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Las relaciones humanas que se establecen sea con las personas de existencia visible y de
existencia ideal o con las cosas, pueden organizarse de acuerdo a dos grandes categorías: la
potestad y la relación jurídica.
A su vez la potestad da lugar, en el campo del derecho privado, a dos especies: la potestad
personal y la potestad real.
La potestad
Puede caracterizarse la “potestad” como la relación existente entre una persona y la: comunidad,
u otra persona, o un objeto, en virtud de la cual éstos últimos quedan sometidos en forma total o
parcial a la acción y a la voluntad de la primera.
Es la primera categoría jurídica que aparece en el tiempo y así podemos decir que en el principio la
potestad era el todo jurídico.
La relación jurídica
Según Molinario la relación jurídica es el vínculo existente entre dos partes, integradas cada una
de ellas por una o más personas humanas o de existencia ideal, en virtud del cual una puede exigir
a la otra, o ambas, recíproca y sucesiva o simultáneamente el cumplimiento de una prestación
reglada por la ley; que nace de una causa generadora admitida y reglamentada también por la ley;
y cuya efectividad esta última asegura mediante la concesión de acciones o excepciones a
deducirse u oponerse ante las autoridades jurisdiccionales competentes en forma y tiempo
oportunos.
Según Savigny en la realidad social concurren y se polarizan una pluralidad (un sinnúmero) de
relaciones o vinculaciones. Estas relaciones entre individuos, por un lado para satisfacer sus
propias necesidades, y por otro lado relaciones para equilibrar sus propios intereses con los de los
demás. De estas relaciones, de este proceso, surge el derecho objetivo o sea la conciencia jurídica
popular.
El derecho positivo tiende a lograr una convivencia social ordenada, limitando los excesos
individuales o de grupos en las diferentes relaciones que se dan en la sociedad. De esta manera, el
derecho limita un campo libre donde el cual se puede desarrollar cada voluntad individual, y en
este orden de ideas cada relación de derecho se presenta como una relación de persona a
persona determinada por una regla jurídica. Esta regla jurídica confiere a cada individuo un área de
dominio de su voluntad.
Camila Pagliari
De esta manera la relación jurídica es una vinculación entre dos o más personas determinada por
una norma jurídica. Señalando como elementos de la relación jurídica, un elemento material que es
la relación en sí misma y un elemento formal que es la regla jurídica.
Entendida de esta manera a la relación jurídica, una vinculación entre dos o más personas
determinada por una norma jurídica que confiere a cada individuo un área de dominio de su
voluntad y que limita un campo libre donde el cual se puede desarrollar cada voluntad individual, se
puede entender como en el ámbito contractual la relación jurídica que nace puede extender sus
efectos más allá de lo querido o buscados por las partes.
Existen dos relaciones jurídicas: una de carácter patrimonial; y otra de naturaleza familiar.
La relación jurídica patrimonial supone una vinculación entre dos personas respecto de
un objeto corporal o incorporal pero susceptible de apreciación pecuniaria, que tiene su
origen en un hecho o en un acto jurídico, y que se complementa con la acción que es el
recurso que puede poner en juego el sujeto activo en caso de incumplimiento por parte del
sujeto pasivo, o con la excepción, si cumplida la prestación pretende repetírsela.
La relación jurídica familiar no tenemos tan sólo dos sujetos sino que interviene también
el interés de la colectividad, que se caracteriza como interés familiar y que integra la
relación jurídica familiar. La existencia de este tercer elemento se pone de manifiesto en
todos los supuestos en que deben ventilarse judicialmente las relaciones familiares pues
entonces actúa en representación de ese interés el Ministerio Público
Son dos conceptos que se encuentran indisolublemente unidos, por lo menos en lo que hace al
establecimiento de la potestad. En efecto, si algo va a quedar sometido, en mayor o menor grado a
la exclusiva voluntad de una persona, es necesario que la instalación de esa potestad sea
conocida, o pueda serlo, por toda la comunidad.
La publicidad actúa en el derecho civil tratándose de los derechos reales, de los derechos
intelectuales y de los derechos de familia, no así en el campo de los derechos creditorios. (Efecto
relativos de los contratos).
Donde hay potestad, tiene que existir publicidad. Publicidad es consecuencia de potestad y no
puede funcionar ésta sin aquélla.
Concepto de contrato. Doctrina. La definición del Código Civil y Comercial. Análisis del Texto.
Camila Pagliari
ARTÍCULO 957.- Definición. Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes
manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales.
Cabe señalar que la posición adoptada sigue un criterio mayoritario, aunque no unánime, toda vez
que en la legislación comparada existe otro, que puede calificarse como restringido, para el cual el
contrato solo es creador de obligaciones.
El Código de Napoleón dice: ―el contrato es la convención por el cual una o más personas se
obligan, con otra u otras, a dar, hacer o no hacer alguna cosa‖. El Código Civil Español
establece: ―el contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto
de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio‖.
Otros Códigos omiten toda definición del contrato, limitándose a reglar sus efectos.
Como acto jurídico, el contrato es siempre bilateral, ya que requiere que para la formación del
consentimiento intervengan dos o más partes.
Es un acto entre vivos, por no depender del fallecimiento de aquellos cuya voluntad
emanan.
Es patrimonial, el contrato regla exclusivamente de un modo inmediato o directo, las
relaciones jurídicas obligacionales de carácter patrimonial entre las partes.
Es causado, ya que como una especie de acto jurídico le resulta aplicable lo dispuesto por
el artículo 281 del CCC.
El art. 957 del Código Civil y Comercial contiene la noción jurídica de contrato, recepcionado lo que
se encontraba normado por el art 1137 y su nota del Código Civil derogado.
Para el Derecho Romano únicamente era considerado el contrato como fuente de obligaciones.
Solo sería considerado tal aquel acuerdo patrimonial que cree obligaciones, excluyendo de esta
forma como contrato los actos jurídicos que modifiquen o extingan obligaciones.
En la codificación de Freitas, este autor amplió el concepto dado por los romanos, reconociendo
como contrato no solo el acuerdo patrimonial que crea obligaciones, sino también el acuerdo
patrimonial que modifica dichos acuerdos.
Camila Pagliari
Freitas, jurista brasileño, sostiene que el contrato además de crear obligaciones también modifica
las ya existentes por ejemplo modificar un mutuo gratuito en oneroso. Para sintetizar, Freitas
pensaba que:
Los acuerdos relativos a materias no regidas por la ley civil son convenciones pero no
contratos por ejemplo las convenciones internacionales.
Savigny sostiene que el objeto fin del contrato es reglar los derechos de las partes: creando
obligaciones, extinguiéndolas, modificándolas, transmitiéndolas o bien conservándolas. Pero eso
sí, la convención para que se la califique como contrato debe tener relevancia jurídica de lo
contrario es una convención simple (pj: acuerdo entre dos compañeros para preparar juntos un
examen).
Pero Savigny extiende muchísimo la noción de contrato, tal es así que afirma la existencia del
contrato en el ámbito extrapatrimonial: por ejemplo, el matrimonio. Y salía del Derecho Civil,
internándose en el Derecho Público interno, y aún más en el Derecho Internacional Público (las
convenciones entre los estados).
El Artículo 1137 del Código Civil Velezano definía “hay contrato cuando varias personas se
ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos.‖
Este artículo fue una excepción ya que por única vez dio una definición (la nota del art. 495 decía
que las definiciones eran impropias de las leyes).
3. Y tal declaración de voluntad común ha de tener como objeto reglar los derechos de las
partes.
Esta definición, fue objeto de distintos debates en cuento a su interpretación por las imprecisiones
y ambigüedades que ella contenía, que tanto la doctrina como la jurisprudencia fueron delineando.
El primer punto versó sobre el término que emplea, “varias personas‖, esta palabra no es la más
idónea cuando hablamos de contratos, ya que en contratos debemos hablar de ―partes”. Esta
imprecisión de la palabra que empleaba no es menor, ya que varias personas pueden constituir
una única parte, cuando en cambio por ―parte‖ se entienden distintas personas con un mismo
interés en común, es una unidad de personas (o de solo una) con un mismo objetivo, finalidad o
interés, el cual se contrapone con el interés de la contraparte, complementándose ambos por el
choque de ambos intereses contradictorios. Así, por ejemplo, en un contrato de compraventa
podemos encontrar que se conforma con la presencia de dos partes, una parte compradora (cuyo
interés es obligarse a adquirir una propiedad a cambio de entregar un precio en dinero) y una parte
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vendedora (cuyo interés en común es obligarse a enajenar una propiedad a cambio de recibir un
precio en dinero), cada una de estas partes pueden estar integrada tanto por una como por varias
personas, por lo que la parte compradora puede ser conformada por una o más personas pero
seguirá siendo una parte, ya que todas ellas poseen el mismo interés.
Por otra parte, la doctrina interpretaba de distintas formas la palabra ―reglar‖ contenida en la
definición de contrato del código Velezano. Esta palabra resultaba muy vaga y ambigua, llevando a
algunos a interpretar que por ella solo se incluía la creación y modificación de obligaciones y a
otros, de una manera amplia, considerando que era todo acto que cree, modifique o extinga
derechos.
Por último, el art. 1137 del Código Civil de Vélez Sarsfield no estipulaba nada sobre el carácter
patrimonial del derecho u obligaciones creadas, modificadas o extinguidas. Pero esto se
estipulaba en el Art. 1169 cuando al reglar el objeto de los contratos, Vélez especificaba que el
mismo debía tener un contenido pecuniario.
Por ello se ha pretendido definirlo como el acto jurídico, bilateral o plurilateral y patrimonial
Se trata de un acto jurídico, pues tiene el fin inmediato de establecer entre las personas
relaciones jurídicas.
El Art. 957 del Código Civil y Comercial superó la redacción del artículo 1137 C.C., sin modificar la
definición de contrato que contenía el Código Civil derogado, depurando los términos empleados
para formularla. Así encontramos que su naturaleza jurídica es un acto jurídico bilateral o
plurilateral, resultando esto es fundamental, ya que, en consecuencia, le serán aplicables a los
contratos, no solo la parte general y especial que destina la codificación al instituto, sino que
también todas las normativas propias de los actos jurídicos.
Siempre un contrato será un acto jurídico bilateral o plurilateral, ya que requiere de dos o más
partes que lo compongan. Nunca podrá ser contrato un acto jurídico unilateral, ya que esos solo se
conforman de una parte como requisito de validez. Un ejemplo de acto jurídico unilateral es la
oferta (el cual se va a ver en la bolilla de consentimiento), como también es un acto jurídico
unilateral el testamento, en ambos casos la validez del acto no requiere el consentimiento de la
otra parte, siendo válidos solo con una manifestación la voluntad.
Cuando hablamos que el con contrato es un acto jurídico bilateral, no debe ser confundido con la
diferencia que motivan que los contratos puedan ser clasificados en bilaterales y unilaterales. En
ambas de éstas clases de contratos, nos encontramos en que siempre se conforman con dos o
más partes; radicando la diferencia sobre en qué parte recaen las obligaciones pendientes. En los
contratos bilaterales ambas partes resultan obligadas, en cambio, en los unilaterales las
obligaciones recaen sobre una sola de las partes
Pothier distingue que contrato y convención tienen una relación de género y especie, donde la
convención es el género; por esto, dice que contrato es un tipo de convención.
Por ejemplo: el acuerdo sobre la forma de ejercer la responsabilidad parental respecto de los hijos,
convenidos por sus padres divorciados. No hay carácter patrimonial, pero ante un incumplimiento
puede existir una
Autocontrato
Como se comprende, se hallan frente a frente dos patrimonios, uno del representante y el otro del
representado y la autocontratacion sobreviene cuando el representante, mediante una declaración
de voluntad emitida invocando la representación y su propio derecho, celebra un negocio jurídico
bilateral o realiza un acto de disposición que influya en ambos patrimonios.
Ello ocurre además, cuando existe la doble representación, es decir, cuando una persona es
representante de otras y formula una declaración voluntad en ese doble carácter, estableciendo
relaciones jurídicas con relevancia en la esfera patrimonial de los representados y que liga a estos
últimos.
Teoría de Haup
Este jurista alemán llamo la atención sobre ciertas relaciones jurídicas que tradicionalmente se han
considerado como contratos y que, a su criterio, no encajan dentro de ese concepto sino forzando
la realidad.
Ilustra su idea con el ejemplo del aviador deportivo que utiliza la pista publica de aterrizaje, por la
cual tiene que pagar la correspondiente tarifa. Sostiene que no hay contrato; no hay oferta ni
aceptación ni mutuo consentimiento; el aviador se limita a aterrizar y por ese solo hecho está
obligado a pagar el servicio.
Contractuales, porque tienen los mismos efectos que tendría un contrato celebrado con
ese objeto.
Fácticas, porque se originan no en un contrato, sino en una conducta de hecho.
Esta teoría no ha merecido buena acogida en Alemania, ni ha tenido repercusión en otros países.
Las categorías y ejemplos parecen tener cabida dentro de la teoría de los hechos ilícitos o de los
contratos. Quizás el supuesto más complejo sea el de las relaciones de la utilización de un servicio
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público tarifado. Cuando una persona toma un ómnibus, no le importa contratar sino ser
transportada; se limita a subir para ser llevada a su destino.
Esta doctrina no resulta conveniente. Es cierto que quien sube no piensa en realizar un contrato,
sino ser llevado. Aun en los contratos más típicos y formales la situación es igual: cuando yo
compro una casa, el propósito que me guía no es firmar una compraventa, sino adquirir un bien en
el que he de vivir. El fin último del contrato es siempre o casi siempre económico, lo cual no
excluye la voluntad de contratar para lograrlo.
Cuando una persona sube a un ómnibus sabe que debe pagar un boleto y que este le da derecho
a ser transportada a su destino. Tiene la consciencia clara de que celebra un contrato, de que
acepta un servicio que se le ofrece adquiriendo derechos y contrayendo obligaciones.
El contrato es el principal instrumento del que se valen los hombres para urdir entre ellos el tejido
infinito de sus relaciones jurídicas, es decir, es la principal fuente de obligaciones. El hombre vive
contratando o cumpliendo contratos.
Desde el punto de vista ético, la importancia se aprecia desde un doble Angulo: por un lado, una
cuestión moral envuelta en el deber de hacer honor a la palabra empeñada; por la otra, los
contratos deben ser un instrumento de la realización del bien común.
Con la ley
Ambas constituyen una regla jurídica a la cual deben someterse las personas. Sin embargo, las
diferencias son profundas y netas:
LEY CONTRATO
Regla general a la cual están sometidas todas las Regla solo obligatorias para las partes que
personas lo han firmado
Se establece teniendo en miras el interés general Se contrae teniendo en mira un interés
individual
No requieren de prueba y difirieren del contrato en Están subordinados a la ley
sus efectos y vigencia
Son actos administrativos los que emanan de un órgano administrativo en el cumplimiento de sus
funciones. No exigen el acuerdo de voluntades propio del contrato, aunque hay actos
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administrativos de naturaleza contractual. Normalmente, los actos administrativos tienen efectos
análogos a la ley, siempre que se dicten ajustándose a ella y a la Constitución.
Si se trata de actos administrativos de naturaleza contractual, hay que distinguir entre aquellos en
los cuales el Estado actúa como poder público, es decir, como poder concedente, y aquellos otros
en los que actúa como persona de derecho privado.
Con la sentencia
Tanto la sentencia como el contrato precisan los derechos de las partes. Pero hay entre ellos
profundas diferencias:
CONTRATO SENTENCIA
Acuerdo de dos o más personas Decisión del órgano judicial
Señala generalmente el comienzo de una Da solución a las divergencias nacidas de ese
relación jurídica entre dos o más personas contrato
Libertad contractual: previsión constitucional, la libertad para contratar y la de elegir con quien
contratar
Ningún habitante de la Nación está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni privado de lo que
ella no prohíbe. La libertad de contratación tiene respaldo constitucional en el artículo 14 de la
CN, donde se indica que todos los habitantes de la nación podrán usar y disponer de su propiedad,
utilizando el termino en su más amplia aceptación, dando sustento a la posibilidad de convenir
sobre los derechos, en principio, sin limitación, debiendo tener presente que el artículo 28 dispone
que los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos no podrán ser
alterados por las leyes que reglamente su ejercicio, lo que a su vez pone limite a la facultad
reglamentaria del estado. Debemos armonizar también esto con el artículo 42 de la CN.
ARTÍCULO 958.- Libertad de contratación. Las partes son libres para celebrar un contrato y
determinar su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las
buenas costumbres.
ARTÍCULO 959.- Efecto vinculante. Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las
partes. Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los
supuestos en que la ley lo prevé.
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La autonomía de la voluntad consiste en dos libertades:
La libertad para contratar consiste en la libertad de las partes para elegir celebrar un contrato y
con quien hacerlo. Esta libertad se complementa con la libertad contractual, esta última consiste
en la posibilidad de los particulares de determinar el contenido y cláusulas del contrato.
La autonomía de la voluntad implica que en principio las partes son libres de contratar, pero van
a encontrar esa libertad limitada en que la contratación no vulnere el orden público, la moral, las
buenas costumbres y que el objeto y la causa no esté prohibida. Acá encontramos el principio
constitucional por el cual la libertad dada los ciudadanos es amplia salvo las limitaciones que
imponga el ordenamiento jurídico.
Si el contrato respeta el orden público, y las partes tuvieron las libertades de la autonomía de la
voluntad en la contratación, esta contratación pasa a ser como norma entre las partes, el cual es
conocido como ―convenio-ley‖, ―principio de vinculación‖ o ―efecto vinculante entre las partes‖.
Ahora bajando esta definición a la realidad, nos vamos a encontrar que en la mayoría de las
contrataciones no siempre estamos ante la posibilidad de elegir con quien ni de fijar los términos de
la contratación. Esto se debe a que no siempre existe una igualdad ni jurídica ni económica entre
las partes, ante estas desigualdades vamos a encontrarnos el fundamento de porqué el
ordenamiento jurídico reconoce a los contratos de adhesión y de consumo como tales, pero les da
una interpretación más minuciosa a sus efectos. Esto se debe a que la autonomía de la voluntad
está desde sus inicios limitada; en algunos casos nos van a faltar opciones de elección de
contrapartes (contrataciones de servicio de luz, gas, agua, transporte) o no vamos a poder fijar los
términos de la contratación (esto es negociar y arribar de común acuerdo una por una las cláusulas
y términos del contrato).
Al encontrarnos ante una modalidad de contratos donde se encuentra limitada desde sus inicios la
autonomía de la voluntad, el ordenamiento jurídico responde dándole protección a la parte más
débil o frágil.
Existen situaciones en las que la libertad contractual se encuentra muy reducida. Son los
supuestos contractuales de venta forzosa a la que conduce la subasta de cualquiera de los bienes
del art. 743, a la afortunadamente relegada "locación forzosa", al contrato de depósito necesario, y
al seguro obligatorio previsto en el art. 67 del Reglamento Nacional de Tránsito y a la
obligatoriedad de entregar facturas o recibos oficiales confeccionados en imprentas acreditadas
ante la AFIP, siendo que la tarea de su impresión desde el punto de vista técnico puede hacerse
por el mismo contribuyente o contratarla con cualquier persona, pese a lo cual está obligado a
contratar los servicios de imprenta y hacerlo con una imprenta elegida de entre una lista de las que
se acreditan ante el organismo recaudatorio.
Pese a la existencia de la regla, en casi todos los países del mundo existen limitaciones a este
derecho en protección del interés público, en materia de servicios públicos, de servicio médico, en
el caso del contrato de depósito necesario, de seguros obligatorios, de contratos prohibidos, etc.
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Incluso cuando se reconoce el derecho de contratar o no hacerlo, el Estado a veces establece todo
el contenido del contrato-
Muchas son las causas que han contribuido a desencadenar esta crisis, ante todo, causas
económicas.
Causas políticas. El individualismo está dejando paso a una concepción social d los
problemas humanos. hay una mayor preocupación por la justicia distributiva. El individuo y
su voluntad ceden ante consideración sociales.
Esta llamada crisis del contrato se manifiesta principalmente a través de tres fenómenos.
Dirigismo contractual
Nuevas formas del contrato
Intervención judicial en las relaciones contractuales para dejar a salvo la equidad de las
contraprestaciones.
El dirigismo contractual ha sido la solución de graves problemas que afectan el interés público. Lo
que indica que el dirigismo no es en sí mismo malo; más aún, muchas veces es indispensable. Lo
malo es su abuso.
La llamada crisis del contrato es más bien una evolución reclamada por las circunstancias, en
que actualmente se desenvuelven las relaciones jurídicas y por una mayor sensibilidad del espíritu
moderno, que se rebela contra toda forma de injusticia.
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Limite a las facultades de los jueces en el litigio contractual
Dentro de la teoría clásica de los contratos, la consecuencia lógica del efecto vinculante u
obligatorio de los contratos era que la voluntad de las partes se imponía a la hora de interpretar y
ejecutar el contrato para las partes. Esta rigurosidad se extendía a los jueces y su intervención, en
cuanto el control judicial en las relaciones patrimoniales, y no solo contractuales, se limitaba a
aplicar lo expresamente establecido por la ley, y considerándose al contrato una ley para las partes
a la que tenían que someterse, era entendido de igual manera.
Vélez manifestaba su postura acorde al liberalismo e individualismo imperante a propósito del vicio
de la lesión gravísima en la nota al Art. 943 del Cód. Civ derogado y sobre las atribuciones del
derecho de dominio en la nota al Art. 2513 del citado código, permitiéndose la intervención judicial
a efectos de garantir la legalidad y orden público.
Claro que esta visión se fue atenuando jurisprudencial y legislativamente, principalmente por
modificaciones legislativas como la producida por la ley 17.711, como por legislación de
emergencia, dentro de las cuales se permitió un control judicial en los contratos como los
supuestos de ejercicio irregular de derechos, o el vicio de la lesión subjetiva- objetiva.
Conforme a lo regulado en el CC. el contrato puede modificarse como también dejarse sin efecto
tanto por acuerdo de las mismas partes (Art. 957 y 959 del C. C. y C.) como por la intervención de
los jueces.
Este último supuesto se encuentra regulado en el artículo 960 el cual señala como regla que los
jueces carecen de facultades para modificar un contrato. Como excepciones puede modificarlo
a petición de parte o de oficio.
ARTÍCULO 960.- Facultades de los jueces. Los jueces no tienen facultades para modificar las
estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza
la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público.
El contrato es una norma particular creada por las partes para regir sus derechos, de modo que en
principio el juez es ajeno a ello. No debe intervenir en la determinación del contenido del contrato.
Sin embargo, cuando a petición de alguna de las partes y en el marco de un proceso judicial, el
juez debe conocer el contenido del contrato puede ocurrir que se vea compelido a pronunciarse
sobre la validez o alcance de una previsión contractual, porque lo solicita una de las partes
autorizada por la ley, o porque la ley misma obliga al juez a invalidar o modificare esa cláusula en
virtud de un precepto imperativo.
Adicionalmente cabe destacar que en el caso de los derechos reales se prohíbe expresamente al
juez constituir judicialmente, cualquier derecho real, el usufructo, servidumbres.
No es fácil definir qué es buena fe. En todo caso es correcto aplicar la buena fe en el marco
contractual a los tres momentos sucesivos previstos en el artículo, la celebración, la interpretación
y el cumplimiento o ejecución.
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Ajena al campo de los contratos y actúa ampliamente en el de los derechos reales, en el de
obligaciones y en el de familia y sucesiones. Es la creencia del propio derecho que se utiliza para
justificar la propia conducta atenuando los efectos de la ausencia de derecho.
Spota y Leiva Fernández la definen como la convicción razonada y diligente del contratante que se
atiene a lo que surge de la apariencia, de lo externo, porque existe una situación invencible para
poner de resalto la verdad jurídica.
Es la que reina en el campo de los contratos. La buena fe exige que las partes se comporten con
lealtad y probidad durante la etapa preparatoria, celebratoria y ejecutoria del contrato, de ahí que
se le impongan deberes de comunicación de claridad, de obligaciones implícitas, de hacer o no
hacer lo que impida el logro del resultado buscado por medio del contrato, etcétera.
La buena fe contractual
Con la redacción de la ley 170711 se incluyó expresamente en los artículos 1071 y 1198,
repudiando así el antifuncionalismo o todo ejercicio abusivo de las prerrogativas jurídicas. En
particular tratándose de supuestos que sin afectar la libertad de contratar, vale decir de decidir
real9zar el contrato si afectan la libertad contractual, esto es la posibilidad de establecer la cláusula
o condiciones del contrato, puesto que la ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos.
Por ello, los contratos deben interpretarse, celebrarse y cumplirse con buena fe. Lo contrario
significa abuso, ejercicio desviado de la libertad en el ámbito contractual.
ARTÍCULO 729.- Buena fe. Deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las
exigencias de la buena fe.
ARTÍCULO 961.- Buena fe. Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena
fe. Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que
puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se habría
obligado un contratante cuidadoso y previsor.
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Nada mejor en este punto que transcribir lo expuesto en el oficio de elevación del Proyecto de
Reformas al Código Civil de 1998 de fecha 18 de diciembre de 1998 que constituye el antecedente
directo e inmediato del Código Civil y Comercial.
El Congreso Nacional de Derecho Comercial, reunido en Buenos Aires en 1940, aprobó una
moción por la cual se postulaba la sanción de un código único de las obligaciones, civiles y
comerciales. Ya en 1926 la II Conferencia Nacional de Abogados había designado una comisión de
juristas encargada de realizar una labor de simplificación y unificación de normas del Derecho de
obligaciones.
La VI Conferencia Nacional de Abogados, reunida en La Plata en 1959, fue más allá y aprobó la
siguiente declaración: "Que es conveniente la sanción de un Código único de Derecho privado;
Que para el logro de esa finalidad, como etapa inmediata, procede sancionar un Código único de
obligaciones y contratos; Que como un jalón ulterior debe llegarse a la unificación del Derecho
privado de los Estados latinoamericanos".
Precisamente, Acdeel E. SALAS, al fundamentar el despacho, expresó que "se hace necesaria una
síntesis de los llamados Derechos civil y comercial, ya que ambos regulan la misma sustancia
jurídica: las relaciones de los particulares entre sí".
El III Congreso Nacional de Derecho Civil (Córdoba, 1961) recomendó también "que se unifique el
régimen de las obligaciones civiles y comerciales elaborando un cuerpo único de reglas sobre
obligaciones y contratos como libro del Código Civil". Las propuestas, con diferente alcance, se
repitieron.
La ley 17.711 incorporó al Código Civil una serie de principios propios del sistema mercantil.
A su vez, el decreto del Poder Ejecutivo Nacional encargó a la Comisión Honoraria "el estudio de
las reformas que considere necesarias a fin de dar conclusión a un texto homogéneo en todo el
referido cuerpo legal", a cuyo fin nos encargó "proyectar la unificación del Derecho Privado" y "su
reforma y actualización, de manera integral", en consonancia con los dos proyectos de unificación
de la legislación civil y comercial de 1993; así como incorporar "las instituciones que se consideren
convenientes para acompañar el proceso de modernización que ha emprendido el país";
atendiendo a la reforma de la Constitución Nacional de 1994, y a los Tratados con jerarquía
constitucional, en cuanto contienen "disposiciones relativas a materias de los Derechos civil y
comercial". Así lo hemos hecho.
El tema en derecho extranjero Proyectos nacionales de Reforma del Código Civil. Importancia del
derecho comunitario europeo: Anteproyecto de Harvey Mc. Gregor, Proy. de Ole Landö ,
Anteproyecto de la Academia de Jusprivatistas Europeos. Principios del Derecho Europeo de los
Contratos.
Camila Pagliari
El profesor de Oxford y de Londres Harvey Mc. Gregor recibió en 1966 el encargo de la Law
Commission británica de preparar un proyecto de Código de Contratos. Lo concluyó en 1971, y fue
publicado tardíamente.
Según expresa su autor en el Prólogo, contiene una "recopilación desde la óptica del Common
Law". Se trata de una compilación o consolidación del Derecho que rige en Gran Bretaña, basado
fundamentalmente en la jurisprudencia, que pretende aproximar sus soluciones a las del Derecho
continental.
El Grupo de Trabajo tomó como esquema de base el Código Civil italiano y el Contract Code de
MCGREGOR.
La Comisión fue integrada por una veintena de destacados juristas europeos, y dio a conocer la
versión final de los Principios del Derecho Europeo de Contratos en julio de 1998.
Todos esos antecedentes han sido tenidos especialmente en cuenta en la redacción del proyecto,
que asume el fenómeno de la unificación del Derecho civil y el Derecho comercial. La cual no
significa, en definitiva, ni la absorción de aquél por éste, ni la absorción de éste por aquél, sino tan
solo la unificación sustancial de ambos exigida por la vida negocial moderna; como sucedió en
Italia luego de sancionado el Código de 1942, esa unificación no significa la desaparición ni del
Derecho Civil ni del Derecho Comercial como disciplinas típicas, sino tan sólo la eliminación de
distingos generalmente artificiosos que, por afectar a la certeza, que es a su vez componente
básico de la seguridad jurídica, advienen claramente ineficientes.
Principios de UNIDROIT
Los principios de unidroit establecen que las partes tienen libertad para celebrar un contrato y
determinar su contenido dejándose a salvo las leyes imperativas.
Su introducción expresa que "el objetivo de los Principios de UNIDROIT es establecer un conjunto
equilibrado de reglas destinadas a ser utilizadas en todo el mundo, independientemente de las
específicas condiciones económicas y políticas de los países en que vengan aplicados".
Camila Pagliari
Del Preámbulo resulta que los Principios se propusieron establecer "reglas generales aplicables a
los contratos mercantiles internacionales" y actuar como "principios generales del Derecho" o como
"Lex Mercatoria", así como "servir de modelo para la legislación a nivel nacional o internacional" o
para ser utilizados por los particulares en los "contratos estrictamente internos o nacionales"; sólo
se ha pretendido "excluir del ámbito de los Principios las llamadas 'operaciones de consumo'".
Es de destacar que también la Convención de UNIDROIT sobre leasing, entre muchos otros
proyectos internacionales; y que las XVI Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Buenos Aires,
1997) consideraron que "en los contratos internacionales resultan aplicables, como criterios de
interpretación, los Principios de UNIDROIT sobre contratación internacional".
El contrato como título del derecho real. Breve noción de la teoría del ―titulo‖ y el ―modo‖. Derechos
reales de origen legal.
El contrato resulta insuficiente, por sí solo, para producir la adquisición o constitución de derechos
reales. En nuestro ordenamiento jurídico es productor de efectos obligacionales pero carece de
eficacia real o de derecho real.
La mayor significación es la que se concreta diciendo que el contrato sirve de título al derecho real.
En la mayor parte de los regímenes jurídicos, en todos os casos de adquisición derivada por los
actos entre vivos, debe existir un acto jurídico que va a servir de título justificativo de la adquisición
o constitución del derecho real y que se denomina ―titulo‖.
Pero este título resulta insuficiente para producir la adquisición o constitución del derecho real pues
es menester que sea seguido, de dos modos:
Tradición
Inscripción registral
Ese efecto se logra, en un momento posterior a la formación del contrato mediante el cumplimiento
de una de las obligaciones por el engendradas: el de entregar la cosa.
La obligación que cada una de las partes asuma, importa un derecho en cabeza de la otra.
Estos derechos que nacen del contrato forman parte del patrimonio de las personas involucradas,
del mismo modo que lo integran los derechos reales que se puedan tener. Por ello, el artículo 965
dispone:
ARTICULO 965. – Los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad del
contratante.
II. Clasificación
Camila Pagliari
La clasificación de los contratos en el Código Civil
El tema de las clasificaciones de los contratos ha estado presente siempre en nuestra tradición
jurídica, desde la redacción originaria del Código Civil de Vélez, que lo estableció en sus artículos
1138 a 1143. De esta manera se encargó de formular distintas clasificaciones de los contratos,
haciendo mención de:
Unilaterales y bilaterales
A título oneroso y a título gratuito
Consensuales y reales
Nominados e innominados
Según sus propios fundamentos, para la elaboración del CCC, se tomó como base el Proyecto de
1998.
Unilaterales y bilaterales
A título oneroso y a título gratuito
Conmutativos y aleatorios
Formales
Nominales e innominados
Corresponde señalar que los contratos como especie del género formado por los actos jurídicos
son siempre bilaterales, es decir en ellos deben intervenir como sujetos negociales dos o más
partes, independientemente de la obligación que nazcan del contrato. Pero ya dentro del campo de
los contratos ellos pueden clasificarse o dividirse en contratos unilaterales y bilaterales, resaltando
que en este caso, el fundamento de esta categorización toma como eje si del contrato surgen al
momento de su celebración obligaciones para una de las partes o si surgen obligaciones
reciprocas, es decir que esta caracterización tiene en cuenta los efectos negociales del contrato.
El CCC establece:
ARTÍCULO 966.- Contratos unilaterales y bilaterales. Los contratos son unilaterales cuando una
de las partes se obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada. Son bilaterales cuando las partes
se obligan recíprocamente la una hacia la otra. Las normas de los contratos bilaterales se aplican
supletoriamente a los contratos plurilaterales.
Se reproduce lo previsto en el artículo 1138 del Código de Vélez, incorporando una frase final de
carácter normativo que impone la aplicación de las normas propias de los contratos bilaterales a
los plurilaterales. Esta incorporación implica que se reconoce como categoría distinta a la de los
contratos bilaterales, a los contratos plurilaterales, pero dicha clasificación no recibió tratamiento en
el Capítulo 2 correspondiente a la clasificación de los contratos.
El Dr. Rivera, siguiendo a López de Zavalía expreso “son contratos bilaterales aquellos en los que
ambas partes quedan obligadas recíprocamente, esto es cuando las obligaciones principales
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contraídas son interdependientes, se explican mutuamente. Al contrario, son unilaterales los
contratos en que faltan dichas características”.
Contratos formales.
La doctrina clásica establecía una división bipartita. Es decir contratos con forma constitutiva,
sustancial, ad solemnitaten o visceral. Por otro lado, se encontraban los contratos con formas
requeridas ad probationem, no constitutivas o no solemnes.
Con la reforma introducida por la ley 17.711, autores como Mosset Iturraspe o Cifuentes, sostienen
la existencia de una nueva categoría que han denominado ―solemnes relativos‖, es decir aquellos
que no quedan concluidos como tales sino que se convierten en una obligación de hacer, o de
realizar lo necesario para dar cumplimiento a la formalidad.
ARTÍCULO 969.- CONTRATOS FORMALES. Los contratos para los cuales la ley exige una forma
para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido satisfecha. Cuando la forma requerida para
los contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no
quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto, pero valen como
contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad. Cuando la ley o
las partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de prueba de la
celebración del contrato.
Podemos observar pese al título del artículo, que parece indicar que solo se refiere a los contratos
formales, su redacción claramente nos permite categorizar los contratos en:
Contratos para los cuales la ley o las partes requieren la forma para que produzcan sus
efectos propios (formales relativos)
Contratos a los cuales ni la ley ni las partes imponen una forma determinada, por lo cual la
forma elegida, según el código solo “debe constituir un medio de prueba de celebración del
contrato”
Desde esta perspectiva, los supuestos a) y b) se condicen con las disposiciones del Código Civil de
Vélez Sarsfield, y por la mayoría de la doctrina nacional. Pero el último supuesto, aparece como
una combinación de las previsiones de los artículos 913, 974 y de los artículos 1191 y 1192 del
Código Civil, ya que la redacción señala resaltando por un lado, el principio de libertad de formas,
dado que las partes pueden elegir, apareciendo implícitamente la idea de la necesidad de la
existencia de una forma esencial, por lo cual la forma utilizada deberá constituir ―un medio de
prueba‖
Con relación a los contratos en los cuales no se exige una forma determinada, las partes podrán
elegir la que crean conveniente.
Se presenta como novedad que en éste Capítulo 2, no se regula la categoría de los contratos
reales, lo que parece implicar que se eliminan los contratos reales, quedando consagrada la
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“consensualidad” como criterio general para concluir el contrato, pero no se ha incluido una
norma específica al respecto o que así lo disponga, como lo hacía el Proyecto 1998.
el mutuo
el comodato
el depósito
el contrato oneroso de renta vitalicia y la constitución de prenda y anticresis.
En muchos casos se ha recurrido a la cita al art. 973 que el propio Vélez incorporó a su código, en
cuanto a que toda exigencia o formalismo que se exija para vestir o acompañar a un acuerdo era
una actitud propia de pueblos primitivos, de un estadio cultural atrasado.
Pero no debe olvidarse que, frente a la innegables ventajas que genera la simplificación para la
realización de los contratos, existe una realidad concreta en la cual las partes requieren y tratan de
obtener seguridad en la relación jurídica, generando los medios probatorios que les parezcan más
adecuados, que le permitan acreditar la existencia del contrato y sus disposiciones para exigir su
cumplimiento, sin padecer o sufrir abusos que provengan de su contraparte.
El Código Civil y Comercial, los ubica como una sub-clasificación o sub-división de los contratos
onerosos y se establece esta categoría determinando que: en función de cómo sean percibidas las
ventajas de un contrato al momento de su celebración ellos pueden clasificarse en conmutativos o
aleatorios
En los contratos conmutativos la ventajas son conocidas por las partes, en forma clara y cierta,
aunque puede existir algún grado de incertidumbre mientras que en los contratos aleatorios, las
partes conocen que está presente el riesgo, sea de ganar o perder, o de ganar mucho o poco, o de
perder o no perder. Siempre aparece una situación binaria, que es conocida y aceptada por las
partes.
Por lo general en los contratos aleatorios nominados, como el juego y la apuesta, las partes se
ven atraídas por la existencia del riesgo, en otros casos como el contrato de seguro las partes
buscan cubrirse o protegerse de distintos riesgos.
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Por un lado en los contratos aleatorios los contratos están totalmente concluidos desde su
celebración y lo que dependerá del acontecimiento incierto será la determinación de las ventajas o
perdidas y el su caso el monto de ellas.
En cambio en los contratos condicionales, como una compraventa sometida a un condición, sea
suspensiva o resolutoria, es la existencia misma del contrato la que se hace depende de la
producción del hecho incierto o desconocido y, por lo tanto, esa compraventa no perdió su
condición de conmutativa por ser condicional.
La clasificación del contrato como aleatorio o conmutativo tiene en cuenta la génesis del contrato.
Debe distinguirse el contrato condicional, que afecta la eficacia del contrato, del contrato aleatorio,
que afecta el equilibrio de las prestaciones.
c) Aceptada la distinción entre álea y riesgo, debe afirmarse que el álea es incertidumbre.
d.1) Aceptada la distinción entre álea y riesgo, debe afirmarse que el riesgo es posibilidad de sufrir
un perjuicio económico.
d.2) Aun aceptada la distinción entre álea y riesgo, no debe afirmarse que el riesgo es posibilidad
de sufrir un perjuicio económico.
e) Se propone interpretar la palabra "riesgo" expresada en el art. 1198 del Código Civil como
"álea".
a) En los contratos aleatorios el álea puede afectar a una sola de las partes.
El incumplimiento no configura álea por no resultar una característica genética del contrato.
El alea en particular
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I) Contrato de juego:
a) De lege ferenda se debe reconocer acción de cumplimiento a los juegos de destreza intelectual.
II) Fianza:
a) La fianza es aleatoria.
V) Franquicia:
De lege ferenda, en el contrato oneroso de renta vitalicia la carga de la prueba sobre la muerte del
cabeza de la renta debe recaer sobre quien la invoca.
Debe promoverse la supervisión y control de los contratos accesorios aleatorios por medio de los
organismos de defensa de consumidores y usuarios.
Seña
ARTICULO 1060.- Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas muebles. Si
es de la misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se tiene como parte de la
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prestación si el contrato se cumple; pero no si ella es de diferente especie o si la obligación es de
hacer o no hacer.
El nuevo Código no contiene una definición de la figura, lo que no parece criticable dado que se
trata de un instituto sobre el cual existe un fuerte consenso en nuestra doctrina.
Antes de la reforma, generalmente se entendía que la señal o arras suponían la dación o entrega
de una cosa que una de las partes contratantes realiza a favor de la otra para asegurar el
cumplimiento del contrato o admitir el arrepentimiento. Ese concepto podría entendérselo
subsistente, en tanto siguen siendo elementos caracterizantes de la señal, los que a continuación
se indican, a saber:
La seña importa algo más que dar una seguridad; significa darle principio de ejecución al contrato
celebrado.
Clausula penal
ARTICULO 790.- Concepto. La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar
el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no
ejecutar la obligación.
ARTICULO 791.- Objeto. La cláusula penal puede tener por objeto el pago de una suma de dinero,
o cualquiera otra prestación que pueda ser objeto de las obligaciones, bien sea en beneficio del
acreedor o de un tercero.
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Las partes pueden acordar los efectos en caso de un eventual incumplimiento de una obligación
presente o futura, mediante una cláusula penal, prefijando la indemnización de los daños derivados
del incumplimiento obligacional, y, a la vez, generando un elemento extra de compulsión en el
ánimo del deudor, pues no sólo ya sabe cuáles serán los concretos efectos de una eventual
inconducta, sino que además este instrumento actúa como un castigo frente a ella.
Para ser válida la cláusula penal no solamente la obligación debe reunir todos los requisitos
establecidos en los artículos 725 y 726 del Código, sino que además ello acontece respecto de su
causa fuente generadora.
ARTICULO 725.- Requisitos. La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser
material y jurídicamente posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración
económica y debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor.
ARTICULO 726.- Causa. No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de algún hecho
idóneo para producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico.
La obligación a la que accede puede tener origen convencional o legal. Es voluntaria, accesoria,
condicional, preventiva, subsidiaria, definitiva, relativamente inmutable y de interpretación estricta.
Contratos conexos
ARTICULO 1073.- Definición. Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan
vinculados entre sí por una finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno
de ellos ha sido determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede
ser establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada de la interpretación, conforme con lo
que se dispone en el artículo 1074.
ARTICULO 1074.- Interpretación. Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por
medio de los otros, atribuyéndoles el sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su
función económica y el resultado perseguido.
ARTICULO 1075.- Efectos. Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede
oponer las excepciones de incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de
obligaciones ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se
aplica cuando la extinción de uno de los contratos produce la frustración de la finalidad económica
común.
