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SEPTIEMBRE 2014

ESPECIALIZACIÓN EN ENSEÑANZA DE ESCRITURA Y LITERATURA EN LA ESCUELA SECUNDARIA

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO LATINOAMERICANO

Clase 01
Pensamiento pedagógico latinoamericano: articulación entre
la educación, la política y las ideas

¡Hola a todos y todas! Les damos la bienvenida a la primera clase del Módulo “Pensamiento
Pedagógico Latinoamericano”.
Para empezar, queremos aludir al foco puesto en el pensamiento pedagógico de los referentes
seleccionados para este módulo. Nuestra propuesta está orientada a abordar la producción de
dicho pensamiento ubicando la mirada en ciertas dimensiones que consideramos importante
priorizar. Si bien no se trata de seguir la biografía de cada referente que nos proponemos
estudiar, esta será un componente importante para la comprensión del pensamiento de manera
conjunta. Siempre es pertinente conocer el origen familiar, las trayectorias escolares, recorridos
políticos, intereses, etc., o cualquier otra información que nos permita reconstruir las
preocupaciones, preguntas y deseos en el camino de producción y divulgación de sentido de
cada referente de pensamiento. Como no lo podemos abordar exhaustivamente en el módulo,
recomendamos que acompañen la lectura de la bibliografía con alguna búsqueda biográfica que
les permita ubicarse con mayor precisión en el tiempo y espacio de producción de pensamiento.
Entonces, las dimensiones que queremos abordar son:
• Principales ideas pedagógicas en clave de proyecto político.
• Concepción de la distribución de ese proyecto pedagógico, es decir, a qué sujetos
interpelan y de qué manera.
Aclarado el por qué hablar de pensamiento pedagógico, podemos continuar desagregando aquí
algunos elementos que a lo largo de las diferentes clases recuperaremos y sobre los que iremos
prestando atención y organizando de manera de situar el desarrollo de los encuentros del
módulo de una forma ordenada y con la posibilidad de armar recorridos transversales y no solo
desde la linealidad del pensamiento de cada referente seleccionado.
Entendemos como contexto de producción del pensamiento la posibilidad de situar y establecer
los momentos particulares de la escritura de una obra o elemento de divulgación que nos
proponemos como objeto de análisis.
En el mismo sentido, para el análisis del contexto de escritura pondremos la mirada, en clave
nacional y regional, en la relación entre la educación, Estado y sociedad, aportando a la
definición que se hace de los sujetos de la educación, es decir, aquellos actores que intervienen
en el proceso educativo, la definición de su componente como sujetos políticos, sus
características y funciones y el destino que se pensaba para ellos.

Hablemos de hegemonía
El pensamiento de los referentes que estudiaremos a lo largo de las cinco clases del módulo
será abordado desde un encuadre teórico al que llamamos análisis político del discurso
educativo (Buenfil Burgos, 1993), que es aquél que nos permitirá analizar las políticas
educativas, las prácticas pedagógicas y los sujetos intervinientes como parte del acto político de
educar.

