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Los contractos

Introducción:
Un contrato es un acuerdo legal, oral o escrito, manifestado en común entre dos o más
personas con capacidad jurídica (partes del contrato), que se vinculan en virtud del
mismo, regulando sus relaciones a una determinada finalidad o cosa, y a cuyo
cumplimiento pueden compelerse de manera recíproca, si el contrato es bilateral, o
compelerse una parte a la otra, si el contrato es unilateral.1Es el contrato, en suma, un
acuerdo de voluntades que puede generar derechos, obligaciones y otro tipo de
situaciones jurídicas relativas; es decir, que solo vinculan a las partes contratantes y,
eventualmente, a sus causahabientes. Pero, además del acuerdo de voluntades, algunos
contratos exigen, para su perfección, otros hechos o actos de alcance jurídico, tales
como efectuar una determinada entrega (contratos reales), o exigen ser formalizados en
documento especial (contratos formales), de modo que, en esos casos especiales, no
basta con la sola voluntad. De todos modos, el contrato, en general, tiene una
connotación patrimonial, incluso parcialmente en aquellos celebrados en el marco del
derecho de familia, y es parte de la categoría más amplia de los negocios jurídicos. Es
función elemental del contrato originar efectos jurídicos (es decir, obligaciones
exigibles), de modo que a aquella relación de sujetos que no derive en efectos jurídicos
no se le puede atribuir cualidad contractual...

-El consensualismo y el efecto relativo del contracto.

En el proceso de evolución del derecho de los contratos, el auge del principio del con
sensualismo ha sido ubicado por los historiadores en la edad moderna. Su aceptación
generalizada implicó un desplazamiento de los ritos y formalidades propios del derecho
romano a un segundo plano1 y la exaltación de la voluntad como fuente de las
obligaciones. Sin embargo, hoy en día no deja de ser un tema apasionante y rico en
contenido, que al ser estudiado conduce obligatoriamente y de manera inadvertida a las
bases ontológicas de la formación del negocio jurídico: la voluntad todopoderosa y
autosuficiente capaz de crear una micro esfera normativa para regir la relación
contractual particular.

No obstante los numerosos estudios que se han desarrollado sobre el consensualismo,


no muchos se han ocupado de analizar su perspectiva principalita. A pesar de tratarse de
una conquista relativamente reciente, el consensualismo entendido como principio
pareciera ser un concepto suficientemente incorporado en nuestra percepción jurídica.
En la actualidad la palabra "consensualismo" se encuentra casi forzosamente precedida
por el sustantivo descriptivo "principio", lo que indica que el carácter principalita del
consensualismo es un asunto que entendemos superado, obvio y bastante arraigado en
las bases de nuestro derecho privado de los contratos.

Esta naturalidad como principio caracteriza al consensualismo incluso antes de haber


sido incorporado en los movimientos codificatorios del siglo XIX. Así pues, para el
caso del Código Civil francés, en 1804 este principio se había convertido en una
máxima tan natural para el derecho de contratos que no fue más que consagrado
tácitamente. Se entiende que fue incorporado en el artículo 1108, donde el Código de
Napoleón, al establecer las condiciones esenciales para la validez de un contrato, omite
mencionar las exigencias de forma.

Precisamente el presente ejercicio académico pretende dejar de lado la arraigada


convicción del carácter principalita del consensualismo y regresar a las razones que
justificaron su elevación a rango de principio que, como se verá más adelante, van más
allá de su simple confrontación a la excepción, lo que erradamente nos hace creer que
un principio se justifica exclusivamente por el correlativo y limitado alcance de su
excepción, como lo es el formalismo para el caso particular. Así, la meta del presente
trabajo consiste en lograr incorporar en un solo ejercicio de análisis el solus consensus
obligat a la luz del método de los principios generales del derecho. Ejercicio en el cual
se intenta dar respuesta a diversas preguntas: ¿es en realidad el consensualismo un
principio para el derecho?, ¿su consagración a nivel legal ha desdibujado su carácter de
principio y en consecuencia su valor superior?, ¿las características y funciones propias
del principio del consensualismo coinciden con aquellas que la ciencia del derecho les
ha atribuido a los principios generales del derecho.

No cabe duda que el contrato surge en el mundo como instrumento idóneo para el
imprescindible intercambio de bienes y servicios entre las personas en sociedad; y que
atento a la realidad económica de la época, se desarrolló en base a una concepción de
los negocios jurídicos como entidades independientes. De esta manera, la codificación
de Vélez Sarsfield, que tuvo por base el modelo napoleónico, consagró como principios
fundamentales la autonomía de la voluntad, el “Pacta sunt servanda”, y el “Res inter
alios acta”, entre otros. Es por ello, que tradicionalmente se ha entendido y considerado
que el contrato es siempre una entidad aislada, que se satisface a sí misma y a las partes.
Sin embargo, el sujeto de derecho de hoy se ve expuesto a una serie de relaciones tanto
jurídicas como económicas muy distantes a las existentes en el siglo XIX. La realidad
de nuestra modernidad nos muestra que muchos contratos forman parte de una
estructura mayor, ideada para obtener un fin común, que no podrían alcanzar
individualmente. Es decir, resultan de cierta manera entre sí causa-motivo determinante
de la celebración del otro u otros. Es así, como detrás de una apariencia formal de
independencia contractual, se podría esconder una unidad económica que puede resultar
jurídicamente relevante. Al confrontar la realidad de los sistemas contractuales
modernos y los principios tradicionales impuestos por el código de Vélez Sarsfield,
cabe preguntarse si las acciones y/o las excepciones contractuales son aplicables o
extensibles de un tramo al otro en la red de acuerdos. El Código Civil y Comercial
Unificado incorpora el tema (Arts. 1073, 1074 y 1075), pero lo hace precariamente.
Esto dado que, analizada la jurisprudencia en la materia y comparada con las normas
incorporadas, se encuentran lagunas y vaguedades en estas últimas que hacen que este
tratamiento legislativo, al fin y al cabo, requiera nuevamente de la jurisprudencia para
darle cierto sentido y marco conceptual (que pretorianamente ya se habían establecido,
no de forma pacífica). Lo que sí queda claro, es que se ha dejado de lado la concepción
tradicional contractual; y existe una relectura del efecto relativo de los contratos que
resulta emocionante pero que precisa una demarcación de sus límites.
Los contratos son, esencialmente, fuente principal de las obligaciones. Tienen por efecto
generar, modificar y extinguir obligaciones, también derechos reales. ... Al contrato se
los entiende doctrinariamente como con fuerza de ley entre las partes porque los
derechos que engendra son exigibles y obligatorios.

Decir que un contrato tiene efecto relativo equivale a establecer que, en principio, un
contrato no puede perjudicar ni aprovechar a un tercero, según las disposiciones del
artículo 1165 del Código Civil.

