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él, Ru-
para ese día que de la ocupación grande de acompañar a un di-
darse en alto y no a rastias, lo de ayer continuado hoy, en funto, El difunto en realidad estaba ansente, no porque estuvié”
Alado. Na-
bén Alado, para que Rubén Darlo fuera Rubén Darfo ra muerto, sino porque hay muertos que en su gesto mismo pa-
cidos juntos, muertos casi juntos, con apenas una
diferencia de recen presentes. Pero dste no; era una ave sl, quizd porque se la-
en otro, y maba Alado, o porque inclinaba la cabeza o por los ojos, pero
quince días, pero siempre en el mismo signo astral, no ave que ya se habla ido lejos. Envonces llegaron los intelectuiales
fallara. Darío en la poesta,
asf la reencarnación se cumpliera y no que en vida jamás lo babian visitado; ¿l sf los habla visitado,
for-
para que él, el Alado, pudiera serlo en la novela, rambié otran
pero ellos no. Uno de ellos tird delde lejos su rarjeta a la mesa
ra
ma de poesía. Pero más plantada, en tierra, como nave volado alta en que estaban las otras rarjetas; yo pensé que tenta and
de
con plomadas en los extremos. Plomadas para llegar al centro punterta estupenda, la misma punterla que le hacla permane-
y de los seres; alas para avanzar , cer en el salón contiguo y no cerca del caddver. AUL se podía con-
las cosas, a los humus de la tierra,
sin reptar. ¿Había, nacido Darlo el 18 de enero, como estaba ca- versar y establecer contactos, porque ya se sabe que ser intelec-
si seguro, o el 312 tual de renombre es vener contactos, Llegaron sambién los com-
pañeros de bohemia. No me paretieron mejores que los otres
aunque st mejor disfrazados, Eran-una pose y otra pose, que al
EL ENTIERRO 4 _final terminaban en lo del pobre Alado. No que iodos o siguic-
ra alguno de ellos tuviera que suicidarse, pero morirse st que &
a
do en-un ca-
Llegamos a la Funeraria para ver un pájaro acosta lo mismo que entregar el mando, La vida era una sucesion de
mismo
jón. No sé debería hablar así, pero s la verdad. Tenia elmeyor,
drbitas redond as de ua ave y podores y la muerte una rénuncia de credenciales. Porque
astro de un gorrión, y las muerto cómo podta ni siquiera sostener, con la infelibilidad que
la cabeza reposando de lado, sobre el hombro izquierdo, en ese compere a un intelecinal, todas esas semiverdades y semimenti-..
su
gesto de bipedo que pide y acapara ternura, que habla en as descubridoras de la pólvora 0'mejor del hielo como dijera
mismo dibujo curvo de la necesidad de un techo sobre dl. Se le
Lo habla vis- “Aureliano Buendta; aquello de «la inspiracidn no existe, sino n
había llenado el rostro y a mí esta me eranquilizó. largo entrenamienton, 0 «yo creo que todos los escritores muevos
como
£0 siempre más que magro de carnes, escurrido, chupado, proceden de Joyee». Claro que quedaba la palabra escrita, pero
si por dentro subiera unas ventosas que lo succionaraninflarao wnos
su piel y jamás la n. a esas palabras se superpondrian otras palabras y otras palabras,
fuelles absurdos que sólo absorb ieran hasta que se formaba ala biblioteca de Babels. No vi cómo sa-
y
No pensé entonces que la muerte inflaba muchas cosas vedonda tenta
caron el caddver, ní quién fie hasta el cementerio. Supongo que
ella sh,«un pulmán de fuelle verdadero. Miré su frente irfan quienes'quitieran salir al otro día retratados en la prersa *
y en bóveda y los labios fnos, cerrados, poro no apretados, vi en o los que una vez más usilizaran la ocasión para disertar. Po-
vonrisa, más bien en posición justa para el lincamiento de del un
el bueco del puñal, allf n el just ceiro nerse en pie y bablar es una gran felicidad: ponerse en pie, se civ-
pincel, Quise minar podi- siende, cuando sodavía se puede y hay una audiencia en torno
corazón. Sólo que le hubiera levantado la camisa habría y no cuando ya se está condenado como Alado a la posición ho-
do verlo, Las camisas de los muertos no se levant an, pero en est
itk e rizontal. El Jéretro, no hay duda, fue sacado horizonsalmente,
momento yo no persabá qué 0. A pesar del atasid
. La fue Hlevada horizontalmente y fue sepultado horizontalmente.