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¿De qué hablamos cuando nos referimos a pensamiento pedagógico? Como ensayo de una
respuesta posible y de otorgar encuadre conceptual a esta construcción, retomamos las
palabras de Oscar Terán: “… comprender las ideas y creencias del pasado. Trabaja[r] así con
discursos, conceptos, palabras, esto es, con representaciones”.[1] El abordaje que aquí
proponemos evitará la mera descripción y recuperará referencias historiográficas sólo desde la
posibilidad de reconstruir un relato que nos permita apropiarnos del pensamiento de un
referente y que contribuya transformadoramente con nuestra práctica cotidiana. Para ello, nos
referiremos a dos categorías teóricas principales para el análisis de las ideas pedagógicas
seleccionadas: discurso y hegemonía. A lo largo de las clases, estas categorías estarán
presentes, no siempre de manera explícita, pero sí como la base constitutiva de cada uno de
nuestros desarrollos. En lo que sigue, nos adentraremos en su complejidad, por lo que
recomendamos una lectura detenida y reflexiva.
Sobre el concepto de discurso diremos que puede ser definido como una totalidad relacional de
secuencias significantes; el aspecto relacional se refiere a que las relaciones entre identidades
sociales son propiamente constitutivas de esas identidades sociales. El discurso no tiene una
fundamentación última, su coherencia está dada sólo a manera de regularidad tentativa, en una
dispersión de elementos disímiles. El discurso no se limita al material escrito y hablado, sino
que incluye todas las prácticas significativas que pueden o no implicar la manipulación de
objetos físicos. Como tal, el discurso tiene tantos aspectos estrictamente lingüísticos como otros
no estrictamente lingüísticos [2].
Retomando a Southwell, nuestra intención aquí es sostener la posición del discurso educativo en
relación con otros discursos en cuya relación lo educativo se define –el proyecto político
nacional, las prioridades educativas regionales, entre otros–, y la configuración del discurso
educativo en sí mismo, con sus propios elementos y sus propias referencias, es decir, lo
educativo per se.
Entendemos que hay un discurso educativo que es definido por las políticas del proyecto de
nación/jurisdicción que lo abarca y en relación con ellas. Un proyecto político define sus
prioridades educativas, el lugar que le asigna a la educación en su agenda. Y desde allí el
discurso educativo se nutre. Pero también el discurso educativo tiene sus propias reglas de
producción, esto es, por ejemplo, su relación con los docentes, la definición de su historia y sus
principios básicos que se deben necesariamente poner en diálogo y articular con el proyecto
político que los abarca. Dicho de otro modo, todo proyecto político incluye la dimensión
educativa como uno de sus componentes. A su vez, todo proyecto político pedagógico tiene su
propia dinámica que se articula en mayor o menor grado de hegemonía con el proyecto político
en el que se inscribe. La educación no es estrictamente acatar la idea pedagógica del proyecto
que lo contiene si no construirla en una espiral ascendente de ideas, logros, conquistas, etc.
que permitan alcanzar los objetivos pedagógicos planteados en ambas dimensiones: el proyecto
político pedagógico y su puesta en práctica.
Consideramos a la hegemonía como el resultado de una lucha en un terreno inestable, no
centrado y abierto, de un carácter indecidible que es constitutivo de la base misma de lo
social.[3] Conceptualizar la hegemonía como una práctica discursiva no implica reducirla a las
formas lingüísticas de la construcción del consenso, sino reconocer que las operaciones
específicas involucradas en una práctica hegemónica tienen como condición estar enmarcadas
en redes significativas socialmente compartidas.[4] Así nos acercamos a explicar por qué
cuando ciertos términos son el objeto de una lucha ideológica muy fuerte en la sociedad, la
articulación discursiva que finalmente se va a imponer es lo que define una hegemonía.[5]
Subsidiaria a la categoría de Hegemonía, consideramos la relación hegemónica como el tipo
de relación por la cual un elemento asume en cierto momento la función de representación de
una totalidad que es inconmensurable consigo misma, y que está en permanente disputa con
los otros elementos que no cesarán en sus intentos de ser ellos los que se vuelvan la
representación de esa totalidad.

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Para sintetizar

La hegemonía no constituye el ejercicio del poder de manera lineal. No es ejercicio de


autoridad y dominación. Es una relación que se constituye en una totalidad que interpela a
las partes que la componen, donde cada una de estas partes cede algo de sí misma pero a la
vez, desde su propia condición, disputan por ser ellas, cada una, las que se vuelva la
totalidad interpeladora. Por eso decimos que es una relación, que supone dinamismo, que
nunca es estática, y que siempre pone en juego la permanencia de su discurso disputado por
otros discursos que intentan, sin cesar, ocupar su lugar.

