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Luz Elena Cuentas Velarde segundo semestre TGC

TRABAJO PRÁCTICO

1. Principio de la autonomía de la voluntad

Es un principio básico de nuestro derecho contractual, se entiende incorporado en todas las relaciones
entre los particulares, y es la libertad de que gozan los particulares para pactar los contratos que les plazca,
y de determinar su contenido y efectos. Su fundamento lo encontramos en la aplicación en materia
contractual de las doctrinas liberales e individualistas de la Revolución Francesa, la libertad del hombre e
igualdad de este, pero con limitaciones. Sus limitaciones la constituyen: Las partes no pueden o modificar
las cosas que son de la esencia de un contrato, ya que de hacerlo este no produciría efecto alguno o
degeneran en otro diferente. No pueden estipular nada que vaya en contra de las prohibiciones legales, el
orden público o de las buenas costumbres, ya que tales estipulaciones serían nulas absolutamente por
ilicitud de objeto o causa.

Origen.

Tuvieron que pasar muchos siglos para que las personas pudiesen disfrutar de una pequeña capacidad para
realizar negocios jurídicos sin tener que pasar por pesados ritos y solemnidades. De hecho, tanto la
civilización romana como los pueblos germánicos, antepasados de los principales sistemas jurídicos
continentales, apenas reconocían eficacia jurídica al simple acuerdo de voluntades.

En Grecia no se concibió la idea de la autonomía del individuo, una muestra de ello es la tragedia de
Edipo, donde se ve reflejada la idea del sino, hado o destino. Edipo es incapaz de cambiar su destino,
aunque así lo desee y ejecute actos para llevarlo a cabo- el oráculo habló y no hay marcha atrás. El
individuo se encontraba subsumido dentro de la noción de Estado, por lo que su personalidad era
absorbida por este. Las grandes filosofías políticas de la antigüedad acuñadas en Grecia cuyos máximos
exponentes son Platón y Aristóteles son totalitarios, mismas que sostienen que el hombre está subordinado
a la colectividad, porque el hombre ha nacido para servir al Estado. En Roma encontramos el primer
vestigio y después una franca evolución del dogma de la autonomía de la voluntad. Roma crea
prontamente las dimensiones individuo y Estado como dos realidades autónomas y substantes. Por ello
atribuye al páter familias un significado relevante, tanto en el campo del derecho privado, como en el
campo del derecho público.

Finalidad

El fin es lo que le sirve a la autonomía de la voluntad de fundamento objetivo para su autodeterminación,


por lo que distingue el fin del medio, el segundo constituye meramente la posibilidad de la acción, cuyo
efecto es el fin. En este caso el hombre -o cualquier ser racional- es un fin en sí mismo, no un medio, por
lo tanto, este debe, en todas sus acciones, no solo dirigirlas a sí mismo, sino dirigirlas a los demás seres
racionales (bien común). Para ello propone un imperativo categórico que consagre al hombre como fin:
obra de tal modo que uses, la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro,
siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.
Legislación boliviana

ARTÍCULO 519. (EFICACIA DEL CONTRATO).-

El contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento
mutuo o por las causas autorizadas por la ley.

2. Principio general de la buena fe

El concepto de buena fe significa realizar una acción o acto jurídico de acuerdo con las exigencias
morales y éticas que rigen el sistema normativo de una comunidad; es decir, que las acciones de una
persona estén en línea con lo que la sociedad considera un acto honrado y leal. Como principio general del
derecho, establece el deber de actuar acorde a esas exigencias morales a la hora de ejercitar un derecho o
cumplir con un deber. Al ser un principio general, su ámbito de aplicación es el ordenamiento jurídico al
completo y su aplicación es imperativa, es decir, no debe ser probada y se presume en tanto no se declare
judicialmente su inexistencia.

