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Clase 2

La invención de América “Latina”: controversias de un concepto y


heridas coloniales

A) Invención e idea de América

La constitución de lo que llamamos hoy “América Latina” está íntimamente ligada a la violencia del
proceso de conquista (1492-1531) y al subsiguiente proceso de colonización (1531-1810),
esencialmente por parte de los reinos de España y Portugal.

La constitución de una cultura latinoamericana comienza en el momento que la cultura española del
siglo XVI se encuentra con las culturas indígenas en América. En este encuentro de culturas
existe claramente un problema de asimetría de poder, ya que la cultura española poseía una base
militar, económica y tecnológica más desarrollada. En cualquier encuentro asimétrico y conflictivo entre
dos culturas, sea porque una invade y coloniza la otra, sea porque a través de medios extensivos de
comunicación y comercio, entran en relación estrecha, surge la problemática de la identidad cultural.
La pregunta por la identidad cultural no emerge normalmente en situaciones de relativo aislamiento,
prosperidad y estabilidad. Para que la identidad llegue a ser una pregunta importante, parece requerirse
un período de crisis e inestabilidad, una amenaza al modo de vida tradicional, especialmente si esto
sucede en presencia de otras formas culturales. Tal como Kobena Mercer ha escrito, "la identidad sólo
llega a ser un asunto importante cuando está en crisis, cuando algo que se ha asumido como fijo,
coherente y estable es desplazado por la experiencia de la duda y la incertidumbre1

Según el gran filósofo mexicano Leopoldo Zea, reflexionando sobre la idea de Latinoamérica, el
descubrimiento de 1492 no fue “encuentro”, menos aún “descubrimiento”, sino un encubrimiento en
términos culturales y de saberes, producto del proceso colonial, del mestizaje ideológico forzado,
configurando la identidad latinoamericana actual, postura que expuso en el quinto centenario de la
llegada de Cristóbal Colón a América, en 1992. Ya en los años cincuenta, en su obra América como
conciencia, destacan el principio de un pensamiento crítico sobre las supuestas raíces “europeas” de
la cultura latinoamericana, una crítica que irá afinando y radicalizando con el paso de los años:

1 Jorge Larraín, “La identidad latinoamericana. Teoría e historia”, Estudios Públicos, Santiago, Universidad Católica de Chile,
1994.

1
El origen de nuestros males está en el hecho de querer ignorar nuestras circunstancias, nuestro
ser americano. Nos hemos empeñado, erróneamente, en ser europeos cien por ciento. Nuestro
fracaso nos ha hecho sentirnos inferiores, despreciando lo nuestro por considerarlo causa del
fracaso. [. . .] Pero esto no quiere decir que vayamos a cometer el pecado contrario; que
vayamos a caer en el extremo opuesto: que nos sintamos ajenos a la cultura europea,
queriendo borrar toda relación con ella. Querámoslo o no, somos hijos de dicha cultura; esto
es algo que no podemos negar ni evitar. De Europa tenemos el cuerpo, el armazón, la base
sobre la cual nos apoyamos. Lengua, religión, concepción de la vida, etc., las hemos heredado
de la Cultura Europea. De todo esto no podremos desprendernos sin desprendernos de una
parte de nuestra personalidad 2

Como bien lo subrayó el historiador mexicano Edmundo O'Gorman, en 1958, “América no fue
descubierta, sino “inventada” por la experiencia de la expansión europea y por la mirada eurocentrada
de Colón3. Y después lo fue por el saqueo colonial, el mestizaje, la evangelización, por el comercio
triangular y la dominación de los pueblos y civilizaciones originarias. En el mismo sentido, pero desde
la vereda del pensamiento decolonial contemporáneo, Walter Mignolo, en su importante obra La idea
de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial subraya (2007) cómo se ha construido la
noción o idea de América Latina desde una óptica fundamentalmente colonial en Occidente4. Y la
colonización fue también una experiencia violenta de nombramiento y borramiento. Así como lo
resumen dos autores:
La apropiación material del territorio fue acompañada de un bautismo: cuando Américo
Vespucio, navegando por las costas del actual Brasil, “tomó conciencia” de que aquello no era
la India, sino un “Nuevo Mundo”, comenzó de veras la reconfiguración colonial de aquellas
tierras; los viejos nombres fueron quedando, paulatinamente, sepultados a consecuencia de un
obligado e impuesto desuso5.

