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1 Pedro

1 Pedro 1:17-25
Programa No. 1066

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1 Pedro 1:17-25

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestra marcha por la primera epístola universal del Apóstol
Pedro. En el día de hoy queremos comenzar diciendo que en esta sección el tema que se nos presenta
es el del sufrimiento en las Escrituras; que la palabra de Dios le ministra en su vida, y que no hay
ninguna otra forma, como ya hemos podido apreciar, para Dios, de quitar la escoria que hay en su
vida, sino haciéndolo como se quita la escoria del oro, colocándolo en el crisol, y manteniéndolo al
rojo vivo. Luego, cuando se ha derretido, la escoria entonces puede sacarse, y quedará así un objeto
fino y puro.

Ahora, si usted visita la torre de Londres, podrá apreciar allí una hermosa corona incrustada con
diamantes. Al observar eso, uno puede pensar que ese oro ha salido de la tierra, y ha tenido que pasar
por muchas cosas antes de llegar a ser esa corona tan hermosa, y causar la admiración de los turistas
que van a visitar y observar eso.

Ahora, Dios hace que usted y yo pasemos a través de esto, y esa es la única manera en que Él
puede desarrollarnos. Hay algunos que piensan hoy que uno puede tomar algún atajo, que puede
tomar un pequeño curso, y que luego uno se convierte en un creyente maravilloso. Bueno, amigo
oyente, vamos a decir algo que quizá no sea muy popular. Pero alguien necesita decirlo. La única
forma que Dios tiene para formarle a usted y a mí es colocándonos en el yunque de la vida, y
poniéndonos al rojo vivo, y luego, golpearnos hasta darnos la forma que Él quiere que tengamos. Ese
es el método que usted debe reconocer que Él utiliza, y no nos pide disculpas por eso. Y tampoco le
pide a usted que se disculpe. Y nosotros tampoco vamos a disculparnos por eso. Sencillamente
decimos que ese es Su método. Hay muchas personas hoy que se llaman a sí mismos espirituales y
piensan que son adecuados, o apropiados. Esta gente no sabe lo que es sufrir. Ellos no saben lo que
es soportar el dolor, y aún así, piensan que están viviendo la vida cristiana en la misma cima. Amigo
oyente, el método de Dios es el ponerle a usted en el crisol de la vida.

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Escuchemos ahora lo que dice Simón Pedro al continuar hablando de estas cosas que tienen
que ver con la vida diaria nuestra. Él dice en el versículo 17 de este capítulo 1 de su primera epístola
universal:

17
Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; (1 Ped. 1:17)

Aquí tenemos algo que Pablo ha dicho, que también dijo Santiago, y ahora lo dice Pedro
también, que ninguno de nosotros somos los mimados de Dios, que él va a seguir cuidándonos como
si fuésemos bebés. Este versículo 17, permítanos leerlo otra vez, dice:

17
Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada
uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; (1 Ped. 1:17)

Contemplando esto desde el punto de vista de que Dios va a juzgar su obra como creyente, no
tiene nada que ver con su salvación, tiene que ver sí con su vida como creyente. Contemplando eso
desde ese punto de vista, amigo oyente, debería causar en algunos de nosotros el que pensemos
seriamente en lo que estamos haciendo. Y debemos prestar un poco más de atención a la vida que
estamos viviendo hoy, y debemos asegurarnos de que no somos algo solamente superficial; esa
sonrisa que tenemos en nuestro rostro todo el tiempo, y que utilizamos para tratar de producir gozo,
de irradiar felicidad y alegría donde quiera que vamos. Amigo oyente, el evangelio no es rociar agua
bendita sobre un montón de plantas muertas. El evangelio transforma las vidas y trae vida para usted;
y como ya hemos visto, tenemos una esperanza viva que descansa en la resurrección de Jesucristo, lo
que indica que Él está vivo hoy a la diestra de Dios. Ahora, en los versículos 18 y 19 del primer capítulo
de esta primera epístola del Apóstol Pedro leemos:

18
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (1 Ped. 1:18-19)