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puede arrastrar la del otro, pero a la vez puede ocurrir que un negocio perviva a pesar del
incumplimiento de uno de los contratos.
Estos contratos conexos tienen como característica la coexistencia de dos o más contratos con
una común finalidad económica, en donde intervienen más de dos sujetos, pero uno de ellos ejerce
una posición dominante.
Esto refleja que existen contratos autónomos pero que suelen estar puestos en red.
Esta conexidad trajo aparejada una importante discusión sobre la responsabilidad de quien no
celebro el contrato.
El CCC ha desterrado toda duda sobre la existencia de estos contratos conexos, desde que afirma
que hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan vinculados entre sí por una
finalidad económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido
determinante del otro para que el logro del resultado perseguido.
Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoseles el
sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica y el resultado
perseguido.
Esta finalidad común habilita a uno de los contratantes a oponer la excepción de incumplimiento
contractual, aun frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato. E, incluso, podrá
requerir la extinción del contrato por el celebrado, si la extinción de otro de los contratos conexos
produce la frustración de la finalidad económica común.
Paquetes turísticos. Al contrato principal que une al organizador o agencia con su cliente,
hay que incluir otros contratos más:
o El celebrado con el hotel, para permitir el alojamiento del turista.
o Con los medios de transporte
o Con otras empresas que se ofrecerán al turista para su esparcimiento.
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El turista no celebra cada uno de estos contratos, sino que todos ellos son negociados con
el organizador o empresa, quien asume la consiguiente responsabilidad por la mala
prestación del servicio.
DE CAMBIO Una de las partes o hace algo, para recibir del co-contratante de una cosa o
servicio. En estos contratos hay intereses contrapuestos que se concilian en el
acuerdo.
DE No hay intereses contrapuestos, sino por el contrario, coincidentes.
ASOCIACION
Es válida para nuestro Derecho un artículo del Código Civil italiano que expresa “las partes pueden
también concluir contratos que no pertenezcan a los tipos que tienen una disciplina particular, con
tal que vayan dirigidos a realizar intereses merecedores de tutela según el ordenamiento jurídico”.
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Dentro de nuestra concepción civilista la ley determina aun hoy precisando una serie de figuras
típicas; disciplinadas en cuando a su contenido, sus efectos, sus exigencias normativas, etcétera.
Se trata de aquellas que se estiman de mayor utilidad y frecuencia en el trafico negocial, sin
perjuicio de la sobrevivencia de especies de antiguo prestigio.
De allí que se hayan dicho, con toda la justeza, que nuestro sistema ocupa un lugar intermedio
entre el que era peculiar del Derecho Romano clásico y el propio del common law. El derecho
contractual angloamericano “dota de eficacia a todo acuerdo de voluntades que reúna ciertos
requisitos cuya previsión no se halla adscripta a figuras típica”. Es el único sistema que no presenta
figuras contractuales en concreto, excepto cuando procede a convertirlas en ramas jurídicas
independientes.
Fuera de los contratos típicos, se encuentra la serie inagotable de los contratos innominados o
atípicos, vocablos con los cuales se designan todos aquellos contratos de que no encuentran su
sede dentro de la ley civil, que “surgidos de la vida jurídica y en relación de la libertad contractual
no han merecido aun recepción mediante una disciplina particular” carecen, no ya de un nombre,
sino de una caracterización legal, de una estructura particular; este es el sentido que debe
acordársele al artículo 1143 del Código Derogado.
ARTICULO 1.143.- Los contratos son nominados o innominados, según que la ley los designa o
no, bajo una denominación especial.
La ley puede dar un nombre a un negocio jurídico cualquiera, pero esta circunstancia no nos
autoriza a tenerlo como nominado o típico, en sentido técnico; para ello será preciso que le provea,
además, de una disciplina propia.
En la nota al artículo 1143 nos da un ejemplo de contrato innominado o atípico; más adelante en la
nota del artículo 1493: primero del título de la locación, trae otros casos igualmente ilustrativos. La
variedad de tales contratos (contratos de confección) es infinita, como las necesidades a que
pueden dar satisfacción. De allí que parezca de sentido pretender enumerarlos. Sin embargo,
resulta útil mencionar algunas de las especies de mayor vulgarización:
Contrato de hospedaje
Contrato de garaje
Contrato de publicidad
Contrato de agencia
Contrato de exposición
Contrato de espectáculo (teatral, deportivo, cinematográfico)
Contrato estimatorio
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Aun cuando la tipicidad legal pueda faltar, existirá en muchos casos una verdadera tipicidad social,
dada por el hecho de que determinados contratos existen primero, con caracteres particulares, en
la realidad social de una época antes que el legislador los recepte y esquematice. En efecto, el
florecer de las figuras de contratos innominados se debe no solo a un proceso técnico de
diferenciación, sino también al nacimiento de nuevas necesidades económicas: cuanto más rico es
el desarrollo de la vida económica, tanto más crece el número de las nuevas figuras contractuales.
Es preciso no confundir los contratos atípicos puros o en sentido estricto con los llamados atípicos
mixtos ni con los aparentemente atípicos de los que se ha ocupado la doctrina extranjera.
Se consignan los siguientes ejemplos: se compra un caballo y se alquila la silla para montarlo, por
varias semanas; se vende un motor, tomando el vendedor a su cargo, con minas a una bonificación
especial, el montaje del mismo; si se encuentran en ―reciproca dependencia‖ estamos frente a una
dependencia bilateral.
En la dependencia alternativa existe una unión de contratos, pero existe de por medio una
condición pactada, que según se cumpla o no, se entiende concluida una u otra convención.
Un ejemplo: la compra de un caballo para el caso que se llegue a ser oficial de caballería en el
plazo de un mes y de no resultar así, alquiler del mismo por tres meses.
Es un contrato aparentemente atípico aquel que consta de un tipo básico con una o más
prestaciones accesorias, subordinadas, que pertenecen a otros tipos contractuales.
En lo que respecta a la disciplina jurídica de los contratos atípicos mixtos existen tres teorías.
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De la combinación. Parte de afirmar la existencia de una estrecha relación entre los
elementos de cada contrato típico y las normas mediante las cuales la ley lo disciplina.
Según el CCC:
TIPICOS ATIPICO
Contratos que están regulados especialmente por el Son los que no tienen una regulación legal
Código o por leyes especiales. A estos contratos se especifica; no están tipificados, y en
les aplican las normas que los regulan consecuencia son atípicos.
especialmente.
ARTICULO 984.- Definición. El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por
un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción.
ARTICULO 985.- Requisitos. Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y
autosuficientes.
La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible.
Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se
facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
La presente disposición es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o similares.
ARTICULO 986.- Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que,
negociadas individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso
de in-compatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.
ARTICULO 987.- Interpretación. Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se
interpretan en sentido contrario a la parte predisponente.
ARTICULO 988.- Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tener
por no escritas:
ARTICULO 989.- Control judicial de las cláusulas abusivas. La aprobación administrativa de las
cláusulas generales no obsta a su control judicial. Cuando el juez declara la nulidad parcial del
contrato, simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin comprometer su finalidad.
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El contrato se celebra por adhesión cuando las partes no negocian sus cláusulas, ya que una de
ellas, fundada en su mayor poder de negociación, predispone el contenido y la otra adhiere.
La predisposición, en cambio, es una técnica de redacción que nada dice sobre los efectos.
La adhesión es una característica de un acto del aceptante, y no una calidad del contenido, como
ocurre en la predisposición. El primer elemento activa el principio protectorio, mientras que el
segundo es neutro, ya que puede o no existir abuso.
El Código enuncia una serie de recaudos o requisitos que deberán contener las cláusulas
predispuestas. Cabe indicar que el Código hace prevalecer la importancia de la legibilidad, la
inteligibilidad y la completividad de la cláusula de modo que para la comprensión de su lectura sea
innecesario un reenvío a otra cláusula.
En cuanto a la interpretación:
Desde que son contratos se les aplican las reglas para interpretar los contratos en general. En el
capítulo específico de estos contratos se hace una remisión a lo general y se refiere a las pautas
específicas. Aspectos a tener en cuenta:
1. Se les aplica las reglas generales, esa reglas a veces se les aplican lisa y llanamente.
2. Otras se tienen que adaptar, por ejemplo, la regla que habla de la intención común de las
partes, ya que esto es una ficción en este caso. Esa regla tendría que formularse se otra
forma, como “el contrato se tiene que interpretar de modo que razonablemente pudo el
adherente entender lo que la otra parte predispuso”.
Cuando hay un tipo de contradicción entre clausula particular y una general en el mismo contrato,
se le da prioridad a la particular. En caso de ambigüedad la cláusula se debe interpretar en contra
del predisponente.
Las cláusulas predispuestas constituyen un plexo normativo ideado por una de las partes sin la
participación de la otra.
De modo que en la negociación sin duda la libertad se restringe en claro detrimento de lo previsto
en el art. 958 y también en el art. 990. Sin embargo no desaparece totalmente pues la parte que
decide contratar toma una decisión voluntaria no ya para determinar el contenido del contrato sino
para decidir vincularse o no hacerlo.
Por esa merma en la libertad negocial del contrato se prevén reglas especiales para este tipo de
contratos en los que el sistema jurídico ejerce un control más cercano.
contratar
no hacerlo
con quien contratar
qué contratar.
Sin pretender que constituya una enunciación exhaustiva pueden afirmarse las siguientes notas
características:
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La elaboración es unilateral.
No hay negociación porque el contratante presta su anuencia a un esquema impuesto por
el predisponente.
El predisponente suele tener mayor poder económico que el adherente, pero sólo es una
presunción pues también hay contratos por adhesión a cláusulas generales entre
empresas.
La existencia de un contrato con cláusulas generales predispuestas no significa excluir la
competencia ni que exista monopolio, pues pueden incluirse cláusulas predispuestas
aunque haya opción de contratar con otro.
Las cláusulas generales predispuestas constituyen una invitación a ofertar dirigida a
sujetos en general y subsistente en el tiempo.
.El contenido de las cláusulas generales predispuestas es rígido no puede aumentarse ni
disminuirse.
También es prospectivo pues las cláusulas generales no sólo se prevén para su aplicación
a una multiplicidad de contratos actuales sino también a contratos futuros, acortando plazos
de contratación y dando seguridad pues al repetirse la misma cláusula, su análisis
trasciende.
Finalmente y como consecuencia de todo lo dicho anteriormente el sistema jurídico suele
establecer un sistema de control sobre su contenido.
Esta manera de clasificarlos corresponde a la utilidad que tiene, porque sirve para el intercambio
de productos y servicios.
Contratos relativos a las cosas: la obligación tiene por objeto la entrega de una cosa.
Algunos son para transferir u obligarse a transferir la propiedad de una cosa; otros
aseguran la transferencia con una finalidad distinta o imponen la custodia de una cosa.
Contratos relativos a servicios: se refieren a la locación, en el contrato de una persona
que trabaja para otra.
Contratos de créditos y seguros: el objeto es el compromiso de pagar cierta suma, se
llaman a veces contratos accesorios porque se agregan a un contrato principal.
Contratos de unión: los típicos de la sociedad. Su finalidad es obtener aportes para una
utilidad común.
En algo se asemejan a los convenios colectivos de trabajo porque también esos "parecen" tener
alma de ley y cuerpo de contrato.
Una explicación sostiene su carácter normativo por entender que suplen las lagunas de la
legislación constituyéndose en fuentes de derecho consuetudinario, recibidas en el Código Civil y
Comercial en su art. 2º como usos y prácticas. Sin embargo, los constituyentes de estas reglas y
predisponentes no sólo no son legisladores sino que sin sujetos determinados lo que obsta a
caracterizar sus obras como fruto anónimo de la sociedad.
Por eso la postura contractualista que se le opone prepondera de mano de las opiniones de Castro
y Bravo, Albaladejo, Díez Picazo, Lasarte Alvarez, Larroumet, Borda, etc.
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Artículo 42.- Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la
relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una
información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y
digno.
Se considera consumidor a la persona física o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u
onerosa, bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o
social.
Cuando una norma otorga derechos a una persona, recorta en la misma medida, las facultades de
obra, la protección constitucional de consumidores y usuarios, debe ser compatible con los demás
derechos declarados y con los principios y valores de la constitución.
La protección al consumidor
Las garantías a los competidores
La transparencia del mercado
La Ley de Defensa al Consumidor 24.240 (modificada por ley 26.361) define a las relaciones de
consumo en su artículo 3, al señalar que estas son el vínculo jurídico entre proveedor y el
consumidor o usuario.
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El CCC, dedica al Título III a reglamentar cuestiones propias de esta temática; así establece en su
artículo 1092 y 1093:
Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como
consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u
onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
Por adhesión y pre establecidos: nos permite distinguir entre aquellos contratos en que
las partes pueden establecer las reglas del mismo, y aquellos contratos que por su
naturaleza no dan lugar a tratos o a conversaciones para fijar su contenido.
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Algunos autores incluyen a la capacidad como elemento del contrato, otros autores discrepan,
sosteniendo que sólo se trata de un presupuesto del consentimiento; posición con la cual
coincidimos. En otras palabras, la capacidad no es otra cosa que un requisito de un consentimiento
válido y se subsume por tanto, en este elemento.
Para que ese consentimiento sea valido, los sujetos o partes de los cuales emana cada
manifestación de voluntad deben ser capaces, en el sentido de poder contratar respecto a
determinada personas u objeto y/o poder por ellos mismos ejercer los derechos de los que son
titulares y que se ven afectado por el contrato a celebrar.
El objeto como elemento esencial de los contratos se refiere al contenido del mismo y está
constituido por los bienes en los términos del artículo 16 del C. C. y C. En concreto resultan ser los
hechos y los bienes conforme a los Art. 279 y 1.004 del CCC.
La causa como elemento de los contrato lo constituye la finalidad jurídicamente relevante que el
ordenamiento le asigna a cada contrato (fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico) y/o
la que resulta relevante para las partes (los motivos exteriorizados que resultan esenciales).
La forma como elemento de los contratos se refiere a los hechos que exteriorizan las
declaraciones de voluntad que integran el consentimiento. Debe señalarse que el contrato en
cuanto acto jurídico es un acto voluntario y como tal debe realizarse con discernimiento, intención y
libertad, y se manifiesta por un hecho exterior.
También se agregan, en algunos casos, ―elementos esenciales particulares‖, que son todos
aquellos elementos que deben existir, pero a partir de la tipificación de un contrato determinado.
Por ejemplo cuando un contrato de compraventa, además de los elementos esenciales generales,
debe tener precio, que es elemento esencial pero en forma particular para los contratos de
compraventa, desde otra perspectiva también puede entenderse como comprendido dentro del
objeto, al ser la prestación de una de las partes.
Conforme a pacífica y concordante doctrina, separamos los llamados elementos esenciales, sin
los cuales no existe el contrato, de los presupuestos de validez para la existencia del mismo, que
atañen a su posible nulidad cuando no han sido cumplidos, por ejemplo, la capacidad o la forma
esencial.
El elemento esencial debe existir para que nazca el contrato; el presupuesto de validez para que
el contrato cuyo nacimiento se ha producido no pueda ser atacado y secretarse su nulidad. En los
presupuestos de validez, el contrato puede ser nulo por los vicios existentes en el momento de su
celebración, pero que no obstaron a su nacimiento.
Cabe destacar que, tradicionalmente, en doctrina, se efectúa la distinción entre "elementos" de los
contratos, mientras que modernamente se los identifica como ―efectos‖ de los contratos. Debe
señalarse que si bien no existe una correspondencia necesaria entre todos ellos, si existe un punto
de vinculación o correspondencia entre ellos, conforme se expondrá posteriormente. Los
elementos se clasifican en esenciales, naturales y accidentales.
Elementos esenciales. Son aquellos elementos propios, que deben estar reunidos en un
contrato a los efectos de determinarse su existencia, son los constitutivos o estructurales.
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Faltando uno de ellos, no puede existir el contrato, o carece de validez. Todo contrato debe
tener: objeto, causa, forma.
Algunos autores incluyen a la capacidad como elemento del contrato, otros autores
discrepan, sosteniendo que solo se trata de un presupuesto del consentimiento. En otras
palabras, la capacidad no es otra cosa que un requisito de un consentimiento valido y se
subsume por tanto, en este elemento.
Elementos naturales. Existen distintas posiciones. Se puede afirmar que son aquellos que
la ley regula para un contrato determinado, pero que las partes pueden dejar de lado,
haciendo uso de la facultad de determinar el contenido del contrato.
Son aquellas consecuencias que siguen del negocio, aun ante el silencio de las partes; así,
la gratuidad es un elemento natural de la donación; las garantías por evicción y por vicios
redhibitorios, son elementos naturales de los contratos a título oneroso.
Elementos accidentales. Son todos aquellos que las partes, en función del principio de
autonomía de la voluntad, pueden introducir de común acuerdo en los contratos. Son las
consecuencias nacidas de la voluntad de las partes, no previstas por el legislador al regular
el contrato.
Las prescripciones relativas a los contratos, debe darse tratamiento teniendo en mira cada
caso en concreto, ya que la actividad profesional se centrará en: ―logar acuerdos de
voluntades tendientes a reglar derechos de las partes‖. Esto implica una gran
responsabilidad en función de que las partes acuden al profesional a fin de que las asesore
y aconseje sobre el tipo de acuerdo a celebrar.
III. Consentimiento
El consentimiento: concepto.
Según el artículo 1144 del Código de Vélez: ―El consentimiento debe manifestarse por ofertas y
propuestas de una de las partes y aceptarse por la otra‖
Ruggero dice que el consentimiento es el acuerdo de dos declaraciones de voluntad, que partiendo
de dos sujetos diversos se dirigen a un fin común fundiéndose.
ARTICULO 971.- Formación del consentimiento. Los contratos se concluyen con la recepción de
la aceptación de una oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la
existencia de un acuerdo.
“Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos
inequívocos o por la ejecución de un hecho material”.
A lo que hay que agregar lo dispuesto por el art. 264, en cuanto prescribe que:
“La manifestación tácita de la voluntad resulta de los actos por los cuales se la puede conocer con
certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación expresa”
Por lo tanto esa unión de voluntades, implica la emisión de una oferta que es aceptada por la otra
parte; así el Código dispone en el art. 978:
ARTÍCULO 978.- Aceptación. Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la
plena conformidad con la oferta. Cualquier modificación a la oferta que su destinatario hace al
manifestar su aceptación, no vale como tal, sino que importa la propuesta de un nuevo contrato,
pero las modificaciones pueden ser admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al
aceptante,
Además se explica cuáles serán los modos jurídicamente contemplados de aceptación, ello se
desprende del art. 979:
ARTÍCULO 979.- Modos de aceptación. Toda declaración o acto del destinatario que revela
conformidad con la oferta constituye aceptación. El silencio importa aceptación sólo cuando existe
el deber de expedirse, el que puede resultar de la voluntad de las partes, de los usos o de las
prácticas que las partes hayan establecido entre ellas, o de una relación entre el silencio actual y
las declaraciones precedentes”.
Con relación al momento en que el consentimiento se perfecciona, hay que distinguir si nos
encontramos ante un contrato celebrado entre partes presentes o entre partes que se encuentran
ausentes, entendiendo que no se trata sólo de una separación física sino que resulta relevante si
las partes pueden tener comunicación directa e instantánea, es decir que se considera entre
presentes si la aceptación se brinda en forma inmediata (por teléfono, chat, u otro medio) aunque
las personas estén físicamente separadas.
La cuestión que se plantea por discordancias entre la ―voluntad real” versus la voluntad
declarada, divide a la doctrina entre las teorías Objetiva (estar a lo declarado o manifestado) o
Subjetiva (realmente querido por los contratantes)
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Spota trae a Ihering, ―Ej. Un cliente alemán trasmitió una orden por telégrafo a su banco de vender
(verkaufen) títulos pero se trasmitió solo (kaufen) que significa comprar. Prevaleció la voluntad
declarada considerando el tribunal que el emisor al elegir un medio de transmisión poco seguro
deba cargar con las consecuencias de sus actos.
Los términos del consentimiento: oferta y aceptación. Requisitos de validez y eficacia jurídica de
una y otra.
Oferta
No es un acto preparatorio del contrato, sino una de las declaraciones contractuales. Así, pues, hay
oferta cuando el contrato puede quedar cerrado con la sola aceptación de la otra parte, sin
necesidad de una nueva manifestación del que hizo la primera proposición.
La oferta es un acto jurídico prenegocial unilateral y recepticio —pues tiene destino subjetivo— que
da cuenta de la exteriorización de la voluntad de quien la formula, orientada a la concreción de un
contrato. Pero para que pueda producir los efectos que busca, se encuentra sujeto a determinados
requisitos de validez.
Para su eficacia, por ser un acto voluntario, le caben los requisitos de validez dispuestos en el
artículo 260 del CCC, siendo estos:
Discernimiento
Intención
Voluntad
Además, debe respetar los límites que establece la ley, el orden público y las buenas costumbres
conforme lo prescribe el artículo 957. En consecuencia, la naturaleza jurídica es la de un acto
jurídico lícito y de carácter unilateral. Al decir acto jurídico presuponemos que es voluntario y licito.
Su carácter recepticio impone que sea transmitida a terceros; esa difusión puede estar orientada a
persona determinada o determinable (un sujeto identificado por su nombre o bien que pueda ser
ulteriormente identificado por la referencia a parámetros que permiten su individualización, que
impiden considerar a la propuesta como dirigida a persona indeterminada).
Que tenga por objeto un contrato determinado con todos los antecedentes constitutivos de
los contratos
Que tenga las precisiones necesarias para establecer los efectos que debe producir de ser
aceptada. Es decir, la propuesta debe contener todos los elementos necesarios como para que una
aceptación lisa y llana permita tener por concluido el contrato.
Todo acto jurídico requiere que sea ejecutado con intención para ser válido. Por ello, si no hay
verdadera intención de obligarse, no hay oferta.
Aceptación
Que sea lisa y llana, es decir que no esté condicionada ni contenga modificaciones de la
oferta
Que sea oportuna; no lo será si ha vencido el plazo de la oferta.
La aceptación debe referirse a todos los puntos de la propuesta; basta el desacuerdo con uno solo
de ellos, aunque sea secundario, para que el contrato quede frustrado.
Hay aceptación cuando existe una declaración o acto del destinatario que revela conformidad con
la oferta. Incluso, el silencio, si bien como regla general no puede ser tenido como aceptación, si lo
será si existe el deber de expedirse, el que puede resultar de la voluntad de las partes, de los usos
o de las prácticas que las partes hayan establecido entre ellas, o una relación entre el silencio
actual y las declaraciones precedentes.
Teoría de la punktation
Proviene del derecho germánico. Esta referida en el Código Alemán con vigencia en el año 1900,
pero para negarla. Esta expresada pero el código expresamente la prohibía. Llega a argentina
porque la doctrina anterior al BGB la revitalizo tanto que llego a los diversos códigos
Postula que debe considerarse que un contrato se ha concluido, cuando las partes han acordado
los aspectos principales del negocio, aun cuando no hayan alcanzado una conformidad total sobre
todas las cuestiones.
Le da fuerza vinculante a los acuerdos parciales que se van generando en la formación progresiva
de un negocio y que se van documentando, por lo que constituyen verdaderos contratos, aunque
queden puntos secundarios por acordar, los cuales podrán ser fijados por el juez de acuerdo a la
naturaleza del negocio, a los usos y costumbres o utilizando los métodos de interpretación e
integración del contrato que ofrezca el cuerpo normativo que los regula.
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ARTICULO 1148.- Para que haya promesa, esta debe ser a persona o personas determinadas
sobre un contrato especial, con todos los antecedentes constitutivos de los contratos.
Plazos
ARTÍCULO 974.- [...] Los plazos de vigencia de la oferta comienzan a correr desde la fecha de su
recepción, excepto que contenga una previsión diferente.
La regla primaria es que la oferta obliga al proponente. Quien emite una oferta se está obligando a
cumplir con las prestaciones prometidas si la destinataria de ella, la acepta.
Esta fuerza obligatoria de la oferta puede tener limitaciones, las que hacen de los términos de la
oferta, de la naturaleza del negocio o de las circunstancias del caso.
El CCC distingue entre la oferta con y sin plazo de vigencia. Esta última se diferencia entre las
ofertas hechas a persona presente o formulada por un medio de comunicación instantáneo, y a
personas que no están presentes.
Si en la oferta se establece un plazo de vigencia, la oferta valdrá solo por ese plazo, el que
comenzara a correr desde la fecha de su recepción, excepto que contenga una previsión diferente.
Caducidad y retractación.
ARTICULO 976.- Muerte o incapacidad de las partes. La oferta caduca cuando el proponente o
el destinatario de ella fallecen o se incapacitan, antes de la recepción de su aceptación.
El que aceptó la oferta ignorando la muerte o incapacidad del oferente, y que a consecuencia de su
aceptación ha hecho gastos o sufrido pérdidas, tiene derecho a reclamar su reparación.
ARTÍCULO 975.- Retractación de la oferta. La oferta dirigida a una persona determinada puede
ser retractada si la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o al mismo
tiempo que la oferta.
La norma posibilita la retractación de la oferta dirigida a persona determinada y establece que ella
será eficaz si su emisor logra que sea recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que la
oferta que se intenta privar de efectos. Por medio de la retractación, el oferente interrumpe el
proceso de gestación del consentimiento al que dio inicio con la emisión de la oferta.
Para resultar jurídicamente eficaz, la retractación debe ser recibida por el destinatario en tiempo
anterior o contemporáneo a la recepción de la oferta, lo que es materialmente posible,
especialmente si se emplea para enviarla un medio de comunicación de mayor celeridad que el
empleado para comunicar la oferta.
La invitación a ofertar es una declaración unilateral de voluntad del agente, dirigido a un número
de personas o al público en general, invitando a los destinatarios a iniciar tratativas o a formular
una oferta de concreción de un contrato, dirigida al emisor. La norma regula el régimen de oferta a
persona indeterminada en el ámbito de los contratos paritarios, no de consumo, pues en el régimen
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de éstos la oferta a consumidores potenciales indeterminados obliga a quien la emite durante el
tiempo en que se realice.
Tratativas contractuales
Estas no se encontraban reguladas en el Código de Vélez. Era un periodo ausente, donde parecía
que el contrato comenzaba con la oferta, y lo cierto es que muchas veces hay toda una
negociación previa.
El CCC le da tratamiento, es decir que actualmente está regulado. Esto, actualmente, tiene dos
alcances:
Responsabilidad precontractual.
Es la responsabilidad que surge por los daños ocasionados en las tratativas precontractuales.
Estas no conducen necesariamente a la celebración del contrato, pero si se quiebran deben
concluir de buena fe. Si no sucede así. Debe resarcirse el costo de los gastos efectuados.
La etapa anterior a la celebración del contrato comienza en las conversaciones que van
preparando el terreno para hacer la propuesta, y se llama ―tratatives‖ o ―puor parles‖ ―tratativas
precontractuales‖. Durante esta etapa pueden darse conversaciones sobre los aspectos
circunstanciales o secundarios, sin que ellas, todavía tengan verdadera esencia contractual.
Obrar de buena fe
Mantener el secreto de todo lo que sea confidencial
Dar la información necesaria
Mantener y conservar los elementos materiales que resulten el subtrato del futuro acuerdo.
No pueden abandonar los tratos de manera abrupta y sin causa.
Este último de los aspectos es el más complejo. Por un lado, no es admisible con obrar contrario a
la buena fe, como lo sería la ruptura intempestiva de la negociación, pero, por otro lado, es preciso
resguardar la libertad de contratar, que permite, finalmente, contratar o no contratar. Si bien existe
cierto margen de discrecionalidad para abandonar las tratativas, no es admisible que se las
abandone de manera dolosa y culposa o de mala, como ocurriría si se alegasen circunstancias que
se reconocían al momento de iniciar la negociación.
Entonces hay una especie de continuo, ya que a medida que avanzan las tratativas, cuanto más
cerca del perfeccionamiento del contrato, con mayor prudencia deberá realizarse el eventual
apartamiento. Ahora ¿en qué momento un contratante puede encontrarse comprometido por
haberse apartado? La regla general es si lo hace de mala fe (por ejemplo, cuando inicia tratativas,
sabiendo que no va a contratar)
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Deber de guardar buena fe (art.991), de información, de colaboración, de custodia y de
confidencialidad (art.992 y art. 3° de la L. 24.766).
ARTICULO 991.- Deber de buena fe. Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya
formulado una oferta, las partes deben obrar de buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El
incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de resarcir el daño que sufra el afectado
por haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato.
Las partes se deben, recíprocamente, lealtad y corrección, pues ambas tienen razones para creer y
confiar en la otra, especialmente si las negociaciones se desenvuelven seriamente, con diligencia y
sin mala fe configurativa del dolo, positivo o negativo'''. Se halla aceptado que si una de las partes
actúa de modo tal que su acción o silencio implican hacer inducir en error a la otra, se justifica una
pretensión resarcitoria si la frustración culmina en daño.
ARTICULO 992.- Deber de confidencialidad. Si durante las negociaciones, una de las partes
facilita a la otra una información con carácter confidencial, el que la recibió tiene el deber de no
revelarla y de no usarla inapropiadamente en su propio interés. La parte que incumple este deber
queda obligada a reparar el daño sufrido por la otra y, si ha obtenido una ventaja indebida de la
información confidencial, queda obligada a indemnizar a la otra parte en la medida de su propio
enriquecimiento.
El deber de confidencialidad se presenta como una regla secundaria de conducta derivada del
principio de buena fe (art. 991). Y la referencia de la disposición se centra en el deber de
información. Y de él se destaca la información confidencial, la que ha sido facilitada en el marco de
las negociaciones, lo que presupone que, antes de ser suministrada, expresamente se debe
advertir sobre tal calificación o debe resultar de su naturaleza. Lo cierto es que no debe ser
revelada ni usada inapropiadamente por quien la recibió.
El principio general es el que sigue: la inobservancia del deber de confidencialidad debe ser
resarcida. Y a ello se añade que si quien la recibió ha obtenido "una ventaja indebida de la
información confidencial", queda obligado a reparar, hipótesis ésta en donde se establece la
medida.
ARTICULO 3°- Toda persona que con motivo de su trabajo, empleo, cargo, puesto, desempeño de
su profesión o relación de negocios, tenga acceso a una información que reúna las condiciones
enumeradas en el artículo 1° y sobre cuya confidencialidad se los haya prevenido, deberá
abstenerse de usarla y de revelarla sin causa justificada o sin consentimiento de la persona que
guarda dicha información o de su usuario autorizado.
Ihering: cuando una de las partes obrando con culpa en el periodo previo a la concreción
contractual causa daños a otra, no encajan dentro de la responsabilidad extracontractual.
Fagella: el fundamento de la responsabilidad está dada por la violación de un acuerdo que las
partes habían concebido para terminar en el contrato. Distingue dos momentos anteriores al
contrato: La primera etapa se integra con las tratativas hasta llegar a la emisión de la oferta. La
segunda se inicia con la oferta y concluye con la concreción del contrato o el cese de la relación
por desacuerdo.
Responsabilidad por ruptura inoportuna de las negociaciones. Esta ruptura debe ser
injustificada o arbitraria. No existe responsabilidad si la ruptura tiene una causa, esa causa
es justa, es comunicada a la otra parte.
Dolo. Una parte cambia la realidad, para evitar la celebración del contrato. Genera
responsabilidad cuando la otra parte conociendo la realidad hubiese celebrado el contrato.
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Esta conclusión permite seguir alguna inferencia interesante respecto a las teorías que intentan
explicar el fundamento de la responsabilidad precontractual, pues el factor de atribución objetivo es
frecuente en el ámbito extracontractual, pero sumamente difícil de hallar en el contractual.
Imagínese que un artista plástico —un pintor de murales— ofrece su trabajo, una obra específica, a
una empresa que decide aceptarlo y apenas pone la aceptación en el correo empieza a realizar
tareas de acondicionamiento de la pared, saca azulejos, pone yeso etc. y antes de recibir la
respuesta aceptando el artista fallece sin culpa alguna, por mero designio divino.
El art. 976, párr. 2o, del Código Civil y Comercial de la Nación, responsabiliza al artista, es decir a
sus herederos quienes deberán solventar los gastos de acondicionamiento del muro hechos por la
empresa. Es un sistema de solución pues el Código establece quien "pagará los platos rotos ".
ARTICULO 995.- Promesa de celebrar un contrato. Las partes pueden pactar la obligación de
celebrar un contrato futuro. El futuro contrato no puede ser de aquellos para los cuales se exige
una forma bajo sanción de nulidad. Es aplicable el régimen de las obligaciones de hacer.
La idea es que la promesa de celebrar un contrato importa un acuerdo definitivo sobre todos los
puntos del contrato que, empero, carece de uno de los requisitos básicos exigidos por la ley, y
siempre que su incumplimiento no provoque la nulidad del contrato.
Si la ley exige una forma determinada bajo pena de nulidad, la promesa de contrato carece de
valor.
Si no hay tal sanción por el incumplimiento de la forma, la promesa es válida, y genera en cabeza
de las partes una obligación de hacer. Es el caso del boleto de compraventa inmobiliaria, que no
debe instrumentarse por escritura pública aunque tenga como objeto la adquisición de derechos
reales sobre inmuebles. Es que la escrituración no es exigida bajo pena de nulidad. El
otorgamiento pendiente de la escritura constituye una obligación de hacerme que de ser incumplida
faculta a la otra parte a pedir al juez que le haga en su representación, en la medida de que las
contraprestaciones estén incumplidas o sea asegurado su cumplimiento.
Contrato preliminar
ARTICULO 994.- Disposiciones generales. Los contratos preliminares deben contener el acuerdo
sobre los elementos esenciales particulares que identifiquen el contrato futuro definitivo.
El plazo de vigencia de las promesas previstas en esta Sección es de un año, o el menor que
convengan las partes, quienes pueden renovarlo a su vencimiento.
Es el que contiene un acuerdo sobre los elementos esenciales particulares que identifiquen el
contrato futuro definitivo.
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Las partes han alcanzado un acuerdo sobre las bases esenciales de la negociación, pero falta
conformidad sobre la clausulas secundarias u ocurre que ellas necesitan un estudio más profundo
de todas las implicancias del contrato para dar el consentimiento definitivo.
Ahora bien, si las pastes han celebrado un contrato preliminar, es claro que ya han dejado atrás las
tratativas preliminares y han avanzado sobre la etapa contractual. Si hay un contrato preliminar,
desaparece tal derecho, porque se ha ingresado en el campo contractual.
Las consecuencias de su incumplimiento no serán iguales a las del contrato definitivo. Sin
embargo, aquel incumplimiento importa incumplir una obligación de hacer que, de generar un daño
a la otra parte, obliga a indemnizarlo.
Contrato de opción
ARTICULO 996.- Contrato de opción. El contrato que contiene una opción de concluir un contrato
definitivo, otorga al beneficiario el derecho irrevocable de aceptarlo. Puede ser gratuito u oneroso, y
debe observar la forma exigida para el contrato definitivo. No es transmisible a un tercero, excepto
que así se lo estipule.
Es un contrato que contiene una opción de concluir un contrato definitivo, otorga al beneficiario el
derecho irrevocable de aceptarlo.
Una persona ofrece a otra un contrato y se compromete a mantener latente el ofrecimiento durante
cierto tiempo; la otra parte acepta ese ofrecimiento como tal, sin pronunciarse todavía si acepta o
no la proposición de fondo. No es transmisible a terceros, salvo que así se lo estipule.
Pacto de preferencia
ARTICULO 997.- Pacto de preferencia. El pacto de preferencia genera una obligación de hacer a
cargo de una de las partes, quien si decide celebrar un futuro contrato, debe hacerlo con la otra o
las otras partes. Si se trata de participaciones sociales de cualquier naturaleza, de condominio, de
partes en contratos asociativos o similares, el pacto puede ser recíproco. Los derechos y
obligaciones derivados de este pacto son transmisibles a terceros con las modalidades que se
estipulen.
ARTICULO 998.- Efectos. El otorgante de la preferencia debe dirigir a su o sus beneficiarios una
declaración, con los requisitos de la oferta, comunicándole su decisión de celebrar el nuevo
contrato, en su caso de conformidad con las estipulaciones del pacto. El contrato queda concluido
con la aceptación del o de los beneficiarios.
Por lo demás, sin perjuicio de los términos de la norma, no existe, en verdad una obligación de
celebrar inexorablemente el contrato futuro con la otra parte. Solo en el caso de que decida
celebrar tal contrato, deberá dar la preferencia al beneficiario de ella estamos ante una promesa
hecha por el otorgante de la preferencia, sujeta a la condición suspensiva de que más tarde decida
celebrar el contrato. Existe un derecho a favor del beneficiario a celebrar el contrato, si el otorgante
de la preferencia decide contratar y siempre que acepte las condiciones que este último le ha
transmitido.
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Contrato sujeto a conformidad
Este tipo de contrato no constituye un contrato definitivo pues falta para su perfeccionamiento que
se obtenga la referida conformidad o autorización. Es el caso del contrato de alquiler de un
inmueble, en el que se quiere instalar determinado negocio que requiere de la autorización
administrativa correspondiente; o del contrato celebrado por un administrador de un edificio de
departamentos en los casos en que el reglamento de propiedad exija la conformidad del consejo de
administración.
La vida de estos contratos está sujeta a la condición suspensiva de que se obtenga tal autorización
o conformidad. Por ello, a estos contratos se les aplican justamente las reglas de tal condición. En
el caso de que las partes hubiesen dado cumplimiento total o parcialmente a las obligaciones
asumidas, y la condición no se cumpliese, están facultadas a exigir la restitución de lo dado, con
sus accesorios.
Lo primero que se necesita es la voluntad de las partes. Debe estar exteriorizada y no contener
ningún vicio. Por lo tanto, debe ser hecha con discernimiento (aptitud para juzgar nuestras
acciones), intención (querer del sujeto) y libertad (falta de presión externa).
Con respecto al lugar, es el lugar donde se realiza la oferta. (en caso de presente o
ausente)
Con respecto al momento, hay que diferenciar si las partes se encuentran presentes o
ausentes.
En la contratación entre presentes, como la respuesta debe ser inmediata, pues de lo contrario la
oferta pierde eficacia, conforme al art. 974 párr. 2o, la aceptación como declaración unilateral de
voluntad coincidirá temporalmente con el perfeccionamiento del contrato.
Ése es el alcance del art. 980 del Código Civil y Comercial de la Nación al disponer que "La
aceptación perfecciona el contrato... b) entre ausentes, si es recibida por el proponente durante el
plazo de vigencia de la oferta", lo que sin embargo propone la siguiente disyuntiva:
La aceptación en la contratación entre ausentes sólo puede tener la forma de la vía utilizada para
realizar la oferta, es decir, la carta, el correo electrónico, o cualquiera de las modalidades que no
permiten una respuesta inmediata para que el contrato se perfeccione.
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Diversos sistemas Criterio de la distinción en el Código Civil y Comercial. Solución legal y su
comparación con el Código Civil.
Según el artículo 1154 la aceptación hace perfecto el contrato solo desde que ella se hubiera
mandado al proponente; se establece el sistema de la expedición. El código anterior aceptaba el
caso de los ausentes, pero solo por intervención de un agente, fijándose la pauta de que la
vigencia de la oferta concluía si dicho agente no retornaba con una respuesta expresa de
aceptación
Predomina en la doctrina la opinión de que este artículo establece la regla general: el contrato debe
considerarse concluido con la remisión de la aceptación.
El código actual, elimina la casuística de casos, derivándose la verificación del caso al supuesto en
particular, y así se generaliza la solución para cualquier supuesto, fijándose como pauta de tiempo
la misma solución dada por la jurisprudencia y la doctrina ante el silencio del código civil; el tiempo
razonable de espera de acuerdo a la demora que los medios usuales para comunicarla pudieran
irrogar. Se incorpora como novedad la teoría de recepción.
La contratación por medios electrónicos puede concretarse de diversas maneras, pero nos interesa
puntualizar dos en particular:
En efecto, deben considerarse varias cuestiones para entender la responsabilidad que le cabe a
los prestadores de servicios de intermediación. Se observa que estamos frente a la existencia de
un solo contrato, que se celebra entre las partes; sino que existe un contrato primigenio que se
celebra entre el usuario de la plataforma y el prestador del servicio, por el cual el usuario acepta el
uso del mismo en los términos y condiciones que el prestador le impone. La existencia de una
relación contractual entre usuario y prestador obliga a este ultimo a cumplir con las obligaciones
impuestas a los proveedores.
Por otro lado, el intermediador se coloca en un lugar dentro de la cadena de comercialización, por
lo que es parte de los legitimados pasivos por los daños que sufra el consumidor por vicios o
riesgos del servicio.
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respuesta satisfactoria, entonces deja de emplearlo y el sistema cae en desuso; en consecuencia,
la protección del usuario es también beneficiosa para los operadores, en tano la tutela de la
confianza redundara un mayor volumen de operaciones
Vicios del consentimiento. Remisión a los principios de la parte general del derecho civil. Efectos
Más correcto que hablar de los vicios del consentimiento es aludir a los vicios de la voluntad
contractual, o sea la voluntad jurídica que concurre a la formación del contrato. Por su naturaleza
subjetiva, apunte Messineo, estos vicios no pueden actuar sino sobre voluntades singulares,
además, solo le está permitido defenderse contra ese vicio al contratante que lo ha sufrido y no a la
otra parte, lo que ratifica que no es el consentimiento sino una voluntad viciada.
Es aplicable a los contratos todo lo referente a los vicios del consentimiento de los actos jurídicos
en general. Corresponde, por tanto, remitirse a la Parte General para profundizar.
ARTICULO 265.- Error de hecho. El error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la
nulidad del acto. Si el acto es bilateral o unilateral recepticio, el error debe, además, ser
reconocible por el destinatario para causar la nulidad.
ARTICULO 268.- Error de cálculo. El error de cálculo no da lugar a la nulidad del acto,
sino solamente a su rectificación, excepto que sea determinante del consentimiento.
ARTICULO 269.- Subsistencia del acto. La parte que incurre en error no puede solicitar la
nulidad del acto, si la otra ofrece ejecutarlo con las modalidades y el contenido que aquélla
entendió celebrar.
El error jurídico comporta una falla de conocimiento, una discordancia entre un dato determinado
de la realidad y la representación mental de que ese dato tenía el sujeto al realizar un acto que el
Derecho Valora.