Para ahondar sobre el concepto de hegemonía, les presentamos el video de una


clase breve y general sobre la categoría en Gramsci, filósofo italiano que la empleó por
primera vez:
https://www.youtube.com/watch?v=eVB-7km1XG8

Ahora vamos a abordar la cuestión de “lo latinoamericano”. Lo haremos en primer lugar en un


registro geopolítico, es decir, desde el proceso de construcción de la nominación y la identidad
del territorio correspondiente al continente americano, más precisamente el “sur-americano”
con la inclusión de México en gran medida. Para ello lo vincularemos con las ideas de la
historiadora Patricia Funes, que ha tomado esta cuestión como eje central de su campo de
investigación.
También abordaremos lo latinoamericano como registro de estudio y análisis pedagógico,
recuperando los aportes de APPEAL (Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en
América Latina), proyecto de investigación fundado en México, en 1992, por las Dras. Adriana
Puiggrós y Marcela Gómez Sollano e instalado, a su regreso del exilio, por Puiggrós en la
Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

¿Por qué somos América Latina?


Les proponemos ahora analizar cómo la historiadora Dra. Patricia Funes, desarma este
“nombre” y lo analiza en sus partes constituyentes:
América le debe su nombre en parte al navegante florentino Américo Vespucio. Pero ¿quién le
puso América a América? Recordemos que Colón había llegado a las Indias… Bien, los
intelectuales del siglo XVI eran los eclesiásticos. Funcionaban en abadías que eran
generalmente sostenidas por algún mecenazgo de la nobleza. En la Abadía de Saint Die, que
funcionaba bajo el mecenazgo del Duque de Lorena, los monjes tenían una imprenta. Se
proponían, en 1507, imprimir la geografía de Ptolomeo. En estos trajines les llega una “letrera”
(carta) de Américo Vespucio hablando de un “Mundo Nuevo” y confirmando que Colón estaba en
un error en vincular las Indias con Asia, en tanto que este nuevo Mundo era definitivamente un
continente diferente, fundamentando sus dichos en la existencia de nuevas constelaciones y el
cambio de las estaciones climáticas. Vlads Müller, cartógrafo, le pone en esta abadía, el nombre
de América (por Américo Vespucio) a “Mundus Novus”.

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Lo “latino” proviene de principios del siglo XIX cuando Napoleón III, en su Segundo Imperio,
negaba el español. Dado que habíamos adoptado el modelo de Revolución Francesa para
liberarnos del yugo español, debíamos también adoptar el francés como idioma. En el
pensamiento latinoamericano, lo latino abreva en distintas fuentes: el uruguayo José Enrique
Rodó, en su libro “Ariel” enunció el binomio entre sajones vs. latinos donde los sajones eran
pragmáticos materialistas y los latinos espiritualistas filósofos. También algunas posiciones
atribuyen al intelectual chileno, Francisco Bilbao, el ser precursor en el uso del nombre de
América Latina. Desde 1856 Bilbao escribió varios ensayos en los cuales llamó a la unidad de
América Latina para frenar los afanes imperiales de Estados Unidos. Otras posiciones dicen que
el francés Michel Chevalier fue quien empleó por primera vez el nombre, en 1836. Y todos
afirman que un gran propagador del nombre América Latina fue el escritor y diplomático
colombiano, José María Torres Caicedo.
En todo caso, Francia aparece asociada al uso del nombre de América Latina en una época en
que los imperios coloniales aún se disputaban el control de territorios, países, pueblos, riquezas.
El nombre de América Latina aprovechaba, a mediados del siglo XIX, la legítima reacción
continental contra la España colonial. La intención de Napoleón III fue oponer al norte
protestante y sajón, el sur, católico y latino en su interés expansionista y controlar el golfo de
México, para habilitar el desarrollo de Estados Unidos pero no tanto como para que tomara
control sobre la tierra azteca, de modo que lo hace contribuyendo a fortalecer la latinidad:
“La pertenencia a lo ‘latino’, entonces, esfuma la herencia española y su tradición al tiempo que
ofrece una referencia ideológico-política en correspondencia con el modelo hegemónico (sobre
todo en el ámbito de la cultura, los usos, las modas y –con atenuantes- la ideología) de las
oligarquías forjadoras de los nacientes Estados, dominantemente ‘afrancesados’”[6] (Funes,
s/f:6)
Como sostiene Funes, “cada nominación históricamente considerada lleva impresa una manera
de definir y apropiarse de los contenidos y proyectos que, en distintas épocas generaron
respuestas y contrapropuestas”[7].

