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e-

Hugo Forno Fló rez


Abo gado. Profesor de Derecho Civil de la
Pontificia Universidad Católica del Perú y la
Universidad de Lima

e-
›n

io xiste una marcada orientació n en nues- La definició n que contiene el artículo 1351 del
tro medio a considerar que el contrato só lo es capaz de Có digo Civil suministra una idea no só lo de su estruc-
crear obligaciones, o de regularlas, modificarlas o ex- tura -acuerdo de dos o má s par)es-, sino también de su
tinguirlas ' . Sosteniendo este punto de vista, una voz funció n, es decir, indica que este instrumento sirve
autorizada ha afirmado, incluso, que el contrato de para crear, regular, modificar o extinguir relaciones
hipoteca no es en realidad un contrato porque -segú n jurídicas patrimoniales. La referencia a un concepto
aquel autor- tiene efectos reales, es decir, produce di- amplio como es el de “relació n jurídica patrimonial”
a rectamente laconstitució n del derecho real de hipoteca, permite precisamente asignar al contrato una funció n
íl l y por ello debe ser considerado una convenció n"'. que no está circunscrita ú nicamente al campo de las
i1; Como es obvio, el resultado de este aná lisis relaciones obligatorias sino a cualquier tiQo de relació n
,
S, depende del marco dentro del cual se realice. Si aban- j•orídica que, siendo o nó ‘una obligació n, tenga conte-
li- donamos una perspectiva teó rica desprovista de todo nido patrimonial.
ro marco legislativo para centrarnos en el derecho positi- En el estado actual de la dogmática jurídica es
vo peruano, encontramos que en apoyo deesa estrecha valor entendido que la obligació n no es el ú nico tipo de
an concepció n de la noció n de contrato se podría invocar relació n jurídica patrimonial, sino que a su lado coexis-
algunas disposiciones de nuestro Có digo Civil que ten una gama de relaciones jurídicas que articulan o
resultan tan ¡igestivas como desorientadoras. Sin estructuran deberes jurídicos y derechos subjetivos -es
u- embargo, una interpretació n plena que comprenda el decir, situaciones jurídicas subjetivas- distintos aldébi-
79 áspecto funcional, el sistemático e incluso el histó rico, to y al crédito. Este es el caso de los deberes o sujeciones
ni- de esas y de otras normas del Có digo, conduce a correlativosa los poderes ya losderechos potestativos'*',
d- redimensionar el efecto del contrato y a entender que también a las potestades, aunque éstas se agotan en el
éste es, por antonomasia, el instrumento de actuació n á mbito del derecho familiar y no tienen, por ello,
ier de la autonom'm privada, susceptible de producir cará cter patrimonial. Verdad es que en la mayor parte
ue efectos obligatorios y también efectos reales. de los casos estas relaciones jurídicas son desde cierto

DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El Contrato en General. En: Para Leer el Codigo Gvil, vol. XI, primera parte-tomo I. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Peru, 1991, págs. 95 y 96. A.PZAS SCHREIBEh, MCX. ExégeSis. Tomo I. Studium, 1986, pág.
158; también del mismo autor, Luces y Sombras del Código Civil, tomo H, Studium, pág. 86.
(2) DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. “Abriendo el debate”. En: Thé mis, Segunda Epoca, N° 15, pá g 80, nota 2.
(3) SANTORO PASSARELLI, Francesco. Doctrinas Generales del Derecho Civil. Trad. Luna Serrano. Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1961, pág.69 y siguientes. CiALGANO, Francesco. Diritto Privado. Cedam, Padova, 1983, pág. J9 y
siguientes.MESSINEO,Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Trad. Santiago Sentís Melendo, Ediciones jurídicas Europa-
Amé rica, Buenos Aires, 1979, tomo. Il, pfig. 3 y siguiemtes. RESCIGNO, Pietro. Es: Enciclopedia del Diritto, Giuffrè , 1979, vol. XXIX, voz
Obbligazioni (dLfitto privato), pò g. 138 y siguiera tes.

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punto de vista instrumentales porque sirven para com-
rencia de un derecho real o bien la transferencia de one
plernentar a la obligació n, pero tienen una estructura y derecho, la propiedad o el derecho se transmiten y cO
curnplen trna funció n diferentes y pueden observarse adquieren por efecto del consenÕ miento de las party su
en forma autó noma. legítimamente manifestado), el 1470(queestablece que
Por otra parte, aun entendiendo homo se la venta Irene per objeto la transferencia de la propie- P"
reconoce en la actualidad- que la relació n jurídica se dad de una cosa o de otro derecho contra li/ de
establece só lo entre personas, es coinú nmente admiti- contraprestació n de un precio), el 1552 (que indica queÎ ga
do que los llamados derechos reales se estructuran el contrato de permuta tiene por objeto la transferenciø e1(
también a travë s de relaciones jurídicas"'. recíproca de lapropiedad decosas ode otros derechosl,}
A ello se debe que la doctrina de nuestros etc., constituyen un pcrfecto complemento de su he
tiempos se incline por concebir la relació n jurídica en aró cø.’ lo 1321, permitiendo una interpretació n I5.
tërminos muy amplios, entendiendo que ella estructu- amplia del* término relació n jurídica y atribuyendo a1 ION
ra dos siŁuaciones jurídicas subjetivas, esto es, la res- contrato en forma clara y directa efectos reales. • m‹
pectiva posició n de poder de una persona y de to'
deberde otra u otras personas^. Cć
Es en el sentido amplio que hemos expuesto, eł‹
que puede entenderse la relació n jurídica a que se
refiere elarÒ culo 1351 døl Có digo Civil yque
elcontrato es apto para crear, regular, modificar o
extinguir. Esta ir te@retació n se refuerza con la
contribució n de la doctrine de ltalia, decuyo Có digo el
legislador peruano ha tornado casi a la letra -só lo con
leves modificaciones- la defin ció n de contrato.
SïC
Messineo"' explica, por ejcm- plo, que en atención a que
lar
el aróculo 1321^ del Código italiano {u oba norma) no lo
dice, no puede sostenerse măs que el contrato sea estipuladO
ORİGO COHÍ7ä ?td00 obligatio’as, yque puede decirse
ahora que del contrato nacen deberes y pretensiones,
cuando no surge direc- tamente un derecho real; y
concluye que, por lo tanto, es actual y fundada enla [ey b
la distinción entre contrato ob ligatorio y contrato con
efectos reales"'. i
Sin embargo, no puede soslayarse que Me- ‹
ssìneo expresa la opinión que hemos citado enel da
párrafo ar ieriorcorisiderando que no se lo impide ni el
aróculo 1321 de su Código Civil ni ninguna otra En cambio, puede sostenerse que en nuestm ob
norma, y que, por el contrario, artículos como el 922
(que al enumerar
los modos de adquirir la propiedad incluye expresa- Có digo no existe un artículo que enumere los modos de a<
mente al contrato), el 1376 (según el cual en los adquirir la propiedad -y menos aú n- que incluya 0
contra- tos que tienen por objeto la transferencia dela expresamente entre ellos al contrato; que a tenor del
propiedad de uria cosa determinada, la constitución o artículo 947 la transferencía de la propiedå d de una øp
la transfe- fiO.

