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3.

DIMENSIONES DEL PLAN TEXTUAL

El uso del lenguaje parece ser, en el sentir de muchos analistas, una actividad intuitiva
basada en la continua práctica social; de hecho las teorías lingüísticas y filosóficas
consideran que la competencia comunicativa es un conocimiento que merece ser
reconstruido. También es cierto que el uso discursivo sigue ciertas reglas que rigen aún en
los casos de variabilidad extrema y condicionan la producción textual. Ello se debe a que el
lenguaje es un fenómeno complejo de tipo constructivo, implicado en todos los campos de
la vida humana; su naturaleza constructiva indica que está regido por reglas lo que supone
el seguimiento de cierto plan de producción.

Producir textos adecuados en contextos específicos supone elegir dentro del caudal
estilístico de las variantes discursivas el tipo que mejor responda a las necesidades
funcionales del lenguaje en cuanto a la estructura textual, la estructura de información, el
punto de vista, las modalidades y marcos de conocimiento, la interacción entre los agentes
discursivos, el desempeño de los papeles comunicativos, el caudal léxico, y el manejo de
los contextos entre otros. Elegir entre tantos y tan diversos factores no depende del azar.

El conjunto de temas enumerados supondría muchos tratados; no pudiendo hacerlo,


fijaremos la atención en tres componentes del plan textual: las unidades, las operaciones y
el punto de vista. El tema relativo a la estructura de información, será tocado brevemente en
el capítulo siguiente.

3.1 Las unidades textuales

Según se dijo en la introducción, diversos autores han propuesto la oración como unidad
del texto. No obstante la ambigüedad implícita en toda oración y el conjunto de enunciados
a que da lugar, reservaremos su lugar a la gramática debido a que el texto no es un conjunto
de oraciones pues, como se observará en el capítulo 3, la textura supera los límites de la
gramática, a la par que incorpora otros aparatos que obedecen al orden discursivo.

Por esa razón, las unidades textuales de que trataremos son básicamente dos: el párrafo y la
secuencia.

3.1.1 El párrafo

El párrafo es una unidad lógica y nocional del texto; dentro de sus límites, se desarrolla la
unidad de sentido o la idea principal propuesta por el tema, acerca del cual se provee
información dentro de determinados límites y se ofrecen los soportes necesarios a esa
relación constructiva entre el tema y lo que se dice de él. Por tanto, el párrafo es una unidad
textual unitaria que desarrolla la estructura de información.

Esta estructura funciona gracias que el párrafo reúne las tres direcciones propuestas;
propone una idea y, al hacerlo, ofrece los soportes, así como las restricciones de la
información; de este modo, propone, sustenta y restringe. El punto nodal de esas
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operaciones es el enunciado tópico que propone información nueva a partir del tema, a la
vez que fija los límites de la argumentación.

A manera de ejemplo, examinemos el siguiente párrafo:

(44) El texto es la forma lingüística de la interacción social; es una progresión continua de


significados, que se combinan tanto simultáneamente como en sucesión. Los significados son
la selección hecha por el hablante entre las opciones que constituyen el potencial de
significado; texto es la realización de ese potencial de significado, el proceso de elección
semántica. (Halliday, 1982).

La primera oración ofrece el contenido proposicional, mientras que las restantes sustentan
la propuesta aludiendo a la selección y combinación de significados que realiza el texto.
¿Dónde están las restricciones? En “interacción social”, “progresión continua” y en
“realización”, expresiones que nos inducen a pensar con el autor que el texto es una unidad
socio-semiótica que realiza cierto itinerario de sentido.

Para mayor claridad, el párrafo es una unidad que, en torno al enunciado tópico, propone
un tema y ofrece información sobre él dentro de determinados límites. Desde este punto de
vista, el enunciado tópico va de lo general a lo particular; o, en otros términos, es una
generalización que en su desarrollo, a través del párrafo, recibe distintas especificaciones.

A propósito del enunciado tópico, obsérvese la oración: Son pocos los beisbolistas
colombianos que han tenido éxito en las grandes ligas, que puede ser candidata a idea
principal de un párrafo, pues alude al tema del ‘béisbol’, tiene la especificación ‘pocos’ y se
refiere al mismo marco ‘las grandes ligas ‘. Tal enunciado podría ser especificado por la
oración: Edgar Rentería aspira a ser elegido el mejor novato del año en las grandes ligas,
que evitará la vaguedad y la generalización de la primera y aportará un argumento en
relación con ‘pocos’, además del interés que despierta y de la orientación que ofrece al
lector.

Tomando estos datos, es fácil producir un párrafo que contenga información relativa a:
cuántos y cuáles beisbolistas colombianos han pasado por las grandes ligas; quienes han
triunfado y/o fracasado; en qué equipos han jugado, qué número de partidos, cuáles han
sido sus principales logros y cuáles las causas de que no hayan figurado de manera
continua.

Por considerar de importancia la construcción del párrafo según el enunciado tópico, a


continuación ofrecemos varios consejos que pueden resultar útiles para quien se inicia en la
escritura:

 El párrafo debe proponer y desarrollar una idea, expresada en el enunciado tópico.


 El enunciado tópico debe colocarse, en general, al principio del párrafo.
 Debe ser una generalización expresable, en la medida de lo posible, una oración simple.
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 El marco que especifica dicha oración puede ser un adjetivo o una frase descriptiva,
valorativa o circunstancial que fije los soportes en que se sustenta la información.
 Se debe evitar los enunciados tópicos que por sí mismos restringen la información, es
decir, que carezcan de marco.
 Se debe evitar las preguntas y las frases complejas como enunciados tópicos.
 Los argumentos que soportan la información nueva deben ser suficientes.

El enunciado tópico ejerce, pues, la doble función cohesiva y coherente en el párrafo. Esa
función se orienta en varias direcciones; por un lado, establece nexos necesarios entre el
tema y su desarrollo basándose en factores como la conjunción, la referencia, la transición
o la repetición. Por el otro, apela al juego de implicaciones que se desprenden del tema
como del punto de vista específico desde el cual se aborda.