Para sintetizar

Retomando: queremos enfatizar que nos posicionamos en lo latinoamericano como un marco


de referencia político-regional para intentar recuperar, desde allí, las miradas que los
referentes seleccionados nos aportan sobre lo regional, en una continua intención de
articularlos con el espacio de nuestra práctica cotidiana, esto es, desde la dimensión de lo
latinoamericano. Por otro lado, más allá de las ideas que los referentes puedan o no aportar
sobre “lo latinoamericano”, su importancia radica en que constituyen hoy, para nosotros, en
nuestra práctica cotidiana, el mapa de “lo latinoamericano”.

Entendemos que es necesario dar forma a la categoría de lo latinoamericano porque sobre


ella encuadra el contenido de este módulo, la decisión sobre los referentes seleccionados y la
prospectiva de una construcción posible. Es decir que intentamos contribuir aquí a la
construcción colectiva de una identidad al tiempo que interpelamos a los sujetos involucrados
en el acto de enseñar y de aprender como parte constitutiva de este proceso que está
permanentemente en curso. Una constante que hemos reconocido en el pensamiento de los
referentes seleccionados ha sido la preocupación por provocar, interpelar y construir una
identidad nacional y regional. Latinoamérica es una unidad regional compleja. Resultaría
ingenuo pensarla y abordarla como universo homogéneo aunque no debemos ceder en el

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intento de superar el acercamiento desde la suma de las partes, es decir, de los países y
nacionalidades que la componen.

José María Torres Caicedo

Las dos Américas (fragmento)

Más aislados se encuentran, desunidos,


Esos pueblos nacidos para aliarse:
La unión es su deber, su ley amarse:
Igual origen tienen y misión;
La raza de la América latina,
Al frente tiene la sajona raza,
Enemiga mortal que ya amenaza
Su libertad destruir y su pendón.

La América del Sur está llamada


A defender la libertad genuina,
La nueva idea, la moral divina,
La santa ley de amor y caridad.
El mundo yace entre tinieblas hondas:
En Europa domina el despotismo,
De América en el Norte, el egoísmo,
Sed de oro e hipócrita piedad.

http://www.filosofia.org/hem/
185/18570215.htm

Para abordar el pensamiento pedagógico latinoamericano que proponemos en este módulo es


necesario situar desde dónde referiremos a la historia de la educación en las breves ocasiones
que lo hagamos. Adriana Puiggrós plantea que la característica sobresaliente de la historiografía
pedagógica clásica latinoamericana es el esfuerzo que hace por mantener su discurso en la más
pura positividad, porque refiere a una postulación de certezas y al rechazo de la duda.
Desconocer la historia como conflicto crea la ilusión y el ocultamiento del origen del poder. La
construcción de una historia de la educación descarnada de luchas, reducida al listado de
hechos fundadores de instituciones, a la letra de las leyes y el retrato de grandes pedagogos,
como sostiene Puiggrós, sólo ayuda a la resignación.

Importante
Las referencias a la historia de la educación, que aquí compartiremos, son consideradas
como un conjunto de relaciones en proceso, caracterizado por sus articulaciones múltiples e
históricamente variables. Se parte de considerar toda periodización como un acuerdo, una
decisión arbitraria, una forma de ordenar los sucesos en el marco del discurso que en este
módulo no siguen un registro temporal exhaustivo sino una organización temática que articula
la relación del pensamiento pedagógico con el sistema educativo, con las prácticas
pedagógicas y en relación al Estado y la sociedad en los que se inscribe.

