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Clase 01
Pensamiento pedagógico latinoamericano: articulación entre
la educación, la política y las ideas
¡Hola a todos y todas! Les damos la bienvenida a la primera clase del Módulo “Pensamiento
Pedagógico Latinoamericano”.
Para empezar, queremos aludir al foco puesto en el pensamiento pedagógico de los referentes
seleccionados para este módulo. Nuestra propuesta está orientada a abordar la producción de
dicho pensamiento ubicando la mirada en ciertas dimensiones que consideramos importante
priorizar. Si bien no se trata de seguir la biografía de cada referente que nos proponemos
estudiar, esta será un componente importante para la comprensión del pensamiento de manera
conjunta. Siempre es pertinente conocer el origen familiar, las trayectorias escolares, recorridos
políticos, intereses, etc., o cualquier otra información que nos permita reconstruir las
preocupaciones, preguntas y deseos en el camino de producción y divulgación de sentido de
cada referente de pensamiento. Como no lo podemos abordar exhaustivamente en el módulo,
recomendamos que acompañen la lectura de la bibliografía con alguna búsqueda biográfica que
les permita ubicarse con mayor precisión en el tiempo y espacio de producción de pensamiento.
Entonces, las dimensiones que queremos abordar son:
• Principales ideas pedagógicas en clave de proyecto político.
• Concepción de la distribución de ese proyecto pedagógico, es decir, a qué sujetos
interpelan y de qué manera.
Aclarado el por qué hablar de pensamiento pedagógico, podemos continuar desagregando aquí
algunos elementos que a lo largo de las diferentes clases recuperaremos y sobre los que iremos
prestando atención y organizando de manera de situar el desarrollo de los encuentros del
módulo de una forma ordenada y con la posibilidad de armar recorridos transversales y no solo
desde la linealidad del pensamiento de cada referente seleccionado.
Entendemos como contexto de producción del pensamiento la posibilidad de situar y establecer
los momentos particulares de la escritura de una obra o elemento de divulgación que nos
proponemos como objeto de análisis.
En el mismo sentido, para el análisis del contexto de escritura pondremos la mirada, en clave
nacional y regional, en la relación entre la educación, Estado y sociedad, aportando a la
definición que se hace de los sujetos de la educación, es decir, aquellos actores que intervienen
en el proceso educativo, la definición de su componente como sujetos políticos, sus
características y funciones y el destino que se pensaba para ellos.
Hablemos de hegemonía
El pensamiento de los referentes que estudiaremos a lo largo de las cinco clases del módulo
será abordado desde un encuadre teórico al que llamamos análisis político del discurso
educativo (Buenfil Burgos, 1993), que es aquél que nos permitirá analizar las políticas
educativas, las prácticas pedagógicas y los sujetos intervinientes como parte del acto político de
educar.
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¿De qué hablamos cuando nos referimos a pensamiento pedagógico? Como ensayo de una
respuesta posible y de otorgar encuadre conceptual a esta construcción, retomamos las
palabras de Oscar Terán: “… comprender las ideas y creencias del pasado. Trabaja[r] así con
discursos, conceptos, palabras, esto es, con representaciones”.[1] El abordaje que aquí
proponemos evitará la mera descripción y recuperará referencias historiográficas sólo desde la
posibilidad de reconstruir un relato que nos permita apropiarnos del pensamiento de un
referente y que contribuya transformadoramente con nuestra práctica cotidiana. Para ello, nos
referiremos a dos categorías teóricas principales para el análisis de las ideas pedagógicas
seleccionadas: discurso y hegemonía. A lo largo de las clases, estas categorías estarán
presentes, no siempre de manera explícita, pero sí como la base constitutiva de cada uno de
nuestros desarrollos. En lo que sigue, nos adentraremos en su complejidad, por lo que
recomendamos una lectura detenida y reflexiva.
Sobre el concepto de discurso diremos que puede ser definido como una totalidad relacional de
secuencias significantes; el aspecto relacional se refiere a que las relaciones entre identidades
sociales son propiamente constitutivas de esas identidades sociales. El discurso no tiene una
fundamentación última, su coherencia está dada sólo a manera de regularidad tentativa, en una
dispersión de elementos disímiles. El discurso no se limita al material escrito y hablado, sino
que incluye todas las prácticas significativas que pueden o no implicar la manipulación de
objetos físicos. Como tal, el discurso tiene tantos aspectos estrictamente lingüísticos como otros
no estrictamente lingüísticos [2].
