padres fueron vendiendo pieza a pieza impronta característica del lenguaje femenino. Las mujeres ha-
en el transcurso del exilio, la memoria propia se iría vaciando blan para engrandecer, consagrar o interceder en medio de un
entonces, desmigajada en historias que van fijando una memoria “vocabulario de crueldades y de impiedad” (“La hija del
patria. mazorquero”, SR, I, 253), de maldiciones y blasfemias, que
Al contrario de lo que hacen los escritores públicos y en un caracteriza la época. Se trata entonces de lograr que la palabra se
gesto semejante al de Juana Manso o Mariquita Sánchez, Gorriti empeñe en reestablecer la armonía perdida y en recomponer lo
revierte una de las consecuencias posibles de la escritura de la que las armas y la política destruyen.
historia, su uso político. La comprensión y la verdad del pasado no Gorriti intenta la construcción de un continuo coherente en que
quieren utilizarse para intervenir en las facciones que las contien- la casa paterna, la tierra natal (Salta), la “patria chica” (Argentina)
das políticas contemporáneas le ofrecen, sino para subrayar de y la “patria grande” (América) puedan leerse como un todo sin
qué manera guerras y política la han despojado del espacio conflictos. Pero simultáneamente da cuenta de cómo la figura de
doméstico que hubiera debido pertenecerle. En este sentido, la la guerra interfiere permanentemente en esta serie. Ella misma no
convocatoria a la paz que abunda en los textos de estas escritoras puede acallar su rencor en La tierra natal y con cierto escándalo
es algo más que un dócil ejercicio de humanitarismo. Es una ve la indiferencia con que sus parientes se desentienden de
fórmula (también política) que denuncia la precariedad en que las antiguos enfrentamientos entre familias: “Sus padres, en una
guerras y las luchas civiles dejan a las mujeres, quienes, al perder santa concordia, habían olvidado aquel funesto pasado que ellos
el ámbito doméstico, pierden el único sitio en el que legítimamente ignoraban, quizás, en tanto yo hasta esa hora lo recordaba con
ejercen un rol social reconocido. culpable rencor...” (TN, 60, énfasis mío).
Dos movimientos complementarios podrán leerse, entonces,
en la literatura de Gorriti: uno por el que la memoria “se vacía” para Rejas rotas
centrarse en los hechos históricos; otro que trabaja los hechos Los relatos autobiográficos de Gorriti multiplican la imagen de
históricos como matriz explicativa de los episodios personales. una casa paterna destruida, abandonada compulsivamente en el
En el cuento de “Carmen Puch” la narración se interrumpe en doloroso camino del exilio. Exhiben el duelo de una narradora que
dos oportunidades. La primera, para aclarar que si se refieren los regresa siempre al mismo sitio, el castillo de Miraflores en Salta,
hostigamientos que sufrió Güemes no es para reavivar odios de para aferrarse a unas pocas ruinas y reconstruir desde allí, una y
partido, sino por un culto a la verdad, “única religión del historiador” otra vez, el hogar perdido de la infancia. Sin embargo, otra serie
y para hacer un llamado a la concordia.4 La segunda, para explicar de relatos opera en sentido diferente: nos coloca frente a protago-
por qué omite mencionar los nombres de los asesinos de Güemes nistas que intentan transponer los límites de una casa opresora,
que ella sí conoce a través de su padre. “Mi padre prosiguió; pero que fusiona protección y encierro. Dos escenarios se privilegian
la hora en que yo escribo estas líneas es una hora de concordia. en estos últimos: la habitación de la joven virgen y el estudio del
Olvidemos; y digamos como entonces dijo mi madre: ‘Bendita sea padre o del marido.
la voluntad de Dios’” (“Carmen Puch”, SR, II, 264, énfasis mío). La habitación femenina se presenta como el sitio de reclusión
Cuando la narradora silencia la voz del padre y elige (en un en que las muchachas se refugian para soñar o leer novelas con
gesto poco común, ya que la figura de su madre está desdibujada total libertad. Allí juegan con las imágenes o experiencias que
en estos textos) reiterar la bendición materna, está reivindicando provee la literatura, evocan recuerdos, ensayan transgresiones.
