Está en la página 1de 13

Lección 1 Concepto del delito.

1. La teoría general del delito como objeto de estudio de la parte general del Derecho Penal

La teoría general del delito se ocupa del estudio de todos los elementos comunes en abstracto que deben
concurrir en un determinado comportamiento humano para que sea considerado un delito. Los elementos
comunes que definen la existencia de un delito en virtud de los cuales se le atribuye responsabilidad penal a
una persona, constituyen la materia principal de la denominada PG del DP, que se ocupa asimismo de las
consecuencias jurídico-penales que se derivan de la comisión del delito. La teoría general del delito
persigue elaborar y exponer, desde un punto de vista sistemático y unitario, tales elementos comunes con
una proyección en el ámbito del CP continental.

Como el presupuesto de una consecuencia jurídico-penal es el delito, hay que comenzar por aclarar el uso
que del término «delito» se hace tanto en la teoría general del delito como en la legislación penal española.
Cuando aparece el término delito se nos plantea un problema interpretativo, puesto que es posible admitir
varias acepciones.

Por una parte, se plantea el interrogante de si con el término delito se alude a todos los elementos del
concepto de delito, esto es, a la acción u omisión típica, antijurídica y culpable, como sucede en el art.
22.8.ª, o si por el contrario se alude sólo a algunos de los elementos del concepto de delito, es decir, a la
acción u omisión típica y antijurídica (art. 95.1.1.9) o a la acción u omisión típica (art. 65.2). Para aclarar esta
pregunta habrá que analizar sistemáticamente el término «delito» en el contexto de la cuestión que se
plantee en un determinado precepto penal.

En el contexto relativo a la comunicabilidad de las circunstancias a los partícipes se han formulado diversas
teorías, una de ellas basada en la accesoriedad mínima, con arreglo a la cual para que los partícipes incurran
en responsabilidad basta que la conducta del autor sea típica. Por lo tanto para los partidarios de la
accesoriedad mínima el término «delito» del art. 65.2 es sinónimo de acción u omisión típica.

Tras la reforma del CP operada por la LO 1/2015, de 30 de marzo, las infracciones penales se dividen y se
definen en el art. 13 de acuerdo con la clasificación de las penas contenida en el art. 33. En efecto, según el
art. 13 son delitos graves aquéllos castigados con una pena grave. Los delitos menos graves son aquéllos
castigados con una pena menos grave. Y, finalmente, los delitos leves son aquéllos castigados con una pena
leve. Nuestro CP continúa manteniendo una clasificación tripartita de las infracciones penales. Esta
clasificación tiene un sentido procesal en función de la competencia para el conocimiento y fallo de las
causas que se planteen ante los órganos jurisdiccionales, si bien es cierto que los procedimientos penales
existentes no respetan ni la competencia funcional ni la naturaleza de las infracciones.

2.1 Concepto material.

El delito se ha definido,en un doble sentido: como una conducta que lesiona o pone en peligro un bien
jurídico y constituye una infracción grave de las normas de la ética social o del orden político o económico
de la sociedad. Para otros autores esta concepción material del delito se apoya en la idea del daño o de la
nocividad social.

En ambos casos el concepto material de delito se vincula a la antijuridicidad material del mismo,
separándolo de las simples conductas inmorales que no resulten intolerables para la vida social. Esto
comporta un condicionamiento histórico de dicho concepto. es decir, la variación de su contenido, de las
conductas que merecen ser castigados con una pena en función de la evolución de las concepciones
sociales que le sirven de sustrato.

Este concepto material del delito sólo tiene sentido para el legislador porque le sirve de orientación en cada
momento histórico para seleccionar las figuras delictivas. El contraste entre esta plasmación legal y las
concepciones más entendidas en la sociedad permiten realizar apreciaciones valorativas del concepto de
delito vigente en el derecho positivo. El delito viene a constituir un DOBLE JUICIO que recae sobre el hecho
prohibido y sobre su autor el primero de este doble juicio se realiza en el tipo del injusto y se constituye por
el desvalor de la acción y el desvalor del resultado teniendo este juicio un contenido distinto en los delitos
dolosos y los delitos imprudentes. Por otro lado, el juicio que recae sobre el autor del hecho es el reproche
personal de su conducta antijurídica, lo que constituye la culpabilidad, otro elemento del concepto de
delito.

2.2 Concepto analítico del delito

Como se ha afirmado anteriormente, la teoría general del delito cuya elaboración compete a la PG del DP,
se ocupa del estudio de todos los elementos comunes en abstracto que deben concurrir en un determinado
comportamiento humano para que sea considerado un delito, y en virtud de los cuales se atribuye
responsabilidad penal a una persona y unas consecuencias jurídico-penales en conexión con la regulación
establecida en el Derecho positivo. La primera pregunta que se plantea es si en nuestro CP se contempla
una definición analítica del concepto de delito.

En el art. 10 se establece que «son delitos las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la
Ley». En este precepto, expresión del principio de legalidad penal, no se incluye una definición analítica del
concepto de delito, si bien es cierto que tampoco recoge una definición meramente formal, puesto que se
destaca que es delito cualquier acción u omisión dolosa o imprudente siempre que esté penada por la ley, lo
que implica unas valoraciones materiales que van más allá de lo puramente formal En este enunciado se
encuentra implícito un esquema de los juicios de valor que es necesario aplicar para estimar que se ha
cometido un delito y que debe completarse con otros preceptos del CP: para que una acción u omisión
pueda ser penada es preciso que ese comportamiento sea típico, antijurídico y culpable. Desde un punto de
vista analítico y teniendo presente la evolución histórica del concepto de delito, el delito es toda acción u
omisión típica, antijurídica y culpable.