-El contracto y la transmisión de los derechos reales.


Un derecho real es un poder jurídico que detentan las personas sobre las cosas. ... Un
buen ejemplo de derecho real es el derecho de propiedad sobre una vivienda, puesto que
permite utilizarla, disponer de ella y percibir sus frutos.

Los derechos reales se pueden clasificar de diversas maneras según la teoría, así como
también existen diversos medios de transmitirlos. Los principales derechos reales son:
La propiedad, misma que ya explicamos. El usufructo, que consiste en el derecho de
usar que se transfiere a un tercero distinto al propietario.

En el tráfico jurídico la transmisión de los derechos reales por actos entre vivos, efectúa
por la vía de la creación de un derecho personal, que es el eslabón intermedio entre el
derecho real del primer propietario, y el derecho real del segundo. Generalmente se
celebra un contrato, que da nacimiento a ciertas obligaciones, cuyo cumplimiento y
consiguiente extinción consiste en la entrega de la cosa objeto del derecho real, es decir
la "tradición" .De esta forma un derecho personal efímero, y de naturaleza transitoria, ha
servido de vehículo para traspasar la titularidad de un derecho real, de un sujeto a otro.
Este fenómeno da origen a la teoría del título y del modo; el título causal es el

Contrato que hace nacer la obligación de transmitir; y el modo es la entrega de la cosa, o

Tradición.

Pero esta relación jurídica, que aparentemente no vincula más que a dos sujetos. Va

a producir efectos respecto a personas que no son partes en la relación. La experiencia

Demuestra que toda relación jurídica negociar, toda expresión del tráfico jurídico,

Repercute en forma directa o refleja sobre terceros que han sido ajenos a su formación.

Entonces el jurista se enfrenta con un nuevo problema: es necesario tomar medidas para

Lograr que la relación jurídica, que en principio está destinada a producir efectos
Solamente entre las partes. No incida de manera nociva o perjudicial sobre los

"terceros", y el jurista debe aguzar su ingenio en la búsqueda de medios que protejan al

Tercero.

Precisamente una de las razones que inspiran al nuevo art. 2505, es la protección
De los terceros, para evitar que la clandestinidad en el tráfico jurídico pueda tornar
Ilusorios sus derechos, y en especial privarlos de la garantía que la ley les concede
Sobre el patrimonio de sus deudores.

-Clasificación de los contractos.


Según los requisitos de validez en cuanto a la forma los contratos se clasifican en:

Contratos consensuales.

Contratos solemnes.

Contratos reales.

Los contratos consensuales: Son aquellos que para su perfección es necesario


únicamente el consentimiento de las partes contratantes y para su validez no es
necesaria ninguna formalidad.

Los Contratos solemnes: Estos para su validez, además del consentimiento, es necesario
el cumplimiento de cierta formalidad o requisito: Este requisito lo constituye la
intervención de un notario. Existen cuatros contratos solemnes:

La convención matrimonial

La hipoteca

La donación

La subrogación convencional.

Los contratos reales: En estos contratos además del acuerdo de las partes es necesario
para su formación el requisito de la entrega de la cosa. Los contratos reales son cuatro:

El préstamo de uso o comodato.

El préstamo de consumo.

El depósito.

La prenda.
El préstamo de uso o comodato: es un contrato por el cual una persona, el prestador, le
entrega a otra, el prestatario, para que se sirva de ella, ya sea a título gratuito una cosa
no fungible que deberá ser devuelta.

El préstamo de consumo: es el contrato por el cual una persona, el mutuario se obliga a


devolver a otra, el mutante, una cosa semejante a la cosa consumible y fungible que se
le hay entrega para su uso.

El depósito: Conforme el Vocabulario Jurídico de Henri Capitán, es un contrato por el


cual una persona recibe una cosa mueble perteneciente a otra, con el cargo de guardarla
y restituirla cuando el depositante la reclame.

La prenda: Es el contrato por el cual el deudor entrega al acreedor la posesión de una


cosa mueble, en seguridad de la deuda y que da derecho al acreedor para conservar esa
cosa hasta el pago o, si este no se efectúa, hacerla vender y cobrarse sobre el precio a los
demás acreedores.

.- Clasificación de los contratos según los requisitos de validez en cuanto al fondo. En


requisito de fondo, esencial para la formación del contrato, es la voluntad de los
contratantes. Estos contratos son cuatro:

Contratos de adhesión.

Contratos de mutuo acuerdo.

Contratos colectivos.

Contratos individuales.

Clasificación de los contratos según su contenido el contenido del contrato es el


conjunto de los derechos que nacen del contrato. A su vez para clasificarlos hay que
tomar en consideración:

Según la reciprocidad o lo no-reciprocidad de las obligaciones que nacen:

Sinalagmáticos y unilaterales.

Según el fin perseguido:

A título gratuito

A título oneroso

Conmutativos

Aleatorios.

Según la duración del cumplimiento de las obligaciones:


Instantáneos.

Sucesivos.

Contratos sinalagmáticos o bilaterales: según el artículo 1102 del Código Civil, son
aquellos en que los contratantes se obligan recíprocamente, los unos respectos de los
otros.

Estas es la misma definición que encontramos en el Vocabulario Jurídico de Henri


Capitán. Pag. 162. ejemplo la venta y la locación.

Contratos unilaterales: Se encuentra enmarcados en el artículo 1103 del código civil,


aquellos en que una de las personas están obligadas, respectos de otras sin que por
partes e estas últimas se contraigan compromisos, ejemplo la donación.

Contratos a título gratuito: Son aquellos contratos en los cuales una persona dispone de
sus bienes sin contrapartida.

Conforme la definición del Henri Capitán en su Vocabulario Jurídico pagina 161, es el


contrato en el cual una de las partes se obliga a una prestación cualquiera sin estipular
nada a cambio ejemplo donación entre vivos, mandato gratuito y depósito.

Contratos a título oneroso; el artículo 1106 del Código Civil establece que el contrato a
título oneroso es aquel que obliga a los contratantes a dar o hacer alguna cosa. Según
HENRI CAPITANT es un contrato en el cual cada una de las partes estipula de la otra
una prestación a cambio de la que ella le promete.

Contratos conmutativos: Cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa
que se considera equivalente de lo que hace o da el otro contratante HENRI CAPITANT
lo define como el contrato por el cual cada una de las partes al momento de la
formalización del contrato, mediante el consentimiento conoce la extensión de sus
prestaciones.

Contratos aleatorios: es el contrato por el cual la equivalencia consiste en


eventualidades de ganancias o pérdidas para cada uno de los contratantes, dependiente
de un suceso incierto por ejemplo los contratos de apuesta, de lotería.

Contratos sucesivos: Son aquellos contratos que para su cumplimiento exigen cierto
lapso en el tiempo ejemplo contratos de arrendamiento, de sociedad, contratos de
trabajo.

