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Orozpe Ramírez, Jessica Desirée

Arte moderno y contemporáneo de México II


Dra. Rebeca Barquera
Tres proyectos de Carla Rippey

El arte del siglo XX en México tiene como principal característica la ruptura entre la vieja

producción artística, por una mucho más moderna y con un carácter más mexicano. Es decir,

los artistas de las primeras décadas del siglo XX se preocuparon por rescatar elementos

prehispánicos, aunque su mercado de alguna manera denotaba tintes de transformación

social.1 A partir de los años siguientes, en México se produjo un arte mucho más apegado a

las necesidades sociales del país, de manera que, mediante la plástica, se pudieran expresar

dichas preocupaciones.

Sin embargo, ese acelerado cambio en lo cultural se vio menos reflejado en el arte

feminista, puesto que no fue sino hasta a partir de la década de los ochenta cuando grupos

colectivos de mujeres comenzaron una producción con bases feministas mucho más sólidas.2

Incluso desde antes, ya se había comenzado con la incorporación de mujeres a espacios

dedicados a hombres, como lo eran las aulas o incluso espacios artísticos.3

No obstante, una vez que el feminismo comenzó a agarrar más fuerza en el país, el

arte feminista se fue concibiendo como una rama mucho más natural, y con propuestas

estéticas apegadas a la tendencia cultural de la época, siempre enfocados en representar a la

mujer desde una postura diferente, así como reflejar problemáticas desde una perspectiva de

género. En este ensayo, por lo tanto, tomaremos de ejemplo el arte de Carla Rippey,

1
De acuerdo a lo visto en el curso.
2
Mónica Máyer, “De la vida y el arte como feminista”, en Karen Cordero Reiman e Inda Sáenz (comp.), Crítica
feminista en la teoría e historia del arte, introducción por Karen Cordero Reiman e Inda Sáenz, México,
Programa Universitario de Estudios de Género/Universidad Iberoamericana/Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes/Fonca y CURAR, 2007, p. 401-414.
3
En la referencia anterior, Mónica Mayer narra lo difícil que fue su integración como artista en espacios
destinados a hombres. En el mismo artículo, menciona una anécdota en la que participó en un evento de
conmemoración a mujeres artistas y en el mismo, la participación resultó en su mayoría ser masculina. Esta
experiencia, explica ella, la llevó a ser víctima de comentarios machistas que en ese tiempo se consideraban
como un argumento correcto.

1
concretamente Don’t try this at home (figura 1), para hacer un estudio de los intereses

personales de la artista, así como de México en general sobre el arte feminista.

En este sentido, para poder entender las propuestas artísticas de Carla Rippey, es

necesario estudiar un poco del contexto histórico en el que se incorporó al arte feminista. Al

inicio de su carrera no se vio interesada en propuestas de carácter social, pero no fue hasta su

viaje a México (por su matrimonio con un estudiante mexicano) que se empapó del contexto

cultural de la época.4

Asimismo, Carla Rippey se adentró en un contexto feminista, como cuando Sylvia

Pandolfi fue una figura influyente durante las tres últimas décadas del siglo XX, con su

especial incorporación a la dirección del Museo de Arte Carrillo Gil. Su acercamiento al

museo le permitió exponer en sus instalaciones en diversas ocasiones, como en Filosofía

barata, montada en 1985, esta última bajo la dirección de Pandolfi,5 además Resguardo y

resistencia, expuesta en el 2016.

Sin embargo, el desarrollo un poco tardío del arte feminista, llevó al grupo de mujeres

a producir obras que no fueron tan bien recibidas dentro de la academia. Esto, por dos

principales razones; la primera, que los performances feministas apenas se estaban

concibiendo como algo válido6 y, segundo, que Carla Rippey apenas estaba descubriendo la

técnica con la que se sentía más cómoda. El arte figurativo característico de ella, ha

4
Lorena Zamora Betancourt, “Carla Rippey”, en El imaginario femenino en el arte: Mónica Mayer, Rowena
Morales y Carla Rippey, México, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2007, p. 93-121.
5
De acuerdo con investigaciones personales realizadas en mi Servicio Social.
6
Regresando al artículo escrito por Mónica Mayer, ella menciona que “La época de oro del arte feminista en
México fue a principios de los ochenta, tanto así, que incluso la revista Fem dedicó un número a la mujer en el
arte. Para mí, fue un momento muy importante, porque algo que siempre me ha preocupado es la falta de
comunicación entre el feminismo político o académico y el arte feminista”, Karen C. e Inda Sáenz, Crítica
feminista, p. 407-408.

