C U R S O O N L I N E

Diaconía Luterana
en el contexto latino-americano:
FE ACTIVA EN EL AMOR QUE TRANSFORMA

Historia de la diaconía

Scheila Dillenburg, Rodolfo Gaede Neto y João Henrique Stumpf

Hasta ahora en nuestro curso ya A ejemplo de Jesús, la diaconía es el

hemos tenido una comprensión de la misión
diaconal de la Iglesia, hemos visto el
fundamento de la diaconía desde una
perspectiva bíblico-sistemática, y también
hemos visto los aspectos centrales de la
teología luterana para comprender la
práctica diaconal. Ahora, para cerrar el
primer módulo, en esta unidad queremos
ofrecer un panorama de la diaconía en
América Latina. Pero antes, ¿qué tal si
recapitulamos las ideas centrales de lo que
hemos visto?
servicio del amor y de la solidaridad
hacia las personas que de una forma u
otra se encuentran en situación de
fragilidad y sufrimiento. Es una acción
social basada en una motivación cristiana,
una forma específica de ministerio
eclesiastico, y también el principio
fundamental de la Iglesia.

Un resumen para comenzar

Desde el punto de vista terminológico,
la palabra diaconía proviene del griego y
significa “servir” o “servicio”. Desde el
punto de vista conceptual, la diaconía es el
área del conocimiento teológico que se
ocupa más específicamente de las
cuestiones sociales de la comunidad
humana y la creación de Dios. Y desde el
punto de vista eclesiológico, la diaconía es
un ministerio, junto con otros
ministerios de la Iglesia, que busca Imagen: instagram.com/atelie15
promover el cuidado de las personas en
situación de vulnerabilidad. El fundamento de la diaconía es la
diaconía realizada por Dios mismo en favor
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de la humanidad. La Iglesia y cada
persona solo hace diaconía porque Dios
hizo diaconía primero (1Juan 4:19). La
diaconía de Dios es el servicio que Él realizó
en la persona de Jesucristo, el servicio de
reconciliación de la humanidad. Y toda la
obra salvadora de Jesucristo es servicio de
Dios a favor de la humanidad, cuyo único
objetivo es dar justicia, vida sana y
salvación a toda la creación.
La diaconía busca practicar y
defender los valores del reino de Dios: la
paz, la justicia y el amor. Y la Iglesia tiene
la misión de promover estos valores y
también de promover una diaconía (un
servicio) que llege a las personas que se
encuentran en una situación de mayor
injusticia, menos amor y menos paz. La
diaconía siempre estará junto a los
valores del reino de Dios y estará al lado
de las personas en situación de
sufrimiento.
Cuando la Iglesia hace diaconía,
cuando produce buenos frutos – los frutos
de la fe y el amor –, cuando se compromete
con los valores del reino de Dios en este
mundo, está dando testimonio del amor y la
gracia de Dios no solo con palabras, sino
también con acciones.
La fe no es simplemente un
sentimiento de confianza en Dios que
guardamos dentro de nosotros y nosotras
mismas. La fe también es una energía
muy fuerte que mueve montañas y
personas. Ella no nos deja quietos y
quietas, encerrados y encerradas en
nosotros y nosotras mismas, sino que nos
moviliza y compromete en favor de las
cosas de Dios, en favor de la gran causa
del reino de Dios. Quien está poseído y
poseída por la fe está poseído y poseída
también por el impulso de actuar y luchar a
favor de los valores del reino de Dios en
este mundo.
2
A menudo se confunde diaconía con
asistencialismo. ¡La diaconía no es y no
debe ser asistencialismo! Ella debe
examinar las raíces de los problemas
sociales – que en general suelen ser
estructurales y creados por la propia
sociedad – y trabajar para transformar esas
situaciones, ayudando a encontrar un
camino para la reconciliación, el
empoderamiento, la autonomía, la justicia,
los derechos, la vida plena y la dignidad
para todas las personas y la creación de
Dios.
Siempre en nombre de Dios y
motivada por la fe, la diaconía como
práctica cristiana es profética y
transformadora. Es el movimiento que una
persona, una comunidad, un grupo o una
Iglesia hace a favor de la dignificación de la
vida. Al mismo tiempo que acoge e
incluye, la diaconía también va al
encuentro de quienes necesitan. Porque
forma parte de la esencia del cristianismo,
la diaconía no es una opción, sino una
condición para ser llamados y llamadas
personas cristianas.
La diaconía a lo largo de la historia
A partir de los textos de la Didaqué y
también de otras fuentes de información,
como el propio Nuevo Testamento, es
posible encontrar aspectos que demuestran
que desde el principio el foco de atención
y preocupación de las personas
hermanadas por la fe en Jesucristo
fueron las personas necesitadas.
 Curso online Diaconía Luterana en el contexto latinoamericano: fe activa en el amor que transforma
El cuidado común se convirtió en el
distintivo de la Iglesia cristiana de los
primeros tiempos, como ejemplo de lo que
afirma el apóstol Pablo en la carta a los
Corintios: “para que no haya divisiones en
el cuerpo, sino que todos los miembros se
preocupen los unos por los otros. De
manera que, si uno de los miembros
padece, todos los miembros se conduelen,
y si uno de los miembros recibe honores,
todos los miembros se regocijan con él”
(1Corintios 12:25-26). Todas las personas
se entendían como parte de un solo cuerpo.
Si una parte del cuerpo sufría o no estaba
bien, todo el cuerpo sufría junto.
El libro de Hechos de los Apósteles es
especialmente importante, porque presenta
testimonios de que las primeras
comunidades cristianas vivían una
radicalidad en la vida comunitaria, la
cual estaba basada en el compartir del
amor, servicio, alimento y bienes. Es
decir, en las primeras comunidades
cristianas la diaconía y el cuidado eran
entendidos, vividos y practicados de
forma integral y completa.
3
Una de las prácticas más originales y
relevantes en la vida de las comunidades
cristianas de los primeros siglos era la Cena
del Amor, una comida comunitaria
también conocida como ágape. Los
documentos históricos indican que la Cena
del Amor era realizada diariamente al
atardecer. La realidad pobre de la mayoría
de las personas adeptas a la religión
cristiana generó en las comunidades
aquello que podemos llamar de “cultura
del compartir”. Eso quiere decir que cada
persona ofrecía alimentos y otros bienes
para el uso comunitario de acuerdo con sus
condiciones. De los alimentos traídos, se
separaba el pan y el fruto de la vid, por los
cuales se daba gracias y después era
celebrada la Cena del Señor.1
Dos eran las razones que
movilizaban las comunidades en la
realización diaria de esta cena: alimentar
a las personas, (especialmente a las más
empobrecidas) y celebrar la Cena del
Señor. La teóloga Sissi Georg nos recuerda
que por varias décadas ambas prácticas
