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ANEJO XVII Emilio Montero Cartelle Maria Hernandez Esteban M* Teresa Echenique Elizondo Gaspar Garrote Bernal Santiago Alcoba Rueda Isafas Lerner Juan Felipe Garcfa Santos Yolanda Novo José Jesis de Bustos Tovar José-Carlos Mainer Ana M? Vigara Tauste Teodosio Fernandez EL COMENTARIO DE TEXTOS Frasco y Guadalupe Fernandez Ariza BraeeeuGneawemn\ |. ACITANA 998 COMENTARIO FILOLOGICO = DE UN TEXTO DE LA ESTORIA DE ESPANA EmmLio Montero CarTELLE Universidad de Santiago Don Maynet, si yo sopiesse aquellas tierras 0 dan soldada por dormir, pero que mugier so, yrme ya alla morar; ca semeiame que uos non auedes a coracon de acorrer uuestra companna que esta maltrecha en el ual So- morian o lidian con Bramant. E digouos que si mio padre sopier que non 5 fuestes y, que uos non dara buena soldada». E dixol ell inffant: «Donna Galiana, si yo touiesse algun cauallo en que caualgasse et pudiesse auer algunas armas, ayna los acorreria yo». E dixol Galiana: «dnffant, bien se yo de qual linnage uos sodes, ca uos sodes fijo de Pepino, rey de Frangia, et de la reyna Berta, et a uos dizen Maynet. E si uos quisieredes fazerme 10 _pleyto que me leuassedes conuusco pora Frangia, et me fiziessedes cristia~ na, et casassedes comigo, yo uos daria buen cauallo et buenas armas, et una espada a que dizen Joyosa que me ouo dado en donas aquel Bra- mant». Et dixol ell infant: «Galiana, bien ueo que e de fazer lo que uos queredes, pero sabelo Dios que a fuerca de mi, e prometouos por ende que 15 sime uos agora guisaredes como auedes dicho, que yo uos lieue comigo pora Frangia et uos tome por mugier». Galiana quando estol oyo dezir, ‘ouo ende grand plazer, et touo que serie uerdad, ca ella lo auie ya uisto en las estrellas que assi auie de seer. Estonces le trexo las armas dellant, et ayudol ella misma a armar. E pues que fue armado, caualgo en un cauallo 20 quel ella dio a que dizien Blanchet, quel ouiera dado en donas otrossi Bramant, et fuese quanto mas pudo pora los suyos a acorrerlos. E asi co- mo Ilego al logar 0 era a fazienda, fallo un ric omne que auie nombre Aynart, que era su primo cormano del, mui mal ferido. Et luego quel uio, descendio del cauallo, et parosse sobre! mui triste! " Alfonso el Sabio, Estoria de Espafia, en R, Menéndez Pidal, Crestomatia del espariol medieval, , Gredos, Madrid, 1971, pig. 229. Anejo xvu de Analecia Malacitana, pags. 15-35. lio We ir Mitr Carig 1. InrropucciON En pocas ocasiones me he sentido tan deudor de las lecturas que he hech como en la fase de preparacién del comentario filol6gico que hoy les present, Llevo atios proponiendo a mis alumnos un tipo de comentario que, tal vez poy reiterado, llegué a creer que era el resultado de mi esfuerzo y de mi dedicacign Mi sorpresa fue, sin embargo, grande cuando revisando para esta ocasién {, bibliografia fundamental sobre el tema, percibf que la labor de un comentarst, se limita practicamente a engarzar de forma mas o menos coherente pautas que otros ya han avanzado, o a reproducir explicaciones que, salvo en aspectos may concretos, proceden de otros autores Mi insistencia, por ejemplo, en reiterar que el objetivo del andlisis de un texto es comprenderlo y que, para ello, es ineludible acceder, interpretar y co. nocer el estado de lengua que refleja, la he reencontrado en un trabajo que rea. liz6 E. Alarcos a finales de los setenta para unas jornadas similares’. «Por de- finicién —dice— un texto concreto es un producto de lengua realizado hic et nunc. Si queremos entenderlo, y sobre todo explicarlo, no podemos escapar, por muy diversos que sean nuestros propésitos, de la obligacién de examinarlo sin- erénicamente»’. S6lo en una segunda aproximacién, que ya no depende del texto en sf mismo, sino de la perspectiva que se adopte, se acometeré la tarea de resaltar sus similitudes y diferencias con el espafiol actual o, por el contrario, de analizar su evoluci6n desde a lengua latina. Se trata, en definitiva, no de anular la famosa dicotomfa «sincronfa/diacronfa», sino de superarla en el sentido de eliminarla como contradiccién y potenciarla como distincién metodolbgicat La necesidad de estructurar el comentario en niveles de andlisis tiene, por su parte, sus antecedentes mas remotos en una de las caracteristicas fundamentales ue singulariza las lenguas naturales frente a los restantes sistemas de comuni- cacién. Me refiero en conereto al principio de articulaci6n y a las posibilidades que ofrece para, por segmentaci6n, ir obteniendo las unidades objeto de estudio en raz6n del nivel lingiifstico en que nos situemos, sobre todo si a las dos art culaciones propuestas por A. Martinet se les affaden la tercera y la cuarta que, respectivamente, han defendido E. Alarcos y S. Gutiérrez Ordéiiez’. 