En cuanto a su interpretación los contratos se clasifican:

Contratos nominados: son aquellos contratos en los que sus reglas están concretadas de
manera supletoria, a veces incluso imperativas por el legislador, ejemplo compraventa,
permuta, arrendamiento sociedad, seguro.

Contratos innominados: Aquellos contratos que no son objeto de ninguna


reglamentación legal bajo especial denominación.
Requisitos para la formación de los contratos. Conforme el artículo 1,108 del Código
Civil de la República Dominicana, estable cuatro condiciones esenciales para la validez
de una convención; los cuales son a saber:

 . El consentimiento de la parte que se obliga.


 2. Su capacidad para contratar.
 3. Un objeto cierto que forme la materia del compromiso.
 4. Una causa licita en la obligación.

-Formalidades –Causas probatorias.

La formalidad es un requerimiento de forma que exige la Ley en cuya ausencia el


consentimiento no tiene validez o eficacia jurídica . De esta manera, el ordenamiento
jurídico selecciona con carácter mandatorio cuál de todas las formas será apta para la
operatividad del acto, descartando aquellas otras formas que en abstracto (y bajo el
principio de libertad de forma) pudieron encausar hacia el exterior el autor reglamento
contractual.

La formalidad tiene como finalidad otorgar certeza al contrato y ratificar la voluntad de


las partes de celebrarlo o concluirlo, es decir, potenciar un adecuado y prudente
razonamiento por los agentes económicos.

Un ejemplo de formalidad asignada por el legislador puede ser hallado en el contrato de


fianza, el cual, en virtud del artículo 1871, debe constar por escrito bajo sanción de
nulidad. En otras palabras, la forma en este contrato no es suficiente para la operatividad
del acto, sino que requiere seguir una formalidad para acceder a una calificación
positiva en nuestro ordenamiento jurídico.

Cabe precisar, que en este caso específico, la formalidad constituye un componente


constitutivo del acto. Por ende, si las partes no cumplen este requisito, se activará el
remedio de la nulidad.

La formalidad en los contratos se refiere al hecho de que el legislador asigna una forma
necesaria para que éstos sean validos. Pues la voluntad debe ser exteriorizada de la
forma meramente establecida en la ley, pues de lo contrario tal acto puede ser anulado.

Por ello es importante conocer el contenido del Código Civil Federal. libro código civil
Artículo 1832.- En los contratos civiles cada uno se obliga en la manera y términos que
aparezcan que quiso obligarse, sin que para la validez del contrato se requieran
formalidades determinadas, fuera de los casos expresamente designados por la ley.

Artículo 1833.- Cuando la ley exija determinada forma para un contrato, mientras que
éste no revista esa forma no será válido, salvo disposición en contrario; pero si la
voluntad de las partes para celebrarlo consta de manera fehaciente, cualquiera de ellas
puede exigir que se dé al contrato la forma legal.

Entonces podemos definir que la forma es el conjunto de signos por los cuales se hace
constar o se exterioriza la voluntad de los agentes de un acto jurídico y del contrato.
Cuando se exija la forma escrita para el contrato, los documentos relativos deben ser
firmados por todas las personas a las cuales se imponga esa obligación.

la causa es una cuestión que presenta serias dificultades de comprensión, porque no hay
una construcción teórica unívoca que permita deslindar la causa como elemento de
validez del acto o negocio jurídico, y porque tanto la doctrina como la jurisprudencia
suelen confundir este elemento con el objeto del acto. Como hemos visto al tratar los
elementos de los contratos, la “causa” aparece -para la doctrina dominante-, como un
elemento esencial de los mismos, junto con el consentimiento y el objeto.

La causa es el motivo determinante que llevó a las partes a celebrar el contrato. ... El
contrato debe tener causa y ésta ha de ser existente, verdadera y lícita. Causa fuente: es
el origen o hecho jurídico generador de obligaciones o de un acto jurídico.

En definitiva, en el marco de esa estructura, la causa es el por qué del acto, la razón de
ser del negocio, la finalidad por la que se declara la voluntad, en suma, la causa final,
que así se erige en elemento esencial del acto jurídico.

La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido


determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos exteriorizados
cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si
son esenciales para ambas partes.

-Código civil: La Autonomía de la voluntad y la fuerza obligatoria del


contracto.
La autonomía de la voluntad es un principio básico del Derecho contractual. El valor de
este principio se aprecia en el hecho de considerarse como una manifestación de la
libertad del individuo, cuyo reconocimiento por la ley positiva se impone, el cual se
traduce en la posibilidad que tienen las personas de regular libremente sus intereses,
ejercitar los derechos subjetivos de los cuales son titulares y concertar negocios
jurídicos. Sin embargo, independientemente de ser considerada como uno de los
principios más importantes en el Derecho Civil y específicamente en el Derecho de
Contratos, no es admitida de forma absoluta, por cuanto tiene restricciones previstas en
la ley y otras que se desprenden de las circunstancias o de las situaciones de hecho.
Dichas restricciones se manifiestan en forma de límites y limitaciones.

En la actualidad, este principio se encuentra en decadencia, lo cual se debe a las


restricciones que le son impuestas. La decadencia actual del mismo afecta al contrato
tanto en su formación como en los efectos jurídicos que produce y, repercute de esta
forma en la seguridad jurídica que ofrece el contrato a las partes intervinientes.

Por ello, el presente artículo tiene como objetivo realizar un estudio sobre los
principales factores jurídicos y sociales que permiten demostrar la decadencia actual del
principio de autonomía de la voluntad en la regulación de las obligaciones contractuales
civiles. Los métodos que se emplearon en la investigación fueron el histórico-lógico, el
analítico-sintético, el método inductivo-deductivo, el teórico jurídico y el exegético-
analítico.

Como resultado de la investigación se pretenden unificar la variedad de criterios y


posiciones que en la doctrina existen sobre el tema. Llegándose a determinar los
principales límites y limitaciones que inciden en la decadencia actual al principio de
autonomía de la voluntad contractual civil, determinándose que el principal límite lo
constituyen las leyes imperativas, mientras que las principales limitaciones recaen en las
partes contratantes y en la facultad de disposición de los propietarios de bienes.

El contrato es un acuerdo creador de relaciones jurídicas entre personas, y constituye un


medio de realización social para intereses privados. Según Rivera1 el negocio jurídico,
obra de la voluntad del hombre, con finalidad jurídica, aparece como la expresión
técnica del reconocimiento de la autonomía privada, como fuente creadora de efectos
jurídicos; el negocio jurídico constituye entonces el medio fundamental de realización
del principio de autonomía de la voluntad. Entre todos los hechos o actos jurídicos
generadores de obligaciones, el contrato es, indudablemente, aquel en el que la voluntad
de los particulares cumple una función más importante ya que su elemento
característico, es el consentimiento, o sea el acuerdo libre de la voluntad de las partes.