estuvieron vinculadas.2
El texto bíblico de Hechos 6:1-7 hace
referencia a una crisis surgida en la
comunidad de Jerusalén justamente por
causa de las comidas comunitarias. Las
viudas de los helenos, esto es, de los
griegos convertidos (o de aquellos que
habían sido criados fuera de la tierra de
Israel), estaban siendo olvidadas en la
distribución diaria de los alimentos. Eso
provocó un sentimiento de descontento por
parte de este segmento de la Iglesia y hubo
reclamos. Pero el problema fue resuelto con
la designación de un equipo para el servicio
junto a las mesas.
El apóstol Pablo también registró una
crisis en la comunidad de Corinto. El texto
de 1Corintios 11:17-34 se constituyó en
una importante fuente de informaciones
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sobre el ágape, en el cual el apóstol
constata la tergiversación de su sentido
social.3 Es decir, el descuido para con la
dimensión comunitaria y social del ágape
resultó en división, desigualdad y hasta
muerte, pues, si por un lado había personas
bien nutridas y saludables, por otro había
también personas mal nutridas y enfermas.4
El problema ocurría cuando personas
ricas y privilegiadas (que no estaban
condicionadas a horarios fijos de trabajo)
llegaban más temprano a los ágapes,
comían, se saciaban y hasta se
embriagaban. Mientras tanto, las personas
subordinadas (y sujetas al cumplimiento de
largas jornadas de trabajo, como esclavos y
esclavas) cuando llegaban ya no
encontraban más alimentos. Pablo entendía
que cuando, en la comunidad cristiana, las
personas más pobres eran perjudicadas, el
cuerpo comunitario entero sufría.5
Debido a esas cuestiones, se dio la
separación entre la comida comunitaria
y la Cena del Señor. Las consecuencias
fueron asumidas por ambas instituciones: el
ágape sin la Cena del Señor perdió su
dimensión mística (sacramental) y la
Cena del Señor sin el ágape perdió la
dimensión social.6
Esta separación, sin embargo, no
impidió la continuación de las comidas
comunitarias y la recuperación de su
función social. Las personas más
vulnerables y empobrecidas (viudas,
esclavos y esclavas, siervos y siervas,
personas ancianas, etc.) continuaban
siendo invitadas para los encuentros que
ocurrían siempre en los finales de las
tardes, en los cuales los diáconos
prestaban regularmente servicio a la mesa.7
Así como el ejemplo de las primeras
comunidades cristianas, la Iglesia en la
actualidad es llamada a redescubrir y
4
recuperar la dimensión diaconal de la
Cena del Señor. Es tarea de la Iglesia
hacer con que “el Cuerpo y la Sangre de
Cristo” celebrado en la Santa Cena, sirva
para saciar el hambre física de las
personas hambrientas, denunciar las
estructuras responsables por la miseria
y movilizar a la comunidad en el
compromiso diaconal, para que ninguna
persona vaya a dormir con el estómago
vacío.
El testimonio de las primeras
comunidades cristianas va más allá de la
celebración del ágape y de la Cena del
Señor. En el siglo III, un brote de plagas
destruyó la vida de millares de personas en
la parte occidental del Imperio Romano. El
obispo de Alejandría escribió sobre esa
peste que contagió a la ciudad y causó
innumerables muertes. En su relato, él
afirmó que muchas personas cristianas
cuidaban de las personas enfermas sin
hacer distinción entre cristianos y no
cristianos. Mientras eso, los paganos
huían de las personas infectadas, inclusive
de sus propios familiares; abandonaban a
las personas moribundas y dejaban a las
personas muertas arrojadas.
Innumerables personas morían cada
día. Aquellas que tenían condiciones, huían
desesperadas. Los familiares infectados
eran abandonados sin piedad. Los niños y
niñas eran echados de las casas. En esta
situación, las personas cristianas
comenzaron algo insólito: como individuos
o como comunidad, se hicieron cargo de los
entierros de personas cristianas y no
cristianas que morían en la enfermedad, la
pobreza y el abandono. Sepultaban a los
muertos, no solo a los que conocían,
sino a todos los muertos con los que se
encontraban. Su determinación de
defender un entierro digno para todas las
personas se basaba en el entendimiento de
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que todo ser humano había sido creado a comida y dependientes de la buena
imagen del Creador.8 voluntad de las otras personas.
Otra práctica común entre las
personas de las primeras comunidades
cristianas era la hospitalidad. Debido a la
persecución de las personas cristianas, la
Iglesia tuvo que organizarse en
comunidades domésticas (ellas son
mencionadas en Hechos 12:12; Romanos
16:23; 1 Corintios 16:16; Colosenses
4:15; Filemón 1:2). Aun con el riesgo que
corrían por cuenta de las persecuciones,
muchas personas abrían las puertas de
sus casas y permitían que estas se
convirtieran en lugares de encuentro y
convivencia en comunidad.
Como sabemos, la práctica de la
hospitalidad también fue un factor
relevante para la misión: las personas que
viajaban de ciudad en ciudad divulgando la Las comunidades cristianas de los
fe cristiana podían contar con la primeros tiempos también se ayudaban
hospitalidad de hermanas y hermanos en la mutuamente a través de ofrendas. Un
fe. Por eso, la hospitalidad es ejemplo de eso es la campaña que el
frecuentemente citada en el Nuevo apóstol Pablo realizó entre las comunidades
Testamento y en la historia de la Iglesia helénico-cristianas de Macedonia para
Antigua. Incluso era un requisito para socorrer a la comunidad de Jerusalén, de
ocupar cargos en la Iglesia (1Timoteo 3:2; origen judaica, empobrecida bajo el
1Timoteo 5:10; Tito 1:7-9). gobierno del emperador romano Claudio,
entre los años 41 al 54 d.C. (Hechos 11:27-
El apóstol Pablo es un ejemplo de 30; 2Corintios 8-9; Romanos 15:26).
quien dependió de la hospitalidad de las
primeras comunidades cristianas. La La solidaridad entre las comunidades
hospitalidad de Aquila y Priscila, una pareja fue un factor de unidad de la Iglesia.
que trabajaba en la fabricación de Especialmente la colecta motivada por
campanas, posibilitó el trabajo misionero de Pablo, en una situación conflictiva
Pablo en Corinto, conforme se puede (amenaza de cisma y ruptura por las
observar en el texto de Hechos 18. diferencias entre el cristianismo de origen
helénico y el cristianismo de origen judaico)
A ejemplo de las primeras fue una señal en favor de la unidad de la
comunidades cristianas, el reto de la joven Iglesia cristiana. La historia apunta
hospitalidad sigue actual. Por ejemplo, también a Roma como una comunidad
con las personas migrantes que llegan, en ejemplar en el apoyo financiero a otras
la mayoría de las veces en situación de comunidades.9
miseria, con poca ropa, sin dinero, sin

