ALFABETIZACIÓN

Fortalecer las políticas educativas y mantener un compromiso didáctico constante

son pasos esenciales para vencer los problemas de lectura en Argentina.

El Poder de la Enseñanza en la Aventura Lectora

José Néstor Mevorás Lencinas
La lectura es un proceso fundamental
en el desarrollo cognitivo y educativo de los
niños. Durante las últimas dos décadas, la
investigación científica ha arrojado luz sobre
cómo el cerebro humano reconoce la escritura
y se adapta durante el proceso de aprendizaje.
A través de la psicología experimental y las
imágenes cerebrales, se ha avanzado
significativamente en comprender esta
dinámica. Sin embargo, este conocimiento aún
no ha llegado completamente al público en
general ni a aquellos que desempeñan un papel
crucial en la introducción de los niños en el
mundo de la lectura: los padres y los maestros
de escuela primaria.
La capacidad de leer es una de las
habilidades más fundamentales y aprendizaje de la lectura. Sin embargo, la
transformadoras que adquirimos a lo largo de
nuestra vida. Nos permite acceder al
conocimiento, comunicarnos eficazmente,
participar plenamente en la sociedad y
desarrollar el pensamiento complejo. Pero,
¿cómo aprendemos a leer? ¿Qué procesos
mentales y cognitivos están involucrados en
este acto de decodificar símbolos escritos y
darles significado? En este artículo,
exploraremos en profundidad estos
interrogantes, comenzando por definir qué es
leer y qué implica una lengua escrita, para
luego adentrarnos en la importancia crucial de
la conciencia fonológica en el proceso de
aprendizaje de la lectura.
¿Qué es leer?
El proceso de aprendizaje de la lectura
es, al principio, fundamentalmente una tarea de
decodificación de la escritura, que es una
innovación notable que permite fijar palabras
en un soporte permanente. La escritura actúa
como un código secreto que encripta los
sonidos, las sílabas o las palabras de una
lengua. Descifrar este código requiere
aprendizaje, y el primer paso que debe dar un
buen lector es convertirse en un descifrador
experto.
Las distintas escrituras del mundo
difieren en su granularidad, es decir, en el
tamaño de los elementos del lenguaje hablado
que codifican. Algunas escrituras, como la
china, representan palabras enteras con un solo
símbolo, mientras que otras, como el alfabeto
latino, denotan cada uno de los sonidos
elementales de la lengua hablada mediante
letras. Además, las escrituras varían en su
grado de transparencia, que es la regularidad
de la relación entre los grafemas (las unidades
escritas) y los fonemas (los sonidos hablados).
En español, esta correspondencia es
bastante regular, lo que facilita el proceso de
ortografía del español presenta ciertas
dificultades, como los grafemas complejos
(dígrafos como "ch", "ll", "rr") y las
variaciones en la pronunciación de ciertos
grafemas según el contexto. A pesar de estas
complejidades, el proceso de aprendizaje de la
lectura en español se centra principalmente en
aprender las correspondencias entre grafemas
y fonemas. Además de decodificar los sonidos
de las palabras, los buenos lectores también
reconocen los morfemas, que son elementos de
sentido como las raíces de las palabras, los
prefijos, los sufijos y las terminaciones
gramaticales. El reconocimiento de morfemas
ayuda a comprender el significado de las
palabras y establecer relaciones entre palabras
relacionadas. La lectura implica tanto el paso
de la escritura al sonido como el paso de la
escritura al significado, y todas las escrituras
del mundo recurren a estas dos vías de lectura
en distintas proporciones.
Si bien todos los procesos enunciados
son “irrenunciables”, leer implica mucho más
que simplemente decodificar palabras
impresas en una página. Es un proceso
cognitivo complejo que implica la
comprensión y el significado de lo que se lee.
Cuando leemos, nuestro cerebro realiza una
serie de operaciones que nos permiten
interpretar los símbolos visuales y asignarles
significado. Esto incluye reconocer palabras,
comprender su estructura gramatical, extraer
información y construir significado a partir del
texto. La lectura no es una habilidad innata; es
una habilidad que se desarrolla a lo largo del
tiempo a través del trabajo intencional de los
maestros que enseñan la lengua escrita a través
de práctica constante. Aprendemos a leer
mediante la instrucción formal, la interacción
con textos escritos y la participación en
actividades de lectura.
Una lengua escrita es un sistema de
comunicación que utiliza símbolos gráficos
para representar el lenguaje hablado. A
diferencia del lenguaje oral, que se transmite a
través del sonido, la lengua escrita utiliza
signos visuales, como letras y palabras, para
expresar ideas y transmitir información. Las
lenguas escritas varían en su estructura y sus
reglas, pero comparten características
comunes, como un conjunto de símbolos que
representan unidades de sonido (fonemas),
reglas gramaticales para combinar estos
símbolos en palabras y oraciones, y
convenciones ortográficas para la correcta
escritura y ortografía de las palabras.
¿Qué nos cambia la lectura?