En este sentido, el “mestizaje” y el “encuentro” entre las culturas europeas e indígenas también fue
un espejismo:

2 Leopoldo Zea, América como conciencia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1953, pp. 60-61.
3 O´Gorman, La Invención de América, México, Fondo de cultura económica, 1958.
4 Walter Mignolo, La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Barcelona, Gedisa, 2007.
5 Jorge Polo Blanco y Milany Gómez Betancur, “Modernidad y colonialidad en América Latina. ¿Un binomio indisociable?

Reflexiones en torno a las propuestas de Walter Mignolo”, Revista de Estudios Sociales, 69, 01 julio 2019,
http://journals.openedition.org/revestudsoc/45864.

2
La mezcla biológica de sangres no llevó aparejada una mezcla equivalente en lo que a
cosmovisiones y epistemologías se refiere; los mestizos, mayoritariamente, reclamaron y
enfatizaron su raigambre europea, avergonzándose de lo que pudiera haber en ellos de
indígena y afro. Por muy remota que fuese la ascendencia europea, los mestizos (también los
mulatos, en algunos contextos) preferían hacer valer lo que de europeos había en ellos,
reprimiendo u ocultando todo aquello que pudiera recordar que en ellos latía algún elemento
nativo/originario o afrodescendiente. “Los mestizos tenían la sangre mixta pero el espíritu
puro”. Cuando el mexicano José Vasconcelos publica en 1925 La raza cósmica —donde señala
de forma autocomplaciente que españoles y portugueses sí se mezclaron con indios y negros
(a diferencia de los colonos europeos protestantes, que jamás se mezclaron biológicamente
con los aborígenes de Norteamérica)— olvida, en contraste, que en el plano cultural jamás
existió un mestizaje comparable. En este ámbito, enfatiza Mignolo, existió un innegable
proceso de aculturación violenta, por medio de la cual la población aborigen terminó
plegándose (en lo subjetivo, en lo simbólico, en lo epistémico, en lo estético, en lo religioso, en
lo ético, en lo lingüístico, en lo “espiritual”) a los modelos y categorías de la cristiandad
barroca6.

B) “América Latina”: historia y controversias de un concepto

Entonces podemos interrogarnos si la noción América Latina es cultural o geopolítica. Hemos visto que
tres conceptos se sobreponen históricamente: Hispanoamérica, Iberoamérica, Latinoamérica.
Además, subrayamos como, más allá de sus definiciones geográficas, el adjetivo ‘latina’ proviene de
un legado imperial: designa las partes del nuevo mundo que fueron colonizadas por naciones de la
Europa “latina” como España, Francia y Portugal. Sin embargo, hay zonas del Caribe, Centro y
Suramérica que fueron dominadas por Inglaterra u Holanda. Del mismo modo, hay partes de
Norteamérica en Canadá y Estados Unidos que sí fueron colonizadas por Francia y España, pero no se
consideran latinoamericanas.
Además, las poblaciones indígenas, que son muy numerosas en algunos países como Guatemala,
Bolivia, Ecuador, México y Perú, difícilmente pueden considerarse ‘latinas’, y quedan típicamente
excluidas del nombre dado a la región en donde viven. Tampoco es enteramente apropiado el nombre
de ‘latinos’ para la considerable presencia de descendientes de africanos y asiáticos en el continente,
quienes tienen una importante influencia cultural. Así que cabe preguntarse cómo y por qué existe
esta denominación.

6Jorge Polo Blanco y Milany Gómez Betancur, “Modernidad y colonialidad en América Latina. ¿Un binomio indisociable?
Reflexiones en torno a las propuestas de Walter Mignolo”, Revista de Estudios Sociales, 69, 01 julio 2019,
http://journals.openedition.org/revestudsoc/45864.

