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El veterano de guerra le cuenta a su amigo sobre su experiencia traumática en la guerra de Malvinas, donde fue uno de los pocos sobrevivientes de su pelotón. Desde entonces sufre de pesadillas y problemas para concentrarse, lo que le ha dificultado establecer una vida normal. Años más tarde consideró suicidarse, pero decidió no hacerlo para poder contar su historia y asegurarse de que sus compañeros caídos no sean olvidados.
El veterano de guerra le cuenta a su amigo sobre su experiencia traumática en la guerra de Malvinas, donde fue uno de los pocos sobrevivientes de su pelotón. Desde entonces sufre de pesadillas y problemas para concentrarse, lo que le ha dificultado establecer una vida normal. Años más tarde consideró suicidarse, pero decidió no hacerlo para poder contar su historia y asegurarse de que sus compañeros caídos no sean olvidados.
El veterano de guerra le cuenta a su amigo sobre su experiencia traumática en la guerra de Malvinas, donde fue uno de los pocos sobrevivientes de su pelotón. Desde entonces sufre de pesadillas y problemas para concentrarse, lo que le ha dificultado establecer una vida normal. Años más tarde consideró suicidarse, pero decidió no hacerlo para poder contar su historia y asegurarse de que sus compañeros caídos no sean olvidados.
(El hombre da voces de mando como un tic nervioso, no interrumpen la ilación de su
discurso) El: ¡Atención, vista al frente! Es una joda, tagarna, es una joda. Mirá lo que te digo, una puta joda. Yo era casi el único sobreviviente de mi pelotón y era el día de la baja. Ahí estaba yo, contento de que me iba a la mierda de esa porquería. ¡Cuerpo a tierra! Y estaba ahí, de civil, unos vaqueros, una camisa y viene el oficial de guardia y me dice: usted no se va todavía, usted se queda, soldado… Lo de soldado me cayó fulero porque recién me habían dado la libreta y me habían dicho ciudadano… Puta madre, pensé, ¿qué pasó ahora! ¡Al frente carrera mar! No se va soldado porque aún no juró la bandera. ¿Te das cuenta, tagarna? Me había cagado a tiro con los ingleses, se me habían muerto los camaditas al lado mío, pero no podía irme porque no había jurado la bandera. ¡Que hijos de puta! Una semana mas me quedé, de civil pero soldado… Y los otros camadas que me tenían miedo porque yo soñaba , tenía pesadillas y gritaba en la cuadra cuando todos dormían. ¡Saludo uno! Lo de las pesadillas no se fue nunca, tagarna, nunca. Lo único es que me acostumbré. Si por eso no me pude casar ni juntar…¡no había mina que se bancara a un loco que grita de noche! ¡Atención, apunten! Y no me podía concentrar en ningún laburo… y ya sabés que no estudié… No daba, no podía, no me quedaba. Así que me he pasado la vida galgueando. Vendiendo cosas en los colectivos, juntándome con los otros pibes una vez por año a repetir anécdotas. ¡Salto para arriba, empezar! Después vino una platita bastante buena del gobierno… no me acuerdo cuándo… Ahí dejé un poco de galguear pero nunca dejé de soñar fulero. Nunca dejé de tener miedo cuando algo explotaba cerca, o un petardo, un rompeportones… me cagaba en la patas, tagarna. ¿Por qué, me preguntás? Que pelotudo sos, tagarnón. A mi me mandaron obligado, yo no elegí ir. De pronto en vez de estar jugando a la pelota con los vagos del barrio, me estaba cagando a tiros en medio del frío con los ingleses. Y nos hicieron mierda, destrozaron a mi pelotón, a mi compañía. Poquitos zafamos. ¡Cuerpo a tierra, camada, cuerpo a tierra! De jugar a los coboys y tirar tiros de mentiritas pasamos a estar llenos de sangre de en serio. ¿Me entendés, tagarna? Y un día me enteré que el teniente de navío que había sido jefe nuestro, se había metido un chumbo en el bocho. Puta, pensé, él que era instruido estaba como yo. ¿Qué me queda a mi? Y dije: ¿Pa que carajo sigo sufriendo? Así que me hice yo de un chumbo. Esperé a la noche y me fui pa la pieza donde vivo. Cacé el revolver y me lo apoyé acá… ¿Acá, ves? Cerré los ojos y respiré profundo… ¿Pero qué decís, tagarna, cómo voy a apretar el gatillo? ¡Qué pelotudo que sos, hermano! ¿No escuchás que te estoy contando?, ¿no me ves acaso? ¿O tengo cara de fantasma, yo? ¡Atención, a la bandera saludo uno! Es que pensé, si me mato, ¿quién va a contar la historia? ¿Qué testigo va a quedar de lo que pasó? ¿Quién se va a acordar? Las pesadillas siguen. Estarán hasta que me vaya, nomás. ¡Descanse, soldado, descanse! Pero estoy acá para eso, tagarna, para que no te olvides.
A Menudo Aparecen en Los Medios de Comunicación Palabras o Expresiones Que Llaman La Atención Por Ser Vocablos Imposibles de Encontrar en Los Índices de Diccionario Alguno