y de las flores y de los vestidos negros de los concurrentessignen; Me olvidaba decir qué no vi quien llorara en el entierro: pero
muerte parece legar después del entierro, en los días que ei abservé muhos lentes oscuras; ya no se usa el limón en el pa-
a puede
s un caballo que arrastra 5u carrosd, 3ólo que la carroz fiuclo.
eso, como en todo entierr o, y0
esar a gran distancia. Quizd por
de los detalle s de la muerte que
i of hablar de muchas cosas, más
Y del mismo muerto, más de las ocupaciones que cada
uno senta Las despedidas que renía que hacer ahora le importaban poco:
Lupe Rumazo /371
acul-
Y escribió ésc, en licor muy espiritual: Quedaba el teléfono, y quedaban, sobre todo, los poderes
~Como siempr e
tos. Telefoneó a sus compadres y apenas les dijo:
«Desdibujada figua la suya, coñsex de lneas afiladas, casi bo- espero la salvación de ustedes; un apoyo solamente... Colgó.
y pi-
v de guacht que se nos aparecta para isse y que en su trdnsi- dió otra cerveza en el bar. La.bebió a sorbos
grandes, vulgares, y
10 mos dejaba impregnadas, aun saturados, de esa niebla densa se limpió la boca con la manga del saco. Corrió hasta el puesto
de
que lo acompañaba, mantón emvolvente a lo sapada limeña. Y y caminó dos cua-
se velan en cl hombro los fantasmas de Gaya, los más negros de autobuses, abordó a saltos uno rojo. Descendió
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que ahora se lama práctica a la realidad, a zonocer la vida. St:
a a derecha alternativamen- siempre sabes qué te favorece y qué te perjudica, qué pasa y qué
dras lentamente, mirando de izquierd
te. Se siruó detrás de una caseta de
un puesto de flores; la caseta no pasa, u nunca 1e hubieras uicidado, ¿Acaso soy pendejo,
podía pensar en un caso de acaso eso es un gran berobmo? Ya pasó el tiempo de los roman:
era verde y él estaba muy pálido; se ticismas. INi siquiera sabes qué es romanticismo; el romanticis-
dentro de los bolsillos; pare-
mimetismo. Esperó: puso las manos mo es una toma de conciencia. Ya vas a empezar con tus eluci-
tropical. Supo que había lle-
cfa helarsc y eran las doce de un día braciones; la verdad es que el muerto se queda muerto y nada
cularmente. Ella, una de las más. Callate mejor; al hablar lo irrespetamos a él y a 10do este
gado el encuentro; el sol cafa perpendi
en que vivía. Caminó has- escenario de ceremonia trágica. No quiero olrte, tienes la manta
mujeres que él amaba, bajó del edificio
ca la acera; sintió que un viento polar
la envolvía o que alguien la de adocirinar, de crear telarañas en torno de todo, de no ver los
un cuchillo. El cuchillo, hechos simplemente, sino enveddndolos; por eso la vida se te ha-
hubiera rozado con el borde afilado de . Miró ella hacia que nada,
ce ran diffcil, Y a ti qué te importa mi vida: Claroañimales
- un puñal corto, lo tenfa él guardado en el hotel no
Crey ó que él estaba pero sí me interesa !u pañuelo, Eres un animal. Los
la cascra, que le quedaba a unos diez metros. sudan.
ente de escon-
ahf. Lo vio y no lo vio porque él ya trataba nuevam
la sensación
derse. Se quedó con la duda, pero se quedó más con En un tiempo él había pensado que su novela, la
últimá, la que
los vellos de los brazos en
desagradable del cuerpo cortado y de todavía no había escrito, podía haber producido una conimo
ción.
él, en cambio, ésa había si-
punta. Luego se olvidó de todo. Para Escribirla habrfa sido como raparles la boca a Mahle r y a Bulime s,
hablarle la había aborda-
do una forma de despedirse de ella: sin y a Lince. Porque yo, el narrador, estaba al final de la última ca> ks
con un pequeñísimo es-
do, saltando casi sobre su cuerpo, sólo lle en la que desembocaba la procesión, casi en el borde del
río, o [k
do conseguir, quizá con
fuerzo de concentración. ¿Habría podi quizá metido dentro de él. O mejor encima , posad o en el airé, co- |
s de sangre mentales?'La
una meditación más honda, unas boda mo un angelote, para describir las conversaciones circula
ces, sin
ares porqu e pasa-
cópula aérea... olvidar también los gestos circulares. Eran circul
y éste estornu-
DE HOTEL ban de unos a otros, uno sc rascaba y otro miraba,
LAS VISITAS AL CUARTO guioncs', nico-
daba, y ése tosfa, o aquél se callaba, y no se ponfan
pciones de la
Déjalo, no 1c acerques, 1o lo toques, la boca
abierta tiene bac- millas entre los diálogos, ni se separaban las descri
palparlo o crees que el narración y todo giraba en remolino, vertig inosam ente. Claro
terias, ya sabes que está belado, para qué El cuar-
muertos.