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En el ámbito pedagógico, el pensamiento latinoamericano empieza a perfilarse durante las
décadas de los años sesenta y setenta. Eran los tiempos de la teoría de la dependencia, de la
teología de la liberación, de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. La Revolución Cubana
había quedado como el permanente recordatorio de que era posible cambiar el orden
establecido por los dominadores del mundo y, aunque una revolución como esa no era posible
en muchos de nuestros países, durante este tiempo, la sociedad se convulsionaba ante esa la
posibilidad. Gobiernos como el de Allende en Chile o Cámpora en Argentina, nos mostraban que
al menos podíamos pensarnos a nosotros mismos y desde nosotros mismos:
“Para interpretar la pedagogía popular latinoamericana debe prestarse atención al peso decisivo
del desarrollo desigual y combinado de las sociedades latinoamericanas, tanto sobre los
discursos pedagógicos dominantes como acerca de aquellos que hablan de los oprimidos, a la
pluralidad de las luchas sociales, al carácter organizador de las luchas nacionales articuladas a
las luchas de clases en América Latina, y al carácter complejo y no puro de los sujetos sociales
a nivel político y pedagógico”[8] (Puiggrós, 1998:21)
Con esto cerramos esta primera clase introductoria. En lo que sigue les dejamos la
guía de actividades que deberán realizar y la bibliografía. ¡Nos leemos en el próximo
encuentro!

ACTIVIDADES
Participar en el foro de presentación

Como primera actividad vamos a presentarnos en el Foro Presentaciones. La idea que les
proponemos allí es que nos cuenten dónde viven, con quiénes, dónde desempeñan su tarea
docente, en qué grado u año dan clases y qué expectativas tienen sobre el estudio del
pensamiento pedagógico latinoamericano. Por supuesto, podrán sumar todo aquello que quieran
compartir a partir del texto de Patricia Funes y del video de Canal Encuentro "¿Existe la
pedagogía latinoamericana?"

BIBLIOGRAFÍA
Obligatoria

• Funes, Patricia (s/f) América Latina. Los nombres del nuevo mundo, Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología, Programa de Capacitación Multimedial, pág. 6,
disponible en: http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=70595 {consultado
07/07/14 – 09:47 hs.}

• José Pablo Feimnann en Encuentro: ¿Existe la filosofía latinoamericana?


https://www.youtube.com/watch?v=S8vY1_UhodU

[1] Terán, Oscar (2008) Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-
1980, Buenos Aires, Siglo XXI, pág. 11.

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[2] Southwell, Myriam: Análisis Político del Discurso. Teoría de la Hegemonía. Seminario de
Metodología de investigación en Historia reciente. Cátedra Historia de la Educación Argentina y
Latinoamericana. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. 18-04-00 (notas de cátedra).
[3] Laclau E. ‘Discourse’ Op. Cit. 1993.
[4] Buenfil Burgos R. N. Cardenismo, argumentación y antagonismo en educación. DIE-
CINVESTAV-IPN/ CONACYT, México, 1994.
[5] Laclau E. Emancipación y diferencia. Edit. Ariel, Buenos Aires, 1996.

[6] Funes, Patricia (s/f) América Latina. Los nombres del nuevo mundo, Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología, Programa de Capacitación Multimedial, pág. 6, disponible en:
http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=70595

[7] Ibídem, pág. 16.


[8] Puiggrós, Adriana La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y
perspectivas, Buenos Aires, Miño y Dávila Editores, 1998.

Autor: Instituto Nacional de Formación Docente


Cómo citar este texto:
Instituto Nacional de Formación Docente (2014). Clase 01: Pensamiento pedagógico
latinoamericano: articulación entre la educación, la política y las ideas. Pensamiento
Pedagógico Latinoamericano. Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura en la
Escuela Secundaria. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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