(4) Ver, por ejemplo, BOLLARD, Alfredo. La Relación Jurídico Patrimonial. Lluvia Editores, pág. 110. BETTI, Emilio. Teoria Generale deİle Sir
Obbligazioni. Giuffr è, Milano, 1953, tomo 1, pág. IN
(5) SANTORO PASSARELLI, Francesco. Op. Cit., póg. 67. Ver además otras definiciones de relaÓón iurídica en las obras citadas en la nota SP
3. to.
(6) ß Contralto in Genere. En: Trattato di Diritto Civile e Comœerciale, Giuffr è, Milano, 19Z3, vol. XXI, tOHlO I Peg de
(7) El aróculo 1321 del C6digo Civil italiano es el que contiene la definición de mntrato que ha servido de modelo allegislador peruano; st

m* texto es ct siguiente: ”1321. Nocídn.- El cotitrato es cl acuerdo de dos o mls purses pøyd cons fitsir, regular o extinguir entre sí ar t rełacôn /urfdiH
Matrimonial” (Cødice Civìle a cura di Adotfo di Mayo, Giuffrè, Milano, 1991).
(8) La opinión en este sentído en Italia es prácticamente unó e de moÖ o que las citas podrían ser innumerables. Vé ase por ejeœplo: OSS
Giuseppe. Contratto. En: critti Giuridici, Guiffr è, 1973, tomo J{, pág. 23. SCCIGNAMIGLIO, Renato. Dei Contratti in Generate. En-
f9) Commentano del Codice Civile a cura di A. SÓaloja e G. Branca, Libro quarto, delle obbligazioni parts. 1321-1352), ZanicheU . ed. dd
Foro I taliano, Bologna-Roma, 1970, pág. 16.

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“ *’
tro
Se posa mueble determinada se efectúa con la tradición a Lo anterior parecería encontrarse en perfecta
tes Su Ac reedor (salvo disposición legal diferente); que de armonía con los artículos 1529 y 1602 del Código -sólo
que C rmidad con el artículo 949 la transferencia de la para citar dos contratos de enajenación a los que ya
propiedad de los inmuebles determinados, en el caso nos hemos referido líneas atrás -que establecen que la
"
la de ne gocios jurídicos inter vivos, se produce con la com- praventa y la permuta crean la obligación de
que obli- gación de enajenarlos; que el aróculo 1402 transferir propiedad.
cia señala que Sin embargo, es necesario denunciar que tra-
›s), elobjeto del contrato consiste encrear,regu1ar,modificar tándose de bienes inmuebles determinados, este efecto
cu- o exti nguir obligaciones; que, a diferencia de los ar- obligatorio no es más que un mero espejismo que se
del tíc ulos 1470 y 1552 del Código italiano, los artículos desvanece cuando uno se aproxima con cautela a di-
en )529 y 1602 del nuestro, que contienen la definición de chas disposiciones. La norma del referido artículo 949
loscontratos de compraventa yde permuta, respectiva- es, salvo algunas diferencias, sustancialmente la
mente, atribuyen efectos obligatorios a dichos contra- misma que contenía el artículo 1172 del Código de
tos; y, en fin, que por todo ello, de conformidad con el 1936, que señalaba: “La sola obligación de dar una
Código Civil peruano, el contrato sólo puede producir cosa inmueble determinada, hace al acreedor
efectos obligatorios. propietario de ella, salvo pacto en contrario”. El
Nos esforzaremos por demostrar que esta con- precepto en cuestión es de inspiración francesa, pues
clusió n es incorrecta y que si bien el contrato tiene en la encuentra su fuente en el artículo 1138 del Código de
mayor parte de los casos efectos obligatorios, es tam- Napoleón, a tenor del cual “La obligación de entregar
bién susceptible de producir efectos reales. la cosa es perfecta por el sólo consentimiento de las
Para resolver el problema no se puede dejar partes contratantes. Ella hace al acreedor propietario y
de considerar con mucho cuidado el sistema que el pone la cosa a su riesgo desde el instante en que debió
ordenamiento jurídico ha establecido para la transmi- serle entregada, aun cuando la tradición no se haya
sión y constitución de los derechos reales y en particu- realizado, a menos que el deudor incurra en moFa; en
lar del derecho de propiedad. Tratándose de bienes cuyo caso la cosa queda a riesgo de este último”.
muebles determinados, el asunto parecebastanteclaro. Es significativo, empero, que se reconozca
El aróculo 947 del Código vigente consagra claramente unánimemente al Código Civil francés como el primer
la exigencia de la tradición como acto material distinto código que sanciona el contrato como modo de trans-
al contrato -o mejor dicho, distinto al simple consenti- misión de la propiedad'” -es decir, en virtud del simple
miento- para producir la transferencia de propiedad de consentimiento de los contratantes-, aserto que queda-
bienes muebles determinados, aunque algunas funda- ría corroborado por el texto de aróculos como el 1583
das dudas pueden suscitar los casos en que esta del Code que, refiriéndose a la venta, indica que “Ella es
stzo exigen- cia de tradición, entendida necesariamente perfecta entre las partes, y la propiedad queda adquiri-
sde como acto material, desaparece (tradición ficta). da de derecho por el comprador con respecto al vende-
uya
Pero el caso de los bienes inmuebles es distinto. dor, desde que han convenido en la cosa y el precio,
del El artículo 949 de nuestro Código Civil establece: ‘W sola aunque la cosa no haya sido todavía entregada ni el
una obligación de enajenar un inmueble determinado hace al precio pagado”.
acreedor propietariodeél,salvodisposición1egaldiferente Hagamos un breve excurs us que nos muestre
o pacto en contrario”. En consecuencia, a partir de una cómo se ha llegado al texto del aróculo 1138 del
interpretación sólo literal y aislada de esta norma, parece Código de Napoleón y, por tanto, al artículo 1172 de
evidente que -w'vo disposición legal diferente o pacto en nuestro Código Civil de 1936 y al aróculo 949 del
COntrario-los contratos en virtud de los cuales se Código vigente.
enajena un inmueble determinado no producen en forma Como se sabe, en el Derecho Romano existía
directa la atribución del derecho de propiedad sobre el una clara separación entre lo que hoy se conoce como
delle nota
mismo, Sino que sólo crean la obligación de enajenarlo, el título y el modo. El título era la justificación jurídica
de modo quela transferenciaylaadquisicióncorrelativa en cuya vir tud se su ste ntaba un desplazamiento
delderecho m producen como efecto de la obligación y patrimonial, y el modo el mecanismo establecido por
no del contra- to. En otras palabras, todos los contratos el Derecho para producir tal desplazamiento. No
de enajenación de bienes inmuebles determinados resulta ocioso hacer notar, que el modo no
tendrían exclusiva- mente efectos obligatorios. respondía a un