lo que ella recorta permanentemente como un “decir bien”. Po- Dentro de la habitación, las ventanas ofician como una atalaya

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que posibilita el conocimiento del mundo; a través de ellas las mujeres, escuchando lo que éstos conversan, espiando a través
jóvenes se ponen en comunicación con sus amantes, intercambian de las cerraduras, frustran, a costa de sus propias vidas, los
cartas y promesas o reciben a escondidas a esposos clandesti- asesinatos que traman contra el hijo y el unitario inocente. Estas
nos. dos habitaciones se comunican por un juego de vigilancia recípro-
Pero se trata, casi siempre, de ventanas enrejadas. Las rejas, ca. Espiando las habitaciones masculinas, las mujeres logran una
en los cuentos, resumen la dinámica del erotismo: muestran acción eficaz (aunque fatal) en el ámbito público; los hombres, en
mientras ocultan, limitan -aunque no impiden- el contacto físico; cambio, intentan aprehender una intimidad que se les escapa y
permiten la narración de la escena amorosa, sin admitir dudas acceder a un secreto que se escabulle: “fué necesario que
acerca de la honra de las damas. La niña virgen se cruza volviese á la vida para dar mi mano á otro, cuyo ojo vigilante espía
confusamente con la mujer seductora en una literatura sugestiva mis lágrimas, cuenta mis suspiros, y después de hacerse dueño
que, a pesar de todo, no puede nunca ser tachada de inmoral. de mi ser material, pretende escabar el santuario de mis recuer-
Sustraerse al encierro, eludir las rejas, en cambio, da lugar a dos, donde se ha refugiado con tu imagen mi alma que es toda
relatos en que un desenlace previsible es la muerte o la locura. tuya” (“La quena”, SR, I, 66).
En “La novia del muerto”, la reja limada y vuelta a poner La casa en ruinas de la narradora se cruza muchas veces en
simuladamente en su lugar con cera, da entrada a la habitación de los cuentos, con la casa opresora que deben dejar atrás sus
una joven que se ha casado a escondidas con un enemigo de su personajes. El abandono, la expulsión o la huida son desenlaces
padre. En “Peregrinaciones de una alma triste”, Laura provee a la fatales que dejan a las protagonistas en el camino o la frontera,
cautiva paraguaya de una llave, una lima y dinero para que huya sin sitio adonde regresar. En todo caso, lo que constantemente
del oficial brasilero que la mantiene atrapada en la habitación de muestran los relatos de Gorriti es la imposibilidad de mantener una
una casa rodeada por completo de verjas. En “El lucero del casa “blindada” al mundo externo: la guerra, la revolución, la
manantial”, María recibe noche a noche al amante que trepa por política por un lado; las llaves, los escondrijos, las entradas
la ventana. La reja transpuesta da lugar a un relato que, aunque disimuladas por el otro, la transforman en un lugar permeable que
despliega la escena amorosa, la vuelve fugaz y confusa. Los puede refugiar a perseguidos políticos y bandidos, permitir la
amantes penetran en la habitación escudados por la oscuridad y entrada más o menos asidua de los/las amantes o, incluso, tener
la noche y se desvanecen al alba como sombras o fantasmas, (como en “Quien escucha su mal oye”) comunicaciones secretas
dejando a las mujeres abandonadas en la deshonra o la locura. La con un monasterio.
reja rota posibilita la concreción de la escena amorosa, pero al La casa guarda en sí misma la posibilidad de la aventura, se
mismo tiempo la vuelve violenta o trágica. vuelve misteriosa y extraña, esconde tesoros fabulosos. Hacia
Las habitaciones de mujeres funcionan como antesalas del ella confluyen el episodio histórico, la intriga política, la aventura
mundo, espacio de mayor libertad dentro de la casa, zona de cruce amorosa, el archivo de biografías. Allí se materializa una memoria
problemático, finalmente, entre un exterior hostil que desampara familiar que el relato de los criados, las nodrizas, los peones o los
y un interior reglado casi siempre por la habitación masculina soldados pondrá en movimiento, divulgará de vecindario en
desde donde se ejerce el control y se impone un orden que afecta vecindario y de ciudad en ciudad, para animar por las noches las
tanto el exterior como el interior de la casa. En “La hija del charlas de los salones, contener la curiosidad de los niños en sus
mashorquero” y “El guante negro”, la habitación del padre y del siestas o pagar alguna prenda en el fogón cuando llegue “la hora
marido son espiadas por la hija o la esposa, quienes presienten de los cuentos”.