5
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Cabe señalar que, aunque existía
una intensa preocupación por el cuidado
entre las comunidades cristianas, estas
no se encerraban en sí mismas. Hay
varios ejemplos que atestiguan la
solidaridad incluso con quienes no
pertenecían a la familia de las personas
bautizadas.10
Otro aspecto que representa la
diaconía de las primeras comunidades
cristianas es el compartir. El texto de
Hechos 2:41-42 registra los cuatro pilares
de la vida comunitaria en Jerusalén: “Fue
así como los que recibieron su palabra
fueron bautizados, y ese día se añadieron
como tres mil personas, las cuales se
mantenían fieles a las enseñanzas de los
apóstoles y en el mutuo compañerismo, en
el partimiento del pan y en las oraciones. las
cuales se mantenían fieles a las
enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo
compañerismo, en el partimiento del pan y
en las oraciones.” De esos cuatro aspectos
(doctrina de los apóstoles, comunión,
compartir el pan y oración), dos se refieren
a la distribución de bienes: comunión y
partir el pan.
El término “comunión” es traducción
del griego koinonía y significa “compartir”. El
énfasis en esas acciones se debe al hecho
que la mayoría de los miembros de la Iglesia
eran, realmente, personas pobres. En el
caso de la comunidad de Jerusalén, la
mayoría era formada por esclavos,
jornaleros, mendigos y artesanos.
Definitivamente, el compartir caracterizó a
la Iglesia de los primeros siglos.
Diferentemente de la comunidad de
los esenios en Qumran, donde el compartir
de los bienes era obligatorio, para las
personas cristianas la koinonía no tenía la
obligatoriedad como base. Justino animó a
la comunidad a donar espontáneamente:
“los que poseen alguna cosa y quieran,
6
cada uno conforme su libre voluntad, dé lo
que bien le parezca, y lo que sea recogido
que se entregue al presidente”.11 El mismo
Justino, que escribió su Apología alrededor
del año 150 d.C., afirmó: “el diácono es un
cuidador de todos los que están en la ciudad
[...]. Nosotros, cuando podemos, ayudamos
a todos los que tienen necesidades”12.
Una vez más no se hacía selección de
personas beneficiarias; el criterio de la
ayuda era la necesidad de las personas,
indistintamente. La expresión “cuando
podemos” alude a la condición de la
existencia o no de recursos para esa
finalidad. Recursos que debían ser
recaudados para después ser distribuidos.
La forma institucionalizada de
recaudación y el compartir de bienes parece
haber sido la caja común de la
comunidad, que se hizo conocida con el
sugestivo nombre de deposita pietatis.
Orígenes escribió sobre el objetivo de la
caja común (rescatar la dignidad de las
personas) y sobre los criterios que deberían
orientar la distribución de los recursos. Él
afirmaba que la ayuda no debería ser igual
para todas las personas, pues siempre
existirían aquellas que necesitan más y
aquellas que necesitan menos.13
Pero ¿quiénes eran específicamente
las personas beneficiarias de la deposita
pietatis? De acuerdo con Tertuliano, eran
las personas pobres en contexto de muerte,
jóvenes pobres y huérfanos, esclavos que
envejecieron, náufragos y prisioneros.14 Los
recursos de la caja comunitaria servían
para:
Nutrir y sepultar (dignamente) a los pobres,
para socorrer niños y niñas que no tienen
recursos ni padres, o los siervos (esclavos)
que se convirtieron en ancianos, o aún a los
náufragos. Y si algún cristiano sufre en las
minas, en las islas, en las prisiones,
únicamente por causa de nuestro Dios, él se
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convierte en el hijo querido de la religión que
confiesa.15
La gestión de la caja común competía
a los diáconos y había la consciencia
general de que ella pertenecía a las
personas pobres. En ese contexto se sitúa
la historia del diácono Lorenzo que, en el
año 258 d.C., bajo la persecución del
emperador Valeriano, fue presionado por el
alcalde de la ciudad de Roma a entregar los
bienes de la Iglesia para el gobierno. La
tradición conservó la historia que sigue.16
Lorenzo fue un conocido diácono de la
Iglesia Antigua. Fue uno de los siete
diáconos de la ciudad de Roma, muerto en
el año de 258 d.C. En el 257 d.C., el
emperador Valeriano publicó sus
veredictos contra las personas cristianas.
El alcalde de Roma, imaginando que la
Iglesia tenía grandes tesoros guardados,
decidió confiscarlos para sí, alegando que
el emperador los necesitaba para
mantener sus ejércitos. Lorenzo, diácono
responsable de custodiar los recursos de
la Iglesia y distribuirlos entre las personas
pobres, pidió un tiempo al prefecto,
diciendo que necesitaba organizar los
tesoros de la Iglesia para entregarlos
7
todos juntos. El prefecto consintió.
Lorenzo salió, entonces, por toda la
pobres, pidió tiempo al alcalde, diciéndole
que necesitaba organizar los tesoros de la
Iglesia para entregarlos todos juntos. El
alcalde consintió. Entonces Lorenzo
recorrió toda la ciudad, reunió a las
personas pobres, enfermas, ancianas,
ciegas, lisiadas, mutiladas, leprosas,
mendigas, huérfanas y viudas, personas a
las que mantenía la Iglesia, las puso a
todas en fila y mandó llamar al alcalde.
Este, al ver aquella asamblea interminable
de gente miserable, enojado, preguntó
qué hacían. Fue cuando Lorenzo
respondió: “Estas personas son el tesoro
de la Iglesia que quiero entregarte”. Esa
actitud le costó la vida. La tradición cuenta
que, por orden del alcalde de Roma,
Lorenzo fue quemado vivo, lentamente,
en una parrilla el día 10 de agosto. El
martirio de Lorenzo nos recuerda que las
personas más miserables son el tesoro de
la Iglesia.
Los primeros 350 años del
cristianismo estuvieron marcados por una
intensa persecución a las personas
cristianas. Las persecuciones solo llegaron
a su fin después de que el emperador
romano Constantino promulgó el Edicto de
Milán en el año 313 d.C., garantizando la
libertad de culto en el Imperio. Esta decisión
abrió las puertas para que el cristianismo se
convirtiera en la religión oficial del Imperio
Romano en el año 380 d.C. Esta nueva
situación, de religión perseguida a religión
oficial, generó profundos cambios en la
Iglesia, incluso en la diaconía.
Mismo como religión oficial del
Imperio, la Iglesia no se olvidó de las
personas pobres. Las viudas, los huérfanos
y huérfanas continuaron como prioridad
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para la diaconía de la Iglesia. Entretanto,