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El error esencial se refiere al elemento del contrato que se ha tenido especialmente en mira al
celebrarlo; solo el da lugar a la nulidad del acto. El CCC dispone en su artículo 267 cuando el error
es esencial.
El error que recae sobre circunstancias secundarias o accidentales no es suficiente para provocar
la ineficacia.
En el Código de Vélez se disponía que no todo error puede fundar un pedido de nulidad; para ello
era necesario que fuera excusable, es decir que hubiera habido razón para error; pero cuando la
ignorancia del verdadero estado de las cosas provenía de una negligencia culpable, el error era
inexcusable y quien ha incurrido en el no podía pretender la nulidad del acto.
ARTICULO 271.- Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o
disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la
celebración del acto. La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el
acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.
ARTICULO 272.- Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la nulidad del acto si es grave, es
determinante de la voluntad, causa un daño importante y no ha habido dolo por ambas partes.
ARTICULO 274.- Sujetos. El autor del dolo esencial y del dolo incidental puede ser una de las
partes del acto o un tercero.
ARTICULO 275.- Responsabilidad por los daños causados. El autor del dolo esencial o
incidental debe reparar el daño causado. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la
celebración del acto tuvo conocimiento del dolo del tercero.
El dolo supone siempre un engaño: es inducir deliberadamente en error a una persona con el
propósito de hacerla celebrar un acto jurídico.
Generalmente consiste en un acto positivo. Pero también se miente con el silencio. La omisión o
reticencia dolosa consiste en callar la verdad cuando se sabe que la otra parte está equivocada
respecto de un elemento esencial del contrato, que es determinante de su consentimiento. La
omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría
realizado si la reticencia u ocultación. Es la buena solución. En ese caso juega una cuestión de
moral: el engaño sea por acción u omisión, no puede tener el amparo del derecho.
El dolo vicia al contrato y quien lo ha sufrido tiene derecho a pedir su nulidad. La sanción de
nulidad no se funda en el error provocado en el otro contratante, sino en el hecho ilícito; el orden
jurídico no exige convalidar actos que han tenido su origen en la mala fe de uno de los
contratantes, pues ello seria estimular el delito y propiciar el engaño.
Solo el dolo esencial causa la nulidad del daño. Las condiciones que debe reunir son:
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Debe ocasionar un daño importante
Es necesario que el dolo no haya sido reciproco
Da derecho a la persona que lo ha sufrido a pedir la nulidad del contrato. Se trata de una
nulidad relativa, y por consiguiente, saneable.
Da derecho a la víctima a pedir la indemnización de los daños sufridos con motivo del
contrato que se anula
El dolo incidental es aquel que no fue determinante del consentimiento prestado por la víctima.
Este no afecta la validez del contrato; pero el que lo ha cometido debe indemnizar los daños
causados.
El dolo proveniente de un tercero da lugar a la nulidad del acto, lo mismo que si emana de las
partes. El tercero y una de las partes pueden ser los autores del dolo. Quien sea el autor debe
reparar el daño causado.
Si el dolo ha provenido de un tercero y la parte beneficiada ha tenido conocimiento del engaño que
la beneficia, ambos son solidariamente responsables por los daños causados; pero si la parte lo
ignora, solo el tercero responde por ellos.
ARTICULO 276.- Fuerza e intimidación. La fuerza irresistible y las amenazas que generan el
temor de sufrir un mal grave e inminente que no se puedan contrarrestar o evitar en la persona o
bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las amenazas debe
ser juzgada teniendo en cuenta la situación del amenazado y las demás circunstancias del caso.
ARTICULO 277.- Sujetos. El autor de la fuerza irresistible y de las amenazas puede ser una de las
partes del acto o un tercero.
ARTICULO 278.- Responsabilidad por los daños causados. El autor debe reparar los daños.
Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo conocimiento de la
fuerza irresistible o de las amenazas del tercero..
No toda fuerza o violencia o amenaza hecha por uno de los contratantes sobre el otro, autoría a
pedir la nulidad del contrato. Se exigen ciertos requisitos sin los cuales esta sanción no tiene lugar:
Es necesario, ante todo, que se trate de una injusta amenaza. La amenaza tiene que
aludir a un hecho ilícito. No siempre la amenaza de ejercer un derecho es lícita y justa,
debe tratarse de un ejercicio regular de él. Si esta tuviera un móvil antijurídico, si
aprovechando la fuera que confiere la ley se realiza un verdadero chantaje sobre la víctima,
entonces hay un abuso del derecho que autoriza a pedir la nulidad del acto.
Las amenazas deben ser suficientes para generar el temor a sufrir un mal inminente y
grave. Debe tratarse de una fuerza o amenaza que no pueda ser contrarrestada o evitada
por el afectado. En cuanto a la gravedad, la violencia no debe juzgarse en relación a un
hombre fuerte, sino teniendo en cuenta las condiciones personales de la víctima.
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Caso especial de la disminución de libertad en los contratos de consumo celebrados fuera de los
establecimientos comerciales o a distancia.
Lorenzetti señala que las prácticas comerciales son los procedimientos, mecanismos o técnicas
utilizados para fomentar, mantener o desenvolver o garantizar la producción de bienes y servicios.
En este sentido, Japaze enuncia estas técnicas en forma no taxativa refiriendo a:
1. La publicidad
2. La oferta combinada
3. La promoción de productor con sorteos y rifas
4. La venta a distancia
Todos estos elementos son parte de nuestra vida cotidiana y resultan esenciales para los
proveedores instalar sus productos y servicios en el mercado. Así, hay acuerdo en la doctrina en
sostener la licitud de estas prácticas como norma general; tornándose en ilicitudes cuando se
lesionen derechos o libertades del consumidor o se vulneren las buenas practicas mercantiles.
Estas situaciones de abusividad en el ejercicio de las prácticas comerciales denotan una alteración
de la libertad y dignidad del consumidor, en tanto o bien lo exponen a situaciones humillantes y
vejatorias; o bien lo incitan a la adquisición de bienes y servicios mediante el engaño o coacción.
Puede decirse, entonces, que la práctica comercial abusiva se puede dar tanto en el marco de un
contrato de consumo en curso, previamente a su concreción o posteriormente; estando en todos
tutelados por la ley.
Todas estas afirmaciones encuentran su sustento en la Directiva del Parlamento Europeo sobre las
prácticas comerciales desleales; norma que las clasifica en dos ramas:
Prácticas comerciales agresivas. Son las que vulneran la libertad de elección del
consumidor forzándolo a tomar decisiones bajo acoso, coacción o influencia indebida. Se
cataloga como agresiva a toda práctica comercial que de alguna forma incida sobre la
libertad de decisión del consumidor.
Serán indicios a considerar a la hora de valorar la agresividad de una práctica:
o La naturaleza
o El lugar y la duración de la práctica agresiva
o El posible empleo de un lenguaje o comportamiento amenazador o insultante
o La explotación por parte del comerciante de una circunstancia especifica que afecte
al consumidor para influir en su decisión
o Cualesquiera condiciones no contractuales desproporcionadas impuestas al
consumidor que quiere ejercitar sus derechos contractuales
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Se observa que es una cuestión de hecho, que debe ser ponderada por el Juez en cada caso en
particular, considerando la acción del proveedor respecto del consumidor.
Para que el consumidor preste un verdadero consentimiento, la ley le exige al proveedor que
cumpla con determinadas obligaciones, entre las que encontramos:
No es el consumidor quien concurre hacia el bien o servicio, sino a la inversa. Esta invasión al
consumidor ha llevado al legislador a concluir que violenta la libertad de elección del consumidor,
en tanto, no ha tenido este tiempo suficiente para reflexionar respecto de la conveniencia de la
contratación. Es por ello, que a los fines de contrarrestar los efectos de estas técnicas de
comercialización, se le ha concedido al consumidor el derecho a revocar el contrato.
Si la aceptación es posterior a la entrega del bien, el plazo debe comenzar a correr desde que esta
última se produce.
Si el plazo vence en día inhábil, se prorroga hasta el primer día hábil siguiente.
Las cláusulas, pactos o cualquier modalidad aceptada por el consumidor durante este período que
tengan por resultado la imposibilidad de ejercer el derecho de revocación se tienen por no escritos.
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instrumenta el contrato concluido, ubicada como disposición inmediatamente anterior a la firma del
consumidor o usuario. El derecho de revocación no se extingue si el consumidor no ha sido
informado debidamente sobre su derecho.
ARTICULO 1112.- Forma y plazo para notificar la revocación. La revocación debe ser notificada
al proveedor por escrito o medios electrónicos o similares, o mediante la devolución de la cosa
dentro del plazo de diez días computados conforme a lo previsto en el artículo 1110.
ARTICULO 1113.- Efectos del ejercicio del derecho de revocación. Si el derecho de revocar es
ejercido en tiempo y forma por el consumidor, las partes quedan liberadas de sus obligaciones
correspectivas y deben restituirse recíproca y simultáneamente las prestaciones que han cumplido.
ARTICULO 1115.- Gastos. El ejercicio del derecho de revocación no debe implicar gasto alguno
para el consumidor. En particular, el consumidor no tiene que reembolsar cantidad alguna por la
disminución del valor de la cosa que sea consecuencia de su uso conforme a lo pactado o a su
propia naturaleza, y tiene derecho al reembolso de los gastos necesarios y útiles que realizó en
ella.
Referencia a la expresión literal del art. 1110 del Código Civil y Comercial
Si la aceptación es posterior a la entrega del bien, el plazo debe comenzar a correr desde que esta
última se produce.
Si el plazo vence en día inhábil, se prorroga hasta el primer día hábil siguiente.
Las cláusulas, pactos o cualquier modalidad aceptada por el consumidor durante este período que
tengan por resultado la imposibilidad de ejercer el derecho de revocación se tienen por no escritos.
Establece el plazo de diez días corridos, el cual se computa o bien desde la celebración del
contrato, o bien desde la recepción del bien; lo que ocurra después. Este artículo clara que si el
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plazo concluye un día inhábil, se extiende al próximo día inhábil. Este plazo no puede ser
renunciado, ni reducido por las partes, en tano es de orden público.
La libertad de discutir los términos del contrato se disminuye en los contratos de adhesión. Por eso
surge la acción de la ley de defensa del consumidor, la cual regula esa limitación.
La ley anula las cláusulas que resultan abusivas e equivalentes, ya que la parte más fuerte siempre
tiende a imponerse frente a la más débil.
ARTICULO 900.- Imputación por el deudor. Si las obligaciones para con un solo acreedor tienen
por objeto prestaciones de la misma naturaleza, el deudor tiene la facultad de declarar, al tiempo
de hacer el pago, por cuál de ellas debe entenderse que lo hace. La elección debe recaer sobre
deuda líquida y de plazo vencido. Si adeuda capital e intereses, el pago no puede imputarse a la
deuda principal sin consentimiento del acreedor.
Código de Vélez
ARTICULO 775.- Cuando el deudor no ha escogido una de las deudas líquidas y vencidas para la
imputación del pago, y hubiese aceptado recibo del acreedor, imputando el pago a alguna de ellas
especialmente, no puede pedir se impute en cuenta de otra, a menos que haya mediado dolo,
violencia o sorpresa por parte del acreedor.
Establece el CCC que toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de la aptitud para
ser titular de derechos y deberes jurídicos. Es lo que se denomina capacidad de derecho.
A la par, el mismo código dispone que toda persona humana puede ejercer por si misma sus
derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en dicho cuerpo legal y en una
sentencia. Es lo que se denomina capacidad de ejercicio.
De derecho
ARTICULO 22.- Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular
de derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos,
simples actos, o actos jurídicos determinados.
De ejercicio o de hecho
ARTICULO 23.- Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus
derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia
judicial.
Estos rigen para todos los actos jurídicos, incluidos los contratos.
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Pero la capacidad no es un elemento del contrato, sino un presupuesto de la validez del
consentimiento.
Para formar el consentimiento no es suficiente que las voluntades hayan cumplido con el proceso
interno, caracterizado por el discernimiento, la intención y la libertad, y la posterior exteriorización:
es preciso, además que estos tengan capacidad.
La ley considera persona humana a quien ha sido concebido sin importar si tal concepción se ha
dado dentro o fuera del seno materno.
Las personas por nacer carecen de aptitud para expresar por si su voluntad. Es por ello que son
incapaces de ejercicio, debiendo ser representado en los actos jurídicos por sus padres, o ante la
incapacidad de estos, por el curador que se les designe.
Que la ley reconozca a los representantes legales la facultad de adquirir derechos para las
personas por nacer, esta plenamente justificado. En cambio, alguna duda podría plantearse si lo
que hace el representante es contraer una obligación por ella. En este caso, deberán evaluarse los
beneficios que tal obligación acarrea.
Debe tenerse presente que los derechos adquiridos por la persona por nacer solo quedan
consolidados si nace con vida, aunque sea un instante. Si nace muerta, se considera que la
persona nunca existió. Cabe aclarar, que lo que se pierde son los derechos que se habían
adquirido o las obligaciones contraídas, pero no su calidad de persona.
Menor de edad es la persona que no ha cumplido dieciocho años. Dentro de las personas menores
de edad, llama adolescente a quien ha cumplido trece años.
La regla general es que la persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus
representantes legales, es decir, sus padres o tutores, todo lo cual importa presumir su incapacidad
de hecho o ejercicio. Sin embargo, el propio Código establece que si cuenta con edad y grado de
madurez suficiente, puede ejercer por sí los actos que le son permitidos por el ordenamiento
jurídico. Ya no dependerá tanto de la edad que tenga, sino, y sin perder de vista esa edad, el grado
de madurez que tenga para ejecutar un acto determinado.
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La persona menor de edad, aunque tenga menos de trece años, pueden celebrar
contratos de menguado valor o escasa cuantía. Se presume que estos contratos han
sido realizados con la conformidad de los padres.
A partir de que se es adolescente, a los trece años, se presume que tiene aptitud para
decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resulten invasivos, ni
comprometan su estado de salud o provoquen un riesgo grave en su vida o integridad
física.
Antes de cumplir dieciséis años, la persona no puede ejercer oficio, profesión o industria,
ni obligarse de otra manera, sin autorización de sus padres. En cambio, a partir de los
dieciséis años, se presume que, si ejerce algún empleo, profesión o industria, está
autorizado por sus padres para todos los actos concernientes al empleo, profesión o
industria, y siempre que se cumpla con la normativa referida al trabajo infantil
Todo menor de edad puede ejercer libremente la profesión si hubiera obtenido el título
habilitante para ejercerla, sin necesidad de tener la autorización de sus padres.
La propia norma añade que puede administrar y disponer libremente de los bienes adquiridos con
el producto de su ejercicio profesional y estar en un juicio civil o penal por acciones vinculadas a
ello. Los bienes adquiridos con el producto de su ejercicio profesional, constituyen un patrimonio
especial diferenciado de los restantes bienes que el menor haya adquirido por otros títulos. Estos
continúan bajo la administración de su representante legal.
El Código Civil y Comercial dispone que el juez puede restringir la capacidad para determinados
actos de una persona mayor de trece años que padezca una adicción o una alteración mental
permanente o prolongada, de suficiente gravedad, siempre que estime que del ejercicio de su
plena capacidad pueda resultar un daño a su persona o a sus bienes. Junto con la restricción
decretada, debe designar una o más personas de apoyo, y señalar la modalidad de su actuación y
las condiciones de validez de los actos específicos sujetos a la restricción.
La persona con capacidad restringida es capaz de hecho, pues puede ejercer por sí misma sus
derechos, con las limitaciones que la sentencia judicial le impone.
La persona declarada incapaz por sentencia judicial, es una incapaz de hecho, pero siempre en la
extensión dispuesta en esa decisión judicial.
Si el incapaz celebrara el acto jurídico que le está prohibido, o la persona con capacidad restringida
actuara sin contar con el apoyo, el acto será nulo pues el vicio es manifiesto y de nulidad relativa,
toda vez que su sanción es en exclusivo interés de la parte protegida, y es saneable.
Los inhabilitados
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Pueden ser inhabilitados quienes, por la prodigalidad en la gestión de sus bienes, expongan a su
cónyuge, conviviente, o a sus hijos menores de edad o con discapacidad a la pérdida del
patrimonio. La prodigalidad importa la realización de gastos inútiles, sin sentido, fuera de toda
proporción con las necesidades de la persona y la magnitud de su fortuna. El inhabilitado puede
administrar libremente sus bienes (salvo que la sentencia de inhabilitación limite determinados
actos teniendo en cuenta las circunstancias del caso) y disponer por sí de ellos, pero en este último
caso necesita la conformidad del apoyo.
El Código Penal dispone que la pena de prisión o reclusión por más de tres años llevan como
inherente la inhabilitación absoluta e importa, entre otras cosas, la privación de la administración de
sus bienes y la disposición de ellos por actos entre vivos, mientras dure la pena. El penado
quedará sujeto a la curatela establecida por el Código Civil para los incapaces.
El artículo 390 del Código establece que la nulidad de un acto jurídico vuelve las cosas al mismo
estado en que se hallaban antes del acto.
Declarada la nulidad del contrato celebrado por la persona incapaz o con capacidad restringida, la
parte capaz no tiene derecho para exigir la restitución o el reembolso de lo que ha pagado o
gastado, excepto si el contrato enriqueció a la parte incapaz o con capacidad restringida y en
cuanto se haya enriquecido.
El privilegio reconocido a las personas con incapacidad o capacidad restringida no funciona cuando
el acto se ha originado en dolo o violencia ejercida por ella sobre la otra parte.
Las personas menores, que son aquellas que no han cumplido dieciocho años, pudiendo
tratarse de menores o adolescentes
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Las personas con capacidad restringida por razón de padecer alguna adicción o por
alteración mental permanente o prolongada
Las personas inhabilitadas por prodigalidad
En caso de que el acto realizado por la persona incapaz de ejercicio o con capacidad restringida no
esté dentro de aquellos, el contrato será nulo de nulidad relativa y su declaración tiene por efecto
que deba devolverse al incapaz aquellos bienes que entregó en razón del contrato o las sumas que
pagó. En cambio, la parte capaz no tendrá derecho a exigir la devolución de aquellos bienes que
entregó al incapaz o de las sumas que pagó, salvo el supuesto de que el contrato haya enriquecido
al incapaz.
“La posición en que una persona se halla con respecto a un patrimonio ajeno, en cuya virtud la
declaración de voluntad de aquel sujeto tiene consecuencias jurídicas respecto al titular de dicho
patrimonio.”
El artículo 338 establece que están legitimados para pedir la nulidad de los contratos que adolecen
de nulidad relativa, la persona en cuyo beneficio se establece. Está claro que si se trata de un
contrato celebrado por un incapaz o por una persona que tiene su capacidad restringida, la
legitimación la tiene la persona protegida y sus representantes legales y apoyos. La parte que tenía
capacidad para contratar no puede como regla reclamar la nulidad, a menos que sea de buena fe y
haya sufrido un perjuicio importante.
Pero si el contrato adoleciese de nulidad absoluta, la puede alegar, además de los mencionados
precedentemente, el Ministerio Publico y cualquier interesado, siempre y cuando no invoque la
propia torpeza para obtener un provecho. Incluso el juez debe decretarlas de oficio, si la nulidad es
manifiesta.
ARTICULO 1001.- Inhabilidades para contratar. No pueden contratar, en interés propio o ajeno,
según sea el caso, los que están impedidos para hacerlo conforme a disposiciones especiales. Los
contratos cuya celebración está prohibida a determinados sujetos tampoco pueden ser otorgados
por interpósita persona.
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3. Los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos en los que
intervienen o han intervenido;
4. Los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí.
Los albaceas que no son herederos no pueden celebrar contrato de compraventa sobre los bienes
de las testamentarias que estén a su cargo
Los cónyuges que estén bajo el régimen de comunidad no pueden contratar en interés propio,
entre sí. La prohibición legal alcanza a los contratos de compraventa, cesión de derechos, permuta,
o donación. Pero, no se ven obstáculos en que puedan celebrar, por ejemplo, contratos de
mandato o depósito. Incluso, de manera expresa, se prevé que pueden integrar entre sí
sociedades de cualquier tipo, con limitación o no de responsabilidad.
También pueden darse recíprocamente los denominados ―presentes de uso‖ y celebrar contrato de
seguro de vida en el que el beneficiario sea el cónyuge. Puede advertirse que los contratos
prohibidos son aquellos que traen aparejado un cambio de la titularidad de dominio; y esto es
particularmente riesgoso para los terceros que podrían ver desaparecer con suma facilidad,
mediante actos simulatorios o fraudulentos, los bienes que garanticen su crédito.
Los padres no pueden contratar con sus hijos menores, a menos que se trate de una donación
pura y simple hecha por el padre a favor del hijo menor.
No pueden celebrar con ellos, ni con autorización judicial, los actos prohibidos a los padres
respecto de sus hijos menores de edad.
Respecto de bienes relacionados con procesos en los que intervienen o han intervenido. Quedan
incluidos en la prohibición, los fiscales, defensores de menores y peritos. La prohibición abarca la
imposibilidad de ser cesionarios de acciones judiciales que fuesen de la competencia del tribunal
que integre. La prohibición obliga a declarar la nulidad del acto celebrado violando la norma, y esa
nulidad es absoluta, imposible de sanearse, pues existe un evidente fundamento de orden público
El objeto de los contratos es la prestación prometida por las partes, el bien o el hecho sobre los
que recae la obligación contraída.
ARTICULO 1003.- Disposiciones generales. Se aplican al objeto del contrato las disposiciones
de la Sección 1a, Capítulo 5, Título IV del Libro Primero de este Código. Debe ser lícito, posible,
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determinado o determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de
las partes, aun cuando éste no sea patrimonial.
Si el contrato tiene por objeto derechos sobre el cuerpo humano, deben aplicar los artículos 17 y
56.
Entonces, toda prestación puede ser objeto de contrato, a menos que se encuentre en alguna de
las prohibiciones expuestas precedentemente.
Durante un largo tiempo se discutió doctrinalmente, si las energías eran o no cosas. Esta discusión
quedo terminada cuando la ley 17.711 agrego al artículo 2311 del código de Velez:
Tales energías pueden ser objeto de los contratos, lo que es natural, porque ellas tienen un
contenido económico que las asimila a las cosas.
El objeto debe ser posible, nadie puede ser obligado a pagar o hacer algo imposible. La
imposibilidad que anula el contrato debe ser absoluta. No basta que lo sea sólo para un deudor
determinado, por falta de aptitudes o capacidad personales o por otras razones circunstanciales.
Es necesaria una total imposibilidad, física (por ej., tocar el cielo con la mano) o jurídica (por ej.,
prendar una cosa inmueble).
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ARTICULO 280.- Convalidación. El acto jurídico sujeto a plazo o condición suspensiva es válido,
aunque el objeto haya sido inicialmente imposible, si deviene posible antes del vencimiento del
plazo o del cumplimiento de la condición.
Licitud
ARTICULO 1004.- Objetos prohibidos. No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son
imposibles o están prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la
dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo
especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto derechos sobre el cuerpo humano se
aplican los artículos 17 y 56.
El objeto debe ser lícito y conforme al orden público. Todo objeto contrario a la ley anula la
obligación. La ilicitud puede nacer de que el hecho previsto esté prohibido o que se trate de un bien
que, por un motivo especial, la ley también lo prohíbe. Ejemplos de ellos son, respectivamente, el
contrato celebrado entre padres e hijo menor de edad, y la constitución de una hipoteca sobre una
cosa mueble.
ARTICULO 1005.- Determinación. Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos deben estar
determinados en su especie o género según sea el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si
ésta puede ser determinada. Es determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su
individualización.
ARTICULO 1006.- Determinación por un tercero. Las partes pueden pactar que la determinación
del objeto sea efectuada por un tercero. En caso de que el tercero no realice la elección, sea
imposible o no haya observado los criterios expresamente establecidos por las partes o por los
usos y costumbres, puede recurrirse a la determinación judicial, petición que debe tramitar por el
procedimiento más breve que prevea la legislación procesal.
En materia de bienes el objeto puede estar determinado o ser determinable y que en materia de
obligaciones aludimos a las clasificaciones de dar, que podían ser cosas ciertas, fungibles, no
fungibles u obligaciones de género, pudiendo ser estas de genero limitado.
El CCC trae precisas reglas para la elección. El articulo 1005 da la pauta general diciendo que el
objeto del contrato debe ser determinado en cuando a su especie, aunque no lo sea en su
cantidad, con tal que esta sea determinable.
El objeto del contrato puede ser determinado en forma exacta, con su individualización, o bien
proporcionando los datos o elementos necesarios para que aquella sea posible. La cantidad es
determinable cuando existen bases suficientes para su determinación.
El articulo 1006 viene a solucionar el supuesto de determinación por un tercero, estableciendo que
las partes pueden pactar que la determinación del objeto sea efectuada por un tercero en caso de
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que el tercero no realice la elección, sea imposible o no haya observado los criterios expresamente
establecidos o por los usos y costumbres; pueden recurrirse a la determinación inicial.
Se infiere que las partes del contrato han establecido una cláusula de designación de un tercero a
quien se atribuye a la facultad de determinación de todo o una parte, de objeto del contrato.
La norma recoge la idea del artículo 1169 del código derogado, que establecía que la prestación,
objeto de un contrato, puede consistir en la entrega de una cosa, o en el cumplimiento de un hecho
positivo o negativo susceptible de apreciación pecuniaria.
Sin embargo, existía una controversia, a raíz de una nota de Vélez. Sostenía que si la prestación
objeto del contrato, aunque susceptible en sí de apreciación pecuniaria, no presentara para el
acreedor ninguna ventaja apreciable en dinero, no estaría este autorizado a pedir la ejecución de la
promesa hecha. Un simple interés de afección no sería suficiente para darle una acción, a menos
que la estipulación determinada por tal móvil no hubiese tenido al mismo tiempo por el fin el
cumplimiento de un deber moral. Exigía no solo que el objeto tuviera contenido patrimonial;
también debía tenerlo el interés perseguido por el acreedor.
Hoy es una tesis inadmisible. La doctrina se ha inclinado en el sentido de que todo interés es digno
de protección jurídica, sin importar que tenga o no contenido patrimonial. Una solución distinta
carece de sentido, puesto que el principio que domina los contratos es la libertad de las
convenciones.
La educación de los hijos, por ejemplo, constituye el fundamento de los contratos frecuentísimos.
No se exige que el acreedor tenga un interés pecuniario. Por ello no quiere decir que las
obligaciones puedan ser ajenas al patrimonio. La cuestión se aclara distinguiendo entre la
prestación u objeto de la obligación, que siempre debe tener contenido patrimonial, y el interés
protegido, que puede ser humano, científico, moral, basta que sea digno de tutela.
Esta idea ha sido expresada con claridad en el CCC cuando expresa que el objeto debe ser
susceptible de valoración económica y responder a un interés de las partes, aun cuando este no
sea patrimonial.
Supuestos particulares: bienes futuros, ajenos, litigiosos, gravados y sujetos a medida cautelar.
Herencias futuras.
Bienes futuros
ARTICULO 1007.- Bienes existentes y futuros. Los bienes futuros pueden ser objeto de los
contratos. La promesa de transmitirlos está subordinada a la condición de que lleguen a existir,
excepto que se trate de contratos aleatorios.
ARTICULO 1009.- Bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares. Los bienes
litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto de los contratos, sin
perjuicio de los derechos de terceros.
Quien de mala fe contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe reparar los daños
causados a la otra parte si ésta ha obrado de buena fe.
Establece que pueden ser objeto de los contratos los bienes que no sean discutidos en un litigio o
juicio. También puede serlo los bienes sujetos a un gravamen, como sucede con la cosa que ha
sido dada en prenda, anticresis o hipotecada. Incluso, pueden ser objetos las cosas que están
afectadas por un medida cautelar, como cuando han sido embargadas.
Esta posibilidad de que sean objeto de un contrato no implica desconocer los derechos del tercero
que puede quedar afectado por tal contrato; por el contrario, la norma citada prevé el resguardo de
sus derechos, lo que implica que debe ser satisfecho por los contratantes el perjuicio que le pueda
resultar.
Si el contrato se realiza con ocultación de la medida cautelar o gravamen, la parte que prometió su
entrega, debe reparar los daños causados si la otra actuó de buena fe.
Bienes ajenos
Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos no ha
garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que la
prestación se realice y, si por su culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados.
Debe también indemnizarlos cuando ha garantizado la promesa y ésta no se cumple.
El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si no hace
entrega de ellos.
Cuando el contrato sobre bien ajeno envuelve una promesa de entregarlo, incluso transmitiendo la
propiedad, hay que distinguir varios supuestos:
El que ha prometido la entrega del bien no ha garantizado el éxito de su promesa: sólo está
obligado a emplear los medios necesarios para que la prestación se realice; y deberá
satisfacer todos los daños que cause, si el bien no se entrega por su culpa. Se trata de una
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obligación de medios: el contratante debe poner su mayor esfuerzo en lograr el éxito, pero
no lo ha garantizado.
El que ha prometido la entrega del bien ajeno, ha garantizado también su entrega efectiva;
en tal caso, debe reparar los daños causados si la cosa no se entrega, aunque no mediara
culpa de su parte. Ésta es una obligación de resultado: basta no alcanzarlo para que deba
responder.
La norma ha omitido una tercera hipótesis: que se haya prometido que el dueño del bien
acepte entregarlo. No se ha garantizado la efectiva entrega del bien, sino que el dueño
asumiría el compromiso de entregarlo. Hay una obligación de resultado, que consiste en
que se obtendría la aceptación del dueño de hacer efectiva si entrega
Puede ocurrir que el que prometió la entrega hubiera ocultado que el bien no le pertenecía.
Si no se logra hacerse de el ilícitamente para poder entregarlo, es responsable de todos los
daños causados.
ARTICULO 1010.- Herencia futura. La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni
tampoco pueden serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo
dispuesto en el párrafo siguiente u otra disposición legal expresa.
Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo,
con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de
conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y establecer
compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro
causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los
derechos de terceros.
La regla general es que la herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden
serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares.
Cuando versa sobre bienes presentes y sobre bienes que dependen de una sucesión, aun no
diferida, son nulos en el todo cuando se han concluido por un solo y mismo precio, y sus
disposiciones no pueden ser separadas. Si se ha pactado un precio por los bienes presentes y otro
por los bienes que dependen de una sucesión no diferida, en realidad se trata de dos contratos
distintos unidos solo por el instrumento en que se celebró el acto; en este caso será válido el
contrato relativo a los bienes presentes y el nulo el que se refieren a la herencia futura.
La prohibición de realizar contratos que tengan en mira una herencia futura, sin embargo, no es
absoluta; el Código admite algunas excepciones:
1. Son válidas las donaciones hechas con la condición de que las cosas donadas se
restituyan al donante si éste sobrevive al donatario o al donatario, su cónyuge y sus
descendientes.
2. Es legítima la partición hecha en vida por los ascendientes.
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En el derecho moderno se nota una tendencia a suavizar el rigor de esta regla que prohíbe los
pactos sobre herencia futura, no todo pato que tiene en mira bienes que se han de recibir por la
muerte de una persona es inmoral. Muchas veces los hacen razonables y prudentes.
Son válidos los contratos de seguro con cláusula de que a la muerte del asegurado se pagará la
indemnización a la persona designada en el contrato.
Es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad
Es sobre este último que se ha trabado un debate doctrinario. Se ha discutido si la causa debe o no
ser considerada como elemento esencial dl acto jurídico; incluso se ha discutido la propiedad de la
palabra causa. Y lo más grave, es que existen divergencias respecto del significado cabal de esta
institución.
Tesis anticausalista. Planiol la impugno por falsa e inútil. Falsa porque existe una
imposibilidad lógica de que en un contrato sinalagmático, una obligación sea la causa de la
obligación de la contraparte. Las dos nacen al mismo tiempo. No es posible que un efecto y
su causa sean contemporáneos; el fenómeno de la causa mutua es incomprensible.
Es inútil porque esta noción se confunde con la de objeto. en los contratos reales se juzga
que la noción de causa es falsa, pues la entrega de la cosa no es la causa de la obligación
de restituir sino su fuente, en tanto que resulta inútil en razón de que la entrega de la cosa
es un requisito de la formación del contrato, y por lo tanto, de nada sirve afirmar que el
contrato carece de causa si la cosa no se entrega.
En materia de actos gratuitos, se rechaza la noción de causa falta, pues confunde causa
con motivo; y por inútil, porque la falta de intención se mezcla con la falta de consentimiento
y no existiendo consentimiento no puede perfeccionarse el contrato.
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suficiente. La idea de justicia toma así el lugar que le corresponde en las relaciones
contractuales.
Por otra parte, tampoco puede confundirse la causa con el objeto. El objeto designa la
materia de la obligación, que es algo exterior a la personalidad de las partes; la causa forma
parte del fenómeno de volición.
En síntesis, puede afirmarse que causa es el fin inmediato y determinante que han tenido
en mira las partes al contratar, es la razón directa y concreta de la celebración del acto y
por ello se destaca para la contraparte, quien no puede ignorarla.
El art. 500 del Código Civil de Vélez Sarsfield establecía: "Aunque la causa no esté expresada en
la obligación, se presume que existe, mientras el deudor no pruebe lo contrario".
Como se advierte, no resultaba claro a qué causa se refería, si a la causa fuente o a la causa fin. Y
esa incógnita no se despejaba recurriendo a las fuentes que citaba en su nota (Cód. francés, art.
1132; sardo, art.1223; de Nápoles, art.1086; holandés, art.1372).
Por eso la doctrina nacional se dividió. Consideraban que la norma se refería a la causa fuente,
bien entendido que esa conclusión no necesariamente coincidía con sostener la postura
anticausalista, pues el debate se circunscribía al alcance de la norma del art. 500 del Código Civil
luego derogado.
Mientras que entendían que el art. 500 estaba referido a la causa fin.
Puede afirmarse que el objeto consiste en la materia sobre la que versa el acto, vale decir el
aspecto objetivo del contrato se relaciona con los bienes o los hechos sobre los cuales versa, en
cambio, la causa es la finalidad ñuscada por las partes, o sea, la razón de ser del acto.
Siempre, por lo tanto, debe existir una causa final como elemento de todo contrato; por ello, para el
CCC son elementos esenciales del contrato
El consentimiento
El objeto
La finalidad o causa
Mosset Iturraspe sostiene que existe una diferencia entre la causa y el objeto, entendiendo que el
objeto es la operación jurídica considerada, con su finalidad económica y jurídica, mientras que la
causa fin es la razón subjetiva por la cual se la ha querido. Concluye además, que tanto la causa
como el motivo no se confunden, ya que la primera es el motivo determinante o decisivo que se
exterioriza, en cambio, el motivo será irrelevante mientas que la causa es trascendente.
ARTICULO 281.- Causa. La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que
ha sido determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos exteriorizados cuando
sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales
para ambas partes.
"Fin del contrato" o "causa fin" en opinión de Díez Picazo, es el "propósito a que el contrato sirve
dentro de la vida real, vale decir, el resultado empírico o práctico que en orden a los propios y
peculiares intereses se pretende alcanzar",
Para Leiva Fernández, una manera eficaz de soslayar la dificultad consiste en distinguir entre
Causa fin inmediata y objetiva. Común a toda una misma categoría de contratos.
Causa fin mediata y subjetiva. Formada primero por los "motivos" (que se refieren al
pasado y explican por qué se decide contratar y con qué alcance) y en segundo término por
los "móviles" que se refieren al futuro en el deseo del contratante, y que responde para qué
contrata.
En ciertos casos, por razones de seguridad jurídica, las partes tienen interés en que una
declaración de voluntad tenga calidez por si, con independencia de la existencia de la causa. Tal
es el caso de los títulos al portador. Para que estos puedan desempeñar eficazmente su función
económica, es necesaria reconocerles validez por si mismos; de ahí que el firmante de un cheque
o un pagare no pueda oponer a ls terceros que han venido a entrar en posesión del documento una
excepción fundada en la falta de causa. Por voluntad de los otorgantes, esas obligaciones quedan
desvinculadas de su causa; solo así pueden servir como medio de pago, en cierta manera
asimilable al dinero, que tienen en la práctica de los negocios.
Estos actos se llaman abstractos, desde que tienen un valor por sí mismos y con independencia de
su causa; se lo opone a los causados o causales que constituyen el supuesto normal de actos
dependientes de su causa.
Pero no ha de creerse que esos actos abstractos carezcan de causa, por el contrario, la tienen,
como debe tenerla necesariamente todo acto jurídico, solo que la excepción de falta de causa no
puede ser opuesta a terceros, aunque si puede serlo entre los otorgantes originales.
Presunción de causa
La remisión establecida en el art. 1012 conduce al art. 282 del Código Civil y Comercial de la
Nación, referido a la presunción de causa, ya que sanciona todo acuerdo que carezca de este
elemento esencial.
Tal presunción debe ser interpretada en el sentido de que los contratantes, normalmente se obligan
de forma razonable y no es habitual que alguien se obligue sin algún motivo. Probada la existencia
de una obligación, ya sea por documento o en juicio, se presume que hubo razón para obligarse.
La utilidad consiste en otorgar validez a las declaraciones, salvo prueba en contrario, lo cual se
basa en la necesidad dar seguridad jurídica.
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A través de la presunción de causa se soluciona el conflicto resultante de la necesidad de
satisfacer la carga de la prueba de la causa.
Importando la causa un requisito esencial de los actos jurídicos, la falta implica la nulidad del acto.
Nuestro CCC prevé dos opciones más que pueden darse:
Adecuación del contrato. En la medida en que se pueda salvar el contrato, habrá que
procurar conservarlo. Así ocurriría ante una modificación de las condiciones previstas al
momento de contratar que frustren parcialmente la finalidad perseguida por los
contratantes.
Extinción del contrato. Apunta a la causa que desaparece durante la vida del contrato. No
podrá hablarse de nulidad, toda vez que el vicio no afecta el momento inicial de la
celebración del contrato, sino que él se da en el transcurso contractual y en este supuesto
la falta de causa acarreara la extinción del contrato.
Cuando una persona contrae una obligación en virtud de una determinada causa, y luego resulta
que esta no existe, falta la causa. No se puede concebir que falta la causa, sin vincular ese hecho
con un error que hizo creer en la existencia de algo que en verdad no existía.
Puede ocurrir que la causa expresada en el acto jurídico sea falso; ello no obsta a que el acto sea
válido si se funda en otra causa verdadera. Lo que interesa es la causa real, no la aparente.
b) ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o inmoral común. Si sólo una de ellas ha
obrado por un motivo ilícito o inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la otra, pero
ésta puede reclamar lo que ha dado, sin obligación de cumplir lo que ha ofrecido.
En cuanto a la causa licita, el artículo 502 del C de Vélez establecía que la causa era ilícita cuando
fuera contraria a las leyes o al orden público.
El articulo 1014 inc a) ha recogido esa corriente doctrinaria y ha consagrado la nulidad del
contrato. La causa, en este caso, debe ser entendida como fin inmediato y determinante que han
tenido en mira las partes al contratar, la razón directa y concreta e la celebración del acto.
Si una de las partes ha obrado por un motivo ilícito o inmoral, ella no tendrá derecho a invocar el
contrato frente a la otra, pero esta podrá reclamar lo que ha dado, sin obligación de cumplir lo que
ha ofrecido.
La forma de los actos jurídicos estaba definida en Vélez en el artículo 973, como el conjunto de
prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la
formación del acto jurídico.
La forma del negocio es el medio, o el modo, con el que se muestra la declaración de voluntad, es
decir, es el aspecto exterior que asume la voluntad. La forma es el molde que contiene a la
voluntad de las partes y se exterioriza, adquiriendo un significado, a través del que los terceros
pueden reconocerla.
Sin la forma, la voluntad no ingresa al campo del contrato que se rige por la voluntad declarada. De
nada sirve que el sujeto desee realizar determinado acto jurídico si no expresa su voluntad en
forma que todos puedan conocerla.
Forma y contenido son conceptos inseparables, porque lo que se expresa de alguna manera se
manifiesta. Forma es tanto la palabra hablada como la mímica, y el silencio mismo. Cualquier
manera de expresar es una forma.
Expresa la voluntad
Legitima la existencia del acto (cuando la forma es esencial)
Facilita su prueba
Protege a terceros
Cumple la misión de informar.
ARTICULO 262.- Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por
escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material.
Cuando existe discordancia entre la voluntad declarada y la real o interna, en principio, el sistema
argentino se inclina por la segunda, excepto que el emisor hubiere incurrido en culpa generando —
así— confianza en la otra parte, o bien que incurra en alguna distorsión deliberada destinada a
engañar a terceros.
La voluntad puede exteriorizarse de distintas formas: en forma expresa o tácita o por signos
inequívocos o por la ejecución material.
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Oral o verbal: Es la manera más precisa de dar a conocer el pensamiento y, por ende, la
voluntad. Tiene la desventaja de que la prueba de su existencia es muy frágil y poco
confiable porque el emisor puede negar lo que dijo o bien aquello a lo que se comprometió
y la prueba para acreditarlo puede resultar dificultosa. En cambio, si el autor la reconoce, es
plenamente eficaz.
Escrita o instrumental: La voluntad se manifiesta en un instrumento público o privado. Si
se estampa la firma, la prueba es más eficaz, porque infunde al instrumento otra categoría,
conforme se analizará en los comentarios pertinentes.
Signos inequívocos o hechos materiales: Consiste en realizar gestos que tienen
significados muy precisos e inconfundibles.
Ejecución de un hecho material: La conducta Posterior de las partes constituye una
valiosa interpretación de la voluntad, que sirve para explicar el acto y sus alcances.
Tácita: Tiene por finalidad proporcionar elementos para interpretar de qué forma se
entiende la voluntad del emisor, aun cuando el sujeto no haya actuado con el propósito de
manifestarla. Así ocurre si el mandatario ejecuta la encomienda en silencio es porque
aceptó el mandato
Presumida por la ley: La manifestación de la voluntad en este caso es ficticia porque la ley
extrae una consecuencia de determinados presupuestos de hecho, aun cuando no existan
elementos para reconstruir que ésa fue efectivamente la voluntad de la persona a quien se
atribuye esa declaración. Así sucede cuando se recibe el capital sin hacer reserva de los
intereses porque en tal caso se presume el pago total de la deuda.
