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Timeo (diálogo)

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Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas, pintura de Rafael. Platón está sosteniendo el Timeo.
Aristóteles sostiene una copia de su Ética a Nicómaco.

El Timeo es un diálogo escrito por Platón entorno al año 360 a. C. Precede al Critias o La Atlántida, y es
considerado como el más influyente en toda la filosofía y ciencia posteriores. Su contenido profundiza
esencialmente en tres problemas:

1. el cosmológico, sobre el origen del universo


2. el físico, sobre la estructura de la materia
3. y el escatológico, sobre la naturaleza humana.

Los tres argumentos hallan correspondencia con otras partes en las que es posible subdividir la obra, y a las
que se les añade el prólogo.
Contenido
• 1 Introducción
• 1.1 Limitación implícita en el objeto de exposición
• 1.2 Limitación implícita en el propio discurso
• 1.3 Limitación implícita en los potenciales receptores
• 2 Datación
• 2.1 Cronología absoluta
• 2.1.1 Siglo XIX
• 2.1.2 Siglo XX
• 2.1.3 Conclusión
• 2.2 Cronología dramática
• 2.2.1 Participantes
• 2.2.2 Relación del Timeo con La República
• 3 Significación de la física platónica
• 4 Recepción del Timeo
• 4.1 Antigüedad
• 4.2 Edad Media
• 5 Tradición manuscrita
• 5.1 Tradición indirecta
• 6 Estructura y contenido
• 6.1 A) Diálogo introductorio (17a-27b)
• 6.1.1 I. Resumen socrático sobre el estado ideal planteado el día anterior (17b-19a)
• 6.1.2 II. Solicitud socrática a ejemplificar lo expuesto (19b-20c)
• 6.1.3 III. Exposición del relato de la Atlántida por parte de Critias (20d-26c)
• 6.1.3.1 La Atlántida
• 6.1.4 IV. Distribución de las tareas para la futura conversación (26d-27c)
• 6.2 B) Exposición de Timeo (27d-92c)
• 6.2.1 I. Las obras de la razón (27d-47e)
• 6.2.1.1 0. Introducción (27d-30c)
• 6.2.1.2 0.I. Principios fundamentales de la creación (27d-28b)
• 6.2.1.3 0.II. Modelo eterno inmutable, mundo sensible engendrado y demiurgo
como artífice causal (28b-30a)
• 6.2.1.4 0.III. De por qué el demiurgo hizo el devenir y este universo (30b-30c)
• 6.2.1.5 I. Creación de los seres vivientes eternos (30c-47e)
• 6.2.1.6 I.I. Creación del mundo (30c-38c)
• 6.2.1.7 I.I.I. El cuerpo del mundo (30c-34b)
• 6.2.1.8 I.I.II. El alma del mundo (34b-36b)
• 6.2.1.9 I.I.III. Unión del cuerpo y del alma del mundo (36d-38c)
• 7 Bibliografía
• 7.1 Fuente primaria
• 7.2 Fuentes secundarias
• 8 Véase también
• 9 Enlaces externos
[editar] Introducción

Timeo, Platón, 1491.

El Timeo es una de las obras de Platón cuya autenticidad viene avalada por una unanimidad de criterios
inversamente proporcional a su interpretación consensuada. Su mismo autor señala como fundamentación
tres fuentes limitantes a todo intento de aproximación y comprensión consecuente.

Recordando en todo momento la elección del diálogo como instrumento de exposición, y a modo de
anticipación en la estructuración de la comunicación humana, Platón hace alusión a una triple causación
derivada en todo momento de una única base de carácter ontológico: nuestra condición de seres limitados que
a modo del mito de Sísifo nos vemos circularmente impelidos a recordar aquello que olvidamos trasladando
para ello la pesada carga de la ignorancia desde la hondonada del Mundo sensible al encumbramiento del
Mundo de las Ideas, intento vano para una mayoría que volverá a descender o que jamás alcanzará la cima.

[editar] Limitación implícita en el objeto de exposición

Timeo describe el objeto a tratar como sensible, opinable, y en cambio permanente sin alcanzar nunca el ser.
Y es que la Cosmología a dilucidar traspasaría la unidireccionalidad de un ámbito racionalista y exclusivista,
y por tanto excluyente.

[editar] Limitación implícita en el propio discurso

A pesar de la calificación del relato como probable por parte del orador principal, hallará consecuentemente
su limitación expositiva en su mismo contenido, el cual trae parejo la exclusión de todo carácter tendente a la
objetividad y exactitud, más propios de la cotidianidad con que se ven revestidas otras esferas del ser. Pero
no por ello deja de ser plausible su exposición al tratarse de un intento de aproximación de lo sensible a lo
inteligible, aunque para ello debamos resignarnos además a la ausencia de clarificación de los principios
implícitos en el propio discurso.

[editar] Limitación implícita en los potenciales receptores

Finalmente serán también los oyentes y su predisposición formativa, los que posibilitarán o denegarán la
recepción de aquello que se desea transmitir. El hecho de que los participantes en el diálogo sean
considerados por Sócrates como versados suficientemente en el conocimiento requerible para aprehender lo
expuesto, nos da a entender que nos encontramos ante una obra que no va dirigida a un público general,
siendo innecesario añadir que su imposibilidad nó nace de un ocultamiento o exclusividad malintencionados,
sino de las limitaciones anteriormente expuestas.

[editar] Datación
Para datar el Corpus Platonicum debe distinguirse entre:

1. Cronología absoluta: fecha de composición y relación con el resto de diálogos.


2. Cronología dramática: conexión en el Timeo con otras obras.

[editar] Cronología absoluta

La ubicación del timeo en el conjunto de la obra de Platón requiere en primera instancia no dejar pasar por
alto la existencia de un posicionamiento partidario de una evolución en el pensamiento del autor.

[editar] Siglo XIX

Retrotrayéndonos al siglo XIX como escenario y génesis del debate planteado, resultó delimitada la última
época del filósofo griego como aquella que sigue a la elaboración del Parménides; de un modo coherente a la
perspectiva evolucionista es a partir de entonces donde radicaría el punto de inflexión en el pensamiento
platónico, al constatarse la aparente crítica a la doctrina de las Ideas. Dado que el Timeo contiene y sostiene
todo lo contrario, es decir, su simpatía hacia el núcleo dinamizador del conjunto filosófico, será considerado
anterior, descartándose como producto de una nueva elaboración teórica final. Según G. Stallbaum, La
República sería el diálogo sobre el cual recaería la función de anteceder al Timeo, sino fuera por la aparición
de estudios posteriores que avalaban nuevamente su redacción tardía.