con la decadencia del Imperio Romano y el
consecutivo aumento de la masa de
personas miserables y enfermas, la Iglesia
se vio obligada a buscar nuevos caminos
para auxiliar de forma más eficaz.
El Estado romano reconoció la
diaconía de la Iglesia y la apoyó con
diversas donaciones. Con ello, la diaconía
sufrió la primera gran transformación de su
historia: dejó de ser una diaconía
comunitaria y comenzó a concentrarse cada
vez más en manos de los obispos. Si hasta
entonces la diaconía había sido articulada
por toda la comunidad cristiana como
respuesta a la palabra de Dios escuchada y
vivida en comunión, de allí en adelante
ocurrió un movimiento de apropiación de la
diaconía por parte de la cúpula de la Iglesia.
Esto no quiere decir que las personas
cristianas dejaron de practicar la diaconía,
sino que quien la pensaba y planeaba eran
ahora los obispos y sus auxiliares. Con el
apoyo del Estado, la diaconía adquirió una
nueva dimensión numérica y el número de
personas atendidas y acompañadas
aumentó substancialmente.17
En ese contexto surgió, por iniciativa
de la Iglesia, el sistema de asilo y los
hospitales, que a veces funcionaban juntos
en el mismo lugar. La historia de estas
instituciones está ligada al aumento de las
peregrinaciones, que alcanzó su apogeo
alrededor del siglo IV. A medida que
aumentaba el número de personas que se
desplazaban, las antiguas formas de acoger
a las personas en tránsito resultaban
limitadas. En respuesta, se construyeron
casas de acogida para los peregrinos. Unos
años más tarde, esas casas se convirtieron
en refugios para indigentes pobres y
enfermos.18
8
La Iglesia se encargó de construir y
coordinar numerosas casas de acogida,
que variaban según su tamaño y finalidad.
Fueron construidas casas para huérfanos,
para niños y niñas abandonadas, albergues
para personas extranjeras, hospitales, etc.
Estos establecimientos estaban bajo la
protección del Estado. También
necesitaban la colaboración de
funcionarios, algunos remunerados y otros
voluntarios. Varios de esos funcionarios se
colocaban a disposición de estos albergues,
motivados por la decisión de dedicarse
exclusivamente a la causa de Jesucristo.
Con el paso del tiempo, sobre todo en
la Edad Media, la diaconía pasó por un largo
periodo de crisis. Su práctica quedó
restringida a algunos monasterios,
hospitales y a personas cristianas y
comunidades específicas que se dejaron
mover por la Palabra de Dios, que siempre
despierta personas para el servicio del amor
concreto al mundo. El propio Lutero tuvo
momentos en los que predicó una Iglesia
que en su propia estructura asumía un
mandato diaconal, pero en la práctica
entregó esta tarea a la dirección laica de la
comunidad civil, es decir, al Príncipe. La
firme defensa de la centralidad de la
justificación por la fe llevó a cuestionar todo
lo que pudiera entenderse como
predicación de la necesidad de buenas
obras. Del mismo modo, la doctrina de los
dos reinos justificó una división del trabajo,
dejando a la Iglesia actuar más en el ámbito
espiritual.
Es importante señalar que a lo largo
de la historia, desde las primeras
comunidades cristianas, pasando por los
Padres de la Iglesia y la propia Reforma
Protestante, aunque hubo períodos
específicos en los que fue menos
prominente, la práctica de la diaconía
nunca dejó de existir entre las personas
 Curso online Diaconía Luterana en el contexto latinoamericano: fe activa en el amor que transforma
cristianas. Lo que sí cambió fue su
enfoque, su alcance y quienes la
practicaban.
Diaconía en contexto
Como hemos visto, la forma en que
entendemos la diaconía se ha ido
configurando a lo largo de la historia por el
modo en que las personas cristianas han
tratado de cumplir el llamado bíblico a ser
acogedoras y cercanas a las demás.
La diaconía siempre ha sido una
dimensión importante de la Iglesia a la hora
de responder a los desafíos del mundo, y
hoy no es diferente. Ella es parte integrante
de la misión de Dios en el mundo, actuando
decisivamente sobre las causas del
sufrimiento y la injusticia.
Un documento muy importante para la
comunión luterana y para la própia
comprensión de diaconía es el texto “Misión
en Contexto”, publicado por la Federación
Luterana Mundial en 2004. Este documento
presenta la proclamación, el servicio
(diaconía) y la incidencia política (advocacy)
como dimensiones interconectadas y
complementarias da la misión – entendida
como misión holística (integral) y
contextual. Entendiendo que no existe un
único modelo holístico de misión, el
documento presenta tres conceptos claves,
que también destacan claramente las
direcciones del trabajo diaconal en la
actualidad: transformación,
reconciliación y empoderamiento.
En la primera década del nuevo siglo,
la Federación Luterana Mundial realizó
consultas regionales y globales que
resaltaron el gran desafío que existía en las
iglesias en materia de diaconía: poco
material de capacitación para la práctica.
Para ayudar en este trabajo, en 2009 se
lanzó el documento “Diaconia en Contexto”.
9
En resumen, el documento afirma que
la acción diaconal, considerada como
parte integrante de la misión de la Iglesia en
el mundo actual, también se ve
condicionada y desafiada por contextos
concretos y cambiantes. Para ser
efectiva, la acción diaconal debe abrirse y
escuchar a las voces que gritan (en
particular, debe incluir las voces que no
suelen escucharse, como las de las mujeres
y de la juventud), hacer un anális crítico de
la realidad cercana, plantear preguntas y
transformar la realidad.
Para la diaconía, la lectura del
contexto nunca es un objetivo en sí mismo.
Más bien, su propósito es movilizar la
acción diaconal y garantizar que dicha
acción esté bien orientada hacia el bien de
las personas necesitadas. Esto ayuda a
priorizar y formular objetivos para acciones
compartidas y a definir métodos de trabajo
que sean eficaces y se basen en los valores
diaconales. Luego se ven los recursos
disponibles, se despierta la conciencia
sobre las potencialidades y limitaciones y se
buscan posibles alianzas.
La diaconía solo puede cumplir su
tarea y desempeñar un papel activo en la
creación de un futuro mejor si desencadena
procesos de transformación en los que se
respeten la gratuidad única, la dignidad
humana y la experiencia cotidiana de cada
persona. El testimonio bíblico nos recuerda
el amor incondicional y el cuidado de Dios
por las personas que sufren y están