_frto de este muerto es más frlo que el de otros o, sino la colo- que esto habría sido más evidente si'la escena se desarr ollara:en el
el muert tierra se
tlo, ya que allí de hecho navegaban y giraban, pero en
19 hiede. No biede el cuarto, ni siqui era
nia que regd Genovena. ¿A qué horas entró que ella? Antes que no- la vida era re-
lo matara. No podía seguir el mismo procedimiento puesto que
sotros, fue la que lo desenbrió. Pudouellasers. la¿Se suici dó entonces? donda y literariamente no habfa figura mejor que la
del cfrculó,
hay indicios, el puñal no tiene sus seguía la
Es la primera versión. ¿Y para qué esas velas encen
didas? Las como en la pintura la del triángulo, y luego la línea que
mids bruto ú que la abajo, traídó en 1-
rrajo Genoveva. Es muy brusa esa mujer y procesión era el diámetro del cfrculo, de arriba
dejaste prenderlas. Jodidos estamos consigo y concompellá jodidos de en Jas'muchias
es nada; nea recta, rígido, aunque desbordado en los lados,
calur y de olors, Jodido estás vi, mo y0; no rend e siguien-
lo va a velar. Estúpi- ondas de la gente que se movía y se bamboleaba, siempr
ella cree que ast lo vela, porque nadie más y los cnemigos. do un ritmo, un ritmo poético, y para asf dar la sensación
de olea-
da, ahora es cuando lo van a velar los amigo s casa y de otra casa, y se vela un
das nduseas. De manera je. Y se abrfan las ventanas de und
Siempre práctico t, tan práctico que
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3761 Lupe Rumazo
y distribuida. No la novela de dos págitias que tenfa y que termi-
y de cada pasado,
rostro y otro rostro y yo hablaba de cada cara naba hasta ahora en esa frase magnífica que expresaba: «y carga-
en carteles con-
para desmenuzar así a todo el pueblo y desplegar ron algo que no era un fdolo, aunque lo parecía, pero que en to-
ra leer, toda la
fusos, pero transparentes y claros, para quien supie do caso pesaba tanto, que no podía balancearse». Porque habfa
e Mahle r dijera que Lz
infamia y ruindad de esas gentes. Y aunqu que aclarar que esta procesión no era religiosa, sino de otro orden; *
al cuadro de El Jui-
marcha de los batracios era exactamente igual se llamaba por eso marcha, ¿Marcha revolucionaria? ¿Marcha de
que más había sa-
cio Final que él habfa visto en una iglesia, en el y que insectos? ¿Marcha de los negros que piden reivindicaciones, y van
pos y serpientes que gente, y más fuego que purificación, de New Orleans a Washington? Habfa que precisarlo, aunque no J
animales. O hacer de
escribir sobre eso era nada más que vomitar se sabría nunca. La novela no lograba pasar de las dos p{\ginas,‘
a, o sea sin
mago que desata una danza macabra, danza sin músic aunque estuviera Íntegra en su cabeza; era una novela de la mar-_ |
rsión y disloca-
fondo ni trascendencia, y sólo gesto en fin, conto cha, que paradójicamente no marchaba. La novela detenida, co-
cuando se escri- -
miento, no tesis, que era lo que había que lograr mo había que detener hoy, y no después, la existencia de su au-
palabras ha-
* bía. Porque más valla decir pero sin decir, o en otras to1. Así la novela se.moría con ¢, pero en l y dentro de él. Vola-
mostrar que es-
er que los personajes hicieran piruetas pero sin tilizada en su cuerpo astral, ese cuerpo que empezaría a formars
e
e
laban haciendo piructas, dejar en lontananza el realismo, aunqu al descender el suyo carnal, seguramente vendría a constitu ir ob-
mo de la pa-
Itomándolo siempre, y sin irse tampoco al otro extre sesión y realidad del nuevo hombre, que a partir de él se v aría.
