Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Excma. Cámara:
Javier Augusto De Luca, Fiscal General ante la Cámara
Federal de Casación Penal, a cargo de la Fiscalía Nro. 4, en los autos FPA
10914/2018/2/CFC1 del registro de la Sala IV, caratulados “ACOSTA, Marcos
Ramón s/legajo de casación”, me presento y digo:
I.
Que conforme lo autoriza el art. 466 del Código Procesal
Penal de la Nación, vengo por el presente a expresar, durante el término de
oficina, la opinión de este Ministerio Público Fiscal respecto del recurso de
casación interpuesto por la defensa que asiste a Marcos Ramón Acosta, contra la
sentencia dictada el 10/12/2019 por el Juzgado Federal N° 1 de Paraná, por la
cual condenó al nombrado a la pena de un mes de prisión de efectivo
cumplimiento por encontrarlo autor de tenencia de estupefacientes para consumo
(art. 14, segundo párrafo de la ley 23.737).
II.
Las presentes actuaciones tuvieron inicio el 8/5/2018, a las 20:35
horas aproximadamente, en momentos en que personal penitenciario de la Unidad
Penal N° 1 de Paraná, observó que el interno Marcos Ramón Acosta, al regresar
de cursar en la escuela sita en dicho establecimiento carcelario, se encontraba en
la puerta del Pabellón Nº 16 sin autorización para ello. Circunstancia que motivó
que se lo trasladase al sector de guardia para su requisa personal, de la que resultó
que Acosta llevaba entre sus vestimentas, 1,65 gr. de marihuana, acondicionados
en 5 envoltorios de nylon de color negro.
Acosta fue condenado a la pena de un mes de prisión de efectivo
cumplimiento por resultar autor de tenencia de estupefacientes para consumo
personal (art. 14 segundo párrafo de la ley 23.737). Para así decidir, el juez
federal sostuvo que la conducta imputada había trascendido a terceros, en virtud
de haberse llevado a cabo en un establecimiento carcelario, lo que impedía la
aplicación de la doctrina sentada por la CSJN en el precedente “Arriola”. Afirmó:
“…la privacidad se ve mermada por la situación de alojamiento en una unidad
1
penitenciaria y ello por las especiales características del encierro que conllevan
inevitablemente la reducción de las esferas de libertades de los propios reclusos,
aumentándose así el peligro concreto a terceros…”.
III.
Contra la condena, interpuso recurso de casación la defensa que
asiste a Acosta. En su recurso, postuló la inconstitucionalidad del art. 459 inc. 1
del CPPN, en cuanto establece como límite a la procedencia del recurso de
casación de la defensa, la imposición de una pena mínima de 6 meses de prisión,
por resultar contraria al derecho al recurso (art. 8.2.h de la CADH).
En cuanto al fondo, entendió que resultaba aplicable la doctrina
sentada por la CSJN en “Arriola” (Fallos: 332:1963), referida a la
inconstitucionalidad del art. 14, segundo párrafo de la ley 23.737, por resultar
contrario al art. 19 de la CN, en tanto la conducta atribuida a su asistido no había
afectado ni puesto en peligro a terceros.
Por lo demás, fundó sus agravios en cuestiones que hacen a la
prueba de los hechos, y la aplicación de la regla procesal in dubio pro reo,
consecuencia del principio de inocencia (art. 18 CN).
IV.
a. Admisibilidad
Llegado el momento de emitir opinión, adelanto que propiciaré
que se haga lugar al recurso de la defensa por las razones que expondré a
continuación.
Liminarmente, en lo que hace a la admisibilidad formal del
recurso corresponde señalar que, al momento de concederlo, el a quo declaró la
inconstitucionalidad de la limitación que veda la admisibilidad del recurso de
casación, en razón del monto de la pena impuesta.
Esta decisión resulta ajustada a derecho y a la doctrina de la
CSJN en “Giroldi” (Fallos: 318:514). Por ello, entiendo que la vía recursiva se
encuentra habilitada para su tratamiento por parte de la Cámara Federal de
Casación Penal.
Asimismo se encuentra planteada una cuestión federal,
consistente en el alcance de la ley federal 23737 al caso de autos y su
compatibilidad con la Constitución Nacional.
b. Cuestión de fondo
2
Ministerio Público de la Nación
Fiscalía General N° 4 ante la Cámara Federal de Casación Penal
3
en la mayoría de los casos eso no se desprende de su mera enunciación en la ley
en abstracto. No se trata de que los delitos de peligro abstracto sean todos
inconstitucionales, sino que no son constitucionales por el sólo hecho de que la
doctrina penal los ha admitido y clasificado, ya que lo que el legislador diseña no
tiene aptitud para definir su propia constitucionalidad.