Un estudio estilométrico verificaría su consonancia con los testimonios antiguos al apoyarse sobre todo en la
presencia o ausencia de hiato, lo que le llevará a incluirlo dentro del grupo de diálogos de carácter isocrático.
Parecía entreverse que la alteración significativa en el cambio de estilo debía originarse en una obligada y
relativamente larga etapa previa, situándose ésta tras el segundo viaje de Platón a Siracusa, hacia el 360 a. C.

[editar] Siglo XX

A mediados del siglo XX, G. L. Owen volverá a arremeter contra un posicionamiento tardío al mostrar la
incoherencia doctrinal que resultaba de equipararlo al grupo de diálogos del que forma parte: Político,
Sofista, Filebo y Leyes. Llegaría incluso a situarlo antes del Fedro, dada su rotundidad en la defensa de la
doctrina de las Ideas, y consecuentemente lejos aún del Parménides.

H. M. Cherniss inclinará nuevamente la balanza en favor de un estilo tardío y perfectamente compatible con
su doctrina filosófica, dado que la interpretación evolutiva se haría sucesivamente descartable tras sus
propios trabajos y los de P. Shorey y H. J. Krämer.

[editar] Conclusión

Dada la ausencia de criterios decisivos, se aconseja incluir tanto el Timeo como el Critias dentro de los
diálogos de vejez, al que posiblemente seguirían el Filebo y las Leyes.
[editar] Cronología dramática

Situándonos en la Atenas de finales de la década de los años 20 del siglo V a. C., observamos que la apertura
del diálogo por parte de Sócrates alude a la ausencia de un participante, detalle metafórico que nos viene a
significar las limitaciones anteriormente expuestas, es decir, la última sabiduría trasciende el lenguaje
discursivo y conlleva un punto final tras el cual no se puede ir más allá.[1]

[editar] Participantes

• Sócrates: maestro de Platón. Se le estima en la obra una edad en torno a los 50 años. Ocupa una
posición secundaria.
• Timeo: interlocutor principal. Proveniente de Lócride, es considerado un político muy ilustre,
excelso, que tras haber ocupado los principales puestos públicos, culminará accediendo al
conocimiento filosófico más elevado. Persona de edad avanzada, se le presupone dentro de la
tradición pitagórica.
• Critias: destacado ciudadano de Atenas y político brillante, es considerado con cierta probabilidad
bisabuelo de Platón así como perteneciente a la etapa de senectud al igual que su interlocutor
precedente.
• Hermócrates: reputado filósofo y político extranjero, poco se sabe de su figura a partir de lo
expresado por Sócrates, excepto su adecuada educación y avanzada edad.

El hecho de que se anuncie el Critias como continuación del discurso cosmológico, generó como costumbre
en el transcurso de la historia la presunción de una trilogía: Timeo, Critias, Hermócrates, sin embargo toda
constatación que remita a un tríptico en la introducción resulta inexistente y hasta opuesta a su verdadera
intencionalidad. Por otra parte, la alusión al presunto discurso de Hermócrates en el Critias es considerada
vaga y contradictoria respecto de la planificación contenida en el Timeo.

[editar] Relación del Timeo con La República

Artículo principal: La República

Partes de P.Oxy. LII 3679 conteniendo fragmentos de La República de Platón.

Una vez más, la controversia relativa al contenido que sigue a la ausencia inicial del cuarto participante nos
remite al siglo XIX. Y es que Sócrates introduce en el diálogo el recordatorio de proseguir la conversación
del día anterior versada en el estado ideal, lo que dio pié a identificarla con La República.

Triple será la tarea que se establecerá como encargo:


1. Descripción del origen del universo.
2. Exposición del estado ideal ateniense.
3. Rememoración de la confrontación bélica de Ática frente a la invasión del imperio atlántida.

Consecuente al detalle nó aclarado será el surgimiento de aquellos partidarios tendentes a una interrelación
entre diálogos, resaltando A. E. Taylor y Th. H. Martin.

La evidencia prácticamente directa entre el contenido inicial del Timeo, como continuación y resumen de lo
yá mencionado el día anterior, y La República, hipotéticamente identificado por tanto como diálogo
precedente, se deja entrever en las siguientes alusiones, entre otras:

1. La diferenciación de los estamentos.


2. La doble naturaleza de los guardianes: valentía y prudencia.
3. El comunismo.

Sin embargo, toda controversia introduce sus propios elementos discordantes, así como sus detractores
correspondientes, de entre los que destacaría F. M. Cornford.

En este caso serían dignas de mención las siguientes carencias que sí se hallan presentes en el original:

1. Incoherencia temporal entre La República y el inicio del Timeo como argumento principal.
2. Ausencia del núcleo central en el resumen del tratado precedente, es decir, la formación de los
guardianes.
3. Y sobre todo, omisión de los capítulos VI y VII, donde se trataban las siguientes cuestiones:
1. Metafísica.
2. Analogía entre alma y estado.
3. Concepción tripartita del alma.
4. Virtud individual y de estado.

Como réplica a las limitaciones expuestas sería reseñable un posicionamiento intermedio intercalado por Th.
H. Martin, a modo de mediador entre opuestos, donde se presupone la existencia de un diálogo sucesor y
predecesor a un mismo tiempo, aquel por el cual Sócrates transmite el contenido de La República a los que
serán sus futuros interlocutores en el Timeo, hecho que acontecerá al día siguiente de la disertación junto a
Adimanto y Glaucón. Será éste, y nó La República, el diálogo que será recordado en el resumen inicial al
cabo de dos días. Consecuentemente, se daría luz al complejo ensamblaje que parecía existir al tratar de
relacionar la presunta incoherencia temporal con la posibilidad de una interrelación en la obra platónica. Su
función de intermediario así lo posibilitaría.
Manuscrito en latín de La República de Platón, 1401.

También, la educación filosófica como parámetro central en La República aparece mencionado por Sócrates
al exponer las necesidades pedagógicas de los guardianes (18a9-10), con lo cual se establecería a su vez la
presencia de los presuntamente inexistentes capítulos V a VII.

Por otra parte, suponer incluidas de un modo necesario las tesis acerca de la analogía y diferenciación del
alma con respecto al estado, sería pretender determinar por Platón qué es lo fundamental en su diálogo,
además de la confusión añadida entre estado y orden estatal. El hecho de que Sócrates reduzca lo expresado a
la organización del estado, no excluye el tratamiento de una diversidad temática que sí se pudiera haber dado.
Así, la justicia, y su relación con la felicidad, no agotan de un modo exhaustivo el contenido de La
República, más bien todo lo contrario; ésta se vé jalonada y complementada a partir de una cuantiosa
problemática, cumpliendo así el inicio del Timeo la función de continuidad inacabada acerca de lo que
quedaba pendiente. Y es que resulta incoherente pretender que alusiones tan precisas conlleven como fin
diferenciar a relacionar.