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- Denominación del continente: “América”

América es fruto de la expansión mercantilista de las potencias europeas, primero España y Portugal y
luego Francia, Inglaterra y Holanda. Los términos para referirse al continente muestran el
etnocentrismo europeo: el término "Nuevo Mundo”, en relación con el “Viejo Mundo” (“A Castilla y a
León, Nuevo Mundo dio Colón”, la palabra “descubrimiento” (Europa “descubre”, ¡los Amerindios ya
conocían!). Como se sabe, el ‘descubrimiento’ de estas tierras fue accidental, e igualmente
accidentado ha sido el proceso de nombrarlas. Colón pensó que había llegado al continente asiático
(China y Japón, denominadas en esa época “Las Indias”). En España se mantuvo esta denominación,
“Las Indias Occidentales”, hasta el siglo XVIII.

Pero la noticia sobre estas tierras llegó a otras partes de Europa a través de las cartas del navegante
florentino Amerigo Vespucci (Florencia, 1454 – Sevilla, 1512), quien participó en varios viajes de
exploración por las costas de lo que hoy conocemos como Sudamérica. Al regresar del último viaje,
Vespucci escribió en 1504 una carta en la que afirmaba que este territorio era "la cuarta parte del
mundo", y añadía: "Yo he descubierto el continente habitado por más multitud de pueblos y animales
que nuestra Europa, Asia o la misma África". Esta carta se difundió por Europa y, en 1506, un monje
alemán incluyó la información en su libro de geografía, proponiendo que se llamara: "América, la tierra
de Americus, por Américo, su inventor". El libro incluía un mapa en el que apareció por primera vez el
nombre del continente y, para 1507, ya se habían hecho seis ediciones. Así fue como –sin hacer justicia
a Cristóbal Colón, que murió ignorado en 1506– comenzó a popularizarse en Europa el nombre de
América, como una manera simbólica de cuestionar la exclusividad de España sobre los nuevos
territorios (la “Hispanidad”: concepto ideológico).

Durante las guerras de Independencia, entre 1810 y 1825, los patriotas y “próceres” que quieren
librarse de la dominación española empiezan a utilizar el término “americanos” pues no se sienten
españoles, pero todavía no se utiliza el término “latinoamericanos”.

- Origen del concepto “América Latina”

Es concepto nace de los deseos expansionistas de Napoleón III, que intenta construir un imperio en
México entre 1861 y 1867 e instalar a Maximiliano de Austria como emperador.

4
Un origen común “latino”, una oposición frente a la expansión del mundo anglosajón y protestante,
representado por EEUU: la “latinidad”, es un nuevo concepto ideológico que sirvió para justificar una
expedición militar francesa y, a la vez, contrarrestar el expansionismo estadounidense.
Durante el siglo XIX, intelectuales y políticos europeos y latinoamericanos comienzan a utilizar el
adjetivo ‘latina’ para enfatizar las diferencias de estos países con los Estados Unidos y sus afinidades
con la cultura francesa y como una forma de distanciarse de España. Además, en esa época, las élites
latinoamericanas se identifican con la cultura francesa (la revolución francesa –cuyos principios
inspiraron a muchos criollos durante las Independencias- el siglo de las luces, el positivismo).
Como bien lo subraya un historiador mexicano:
Mucho se ha hablado sobre los ideólogos de Napoleón III y más específicamente de Michel
Chevalier como el formador y forjador del concepto de América Latina. Se hace referencia a
Chevalier por el hecho de que en su libro “Des intérêts matériels en France” se enfatiza la
importancia de crear una «América Latina» que creara un contrapeso al hasta entonces muy
aceptado y difundido término de «América hispánica», usado desde el momento mismo de la
colonización del nuevo continente hasta prácticamente mediados del siglo XIX. Paralelamente
esta idea de «América Latina» buscaba combatir y restringir el concepto de «Panamérica» que
la llamada doctrina Monroe pregonaba e impulsaba con el objetivo de que los Estados Unidos
de Norte América o América, impusieran su peso, influencia y control sobre el conjunto del
continente desplazando de una vez por todas los proyectos coloniales europeos. […] Sin
embargo «América Latina» es esto y mucho más, se trata en realidad del resultado de
contextos y situaciones socio-políticas-económicas-geográficas-culturales muy complejas y de
larga duración para retomar a Fernand Braudel. Por citar sólo tres ejemplos, la idea y concepto
de «América Latina» se fue forjando a pesar y gracias a: 1) el expansionismo norteamericano;
2) a un intento de reconquista por parte de la corona española en el siglo XIX; 3) como proyecto
de creación de un imperio en territorio americano impulsado y soportado por Francia y
Napoleón III7.

