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CAPÍTULO 25

La verdad sobre las grasas


Estamos felices.
La investigación mundial, desde 2015 hasta la fecha, ha concluido lo que
sabíamos a voces: que las grasas saturadas, monoinsaturadas y el colesterol alto en la
dieta no son factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, ni para las de
las arterias coronarias ni cerebrovasculares. Una serie de estudios científicos, de
revisiones sistemáticas o metanálisis lo avalan.
Los metanálisis estudian todos los ensayos clínicos controlados y las
investigaciones científicas aleatorias, sobre diferentes problemas mundiales, y sacan
conclusiones acertadas. Los últimos metanálisis han buscado la asociación de las
grasas saturadas, el colesterol alto en la dieta, el colesterol alto en la sangre y el
riesgo cardiovascular aumentado, pero no han encontrado nada.
En cambio, sí se ha encontrado la asociación entre el consumo exagerado de
carbohidratos, que conlleva la resistencia de la insulina y la producción de
triglicéridos, que aumentan en tu hígado y tu cuerpo, con la persistencia del estado
inflamatorio sistémico, a la arterioesclerosis y a la muerte cardiovascular.
En otras palabras, hemos vivido una farsa desde 1960, cuando nos dijeron que al
disminuir las grasas en la dieta íbamos a prevenir las muertes cardiovasculares y ser
más saludables. Fue una mentira.
Una mentira que no se basó en estudios serios, sino en observaciones
superficiales. Creíamos que las grasas eran las culpables de las muertes
cardiovasculares y, por eso, se hacían las recomendaciones para evitarlas, basadas en
estos supuestos y no en estudios profundos.
¿Qué pasó 50 años después de estar comiendo alimentos bajos en grasa y con alto
contenido de carbohidratos? Que se triplicaron las muertes cardiovasculares,
aumentó la obesidad y se multiplicaron muchas enfermedades derivadas de la
activación de la insulina, como la demencia y el cáncer. Hoy el 60 % de la población
tiene sobrepeso, es obesa y está muriendo por esa causa.
Por eso, liderados por los cardiólogos y por colegios de cardiología del mundo,
como el Colegio Americano de Cardiología, se empezaron a investigar de forma
seria, con todos los protocolos y datos relevantes, las verdaderas causas de la muerte

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