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Él está hablando aquí de la obra objetiva de Dios para su salvación. Es decir, la redención. Él tuvo
que pagar un precio por nosotros. Amigo oyente, usted y yo estamos bajo el juicio de Dios; el alma que
pecare, esa morirá, dice Dios. Dios no ha cambiado eso, eso nunca ha sido revocado. Dios es el mismo
ayer, hoy, y por siempre. La inmutabilidad de Dios es el terror del malvado, ellos temblarían si
pensaran en algo como esto. Dios nunca cambia. Es hermoso poder decir que estamos viviendo en
una era nueva, que tenemos nuevos pensamientos, nuevos caminos, y cosas por el estilo. Amigo
oyente, Dios nunca cambia. No hay ninguna razón para que Él cambie. Él conocía el fin al mismo
principio. ¿Para qué necesita cambiar Él? Él no lo necesita. Él no vio nada nuevo en el periódico de
esta mañana, ni cuando escuchó las noticias hoy. Allí no hubo nada que le sorprendiera. No hay nada
que le sorprenda a Dios. Ahora, nosotros hemos sido redimidos. ¿Cómo es que hemos sido redimidos?
No con cosas corruptibles, como oro y plata. El oro y la plata, amigo oyente, pueden ser purificados
cuando se les coloca en el crisol, cuando se les pone al rojo vivo y se saca la escoria, pero aun el oro y
la plata pueden corromperse. Si usted tiene objetos de plata que utiliza en su mesa, que usted
solamente usa cuando vienen visitas, se dará cuenta que cada vez que saca eso, está opaco, que se
parece al estaño. ¿Por qué? Porque se ha corrompido. En nuestra casa, tenemos una repisita donde
mi señora tiene unas cucharillas que hemos obtenido en algunos lugares donde hemos tenido la
oportunidad de visitar. Y algunas de estas cucharillas son de plata. Y en cierta ocasión, teníamos una
visita y la señora que estaba visitándonos, vio las cucharillas y se acercó para mirarlas y tuvo algunas
palabras de elogio. Sin embargo, cuando la visita se despidió, mi señora se acercó a la repisa para ver
ella misma las cucharillas y notó que especialmente las de plata, estaban bastante opacas. Y esto le
apenó bastante porque pensó que la señora no había podido admirar las cucharillas en toda su
belleza. Así es que, procedió a limpiarlas para dejarlas bien pulidas, bien brillantes. Así es que, amigo
oyente, la plata se corrompe y también sucede eso con el oro. Por tanto, nosotros no somos redimidos
con cosas corruptibles, con cosas que han sido sacadas de una forma vana de la vida, donde no hay
nada para esta vida. Esta vida es algo vacío, amigo oyente, sin la redención de Cristo. Es algo que no
tiene ningún sentido sin esa redención. No hay nada que carezca tanto de significado como una vida

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humana separada de la redención de Cristo; todo lo demás tiene algún propósito en este mundo. Cada
animal está aquí porque sirve cierto propósito. Cada planta en este mundo tiene un propósito. Cada
estrella en el cielo tiene un propósito, pero el hombre sin Dios no tiene ningún propósito. Alguien ha
dicho que solo somos una mancha en la epidermis de un planeta menor. Eso es todo lo que la
humanidad es, aparte de Dios. No somos redimidos con cosas corruptibles o con cualquier cosa de
este mundo vacío. ¿Qué es lo que usted tiene y que Dios quiere? Una de las cosas que uno aprende
cuando enferma es que Dios puede realizar las cosas sin la ayuda de uno. Dios siempre ha hecho las
cosas sin nuestra ayuda, y va a continuar haciéndolo. Dios quiere enseñarnos que lo que uno hace, no
es tan importante como uno cree, y a veces cuando uno está enfermo puede aprender eso, que lo
importante es la relación que tenemos con Él y no lo que estamos haciendo para Él.

Una de las cosas que aprendemos cuando enfermamos es que Él quiere que nosotros
descansemos en Él, que confiemos en Él. Dios quiere que uno se detenga y que piense. Que uno
descubra que lo que Él dice es cierto: que un poco de sufrimiento no le va a hacer ningún daño. Eso lo
va a moldear a uno; le va a dar forma a uno. Amigo oyente, hemos sido redimidos, no con las cosas
vacías de este mundo. ¿Qué es lo que usted y yo podemos agregar para redimirnos a nosotros
mismos? El Apóstol Pedro dice aquí en el versículo 19:

19
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
(1 Ped. 1:19)