Este concepto analítico del delito pone de manifiesto la existencia de unos elementos de carácter
ontológico y valorativo que configuran un sistema unitario. En DP el objeto exclusivo de la valoración es la
acción u omisión humana. (En la exposición que sigue se utilizará el término comportamiento para
referirnos indistintamente a una u otra modalidad comisiva.) La responsabilidad penal es el producto del
sometimiento de la acción u omisión a una serie de juicios de valor, de modo que únicamente puede
llegarse a un juicio definitivo de atribución de responsabilidad penal si se han comprobado sucesivamente y
en un orden lógico tres juicios de valor parciales la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad que se
encuentran estructurados uno sobre y a continuación de otro. Esto quiere decir que el enjuiciamiento del
comportamiento debe realizarse de un modo sucesivo y siguiendo el orden establecido por dichas
categorías.

Sólo cuando constatamos la existencia de una acción u omisión podremos examinar si es típica; si es típica
analizaremos seguidamente su antijuridicidad; y si es antijurídica enjuiciaremos finalmente la culpabilidad.
Si en cualquier momento comprobamos que el juicio de valor correspondiente no se verifica. el
enjuiciamiento no debe proseguir. Si por el contrario, nos encontramos con una acción u omisión típica,
antijurídica y culpable, el sujeto que la ha realizado es penalmente responsable y le corresponden
determinadas consecuencias jurídico-penales.

La acción u omisión se muestran en la esfera ontológica como una unidad indisoluble compuesta de
diversos elementos. En la esfera valorativa sometemos esa realidad a unos juicios de tipicidad,
antijuridicidad y culpabilidad, de modo que cada uno de estos juicios parciales se proyecta sólo sobre una
parte de los elementos del comportamiento que concurren en la esfera ontológica. Para atribuir la
responsabilidad penal a un juicio valorativo global es necesario determinar todos los elementos que
concurren en la esfera ontológica con el fin de someterlos a las valoraciones parciales mencionadas antes,
que se proyectan sólo sobre una parte de la realidad. Cada uno de estos juicios de valor parciales tiene su
propio objeto de valoración que va a estar constituido por una parte de los elementos de la realidad
ontológica. Por tanto, la tarea que debe realizar la ciencia del DP y en particular la teoría general del delito
es determinar qué elementos de la realidad ontológica corresponde valorar a cada categoría normativa o
valorativa del concepto de delito. La cuestión relativa a qué elementos de la realidad deben ser valorados
depende también en gran medida del contenido atribuido a cada juicio de valor.

Ej., la acción de un sujeto que consiste en disparar en una cacería a un matorral en el que cree que se ha
escondido un jabalí, pero mata accidentalmente a una persona que se encontraba detrás de dicho matorral
se presenta como una unidad indisoluble en la que se muestran varios elementos: un movimiento corporal
que se realiza con la intención de matar a un jabalí en una actividad de caza; un resultado de muerte de una
persona en el que se encarna la lesión de un bien jurídico; y una relación de causalidad entre el movimiento
corporal y el resultado. En la esfera de la tipicidad la ausencia de una finalidad de matar a la persona que se
encontraba detrás del matorral implica que no nos encontremos ante un homicidio doloso. Por el contrario,
la concurrencia de todos los elementos apuntados conducen a la calificación de esta acción como una
acción típica de homicidio imprudente, porque el sujeto se halla en un error de tipo vencible.

Asimismo se presenta como una unidad indisoluble la acción de una persona que al comprobar que el piso
de su vecino se está incendiando, decide entrar rompiendo la valiosa puerta para sacar al propietario que se
encuentra dentro y que no puede salir porque está inválido. En este supuesto, existe un movimiento
corporal que se realiza con la intención de producir unos daños materiales irreparables en una puerta en
una situación de peligro para la vida de una persona que no es capaz de valerse por sí misma; un resultado
de daños en el que se encarna la lesión de un bien jurídico; y una relación de causalidad entre el
movimiento corporal y el resultado. En la esfera de la tipicidad la existencia de una finalidad de producir
unos daños materiales nos permite subsumir dicha acción en el art. 263.1 que tipifica el delito de daños
dolosos. Por otra parte, en la antijuridicidad se tendrá en cuenta la situación de peligro para la vida de una
persona por un incendio y la necesidad de romper la puerta para entrar en la vivienda y salvar su vida,
puesto que fundamenta la aplicación de una causa de justificación, el estado de necesidad.

A continuación vamos a referirnos brevemente al objeto de valoración y a las valoraciones del objeto que
son propias del DP.

3.1 La acción u omisión. Art 10 CP

Aparecen como dos formas de comportamiento susceptibles de generar responsabilidad penal. La exigencia
de este primer elemento radica en que en el DP moderno rige un principio, cogitationis nemo poena
patitur, según el cual no puede constituir delito el mero pensamiento, ni tampoco puede fundamentarse la
responsabilidad penal en la simple disposición de ánimo. Nadie puede ser penado por ser cruel o inmoral,
sino sólo cuando ha realizado un comportamiento externo con trascendencia para los demás.

3.2. La tipicidad

El ordenamiento jurídico se compone de normas (mandatos y prohibiciones) y la tipicidad es el elemento


que describe la conducta concreta (acción u omisión) que se opone a una norma y que debe merecer una
pena. Es el elemento del concepto de delito que permite identificar cuál es la acción o la omisión punible; y
que permite diferenciar la acción punible del resto de las acciones antijurídicas pero no punibles. La
tipicidad es, entonces, la adecuación de un hecho realizado a la descripción que de ese hecho se hace en la
ley penal. La tipicidad se encuentra estrechamente vinculada al principio de legalidad penal, porque
mediante este elemento se expresa que para que un comportamiento sea delito es preciso que dicho
comportamiento esté descrito como tal y sancionado con una pena en la ley penal, tal y como se establece
en el art. 1.1: «no será castigada ninguna acción ni omisión que no esté prevista como delito por ley anterior
a su perpetración». Asimismo, a través de la tipicidad se expresa el carácter fragmentario del DP, porque
este elemento del concepto de delito tiene la función de seleccionar las acciones u omisiones peligrosas o
lesivas para los bienes jurídicos más graves e intolerables. Este elemento del concepto de delito se deduce
del art. 10 cuando se define que «son delitos las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la
Ley».