2, Alarcos Llorach, «Bases para un comentario diario (Fonético y fonol6gico)», en Comer: ‘arias lingsticos de textos, Universidad de Valladolid, 1979, pégs. 189-203. 3. Alarcos Liorach, loc cit, pg. 8 + El problema de la antinomia entre sincronfay diacronfa es, en el fondo, un falso problema mejor dicho, un problema mal planteado, En realidad, la antinomia, tal como la formul6 Saussure? pertenoce al plano del objeto, sino al plano de la investiguciGn: se trata, pues, de una diferencia de Puntos de vst, de una distincién metodoldgica (J, que ha sido interpretada como distincion rea correspondiente a los hechos mismos del lenguaje» (E. Coseriu, «Sincronia, diacronia y tipologit™ en El hombre y su lenguaje, Gredos, Madi, 1971, pig. 191. i 5 A. Martinet, Blementos de lingiésica general, Madrid, Gredos, 1963. S. Gutirex Orde Lingitiaysemintica. Aproximacion funcional, Univeral de Oviedo, 158. lteos Ue “Units distinetives, unites dstinctes», La Linguistigue 2, 1978, pigs. 39-53 Un desarrollo dls ies Alaros lo pueden encontrar en J. A Martinez aos elemenios de In grardtic ye aéneo en a" 10>, en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, 1, Universidad de Oviedo, 1977, paEs: 16519 Incluso cuestiones més concretas como el alcance del término filol6gico, el tipo de comentario y la forma de llevarlo a la préctica, han sido ampliamente desarrolladas por oiros autores. R. Cano, por ejemplo, ha publicado un libro cuyo titulo coincide con el de esta conferencia (Andlisis filoldgico de textos)*, en el que, obviamente, disefia una breve historia de la Filologia, para concluir con un planteamiento de lo que debe ser el andlisis filologico, que, tedricamen- te, es correcto, pero dificil de Hevarlo a la prictica. Reconoce que su micleo fundamental es la parte lingifstica, pero también que tiene que ir més alld e in- sertar el texto «en un momento determinado de la historia cultural de una co- munidad»’, con lo que ello supone de incardinarlo en un contexto no sdlo his- 6rico-lingtifstico, sino también hist6rico-cultural y, por supuesto, de relacionar- lo con otros textos, «bien como eslabones ejemplificadores de la evolucién de ‘una lengua, o bien porque haya que recurrir a ellos para entender el texto que se esté analizando»*, Por mi parte, me conformaré con un planteamiento més ase- quible en el que, sin superar el plano de la expresién, tal como Io diseiié Hijemslev®, dar cuenta de los subplanos forma y sustancia por medio de las co- rrespondientes disciplinas lingifsticas que derivan de ellos: la fonética, para la sustancia, y la fonologia y la gramatica, para la forma’®, sin obviar, por supuesto, la grafia. El comentario que propongo responde a las caracteristicas de lo que se co- noce como comentario didéctico, evitando de esta forma caer en el afiin erudito de tomar el texto como pretexto para exponer las miltiples teorfas que sobre cualquier fenémeno lingiiistico se han elaborado. No quiero con ello decir que eluda las explicaciones, sino simplemente que intentaré que sean escuetas y adecuadas a los rasgos lingiifsticos del texto. Por la misma raz6n, siempre he rehuido el andlisis lineal, palabra por palabra, porque lo que se gana en exhau: tividad, se pierde en visin de conjunto. Prefiero adoptar una perspectiva mds sistemtica y global en Ia que las sucesivas aproximaciones vayan reflejando el estado de lengua del que procede el texto en sus aspectos fundamentales: el fo- noldgico, el morfolégico y el sintactico. Fowérica-FoNoLocia La determinacién de los rasgos fénicos de un texto ha de inferirse necesa- riamente de la sustancia por medio de la cual se nos ha transmitido, quo, en este caso concreto, no es otfa que la scripta, Una vez establecidos aquéllos sera el