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Roma
La cultura occidental tiene innegables vínculos con las antiguas Grecia y Roma. Sus
ideales de belleza y arte tuvieron allí su origen. Su filosofía se basó en la de Platón y
Aristóteles. Su literatura, particularmente la poesía y el drama europeos, se
construyeron a partir de las antiguas tradiciones griegas y latinas. Desde la Edad Media,
Europa y después América han recurrido a Grecia y a Roma para instruirse e inspirarse.
Esto ha dado, asimismo, en la música aunque, obviamente, no de la misma manera en
las artes visuales, la literatura, la historia, la filosofía y la política. La literatura romana
no dejó de ejercer influencia durante el Medievo. Siguieron leyéndose y estudiándose
las obras de Virgilio, Ovidio, Horacio y Cicerón. Esta influencia se acrecentó en los
siglos XIV y XV, cuando se conoció un número mayor de obras romanas; al mismo
tiempo se recuperaba, de forma gradual, la literatura superviviente de Grecia. Pero en la
literatura, al igual que en algunos otros campos (sobre todo la escultura), los artistas
medievales o renacentistas tenían la ventaja de poder estudiar y, si así lo deseaban,
imitar los modelos de la Antigüedad. Tenían ante sí los auténticos poemas o estatuas de
esa época. No ocurría lo mismo con la música. El Medievo no poseía ni un solo ejemplo
de música griega o romana, aunque en el renacimiento se identificaron diversas
canciones e himnos. La situación a mejorado un poco en la actualidad, ya que se ha
recuperado unas cuarenta piezas o fragmentos de piezas de música griega,
pertenecientes en su mayoría a períodos tardíos, que cubren unos siete siglos. Aunque
no se conservan reliquias auténticas de la antigua música romana, sabemos, gracias a
los relatos escritos, bajorrelieves, mosaicos, pinturas y esculturas, que la música tenía
gran importancia en la vida militar, el teatro, la religión y los rituales de Roma.
Hubo una razón especial que motivó la desaparición de las tradiciones de la práctica
musical romana al comienzo de la Edad Media: la mayor parte de esa música estaba
vinculada a acontecimientos sociales que la Iglesia primitiva contemplaba con horror, o
a prácticas religiosas paganas que, según el pensamiento de la Iglesia, debían ser
aniquiladas. En consecuencia, se hicieron todos los esfuerzos posibles no sólo para
mantener el margen de la Iglesia una música que podía evocar esta clase de
abominaciones en las mentes de los fieles, sino también para borrar todo recuerdo de la
misma.
Sin embargo, hubo algunos rasgos de la práctica musical antigua que sobrevivieron en
el Medievo, aunque sólo fuera por la razón de que difícilmente se hubiesen podido
prohibir sin suprimir la propia música; además, la teoría musical antigua constituía la
base de la teoría medieval y formaba parte de la mayoría de los sistemas filosóficos.
Así, para entender la música medieval debemos saber algo acerca de la música de los
pueblos antiguos y, en particular, de la teoría y la práctica musical de los griegos.
La mitología griega atribuía un origen divino a la música y citaba como sus inventores
y primeros practicantes a dioses y semidioses, tales como Apolo, Anfión y Orfeo. En
este confuso mundo prehistórico, la música poseía poderes mágicos: la gente pensaba
que podía curar enfermedades, purificar el cuerpo y la mente, y obrar milagros en el
reino de la naturaleza. Poderes similares se atribuyen a la música del Antiguo
Testamento: no tenemos más que recordar la historia de David, que sana la locura de
Saúl con el tañido de su arpa (I Samuel XVI: 14-23), o la de los toques de trompetas y
el griterío que derribaron las murallas de Jericó (Josué VI: 12-20). En la época de
Homero, los bardos cantaban largos poemas heroicos en los banquetes (Odisea 8.62-
82).
Desde los tiempos más primitivos, la música fue parte inseparable de las ceremonias
religiosas. En el culto de Apolo, la lira fue el instrumento característico, mientras que
en el de Dioniso lo era el aulos. Es probable que ambos instrumentos llegaran a Grecia
provenientes del Asia Menor. La lira y su contrapartida de mayor tamaño, la kithara,
eran instrumentos de cinco a siete cuerdas (que más tarde llegaron hasta un número
once); ambas se utilizaban para la ejecución a solo y para acompañar el canto o la
recitación de poemas épicos. El aulos, a veces identificado incorrectamente con una
flauta, era un instrumento de lengüeta sencilla o doble. Los auloi a menudo se tocaban
por parejas y se usaban vinculados al canto de cierto tipo de poesía (el ditirambo) en el
culto de Dioniso, a partir del cual, según se cree, se desarrolló el teatro griego. Como
consecuencia, en los grandes dramas del periodo clásico –obras de Esquilo, Sófocles,
Eurípides—los coros y otros fragmentos musicales estaban acompañados por los
sonidos del aulos, o alternaban con ellos.
