Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Gabriela Bourguignon
La “historia oficial” nos enseña que el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón “descubrió” América.
Nos enseña que su expedición fue financiada y aprobada por los reyes católicos de España: Isabel y
Fernando de Castilla y Aragón. Nos enseña que Colón tenía como objetivo llegar a la India, y que en
cambio arribó a un continente desconocido. Nos enseña que encontró “indios” y que encontró oro,
plata, alimentos exóticos, plantas y hasta animales nunca antes vistos. Nos enseña que, a partir de
allí, los europeos trajeron la “civilización” a América. Pero nosotros, ¿alguna vez cuestionamos este
relato? ¿Alguna vez nos detuvimos a pensar la profundidad e implicancias de este hecho que marcó
la historia de nuestro continente?
El “descubrimiento” y el “encuentro” son las palabras que se utilizan para explicar este hecho
histórico de singular importancia.
Para los españoles y otros europeos que llegaron luego, el arribo a América significó encontrarse
tierras y poblaciones desconocidas por ellos hasta entonces. Para las civilizaciones que habitaban
estos territorios desde hacía siglos este hecho no tuvo el mismo significado. La llegada de los
europeos y posterior conquista, significó, como señala Walter Mignolo, un “pachakuti”: un trastorno
total del espacio y el tiempo, una “revolución invertida”. Se impusieron sistemas políticos, culturales,
económicos, sociales y religiosos europeos a los pueblos americanos. Para estos últimos, la
conquista implicó que les arrebataran sus tierras y riquezas, transformaran su economía y
organización política, abolieran sus hábitos y costumbres y demonizaran sus creencias.
Varios autores –que se inscriben en el Pensamiento Decolonial, como Aníbal Quijano, Walter
Mignolo y Enrique Dussel– señalan que los europeos lograron instalar un sistema de explotación y
dominación basado en la clasificación social a partir de la raza. De este modo, se configuró una
pirámide social donde los indios y los negros ocupaban el escalafón más bajo siendo sometidos a la
servidumbre y esclavitud, seguidos por los blancos que no pertenecían a la nobleza, mientras los
blancos nobles y europeos se encontraban en la cima de la pirámide y ocupaban los puestos altos y
medios de la administración colonial, civil y militar. De este modo, el sistema de dominación colonial
no sólo se basaba en la imposición del europeo sobre el no europeo, sino también en la justificación
de ello a partir de la noción de raza: el blanco europeo era, por naturaleza, superior al negro o al
indio. Esta configuración del poder es denominada por esta corriente como “colonialidad del poder”.
Pero la colonialidad del poder se observa también en otros ámbitos, como en el sistema económico.
Fue un sistema heterogéneo porque incorporó elementos considerados “feudales” como la
esclavitud y servidumbre, con el trabajo asalariado y la predominancia del capital. Sin embargo, esto
no significa que el capitalismo en América no exista o sea subdesarrollado: ésta heterogeneidad
permitió el desarrollo del capitalismo mundial. Como afirma Aníbal Quijano “Sólo con América pudo
el capital consolidarse y obtener predominancia mundial” (Quijano, 2000).
Por último, la colonialidad del poder también estuvo y está presente en el ámbito cultural y
religioso. La identidad europea fue impuesta a los indios y negros, quienes, como señalamos
anteriormente, fueron despojados de su historia, sus creencias y su cultura en general. Lo no
europeo fue etiquetado como inferior, primitivo, parte del pasado. De este modo, las identidades,
experiencias e historias, fueron articuladas en base a la cultura europea, que se tornó hegemónica a
nivel mundial. Ésta centralidad de la cultura europea se denomina “eurocentrismo”.
Esta imposición no se hizo sin que las civilizaciones que habitaban Nuestra América opusieran
resistencia. Por el contrario, son innumerables los ejemplos de lucha de los pueblos de la región a la
conquista europea. Sin embargo, también son numerosos los ejemplos de los pueblos americanos
que secundaron a los europeos y se opusieron a sus hermanos. Finalmente, la espada y el hierro
europeo fueron más fuertes que el arrojo americano.
El Dato