Así, pues, la cohesión no es, en propiedad, una función lógica sino la capacidad orgánica
del texto para vincular sus partes sin someterse a principios estructurales. Para el efecto, el
párrafo desarrolla información nueva sustentada en la información vieja provista por el
tema, criterio que ha de tenerse en cuenta al establecer los nexos de transición entre los
párrafos. Por su parte, la coherencia asigna al párrafo una doble naturaleza semántica y
pragmática; desde el punto de vista semántico, toca con factores propios de la implicación
vinculados con la intensión, la extensión y la asociación que provoca el tema; en cuanto a la
pragmática, se fija un propósito relacionado con la manera como distribuye la información,
la importancia que le concede y el tipo de acto que realiza.

Con respecto a la estructura de información, el párrafo desarrolla el contenido nuevo que


promete y que, en su fase expansiva, contribuye a la construcción del texto. Es desde el
enunciado tópico desde donde se puede hablar de idea principal; ésta se somete
informativamente a un doble régimen: el tema y la idea control.

A propósito, observemos el siguiente párrafo:

(45) La gente considera a menudo el significado de las palabras y como si cada una de ellas tuviese una
existencia independiente y separada. Pero, ... una palabra no puede entenderse en su totalidad
independiente de otras palabras relacionadas con ella y que delimitan su sentido. Considerada desde
un punto de vista semántico, la estructura léxica de una lengua, la estructura de su vocabulario, se
entiende mejor como una amplia e intrincada red de relaciones de sentido: es como una enorme tela
de araña multidimensional en la que cada tramo establece una relación y cada nudo de la red está
definido por un lexema diferente. (John Lyons, Lenguaje, significado y contexto, Barcelona, Paidós,
1983, p 81)

En este párrafo, encontramos diversas oraciones con la posibilidad de erigirse en enunciado


tópico.

(46) a. A menudo, la gente considera el significado de las palabras como si tuviese una
existencia independiente y separada.
b. Una palabra no puede entenderse en su totalidad independiente de otras palabras
que delimitan su sentido.
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c. Una palabra no puede entenderse en su totalidad independiente de otras palabras


relacionadas con ella.
d. Desde un punto de vista semántico, la estructura léxica de una lengua, la
estructura de su vocabulario, se entiende mejor como una intrincada red de
relaciones de sentido.
e. La estructura léxica de una lengua es una enorme tela de araña multidimensional
en la que cada tramo establece una relación.
f. La estructura léxica de una lengua es una enorme tela de araña multidimensional
en la que cada nudo de la red está definido por un lexema diferente.

Sin lugar a dudas, la oración (46d) es la que mejor se ajusta a las condiciones del enunciado
tópico; propone el tema (la estructura léxica de una lengua); mediante repetición, presente
información nueva o rema (es una intrincada red de relaciones de sentido) y aporta la idea
control o marco (desde un punto de vista semántico) que le pone límites al planteamiento.
Además, el párrafo le ofrece dos nexos cohesivos (‘pero’ y ‘como’) que introducen un
contraste y la analogía. Con respecto a la coherencia, formula al menos tres actos ilocutivos
diferentes: cita una opinión, expresa un réplica y explica en qué consiste la estructura
léxica. Por último, conecta globalmente con el título (‘Redes de palabras: la formulación de
la estructura léxica’) y con el párrafo que le sigue en el cual propone el análisis de dos
procedimientos descriptivos: el análisis componencial y los postulados de significado.

Aún más, el párrafo establece un contraste informativo entre la oración (46a) y las restantes
oraciones; (46a) informa acerca de lo viejo, conocido o compartido por la ‘gente’, mientras
que (46b-f) informan lo nuevo. Esto supone que el párrafo puede diseminar la información
nueva o vieja en toda su extensión u organizarla apelando primeo a lo nuevo y luego a lo
viejo, aunque esto no sea lo normal.

Observemos, a propósito, el siguiente ejemplo:

(47) La luna se quedó lela. El búho que duerme de día en cada artista, en cada ser inquieto por el
conocimiento, aleteó y lanzó un gemido escalofriante. El teatro apareció como un espectro. (Martha
Morales Manchego, “Teatro, háblame de ti”, en El Espectador, 26 de septiembre de 1993, p. 16a)

Este párrafo, en propiedad, no tiene enunciado tópico; describe una impresión del autor,
contextualizando el tema en lugar de presentarlo, creación de atmósfera que caracteriza a la
literatura. De hecho no es gratuita la alusión al ‘búho’ como animal mítico relacionado con
las artes y representante de Palas Atenea.

De acuerdo con esta breve presentación, es tal la variedad de párrafos que someter su
análisis a un criterio único falsearía su funcionamiento discursivo. Además de los criterios
lógicos, los hay de carácter analógico que, sumados a los puramente discursivos, hablan
de su juego de posibilidades. Esto no impide que, con propósitos didácticos, se manejen
diferentes modelos y se haga énfasis en la composición a partir de una idea sobre el tema,
destinada a proporcionar información nueva, dentro de ciertos límites, atendiendo a la
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claridad y a la propiedad expansivas como estrategias orientadoras del papel que debe
cumplir, por ejemplo, el lector cuando se enfrenta a un texto.

Para completar esta visión es necesario mencionar tipos de párrafos en relación con la
estructura y la función de los mismos. En cuanto a la estructura, cabe hablar de párrafos
analíticos, sintéticos, analítico-sintéticos y en paralelo. Con respecto a la función, se
distinguen los párrafos de transición, introductorios, de desarrollo y conclusión.

Los párrafos introductorios pueden desempeñar los siguientes papeles: a) formular el tema
o destacar su importancia; b) describir los aspectos que se van a tratar; c) formular el punto
de vista desde el cual se va a enfocar el tema; d) identificar los propósitos que se persiguen;
e) contextualizar la información. Al respecto cabe observar el siguiente párrafo:

(48) Hemos estado operando con el supuesto de que el significado del enunciado depende
fundamentalmente del contexto. Hasta ahora, sin embargo, no he llegado a decir qué es
contexto y cómo determina el significado de los enunciados y controla nuestra comprensión
de los mismos. Tampoco he dicho nada sobre el texto oral y escrito y, sin embargo, está
claro que, incluso los enunciados de tamaño oracional ...se interpretan a partir de una gran
cantidad de información contextual, gran parte de ella implícita.
En este capítulo, me ocuparé tanto del texto como del contexto. Como veremos, son
complementarios: cada uno de ellos presupone al otro. Los textos son constituyentes de los
contexto en que aparecen; los textos que los hablantes y escritores producen en
determinadas situaciones crean los contextos y continuamente los transforman y remodelan.