• En: ‹ (9)
d. del COLIN, A. y CAPITANT, H. Curso Elemental de Derecho Civil. REUS, Madrid, 1961, tomo II, vol. 11, pá g. 722. JOSSERAND, Louis.
Derecho Civil. Ediciones Jurídicas Europa-América- Bosch, Buenos Aires, 1950, tomo 1, vol. III, pág. 262. CARBONNIER, Jean. Derecho
Civil. Bcsch, Barcelona, 965, tomo II, vol. I, pá g. 202.
TAS
7F
capricho que a los romanos se les ocurrió establecer que dicho enajenante declarara renunciar a la
irreflexivamente. Respondía a una exigencia que hasta
propie- dad para que la transmisió n se produjera
ahora se mantiene y que no era otra que la de constituir
un mecanismo objetivo de publicidad sobre la transmi- automá t¡. camente (era la llamada tradi1:iO bYe i mAflM).
sió n del derecho. Tenía pues, una funció n ciertamente SÍ SO de- seaba que el enajenante permanecíera en
distinta a la del ó tulo. posesió n de la cosa que enajenaba (a título de
Sobre la base de este sistema, el conlfactus era arrendatario o de comodatario, por ejemplo), tampoco
só lo y esencialmente un negocio constitutivo de obli- era necesaria una
gaciones deestructura bilateral. Se requería por ello de doble tradició n, primero al adquirente y luego al
un segundo momento enelque, actuando la obligació n enajenante (arrendador o comodatario), pues bastaba
aeada, se produjera la transmisió n patrimonial. Sin que, en virtud de una convenció n, el enajenante recé
embargo, la tnancípeíio, la in ixre cessio y má s tarde la nociera poseer en adelante el bien por cuenta del
traditio, que eran precisamente los actos (modos) de adquirente, de modo que la transferencia tenía lug
disposició n patrimonial, tenían tambié n estructura convencionalmente (a esta convenció n se le denominó
bi- lateral porque nacían del acuerdo entre las partes, constitutum possessoríum). Si las cosas enajenadas se
pero no podían ser considerados denoo de la encontraban a disposició n del adquirente, la transfe-
categoría coofrfiríus porque faltaba en ellos el rencia tenía lugar aunque no hubiera mediado una
elemento esencial recepció n efectiva por parte de é ste (íredifio forge
de constituir una obligació n*o'. mnx)*4.
A partir de Justiniano se amplía el concepto
de cottfr4ctus para comprender no só lo a los acuerdos
bilaterales constitutivos de obligació n sino tambié n a
los acuerdos bilaterales que constituyen o transfieren
derechos reales, pero advertido el diferente efecto que
“la referencia a en concepto
producen ambos tipos de acuerdo en cuanto que unos amplio como es el de “relación
constituyen la causa de la atribució n patrimonial y los J lf ndlCD poirimonial”permite
otros el modo para actuar dicha atribució n, se acentú a
en el derecho comú n la necesidad de mantenerlos
precisamente asignar el contrato
diferenciados y sedesigna a los primeros con el nombre iina función que no estâ circunscrita
de títulos adquirendi y a los segundos con el de modus íinicamente al campo de las
$p¡,g ii),
Esta distinció n, sin embargo, sufrió el embate
relaci‘ones obligatorias...”
de la práctica y por la víade las excepciones terminó por
perder su carácter de regla. La exigencia de la tradición
resultaba una traba y una complicación para la rapidez
que exigían las operaciones mercantiles" 2*. Ya en el
propio Derecho Romano, por ejemplo, se abandonó la En el Derecho francés antiguo continuó
necesidad deque el adquirente recorriera íntegramente acentuándose la espiritualización de la transferencia
el fundo y reconociera sus linderos para adquirir la de dominio queya se había iniciado en el Derecho
propiedad, siendo suficiente que el adquirente pisara Romano. Se fue introduciendo poco a poco la práctica
sólo el lindero o que el enajenante mostrara el fundo de agregar en los contratos una cláusula llamada
al adquirente desde una iorre vecina'”. Por otra parte, dessnisine-snisim (desposesión-posesión) en cuya
cuandoelqueteníaderechoe adquirirestaba en posesión virtud el enajenante declaraba haber abandonado la
de la cosa (un arrendatario o un comodatario, por posesión de la cosa en manos del adquirente, quien a
ejemplo) no tenía que devolverla al enajenante pala su vez declaraba haberla recogido. No interesaba qué
que éste cumpliera con el rigor de la traditio, pues hubiese ocurrido en la
bastaba

[I Oj BETTI, Emilio. Op. cit., vol. III, pág. 54 y siguientes.


III) BETTI, Emilio. Op. cit., vol. III, pá gs. 55 y 56.
(J2) MAZEAUD, H., L. y J. Lecciones de Derecho Civil. Parte Segunda, volumen lV. Trad. Luis Alcalá -Zamoray Castillo, Ediciones Jurídim
Europa-Amé rica, Buenos Aires, 1960, pá g. 325.
(13) JORS, P. y KUNKEL, W. Derecho Privado Romano. Trad. Prieto Castro, Labor, Barcelona, 1937, págs. 164 y 165.
(14) JÓ RS, P. y KUNKEL, W. Op. cit., pá gs. 166 y 167. COLIN, A., y CAPITANT. H. Op. cit., toco II, vol. II, pá g. 724.