Cuando menos desde el siglo VI a.C., la lira y el aulos se tocaban como instrumentos
solistas independientes. Hay una descripción de una composición musical celebrada
durante los juegos píticos en 586 a.C., en la que Sabakadas tocó una composición para
aulos, Nomos Pythicos, que ilustraba las diversas etapas del combate entre Apolo y la
serpiente Pitón. Los torneos de intérpretes de kithara y aulos, así como los festivales de
música instrumental y vocal, adquirieron creciente popularidad después del siglo V a.C.
A medida que la música instrumental contó con mayor autonomía, el número de
virtuosos se fue multiplicando; al mismo tiempo, la propia música se tornaba más
compleja en todos sus aspectos. En el siglo IV, Aristóteles advertía contra el exceso de
adiestramiento profesional en la educación musical general:
Se lograría la justa medida si los estudiantes de música se abstuvieran de las artes que se practican en
los torneos profesionales, y no trataran de alcanzar las fantásticas maravillas de la ejecución que ahora
están de moda en dichos torneos, y de éstos pasaran a la educación. Que los jóvenes practiquen incluso
el tipo de música que hemos prescrito, sólo hasta el punto en que sean capaces de deleitarse con nobles
melodías y ritmos, y no simplemente con esa parte común de la música que puede deparar placer a
cualquier esclavo o niño, e incluso a algunos animales 1.
Poco después de la época clásica (ca. 450-325 a.C.) se inició una reacción contra las
complejidades técnicas y hacia los comienzos de la era cristiana se simplificó la teoría
musical griega y probablemente también su práctica. La mayor parte de los ejemplos
sobrevivientes de música griega que han llegado hasta nosotros proviene de períodos
relativamente tardíos. Los principales son: el fragmento de un coro de Orestes, de
Eurípides (versos 338-44), de un papiro fechado hacia el 200 a.C., cuya música también
es posible que se deba a Eurípides (NAWM2); un fragmento de Ifigenia en Áulide, de
Eurípides (versos 783-93); dos himnos délficos a Apolo, bastantes completos, el
segundo de los cuales pertenece a 128-27 a.C.; un skolion, o canción de brindis que
aparece como epitafio grabado en una lápida funeraria, también perteneciente al siglo II
a.C., aproximadamente (NAWM1) y los Himnos a Némesis, al Sol y a la musa Calíope,
de Mesomedes de Creta, del siglo II d.C.
La música griega se asemejaba a la de la Alta Edad Media en varios aspectos
fundamentales. En esencia era monofónica, es decir, la melodía sin armonía ni
contrapunto. Sin embargo, a menudo diversos instrumentos ornamentaban la melodía,
mientras que un cantante o un conjunto la cantaban, lo que daba pie a la heterofonía.
Pero ni ésta, ni la inevitable necesidad de cantar en octavas cuando participaban hombre
y niños, constituyen una auténtica polifonía de partes independientes, tal como se
desarrolló en la iglesia medieval. Además, la música griega era improvisada en casi su
totalidad. Su melodía y su ritmo estaban profundamente unidos a la melodía y el ritmo
de la poesía. Similitudes y diferencias aparte, no hay pruebas de ninguna continuidad en
la práctica musical desde los griegos a los primitivos cristianos.
1
Aristóteles, Política 8.6.1341a. Cf. también Platón, Las leyes, 2.669E, 670A.