Estos dos párrafos introductorios al tema “Entender enunciados” tratan la información de


manera diversa; en primer lugar, aclaran un supuesto, reconociendo no haber llegado a la
definición de contexto como tampoco a describir su papel respecto al significado en textos
orales y escritos. En segundo lugar, atienden al planteamiento analítico del tema y de las
relaciones entre los dos componentes: texto y contexto.

Por su parte, los párrafos de transición no desarrollan un enunciado tópico; su papel


consiste en prometer ciertos desarrollos informativos, en resumir información conocida a
manera de ayuda memoria y en enlazar lo dicho con lo que viene a continuación. Por eso,
su papel es más bien conexivo en cuanto operan como bisagras que ayudan a comprender el
texto implicando la actividad del lector, a quien le facilitan el tránsito de un párrafo a otro.

(49) La discusión de la sección anterior acerca de las diferencias pragmáticas supuestas entre oraciones
compuestas, oraciones complejas y secuencias, se ha basado en ejemplos conectivos causales e
inferenciales, tales como por eso, porque, ya que, por tanto, pues, etc. Debemos ver ahora si
diferencias similares son válidas. (Dijk, Texto y contexto, p. 298)

(50) A continuación introduciremos el concepto de competencia modal, fundamental en la teoría de las


modalidades, definible a partir del concepto lingüístico de competencia. (Lozano y otros, Análisis del
discurso, p. 71)

En los ejemplos anteriores, el primero adiciona a la función de resumen la de transición,


mientras que el segundo remite directamente al párrafo siguiente.
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Por su lado, los párrafos de desarrollo formulan el conjunto de observaciones,


descripciones, análisis, argumentos, explicaciones e interpretaciones que garantizan que la
información que se provee esté suficientemente sustentada, organizada y presentada de
manera que no quepa duda acerca de lo que se dice.

Por último, los párrafos conclusivos o de finalización realizan varias operaciones


discursivas; además de resumir, su papel condensativo supone que la información acerca
del tema se ha agotado, que se ha satisfecho el punto de vista y se han sacado las
inferencias respectivas. En consecuencia, anuncian que el texto va a cerrarse y, en función
de la lectura, formulan las proposiciones generales inferidas de la información presentada.

(51) Lo anterior no significa que sólo nos quedemos con una lectura posible de un texto, porque en todo
texto real habrá tanto ambigüedades como discrepancia con el ‘cotexto’, el entorno textual pertinente
en todo momento. Pueden considerarse pertinentes diversos rasgos; algunos permitirán más de una
interpretación, y otros se opondrán a los demás en las presiones que ejerzan. Pero siempre habrá un
gran número de lectura teóricamente posibles, que están regidas por el cotexto, de modo que el
numero de interpretaciones sensatas en razonablemente pequeño. (Halliday, El lenguaje como
semiótica social, p. 174)

Este párrafo pone fin al tema relativo a los componentes funcionales del sistema semántico;
su papel es plantear la diversidad de mensajes que hacen posibles diversas lecturas,
múltiples desde el punto de vista teórico pero escasas desde las restricciones que el cotexto
impone. En síntesis, los párrafos conclusivos resumen, infieren y clausuran los textos.

3.1.2 Las secuencias

Este tema, pertinente al enfoque narratológico, merecerá poco espacio en estas páginas.
Inscritas dentro de la dinámica textual, las secuencias son unidades que organizan
operacionalmente la información en aras del conocimiento lógico o imaginario que
transmiten. Barthes, siguiendo a Bremond, dice que “Una secuencia es una sucesión lógica
de núcleos unidos entre sí por relación de solidaridad: la secuencia se inicia cuando uno de
sus término no tiene antecedente solidario y se cierra cuando otro de sus términos ya no
tiene consecuente”. (Barthes, 1972) Bremond (1972) formula un modelo triádico
compuesto por tres funciones básicas mutuamente implicas que componen todo proceso y
que, en el campo textual, configuran un cambio de situación en su dinámica.

De estas tres funciones, la primera abre el proceso, la segunda lo desarrolla y la tercera lo


cierra; de esta forma, posibilidad, acción y resultado son fases identificables en un texto, tal
como lo propone la más tradicional de las dinámicas, procedente de la retórica aristotélica.

Por ejemplo, si consideramos el cuento “Un día de estos” de García Márquez como la
prestación de un servicio, se puede identificar dos secuencias: a) Petición del servicio y b)
Prestación del servicio. En la primera, se pueden discernir las funciones de llegada del
alcalde, petición del servicio e irrupción en el gabinete dental. La segunda se puede dividir
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en diagnóstico, extracción y distensión. La primera secuencia es un microrrelato íntegro,


que podría funcionar de manera independiente; igual cosa sucede con la segunda.

Como puede apreciarse, esta segmentación no obedece a la división tipográfica del texto en
capítulos o partes; su importancia radica en el descubrimiento de unidades de sentido y de
unidades clave que definen la dinámica textual. Por ejemplo, un relato se puede segmentar
atendiendo a las funciones o unidades narrativas mínimas que configuran secuencias
simples o complejas al tenor de las modalidades propuestas por Bremond: encadenamiento,
enclave y enlace. Según se ordenen por continuidad o mediante la mediación de otras
secuencias o por contrapunto entre la visión de dos agentes para quienes el mismo
acontecimiento cumple funciones diferentes.

3.2 Las operaciones textuales

Si la relación tema-rema o viejo-nuevo representa, desde un punto de vista cognoscitivo, la


existencia de lazos significativos, no es menos cierto que las operaciones son mecanismos
que reflejan el saber-pensar de la escritura.

Lo primero depende de algunos hechos fundamentales: 1) promesa para el lector de que la


información suministrada se referirá al tema; 2) promesa de que se hablará dentro del
marco previsto; 3) contrato de reconocimiento de que autor y lector comparten cierta
información; y 4) promesa de que se va a decir algo nuevo.

Ahora bien, lo segundo es manifestación de la presencia del pensamiento, según razonan


Raths y otros (1971); en este mismo, sentido se pronuncian Carretero (1993) quien destaca
el papel de las operaciones, advirtiendo que estas no bastan por sí mismas si no se posee
conocimiento de calidad, y De Zubiría y otro (1994) quienes estudian los nexos estrechos
entre las capacidades y las operaciones en la producción intelectual.