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realiñ ád, de tal manera que la tradició n, todavía indis- escrito en el artículo 1138 que la obligació n de entregar
pens able para operar la transferencia de propiedad, se la cosa hace al acreedor propietario de ella? La respues-
C vir0o por obra de la clá usula dessaisine-saisine en un ta que puede encontrarse a esta interrogante es, aunque
!a modo absolutamente espiritual, es decir, en una decla- parezca mentira, tan sencilla como injustificada.
le ració n de voluntad de las partes, en una cláusula con- Como ya hemos tenido oportunidad de poner
a tt¢¢t u al; en suma, se confundió con el contrato mis- de manifiesto líneas atrá s, el contrato en el Derecho
'°*. El uso de esta cláusula fue generalizándose a tal Romano só lo fue concebido como fuente de obligacio-
punto que con el tiempo se convirtió en una clá usula de nes, incapaz siquiera de extinguirlas; el acuerdo para
estilc› y se la consideró sobreentendida en todos los dis írahere obligationern no era contrato. Pues bien, el
el contratos aunque no hubiese sido expresamente con- legislador francés no fue capaz de superar este concep-
signada"". De esta manera, el aró culo 1138 del Có digo to de contrato, asaz estrecho y absolutamente injustifi-
IÓ Civil francés, al consagrar la espiritualizació n de la cado. Dando un giro de la mayor trascendencia, de-
trans/esencia de propiedad, no hizo sino recoger lo que mostró el coraje de plasmar, en contra de las enseñ an-
ya era una costumbre extendida en la práctica jurídica. zas que impartían las f uentes romanas, la
Sin embargo, no es la costumbre extendida espiritualizació n de la transferencia de propiedad, pero
en forma irreflexiva y espontá nea el ú nico factor que, en cuanto a la noció n de contrato no fue capaz de
aisladamente considerado, contribuye a la consagra- desembarazarse del peso de una tradició n varias veces
ció n de la trasmisió n de la propiedad solo consenso. Las secular, pero que no encontraba ya, a esas alturas de la
enserianzas de la escuela filosó fica del derecho natural evolució n del pensamiento jurídico, una vá lida razó n
son determinantes en este proceso. La voluntad del de ser. Apoyado en la autoridad de Pothier recibió en
individuo es considerada un instrumento todopodero- té rminos indiscutidos e indiscutibles el concepto de
so al punto que en ella se hace reposar la justificació n y contrato como laconvenció n productora deobligaciones
razó n de ser del contrato. La propia idea de la libertad y só lo con ese reducido alcance lo plasmó en el artículo
de actuació n de los particulares encuentra su justifica- 1101"'.
ció n en la voluntad individual (la llamada autonomía El legislador francés se encontró así en un
de la voluntad). dilema que suponía, de un lado, el reconocimientode
lo era posible -segú n los postulados de la la transferencia de la propiedad soio consetisu, es decir
escuela iusriaturalista- que la omnipotente voluntad en virtud del simple contrato, pero que, de otra parte,
individual no pudiera por sí misma producir la trans- le impedía admitir un contrato que no estuviera
ferencia de la propiedad y la constitució n de los demá s limitado a la creació n de obligaciones. La solució n
derechos réales. No parecía que la razó n pudiera jus- honesta de este problema hubiera exigido el
tificai- la necesidad de un acto material para transferir
abandono de alguno de los dos principios. O bien dejar
una entidad puramente ideal como es el derecho de
el viejo concepto de contrato exclusivamente como
propiedad"*;elordenamiento jurídico debía reconocer
fuente creadora de obligaciones, o renunciar a la
a la voluntad individual en toda su real dimensió n y
espiritualizació n de la transferencia de propiedad.
así quedó consagrado en el artículo 1138 del Có digo
Pero el legislador francé s lasquiso todas; quiso
uó ‘ de Napoleó n tantas veces citado (y en otros má s
claramen- te aú n,como el artículo 1583 en materia de quedarse con Dios y con el diablo. Tuvo entonces que
de recurrir a un artificio, a una triqui- ñ uela jurídica; se
compraven- ta).
no. le ocurrió poner en et medio una obligació n, haciendo
3ar ¿Có mo es posible entonces que después de
derivar de ella el efecto traslativo de la propiedad y con
.inc todo esto el codificador francés, abanderado de la
eso todos los principios queda- ban satisfechos, porque
nte transferencia solo consenso, haya “olvidado” atribuir
la transferencia era espiritual y no requería deun acto
en directamente al contrato el efecto traslativo y haya
material, pero a la vez el contrato só lo producía
›rla obligaciones. No importó demasiado si
i la

fl5) COLIN, A. y CAPITANT, H. Op. cit., tomo II, vol. H, pág. 72a. Josserand, Louis. Op. cit., tomo I, vol. III, pág. 263. MAZEAUD, H., L. y J.
Op. cit., pág. 326 y siguientes.
(16) Floren(Vente immobilièr e en Provence) y Aubenas (Cours d'histoire) sostienen que ya en 1635 existe un pronunciamientodel parlamento
provenzal en ese sentido;1a cita es de BIANCA, Massimo. La Vendita ela Permuta. En: Trattato de Diritto Civile, Diritto da Vassallì,
hcas UTfT, vol. VI, tomo lº, Torino, 1972, pá g. 72, nota 8.
(l7) OJTI, Giuseppe. Op. cit., tomo II, pá g. 677.
18) El aróculo 1101 del Código francés señala que ’El contrato es una convención por la cual una o más personas se obligan, frente a una o
varias otras, a dar, a hacer o a no hacer alguna cosa”.
Id regla era coherence, después de todo el legislador es título y el modo que entre tanto había elaborado el
omnipotente en el á mbito de lo jurídico y puede esta- legislador alemá n incorporá ndolo en el BGB"'*. El ar-
blecercualquier cosa; nosotros tenemos también claros tículo 1172 del Có digo Civil de 1936 señ alaba, como ya
ejemplos de ello.
se ha puesto de manifiesto líneas atrá s, que “La so1a
Pero algunos de los comentaristas de aquel obligació n de dar una cosa inmueble determinada,
Có digo yla doctrina comparada pronto se dieron
hace al acreedor propietario de ella, salvo pacto en
cuen- ta del artificio y lo denunciaron" '. Los Mazeaud, contrario”. Leó n Barandlã T , seguramente el má ¢
por ejemplo, sosõ enen que “El procedimiento normal conspicuo comentarista de ese Có digo, desptiés de
por el que una persona se convierte en propìetaria de declarar que en el Derecho Romano no bastaba el
un bien (o en titular de otro derecho real), fuera de consentimiento para la adquisició n de la propiedad y
una transmisió n por causa de muerte, es la convenció n: que el Có digo francés instauró el principio opuesto,
por medio de uria compraventa, de una donació n o de concluíaapropó sitode estearó culo que “...conrespectø
una permuta se realizan casi todas las adquisiciones a la cosa inmueble el ré gimen del có digo es claro: el
de propiedad entre vivos”. Má s tarde agregan que mero consentimiento importa elacto dedisposició n”
“. . .la voluntad todopoderosa para crear obligaciones
es to- dopoderosa igualmente para producir, sin
ninguna formalidad ni tradició n, transmisió n de
derechos reales: el contrato, ademá s de su efecto
obligatorio, posee un efecto real; la compraventa, por
ejemplo, no só lo crea obligaciones entre las partes,
sino que le transmite al comprador la propiedad
de la cosa vendida“'°
Ya el legislador italiano de 1865, que siguió
muy de cerca al francés, supo, no obstante la influencia
que éste ejerció en las codificaciones de la época, des-
prertderse de la estrecha noció n de contrato, conside-
rando que la convenció n no encuen bra nìnguna
sistematizació n en la doctrina ni en la ley. Por ello,
habiendo aceptado la innovació n francesa en torno a la
espiritualizació n del sistema de transferencia de pro-
piedad, no necesitó recurrir a1 mismo artificio que sus
co!egas y plasmó sin ambages el efecto real de los
contratos en el artículo 1125 de su Có digo -hoy deroga-
do- con una fó rmula que só lo con, algunos retoques fue
recogida por el artículo 1376 del Có digo Civil italiano
vigente.
Por su parte, el Có digo Civil peruono de Segú n se ha puesto de manifiesto antes y se
1936, en un sistema que puede considerarse mixto, corrobora en la exposició n de motivos, el artículo 1172
adoptó del francés el sistema espiritualista só lo para del Có digo Civil de 1936 sirvió de fuente al artículo 949
los bienes inmuebles, repudiando explícitamente el del Có digo vigente, que ha mantenido e! tex*o de aquél
sistema del