De hecho, la Corte ya declaró la inconstitucionalidad de esta
misma norma en un caso “Arriola”, pero en el de autos el juez interviniente
resolvió lo contrario por considerar que las circunstancias fácticas eran distintas a
las de aquél. De hecho, el Sr. Procurador General interino actual, en la causa FPA
2940/2016/3/RH 1, caratulada “Sosa, Dante Exequiel s/ infracción a la ley
23737”, del 3 de octubre de 2019, consideró lo mismo en un caso parecido al sub
lite.
Ahora bien, el alcance de una doctrina de la Corte debe
entenderse en el marco de otras, de lo que ha dicho en otros temas relacionados.
La CSJN ha afirmado que el ingreso a una prisión no despoja al hombre de la
protección de las leyes y, en primer lugar, de la Constitución Nacional (Fallos
327:5658, 322:2735 entre otros). Entre aquellos derechos que no se pierden, se
encuentra el derecho a la privacidad, reconocido por nuestra Constitución (art. 19)
y los instrumentos internacionales de derechos humanos con jerarquía
constitucional (art. 11.2 CADH, 17.1 PIDCP y V de la DADH). Por supuesto, el
ejercicio de los derechos no es absoluto. De acuerdo con la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, “las restricciones que se impongan
deben ser necesarias en una sociedad democrática, lo que depende de que estén
orientadas a satisfacer un interés público imperativo. Entre varias opciones para
alcanzar ese objetivo, debe escogerse aquélla que restrinja en menor escala el
derecho protegido. Es decir, la restricción debe ser proporcional al interés que la
justifica y debe ser conducente a alcanzar el logro de ese objetivo, interfiriendo en
la menor medida posible en el efectivo ejercicio del derecho” (Corte IDH, Caso
“Claude Reyes y otros”. Sentencia de 19 de septiembre de 2006, párr. 93, entre
otros).
El derecho a la intimidad no se limita únicamente a los ámbitos
en los que el individuo se encuentra solo, a resguardo de la percepción por
terceros. Inclusive existe infinidad de actos intersubjetivos que cuando son
4
Ministerio Público de la Nación
Fiscalía General N° 4 ante la Cámara Federal de Casación Penal
5
explosivo; producir estupefacientes a gran escala para su comercialización, etc.).
Se trata de una cuestión normativa, de significado del alcance de la garantía
constitucional, y no de la descripción predeterminada de lugares desde el punto de
vista físico o material. Por tal razón, la Corte en “Arriola” exige, como no podría
ser de otro modo, que las conductas, para ser punibles, traigan aparejados peligros
concretos o daños a derechos o bienes de terceros. Para decirlo con su
terminología, la ostentación de una tenencia debe poner en peligro ese bien
jurídico.
No basta con argumentar que la prisión es un ámbito
eminentemente regulado porque, como se dijo, a las personas no se las despojan
de sus derechos al ingresar a aquella (por ejemplo, Fallos: 318:1894 “Dessy”,
sobre un reglamento que permitía la censura de la correspondencia de los internos
por alegadas razones de seguridad), porque no podemos olvidar que se trata del
domicilio involuntario de los internos, donde debe asegurárseles un ámbito de
autonomía personal inherente al proceso de resocialización que predica la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En ese contexto, no corresponde confundir las infracciones
administrativas al orden y convivencia –por ejemplo, la prohibición de tener
alguna sustancia o elemento dentro de la institución o de fumar en un espacio
compartido– con un delito. En cualquier caso, la posesión o el fumar marihuana
dentro de un penal, en casos como el presente donde no hubo afectación a
terceros, podrá quedar sometido a las regulaciones administrativas y régimen
disciplinario que rige la vida de los institutos de detención, como ocurre con
cualquier otro objeto o práctica cuyo ingreso, posesión y uso es considerado
inconveniente a otros fines propios de un ámbito cerrado, de convivencia,
conflictividad y disciplina, donde conviven muchas personas en forma
involuntaria. Ello pone de manifiesto la existencia de una grave confusión entre
infracciones administrativas y delito, donde éstos últimos siempre exigen peligro
o daño a los derechos de terceros.
Este criterio ha sido compartido por la ex Procuradora General de
la Nación al dictaminar en el caso SC, F.289.L.L. “F.V., S. D. c/s/causa 338/2013”
el 5 de marzo de 2014, cuando sostuvo que “Es sabido que las personas
encarceladas están sujetas a estrictas reglas de conducta que restringen
considerablemente su libertad personal. El interés estatal en el orden y la
6
Ministerio Público de la Nación
Fiscalía General N° 4 ante la Cámara Federal de Casación Penal
V.
Por todo lo expuesto, solicito a VV. EE que, al momento de
resolver, haga lugar al recurso de casación interpuesto por la defensa de Acosta.
Fiscalía N° 4, 11 de agosto de 2020.
G.