3.3 La antijuricidad
Concepto de comportamiento típico: se opone a una norma.
Concepto de comportamiento antijurídico: se opone al ordenamiento jurídico considerado como un todo,
por lo que pueden existir acciones antinormativas que no son antijurídicas.
¿Por qué sucede esto? Porque además de existir normas prohibitivas o que expresen mandatos, existen las
normas permisivas, que permiten, en determinadas circunstancias, realizar una conducta típica que es
punible pero que, en casos concretos, pueden realizarse.

Estas normas permisivas producen el “nacimiento” de las causas de justificación, que son circunstancias
hoy excepcionales en virtud de las cuales el ordenamiento jurídico autoriza a realizar una acción u omisión
típica. En nuestro ordenamiento jurídico las causas de justificación son:

1) La legítima defensa (Art. 20.4)


2) El estado de necesidad. (Art. 20.5). Este tiene una doble naturaleza:
a. Consiste en una situación en la que varios intereses entran en conflicto, por lo que solo es posible salvar
unos intereses sacrificando otros.

b. Es también una causa de justificación y excluye la antijuridicidad solo cuando los intereses en conflicto
presentan un valor desigual y se lesiona el interés de menor valor para salvar el de mayor valor, siempre y
cuando no implique un grave atentado contra la dignidad del ser humano.

3) El actuar en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, cargo u oficio.


Ejemplo: la detención de un delincuente por parte de un policía privándole de su libertad es un
comportamiento descrito como delito en el artículo 163.1, pero esta conducta en este supuesto concreto se
justifica porque hay una norma permisiva que autoriza al policía actuar de esta manera siempre que se
cumplan determinados requisitos.
4) Alguna causa de justificación no se contiene en el catálogo de eximentes del artículo 20, como sucede
con el consentimiento del ofendido en determinados delitos, cuando el sujeto pasivo sea un individuo y se
trate de bienes jurídicos disponibles.

5) Además de estas causas de justificación generales, la parte especial del Código Penal recoge algunas que
solamente se aplican a delitos concretos.

Una acción u omisión será típica y antijurídica si no concurre una causa de justificación. Si concurre, la
conducta típica no será antijurídica y no será delito.

3.4 La culpabilidad

Aún es preciso someter a la acción u omisión típica y antijurídica a otro juicio de valor: el juicio de la
culpabilidad referido al autor. La culpabilidad es un juicio de reproche individual que se dirige al autor de
un comportamiento típico y antijurídico. La culpabilidad consiste en la capacidad de obrar de otro modo, es
decir, en la capacidad de adoptar una resolución de voluntad diferente, acorde con las exigencias del
ordenamiento jurídico. La culpabilidad supone, por ello, en primer lugar, un determinado desarrollo o
madurez de la personalidad y unas determinadas condiciones biopsíquicas que le permitan al sujeto
conocer la licitud o ilicitud de sus acciones u omisiones y obrar conforme a ese conocimiento. La
imputabilidad o capacidad de culpabilidad es, por ello, un presupuesto de la culpabilidad

Sin embargo, con ello no basta para poder afirmar que la conducta es culpable es necesario además que
concurran los elemento de reprochabilidad: el elemento intelectual (la conciencia o conocimiento actual o
posible de la ilicitud de la conducta) y el elemento volitivo (la exigibilidad de la obediencia al Derecho)
2. Las eximentes que determinan una exclusión de la culpabilidad se clasifican en dos grandes grupos:
a) Causas de inimputabilidad en virtud de las cuales la capacidad de culpabilidad está ausente de forma
general o en determinadas situaciones:

Padecer cualquier anomalía o alteración psíquica como consecuencia de la cual el sujeto no puede
comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a dicha comprensión

Art. 20.2. Encontrarse en un estado de intoxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas y
otras sustancias semejantes, o encontrarse bajo el síndrome de abstinencia en el que el sujeto no es capaz
de comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a dicha comprensión

a.ii) Art. 20.3.°: Sufrir una alteración en la percepción desde el nacimiento o desde la infancia por la que el
sujeto tenga gravemente alterada la conciencia de la realidad

b) Por otra parte, se excluye la culpabilidad si el sujeto se encuentra en un error invencible sobre la ilicitud
del hecho en virtud de lo dispuesto en el art. 14.3
c) Además en el CP existen otras situaciones extraordinarias en las que la capacidad de decisión del sujeto
que actúa se ve muy disminuida. Estas situaciones que se denominan causas de inculpabilidad y afectan a la
exigibilidad de la obediencia al Derecho, son las siguientes:

c.i) El estado de necesidad: art. 20.5.°


c.ii) El miedo insuperable: art. 20.6.°.
c.iti) El encubrimiento entre parientes: art. 454

3. La culpabilidad como cuarto elemento del concepto de delito se deduce de la existencia en nuestro CP de
las indicadas eximentes.

3.5 La discusión sobre la punibilidad como un elemento esencial del concepto de delito (punibilidad)

Como hemos dicho, el delito es la acción u omisión típica, antijurídica y culpable. sin embargo, hay
ocasiones en las que la aplicación de una pena a un comportamiento de esta naturaleza está condicionada
porque existen ciertas condiciones objetivas de punibilidad, como sucede en el artículo 606.2, que
establece una cláusula de reciprocidad en la imposición de la pena en los delitos contra la comunidad
internacional. En otras ocasiones, la pena no se impone porque haya determinadas excusas absolutorias,
pues estas son circunstancias de carácter personal que determinan la no aplicación de la pena al sujeto en
quien concurren dichas circunstancias. Por lo tanto, las condiciones objetivas de punibilidad y excusas
absolutorias obedecen a razones de política criminal.