El rol creador de la voluntad en el ámbito contractual se origina en la Escuela del


Derecho Natural, según Hugo Grocio 2 "...coinciden las opiniones de los jurisconsultos
al afirmar que no hay nada tan natural como atender a la voluntad del propietario que
desea transferir a otro su derecho, ni nada que refleje mejor la lealtad entre los hombres
que el mantenimiento de la promesa hecha." De modo que la voluntad es la creadora de
la relación jurídica, y por ende, del vínculo obligacional de fuente contractual. El
contrato es considerado, a su vez, como el puro producto del consentimiento.

La idea de que la voluntad, actuada a través de una declaración de voluntad, es pura y


simplemente la creadora del vínculo jurídico. A partir de Savigny comienza una
mutación importante, pues la voluntad pasa a formar parte de la doctrina del negocio
jurídico. La voluntad deja así de ser soberana; su validez no descansa en que la persona
la exteriorice como valor ético anterior a todo derecho, sino que reposa en el
ordenamiento jurídico, el cual es necesario que la reconozca al proteger el fin querido
por la voluntad.

Mayores avances se producen con las doctrinas denominadas preceptivas, para las
cuales los efectos jurídicos se producen en tanto y en cuanto están previstos en las
normas. El acto o negocio jurídico no es entonces, más que un supuesto de hecho de la
norma jurídica; la función de la voluntad es la de desatar los efectos jurídicos previstos
en la norma de conformidad con la función del negocio. 3

En otro escalón Ferri sostiene que el negocio jurídico es supuesto de hecho, pero a la
vez es creador de derecho objetivo, de normas que entran en vigor por consecuencia del
negocio y que tienen vigencia en determinado tiempo, que es el necesario para que se
produzcan los efectos buscados.

Pese al desarrollo de la doctrina preceptiva, algunos autores ponen en primer plano a la


voluntad como causa del efecto jurídico. Así, Stolfi considera que si se amengua el
papel de la voluntad individual, se reduce el rol del negocio jurídico y la doctrina pierde
gran parte de su importancia y fundamento lógico. Este autor, por su parte, defiende la
tesis tradicional conforme a la cual los efectos jurídicos que se producen por el negocio
tienen como causa inmediata la voluntad de los particulares. Considera que el efecto
jurídico se origina no sólo porque el ordenamiento jurídico lo vincula a aquél, sino, en
primer término, porque quien celebra el negocio jurídico quiere producir el efecto
jurídico, precisamente con la celebración del negocio jurídico.

Más allá de los matices que, sin duda, existen en las exposiciones de cada uno de los
autores citados, es acertado sostener el papel principalísimo de la voluntad en la
producción de los efectos jurídicos del contrato. En cuanto esa voluntad se manifiesta
lícitamente en una materia en la cual rige el principio de autonomía, el Derecho la
reconoce como fuente productora de consecuencias jurídicas y provee los medios
necesarios para su eficacia.

-Requisitos de validez del contracto.


Un contrato es un acuerdo jurídico entre dos o más partes que genera derechos y
obligaciones. ... El objeto debe ser lícito, posible, determinado o determinable, de
interés para las partes y pasible de valoración económica (art. 1003 Código Civil y
Comercial). La causa (el por qué y el para qué se contrata)
Para que un contrato tenga validez y por consiguiente tenga la capacidad de generar
obligaciones para las partes que lo suscribieron, debe cumplir con los requisitos y
formalidades que la ley exige para cada tipo de contrato

En el diario vivir de las personas se celebran una variedad de contratos, tales como,
compraventa, arrendamiento, mutuo o préstamo de consumo, comodato, mandato,
anticresis, donación, etc., y estos, sean de carácter civil o mercantil, para que produzcan
efectos jurídicos o para su validez debe reunir una serie de requisitos establecidos en el
código civil.
El contrato en derecho civil es una fuente de obligaciones, es decir, por el acto jurídico
del contrato se generan obligaciones que las partes deben cumplir, y si lo hacen, la parte
cumplida puede demandar a la parte incumplida para que cumpla y/o page los perjuicios
causados por su incumplimiento.

El contrato es definido por el artículo 1495 del código civil, que se refiere a el de la
siguiente manera:
Entonces, para que haya contrato debe haber obligación ya sea por una o ambas partes,
además deben existir dos o más partes por que una persona no puede celebrar un
contrato con sí mismo.

En consecuencia, para que un contrato sea válido se requiere que cumpla con los
siguientes requisitos generales:

1. Que las partes contratantes sean legalmente capaces, es decir, que tengan
capacidad legal para poder obligarse.

2. Que se dé el consentimiento y este se encuentre libre de vicio, es decir, que de


manera libre y espontanea se dé la aceptación.

Adicionalmente, cada contrato tiene una serie de requisitos formales que deben ser
observados, como la identificación de las partes, la firma de las partes, el precio, la
fecha de cumplimiento, el lugar de cumplimiento de la obligación, etc.
Algunos contratos requieren cumplir con alguna solemnidad especial, como el de
compraventa de bienes inmuebles que debe hacerse mediante escritura pública, que
debe ser inscrita en la oficina de registros público.

En fin, según el tipo de contrato se debe consultar los requisitos que en particular la ley
considera para su tipo, ya sea un contrato civil, uno comercial, uno laboral o uno estatal.

Los elementos de validez de los contratos son: Capacidad legal de las partes
contratantes. Ausencia de vicios del consentimiento. Licitud en el objeto, motivo o fin

-La Nulidad de los contractos.


La nulidad del contrato se da por existir algún vicio en el mismo, por parte de alguno de
los contratantes. La nulidad del contrato es por falta de idoneidad del acto para que se
produzcan los efectos jurídicos deseados en la exteriorización de la voluntad; que se da
cuando existe algún vicio en el contrato.
La nulidad es aquella imperfección del contrato que impide a éste producir sus efectos
propios, mientras que la anulabilidad es aquella otra imperfección menos enérgica
(derivada, sobre todo, de determinados vicios de capacidad o de voluntad) que da lugar
a una acción de nulidad o de impugnación, la cual, si es ejercitada con éxito, produce la
destrucción del acto con efectos retroactivos.

El contrato será nulo cuando:

a) Falta alguno de los elementos esenciales a su formación (artículo 1261 CC: "No hay
contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes: 1º Consentimiento de los
contratantes. 2º Objeto cierto que sea materia del contrato. 3º Causa de la obligación
que se establezca"), o sea:

• Defecto absoluto de consentimiento.

• Defecto de concurrencia de dos o más voluntades distintas y autónomas.

• Defecto en el objeto por ausencia, falta absoluta de determinación o ilicitud.

• Ausencia o ilicitud de la causa (artículo 1275 CC).