, Mahler, el sabi-
labrerfa vacua o de los personajes aércos. Mahler De Darfo venía Alado, de Alado vendría ótro; del germen de La
el
“hondo Mahler listo siempre para refutarlo, igual que Javert, marcha de los batracios nacería una gran novela, quizá con otro
redivivo, y actuando
nuevo Jefe, imaginándose un Sainte-Beuve
y yo tam- nombre. La novela que suplantaría a las de Fuentes y Cortázar,
como cl autodidacta de Sartre de las fichas embutidas, porque ninguna de ellas tenfa un origen tan maravilloso y extra-
se cree ar-
bién escribo porque tiene un poema; y el recitador que ño, de sangre y muerte en un corazén alanceado.
ya por
tista, porque repasa unos versos de Vallejo y de Neruda,
Socied ades,
cllo más Neruda y ya más Vallejo, y las señora s de las
LA SUPOSICIÓN DE UN HOMBRE BUENO ;
a es un pe-
tan espirituales y tan místicas, que su existencia Íntegr
betero que exhala perfume y que si oyen la palabra vesícu
la piden No sé por qué se mató, pero lo hizo necesariamente &
perdón y después vomitan Bulmes con ampolleta; y
la poetisa que cia. Introducirse wn puñal es un acto menos impulsivo que to- -
y siemp re te he elogia do; y la marse una caja de pastillas. En todo caso ras viene acongejados,
le dice a la ótra rú eres un genio, doloridos, tristes. Era un hombre extraño, cadsico y quied ven-
yo siempre lo he .
ótra, para mí cres el primer valor de América, cido por la vida. Hay destinos que no se pueden cludir y que exi-
discursos. Y los -
sostenido, y las cofradías, y las asociaciones y los
idénticas a las
qen la derrota y la aniquilacións son los destinos de las fauces
juegos florales y las medallitas que se intercambian, glotonas. Y él fue succionado, pero antes pasó por un proceso Jen-
diploma y to-
de las distribuciones de los colegios de monjas, con 10 de derrumbamiento.:La existencia puede presentarse a veces,
do; y la orquídea del trépico, y el clavel, y la rosa
y el floripondio, como wna carcoma. Yo lo ayudé bastante, lo inipulst y ireo'que
cuarento- contribul a su fijación en el velato; él quería hacer teatro, o poe-
todos en oro, para los pechos fláccidos de las escritoras
do que su no- sla. Nos ha nacido un fendméno de inteligencia'en sil le decía;
nas. Estaba harto. Sí, en un tiempo él había pensa y es0 nos tiene encantados, Pero él empezó a tener cieria descon-
novela hecha,
vela habría podido producir una conmoción. La “fianza de mis actoss inesperadamente empezó a marginarme.
ejemplares
cerminada en trescientas páginas, editada en cien mil
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378/ Lupe Rumazo
b-
a dos boxeadores me rompiera dentro me lo anunciarían. Pero no se oye nada,-a
Ena un ser huidizo, inatrapable. Un día , envió
podi an haberme ma- solutamente nada, Rubén Alado. Rubén, ¿qué haces dentro? Es-
a pegarme. No me encontraron; say débil mararme a
un artículo. cribes, duermes, piensas a lo mejor en la forma como
zado. Entonces me atacó directamente en
mí. Ya me amenazaste una vez con un revólver, de juguete, es cier-
es me
LA SUPOSICIÓN DEL PSICOLOGO to, pero pudo ser con uno de verdad. Rubén, desde entonc
antes en que empecé
tienes atemorizado, desde entonces y desde
está el suicidio, en- las
Dentro de los procesos claros de alienacidn a sospechar de ti. Tú no has sido mi sombra Rubén, porque
fermedad cuyo cuadr o clinico tiene que ver directamente con la sombras caminan con uno, pero debajo, acurrucadas; son lo me-
de melancolía y csl-
“Priguiatria. Empieza con un proceso claro ncad detrás,
enada contra el nos de uno, no lo más; casi no se voltea a mirarlassi van
mina en una violencia masoquista dese te s pensó ejer- *
propio ser. El acto de venganza que inici almen y tampoco se agacha la cabeza cuando van delante. No, Rubén,
cer cantra el ámbito social,-se invierte en un castigo contra sí rú no has sido mi sombra, sino mi trágico destino. Debo sepúlr-