Principio de libertad de formas: la forma como solemnidad, como prueba y como publicidad.
ARTICULO 1015.- Libertad de formas. Sólo son formales los contratos a los cuales la ley les
impone una forma determinada.
ARTICULO 284.- Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada para la
exteriorización de la voluntad, las partes pueden utilizar la que estimen conveniente. Las partes
pueden convenir una forma más exigente que la impuesta por la ley.
El artículo 1015 del CCC recepta el principio de libertad de formas. Establece que solo son
formales los contratos a los cuales la ley les impone una forma determinada. Conforme a lo
establecido a la forma del acto jurídico, las partes son libres de escoger la formalidad que estimen
conveniente si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la voluntad.
Los contratos formales son únicamente los que tienen una forma ordenada por el ordenamiento
jurídico y esa solemnidad condicionara la validez o eficacia del contrato. Lo mismo sucederá en
caso de que las partes hayan acordado la observancia de una determinada formalidad en ejercicio
de su autonomía privada y conforme lo autoriza el artículo 284 que autoriza a las partes a convenir
una forma más exigente que la impuesta por la ley.
Clasificación de la forma
Contratos formales
o Solemnes:
Absolutos. Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su
validez, son nulos si la solemnidad no ha sido satisfecha.
Relativos. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es solo para que
estos produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no quedan
concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto,
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pero valen como contratos en lo que las partes se obligaron a cumplir con la
expresada formalidad.
o No solemnes: constituyen solo un medio de prueba de haberse celebrado el
contrato y de su contenido.
Contratos no formales. Se dispone la libertad de formas.
En cuanto a los solemnes formales, un ejemplo de acto jurídico, es el testamente. Para los
solemnes, no hay muchos casos, tenemos el artículo 1552 que establece la escritura pública bajo
pena de nulidad para la donación de inmuebles, muebles registrable, prestaciones periódicas
vitalicias, es decir que al ser pena de nulidad, si no lo hacemos como se lo exige, no se produce
efectos.
Las III Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil (Junin 1899) declararon que ―corresponde asignar
a los instrumentos que resultan de la aplicación de nuevas tecnologías el valor probatorio de los
instrumentos privados cuando pueden ser atribuidos a un autor determinado; y cuando no resultan
autosuficientes como prueba de la voluntad contractual, el de principio de prueba por escrito”.
Los documentos en sentido amplio son: "Toda cosa que sea producto de un acto humano,
perceptible con los sentidos de la vista y el tacto, que sirve de prueba histórica indirecta y
representativa de un hecho cualquiera). Normalmente son cosas mueble (aunque pueda ser
inmueble por su carácter representativo).
El documento puede no ser escrito, ni estar fijado en soporte papel, ya que puede ser también, un
monumento, como una pared, una escultura, una tabla de arcilla, una pintura o una foto, o
representación digital, etc
Por el contrario, el instrumento representa sólo un hecho unívoco y con contenido jurídico. Según
nuestro derecho son cosas que transmiten ideas por escrito, esta constituye su particularidad,
puede ser con caracteres dibujados o pintados (escritos o impresos por medios manuales o
mecánicos). Lo relevante de la escritura es su aptitud para transmitir ideas y que otra persona
pueda aprehenderlas por su intermedio, pero no están necesariamente asociados al soporte papel,
sino a la escritura, ya que constituyen instrumentos también las tablillas de arcilla escrita, los
papiros, pergaminos, tarjetas magnéticas, cintas, etc.
Monumento Cosa inmueble que representa algo (ejemplo, la estatua de plaza San Martin,
representa al prócer, pero no es el prócer sino su representación)
Documento Cosa mueble que representa algo (por ejemplo una grabación, es la
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representación de algo que ya ocurrió)
Instrumento Cosa mueble que represente algo pero es escrita. Si es sobre un inmueble el
instrumento de la exteriorización es un monumento, si es sobre un mueble (el
soporte se puede mover) va a ser documento por cualquier medio de
representación y va a ser instrumento si es un medio escrito
Concepto clásico de soporte, escritura y firma.
Expresa Leiva Fernández, que la escritura, que no es más que una forma de comunicación de las
ideas y que ha servido para caracterizar al instrumento por sobre el documento.
Ser ológrafa: es decir debe ser escrita de puño y letra por el firmante al que se imputa
Ser manifestación de individualidad de quien la realiza.
Debe ser exclusiva como forma habitual de expresar la voluntad.
Como expresión de voluntad de adhesión al texto precedente
En la nota al art. 3639 del Código Civil de VÉLEZ, el codificador explica que la firma no es la simple
escritura que una persona hace de su nombre o apellido; es el nombre escrito de una manera
particular, según el modo habitual seguido por la misma en diversos actos sometidos a esta
formalidad. Regularmente la firma lleva el apellido de la familia; pero esto no es de rigor si el hábito
constante de la persona no era firmar de esta manera.
No se trata de ver si el código civil vigente admite los instrumentos sin soporte papel, sin estar
realizados por escrito y sin firma, sino si el cuerpo legal lo admite.
Se ha escrito sobre la liberación del papel, sustituir a este por otro soporte material más adecuado
a nuestra realidad tecnológica.
La realidad lo autoriza: por ejemplo, las tarjetas de crédito tan utilizadas en la actualidad, son
dadas por empresas y bancos, y no tiene soporte en papel, sino en su mayoría en plástico. Esto
lleva a que en la realidad muchas veces y durante muchos años se han utilizados instrumentos que
no tienen soporte en papel.
Concepto actual de soporte. El soporte a través de la historia. Carácter de cosa mueble. El cuerpo
humano como soporte .El soporte en los instrumentos públicos
Todo documento, como hemos visto, requiere para su representación de un soporte. Entendemos
por soporte todo substrato material sobre el que se asienta la información. Es el elemento que
sirve para almacenar la información para su tratamiento posterior.
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El soporte en el testamento ológrafo. Concepto de instrumento informático. Cuestiones que suscita.
Aplicaciones del instrumento informático.
Artículo 2477. Requisitos El testamento ológrafo debe ser íntegramente escrito con los caracteres
propios del idioma en que es otorgado, fechado y firmado por la mano misma del testador.
La falta de alguna de estas formalidades invalida el acto, excepto que contenga enunciaciones o
elementos materiales que permitan establecer la fecha de una manera cierta.
La firma debe estar después de las disposiciones, y la fecha puede ponerse antes de la firma o
después de ella.
El error del testador sobre la fecha no perjudica la validez del acto, pero el testamento no es válido
si aquél le puso voluntariamente una fecha falsa para violar una disposición de orden público.
Los agregados escritos por mano extraña invalidan el testamento, sólo si han sido hechos por
orden o con consentimiento del testador.
El testamento ológrafo debe realizarse enteramente escrito, firmado y fechado por la mano del
testador. Puede otorgarse en cualquier idioma, es decir, no se requiere que sea redactado en el
idioma nacional, pudiendo utilizarse inclusive otros idiomas que no tengan caracteres alfabéticos
latinos, o inclusive aquellos que utilizan ideogramas para representar palabras.
Se señala algo que ya estaba plenamente vigente desde el código anterior, y es la posibilidad de
que el testamento ológrafo no se redacte ni en el mismo momento ni de una sola vez. En este
caso, el testador puede optar entre realizar sus disposiciones testamentarias en épocas diferentes,
firmando y fechando cada una de ellas por separado o poner a todas ellas el día en que termine de
redactarlas, y estampando su firma. Por supuesto, debe respetarse lo estipulado en el art. 2477, en
el sentido que la firma debe estar al final de las disposiciones testamentarias y la fecha encontrarse
antes o después de ella.
Pero este enfoque más adecuado todavía resulta incompleto porque se ve la escritura
exclusivamente desde el punto de vista de la lengua, y particularmente desde el abecedario como
código reproductor. Escribir: representar las ideas por medio de signos, y más especialmente
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representar la lengua hablada por medio de letras o caracteres adecuados. Trazar las notas y
demás signos de la música.
La firma de las partes es una condición esencial para le existencia y validez de un instrumento
privado. Solo desde el momento en que la firma está estampada, debe considerarse que el
otorgante ha tenido la intención de hacer suya la declaración contenida en el instrumento.
Solo por excepción puede aceptarse la firma al margen cuando las circunstancias del caso prueben
claramente que el firmante quiso hacer suya la declaración de la voluntad.
La firma es la mera habitualidad con que la persona escribe su nombre y apellido con el objeto de
asumir las responsabilidades inherentes al documento que suscribe.
La firma exigida por nuestro art. 287 del Cód. Civil y Comercial para la existencia de instrumento
privado, crea sólo una presunción de autenticidad hasta que la misma sea reconocida o
desconocida.
Ese es el alcance que debe dársele a la previsión del art. 288 prueba sólo como presunción hasta
ser reconocida o atribuida judicialmente, lo que resulta también del art. 314 del Cód. Civil y
Comercial.
Imputación de autoría del acto. es un medio idóneo para individualizar al otorgante del
acto, distinguiéndolo de cualquier otra persona. La grafología, como ciencia auxiliar de las
jurídicas, ayuda en los casos de controversia para determinar si una firma puede o no
atribuirse a determinada persona.
Demostración de la voluntad de su autor. Exterioriza el propósito del sujeto de hacer
suya la declaración de voluntad contenida en el instrumento que suscribe, asumiendo las
responsabilidades que emergen.
Ambos fines están presentes en el art. 288 en cuanto expresa "La firma prueba la autoría de la
declaración de voluntad".
Es muy común escuchar u observar, que se repite en distintos ámbitos que los instrumentos se
dividen en: “públicos y privados”; ello implica no sólo un error conceptual, sino que además puede
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inducir a graves confusiones. Tan importante es esta cuestión que la comisión redactora del nuevo
Código consideró necesario incorporar un artículo que aclara la cuestión, por ello el art. 287 del
Código Civil y Comercial establece:
El instrumento público es aquel al que la ley confiere autenticidad por sí mismo, sin requerir
comprobaciones ulteriores a su otorgamiento. Quien sostenga el contenido del mismo está exento
de prueba, y solo pueden ser impugnados mediante la acción de redargución de falsedad.
Con la misma metodología el nuevo Código establece en el art. 289 que son instrumentos públicos:
Los instrumentos particulares presentan la característica de valer entre las partes, con una
limitada proyección de efectos hacia terceros, ya que aunque se los reconozca, tendrían una
autenticidad que surge a consecuencia de un acto posterior. Los otorgan o provienen de las partes
por sí mismas, sin intervención de ningún oficial público competente, por ello no dan fe en lo relativo
a su fecha de celebración y quien invoque su contenido debe demostrar su autenticidad.
Instrumento Vale entre las partes, con una limitada proyección hacia terceros. Los otorgan o
particular provienen de las partes por sí mismas, sin intervención de oficial público, por ello
no dan fe en lo relativo a su fecha de celebración y quien invoque su contenido
debe demostrar su autenticidad.
Sobre el valor probatorio de los instrumentos particulares, hay un criterio flexible, conforme al cual
debe ser apreciado por el tribunal ponderando, entre otras pautas, los usos del tráfico, las relaciones
precedentes de las partes, si las hubiera habido, y la razonable convicción que pueda alcanzarse
sobre su autoría, legibilidad e inalterabilidad de acuerdo a los métodos utilizados para su creación y
transmisión a terceros.
Firma digital
Camila Pagliari
Según la Ley 25.506 conocida como ―Ley de firma digital‖, ―cuando la ley requiera una firma
manuscrita, esa exigencia también queda satisfecha por una firma digital. Este principio es aplicable
a los casos en que la ley establece la obligación de firmar o prescribe consecuencias para su
ausencia‖.
La cuestión fundamental con relación a la firma digital radica en la validez jurídica que se debe dar
al soporte electrónico o digital y determinar si la información almacenada en dicho soporte resulta
auténtica y puede atribuirse a su emisor.
El objetivo principal consiste en resguardar la información, rodearla del o los mecanismos que
permitan tener certeza en cuanto a su originador y para su destinatario poder confiar que su
contenido no ha sido alterado o modificado.
El art. 2º de la Ley 25.506 entiende por firma digital “al resultado de aplicar a un documento digital
un procedimiento matemático que requiere información de exclusivo conocimiento del firmante,
encontrándose ésta bajo su absoluto control”.
Hay que distinguir, también, a la “firma electrónica” que está definida en el art. 5º como el
“conjunto de datos electrónicos integrados, ligados o asociados de manera lógica a otros datos
electrónicos, utilizado por el signatario como su medio de identificación, que carezca.
De esta manera, la firma electrónica es en esencia una clave personal, es una forma de acceder a
ciertos dispositivos, como por ejemplo, el home-banking o la clave de acceso a los cajeros
automáticos, que puede ser utilizada por una persona que no sea su titular, en forma legal, si existió
su autorización o en forma ilegal si se accedió a ella mediante la utilización de maniobras dolosas.
Así, en el caso de la firma digital existe una presunción legal, que admite prueba en contrario, sobre
la afirmación de que el documento firmado proviene del suscriptor del certificado asociado, y que no
fue modificado, mientras que por el contrario, si la firma electrónica desconocida por su titular,
corresponde acreditar su validez a quien la invoca.
Segunda excepción al principio de libertad de formas: contratos que requieren escritura pública. (art.
1017) .Efectos de su omisión (art. 1018).
ARTICULO 1017.- Escritura pública. Deben ser otorgados por escritura pública:
a) los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales
sobre inmuebles. Quedan exceptuados los casos en que el acto es realizado mediante subasta
proveniente de ejecución judicial o administrativa;
b) los contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles;
c) todos los actos que sean accesorios de otros contratos otorgados en escritura pública;
d) los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben ser otorgados en
escritura pública.
En los casos en que no se cumplió con la formalidad prevista por la ley, siendo ella exigida con
carácter solemne relativo, el contrato no queda concluido como tal pero vale como contrato en que
las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad.
Demanda por escrituración Facultades del juez. Jurisprudencia. El Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación. El tema en las XI Jornadas Nacionales de Derecho Civil.
Debe entenderse por prueba al conjunto de elementos mediante los que pueda demostrarse la
existencia y contenido del acto, o, si se quiere, el conjunto de medios que se emplean en un
proceso para demostrar al juez los hechos invocados.
La prueba se vincula con los medios de demostrar la existencia del contrato, cualquiera haya sido
su forma. Es la demostración, el medio instrumental por el cual se acredita la existencia y el
alcance de un acto o contrato.
Prueba legal. Solo puede admitirse como prueba suficiente la que indica la ley.
Libre convicción. El juez puede admitir todo género de pruebas y tendrá como suficientes
aquellas que según su ciencia o conciencia, sean suficientes para tener por acreditado los
hechos.
Conforme con el artículo 75, inciso 12 de la CN, corresponde al Congreso Nacional dictar los
códigos de fondo; en cambio los códigos procesales son atribución de las provincias. Cabe
preguntarse, entonces, si al legislar sobre prueba, no ha invadido el CCC un campo que es propio
de los códigos procesales.
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Lo cierto es que esta es una materia en que ambas jurisdicciones se tocan. La cuestión se aclara
haciendo la siguiente distinción:
La Corte Suprema ha declarado que el Congreso tiene facultad para dictar normas procesales en
tanto ello sea necesario para asegurar la eficacia de las instituciones reguladas por los códigos de
fondo.
MEDIOS MODO
Se ubican en el Código Civil y Comercial (como lo Están regulados en los códigos procesales de
hacía el derogado Código Civil). las provincias respectivas (códigos de forma).
Se regulan en el Código Civil y Comercial que es Los códigos procesales provinciales regulan
una norma de derecho común (art. 75, inc. 12 de cuándo se debe ofrecer y producir la prueba
la Constitución Nacional), que rige en todo el país del contrato, cómo debe recibirse la prueba
sin ser una norma federal (código de fondo) confesional, cómo se redactan la posiciones
en la prueba de confesión, qué funcionario
judicial la recibe, etc.
Prueba testimonial. Se nota una marcada desconfianza por esta prueba. Los testigos
suelen recordar mal los hechos, o pueden ser complacientes o falsos. Las personas que
quieren vincularse entre sí por un contrato, tienen a su disposición un medio de prueba
cómodo y excelente que es el instrumento privado.
Presunciones legales o judiciales Las presunciones son indicios que permiten inferir con
un cierto grado de certeza, la verdad de un hecho o un contrato.
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Otros modos de prueba
Entre ellos, el reconocimiento judicial o inspección ocular, es decir, el examen directo hecho por el
juez de ciertos hechos o del lugar en que se desarrollaron; la prueba pericial, consistente en el
dictamen de peritos o expertos en diferentes áreas (contable, agronómica, caligráfica, médica,
ingenieril, informática, etcétera); o la prueba de informes, que pueden dar instituciones públicas y
privadas sobre cuestiones atinentes su actividad o funciones.
Medios de prueba
ARTICULO 1019.- Medios de prueba. Los contratos pueden ser probados por todos los medios
aptos para llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo
que disponen las leyes procesales, excepto disposición legal que establezca un medio especial.
Los contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser probados exclusivamente por testigos.
Todos los contrato pueden probarse por todos los medios aptos, a menos que haya una ley que
disponga un medio especial.
Por los libros y demás registros contables. Las personas jurídicas privadas y quienes
realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o
establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios deben llevar determinados
libros y registros contables.
No basta con que el sistema jurídico regule los medios de prueba, sino que es necesario que se
establezca con qué criterio habrán de evaluarse, tema este que remite a los sistemas de
evaluación de las pruebas.
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La incorporación del sistema de la sana crítica en la ponderación de la prueba que recibe dicho
artículo proviene no sólo del Proyecto de 1988 sino más allá, del Proyecto de Código Unificado de
1987.
En todos los casos, se trata de verificar que la prueba rendida produzca en el ánimo del juez una
certeza, no lógica o matemática, sino psicológica sobre la existencia y contenido del contrato.
La legislación establece reglas a las que debe atenerse el juez al ponderar la prueba, es decir, al
atribuirle valor a cada elemento probatorio confrontándolo con otros. Esas reglas constituyen lo que
podría denominarse sistemas, como los de la "sana crítica", "la íntima convicción", "la apreciación
en conciencia", "las máximas de experiencia", por citar solamente los usos más habituales de
racionalización.
Hay al menos cuatro sistemas de evaluación de la prueba, que pueden reducirse a tres:
En este sistema las pruebas están tarifadas, valuadas, en una escala jerárquica donde la decisión
judicial debe tomarse casi aritméticamente.
Sistema de apreciación en conciencia que libera al juez de tener que someterse a una valoración
precisa
ARTICULO 1019.- Medios de prueba. Los contratos pueden ser probados por todos los medios
aptos para llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo
que disponen las leyes procesales, excepto disposición legal que establezca un medio especial.
Los contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser probados exclusivamente por testigos.
Los Códigos Procesales en general admiten la sana crítica, calificación que refiere 'a las reglas que
rigen los juicios de valor emitidos por el entendimiento humano en procura de una verdad, por
apoyarse en proporciones lógicas concretas y por fundarse en observaciones de experiencia
confirmadas por la realidad.
Son varias las diferencias entre forma y prueba aunque sean conceptos muy relacionados.
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• Puede existir un contrato en el que nunca haya necesidad de probar nada, porque no se
haya cuestionado su existencia y se cumpla instantáneamente,
• No es posible la existencia de un contrato sin forma, por simple que sea.
ARTICULO 1020.- Prueba de los contratos formales. Los contratos en los cuales la formalidad
es requerida a los fines probatorios pueden ser probados por otros medios, inclusive por testigos, si
hay imposibilidad de obtener la prueba de haber sido cumplida la formalidad o si existe principio de
prueba instrumental, o comienzo de ejecución.
Si hay una imposibilidad de obtener la prueba, puede ser probada por otros medios.
ARTICULO 1020.- […] Se considera principio de prueba instrumental cualquier instrumento que
emane de la otra parte, de su causante o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la
existencia del contrato.
Es el mismo principio que traía el derogado Código Civil. La denominación viene a suplantar la
clásica expresión "principio de prueba por escrito", comprendiendo ahora el concepto genérico de
instrumento emanado de la otra parte, del causante o de terceros que haga verosímil la celebración
del contrato. En los supuestos en que comenzó la ejecución del contrato también podrá superarse
la exigencia de forma establecida para prueba, acudiendo a los demás medios probatorios.
Basta con que confluyan estos requisitos para hacer viable cualquier clase de prueba, inclusive
testigos.
Cuando existe un principio de prueba instrumental se puede recurrir a todo medio probatorio,
incluso testimonial.
Principio de ejecución
Lo que el art. 1020 del Código Civil y Comercial refiere como ―comienzo de ejecución‖ debe
entenderse como ―inicio de cumplimiento‖
En el art. 1191 del Código Civil derogado se recibía esta regla bajo la frase ―o cuando una de las
partes hubiera recibido alguna prestación y se negase a cumplir el contrato‖.
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El inicio de cumplimiento, al tratarse de un hecho, puede probarse por cualquier medio de prueba,
ya que de lo contrario la norma carecería de sentido.
El inicio de cumplimiento debe ser bilateral: una conducta de una de las partes aceptada por la
otra, lo que genera una presunción de que entre ambas hubo un acuerdo de origen contractual.
Las cláusulas de un contrato celebrado por instrumento público, pueden ser alteradas por un
instrumento privado, el llamado contradocumento, pero esa alteración solo tendrá efecto entre las
partes y no podrá oponerse a terceros. Es natural que así sea porque de lo contrario podría
sorprenderse la buena fe del tercero que contratase sobre la base del instrumento público que se le
exhibe y que ignora la alteración hecha privadamente.
Esta regla debe aplicarse también a los instrumentos públicos posteriores que modifican uno
anterior: no tienen efectos contra terceros a menos que el contenido del segundo instrumento este
anotado marginalmente en el primero o que esté debidamente inscripto en el registro
correspondiente
Como excepción a la libertad probatoria, el segundo párrafo del art. 1019 dispone que ―Los
contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser probados exclusivamente por testigos‖.
No se refiere a los contratos formales solemnes absolutos porque la forma en su caso es esencial
para la existenc1a misma del contrato.
Se aplica a los contratos de formalidad solemne relativa y a los que no tienen una forma prescripta
pero que se acostumbra instrumentar.
• Limitación probatoria
Para los contratos que se acostumbra instrumentar se prohíbe demostrar su existencia o contenido
con prueba testimonial exclusivamente.
Siguiendo a Lacruz Bermejo, hay que señalar que: “Interpretar un contrato es declarar cual sea la
virtualidad (valor jurídico) de las palabras en que se ha expresado la voluntad de las partes. Toda
declaración de voluntad expresada mediante palabras precisa de interpretación que, en unos
casos, se limitará a señalar la coincidencia entre el sentido aparente y el real; en otros, descubrirá
un sentido real distinto del aparente; y, en algunos, completará la expresión insuficientemente
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desarrollada en su tenor literal o la hará valer frente a situaciones nuevas o no previstas en él. En
cualquier supuesto hay "actividad hermenéutica", la cual no consiste en reformular el contrato, sino
en discernir y explicar de modo ordenado y exhaustivo los efectos jurídicos que produce la
declaración según la voluntad de las partes y los otros factores a tener en cuenta.”
INTERPRETAR INTEGRAR
Desentrañar el sentido y el alcance del contrato Buscar las consecuencias jurídicas del
contrato
Mira al pasado, al momento de la celebración Mira al futuro, a los efectos, a las
consecuencias jurídicas
En el Código Derogado
Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe, y de acuerdo con lo que
verosilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión
Los contratos obligan no solo a lo que este formalmente expresado en ellos, sino a todas las
consecuencias que puedan considerarse que hubiesen sido virtualmente comprendidas en ellos
Interpretación
ARTICULO 1061.- Intención común. El contrato debe interpretarse conforme a la intención común
de las partes y al principio de la buena fe.
Integración
ARTÍCULO 961.- Buena fe. Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena
fe. Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que
puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se habría
obligado un contratante cuidadoso y previsor.
Con un sentido claramente didáctico, Aída Kemelmajer de Carlucci ha sintetizado el debate acerca
de la identidad o disparidad de la tarea de interpretación de la ley y del contrato. En tal sentido,
afirma que las posturas pueden agruparse en tres tendencias bien definidas, a saber:
a) Posición dualista, que niega identidad a ambas tareas, sobre la base de que el contrato es un
precepto concreto nacido de la autonomía de la voluntad, en tanto que la ley constituye una norma
abstracta, general y heterónoma. Por ello, la interpretación de la ley se juzga según cánones
objetivos, no así el contrato, cuya función hermenéutica sería objetiva y subjetiva;
b) Postura unitaria, que asimila ambas interpretaciones, entendiendo que si el contrato es ley para
las partes, no puede haber entre ambas tipos diferenciados de interpretación;
c) Teoría intermedia, que aunque no niega la utilidad de la tesis anterior, entiende que las
diferencias indicadas impiden una absoluta equiparación"
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El Código parece haber tomado partido por esta última postura, ya que, pese a regular de modo
diferenciado la interpretación de la ley de la propia de los contratos, no pueden negarse los
interesantes puntos de conexión que las vinculan, expresados en la recurrencia a los principios
generales y a cánones —en ocasiones— comunes.
A las partes
Al juez
Bajo el deben subordinarse todas las demás reglas interpretativas. La buena fe es un concepto de
difícil definición, que no puede ser simplistamente definido. Por ello, parece conveniente comenzar
por distinguir entre la buena fe subjetiva y la buena fe objetiva.
Puede sostenerse, entonces, que el principio de buena fe es la norma jurídica que les impone a las
personas el deber de comportarse lealmente en el tráfico jurídico, ajustando el comportamiento al
arquetipo de conducta social reclamada por la idea ética vigente. Importa, además, exigir a los
sujetos una actitud positiva de cooperación y despertar confianza en las propias declaraciones,
manteniendo la palabra empeñada. Y como consecuencia de ello, opera como limite al ejercicio de
los derechos subjetivos.
Incluye no solo el cumplimiento fiel de lo pactado, sino también de los deberes accesorios de
conducta, tales como los de información, cooperación, diligencia, seguridad y garantía, que se
fundan en los deberes de convivencia y solidaridad social.
En definitiva, interpretar un contrato de buena fe significa interpretarlo teniendo en cuenta que los
contratantes han debido comportarse frente al otro lealmente. La interpretación de buena fe no
puede agotarse en el contrato, sino que debe extenderse al tiempo anterior a su celebración, a las
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negociaciones previas y hacia el futuro, pues no solo deberá tener lo expresamente pactado, sino
también las consecuencias que pueden considerarse comprendidas en lo convenido, siempre que
esté en el marco de un contratante previsor y cuidadoso.
ARTICULO 1061.- Intención común. El contrato debe interpretarse conforme a la intención común
de las partes y al principio de la buena fe.
La intención común de las partes presume la libertad contractual, es decir, la facultad que ellas
tienen de determinar el contenido del contrato. Pero la norma hace algo más: pone de relieve la
importancia de desentrañar esa intención común de los contratantes, esto es, la común intención
de obligarse y de adquirir derechos. La idea de una intención común es de gran valor, pues implica
que la voluntad de las partes de la finalidad individual perseguida.
La idea también ha sido recogida por los Principios Unidroit. Establecen que:
Indagar acerca de lo que las partes realmente quisieron alcanzar al momento de celebrar el
contrato
Comprender el contenido y el valor de una declaración, sus alcances, dentro del ambiente
socioeconómico dentro del cual se ha producido el contrato.
La intención común no es el propósito individual de cada contratante, sino la suma de dos
voluntades.
Pothier señala que se debe buscar aquello que ha sido la común intención de las partes más
que el sentido gramatical de los términos
Es lo que se ha dado en llamar ―interpretación auténtica‖, que incluye n solo la hipótesis de que la
ley haya dado a los términos un significado determinado sino también a las definiciones que las
partes hayan establecido de ello. De esta forma, se aclara que la terminología que pueda generar
dudas.
Esta interpretación se fija en el propio contrato; sin embargo no existe problema en que ella se
asiente en uno nuevo. Pero, en este caso, el nuevo contrato, este no puede afectar los derechos
adquiridos por los terceros como consecuencia del primero.
En síntesis:
El artículo no es aplicable a:
a las obligaciones del predisponente en los contratos por adhesión (porque el contrato se
interpreta en contra del predisponente)
a las obligaciones del proveedor en los de consumo (porque el contrato se interpreta con
el principio de protección al consumidor y al de acceso al consumo sustentable)
ARTICULO 1063.- Significado de las palabras. Las palabras empleadas en el contrato deben
entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan un significado específico
que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los usos y prácticas del lugar de celebración
conforme con los criterios dispuestos para la integración del contrato.
Se aplican iguales reglas a las conductas, signos y expresiones no verbales con los que el
consentimiento se manifiesta.”
Las palabras incorporadas a una declaración contractual tienen un significado que debe ser
comprendido por ambos contratantes, sus abogados, y los jueces de acuerdo a:
Es importante que la tarea de interpretación se realice en forma contextual, puesto que el 1064
establece que:
“Las cláusulas del contrato se interpretan las unas por medio de las otras, y atribuyéndoles el
sentido apropiado al conjunto del acto.”.
Esto requiere el engarce de todas las cláusulas contractuales entre sí, sería una Interpretación
sistemática. Es una regla de hermenéutica jurídica que para la recta inteligencia de la cláusula
deba tenerse en cuenta además de su total contenido sus concordancias con el resto de las que
integran el contrato.
Es decir que las cláusulas de un contrato no funcionan aisladas las unas de las otras. Todas son
redactadas por las partes en el marco de una intención común, y se interpretan las unas por medio
de las otras, para atribuirle el sentido apropiado al conjunto del acto.
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Si la interpretación hermenéutica no es suficiente pueden utilizarse otras fuentes:
El principio de conservación de la vida del contrato, implica que los contratos son celebrados para
cumplirse. Recibió recepción legislativa en el art. 1066, así se dispone que:
ARTICULO 1066.- Principio de conservación. Si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de
alguna de sus cláusulas, debe interpretarse en el sentido de darles efecto. Si esto resulta de varias
interpretaciones posibles, corresponde entenderlos con el alcance más adecuado al objeto del
contrato.”
Este principio se apoya en el razonamiento, de que mientras no exista una causa específica que lo
invalide debe mantenerse el vínculo contraído pues no es lógico presumir que los contratantes
hayan hecho algo ilusorio y, por tanto, debe presumirse que trataron de hacer una cosa efectiva y
útil.
Se consagra el favor negotti, el favor contractus, y privilegia la existencia del contrato frente
a la ineficacia de todo o de algunas de sus clausulas
Se entiende que nadie celebra un contrato para que no produzca efectos
Si hay duda sobre la eficacia del contrato o alguna de sus cláusulas, debe interpretarse en
el sentido de darles efecto.
Si se presentan varias interpretaciones posibles, debe buscarse el alcance más adecuado al
objeto del contrato.
Es un principio que se aplica a todos los actos jurídicos, y por ende el contrato.
Afirma Fontanarrosa que la integración del contrato es un procedimiento legal que introduce
efectos contractuales no previstos por las partes, pero dispuestos por la ley. Ejemplifica que se da
en los contratos de transporte y seguro, en los que la ley acuerda derechos e impone obligaciones
que rigen con independencia de lo querido por las partes.
ARTICULO 964.- Integración del contrato. El contenido del contrato se integra con:
a) las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas;
b) las normas supletorias;
c) los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido
declarados obligatorios por las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente
observados en el ámbito en que se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable.
El contenido del contrato esta dado siempre por las normas indisponibles cargadas de orden
público que se integran al contrato en sustitución de las clausulas incompatibles. Las normas
supletorias forman parte siempre del contrato, salvo clausula expresa en contrario inserta por las
partes. Esta regla acompaña siempre la teoría general de contrato y apunte al hecho indiscutido de
que las normas supletorias deben aplicarse para los efectos, cuando no han sido expresamente
derogadas por voluntad de las partes.
También establece lo que debe integrar el contenido del contrato y resulta valiosa dándole cabida
normativa a los usos tan difundidos en la práctica comercial, pese a que resulta más limitante que
el artículo 1° del CCC que refiere a los usos, practica y a la costumbre como fuente generadora,
pues este articulo solo menciona a las dos primeras.
Calificación
Cabe recordar que la labor interpretativa requiere necesariamente de la calificación del negocio
que se está interpretando, lo que demuestra que se trata de expresiones de un proceso unitario.
Aunque la misma no aparece aludida en la teoría general del contrato, se la menciona en ocasión
de la calificación del contrato de servicios.
ARTICULO 962.- Carácter de las normas legales. Las normas legales relativas a los contratos
son supletorias de la voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su
contenido, o de su contexto, resulte su carácter indisponible.
De este artículo surge que la autorregulación en materia contractual será prioritaria para fijar los
derechos y deberes de las partes y ellas no podrán avanzar sobre temas en los que esté
interesado el orden público y la protección de los intereses de la sociedad que resultan
fundamentales para el orden social.
El marco de referencia para establecer ese límite puesto por el ordenamiento no está ligado a que
la norma se autoproclame de orden público sino que surge de contenido, expresión o contexto,
dándonos mayor amplitud.
Prelación normativa
El artículo 963 establece que en los casos en que concurren las disposiciones del código y las d
alguna ley especial relativa a contratos, son aplicables en el siguiente orden de prelación:
Si una situación es resuelta o abordada por distintas leyes, el articulo soluciona la cuestión
estableciendo un orden de prelación, receptando una jerarquía sostenida en la jurisprudencia y en
la doctrina, apartándose sin embargo del inciso a), pues pone de igual rango al Código y a la ley
especial de lo usual que es darle preeminencia a una u otra ley especial o ley general (código).
Las normas indisponibles hacen referencia a aquellas cargadas de orden público y debemos
tomarlo en el sentido amplio dado por el mismo código; en el caso de coexistir una ley y las normas
del código cargadas con ese mismo tiente el intérprete deberá recurrir al Título Preliminar e
interpretar el ordenamiento en su conjunto, a la luz del derecho constitucional.
El inciso b) refiere a las normas particulares que le son aplicables según el tipo contractual, que
están regulados en el código o las leyes, pero que no hacen a materia indisponible por parte de las
partes por estar cargadas de orden público.
El Código derogado no contemplaba de forma expresa texto similar; sin embargo, la jerarquía de
las leyes viene impuesta por la normativa constitucional.
El efecto relativo de los contratos se ha expresado mediante la frase ―la cosa hecha o juzgada
entre unos no aprovecha ni perjudica a tercer‖. De modo general puede afirmarse que los terceros
tiene el deber de abstenerse y de no interferir en el contenido de lo acordado por las partes, en la
medida en que no lo perjudica.
Sin embargo, a fin de entender los alcances del efecto relativo debe distinguirse efectos directos e
indirectos:
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Directos. Dan cuenta del plan prestacional prestado en el propio negocio jurídico, que debe
observarse a fin de satisfacer los intereses comprometidos y que, lógicamente, se
proyectan únicamente sobre las partes. Esto, salvo expresa disposición legal.
Indirectos. Aparece vinculada con la proyección de las situaciones creadas o modificadas
por el contrato frente a los terceros.
ARTICULO 1021.- Regla general. El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo
tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley.
Es lógico que el contrato solo tenga efecto entre las partes y no sobre terceros, porque no resulta
aceptable que este perjudique a alguien totalmente ajeno. Sin embargo esto, tiene excepciones.
Partes. Aquellos que, por si o por representante, se han puesto de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, concurriendo a la formación y consentimiento del contrato.
Son quienes se han obligado a cumplir determinadas prestación y han adquirido ciertos
derechos.
ARTICULO 1023.- Parte del contrato. Se considera parte del contrato a quien:
a. lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno; (mandato sin representación)
b. es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés; (representación
voluntaria y legal).
c. manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o por un
agente sin representación. (nuncio o mensajero).
Los terceros, quienes no son parte, se mantienen ajenos. Pueden darse varios supuestos:
Eso será lo que comúnmente suceda en la mayoría de las contrataciones, es la situación normal.
Quien aparece contratando coincide con la titularidad del interés que se ejerce. En definitiva, quien
expresa una voluntad es, a su vez, sobre quien van a recaer los efectos del contrato.
Ello sucede cuando el gestor realiza actos jurídicos bilaterales —contratos— a nombre propio,
aunque con el fin de obligar eventualmente al dueño del negocio, lo cierto es que ante terceros
contratantes el gestor queda personalmente obligado pudiendo liberarse solamente por la
ratificación posterior del dueño del negocio. El gestor actúa a nombre propio aunque en interés del
dueño. Ante el tercero que contrató aparece como parte, es decir, como sujeto obligado. Así
permanecerá si el dueño no ratifica la gestión. Con mayor claridad puede apreciarse la actuación a
nombre propio e interés ajeno en el supuesto de mandato sin representación.
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c) Es parte quien manifiesta la voluntad contractual pese a que ésta se haga por intermedio de
un corredor o por un agente sin representación
Ni el corredor ni el agente actúan a nombre o interés propio. Solo trasladan la voluntad de otro, el
verdadero dueño del negocio. Tampoco media representación. El emisor de la voluntad se
transforma en parte, independientemente del medio que utilice para transmitirla. El nuncius o
nuncio es un medio instrumental, como si fuera un teléfono, telégrafo, télex o televisión, sin poner
nada de sí.
La voluntad que expresa no es la propia sino la del dueño del negocio. La situación no originaría
dudas si entregase una carta: es parte el sujeto que asienta su voluntad en ella y no el que entrega
la carta.
ARTICULO 1022 .- Los contratos no afectan, no benefician ni pueden ser invocados por terceros.
Desinteresados : llamados penitus extranei. Son los que no pueden a titulo alguno
desempeñar el papel de acreedor o deudor en una relación jurídica concertada entre otras
personas.
Interesados:
o Contrato a nombre de un tercero
o Contrato a nombre de un tercero al que se representa
o Contrato a nombre de un tercero sin tener su representación
o Promesa del hecho de un tercero
o Contrato a favor de tercero
o Contrato para persona a designar
o Contrato por cuenta de quien corresponda
Efectos del contrato entre partes. Autonomía de la voluntad. Libertad de contratación. Sus
restricciones. Intervención del Estado en las convenciones entre particulares
En Vélez ya se reconocía la fuerza del contrato, estableciendo ―las convenciones hechas en los
contratos forman para las partes una regla, a la cual deben someterse como a la ley misma‖. En el
CCC también se consagra la fuerza obligatoria del contrato.
La aplicación de estos dos principios, sin embargo, no es absoluto, pues tiene límites impuestos
por la ley, el orden público, la moral y las fuerzas costumbre.
ARTICULO 959.- Efecto vinculante. Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las
partes. Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los
supuestos en que la ley lo prevé.
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Atenuación de la fuerza obligatoria por incidencia de los institutos de lesión, excesiva onerosidad
sobreviniente, frustración de la causa fin, abuso de derecho y estado de necesidad.
Son contrarios a las leyes de carácter imperativo o indisponible. Si las partes procuran un
resultado similar en su sustancia al que prohíbe una norma imperativa, el contrato quedara
sometido a las reglas de la norma imperativa que quiso eludir.
Si procuran dejar sin efectos las leyes en cuya observancia está interesado el orden
público.
Si son contrarios a la moral: clausulas penales excesivas, contrato celebrado con vicio de
lesión.
No tendrán validez, las que importan un abuso del derecho. Esto establecido conforme el artículo
10 del CCC que dispone que la ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Por lo que, si
se trata de una cláusula contractual abusiva, el juez debe dejarla sin efecto y debe ordenar el daño
causado.
Otro, es el abuso de la posición dominante. Se dispone que cuando se abuse de una posición
dominante en el mercado, sin perjuicio de las disposiciones específicas contempladas en leyes
especiales.
Efectos del contrato con relación a los sucesores "entre vivos" y "mortis causae": universales y
particulares.
Sucesor singular. Ocupa el lugar del causante solo cuando se trata de precisos derechos
y obligaciones, pues justamente, lo sucede respecto de esos determinados derechos y
obligaciones.
Es quien adquiere una cosa mueble o inmueble por el título que sea, lo que puede ocurrir
por un acto entre vivos, o de última voluntad. El adquirente goza de todos los derechos que
sobre esa cosa tenía el enajenante, pero debe respetar las condiciones que le afectaban.
Sucesor universal. Ocupa de manera integral el lugar del causante. Es aquel a quien pasa
todo o una parte indivisa del patrimonio de otra persona a raíz de la muerte de esta última.
La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se
extinguen por su fallecimiento, lo que implica que los efectos de los contratos que han
tenido al causante como parte, se transmiten a los sucesores universales.
ARTICULO 1024.- Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa y
pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que las obligaciones que de él nacen sean
inherentes a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación, o
esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.
A diferencia del sucesor universal, el heredero de cuota solo recube una cuota de tales bienes y
expresamente carece de vocación a todos ellos.
ARTICULO 2488.- Herederos de cuota. Los herederos instituidos en una fracción de la herencia
no tienen vocación a todos los bienes de ésta, excepto que deba entenderse que el testador ha
querido conferirles ese llamado para el supuesto de que no puedan cumplirse, por cualquier causa,
las demás disposiciones testamentarias. […]
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Esta excepción contempla un supuesto singular: que el causante haya atribuido a este heredero un
doble carácter:
Se establece que si el testador ha instituido varios herederos de cuota, y la suma de las fracciones
no cubre todo el patrimonio del causante, el remanente de bienes corresponde a los herederos
legítimos. Pero si no hay herederos, corresponde a los herederos de cuota, en proporción a sus
respectivas cuotas.
En el último caso, el heredero de cuota se confunde con heredero universal, porque tiene vocación
al todo. Es un supuesto excepcional, que se da solo si se cumplen todos los recaudos que la
norma establece.
ARTICULO 1026.- Promesa del hecho de tercero. Quien promete el hecho de un tercero queda
obligado a hacer lo razonablemente necesario para que el tercero acepte la promesa. Si ha
garantizado que la promesa sea aceptada, queda obligado a obtenerla y responde personalmente
en caso de negativa.
Puig Brutau. Es aquel contrato en el que una de las partes contratantes se obliga a que un
tercero entregue alguna cosa o preste algún servicio.
Es válido pero su eficacia depende del tercero
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Estipulación a favor de terceros.