fmomento de, por segmentacién y conmutacién, acceder a las unidades fonol6- por tanto, el sistema y sus caracteristicas funcionales, de gicas y reproducir, cade 7 jodré iniciar ya una primera aproximacién cronolégica acuerdo a las cuales se p* R. Cano, Andlisis filoldgico de textos, Taurus, Madrid, 1991 TR. Cano, loc. cit, pag. 24 *R. Cano, loc cit, pig. 25 * 51, Helmsley, Prolegémenos a una tori del lenguaje, Gredos, Madi, 1914 1 M. Femdndez Pérer «Las disciplinasTingistieas», Verba, 13,1986, pgs. 15.78 Enilio Montero Cant 18 1 sistema castellano alfonst o «; en an de respond alos HSE PoP bids en los silos xy un Por el contrario, deja ent vsta primera aproximacion habria que diferenciar tes Al menos of total grifico, al fonético y el fonolégico), cada uno de los cuales niveles de andliss (e! green el marco de una conferencia. Por eso, y nueva, oe ery euda con lecturas previas'', en lugar de acercarnos indiscrimj. ana ears cada uno de esos niveles de andlisis, me centraré en los principales Palin cin a ce ets Tatencién a la aparicién de un nuevo orden consonédntico inexistente en Tatin, el de las articulaciones palatales, y a la escisi6n de la sere de consonants ficativas como consecuencia de las diferencias Je sonoridad. Esta acti permit, por una parte, hacer una fuerte selecciénenel objeto de estudio, por otra, poner de relieve las dificultades con las que los escribas medievales se en- frentaron en el momento de representar aquellos sonidos, que 0 no existian en latin 0, de hacerlo, presentaban unas caracteristicas fnicas diferentes. 2.1. Vocalismo Los procesos constitutivos del vocalismo castellano estan perfectamente re- flejados en el texto, pero, en lugar de revisarlos, me interesa llamar la atencién sobre la sistematica representacién de los diptongos procedentes de la evolu- cién de las vocales breves latinas t6nicas e y 0: tierras (1), bien (7), frente a ‘mestra (3), buena (5), buen, buenas (11), fuerza (14). Este dato, al que no suele darse la importancia debida, siempre he procurado destacarlo por la destreza que implica por parte de los escribas, quienes no s6lo debian percibir la dipton- gaci6n, lo que no era facil, sino aprender a darle forma gréfica, que tampoco re- sultaba sencillo. Lo evidencia que en La Razén d’Amor sélo se reflejase el ele- mento articulatoriamente mas destacado en ¢ilo y pusto, en lugar de cielo y Puesto, 0 que personas con poco dominio de la escritura sigan aplicando la misma pauta a cuva, bine, pidra, como ha demostrado Gregorio Salvador" sin lugar a dudas, inffant (5), grand (17) y ric estol (16) y ayudol (19). La El fenémeno més caracteristico del vocalismo del texto es, {a apécope, nominal en los casos de Bramant (4), (22), y pronominal y verbal, en sopier (4), dixol (3, has, se vieron claramente increment Seu ea No pongo, sin embargo, en duda que el fendmeno se vi0 Te- dente de Francis oa ¢ EsPatia de un elevado contingente de poblacisn prose Tancia, cuyo influjo en el uso de la apécope extrema es doble. Por 7 E. Alareos Loach, op cit, pi 2 Vs tt., pag. 13, "°G. Salvador, La di lps. sg.75, '” “1 SPtongacion deo e latnasy as cartas de un semianalfabeton, ar, 157 Comentario filo!6gico 19 ‘una parte, los francos, habituados a los finales consondnticos en su lengua ma- tema, prefirieron la variante apocopada en detrimento de la plena; mientras que, por otra, la penetracién de galicismos y occitanismos con terminacién con- sondntica dura sirvié igualmente de apoyo para la consolidacién de las variantes Igxicas con apécope extrema. Este influjo galorroménico era seguramente mucho mas débil en la lengua hablada, de manera que, en ella, las formas plenas man- tuvieron una frecuencia de uso suficiente como para desplazar y eliminar a las apocopadas cuando se regulariz6 la situacién en el margen implosivo interior de palabra y disminuy6 la influencia ultrapirenaica. Esta recuperaciGn de las for- ‘mas con vocal final permitié ademés mantener la tendencia a la silaba libre que std perfectamente documentada a lo largo de la historia de la lengua castellana’?, La apécope posibilita 1a primera aproximacién a la cronologia del texto, pues, aunque la pronominal se extiende hasta el siglo xiv, el apogeo de la ex- trema corresponde al perfodo comprendido