Aquí tenemos nuevamente a Simón Pedro, ese gran pescador, diciendo que la sangre de Cristo
es preciosa. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee escribió un libro sobre el
Tabernáculo. Una revista denominacional publicó un reportaje sobre ese libro. El Dr. McGee pensaba
que la persona que escribió el reportaje en cuanto al libro fue franco y justo en su opinión. Él dijo: “Yo
recomendaría a todos los pastores de mi denominación que lean este libro sobre el tabernáculo. Van
a darse cuenta que es de ayuda, pero tengan cuidado. Este hombre trata todo literalmente. Él piensa
que la sangre de Cristo se encuentra en el cielo hoy. Eso es algo más bien crudo, falto de refinamiento”.

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Hasta aquí, la opinión del escritor de ese artículo. Amigo oyente, no sé lo que usted siente en cuanto
a esto, pero no pensamos que sea algo crudo, porque aquí Simón Pedro, por medio del Espíritu de
Dios está diciendo que es algo precioso. La sangre es preciosa. La sangre preciosa de Cristo, como de
un Cordero sin mancha y sin contaminación. Pensamos que él conocía mucho más en cuanto a esto,
porque todo lo que él recibió por seguir al Señor fue una cruz, y Pedro fue crucificado. Yo tiendo a
creerle más a él que a aquellos que han escrito Jesucristo Super-Estrella por ejemplo. Porque ellos
admiten que la única razón por la cual ellos escribieron eso fue por ganar dinero. Pero, Simón Pedro
no estaba tratando de ganar dinero, porque él dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres no con cosas corruptibles, como oro y plata, sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación”. Esa es nuestra
redención. Ese es nuestro objetivo. Eso es lo que Dios hizo por usted y por mí, amigo oyente. Ahora, el
versículo 20 de este capítulo 1 de la primera epístola del Apóstol Pedro, dice:

20
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor de vosotros, (1 Ped. 1:20)

Aquí tenemos nuevamente esta definición que ya hemos mencionado, y que se menciona en la
Biblia de Scofield, y que tiene que ver con estas palabras de predeterminación, elección,
predestinación, presciencia, y cosas por el estilo. Y pensamos que el hombre en el día de hoy, ya que
tiene una mente finita, trata a Dios como si Él fuera una gran computadora, y no pensamos que sea
eso. Es mucho más que una gran computadora. Y no estamos en realidad preocupados en cuanto a si
la presciencia viene antes de la predestinación, ya eso lo hemos estudiado y lo hemos aprendido, pero
no nos preocupa cual de ellas viene primero. Lo importante, amigo oyente, lo importante en todo esto
es lo siguiente: ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros
tiempos por amor a vosotros. Si lo quiere más claro, amigo oyente, debemos decir que la cruz de Cristo
no es una ambulancia que ha sido enviada al lugar de un accidente. Él es el Cordero que ha sido
inmolado desde la fundación del mundo, y Dios lo sabía todo el tiempo que yo personalmente

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necesitaría un Salvador, y Él me amó tanto que Él proveyó ese Salvador. Y no necesitamos una
computadora para aprender esto. Sólo necesito un Dios con un corazón tan grande como el que
proveyó por medio de Su gracia, una redención. Ahora, el versículo 21 dice:

21
y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para
que vuestra fe y esperanza sean en Dios. (1 Ped. 1:21)

Simón Pedro no puede apartarse mucho de la resurrección. Y ahora él habiendo dicho antes
gracia y esperanza, nos presenta la fe y la esperanza. Este es el gran Apóstol de la esperanza. La
esperanza descansa en la resurrección de Cristo, y en el hecho de que nosotros tenemos un Salvador
viviente, que viene por nosotros algún día. Ahora, el versículo 22 dice:

22
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu,
para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; (1 Ped.
1:22)