Con este razonamiento podemos apoyar la tesis de que la punibilidad es un elemento más del concepto de
delito con un contenido distinto al de los elementos que hayamos explicado. la punibilidad sería una
categoría que añadir al atipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, que contendría una hora requisito para que
la acción u omisión pueda ser penada. La punibilidad requeriría que para que una acción sea calificada
como delito, tiene que haber una presencia de condiciones objetivas de punibilidad o debe de haber
ausencia de excusas absolutorias.

La punibilidad es una categoría accidental del concepto de delito a diferencia de los elementos esenciales
del mismo porque es un presupuesto que se exige excepcionalmente por razones de política criminal. El
rechazo de esta categoría como elemento esencial del delito se centra en el escaso número de condiciones
objetivas de punibilidad y excusas absolutorias existentes en el código penal.

4. Manifestaciones del comportamiento: la acción y la omisión


En el art. 1.1 se establece que «no será castigada ninguna acción ni omisión que no esté prevista como delito
por Ley anterior a su perpetración». También se contempla en el art. 10 que «son delitos las acciones y
omisiones dolosas o imprudentes penadas por la Ley». Finalmente en el art. 12 se indica que «las acciones u
omisiones imprudentes sólo se castigarán cuando expresamente lo disponga la Ley». Sin embargo, ni los
legisladores ni la jurisprudencia ofrecen una definición legal abstracta de los conceptos de acción y
omisión. Naturalmente que en la PE de los CP se castigan determinados comportamientos que constituyen
un delito: matar, hurtar, lesionar, etc., pero es imprescindible definir, con carácter previo, cuándo estamos
ante una acción o una omisión, porque la atribución de responsabilidad penal es diferente si el delito se
realiza mediante una acción o una omisión

2. La definición de lo que sean una acción y una omisión aparece como una tarea irrenunciable para la
teoría general del delito, ya que son las dos manifestaciones del comportamiento humano que constituyen
el primer elemento del concepto de delito a las que se vinculan los juicios de valor de la tipicidad (dolosa o
imprudente), antijuridicidad y culpabilidad. En este sentido, la doctrina alude a la función que debe
desempeñar todo concepto de acción - entendida ampliamente, como comprensiva tanto de lo que es una
acción como de una omisión-de servir como elemento básico o unitario del sistema de la teoría jurídica del
delito.

Una importante consecuencia de esta función es que los conceptos de acción y de omisión deben permitir
una interpretación satisfactoria de todos los tipos de lo injusto ya sean dolosos como imprudentes. No
obstante, han existido intentos en la doctrina de englobar el concepto de acción y el de omisión en un
único supra concepto, como el «concepto negativo de acción» de Herzberg que se expondrá
posteriormente y que, al final, confunden lo que es una acción y lo que es una omisión. Otros intentos se
han caracterizado en fundamentar que la acción y la omisión son intercambiables (Jakobs
PG.), pero tampoco resultan convincentes.

3. Por otra parte, los conceptos de acción y omisión no deben prejuzgar la valoración de ninguno de los
siguientes elementos del concepto del delito. Maihofer se refiere en este punto a la función de la acción
como elemento de unión o enlace de todas las valoraciones que integran el concepto de delito. Finalmente,
la determinación del concepto de la acción y la omisión persigue un objetivo fundamental que Maihofer
describió con la función de la acción como elemento limitativo: los conceptos de acción y de omisión deben
poner de relieve qué características poseen aquellos comportamientos humanos que pueden tener
trascendencia jurídico-penal.

4. La tarea de definir tales conceptos ha recaído sobre la doctrina científica y se puede afirmar que no está
concluida en nuestros días.

4.1 Concepto de acción

Sin embargo, a partir del concepto clásico del delito (finales del siglo XIX y principios del XX) se
desmiembra el concepto de acción de los hegelianos, de modo que la acción se contempla como un proceso
causal externo (efecto de la voluntad) que produce un resultado, sin considerar en su determinación el
contenido de la voluntad.

Con estos presupuestos surge el denominado concepto causal de la acción, en el que la manifestación
externa de voluntad, el resultado y la relación de causalidad entre ambos son los tres elementos del mismo
mientras que el contenido de la voluntad se remite a la culpabilidad. Este planteamiento supone que lo
objetivo (la manifestación externa de voluntad, el resultado y la relación de causalidad) se valora en la
tipicidad y en la antijuridicidad, mientras que lo subjetivo (el contenido de la voluntad) se valora en la
culpabilidad. Para von Liszt la acción es la «inervación muscular producida por la energía de un impulso
cerebral, que a través del medio natural conforme a las leyes causales de la naturaleza provoca una
mutación en el mundo exterior perceptible por los sentidos». En consecuencia, para comprobar si ha
existido una acción conforme al concepto causal es suficiente que una persona haya activado un
movimiento corporal voluntario en el mundo exterior que, en los delitos de resultado haya producido un
efecto separable de aquél, y que se constate la relación de causalidad entre dicho movimiento corporal y el
resultado

Una consecuencia importante de la formulación del concepto causal de la acción es que si hasta entonces
el juicio de imputación fue inmanente al concepto de la acción, en el sistema clásico del delito se constata
una separación de tal forma que desaparece el concepto de la imputación como constitutivo del concepto
de acción. La causalidad es considerada como un elemento que determina a la acción y pasa a un primer
plano la causación de un resultado delictivo. Ahora bien, con el fin de evitar la desmesura a la que conduce
la constatación de la relación de causalidad, al estimar que causa de un resultado es toda condición
necesaria para su producción, este pensamiento mecanicista y causalista se ve obligado a proponer
mecanismos valorativos que precisan cuándo la conducta debe ser tenida como adecuada para producir el
resultado.
En efecto, con la teoría de la equivalencia de las condiciones las causas de la producción del resultado de
muerte de la víctima por un disparo del arma intencionado, son tanto el sujeto que quiere matar a su
víctima y que dispara con un arma como sus propios padres por concebir a un homicida.