Y añade:

Junto a estos dos autores franceses aparecen otros autores de origen americano que tratarán
igualmente la idea de América Latina. Nos referimos al dominicano Francisco Muñoz del Monte
y al colombiano José María Torres Caicedo, este último además considerado como el primer
hispanoamericano con conciencia histórica del pensamiento latino. Lo anterior porque dicho

7 Rubén Torres Martínez, “Sobre el concepto de América Latina. ¿Invención francesa?”, Cahiers d’études romanes, 32 | 2016,
http://journals.openedition.org/etudesromanes/5141.

5
autor emplea el término «América Latina» en 1856. Hasta 1855 Torres Caicedo había empleado
los términos de «América Española» o simplemente «América». En esa misma trayectoria se
inscribe el muy documentado chileno Francisco Bilbao que siguiendo a Torres Caicedo publica
en el mismo año de 1856 un poema intitulado Las dos Américas, donde realiza la diferenciación
de manera clara y sin titubeos. Para Bilbao se trata de dos Américas cohabitando bajo un
mismo continente, una sajona y otra Latina. Es importante reconocer en este autor la influencia
de otro francés l’abbé Felicités de Lamennais, quien también había ya reflexionado sobre la
idea del panlatinismo pero desde Europa y bajo otras circunstancias y otra lógica. Desde 1860
y prácticamente hasta nuestros días se considera que la denominación «América Latina» es
una invención francesa, creada y fomentada por los ideólogos imperialistas de Napoleón III,
con el fin de justificar su interés por montar un imperio en tierras mexicanas; esto último puede
que sea cierto pero lo primero que observamos es que en realidad se trata de una verdad a
medias. Sin embargo, es gracias a Napoleón III que a partir de 1870 la denominación «América
Latina» es aceptada cuasi universalmente8.

En realidad, durante el siglo XX, el término adquirió cada vez más prestigio para oponerse al
intervencionismo estadounidense y para designar el destino geopolítico común de la región al sur del
Río Grande (Canadá tuvo un destino muy diferente).

- Generalización del uso del término después de la segunda guerra mundial

En 1948, el término se utilizó por primera vez para designar un organismo internacional: La Comisión
Económica para América Latina (CEPAL) de las Naciones Unidas. La CEPAL se fundó para estudiar y
mejorar las condiciones económicas de los países americanos que tenían un desarrollo capitalista
inferior al de los países del norte.

En síntesis: El nombre de América Latina fue creado, pues, por una historia de invasiones, imposiciones
y oposiciones. Y es esta historia común de colonialismo y dependencia lo que realmente permite
agrupar a tantos países y culturas diferentes bajo el rótulo de “América Latina”. De esta forma,
podemos decir que América Latina no es una unidad cultural sino una categoría geopolítica: diferencias
culturales, étnicas, políticas, sociales y económicas, pero una historia común con elementos culturales
que acercan a los países. Así, América Latina representa:

8 Ibid.

6
• Una expresión que viene de la herencia colonial: utilización de las lenguas ibéricas (portugués,
español, francés), dominio de la religión católica (50% de los católicos del mundo)

• ¿Una expresión que remite a un “encuentro” de los dos mundos? ¿O, más bien, al genocidio
cultural, político y demográfico de los pueblos amerindios? (con 59 millones de habitantes en
1900, América latina está menos poblada según algunos autores, o con el mismo número de
habitantes que cuando llegó Colón: tardó 400 años para recuperarse de la catástrofe
demográfica que supuso la conquista (desaparece casi el 90% de la población originaria
producto de las enfermedades, violencia, destrucciones y guerra).