La dimensión cognitiva de la estructura temática y de las operaciones discursivas es el


mejor indicio de que la realidad, tal como lo afirma Bajtín (1986), no es neutra; es siempre
realidad conocida y valorada; por tanto, el tema de por sí es extratextual y neutro, la mejor
manera de evitar la neutralidad genérica es ofreciendo información nueva, expandiendo los
sentidos, siguiendo itinerarios figurativos a través de distintas operaciones.1

Ellas son la manifestación del proceso de semantización cuyo papel es crear el referente
textual y hacer operativa, en función de la memoria, la información que se provee con
respecto al tema. Informar será, entonces, decidirse por un sentido, manipulándolo
mediante operaciones. De este modo, la indeterminación conceptual del tema se llena de
significación.
1
Los autores se han ocupado del tema, básicamente, desde dos puntos de vista: el pensamiento y el lenguaje.
Uno de los enfoques pioneros, con respecto al pensamiento, es el de Raths y otros (1971); también, Piaget
(1973)., Carretero (1993) y De Zubiría y otro (1994). En relación con el lenguaje, destacamos los trabajos de
Díaz (1989), Cárdenas (1993) y Martínez (1997). Cabe aclarar que la perspectiva seguida en nuestra
investigación se orienta hacia la teoría discursiva.
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A través de este mecanismo, el texto implica al receptor, invitándolo a establecer relaciones


de un tema con otro; describiéndole su estructura; comparándolo con otro; estableciendo
sus orígenes y sus causas; explicando las razones de un determinado punto de vista;
situando su visión dentro un marco teórico; infiriendo nuevos conocimientos a partir de
otros; en fin, produciendo conocimiento.

En general, las operaciones expanden las ideas del tema, ofrecen información en diferentes
perspectivas, garantizan su elaboración y posterior retención en la memoria, establecen
relaciones con otros temas y, por último, amplían y profundizan el sentido, situándolo en un
contexto específico. Estos elementos demuestran la importancia de las operaciones en el
trabajo pedagógico del lenguaje en relación con los procesos de pensamiento, interacción,
lectura y escritura. De igual modo, ratifican su utilidad en la argumentación y la
interpretación.

En conclusión, un buen texto define el tema, describe sus características, compara su


naturaleza con otras, establece las causas o el origen, presenta razones y argumentos que lo
justifican, describe su organización, cualifica elementos, da ejemplos o ilustra mecanismos
o narra los acontecimientos que se suceden. De ahí la importancia de las operaciones, entre
las cuales destacamos las siguientes: definición, análisis, clasificación, ejemplificación,
comparación y contraste y la explicación.

3.2.1 La definición

La definición consiste en delimitar la naturaleza de un tema u objeto de conocimiento a


partir de sus características generales y particulares; las primeras localizan lo definido en un
grupo, género o clase, mientras que las segundas especifican las características que
identifican y distinguen el objeto de otros miembros de su clase o grupo.

Si se dice que La cohesión es una característica textual que garantiza la unidad léxico-
gramatical del texto, se la define como una cualidad del texto que organiza la unidad del
sentido atendiendo a los elementos léxicos y a las relaciones lógico-gramaticales, de
manera que se iguala con la coherencia pero a la vez se distingue de ella.

Igual cosa sucede si aceptamos que La escritura es un proceso semiótico reestructurador


de la consciencia (Jurado & Bustamante, 1996) donde se identifica su naturaleza
semiótica-cognoscitiva, asignándole un papel metacognitivo (de control conciente,
deliberado y responsable de los procesos) en relación con la consciencia.

Por tanto, la definición se encarga del qué de las cosas; por esta razón se sugiere evitar las
definiciones que invocan el ‘como’, el ‘donde’, el ‘porqué’ y el ‘para qué’ del objeto. No
es buena, entonces, una definición como la siguiente: “La cohesión es cuando el texto se lee
como tal”.
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Sin embargo, lo anterior no niega la posibilidad de definiciones instrumentales, ostensivas o


metafóricas. Las primeras son usuales en los niños quienes al definir se atienen al ‘para
qué’ de las cosas como cuando dicen: “Un lápiz es una cosa que sirve para escribir”; de
hecho, la definición de Jurado propone una función de la escritura.

La definición ostensiva consiste en mostrar un objeto, proceso o fenómeno, como se


acostumbraba en los métodos tradicionales de enseñanza de lenguas cuando se preguntaba:
¿Qué es esto?” y simultáneamente se mostraba el objeto. Las metafóricas son de uso
corriente en el discurso poético, lo que no excluye que se den en otros tipos de discurso.
Alguna vez, el gran poeta argentino Jorge Luis Borges dijo: “La lluvia es una cosa que sin
duda sucede en el pasado”.

En resumen, la definición parte de un concepto general y neutro al que la operación le


introduce especificaciones que lo caracterizan.

3.2.2 La conceptualización

Estrechamente relacionada con la definición, topamos con la conceptualización. Inversa a


la primera, mediante ella se logran niveles de abstracción que condensan de manera
implícita el contenido esencial y necesario de un asunto. Dado el carácter general y
abstracto de los conceptos. Estos nos permiten independizarnos del mundo y tomar
distancia frente a él; sin ellos, no lograríamos una comprensión cabal de la realidad.

Todo concepto tiene intensión o contenido y extensión o aplicación a un número de


objetos; asimismo, los hay generales frente a otros particulares. Por tanto, lo que importa
en la definición es el conjunto de rasgos de contenido que caracteriza y el número de
objetos a los cuales se aplican dichos rasgos.

Vale la pena traer como ejemplo la conceptualización que hace el semiólogo Greimas en
relación con la unidad del texto, cuando dice grosso modo que “El conjunto redundante de
categorías semánticas que hace posible la lectura uniforme del relato, tal como resulta de
las lecturas parciales de los enunciados después de la resolución de sus ambigüedades es la
isotopía”.

