Está en la página 1de 8

1 Pedro

1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
1 Pedro 1:7-11

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por la primera epístola universal del Apóstol
Pedro. Y volvemos hoy al capítulo 1. En nuestro estudio anterior, avanzamos hasta el versículo 6, el
cual es la clave que se encuentra en un contraste de palabras que están muy lejos una de la otra, y
este versículo comienza diciendo: En lo cual vosotros os alegráis. Ahora, ¿os alegráis en qué? ¿En algo
bueno? No, amigo oyente. Os alegráis en que tengáis que ser afligidos en diversas pruebas. Alegrarse
entonces, en las pruebas.

Y Pedro nos va a dar ahora algunas de las razones para soportar las pruebas aquí en la tierra.
Estas no van a ser demasiado largas, comparadas con la eternidad, y hay una eternidad delante de
nosotros. Es necesario que dediquemos más tiempo a esto hoy. Hay demasiado énfasis en el presente
en esta vida, porque la sicología de hoy se ha introducido silenciosamente dentro de la iglesia, y el
materialismo también lo ha hecho. Así es que, nosotros hoy pensamos que debemos ser personas de
órbita completa. Debemos comprender todas las cosas, y si no sucede eso, entonces, hay algo que
anda mal. Y si nosotros estamos teniendo problemas, que eso indica que algo anda mal. Bueno, amigo
oyente, no tiene que ser así. Y una de las cosas que debería animarnos, como Pedro dice en el versículo
4, es que tenemos una herencia incorruptible. Y ya hemos visto lo que eso es, algo que no se puede
destruir, algo indestructible. Nada puede destruirlo. Es algo que es incontaminado. Es decir, que no
ha sido contaminado o manchado por cosa alguna. Esta herencia no la recibimos nosotros de manera
ilegal, y tampoco es una herencia que desaparecerá. O sea que, nosotros no heredamos acciones que
subirán más allá del valor de 100, y que el día de hoy pierden todo su valor. La nuestra, amigo oyente,
es una herencia que nunca desaparecerá ni se marchitará.

Está reservada para nosotros en los cielos, y esa palabra, reservada, indica que está bien
cuidada. Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo están cuidando esa herencia para nosotros.
No podríamos tener nosotros un lugar más seguro para guardar eso.

1 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
Ahora, a causa de eso, entonces, él dice que nosotros vamos a pasar por pruebas. Las pruebas
que nosotros tenemos que soportar aquí en la tierra son cosas temporales, en realidad. Eso es algo
que el Apóstol Pablo enfatizaba allá en su Segunda epístola a los Corintios, capítulo 4, versículos 17 y
18, donde él dice: Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más
excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Las cosas que nosotros tenemos a la mano hoy, amigo oyente, – y pensamos que son de tanto
valor, – debemos darnos cuenta, que no tienen ningún valor. Si usted mide eso en la perspectiva de la
eternidad, son cosas que están pasando, son pasajeras. Todas esas cosas, lo que les está ocurriendo
es que son cosas que se pueden destruir. Son corruptas. Son contaminadas, desaparecen. Pero lo que
nosotros no vemos, en realidad son las cosas eternas, y esas son las cosas que sí son importantes.
Ahora, en el versículo 7, de este primer capítulo, el Apóstol Pedro nos dice algunas de las pruebas que
debemos soportar y las presenta en detalle. Él dice:

7
para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo, (1 P. 1:7)

Ahora, él utiliza una ilustración muy apropiada y él también usa una palabra muy hermosa,
“preciosa”. Cierta señora oyente de este programa, una creyente ya entrada en años, pero muy
apreciada en el Señor, dice que para ella todo es “precioso”. Cuando habla del programa dice que es
un programa precioso. Cuando habla de algo que hemos dicho dice que fue algo precioso. Ella dice
que un regalo que alguien le dio fue algo precioso. Y que ella pasó un tiempo precioso visitando
algunos amigos, y que tuvieron una comida preciosa. Todo es precioso para ella. Es una palabra
demasiado trillada en nuestros días; sin embargo, es una palabra muy buena. Y, ¿sabe usted, amigo
oyente, quién usa esa palabra en esta epístola? Sí, señor, es Simón Pedro, ese pescador rudo y tosco.