• "Latina" significa, también, la negación de las culturas y población amerindias (pueblos


originarios); por eso, algunos pensadores del subcontinente, crearon el término de
“Indoamérica” para referirse al elemento indígena: fue en particular el caso del intelectual
peruano Haya de la Torre (1895-1979).

- Un término (muy) controvertido

En resumen, el término "Latinoamérica" o "América Latina", a pesar de ser comúnmente aceptado por
la población de los países a que se refiere, tiene sus detractores, en especial entre los grupos
decoloniales, indianistas o antirracistas, por dar prioridad a la influencia española y por considerar que
se trata de un término eurocentrista impuesto por los colonizadores, ya que jamás podrían
considerarse de origen “latino”, ni los pueblos originarios, ni los afroamericanos, decisivos cuantitativa
y cualitativamente en la composición socio-cultural de la población. Incluso en muchos casos los
indígenas no hablan idiomas “europeos”. De la misma manera, el empleo del término “americano”
para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos de América se ha realizado de
manera abusiva debido a que muchos medios de comunicación estadounidenses utilizan a menudo el
nombre abreviado “América” para referirse a su país. Sin embargo, son americanos todos las y los que
habitan el continente.

¿AbyaYala?

AbyaYala es el nombre dado al continente americano por las etnias Kuna de Panamá y Colombia antes
de la llegada de Cristóbal Colón y los europeos. El nombre también fue adoptado por otros pueblos
originarios, como los antiguos mayas. Hoy, diferentes representantes de movimientos indígenas
insisten en su uso para referirse al continente, en vez del término "América". AbyaYala quiere decir

7
"tierra madura", o según algunos "tierra viva" o "tierra en florecimiento". El uso de este nombre es
asumido como una posición ideológica por quienes lo usan, argumentando que el nombre "América"
o la expresión "Nuevo Mundo" serían propios de los colonizadores europeos y no de los pueblos
originarios del continente, en su gran diversidad.

Elementos de conclusión: las Américas latinas, unidad y diversidad

¿Por qué no emplear la expresión en plural? Tal vez de esta forma se da cuenta de la diversidad del
subcontinente con sus más de 600 millones de habitantes, que al mismo tiempo posee elementos de
unidad.
Pero cabe la interrogante: ¿qué relación entre la América Latina de los barrios de callampas (barriadas),
de las clases populares y la América Latina de los grandes centros financieros de las clases dominantes?
(cf. Texto de Tomas Calvo en el ENT)
Múltiples son las características que visibilizan los “varios” mundos que se enfrentan en “AbyaYala”,
una inmensa diversidad racial, cultural, pero también social en la región más desigual del mundo. Por
ejemplo, Brasil que concentra en las zonas urbanas el 40% de la población más pobre con ingresos que
representan tan solo 8% de las riquezas y en las cuales, al mismo tiempo, el 10% de la población más
rica concentra el 36% de las riquezas.

“América Latina” es un conjunto pluriétnico y mestizado muy diferenciado. Notaremos la


importancia de la presencia de población amerindia, aunque con diferencias significativas
dependiendo del país y la zona geográfica (ver mapa en Anexo).

En primer lugar, es necesario considerar la existencia de regiones con una importante concentración
de población indígena preexistente al proceso de colonización, principalmente en lo que se denomina
Mesoamérica (parte de América Central y México) y el eje occidental de los Andes. Aún es posible
observar una presencia significativa en países como: Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y México.