La palabra de Dios, amigo oyente, es como un producto que limpia milagrosamente. En la


televisión hoy en día le muestran a uno dos productos para limpiar algo; pero el producto de la otra
compañía, claro, ese no quita todas las manchas, pero el producto al que se le hace propaganda, ah,
ese sí quita todas las manchas posibles. Quita las manchas de una camisa, de los pantalones, del
mantel de la mesa o de cualquier otra cosa. Ellos tienen – diríamos – un producto “milagroso”. Amigo
oyente, el único producto milagroso que puede limpiar de veras todo en el día de hoy es la Palabra de
Dios. Es el mejor jabón que uno puede obtener. Quita todas las manchas, y muchos de nosotros
necesitamos acercarnos más a ese jabón. Luego, Pedro sigue diciendo: El amor fraternal no fingido,
amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro. No vamos a entrar en detalles aquí, sólo
diremos que su relación con la Palabra de Dios, amigo oyente, le llevará a usted a tener la relación
correcta con los demás. Ahora, el versículo 23, dice:

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siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios
que vive y permanece para siempre. (1 Ped. 1:23)

Regresamos una vez más a la Palabra de Dios y ahora vamos a hablar algo en cuanto a la obra
subjetiva de Dios en la salvación. La obra objetiva es que Cristo murió, esa es nuestra redención. Eso
es algo que ocurrió hace más de 2.000 años y usted no puede hacer nada en cuanto a eso. Pero si usted
va a llegar a ser un hijo de Dios, usted tiene que nacer de nuevo. Usted tiene que nacer de arriba. Eso
es lo que el Señor Jesucristo le dijo a Nicodemo cuando este le visitó de noche. Ah, Nicodemo era tan
religioso hasta la punta de los dedos. El Señor le dijo: “Tendrás que renacer. Tienes que nacer de nuevo
por medio del Espíritu de Dios”. Ahora, ¿qué es lo que usa Dios? No de simiente corruptible, – dice Pedro
– sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Usted no puede ser salvo, no puede nacer de nuevo, amigo oyente, aparte de la Palabra de Dios.
Este es el milagro que existe en el mundo en el presente: este Libro. Nunca dejamos de maravillarnos
cuando recibimos cartas de oyentes, y no las podemos leer todas en este programa, en cuanto a
personas que han escuchado esta transmisión, cuyas vidas han sido transformadas porque han
nacido de nuevo. Eso es algo maravilloso. No vemos cómo sucede esto. Aquí tenemos lo que él dice,
que la Palabra de Dios vive y permanece para siempre.

Ahora, estamos viviendo en un día cuando se dice mucho en cuanto a la virilidad; ah, que el
hombre tiene que ser vigoroso, que el hombre tiene que ser viril, vigoroso, la mujer tiene que ser
atractiva sexualmente, y se da mucho énfasis a eso hoy. Amigo oyente, permítanos comunicarle algo
que es mucho más viril y vigoroso que cualquier otra cosa. Y esperamos no ser malentendidos. Es la
Palabra de Dios. Es algo que usted puede abrazar, es el Salvador que se presenta aquí. Usted puede
confiar en Él, y entonces, hay un nacimiento milagroso, un hecho vigoroso y viril que la Palabra de
Dios puede penetrar su corazón, y hacer de usted un verdadero hijo de Dios. Esto es algo que es de
suma importancia. Hay mucho hoy que es vacío. Se habla del sexo y la virilidad, y pensamos que nos
estamos convirtiendo en una raza paranoica. Uno pensaría que fue ésta la generación que descubrió

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el sexo. Amigo oyente, aquello que realmente puede dar un nuevo nacimiento a su vida es la Palabra
de Dios cuando le revela a Cristo, y luego algo tiene lugar dentro de usted. Usted nace de nuevo. Y el
versículo 24 dice:

24
Porque: Toda carne es como hierba, (1 Ped. 1:24)

No hay algo dentro de nosotros, no hay nada. Y el versículo 24, continúa afirmando:

Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; (1 Ped.
1:24)

El hombre es como la hierba. Es hermosa y verde en el verano, pero muerta en el invierno;


aparece por sólo un momento. Y el versículo 25 agrega:

25
Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio
os ha sido anunciada. (1 Ped. 1:25)

Amigo oyente, necesitamos la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios hoy sobre


cualquier otra cosa. No queremos quitar el lugar de importancia que ocupa la música; y el lugar de los
métodos y de la organización, y el lugar de muchas otras cosas. Pero no hay ningún sustituto para la
Palabra de Dios. Y con esto concluimos el estudio hoy. Sin embargo, le sugerimos leer el capítulo 2 de
esta primera epístola universal del Apóstol Pedro, para estar mejor informado de lo que estudiaremos
en nuestro próximo encuentro.

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