Es tan importante el papel de los conceptos en la producción textual que, a través de ellos,
el sentido se condensa, se sintetiza y se hace implícito; ellos son garantía de los procesos de
memorización lo que los convierte en esenciales tanto al escribir como al leer. Una buena
conceptualización favorece la comprensión y hace posible que quien nos lea pueda
entendernos; pero, quien lee debe ser capaz de construir el sentido que envuelve el
concepto.
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En buena medida, no hay comprensión sin conceptos; de ahí, la estrecha relación que
contraen con las categorías y con las nociones; a través de ellos se segmenta el mundo, se le
ordena y distribuye para hacer un manejo racional de la realidad.2

Por vía de ejemplo y a manera de ejercicio, se puede tomar el concepto de ‘mito’ y elaborar
un mapa conceptual que ilustre o realice la expansión del contenido involucrado en él. Esta
es una buena experiencia que contribuye a la producción de diferentes textos. Con respecto
a esto, surgen tres preguntas: ¿Cuál es la naturaleza del mito: lógica o analógica? ¿Es su
carácter mágico, su unidad es el mito, su forma el relato? ¿Cuáles son sus funciones? La
respuesta a cada una de estas preguntas forma parte del contenido que debería ampliarse en
torno a dicho concepto.

3.2.3 La clasificación

La clasificación es una operación que depende tanto de las categorías como del análisis;
clasificar es, en cierta medida, organizar una serie de elementos en clases de acuerdo con
sus semejanzas y sus diferencias. Esto supone que la comparación y el contraste son
criterios que deben tenerse a la hora de hacer clasificaciones.

Desde un punto de vista lógico, toda clasificación debe ser exhaustiva y excluyente. El
primero de sus atributos especifica que todos los elementos puestos a consideración deben
quedar ubicados en una determinada clase. Es excluyente en cuanto un elemento no puede
pertenecer a dos clases.

Si partimos de las características del concepto: contenido o intensión y generalización o


extensión, la clasificación alude al contenido o a las propiedades del concepto, en tanto que
su asociado, la división, se refiere al conjunto de elementos a los cuales se aplica el
concepto.

Mediante la clasificación y la división se elaboran taxonomías que de manera exhaustiva y


excluyente organizan los elementos (partes o propiedades) de algo que se describe. Para
hacerlo, recurre a semejanzas y diferencias entre los objetos implicados; es decir, utiliza la
comparación o, también, el contraste.

Para ilustrar lo dicho, citemos una de las tesis estructuralista del semiólogo francés Roland
Barthes:

(52) Proponemos distinguir en la obra narrativa tres niveles de descripción: el nivel de las
funciones... , el nivel de las acciones..., y el nivel de la narración...” propuesta en la cual se
conjugan la división que reconoce el número de niveles de análisis y las tres categorías -
2
En relación con las categorías, desde el punto de vista cognoscitivo, se reconocen varios enfoques: clásico,
probabilístico y del mejor ejemplo (Poggioli, 1995). Aunque los autores discrepan en la definición, podemos
asumir de acuerdo con el clásico que “la categoría (se define) como un conjunto de atributos criterio” que
todos miembros de la categoría poseen a diferencia de los no miembros. Sujeto, objeto, rasgo, fenómeno,
causa, esencia, tiempo, espacio, estructura, forma, función, medio, fin, etc. son categorías muy generales a
través de las cuales comprendemos el mundo.
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funciones, acciones, narración- que identifican cada uno de esos niveles. A la vez, se
clasifican por cuanto se denominan características predicativas, actanciales y discursivas que
exploran tanto las semejanzas al interior de cada una de ellas como las diferencias que las
separan.

Si prestamos atención a lo planteado, se puede concluir que clasificar es varias cosas a la


vez: identificar, categorizar, denominar, comparar, contrastar, dividir y organizar. Para
seguir pensando acerca del proceso de producción textual, ¿cómo clasificar los textos
escritos según el propósito comunicativo? De hacerlo, ¿cuáles serían las operaciones que
responden a cada uno de esos propósitos?.

3.2.4 La ejemplificación

Si algunas operaciones previas apuntan, como en el texto expositivo, a la abstracción -


definición, conceptualización y categorización -, la ejemplificación opera por vía contraria;
es decir, su propósito es hacer concreto lo abstracto.

Esto se debe a que, a menudo, sobrevienen acontecimientos y comportamientos que


evidencian regularidades que son susceptibles de repetirse en determinadas circunstancias.
Esta condición nos permite dar ejemplos extendiendo un caso a otro o ilustrando, es decir,
clarificando o ampliando algo a través de sus manifestaciones.

La ejemplificación en un recurso necesario para hacer algo comprensible mediante casos


particulares; en efecto, esta operación es particularización pero, igual, aplicación e
ilustración tienen que ver la extensión de los conceptos. Sin embargo, cabe aclarar que hay
ejemplos generales e hipotéticos que sirven de base a los particulares.

El recurso conectivo más usual de esta operación es “por ejemplo”, a esta se suman otras
expresiones corrientes: ‘supongamos’, ‘para mayor claridad’, ‘con frecuencia’, ‘en todo
caso’, etc. A continuación, se puede leer un trozo relativo a esta operación.

(53) La necesidad social, política y económica de trascender los grupos minoritarios de pertenencia
lingüística supone el dominio de una variedad oral común que recibe el nombre de lengua estándar.
Esta lengua se encuentra representada, por ejemplo, en el conjunto de registros que exponen los
medios masivos de comunicación... . La adquisición de estas dos lenguas, escrita y oral estándar,
constituye un problema central para la didáctica de la lengua, pero en los hechos su tratamiento
metodológico es desparejo (Alisedo y otras, 1994, 140)

Las autoras al referirse a la necesidad de una lengua estándar oral, basada en la lectura en
voz alta y en contraste con la lengua escrita estándar, tratan de ilustrar su conformación con
base en los registros o usos específicos de a lengua en contextos determinados de uso; la
propuesta quiere sentar el criterio de que aquella no debe ser producto de una transferencia
automática del estándar escrito.
57

En suma, la ejemplificación se refiere a la presentación de casos reales e hipotéticos que


concretan, particularizan o clarifican una situación que, de otra manera, se haría
incomprensible.

Con el propósito de ejercitar la ejemplificación en la producción escrita, se podría traer a


colación ejemplos de los principales obstáculos que enfrenta la persona que se inicia en la
escritura; estas dificultades podrían referirse a problemas de planeación, de redacción,
estilísticos o, aún, relacionados con las operaciones; por ejemplo, tropiezos para definir,
clasificar, comparar o explicar.

3.2.5 La explicación

La explicación es una operación típica del texto cuyo propósito sea expositivo. Por lo
mismo, es muy compleja ya que incorpora otros mecanismos como la definición el
análisis, la síntesis, la clasificación, la conceptualización, la categorización y la casualidad.

Ella exige definiciones claras, categorías y conceptos precisos, análisis coherentes,


clasificaciones rigurosas; pero, ante todo, la explicación adopta como operación básica la
causalidad.