No obstante, hoy existe una tendencia a la “desaparición/dilución” (biológica o cultural) de los


indígenas (lo que representa para algunos autores la continuación del “etnocidio” español del siglo
XVI), a pesar de las grandes resistencias de movimientos indígenas (como en Ecuador o Bolivia) que
reivindican su cultura, sus derechos ancestrales y a la autodeterminación.
Dentro de lo que se considera como zonas “más mestizas” citaremos: Brasil, Venezuela, Colombia,
Paraguay... Los países que generalmente son considerados como más “blancos”, se sitúan en la Costa
atlántica: Uruguay, Argentina, Costa Rica…

8
Tampoco podemos olvidar la importancia de las Américas de cultura africana

La población afrodescendiente se origina con el comercio triangular, con la violencia estructural de los
esclavos traídos por los comerciantes esclavistas ingleses, franceses, holandeses, portugueses y
españoles durante la colonia. Es una población presente en todo el continente. Hoy los principales
países con población de origen africano son los países de las grandes las plantaciones coloniales: Cuba,
República Dominicana, Haití, Puerto Rico, Panamá, Colombia, Venezuela, Brasil (2° país negro del
mundo después de Nigeria), Perú y Ecuador en la costa pacífica.

Con este “comercio”, varios millones de africanos fueron llevados como esclavos a América. La
implantación de la economía colonial requería sustituir la mano de obra indígena diezmada por las
enfermedades y el trabajo forzoso. Las personas esclavizadas trabajaban fundamentalmente en las
minas o en las plantaciones de azúcar y algodón, y como empleados domésticos en las grandes casas
coloniales. En el caso de la América española, la esclavitud también responde a una decisión teológica,
ya que se consideraba que los amerindios tenían alma y no podían ser esclavizados (cf. escritos de
Bartolomé de Casa y controversia de Valladolid, 1550-1551).

La historia de la esclavitud no puede contarse sin otra historia en paralelo, a menudo borrada de los
manuales escolares, la de las reacciones de defensa, entre ellas se destaca la experiencia de los
“quilombos” o “palenques” que fueron centros de resistencia y convivencia de personas esclavizadas
que huyeron o se liberaron del yugo colonial. Una denominación corriente fue llamarlos “negros
cimarrones”.

Aquí algunos hitos respecto a la presencia africana:


➢ Brasil: Quilombo de Palmares el famoso refugio
➢ Colombia: Palenque de San Basilio
➢ Ecuador: Reino de los Zambos de Esmeraldas.
➢ 1802: Haití se convierte en la primera república negra independiente
➢ 1807: Prohibición de la esclavitud por Inglaterra
➢ Entre 1822 y 1888: abolición en continente americano
➢ 1888: Brasil, último país en abolir la esclavitud

Para terminar sobre esta gran diversidad cultural de las 20 América Latina o de lo que proponemos
denominar como “Indo-Afro-América Latina”, habría que mencionar, en particular desde mediados del

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siglo XIX, las olas de migraciones europeas (italianas en particular), asiáticas (chinos y japoneses en
México, Brasil, Perú); “turcos”: sirios, libaneses, palestinos (en Chile, Honduras, Argentina) e hindúes.

En fin, para concluir, citaremos al politólogo Alain Rouquié:

incluso en los países más "blancos" la trama indígena jamás está totalmente ausente y
participa claramente en la conformación de la fisonomía nacional. Esa América, según la
expresión de Sandino, es "indolatina". Si bien la definición latina del subcontinente no abarca
integral ni adecuadamente realidades multiformes y en evolución, no por ello podemos
abandonar una etiqueta evocadora retomada hoy por todos y particularmente por los propios
interesados ("nosotros los latinos"). Esos señalamientos tenían por único objetivo subrayar que
el concepto América Latina no en si plenamente cultural, ni solamente geográfico. Utilizaremos
pues ese término cómodo, pero con conocimiento de causa, es decir sin ignorar sus límites y
sus ambigüedades. América Latina existe, pero sólo por oposición y desde fuera. Lo cual
significa que los "latinoamericanos" en cuanto categoría no representan ninguna realidad
tangible más allá de vagas extrapolaciones o de generalizaciones cobardes. Lo cual significa
también que el término posee una dimensión oculta que complete su acepción9.

9 Alain Rouquié, América Latina. Introducción al Extremo Occidente, México, Ediciones Siglo XXI, 1989.

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