2 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
Él habla en cuanto a la prueba de nuestra fe que es preciosa. En sus epístolas, él utiliza esta palabra
“precioso” 7 veces. Vamos a ver esto cuando nos toque estudiar cada una de estas porciones.

Ahora, él está diciendo aquí: mucho más preciosa que el oro. El cual perece. ¿Cómo prueba uno
el oro? Bueno, escuchemos lo que dice Pedro. El cual – o sea el oro – aunque perecedero se prueba con
fuego, sea hallada - es decir, nuestra fe - sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo.

Él está diciendo que la prueba que usted está soportando es con un propósito definido. Tiene
un propósito presente. La forma en que Dios le está probando hoy, amigo oyente, es la misma que se
utiliza para probar el oro. Cuando los mineros sacan el oro de las minas, ¿qué es lo que hacen con este
metal? Lo llevan a la fundición, lo colocan en un horno caliente, ¿para qué? ¿Para destruir el oro? No,
amigo oyente, para purificarlo. Y usted puede apreciar que cuando ese oro se derrite, sale toda la
escoria y sólo queda el oro puro. Esta es una ilustración muy apropiada, porque él va a decir aquí que
nosotros hemos sido redimidos, no con oro o con plata, sino con algo mucho más precioso, que es la
sangre de Jesucristo.

En las pruebas que Dios nos presenta, nos coloca en el horno, por así decirlo, no para
destruirnos, ni siquiera para herirnos ni hacernos algún mal. Lo que él desea es oro puro, oro refinado
y así es como Él va a obtenerlo. Y, amigo oyente, eso es lo que desarrolla el carácter cristiano. No
interesa lo que usted pueda decir; es en momentos como esos, cuando llega la prueba, que aparece
ese oro precioso, y la escoria es quitada. Ese es el método de Dios. Esa es la escuela de Dios. Y eso es
algo que se deja de lado en muchos programas del presente, lamentablemente. Todo lo que uno
necesita es algún truco, y todo el mundo lo enseña en el presente. Escuchamos hace algún tiempo a
un predicador por radio, y opinamos que él es un buen predicador. Pero él se ha dedicado también a
esos programas especiales. Ah, que, si uno se dedicara a lo que tiene que hacer hoy, y eso
sencillamente quiere decir que uno tiene que llegar a ser suficiente en sí mismo, que uno tiene que
llegar a ser algo apropiado, adecuado. Usted debe reconocer estas cosas, amigo oyente. Y en realidad,

3 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
lo que usted debe reconocer es que usted es nada, que usted no es adecuado, que es inapropiado,
que no es suficiente, y que nunca llegará a ser así. Lo único que uno puede hacer es ir al Señor
Jesucristo como pecador y Él le salvará y, entonces, amigo oyente, Él quiere vivir su vida a través de
usted. Y la única forma en que puede hacer eso es por medio de las pruebas que nos da.

Hay muchos atajos hoy. Y al único lugar que se puede llegar por medio de los atajos es a un
callejón sin salida. La única cosa que nos llevará a la madurez y crecimiento es el hecho de que
tendremos pruebas.

Y luego, él dice: Cuando sea manifestado Jesucristo. Cuando él sea manifestado, amigo oyente,
usted le agradecerá a Dios por sus pruebas. Pensamos que habrá muchos de nosotros que
desearemos haber tenido más pruebas cuando lleguemos a Su presencia. Creemos que, entonces,
podemos apreciar el valor de esto. Piense tan sólo en las pruebas que tuvieron que padecer el Apóstol
Pablo y Simón Pedro. Él iba a ser crucificado. Fue crucificado, pero cuando él escribió esto, la
crucifixión estaba delante de él. Él dice que las pruebas van a producir ese oro, y aparecerá en Su
presencia. Y aquí en el versículo 8 de este capítulo 1 de la primera epístola del Apóstol Pedro, leemos:

8
a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con
gozo inefable y glorioso; (1 P. 1:8)

Este versículo debiera significar mucho para nosotros. Simón Pedro había visto al Señor
Jesucristo personalmente. Él había estado con Él por 3 años, y fracasó de manera miserable durante
ese período. Luego, él fue al mar de Galilea, y en el desayuno de esa mañana que Jesús preparó para
ellos después de Su resurrección, parecería como que Él estuviera esperando a Simón Pedro. Y tal vez
el Señor le dijo: “Simón Pedro, yo no puedo confiar en ti. ¿Por qué me traicionaste? Voy a tener que
dejarte de lado. Me has fallado”. Ah, amigo oyente, pero Él no dijo eso. Él dijo: “Simón Pedro, ¿me
amas?” Este hombre que acostumbraba a jactarse no estaba haciendo eso ahora. Finalmente, él
clamó: “Señor, tú sabes que te amo, tú sabes que yo he fracasado también, pero tú sabes que te amo”.