marginadas, así como la promesa divina de
un futuro y una esperanza. Como afirma
Kjell Nordstokke:
el sufrimiento puede ser mitigado donde las
espirales de esperanza dejan espacio al
cuidado, a la solidaridad y al compromiso por
la justicia, en definitiva por el amor de Cristo
que nunca se rinde, sino que lo soporta todo
con fe, esperanza y paciencia (1Corintios
13:7).19
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Como complemento a este tópico,
sugerimos la lectura de las páginas 12 a 22
del texto Diaconía en contexto, escrito por
Kjell Nordstokke. Para acceder al texto,
haz clic aquí.
La diaconía en el contexto
latinoamericano: desafíos para el
siglo XXI
En las últimas décadas, la teología
latinoamericana – especialmente a través
de la Teología de la Liberación y su
opción preferencial por los pobres – ha
provocado una reflexión más persistente
sobre la relación entre fe y sociedad y una
búsqueda de acción para cambiar y
transformar situaciones de miseria e
injusticia.
Especialmente en sus obras clásicas,
la Teología de la Liberación no exploró
10
explícitamente el concepto de diaconía. Al
contrario, los primeros teólogos que
sistematizaron y desarrollaron la Teología
de la Liberación en el contexto
latinoamericano prácticamente ignoraron la
diaconía. El teólogo Roberto Zwetsch
explica la poca importancia que recibió la
diaconía por parte de la Teología de la
Liberación de dos maneras:
Por razones prácticas, la Teología de la
Liberación dejó de utilizar el concepto de
diaconía, bien porque no era consciente de su
potencial político crítico, bien porque tradujo
este concepto a otros términos más
contemporáneos como solidaridad,
compromiso con los pobres, ciudadanía, lucha
por la igualdad y la democracia de base, entre
otros.20
Otra posibilidad a considerar es el
perfil asistencial de la diaconía asumido
históricamente por muchas Iglesias. Este
tipo de preocupación no interesaba a la
Teología de la Liberación por su papel
anestésico, “de desahogo de la conciencia
de los miembros que, al dar limosna, se
lavaban las manos y no buscaban combatir
las raíces de los problemas sociales.”21
Lo que conviene subrayar, sin
embargo, es que el hecho de que la
Teología de la Liberación no utilizara el
concepto de diaconía no significa que su
contenido no estuviera presente en sus
reflexiones. Al contrario, el núcleo teológico
fundamental de la Teología de la
Liberación, la piedra angular de esta
teología – la opción por los pobres – ya
atestigua que su aspecto medular es
efectivamente diaconal.
El concepto de opción por los pobres
en la Teología de la Liberación deriva de la
percepción de la propia opción de Dios
revelada en Jesucristo: “Jesús reúne en
torno a sí al pueblo de los marginados, los
rechazados, los oprimidos”.22 Esta opción
de Dios representa su profundo anhelo de
 Curso online Diaconía Luterana en el contexto latinoamericano: fe activa en el amor que transforma
rescatar a todas las personas pisoteadas y
anuladas en su dignidad de hijos e hijas de
Dios. Es como si Dios bajara a los sótanos
de la humanidad para devolver la dignidad
a las personas despojadas, para redimir a
las personas pisoteadas, pues su voluntad
es la vida plena y abundante para todas las
personas (Juan 10:10). En efecto, como
afirma el teólogo José Comblin:
no se encontró entre ellos por simpatía hacia
el mal y el sufrimiento, hacia la miseria de los
enfermos, los paralíticos, los ciegos, los
pecadores y toda clase de marginados y
desocupados, sino para ser promesa y fuente
de vida.23
En el comienzo, el concepto de opción
por los pobres estaba fuertemente
vinculado a los pobres socioeconómicos.
No se tenía razonablemente en cuenta a
otros grupos y personas que no eran
necesariamente pobres en términos
socioeconómicos. Poco a poco, la Teología
de la Liberación se dio cuenta de que la
opresión y la marginación iban más allá,
alcanzando también personas privadas de
sus derechos y en situación de
vulnerabilidad y marginación.
Esta toma de conciencia y ampliación
del concepto de opresión y pobres permitió
ampliar el alcance del concepto de opción
por los pobres. Este concepto ha pasado
a significar la opción de Dios por todas
las personas y grupos en situación de
vulnerabilidad y marginación, aquellos y
aquellas que, debido a la violencia
sufrida por estructuras, sistemas y
lógicas presentes en la sociedad, ven
cercenados y cercenadas sus derechos
humanos.
Cada vez se era más consciente de
que una teología que pretendiera contribuir
a la liberación de las personas en situación
de marginación y opresión debía prestar
atención a las especificidades de las formas
11
y estructuras de opresión y también de los
grupos de personas.
Poco a poco, la Teología de la
Liberación se dio cuenta de que los pobres-
oprimidos tienen muchas caras y sus
opresiones son cada vez más específicas.
Y debe también incluir a estos grupos y
personas rechazadas y marginadas, como
las mujeres víctimas de violencia, las
poblaciones negras, los pueblos indígenas,
las poblaciones LGBTQIA+, los migrantes e
inmigrantes, las personas con
discapacidad, entre otras categorías.
También en la Teología de la
Liberación, el reconocimiento de la
presencia de Dios entre grupos y personas
en estado de exclusión y la explicitación de
la voluntad de Dios por la vida plena para
todas las personas y toda la naturaleza
representan un llamado a la acción diaconal
profética transformadora. Tenemos aquí la
identificación del núcleo duro de la Teología
de la Liberación, a saber, su dedicada
atención a la población en estado de
vulnerabilidad en el continente
latinoamericano.
Específicamente, nuestro contexto
latinoamericano nos exige otros modelos de
acción eclesial. La experiencia eclesial y
social ha demostrado que una Iglesia que
se limite a “lo espiritual” estará alejada de la
realidad de la mayoría del pueblo
latinoamericano. El fundamento mismo de
la fe cuestionará esta forma de
reduccionismo eclesial pues Jesucristo
también se preocupaba de las necesidades
físicas, no sólo de las espirituales.
En América Latina, la diaconía está en
continuo proceso de contextualización. Y
esta contextualización es necesaria porque
nuestra diaconía es una herencia, recibida
de otros tiempos y otros contextos, a través
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del proceso de traslado de las Iglesias a la realidad y de las opciones políticas e