Según sean las causas, el procedimiento explicativo podrá variar de la comprobación a la


demostración y de esta a la argumentación. Sin pretender ser excluyentes, la comprobación
requiere pruebas, hechos, datos, experimentos; la demostración exige razones desde el
punto de vista del conocimiento mismo, n tanto que la argumentación recurrirá a criterios
de autoridad, opiniones, testimonios, anécdotas, etc. .

Para mayor claridad, comparemos los dos textos que aparecen a continuación:

(54) La globalización de la economía norteamericana, y el incremento de la productividad, con las causas


responsables de su alto nivel de desempleo. A su turno, esto ha llevado a una inversión improductiva
que deprime la taza de ganancia y contrae la inversión privada. Por estos dos fenómenos el mercado
de trabajo y el mercado de capitales resultan imperfectos en los EE.UU. ....(Jorge Child, “Crisis de la
globalización”, en El Espectador, 7 de febrero de 1993, p.4B)

(55) ....Romanticismo es libertad, predominio de las tendencias autónomas de la conciencia, exaltación


del Yo; pero es claro que a nada de esto se hubiera podido llegar si ya las inteligencias no hubiesen
comenzado a remover, con grande esfuerzo, preocupaciones políticas y ataduras sentimentales que
las mantenían atadas a los viejos cánones de la servidumbre. La libertad que proclamó el
Romanticismo indica que ya existía una libertad previa, que era la de las almas, pues la literatura no
es un fenómeno anterior sino posterior a la vida del espíritu... . (Rafael Maya, Obra crítica, Bogotá,
Banco de la República, 1982. Tomo I, pp. 36-37).

Los textos anteriores ilustran tanto la explicación como la causalidad. Child, al referirse al
tema económico, plantea que las causas del desempleo son la globalización y el incremento
de la productividad; luego señala la consecuencia de esto y termina con una generalización.
Sin duda, su razonamiento es lógico. A diferencia de este, el maestro Maya presenta
58

argumentos basados en apreciaciones subjetivas a través de los cuales pretende justificar su


manera de pensar. Así, el Romanticismo tiene su germen en la “libertad de las almas”, muy
a pesar de las razones históricas iniciales.

A todo esto cabe hacer la pregunta: ¿Cómo podrían clarificarse las causas que impiden que
el proceso de escritura se convierta en uno de los principales logros educativos en la
Educación Básica? ¿Qué causas impiden a los maestros concentrar su esfuerzo en este
proceso? ¿Por qué la escuela no lo propicia? Estas son preguntas que al contestarse nos
comprometen con el acto de saber pensar la escritura y de ejercer consciencia sobre su
realización, como uno de los ingredientes básicos que puede contribuir al mejoramiento de
la calidad de la educación colombiana.

3.2.6 La comparación

La comparación es una operación basada en la relación semejanza/diferencia entre


característica propias de un objeto; esto supone que comparar es relacionar un objeto o
proceso con otro, en atención a las propiedades o cualidades que los identifican con un
determinado género o a aquellas que obligan a excluir a uno de ellos de una determinada
clase.

Esta es la operación que da origen a la clasificación y a las taxonomías de que, por ejemplo,
ha hecho gala la lingüística estructural. De hecho, es una operación que el hombre realiza a
menudo y que tiene un gran poder constructivo para el conocimiento. Gracias a ella, el
hombre aprehende lo desconocido a partir de lo conocido, compara unas cosas con otras,
establece contrastes, diferencia, discrimina entre características, incluye diversos objetos
dentro de una misma clase, categoriza y ordena elementos.

3.2.7 La causalidad

La causalidad es un tipo de relación de sentido que se fundamenta en tres tipos de


relaciones: causa/efecto, razón/consecuencia y motivo/acción. Desde este punto de vista, la
causalidad puede ser física, lógica y psicológica, dependiendo de si la causa se localiza en
el mundo externo, se atiene al pensamiento lógico o depende de experiencias vitales de los
individuos.

Si nos atenemos a planteamientos de Piaget (1977), la causalidad puede adoptar tres


formas: física, lógica y psicológica, según se fije la atención en la realidad empírica, se
atienda al razonamiento o a la subjetividad. Es decir, la casualidad puede apuntar a causas
propiamente dichas, a razones o a motivos.

En consideración de lo anterior, este tipo de relación fundamenta la comprensión del


sentido en su doble dirección: como explicación y como interpretación. Como explicación
física la causalidad apunta a evidencias, hechos, observaciones, datos, etc., que conducen
inductivamente a desplegar el sentido. Como explicación lógica apela a conceptos,
59

nociones, axiomas, generalizaciones, modelos que deductivamente conducen a


conclusiones y aplicaciones de dichas premisas.

3.2.8 El análisis y la síntesis

Aunque de manera general el análisis se entiende como la descomposición de un todo en


sus partes, es necesario reconsiderar esta visión. Las partes se ordenan y funcionan en todo,
lo que hace pensar que el análisis es una operación compleja. Por eso, requiere el concurso
de otras operaciones como la definición, la conceptualización, la categorización, la
descripción, la clasificación, la casualidad, etc.

De este modo analizar es descomponer pero sin perder de vista el todo, relaciones, niveles
de organización, características, planos, funciones. Por ejemplo, cuando analizo un texto
debo tener en cuenta su género, el mensaje que trasmite, sus partes, su estructura, los
procedimientos que sigue, las características de estilo, los niveles de sentido, la estructura
temática, las operaciones que realiza, la cohesión, la coherencia, los discursos que contiene,
etc.

Si analizamos el mito se puede identificar su calidad de lenguaje, de concepción


precientífica del mundo, su relación con la vida y con la poesía, los elementos teóricos y
poéticos, sus relaciones con la creencia, el mundo de tensión, creencia y acción que
involucra, el carácter simpatético, la visión sintética, etc.

La importancia del análisis en la producción textual es inocultable; al seleccionar un tema,


lo primero que debo de hacer es analizarlo; así sabré cuáles son sus componentes y cuáles
debo escoger; sabré’, también, cuál su posición dentro del todo, su nivel de organización,
sus relaciones con otros elementos y sus funciones. Por ejemplo, un plan temático es, en
efecto, una estructura analítica.