- “mismo, ya que la sociedad 0 el medio deambi ente son para el u. ce) COMO te sigo ahora para evitar que me mates, para poner en
cida enemigos poderosos, imposibles vencer.. nido el mal. Asf cuidado, arropado, el mal quizá no explote, qui-
pocos que
INTELIGENTE
zá no estalle. ¿Has visto, Rubén, que yo soy uno de los
LA SUPOSICIÓN DE UN NIÑO es amable contigo? Aún después de tu amenaza y de tu escándalo;”
casi o
prensa. Ya ves có- delante de todos y en plena oficina. Rubén, yo no te hablo
LNiñito, no leas las noticias macabras de la menos
mo hay que ser bueno y cuidarse. La muerte & peligr
osa y vie- busco, cuando lo hago, las palabras menos ofensivas, las
osa si lo peli- s, las miás inocent es. Yo elogio
re en cualquier momento. -¿Cómo va a ser
peligr comprometedoras, las más delgada
qroso ya pasó cuando uno se mueve? Mami . no sabes nada. zas a leerme las.úni -
tus novelas, yo me entusiasmo cuando empic
s. Quizá no’
cas dos páginas que tienes de La marcha de los batracio
ahorira y no después? soy muy explícito, pero tú me comprendes. Rubén, si tú
quieres,
¿Por qué no e mueres ya, Rubén Alado,
con un puñal, o con lo yo puedo estudiar también la ciencia esotérica y aquello,
qite no
¿Por qué no aguabendices con un tiro, o
ro de ti? ¿Por qué no mues- me mates..
que sea toda la maldad que tienes dent entiendo, del cuarto poder. Pero tranquilízate, no
esperar algo de purifi-
tras con tu muerte que todavía es posible
o, qué te detiene, qué —
cación en la vida? ¿Qué esperas, Rubén Alad muerto hoy y siempre
más? Ya me estás matando,
te importan las horas más, los años podría
mundo; hasta Por cu obra y por tu gloría, mátate Rubén. Yo he soñado
que me
Rubén Alado, con tu presencia viva en este
estab as vivo siempre que fuerte de no poder hacer
regalarte el milagro de que soñaras que moría y sólo se siente una angustia muy
hc segu ido hoy a la Biblio- eso es antes, Ru-
estuvieras muerto. Rubén Alado, yo te pasar el aire,de que la garganta esté rapada. Pero
, y he ofdo tu llama-
teca, y a la visita extraña a la mujer que amas bén, unos segundos antes de ese instante, sí,
sólo es un instarite o
eso fuera un indi-
da a tus compadres y he creldo que quizá todo una fracción de instante, en que uno comprende,
capta, siente,
salita de espera de tu ho-
cio de que quisieras matarte. Estoy en la ce, se afirma , en fin los verbos todos,
piensa, se cerciora, se conven
ado a aguardar. Estoy cer- que ya no hay solución, que no hay apelación, que todo
hd aca-
cel, he cogido una revista y me he sent
metros. Serfa el primero que bado, que una bomba explota dentro de uno, sí, explor a realme n-
ca de tu cuarto, tal vez a unos cinco
lo supiera si tú te mata- de luz, y oye la
oyera un tiro, y cambién el primero que nte se te y uno se ve volar en pedazos, y mira los rayos
da que súbitame
ras de otro modo. Un espasmo, o una cuer
Lupe Rumazo 1381
380/ Lupe Rumazo
mamá, no te rías, Rubén, verá como una silueta en negro que sube las gradas del arco iris.
explosión y entonces grita: mamá, Yo creo que tu cabeza se irá borrando y sólo quedará tu cuerpo.
tú tam-
siempre se grita mamá, sí, mamá, y estoy seguro de que Quizá por cso en el presagio de alguien se te vea decapitado.
mamá, pero
bién gritarías mamá. Rubén, yo quiero que tú grites
que no sea yo el que grite mamá. muerto hoy y siempre
Estamos ju-
Tú sospechas que yo sospecho que quieres matarme.
la tuya pri-
gando a las cartas. Yo no lanzo mi carta si tú no tiras
tu carta quizá sea ma-
mero. Mi carta es sólo pedir que te mueras;
ese quizá me salva
tapme. Digo quizá, aunque estoy seguro, pero
te importe
de la desesperación. Quizá no te decidas nunca, quizá
l, lo justa-
más dejar una línea en blanco. Pero si eso es lo norma
mente normal, que quieras dejar una así. La reput ación , ¿tú sabes,
que un cadáver,
Rubén, cuánto vale una reputación? Vale menos
.
si no se tiene dinero y tú no tienes dinero, Rubén Alado