• Inobservancia de las formalidades prescritas con carácter de requisito esencial.

b) Cuando el contrato se ha celebrado en violación de una prescripción o prohibición


legal, fundada sobre motivos de orden público (artículo 6.3 CC: "los actos contrarios a
las normas imperativas y a las prohibitivas son nulos de pleno derecho, salvo que en
ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención".

En términos propios cabe decir que el contrato inexistente o nulo con nulidad absoluta
no produce efecto jurídico alguno como tal. Pero en un sentido relativo puede hablarse
de efectos de la nulidad, señalándose como tales los siguientes:

a) El contrato nulo no produce el efecto pretendido por las partes y, por tanto, no
engendra, ni modifica, ni extingue la relación obligacional a que el mismo se refiera.

b) En principio, no es necesario que sea objeto de impugnación ni que se declare


judicialmente su nulidad, más como dicho contrato ha provocado una apariencia de
realidad o validez, es necesario o conveniente destruir esa apariencia si constituye
obstáculo para el ejercicio de un derecho. La nulidad radical o absoluta del contrato
puede ser invocada tanto por las partes como por terceros. No se prevé en el Código
Civil la posibilidad de apreciación de oficio por los Tribunales de la nulidad absoluta,
pero el Tribunal Supremo admite la posibilidad de su apreciación de oficio
condicionada a ciertos supuestos.

Como criterio, rige que los Tribunales decretarán la nulidad, aunque no se hubiera
alegado o se hubiera efectuado con deficiencias de carácter formal, sólo y cuando la
sinalagmática contractual se refiera a pactos o cláusulas que manifiestamente sean
ilegales, contrarias a la moral, al orden público, o constitutivas de delito. Así se declara,
entre otras, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 28 de febrero de 2004,
Rec.1412/1998. También se ha dicho (Sentencia del Tribunal Supremo de 31 de mayo
de 2005, Rec. 4727/1998), que la nulidad de oficio tiene lugar cuando se trata de actos
nulos de pleno derecho conforme al artículo 6.3 CC. La declaración de nulidad de los
contratos impone que quien la inste se vea perjudicado o afectado en alguna manera por
el contrato. [Sentencia Tribunal Supremo de 14 Diciembre 1993 ) y Sentencia Tribunal
Supremo (Sala Primera, de lo Civil) de 15 Diciembre 1993 , y Sentencia Tribunal
Supremo de 21 de noviembre de 1997, Rec. 3030/1993].

c) El contrato nulo no puede ser objeto de confirmación ni de prescripción senatoria


(Artículo 1310 CC).

d) Si hubiere sido ejecutado el contrato en todo o en parte, procede la reposición de las


cosas al estado que tenían al tiempo de su celebración (Artículo 1303 CC) El precepto
tiene como finalidad conseguir que las partes afectadas vuelvan a tener la situación
personal y patrimonial anterior al efecto invalidado (Sentencia del Tribunal Supremo de
30 de diciembre de 1996, Rec. 124/1993).

La obligación de devolver no necesita de petición expresa de la parte, pudiendo ser


declarada por el Juez en cumplimiento del principio iura novit curia (Sentencia del
Tribunal Supremo de 22 de noviembre de 2005, Rec. 1561/1999). El artículo 1307 CC
dispone que: "siempre que el obligado por la declaración de nulidad a la devolución de
la cosa, no pueda devolverla por haberse perdido, deberá restituir los frutos percibidos y
el valor que tenía la cosa cuando se perdió, con los intereses desde la misma fecha.
Como la obligación de restitución es una obligación recíproca, el artículo 1308
establece que mientras uno de los contratantes no realice la devolución de aquello a que
en virtud de la declaración de nulidad esté obligado, no puede el otro ser compelido a
cumplir por su parte lo que le incumba".

La nulidad alcanza a los negocios que se encuentran en una situación de dependencia


del declarado nulo.

La nulidad también puede hacerse valer por la vía de excepción frente a quien demanda
en base a un contrato nulo absolutamente [Sentencias del Tribunal Supremo de 25 de
mayo de 1987, 6 de octubre de 1988, 7 de junio de 1990, y 22 de diciembre de 1992,
Rec. 2061/1990]. También la excepción es imprescriptible. En Sentencia de 3 de junio
de 1996 (Rec. 3561/1992), el T. Supremo declaró que la nulidad radical de un contrato
puede aducirse por vía de acción o excepción, lo que no ocurre en los supuestos de
resolución contractual, que sólo puede formularse por vía de acción -lo que exige
reconvenir- y no por vía de excepción.

-Interpretación de los contractos.

La interpretación de los contratos debe cumplir con la función propia de estos


principios, que es justamente permitir a las partes regular sus intereses como estimen
conveniente dentro de los límites que la ley establezca.
Interpretación de los contratos debe cumplir con la función propia de estos principios,
que es justamente permitir a las partes regular sus intereses como estimen conveniente
dentro de los límites que la ley establezca.

La importancia de la voluntad en los contratos es esencial, y frente a ciertas limitaciones


de su relevancia, conviene observar, desde el punto de vista sustancial de la autonomía
privada y de la libertad contractual, que la justicia conmutativa en el Derecho
contractual se apoya en un procedimiento en el que el consentimiento de las partes es
decisivo. En un Ordenamiento jurídico, como el español, en el que el principio de la
libertad contractual es uno de sus valores centrales, el criterio más importante para
garantizar la justicia conmutativa consiste en asegurar que el vínculo se ha contraído
voluntariamente. Esto es lo coherente con la máxima “violenta non fin injuria”, que
expresa una idea fundamental de la justicia, en cuanto respeta la autonomía de la
persona y su dignidad. Según esto, en los contratos en general, en principio, no es
relevante la justicia o equidad sustancial de su contenido. El Ordenamiento jurídico
reconoce como contraprestación justa la que las partes hayan acordado. En
consecuencia, es una tarea central del Derecho contractual, además de asegurar la
voluntariedad de la perfección del contrato, su interpretación conforme a la común
voluntad de las partes (Canaris).

La meta de la interpretación es, por consiguiente, averiguar lo querido por las partes, la
intención común de ambas, pues la función del contrato es primariamente permitir a las
partes establecer sus relaciones jurídicas tal como estimen conveniente.

La redacción clara y precisa de los acuerdos alcanzados por las partes en un contrato, es
una de las principales responsabilidades del abogado actuante. Cuando las obligaciones
no quedan claras, y al momento de ejecutar el contrato las partes entran en conflicto por
la forma en que una u otra interpretan el contrato, hay un procedimiento general de
interpretación a seguir, definido por el Código Civil Dominicano.

La regla general de los contratos, es que éstos imponen obligaciones entre las partes, las
cuales tienen fuerza de ley entre ellas (art. 1134 CCiv). A falta de acuerdo en su
interpretación, las partes delegaran en un juez o en árbitros, descubrir la voluntad de
ellas. La base del procedimiento de interpretación, lo define el Art. 1156 CCiv, que
dispone que las convenciones se deben atender más a la común intención de las partes,
que, al sentido literal de las palabras. Con el objetivo de descubrir la común intención e
las partes, inicia el procedimiento interpretación.