Sócrates trazará un paralelismo entre La República y el conjunto Timeo-Critias (y quizás también el


Hermócrates), fundamentándose para ello en el dualismo implícito entre forma ideal y mundo fenoménico, es
decir, se estaría desarrollando una relación modelo-copia, abstracción-concreción entre el diálogo anterior y
el presente (Timeo 19b-c).

Además, desde un punto de vista estructural se aprecia que mientras en La República se dedican los siete
primeros libros al surgimiento y culminación del estado, siendo los tres restantes responsables de exponer su
degeneración, en el Timeo se coincide en comenzar describiendo el inicio del mundo, encargándose Critias
de retomar a la humanidad emergente y su concepción de estado, para finalizar en los orígenes de su
decadencia. Y es en este punto donde se presupondría la intervención de Hermócrates, como colofón a la
hipotética trilogía, siendo su función complementar el espacio vacío correspondiente a los libros VIII a IX de
La República.

Otro paralelismo recae en que mientras La República dedica su sección central a la idea de Bien, el Timeo
«refleja» el espacio como principio opuesto en la constitución del mundo.

Para finalizar, la interrelación entre el Timeo y el Critias tampoco se resiste a un intento comparativo con La
República.

En esta última hallamos una analogía entre la estructura del Todo y la alegoría de la caverna: el filósofo ha de
ascender desde el mundo fenoménico al de las ideas y el bien, retornando finalmente a la realidad física.

La organización del tratado resulta semejante:

1. Introducción sobre la justicia (libro I).


2. Constitución del estado de los guardiánes (libros II-IV).
3. Descripción del estado de los filósofos (libros V-VII).
4. Caída de los filósofos en la injusticia (libros VIII-IX).
5. Epílogo sobre la justificación de la expulsión de los poetas del estado y mito final como premio a la
justicia.

La similitud estructural en los diálogos iniciados por el Timeo sería la siguiente:

1. Timeo: descripción del ascenso del estado caótico y desordenado a un cosmos como imagen del
mundo ideal.
2. Critias: descripción del estado ideal.
3. Hermócrates: nuevamente, la ausencia alusiva a la descripción de la decadencia, en correspondencia
al tercer momento de la caverna, hallaría de un modo hipotético su corroboración en la necesaria
presencia del discurso de Hermócrates.

[editar] Significación de la física platónica


«El Timeo es la exposición escrita más acabada de la doctrina física de Platón».

El ambiente cubierto por la presencia arquetípica de cuatro ancianos sabios así lo atestiguan al no reiterarse
su participación en ningún otro diálogo.

Conceptualmente, la física nos remite a la opinión, juicio o relato del mundo fenoménico, en contraposición
al mundo de las ideas, eludiéndose por inaplicable aún nuestra moderna y contemporanea noción de ciencia.
Pero nó son los extensos balbuceos e intentos de aproximación temprana al lejano método científico lo que
Platón nos quiere dar a entender a través del Timeo, sino «la necesaria complementación entre física y
metafísica», mundo fenoménico y mundo de las ideas. Es decir, los principios físicos, aquellos que regulan el
devenir de lo sensible, solo alcanzan su máximo entendimiento en aquel que a su vez conoce los principios
de la metafísica, regidores universales de lo inteligible, y que a diferencia de la física se caracterizan y
definen como doctrina no escrita.

Consecuencia y deducción de todo ello es la actuación de idénticos principios en este mundo y en toda
realidad del ser:

1. La Unidad: principio de forma y límite.


2. La Dualidad indeterminada: principio de multiplicidad e indeterminación.

Toda realidad fenoménica procede por derivación de ambos principios. El modo en que hallan expresión
consiste en la introducción del carácter limitante de las ideas sobre lo indeterminado del Receptáculo.

Una primaria influencia de los principios se deja entrever en la multiplicidad de las ideas, mas su plenitud
reside en la imposibilidad de la verosimilitud y estabilidad de todo relato referente a lo acontecido en este
mundo al que denominamos real. Toda dialéctica es por tanto ilusoria, dejándonos atrapar en un callejón sin
salida donde la única respuesta a la complejidad del laberinto será admitir la presencia del Mito como
expresión del Logos.
[editar] Recepción del Timeo
La recepción del Timeo fue considerable tanto en la antigüedad como en la Edad Media.

[editar] Antigüedad

Manuscrito medieval de la traducción latina del Timeo de Platón a partir de Calcidio.

• Jenócrates y su discípulo Crantor figuran como receptores primarios en al antigua academia.


• Aristóteles verá influida su propia doctrina por la física y ontología del Timeo. Su posicionamiento
destacó por su ambivalencia: citaba frecuentemente el diálogo pero mostraba su consabido
alejamiento del que fuera su maestro.
• Teofrasto menciona las cualidades sensibles de los objetos en su obra Del sentido.
• El Estoicismo y el Epicureísmo beberían de la misma fuente.
• El Platonismo medio verá apoyado su renacimiento a través del Timeo:

1. Cicerón, a partir de una traducción incompleta.


2. Numenio de Apamea, y sus fragmentos conservados.
3. Plutarco desde su obra De la generación del alma en el Timeo.
4. Así como Calcidio a partir de un comentario enmarcado a principios del siglo IV.

Todos ellos así lo atestiguan.

• El Neoplatonismo lo consideró fuente primordial de entre todos los diálogos:

1. Plotino lo expondría principalmente en sus Enéadas II 1, y IV 1-5.


2. Y Proclo de igual modo yá en el siglo V.

[editar] Edad Media

La influencia del Timeo pasaría a conformarse como ingrediente inscrito en el Neoplatonismo, fuente
primaria a la que acudirá el Cristianismo.

• Calcidio será nuevamente digno de mención por su traducción de los dos tercios finales de la obra
platónica.
• Boecio por su Consolación de la filosofía.
• Y Macrobio por su Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón, obra que conseguiría identificar
en occidente la doctrina platónica con el Timeo, hecho circunscrito a la alta Edad Media y principios
del Renacimiento.

[editar] Tradición manuscrita


A pesar de la multiplicidad textual de la antigüedad, el texto del Timeo del que procedería toda
fundamentación sería el Parisinus graecus 1807 [A], manuscrito copiado entre el siglo IX y X de nuestra
era. Éste incluiría correcciones generadas sobre todo a partir del Vindobonensis 21 [Y], códice vienés escrito
en el siglo XIV, de fuente muy antigua, inscrita en una tradición diferente a A y previa al siglo V.