Retomando a Southwell, nuestra intención aquí es sostener la posición del discurso educativo en
relación con otros discursos en cuya relación lo educativo se define –el proyecto político
nacional, las prioridades educativas regionales, entre otros–, y la configuración del discurso
educativo en sí mismo, con sus propios elementos y sus propias referencias, es decir, lo
educativo per se.
Entendemos que hay un discurso educativo que es definido por las políticas del proyecto de
nación/jurisdicción que lo abarca y en relación con ellas. Un proyecto político define sus
prioridades educativas, el lugar que le asigna a la educación en su agenda. Y desde allí el
discurso educativo se nutre. Pero también el discurso educativo tiene sus propias reglas de
producción, esto es, por ejemplo, su relación con los docentes, la definición de su historia y sus
principios básicos que se deben necesariamente poner en diálogo y articular con el proyecto
político que los abarca. Dicho de otro modo, todo proyecto político incluye la dimensión
educativa como uno de sus componentes. A su vez, todo proyecto político pedagógico tiene su
propia dinámica que se articula en mayor o menor grado de hegemonía con el proyecto político
en el que se inscribe. La educación no es estrictamente acatar la idea pedagógica del proyecto
que lo contiene si no construirla en una espiral ascendente de ideas, logros, conquistas, etc.
que permitan alcanzar los objetivos pedagógicos planteados en ambas dimensiones: el proyecto
político pedagógico y su puesta en práctica.
Consideramos a la hegemonía como el resultado de una lucha en un terreno inestable, no
centrado y abierto, de un carácter indecidible que es constitutivo de la base misma de lo
social.[3] Conceptualizar la hegemonía como una práctica discursiva no implica reducirla a las
formas lingüísticas de la construcción del consenso, sino reconocer que las operaciones
específicas involucradas en una práctica hegemónica tienen como condición estar enmarcadas
en redes significativas socialmente compartidas.[4] Así nos acercamos a explicar por qué
cuando ciertos términos son el objeto de una lucha ideológica muy fuerte en la sociedad, la
articulación discursiva que finalmente se va a imponer es lo que define una hegemonía.[5]
Subsidiaria a la categoría de Hegemonía, consideramos la relación hegemónica como el tipo
de relación por la cual un elemento asume en cierto momento la función de representación de
una totalidad que es inconmensurable consigo misma, y que está en permanente disputa con
los otros elementos que no cesarán en sus intentos de ser ellos los que se vuelvan la
representación de esa totalidad.
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Para sintetizar
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Lo “latino” proviene de principios del siglo XIX cuando Napoleón III, en su Segundo Imperio,
negaba el español. Dado que habíamos adoptado el modelo de Revolución Francesa para
liberarnos del yugo español, debíamos también adoptar el francés como idioma. En el
pensamiento latinoamericano, lo latino abreva en distintas fuentes: el uruguayo José Enrique
Rodó, en su libro “Ariel” enunció el binomio entre sajones vs. latinos donde los sajones eran
pragmáticos materialistas y los latinos espiritualistas filósofos. También algunas posiciones
atribuyen al intelectual chileno, Francisco Bilbao, el ser precursor en el uso del nombre de
América Latina. Desde 1856 Bilbao escribió varios ensayos en los cuales llamó a la unidad de
América Latina para frenar los afanes imperiales de Estados Unidos. Otras posiciones dicen que
el francés Michel Chevalier fue quien empleó por primera vez el nombre, en 1836. Y todos
afirman que un gran propagador del nombre América Latina fue el escritor y diplomático
colombiano, José María Torres Caicedo.
En todo caso, Francia aparece asociada al uso del nombre de América Latina en una época en
que los imperios coloniales aún se disputaban el control de territorios, países, pueblos, riquezas.
El nombre de América Latina aprovechaba, a mediados del siglo XIX, la legítima reacción
continental contra la España colonial. La intención de Napoleón III fue oponer al norte
protestante y sajón, el sur, católico y latino en su interés expansionista y controlar el golfo de
México, para habilitar el desarrollo de Estados Unidos pero no tanto como para que tomara
control sobre la tierra azteca, de modo que lo hace contribuyendo a fortalecer la latinidad:
“La pertenencia a lo ‘latino’, entonces, esfuma la herencia española y su tradición al tiempo que
ofrece una referencia ideológico-política en correspondencia con el modelo hegemónico (sobre
todo en el ámbito de la cultura, los usos, las modas y –con atenuantes- la ideología) de las
oligarquías forjadoras de los nacientes Estados, dominantemente ‘afrancesados’”[6] (Funes,
s/f:6)
Como sostiene Funes, “cada nominación históricamente considerada lleva impresa una manera
de definir y apropiarse de los contenidos y proyectos que, en distintas épocas generaron
respuestas y contrapropuestas”[7].