Las facultades del tercero beneficiario de aceptar la estipulación, y de prevalerse de ella luego de
haberla aceptado, no se transmiten a sus herederos, excepto que haya cláusula expresa que lo
autorice. La estipulación es de interpretación restrictiva.
Dassen. Es aquel en que una de las partes llamada estipulante o promisorio conviene en
su propio nombre, que la otra contraparte designada con el nombre de promitente, quede
obligada hacia un tercero, adquiriendo éste el correlativo derecho de exigir la prestación
Partes intervinientes
El estipulante conserva la facultad de revocar hasta que el tercero acepte convirtiéndose en parte.
el estipulante revoca, o
el tercero no acepta el beneficio, o
el tercero muere antes de haber aceptado
ARTICULO 1028.- Relaciones entre las partes. El promitente puede oponer al tercero las
defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras relaciones con él.
El estipulante puede:
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Contrato por persona designar
ARTICULO 1029.- Contrato para persona a designar. Cualquier parte puede reservarse la
facultad de designar ulteriormente a un tercero para que asuma su posición contractual, excepto si
el contrato no puede ser celebrado por medio de representante, o la determinación de los sujetos
es indispensable.
La asunción de la posición contractual se produce con efectos retroactivos a la fecha del contrato,
cuando el tercero acepta la nominación y su aceptación es comunicada a la parte que no hizo la
reserva. Esta comunicación debe revestir la misma forma que el contrato, y ser efectuada dentro
del plazo estipulado o, en su defecto, dentro de los quince días desde su celebración.
Mientras no haya una aceptación del tercero, el contrato produce efectos entre las partes.
Para que el tercero se incorpore al contrato debe aceptar la designación y hacerla saber a la parte
que no hizo la reserva.
ARTICULO 1030.- Contrato por cuenta de quien corresponda. El contrato celebrado por cuenta
de quien corresponda queda sujeto a las reglas de la condición suspensiva. El tercero asume la
posición contractual cuando se produce el hecho que lo determina como beneficiario del contrato.
INEFICACIA EFICACIA
No produce los efectos propios del contrato. Se produce los efectos propios del contrato.
Existen dos posibles fundamentos de la inoponibilidad; que la misma es una aplicación del efecto
relativo de los contratos o que resulta de una aplicación del principio genérico de no dañar.
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Inoponibilidad sanción. Sanción por causa legal, invocable por tercero interesado por vía
de acción, por ejemplo, la acción pauliana.
Inoponibilidad por falta de conocimiento idóneo o ausencia de publicidad suficiente.
Se funda en el principio genérico de no dañar y puede ser invocada por penitus extranei
por la vía de excepción.
Nulidad Inoponibilidad
Es siempre una sanción Lo es sólo en la menor parte de los casos.
La causa debe existir a la época del acto Puede también ser posterior
La causa es intrínseca y reconoce origen legal Es extrínseca y puede originarse en la
obligación genérica de no dañar
Sólo puede ser invocada por terceros, la nulidad
por ellos y por las partes.
Actúa sobre un acto inválido privándolo de Opera sobre uno válido privándolo de efectos
efectos frente a las partes y terceros. frente a terceros.
X. Efectos particulares
La excepción deja de jugar cuando las obligaciones de quien reclama están sujetas a plazo.
ARTICULO 1031.- Suspensión del cumplimiento. En los contratos bilaterales, cuando las partes
deben cumplir simultáneamente, una de ellas puede suspender el cumplimiento de la prestación,
hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir. La suspensión puede ser deducida judicialmente como
acción o como excepción. Si la prestación es a favor de varios interesados, puede suspenderse la
parte debida a cada uno hasta la ejecución completa de la contraprestación.
Se trata de una medida de autodefensa privada, con carácter coercitivo, tendiente a salvaguardar el
equilibrio contractual, y que permite no cumplir porque el otro no ha cumplido.
La exceptio puede ser deducida judicialmente como acción o excepción. Al referirse la norma a la
posibilidad de deducirla como acción se comprenden dos supuestos diferentes: que se la alegue al
demanda o al reconvenir
Debe destacarse que la mención a la oponibilidad como excepción solo alude a la hipótesis de
excepción substancial.
Funciona como excepción dilatoria: demandado el cumplimiento, la otra parte puede oponerse al
progreso de la acción, en tanto el actor no pruebe haber cumplido sus obligaciones. Admitida la
excepción, la sentencia no hace otra cosa juzgada en las relaciones entre las partes, salvo en cuanto
a que el actor todavía no ha cumplido; pero si posteriormente cumple, puede accionar nuevamente.
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que el que opone la excepción suspenda el cumplimiento de sus obligaciones, de manera
total o parcial
que quien reclama el cumplimiento, no ofrezca cumplir con la propia.
Que haya sido hecha valer de buena fe, lo que implica que no puede oponerse en base a
un incumplimiento poco importante, pues importaría un ejercicio abusivo del derecho.
ARTICULO 1032.- Tutela preventiva. Una parte puede suspender su propio cumplimiento si sus
derechos sufriesen una grave amenaza de daño porque la otra parte ha sufrido un menoscabo
significativo en su aptitud para cumplir, o en su solvencia. La suspensión queda sin efecto cuando la
otra parte cumple o da seguridades suficientes de que el cumplimiento será realizado.
2.- La seña, señal o arras: concepto y función. La seña como acto jurídico real. Objeto de la seña.
Efecto confirmatorio de la seña. Excepción.
ARTICULO 1060.- Modalidad. Como señal o arras pueden entregarse dinero o cosas muebles. Si
es de la misma especie que lo que debe darse por el contrato, la señal se tiene como parte de la
prestación si el contrato se cumple; pero no si ella es de diferente especie o si la obligación es de
hacer o no hacer.
El nuevo Código no contiene una definición de la figura, lo que no parece criticable dado que se trata
de un instituto sobre el cual existe un fuerte consenso en nuestra doctrina.
Antes de la reforma, generalmente se entendía que la señal o arras suponía la dación o entrega de
una cosa que una de las partes contratantes realiza a favor de la otra para asegurar el cumplimiento
del contrato o admitir el arrepentimiento. Ese concepto podría entendérselo subsistente, en tanto
siguen siendo elementos caracterizantes de la señal, los que a continuación se indican., a saber:
En la práctica de los negocios es frecuente que los contratantes exijan una garantía de la seriedad
de las intenciones de la otra parte. Un recurso muy empleado es la entrega de una suma de dinero
en concepto de seña; es verdad que no hay inconveniente legal en que la seña consista en una
cosa mueble que no sea dinero, pero en la práctica es poco frecuente.
La seña importa algo más que dar una seguridad; significa darle principio de ejecución al contrato
celebrado.
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Penitencial El efecto típico de esta es el derecho de arrepentimiento que confiere a las
partes; esto es, el derecho a no cumplir el contrato que se le reconoce quien justamente no
quiere cumplirlo.
La parte que ha entregado la seña puede manifestar su arrepentimiento en forma expresa o
tácita, puesto que la ley no exige términos formales.
La parte que ha recibido la seña debe no solo manifestar expresamente su arrepentimiento,
sino acompañarlo de la devolución doblada de la seña; y si la otra parte, interesada en
mantener el contrato se negara a recibirla deberá consignar judicialmente dicha suma.
El arrepentimiento debe ser actual e incondicional, no se lo puede hacer depender de un
acontecimiento futuro e incierto ajeno a las defensas planteadas en la litis.
Durante la vigencia del código derogado, que había consagrado como regla el carácter penitencial
de la seña, se había entendido que la cláusula como seña y a cuenta de precio tenía una doble
función sucesiva
A partir del CCC esto ha cambiado. Esa seña es lisa y llanamente confirmatoria. El mismo efecto
confirmatorio tiene la cláusula como seña, a cuenta de precio y principio de ejecución, que siempre
fue considerada como seña confirmatoria porque expresamente se está pactando un principio de
ejecución contractual.
Si el contrato ha fijado termino para el ejercicio del arrepentimiento, no podrá hacerse valer después
de vencido; si no hay termino para el arrepentimiento pero si para el cumplimiento de las
obligaciones, aquel derecho puede ser ejercido hasta la constitución en mora del deudor; finalmente
si una de las partes hubiera demandado judicialmente el cumplimiento del contrato, el demandado
puede arrepentirse hasta el momento de contestar la demanda, si previamente no medio constitución
en mora, pues en tal caso habría perdido ya la facultad de arrepentimiento.
El derecho de arrepentimiento se pierde desde que la parte que pretende hacerlo valer ha
comenzado a ejecutar el contrato.
Por principio de ejecución debe entenderse todo acto que demuestra inequívocamente la voluntad
de cumplir con las obligaciones contraídas.
Obligación de saneamiento.
La doctrina siempre interpreto que el saneamiento constituía el género de otras dos garantías que
eran las especies: evicción y garantía por vicios redhibitorios. De allí que el articulo siguiente
dispone:
De tal manera, el saneamiento viene a constituir una suerte de parte geleral de la evicción y de los
vicios ocultos, en el que se establecen una serie de normas aplicables a ambos institutos.
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Sujetos obligados y sujetos acreedores de las garantías.
En concordancia con el ámbito de actuación del instituto, la norma comentada explicita los sujetos
obligados a responder por saneamiento. Se enuncian, a saber, tres categorías de responsables:
Quienes han trasmitido bienes por título oneroso. La expresión genérica empleada en el
texto ha de entenderse como comprensiva de aquellos contratos que implican la enajenación
de toda especie de derechos patrimoniales, ya sean reales, personales o intelectuales.
Quienes han dividido bienes con otros. Es decir que la responsabilidad emergente de la
obligación de saneamiento alcanza a los comuneros, copropietarios, o coherederos que
efectúan la partición de los bienes de los que son cotitulares.
Quienes antecedieron al enajenante en la titularidad del derecho trasmitido. Los
anteriores transmitentes a título oneroso también resultan responsables por saneamiento
frente a los subadquirentes, en la medida en que el vicio ya existiera a la época en que
efectuaron la transferencia del bien. Es claro que este supuesto consagra una excepción a la
regla de la eficacia relativa del contrato, al reconocerle al adquirente acción directa para
hacer valer la responsabilidad por saneamiento frente a cualquiera de los antecesores.
c) declarar la resolución del contrato, excepto en los casos previstos por los artículos 1050 y 1057.
Los cambios introducidos por el nuevo Código en esta materia reconocen al acreedor la facultad de
requerir el saneamiento del título cuando exista un vicio de índole jurídica que afecte el derecho
trasmitido o la subsanación del defecto material existente en la cosa objeto mediato del contrato,
según corresponda.
En el mismo orden, y con similar alcance, ha de analizarse la facultad que se le otorga al acreedor
del saneamiento de reclamar un bien equivalente, si fuese fungible.
Se trata de una acción novedosa, que resulta de particular utilidad en los vicios que recaen sobre la
materialidad de la cosa, en razón del alto nivel de fungibilidad de los bienes producidos de manera
estandarizada, tomándose en consideración la posibilidad de reemplazo de dichos productos como
otra herramienta idónea para obtener la satisfacción del interés del acreedor.
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La norma comentada autoriza también al acreedor de la obligación de saneamiento a declarar la
resolución. Sin embargo, la preocupación por la conservación del contrato ubica a este remedio
como último recurso, de carácter subsidiario.
ARTICULO 1041.- Pluralidad de bienes. En los casos en que la responsabilidad por saneamiento
resulta de la enajenación de varios bienes se aplican las siguientes reglas:
a) si fueron enajenados como conjunto, es indivisible;
b) si fueron enajenados separadamente, es divisible, aunque haya habido una contraprestación
única.
Así, en materia de evicción el artículo 2126 acordaba la posibilidad de solicitar la resolución del
contrato "...cuando se hubiesen comprado dos o más cosas conjuntamente, si apareciere que el
comprador no habría comprado la una sin la otra".
Por su parte, respecto de los vicios redhibitorios, el artículo 2177 disponía que "Vendiéndose dos o
más cosas, sea en un solo precio o sea señalando precio a cada una de ellas, el vicio redhibitorio de
la una, da sólo lugar a su redhibición y no a la de las otras, a no ser que aparezca que el comprador
no habría comprado la sana sin la que tuviese el vicio, o si la venta fuese de un rebaño y el vicio
fuere contagioso".
Dicha fórmula fue interpretada con marcada literalidad, entendiéndose que la venta de varias cosas
en conjunto, por un mismo precio o por precios separados, sólo daba acción para reclamar con
relación a ella, mas no en torno a las demás cosas que en conjunto se hubieran vendido, salvo que
se demostrare que las cosas sanas no se hubieran comprado sin la defectuosa, o bien en caso de
venta de semovientes con un vicio pasible de contagio.
Sin embargo, Lafaille alertaba sobre la importancia de atender a las circunstancias del contrato, que
pudieran revelar la voluntad de no haberse realizado la operación por partes.
La norma apunta a determinar el alcance de la responsabilidad de los enajenantes plurales —si los
hubiera—, como también de los integrantes de las cadenas de enajenaciones. Sobre los primeros
consagra la regla de la divisibilidad, propia de la simple mancomunación, que parece referida a la
obligación resarcitoria. Respecto de los segundos, propone la aplicación de las normas sobre
obligaciones concurrentes.
Valor de las cláusulas que las eliminan, amplían o reducen (arts 1036 a 1038).
ARTICULO 1036.- Disponibilidad. La responsabilidad por saneamiento existe aunque no haya sido
estipulada por las partes. Estas pueden aumentarla, disminuirla o suprimirla, sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo siguiente.
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ARTICULO 1037.- Interpretación de la supresión y de la disminución de la responsabilidad por
saneamiento. Las cláusulas de supresión y disminución de la responsabilidad por saneamiento son
de interpretación restrictiva.
ARTICULO 1038.- Casos en los que se las tiene por no convenidas. La supresión y la
disminución de la responsabilidad por saneamiento se tienen por no convenidas en los siguientes
casos:
Resarcimiento. (art.1040)
La exención de responsabilidad por daños prevista en los incisos a) y b) no puede invocarse por el
enajenante que actúa profesionalmente en la actividad a la que corresponde la enajenación, a
menos que el adquirente también se desempeñe profesionalmente en esa actividad.
La obligación de saneamiento comprende a la tutela resarcitoria, por la cual el obligado debe reparar
los daños y perjuicios irrogados.
Se llaman vicios redhibitorios los defectos ocultos de la cosa que existen al tiempo de la adquisición
y cuya importancia es tal que de haberlos conocido el adquirente no la habría adquirido o habría
dado menos por ella. Todo el que transfiere el dominio de una cosa a otra persona por título oneroso
debe garantía por ellos.
Es lógico que así sea, pues cuando dos personas contratan sobre una cosa, debe entenderse que lo
hacen teniendo en consideración su estado aparente y las cualidades que normalmente tienen las
cosas de esa especie y calidad. Si luego resulta que tenían un vicio o defecto oculto, la lealtad que
debe presidir las relaciones contractuales obliga al enajenante a apresurarse a ofrecer al adquirente
la rescisión del contrato o la indemnización del perjuicio. Y si no lo hace, la ley le da al adquirente las
acciones tendientes a lograr ese resultado.
No se trata de un recurso contra la mala fe del enajenante, que conocía los defectos ocultos de la
cosa y los calló al adquirente; contra ese evento está ya amparado éste por la acción de nulidad y
daños derivados del dolo. Se trata de una garantía que la ley reconoce a todo adquirente a título
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oneroso para ponerlo a cubierto de sorpresas desagradables y para brindar una mayor seguridad en
los negocios jurídicos. Por ello esa garantía es debida inclusive por el enajenante de buena fe, que
desconocía los vicios.
Para que exista vicio redhibitorio capaz de dar origen a la responsabilidad del enajenante es
necesario que el vicio sea oculto, importante y anterior a la enajenación.
Vicio oculto: Los vicios aparentes no dan origen a ninguna responsabilidad del enajenante.
Como principio puede afirmarse que no son ocultos aquellos defectos que podrían
descubrirse mediante un examen atento y cuidadoso de la cosa, practicado en la forma
usual para ese negocio y para esa mercadería, sin que sea necesario que el adquirente se
haga asesorar por un experto.
Debe ser importante: Debe tratarse de defectos que hagan que la cosa resulte impropia
para su destino. La gravedad del vicio se vincula sobre todo, con las acciones que la ley
pone a disposición del adquirente: si fuera tan importante que la cosa resultare impropia
para su destino o indudable que el adquirente de haberlo conocido no la habría adquirido,
tiene a su disposición la acción redhibitoria, por la cual puede obtener la resolución del
contrato (art. 1056). En cambio, si el defecto es subsanable, en principio sólo puede exigir
la subsanación y la reparación de los daños sufridos; sin embargo, si el enajenante no lo
subsana, renace el derecho del adquirente a resolver el contrato (art. 1057).
Debe existir al tiempo de la adquisición: Sólo los vicios que existían al tiempo de la
adquisición de la cosa —al momento de la tradición— pueden dar fundamento a una queja
del adquirente (art. 1053, inc. b); los posteriores al momento de la tradición no son
imputables al enajenante y deben atribuirse a la acción del tiempo o a culpa del adquirente.
Bien entendido que basta que ellos se encuentren en germen en aquel momento, aunque
todavía no se hayan manifestado. Así por ejemplo, la aparición de una mancha de humedad
con posterioridad a la entrega de la cosa da lugar a la acción redhibitoria si ella es
ocasionada por un defecto de la cañería existente al tiempo de la entrega.
1. los defectos del bien que el adquirente conoció, o debió haber conocido mediante un
examen adecuado a las circunstancias del caso al momento de la adquisición, excepto
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que haya hecho reserva expresa respecto de aquéllos. Si reviste características
especiales de complejidad, y la posibilidad de conocer el defecto requiere cierta
preparación científica o técnica, para determinar esa posibilidad se aplican los usos del
lugar de entrega;
2. los defectos del bien que no existían al tiempo de la adquisición. La prueba de su
existencia incumbe al adquirente, excepto si el transmitente actúa profesionalmente en la
actividad a la que corresponde la transmisión.
Incumbe al adquirente, como regla, probar que el vicio existía al tiempo de la adquisición y, no
probándolo, se juzga que sobrevino después. Pero debe recordarse que en materia de prueba
también puede recurrirse a las presunciones e indicios. Por ello, bastará con que de las
circunstancias del caso y de la naturaleza del defecto resulte indudable o muy probable que el vicio
ya existía en ese momento. La prueba pericial tendrá ordinariamente un valor decisivo cuando la
fecha de aparición del defecto no ha podido ser categóricamente establecida por otros medios
como pueden ser testigos, informes de las oficinas técnicas estatales, etcétera.
La norma citada prevé una excepción: la prueba de que el vicio es posterior a la tradición incumbirá
al enajenante cuando éste actúe profesionalmente en la actividad a la que corresponde la
enajenación. Con razón, se hace recaer en el experto la carga de la prueba.
El adquirente tiene la carga de denunciar expresamente la existencia del defecto oculto al garante
dentro de los sesenta días de haberse manifestado. Si el defecto se manifiesta gradualmente, el
plazo se cuenta desde que el adquirente pudo advertirlo. El incumplimiento de esta carga extingue
la responsabilidad por defectos ocultos, excepto que el enajenante haya conocido o debido
conocer, la existencia de los defectos.
Concepto de evicción
Las obligaciones del enajenante no terminan con la entrega del bien. Quien transmite una cosa por
título oneroso, está obligado a garantizar la legitimidad del derecho que transmite; debe asegurar al
adquirente que su título es bueno y que nadie podrá perturbando alegando un mejor derecho.
En consecuencia de la buena fe, y de la lealtad que debe exigirse siempre a los contratantes, esta
garantía de evicción comprende tres aspectos:
Debe procurar que el adquirente no sea turbado de derecho por un tercero que invoque
para hacerlo un derecho anterior o contemporáneo a la transmisión; y si el tercero triunfa en
sus pretensiones, el enajenante tiene la obligación de indemnizar al adquirente por los
daños y perjuicios
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Debe garantizar al adquirente respecto de los reclamos formulados por terceros en
derechos resultantes de la propiedad intelectual, a menos que el enajenante se haya
ajustado a especificaciones suministradas por el tramitente
El enajenante debe abstenerse de realizar todo acto que implique una turbación de hecho o
de derecho respecto del bien transmitido
1. toda turbación de derecho, total o parcial, que recae sobre el bien, por causa anterior o
contemporánea a la adquisición;
2. los reclamos de terceros fundados en derechos resultantes de la propiedad intelectual o
industrial, excepto si el enajenante se ajustó a especificaciones suministradas por el
adquirente;
3. las turbaciones de hecho causadas por el transmitente.
El legislador prescinde de brindar una definición legal de evicción, defiriendo a la doctrina dicha
labor, para la cual aporta diferentes requisitos, principalmente en el texto que aquí se anota, entre
los cuales se recuerdan: la inexistencia o ilegitimidad del derecho transmitido; la turbación o
privación de un derecho; el reclamo fundado de un tercero; la causa anterior o contemporánea a la
adquisición.
Si un tercero demanda al adquirente en un proceso del que pueda resultar la evicción de la cosa, el
garante citado a juicio debe comparecer en los términos de la ley de procedimientos. El adquirente
puede seguir actuando en el proceso.
Si un tercero demanda al adquirente en un proceso del que pued resultad la evicción de la cosa, el
garante citado ajuicio debe comparecer en los términos de la ley de procedimientos. El adquirente
puede seguir actuando en el proceso.
El enajenante, citado por el adquirente, debe comparecer a juicio, en los términos de la ley de
procedimientos. La intervención del enajenante en el juicio se dirige a amparar a él mismo, a quien le
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interesa de manera primordial el triunfo en el pleito, cuyo resultado desfavorable vendría a pesar
sobre él.
El garante debe pagar al adquirente los gastos que éste ha afrontado para la defensa de sus
derechos. Sin embargo, el adquirente no puede cobrarlos, ni efectuar ningún otro reclamo si:
b) citó al garante, y aunque éste se allanó, continuó con la defensa y fue vencido.
El artículo trae uno de los efectos principales de la citación, al afirmar que "El garante debe pagar al
adquirente los gastos que éste ha afrontado para la defensa de sus derechos".
Parece razonable entender que ello presupone el vencimiento del adquirente en el pleito deducido
por el tercero, toda vez que en caso de triunfar, no sólo no resultaría lógico cargar con esos efectos
a quien transmitió un derecho incuestionable, sino también por imperio del régimen procesal de
costas, que tiende a imponerlas al vencido.
La conclusión a la que se arriba resulta coherente con los principios que gobiernan la
responsabilidad civil, toda vez que no puede pretenderse la reparación de un daño que no guarda
nexo adecuado de causalidad (art. 1726).
El derecho a mantenerse indemne, que faculta al adquirente a pedir el pago o reembolso de las
costas judiciales generadas en el pleito deducido por el tercero, cede cuando hubiera exteriorizado
conductas desinteresadas con la garantía, fueren éstas negligentes o temerarias. Así resulta de la
última parte del artículo 1047 en cuanto establece que "...el adquirente no puede cobrarlos, ni
efectuar ningún otro reclamo si: a) no citó al garante al proceso; b) citó al garante, y aunque éste se
allanó, continuó con la defensa y fue vencido".
Cese de la responsabilidad.
En los casos en que se promueve el proceso judicial, la responsabilidad por evicción cesa:
Sin embargo, la responsabilidad subsiste si el adquirente prueba que, por no haber existido
oposición justa que hacer al derecho del vencedor, la citación oportuna del garante por evicción, o
la interposición o sustanciación de los recursos, eran inútiles; o que el allanamiento o el laudo
desfavorable son ajustados a derecho.
El enajenante debe ser citado a juicio por el adquirente, bajo pena de eximir de responsabilidad al
primero, si no lo hiciere, o lo hiciere vencido el plazo que establece la ley procesal. Esta citación
importa una verdadera excepción dilatoria y, por tanto, se aplican las normas procesales relativas a
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tales defensas. Si el enajenante no se presenta a juicio, no puede ser compelido a ello ni tampoco
a manifestar si intervendrá o no; el tercero deberá en tal caso intimar al adquirente a que conteste
derechamente la demanda.
ARTICULO 988.- Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tener
por no escritas:
b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias;
ARTICULO 1119.- Regla general. Sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes especiales, es abusiva
la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente, tiene por objeto o por efecto
provocar un desequilibrio significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en
perjuicio del consumidor.
ARTICULO 985.- Requisitos. Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y
autosuficientes.
ARTICULO 986.- Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas
individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de in-
compatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.
ARTICULO 987.- Interpretación. Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se
interpretan en sentido contrario a la parte predisponente.
ARTICULO 988.- Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tener
por no escritas:
ARTICULO 1117.- Normas aplicables. Se aplican en este Capítulo lo dispuesto por las leyes
especiales y los artículos 985, 986, 987 y 988, existan o no cláusulas generales predispuestas por
una de las partes.
ARTICULO 1119.- Regla general. Sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes especiales, es abusiva
la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente, tiene por objeto o por efecto
provocar un desequilibrio significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en
perjuicio del consumidor.
ARTICULO 1120.- Situación jurídica abusiva. Se considera que existe una situación jurídica
abusiva cuando el mismo resultado se alcanza a través de la predisposición de una pluralidad de
actos jurídicos conexos.
ARTICULO 1122.- Control judicial. El control judicial de las cláusulas abusivas se rige, sin perjuicio
de lo dispuesto en la ley especial, por las siguientes reglas:
ARTICULO 985.- Requisitos. Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y
autosuficientes.
Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se
facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
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Subcontrato. Concepto. Aplicación.
Si estamos ante un contrato con prestaciones pendientes, estas prestaciones pueden ser
subcontratadas, en el todo o en parte. Sin embargo, tal subordinación está prohibida si se trata de
obligaciones que requieren prestaciones personales o intuito personae. Tampoco es posible la
subcontratación si ella está prohibida legalmente o por acuerdo de las partes.
Además, el subcontrato está condicionado en su existencia al contrato base, aunque deban añadirse
los efectos propios del nuevo contrato; por ello, el subcontratado no puede adquirir derechos o
contraer obligaciones mayores que ellos del subcontratante.
Acciones que puede ejercer el subcontratado. Acciones que conserva la parte del contrato principal
que no subcontrató.
El CCC establece con precisión las acciones que tienen tanto el subcontratado como el contratante
original que no ha celebrado el subcontrato.
El subcontratado dispone de las acciones emergentes del subcontrato contra el subcontratante, pero
también está facultado a ejercer las acciones directas que corresponden al subcontratante contra la
otra parte del contrato principal, en la extensión en que este pendiente el cumplimiento las
obligaciones de este respecto del subcontratante.
La parte que no celebro el subcontrato mantiene contra el subcontratante las acciones emergentes
del contrato principal. Además tiene las acciones que le corresponden a este último contra el
subcontratado, pudiendo ejercerlas en nombre e interés propio.
Cabe reconocer al acreedor del subcontratado la facultad de accionar contra el deudor del
contratado principal, dada la coincidencia de objetos y dependencia unilateral.
Contratos conexos. Concepto. Efectos con especial referencia a la frustración de su causa fin -
(remitirse a bolilla 2)
Cumplimiento Transacción
Imposibilidad de Renuncia
cumplimiento Muerte de las partes
Nulidad Rescisión
Caducidad y Resolución
prescripción Revocación
Confusión
Confusión, caducidad, imposibilidad de cumplimiento, muerte del deudor en los contratos ―intuito
personae‖. Conceptos. Breve referencia a la distinción entre caducidad y prescripción.
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Confusión. Cuando se reúne en una misma persona la calidad de deudor y acreedor, y en
un mismo patrimonio. En tal caso la obligación queda extinguida. Si se reúnen en una
misma persona los derechos y obligaciones de dos contratantes el contrato se extingue.
Caducidad. No solo hace perder la acción, extingue también el derecho no ejercido. Así, la
responsabilidad por defectos ocultos en un inmueble, caduca a los tres años de recibido, y
ya no podrá reclamarse aun cuando el vicio se haga evidente más tarde.
Imposibilidad de cumplimiento. En este caso, los contratos se extinguen. La imposibilidad
debe ser sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva; es decir, que sea posterior al
nacimiento de la obligación. Que importe un impedimento insuperable para cualquier
persona y que no sea transitoria.
Muerte del deudor en los contratos intuito personae. No se transmiten a los herederos
las obligaciones que sean inherentes a las persona del causante o cuando la transmisión
sea incompatible con la naturaleza de la propia obligación o este prohibida por una clausula
o por la ley.
Actos jurídicos extintivos. Actos bilaterales: rescisión bilateral (distracto) (art 1076).
ARTICULO 1076.- Rescisión bilateral. El contrato puede ser extinguido por rescisión bilateral.
Esta extinción, excepto estipulación en contrario, sólo produce efectos para el futuro y no afecta
derechos de terceros.
Sus efectos dependen de la voluntad de las partes, aunque si nada se conviene, solamente
produce efectos para el futuro. Las partes pueden acordar que el contrato originario quede sin
efecto retroactivamente, con obligación de las partes de restituirse mutuamente todo lo que
hubieran recibido la una de la otra; o bien pueden acordar que el contrato deja de producir sus
efectos ya producidos.
Debe decirse, sin embargo, que la retroactividad resultante de una rescisión bilateral no puede
perjudicar nunca los derechos que los terceros hubieran adquirido en el ínterin como consecuencia
del contrato originario.
ARTICULO 1077.- Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le atribuyen esa
facultad.
No importa un acuerdo de voluntades, sino de una sola de las partes, quien por propia facultad,
está facultada a poner fin a las relaciones contractuales total o parcialmente. Esta facultad
excepcional es reconocida por la ley en ciertos contratos (como el de trabajo).
Esta rescisión unilateral pone término a las relaciones contractuales a partir del momento en que la
voluntad se ha manifestado; pero no afecta los efectos anteriores del contrato, es decir, no tiene
retroactividad, salvo pacto en contrario.
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También es posible que las partes hayan pactado la posibilidad de rescindir el contrato de manera
unilateral. En este caso, la facultad rescisoria no puede ser ejercida abusiva, desconsiderada o
desmedidamente, y ninguna de las partes, en caso de indeterminación del plazo de vigencia del
contrato está autorizada para hacer cesar abruptamente la relación, salvo que en un ―casus‖ le
importa hacerlo o hubiere acaecido una actividad francamente culpable o dolosa de una de las
partes. También en este caso, los efectos son solo para el futuro, salvo estipulación en contrario.
La ley nada dice de la situación de los terceros ante un caso de rescisión unilateral, legal o
convenida. La omisión quizás se deba a que se prevé como regla que los efectos solo serán para
el futuro. Sin embargo, no puede olvidarse que la propia norma deja a salvo la posibilidad de
convenir que los efectos se retrotraigan hacia el pasado; en este caso, parece claro que no pueden
afectarse los derechos de los terceros.
ARTICULO 1083.- Resolución total o parcial. Una parte tiene la facultad de resolver total o
parcialmente el contrato si la otra parte lo incumple. Pero los derechos de declarar la resolución
total o la resolución parcial son excluyentes, por lo cual, habiendo optado por uno de ellos, no
puede ejercer luego el otro. Si el deudor ha ejecutado una prestación parcial, el acreedor sólo
puede resolver íntegramente el contrato si no tiene ningún interés en la prestación parcial.
Revocación.
ARTICULO 1077.- Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le atribuyen esa
facultad.
El CCC establece una serie de disposiciones que resultan comunes a todos los tipos de extinción
del contrato de manera unilateral, comprendiéndose tanto la rescisión unilateral como la resolución.
Estas normas son aplicables siempre y cuando no exista una disposición en contrario, prevista por
la ley, o por el propio contrato.
ARTICULO 1078.- Disposiciones generales para la extinción por declaración de una de las
partes. Excepto disposición legal o convencional en contrario, se aplican a la rescisión unilateral, a
la revocación y a la resolución las siguientes reglas generales:
a) el derecho se ejerce mediante comunicación a la otra parte. La comunicación debe ser dirigida
por todos los sujetos que integran una parte contra todos los sujetos que integran la otra;
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b) la extinción del contrato puede declararse extrajudicialmente o demandarse ante un juez. La
demanda puede iniciarse aunque no se haya cursado el requerimiento previo que pudo
corresponder; en tal situación se aplica el inciso f);
d) la extinción del contrato no queda afectada por la imposibilidad de restituir que tenga la parte
que no la declaró;
e) la parte que tiene derecho a extinguir el contrato puede optar por requerir su cumplimiento y la
reparación de daños. Esta demanda no impide deducir ulteriormente una pretensión extintiva;
g) la demanda ante un tribunal por extinción del contrato impide deducir ulteriormente una
pretensión de cumplimiento;
h) la extinción del contrato deja subsistentes las estipulaciones referidas a las restituciones, a la
reparación de daños, a la solución de las controversias y a cualquiera otra que regule los derechos
y obligaciones de las partes tras la extinción.
ARTICULO 1079.- Operatividad de los efectos de la extinción por declaración de una de las
partes. Excepto disposición legal en contrario:
b) la resolución produce efectos retroactivos entre las partes, y no afecta el derecho adquirido a
título oneroso por terceros de buena fe.
ARTICULO 1080.- Restitución en los casos de extinción por declaración de una de las
partes. Si el contrato es extinguido total o parcialmente por rescisión unilateral, por revocación o
por resolución, las partes deben restituirse, en la medida que corresponda, lo que han recibido en
razón del contrato, o su valor, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para restituir, y a lo
previsto en el artículo siguiente.
b) las prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus efectos en cuanto resulten
equivalentes, si son divisibles y han sido recibidas sin reserva respecto del efecto cancelatorio de
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la obligación;
c) para estimar el valor de las restituciones del acreedor se toman en cuenta las ventajas que
resulten o puedan resultar de no haber efectuado la propia prestación, su utilidad frustrada y, en su
caso, otros daños.
La idea primaria es la restitución de lo recibido; si ello no fuere posible, por ejemplo por su
destrucción, deberá entregarse su valor. Asimismo, deberán reintegrarse frutos y accesorios.
ARTICULO 1086.- Cláusula resolutoria expresa. Las partes pueden pactar expresamente que la
resolución se produzca en caso de incumplimientos genéricos o específicos debidamente
identificados. En este supuesto, la resolución surte efectos a partir que la parte interesada
comunica a la incumplidora en forma fehaciente su voluntad de resolver.
La inclusión de una cláusula resolutoria expresa conserva gran importancia práctica, puesto que
por su intermedio las partes pueden convenir el régimen al que ha de someterse la potencial
resolución del contrato. Así, las partes pueden determinar cuáles serán los Incumplimientos que
habilitan a la resolución, sorteando inicialmente el debate acerca de la configuración y entidad del
incumplimiento, aunque siempre dentro de los limites impuestos por la buena fe y el abuso del
derecho. También pueden pactar el procedimiento al que ha de sujetarse la resolución. Ello,
además, puede ir acompañado de otros pactos, sobre los daños que deberá reparar el incumplidor
e incluso establecer cuáles son las prestaciones que deberán restituirse y en qué modo, tiempo y
forma.
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Transacción. Es un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o ponerle fin,
haciéndose concesiones reciprocas, extinguen obligaciones dudosas. Cuando la
transacción es un contrato, lo que las partes procuran, no es generar derechos ni
transmitírselo, sino declararlos o reconocérselos. Mediante esto, las partes abandonan un
estado de cierta incertidumbre jurídica e ingresan en otro de plena certeza, con clara
determinación de sus derechos. De esta manera se extinguen aquellas obligaciones que
eran dudosas.
Renuncia. Es una declaración de voluntad por la cual una persona abandona un derecho y
lo da por extinguido. En la medida que la renuncie no este prohibida y solo afecte intereses
personales, es posible que ambas partes o una de ella renuncia a los derechos conferidos
de un contrato, extinguiéndose así las obligaciones oportunamente creadas.
El pacto comisorio es la facultad de una de las partes de un contrato para resolverlo cuando la
otra no cumpla con las obligaciones a su cargo; es la cláusula expresamente pactada, o implícita
en todo contrato bilateral, en virtud del cual el cumplidor tiene opción para extinguirlo por medio de
una declaración unilateral de voluntad.
Son aplicables a los contratos bilaterales, en los que hay prestaciones reciprocas. Es que si una
sola de las partes se ha obligado, el acreedor no tendrá ningún interés en pedir la resolución, pues
el no está obligado a nada
ARTICULO 1086.- Cláusula resolutoria expresa. Las partes pueden pactar expresamente que la
resolución se produzca en caso de incumplimientos genéricos o específicos debidamente
identificados. En este supuesto, la resolución surte efectos a partir que la parte interesada
comunica a la incumplidora en forma fehaciente su voluntad de resolver.
La ley dice que en este caso la resolución se produce desde que se comunica al incumplidor la
voluntad de resolver y no desde el momento del incumplimiento de la mora.
Pacto comisorio o clausula resolutoria implícita (arts. 1087 y 1088) Requisitos. Procedimiento.
Efectos.
a) un incumplimiento en los términos del artículo 1084. Si es parcial, debe privar sustancialmente
de lo que razonablemente la parte tenía derecho a esperar en razón del contrato;
c) que el acreedor emplace al deudor, bajo apercibimiento expreso de la resolución total o parcial
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del contrato, a que cumpla en un plazo no menor de quince días, excepto que de los usos, o de la
índole de la prestación, resulte la procedencia de uno menor. La resolución se produce de pleno
derecho al vencimiento de dicho plazo. Dicho requerimiento no es necesario si ha vencido un plazo
esencial para el cumplimiento, si la parte incumplidora ha manifestado su decisión de no cumplir, o
si el cumplimiento resulta imposible. En tales casos, la resolución total o parcial del contrato se
produce cuando el acreedor la declara y la comunicación es recibida por la otra parte.
Ocurrido el incumplimiento y mora de una de las partes, el acreedor debe emplazar al deudor, bajo
apercibimiento expreso de resolver total o parcialmente el contrato, a que cumpla con su
obligación, en una plazo no menor a quince días, a menos que los usos o de la índole de la
prestación resulta de la procedencia de uno menor. Desde luego, el acreedor también esta
facultado a exigir la reparación de los daños.
Es necesario el requerimiento. Se brinda al deudor una ocasión de cumplir. Vencido el plazo fijado,
la obligación se resuelve por el mero cumplimiento del plazo y sin necesidad de otra actividad
ulterior del acreedor. Por lo tanto, si el acreedor requiere el cumplimiento pero sin ánimo de
resolver el contrato, deberá aclarar que no persigue tal resolución; de lo contrato ella se producirá
automáticamente.
En la frustración del fin de la causa del contrato, el hecho jurídico que altera el contexto contractual
no genera un obstáculo en el campo fáctico sino en la volición. El acreedor deja de desear el
cumplimiento porque aun si se cumpliese, la prestación carecería del sentido buscado al contratar.
La prestación es posible pero inútil, pues -por la concurrencia del hecho frustrante- se pierde el
interés que se buscaba satisfacer al contratar.
Cuando la finalidad tenida en cuenta por los contratantes se ha frustrado parece razonable admitir
la resolución del contrato. Claro está que para que ello ocurra es imprescindible que la finalidad,
como ya se ha dicho, haya sido expresada, o haya sido conocida por la otra parte, pues el motivo
determinante que cada parte tuvo al celebrar el contrato recién se vuelve común cuando se lo
expresa.
El punto central es que se trate de un contrato de ejecución diferida, que el tiempo influya en la
ejecución del contrato. A partir de esta premisa, la finalidad de cualquier contrato puede quedar
frustrada, incluso uno gratuito. Es el caso, por ejemplo, del contrato de renta vitalicia gratuita
contratada para beneficiar a quien padece una situación de indigencia; pues bien, si con
posterioridad a la celebración del contrato y por razones ajenas a la voluntad de las partes, cesa tal
estado de indigencia, parece lógico admitir que puede ser resuelto el contrato, toda vez que ha
desaparecido el motivo impulsor del beneficio otorgado.
Caso de coronación
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La situación era para alquilar balcones, y así se hizo pues el futuro Rey recorrería sitios
emblemáticos como Pall Mall. Se alquilaron para el día del desfile balcones y ventanas que -sin
embargo- quedaron desiertas porque el futuro rey se enfermó y debió postergase el desfile. Sin
duda, algunas de tales locaciones solo cambiaron de fecha, pero otros contratos desembocaron en
conflictos que debieron ser resueltos por la Corte de Apelaciones de Londres, en el año 1903.
Dos de tales pronunciamientos son significativos para la doctrina de la frustración de la causa fin
del contrato: "Chandler v. Webster", y a Krell v. Henry".
En ellos, la prestación debida es de cumplimiento posible pero inútil, pues no proporciona a una de
las partes la satisfacción buscada, que es conocida y aceptada por el otro contratante, lo que la
erige en la causa fin del contrato. El evento frustrante priva al contrato de su causa y así quiebra su
base objetiva.
En el primero de ellos -"Chandler v. Webster"- el locatario, había pagado los dos tercios del
precio, cuya restitución reclamaba por falta de "consideration". A su vez el locador exigía el pago
del saldo de precio. Al desestimar la demanda y aceptar la reconvención la Corte de Apelaciones
de Londres sostuvo que "el efecto de la frustración no era declarar la nulidad 'ab initio' del contrato,
sino solamente relevar a las partes de ulteriores prestaciones".
En el segundo caso -Krell v. Henry- se había alquilado una ventana sobre Pall Mall. El locador
exigía el pago del saldo de las 2/3 partes del precio adeudado que deberían haberse pagado el
mismo día en que se anunció la suspensión del desfile, mientras que el locatario reconvino por
restitución del tercio pagado anteriormente. Pero la solución de la Corte de Apelaciones, al
rechazar la demanda del locador y acoger la reconvención de restitución del locatario, fue
diametralmente opuesta. Se concluyó que para llegar a establecer el sentido del contrato debía
analizarse que ya en el mismo anuncio puesto por el locador en la ventana ofrecida en alquiler,
surgía la finalidad del arriendo consistente en observar el desfile real. Esa era su "consideration " -
su causa en derecho continental- que formaba parte de "la base del contrato", pues siendo común,
quedó incorporada explícitamente para ambas partes al contexto contractual, y la no realización del
desfile la frustró.
Requisitos de aplicación
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Efectos de la aplicación del instituto
Invocación por la parte afectada. La parte afectada debe invocar la doctrina. En nuestro
sistema jurídico debe ser invocada por las partes que son las únicas que saben de la causa
fin común, en particular por aquella a la que se reclama el cumplimiento. Por el mismo
motivo, en mi opinión tampoco procede su aplicación de oficio por el juez.