Existe otra copia vienesa independiente, inclusive anterior a Y, pero de inferior fiabilidad: el Vindobonensis
54 [W].

Finalmente, es mencionable de igual modo el Parisinus Graecus 1812, probable fuente de las ediciones
originales, sobre todo la de Henri Estienne.

[editar] Tradición indirecta

• Traducciones: Cicerón, Calcidio.


• Comentarios: Proclo.
• Citas: Plutarco, Numenio, Galeno, Eusebio, Jámblico y Estobeo.

[editar] Estructura y contenido


Tras una introducción se persigue como finalidad la exposición de la creación del mundo desde tres
perspectivas diferentes que articulan el diálogo a modo de tríptico:

1. Contribución de la Razón como límite.


2. Intervención del Espacio o Nodriza (Receptáculo) como indeterminación que recibe lo limitado.
3. Mezcolanza entre límite e ilimitado, siendo el ser humano resultado y ejemplo.

Sin embargo, dicha finalidad estructural estaría obedeciendo realmente a un objetivo mayor en el que se
incluye y al que se supedita: pertenecer a un proyecto político. Y es que tras la cosmología y cosmogonía
platónicas encontramos un medio necesario pero secundario que permita exponer una fundamentación
natural a la ética y la política, resultando a su vez una fundamentación ontológica de la física.

En definitiva, se presta al análisis la correspondencia existente entre el Macrocosmos, o mundo fenoménico


en el que nos hallamos, el cual es a su vez equiparado analógicamente con el mundo de las ideas, y el
Microcosmos, o el ser humano como representación a escala de la Totalidad.

Dicha analogía sería desplegada sucesivamente a lo largo de tres diálogos fundamentales:

1. La República: a través del vínculo del ser humano con la polis.


2. El Timeo: por medio de la relación del hombre con el mundo.
3. Y el Critias: cuya finalidad última debería haber sido mostrar la interrelación entre los tres niveles.
[editar] A) Diálogo introductorio (17a-27b)

[editar] I. Resumen socrático sobre el estado ideal planteado el día anterior (17b-19a)

Tras la mencionada alusión por parte de Sócrates a la ausencia del cuarto huésped, «Uno, dos, tres..., pero,
por cierto, querido Timeo, ¿dónde está el cuarto de los que ayer fueron huéspedes míos y ahora son dueños
de la casa?», solicitará Timeo la repetición resumida del argumento expuesto el día anterior: ¿cual sería la
mejor organización política y qué hombres la compondrían?

Se iniciará el recordatorio a partir de la separación entre campesinos y artesanos por una parte, y guardianes
por otra, «asignándose a cada uno una ocupación única para la que estaban naturalmente dotados».

Que los guardianes debían ser de carácter violento y tranquilo, dependiendo de las circunstancias, educados
en gimnasia y música, desprendidos en posesiones, participando en la comunión del compartir y
privilegiando el ejercicio de la excelencia.

También, habría que seleccionar aquellas mujeres de idénticas cualidades innatas, asignándose en ellas las
mismas funciones políticas, tras un ineludible y equitativo proceso educativo.

Que todos mantuvieran en común sus relaciones de pareja y consecuente descendencia, reconociéndose entre
ellos como pertenecientes a idéntica familia.

Que se dispusiese desde el nacimiento lo mejor de sus naturalezas, eludiéndose toda enemistad a través de la
manipulación secreta de la unión entre hombres y mujeres. Lo bueno y lo malo debían suboordinarse a la
máxima de que lo semejante llama a lo semejante, recayendo en el azar la creencia en la causa de su unión.

De este modo, debía discriminarse el crecimiento y educación de los hijos de los buenos y de los malos, de
tal modo que residiesen en diferentes ciudades aptos e ineptos.

[editar] II. Solicitud socrática a ejemplificar lo expuesto (19b-20c)

Sócrates expresa su malestar ante la incapacidad de desplegar una exposición que describa el funcionamiento
concreto de la república anteriormente delineada.

Paso previo a la intervención de Critias como responsable de la satisfacción socrática, prosigue este último
aludiendo como candidatos a poetas y sofistas, descartándose sus respectivas disponibilidades al encarnar los
primeros el extremo de imitar fácilmente aquello en lo que han sido educados, pero nó en lo ajeno, mientras
que los segundos, por el contrario, aun versados en discursos diversos, flaqueaban en imprecisión y vaguedad
de lo relatado.

Como punto medio entre los dos extremos, da solución Sócrates al interrogante planteado dirigiéndose a la
audiencia que le acompaña en su disertación, pues ¿quién sino participaría de la naturaleza y educación
necesarias que permitiera eludir las carencias anteriormente expuestas?

En verdad, Sócrates yá había anticipado en quién recaería la responsabilidad de proseguir su discurso acerca
de la república, dado que tanto Timeo, Critias, como Hermócrates, fueron precisamente quienes lo
solicitaron, preveiendose su protagonismo en saldar la deuda de hospitalidad al verificarse una suficiencia y
capacidad que permitían concretar con creces lo disertado.
[editar] III. Exposición del relato de la Atlántida por parte de Critias (20d-26c)

Artículo principal: Critias (diálogo)

Como respuesta a Socrates es acordado unánimemente que recaiga en Critias la función de portavoz, al ser
este el que el día anterior relatara a sus tres compañeros, Timeo, Hermócrates, y el cuarto ausente, «una
antigua saga», «un relato muy extraño, pero absolutamente verdadero».

Su origen se remontaría a Solón, de entre los Siete Sabios el mejor, encargándose el abuelo de Critias de
recopilar su transmisión directa y posterior comunicación. De homónimo nombre, relataría lo acontecido a su
propio nieto yá en época de senectud, siendo aproximadamente noventa y diez años sus edades respectivas.

Cuenta Critias que desarrollándose los Apaturia, o fiesta de los clanes jónicos cuya duración era de tres días,
y yá en el ocaso de dicha celebración, es decir, en la Kureotis o tercer día, un miembro perteneciente a dicha
colectividad, llamado Aminandro, le expresó abiertamente su crítica hacia la capacidad poética de Solón.
Ante dicha alusión Critias respondería:

¡Ay Aminandro!, ¡ojalá la poesía no hubiera sido para él una actividad secundaria! Si se hubiera esforzado
como los otros y hubiera terminado el argumento que trajo de Egipto, y, si, al llegar aquí, las contiendas
civiles y otros males no lo hubieran obligado a descuidar todo lo que descubrió allí, ni Hesíodo ni Homero,
en mi opinión, ni ningún otro poeta jamás habría llegado a tener una fama mayor que la suya.
Critias a Aminandro.