4 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
Y el Señor Jesús le dijo: “Voy a permitir que alimentes mis ovejas”. Y Pedro pudo predicar ese primer
sermón en el día de Pentecostés. “¿Me amas?” Eso es lo que Él le dice a usted y a mí, amigo oyente. A
quien amáis sin haberlo visto. El Espíritu Santo es quien puede hacerle a Él real para usted, amigo
oyente. Ese es el secreto de la vida. A quien amáis sin haberle visto. ¿Le ama usted, amigo oyente?

El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba la siguiente historia. Decía él:
“Yo conocí a mi esposa cuando ella era una maestra estudiante; ella era hermosa y popular. La conocí
en un banquete que había presentado la iglesia con la cual trabajaba. Y hablando francamente, yo no
quería ir esa noche, y después descubrí que ella tampoco quería ir. Ella había planeado hacer otra
cosa, pero para complacer a la gente que le pidió que asistiera fue a ese banquete. Yo me enamoré de
ella y uno de los miembros de mi iglesia, uno de los ancianos, dijo: “Allí vas a tener mucha
competencia”. Y parece que sí, había mucha competencia. Uno de los candidatos era dueño de una
gran compañía, manejaba un gran automóvil que era mucho más grande y mucho más elegante que
el que yo tenía. Yo ganaba en esa época – decía el Dr. McGee – poco dinero. Luego había otro candidato
que era el superintendente de la compañía de teléfonos. Él ganaba mucho dinero, y él fue quien la
llevaba a ella de vez en cuando a la iglesia donde él asistía. Ella se divertía mucho y pensaba que era
creyente. Y, por cierto, que había mucha competencia. Pero ¿qué tenía yo para ofrecer? No tenía
mucho dinero, por cierto, afirmaba el Dr. McGee. Así es que muy pronto le dije que la amaba, y ella
contaba que la segunda salida que tuvimos en 2 semanas, yo le pedí que se casara conmigo. Ella no
me respondió inmediatamente. Tenía algunas dudas y fue a consultar a su hermano que era un
maestro de una escuela secundaria. Ella le preguntaba si podía ser la esposa de un Pastor, porque
había crecido en una pequeña ciudad donde la esposa del Pastor cantaba en las reuniones, tocaba el
piano, dirigía la sociedad misionera, y tenía que cocinar todas las comidas. Esas mujeres trabajaban
mucho. Me apena – continuaba el Dr. McGee – ver a veces la suerte que corren ellas porque tienen que
trabajar mucho en esas iglesias tan pequeñas. Ella no sabía si podía ser la esposa de un Pastor o no.
Yo no sabía lo que pasaba entonces, hasta sufría bastante, porque yo tenía que predicar los domingos

5 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
por la noche, y ella se encontraba en la otra iglesia con ese otro señor. Ahora, yo tenía que actuar
rápidamente. Así es que tuve que ofrecerle algo. Hablé con ella en cuanto al amor del Señor Jesucristo
para con nosotros; cómo murió en la cruz porque nos amaba. Él quería que nosotros le amáramos
también. Y, decía el Dr. McGee: esa fue la primera vez que ella escuchó algo así. Luego, fue a la clase
bíblica que yo tenía en la ciudad, y a la cual asistían personas de todas las iglesias. Asistían unas 300
personas. Esta ciudad comenzó a observar a este predicador que había llegado y pensaban que había
sido abandonado por su novia en otra ciudad, algo que por supuesto, no era cierto. La gente quería
saber o quería ver cómo iba a salir yo en este asunto con esta joven, y con los otros candidatos. Yo le
dije a ella en cuanto al Señor Jesucristo, le di el libro de Rut, ese era también el nombre de ella, y le
dije cómo ese hombre se había enamorado de Rut, y cómo Cristo hoy ama y nos salva. Él murió por
nosotros en la cruz porque nos amaba tanto. Y el Dr. McGee concluyó su relato diciendo: Ella no sólo
se convirtió al Señor, sino que llegó a ser mi esposa. Eso era todo lo que tenía que ofrecer”.

