Está en la página 1de 2

CHUMBO

(El hombre da voces de mando como un tic nervioso, no interrumpen la ilación de su


discurso)
El: ¡Atención, vista al frente! Es una joda, tagarna, es una joda. Mirá lo que te digo, una
puta joda. Yo era casi el único sobreviviente de mi pelotón y era el día de la baja. Ahí
estaba yo, contento de que me iba a la mierda de esa porquería. ¡Cuerpo a tierra! Y
estaba ahí, de civil, unos vaqueros, una camisa y viene el oficial de guardia y me dice:
usted no se va todavía, usted se queda, soldado… Lo de soldado me cayó fulero porque
recién me habían dado la libreta y me habían dicho ciudadano… Puta madre, pensé,
¿qué pasó ahora! ¡Al frente carrera mar! No se va soldado porque aún no juró la
bandera. ¿Te das cuenta, tagarna? Me había cagado a tiro con los ingleses, se me
habían muerto los camaditas al lado mío, pero no podía irme porque no había jurado
la bandera. ¡Que hijos de puta! Una semana mas me quedé, de civil pero soldado… Y
los otros camadas que me tenían miedo porque yo soñaba , tenía pesadillas y gritaba
en la cuadra cuando todos dormían. ¡Saludo uno!
Lo de las pesadillas no se fue nunca, tagarna, nunca. Lo único es que me acostumbré.
Si por eso no me pude casar ni juntar…¡no había mina que se bancara a un loco que
grita de noche! ¡Atención, apunten! Y no me podía concentrar en ningún laburo… y ya
sabés que no estudié… No daba, no podía, no me quedaba. Así que me he pasado la
vida galgueando. Vendiendo cosas en los colectivos, juntándome con los otros pibes
una vez por año a repetir anécdotas. ¡Salto para arriba, empezar! Después vino una
platita bastante buena del gobierno… no me acuerdo cuándo… Ahí dejé un poco de
galguear pero nunca dejé de soñar fulero. Nunca dejé de tener miedo cuando algo
explotaba cerca, o un petardo, un rompeportones… me cagaba en la patas, tagarna.
¿Por qué, me preguntás? Que pelotudo sos, tagarnón. A mi me mandaron obligado, yo
no elegí ir. De pronto en vez de estar jugando a la pelota con los vagos del barrio, me
estaba cagando a tiros en medio del frío con los ingleses. Y nos hicieron mierda,
destrozaron a mi pelotón, a mi compañía. Poquitos zafamos. ¡Cuerpo a tierra, camada,
cuerpo a tierra! De jugar a los coboys y tirar tiros de mentiritas pasamos a estar llenos
de sangre de en serio. ¿Me entendés, tagarna?
Y un día me enteré que el teniente de navío que había sido jefe nuestro, se había
metido un chumbo en el bocho. Puta, pensé, él que era instruido estaba como yo.
¿Qué me queda a mi? Y dije: ¿Pa que carajo sigo sufriendo? Así que me hice yo de un
chumbo. Esperé a la noche y me fui pa la pieza donde vivo. Cacé el revolver y me lo
apoyé acá… ¿Acá, ves? Cerré los ojos y respiré profundo… ¿Pero qué decís, tagarna,
cómo voy a apretar el gatillo? ¡Qué pelotudo que sos, hermano! ¿No escuchás que te
estoy contando?, ¿no me ves acaso? ¿O tengo cara de fantasma, yo? ¡Atención, a la
bandera saludo uno!
Es que pensé, si me mato, ¿quién va a contar la historia? ¿Qué testigo va a quedar de
lo que pasó? ¿Quién se va a acordar? Las pesadillas siguen. Estarán hasta que me vaya,
nomás. ¡Descanse, soldado, descanse! Pero estoy acá para eso, tagarna, para que no te
olvides.

También podría gustarte