Se corresponde con el concepto clásico de delito. La manifestación externa de la voluntad, el resultado y


la relación de causalidad entre ambos son tres elementos del mismo, mientras que el contenido de la
voluntad se remite a la culpabilidad. Esto implica que el elemento objetivo se analiza en la tipicidad y la
antijuricidad, mientras que lo subjetivo se valora en la culpabilidad. Comportamiento realizado por un
humano que produce un resultado causalmente a través de una manifestación de voluntad. Deja fuera los
casos de omisión, por lo que no es un concepto completo, falta la causalidad de la omisión. (concepto
causal)

En la década de los años treinta del siglo xx, la teoría finalista formuló un concepto personal de lo injusto
tomando como base un concepto de acción con una fundamentación de índole ontológica-valorativo que
revolucionó el sistema del delito Welzel reprocha al sistema clásico y neoclásica del delito sual concepto de
acción que los sustenta que hayan desgarrado la unidad de la acción en sus aspectos objetivos y subjetivos,
cuando en la esfera ontológica la acción aparece constituida por unos elementos que ponen de relieve que
la acción es una unidad de sentido que no puede ser escindida.

Welzel presenta un concepto de acción en el cual el contenido de la voluntad, es decir, la finalidad es el


elemento que configura el acontecer exterior al poner a su disposición la relación de causalidad y puede
hacer comprensible la acción como un proceso animado de sentido. Propone un concepto de acción
entendido como «un conjunto real. expresivo de un sentido dentro de la vida social real». De esta manera
Welzel distingue en las valoraciones de la acción aquellas que son socialmente adecuadas y las que no son
socialmente adecuadas, es decir, son penalmente relevantes

Según el concepto finalista de acción, tal y como fue concebido Welzel, la acción humana consiste en el
ejercicio de una actividad finalista. La voluntad de realización o la finalidad se muestra como el factor de
dirección que configura el acontecer causal externo y lo convierte en una acción dirigida hacia el fin.
Welzel pone de relieve también que la finalidad o el carácter finalista de la acción se basa en que el ser
humano gracias a su saber causal puede prever, dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su
conducta. Por tanto, la finalidad puede asignarse fines diversos y dirigir su actividad conforme a un plan a la
realización de estos fines, de manera que toda acción consiste en una utilización de la causalidad.

El contenido de la voluntad pertenece ya en consecuencia, a la acción según el concepto finalista. La


finalidad o la voluntad de realización comprende, según Welzel, las consecuencias comprendidas en la
voluntad de realización del autor, es decir, tanto aquellas que constituían el fin perseguido poré, como
aquellas que previó como necesariamente unidas al fin perseguido y, por último, las consecuencias no
previstas como necesariamente unidas a la consecución del ina directamente perseguido pero sí como
consecuencias secundarias posibles con cuya posibilidad de realización cuenta el autor
Este esquema se manifiesta en el concepto de acción se reproduce en el tipo de lo injusto de un delito
doloso, de modo que la finalidad de la acción se tiene que valorar en la tipicidad como dolo, abandonando
este concepto la culpabilidad. Para comprobar si ha existido una acción conforme al concepto final es
necesario constatar en la esfera ontológica que una persona haya actuado con una determinada finalidad,
poniendo a su disposición la relación de causalidad para producir un resultado. La relación de causalidad
entre la acción y el resultado se constata con arreglo a la teoría de la equivalencia de las condiciones. Una
vez señalados estos elementos en la esfera ontológica y configurado el concepto de acción, se procede a su
valoración.

En los tipos de los delitos imprudentes también se desvalora y describe una acción finalista, p.ej., la acción
de conducir un vehículo para trasladarse a un lugar determinado o la acción de practicar una intervención
quirúrgica para restablecer la salud de un paciente. Lo que sucede en los tipos imprudentes es sólo que el
fin específico perseguido por el sujeto llegar a un lugar, restablecer la salud no es el objeto inmediato para
el DP, porque no va dirigido a la producción de un resultado típico. Lo relevante para el DP y lo que se
valora en la tipicidad son los medios concretos elegidos por el sujeto para alcanzar esos fines, la forma o el
modo concreto en que aquél pone en práctica dichos medios, porque no se ajustan a ciertos deberes o
reglas que deben cumplirse en el desarrollo de numerosas actividades sociales y que configuran el deber de
cuidado. Los medios y la forma de su utilización son queridos, están dispuestos conscientemente por el
sujeto y controlados por él en dirección a la consecución del fin, y por ello están comprendidos también en
su voluntad de realización, en su finalidad y pertenecen, por tanto, a la acción finalista. La imprudencia con
el sistema finalista abandona también la culpabilidad y se traslada su examen a la tipicidad

Critica al concepto causal que deje de lado la voluntad. La acción es dirigida por la voluntad a la
consecución de un propósito, la acción humana consiste en el ejercicio de una actividad finalista. Se
entiende que el ser humano gracias a su saber causal puede prever, dentro de ciertos límites, las
consecuencias posibles de su conducta.