(I9) COLIN y CAPITANT, por ejemplo, señ alan que “el tercer modo de adquirir k propiedad y los derechos reales, segú n hemos dicho, es ct
contrato. El aróculo 711 se expresa de un modo algo disfinto: nos dice que la propiedad se adquiere y se transmite ’por efecto de 1as
obligaciones’. Err el fondo, esto no es más que us modo distinto de expresar la misma idea.” (Op. cit., tomo II, vol.lI, pág. 723). Más adela
te agregan: ‘dna próctica ya más que secular nos ha famíliarizado tanto con esta idea de que el acuerdo dela voluntad de dos personas
bask para transœitir la propiedad to un derecho real, y aun iin derecho cualquiera) del que quiera enajenarlo al que quiere adquirirlo,
que nod parece many sencìlla” (La cit.). Es justo reconocef, sin embargo, que estos autor es cuestionan la bondad cìel principio
consensualista. JosseranĄ por su parte, ascribe que la reforma que introduce el artículo 1138 del Código francés está expresada “... en
términos bastante oscuros y que hubieran permanecido enigmáticos de no Faber sido aclara ios por la historİa...” (Op. cit., t. I, vol. III,
pág. 263).
(20) hIAZEAUD, H., L. y J. Op. cit., pág. 323-324.

(21) En cambio, para el caso de los bienes muebles optó claramente por mantener la Łradició n como moÖ o, plasmando esta regla en el artiest°
890.
(22) LEÓN BARANDIARÁN, José. Comentarios al Código Civil Peruano (Derecho de Obligaciones), tomo II, pág. J2.

8Z
cc›n feces variantes'2°', de modo que “...se continü a en dela obligació n. Só lo a título deejemplo puede recurrirse
e ¡ j°erb con el sistema consensual de transmitir la pro-
pata estos efectos a los artículos 1148, 1149, llö 0, 11č1,
piedsd inmobiliaria”' 2 1154, 1155, 1156, 1165,1166, 1168, 1169, 1170, 1206, 1219,
Obsé rvese pues que luego de este rá pido 1220, 1278, 1316, 1403, etc.
excites, una interpretació n enfocada çlesde el punto Pues bien, la prestació n consiste en la realìza-
de vista histó rico nos confirma que en el Có digo Civil
ció n de una conducta o actividad -incluso negativa-
peruano de 1984 el sistema de transferencia de propie-
por parte del deudor, En efecto, la obligació n, en la
da d de bienes inmuebles es consensual y que por ló gica
estructura que de ella elaboró el pandectismo alernán y
conseco encia, en este á mbito el contrato produce - que han adoptado hasta ahora las legislaciones,
también- efectos reales.
consis- te siempre en un comportamiento o actividad
Esta conclusió n no queda desmentida por la
que el deudor debe desplegar para satisfacer el
dicció n delartículo 949 de nuestro Có digo si se la apoya
interés del acreedor. Esta es tambié n la noció n de
en una interpretacíó n ló gica del precepto que aquel
obligació n que adoptó nuestro Có digo Civil vigente,
artículo contiene. Veamos.
noció n que resul- ta clararnente de los arõ culos 1132 (y
Si concordamos el artículo 1529 con el artículo
siguientes), 114õ (y siguientes) y 1158 (y siguientes),
949 del Có digo Civil de 1984, resultaría que en vir-
que regulan el tipo de prestació n debida; elartículo 1220
tud del primero, al celebrar una compraventa -por
(y siguientes) que regula el aspecto del pago; el
ejemplo - el vendedor se obligaría a transferir al
artículo 1314 (y siguien- tes) que regula la
comprador la propiedad de un bien inmueble -imagi-
responsabilidad por ruejecució n de obligaciones, etc.
nemos que se trata de un inmueble determinado-, y en
mó rito a1 segu ndo, esa sofa obliga ció n habría Esta forma de observar la prestació n esamplia-
transformado al comprador en propietario del bien, es mente admitida por la doctrina más autorizada. Es por
decir, esa obligació n habría quedado cumplida -y se todos conocida la secular polé mica en la que se han
extínguiría por cumplimiento- por el só lo hecho de invol ucr ado las doctrinas personalistas y las
existir. Pero, ¿es que acaso puede afirmarse que esa patrimonialistas con relació n a la estructura de la obli-
“obligación” de enajenar, como la llama el artículo 949, gació n y al contenido del deber del deudor y del dere-
es trna ve7dadera obligació n? ¿Es que acaso semejante cho del acreedor. Las primeras postulan que el derecho
“obligación” tiene la misma estructura, el mismo del acreedor recae en la conducta o comportamiento
‘contenido y la misma funció n que la doctrina y nuestro queel deudor debe desplegar -es decir, en la prestació n,
ordenarniento positivo asignan a las obligaciones en para ser congruentes con el deber del deudor que con-
sentido të cnico? siste precisamente en la ejecució n de la prestació n-; y
No es necesario realizar un aná lisis profundo las segundas, que el derecho del acreedor má s bien
de la estructura de la obligació n para comprobar por recae en el resultado que dicho comportamiento deò e
qué la respuesta a las preguntas anteriores no puede ser reportarle. Obsćrvese, sin embargo, que aun en el caso
sino negativa. Tal aná lisis no tiene que abarcar pues, en que se ponga el énfasis en el resultado esperado, no
todos los elementos que componen la obligació n, lo se puede desconocer que tal resultado lo será siempre
cualnos tomaría más espacio del que disponemos, como efecto del comportamiento del deudor (salvo
pero síel elemento denominado prestació n. Es cuando la satisfacció n del interés del acreedor se obtie-
ampliamen- t admitido'^’que la prestació n es uno de ne por un medio distinto al cumplirniento) y dentro
los elementos esenciales de la obligació n o, si se de los límites de la posibilidad de dicho
prefiere, en palabras de Betti, de la relació n de comportamiento. Es pues evidente, que estas dos
obligació n. Esta tendcncia no es ajena a nuesoo propio grandes co-
Cõ digo que, si bien no contiene una norma que defina rrientes explican el fenó meno obligatorio desde pers-
la obligació n o que enurnere explícitamente sus pectiv as diferentes. La corriente personalista pone es-
elementos estructurales, contiene en cambio muchas pecial é níasis en el aspecto pasivo de la relació n y en
disposiciones de las que resulta clararnente que ìa particular en el contenido del deber del deudor.
prestació n eselcmento esencial Giorgianni explica, por ejemplo, que en definitiva la
obligdció n indica aquella relació n jurídica en virtud de