Y, amigo oyente, esto hace de este versículo algo maravilloso. A quien amáis sin haberle visto.
¿Le ama usted a él, amigo oyente? Si usted no le ama, ningún cursillo en este mundo puede ayudarle.
Y en este versículo 8, que leemos otra vez, dice:

8
a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con
gozo inefable y glorioso; (1 P. 1:8)

“¿Hace eso que su corazón palpite más rápido, amigo oyente? ¿Le ama usted en realidad? ¿O es
su religión una religión muerta, donde nadie o nada tiene significado? Tanto Pablo como el Apóstol
Pedro le amaban, y todos aquellos que le habían servido, le amaban. Y esperamos amigo oyente, que
usted le ame a Él hoy. Eso puede resolver algunos de sus problemas. Eso le puede ayudar con su
esposa, digamos de paso. Un día, decía el Dr. McGee, le envíe una docena de rosas a quien después
fue mi esposa. Ella era muy ocupada, pero la llamé para salir juntos y así poder librarme de una vez
por todas, de la competencia. Y luego, le dije que le amaba, que quería casarme con ella. Y le dije en
cuanto al amor de Cristo por nosotros.”

6 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
Y, amigo oyente, el amor de Cristo nos une a nosotros. Hace que los creyentes se sientan más
unidos. Ayuda en su propio hogar. Le ayudará en la iglesia, en todos los lugares si usted le ama a Él.
Eso es importante. Él traerá gozo a su corazón. Amigo oyente, ¿es usted un creyente que se está
regocijando hoy? Piense en esto, amigo oyente: tenemos una herencia que recibiremos algún día allá
arriba. Yo soy un hijo del rey, y es maravilloso ser hijo del rey. Ahora, el versículo 9 de este capítulo 1
de la primera epístola del Apóstol Pedro, dice:

9
obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. (1 P. 1:9)

Ya hemos visto esto anteriormente, y aquí entramos en una nueva parte donde se habla del
sufrimiento en las Escrituras. La salvación era el tema de la profecía, los profetas y los apóstoles
presentaban su testimonio. Y Pedro aquí dice: Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de
vuestras almas. Y lo escribe a los de la dispersión. La salvación había sido predicha por los profetas
antiguos. Y en el versículo 10, dice Pedro:

10
Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación, (1 P. 1:10)

La salvación que los profetas habían buscado diligentemente, ellos habían profetizado de la
gracia que estaba destinada para ellos. Todos los profetas profetizaron en cuanto a eso. Y continúa
Pedro diciendo en el versículo 11:

11
escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el
cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. (1 P.
1:11)

Los profetas hablaron del sufrimiento de Cristo, de la gracia de Dios. Se puede ver allá en Isaías,
capítulo 53; también en el Salmo 22 y en otros lugares. Y la gloria la podemos ver en el capítulo 11 de
Isaías y en el Salmo 45. Los profetas hablaron del sufrimiento y de la soberanía de la gloria que vendría,
que Él viene como Rey a la tierra para establecer Su reino.

7 atravesdelabiblia.org
1 Pedro
1 Pedro 1:7-11
Programa No. 1064

3
Los profetas vieron esas dos cosas; pero no podían distinguir entre las dos. ¿Por qué? Eso es lo
que dice aquí. Ellos se preguntaban en cuanto a esto. Isaías escribió de cosas que no comprendía en
realidad. Cuando él escribió en cuanto al rey - y Daniel estaba también preocupado por esto, ¿cómo
puede haber todos estos reyes gentiles, cuando Dios ha dicho que viene uno del linaje de David a
reinar? ¿Cómo puede uno tener la gracia de Dios y la gloria de Dios? Y eso preocupaba a todos ellos.

Usted y yo, amigo oyente, estamos ocupando una posición única, una posición singular. Y vamos
a ver cómo fueron reconciliados. Pero, por hoy, vamos a detenernos aquí. Dios mediante,
consideraremos este asunto en nuestro próximo programa. Le invitamos a sintonizarnos. Mientras
tanto, le aconsejamos que usted lea detenidamente el resto de este capítulo 1 de esta primera epístola
universal del Apóstol Pedro y se familiarice con su contenido.

8 atravesdelabiblia.org

También podría gustarte