Vale aclarar, que ni jueces ni árbitros deben bajo el pretexto de interpretar clausulas
oscuras, desconocer las claras y precisas, pues se presumen revelan la voluntad de las
partes, hasta prueba en contrario.

El proceso da lugar a una lectura integral del contrato completo, ya que todas las
cláusulas se interpretan las unas de las otras, dando a cada una el sentido que resulte del
acto entero (Art. 1161 CCiv.). Este proceso se emplea para comprobar si las cláusulas
claras, dan sentido a las oscuras.
Las cláusulas de doble sentido quedan interpretadas conforme lo disponen los Arts.
1157 y 1158 CCiv., atribuyéndoles el sentido en que pueda tener algún efecto; y nunca
el que no pudiera producir ninguno. Además, debe interpretarse en aquel sentido que se
más conforme con la materia del contrato.

Si persiste la necesidad de interpretación, luego de ejecutada la lectura integral del


contrato y la aplicación de los artículos citados, al no ser posible determinar la voluntad
de las partes, el juez o árbitros acuden a la ley, a la costumbre y a la equidad, conforme
lo disponen los Arts. 1153, 1159 y 1160 del CCiv.

A la ley se acude cuando existen reglas contractuales explicitas en la ley, que, si las
partes no se han manifestado sobre las mismas, quedan asumidas entre las partes. (Art.
1160 CCiv). Este caso es fácilmente identificable con contratos nominados, tales como
los contratos de alquiler, contratos de préstamos, contratos de compraventa, hipoteca,
etc. Este tipo de contratos, con otros nominados, están regulados por la ley y a falta de
acuerdo entre las partes, la legislación suple los mismos.

Si no se tratan de aspectos regulados por la ley de manera supletoria, procede aplicar la


costumbre, la cual tendrá impacto en la medida en que los contratantes ejerzan una
actividad económica o una profesión, a la cual se le puedan atribuir costumbres y usos,
y hasta normativa regulatoria. Por ejemplo, profesionales tales como: médicos,
abogados, contadores; o bien personas jurídicas, tales como constructoras, aseguradoras,
bancos, etc. Será más difícil aplicar el uso de costumbres a quienes no se le pueda
atribuir un oficio particular, por carecer de conductas, habilidades o usos asumidos con
razonabilidad y notoriedad.

Por último, si tampoco es posible aplicar un uso o costumbre, se deberá acudir al


criterio de equidad, el cual queda regido por el Art. 1162 CCiv., el cual dispone, que, en
caso de duda, se interpreta la convención en contra del que haya estipulado, y en favor
del que haya contraído la obligación. A excepción del contrato de compraventa, para el
cual aplica el Art. 1602 del CCiv., que prevé que cualquier clausula oscura o ambigua se
interpreta en su contra.

-Efectos del los contractos.


Efectos de los contratos son la consecuencia jurídica que producen para las partes que
consisten en crear, modificar, transferir o extinguir obligaciones. Es importante
distinguir entre efecto de los contratos y de las obligaciones. El efecto del contrato es
crear, modificar, transferir o extinguir obligaciones mientras que el efecto de las
obligaciones e colocar al deudor en la situación de necesidad de cumplir (por sí o por
otro) con la prestación a la que se ha obligado; y si ello no ocurre el acreedor posee los
medios legales previsto en el Art. 505 CC para obtener el correspondiente
resarcimiento.
Los efectos de los contratos se dan con relación a las partes, a sus sucesores o a terceros.

Efectos con relación a las partes: Como es lógico, de la voluntad de las partes surjan obligaciones que
ellos mismos han establecido. Las partes del contrato son los centros de interés que toman parte en el
acto, pudiendo ser ellos mismos o bien mediante representantes. Las partes pueden establecer las
condiciones del contrato por imperio del Art.1197 CC pero esto tiene sus excepciones ya que las partes
no pueden exceder el Art.21 del CC donde se establece que las convenciones de las partes no puede3n ir
contra la moral. el orden público y las buenas costumbres. A esto se debe agregar que la celebración,
ejecución y cumplimiento contractual debe ser efectuado de buena fe (Art. 1198 CC). De aquí es donde
surge

 La responsabilidad pre contractual (regido por las reglas de la responsabilidad aquilina),


 La responsabilidad contractual (regido por la responsabilidad contractual) y 
 La Post contractual (regido por la misma aquilina o extracontractual). 

Para todo se debe observar la buena fe objetiva o lealtad y la buena fe creencia o subjetiva. Para la
responsabilidad pre contractual se debe tener en cuenta los incumplimiento de deberes específicos de la
actividad pre contractual, es decir desde la invitación a ofertar o la confección de la minuta y hasta la
formulación de la oferta. Las partes poseen el deber de información a cargo de quien esté mejor
posicionado (económicamente) para informar o informarse, el deber de custodia y secreto. El
resarcimiento por daños y perjuicios derivados de la responsabilidad pre contractual obliga al
resarciendo al interés negativo (confianza), es decir daño emergente y lucro cesante o sea lo que hubiera
podido lograr si celebraría contrato con una persona seria que no se retire o incumpla sus deberes de no
dañar al otro ('neminem non laedere'), recordemos que el daño al interés positivo es aquel que tiene que
ver con el cumplimiento del contrato, pero aquí aun no hay contrato. 

El incumplimiento en la responsabilidad pre contractual está dado por la no observancia de los deberes
específicos de la actividad pre contractual derivados de la buena fe como
la información, custodia y secreto como también del retiro injustificado de las tratativas.

Efectos de los contratos con relación a sus sucesores:

Los efectos de los contratos se extienden a los sucesores universales o herederos (salvo que sean 'intuito
persona') y a las partes. Los contratos no pueden perjudicar a terceros (Art. 1195 CC). 

Sucesor Universal: se ha establecido que sucesor universal y heredero es lo mismo. Es la persona que
recibe todos los bienes de una persona fallecida. A esta persona se le extienden todos los efectos activos
(créditos) pasivos (obligaciones) de los contratos.

Excepciones: Los efectos contractuales No se transmiten a los sucesores universales en los siguientes
casos:

1. Cuando la obligación nacida del contrato fue para ser prestada por persona determinada o 'intuito
persona'. Ej. pintar un cuadro, escribir una canción, crear cierta melodía original, dar un
concierto de violín, etc.
2. Cuando la ley así lo establece. Ej. Art. 1396 CC donde dice que el pacto de preferencia no pasa a
los sucesores.
3. Cuando surge de una cláusula contractual como por ejemplo si dijera que si el locatario fallece
se resuelve el contrato.
4. Cuando surge de la naturaleza misma del contrato que el derecho termina cuando fallece su
titular como lo es el caso del usufructo.