(23) Del mismo modo en que el artículo 890 del Có digo Civil de 1936 sirvió de antecedente al arÒ culo 947 del Có digo Civil vigente.
› t24l Lo asevera Lucrecia Maisch von Humboldt en: Có digo Civil, vol. V, Exposició n de Motivos y Comentarios, pág. 186.
123) Ver, por ejemplo, GIORGIANNI, M. La Obligació n. Bosch, Madrid, 19S8, especialmente pó g. 33 y siguientes. DI MAJO, A. Commentario
del Codice Cìvile-Scialoja-Branca, Delle Obbligazió ni in Generale, Zanichelli, Soc. Ed. del Foro Italiano, Bologna-Roma, pá g. ß8 y
siguientes.
la etiai un sujeto queda obligado a un determinado
quiere reconducir a la obligación todas las relacione S
corr portamiento para la satisfacción de un interés de
jurídicas patrimoniales pues, en efecto, no todos los
otro scleto"6'. La pos ición activa dela relación obligato-
ria -agrega el autor citado-, o sea el derecho de intereses que en estas relaciones encuentran
protección son susceptibles de poder ser satisfechos
crédito, está sustancialmen te individualizada por la
mediante Tt comportamiento de otro sujeto'2". La imQOTt
vincula- ción de un interés a un sujeto (llamado
nia de lb prestación entendida como actividad del
acreedor), interés destinado a ser satisfecho mediante deudor tiene una relevancia de tal naturaleza, que el
el cumpli- miento del deber por parte de otro sujeto
propip Giorgianni señala -en otro lugar- que un
(el llamado deudor). Por lo tanto -continúa-, el compOrta- miento del deudor está siempre ir
acreedor es el titular de aquel interés, y el derecho del
acreedor indica nada más que la posición activa en obligatione, y que se presencia constituye incluso el
elemento indi’zÍd ua- lízador de la relación obligatoria
que se encuentra el titular del mismo*^.
respecto a otras si- tuaciones jurídicas'°'.
Por su parte, dentro dela corriente denominan
da patrimonialista existen gran número de matices.
Pero si se observa la teoría más ampliamente difund i-
da, es decir, la del bien debido, se constatará que en el
aspecto de la fisonomía de la prestación las opinion es
“• la trasmisión del derecho de no varían. En efecto, esta teoría postula que la obliga-
Propiedad de los bienes inmuebles ción es sólo un medio que permite procurar a otro un
bien o una utilidad determinada (satisfacción de un
determinados se produce por interés). El acreedor espera la consecución de un bien
efecto de la vida, y por ello, ese es el objeto de su derecho,
directo del cont OtO de modo que su interés queda satisfecho cuando tal
bien le es procurado. El medio del que se vale para la
obtención del bien es la prestación, es decir, la
conducta del deudor. Tal conducta es, por ello, el
contenido del deber del deudor. En consecuencia,
sostiene que no existe un perfecto y directo correlato
Por eso para Giorgianni el elemento central de entre el deber del deudor y el derecho del acreedor.
la obligación está constituido por el deber del deudor, Aun cuando normal- mente la actuación de aquél
y ese deber tiene como contenido un comportamiento produce la realización de éste, existen casos en los
susceptible de satis/acer perfectamente el interés del que puede observarse la actuación del deber del
acreedor;a su turno, para que pueda hablarse de interés deudor sin que se produzüa la satisfacción del interés
crediticio, el interés del acreedor debe ser susceptible del acreedor, esto es, sin que tenga lugar la realización
de ser satisfecho integralmente por el comportamiento de su derecho, del mismo modo en que se presentan
del deudoF2". Esto permite al ilustre escritor situaciones en las que se observa la obtención del bien
sentenciar que no está en lo cierto aquella corriente por parte del acreedor, o sea, la realización de su
de ideas que derecho, sin que por ello se