2
evolucionado a lo largo de los años hasta que presentó propuestas estéticas como las que

estudiaremos en este ensayo. Lorena Zamora Betancourt dice lo siguiente al respecto:

Su estilo figurativo se ha mantenido al margen de los parámetros artísticos en boga de las últimas
décadas del siglo xx, sin que esto le reste vigencia a su producción; inventa, a partir de fragmentos que
conservan esencias del pasado, protagonistas que poseen tintes filosóficos y sociológicos y construye
escenarios con los que logra evocar situaciones emocionales. Así, las figuras dicen más de lo que puede
verse a simple vista, como si trataran de revelar algo o de reencontrarse con algo.7

El arte figurativo de Don’t try this at home es evidente al momento de observar la

imagen. Un espectador sin el antecedente curatorial que hizo Carla Rippey para el montaje

de su exposición no puede entender tan fácilmente la obra a la que se afrenta. En la

transferencia, se pueden observar una serie de imágenes en x-ray en las que se puede observar

objetos punzantes o agujas atravesando el cuerpo de una persona. Por supuesto, la imagen

resulta agresiva a los ojos puesto que, si bien no se puede conocer la historia de la persona

que la llevó a tener esos objetos incrustados en su cuerpo, se puede concluir que fue víctima

de una agresión.

En otras palabras, el arte figurativo de Don’t try this at home se encuentra presente

puesto que no es fácil adivinar el motivo de la obra, aunque sí su historia. Esta imagen se

puede abordar desde diferentes interpretaciones como: el estudio de la anatomía humana,

posibles objetivos de investigación donde se han encontrado objetos curiosos dentro del

cuerpo humano, hasta actos violentos que llevan a este tipo de consecuencias.

Por supuesto, la primera afirmación que se puede hacer como espectador es que se

trata de un ser humano, y esta puede ocurrir por un acercamiento básico a la anatomía humana

como los disfraces que encontramos en Día de Muertos donde vemos representados

esqueletos humanos. Sin embargo, de ahí en adelante, solo personas especializadas pueden

inferir de si se trata de una mujer o un hombre. En este caso, tras una breve investigación, se

7
Lorena Z., El imaginario, p. 99.

3
puede confirmar que se trata de anatomía femenina, dado que la pelvis representada en el

cuadrante inferior de la imagen tiene un aspecto mucho más ancho a diferencia de la

masculina, que tiene un ángulo mucho más angosto.8

El arte figurativo, que se propone en su teoría representar personas, animales o incluso

aspectos de la naturaleza sin concebirlos de manera absoluta, fue una rama del arte

contemporáneo que ganó tendencia a partir de la ruptura artística mexicana. Por lo tanto, en

Don’t try this at home, si bien podemos visualizar los rayos x de una figura humana, no

podemos afirmar que estamos viendo directamente a lo que conforma a una persona. Es decir,

aunque la mayoría conocemos la constitución ósea de los seres humanos, es imposible

observar directamente a una persona por su esqueleto y, mucho menos, verle interactuar de

esta manera. Así, esta obra pertenece a la rama del arte figurativo porque plantea la esencia

del cuerpo humano, sin representarla de la manera que conocemos normalmente, es decir, lo

que la hace humana.

Asimismo, la omisión de presencia del personaje es un rasgo común en las obras de

Carla Rippey, de acuerdo con Lorena Zamora, quien dice lo siguiente:

Omitir la mirada del personaje aparece con reiteración en sus obras, sea con un vendaje, con un brazo
que cubre la faz, dibujando los ojos cerrados o con cualquier otro elemento, como un rectángulo negro
que suele utilizarse para encubrir la personalidad de un sujeto ante los demás, el mismo que funciona
en otros contextos como “censura”; incluso, a veces, los ojos quedan excluidos del cuadro con cabezas
de medio rostro de los que sólo se ven nariz, boca y barbilla. Esta omisión, con toda la carga expresiva
que puede poseer, cede al resto de la figura y sus componentes dentro de la obra la cualidad de exponer
y significar emocionalmente.9

En el caso de Don’t try this at home podemos observar este aspecto característico de

las obras de Carla Rippey, puesto que en ningún momento vemos representada a una persona

como tal. Es cierto que se puede observar en la imagen la representación de la anatomía de

8
En realidad, es difícil citar una fuente concreta en este párrafo, pero basta buscar en Google “diferencias entre
pelvis femenina y masculina” y aparecerán ejemplos visuales de lo que me refiero.
9
Lorena Z., El imaginario, p. 99.