nuestro continente. ideológicas, la diaconía actúa a partir de la
comunidad de fe y tiene su lógica enraizada
El teólogo Rolf Schünemann,
en lo que la Iglesia es, vive y espera.
refiriéndose a las Iglesias “trasplantadas” a
Distinguir, sin embargo, no significa
América Latina, menciona que aquí se han
separar, y siempre debe existir una
“reproducido los modelos europeos y
comunicación viva entre la acción diaconal
americanos de Iglesia” y que “se ha
y la acción política. Como dice el teólogo
confundido la pureza de la fe con la
Kjell Nordstokke:
conservación de las formas culturales de
sus países de origen, con dificultades para Se trata de una relación de estímulo y apoyo
relacionarse con las cuestiones sociales”.24 mutuo, pero también de cuestionamiento. [...]
La práctica diaconal fundamenta el discurso
Por muy agradecidos y agradecidas profético en la sociedad. Asimismo, la acción
que estemos por la herencia recibida de política puede corregir la práctica y hacerla
más profética.25
nuestros antepasados, nos corresponde
gestionar responsablemente este
patrimonio, y evaluar si los modelos teóricos
y prácticos de la diaconía son eficaces
dentro de la realidad en la que vivimos aquí
hoy.
Por esta razón, abordar el tema de las
injusticias y desigualdades es fundamental
para comprender la diaconía, ya que,
comúnmente, son los más pobres entre los
pobres quienes más necesitan las acciones
de la diaconía. Como afirma el teólogo
Rodolfo Gaede Neto,
Sabemos que el siglo XXI es un siglo
La contextualización de la diaconía en
América Latina implica el proceso de percibir marcado por la globalización. Si por un lado
a aquellas personas y categorías que entre la globalización ha traído muchos beneficios
nosotros y nosotras se han convertido en los en diferentes aspectos de la vida (como la
más pobres entre los pobres. Entre ellas se tecnología, la comunicación, el
incluyen comunidades discriminadas por conocimiento científico, la cercanía virtual,
motivos étnicos, culturales y religiosos,
además de exclusión económica. Ante esta la información en tiempo real, la
realidad, la diaconía asume un nuevo desafío: conectividad, la posibilidad de conocer
hacer de la mesa del pan también la mesa de diferentes países y realidades, etc.),
la comunión. Comunión entre los diferentes. aumentando la conciencia sobre los
Esto significa compromiso de superar el lugar problemas sociales y el sufrimiento humano
“debajo de la mesa” y construir el lugar
“alrededor de la mesa”. en todo el mundo, así como la posibilidad de
reaccionar y responder a las crisis; por otro
En esta estrecha relación de la lado, también ha traído muchos problemas.
diaconía en la sociedad, es importante
hacer una distinción entre diaconía y acción Según el Programa de las Naciones
política. Mientras que la acción política Unidas para el Desarrollo, América Latina
actúa a partir de la sociedad, del análisis de es la región más desigual del planeta. El
10% más rico concentra una mayor