(2.ó ) GIORGIANN'I señ ala específicamente, que “En el campo del Derecho, el té rmino obligacicn es utilizado para indicar una particular
categoría de situaciones en las que asistimos al fenómeno por el cual un sujeto se encuentra jurídicamente obligado a un determiriad0
comportamiento frente a otro sujeto”. (La Obligació n, pá g. 20).
Ver, GIORGIANNI, M. Op. cit., pá g. 213.
Ibidem, págs. 213-214. i
Ibidem, pó g. 2J4.
L' inademyimento, Giiiffre, Milano, 1975, pó g. 227. Dentro de esta misma orientació n, que la doctrina sigue mayoritariamente, Rescign0
expresa que “Al cré dito -y aquí residen las razones dela calificació n como derecho subjetivo- pertenecen caracteres raclicalmente dist tos,
por lo que concierne al interé s perseguido, y por lo que se refiere a la exigencia de la cooperació n. La prestació n deducida en la obligació n
y debida por el obligado se resuelve en la necesidad de un comportamiento; en tal sen tido, la obligació n es un fenó meno fundado sobre
la colaboració n". Ver: voz Obbligazione (diritto privato) Enciclopedia del Diritto, vol. XXIX, Giuffrè , MilafiO, 1979, pò g. 145. Ver tambié n
Natoli, U., L'Attuazione del Rapporto Obbligatorio, en Trattato di Diritto Civile e Commerciale, a cura di Cicu e Messineo, continuato da
Mengoni, vol. XVI, tomo 2, Giiiffre, Milano 1984, pág. 55-S6. Para una fundamentación de que la relación de obligación no es la únim
relació n jurídica patrimonial y que la prestació n como conducta o actividad del deudor esuno de sus elementos estructurales, me peyj yyit0
remiñra mi artículo “Precisiones Conceptuales en torno a la Promesadeli-lecho Ajeno”. En: AdvOcatuS, añO III, cuarta entrega, 1992,
pag 53 y siguientes.
hdy£l áctuado el deber del deudor, es decir, la presta- En otras palabras, si se trata de la pintura de un
ión. retrato, de la construcció n de una casa que el
Se sostiene, en efecto, dentro de esta línea interesado no puede lograr por sí mismo o de la
pt mental, que la consignación o depósito es una adquisicidn de la propiedad de un bien mueble
t rea de actuación de la prestación que libera al den- determinado, el interesa- do só lo habrá quedado
l
dob. pero que no produce la satisfacción del interés plenamente satisfecho en la medida en que aquél que
a del acreedor, esto es, la realización de su derecho. mediante un contrato haya comprometido
El d enominado pago al acreedor aparente es otro suconducta(prestació nentendidacomo cooperació n
supues- toen el cual, en los casos previstos, se actúa el material) efectivamente realice (y entre- gue) la obra
. deber del deudor y se obtiene incluso su liberación, o haga la tradició n del bien.
sin que se produzca la satisfacció n del acreedor. Pero en otros casos, el interés del sujeto activo
Por o tra parte, existen casos como el llamado puede no requerir de un resultado material sino me-
a- pago por tercero, mediante el cual el acreedor obtiene ramente jurídico (un mero efecto jurídico) sin que se
1a satisfacción de su interés aun cuando no se haya requiera por ello de ningú n acto material ajeno sino
li- a ctuado el deber del deudor, el cual incluso subsiste só lo la simple aceptació n delafectado de soportar en
el en algunos casos -cuando no se produce su su esfera el efecto jurídico negativo en beneficio del
extinción- frente a uri nuevo sujeto por efecto dela intere- sado. Este efecto jurídico puede lograrse
subrogación'°'. mediante la propia actuació n del interesado, es decir,
ia-
Pero lo importante para los efectos de nuestro del sujeto activo, y en esc caso se crea nua situaó ó n
artálisisno es determinar si las premisas de esta jurídica subjetiva de ventaja -derecho potestativo, por
in en 5e corrien- te patrimonialista son exactas o si resulta más
l 5n lel
ejemplo- y nua situació n jurídica subjetiva de desventaja
acertado el fundamento de la tesis personalista. Lo -suje- ció n-; esas dos si tuaciones jurídicas
lei que en todo caso sí resulta de la mayor relevancia, es correlativamente estructuradas configuran una
no que también dentro de la teoría del bien debido se relació n jurídica que no es una relació n obligatoria. En
tel postula que la prestación consiste en una conducta o otros casos, la satisfac- ció n del interés se logra como
actividad del obligado( '. consecuencia directa del contrato, como en la renuncia o
de ' la la ue no Considérese, por lo demás, que, tal como ya precisamente, en la transmisió n del derecho de
se ha anticipado, éste es también el sentido por el que propiedad.
se ha orientado nuestro Código. la misma noción de Pues bien, só lo en el primer tipo de supuestos,
cumplimiento supone el desarrollo de una conducta es decir, cuando la satisfacció n del interés requiere de
por parte del deudor y se corrobora conn la referencia un comportamiento ajeno, podemos hablar de la nece-
que el artículo 1314 hace a la diligencia ordinaria, o la sidad de una obligació n que asegure esc cor;iporta-
graduació n de responsabilidad en té rminos de culpa y miento. En el segundo caso el ordenamiento reconoc e
dolo a que se refieren los artículos 1318 y siguientes del la producció n de una relació n jurídica distinta o direc-
’, O Có digo. tamente del efecto jurídico, por el solo hecho de haber
La explicació n de esta forma de concebir la celebrado el contrato. En tal sentido, si como sostiene
prestació n obedece a la funció n que el ordenamiento Giorgianni, el interé s del sujeto ã ctivo no se satisface
asigna a la obligació n. La satisfacció n de los intereses mediantela conducta del sujeto pasivo, laestructuració n
privados puede tener que pasar necesariamente por la de una relació n jurídica obligatoria resulta totalmente
Star ejecució n de un acto material a cargo de otro. En este inadecuada.
ado caso, el interés quedará plenamente satisfecho cuando En nuestro caso, la ley establece que la adqui-
se actííe la cooperació n de la conducta ajena necesaria, sició n del derecho de propiedad de un inmueble de-
por lo que la obligació n tiene como funció n servir de terminado no requiere de la conducta del deudor -
instrumento jurídico para actuar la satisfacció n de in- como se necesita en cambio para la transmisió n del
tereses mediante la cooperació n de la conducta ajena. derecho de propiedad de una cosa mueble- por lo que
no cabe duda que esa transmisió n deriva directamente

ÇO

(31) La teorta del bien debido encontró probablemente su más coherente formulación con Rosario Nicoló en la obra L’adempimento
nOü
dell'obbligo altrui, Milano, 1936. Puede consultarse también en el compendio de obras de aquel autor: Raccolta de Switti, tonno II, Giuffrè,
›bre Milano, 1980, pá g. 967 y siguientes.
(32) Nicoló sostiene que esta valoració n subjetiva de la prestación, considerada como comportamiento personal del obligado, es comú n a la
mayor parte de la doctrina. Y este ilustre escritor agrega, que ésta es una concepÓón exacta porque la idea de prestación es inescindible
iüto de la consideració n de una actividad dada (positiva o negativa) del deudor, incluso cuando se entienda que el mntenido del deber sea la
pág. consecución por parte del acreedor de una utilidad determinada, la prestación consistiría siempre en el comportamiento que el deudor
debe tener para que se procure al acreedor la utilidad prometida (Op. cit., pá g. 1022, nota 79).

83
del contato sin que sea necesario el expediente de
de este modo no se podría explicar los contratos
crear um obligaciõn.
relati- vosa la transferencia de propiedad debienes
¿De qué obligación puede hablarse en el caso inmuebles ajenos o futuros o en los que se ha
del artículo 949 del Código vigente? Se trata de una
obligació n que consiste en traMmitir el derecho de
estipulado la reseña de propiedad,etc.,debido a queen
ellos la transferen de propiedad no se produce
propiedad, lo quesupondría una actividad materialdel
inmediatamente al celo brarse el contrato. A
deudor consistente en dar, hacer o no hacer (que es la
quienes así razonan les aplicable la misma objeción
prestació n) a través de la cual se produzca dicha trans-
porque es evidente que en los casos recordados la
misió n (cumplimiento). da prestació n siempre es con-
transferencia de propiedad tampoco se produce
tenido u objeto, para quienes prefieren un enfoque
como consecuencia inm€Óiata de contraer la sola
distinto de la obligació n. Pero en este caso, el interés
del sujeto activo queda satisfecho mediante la obligación de enajenar.
obtenció n del derecho de propiedad y esa obtenció n Lo que ocurre es que en cualquier caso en que
se logra autorná ticamente sin necesidad de ningú n
el efecto real no se puede producir como
consecuencia inmediata de la celebración del contrato,
acto mate- rial del sujeto pasivo. ¿Cuã l sería la
estructura de semejante ”obligació n”? ¿Un qué consiste
se tiene un efecto real diferidos' que depende,
respectivamen te, dela adquisición delbien ajeno por
la prestació n que el “deudor” debe ejecutar?
parte del enajenante,
Si la obligació n consiste en transmitir el dere-
o de la existencia del bien, o del pago total del precio, -
Ço de propiedad yese efecto -segú n el artículo 949 del
Có digo- se logra mediante la sola obligació n -de enaje- etc.
En estos casos, surge una obligación quesi bien
nar-, esa obligació n es absolutamente inutil pues no
no tiene por finalidad producir la transferencia de la
puede darse siquiera la secuencia de obligació n-cum-
propiedad, permite garantizar al adquirente la actua-
plimiento ya que el pago de tal obligació n se produce,
ción del efecto real que no operó al momento de la
con independencia de toda actividad del “deudof’, por
celebración del contrato'^.
el hecho de su misma existencia; ella se paga por sí
misma,es su propio cumplirniento. Como dice Bianca ’,
es urta artificiosa construcció n que consiste en una
obligació n que se extingue al mismo ó empo en que
surge; una obligació n, en definitiva, desprovista de
toda pretensió n creditícia. Esnua paradoja inexplicable:
la propiaobligació nsignifica cumplirriientodesímisma. “... en cualquier caso w que el e ecto
La conclusió n es pues, que el contrato produce real no se pude producir como
directamente la atribució n del derecho de propiedad. consecuencia inmediata de la
Esto no impide que enciertos casos, el contrato
que produce la atribució n directa del derecho de pro- celebración del contrato, se tiene un
piedad no pueda crear, a la vez, verdaderas obligacio- efecto real difeNdo...”
nes, perp só lo en la medida en que ello sea necesario.
Por ejemplo, si el vendedor tiene que entregar el
inmueble al comprador, es claro que surge uma obliga-
ció n que consiste en que el deudor realice todo
aquello que sea necesario para poner el inmueble a
disposició n del comprador. Ciertamente, si el Podría pretenderse que esta discusión care-
comprador fuera arrendatario o comodatario o de ce de toda relevancia práctica y que, en definitiva, el
cualquier modo estu- viera en posesió n del bien, tal efecto resulta siendo el mismo ya sea que se sostenga
obligació n tampoco surge. que la transferencia de propiedad de los bienes
No sería admisible sostener en contra de la inmuebles determinados deriva directamente del
tesis del efecto realdel contrato que aquí se postula, que contrato, o que se sostenga que el contrato genera la
obligación de enajenar y que esta obligación transmite
el referido derecho. Tal afirmación no puede ser