A nadie puede extrañarle lo mucho que el análisis aporta en la comprensión de un tema o


de un objeto; su papel en la sistematización del conocimiento es trascendental, máxime
cuando esta asociado a la síntesis. Análisis y síntesis forman una pareja indisoluble. En
esto, se parece a ellos el texto cuando expande -analiza- y condensa - sintetiza - la
información; al igual, este vínculo es estrecho con la definición que analiza y la
conceptualización que condensa. Analizar, entonces, no es sólo descomponer; es, también,
recomponer mediante la síntesis.

3.3 El punto de vista

Este es un asunto acerca del cual aún no se tiene suficiente claridad. En general, indica el
punto de mira desde el cual se avista un problema y cuál es el sentido comprendido en las
relaciones que contrae con otros factores. Las relaciones son estructuras cognoscitivas que
conectan, al menos, dos elementos, a partir de sus semejanzas o diferencias; tales
semejanzas y diferencias se sostienen en un núcleo, eje o dimensión. Asimismo, obedecen
60

a dos concepciones: las combinaciones o las diferencias sistemáticas, aspectos que, en el


caso de la lingüística, se expresan mediante los planos sintagmático y paradigmático.

Puesta en consideración la diversidad de elementos y de ejes, los tipos relaciones pueden


establecerse sobre combinaciones o diferencias; en términos semiolingüísticos, la
organización puede asentarse sobre el eje de los sintagmas o el eje de los paradigmas. Tal
organización responde a las formas de existencia de la realidad: el tiempo y el espacio y
constituye una aplicación de principios cartesianos que soportan el peso de la Modernidad.
Además, de las relaciones de orden, jerarquía, identidad y simultaneidad, existen otras de
orden espaciales, temporales, corporales, etc. que, en la práctica, facilitan la organización
del mundo y sus dimensiones.

Las redes lógicas y analógicas del sentido configuradas alrededor de relaciones pueden
operan por oposición exclusiva, o someterse, respectivamente, a la oposición.3 A la larga,
una operación es un tipo de relación entre conceptos o imágenes. Esta manera de advertir el
papel de las relaciones en la configuración del sentido, consiste en presentar dos textos,
establecer los nexos de sentido y analizarlos en cuanto al grado de participación en la
coherencia o en la organización de la información que suministran. No sobra recordar que,
aunque en ambas redes hay pensamiento, el uno es discreto y se basa en la diferencia
mientras que el otro se sustenta en el sincretismo, en lo difuso. Esto nos permite reconocer,
al menos, cinco puntos de vista.
3.3.1 El punto de vista lógico

El punto de vista lógico se desarrolla en torno a relaciones cognoscitivas o de sentido de la


misma naturaleza. En calidad de tal, cumple papel definitivo en la descripción y
construcción de los ámbitos del sentido. Desde esta perspectiva, se puede afirmar que el
pensamiento es un proceso que consiste en relacionar de diferente manera conceptos e
imágenes entre sí. Por lo tanto, la enseñanza del pensamiento incluye el desarrollo de la
capacidad del estudiante para apelar a estructuras cognoscitivas que ligan conceptos,
imágenes, categorías, juicios, ideas, etc.

Las relaciones son estructuras cognoscitivas que conectan, al menos, dos elementos, a
partir de sus semejanzas o diferencias; tales semejanzas y diferencias se sostienen en un
núcleo, eje o dimensión. Asimismo, obedecen a dos concepciones: las combinaciones o las
diferencias sistemáticas, aspectos que, en el caso de la lingüística, se expresan mediante los
planos sintagmático y paradigmático. Puesta en consideración la diversidad de elementos y
de ejes, los tipos relaciones pueden establecerse sobre combinaciones o diferencias; en
términos semiolingüísticos, la organización puede asentarse sobre el eje de los sintagmas o
el eje de los paradigmas. Tal organización responde a las formas de existencia de la
realidad: el tiempo y el espacio y constituye una aplicación de principios cartesianos que
soportan el peso de la Modernidad. Además, de las relaciones de orden, jerarquía,

3
Nos referimos a la oposición como operación analógica de carácter reductor no disyuntivo y no a la relación
de diferencia distintiva en que se sustenta la mirada sistemática de la lingüística, por ejemplo.
61

identidad y simultaneidad, existen otras de orden espaciales, temporales, corporales, etc.


que, en la práctica, facilitan la organización del mundo y sus dimensiones.4

Un ejemplo evidente de este tema lo encontramos en la lingüística. El punto de vista del


estructural difiere en muchos aspectos del transformacional. El estructuralismo se rigió por
principios como la inmanencia, la inducción y el formalismo con fundamento positivista:
entre tanto, la GGT optó por la trascendencia, la deducción y, aunque fue igualmente
formalista, introdujo criterios funcionales (semánticos) y se basó en el racionalismo.
3.3.2 El punto de vista psicológico

Atendiendo a la sensibilidad y a la imaginación, como dos grandes campos del ejercicio


psíquico, el punto de vista psicológico representa las relaciones que el hombre contrae
consigo mismo, con el otro y con el mundo, desde diferentes niveles de su interioridad. En
el plano de la sensibilidad, se destacan lo sensorial, lo sensual, lo sensible, lo impresivo y lo
expresivo. En el plano de la imaginación, nos encontramos con las dimensiones simbólica,
mítica y fantástica. El punto de vista sensorial comprende el ejercicio pleno de la
capacidad perceptiva de los sentidos externos. El sensual obedece al ejercicio pulsional de
los instintos de vida y de muerte, en relación con la búsqueda del placer, el retorno de lo
reprimido, la sublimación de obsesiones y carencias, desde el deseo y el sueño. El sensible
es la captación profunda de la realidad como totalidad sincrética que intenta visiones
completas del objeto artístico.

La impresión es la visión de presencias sugerentes que provocan el éxtasis y la


contemplación del mundo que se aviva en el recuerdo o se ensueña como vivencia feliz en
el pasado del poeta, que renuncia a la utilidad en favor de la exquisitez formal. 5 Por
último, el punto de vista expresivo responde a la creación de visiones en donde es
imposible tenerlas, visiones que descomponen los objetos y los recombina a su acomodo,
deformándolo para revelar poderosos procesos de conciencia y de percepción psíquica
frente a lo físico.