Ante la pregunta de cual era esa historia, el anciano añadió:

La historia de la hazaña más importante y, con justicia, la más renombrada de todas las realizadas por nuestra
ciudad, pero que nó llegó hasta nosotros por el tiempo transcurrido y por la desaparición de los que la
llevaron a cabo.
Critias a Aminandro.

Templo de Isis en la Isla de Philae, Egipto. Litografía de David Roberts (1796-1864).


Sais, capital del nomo V del Bajo Egipto, situada al oeste del delta del Nilo. Su divinidad tutelar era la diosa
guerrera Neit.

Narrando a continuación que hallándose Solón en Egipto, en la ciudad de Sais, la más importante de la región
Saítica, allí donde el Nilo se bifurca al sur del delta, le sería confiado por parte de sus ciudadanos el
parentesco y aprecio que desde la antigüedad compartirían con Atenas, siendo su patrona Neit, o Atenea, en
griego.

A la hora de entablar conversación con los sacerdotes que allí encontrara, y con la finalidad de ampliar
información acerca de los hechos asociados al pasado de la ciudad griega, Solón comenzaría aludiendo
aquello que aparentemente consideraba su saber más primigenio: la historia del primer hombre, Foroneo, de
Níobe, así como la supervivencia de Deucalión y Pirras tras el diluvio, calculándose el tiempo transcurrido
desde entonces a partir de la elaboración genealógica de sus descendientes.

Al instante, Solón fue interrumpido por uno de los sacerdotes de mayor edad, puesto que en su opinión el
carácter inexistente de los conocimientos que se iban desarrollando así lo exigía. Apoyándose en la
comprensión y evadiendo así todo juicio de valor, justificaría su proceder explicando que la ausencia de una
antigua sabiduría procedente de una larga tradición debía entenderse motivada por la sucesiva aniquilación
masiva de seres humanos que acontecería a lo largo de tan amplio lapso de tiempo. Las de mayor
envergadura se debían a fuego y agua, siendo en unas ocasiones los habitantes de las montañas y lugares
elevados los más afectados a causa de la desviación de la órbita de los cuerpos celestes. En otras, por el
contrario, serían aquellos residentes próximos a mares y rios los que verían mermada su población a causa de
las inundaciones generadas por los dioses a fin de purificar la tierra.

Continúa su disertación el anciano sacerdote dejando constancia de su presencia como estamento desde la
más remota antigüedad, registrando y preservando en sus templos todo aquello que aconteciera a la
humanidad en cualquier tiempo y lugar.

Al contrario de lo que reiteradamente sucedía en Grecia y otros pueblos, los cuales, tras agotar el tiempo
necesario en descubrir la escritura y aquellos otros instrumentos derivados del desarrollo de su propia cultura,
veían inmediatamente sepultadas sus esperanzas de progreso y sabiduría al recibir en desgracia la periódica
visita de un torrente celestial. Como resultado de ello, y del mismo modo a cómo el alma olvida al nacer todo
aquello que yá sabía, dedicando la vida a recordar aprendiendo desde la sede de un cuerpo, así, las ciudades
y pueblos destruidos vuelven a renacer en el curso de la historia, una vez más, desde el principio, como
niños, sin saber nada.
Representación aproximada de la ancestral acrópolis griega, por Leo von Klenze.

De este modo, y ejemplificando lo expuesto, hará ver a Solón que las referencias iniciales a una presunta
genealogía griega y a un diluvio universal, no son más que hechos mínimos conformando una parte que
intenta representar a un todo. Y es que previamente al diluvio se sucedieron muchos más, y fue precisamente
Atenas sede de una antigua civilización, origen ancestral de la actual, y considerada poseedora de la mayor
belleza, organización política, y capacidad defensiva de todas cuantas se hayan tenido noticia bajo el cielo.

Tan sorprendido quedó Solón que pidió a los sacerdotes una mayor cuantía y exactitud en lo que sabían,
prestándose a ello, sin reticencia, en su nombre y en el de Atenas y Atenea.

El sacerdote pasaría a continuación a delimitar el orden imperante egipcio en ocho mil años, siendo mil más,
nueve mil, el correspondiente a la Ática primigenia.

Para ejemplificar la ley griega, el sacerdote aconsejará la observancia de las propias leyes egipcias, dado que
estas últimas derivarían de las primeras.

De este modo, pudo vislumbrar en primera instancia la separación existente entre diferentes estamentos:
sacerdotes, artesanos, pastores, cazadores, agricultores, guerreros, ciñiéndose sin mezclarse cada oficio a la
ocupación que la ley ordena.

Era reseñable en particular, la manera en que se armaba la casta de los guerreros, pues sería Atenea la
responsable de su enseñanza entre los griegos. Solo posteriormente recaería en Egipto el ser el primero en
utilizar en Asia este uso de escudo y espada.

Contempló también Solón la dedicación egipcia a la sabiduría, habiéndose descubierto todo acerca del
universo y trasladado posteriormente de lo divino a lo humano.

[editar] La Atlántida

Artículo principal: Atlántida (continente)

Decidiría entonces la diosa elegir como lugar de origen de la Grecia primigenia aquella región que albergara
una buena mezcla de estaciones, pues resultaba favorable al predominio de la prudencia como virtud entre
sus descendientes. Tras ello fundaría su ciudad más representativa e iniciaría su labor dando preferencia al
emplazamiento que mejor se adecuase al surgimiento de sus dos rasgos más característicos: la guerra y la
sabiduría, pues eran hijos de diosa y así los pobló.
Y es en este momento cuando el anciano sacerdote procedería a relatar a Solón de entre todas aquella hazaña
cuyo desempeño quedaría registrado como el más importante llevado a cabo por la ciudad griega:

Avenida de columnas del templo de Karnak, litografía de David Roberts (1796-1864). Alcance del imperio
Atlántida en su extremo oriental: parte occidental de África hasta Egipto, y Europa hasta Italia occidental.

Mapa de la Atlántida, Athanasius Kircher (c. 1669).