(33) Diritto Gvile, N, L’obbligazione, Giuffrè, Milano, 1990, pòg. 15, nota 31.
(34) CAPOZH, Guido, Dei singoli contratti, vol. I, Giuffrè, Milano, 1988, pàg. 98.
(35) CAPOZZI, Guido, Op. cit., pá g. 98. OSTI, Giuseppe, Op. cit., pó g. 876 y siguientes. FunÔ 6n aná loga -es decir de garantia- tienen lar
llamadas ObligaÔones de Saneamiento, que tutelan al adquirente frente a los defectos materiales o jurídicos de los bienes adquiridos. Pam
un estudio más detenido de este aspecto,puede.consulta Russo, E. La responsabilità per1’Ìnattuazione del eletto reale Giuffrè, }\fjlan
0.
y ¢ partida por dos ó rdenes de razones. En primer
artículo 949 del Có digo, aun cuando ni siquiera conoz-
}c gar, las cosas deben llamarse por su nombre; a cada
ca de la existencia de la promesa y de la obligació n
¡nstitucÍó ndebe dá rsele su lugar porque tiene su propia correspondiente'^'. Si se quiere llegar al extremo de lo
{unció n dentro del ordenamiento jurídico. Pero en absurdo, podría incluso pretenderse que a partir de ese
çegu2qd0 lugar, sí puede haber diferentes efectos momento el nuevo propietario es responsable de los
pract2cos de indudable relevancia según la posición dañ os que la ruina del inmueble pueda causar, tal como
que se adO te.
lodispone el artículo 1980 del Có digo. Lo mismo
Como se sabe, el contrato no es más la única
podría ocurrir en elcaso del contrato a favor de tercero,
¿nente negocial de obligaciones, como era en cambio la
del cual
tendencia en los siglos pasados. Siguiendo modernas -por disposició n de los artículos 1457 y 1458 del Có digo
o ríen taciones, nuestro Có digo ha admitido la declara- Civil- surge el derecho para é ste, directa e inmediata-
ció n unilateral como fuente de obligaciones. En con- mente de la celebració n del contrato celebrado entre
secuencia, la obligació n puede bien ser creada estipulante y promitente, y sin necesidad que el tercero
median- te un negocio jurídico de estructura unilateral, intervenga en modo alguno en la formació n o para la
esto es, mediante la declaració n de una sola parte. Por lo eficacia del referido contrato 3*.
tanto, fría hipotéticamente posible que alguien Debe concluirse por ello, que má s allá de
prometa publicamente transmitir la propiedad de un las expresiones utilizadas por la ley, la transmisió n
inmueble determinado a quien se encuentre en una del derecho de propiedad de los bienes inmuebles
determinada sit uaci ó n o ejecute un determinado acto determinados se produce por efecto directo del contra-
En este su- puesto, por disposició n del artículo 1956 to.
concordado con el aró culo 1959 del Có digo Civil, la Cabe finalmente aclarar, que no se pretende
obligació n surge y el promitente queda obligado por defender un sistema de transmisión de p7opiedad
su sola de- claració n de voluntad desde el momento espiritualista frente a un sistema que contemple un
en que é sta se hace pú blica, y aquel que se encuentre en modo que permita una publicidad más o menos ade-
la situació n prevista o realice el acto exigido en la cuada del dcrecho. Se trata tan sólo de interpretar cuál
promesa, queda ha sido la orientación adoptada por nuestro ordena-
convertido en propietario del inmueble en virtud del r míento positivo

(36) A pesar de que no podemos detenernos a analizar la probiemá tica de la promesa unilateral, debe advertirse que su propia conftguracion
resulta sumamente discutible y confusa en nuestro Có digo, por laindefinició n en que el legislador ha incurrido en este tema. Se ha querido
admitir la promesa unilateral como fuente de obligaciones pero el legislador parece no haber podido desprenderse de la bilateralidad para
la atribució n de los efectos de ella, lo cual implica una seria contradicció n. SegÚ n el primer pá rrafo del artículo 1956 y el artículo 1959, la
obligació n surge y el deudor queda obligado por sit sola declaració n desde que é sta se hace pú blica -en el caso de la promesa al pú blico
pero segíín el segundo pá rrafo del artículo 1956, para que el destinatario se acreedor de la prestació n es necesario su asentimiento.
Entonces, ¿hay realmente una obligació n producida por la mera declaració n del promitente, antes del asentimiento del destinatario? Si
la hubiera, ¿puede acaso configurarse una obligació n sin acreedor? Si no la hubiera y para que la obligació n surja es necesario el
asentimiento del destinatario, ¿có mo se explica la parte final del artículo 19S9 del Có digo? ¿Es la promesa realmente un negocio unilateral?
(31 Nó tese que la declaració n de querer hacer uso del derecho que la segunda parte del primer pá rrafo del artículo 14S8 pone a cargo del
tercero, só lo tiene como funció n que el derecho -ya perteneciente al tercero- sea exigible.

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