El proceso de desarrollo del lenguaje y
la preparación del cerebro para la lectura es un
viaje fascinante desde los primeros días de vida
hasta la adquisición de la habilidad de leer. La
lectura no es una habilidad innata, es una
invención relativamente reciente en la historia
de la humanidad. A diferencia del lenguaje
hablado, que surge de manera espontánea en
los niños, la lectura requiere un esfuerzo
consciente y un proceso de enseñanza y
aprendizaje considerable. A pesar de que la
escritura no está codificada en nuestros genes,
nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse
y reutilizar circuitos existentes para aprender
esta habilidad compleja.
Desde una edad temprana, los bebés
muestran una sorprendente capacidad para
comprender y procesar el lenguaje hablado.
Las imágenes cerebrales revelan que incluso
en los primeros meses de vida, el cerebro del
bebé está activo en las mismas áreas que los
adultos cuando escuchan su lengua materna.
Esto sugiere que los bebés están
preprogramados para adquirir el lenguaje y
desarrollar competencias lingüísticas
fundamentales desde el nacimiento.
A medida que los bebés crecen, su
capacidad para distinguir entre los sonidos del
habla de su lengua materna se afina y se
desarrolla. Pueden discernir entre sonidos
similares y comienzan a reconocer patrones
fonológicos específicos de su idioma. Este
proceso de especialización lingüística ocurre
naturalmente durante los primeros años de
vida, y para el primer cumpleaños, los bebés ya
han comenzado a construir un vocabulario
rudimentario y a comprender las estructuras
gramaticales básicas.
Es importante destacar que gran parte
de este desarrollo lingüístico temprano ocurre
de manera inconsciente. Los bebés adquieren
habilidades lingüísticas sin ser conscientes de
ello, lo que sugiere que el conocimiento del
lenguaje está arraigado en circuitos neurales
especializados que operan en un nivel
subconsciente.
El proceso de aprendizaje de la lectura
implica una reorganización significativa en el
cerebro. A diferencia del lenguaje hablado, que
se procesa principalmente en el hemisferio
izquierdo del cerebro, la lectura involucra
áreas visuales y de procesamiento del lenguaje
en ambos hemisferios. A medida que los niños
comienzan a aprender a leer, se produce una
especialización en una región específica de la
corteza visual que se dedica al reconocimiento
de palabras escritas. Esta región, conocida
como el "área de la forma visual de las
palabras", se vuelve cada vez más activa a
medida que los niños adquieren habilidades de
lectura más avanzadas.
La transición de la comprensión del
lenguaje hablado a la lectura implica una
conciencia cada vez mayor de las estructuras
del lenguaje, como las palabras, las sílabas y
los fonemas. La visión se convierte en un
nuevo canal a través del cual se accede al
lenguaje escrito, y el cerebro debe adaptarse
para procesar y comprender estas nuevas
formas de información.
El desarrollo de la habilidad de leer
implica también un cambio en la percepción
visual. Antes de aprender a leer, todas las
palabras escritas pueden parecer similares,
pero a medida que los niños adquieren
experiencia, aprenden a distinguir entre letras
y patrones de letras. Esta habilidad requiere
una especialización adicional en el cerebro
para procesar y reconocer estas características
visuales específicas.
El proceso de aprendizaje de la lectura
implica un intenso entrenamiento y práctica. A
medida que los niños se exponen a más texto
escrito, las conexiones neuronales se
fortalecen y la capacidad de leer mejora. Esta
plasticidad cerebral es fundamental para el
desarrollo de habilidades de lectura avanzadas
y demuestra la capacidad del cerebro para
adaptarse y cambiar en respuesta a nuevas
experiencias.
Conciencia Fonológica: Un Viaje Hacia la
Lectura
La toma de conciencia de los fonemas,
los sonidos elementales que componen el
lenguaje hablado, es un hito crucial en el
camino hacia la alfabetización. Este proceso,
conocido como "conciencia fonológica",
constituye una habilidad fundamental que guía
al niño hacia el mundo de la lectura y la
escritura.
Al principio, los niños prelectores
tienden a prestar atención a las palabras en su
totalidad. Sin embargo, el aprendizaje de la
lectura requiere un cambio en el enfoque de
atención. Es necesario que el niño aprenda a
descomponer las palabras habladas en sílabas,
reconociendo así los componentes básicos del
lenguaje. Esta descomposición implica
identificar los "ataques" consonánticos y las
"rimas" vocálicas que constituyen las sílabas,
así como los fonemas elementales que
conforman cada sonido individual (/t/, /r/, /e/,
/n/).
Para los niños en etapas iniciales de
desarrollo, como los preescolares o los de
jardín de infantes, esta descomposición
fonémica no es natural. La enseñanza
sistemática de la lectura en un sistema
alfabético es esencial para cultivar esta
conciencia fonológica. La investigación ha
demostrado que actividades lúdicas y
lingüísticas, como canciones, rimas,
adivinanzas y juegos de búsqueda de palabras,
pueden acelerar el desarrollo de esta habilidad
desde edades tempranas.