que allí se están gestando decisiones de crucial importancia. Las

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haga ameno, es el modo en que los viajeros intercambian expe-
Calor de hogar riencias y crean amistades, vuelve cercana y familiar una geogra-
fía estática que cobra vida al otorgarle el cuento una historia.
“Mis compañeros rabiaban; pero á mi, contentísima, Los relatos recogidos quedan casi siempre doblemente liga-
parecíanme aquellos barquinazos los arrullos de una nodriza; dos al escenario hogareño: porque los marcos en que aparecen
y al polvo lo sentía perfumado como el humo del incienso. están signados siempre por una cotidianeidad familiar y porque lo
“¡Qué! si hasta los arañazos que al paso nos daban los que suelen hacer de un modo u otro es reproducir historias de
churquis, y que á los otros arrancaban maldiciones, á mi me familias.
hacían reir como una bendita, porque me parecían caricias de Las historias se van armando de posta en posta, de tren en
los bosques, de aquellos bosques amigos que me recordaban barco, de barco en carruaje. Un niño rubio queda solo después de
á mi amor”. (J.M.G.,TN, 33, 34). la invasión de un malón y es adoptado por una puestera en
Tucumán; una madre busca desesperada a su hijo en la ciudad de
La inmovilidad, el enmudecimiento y la insensibilidad en que Corrientes; una narradora escucha y dibuja el mapa que va a
Carmen se sumerge hasta morir (en el cuento “Carmen Puch”) reunirlos. Años más tarde ella misma tropieza con la imagen de la
contrastan con la peregrinación, la escritura y el dolor permanente puestera, la madre y el niño paseando felices por la ciudad de
de la narradora Gorriti, en un contrapunto que abre otro destino Buenos Aires. Sólo la escucha atenta de una viajera podría reunir
posible para las mujeres en medio de la guerra. esas tres historias al reconocer los nudos de una trama.
La escritora arma una estampa de sí misma que la congela El camino se torna una gran casa abierta, el hilo conductor que
como una viajera sin casa, una madre sola, un “alma triste”. Pero comunica y reúne los restos en que ha estallado el mundo de la
si la poetización nostálgica del pasado transita de modo constante escritora a lo largo de las sucesivas guerras.
la queja, abre en cambio a la narradora un mundo que de otro Así, la figura del viaje se constituye en la literatura de Gorriti
modo le hubiese sido irrecusablemente negado. El camino, el como una estructura base, productiva por muchas razones: por-
fogón, la retaguardia, el campo de batalla son las zonas desde las que a partir de ella se despliega la sucesión sin fin de los relatos;
cuales ella genera la ficción al ponerse en contacto con infinidad porque fragmenta la biografía de la escritora, dejándola como
de voces y de historias. narradora privilegiada de su propia historia; y porque, finalmente,
El placer que produce el viaje se confunde con el dolor del es el conocimiento de los distintos campos intelectuales (el de
destierro; la fatalidad del destino se sobreimprime a la elección. El Lima, Bolivia o Buenos Aires) el que Gorriti aprovecha para colo-
relato de viaje funciona como andamio sobre el que se monta un carse en un lugar central del movimiento literario latinoamericano.
mosaico de narraciones heterogéneas.
Los cuentos -muchísimas veces enmarcados- se filian denun- Notas
ciando su origen. Gorriti aparece sonsacando una experiencia al 1“En todos estos pasados días he tenido presente á mis
viajero, un secreto al extranjero misterioso, un “caso” al médico. El amigas de Lima, pensando en la zozobra de ellas, durante el
fogón tiene su hora y su dinámica. La posta, la sala de espera, el combate de trece horas, en que millones de balas de todos
salón tienen la suya. La narradora crea siempre una atmósfera de calibres se habrán cruzado, y por supuesto, muchas caido sobre
“calor de hogar” que rodea a los relatos, ubicándolos en una las casas, y á las pobres madres á quienes les habrá costado
escena familiar que -aún al borde del camino- los señala como infinito, impedir que sus niños salieran a las azoteas, acribilladas
suceso doméstico. El cuento permite que el paso del tiempo se por el fuego de las torres” (LI, 82).