Para sintetizar
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intento de superar el acercamiento desde la suma de las partes, es decir, de los países y
nacionalidades que la componen.
http://www.filosofia.org/hem/
185/18570215.htm
Importante
Las referencias a la historia de la educación, que aquí compartiremos, son consideradas
como un conjunto de relaciones en proceso, caracterizado por sus articulaciones múltiples e
históricamente variables. Se parte de considerar toda periodización como un acuerdo, una
decisión arbitraria, una forma de ordenar los sucesos en el marco del discurso que en este
módulo no siguen un registro temporal exhaustivo sino una organización temática que articula
la relación del pensamiento pedagógico con el sistema educativo, con las prácticas
pedagógicas y en relación al Estado y la sociedad en los que se inscribe.
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En el ámbito pedagógico, el pensamiento latinoamericano empieza a perfilarse durante las
décadas de los años sesenta y setenta. Eran los tiempos de la teoría de la dependencia, de la
teología de la liberación, de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. La Revolución Cubana
había quedado como el permanente recordatorio de que era posible cambiar el orden
establecido por los dominadores del mundo y, aunque una revolución como esa no era posible
en muchos de nuestros países, durante este tiempo, la sociedad se convulsionaba ante esa la
posibilidad. Gobiernos como el de Allende en Chile o Cámpora en Argentina, nos mostraban que
al menos podíamos pensarnos a nosotros mismos y desde nosotros mismos:
“Para interpretar la pedagogía popular latinoamericana debe prestarse atención al peso decisivo
del desarrollo desigual y combinado de las sociedades latinoamericanas, tanto sobre los
discursos pedagógicos dominantes como acerca de aquellos que hablan de los oprimidos, a la
pluralidad de las luchas sociales, al carácter organizador de las luchas nacionales articuladas a
las luchas de clases en América Latina, y al carácter complejo y no puro de los sujetos sociales
a nivel político y pedagógico”[8] (Puiggrós, 1998:21)
Con esto cerramos esta primera clase introductoria. En lo que sigue les dejamos la
guía de actividades que deberán realizar y la bibliografía. ¡Nos leemos en el próximo
encuentro!
ACTIVIDADES
Participar en el foro de presentación
Como primera actividad vamos a presentarnos en el Foro Presentaciones. La idea que les
proponemos allí es que nos cuenten dónde viven, con quiénes, dónde desempeñan su tarea
docente, en qué grado u año dan clases y qué expectativas tienen sobre el estudio del
pensamiento pedagógico latinoamericano. Por supuesto, podrán sumar todo aquello que quieran
compartir a partir del texto de Patricia Funes y del video de Canal Encuentro "¿Existe la
pedagogía latinoamericana?"
BIBLIOGRAFÍA
Obligatoria
• Funes, Patricia (s/f) América Latina. Los nombres del nuevo mundo, Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología, Programa de Capacitación Multimedial, pág. 6,
disponible en: http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=70595 {consultado
07/07/14 – 09:47 hs.}
[1] Terán, Oscar (2008) Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-
1980, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 11.
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[2] Southwell, Myriam: Análisis Político del Discurso. Teoría de la Hegemonía. Seminario de
Metodología de investigación en Historia reciente. Cátedra Historia de la Educación Argentina y
Latinoamericana. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. 18-04-00 (notas de cátedra).
[3] Laclau E. ‘Discourse’ Op. Cit. 1993.
[4] Buenfil Burgos R. N. Cardenismo, argumentación y antagonismo en educación. DIE-
CINVESTAV-IPN/ CONACYT, México, 1994.
[5] Laclau E. Emancipación y diferencia. Edit. Ariel, Buenos Aires, 1996.
[6] Funes, Patricia (s/f) América Latina. Los nombres del nuevo mundo, Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología, Programa de Capacitación Multimedial, pág. 6, disponible en:
http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=70595
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