2 La letras NAWM, usadas en este libro, quieren decir Norton Anthology of Western Music,
tercera edición a cargo de Claude V. Palisca (Nueva York: Norton, 1996)
{Imagen}
Mujer que toca el doble aulos en una bacanal. El aulos era, normalmente, un instrumento de
lengüeta sencilla, pero algunas veces podía ser de doble lengüeta y se tocaba, casi siempre,
por parejas, en este caso, parece ser que la intérprete toca las mismas notas en los dos tubos,
Copa para beber, dibujada en rojo y atribuida al pintor de recipientes ático llamado Oltos,
525-500 a.C. (Madrid, Museo Arqueológico Nacional)
La estrecha unión entre la música y poesía es otra dimensión que nos permite
descubrir la amplitud de la concepción griega de la música. Para los griegos, las dos
prácticamente sinónimas. Platón decía que la canción (melos) estaba compuesta de
habla, ritmo y <<armonía>> (una concorde combinación de diferentes sonidos en una
melodía)4. Poesía <<lírica>> significaba poesía cantada al tañido de la lira; la
<<tragedia>> incorpora el nombre de. <<el arte de cantar>>. De hecho, muchas de las
palabras griegas que designan los diversos tipos de poesía, tales como himno, son los
términos musicales. En su Poética, Aristóteles, después de manifestar que la melodía, el
ritmo y la lengua constituyen los elementos de la poesía, prosigue diciendo: << Hay
además un arte que imita exclusivamente mediante la lengua… en prosa o en verso…
Esta forma imitativa carece de nombre hasta el día de la fecha>> 5. Los griegos no
tenían ninguna palabra para referirse al arte de hablar que no incluyera música.
8.
Platón: La república, 3.412a.
9
Platón: La república, 3.398c-399e; también Las leyes, 7.812c-813a.
10
Platón: La república, 4.424c; también .Las leyes, 3.700b-e
11
Platón: La leyes. 7.799e-800b.
12
Aristóteles: Política, 8.1339b-1340a.
Pitágoras estuvo buscando durante algún tiempo la manera de adquirir, mediante la razón, un
criterio detallado y preciso acerca de las consonancias. Entretanto, por una especie de
voluntad divina, al pasar delante de una herrería escuchó casualmente que el golpear los
martillos emitía, de alguna forma, una única consonancia a partir de sonidos diferentes. Así,
en presencia de lo que había estado buscando tanto tiempo, se acercó maravillado.
Reflexionando durante un tiempo, llegó a la conclusión de que la fuerza física de los hombres
que martilleaban era la causa de la diversidad de sonidos y, para probar esto más claramente,
les pidió que se intercabiaran los martillos entre ellos. Pero la cualidad de los sonidos no
residía en los músculos de los hombres, pues persistía después del intercambio de martillos.
Cuando observó esto, examinó el peso de los martillos. Eran cinco, y dos de ellos, que pesaban
el doble del otro, producían la consonancia de la octava. Pitágoras determinó más adelante
que el martillo que pesaba el doble del otro, producía con un tercer martillo, con el que estaba
en la proporción de 4:3, un diatessaron (cuarta), y con un cuarto, con el que estaba en la
proporción de 3:2, un diapante (quinta).
Adaptado de Boecio, The Fundamentals of Music, trad, con introducción y notas de Calvin
M.Bower (New Haven: Yale University Press, 1989), libro 1, cap. 10, p.18.
[Imagen]
Dos tetracordos podían combinarse de dos maneras distintas para formar heptacordos
(sistemas de siete notas), octavas y dobles octavas. Si la última nota de un tetracordo
era también la primera de otro, se decía que los tetracordos eran conjuntos; si había un
tono
14
Véase Designación de las notas, p. 16.
entero entre ellas, entonces los tetracordos eran disjuntos (véase el ejemplo 1.2, en el
que T= tono y S= semitono). Finalmente surgió el llamado sistema perfecto mayor (más
completo): escala de dos octavas formada por tetracordos conjuntos y disjuntos
alternados, según la manera mostrada en el ejemplo 1.3. El la más grave de este sistema
era considerado una nota añadida (proslambanomenos), ya que se hallaba fuera de la
estructura de los tetracordos. El La central se llamaba mese (medio), y el si superior
paramese (junto al medio). Las demás notas tenían un nombre compuesto, donde la
primera palabra daba la posición de la nota en su tetracordo y la segunda palabra el
nombre del tetracordo propiamente dicho. (Por ejemplo, la”14, la nota más aguda en el
tetracordo hyperbolaion, se llamaba nete hyperbolaion). El nombre de algunas notas
provenía de la posición de la mano y de los dedos al tocar la lira; el de otras, del lugar
que ocupaban en el sistema. Lichanos significa <<dedo índice>>. Hypate se llamaba
así por ser la nota extrema en los tetracordos hypaton y meson; y nete provenía de
neatos, <<el último>>.
15
Jon Solomon <Towards a History of tonoi>, The Journal of Musicology, 3 (1984): 242-51.
Véanse también los otros ensayos de este congreso, <The Ancient Harmoniai, Tonoi and Octave
Species in Theory and Practice>, ibíd, pp. 221-86