Desde el punto de vista de la imaginación, además de los mitos, los símbolos y la fantasía,
una de sus fuentes son los imaginarios. El imaginario es un centro creador de sentido que
obedece a leyes primarias de organización del conocimiento. (Oñativia, 1978: 116) En el
imaginario, se elaboran de manera singular las angustias, intereses y deseos
experimentados por el hombre, los cuales le plantean problemas desde sus raíces y colocan
en situación límite su existencia. La función del imaginario no es develar o hacer
inteligible la realidad a través de la reflexión; al contrario, su papel es disimularla, revestirla
de valor y sentido por primera vez, inyectando a las cosas y relaciones entre los hombres de
4
Lo anterior no debe hacernos olvidar que las estructuras cognoscitivas no se reducen solo a la lógica. Las
hay también de carácter analógico. No sobra recordar que, aunque en ambas redes hay pensamiento, el uno es
discreto y se basa en la diferencia mientras que el otro se sustenta en el sincretismo, en lo difuso.
5
De este modo, la vida se hace bella cuando el poeta se desconecta de las maneras tradicionales de percibirla
y la satura con su sensibilidad, apelando a imágenes, símbolos, recuerdos, ensoñaciones, impresiones, etc.,
que producen una visión artística a través de la forma estética.
62

catexias (fuerzas expresivas) primarias que involucran valores, cargando de afectividad la


realidad.

3.3.3 El punto de vista ideológico

El punto de vista ideológico es un ámbito sincrético que así como adopta conceptos y
principios de orden lógico, se apropia de igual manera de valores y visiones de mundo
para configurar un universo de sentido en donde prevalecen las ideas en función del poder.
La ideología es la configuración semiodiscursiva del sentido, producida de acuerdo con
intereses de clase y que sirve de contexto a la práctica social de los miembros.

La ideología forma mensajes y discursos, en cuyo origen clasista se cruzan simbolismos e


imaginarios y conceptualizaciones que pesan en el proceder social de las personas, y que
están ampliamente condicionadas por aparatos e instituciones.

Las ideologías nacen en las clases, se revelan en los conflictos entre clases, responden a
intereses de clases y operan mediante tácticas y estrategias de clase. Tendrán mucha mayor
fuerza cuanto mayor sea el poder de una clase y mayor el esfuerzo y el papel de las
estrategias para presentar su interés como el de todas las clases. Esto revela dos cosas: a)
las condiciones de vida de clase y, b) la relación jerárquica entre la clase dominante y las
demás. El modo de vivir burgués, el saber, la ciencia, los principios éticos, se muestran
como los mejores. De ahí, la derrota del mito y del héroe como concepciones que, por
ejemplo, dan lugar a la novela en simultánea con la burguesía.

La ideología nos instala en el terreno histórico-social cuyo horizonte demarca lo percibido


y sirve como patrón de referencia a lo contemporáneo. La ideología nos presenta el mundo
como un conjunto infinito de posibilidades, pero les impone una norma, unos principios,
unas maneras de verlo, unos puntos de vista específicos. Ese conjunto configura el
horizonte ideológico o campo del conflicto de los discursos y las acciones sociales. Es el
campo de confrontación de las prácticas sociales donde se procesa los ideologemas
particulares al contenido cognoscitivo, ético y estético. Por su parte, el ideologema es el
producto ideológico o un momento del horizonte ideológico materializado. Habrá,
entonces, ideologemas filosóficos, epistemológicos, éticos, psicológicos, históricos, etc.

En síntesis, el punto de vista ideológico instaura las ideas como centros desde los cuales se
irradia y se justifica el poder.

3.3.4 El punto de vista espacial

El espacio no es solo el lugar de la actividad y las prácticas humanas. El espacio se


semiotiza, es decir, cobra sentido en la medida en que en el se marcan las huellas del
hombre. El orden espacial especifica la descripción y la mirada desde el interior o el
exterior, de lo superior y lo inferior; de atrás y adelante; de izquierda a derecha; de cerca o
de lejos; del espacio englobado y englobante; en fin, del espacio real o del espacio utópico.
Del espacio del goce al espacio de la angustia y la desesperación, del espacio doméstico
63

para la alimentación, para el baño, para el descanso, etc. Del espacio como cárcel o como
templo, público o íntimo.

3.3.5 El punto de vista temporal

Algo similar ocurre con el tiempo. Por ejemplo, la concepción del tiempo fue fundamental
en la aparición de la historia y la novela en los principios de la modernidad. El tiempo
también ha sufrido un proceso de semiotización que adopta la dirección sígnica o la
simbólica, es decir, se caracteriza como tiempo lineal o cíclico. De la misma manera que el
hombre mide el tiempo y lo reduce a cronología, el tiempo también se vive y se valora, se
sufre y se goza.

El plano cronológico puede ser lineal o cíclico, de antes a después, del pasado a presente,
del presente al futuro; también se podrá organizar el tiempo por épocas o períodos o
siguiendo el curso de los acontecimientos; asimismo, se puede sincretizar anulando las
diferencias o, simplemente, rompiendo el orden temporal, en cuanto a la frecuencia y a la
duración de los acontecimientos. De igual modo, se puede estirar de acuerdo con la
vivencia que afecta la duración, la frecuencia; pero el tiempo también se sufre y se goza,
puede causar angustia, desesperación, puede sentirse que pasa demasiado rápido o que se
alarga en demasía, etc.

Resulta útil, en términos de lectura literaria, distinguir el enfoque sensorial de Rojas Herazo
de la visión imaginativa de García Márquez; o el manejo de los espacios íntimos, cerrados
de Moreno Durán frente a los abiertos de García Márquez o Mejía Vallejo. Estos temas, sin
duda, ayudan a comprender la complejidad del discurso y aportan miradas para orientar los
procesos de pensamiento, interacción, lectura y escritura, en torno a los cuales gira la
pedagogía del lenguaje, sobre todo en su acepción verbal.

Lectura complementaria
“Sujeto, espacio y tiempo en el discurso”, en Lozano y otros. Análisis del discurso, Madrid,
Cátedra, 1986. Pp. 89-109.
Cuestionario
1. Con base en los planteamientos hechos en este capítulo, identifique el papel que
cumplen las operaciones en el discurso.
2. Defina la noción ‘punto de vista’, identifique sus formas y aplíquelas a un texto
específico.
3. Con base en el anterior ejercicio, proponga la diferencia entre el texto analizado y
otro texto con miras a identificar la superestructura o naturaleza de género.
4. Relacione las operaciones y los puntos de vista con el trabajo de pensamiento y
establezca su papel en la escritura y en la argumentación.

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