12
 Curso online Diaconía Luterana en el contexto latinoamericano: fe activa en el amor que transforma

proporción del ingreso que cualquier otra En terminos socioeconómicos, la

región (37%); y viceversa: el 40% más pandemia afectó la economía de la mayoría
pobre recibe la proporción más pequeña de los países de la región. Es posible
(13%). La gran disparidad latinoamericana observar altas tasas de inflación, aumento
también tiene que ver con el color de la piel de las tasas de desempleo, pobreza y de
o el origen étnico: en comparación con las inseguridad alimentaria.28 Según el Banco
personas blancas, las personas negras y Mundial, la tasa de pobreza aumentó para
las personas indígenas tienen más 27,5% en 2021 (antes de la pandemia era
probabilidades de ser pobres y menos 25,6%). Además, los efectos del cambio
probabilidades de terminar la escuela o climático también pueden ayudar a empujar
conseguir un trabajo formal, por ejemplo. entre 3 y 5 millones de personas a la
No es solo una desigualdad económica, extrema pobreza en los próximos años.29
sino que desigualdades en plural.26
Esta(s) desigualdad(es) se vio aún
más reforzada con el surgimiento de la
pandemia de COVID-19. Si bien haya sido
un problema en todas las regiones del
mundo, la región de las Américas ha sido
una de las más afectadas, registrando más
de 177 millones de casos de la enfermedad
y 2,8 millones de muertes. Según
estimativas de United Nations World
Population Prospects 2022 (Perspectivas
de la población mundial de las Naciones
Unidas para 2022), la región de las
Américas fue responsable por 29% de todos
los casos de COVID-19 y 44% de las
muertes en todo el mundo. Aunque Norte
El empeoramiento del cambio
América haya sido responsable por 55% de
climático y los crecientes efectos de la
los casos en la región, 62% de las muertes
pandemia del COVID-19 no sólo han
ocurrieron en América Latina y el Caribe.
repercutido en la biodiversidad y la salud,
La pandemia puso en evidencia los sino que también han paralizado décadas
retos que enfrentan los sistemas de salud de avances contra la pobreza, la
de la región para garantizar el acceso inseguridad alimentaria y la reducción de la
universal y la cobertura universal de salud. pobreza y la desigualdad en la región. Si
En 2021, por ejemplo, la esperanza de vida algo es cierto, es que en América Latina los
se redujo a niveles comparables a los del efectos de la crisis climática se están
2004; desde el 2020, el número de vacunas sintiendo en todos los países de la región.
administradas a la población infantil ha
En los últimos años, la Amazonía ha
caído de manera drástica; la prevalencia de
sufrido las peores sequías de los últimos 50
la depresión y la ansiedad ha aumentado
años. En Centroamérica se han vuelto
27,6% y 25,7%, respectivamente. Los
comunes inundaciones y huracanes sin
efectos estan siendo y se seguirán sintiendo
precedentes. En agosto de 2022, la
por muchos años consecutivos. 27
Organización Meteorológica Mundial

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Instituto Sustentabilidad América Latina y el Caribe

(OMM) publicó un informe que identifica a la teólogos Rodolfo Gaede Neto, João
región como una de las más afectadas por Henrique Stumpf y Dionata Rodrigues de
la crisis climática. El informe también señala Oliveira:
que, entre 1998 y 2020, los impactos En un contexto marcado por estructuras,
provocados por eventos relacionados con el sistemas y lógicas que oprimen y victimizan
clima provocaron la muerte de más de 312 sistemáticamente a las personas, ¿cuál es el
mil personas y afectaron a más de 227 papel de la Iglesia? ¿Cuidar a las víctimas o
enfrentarse a los factores estructurales que
millones de personas.
condenan a las personas a una vida precaria
La región, como el resto del mundo, se o a la propia muerte?30
enfrenta a una crisis general – económica, La diaconía debe avanzar siempre
ecológica y social – que ha estado hacia la justicia, pues las situaciones de
afectando de algún modo a todas las pobreza, violencia y muerte exigen del
personas, pero en mayor medida a los pueblo de Dios un compromiso con la
grupos de población en situación de misericordia, la compasión y la justicia.
vulnerabilidad, como las personas mayores,
los grupos con menores ingresos, los
grupos étnicos, las personas migrantes y
las personas en situación de calle.
Más que nunca, nuestro reto es poner
los pies en la tierra, ir más allá de los muros
de nuestras iglesias, encontrar y acoger a
los más pobres entre los pobres, luchar
para destruir las estructuras que producen
dolor y muerte, y promover condiciones de
vida cada vez más dignas y justas para toda
la creación de Dios.

Un resumen para terminar

Desde los inicios de la Iglesia, ha
habido una intensa práctica diaconal. A lo
largo de los siglos, esta práctica ha
adoptado diferentes formas de acción en
función de los retos concretos y de la
manera en que se plantean los motivos y
propios objetivos de la diaconía.
Desde una perspectiva bíblica,
cualquier estructura que genere muerte
necesita ser transformada. Dios quiere
actuar y nos llama para que actuemos – en
palabras y acciones – en realidades y
contextos donde la vida y la dignidad están
amenazadas. Como bien señalan los
Imagen: instagram.com/atelie15
Y este es un llamado individual pero es
un llamado también colectivo. Si actuamos
en red, nuestras acciones se potenciarán,
nuestro impacto será más significativo y
nuestro testimonio cristiano será más
creíble. La práctica diaconal exige
articulación y movilización de redes para
empoderar y transformar situaciones de
muerte en realidades de vida.