«Admiramos muchas y grandes hazañas de vuestra ciudad registradas aquí, pero una de entre todas se destaca
por importancia y excelencia. En efecto, nuestros escritos refieren cómo vuestra ciudad detuvo en una
ocasión la marcha insolente de un gran imperio, que avanzaba del exterior, desde el Océano Atlántico, sobre
toda Europa y Asia. En aquella época, se podía atravesar aquel océano dado que había una isla delante de la
desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles. Esta isla era mayor que Libia y Asia
juntas y de ella los de entonces podían pasar a las otras islas y de las islas a toda la tierra firme que se
encontraba frente a ellas y rodeaba el océano auténtico, puesto que lo que quedaba dentro de la
desembocadura que mencionamos parecía una bahía con un ingreso estrecho. En realidad, era mar y la región
que lo rodeaba totalmente podría ser llamada con absoluta corrección tierra firme».
«En dicha isla, Atlántida, había surgido una confederación de reyes grande y maravillosa que gobernaba
sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la tierra firme. En este continente, dominaban también los
pueblos de Libia, hasta Egipto, y Europa hasta Tirrenia. Toda esta potencia unida intentó una vez esclavizar
en un ataque a toda vuestra región, la nuestra y el interior de la desembocadura. Entonces, Solón, el poderío
de vuestra ciudad se hizo famoso entre todos los hombres por su excelencia y fuerza, pues superó a todos en
valentía y en artes guerreras, condujo en un momento de la lucha a los griegos, luego se vió obligada a
combatir sola, cuando los otros se separaron, corrió los peligros más extremos y dominó a los que nos
atacaban. Alcanzó así una gran victoria e impidió que los que todavía no habían sido esclavizados lo fueran y
al resto, cuantos habitábamos más acá de los confines heráclidas, nos liberó generosamente. Posteriormente,
tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera
vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra, y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera,
hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la
arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad».
Mención del imperio Atlántida por parte del anciano sacerdote egipcio a Solón.

Fue así como la Atenas primordial rechazó la invasión de los atlántidas y liberó Europa, África y Asia.

Tras finalizar el relato procedente del anciano Critias, tal y como fue transmitido por Solón, resaltará su nieto
a Sócrates la enorme concordancia hallada entre éste y lo disertado el día anterior sobre la república y sus
hombres. Tal similitud compartida fue motivo suficiente para que el recuerdo trajera gradualmente al
presente lo que el alma dejó grabado, pues cuando coexisten interés y placer lúdicos, y estos se vivencian
desde la niñez, lo aprendido queda fijado de manera admirable.

Aun así se hizo necesaria su progresiva rememoración, desde que bien finalizara el coloquio la víspera, al
referir a sus compañeros lo que en ese momento le venía a la memoria, hasta llegar a casa y recordarlo todo
tras consumir en ello la noche entera. Desde la mañana temprano, y a fin de que pudieran participar en la
conversación, procedería a relatar la narración completa a Timeo y Hermócrates.

[editar] IV. Distribución de las tareas para la futura conversación (26d-27c)

Artículo principal: Critias (diálogo)

Propondrá Critias en consecuencia la traslación completa de los ciudadanos y la ciudad pertenecientes a la


hipotética república socrática, a sus correspondientes antepasados reales narrados por el sacerdote egipcio,
buscando con ello armonizar y no desentonar.

Luego se procedería a la distribución de tareas, tomando cada uno una parte a su cargo, e intentando
corresponder a Sócrates con la adecuación a lo ordenado.

Se planteará la duda de si aun así la historia procedente de Solón fuera la más apropiada, a lo que Sócrates
responderá desde la imposibilidad de descubrir alternativa mejor, pues «El que nó sea una fábula ficticia,
sino una historia verdadera es algo muy importante, creo».

Finalmente, Critias presentará a Socrates cuál será la distribución de la futura conversación, a fin de tratar de
corresponder a modo de obsequio por lo relatado el día anterior:

1. Timeo hablará en primer lugar, desde la creación del mundo hasta la naturaleza humana.
2. Mientras, Critias expondrá a continuación la descripción de la Atenas primordial, incluyendo la
traslación aludida desde la hipotética república anteriormente planteada por Sócrates.

[editar] B) Exposición de Timeo (27d-92c)

[editar] I. Las obras de la razón (27d-47e)

El discurso discurre de mayor a menor, de general a particular, y de unidad a multiplicidad.


[editar] 0. Introducción (27d-30c)

[editar] 0.I. Principios fundamentales de la creación (27d-28b)

Comienza Timeo su disertación cuestionándose una diferenciación:

¿Qué es lo que es siempre y no deviene y qué, lo que deviene continuamente, pero nunca es?
Timeo.

Pueden ir estableciéndose por tanto cuáles son los principios fundamentales en la creación, siendo dos de los
tres ámbitos postulables los siguientes:

1. El Ser eterno, o aquello que es siempre y no deviene. A él pertenece el modelo eterno o mundo de las
ideas. El Ser inmutable es comprendido por la inteligencia y el razonamiento.
2. El no Ser, o el devenir que nunca es y que por tanto nace y muere continuamente. Es decir, aquello
que deviene tendiendo a Ser pero que nunca es en la medida en que está sujeto a cambio. A él
pertenece el mundo sensible. Es sujeto de opinión y percepción sensible no racional.

El tercer principio correspondería a la causa del devenir: el Demiurgo inteligente. Dada la imposibilidad del
devenir sin causa alguna se hace necesaria por tanto la introducción de un tercer elemento.

[editar] 0.II. Modelo eterno inmutable, mundo sensible engendrado y demiurgo como artífice causal (28b-30a)

Posible representación simbólica del Demiurgo: una deidad con cabeza de león encontrada en una gema
gnóstica.

Inicia a continuación Timeo una aproximación acerca de la naturaleza del universo, siendo obligado
cuestionarnos si éste tuvo origen o nunca fue engendrado. Dado el carácter sensible del cosmos, su apreciable
devenir y aprehensible en consecuencia a través de la opinión y percepción no racional, se muestra generado
y engendrado desde un inicio. Dado que el cambio debe estar sujeto a una causa, debemos cuestionarnos
sobre el modelo que contempló el hacedor, padre y artífice de este universo: ¿Fue éste un patrón inmutable o
generado?

Para responder a esta pregunta se debe partir de una premisa:

1. Toda obra conformada por un autor que fija su mirada en lo inmutable como modelo, engendrará
belleza en su quehacer.
2. Mientras que si el patrón de referencia resulta ser lo generado, la ausencia de lo bello predominará
como resultado.
Bien, si este mundo es bello y su creador bueno, es evidente que miró el modelo eterno. Pero si es lo que ni
siquiera está permitido pronunciar a nadie, el generado. A todos les es absolutamente evidente que contempló
el eterno, ya que este universo es el más bello de los seres generados y aquél la mejor de las causas. Por ello,
engendrado de esta manera, fue fabricado según lo que se capta por el razonamiento y la inteligencia y es
inmutable. Si esto es así es de total necesidad que este mundo sea una imagen de algo.
Timeo.

Por tanto, el hacedor empleó el modelo eterno e inmutable para generar el universo conocido, siendo en
conclusión imagen del mismo, caracterizado por su belleza, a pesar de su condición de perpetuo devenir.