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“Vital suspiró pensando en los desventurados que iba a ver (LI, Buenos Aires, Ramón Espasa, s/f, 159)
y siguió a su tía dando gracias a Dios por haber salvado a su 4“Olvidemos las faltas de nuestros padres; y si las recorda-
esposo. mos, que sea sólo para redimirlas amándonos más, y dándo-
“La ciudad presentaba un espectáculo de desolación imposi- nos en amor lo que ellos se quitaron en odio” (“Carmen Puch”,
ble de describir. Las calles estaban regadas de sangre, las casas SR , II, 257).
abiertas y entregadas al pillaje. Largas hileras de mujeres enluta-
das se dirigían exhalando lamentos a la plaza donde se hallaban Bibliografía
los ensangrentados cadáveres de los suyos” (“La novia del Armstrong, Nancy. Desire and Domestic Fiction. A Political History
muerto”, SR, 249). Un episodio similar puede leerse en “El guante of the Novel. Oxford, Oxford University Press, 1987.
negro”. Auza, Néstor. Periodismo y feminismo en la Argentina. 1830-
2Torres Caicedo, “Prólogo” a Sueños y realidades, tomo I, p. 1930. Buenos Aires, Emecé Editores, 1988.
6, Buenos Aires, La Nación, 1909. La primera edición es de 1865. Homans, Margaret. Bearing the Word. Language and Female
3A juzgar por el modo en que aparecen alusiones a “otros Experience in Nineteenth-Century Women’s Writing. Chicago
pasajes”, esos dos cuentos integrarían un libro más extenso: “He and London, The University of Chicago Press, 1986.
hablado ya en estas memorias del caracter fantástico de mi tía” se Kirkpatrick, Susan. Las románticas. Escritora y subjetividad en
dice en “Güemes”, (SR, II, 243); “He hablado ya en estas memo- España, 1835-1950. Madrid, Ed. Cátedra, 1991.
rias de ese hermoso castillo...” se dice en “Carmen Puch”, SR, II, Rojas, Ricardo. “Las mujeres escritoras” en Historia de la literatura
251. Ninguno de estos dos envíos a otra zona del texto puede argentina. Tomo 3, Buenos Aires, Librería La Facultad de
entenderse en el límite de los cuentos mismos. Las memorias a J. Roldán, 1922.
las que alude, según la dedicatoria a Dionisio Puch, conformarían Simmel, George. Cultura femenina y otros ensayos. Buenos
un libro desconocido para el público lector actual: El álbum de una Aires, Espasa Calpe, 1944.
peregrina: “Al escribir estas páginas que dedico á usted, no he Woolf, Virginia. Un cuarto propio. Buenos Aires, Sur, 1980;
pensado hacer una biografía. Ellas sólo son fragmentos de ‘El 1ª 1936 (trad.: Jorge Luis Borges).
álbum de una peregrina’” -explica Gorriti (SR, II, 237). Mi hipótesis
es que cuentos como “Carmen Puch”, “Güemes”, “Gubi Amaya”
son fragmentos de un libro de memorias que Gorriti escribe a lo
largo de muchos años, libro cuyo plan va modificando y que se va
alternativamente vaciando y reescribiendo. Quizá en un primer
momento pensó en la escritura pormenorizada y cronológica, y de
ese momento son estos tres cuentos; otra resolución de la
escritura de memorias sería la de “autobiografías ficcionalizadas”
como “Peregrinaciones de una alma triste”, publicada en Panora-
mas de la vida. El diario que efectivamente se publica
póstumamente como tal es Lo íntimo. En uno de sus últimos
párrafos Gorriti escribe: “Hoy quisiera compaginar algunos origi-
nales de ‘Lo íntimo’ para darlos á la copia...Tengo que llenar
muchos, muchísimos vacíos entre ellos: no sé si lo podré hacer»

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