entre 1200 y 1220, a partir del cual disminuye su frecuencia de uso para desaparecer en 1276, fecha en que Alfonso X parece haber dado forma definitiva al Libro de la Ochava Esfera' 2.2, Consonantismo Siguiendo el planteamiento que habfa hecho en la introduccién, tomaré co- mo referencia para el anilisis del consonantismo la palatalizacién, el sistema de las sibilantes y la representacidn gréfica de las labiales, terminando con una breve referencia al tratamiento de la f- en posici6n inicial de palabra. La impor- tancia de cada una de estas aproximaciones es bastante dispar. Mientras la pri- mera tiene como objetivo fundamental resefiar las soluciones graficas que los escribas adoptaron ante los nuevos sonidos, el estudio de las sibilantes es més fonolégico en tanto que la grafia tiene interés no sélo en s{ mismo sino como reflejo de una serie de oposiciones de las cuales se puede deducir si el texto es, anterior, coetiineo o posterior al reajuste que experiment6 el sistema consonén- tico en los siglos xvi y xvu. La tltima responde al objetivo concreto de precisar el comportamiento de la lengua literaria ante el fenémeno de la aspiracién de la ‘f-inicial, cuya representacién depende de factores extemos al propio sistema, en concreto a su consideracién de rasgo vulgar y ristico que ha retrasado su presencia en la lengua escrita hasta el siglo xv, aunque sea un fenémeno del que hay testimonios ya en el siglo 1x. La evolucién de la oposicién latina entre la simple y su correspondiente "3 La combinaciGn de estos dos factores reproduce las ideas de R. Lapesa y de D. Catalén, a quie- nes remito para un andlisis més pormenorizado. Cf, portato, R. Lapesa, «La apécope dela vocal en Castellano antiguo, Intento de explicacion histrica>, en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, 2, Madrid esi 1951, pdgs. 185226, y «De nuevo sobre la apécope vocdlica en castellano medieval», Nueva Revista de Filologia hispdnica, 24/1, 1975, pags. 1323; y D. Catan, «En tomo a la estructura Silica del espafol de ayer y del espaol de mafana», en El espaol Origenes de su diversidad, Pa- raninfo, Madrid, 1989, pégs. 77-100. CE. MPT, Echenique Elizondo, «ApScope y lefsmo en la Primera Cr6nica General. Notas para ‘una cronologiay, Studi Spanici, 1979, pigs. 43-58 Emilio Montero ¢ = elle i terales latina ha seguido caminos similares, py, geminada en Mn cuestiones de detalle, las posibilidades que se perciben‘et dejando al marger jen reducir a tres: conservacién de Ia opoxie™ 3 ued as lenguas romances Se P' taliano (cavallo, sole, lat. cauatioys z la, como sucede en it * SOL), simple/geminad: desapa. ilitamiento de la simple hasta s Ia simplificacién de la geminads ¥ ie (lat. Lunam), y, por tltimo, la a rici6n, gallego pena (lat. Pim ticulacion, palatalizéndose, y la simple con® cambis el punto ¥ mode ae orn es la solucién del castellano, siendo adema, pondiente se mantwvo. Fst ima cs son oe que mo ca em de las tres la nica que implica pn rate para Su represen” tae alternatives en are centido fueron desde darle un nuevo valor a la raf LS tt score eon el elemento vooico gue representaba la yod como factor desencadenane dea platalizacion, de donde rafemas como , <> 0 88 ners cis . Los escribas orientales se inclinaron por la segunda » abil . (duenya, sensor en el Libro de Apotoia, sb y 4302), mientras que Tos occidents op taron por la primera o bien por su abreviatura, la actual , en cuya expansiny regularizacign desempeié un papel muy importante Alfonso X y su escuela, Fl proceso fue exactamente el mismo para las laterales, por lo que la re. puesta ante la nueva palatal siguié también las mismas tendencias. Los tesi- monios del texto tanto en un caso como en otro responden adecuadamente a las pautas de lo que fue la graffa alfonsf y, por extensidn, la occidental, sirviéndose en todo momento de las correspondientes geminadas latinas para el nuevo sonido palatal, fuese cual fuese su origen: Ia geminada en aquellas (EccuM ixz4W, 1), alla (zac, 2) en cauallo (canazum, 6), Ia combinacién con yod companna (courts, 3) 0.un proceso de asimilacién, como en donna (pomvas, 5) Las sibilantes constituyen un subsistema en el interior del sistema fonolégi- co, cuya importancia es tal que por si solo ofrece referencias