4
una mujer o un hombre (ya confirmamos anteriormente que se trata de una pelvis femenina),

no obstante, no se pueden encontrar los otros aspectos que conforman la esencia del ser

humano, los cuales pueden ir desde los rasgos faciales que caracterizan a una persona, como

otros aspectos visuales como la ropa o el cabello.

De hecho, la propuesta de Zamora citada anteriormente y donde dice que las obras de

Carla Rippey poseen una carga emocional muy fuerte resulta cierta para esa obra, puesto que

si bien no podemos medir las emociones en el rostro de la persona, como espectador se puede

observar la agresión sufrida hacia ella. Es decir, resulta emocional en el sentido en el que, al

ser testigos de la agresión que sufrió este sujeto, puede evocar en el espectador un sentimiento

compasivo o de lástima, razón por la cual se trata de una obra emocional.

No obstante, también no hay que dejar de lado que la omisión de sujeto en su obra

puede ser por las ideas feministas de las cuales se ha empapado la autora. El feminismo, en

varias ocasiones se ha planteado no hacer una revictimización de las personas que sufrieron

de algún tipo de agresión, razón por la cual se evitan carteles publicitarios donde se da a

conocer la historia en la que fue vulnerada la persona, además de que no se permiten

publicaciones de cierto tipo.10

En este caso, en Don’t try this at home, Carla Rippey nos presenta a un sujeto sin

nombre e identificación (por los elementos arriba mencionados), pero del cual podemos

simpatizar fácilmente. Es decir, el arte figurativo de la autora propone que no es necesario

conocer la identidad de una persona para generar un sentimiento de compasión hacia la

10
En este caso me refiero a aquellas publicaciones que a veces aparecen en redes sociales como Instagram o
Facebook y que plantean algo como “Ojalá no sea yo un día”, “Si me desaparecen, búscame en […]”, entre
otros ejemplos. Esto no se permite en el feminismo actual puesto que además de revictimizar a las jóvenes que
sufrieron de un acto violento, también es poco sensible para las familias el encontrar a personas compartiendo
este tipo de publicaciones, cuando secretamente no desearían que algo así le pudiera pasar a un desconocido.
En realidad, en este párrafo estoy imprimiendo mi visión personal del asunto, aunque sí fundamentado con ideas
feministas actuales.

5
misma, puesto que simplemente al conocer la agresión de la que fue sujeta, puede generar

una reacción esperada en el espectador.

Asimismo, al momento de estudiar la imagen como espectador, realmente nos

encontramos frente a la agresión y no como tal ante el sujeto. Es decir, uno de los

planteamientos feministas más característicos, así como de la producción personal de Carla

Rippey, es que se pone sobre la mesa aquellos incidentes en los que se han agredido

personajes (tanto femeninos como masculinos), sin representar el sujeto como tal. Por lo

tanto, al no dotarle de identidad al personaje representado, le permite al espectador

concentrarse en aquello en lo que debe reflexionar.

En este caso, se puede meditar en la historia que llevó a la joven representada a ser

violentada, en lugar de su persona como tal. Por tanto, Carla Rippey tras haber hecho una

exhaustiva investigación para reunir materiales para su exposición, se topó con la historia de

una mujer agredida por sus abuelos, después de que ellos le insertaran agujas en el cuerpo

para así poder matarla y continuar con la concepción de un hijo varón.

De entrada, no es muy difícil encontrar el objetivo feminista de esta historia, puesto

que por décadas se consideró como algo malo tener hijas, a diferencia de los varones, quienes

en ese momento servían como proveedores del hogar. Rippey, entonces, nos permite estudiar

la historia desde su perspectiva más violenta, sin presentarnos como tal a la víctima. Esto a

su vez reproduce un arte muy apegado al feminismo, puesto que plantea la reflexión de que

no hay que concentrarnos en el sujeto representado, sino en aquello que busca representar.