La atención selectiva juega un papel
crucial en el proceso de lectura. Los docentes
deben guiar a los niños para que dirijan su
atención hacia los aspectos relevantes del
lenguaje hablado y escrito. Al igual que
enfocamos nuestra atención en detalles
específicos del mundo exterior para amplificar
nuestra conciencia, dirigir la atención hacia los
sonidos del habla estimula las áreas cerebrales
asociadas con el lenguaje y la lectura.
Del mismo modo, el reconocimiento
visual de las letras y los grafemas requiere una
atención selectiva. Aunque los niños tienden a
percibir las palabras como unidades completas
al principio, es crucial enseñarles a reconocer
las letras como componentes esenciales de las
palabras. Esto implica una transformación
profunda en la región cerebral encargada del
procesamiento visual de las letras, que, en un
lector competente, codifica no solo letras
individuales sino también combinaciones y
patrones que forman grafemas, sílabas y
morfemas.
La investigación educativa respalda la
enseñanza explícita de las correspondencias
entre letras y sonidos, mostrando que los niños
que reciben esta instrucción muestran un
progreso más rápido en la lectura y la
comprensión de textos que aquellos que deben
descubrir estas relaciones por sí mismos.
La forma en que dirigimos nuestra
atención durante el proceso de aprendizaje
también influye en su efectividad. Enseñar a
los niños sobre la estructura fonética de las
palabras les permite adquirir habilidades de
lectura más rápidamente que simplemente
exponerlos a palabras como formas globales.
Este enfoque activa áreas cerebrales
específicas asociadas con la decodificación y el
reconocimiento visual de las palabras, lo que
facilita un aprendizaje más eficiente. Contrario
a la noción de enseñanza global, que enfatiza
la inmersión en la lectura sin una instrucción
explícita sobre la relación entre letras y
sonidos, la evidencia científica muestra que el
enfoque estructurado y secuencial es
fundamental para el desarrollo de la lectura
autónoma. La enseñanza sistemática de la
conversión de letras en sonidos permite a los
niños leer nuevas palabras con independencia
una vez que han adquirido estas habilidades.
El gesto de escritura también
desempeña un papel crucial en el proceso de
aprendizaje de la lectura. Los ejercicios
simples de trazado de letras no solo mejoran la
habilidad de reconocimiento visual de las
letras, sino que también ayudan a los niños a
comprender la dirección de la escritura y la
secuencia de las letras en una palabra. Este
gesto también facilita el reconocimiento de la
escritura manuscrita, ya que los lectores
reconstruyen mentalmente el gesto que generó
los caracteres.
Durante los primeros años de la escuela
primaria, la lectura representa un desafío
significativo para los niños. Descifrar palabras
requiere un esfuerzo consciente para revisar
cada letra en orden y recordar sus
correspondencias con los sonidos del habla.
Este proceso implica una activación intensa de
diversas regiones cerebrales asociadas con la
memoria, la atención y el procesamiento del
lenguaje hablado. A medida que la lectura se
automatiza, la activación de estas regiones
disminuye, liberando recursos cognitivos para
otras tareas. La automatización de la lectura es
un proceso gradual que implica el paso de un
enfoque serial de desciframiento a un enfoque
paralelo, donde las palabras se reconocen de
manera más rápida y eficiente,
independientemente de su longitud o
complejidad.
La práctica regular y sistemática es
fundamental para facilitar la automatización de
la lectura, al igual que la enseñanza continua
de la morfología y las estrategias de
comprensión de textos. Estos elementos
garantizan que los niños desarrollen no solo
habilidades de decodificación, sino también
una comprensión profunda y significativa del
lenguaje escrito.
Conclusión
El proceso de aprendizaje de la lectura
no solo implica decodificar palabras, sino
también desarrollar una comprensión profunda
del lenguaje escrito. Es un viaje que requiere la
atención selectiva, la conciencia fonológica y
la automatización de habilidades de
decodificación y comprensión. Los docentes
desempeñan un papel crucial en este proceso al
proporcionar una enseñanza sistemática y
explícita de las correspondencias entre letras y
sonidos, así como estrategias efectivas para la
comprensión de textos.
La atención cuidadosa a los detalles del
lenguaje hablado y escrito, guiada por
maestros capacitados, estimula el desarrollo de
áreas cerebrales asociadas con la lectura y el
lenguaje. La enseñanza continua y la práctica
regular permiten que los niños adquieran
habilidades de lectura fluidas y significativas,
facilitando su participación plena en la
sociedad. Por lo tanto, el papel de los docentes
es fundamental para cultivar lectores
competentes y proporcionar a los niños las
herramientas necesarias para comprender y
apreciar el vasto mundo que se abre a través de
la lectura.
Néstor Mevorás Lencinas es profesor de
Lingüística, Gramática, Didáctica de la Lengua
y la Literatura y Psicolingüística. Capacita en
Alfabetización Inicial