[editar] 0.III. De por qué el demiurgo hizo el devenir y este universo (30b-30c)

El hacedor es intrínsecamente bueno, y en su bondad «quería que todo llegara a ser lo más semejante
posible a él mismo». Partiendo de este principio, dirigió su proceder hacia todo lo visible y lo condujo de su
primigenio estado de caos y desorden hacia un ordenamiento superior y más conveniente. Y es que al artífice
solo le era permisible lo más bello.

Prosiguió deduciendo desde el razonamiento que todo ser visible caracterizado por la proporción, el agrado y
la amenidad jamás carecía de razón, a diferencia de todo aquel en el que se la echara en falta, y que a su vez
era necesario ser engendrada en el seno de la matriz de un alma.

A causa de lo observado, al ensamblar el universo, y a fin de que su obra fuera la mejor y la más bella,
insertó la razón en el alma y el alma en el cuerpo. De todo ello resultaría un cosmos viviente provisto de
razón y alma, puesto que el demiurgo al crearlo en su bondad quiso hacerlo lo mejor posible.

[editar] I. Creación de los seres vivientes eternos (30c-47e)

[editar] I.I. Creación del mundo (30c-38c)

[editar] I.I.I. El cuerpo del mundo (30c-34b)

El dios buscó una similitud máxima con el ser inteligible más bello y absolutamente perfecto. De este modo
generó un ser viviente visible y único, incluyendo en él aquellas criaturas vivientes que le eran afines.

«Su creador no hizo ni dos ni infinitos mundos, sino que éste, generado como un universo único, existe y
existirá solo».[2]
Diagrama de los cuatro elementos clásicos en la Antigua Grecia.

La constitución de la unicidad del universo quedó establecida a partir de cuatro elementos:

1. Dado que el cuerpo generado del mundo debía ser visible, inició el dios su constitución a partir del
elemento «Fuego».
2. A su vez requería que fuese tangible por lo que su solidez procuró la existencia de un segundo
elemento: «Tierra».
3. De la solidez del universo quedó determinada la necesidad de un doble término medio que permitiese
su interconexión. De ahí que el dios incluyese entre el Fuego y la Tierra los dos elementos restantes:
«Aire» y «Agua».

Finalmente, y una vez garantizada la misma relación proporcional mutua entre los cuatro elementos, el
cuerpo del universo quedó atado y compuesto. La concordancia nacida de la proporción hizo permisible su
amistad (Empédocles: filía {unión} & neīkos {separación}), y con ella el carácter de lo indisoluble a todo
aquel ajeno a la gestación de su atadura.

El creador se propuso:

1. Primero: la conformación de un ser vivo «completo de partes completas».


2. Segundo: único.
3. Tercero: inmune a la vejez y a toda enfermedad. Para ello generó «un todo perfecto constituido de la
totalidad de todos los componentes, que no envejece ni enferma».[3]

Le dio en conveniencia como figura adecuada aquella que incluye todas las figuras: lo esférico o circular.
Después finalizó su labor alisando toda su superficie exterior. El motivo lo hallamos en que a su vez le
atribuyó carácter independiente, conllevando toda ausencia absoluta de dependencia la inexistencia tanto de
órganos de los sentidos como aparato respiratorio y digestivo alguno:

Nada salía ni entraba en él por ningún lado —tampoco había nada— pues nació como producto del arte de
modo que se alimenta a sí mismo de su propia corrupción y es sujeto y objeto de todas las acciones en sí y
por sí.[4]

Toda extremidad resultaba a su vez innecesaria, imprimiéndole un movimiento giratorio circular uniforme
alrededor de un mismo punto. La causa de la elección de dicho movimiento es que resultaba «el más cercano
al intelecto y a la inteligencia de los siete», privándole en consecuencia de los restantes seis movimientos.[5]

[editar] I.I.II. El alma del mundo (34b-36b)

Razonando de este modo al elaborar un cuerpo «suave y liso», «en todas partes equidistante del centro,[6]
completo, entero de cuerpos enteros», el dios eterno situó en primera instancia el alma del mundo en el
centro, extendiendo y cubriendo con ella a continuación toda su superficie corporal.

Creó así un mundo, circular que gira en círculo, único, solo y aislado, que por su virtud puede convivir
consigo mismo y no necesita de ningún otro, que se conoce y ama suficientemente a sí mismo. Por todo esto,
lo engendró como un dios feliz.[7]

Así, y contrariamente a la exposición, fruto de la casualidad y del azar, el demiurgo antepuso el alma al
cuerpo en su creación. Procederá para la misma en dos fases:[8]

I. La preparación de los ingredientes.[9]


El Demiurgo tomó como punto de partida tres entidades preexistentes:

1. El Ser,
2. la Igualdad o lo mismo
3. y la Diferencia o lo otro.

Cada una de las tres se compone de

1. la Forma, es decir, de lo Indivisible y siempre constante, eterno e inmutable,


2. y de sus copias en el mundo sensible, o lo Divisible originado en los cuerpos.

Se procederá a continuación a realizar una mezcla intermedia a partir de lo Indivisible y Divisible de cada
una de las tres.

Finalmente, y a modo de culminación, el Demiurgo mezclará los tres intermedios.

El divino Platón, además, dice en el Timeo que el Artífice del alma tomó un intermedio entre el Ser
indivisible y el divisible y combinó con la forma intermedia de Ser los intermedios que hay entre las formas
divisibles e indivisibles de la Igualdad y la Diferencia, haciendo una mezcla de los tres.
Proclo.[10]

II. La construcción.

El compuesto será tratado a continuación como una especie de pasta, siendo amasado, cortado en tiras y
curvado en círculos.

Al igual que en el cuerpo, también en el alma la exigencia primaria es la proporción y la armonía. El


Demiurgo, por ello, corta siete porciones del tejido del alma de una forma proporcionada, empezando en el 1
y siguiendo con una serie de números cuadrados y cúbicos de esta manera: 1, 2, 3, 4, 8, 9, 27. Él inserta a
continuación medios armónicos y aritméticos entre cada término en la serie original.[11]

Tras consumirse completamente la totalidad de la mezcla, el Demiurgo procederá a continuación a una nueva
subdivisión de la disposición del tejido del alma previamente ensamblado. Para ello cortará el alma cósmica
en dos tiras, uniendo a ambas por el centro de tal modo que conformaran la letra chi (Χ).

Seguidamente las curvará con el fin de crear dos círculos.