Sucesor Particular: es la persona a la cual no se le transmite todo el patrimonio sino sólo un derecho o
un objeto determinado sea por acto mortis causa o por acto entre vivos. En realidad el sucesor universal
es como un tercero, no se ve alcanzado por los efectos del contrato. Pero esto admite excepciones, los
contratos producen efectos sobre el sucesor particular en los siguientes casos:

1. Cuando se trate de la locación donde el adquirente debe respetar la vigencia y condiciones


contractuales (Art. 1497 CC).
2. Cuando se trate de contratos accesorios constitutivos de garantías como prendas, hipotecas, etc.
donde el adquirente debe respetar esas garantías.-
3. Cuando se trate de obligaciones ambulatorias o 'propter rem' que son las que recaen sobre quien
sea titular de la cosa, acompañan a la cosa. Ej. expensas comunes, gastos de condominios, gastos
de medianería, etc.

Pero la diferencia esencial entre el sucesor universal y el particular está dada por la forma de
responder por las obligaciones del causante:

El sucesor universal responde con todo el patrimonio heredado más el suyo, salvo que haya
aceptado la herencia con beneficio de inventario en cuyo caso responde con los bienes heredados
solamente.

El sucesor particular responde sólo con el bien que le fuera transmitido (Art. 3266 CC).

Efectos con relación a terceros:

Los terceros son las personas totalmente ajenas al contrato. El principio general dice que los contratos
no pueden perjudicar a terceros (Art. 1195 CC), ni oponerse por ellos ni invocarse por ellos (Art. 1199
CC).

Excepciones:

Caso de contratos colectivos: los contratos colectivos de trabajo o convenios colectivos crean derechos y
obligaciones para personas totalmente ajenas a la celebración contractual.

Contratos a favor de terceros: son aquellos en que una de las partes conviene que cumplirá la prestación
en favor de un tercero. Ej. el seguro de vida. Estos contratos que constituyen una excepción al Art. 1199
se validan por el desubicado Art. 504 CC. Aquí se da la relación entre tres partes:
El estipulante o persona que crea el beneficio. Ej. quien toma el seguro de vida para su hijo.

El promitente u obligado, es quien debe favorecer con la prestación al tercero.

El tercero que es quien recibe el beneficio o prestación.

-Obligación y Responsabilidad contractual

Nace del incumplimiento total o parcial de un contrato y se rige por el art. 1146 y siguientes del C.
Civil. Cuando una parte no cumple con sus obligaciones incurre en responsabilidad contractual, también
cuando cumple mal (llamado prestación defectuosa), todo esto a menos que haya causa de exoneración.
Las causas de exoneración son generalmente el caso fortuito, la fuerza mayor y el hecho de un tercero.
Un ejemplo es el vendedor que no entrega a tiempo después de recibir el precio y una causa de
exoneración seria el hecho de un tercero.
Requisitos:
 1- La existencia de un contrato
 2- Que el contrato sea válido
 3- Que el contrato sea entre el responsable y la victima
Estos se pueden comprimir y tendremos 3 nuevos requisitos de la Responsabilidad contractual:
 1- La existencia de un contrato válido entre el responsable y la victima
 2- Que la victima haya sufrido un daño directo por la inejecución del contrato
 3- Que tal inejecución nazca de una falta.
Elementos del 3er requisito de la responsabilidad civil contractual
 a- Debe existir una relación de causalidad entre el daño y la falta contractual
 b- Hay que determinar qué tipo de obligación se ha incumplido, si era de medios o resultado.
 c- El incumplimiento o falta se evalúa in concreto, sobre el caso concreto en específico, no se puede
aplicar la teoría general sobre la falta que es in abstracta, ni siquiera puede aplicarse la misma falta a
dos contratos aunque sean de la misma naturaleza (Metro Tours no es lo mismo que una voladora).
 d- El incumplimiento puede ser sobre obligaciones accesorias. Por ejemplo, en un contrato
de venta había una cláusula accesoria de cancelar una hipoteca y no se hizo. Lo complicado es a la
hora de determinar si la obligación era de medios o resultado. La jurisprudencia ha insertado
cláusulas accesorias tácitas para beneficiar a la víctima en los contratos de adhesión. En los contratos
de transporte de pasajeros, por ejemplo, no sólo debe transportase al pasajero, sino llevarlo sano y
salvo, es una obligación de resultados.
 e- El incumplimiento debe darse dentro de la vigencia del contrato. Si un contratante hace creer al
otro que el contrato estaba vigente, pero no es cierto, la responsabilidad será delictual.
Durante el periodo post contractual, toda falta genera responsabilidad delictual.
Es bueno por lo tanto entender todo lo relativo a la formación de un contrato, el periodo precontractual,
las relaciones jurídicas contractuales en oposición a las relaciones mundanas, etc.
Por ejemplo, el periodo precontractual es el que comprende la oferta hasta que ha habido aceptación.
Las relaciones mundanas son aquellas, al menos en el sentido que nos interesa, que comprenden la
ayuda caritativa, como el transportista benévolo o cualquier otra acción que generalmente constituiría
una obligación (te ayudo a pintar la casa, con gusto te armo el mueble, etc.). Las relaciones mundanas, si
algo, producen responsabilidad delictual.
¿Qué pasa si el ofertante es un incapaz? Según Gloria María Hernández, si retira la oferta, ese menor no
incurre en responsabilidad alguna. Puede invocar la nulidad del contrato a menos que quede demostrado
que el menor tenia discernimiento en cuanto a las consecuencias gravísimas de sus actos. En todo caso
se trata de una falta delictual.
Por ejemplo, el que entra gratis a un estadio y le golpea una pelota, puede demandar responsabilidad
delictual, si paga, puede hacerlo contractual. En ambos casos se presume debió haber una malla
protegiendo al espectador, pero en la responsabilidad delictual hay que probar una falta, en la
contractual hay una obligación de seguridad perteneciente al contrato de pleno derecho y que no se
cumplió.
Capacidad: Los contratos concertados con menores son nulos. Sin embargo, su nulidad es relativa
(puede ser cubierta y sólo puede invocarla el menor). Al ser la nulidad relativa, el contrato es válido
hasta declarada la nulidad y cualquier responsabilidad que suscite, será contractual.
La ruptura de la promesa de matrimonio genera responsabilidad delictual.
Contrato de objeto imposible: Solo genera responsabilidad delictual porque el contrato es nulo de
pleno derecho (la nulidad es absoluta, pues el objeto no está en el comercio).

-Ejecución de los contractos.


La ejecución del contrato es la fase en la que cada una de las partes cumple con las obligaciones
impuestas en los pliegos y en el propio contrato. La ejecución se realiza a riesgo y ventura del
contratista, sin perjuicio de los supuestos de fuerza mayor.