Resolución del contrato. Es lo que diferencia este instituto de la excesiva onerosidad
sobreviniente, en la que el reajuste de las prestaciones es la consecuencia primigenia, por
aquello del principio de conservación de los actos jurídicos.
Hay ausencia de resarcimiento. Esta consecuencia se sigue de la "ajenidad" del evento
frustrante. Aunque no consiste en una mera causal de exoneración del incumplimiento
produce a este respecto el mismo efecto que el caso fortuito. No habrá resarcimiento.
Suerte de las prestaciones cumplidas En orden a la suerte de las prestaciones debe
distinguirse entre las ya cumplidas y las futuras. Las ya cumplidas, como la ineficacia
carece de efecto retroactivo, quedarán firmes.
Suerte de las prestaciones pendientes. No deberán cumplirse ni pueden reclamarse. Se
refiere a las prestaciones equilibradas, es decir a aquellas que cuentan con
contraprestación
Interpretación restrictiva.
Teoría de la imprevisión (art. 1091). El tema de su aplicación a los contratos gratuitos. Requisitos
en orden al demandante. Acción autónoma de adecuación.
Muchas veces, después de celebrado un contrato se produce una alteración profunda en las
circunstancias (principalmente las de orden económico) existentes en el momento de la
celebración. Como ejemplos notables pueden citarse una guerra, una profunda e imprevisible
crisis, etcétera. Los precios de las mercaderías prometidas varían sustancialmente, la crisis de la
mano de obra subsecuente a una movilización hace dificultosísima la producción o fabricación,
etcétera. No es totalmente imposible cumplir, pero el cumplimiento se hace sumamente gravoso y
quizás origine la ruina del deudor. Es de toda evidencia la justicia de reajustar las cláusulas del
contrato y, en ciertos casos, de considerarlo insubsistente. Es esto lo que en derecho moderno se
llama teoría de la imprevisión.
En el derecho moderno, la teoría de la imprevisión tiene una aceptación cada vez más amplia. Las
profundas alteraciones provocadas en la economía mundial por las grandes guerras del siglo XX y
el fenómeno de la inflación, que en algunos países ha tenido caracteres agudísimos, no podían
dejar impasibles a legisladores y jueces. Así, por ejemplo, en Alemania, después de la crisis
sobreviniente a la derrota en la segunda guerra mundial, los jueces fueron autorizados a revisar
todos los contratos de tracto sucesivo y reducir las obligaciones del deudor al límite indicado por la
buena fe. Los jueces quedaron así convertidos en árbitros de las obligaciones contractuales.
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Naturalmente, esta solución sólo es admisible en épocas de un verdadero derrumbe de la
economía; pero sin llegar a tales extremos, pueden producirse cambios profundos que hagan justa
la intervención judicial para reducir las prestaciones que, en razón de las nuevas circunstancias,
resulten a todas luces excesivas. La teoría de la imprevisión ha sido acogida expresamente por el
Código italiano (arts. 1467 y sigs.), el Código peruano (arts. 1440 y sigs.), el Código brasileño (art.
478), por la jurisprudencia alemana, etcétera.
Es necesario, además, tener presente que no basta un cambio de las circunstancias, sino que ese
cambio sea, en su existencia misma o en su intensidad, imprevisible.
La previsión es el instituto por el cual una de las partes adquiere el derecho a plantear la
resolución del contrato, o su adecuación cuando la prestación a su cargo se volviese
excesivamente onerosa.
Que se trate de contratos conmutativos, esto es contratos en los cuales las obligaciones
mutuas están determinadas de una manera precisa. Quedan comprendidos los contratos
bilaterales u onerosos.
Que se trate de contratos de ejecución diferida o ejecución permanente o continuada. No
concibe los contratos de cumplimiento instantáneo e inmediato.
Que la prestación a cargo de una de las partes se torne excesivamente onerosa. Que se
produzca una alteración grave del equilibrio normal de las prestaciones.
Que la excesiva onerosidad se haya producido como consecuencia de una alteración
extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración, y al riesgo
asumido por la parte que es afectada. La alteración responde a acontecimientos graves e
imprevisibles.
Es necesario que el perjudicado no hubiese obrado con culpa, pues la excesiva onerosidad
debe sobrevenir por causas ajenas a las partes.
Debe tratarse de acontecimientos de carácter general o social. los de carácter personal no
afectan al contrato, a menos que constituyan un caso de fuerza mayor que impida el
cumplimiento.
En cuanto a sus efectos, la parte perjudicada con la alteración de las prestaciones puede plantear
extrajudicialmente o ante un juez la resolución total o parcial del contrato. Pero en los de ejecución
continuada, la resolución no alcanzara a los efectos ya cumplidos, si las prestaciones son
equivalentes, divisibles, y han sido recibidas sin reservas.
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un tercero; cuando este ha aceptado la encomienda recibida, podrá invocar esta teoría si se dan
las condiciones de su aplicabilidad.
Es una discusión que ya estaba en el viejo régimen, pero hoy hay elementos adicionales para
sostener la idea de que también se aplican a los contratos gratuitos. No hay una regulación
explicita, está ―abierto‖. Es decir que, a diferencia del Código derogado, el vigente no exige que el
contrato sea oneroso, de modo que ante esa omisión queda habilitada la aplicación del instituto
también a los contratos gratuitos.
El art. 1091 concluye afirmando que igual regla se aplica "al contrato aleatorio si la prestación se
torna excesivamente onerosa por causas extrañas a su alea propia".
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Relación de consumo
La Ley de defensa del Consumidor N° 24.240 define a las relaciones de consumo en su art 3, esta
definición fue reflejada en el CCyC en su art 1092 que expresa:
En este sentido, el vínculo jurídico puede generarse por la ley o el contrato. Debe quedar de
manifiesto que el vínculo puede originarse no solo por un lazo contractual, sino que también puede
ser creado por imposición legal. Ley: Por ejemplo, el deber de reparar el daño que sufre un
consumidor por un producto defectuoso.
Podemos afirmar que todos los contratos de consumo denotan una relación de consumo, pero no
todas las relaciones de consumo tienen su origen en un contrato.
En la relación de consumo, ¿el proveedor siempre tiene que ser una empresa?
No, también puede ser una persona humana que vende u ofrece un bien o servicio. Por eso,
también hay relación de consumo cuando le comprás algo a otro particular, por ejemplo, por
Internet.
¿Puede haber relación de consumo con empresas públicas o solo con empresas privadas?
La relación de consumo puede darse también con una empresa pública. Por eso, los servicios
dados por empresas del Estado también generan relaciones de consumo.
Sujetos
Se considera consumidor a la persona humana o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita
u onerosa, bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o
social.
El termino consumidor es un adjetivo, que califica a una persona en razón de un rol que
desempeña en una relación particular que llamamos ―relación de consumo‖
Surge del texto legal, además, la designación de categorías de consumidores, las que sin
distinciones entre si están ―equiparadas‖, ello es, que gozaran de los mismos derechos emanados
de la ley.
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Esta equiparación al consumidor directo de los que hubieran quedado expuestos a una relación de
consumo, había surgido del fallo ―Mosca‖ en el que se reconoció el derecho a ser indemnizado, con
fundamento en su ―exposición a una relación de consumo‖ a una persona que se encontraba
en las afueras de un estadio de futbol mientras adentro se suscitaba una pelea entre hinchas de la
que salió arrojada un piedra, que impacto en su ojo y le provocó daños en la vista.
Esta categoría resultaba útil para sustentar la reparación de daños a terceros derivados de un
contrato de consumo. El CCC, sin embargo, elimino esta categorización.
El proveedor es aquel que interviene en el mercado de manera tal de hacer llegar al consumidor su
producto o servicio; ya sea en su etapa de elaboración, distribución o comercialización.
Proveedor - (art 2 ley 24.240). Es la persona física o jurídica de naturaleza pública o privada, que
desarrolla de manera profesional, aun ocasionalmente, actividades de producción, montaje,
creación, construcción, transformación, importación, concesión de marca, distribución y
comercialización de bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios.
Fundamento constitucional
Artículo 42: Protección a los consumidores en el ámbito de las relaciones de consumo, de modo tal
que el derecho de los consumidores es de raigambre constitucional.
Principios interpretativos
ARTICULO 1094.-Interpretación y prelación normativa. Las normas que regulan las relaciones
de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de protección
del consumidor y el de acceso al consumo sustentable.
En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la
más favorable al consumidor.
Es definido como aquel contrato que vincula a dos o más partes en un negocio jurídico que se
efectúa en el marco de una relación de consumo.
ARTICULO 1093.- Es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona humana o
jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o
prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los
bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social.
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ARTICULO 1095 Se interpreta en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existen
dudas sobre los alcances de su obligación, se adopta la que sea menos gravosa..
Libertad de contratación en el derecho del consumidor. Prácticas abusivas. Sujetos protegidos (art.
1096) Venta convoyada (1099). Trato digno (art. 1097). Trato no discriminatorio (1098).
Las prácticas comerciales abusivas denotan una alteración de la libertad y dignidad del
consumidor, en tanto o bien lo exponen a situaciones humillantes y vejatorias o lo incitan a la
adquisición de bienes y servicios mediante el engaño o la coacción.
ARTICULO 1096.- Ámbito de aplicación. Las normas de esta Sección y de la Sección 2a del
presente Capítulo son aplicables a todas las personas expuestas a las prácticas comerciales,
determinables o no, sean consumidores o sujetos equiparados conforme a lo dispuesto en el
artículo 1092.
ARTICULO 1097.-Trato digno. Los proveedores deben garantizar condiciones de atención y trato
digno a los consumidores y usuarios. La dignidad de la persona debe ser respetada conforme a los
criterios generales que surgen de los tratados de derechos humanos. Los proveedores deben
abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias.
ARTICULO 1099.-Libertad de contratar. Están prohibidas las prácticas que limitan la libertad de
contratar del consumidor, en especial, las que subordinan la provisión de productos o servicios a la
adquisición simultánea de otros, y otras similares que persigan el mismo objetivo.
Deber de información en los contratos de consumo (art. 1100). Fundamento constitucional. Valor
vinculante de la publicidad (art. 1103). Publicidad prohibida (art. 1101). Acciones referidas a la
publicidad. Legitimación activa (art. 1102).
a) contenga indicaciones falsas o de tal naturaleza que induzcan o puedan inducir a error
al consumidor, cuando recaigan sobre elementos esenciales del producto o servicio;
b) efectúe comparaciones de bienes o servicios cuando sean de naturaleza tal que conduzcan a
error al consumidor; (Comparación con los competidores, con el fin de resaltar las ventajas propias)
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c) sea abusiva, discriminatoria o induzca al consumidor a comportarse de forma perjudicial o
peligrosa para su salud o seguridad.
En este tipo de contratos no es el consumidor quien concurre hacia el bien o el servicio, sino es a
la inversa. Esta situación de ―invasión al consumidor llevo al legislador a concluir que violenta la
libertad de elección para el consumidor, en tanto, no ha tenido tiempo suficiente para reflexionar
respecto de la conveniencia de la contratación. Es por ello que se le ha concedido al consumidor el
derecho de revocar el contrato. (art 1110)
ARTICULO 1105.- Contratos celebrados a distancia son aquellos concluidos entre un proveedor y
un consumidor con el uso exclusivo de medios de comunicación a distancia, entendiéndose por
tales los que pueden ser utilizados sin la presencia física simultánea de las partes contratantes. En
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especial, se consideran los medios postales, electrónicos, telecomunicaciones, así como servicios
de radio, televisión o prensa.
Medios electrónicos
ARTICULO 1107.-Información sobre los medios electrónicos. Si las partes se valen de técnicas
de comunicación electrónica o similares para la celebración de un contrato de consumo a distancia,
el proveedor debe informar al consumidor, además del contenido mínimo del contrato y la facultad
de revocar, todos los datos necesarios para utilizar correctamente el medio elegido, para
comprender los riesgos derivados de su empleo, y para tener absolutamente claro quién asume
esos riesgos.
¿Es posible hacer contratos de consumo por internet? Sí. El CCC habla de ese tipo de
contratos bajo el nombre ¨medios electrónicos¨. También están incluidos los contratos celebrados
por teléfono y por cualquier otro medio que signifique que no hay presencia física de las partes del
contrato en el mismo lugar y a la vez.
¿El deber de información del proveedor es igual que en el resto de los contratos? No, en
estos casos el deber de información es mayor. Tiene que tener:
Todos los datos necesarios para usar correctamente el medio electrónico que estás usando
para contratar.
Todos los datos necesarios para comprender los riesgos de la contratación por ese medio
electrónico.
Los datos necesarios para que tengas claro quién asume esos riesgos.
Información sobre tu derecho a dejar sin efecto el contrato.
¿Qué hago si compro algo por medios electrónicos y luego me arrepiento? Tenés derecho a
arrepentirte dentro de los 10 días. No pueden limitar tu derecho. Por eso, cualquier limitación a esta
facultad de arrepentirte se considera no escrita.
¿Hay alguna excepción al derecho de arrepentirme? Sí. No podés arrepentirte si compraste por
medios electrónicos:
Productos personalizados o hechos con tus indicaciones.
Productos que se deterioran rápido o que por su naturaleza no pueden ser devueltos.
Grabaciones sonoras o de video, discos o programas informáticos.
Diarios y revistas.
ARTICULO 1112.-Forma y plazo para notificar la revocación. La revocación debe ser notificada
al proveedor por escrito o medios electrónicos o similares, o mediante la devolución de la cosa
dentro del plazo de diez días computados conforme a lo previsto en el artículo 1110.
ARTICULO 1115.-Gastos. El ejercicio del derecho de revocación no debe implicar gasto alguno
para el consumidor. En particular, el consumidor no tiene que reembolsar cantidad alguna por la
disminución del valor de la cosa que sea consecuencia de su uso conforme a lo pactado o a su
propia naturaleza, y tiene derecho al reembolso de los gastos necesarios y útiles que realizó en
ella.
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b) los de suministro de grabaciones sonoras o de video, de discos y de programas informáticos que
han sido decodificados por el consumidor, así como de ficheros informáticos, suministrados por vía
electrónica, susceptibles de ser descargados o reproducidos con carácter inmediato para su uso
permanente;
c) los de suministro de prensa diaria, publicaciones periódicas y revistas
Es abusiva la cláusula que, no habiendo sido negociada individualmente, tiene por objeto o efecto
provocar un desequilibrio significativo en los derechos y obligaciones de las partes, en perjuicio del
consumidor.
ARTICULO 988.-Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tener
por no escritas:
a) las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente;
b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias;
c) las que por su contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.
Integración con las normas de los arts.985 a 988. Situación jurídica abusiva (art. 1120) Clausulas
que no pueden declararse abusivas (art.1121). La sorpresa como vicio de la voluntad, el tema en el
Código Civil y Comercial, en la ley 24.240 y en el art. 775 del derogado Cód. Civil. Control de
cláusulas abusivas. Control legislativo, administrativo y judicial (arts. 1118 y 1122). Cláusulas
abusivas, listas negras y listas grises. Listas abiertas y cerradas. Efectos de la declaración judicial
(arts.988 y 1122).
ARTICULO 986.-Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas
individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de in-
compatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.
ARTICULO 987.-Interpretación. Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se
interpretan en sentido contrario a la parte predisponente.
ARTICULO 1117.-Normas aplicables. Se aplican en este Capítulo lo dispuesto por las leyes
especiales y los artículos 985, 986, 987 y 988, existan o no cláusulas generales predispuestas por
una de las partes.
ARTICULO 1119.-Regla general. Sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes especiales, es abusiva
la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente, tiene por objeto o por efecto
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provocar un desequilibrio significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en
perjuicio del consumidor.
ARTICULO 1120.-Situación jurídica abusiva. Se considera que existe una situación jurídica
abusiva cuando el mismo resultado se alcanza a través de la predisposición de una pluralidad de
actos jurídicos conexos.
ARTICULO 1122.-Control judicial. El control judicial de las cláusulas abusivas se rige, sin
perjuicio de lo dispuesto en la ley especial, por las siguientes reglas:
d) cuando se prueba una situación jurídica abusiva derivada de contratos conexos, el juez debe
aplicar lo dispuesto en el artículo 1075.
Qué son las cláusulas abusivas? Las cosas escritas en un contrato que perjudican al consumidor
porque lo ponen en una situación de debilidad frente al vendedor. Por ejemplo:
Las que dicen que en caso de atraso en el pago se cobrará un recargo ¨a determinar¨ y no
indican el monto de ese recargo.
Las que establecen que para hacer un reclamo el consumidor debe probar que no recibió el
bien o servicio en el momento pactado.
Las que indican que, en caso de conflicto, el consumidor deberá presentarse ante el juez
del lugar que indique la empresa.
¿Qué pasa si el contrato contiene ese tipo de cláusulas? Esas cláusulas no tienen validez. Es
como si no estuvieran escritas.
Me dicen que el contrato que firmé no es abusivo porque está autorizado por un organismo
estatal, ¿puedo pedir igual su control ante un juez? Sí. El Código es claro al respecto: los
contratos pueden ser controlados por un juez aun cuando hayan sido aprobados por alguna
autoridad administrativa.
Todo ello sin perjuicio de las acciones de daños y perjuicios que correspondan.
SEGUNDA PARTE
CONTRATOS EN PARTICULAR
COMPRAVENTA
Concepto
Hay compraventa si una de las partes se obliga a transferir la propiedad de una cosa y la otra a
pagar un precio en dinero”.
Partes
Se permiten a las partes pactar con libertad las condiciones a las cuales se sujetarán en cada caso
concreto, pero esto no debe hacer cambiar la esencia del contrato, por cuanto si no se paga un
precio en dinero sino que se entrega otra cosa en pago.
Este contrato no supone entrega física de la cosa ni el pago efectivo del precio, sino que implica la
obligación de hacerlo, en la forma y momentos que se pacten o estipulen por las partes.
Características
ARTICULO 1124.- Aplicación supletoria a otros contratos. Las normas de este Capítulo se
aplican supletoriamente a los contratos por los cuales una parte se obliga a:
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ARTICULO 1127.- Naturaleza del contrato. El contrato no debe ser juzgado como de
compraventa, aunque las partes así lo estipulen, si para ser tal le falta algún requisito esencial.
Esta regla está dedicada al contrato de compraventa, pero sus implicancias pueden ser
perfectamente trasladadas al resto de los contratos como una regla general, por la cual ningún
contrato especial será considerado como tal, si le faltase algún requisito esencial.
Cosa vendida
Pueden venderse todas las cosas que pueden ser objeto de los contratos.
Cosa cierta que ha dejado de existir. Si la venta es de cosa cierta que ha dejado de
existir al tiempo de perfeccionarse el contrato, éste no produce efecto alguno. Si ha dejado
de existir parcialmente, el comprador puede demandar la parte existente con reducción del
precio.
Puede pactarse que el comprador asuma el riesgo de que la cosa cierta haya perecido o
esté dañada al celebrarse el contrato. El vendedor no puede exigir el cumplimiento del
contrato si al celebrarlo sabía que la cosa había perecido o estaba dañada.
Cosa futura. Si se vende cosa futura, se entiende sujeta a la condición suspensiva de que
la cosa llegue a existir.
El vendedor debe realizar las tareas, y esfuerzos que resulten del contrato, o de las
circunstancias, para que ésta llegue a existir en las condiciones y tiempo convenidos.
El comprador puede asumir, por cláusula expresa, el riesgo de que la cosa no llegue a
existir sin culpa del vendedor.
Cosa ajena. La venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida, en los términos del
artículo 1008. El vendedor se obliga a transmitir o hacer transmitir su dominio al comprador.
Condiciones: el precio
ARTICULO 1133.- Determinación del precio. El precio es determinado cuando las partes lo fijan
en una suma que el comprador debe pagar, cuando se deja su indicación al arbitrio de un tercero
designado o cuando lo sea con referencia a otra cosa cierta. En cualquier otro caso, se entiende
que hay precio válido si las partes previeron el procedimiento para determinarlo.
ARTICULO 1134.- Precio determinado por un tercero. El precio puede ser determinado por un
tercero designado en el contrato o después de su celebración. Si las partes no llegan a un acuerdo
sobre su designación o sustitución, o si el tercero no quiere o no puede realizar la determinación, el
precio lo fija el juez por el procedimiento más breve que prevea la ley local.
Debe ser dinero. El precio debe ser en dinero, de lo contrario no hay compraventa. Si lo
que se da a cambio de una cosa es un servicio o trabajo, habrá dación en pago; si se
cambia una cosa por otra, habrá permuta.
Debe ser determinado o determinable. El requisito de ―precio determinado o
determinable” implica que el precio debe ser cierto, es decir, determinado o determinable.
Debe ser serio. Se considera que el precio debe ser ―serio‖. La doctrina coincide en que el
precio debe ser serio por oposición a un precio vil, ficticio o simulado
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Obligación de transferir. El vendedor debe transferir al comprador la propiedad de la cosa
vendida. También está obligado a poner a disposición del comprador los instrumentos
requeridos por los usos o las particularidades de la venta, y a prestar toda cooperación que
le sea exigible para que la transferencia dominial se concrete.
Gastos de entrega. Excepto pacto en contrario, están a cargo del vendedor los gastos de
la entrega de la cosa vendida y los que se originen en la obtención de los instrumentos
referidos en el artículo 1137. En la compraventa de inmuebles también están a su cargo los
del estudio del título y sus antecedentes y, en su caso, los de mensura y los tributos que
graven la venta.
Tiempo de entrega del inmueble. El vendedor debe entregar el inmueble inmediatamente
de la escrituración, excepto convención en contrario.
Entrega de la cosa. La cosa debe entregarse con sus accesorios, libre de toda relación de
poder y de oposición de tercero.
a) pagar el precio en el lugar y tiempo convenidos. Si nada se pacta, se entiende que la venta es
de contado;
b) recibir la cosa y los documentos vinculados con el contrato. Esta obligación de recibir consiste
en realizar todos los actos que razonablemente cabe esperar del comprador para que el vendedor
pueda efectuar la entrega, y hacerse cargo de la cosa;
c) pagar los gastos de recibo, incluidos los de testimonio de la escritura pública y los demás
posteriores a la venta.
Clausulas especiales
De acuerdo al art. 1380 del Código de VÉLEZ estas cláusulas sólo se aplicaban a los bienes
inmuebles; el CCC sin embargo cambia esta idea permitiendo su utilización tanto para bienes
muebles como inmuebles, diferenciando sus efectos si se trata de cosas registrables, así el art.
1166, dispone:
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Si las cosas vendidas son muebles no registrables, los pactos no son oponibles a terceros
adquirentes de buena fe y a título oneroso‖.
El CCC unifica los plazos para estos tres pactos, en forma supletoria y máxima; es decir, al quedar
el contrato sometido a una condición resolutoria ésta no puede tener vigencia sine die, por ello las
partes pueden fijar el plazo que consideren conveniente, pero con la limitación de que no podrá
exceder lo establecido por la Ley.
Esto significa que el adquirente puede realizar actos de disposición sobre al cosa, pero ellos se
extinguen si el vendedor ejerce la facultad de recuperar la cosa.
Entrega de la cosa
ARTICULO 1147.- Plazo para la entrega de la cosa. La entrega debe hacerse dentro de las
veinticuatro horas de celebrado el contrato, excepto que de la convención o los usos resulte otro
plazo.
a) el comprador contrató con el titular registral, o puede subrogarse en la posición jurídica de quien
lo hizo mediante un perfecto eslabonamiento con los adquirentes sucesivos;
b) el comprador pagó como mínimo el veinticinco por ciento del precio con anterioridad a la traba
de la cautelar;
c) el boleto tiene fecha cierta;
d) la adquisición tiene publicidad suficiente, sea registral, sea posesoria.
Hay que señalar que la reglamentación del boleto no sólo está orientada a la relación entre las
partes negociales, sino también a la relación y posibles conflictos con terceros interesados.
De esta forma la Ley no protege a cualquier adquirente por boleto, sino que exige que para darle
prioridad o mejor derecho, el adquirente por boleto debe ser de buena fe, además de haber
contrato con el titular registral o con un sucesor a título singular debidamente acreditado, esto sería
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con una correlación perfecta entre sucesivos adquirentes por boleto, que además haya pagado al
menos el veinticinco por ciento, antes de que se trabe la medida cautelar.
Los efectos que tendrá la compraventa celebrada por boleto frente a un concurso o una quiebra del
vendedor del inmueble; serán los siguientes:
Permuta
Hay permuta si las partes se obligan recíprocamente a transferirse el dominio de cosas que no son
dinero.
El permutante que es vencido en la propiedad de la cosa que le fue transmitida puede pedir la
restitución de la que dio a cambio o su valor al tiempo de la evicción, y los daños. Puede optar por
hacer efectiva la responsabilidad por saneamiento prevista en este Código.
LOCACION
Concepto
“Hay contrato de locación si una parte se obliga a otorgar a otra el uso y goce temporario de una
cosa, a cambio del pago de un precio en dinero. Al contrato de locación se aplica en subsidio lo
dispuesto con respecto al consentimiento, precio y objeto del contrato de compraventa”.
El contrato de locación implica que el locador (propietario o no del bien) le otorga al inquilino o
locatario el uso y goce de una cosa por un tiempo determinado a cambio de un canon en dinero.
Características
Consensual.
Bilateral.
Oneroso.
Conmutativo.
De tracto sucesivo, porque las prestaciones son periódicas y son pactadas para cumplirse
durante un tiempo determinado.
Nominado o típico.
No formal, porque en principio no requiere forma alguna, salvo en el caso de las locaciones
de inmuebles o cosas muebles registrables, que deben ser realizadas por escrito, según el
art. 1188 del Código Civil y Comercial.
Partes contractuales
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Locador. Persona (física o jurídica) que se compromete a brindar el uso y goce de un
inmueble; celebrar el contrato de locación es considerado un acto de mera administración,
por lo cual puede ser realizado por un mandatario o representante con poder general.
El locatario: persona física o jurídica, que toma en arriendo o alquiler el inmueble para su
uso y goce y paga un precio por ello. Sólo se requiere la capacidad suficiente para
obligarse.
Una de las funciones del Corredor, consiste en actuar como intermediario entre las partes
intervinientes en el contrato de locación. Puede en función de su actuación profesional:
Pero su relación jurídica no tiene como base el contrato de locación, dado que el Corredor no es
parte del mismo, sino que reconoce su fundamento en el contrato de corretaje.
Cosas. Toda cosa presente o futura, cuya tenencia esté en el comercio, puede ser objeto del
contrato de locación, si es determinable, aunque sea sólo en su especie. Se comprenden en el
contrato, a falta de previsión en contrario, los productos y los frutos ordinarios”.
Conservar la cosa con aptitud para el uso convenido. El locador debe conservar la cosa
locada en estado de servir al uso y goce convenido y efectuar a su cargo la reparación que
exija el deterioro en su calidad o defecto, originado por cualquier causa no imputable al
locatario. En caso de negativa o silencio del locador ante un reclamo del locatario
debidamente notificado, para que efectúe alguna reparación urgente, el locatario puede
realizarla por sí, con cargo al locador, una vez transcurridas al menos veinticuatro (24)
horas corridas, contadas a partir de la recepción de la notificación. Si las reparaciones no
fueran urgentes, el locatario debe intimar al locador para que realice las mismas dentro de
un plazo que no podrá ser inferior a diez (10) días corridos, contados a partir de la
recepción de la intimación, cumplido el cual podrá proceder en la forma indicada en el
párrafo precedente. En todos los casos, la notificación remitida al domicilio denunciado por
el locador en el contrato se tendrá por válida, aun si el locador se negara a recibirla o no
pudiese perfeccionarse por motivos imputables al mismo.
Pagar mejoras. El locador debe pagar las mejoras necesarias hechas por el locatario a la
cosa locada, aunque no lo haya convenido, si el contrato se resuelve sin culpa del locatario,
excepto que sea por destrucción de la cosa.
Frustración del uso o goce de la cosa. Si por caso fortuito o fuerza mayor, el locatario se
ve impedido de usar o gozar de la cosa, o ésta no puede servir para el objeto de la
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convención, puede pedir la rescisión del contrato, o la cesación del pago del precio por el
tiempo que no pueda usar o gozar de la cosa. Si el caso fortuito no afecta a la cosa misma,
sus obligaciones continúan como antes.
Compensación. Los gastos y acreencias que se encuentran a cargo del locador conforme
las disposiciones de esta sección, pueden ser compensados de pleno derecho por el
locatario con los cánones locativos, previa notificación fehaciente al locador del detalle de
los mismos (Artículo 1.204 bis, nueva ley de alquileres)
Responde por cualquier deterioro causado a la cosa, incluso por visitantes ocasionales,
pero no por acción del locador o sus dependientes; asimismo responde por la destrucción
de la cosa por incendio no originado en caso fortuito.
Pagar el canon convenido. La prestación dineraria a cargo del locatario se integra con el
precio de la locación y toda otra prestación de pago periódico asumida convencionalmente
por el locatario. Para su cobro se concede vía ejecutiva.
A falta de convención, el pago debe ser hecho por anticipado: si la cosa es mueble, de
contado; y si es inmueble, por período mensual.
Estamos ante una forma impuesta (escrita) pero no bajo pena de nulidad, para aquellas locaciones
cuyo objeto recaiga sobre una cosa inmueble, mueble registral u universalidad que comprenda a
alguno.
La forma en estos supuestos es por escrito, por lo menos instrumento privado (escrito) con firma
certificada por escribano, se aconseja la firma certificada por escribano ya que esta va a dar fe
sobre quiénes son los firmantes (no sobre lo escrito) y va a dar fecha cierta al instrumento privado.
Plazos
ARTICULO 1197.- Plazo máximo. El tiempo de la locación, cualquiera sea su objeto, no puede
exceder de veinte años para el destino habitacional y cincuenta años para los otros destinos.
El contrato es renovable expresamente por un lapso que no exceda de los máximos previstos
contados desde su inicio.
Artículo 1.199: Excepciones al plazo mínimo legal. No se aplica el plazo mínimo legal a los
contratos de locación de inmuebles o parte de ellos destinados a:
b) Habitación con muebles que se arriende con fines de turismo, descanso o similares. Si el plazo
del contrato o de los contratos consecutivos supera los tres (3) meses, se presume que no fue
hecho con esos fines;
c) Guarda de cosas;
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d) Exposición u oferta de cosas o servicios en un predio ferial. Tampoco se aplica el plazo mínimo
legal a los contratos que tengan por objeto el cumplimiento de una finalidad determinada
expresada en el contrato y que debe normalmente cumplirse en el plazo menor pactado.
Régimen de mejoras
ARTICULO 1211.- Regla. El locatario puede realizar mejoras en la cosa locada, excepto que esté
prohibido en el contrato, alteren la substancia o forma de la cosa, o haya sido interpelado a
restituirla.
No tiene derecho a reclamar el pago de mejoras útiles y de mero lujo o suntuarias, pero, si son
mejoras necesarias, puede reclamar su valor al locador.
ARTICULO 1213.- Cesión. El locatario sólo puede ceder su posición contractual en los términos
previstos en los artículos 1636 y siguientes. La cesión que no reúna tales requisitos viola la
prohibición de variar el destino de la cosa locada.
La cesión de la posición contractual implica una decisión voluntaria, por la cual la parte pretende
su sustitución total en el contrato, que es regulada por el nuevo Código para todos los contratos, en
el art. 1636 y siguientes, aunque en el caso de la locación comprende la de sublocar como una
forma de cesión parcial del contrato.
ARTICULO 1214.- Sublocación. El locatario puede dar en sublocación parte de la cosa locada, si
no hay pacto en contrario. Para ello debe comunicar al locador, por medio fehaciente, su intención
de sublocar e indicarle el nombre y domicilio de la persona con quien se propone contratar, y el
destino que el sublocatario asignará a la cosa.
El locador sólo puede oponerse por medio fehaciente, dentro del plazo de diez días de notificado.
El silencio del locador importa su conformidad con la sublocación propuesta.
La sublocación contratada pese la oposición del locador, o con apartamiento de los términos que
se le comunicaron, viola la prohibición de variar el destino de la cosa locada.
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ARTICULO 1216.- Acciones directas. Sin perjuicio de sus derechos respecto al locatario, el
locador tiene acción directa contra el sublocatario para cobrar el alquiler adeudado por el locatario,
en la medida de la deuda del sublocatario. También puede exigir de éste el cumplimiento de las
obligaciones que la sublocación le impone, inclusive el resarcimiento de los daños causados por
uso indebido de la cosa.
Recíprocamente, el sublocatario tiene acción directa contra el locador para obtener a su favor el
cumplimiento de las obligaciones asumidas en el contrato de locación.
La conclusión de la locación determina la cesación del subarriendo, excepto que se haya producido
por confusión
a) el cumplimiento del plazo convenido, o requerimiento previsto en el artículo 1218, según el caso;
b) la resolución anticipada.
a) por cambio de destino o uso irregular en los términos del artículo 1205;
b) por falta de conservación de la cosa locada, o su abandono sin dejar quien haga sus veces;
c) por falta de pago de la prestación dineraria convenida, durante dos períodos consecutivos.
Extinción voluntaria
a) si la cosa locada es un inmueble y han transcurrido seis meses de contrato, debiendo notificar
en forma fehaciente su decisión al locador. Si hace uso de la opción resolutoria en el primer año de
vigencia de la relación locativa, debe abonar al locador, en concepto de indemnización, la suma
equivalente a un mes y medio de alquiler al momento de desocupar el inmueble y la de un mes si
la opción se ejercita transcurrido dicho lapso;
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b) en los casos del artículo 1199, debiendo abonar al locador el equivalente a dos meses de
alquiler.
La notificación remitida al domicilio denunciado en el contrato por el locatario se tiene por válida,
aun si éste se negara a recibirla o no pudiese perfeccionarse por motivos imputables al mismo.
Cumplido el plazo previsto en el primer párrafo de este artículo, o habiéndose verificado la
extinción de la locación por cualquier motivo, el locatario debe restituir la tenencia del inmueble
locado.
Ante el incumplimiento del locatario, el locador puede iniciar la acción judicial de desalojo, la que
debe sustanciarse por el proceso previsto al efecto en cada jurisdicción y en caso de no prever un
procedimiento especial, el más abreviado que establezcan sus leyes procesales o especiales.
En ningún caso el locador puede negarse a recibir las llaves del inmueble o condicionar la misma,
sin perjuicio de la reserva por las obligaciones pendientes a cargo del locatario. En caso de
negativa o silencio frente al requerimiento por parte del inquilino a efectos de que se le reciba la
llave del inmueble, éste puede realizar la consignación judicial de las mismas, siendo los gastos y
costas a cargo del locador.
En ningún caso se adeudarán alquileres ni ningún tipo de obligación accesoria a partir del día de la
notificación fehaciente realizada al locador a efectos de que reciba las llaves del inmueble, siempre
que el locatario efectúe la consignación judicial dentro de los diez (10) días hábiles siguientes a la
misma, o desde que le fuera notificado al locador el depósito judicial de la llave si la consignación
se hubiese iniciado después del vencimiento de dicho plazo.
Caducidad de la fianza
ARTICULO 1225.- Caducidad de la fianza. Renovación. Las obligaciones del fiador cesan
automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto la que derive de la no restitución
en tiempo del inmueble locado.
Se exige el consentimiento expreso del fiador para obligarse en la renovación o prórroga expresa o
tácita, una vez vencido el plazo del contrato de locación.
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Es nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea simple, solidaria como codeudor o
principal pagador, del contrato de locación original.
Derecho de retención
ARTICULO 1226.- Facultad de retención. El ejercicio del derecho de retención por el locatario lo
faculta a percibir los frutos naturales que la cosa produzca. Si lo hace, al momento de la percepción
debe compensar ese valor con la suma que le es debida.
El índice para la actualización anual de los precios estará conformado en igual medida por
el Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la Remuneración Imponible Promedio de los
Trabajadores Estables (RIPTE), que debe ser elaborado y publicado mensualmente por el
Banco Central (BCRA).
El importe del depósito de garantía no podrá ser mayor al equivalente al primer mes de
alquiler.
Introduce la posibilidad de que los inquilinos puedan hacer los arreglos. En caso de
negativa o silencio del locador ante un reclamo del locatario debidamente notificado para
que realice alguna reparación urgente, el locatario puede realizarlas por sí con cargo al
locador, una vez transcurridas 24 horas de la notificación.
Los locadores deberán aceptar como garantía alguna de las siguientes opciones:
Faltando 3 meses para finalizar el contrato cualquiera de las partes puede convocar a la
otra a efectos de acordar la renovación del contrato. En caso de silencio o negativa del
locador de llegar a un acuerdo, el locatario puede resolver el contrato sin pagar la
indemnización correspondiente.
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Para la resolución de conflictos derivados de la relación locativa se establece que el Poder
Ejecutivo Nacional, en forma concertada con las Provincias y la CABA, debe realizar las
acciones necesarias para fomentar el desarrollo de ámbitos de mediación y arbitraje,
gratuitos o de bajo costo.
Será obligación del locador declarar el contrato de alquiler ante la Administración Federal
de Ingresos Públicos de la Nación (AFIP), dentro de los plazos que disponga este
organismo. No obstante, la obligación del locador, cualquiera de las partes podrá informar la
existencia del contrato a la Administración Federal de Ingresos Públicos de la Nación (AFIP)
En función que la Ley N° 27.551 dispuso a través del artículo 16 que los contratos de locación de
inmuebles deben ser declarados por el locador ante la AFIP, dentro del plazo, en la forma y con los
alcances que dicho Organismo disponga.
a) Locaciones de bienes inmuebles urbanos, así como las sublocaciones, cualquiera sea la
denominación dada a los respectivos contratos.
b) Arrendamientos sobre bienes inmuebles rurales, así como los subarriendos, con
prescindencia de la modalidad o denominación que se le otorgue.
c) Locaciones temporarias de inmuebles -urbanos o rurales- con fines turísticos, de descanso
o similares.
d) Locaciones de espacios o superficies fijas o móviles -exclusivas o no- delimitados dentro de
bienes inmuebles -vgr. locales comerciales y/o ―stands‖ en supermercados, hipermercados,
shoppings, centros, paseos o galerías de compras, complejos, centros o ―polos‖
gastronómicos, culturales, complejos comerciales no convencionales, ferias, mercados,
centros de convenciones, multieventos o similares, terrazas, sótanos, azoteas, etc.-,
cualquiera sea la denominación dada a los respectivos contratos.
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En todos los casos, se encuentran incluidos los contratos de locación celebrados electrónicamente
mediante la utilización de plataformas digitales y/o aplicaciones móviles destinadas a tal fin‖.
Si bien la Ley 27.551, establecía que los locadores eran los sujetos obligados que tenían que
realizar la registración del contrato de locación la resolución en su art. 3 dispone que: ―Quedan
obligados a efectuar la registración prevista en el artículo precedente, las personas humanas,
sucesiones indivisas y personas jurídicas cualquiera sea la forma que adopten, que asuman el
carácter de locadores, arrendadores, sublocadores o subarrendadores, en los contratos
celebrados.
Si, como es de práctica frecuente en nuestro país en la realización del contrato participa un
intermediario, que acorde a la Ley 27.551, solo podría ser un profesional corredor matriculado, el
art. 5 dispone que: ―Cuando en los contratos celebrados intervengan intermediarios, éstos podrán
registrarlos en representación de los locadores o arrendadores, debiendo cumplirse a tal efecto el
procedimiento previsto en el Capítulo 7.
Con lo cual, se desprende que la obligación corresponde siempre al locador y que en cada caso el
profesional corredor matriculado interviniente solo está facultado a realizar la inscripción del
contrato en su representación pero no está obligado a hacerlo . Es importante resaltar que los
profesionales no resultan sujetos obligados dado que según el art. 16 de la resolución de AFIP ―Los
datos ingresados a través del presente régimen revisten el carácter de declaración jurada en los
términos del segundo párrafo del artículo 28 del Decreto N° 1.397 del 12 de junio de 1979 y sus
modificaciones, reglamentario de la Ley N° 11.683, texto ordenado en 1998 y sus modificaciones‖,
por lo tanto si deciden realizar o asumir la tarea de registrar los contratos serán responsables por la
veracidad de los datos aportados.
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exentos en IVA, presentar las declaraciones juradas y cumplir con obligaciones del Portal IVA y
declarar las rentas en la presentación anual de Ganancias y el inmueble en Bienes Personales.
Dentro de dicho servicio, por cada contrato celebrado, deberán acceder a la opción ―Declaración de
contratos‖, seleccionar si se trata de bienes inmuebles urbanos o rurales y la modalidad de la
operación - permanente o temporaria-, proporcionar los datos detallados en los Anexos II y III que
correspondan y adjuntar en un archivo en formato ―.pdf‖ o ―.jpg‖ el contrato celebrado‖.
Con relación al plazo de cumplimiento, la reglamentación establece como regla general para los
futuros contratos en vigencia a partir del día 1 de marzo de 2021, inclusive, que: ―Los contratos de
locación o arrendamiento deberán ser registrados dentro de los QUINCE (15) días corridos
posteriores a su celebración‖ . Para los contratos celebrados con anterioridad a la vigencia de esta
reglamentación se dispone que gozarán de un plazo excepcional para su registración hasta el día
15 de abril de 2021, inclusive.
La ley 27.551, también permite que los locatarios o arrendatarios, realicen la declaración del
contrato pero en forma voluntaria, según el art.11 ―Los sujetos que asuman el carácter de
locatarios o arrendatarios en las operaciones económicas previstas por el artículo 2º, podrán
informar el contrato celebrado a esta Administración Federal, en virtud de lo previsto por el tercer
párrafo del artículo 16 de la Ley Nº 27.551‖.
Para los casos de comunicaciones judiciales y resaltando las reservas que mencionamos
anteriormente de la características de naturaleza procesal de estas disposiciones el art. 13 de la
resolución de AFIP dispone que: ―Para las situaciones contempladas en el segundo párrafo del
artículo 16 de la Ley Nº 27.551, la comunicación de los datos relativos a los contratos se
suministrará a esta Administración Federal a través del módulo ―Comunicaciones Judiciales‖ del
servicio ―Registro de Locaciones de Inmuebles - RELI - JUZGADOS‖.
Los contratos informados por el juzgado interviniente tendrán en el sistema ―web‖ el estado
―DENUNCIADO‖.