suficientes para identificar un texto como medieval, clisico o actual e incluso, si se dan ciertas circunstancias, intentar una aproximacién a su procedencia geografica, Como saben, cl sistema de sibilantes estaba compuesto por seis fonemas, organizado en tres parejas, opuestas entre sf por el rasgo sonoridad: las fricativas alveoli- res, la fricativas palatales y las africadas dorsodentales, En el siglo x1, la pst dida de la correlacién de sonoridad redujo los seis fonemas a tres: el fricativo alveolar sordo, el fricativa palatal sordo y el fricativo predorsal sordo, Io que, sin embargo, no detuvo su evolucién. En un claro intento de evitar las posibles confluencias, se ampliaron los mérgenes articulatorios, desplazando la fricaiva Palatal hacia la parte posterior del paladar y, consecuentemente, velariz4ndols, mientras que la predorsal se interdentalizé con el mismo fin. En esquema, It situacién era la siguiente: jas nasales y lal ; cast. med. i ctual L-Picaivasaveotares jy", ‘seo ct 2. Fricativas palatales By ‘i i} 3. Africadas te a ‘I 10 sentacién fueron bastante dispares, aunque, pi primera pareja procede El origen y la forma de repre: ra entendemos, se puede simpliticar subrayando que de la oposicisn fricativa alveolar simple/geminada, fuese latina o resultado de una asimilacién (grupos -ns- , que derivaron hacia la sonora y 1a sorda, como resultado del proceso de lenicién, La tercera tienen su origen en la palatalizacién inducida por yod, que, combinada nuevamente con la Tenicién, rigin6 la africada sonora, procedente de las combinaciones /Ajf, [i y /ke'/in~ tervocillicas, y la sorda si, por el contrario, estaban en posicién posconsondntica. Las fricativas palatales tienen, por el contrario, una procedencia més divers Nj). IRV, [dip /gi/ & /i/ consondntica, para la sonora, y fundamentalmente /ks para la sorda"® Para su expresién gnifica se recurrié en la fricativas alveolares al 1 procedimiento que en la palatales nasales y laterales, es decir, reservar el gra~ fema de la geminada latina , para la sorda, y el de la simple , para la so- nora, mientras que para las otras dos parejas hubo mis problemas, mayores, de todas formas, en las africadas que en las fricativas. En éstas, ya desde la época de origenes, el signo se utilizé como expresién de Ia fricativa sorda, ha- ciendo lo propio con , para la sonora, que Alfonso X elevé a norma, utili- zando la primera seguida de vocal palatal (), y la segunda con la vocal central y las velares, es decir , Evitaba asi toda posible ambigiiedad desde ei mismo momento en que el segundo elemento, en un caso, y el primero, en el otro, denotaba la palatalizacién que se queria indicar. Las africadas, tras tuna primera etapa en la que el grafema <2> se utilizaba como significante de la sonora y de la sorda'®, se especializ6 como marca exclusiva de 1a sonora desde el mismo momento en que se afianz6 y generalizé el empleo de <¢> para la sor- da, cuya cedilla podia omitirse en contextos inequivocamente palatales, es decir ante las vocales palatales /e/,/i/: estonces (18), descendio (24). Las sibilantes del texto responden a la distincién sordas/sonoras, que tanto en las fricativas como en las dorsodentales s6lo se puede percibir en posicién intervocélica, siendo las restantes posicién de neutralizacién, mientras que, en la palatales, la oposicién mantiene su rendimiento funcional también en inicial Quiere ello decir que para percibir la distincién sorda/sonora en las fricativas hay que analizar las que presentan la misma distribucién, como es el caso de sopiesse (1), touiesse (6), caualgasse (0), pudiesse (6), leuassedes (10), etc. frente a quisieredes (9), casassedes (11) y a guisaredes (15). Antes de concluir afirma- tiva o negativamente habré que tener en cuenta su origen. Sdlo asi se puede mostrar si hay o no perfecta adecuaciGn entre el étimo y el resultado romance, Es lo que, por otro lado, sucede en los ejemplos anteriores, cuya primera serie mas pues todos ellos proceden de pluscuamperfectos plantea muy pocos proble ! Ge subjuntivo latinos que, con independencia de la conjugacién de procedencia, ismo sibles inexactitudes que conlleva una simplificaci6n como la anterior, remito a ‘

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