Ejecutar el contrato es realizar el objeto del mismo. El plazo para la ejecución


Del contrato comienza con la firma del mismo.
El TRLCSP, en su artículo 156.5 establece textualmente: “No podrá iniciarse la
ejecución del contrato sin su previa formalización, excepto en los casos
previstos en el artículo 113 de esta Ley” (este artículo se refiere al
Procedimiento por emergencia).
La Sección de Contratos comunicará a la
Unidad Peticionaria la fecha de firma del
contrato y la fecha de finalización del mismo, a
efectos de que dicha Unidad controle el
cumplimiento del plazo de ejecución y demás
condiciones del contrato, en cuanto que es la
Destinataria de los servicios objeto del mismo.
Si hubiese algún incumplimiento del plazo de ejecución del
contrato, ya sea por causas imputables al contratista o a la
propia Universidad, la Unidad Peticionaria deberá poner en
conocimiento del Servicio de Contratación tal circunstancia,
Solicitando, en su caso, la ampliación del citado plazo.
La ejecución del contrato puede ser:
Total: se ejecuta en una sola fase
Parcial: se ejecuta en varias fases
 Modificaciones del contrato
Una vez firmado el contrato, sólo podrán introducirse modificaciones en el
mismo cuando así se haya previsto en los pliegos o en el anuncio de licitación,
detallando de forma clara, precisa e inequívoca las condiciones, así como el
alcance y límite de las modificaciones, con expresa indicación del porcentaje
Del precio del contrato al que como máximo puedan afectar.
Las modificaciones que no se hayan previsto en los pliegos o en el anuncio de
licitación sólo podrán efectuarse en los casos y con los límites establecidos en
el artículo 107 del TRLCSP, debiendo darse audiencia al adjudicatario para
que, en un plazo no inferior a tres días naturales, formule las consideraciones
que tenga por conveniente.
La ejecución del contrato es la fase en la que cada una de las partes cumple con las obligaciones
impuestas en los pliegos y en el propio contrato.
La ejecución se realiza a riesgo y ventura del contratista, sin perjuicio de los supuestos de fuerza mayor.
La demora en la ejecución o la ejecución defectuosa por causas imputables al contratista permiten a la
Administración optar entre la imposición de penalidades según los porcentajes previstos en la Ley de
Contratos del Sector Público o la resolución del contrato.
El contratista está obligado a indemnizar los daños y perjuicios que sufran los terceros como
consecuencia de las actividades de ejecución del contrato.
Aunque pueden existir obligaciones accesorias, la obligación principal de la Administración es la de
abonar el precio del contrato al contratista dentro de los treinta días.

-La puesta en mora.


La puesta en mora es un acto de alguacil, que equivale en conjunto a una simple intimación de pago. O
citación en conciliación, en virtud del cual el acreedor reclama el pago que le es debido. La puesta en
Mora puede resultar de una simple carta enviada con acuse de recibo a fin de que se pueda discutir sobre
su envío.
La mora es el retraso culpable o deliberado en el cumplimiento de una obligación o deber. Así pues, no
todo retraso en el cumplimiento del deudor implica la existencia de mora en su actuación.
Un retraso intencionado en el cumplimiento de una obligación supone un incumplimiento parcial, que
puede provocar perjuicios más o menos graves en el acreedor, y como tal incumplimiento es tratado en
los diferentes ordenamientos jurídicos.
Ahora bien, si el retraso en el cumplimiento del deudor se debe a la concurrencia de una acción u
omisión del acreedor que impide que el deudor pueda cumplir a su debido tiempo, se dice que existe
mora del acreedor y puede tener efectos liberatorios para el deudor de las responsabilidades derivadas de
su falta de oportuno cumplimiento.
La mora es uno de los principales presupuestos de la responsabilidad civil contractual y es entendida
como el retardo culposo o injustificado en el cumplimiento de la obligación debida. Tanto el deudor
como el acreedor de obligaciones pueden incurrir en mora.
La mora es el retraso culpable o doloso en el cumplimiento de una obligación. Es
evidente que el que puede retrasarse en el cumplimiento de una obligación es el
deudor y así, se dice que incurre en mora cuando no cumple a tiempo y por causas
Que le sean imputables.
Existen dos tipos de mora, la mora debitoris que esta a cargo del deudor y la mora creditoris a cargo del
acreedor, lo cual se puede explicar de la siguiente manera. 1.- La mora DEBITORIS.- Es cuando el
deudor incurre en mora, es el retraso de una obligación y que la deuda estuviere vencida. Dicho deudor
moroso debe de pagar al acreedor los daños y perjuicios que su retraso le hubieran ocasionado
(intereses, accesorios, frutos etc). 2.- La mora CREDITORIS.- Es la mora del acreedor aparece cuando
éste rechaza injustificadamente la oferta de pago que le hace el deudor, esto tiene como consecuencia
eliminar la mora del deudor. Y si este se niega rotundamente a recibir el pago, (acreedor), puede el
deudor hacer la entrega de dicha deuda como cumplimiento de la obligación a cumplimiento de la
obligación ante un juez de primera Instancia, haciendo la consignación de pago, y de esta manera se
libera de la obligación contraída.
Desde la constitución en mora, se producen los siguientes efectos: (i) el deudor responde por los
perjuicios sufridos por el incumplimiento de la obligación (art. 1615 del Código Civil); (ii) por regla
general, el deudor debe responder ante su acreedor incluso en hipótesis de caso fortuito o fuerza mayor
(art. 1607 del Código Civil); (iii) el acreedor está en la posibilidad de ejercer la acción de cumplimiento
o la resolutoria, en ambos casos con indemnización de perjuicios (artículos 1546 ibíd. y 870 del Código
de Comercio) y (iv) en las obligaciones mercantiles de carácter dinerario, el deudor está obligado a
pagar los intereses de mora sobre el capital debido (art. 65 de la Ley 45/1990)
Conclusión :

Después de una investigación exhaustiva de los contratos se llega a la conclusión de que resulta de gran
importancia para los estudiosos de las Ciencias Jurídicas el conocer de manera completa y profunda
todo lo relativo a los contratos, ya que ellos constituyen la base de toda una gama de actuaciones
jurídicas que se presenta en la práctica y en el que hacer jurídico del abogado, porque los tribunales
civiles están repletos de decisiones fundamentadas ya en la teoría de las obligaciones, cumplimiento de
contrato, ejecución de contratos, violación de contratos, nulidades de actos de ventas, radiaciones de
hipotecas.

El abogado que desconoce las fuentes, las características, los efectos y las formas de extinción de las
obligaciones tendría una gran laguna para el ejercicio de la profesión por ante los tribunales civiles.

Existe una gran similitud en la teoría de las obligaciones en el Código Civil Dominicano, con el
Derecho Francés y este a su vez con el Derecho Romano.

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