Definición
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Hay contrato de obra o de servicios cuando una persona, según el caso el contratista o el prestador
de servicios, actuando independientemente, se obliga a favor de otra, llamada comitente, a realizar
una obra material o intelectual o a proveer un servicio mediante una retribución.
El contrato es gratuito si las partes así lo pactan o cuando por las circunstancias del caso puede
presumirse la intención de beneficiar.
Cooperación de terceros
Precio
ARTICULO 1255.- Precio. El precio se determina por el contrato, la ley, los usos o, en su defecto,
por decisión judicial.
Las leyes arancelarias no pueden cercenar la facultad de las partes de determinar el precio de las
obras o de los servicios. Cuando dicho precio debe ser establecido judicialmente sobre la base de
la aplicación de dichas leyes, su determinación debe adecuarse a la labor cumplida por el
prestador. Si la aplicación estricta de los aranceles locales conduce a una evidente e injustificada
desproporción entre la retribución resultante y la importancia de la labor cumplida, el juez puede
fijar equitativamente la retribución.
Si la obra o el servicio se ha contratado por un precio global o por una unidad de medida, ninguna
de las partes puede pretender la modificación del precio total o de la unidad de medida,
respectivamente, con fundamento en que la obra, el servicio o la unidad exige menos o más trabajo
o que su costo es menor o mayor al previsto, excepto lo dispuesto en el artículo 1091.
Disposiciones comunes
La nota característica del CCyC es que en ambos contratos existe independencia, no existe
subordinación jurídica del comitente hacia el prestador o contratista, si se encuentra presente la
subordinación jurídica ya nos ubicamos en otra rama del derecho que es la laboral.
Como se puede ver de ambas definiciones surge que en principio, que la esencia jurídica de
ambos contratos prevén su onerosidad para encasillarnos en la tipicidad del código, sin
embargo, el segundo párrafo del art. 1251 nos incluye la gratuidad como opción a dichos contratos,
determinando que puede ser pactada por las partes o, también va a ser gratuito, cuando por las
circunstancias del caso puede presumirse la intención de beneficiar, y esta gratuidad mantiene la
tipicidad del contrato.
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Medios utilizados
A falta de pacto sobre el modo de hacer la obra, tanto prestador de los servicios como el contratista
pueden elegir libremente los medios de ejecución del contrato.
pagar la retribución;
proporcionar al contratista o al prestador la colaboración necesaria, conforme a las
características de la obra o del servicio;
recibir la obra si fue ejecutada conforme a lo dispuesto en el artículo 1256.
Riesgos de la contratación
Si los bienes necesarios para la ejecución de la obra o del servicio perecen por fuerza mayor, la
pérdida la soporta la parte que debía proveerlos.
Muerte del comitente. La muerte del comitente no extingue el contrato, excepto que haga
imposible o inútil la ejecución.
Muerte del contratista o prestador. La muerte del contratista o prestador extingue el
contrato, excepto que el comitente acuerde continuarlo con los herederos de aquél. En caso
de extinción, el comitente debe pagar el costo de los materiales aprovechables y el valor de
la parte realizada en proporción al precio total convenido.
Desistimiento unilateral. El comitente puede desistir del contrato por su sola voluntad,
aunque la ejecución haya comenzado; pero debe indemnizar al prestador todos los gastos y
trabajos realizados y la utilidad que hubiera podido obtener. El juez puede reducir
equitativamente la utilidad si la aplicación estricta de la norma conduce a una notoria
injusticia.
Si la ejecución de una obra o su continuación se hace imposible por causa no imputable a ninguna
de las partes, el contrato se extingue. El contratista tiene derecho a obtener una compensación
equitativa por la tarea efectuada.
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La destrucción o el deterioro de una parte importante de la obra por caso fortuito antes de haber
sido recibida autoriza a cualquiera de las partes a dar por extinguido el contrato, con los siguientes
efectos:
Derecho a verificar
Aceptación de la obra
La obra se considera aceptada cuando concurren las circunstancias del art. 747, este artículo
dispone que en la entrega cualquiera de las partes tiene derecho a requerir la inspección de la
cosa en el acto de su entrega. La recepción de la cosa por el acreedor hace presumir la
inexistencia de vicios aparentes y la calidad adecuada de la cosa, sin perjuicio de lo dispuesto
sobre la obligación de saneamiento.
La recepción de la obra traslada al comitente los riesgos y cubre la responsabilidad del contratista
en lo que atañe a los vicios aparentes. La recepción y entrega no elimina la responsabilidad del
contratista de modo absoluto, el cese de la responsabilidad sólo opera respecto de los vicios
manifiestos o aparentes, ya que son comprobables por su clara exteriorización.
Sistemas de contratación
ARTICULO 1262.- Sistemas de contratación. La obra puede ser contratada por ajuste alzado,
también denominado ―retribución global‖, por unidad de medida, por coste y costas o por cualquier
otro sistema convenido por las partes. La contratación puede hacerse con o sin provisión de
materiales por el comitente. Si se trata de inmuebles, la obra puede realizarse en terreno del
comitente o de un tercero. Si nada se convino ni surge de los usos, se presume, excepto prueba en
contrario, que la obra fue contratada por ajuste alzado y que es el contratista quien provee los
materiales.
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costas, la retribución se determina sobre el valor de los materiales, de la mano de obra y de otros
gastos directos o indirectos.
Las normas sobre vicios o defectos se aplican a las diferencias en la calidad de la obra.
Mientras que el vicio alude a fallas constructivas, tornen o no, a la cosa impropia para su destino;
las diferencias en la calidad manifiestan una discordancia entre lo que ha resultado y lo que en su
momento se acordó, pero no llegan a ser vicios, defectos o fallas. Ocurrida la aceptación, el
contratista se libera tanto de los vicios aparentes como de las diferencias de calidad de la obra
según lo acordado.
Por los vicios ocultos o defectos no ostensibles el contratista responde por más que hubiera
existido la recepción, con la extensión y en los plazos previstos para la garantía por vicios ocultos
prevista en los artículos 1054 y concordantes.
ARTICULO 1268.- Destrucción o deterioro de la obra por caso fortuito antes de la entrega. La
destrucción o el deterioro de una parte importante de la obra por caso fortuito antes de haber sido
recibida autoriza a cualquiera de las partes a dar por extinguido el contrato, con los siguientes
efectos:
ARTICULO 1273.- Obra en ruina o impropia para su destino. El constructor de una obra
realizada en inmueble destinada por su naturaleza a tener larga duración responde al comitente y
al adquirente de la obra por los daños que comprometen su solidez y por los que la hacen impropia
para su destino. El constructor sólo se libera si prueba la incidencia de una causa ajena. No es
causa ajena el vicio del suelo, aunque el terreno pertenezca al comitente o a un tercero, ni el vicio
de los materiales, aunque no sean provistos por el contratista.
a) a toda persona que vende una obra que ella ha construido o ha hecho construir si hace de esa
actividad su profesión habitual;
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b) a toda persona que, aunque actuando en calidad de mandatario del dueño de la obra, cumple
una misión semejante a la de un contratista;
c) según la causa del daño, al subcontratista, al proyectista, al director de la obra y a cualquier otro
profesional ligado al comitente por un contrato de obra de construcción referido a la obra dañada o
a cualquiera de sus partes.
Plazo de caducidad de la responsabilidad por la ruina de la obra o que sea impropia para su
destino
ARTICULO 1275.- Plazo de caducidad. Para que sea aplicable la responsabilidad prevista en los
artículos 1273 y 1274, el daño debe producirse dentro de los diez años de aceptada la obra.
Para que el constructor sea responsable, estos hechos deben ocurrir dentro del plazo de 10 años
de aceptada la obra. El código pone el limite a la larga duración considerado que la ruina o el
defecto que ocurra luego de los diez años ya no responden a fallas en su construcción, liberando
de responsabilidad al constructor.
Una vez acaecido la ruina o lo impropio para su destino del inmueble, dentro del plazo de los 10
años, empieza a correr el plazo de prescripción para que el damnificado demande por la
responsabilidad de los mismos el art. 2564 inc. C impone el plazo de un año, a contar desde el
hecho productor de la ruina, es decir tiene un año para efectuar el reclamo contra el constructor por
responsabilidad por ruina total o parcial, sea por vicio de construcción, del suelo o de la mala
calidad de los materiales
CONTRATO DE DEPÓSITO
Definición
Tiene en miras la guarda de las cosas que el depositante le confía al depositario. La custodia a la
que se obliga el depositario es siempre efectuada en interés del depositante y se completa con la
restitución de la cosa depositada. Implica la custodia temporal de la cosa en interés del
depositante.
El CCC define como aquel contrato que una parte se obliga a recibir de otra una cosa con la
obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos.
Esta obligación de custodia no se limita a conservarla, sino que también pretende: preservar su
valor de cambio, y destino económico.
No se menciona la obligación del depositante a entregar la cosa debido a que el interés que se
encuentra en juego no es el del depositario, sino el de quien entrega la cosa y tiene la libre decisión
de dar o no sus bienes para su resguardo.
Como solo se transmite la tenencia de una cosa para su custodia, no es necesario que el
depositante justifique ser titular del dominio de la cosa entregada en depósito. La legitimación
para solicitar la restitución surge del propio contrato.
Caracteres
Objeto
No existe previsión legal respecto a su objeto, salvo la referencia del CCC de ―cosas‖, las que
deben ser restituidas con sus frutos, por lo que se entiende que puede celebrarse para la custodia
de bienes muebles o inmuebles.
Plazo
Deber de restitución. El depositario debe restituir los bienes que le han sido confiados. El
CCC regula dos situaciones:
o Si se ha previsto que la restitución se realice al depositante o a otra persona
determinada, el depositario cumple con su obligación devolviéndola a la persona
indicada, incluso sin autorización del depositante.
o Si fueron depositadas en interés de un tercero (estipulación a favor de tercero), el
tercero beneficiario no podrá modificar las condiciones pactadas para la custodia, si
solicitar la restitución anticipada, facultades que solo corresponden al depositante,
excepto que dicha facultad se le haya concedido expresamente.
Respecto al lugar de restitución, será el acordado por las partes. En caso de silencio o falta
de claridad, se establece que será en el lugar donde debía realizarse la custodia.
El deber de custodia y restitución confiadas al depositario fallecido recae sobre los herederos. Si
estos enajenaron las cosas de buena fe, deberán entregar al depositante el precio percibido. Si
medio mala fe, deberán además los daños y perjuicios que se le ocasione al depositante.
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Pagar la remuneración. La obligación primordial es pagar la remuneración pactada. Debe
pagarla por todo el plazo acordado, excepto pacto en contrario. En caso de que decida
solicitar la restitución anticipada, igualmente deberá abonar la totalidad.
Pagar los gastos. Deberá reintegrar al depositario los gastos extraordinarios que haya
tenido que efectuar para la conservación de la cosa depositada.
o Gastos necesarios. Se debe dar noticia al depositante, con el aviso queda liberado
de responsabilidad.
o Carácter de urgente. Está facultado a realizarlos a cuenta exclusiva del
depositante, de otro modo no cumpliría con el deber de custodia.
o Si el depósito es gratuito y surge la necesidad de realizar gastos el depositante no
está obligado a afrontarlos y se libera restituyendo las cosas.
Responsabilidad por pérdida de la cosa. Es responsable de la pérdida, siempre que ella
no se produzca por culpa del depositario. Esta regla es aplicable al depósito regular. En el
irregular cumple con su obligación restituyendo la misma cantidad y calidad, debiendo
soportar el caso fortuito.
Clases de depósito
Regular El depositario está obligado a restituir la misma cosa porque solo se le transmite la
tenencia, con la consecuente obligación de custodia en interés del depositante. Por
excepción pueden ser que los bienes dados en depósito sean fungibles o
consumibles por su naturaleza, y que las partes hayan querido que se restituyan las
mismas e idénticas cosas.
Irregular El depositante entrega cosas fungibles al depositario, que adquiere el dominio de
ellas aunque el depositante no autorice su uso o lo haya prohibido. El desplazamiento
del dominio desplaza también el riesgo por pérdida o deterioro, que serán por cuenta
del depositario, sin que pueda invocar las eximentes de responsabilidad como el caso
fortuito o la culpa del tercero.
Voluntario Surge como consecuencia del pleno ejercicio de la autonomía de la voluntad, que
permite a las partes a elegir libremente a su cocontratante, en especial el depositante.
Necesario Aquellos casos en los que el depositante no es totalmente libre en la elección de la
persona del depositario, por circunstancias que lo someten a una necesidad urgente.
Debe tratarse de situaciones de fuerza mayor. Esta clase no excluye la autonomía de
la voluntad, sino que se ejercita con restricciones.
Deposito en hoteles
El depósito en los hoteles tiene lugar por la introducción en ellos de los efectos de los viajeros,
aunque no los entreguen expresamente al hotelero o sus dependientes y aunque aquéllos tengan
las llaves de las habitaciones donde se hallen tales efectos.
El hotelero no responde si los daños o pérdidas son causados por caso fortuito o fuerza mayor
ajena a la actividad hotelera.
Tampoco responde por las cosas dejadas en los vehículos de los viajeros.
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Cosas de valor.
El viajero que lleve consigo efectos de valor superior al que ordinariamente llevan los pasajeros
debe hacerlo saber al hotelero y guardarlos en las cajas de seguridad que se encuentren a su
disposición en el establecimiento.
En este caso, la responsabilidad del hotelero se limita al valor declarado de los efectos
depositados.
Si los efectos de los pasajeros son excesivamente valiosos en relación con la importancia del
establecimiento, o su guarda causa molestias extraordinarias, los hoteleros pueden negarse a
recibirlos.
Excepto lo dispuesto en los artículos 1372 y 1373, toda cláusula que excluya o limite la
responsabilidad del hotelero se tiene por no escrita.
Las normas de esta Sección se aplican a los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte,
restaurantes, garajes, lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos similares que
prestan sus servicios a título oneroso.
La eximente prevista en la última frase del artículo 1371 no rige para los garajes, lugares y playas
de estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso.
Casas de depósito
Los propietarios de casas de depósito son responsables de la conservación de las cosas allí
depositadas, excepto que prueben que la pérdida, la disminución o la avería ha derivado de la
naturaleza de dichas cosas, de vicio propio de ellas o de los de su embalaje, o de caso fortuito
externo a su actividad.
a) dar recibo por las cosas que les son entregadas para su custodia, en el que se describa su
naturaleza, calidad, peso, cantidad o medida;
b) permitir la inspección de las cosas recibidas en depósito al depositante y a quien éste indique.
CONTRATO DE MUTUO
Definición
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Mediante esta figura una de las partes asume la obligación de entregar en propiedad una
determinada cantidad de cosas fungibles a la otra, para que al cabo de un determinado tiempo este
las restituya en igual cantidad, especie y calidad.
El mutuario adquiere autorización para consumirla ya que gozara de todas las facultades
inherentes al dominus. No adquiere la cosa objeto por mero efecto del contrato, sino que para que
dicha transferencia opere será necesario el cumplimiento del modo adquisitivo, en este caso, la
tradición. Que opere la transmisión implica que pesaran los riesgos de pérdida o destrucción sobre
el mutuario.
Finalidad
Satisface una finalidad económica: pone a disposición del mutuario un determinado capital
(reflejado en cosas fungibles), y como consecuencia de poder gozar ese capital el mutuario debe
pagar intereses.
Caracteres
Objeto
Requiere que las cosas sean fungibles, como consecuencia de la fungibilidad el mutuario no podrá
abstraerse de cumplir en caso de pérdida o destrucción sin su culpa por aplicación de que el
género nunca perece.
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En caso de mutuo no dinerario, los intereses son liquidados en dinero, tomando en
consideración el precio de la cantidad de cosas prestadas.
En el supuesto de gratuidad, donde el mutuario abone los intereses voluntariamente, los mismos
serán irrepetibles. Cuando la causa haya sido error excusable por mediar un vicio de la voluntad,
habrá que estarse a la nulidad de dicho acto y al consiguiente efecto de restitución.
Pretender la entrega, por ende, elegir que se desenvuelva la faz ejecutiva del contrato
mediante ejecución forzada de la prestación.
Ejercitar una pretensión de resolución por incumplimiento. Para esto tendremos que
estar a la modalidad que esta puede presentar, ya sea que han pactado una resolución
expresa o implícita.
La defensa del mutuante opera preventivamente sin exigir ningún tipo de excesiva onerosidad. El
legislador ha regulado una verdadera tutela preventiva o excepción de cumplimiento en la
normativa especial.
Ante la falta de pago de los intereses o de cualquier amortización de capital, el mutuante tiene
derecho a resolver el contrato y exigir la devolución de lo prestado más sus intereses hasta su
efectiva restitución. Opera como suerte de excepción de caducidad de los plazos, autorizando al
mutuante a exigir la restitución de la totalidad, independiente si el mutuario goza de un plazo a su
favor.
El mutuario responde por los daños causados con la mala calidad o vicio de las cosas, siempre t
cuando las cosas objeto del mutuo no sean dinero.
La procedencia de la responsabilidad no solo requiere que las cosas hayan sido fungibles no sean
dinero, sino además dependerá si el mutuo fue gratuito u oneroso.
CONTRATO DE COMODATO
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Definición
Hay comodato si una parte se obliga a entregar a otra una cosa no fungible, mueble o inmueble,
para que se sirva gratuitamente de ella y restituya la misma cosa recibida.
Es aquel contrato en el cual una de las partes se obliga a entregar la obra, una cosa inmueble o
mueble no fungible y no consumible, para que la use gratuitamente durante un tiempo con la
obligación de restituir la misma e idéntica cosa al finalizar el contrato.
Podemos encuadrar como función económica de ese contrato a la transmisión del uso de una cosa
de manera gratuita, con la intención de beneficiar a alguien por razones de amistad, afecto, etc.
Caracteres
Intuito personae. A través de este contrato se tiene en cuenta la persona del comodatario,
a quien se tiene en miras de beneficiar en particular, por razones de afecto o solidaridad. La
intransmisibilidad de este contrato, a los sucesores universales del comodatario refuerza
esta idea.
Esencialmente gratuito
No formal
De tracto sucesivo. Las obligaciones y derechos contemplados se prolongan en el tiempo,
sobre todo para satisfacer los intereses del comodatario.
Típico y nominado
Uso de la cosa. Si bien corresponde al comodatario la facultad de usar las cosas, tiene la
obligación de hacerlo conforme a derecho, es decir, de acuerdo a lo pactado. El
incumplimiento de estas previsiones, faculta al comodante a exigir la restitución anticipada
antes del vencimiento del plazo. El mero cambio de destino aunque no se siga daño alguno,
otorga ese derecho resolutorio.
Restituir la misma cosa con sus frutos y accesorios en el tiempo y lugar convenidos.
A falta de convención, debe hacerlo cuando se satisface la finalidad para la cual se presta
la cosa. Si la duración del contrato no está pactada ni surge de su finalidad, el comodante
puede reclamar la restitución en cualquier momento.
Restitución anticipada
El comodante puede exigir la restitución de la cosa antes del vencimiento del plazo:
Prohibiciones
Los tutores, curadores y apoyos, respecto de los bienes de las personas incapaces o con
capacidad restringida, bajo su representación.
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Los administradores de bienes ajenos, públicos o privados, respecto de los confiados a su
gestión, excepto que tengan facultades expresas para ello.
TRANSACCION
Definición
Es un contrato con efecto extintivo de las obligaciones dudosas o litigiosas mediante concesiones
reciprocas que hacen las partes.
De acuerdo a la definición del CCC ―concesiones reciprocas‖ implica que reconocen, conceden o
realizan un sacrificio en beneficio de la otra parte. Si bien se requiere que existan concesiones
reciprocas, no es necesario que exista paridad entre ellas.
Caracteres
Bilateral
Oneroso
Conmutativo. Sin embargo, es posible que las partes subordinen esos extremos a un
acontecimiento futuro e incierto, en cuyo caso el contrato seria aleatorio.
Formal. Debe hacerse por escrito. Si versa sobre derechos litigiosos, el instrumento del
acuerdo debe presentarse ante el juez de la causa para ser eficaz.
Nominado
De interpretación restrictiva. Se impone su interpretación restricta, si en la interpretación
surgen dudas respecto los derechos transigidos o de su alcance, debe interpretarse que los
mismos no se encuentran comprendidos.
Naturaleza jurídica
Elementos esenciales
Concesiones reciprocas. Si solamente una de las partes hiciera concesiones, solo cabría
postular la existencia de un ―acto unilateral de liberación‖.
Controversia dudosa o litigiosa. Si no hubieran cuestiones a dirimir no podría hablarse de
transacción. Se trata de solucionar una controversia generada por la incertidumbre objetiva.
En estos casos, la transacción surge como un mecanismo eficaz de prevención de
conflictos judiciales. Las concesiones reciprocas deben versas abre derechos dudosos o
litigiosos.
Capacidad
La regla general es la capacidad, resultando limitados los casos en los que se niega la posibilidad
de transigir, a saber:
Las personas que no puedan enajenar el derecho respectivo. Solo pueden hacer
concesiones quien tiene la disponibilidad de este derecho. Si la parte no puede enajenar el
derecho tampoco puede realizar a su respecto renuncia alguna.
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los padres, tutores, o curadores respecto de las cuentas de su gestión, ni siquiera
con autorización judicial.
los albaceas, en cuanto a los derechos y obligaciones que confiere el testamento, sin
la autorización del juez de la sucesión.
Objeto
La regla general es que se puede transigir sobre toda clase de derechos. El CCC establece
determinadas prohibiciones respecto a su objeto:
No puede transigirse sobre derechos en los que está comprometido el orden público.
Vélez establecía que no se podía transar respecto de las acciones penales, y en ausencia
de disposición similar, debe entenderse que tal prohibición se mantiene en el CCC por
cuando se encuentra involucrado un interés público.
Ni sobre derechos irrenunciables.
Tampoco pueden ser objeto de transacción los derechos sobre las relaciones de
familia o el estado de las personas. Se trata de cuestiones indisponibles que trascienden
incluso el propio interés personal, pero no lo son las consecuencias patrimoniales derivadas
de esas relaciones. Una parte no puede transigir sobre su filiación, pero si puede hacerlo
respecto de los derechos patrimoniales emergentes de aquella.
Tipos de transacción
Efectos
La transacción obliga a las partes, se le reconoce efecto vinculante. Se operan efectos concretos o
específicos del tipo contractual, a saber:
Extintivo de los derechos y obligaciones que han sido su objeto. extingue, además, las
garantías que las partes se hubieren dado en el contrato original.
Respecto a los efectos que corresponde otorgar a la transacción concluida por uno de los
codeudores solidarios, se advierte que si bien puede ser aprovechada no puede serle opuesta.
Tampoco puede oponerse a otros acreedores, a menos que ellos quieran aprovecharse de las
consecuencias.
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En caso de obligaciones concurrentes, solo afecta a otro vinculo en la medida que satisfaga la
acreencia.
El efecto extintivo impide que las partes puedan plantearse nuevamente las cuestiones que fueron
motivo del acuerdo. Cuando esta es extrajudicial, lo decidido no tiene fuerza ejecutiva, a menos
que las partes hayan acordado ―crear‖ un título con tales características.
Cuando es judicial, la homologación del acuerdo tiene un mero efecto procesal, el de poner fin al
juicio.
Nulidad
Se le aplican todos los supuestos de ineficacia de los actos jurídicos. Además el CCC establece
expresamente tres supuestos especiales:
1. Juegos tutelados. Dos o más partes compiten en una actividad de destreza física o
intelectual, aunque sea sólo parcialmente, obligándose a pagar un bien mensurable en
dinero a la que gane.
Se requiere que existan dos o más partes que compitan en una actividad de destriza física o
intelectual. Tal destreza debe existir total o parcialmente.
La actividad lúdica, desarrollada con la destreza requerida por la ley, cuando agrega la obligación
de pagar un bien mesurable en dinero al ganador, genera este contrato del que son partes los
propios competidores
Se faculta al juez a reducir el monto de la deuda, si este resulta extraordinario respecto a la fortuna
del o los deudores.
2. Juegos tolerados. Son los de puro azar que no están prohibidos por la autoridad local.
No hay acción para exigir el cumplimiento de la prestación, pero lo pagado es irrepetible. Sin
embargo, es repetible el pago hecho por persona incapaz, o con capacidad restringida, o
inhabilitada.
No hay acción para exigir la prestación prometida. Lo pagado será siempre repetible.
4. El CCC se pone a tono con las reglas fundamentales de la protección al consumidor con
dos reglas contenidas en el art 1612.
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El oferente es responsable frente al apostador o participante. La publicidad debe individualizar al
oferente. Si no lo hace, quien la efectúa es responsable.
Debe tenerse en cuenta los paradigmas relativos a la protección del consumidor ya que se
establece entre las partes del contrato un vínculo de consumo.
Juegos organizados por el Estado con fines recaudatorios y en forma continuada a través
de sus agencias y concesionarios.
Loterías y rifas organizadas por entidades privadas y clubes, que por la alta emisión de
billetes, números y premios que ofrecen deben ajustarse a la reglamentación estatal.
El CCC no tiene regulación especial de la apuesta privada. Vélez decía “cuando dos personas
que son de una opinión diferente sobre cualquier materia, conviniesen en que aquella cuya opinión
resulta fundada, recibirá de la otra una suma de dinero o cualquier otro objeto determinado”.
La ha doctrina ha discutido si las apuestas estaban dentro de los juegos titulados o no. Creemos
que las apuestas entre particulares confieren acción en la medida que esas no estén relacionadas
con un juego de puro azar.
El artículo 1611 deniega acción al juego y apuesta de puro azar, de añera que si la apuesta pone
en juego aspectos ajenos y activos resortes de la personalidad como la inteligencia cognitiva,
emocional, no vemos impedimento para que el ganador tenga acción. A nuestro juicio, estas
apuesta deben asimilarse al régimen de los juegos tutelados, y por esa vía, en ellas las facultades
de morigeración al juez, porque ,as de una vez el apostador apasionado pondrá en peligro su
patrimonio.
Definición
Es aquel por el cual alguien, a cambio de un capital o de otra prestación mensurable en dinero, se
obliga a pagar una renta en forma periódica a otro, durante la vida de una o más personas
humanas ya existentes, designadas en el contrato.
Puede tener dos modalidades, oneroso y gratuito. No obstante el CCC solo regulo la modalidad
onerosa.
También puede constituirse una renta vitalicia a título gratuito, caso en la cual una de las partes,
sin recibir contraprestación alguna, se obliga a pagar a otra una suma de dinero determinada por
un periodo de tiempo.
Caracteres
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Bilateral
Oneroso
Nominado
Formal. Debe celebrarse en escritura pública.
Aleatorio. El deudor se obliga a pagar una renta durante la vida de una o más personas
existentes y resulta imposible determinar de manera anticipada la longevidad. Resulta
incierto respecto a cuándo acontecerá y sobrevendrá la extinción del contrato. Es un plazo
determinado incierto.
Larga duración. Es de tracto sucesivo, en el que el tiempo es esencial para el
cumplimiento del objeto. la renta se devenga de manera periódica conforme lo pactado.
Ambas partes constituyente y deudor se obligan recíprocamente. Pueden existir otros sujetos
que sin ser parte sino terceros cuya presencia incide en la dinámica.
Como requisito de validez es necesario que las partes individualicen a la persona o personas
beneficiarias o acreedoras de la renta. Es menester que las partes indiquen la ―cabeza de renta‖.
Beneficiario-acreedor o pensionista.
Puede ser percibido por el constituyente. En la mayoría de los casos coincide con este, aunque es
posible que el beneficiario sea uno o varios terceros. Puede ser una persona humana o jurídica,
incluso una persona por nacer.
Cuando son más de una persona. Puede ser que reciban la renta en forma sucesiva o
simultánea. Se entiende que lo son simultanea o conjuntamente, como titulares de una obligación
simplemente mancomunada. Si se establece de forma simultánea pueden asignar porcentajes
distintos de la renta a percibir por cada persona. En ausencia de disposición expresa, debe
distribuirse por partes iguales. Ante el fallecimiento de uno. Los restantes no tienen derecho a
arecer salvo que lo contrato estuviera previsto
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Objeto
Consiste en la entrega de un capital por parte del constituyente para que el deudor pague la renta
o prestación periódica al beneficiario.
Puede consistir en una cantidad de dinero o bienes, pero la renta debe pagarse en dinero. Si se
prevé otra prestación, sebe pagarse por su equivalente en dinero al momento de cada pago.
La determinación del monto queda reservada a las partes, quienes negociaran su valor. Si no se
establece el valor de las cuotas se considera que son de igual valor entre sí.
Las partes pueden acordar que la renta comience a devengarse inmediatamente después de
perfeccionado el contrato o luego de cierto tiempo.
Respecto a la periodicidad de la renta. Si bien suele ser mensual también puede ser otra
modalidad, en la medida que haya acuerdo entre las partes.
El derecho a la renta es transmisible por acto entre vivos y por causa de muerte, por lo que puede
ser objeto de cesión.
Forma
El contrato oneroso de renta vitalicia debe celebrarse en escritura pública, pero no es requerida
cabo sanción de nulidad. Es un contrato formal de solemnidad relativa. La omisión de la forma no
afecta la validez del contrato, pero la limita en sus efectos.
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de celebrado, fallece por propia mano o por una enfermedad que padecía al momento del
contrato, éste se resuelve de pleno derecho y deben restituirse las prestaciones.
Resolución por falta de garantía. Si el deudor de la renta no otorga la garantía a la que se
obliga, o si la dada disminuye, quien entrega el capital o sus herederos pueden demandar la
resolución del contrato debiendo restituirse sólo el capital.
DONACION
Definición
Hay donación cuando una parte se obliga a transferir gratuitamente una cosa a otra, y ésta lo
acepta.
El negocio supone un contrato en virtud del cual una parte, en forma gratuita, asume la obligación
de o transmitir a otra que lo acepta, el dominio de una cosa.
Elementos
Acto entre vivos. desde que comienza a tener eficacia en la vida de las personas que la
celebran desde el momento de su perfeccionamiento, sin perjuicio de lo cual, es posible que
la muerte de alguna de ella pueda completar sus efectos. Debe producirse en vida del
donante y del donatario.
Promesa de transferencia en propiedad de una cosa. Es un negocio eminentemente
declarativa, el CCC expresa: ―se obliga a transferir gratuitamente una cosa”.
A título gratuito. Se formaliza la transmisión de la propiedad entrañada una atribución
patrimonial que no se corresponde con ningún valor, se entrega algo sin recibir nada a
cambio.
Caracteres
Unilateral
Gratuito
Irrevocable. Después de aceptada, es irrevocable, pues de lo contrario quedaría en poder
del donante. Excepcionalmente, por causales taxativamente previste, la ley permite la
revocación del donante, son supuestos de interpretación restrictiva.
No formal. Produce efectos sin necesidad de cumplimentar ritual alguno, sin embargo, en
ciertos supuestos si la cosa donada tuviere trascendencia por si misma o con relación al
patrimonio del benefactor, la ley exige que se formalice por escritura pública.
Consentimiento
Como es consensual, sus efectos se desencadenan cuando la oferta del donante es aceptada por
el donatario, es decir, cuando se ha verificado el mutuo consenso de los contratantes.
La aceptación expresa de la voluntad no exige formas solemnes ni sacramentales, basta con una
manifestación directa y positiva de la voluntad. Puede ser expresa o tácita, pero es de
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interpretación restrictiva y está sujeta a las reglas establecidas respecto a la forma de las
donaciones. Debe producirse en vida del donante y del donatario.
Es posible que el donante designe a varias personas como destinatarios del beneficio. Si la
donación es hecha a varias personas solidariamente, la aceptación de uno o algunos de los
donatarios se aplica a la donación entera.
Si la aceptación de unos se hace imposible por su muerte, o por revocación del donante respecto
de ellos, la donación entera se debe aplicar a los que la aceptaron (derecho de acrecer)
Capacidad
Para donar. Pueden donar solamente las personas que tienen plena capacidad de
disponer de sus bienes. Las personas menores emancipadas pueden hacerlo con la
limitación del inciso b), es decir, bienes que no hubieran recibido a título gratuito.
Para aceptar donaciones. Se requiere ser capaz. Si la donación es a una persona
incapaz, la aceptación debe ser hecha por su representante legal; si la donación del tercero
o del representante es con cargo, se requiere autorización judicial.
Los tutores y curadores no pueden recibir donaciones de quienes han estado bajo su tutela
o curatela antes de la rendición de cuentas y pago de cualquier suma que hayan quedado
adeudándoles.
Objeto
La totalidad del patrimonio del donante, ni una alícuota de él, ni cosas determinadas
de las que no tenga el dominio al tiempo de contratar. Si comprende cosas que forman
todo el patrimonio del donante o una parte sustancial de éste, sólo es válida si el donante
se reserva su usufructo, o si cuenta con otros medios suficientes para su subsistencia.
Tampoco puede recaer sobre cosas futuras, ya que se exige que “ellas integren su
patrimonio al tiempo de contratar”. Se justifica esto debido a que el contrato perdería su
carácter de irrevocable, ya que dependería del puro arbitrio o voluntad del donante que
ingresen a su patrimonio para luego transmitirlas. Quedan fuera de esta prohibición
aquellas cuya incorporación no requiera de su comportamiento personal, como bienes de
una sucesión no diferida, o cosecha no levantada.
Forma
Como principio general, es un contrato no formal, salvo casos especialmente previstos en los
cuales la ley impone una solemnidad especial de perfeccionamiento.
Así pueden celebrarse por escrito, instrumento público o privado a libre elección de las partes, las
donaciones de muebles no registrables y títulos al portador que se consuman por la tradición del
objeto donado, llamados manuales, porque agotan su perfeccionamiento con la entrega material de
la cosa del donante al donatario.
Por excepción la ley requiere una solemnidad especial: deben ser hechas en escritura pública, bajo
pena de nulidad, las donaciones de cosas inmuebles, las de cosas muebles registrables y las de
prestaciones periódicas o vitalicias.
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Prueba
El donante debe entregar la cosa desde que ha sido constituido en mora. En caso de
incumplimiento o mora, sólo responde por dolo.
La responsabilidad por la evicción obliga al donante a indemnizar al donatario los gastos en que
éste ha incurrido por causa de la donación. Si ésta es mutua, remuneratoria o con cargo, el
donante debe reembolsarle además el valor de la cosa por él recibida, lo gastado en el
cumplimiento del cargo, o retribuir los servicios recibidos, respectivamente.
El donante sólo responde por los vicios ocultos de la cosa donada si hubo dolo de su parte,
caso en el cual debe reparar al donatario los daños ocasionados.
Como principio general y efecto normal, el donatario no tiene obligación alguna que cumplir, por el
contrario, como beneficiario de un acto de liberalidad, posee facultades y derechos para exigir el
cumplimiento.
Sin embargo, de manera excepcional puede estar obligado en razón de cláusulas especiales del
acuerdo. De allí surgen los siguientes deberes.
Excepto que la donación sea onerosa, el donatario debe prestar alimentos al donante que
no tenga medios de subsistencia. Puede liberarse de esa obligación restituyendo las cosas
donadas o su valor si las ha enajenado.
Cumplir los cargos. El donatario sólo responde por el cumplimiento de los cargos con la
cosa donada, y hasta su valor si la ha enajenado o ha perecido por hecho suyo. Queda
liberado si la cosa ha perecido sin su culpa.
Puede también sustraerse a esa responsabilidad restituyendo la cosa donada, o su valor si
ello es imposible.
Especies de donaciones
Mutuas. En las donaciones mutuas, la nulidad de una de ellas afecta a la otra, pero la
ingratitud o el incumplimiento de los cargos sólo perjudican al donatario culpable.
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Remuneratorias. Son donaciones remuneratorias las realizadas en recompensa de
servicios prestados al donante por el donatario, apreciables en dinero y por los cuales el
segundo podría exigir judicialmente el pago. La donación se juzga gratuita si no consta en
el instrumento lo que se tiene en mira remunerar.
Condicionales. Están prohibidas las donaciones hechas bajo la condición suspensiva de
producir efectos a partir del fallecimiento del donante.
Con cargo. En las donaciones se pueden imponer cargos a favor del donante o de un
tercero, sean ellos relativos al empleo o al destino de la cosa donada, o que consistan en
una o más prestaciones. Si el cargo se ha estipulado en favor de un tercero, éste, el
donante y sus herederos pueden demandar su ejecución; pero sólo el donante y sus
herederos pueden revocar la donación por inejecución del cargo. Si el tercero ha aceptado
el beneficio representado por el cargo, en caso de revocarse el contrato tiene derecho para
reclamar del donante o, en su caso, de sus herederos, el cumplimiento del cargo, sin
perjuicio de sus derechos contra el donatario.
Por causa de muerte
Manuales. Las donaciones de cosas muebles no registrables y de títulos al portador deben
hacerse por la tradición del objeto donado.
En razón de matrimonio. Las donaciones hechas en las convenciones matrimoniales se
rigen por las disposiciones relativas al contrato de donación. Sólo tienen efecto si el
matrimonio se celebra.
Esta cláusula debe ser expresa y sólo puede estipularse en favor del donante. Si se la incluye en
favor de él y de sus herederos o de terceros, sólo vale respecto de aquél.
Si la reversión se ha pactado para el caso de muerte del donatario sin hijos, la existencia de éstos
en el momento del deceso de su padre extingue el derecho del donante, que no renace aunque
éste les sobreviva.
Revocación de la donación
La donación aceptada sólo puede ser revocada por inejecución de los cargos, por ingratitud del
donatario, y, en caso de habérselo estipulado expresamente, por supernacencia de hijos del
donante.
Si la donación es onerosa, el donante debe reembolsar el valor de los cargos satisfechos o de los
servicios prestados por el donatario.
Incumplimiento de los cargos. La donación puede ser revocada por incumplimiento de los
cargos.
La revocación no perjudica a los terceros en cuyo beneficio se establecen los cargos. Los terceros
a quienes el donatario transmite bienes gravados con cargos sólo deben restituirlos al donante, al
revocarse la donación, si son de mala fe; pero pueden impedir los efectos de la revocación
ofreciendo ejecutar las obligaciones impuestas al donatario si las prestaciones que constituyen los
cargos no deben ser ejecutadas precisa y personalmente por aquél. El donatario que enajena los
bienes donados, o imposibilita su devolución por su culpa, debe resarcir al donante el valor de las
cosas donadas al tiempo de promoverse la acción de revocación, con sus intereses.
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Ingratitud. Las donaciones pueden ser revocadas por ingratitud del donatario en los siguientes
casos:
a) si el donatario atenta contra la vida o la persona del donante, su cónyuge o conviviente, sus
ascendientes o descendientes;
b) si injuria gravemente a las mismas personas o las afecta en su honor;
c) si las priva injustamente de bienes que integran su patrimonio;
d) si rehúsa alimentos al donante.
En todos los supuestos enunciados, basta la prueba de que al donatario le es imputable el hecho
lesivo, sin necesidad de condena penal.
Legitimación activa. La revocación de la donación por ingratitud sólo puede ser demandada por
el donante contra el donatario, y no por los herederos de aquél ni contra los herederos de éste.
Fallecido el donante que promueve la demanda, la acción puede ser continuada por sus herederos;
y fallecido el demandado, puede también ser continuada contra sus herederos.
Se reduce primero la última donación, y luego las demás en orden inverso a sus fechas, hasta
salvar el derecho del reclamante. Las de igual fecha se reducen a prorrata.
En todo caso, el donatario puede impedir la resolución entregando al legitimario la suma de dinero
necesaria para completar el valor de su porción legítima. El donatario es deudor desde la
notificación de la demanda, de los frutos o, en caso de formular la opción prevista en el párrafo
anterior, de intereses.
Perecimiento de lo donado
CCC La reducción extingue, con relación al legitimario, los derechos reales constituidos por el
donatario o por sus sucesores.
Ley La reducción extingue con relación al legitimario, los derechos reales constituidos por el
27587 donatario o por sus sucesores. Sin embargo, la reducción declarada por los jueces, no
afectará la validez de los derechos reales sobre bienes registrables constituidos o
transmitidos por el donatario a favor de terceros de buena fe y a título oneroso
Acción reipersecutoria
CCC El legitimario puede perseguir contra terceros adquirentes los bienes registrables. El
donatario y el subadquirente demandado, en su caso, pueden desinteresar al legitimario
satisfaciendo en dinero el perjuicio a la cuota legítima.
LEY Salvo lo dispuesto en el artículo anterior, el legitimario puede perseguir contra terceros
27587 adquirentes los bienes registrables. El donatario y el sub adquirente demandado, en su
caso, pueden desinteresar al legitimario satisfaciendo en dinero el perjuicio a la cuota
legítima.
Prescripción adquisitiva.
CCC La acción de reducción no procede contra el donatario ni contra el subadquirente que han
poseído la cosa donada durante diez años computados desde la adquisición de la
posesión. Se aplica el artículo 1901.
LEY En cualquier caso, la acción de reducción no procede contra el donatario ni contra el sub
27587 adquirente que han poseído la cosa donada durante diez (10) años computados desde la
adquisición de la posesión. Se aplica el artículo 1901. No obstará la buena fe del poseedor
el conocimiento de la existencia de la donación.
Si la disposición gratuita entre vivos o el legado son de usufructo, uso, habitación, o renta vitalicia,
el legitimario o, en su caso, todos los legitimarios de común acuerdo, pueden optar entre cumplirlo
o entregar al beneficiario la porción disponible.
Si por acto entre vivos a título oneroso el causante transmite a alguno de los legitimarios la
propiedad de bienes con reserva de usufructo, uso o habitación, o con la contraprestación de una
renta vitalicia, se presume sin admitir prueba en contrario la gratuidad del acto y la intención de
mejorar al beneficiario. Sin embargo, se deben deducir del valor de lo donado las sumas que el
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adquirente demuestre haber efectivamente pagado.
El valor de los bienes debe ser imputado a la porción disponible y el excedente es objeto de
colación.
Esta imputación y esta colación no pueden ser demandadas por los legitimarios que consintieron
en la enajenación, sea onerosa o gratuita, con algunas de las modalidades indicadas.
CONTRATO DE FIANZA
Definición
Hay contrato de fianza cuando una persona se obliga accesoriamente por otra a satisfacer una
prestación para el caso de incumplimiento.