Tiene cuatro elementos, la voluntad humana que causa un resultado que puede querer o no el sujeto. Los
resultados que coinciden con el propósito son dolosos. Si el fin no coincide con el propósito, pero el
resultado ayuda al fin se habla de dolo de segundo grado (mata para conseguir la herencia).
Si el resultado no es el objetivo principal, pero ayuda y lo acepta hablamos de tercer grado, o supuestos
con dolo eventual. La otra consecuencia es que el dolo que entraba en la culpabilidad pasa a estar en el
supuesto de acción. Deja fuera la omisión y la imprudencia. La imprudencia tiene la particularidad de que el
fin es irrelevante para el derecho, lo que interesa es la forma en la que se ejecuta la acción. (concepto
finalista)

El concepto de acción finalista ha sido muy combatido desde sus inicios por su componente ontológico. El
concepto social de la acción reivindicaba su componente normativo prescindiendo de cualquier elemento
ontológico, al definir la acción como un comportamiento humano con trascendencia social (Eb. Schmidt,
Engisch, Jescheck), de forma similar al concepto de acción procedente del sistema neoclásico del delito. En
la misma línea, los modernos conceptos de acción que se han formulado con posterioridad se caracterizan
por el rechazo del componente ontológico y su marcado carácter normativista

La acción es un comportamiento humano con trascendencia social. Un comportamiento es jurídicamente


relevante cuando es socialmente adecuado, cuando sus resultados son previsibles. Si el resultado no es
previsible no es socialmente adecuado y es irrelevante jurídicamente. La crítica es que en el concepto social
de acción se adelantan los elementos de tipicidad y acción. (concepto social)

De todos los conceptos de acción que se han expuesto, nosotros vamos a asumir el concepto final porque
es el más satisfactorio.

4.3 Concepto de omisión


El concepto causal de la acción giraba en torno a tres ejes: la manifestación externa de voluntad, el
resultado y la relación de causalidad. Sin embargo, desde el punto de vista del pensamiento mecanicista y
causalista que inspira dicho concepto de acción, las omisiones se contemplan en su aspecto físico-externo
con la nada, el no ser, lo que conduce a la imposibilidad de afirmar una causalidad en las omisiones

El mantenimiento de este pensamiento conduce a definir la omisión de una forma negativa y son Radbruch
y von Liszt quienes desde este planteamiento conceptúan la omisión como un «no hacer algo», siendo este
algo una acción posible de realizar. Se abre, entonces, una corriente doctrinal que permanece hasta
nuestros días en la que la definición de lo que debe entenderse por omisión se caracteriza por llevarse a
cabo de forma negativa y transitiva. Ello determinó, como indica Silva, que la doctrina se centrara en nuevas
teorías, denominadas de la «causalidad jurídica» o de la «causalidad de la infracción de un deber», cuyo
factor común era situar la esencia de la comisión por omisión en la infracción de un deber cualificado y
específico de actuar (o, mejor, de evitar el resultado)

El finalismo realizó también unas significativas aportaciones en el concepto de omisión al definirlo con una
fundamentación ontológica. Para Armin Kaufmann la omisión es la no realización de una acción finalista
que el autor podía realizar en una situación concreta al tener capacidad de acción. Para los finalistas es
evidente que sólo la ausencia de una realización de voluntad puede llamarse omitir una acción. La
capacidad concreta de acción es el elemento constitutivo de la omisión y se circunscribe a aquella parte del
curso causal hipotético al que puede referirse la capacidad de dirección final. Según Armin Kaufmann la
omisión sólo puede caracterizarse como «finalidad potencial», como ausencia de un determinado acto en
aquel que habría sido capaz de realizarlo. El concepto de omisión no es por tanto un concepto meramente
negativo, sino limitativo como destacó Welzel. La respuesta acerca de si concurre o no una omisión, es
decir, sobre si el sujeto no llevó a cabo una acción pudiéndose realizar en la concreta situación, puede
hallarse mediante un juicio puramente cognoscitivo, sin recurrir a ningún tipo de valoración.

Los desarrollos modernos del concepto de omisión presentan pocos elementos en común, si bien es cierto
que en la actualidad existe acuerdo en que omitir es un concepto que no significa un mero no hacer nada o
una simple pasividad.
Dentro de estos conceptos de omisión normativos se pueden distinguir dos tendencias. Una primera que,
incluso, pretende erigir la omisión en la pieza angular del sistema de la teoría general del delito y trasladar
elementos normativos de la omisión a la acción, como sucede con la posición de garante (Herzberg,
Behrendt, Jakobs)

Una segunda tendencia recalca el componente normativista del concepto de omisión pero sin las
pretensiones apuntadas con anterioridad. P.ej., para Silva lo relevante en la omisión es la no realización de
la conducta indicada para la salvación del bien jurídico, pero lo penalmente relevante se decide en la
tipicidad Por otra parte, existen otros conceptos de omisión con una fundamentación ontológico-
normativa. Schünemann concluye que el elemento constitutivo del concepto de omisión sólo es la
posibilidad de acción del autor en función de sus condiciones físicas e intelectuales (Schünemann). Lacruz
define asimismo el comportamiento omisivo como la no realización de una actividad finalista por quien
tenía capacidad de llevarla a cabo

El principal problema que se plantea en torno a las omisiones es de carácter axiológico, puesto que se trata
de responder a la pregunta de cuándo una omisión puede ser penalmente relevante y, en consecuencia,
puede ser castigada. La respuesta a esta pregunta la ofrece el tipo de lo injusto, de modo que nos podemos
encontrar con la denominada omisión pura en la que se castiga una omisión simple sin requerir la
producción de un resultado. P.ej., un peatón que no auxilia a una persona que se encuentra tirada en el
suelo por la calle porque ha sufrido un infarto. Aquí nos encontramos con una omisión simple, la omisión
del deber de socorro que se castiga en el art. 195.1 sin exigir la producción de ningún resultado. También
nos podemos encontrar con la llamada omisión impropia o comisión por omisión en la que se imputa la no
evitación de un resultado. P.ej., la madre que no alimenta a su hijo recién nacido, falleciendo de inanición.
En estos supuestos se considera que la omisión tiene el mismo significado que una acción de matar. En la
omisión impropia o en la comisión por omisión el problema que se suscita es la determinación de los
criterios valorativos en función de los cuales a un sujeto se le imputa la no evitación de un resultado

Aunque el concepto de omisión finalista ha sido también combatido con posterioridad por su componente
ontológico, como sucedió con el concepto de acción finalista, nosotros estimamos que es el concepto más
satisfactorio.