Sin embargo, la exposición dentro de la cual se mostró esta obra, también enseña otros

aspectos del feminismo como contraparte a la violencia de género. Carla Rippey dice lo

siguiente:

6
El lingüista George Lakoff asentó en su libro Women, Fire and Dangerous Things que en la lengua de
un grupo aborigen de Australia, el dyirbal, hay cuatro géneros. En uno, los elementos principales son
las mujeres, el fuego y los objetos peligrosos. Encontré este dato hace unos diez años, y me llamó la
atención porque lo integrado a este género coincide con la temática que he explorado en mi producción:
las mujeres son una constante de mis imágenes. Aunque lo más común es que aparezcan vulneradas,
en contadas ocasiones blanden objetos peligrosos […].11

En otras palabras, lo femenino no es relativo con lo sensible, ni con lo débil, agredido,

vulnerado, entre otros adjetivos negativos. Más bien, las mujeres aparecen como sujetos en

historias donde se las concibe sí, como víctimas de una agresión, pero también capaces de

convertirse en sujetos “violentos”. Con esto, no quiero decir que las mujeres perpetúen actos

violentos, sino que también son capaces de ser vinculadas con objetos que generalmente se

consideran agresivos, como lo es el fuego y el acero.

Sin embargo, el arte de Rippey también es expresionista, puesto que podemos

encontrar sus intereses y motivaciones en las imágenes seleccionadas. En este sentido, hay

que recordar que Carla Rippey realizó la selección de imágenes para esta exposición de

manera personal. De esta forma, fue reuniendo diferentes materiales visuales en los que se

representaba a mujeres en diferentes instancias de la vida cotidiana, y montó la parte

curatorial de su exposición. Lorena Zamora dice al respecto:

Así, Rippey no descarta la idea que su obra sea muy personal, porque reconoce su cualidad interiorista
no obstante que pocas veces usa alguna fotografía de sí misma; sin embargo, suele identificarse con
ciertos personajes que a pesar de ser anónimos y desconocidos la conducen a proyectarse en ellos. En
todo caso, son imágenes que le impactan porque le remiten a experiencias y sensaciones pasadas y las
reelabora como una manera de recuperar lo perdido, los lugares en que ya no está, o hacerlos propios
cuando no le pertenecieron y siente la necesidad de apropiarse de ellos.12

De acuerdo con lo anterior, no se desea inferir en que Carla Rippey pudo haber sufrido

algún tipo de agresión de este tipo, sino que más bien, como cualquier otra mujer

perteneciente a un colectivo feminista, se identifica con los sujetos de su obra dado que como

11
Carla Rippey, “Mujeres, fuego y objetos peligrosos”, Periódico de poesía, México, 24 de mayo de 2021,
consultado en línea el 01 de junio de 2023.
12
Lorena Z., El imaginario, p. 102.

7
mujeres hemos podido recibir algún tipo de acto o comentario violento a lo largo de nuestras

vidas, simplemente por el hecho de ser mujeres.

En este sentido, el arte que propone Carla Rippey ayuda a desentrañar una de las

problemáticas más indignantes dentro de la historia del arte tanto en México como en el

mundo: la manera en la que se ha concebido a la figura femenina dentro de una obra artística

o en el mercado de arte. Las mujeres han sufrido violencia de género, y en cierto momento

de la historia, se les prohibió estudiar en academias de arte como en San Carlos, razón por la

cual tuvieron que buscar otros medios para dedicarse a algo que se consideraba como una

“pasión femenina” en lugar de una profesión.13

La teoría del arte feminista se ha preocupado desde su creación por darle un papel a

las mujeres más activo tanto en la academia, como en las obras artísticas. Esta rama de la

historia del arte ha analizado desde un punto de vista más deconstruido la forma en la que se

había concebido el arte antes del siglo XX, llegando a la conclusión de que el mundo artístico

estaba liderado por hombres y dirigido hacia los mismos. Así, a las mujeres se les había

delegado hacia un papel mucho más pasivo, concibiéndolas en su mayoría de veces como

musas. En ese momento, cuya estructura contenía ideas muy patriarcales, se veía mal que las

mujeres pudieran ser artistas también, y que crearan un arte distanciado de aquellas ideas.

No obstante, el arte feminista también ha realizado estudios en los que ha

problematizado la forma en la que las mujeres habían sido concebidas por hombres en las

obras artísticas. Si se hace un recuento de las pinturas u otras obras de diferente soporte en

13
En este caso, Rosario Cabrera participó en las llamadas “Escuelas de Arte al Aire Libre” en el que se enseñaba
técnicas artísticas a jóvenes, principalmente a mujeres. Sirvió como una herramienta para que mujeres pudieran
acceder al conocimiento artístico sin necesariamente pertenecer a la Academia de San Carlos. Laura González
Matute, Escuelas de Arte al Aire Libre y Centros Populares de Pintura, México, Centro Nacional de
Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas/CENIDIAP/Dirección de Investigación y
Documentación de las Artes, 1987, 194 p.