Origen

El origen remoto de la buena fe, como garante de un pacto, acuerdo o transacción entre particulares habría
que situarlo en tiempos absolutamente pre-jurídicos, en un papel ciertamente relevante y casi sustitutivo
del propio derecho. Un origen más próximo hay que situarlo en la búsqueda inagotable de la síntesis entre
el binomio “fe” y “razón” que ha recorrido un larguísimo camino en aras de un entendimiento que
siempre ha resultado de difícil encaje. El concepto de fe será tratado al más alto nivel y dedicación por la
tradición intelectual religiosa, particularmente en la de inspiración cristiana, en un intento de equiparar a
la razón o incluso de otorgarle un nivel jerárquico superior: Quare vide obsecro, utrum aliquid invenire
possis quod sit in natura hominis ratione sublimius? - Donde San Agustín, sin duda uno de sus más
ilustres defensores se afana en acreditarlo como “el bien más alto del hombre”, pues supera incluso la
propia razón, instrumento máximo para descubrir la verdad. No hay contradicción ni oposición entre
ambos conceptos, pero lo que sí hay es una jerarquía reveladora. En efecto, se puede encontrar que en la
naturaleza del hombre la fe llegue a ser superior a la razón - Nihil omnino melius invenio.. Nada se ha
hecho para encontrar algo mejor.

Finalidad

Para comprender mejor el alcance de este principio y cómo se aplicaría, se puede acudir a los preceptos
del Código Civil que regulan las obligaciones del vendedor de un bien. Los contratos de compraventa
tienen que cumplir unos requisitos y están sujetos a unas obligaciones que protegen al comprador que
obra de buena fe.

Legislación boliviana

ARTÍCULO 520. (EJECUCIÓN DE BUENA FE E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO).-

El contrato debe ser ejecutado de buena fe y obliga no sólo a lo que se ha expresado en él, sino también a
todos los efectos que deriven conforme a su naturaleza, según la ley, o a falta de ésta según los usos y la
equidad.
3. Principio de la fuerza obligatoria

La fuerza obligatoria mediante la cual el contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes.
Sólo puede ser modificado o extinguido conforme lo que en él se disponga, por acuerdo de partes o en los
supuestos que, sobre adecuación del contrato, están previstos por la ley. "El principio de la fuerza
obligatoria del contrato o pacta sunt servanda es uno de los pilares básicos del derecho de contratos,
reconocido por la mayoría de los ordenamientos jurídicos y consagrado positivamente tanto en las
codificaciones decimonónicas como en las contemporáneas. Dicho principio, lo mismo que los principios
de libertad contractual y del efecto relativo de los contratos, se considera el corolario necesario del dogma
de la autonomía de la voluntad. En términos generales, la fuerza obligatoria del contrato implica que las
partes deben respetar las obligaciones que válidamente han contraído, teniendo esta fuerza vinculante para
ellas y por tanto exigibilidad para su cumplimiento.

Origen

Pacta sunt servanda es un término latino, atribuido al jurista Ulpiano en el Digesto, que significa que los
acuerdos entre partes o pactos deben cumplirse. Los romanos llegaron a esta concepción en el derecho
bizantino, ya que antes solo obligaban los contratos. Los pactos, que eran acuerdos de voluntades sin
solemnidades solo daban origen a obligaciones naturales, y no acciones a acciones civiles.

Finalidad

En su concepción tradicional supone también la intangibilidad del contrato, de manera que ni las partes
(con la obvia excepción del mutuo consentimiento) ni el juez pueden variar los términos de un contrato
válidamente celebrado.

Legislación boliviana

ARTÍCULO 309. (CUMPLIMIENTO DIFERENTE O CON PRESTACIÓN DIFERENTE).-

El deudor que no puede pagar conforme a lo estipulado o lo dispuesto por la ley, podrá hacerlo de modo

distinto o con una prestación diversa de la debida, mediante autorización judicial.

4. Efecto relativo de los contratos

Como consecuencia ineludible del principio de la autonomía de la voluntad, surge el efecto relativo de los
contratos, por el cual se excluye de los efectos del contrato a todos aquellos que no concurren al mismo
con su voluntad. Principio en virtud del cual los contratos no pueden producir efectos sino entre las partes,
tanto en sentido activo como en sentido pasivo.

Origen

Finalidad

Legislación boliviana

ARTÍCULO 523. (EFICACIA RESPECTO A TERCEROS).-


Los contratos no tienen efecto sino entre las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a un tercero,
sino en los casos previstos por la ley.

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