4.4 Causas de la exclusión de la acción y la omisión

Normalmente la distinción entre las dos manifestaciones del comportamiento humano, la acción y la
omisión, no suele plantear problemas. Si acudimos a la comprensión natural de las cosas
(Jescheck/Weigend PG) podremos determinar cuándo concurre una acción o una omisión, de modo que si
una persona «dispara un arma» con la intención de producir la muerte de su víctima concluiremos que
estamos en presencia de una acción realizada con el fin señalado. Por el contrario, si una madre «no
alimenta» a su hijo recién nacido porque quiere producirle la muerte, concluiremos que la madre omite la
acción que consiste en alimentar a su hijo.

Sin embargo, existen unos supuestos límite en los que surge la pregunta acerca de si se ha actuado o se ha
omitido. Esto sucede, sobre todo, en los hechos imprudentes en los que se produce un resultado por la
infracción del deber objetivo de cuidado, de manera que se actúa sin adoptar las debidas precauciones
establecidas para evitar la producción de esta clase de resultados. P.ej., una persona no se ha cerciorado de
que la escopeta de caza está descargada cuando la está limpiando, de modo que se le dispara
accidentalmente y mata a otro. También se plantea la misma pregunta cuando el médico desconecta el
aparato de respiración asistida a un paciente que se encuentra muy grave pero con ciertas expectativas
mientras permanezca vinculado al aparato.

En este tipo de supuestos existe una acción limpiar un arma, desconectar un aparato, de respiración
asistida y una omisión se omite la acción de descargar el arma o se omite la acción de mantener con vida al
paciente, pero si nos centramos en el análisis de la responsabilidad penal por un delito de homicidio ¿existe
una acción de matar o una omisión? La respuesta a esta pregunta incide en la fundamentación y en los
límites de tal responsabilidad puesto que, la atribución de responsabilidad penal por un delito de acción o
uno de omisión exige diferentes requisitos.

El principal criterio expuesto por la doctrina para responder a la pregunta indicada es el de la causalidad.
Recordemos que la causalidad es un elemento del concepto de acción, pero no lo es del concepto de
omisión. Si el comportamiento ha causado el resultado con arreglo a la teoría de la equivalencia de las
condiciones, nos encontraremos ante una acción. De acuerdo con ello, la persona que limpiaba el arma sin
cerciorarse de que estaba descargada realiza una acción y es responsable de un delito de homicidio
imprudente. En el supuesto del médico y prescindiendo de otra clase de problemas que plantea este caso, la
doctrina mayoritaria concluye que hay una «omisión a través de una acción» y respondería por un delito de
homicidio doloso: se omite la acción de mantener con vida al paciente quien fallece por el transcurso de su
enfermedad, mediante la acción consistente en desconectarlo de la máquina de respiración asistida.

Delito:

Conceptos formales: art.1 CP. Aquello que se castiga a través del CP(No nos da mucha información, es muy
básico).

Concepto material: acciones u omisiones dolosas o imprudentes


Concepto dogmático o analítico: acción u omisión típica, antijurídica y culpable. El que vamos a desarrollar,
son los cuatro elementos que vamos a estudiar.

Concepto amplio o restringido: Los delitos amplios son aquellos que se refieren tanto a la conducta como a
la consecuencia, engloba también a los leves, menos graves y a los graves (art 13 CP), también engloba a los
imprudentes y a los dolosos.

Ejemplo de delito restringido: suspensión art.80, no se tenían en cuenta como delitos los imprudentes o
leves; también, con las medidas de seguridad era necesario que fuese un delito típico y antijurídico, la
culpabilidad no se tiene en cuenta.

Consecuencias accesorias: algunos consideran que solo hace falta una acción u omisión típica ya que a un
inimputable no le hace falta la culpabilidad.

Los elementos varían según el artículo y la definición, a veces se refiere a los cuatro elementos y otros no.
Las conductas que dan lugares a delitos pueden ser acciones u omisiones

La doctrina dice que el código parte de 2 comportamientos, porque no se ha conseguido conseguir un


concepto tan amplio que sirva para englobar la acción y la omisión.

Esta conducta, se refleja en una prohibición. Son figuras injustas escritas en la ley penal, a esto nos
referimos cuando decimos que la conducta es típica, vemos que la conducta encaja en la descripción que
dice la ley, si no encaja con la descripción es atípica, si le falta un elemento no es típica.

Ej: disparo a alguien y este muere por un infarto. No hay relación de causalidad. En ese caso, solo me puede
hacer responsable de tentativa pero no de homicidio doloso consumado.

Tipo = la figura, la norma penal que nos describe la infracción.

Ataques contra bienes jurídicos básicos esenciales. Por lo general, una conducta típica es antijurídica.

La legítima defensa art 20 es una eximente, hay muchas más. Cuando está relacionada con la antijuricidad
se llama causa de justificación: Supuestos recogidos por la ley que de cumplir con todos los requisitos,
neutraliza el comportamiento injusto de la conducta típica.
La legítima defensa aparece por ejemplo cuando mato a alguien para salvar una vida o la mía propia. Es una
eximente porque excluye de la responsabilidad penal.
Injusto:

Culpabilidad: elemento individualizado, el autor va a tenerla, habrá que analizarla para cada sujeto. La
capacidad de culpabilidad es la imputabilidad. Si el sujeto tiene las condiciones físicas y psíquicas mínimas
para comprender que su conducta es contraria al derecho, la edad, estado. Hay que analizar también la
posibilidad de conocimiento de la ilicitud, la gente puede no saber que lo que está cometiendo no es ilícito

En delitos básicos que afectan al orden socioeconómico quien no sabe que el homicidio, hurto, robo,
amenazas está prohibido. Es muy difícil que concurra en error. Podría ocurrir cuando el delito es nuevo,
anteriormente no estaba tipificado.