8
las que el sujeto principal fuera femenino y hubieran sido creadas por hombres, se llegará a

dos conclusiones: que ese personaje femenino poseía características físicas que no pueden

ser concebidas en el mundo real y que, a su vez, le daba la oportunidad al espectador de

sexualizarla con la excusa de que “estaba disfrutando del arte”.

Así, al contrastar obras creadas tanto por hombres como mujeres, se podrán observar

importantes disparidades. Primero, que las mujeres se conciben a sí mismas en un plano

mucho más natural, a diferencia de los hombres que, como mencioné en el párrafo superior,

conciben personajes femeninos con pieles muy blancas e incluso cabelleras largas, brillantes

y de colores claros. Este fue un aspecto muy importante en el arte del renacimiento, donde

se representó a Eva con piel muy clara, y siempre en una posición inferior a la de Adán.14

Sin embargo, ¿por qué esto es tan importante para el estudio de la obra analizada en

este ensayo? Por una razón muy importante: el señalar cómo se puede concebir sujetos

femeninos dentro de la perspectiva de una mujer. Un hombre inmerso en ideas patriarcales

pudo haber representado a las mujeres de la exposición de Rippey de una manera particular,

esto es: hubiera colocado la identidad de las mujeres vulneradas sin apelar a su deseo de

permanecer anónimas, además de colocarlas como sujetos débiles que son agredidos todo el

tiempo.

En este caso, Carla Rippey presenta una obra dentro de una exposición, en la que

coloca a la mujer en sus dos extremos: en la parte vulnerable y agredida por la violencia de

14
Un ejemplo mucho más claro de lo que argumenté aquí son las obras que se presentan en el Museo Nacional
de San Carlos, dentro de su colección permanente. Al caminar hacia el área donde se encuentran las pinturas
renacentistas, podemos encontrar representadas mujeres con pieles muy blancas y cabelleras rojizas y largas.
Sin embargo, un autoretrato contrastante es el que encontramos de Pilar Calvo, donde ella misma se representó
de una manera descuidada: tiene el cabello despeinado, se le pueden ver las muy ligeras arrugas en la piel,
además de que el cuadro en general no posee simetría.

9
género y, como contraparte, en aquella perspectiva en la que se puede vincular a las mujeres

con objetos violentos.

Por lo tanto, Carla Rippey es uno de los muchos ejemplos de arte feminista que se

han producido en el país durante los últimos años. En Don’t try this at home podemos

encontrar una obra en la que se representa a la mujer de manera diferente a la perspectiva

masculina, colocándola tanto en la parte vulnerable de su ser, tanto en aquella en la que se la

puede vincular con “objetos peligrosos”.

Sin embargo, Carla Rippey a su vez innova en el sentido en el que continúa

reproduciendo obras dentro del arte figurativo, puesto que plantea una reflexión más

enfocada en la problemática presentada, en lugar del sujeto que aparece representado. Al

haber colocado las radiografías de la víctima de origen chino que fue agredida de sus abuelos

en lugar de colocar su imagen facial, Carla Rippey invita al espectador a desapegarse de aquél

elemento identitario común en la historia del arte tradicional y propone una “ruptura” en el

análisis de obras artísticas.

10
Carla Rippey, Don’t try this at home, 2010, transferencia con
costura, 66 x 62 cm, Museo de Mujeres Artistas.

11
Bibliografía
González Matute, Laura Escuelas de Arte al Aire Libre y Centros Populares de Pintura,
México, Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes
Plásticas/CENIDIAP/Dirección de Investigación y Documentación de las Artes,
1987, 194 p.
Máyer, Mónica “De la vida y el arte como feminista”, en Karen Cordero Reiman e Inda Sáenz
(comp.), Crítica feminista en la teoría e historia del arte, introducción por Karen
Cordero Reiman e Inda Sáenz, México, Programa Universitario de Estudios de
Género/Universidad Iberoamericana/Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes/Fonca y CURAR, 2007, p. 401-414.
Rippey, Carla “Mujeres, fuego y objetos peligrosos”, Periódico de poesía, México, 24 de
mayo de 2021, consultado en línea el 01 de junio de 2023 en
https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/mujeres-fuego-y-objetos-peligrosos-
inmolacion/
Zamora Betancourt, Lorena “Carla Rippey”, en El imaginario femenino en el arte: Mónica
Mayer, Rowena Morales y Carla Rippey, México, Instituto Nacional de Bellas Artes
y Literatura, 2007, p. 93-121.

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