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Notas

1 GEORG, Sissi. Diaconia e culto cristão: o resgate de uma unidade. São Leopoldo: Escola Superior de
Teologia; Centro de Recursos Litúrgicos, 2006. p. 48.
2 GEORG, 2006, p. 48.
3 ROLOFF, Jürgen. Der Gottesdienst im Urchristentum. In: SCHMIDT-LAUBER, Hans-Christoph (Hrsg.).
Handbuch der Liturgik: Liturgiewissenschaft in Theologie und Praxis der Kirche. 2. Aufl. Göttingen:
Vandenhoeck & Rupprecht, 1995. p. 50.
4 SCHNEIDER, Nélio. Pecado e sacrifício na Ceia do Senhor: "Por isso há entre vós muitos fracos e doentes, e
vários já dormiram" (1Co 11.30). Estudos Teológicos, São Leopoldo, v. 36, n. 2, p. 119-128, 1996.
5 SCHNEIDER, 1996, 119-128.
6 PHILIPPI, Paul. Diakonie I: Geschichte der Diakonie. In: KRAUSE, Gerhard, MÜLLER, Gerhard (Hrsg.).
Theologische Realenzyklopädie. v. 8. Berlin: Walter de Gruyter, 1980. p. 624.
7 RUHFUS, Martin. Diakonie-Lernen der Gemeinde: Grundzüge einer diakonischen Gemeindepädagogik.
Rothenburg: Ernst-Lange-Institut, 1991. p. 36.
8 GEORG, 2006, p. 97.
9 METTE, Norbert. Trabalho caritativo: pontos de vista prático-sistemáticos. In: EICHER, Peter (ed.). Dicionário
de Conceitos Fundamentais de Teologia. São Paulo: Paulus, 1993. p. 937.
10 VONHOFF, Heinz; HOFMANN, Hans-Joachim. Samariter der Menschheit: Christliche Barmherzigkeit in
Geschichte und Gegenwart. München: Claudius-Verlag, 1977. p. 24.
11 JUSTINO, Apologia I. In: NOVAK, Maria da Glória. Tradição Apostólica de Hipólito de Roma. Petrópolis:
Vozes, 1971, p. 79-83. p. 83.
12 VONHOFF, 1977, p. 23.
13 HARNACK, Adolf von. Die Mission und die Ausbreitung des Christentums in den ersten drei Jahrhunderten. 4.
Aufl. Leipzig: Verlages-KG, 1924. p. 181s.
14 TERTULIANO. Apologético 39. In: FRÖHLICH, Roland. Curso básico de história da igreja. São Paulo:
Paulinas, 1987. p. 39.
15 TERTULIANO, 1987, p. 20.
16 EUSÉBIO, História Eclesiástica VI, 43, p. 423.
17 SCHNEEMELCHER, Wilhelm. O serviço diaconal na Igreja antiga. In: NORDSTOKKE, Kjell. A diaconia em
perspectiva bíblica e histórica. São Leopoldo: Sinodal/EST, 2003. p. 139-141.
18 SCHNEEMELCHER, 2003, p. 143.
19 FEDERACIÓN LUTERANA MUNDAL. Diaconía en contexto: transformación, reconciliación,
empoderamiento. Ginebra: Federación Luterana Mundial, Departamento de Teología y Testimonio Público,
2009. p. 22.
20 ZWETSCH, Roberto. Brazil: Diaconia and Liberation Theology – Tesis for debate. Eurodiaconia, 7 jun. 2016.
Disponible en: https://www.eurodiaconia.org/es/brazil-diaconia-and-theology-of-liberation-tesis-for-debate/.
Acceso en: 12 sep. 2023.
21 NETO, Rodolfo Gaede; STUMPF, João Henrique; OLIVEIRA, Dionata Rodrigues de. Diaconia e teologia da
libertação: aportes para a construção de uma metodologia diaconal libertadora. Estudos Teológicos, São
Leopoldo, v. 59, n. 2, p. 558-573, jul./dez. 2019. p. 563.
22 COMBLIN, José. Os pobres como sujeitos da história. RIBLA, Petrópolis, n. 3, p. 36-48, 1989. p. 39.
23 COMBLIN, José. O clamor dos oprimidos: o clamor de Jesus. Petrópolis: Vozes, 1984. p. 31.
24 SCHÜNEMANN, Rolf. Do gueto à participação: o surgimento da consciência sócio-política na Igreja
Evangélica de Confissão Luterana no Brasil entre 1960 e 1975. São Leopoldo: Sinodal, 1992. p. 34s.
25 NORDSTOKKE, Kjell. Diaconia. In: SCHNEIDER-HARPPRECHT, Christoph (Org.). Teologia prática no
contexto da América Latina. São Leopoldo: Sinodal; São Paulo: ASTE, 1998. p. 268-290. p. 271.

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26 NACIONES UNIDAS; PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO. Informe sobre
Desarrollo Humano 2019. Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente:
desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI. Nueva York: PNUD, 2019.
27 ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD; ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Salud en las
Américas 2022: panorama de la región de las Américas en el contexto de la pandemia de COVID-19.
Washington: OPS/OMS, 2022.
28 OPS/OMS 2022. Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar
esta nueva crisis? Santiago: CEPAL; 2022. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/handle/11362/47912.
Acceso en: 12 set. 2023.
29 BALAGO, Rafael. América Latina tem anos de pobreza pela frente, diz Banco Mundial. Folha de São Paulo,
07 abr. 2022. Disponible en: https://www1.folha.uol.com.br/mercado/2022/04/crescimento-fraco-da-america-
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Acceso en: 12 sep. 2023.
30 NETO; STUMPF; OLIVEIRA, 2019, p. 559.

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 Curso online Diaconía Luterana en el contexto latinoamericano: fe activa en el amor que transforma

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