Si el error es invencible excluye la responsabilidad criminal. Si es vencible se baja la pena en 1 o 2 grados.

Acción
Elemento alternativo: conducta realizada por las personas físicas, las jurídicas nunca va a cometer delitos.
No hay definición en el Cp
A veces no está claro si es acción u omisión.

Vamos a comenzar por el de acción:

Para que el concepto sea efectivo debe de cumplir 3 funciones:


Elemento básico: engloba todo aquello que sea relevante para el derecho penal
Elemento de unión: que una todos los elementos siguientes, descriptivamente mínima, neutra sin
incorporar elementos que hagan referencia a los siguientes elementos
Elemento límite: excluir todo aquello que para el derecho penal sea irrelevante.

Algunos autores rompen con las instrucciones anteriores ignoran alguna de la anteriores por conseguir un
definición, la conclusión es que, a día de hoy no se ha conseguido una definición que reúna todos los
requisitos.
Un movimiento corporal que modifica causalmente el mundo exterior y es perceptible por
los sentidos → Concepto de Von Liszt.

Ej: dar una patada a una pelona y romper un cristal

Tiene que concurrir tres elementos:

Conducta: acción u omisión voluntaria, dirigida por la zona central del cerebro. Eres consciente de lo que
haces.
Relación de causalidad
Resultado

Estos tres tienen que cumplir la tres funciones que hemos nombrado antes, los críticos dicen que no
cumple el primero porque no hay omisión por la causalidad. Al fallar lo desechamos

Concepto finalista de Welzel: El finalismo define la acción incluyendo el contenido de la voluntad. El añade
un cuarto elemento, que es el contenido de la manifestación de voluntad, la finalidad. Las conductas son
finalistas porque se dirigen a un fin. La definición es la misma que la anterior pero este le añade el
contenido de la voluntad.

El finalista lo que hace es incorporar el elemento de la acción dirigida por la actividad cerebral el contenido
de la voluntad que persigue un fin.

Si el resultado forma parte de ese contenido de voluntad, la relación de causalidad y el resultado forman
parte de la acción.

Esta definición tampoco es válida ya que, al igual que la anterior no incluye en la omisión.

Concepto social: la acción jurídico-penalmente relevante es la acción social objetivamente previsible.


Cuando esas consecuencias son previsibles serían acciones sino son previsibles no serían acciones. Si A
causa la muerte de B de manera imprevisible por el arma está defectuosa, no estaría siendo previsible por lo
que no habría acción, por lo que no podría haber delito.

Nos decantamos por el finalismo

Concepto de omisión, partimos de dos:


Concepto finalista: propuesto por Welzel. Sería como la no acción cuando el sujeto tiene capacidad
concreta de acción.
Concepto normativo: la no realización de la acción exigida por la norma. Ej. 195, la acción que espera la
norma es que una persona que necesite ayuda sea socorrida

Causas de exclusión de la acción

En algunos supuestos podemos resolver el caso con este elemento.

1º grupo: No habría delito cuando no hay comportamiento externo perceptible por los sentidos, porque el
delito se basa en una conducta.

La conciencia, el pensamiento… ej. si lo pensamos no es delito, si se queda en el interior y no se realiza


externamente no hay delito.

2º grupo: falta el segundo elemento. Para que haya acción u omisión debe haber un comportamiento
externo. En este grupo si hay comportamiento externo pero falta la capacidad de acción, el
comportamiento voluntario.

Ej. En los estados de conciencia, una persona que está inconsciente y cause una lesión no hay voluntad por
lo que no hay delito.
Sueño, si durante un mal sueño da un golpe no hay responsabilidad penal porque no hay acción voluntaria.
Sonambulismo, hay un movimiento externo pero no está controlado por el cerebro. (estos tres son del
mismo grupo)

Fuerza irresistible: fuerza física provocada por una persona o máquina, de carácter material, estar
encerrado en algún lugar, una inundación… Ej: Si alguien te pide auxilio si una ola te está arrastrando no
puedes darle ayuda.

(Fuerza compulsiva, amenaza. Ej. si alguien amenazando con un cuchillo te dicen que abras una puerta… si
que habría una acción jurídica y se analizaría el miedo que se analiza en la culpabilidad)

Actos reflejos o propios, actos que no están controlados por la actividad cerebral, en estos no hay
capacidad de acción. Ej: circulación de la sangre, los vómitos, los espasmos, respirar, la capacidad sensorial.
Estos se asocian por el , la conducción automatizada puede causar algunos daños por ello, algunas
doctrinas lo relaciona con los actos reflejos pero normalmente se dice que hay conciencia. Los que son en
sentido propio son mínimos para tener juego en el ámbito penal. Lo problemático es que a veces la doctrina
los asocia con los automatismos en el tráfico. Los actos en corto circuito se pueden identificar con los actos
primitivos de defensa, ira, dolor… Tanto doctrina como jurisprudencia considera que los actos en corto
circuito conllevan responsabilidad penal. Aunque la conducta no sea dirigida por la zona central del
cerebro, sí que hay voluntad.

Epilepsia: hay varios tipos, solo vemos la genuina. La genuina es cuando la persona cae al suelo. Hay casos
en los que la persona puede orinar, defecar, convulsiones. Durante una crisis de epilepsia los movimientos
son involuntarios. No hay acción jurídico-penalmente relevante porque no hay voluntad.
La jurisprudencia lo resuelve con la culpabilidad y la doctrina a la acción.

Narcosis e hipnosis: una persona que está bajo la influencia de las sustancias tóxicas, se resuelve con la
culpabilidad, 20.2 Cp.La hipnosis algunos autores consideran que no hay capacidad de acción, para la
mayoría aunque sea mínimamente hay capacidad de acción.

También podría gustarte