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En el primer video se puede evidenciar que, a lo largo de la trayectoria penal, el Estado

colombiano ha mostrado un firme compromiso con el fortalecimiento de su institucionalidad y


todos sus componentes. Entre estos, la administración de justicia ha sido objeto de especial
atención. En este sentido, se puede apreciar la evolución del derecho penal en nuestro país, así
como los métodos y formas de su aplicación, los cuales han evolucionado con el tiempo para
mejorar nuestra comprensión de su impacto en la sociedad colombiana. Un hito relevante en este
proceso es la normativa establecida en la Ley 94 de 1938, que aborda aspectos fundamentales del
procedimiento penal en nuestra jurisdicción. Específicamente, se destacan los principios rectores
del proceso penal, diseñados para orientar tanto al Estado como al procesado, estableciendo
garantías y deberes inviolables durante el proceso.

En el segundo video nos hablan del Decreto 409 de 1971 el cual explica que es una normativa que,
en el pasado, tenía una característica notable en las que se imponían sanciones penales por
incumplimiento de obligaciones civiles y esto significaba que, si alguien no pagaba una deuda, por
ejemplo, podía ser privado de su libertad, independientemente de la situación subjetiva en la que
se rodeaba. Sin embargo, en la actualidad, esta relación jurídica entre el derecho civil y penal ha
cambiado y evolucionado para bien, esta evolución refleja cómo el derecho en nuestra sociedad
ha avanzado hacia una mayor protección de los derechos individuales y limitación del poder
punitivo del Estado.

El tercer video sobre el Decreto 2700 de 1991 trajo cambios importantes al sistema judicial de
Colombia. Uno de los más destacados fue la creación de la fiscalía general de la Nación como parte
esencial del poder judicial, con este decreto, las responsabilidades del juez de instrucción criminal
pasaron a la Fiscalía. Ahora, esta entidad se encargaba de recibir denuncias, iniciar investigaciones
y decidir si era necesario emitir órdenes de captura. Se estableció que, para delitos con penas
mínimas de dos años, era obligatorio imponer medidas cautelares.

Los derechos del sospechoso se ampliaron, permitiéndole acceder a todas las pruebas, presentar
evidencia y hacer argumentos. Los jueces solo tenían la tarea de tomar decisiones judiciales.
También se introdujo la audiencia preparatoria en la Ley 600, y la autoridad competente para
ordenar capturas pasó de ser del fiscal, a ser del juez de garantías; ya no era necesario legalizar la
captura, y se dio la posibilidad de hacer capturas en flagrancia.

Se hablo igualmente de la creación de los principios "pro homine" o "pro personae" y "in dubio pro
reo" quienes radican su función crucial dentro del ámbito del derecho penal. Estos principios son
esenciales para garantizar que los sistemas jurídicos sean justos, equitativos y respeten la dignidad
y los derechos de todas las personas involucradas en un proceso legal. Su aplicación adecuada es
crucial para asegurar que se respeten los derechos fundamentales y se evite cualquier forma de
injusticia o discriminación en el ámbito legal.

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