Después, dobló a cada mitad en círculo, hasta unir sus respectivos extremos en la cara opuesta al punto de
unión de ambas partes entre sí y les imprimió un movimiento de rotación uniforme.[12]
Ambos serán dispuestos oblicuamente, uno exterior y otro interior.

El carácter motriz del alma cósmica racional se constituirá en el prerrequisito necesario del «movimiento que
se comunicará a los cuerpos celestes cuando se creen».[13]

1. A la revolución circular exterior le corresponderá la Igualdad, la naturaleza de lo mismo, lo


semejante, girando lateralmente hacia la derecha, será «el movimiento de las estrellas fijas de Este a
Oeste en el plano del ecuador celeste, realizado en veinticuatro horas». Su carácter será el de lo
predominante, al permanecer única e indivisible.
2. A la revolución circular interior le corresponderá la Diferencia, la naturaleza de lo otro, girando
lateralmente hacia la izquierda, «de Oeste a Este, en el plano de la elíptica, concebido como un todo y
como una escisión en siete círculos separados, los del sol, la luna, y los cinco planetas conocidos».
[14]

[editar] I.I.III. Unión del cuerpo y del alma del mundo (36d-38c)

Tetraedro – Fuego Octaedro – Aire Icosaedro – Agua Dodecaedro – Cosmos Cubo – Tierra

[editar] Bibliografía

[editar] Fuente primaria

• Platón (1992/2002). Diálogos. Obra completa. Volumen VI: Filebo. Timeo. Critias. Traducción,
introducción y notas a cargo de Mª Ángeles Durán (Filebo) y Francisco Lisi (Timeo) y (Critias).
Traducción revisada por Mercedes López Salvá (Filebo) y (Timeo) y Carlos García Gual (Critias).
Biblioteca Clásica Gredos 160. 1ª edición, 2ª reimpresión. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-
249-1475-2.

[editar] Fuentes secundarias

• Cicerón, Marco Tulio. Sobre la adivinación. Sobre el destino. Timeo. Madrid: Editorial Gredos. ISBN
978-84-249-2249-8.
• Grimal, Pierre (1981/2004). Diccionario de mitología griega y romana. Primera edición, cuarta
impresión tela. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica. ISBN 978-84-7509-053-5/ ISBN 978-84-7509-
166-2.
• Guthrie, W. K. C. (1992/2000). Historia de la filosofía griega. Obra completa. Volumen V: Platón.
Segunda época y la Academia. Versión española de Alberto Medina González. Madrid: Editorial
Gredos. ISBN 978-84-249-1500-1.
• Hesíodo (1997). Obras y fragmentos: Teogonía. Trabajos y días. Escudo. Fragmentos. Certamen.
Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-3517-7.
• Macrobio (2006). Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-
84-249-2851-3.
• Platón (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen IV: República. Madrid: Editorial
Gredos. ISBN 978-84-249-1027-3.
• Porfirio/Plotino (1992). Vida de Plotino/Enéadas: libros I y II. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-
84-249-0860-7.
• Plotino (1985). Enéadas: libros III y IV. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1004-4.
• – (1998). Enéadas: libros V y VI. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1961-0.
• Plutarco (1996). Vidas paralelas. Obra completa. Volumen II: Solón & Publícola; Temístocles &
Camilo; Pericles & Fabio Máximo. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1796-8.
• – (2004). Obras Morales y de Costumbres (Moralia). Volumen XI: Tratados platónicos: «Cuestiones
platónicas», «Sobre la generación del alma en el “Timeo”» y «Epítome a ‘Sobre la generación del
alma en el “Timeo”’»; Tratados antiestoicos: «Las contradicciones de los estoicos», «Los estoicos
dicen más disparates que los poetas» y «Sobre las nociones comunes, contra los estoicos». Madrid:
Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2715-8.
• Ruiz de Elvira Prieto, Antonio (1975/2000). Mitología clásica. Segunda edición, cuarta impresión.
Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0204-9.
• Textos Herméticos. Traducción del Griego Francesc Xavier Renau Nebot. Incluye Corpus
Hermeticum [Anexo del Códice VI Nag Hammadi. La Ogdóada y la Enéada], Extractos de Estobeo,
Asclepio [Anexo. Nag Hammadi VI 8: Fragmento del Lógos téleios], Fragmentos diversos,
Definiciones Herméticas Armenias, Apéndices e Índices de nombres propios y de la doctrina
Hermética, 1999 [1ª edición, 2ª impresión]. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2246-7.

Notas

1. ↑ También se ha querido ver en dicha ausencia «una ocurrencia "humorística" de Platón», así como
una alusión al arquetipo de la Cuaternidad en oposición a la Triada. C. G. Jung. Obra completa.
Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Acerca de la fenomenología del espíritu en
los cuentos. Pag. 219. Madrid: Editorial Trotta, 2002. ISBN 978-84-8164-525-5
2. ↑ Timeo 31b
3. ↑ Timeo 33b
4. ↑ Timeo 33d
5. ↑ Timeo 34a
6. ↑ «Dios es una esfera infinita cuyo centro se halla en todas partes y su circunferencia en ninguna».
El libro de los veinticuatro filósofos. Página 47. Biblioteca Medieval. Siruela. 2000 (2002). ISBN
978-84-7844-520-2.
7. ↑ Timeo 34b
8. ↑ El relato de dicha creación se caracteriza por su elevada simbología, siendo clave para su
entendimiento la antigua doctrina de que «lo semejante se conoce por lo semejante», tan característica
en Empédocles, tal y como yá ha sido mencionado.
9. ↑ Dada la complejidad implícita al relato de la creación del Alma del mundo, sobre todo en el pasaje
subsiguiente 35a1-b3, me remito a la interpretación más probable. Para ello integro fuente primaria a
la aclaración expositiva de W. K. C. Guthrie. Historia de la filosofía griega. Tomo V. Platón.
Segunda época y la Academia. Página 308.
10.↑ Citado por Guthrie, página 308.
11.↑ Guthrie, página 309.
12.↑ Timeo 180, § 36c.
13.↑ Guthrie, página 310.
14.↑ Guthrie, página 311.
[editar] Véase también
• Atlántida (continente)
• Critias
• Critias (diálogo)
• Diálogo platónico
• Platón
• Plutarco
• La República
• Solón
• Timeo
• Vidas paralelas

[editar] Enlaces externos


Wikisource

• Wikisource contiene texto del Timeo.


• Fragmentos íntegros de los Diálogos de Platón, Timeo y Critias
• Versión griega del Timeo
• Texto del Timeo en Stanford Enciclopedia of Philosophy (en inglés)
• Investigación acerca de El status ontológico del demiurgo en el Timeo de Platón

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Timeo_(di%C3%A1logo)"

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