Si la deuda afianzada es de entregar cosa cierta, de hacer que sólo puede ser cumplida
personalmente por el deudor, o de no hacer, el fiador sólo queda obligado a satisfacer los daños
que resulten de la inejecución.
Objeto
El objeto es la garantía que el fiador proporciona del cumplimiento de la obligación de otro deudor.
Puede ser que finalizada la obligación principal, de la cual el contrato de fianza es accesorio, puede
ser que al final el fiador no haya tenido que pagar nada si el deudor principal pago en tiempo y
forma
Caracteres
Unilateral, porque la única parte que queda obligada con motivo de la celebración del
contrato es el fiador.
Gratuito, pues asegura una ventaja a favor del acreedor, sin que el fiador reciba nada a
cambio.
Formal ad substantiam de carácter relativo, pues la ley ha impuesto que sea celebrado
por escrito.
Nominado y típico
De garantía, si se repara en su función económica.
Accesorio. Supone la existencia de una obligacin principal, a la cual el fiador esta
subordinado.
Las partes
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El compromiso de mantener o generar una determinada situación de hecho o de derecho no es
considerado fianza, pero su incumplimiento genera responsabilidad del obligado.
Son presentaciones que hace una persona respecto a otra, pero no garantiza su solvencia, salvo
que se hayan hecho de mala fe..
Las cartas denominadas de recomendación, patrocinio o de otra manera, por las que se asegure
la solvencia, probidad u otro hecho relativo a quien procura créditos o una contratación, no obligan
a su otorgante, excepto que hayan sido dadas de mala fe o con negligencia, supuesto en que debe
indemnizar los daños sufridos por aquel que da crédito o contrata confiando en tales
manifestaciones.
Fianza legal Impuesta por la ley para garantizar una relación jurídica determinada;
Fianza Es aquella en que la necesidad de conseguir un garante la impone un juez, en el
judicial marco de un proceso judicial, para asegurar las resultas de una medida cautelar o
de otro acto procesal, en cumplimiento de una disposición procesal que así lo
impone.
Fiador Goza del beneficio de excusión. El fiador en la fianza simple es, en principio,
simple subsidiaria, primero hay que exigir el cumplimiento al deudor principal, si no
cumple podemos pedir la prestación en cabeza del fiador.
Fiador A responsabilidad del fiador es solidaria con la del deudor cuando así se convenga
solidario expresamente o cuando el fiador renuncia al beneficio de excusión
Principal Quien se obliga como principal pagador, aunque sea con la denominación de
fiador fiador, es considerado deudor solidario y su obligación se rige por las
disposiciones aplicables a las obligaciones solidarias.
La prestación a cargo del fiador debe ser equivalente a la del deudor principal, o menor que ella, y
no puede sujetarse a estipulaciones que la hagan más onerosa.
Fianza general
Es válida la fianza general que comprenda obligaciones actuales o futuras, incluso indeterminadas;
en todos los casos debe precisarse el monto máximo al cual se obliga el fiador. Esta fianza no se
extiende a las nuevas obligaciones contraídas por el afianzado después de los cinco años de
otorgada. La fianza indeterminada en el tiempo puede ser retractada, caso en el cual no se aplica a
las obligaciones contraídas por el afianzado después que la retractación sea notificada al acreedor.
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En primer lugar, para que la fianza sea válida, debe indicarse el monto máximo al cual se obliga
el fiador. A pesar de que la norma no lo establece claramente, entendemos que ese monto
máximo constituye el limite definitivo de la responsabilidad del garante, por lo que alcanza no solo
al adeudado por el deudor en concepto de capital, sino también a los intereses que corresponda
pagar, e incluso a las costas del juicio por las que el fiador sea responsable, razón por la cual, si
cualquiera de estos conceptos supera el monto máximo garantizado por el fiador, no será
responsable por el exceso. Por otra parte, la falta de indicación del monto máximo de la
constitución de la garantía, conlleva la nulidad del contrato de fianza.
En segundo lugar, la responsabilidad del fiador tiene un plazo máximo legal de carácter
imperativo de años, que corre a partir de la fecha de constitución de la fianza. Responde por todas
las obligaciones que hayan nacido dentro de esos cinco años, y no por las que surjan con
posterioridad. Una vez terminado este plazo, no responderá por las contraídas posteriormente,
pero si por aquellas que se hubieren generado dentro del término de vigencia de su
responsabilidad.
Principal pagador
Existe un sector de la doctrina que afirma que el fiador principal pagador es lisa y llanamente un
deudor solidario pues ha dejado de ser fiador por la incompatibilidad que existe entre ambas
calidades32. Si fuera así, habría que admitir:
que la nulidad parcial de la deuda, como no libera al codeudor solidario, tampoco liberaría al
fiador principal pagador;
que éste debería cumplir su obligación aunque ella se hubiera tornado de cumplimiento
imposible para su deudor afianzado, tal como ocurre con el deudor solidario;
que carecería del derecho enunciado en el artículo 1594.
Más allá de lo que diga el texto legal, el fiador principal pagador no deja de ser fiador con relación
al deudor principal aunque el acreedor haya adquirido el derecho de demandarlo como si fuera el
obligado principal.
Forma
En cuanto a su forma, la fianza debe convenirse por escrito, siendo indistinto que sea plasmada en
instrumento público o privado por vía de principio. Sin embargo, como se trata de un contrato
accesorio de otro contrato principal, si éste fuera realizado en escritura pública, la fianza también
deberá constituirse bajo esta formalidad, pues el art. 1017 inc. c), dispone que deben ser otorgados
por escritura pública todos los actos que sean accesorios de contratos otorgados en escritura
pública.
El acreedor sólo puede dirigirse contra el fiador una vez que haya excutido los bienes del deudor.
Si los bienes excutidos sólo alcanzan para un pago parcial, el acreedor sólo puede demandar al
fiador por el saldo.
El beneficio de excusión es el derecho que goza rl fiador de exigir al acreedor que executa o
ejecute los bienes del deudor antes de que agreda sus propios bienes. Se trata de una excepción
dilatoria, pues si bien el acreedor puede reclamar directamente al fiador el cumplimiento de la
obligación principal, se expone a que este le oponga el beneficio de excusión, y de esa forma,
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paralice su pretensión hasta que ejecute de manera efectiva la totalidad de los bienes del deudor
principal. Si el reclamo se hiciere en un proceso ejecutivo, el beneficio de excusión debe
introducirse como una excepción de inhabilidad de título.
Como excepción dilatoria que es, su validez esta condicionada a que sea opuesta en tiempo
oportuno, es decir, en el plazo que plazo que los códigos procesales fijen para oponer tales
excepciones, o, cuando más, al momento de contestar la demanda. Si el fiador no la pone en
tiempo oportuno habrá perdido el derecho de hacerlo en el futuro.
Ejecutado que sea el deudor o acreditada su falta de bienes, la acción continua contra el fiador. Si
el deudor adquiere bienes durante el trámite del juicio, el fiador tendrá derecho a invocar tal
circunstancia como hecho nuevo, a los efectos de que el acreedor agreda el bien incorporado.
El fiador de un codeudor solidario puede exigir la excusión de los bienes de los demás codeudores.
El que afianza a un fiador goza del beneficio de excusión respecto de éste y del deudor principal.
Beneficio de división
Si hay más de un fiador, cada uno responde por la cuota a que se ha obligado. Si nada se ha
estipulado, responden por partes iguales. El beneficio de división es renunciable.
Fianza solidaria
La responsabilidad del fiador es solidaria con la del deudor cuando así se convenga expresamente
o cuando el fiador renuncia al beneficio de excusión.
Subrogación.
El fiador que cumple con su prestación queda subrogado en los derechos del acreedor y puede
exigir el reembolso de lo que ha pagado, con sus intereses desde el día del pago y los daños que
haya sufrido como consecuencia de la fianza.
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El CCC regula cuando el fiador puede pedir el embargo de los bienes del deudor ante
determinados supuestos, estos comprenden que el deudor esté en concurso preventivo o está en
quiebra; o cuando el deudor se fue del país o dilapido todos sus bienes o cuando transcurren cinco
años desde el otorgamiento de la fianza.
Aviso. Defensas.
El fiador debe dar aviso al deudor principal del pago que ha hecho.
El deudor puede oponer al fiador que paga sin su consentimiento todas las defensas que tenía
contra el acreedor; y si el deudor ha pagado al acreedor antes de tener conocimiento del pago
hecho por el fiador, éste sólo puede repetir contra el acreedor.
El cofiador que cumple la obligación accesoria en exceso de la parte que le corresponde, queda
subrogado en los derechos del acreedor contra los otros cofiadores.
Si uno de ellos resulta insolvente, la pérdida es soportada por todos los cofiadores, incluso el que
realiza el pago.
Extinción de la fianza
Si por hecho del acreedor no puede hacerse efectiva la subrogación del fiador en las
garantías reales o privilegios que accedían al crédito al tiempo de la constitución de la
fianza;
Si se prorroga el plazo para el cumplimiento de la obligación garantizada, sin
consentimiento del fiador;
Si transcurren cinco años desde el otorgamiento de la fianza general en garantía de
obligaciones futuras y éstas no han nacido;
Si el acreedor no inicia acción judicial contra el deudor dentro de los sesenta días de
requerido por el fiador o deja perimir la instancia.
CESION DE DERECHOS
Definición
Hay contrato de cesión cuando una de las partes transfiere a la otra un derecho. Se aplican a la
cesión de derechos las reglas de la compraventa, de la permuta o de la donación, según que se
haya realizado con la contraprestación de un precio en dinero, de la transmisión de la propiedad de
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un bien, o sin contraprestación, respectivamente, en tanto no estén modificadas por las de este
Capítulo.
Cesión en garantía
Si la cesión es en garantía, las normas de la prenda de créditos se aplican a las relaciones entre
cedente y cesionario.
Todo derecho puede ser cedido, excepto que lo contrario resulte de la ley, de la convención que lo
origina, o de la naturaleza del derecho.
Forma
La cesión debe hacerse por escrito, sin perjuicio de los casos en que se admite la transmisión del
título por endoso o por entrega manual.
El cedente debe entregar al cesionario los documentos probatorios del derecho cedido
que se encuentren en su poder.
Si la cesión es parcial, el cedente debe entregar al cesionario una copia certificada de
dichos documentos.
La cesión tiene efectos respecto de terceros desde su notificación al cedido por instrumento público
o privado de fecha cierta, sin perjuicio de las reglas especiales relativas a los bienes registrables.
Actos anteriores a la notificación de la cesión. Los pagos hechos por el cedido al cedente antes de
serle notificada la cesión, así como las demás causas de extinción de la obligación, tienen efecto
liberatorio para él.
Concurrencia de cesionarios
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En caso de concurso o quiebra del cedente, la cesión no tiene efectos respecto de los acreedores
si es notificada después de la presentación en concurso o de la sentencia declarativa de la quiebra.
Actos conservatorios.
Antes de la notificación de la cesión, tanto el cedente como el cesionario pueden realizar actos
conservatorios del derecho.
La cesión de un crédito garantizado con una prenda no autoriza al cedente o a quien tenga la cosa
prendada en su poder a entregarla al cesionario.
Si se notifican varias cesiones en un mismo día y sin indicación de la hora, los cesionarios quedan
en igual rango.
Cesión parcial
El cesionario parcial de un crédito no goza de ninguna preferencia sobre el cedente, a no ser que
éste se la haya otorgado expresamente.
Si el cedente garantiza la solvencia del deudor cedido, se aplican las reglas de la fianza, con
sujeción a lo que las partes hayan convenido.
El cesionario sólo puede recurrir contra el cedente después de haber excutido los bienes del
deudor, excepto que éste se halle concursado o quebrado.
REPRESENTACION
El CCyC no define representación, pero es la actuación de una persona en interés de otra, a la cual
sustituye en uno o más actos jurídicos. La actuación del representante es alieno nomine, es decir,
por cuenta ajena.
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El fenómeno representativo tiene tres protagonistas:
Para que exista representación en sentido estricto, es necesario el concurso de los siguientes
requisitos:
una autorización, voluntaria o legal, que es la que concede a una persona determinada la
facultad de poder actuar para otro;
una actuación por cuenta e interés del representado, que es lo característico de la
representación;
una declaración proveniente del representante y no del representado, ya que es aquél el
que realiza el acto.
ARTICULO 358: Los actos jurídicos entre vivos pueden ser celebrados por medio de representante
excepto en los casos en que la ley exige que sean otorgados por el titular del derecho.
La representación legal, forzosa o necesaria tiene su base en el mismo derecho, el cual atribuye a
una persona la facultad, que suele ser también una obligación, de actuar por cuenta de otro, bien
porque el representado tiene limitada su capacidad, bien porque se pretende proteger sus bienes
La concesión de poder depende directamente de la ley, sin necesidad, tampoco de aceptación del
representante en la mayoría de los casos. El derecho, a través de la representación legal, consagra
la protección de intereses jurídicos que no deben dejarse abandonados.
La representación es orgánica cuando resulta del estatuto de una persona jurídica (las
personas jurídicas actúan por medio de sus órganos)
ARTICULO 359.- Los actos celebrados por el representante en nombre del representado y en los
límites de las facultades conferidas por la ley o por el acto de apoderamiento, producen efecto
directamente para el representado.
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ARTICULO 360.- Extensión. La representación alcanza a los actos objeto del apoderamiento, a
las facultades otorgadas por la ley y también a los actos necesarios para su ejecución.
MANDATO
Definición de mandato
El mandato es un contrato, por lo tanto un acto jurídico bilateral, mediante el cual dos o más
partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales.
El CCC expresa: hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos
jurídicos en interés de otra…”. Ello se completa contemplando situaciones fácticas que implican el
otorgar o aceptar en forma tácita un contrato de mandato.
Caracteres
o Oneroso. Cuando las ventajas que procuran las partes le son concedidas por una
prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra.
o Gratuito. Cuando aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja,
independiente de toda prestación a su cargo.
De conformidad a lo que pacten las partes pero si nada se ha pactado se presume
oneroso.
ARTICULO 970. Los contratos son nominados e innominados según que la ley los regule
especialmente o no. Los contratos innominados están regidos, en el siguiente orden, por:
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No formal salvo que el acto jurídico cuya ejecución se encarga realizar tenga prevista una
forma específica determinada por la ley. Esta característica surgía del código derogado que
permitía que el contrato se celebrara por instrumento público o privado, por cartas y
también verbalmente
Partes
El tema de la capacidad tiene su ubicación propia en la parte general, porque se proyecta a todos
los actos jurídicos.
Capacidad de derecho es la aptitud para gozar de los derechos; capacidad de hecho es la aptitud
para ejercerlos. Es un presupuesto de validez del consentimiento, no es un elemento del contrato.
El contrato de mandato constituye una excepción a la regla general en materia de capacidad para
celebrar contratos, pues es factible que sea celebrado válidamente a pesar que una parte no sea
plenamente capaz.
Respecto del mandante, debe tener la capacidad necesaria para la realización del acto que
encarga a su mandatario, al momento de la celebración del contrato de mandato. De modo que, si
el mandato tiene por objeto actos de administración, basta con que el mandante tenga la capacidad
de administrar sus bienes; si en cambio, tiene por objeto un acto de disposición, será necesario
que cuente con la capacidad para disponer de ellos.
Esta regla es de toda lógica pues de lo contrario el mandato sería la vía que permita a un sujeto la
realización por interpósita persona de actos que no puede realizar por sí mismo, lo que desde todo
punto de vista resulta inaceptable.
El art. 1323, CCyC dispone: “el mandato puede ser conferido a una persona incapaz, pero ésta
puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por inejecución de las obligaciones o por
rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de lo que se ha convertido en provecho
suyo”.
Esta solución, que estaba ya prevista en el régimen anterior, y es receptada por la tradición jurídica
nacional, se sustenta en las siguientes razones principales:
Si el mandante es el dueño del negocio, y el sujeto del interés en la realización del acto
jurídico, es irrelevante el estado subjetivo del mandatario. Debe presumirse que el
mandante se cuidará en elegir un mandatario que pueda cumplir adecuadamente con el
acto que se le encomienda;
Al mandante se le exige la plena capacidad para la realización del acto que se encarga, y el
acto se reputa realizado por éste, de modo que la parte que queda obligada por el acto
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goza de la capacidad exigida para su validez (argumento no válido para el mandato sin
representación);
Como el mandatario no se obliga, no hay perjuicio más que para el mandante, que es quien
queda directamente vinculado con el tercero; y en última instancia, la ley protege al
mandatario al permitirle oponer la nulidad del acuerdo.
Cuando el art. 1323 alude a la posibilidad de conferir un mandato a una persona incapaz, debe
entenderse que se refiere al sujeto denominado ―adolescente‖ que tiene entre 13 y 17 años de
edad. 1.6.3.
Esta posibilidad que habilita el contrato de mandato, lo es sin perjuicio de los efectos que tal
situación genera entre las partes como consecuencia justamente de la incapacidad de una de ellas,
pues en todo caso esta excepción a la regla de la capacidad en los contratos, lo es sin alterar la
que rige en materia de nulidades. Así, en estos supuestos, el mandatario puede ―oponer la nulidad
del contrato si es demandado por inejecución de las obligaciones o por rendición de cuentas,
excepto la acción de restitución de lo que se ha convertido en provecho suyo‖.
En este sentido, frente a un reclamo del mandante por incumplimiento de las obligaciones de su
contraparte, el mandatario puede oponer la nulidad del contrato con fundamento en su
incapacidad.
Se trata de un caso de nulidad relativa en la medida que esta sanción solo se establece en
protección del interés del incapaz, y por lo tanto, solo puede ser pedida por el mandatario en cuyo
beneficio se establece o sus representantes, excepto que haya obrado con dolo en la celebración
del contrato-
Presunción de onerosidad
Es un contrato oneroso desde la nueva regulación que expresamente estipula la presunción de tal
carácter y brinda las reglas para determinar el monto correspondiente a la retribución que la
corresponde al mandatario en caso de que las partes nada hubieran estipulado.
La nueva norma dispone la onerosidad del contrato de mandato y prescribe que para el caso en
que no se haya pactado una retribución entre las partes, se estará en principio a las disposiciones
legales o reglamentarias, a los usos o a la decisión del juez.
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Machado destacó que la doctrina de la gratuidad debería rechazarse, porque no está conforme con
los ideales de la sociedad actual, cuyas necesidades y aspiraciones debe traducir, y que la regla es
que las contrataciones son remuneradas.
La doctrina judicial vinculada con la presunción de gratuidad del mandato puede considerarse
superada por la nueva legislación, ante la presunción de onerosidad que se fija para esta figura.
La remuneración del mandatario puede consistir en un tanto por ciento de las utilidades que
resulten de su cometido, ya que la ley no limita el derecho de los interesados a convenir libremente
las modalidades de aquélla.
Si el negocio encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él
regularmente, aun cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias
urgentes que requiera el negocio que se le encomienda.
ARTICULO 1326.- Mandato a varias personas. Si el mandato se confiere a varias personas sin
estipular expresamente la forma o el orden de su actuación, se entiende que pueden
desempeñarse conjunta o separadamente.
Cuando el mandato sea conferido a varias personas, el régimen actual simplifica el contenido en
Código anterior, y le otorga mayor flexibilidad, tanto para la aceptación como para la ejecución del
mandato. En caso que el mandante fije la forma de actuación de los mandatarios, evidentemente
habrá que estar a ello en virtud del principio de la autonomía de la voluntad.
La idea de una posible sustitución del mandato en un tercero resulta, prima facie, un tanto
incompatible con una de las características esenciales que tiene este contrato, cual es, la de ser un
vínculo sustentado en la confianza.. Coherente con esta característica, es evidente que la persona
del mandatario reviste un carácter de ―esencial‖ en la celebración del contrato, pues es
especialmente elegida por el mandante en función de ciertas condiciones que posee para ejecutar
el encargo. De ello podría derivarse que la sustitución de dicho sujeto resulta contraria a los fines
que inspiran la figura.
Por un lado, como recién se dijo, es claro que el mandato reviste un carácter intuitu personae, en
virtud del cual la persona del mandatario es elegida por el mandante por cualidades especiales que
éste valora para encomendar la gestión de un negocio que le pertenece. Desde este primer punto
de vista, la idea de una sustitución debe ser apreciada con un criterio sumamente restrictivo, y la
respuesta negativa sería la que debería imponerse. Más aun cuando en materia de obligaciones de
hacer el ordenamiento jurídico autoriza a que la prestación:
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“sea ejecutada por persona distinta del deudor, salvo que de la convención, de la naturaleza de la
obligación o de las circunstancias resulte que éste fue elegido por sus cualidades para realizarla
personalmente. Esta elección se presume en los contratos que suponen una confianza especial”
(art. 776, CCyC).
Es decir que el precepto transcripto acentúa el principio esbozado, pues entiende que en los
vínculos sustentados en la confianza (por caso, el mandato), no sería posible sustituir en un tercero
la realización de la prestación comprometida.
Una interpretación en el mismo sentido es la que autoriza el art. 1070, CCyC que en materia de
subcontrato dispone que
“en los contratos con prestaciones pendientes éstas pueden ser subcontratadas, en todo o en
parte, a menos que se trate de obligaciones que requieren prestaciones personales”.
Sin embargo, por otro lado, no puede dejar de advertirse que en esta materia existe otro principio
fundamental, que es el de la máxima eficacia en el cumplimiento del negocio encargado al
mandatario. Este segundo postulado es de interés fundamental del mandante, que es quien
formula el encargo al mandatario. Así, resulta que en muchas ocasiones puede ocurrir que la
gestión presente dificultades para cumplirla una sola persona, y el mandatario debe valerse de
otras para realizarla, o a veces hasta existe una imposibilidad de que el mandatario la cumpla en
forma personal, situaciones en las que la posibilidad de sustitución de su ejecución en un tercero
representa la mejor manera de cumplir fiel y eficazmente el mandato, que es la principal obligación
a cargo del mandatario. Entonces, un excesivo apego al carácter personalísimo del encargo traería
consigo una disminución de la eficiencia de la prestación.
Además, tal como se verá a continuación, en la generalidad de los casos el sustituto actuará
siempre bajo la responsabilidad del mandatario, de modo que éste sigue siendo el obligado frente
al mandante, y por lo tanto su garantía frente a eventuales incumplimientos del sustituto, sin que
ningún daño pueda causarse al dueño del negocio por la modificación subjetiva operada.
La regla fijada por el ordenamiento jurídico. Como regla general, y salvo que exista una cláusula
expresa que lo prohíba, el mandatario puede sustituir en otra persona la ejecución del mandato. Es
decir que el mandatario puede, en el cumplimiento del mandato, designar a un tercero sustituto
para que cumpla la gestión, ya sea por sí solo o en forma conjunta con él, salvo que la autonomía
privada de las partes al momento de celebrar el contrato haya estipulado lo contrario.
ARTICULO 1327.- Sustitución del mandato. El mandatario puede sustituir en otra persona la
ejecución del mandato y es responsable de la elección del sustituto, excepto cuando lo haga por
indicación del mandante. En caso de sustitución, el mandante tiene la acción directa contra el
sustituto prevista en los artículos 736 y concordantes, pero no está obligado a pagarle retribución si
la sustitución no era necesaria. El mandatario responde directamente por la actuación del sustituto
cuando no fue autorizado a sustituir, o cuando la sustitución era innecesaria para la ejecución del
mandato.
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Mandatario actúa en nombre del mandante Mandatario actúa en nombre propio
Mandatario actúa en interés del mandante Mandatario actúa en interés del mandante
ARTICULO 1320.- Representación. Si el mandante confiere poder para ser representado, le son
aplicables las disposiciones de los artículos 362 y siguientes.
Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones citadas a
las relaciones entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten modificadas en este
Capítulo.
ARTICULO 362.- Caracteres. La representación voluntaria comprende sólo los actos que el
representado puede otorgar por sí mismo. Los límites de la representación, su extinción, y las
instrucciones que el representado dio a su representante, son oponibles a terceros si éstos han
tomado conocimiento de tales circunstancias, o debieron conocerlas obrando con cuidado y
previsión.
● Mandato sin representación: El mandatario también actúa sin interés del mandante,
frente al tercero lo hace en nombre propio, como si el negocio le perteneciera a él, el
tercero desconoce la existencia del mandato, al menos en lo que al acto celebrado se
refiere.
Subrogación
Por lógica, para que pueda tener lugar tal subrogación, es indispensable que, con posterioridad a la
celebración del acto, el tercero tome conocimiento que la persona con la cual contrató no lo hacía
en interés propio sino en interés de su mandante.
Si el tercero ignora que su contraparte es un mandatario, por ser un mandato sin representación, el
mandatario no se puede excepcionar ante aquel invocando su carácter de tal. El tercero podrá
actuar en forma indistinta contra ambos.
Forma
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La regla es que el mandato se debe otorgar en la forma prescripta para el acto que el mandante
desea realizar. De este modo, se trata de un contrato que no tiene una forma impuesta ab initio,
sino que este rasgo depende del tipo de acto jurídico que se encargue realizar. Esto es una
consecuencia lógica de los caracteres propios de este contrato, que como ya se vio, no persigue
un fin en sí mismo, sino que constituye más bien un medio para la realización de otro acto jurídico
o contrato. Así, podrá consistir en un contrato de formalidad solemne absoluta, como por ejemplo
cuando se confiere un mandato para celebrar una donación de un bien inmueble; o con una
solemnidad relativa, como sería el caso del mandato que tenga por objeto la venta de un inmueble.
Objeto
El objeto de contrato de mandato se rige por las reglas generales para todos los contratos.
Consiste en que el mandatario realice uno o más actos jurídicos en interés del mandate.
Cada contrato tendrá un contenido diverso según la finalidad con la cual se lo haya conferido.
El objeto de los contratos es la prestación prometida por las partes, el bien o el hecho sobre los
que recae la obligación contraída.
ARTICULO 363. - Forma. El apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el acto
que el representante debe realizar.
En el mandato sin representación el tercero no tiene conocimiento de que existe un mandato, por lo
cual la forma no cumpliría ninguna finalidad. Esto no quita que a los fines probatorios entre el
mandante y el mandatario sea aconsejable que se instrumente por escrito.
Cabe destacar que, si el mandato se otorga para realizar un acto o actos que se formalizaran por
escrito, en ese caso aquel debe tener forma escrita.
ARTICULO 1319.- ―…El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una
persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se
entiende que ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación
aun sin mediar declaración expresa sobre ella.‖
El segundo párrafo del art. 1319, CCyC regula la formación del consentimiento en este contrato.
Dispone que el “El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona
sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende
que ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación aun sin
mediar declaración expresa sobre ella”.
Tanto la oferta como la aceptación de este contrato pueden ser expresa o tácita. La pauta allí
establecida importa una aplicación de lo normado para los actos jurídicos en general, los que
pueden exteriorizarse de manera oral, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un
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hecho material; o a través de una manifestación tácita de la voluntad que resulta de actos por los
cuales se la puede conocer con certidumbre. Esta última forma de manifestación (tácita) ―carece de
eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación expresa‖. En definitiva, el mandato
se concluye ―por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la existencia del
acuerdo‖.
La aceptación tácita resulta de cualquier acto del mandatario que importe la ejecución del objeto
encomendado. “Si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide,
pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácitamente”.
En el sistema anterior, existía una regulación más profunda en este tema, en especial en el análisis
del valor del silencio como manifestación de la voluntad en la formación del contrato de mandato.
En este punto se puede destacar las posiciones antagónicas que existen en la doctrina respecto de
los alcances que puede tener el mandato tácito.
Esta norma, de modo adecuado establece que habrá mandato tácito cuando “una persona sabe
que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo”, en términos
similares a los que contenía el código derogado.
a) cumplir los actos comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones dadas por el
mandante y a la naturaleza del negocio que constituye su objeto, con el cuidado que pondría en los
asuntos propios o, en su caso, el exigido por las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de
ejecución;
c) informar sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que
pueda motivar la modificación o la revocación del mandato;
d) mantener en reserva toda información que adquiera con motivo del mandato que, por su
naturaleza o circunstancias, no está destinada a ser divulgada;
e) dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y ponerlo a
disposición de aquél;
g) entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los intereses moratorios, de las
sumas de dinero que haya utilizado en provecho propio;
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h) informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato;
Si el negocio encargado al mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él
regularmente, aun cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias conservatorias
urgentes que requiera el negocio que se le encomienda.
a) suministrar al mandatario los medios necesarios para la ejecución del mandato y compensarle,
en cualquier momento que le sea requerido, todo gasto razonable en que haya incurrido para ese
fin;
b) indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de la ejecución del mandato,
no imputables al propio mandatario;
c) liberar al mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole de los medios
necesarios para ello;
Otra derivación de este deber de ejecutar fielmente el mandato, se manifiesta con la obligación que
pesa sobre el mandatario de priorizar siempre, en la ejecución del mandato, los intereses del
mandante por sobre los propios.
Así, “si media conflicto de intereses entre el mandante y el mandatario, éste debe posponer los
suyos en la ejecución del mandato o renunciar”, y además se le impone la obligación de “informar
sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que pueda
motivar la modificación o la revocación del mandato”, en lo que constituye otra manifestación
especial del ―deber de información‖.
La norma expone la solución lógica que se desprende de la propia esencia de este contrato, en el
que se actúa en interés de otro. De modo que todo conflicto de intereses entre mandante y
mandatario, siempre deberá resolverse en favor del primero; y si ello no es posible, el mandatario
deberá renunciar al mandato.
El sentido de la norma apunta a evitar que el mandatario no se prevalezca del mandato para
beneficiarse en perjuicio del mandante.
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Extinción del mandato: rescisión bilateral, renuncia y revocación del poder y del mandato.
El art. 1329, CCyC establece que el mandato se extingue por las siguientes causales:
Por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de la
condición resolutoria pactada;
Cuando vence la vigencia temporal que se estableció del contrato. A partir de ese momento los
actos que produce el mandatario no tienen efecto respecto del mandante o el hecho futuro e
incierto cuando se produce extingue el mandato.
ARTICULO 1331.- Revocación. La revocación sin justa causa del mandato otorgado por tiempo o
asunto determinado obliga al mandante a indemnizar los daños causados; si el mandato fue dado
por plazo indeterminado, el mandante debe dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su
defecto, indemnizar los daños que cause su omisión.
ARTICULO 1332.- Renuncia. La renuncia intempestiva y sin causa justificada del mandatario
obliga a indemnizar los daños que cause al mandante.
Las tres primeras mencionadas, se producen por un desenvolvimiento normal del contrato de
mandato, según las estipulaciones que las partes han introducido en ejercicio de la autonomía de
la voluntad. Las tres últimas, en cambio, se verifican cuando existe un acontecimiento que altera el
desarrollo natural de lo acordado por las partes, y debido a ello su regulación se complementa con
algunas normas especiales que contemplan las particulares consecuencias que se derivan en caso
que se produzcan.
Esta constituye una regla que se desprende de la propia naturaleza de este vínculo de
colaboración y confianza, en el que las personas que intervienen adquieren un carácter esencial en
su perfeccionamiento.
En principio, dadas las características que rodean al mandato irrevocable, la muerte del mandante
(al igual que su incapacidad sobreviniente) no produce la extinción del mandato, sino que éste
puede ser ejecutado por el mandatario. Aun frente a la ausencia de una norma similar al art. 1982,
CC Vélez, estimamos que esta conclusión es válida en el régimen actual, según los fundamentos
que se expusieron al tratar el mandato irrevocable-
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La hipótesis contenida en el art. 380 inc. b, contempla el supuesto del mandato que subsiste
después de la muerte del poderdante o mandante. Es el caso del mandato cuya ejecución empieza
en vida del mandante, el que debe continuar aun a pesar de su muerte en la medida que se
cumplan los requisitos de la norma citada. Remitimos al punto, donde se abordó este tema.
Produce la extinción del contrato. Vale recordar que la concepción actual de la ―incapacidad‖ está
reservada para los supuestos en los que la persona se encuentra absolutamente imposibilitada de
interaccionar con su entorno y expresar su voluntad de cualquier modo, y el sistema de apoyo
resulte ineficaz.
Por fin, vale destacar que esta causal de extinción no resulta oponible a los terceros que la haya
ignorado sin su culpa.
Producida la extinción del contrato de mandato por muerte de alguna de las partes- Así, en caso de
muerte o incapacidad del mandatario, sus herederos, representantes o asistentes que tengan
conocimiento del mandato deben dar pronto aviso al mandante y tomar en interés de éste las
medidas que sean requeridas por las circunstancias. De este modo, se impone a los herederos
avisar de inmediato del evento acaecido, ya que indudablemente tiene directa repercusión en la
ejecución del contrato. Asimismo, al igual que se le imponía al mandatario aun en caso de no
aceptar el encargo en el supuesto del art. 1324, último párrafo, CCyC ya analizado, se exige a los
herederos adoptar las medidas urgentes que aconsejen las circunstancias para evitar un perjuicio
al mandante, aunque el vínculo se haya extinguido.
Por otro lado, en caso de muerte o incapacidad del mandante, el mandatario debe ejecutar los
actos de conservación si hay peligro en la demora, excepto instrucciones expresas en contrario de
los herederos o representantes. Aquí se impone al mandatario adoptar los actos de conservación
necesarios siempre que exista ―peligro en la demora‖. De modo que si esta situación no se verifica,
no pesa deber alguno sobre su parte. Aun existiendo peligro en la demora, si existen instrucciones
expresas en sentido contrario de los herederos o representantes del mandante fallecido, el
mandatario deberá abstenerse de ejecutar acto alguno, no incurriendo en ningún tipo de
responsabilidad.
Constituye un típico deber que emana de cualquier vínculo que importe la realización de actos en
interés de otra persona.
Está consagrado en el art. 1324 inc. f, que impone al mandatario: ―rendir cuenta de su gestión en
las oportunidades convenidas o a la extinción del mandato”.
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―La rendición de cuentas por el mandatario debe ser en las condiciones previstas en los
artículos 858 y siguientes acompañada de toda la documentación relativa a su gestión.
Excepto estipulación en contrario, las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario
y los gastos que generan son a cargo del mandante‖.
2. Traditivo. Le impone al mandatario colocar en manos del mandante todo lo recibido, que
permaneciera todavía en su tenencia, y constituye una obligación de ―entrega‖. A tales fines
el mandatario debe ―entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los
intereses moratorios, de las sumas de dinero que haya utilizado en provecho propio‖.
Es importante advertir que si del resultado del primer paso informativo surge que no hay nada para
entregar, porque no existieron ganancias, este segundo aspecto se torna claramente abstracto
pues no existen resultados positivos de la gestión del mandatario.
Puede ser cumplida de una manera privada, excepto si la ley dispone que debe ser realizada ante
un juez. Y salvo pacto en contrario, las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario y los
gastos que generan son a cargo del mandante. A su vez debe contemplar los siguientes requisitos:
Una vez cumplidos con estos recaudos, las cuentas deben ser aprobadas por el mandante para
liberar al mandatario de esta obligación. Esta aprobación puede darse de dos maneras: expresa o
tácita.
El art. 1910, CC Vélez disponía que ―La relevación de rendir cuentas, no exonera al mandatario de
los cargos que contra él justifi que el mandante‖. Este principio se mantiene en el régimen actual,
no obstante la ausencia de una norma de este tipo. La autonomía privada es soberana en este
campo, y por ende nada impide que las partes decidan incluir una cláusula por la que el mandante
libera al mandatario de esta obligación, o que esto se produzca con posterioridad durante la
ejecución del mandato. Ahora bien, es importante destacar que una cláusula de este tipo no
importa exonerar al mandatario de entregar todo lo recibido y las ganancias percibidas como
consecuencia del mandato. Una dispensa de este tipo daría como resultado un mandato en interés
exclusivo del mandatario, lo que haría perder la esencia misma de este contrato. De existir y ser
posterior al contrato, estaríamos en presencia de una renuncia que implica una liberalidad, y
quedaría sujeta a esas reglas.
Mandato irrevocable
Camila Pagliari
ARTICULO 1330.- Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente como
irrevocable en los casos de los incisos b) y c) del artículo 380.
El mandato destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer
como disposición de última voluntad.
El mandato irrevocable es revocable si media justa causa sin resarcir al mandatario. Si no concurre
justa causa de revocación también puede revocarse pero indemnizando al mandatario.
Haber sido otorgado para realizar actos jurídicos determinados (poder especial), no
genéricos;
Estar limitado a un plazo cierto.
Esos actos pueden ser de administración o de disposición;
Haber sido otorgado en interés: 1) del apoderado, 2) de un tercero, 3) del poderdante y un
tercero, 4) del poderdante y el apoderado, y 5) del apoderado y tercero.
b) por la muerte del representante o del representado; sin embargo subsiste en caso de muerte
del representado siempre que haya sido conferido para actos especialmente determinados y en
razón de un interés legítimo que puede ser solamente del representante, de un tercero o común a
representante y representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero;
c) por la revocación efectuada por el representado; sin embargo, un poder puede ser conferido de
modo irrevocable, siempre que lo sea para actos especialmente determinados, limitado por un
plazo cierto, y en razón de un interés legítimo que puede ser solamente del representante, o de
un tercero, o común a representante y representado, o a representante y un tercero, o a
representado y tercero; se extingue llegado el transcurso del plazo fijado y puede revocarse si
media justa causa;
La gestión de negocios no debe confundirse con el mandato en virtud de que el mandatario esté
provisto del poder de representación por el mandante o que obre en nombre propio con los
terceros: la relación entre mandante y mandatario surge de un negocio jurídico bilateral (contrato).
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En cambio, la gestión de negocios es un acto unilateral que el gestor ejecuta por propia iniciativa, a
diferencia del mandato en el que el mandatario está obligado a obrar en provecho del mandante.
Una persona puede asumir oficiosamente la gestión de un negocio ajeno por un motivo razonable,
sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada, convencional o legalmente.
Se trata de la figura del gestor de negocios ajenos, se caracteriza principalmente por actuar en
forma "espontánea", en interés de otro pero a diferencia de quien "contrata por otro", el gestor
puede actuar a nombre propio. De no mediar ratificación, el gestor queda obligado frente a
terceros, cosa que no sucede para quien contrata a nombre de otro sin representación, donde el
contrato directamente es ineficaz.
Las semejanzas con el mandato son evidentes, ya que en ambas figuras se gestiona un
negocio ajeno; pero la diferencia radica en que el mandato es un contrato y la gestión un negocio
unilateral que no requiere el consentimiento del dueño.
PODER
Se entiende por poder el medio o instrumento por virtud del cual la manifestación unilateral de
voluntad de una persona, confiere u otorga facultades a otra para que la represente, actuando
siempre a nombre del representado. Poder, sería, entonces, el sustrato de la voluntad del
representado o acto de apoderamiento, expresada en el documento por medio del cual se acredita
la representación que ostenta una persona en relación con otra.
Una segunda acepción se refiere al acto por el cual una persona queda facultada por otra para
actuar en su nombre y representación, o sea, al acontecimiento espacio-temporal del
facultamiento.
Finalmente la palabra poder, se refiere al instrumento por medio de la cual una persona puede
representar a otra en virtud de un acto derivado de la autonomía de la voluntad o de la ley.
El poder es una autorización que el representado le confiere al representante para que celebre
negocios jurídicos en su nombre. Es unilateral pues nace de la sola voluntad del otorgante y
recepticio porque debe tener un destinatario.
Poder es el acto jurídico unilateral, abstracto y recepticio, por el cual una persona capaz
para otorgar un determinado acto jurídico, legitima a otra para que actúe por su cuenta y
nombre imputándole al poderdante los efectos jurídicos del acto que realice.
En cuanto acto jurídico además es unilateral porque solo requiere la voluntad de una sola
persona, el otorgante del poder denominado poderdante. Es unilateral a grado tal que el designado
como apoderado puede ignorar que ha sido designado apoderado e incluso haberse opuesto con
anterioridad, pero como su voluntad es irrelevante —por ser un acto jurídico unilateral otorgado por
el poderdante—, todos esos reparos serán intrascendentes.
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El poder es también un acto jurídico abstracto porque admite como causas posibles varias
relaciones jurídicas diferentes, además del mandato.
Pero siendo meramente unilateral el poder no producirá ningún efecto, ni surgirá el fenómeno de la
representación si no se comunica al designado como apoderado para que éste lo acepte y se
disponga a ejercerlo ante el tercero. Por ende, el poder es también un acto jurídico recepticio
porque constituye una manifestación de voluntad dirigida a otra persona y que debe comunicarse a
esa persona.
El poder es informal. Es poder tanto el otorgado ante un notario para que lo ejerza en un juicio,
como el otorgado mediante un instrumento privado como simple autorización para retirar un
cheque o cobrar un sueldo mientras el poderdante se encuentra de vacaciones o está enfermo en
cama. Por ser informal, el acto de apoderamiento también puede efectuarse en forma tácita.
Aceptar el poder no es —de ninguna manera— una obligación para el designado apoderado.
El designado apoderado puede decidir no aceptar el poder y para eso no es necesario que cumpla
ninguna actividad, le basta con ignorarlo.
Él puede aceptarlo o no hacerlo. En principio para aceptarlo deben tener capacidad para hacerlo,
aunque no sea plena. El apoderado para aceptar el poder al menos debe tener discernimiento
como la del menor emancipado, pero no es apto el menor impúber o el demente porque carecen de
discernimiento.
Desde el punto de vista formal la aceptación puede hacerse por cualquier medio: oralmente, por
escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material, como es la invocación y el
ejercicio del poder frente al tercero.
ARTICULO 363.- Forma. El apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el acto
que el representante debe realizar.
ARTICULO 368.- Acto consigo mismo. Nadie puede, en representación de otro, efectuar consigo
mismo un acto jurídico, sea por cuenta propia o de un tercero, sin la autorización del representado.
Tampoco puede el representante, sin la conformidad del representado, aplicar fondos o rentas
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obtenidos en ejercicio de la representación a sus propios negocios, o a los ajenos confiados a su
gestión.
Ratificación por el dueño del negocio: forma y tiempo (arts. 369 a 371).
ARTICULO 373.- Obligaciones y deberes del representado. El representado tiene las siguientes
obligaciones y deberes:
Las demás causas de extinción del poder no son oponibles a los terceros que las hayan ignorado
sin su culpa.
Bibliografía utilizada
Camila Pagliari